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Este documento está disponible para su consulta y descarga en Memoria Académica, el repositorio institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, que procura la reunión, el registro, la difusión y la preservación de la producción científico-académica édita e inédita de los miembros de su comunidad académica. Para más información, visite el sitio www.memoria.fahce.unlp.edu.ar Esta iniciativa está a cargo de BIBHUMA, la Biblioteca de la Facultad, que lleva adelante las tareas de gestión y coordinación para la concre- ción de los objetivos planteados. Para más información, visite el sitio www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar Licenciamiento Esta obra está bajo una licencia Atribución-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 Argentina de Creative Commons. Para ver una copia breve de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/. Para ver la licencia completa en código legal, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcode. O envíe una carta a Creative Commons, 559 Nathan Abbott Way, Stanford, California 94305, USA. 2008, no. 39, p. 31-51 Rodríguez Marino, Paula; Schtivelband, Ernesto; Terriles, Ricardo Revista de Filosofía y Teoría Política Cita sugerida Rodríguez Marino, P.; Schtivelband, E.; Terriles, R. (2008) Ideología, discurso, subjetividad. La reconfiguración de la problemática de la hegemonía en la obra de Ernesto Laclau [En línea]. Revista de Filosofía y Teoría Política, (39). Disponible en: http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.3622/ pr.3622.pdf Ideología, discurso, subje- tividad. La reconfiguración de la problemática de la hegemonía en la obra de Ernesto Laclau

Ideología, discurso, subjetividad. La reconfiguración de la problemática de la hegemonía en la obra de Ernesto Laclau

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O texto aborda alguns conceitos da teoria pós estruturalista de Ernesto Laclau como Ideologia, discurso e subjetividade.

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    O enve una carta a Creative Commons, 559 Nathan Abbott Way, Stanford, California 94305, USA.

    2008, no. 39, p. 31-51

    Rodrguez Marino, Paula; Schtivelband, Ernesto; Terriles, Ricardo

    Revista de Filosofa y Teora Poltica

    Cita sugeridaRodrguez Marino, P.; Schtivelband, E.; Terriles, R. (2008) Ideologa, discurso, subjetividad. La reconfiguracin de la problemtica de la hegemona en la obra de Ernesto Laclau [En lnea]. Revista de Filosofa y Teora Poltica, (39). Disponible en: http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.3622/pr.3622.pdf

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    Ideologa, discurso, subjetividad.La reconfiguracin de la problemtica de la hegemona en la obra de Ernesto Laclau.Paula Rodrguez Marino, Ernesto Schtivelbandy Ricardo Terriles

    Resumen: En este trabajo presentamos algunos nudos de la discusin que, con relacin a las categoras del ttulo, se ha venido gestando en el marco de una tradicin de pensamiento que articula el legado del marxismo con el psicoanlisis. En particular exploramos el desarrollo de estas nociones en la obra de Ernesto Laclau, considerando sus implicancias tanto para una teora de la discursividad como para la filosofa poltica. La trayecto-ria de Laclau reconfigura las bases conceptuales de la hegemona y de la ideologa. Laclau se desplaza desde una posicin cercana al althusseria-nismo recurriendo a la deconstruccin, a la arqueologa foucaultiana y al psicoanlisis lacaniano hacia un punto de vista que l mismo describe como postmarxista. Su concepcin del discurso, en ese marco, plantea una renovacin del concepto de hegemona, abandonando la tpica marxista de base y superestructura.

    Palabras Clave: ideologa discurso Laclau.

    Abstract: This paper aims to explore the articulation of Marxism,

    Facultad de Ciencias Sociales , Universidad de Buenos Aires, Argentina. Correo electrnico: [email protected], [email protected], [email protected]

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    psychoanalysis and political theory in the particular reading of Ernesto Laclau. Consequences in two main areas are analyzed: discourse theory and political philosophy. This author reconfigures the conceptual basis of hegemony and ideology from an original position close to the Althusserian tradition (by means of deconstruction, Foucauldian archaeology and Lacanian Psychoanalysis) to a standpoint that he himself has described as post Marxist. In that frame, his conception of discourse makes a claim for a renewal of the concept of hegemony, giving up the Marxist topic of base and superstructure.

    Keywords: ideology discourse Laclau

    IntroduccinEn el rea de estudios de comunicacin y cultura, el problema

    de la hegemona y las formas de su construccin ha merecido, casi desde siempre, una atencin especial. Ms all de la labor seera de Gramsci, el trabajo de Ernesto Laclau constituye un foco de referencia insosla-yable, cuyas irradiaciones han impactado tanto en los Cultural Studies britnicos como en la sociosemitica del discurso poltico (Vern, de Ipola, etc.).

    La trayectoria de Laclau se inscribe, en sus inicios, en lo que Perry Anderson denominara marxismo occidental: en la problemati-zacin de las nociones de ideologa y de hegemona. Laclau parte desde posiciones cercanas al althusserianismo, y a medida que incorpora en sus reflexiones elementos provenientes de la deconstruccin, del psicoanlisis lacaniano ya presente en el horizonte althusseriano y de la arqueologa foucaultiana, se orienta en una direccin que l mismo ha calificado como postmarxista. Su concepcin del discurso, en ese marco, se vincula a la necesidad de pensar las formas de cons-truccin de la hegemona en ruptura con la tpica marxista de base y superestructura.

    En este trabajo nos introducimos en la obra de Ernesto Laclau siguiendo el hilo de sus reflexiones en torno a la nocin de discurso, especialmente desde Hegemona y estrategia socialista, escrito en colabo-racin con Chantal Mouffe (Laclau y Mouffe, 1987).

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    Del althusserianismo a la deconstruccinPoltica e Ideologa en la Teora Marxista (1986) recopila una serie

    de artculos de Laclau, producidos a lo largo de la dcada del setenta. En estos trabajos se advierten las huellas de la reflexin althusseriana en torno a la cuestin de la ideologa, si bien aparecen tambin ciertos matices crticos. Estos cuestionamientos se dan en el marco de un de-sarrollo en el que Laclau intenta dar carnadura al planteo general de Althusser: podra decirse que, mientras que en el esquema presentado por el filsofo francs el hincapi est puesto en la clarificacin del mecanismo que relaciona a la ideologa (en general) con la constitucin del sujeto, en Laclau el nfasis se desplaza hacia la consideracin de cmo determinados discursos ideolgicos adquieren unidad a partir del sujeto que interpelan y constituyen.

    Todo indica que Laclau considera que la interpelacin constitu-ye un sujeto que se reconoce en determinados contenidos ideolgicos materializados en prcticas. Ahora bien, en ese marco Laclau tiene en cuenta la existencia de mltiples interpelaciones, que se articulan de de-terminada manera para un discurso ideolgico dado. En un contrapunto con Poulantzas en torno a la caracterizacin ideolgica del fascismo, podemos observar que Laclau considera al discurso ideolgico como el resultado de la articulacin de un conjunto de interpelaciones diversas, y que cada una de estas interpelaciones est asociada a un contenido (los elementos o aspectos de los que habla Poulantzas). Por otra parte, Laclau propone una explicacin para la unidad relativa de un discurso ideolgico. sta no se basara en la coherencia lgica, sino en la capacidad de cada elemento interpelativo de jugar un papel de condensacin respecto a los otros. Cuando Laclau habla de la capacidad evocativa, del papel simblico o de condensacin de una interpelacin, est apoyndose en la nocin de sobredeterminacin presentada por Althusser a lo largo de varios artculos de La revolucin terica de Marx (1990). Como se recordar, Althusser quien a su vez haba tomado el concepto de Freud despliega esta nocin para oponerse a la idea de una determinacin simple, que atribuye al hegelianismo (y a sus remanentes en algunas versiones del marxismo).

    Partiendo de esa conceptualizacin, Laclau entiende la perti-

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    nencia de su aplicacin al contexto propio de lo superestructural, a saber, el estudio de los discursos ideolgico y poltico adems de tener en cuenta la especificidad de la coyuntura para cada formacin social determinada debe buscar las formas de su unidad relativa a partir de la lgica de la sobredeterminacin. Vale decir entonces que no resulta pertinente el anlisis de un discurso ideolgico slo a partir de sus determi-naciones de clase. El hecho de que existan interpelaciones que no son de clase lleva a estudiar las relaciones que se establecen entre las distintas interpelaciones, es decir, la lgica articulatoria que las preside. Y esto, a su vez, permite un acercamiento a la cuestin de la hegemona. As en un texto contemporneo, dir Laclau que la hegemona no consiste en la imposicin de una cosmovisin cerrada al resto de la sociedad, sino en la articulacin de una multiplicidad de elementos ideolgicos que no tienen una necesaria connotacin de clase, al discurso ideolgico de la clase hegemnica. (Laclau, 1977: 20)

    Podramos decir que nos encontramos aqu al menos con un vocabulario muy semejante al que el Laclau postmarxista habr de manejar. Faltara quizs sealar, antes de abordar a ese Laclau, algn elemento que ya no encontraremos: la nocin de interpelacin cuyo sig-nificado Laclau, como hemos visto, haba expandido en cierta medida dejar de tener una presencia importante en los escritos posteriores.

    Sin embargo, hay cuestiones tericas de mucho mayor peso, que creemos sealan de manera fuerte la ruptura entre marxismo y postmarxismo. Hacia el final de Fascismo e ideologa, Laclau, presentando sus conclusiones, se anticipa a las lecturas que podran criticarle haberle dado un peso excesivo a la incidencia de lo ideolgico en la emergencia del fascismo. Por otra parte, la famosa cuestin de la determinacin en ltima instancia ser, en los trabajos posteriores, objeto de deconstruccin.

    La imposibilidad de la sociedad La imposibilidad de la sociedad es un artculo en el que se reconocen claramente las huellas de la deconstruccin derridiana en el aparato conceptual de Laclau. En ese sentido, permite acercarnos a las tonalidades tericas que caracterizan al giro postmarxista, con un

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    motivo de inters adicional: se trata de una reflexin sobre la teora de la ideologa.

    El trabajo comienza con el sealamiento de la crisis de la con-cepcin economicista y reduccionista del marxismo que pone en cuestin la idea de la totalidad social constituida en torno a la distincin base/superestructura. Esta cuestin est en la base de la incorporacin de la categora de discurso en la perspectiva de Laclau.

    Laclau identifica dos enfoques clsicos de la ideologa, y con-sidera que ambos han sido desacreditados como resultado de la crisis de los supuestos en los que se fundaban. Ser necesario, entonces, estudiar ambos enfoques para ver los problemas que han conducido a la teora de la ideologa a sus dificultades presentes. El primero de estos enfoques era el que consideraba a la ideologa como nivel de la totalidad social. Frente a esta visin esencialista dice Laclau hoy da tendemos a aceptar la infinitud de lo social, es decir, el hecho de que todo sistema estructural es limitado, que est siempre rodeado por un exceso de sentido que l es incapaz de dominar y que, en consecuencia, la sociedad, como objeto unitario e inteligible que funda sus procesos parciales, es una imposibilidad.

    El intertexto de Laclau es aqu el trabajo de Derrida, y en especial el artculo La estructura, el signo y el juego en el discurso de las ciencias humanas. En ese trabajo, Derrida examinaba la nocin de estructura desde su surgimiento en el pensamiento occidental. Sobre ello deca que la estructuralidad de la estructura... se ha encontrado siempre neutralizada, reducida: mediante un gesto consistente en darle un centro, en referirla a un punto de presencia, a un origen fijo. Sin embargo, para Derrida habra habido un acontecimiento caracterizado como ruptura y redoblamiento (o repeticin) por el cual la concepcin de ese centro (que tomaba diversos nombres, siempre remitiendo a la invariancia de una presencia: eidos, arch, telos, energeia, ousa, etc.) habra cambiado radicalmente: se habra producido un descentramiento en el pensamiento de la estructura.

    Si bien Derrida vincula el acontecimiento de ruptura con los nombres de Nietzsche, Freud y Heidegger, tambin considera su operatividad en el campo de las ciencias humanas, y para ello tomar en consideracin no exenta de crtica a los trabajos de Lvi-Strauss.

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    Se puede reconocer en Laclau el mismo inters, aunque en su caso es altamente probable que, bajo el trmino de estructuralismo, su reflexin incluya en el horizonte a la empresa althusseriana. Recordemos que, en la discusin de Laclau que estamos siguiendo, la estructura centrada que est en cuestin es la del modelo base-superestructura.

    Por medio de una lectura deconstructiva que seala los lmites de la empresa estructuralista, Laclau desemboca en el abandono de la concepcin topogrfica de lo social, esto es, una concepcin en la que es vlida la distincin base/superestructura.

    En este desarrollo emerge una concepcin del discurso que se inspira fuertemente en un comentario de Derrida sobre el trmino. De-rrida consideraba al discurso como un sistema en el que el significado central, originario o trascendental no est nunca presente fuera de un sistema de diferencias, mientras que Laclau lo define y en el sentido ms estricto del trmino como el juego infinito de las diferencias, al que identifica con lo social. La cuestin del juego infinito de las diferencias remite a la tensin ente la imposibilidad de fijar el sentido y el de sus fijaciones parciales.

    Sealemos por lo pronto que Laclau concibe al orden o estruc-tura como el resultado de un proceso hegemnico, lo cual vincula con la fijacin relativa de lo social a travs de la institucin de puntos nodales. Con ello apunta a que ese proceso es el resultado de una lgica articula-toria. Ms importante aun es el hecho de considerar que las formas en que esos procesos tienen lugar no es determinable a priori, con lo cual la premisa de que la base determina la superestructura ha de considerarse como esencialista: se trata entonces de una radicalizacin del concepto althusseriano de sobredeterminacin lo que aqu est operando.

    Respecto de la crtica al segundo enfoque clsico de la ideolo-ga, el de la falsa conciencia, Laclau parece entender que, junto con los motivos deconstructivos, hay ciertas transformaciones sociales que sostienen sus elaboraciones tericas. Destacamos este aspecto porque all aparece una de las pocas referencias fcticas en su argumentacin general. La crtica al enfoque de la ideologa como falsa conciencia no termina, como en el caso del enfoque de la ideologa como nivel de la totalidad social, en un rechazo definitivo. Laclau sostiene que podramos mantener el concepto de ideologa y la categora de falsa representacin

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    en la medida en que invirtamos su contenido tradicional. Lo ideolgico no consistira en la falsa representacin de una esencia positiva, sino exactamente en lo opuesto: consistira en el no reconocimiento del ca-rcter precario de toda positividad, en la imposibilidad de toda sutura final. Lo ideolgico consistira en aquellas formas discursivas a travs de las cuales la sociedad trata de instituirse a s misma sobre la base del cierre, de la fijacin del sentido, del no reconocimiento del juego infinito de las diferencias. Lo ideolgico sera la voluntad de totalidad de todo discurso totalizante. Y en la medida en que lo social es imposible sin una cierta fijacin de sentido, sin el discurso del cierre, lo ideolgico debe ser visto como constitutivo de lo social.

    La consolidacin de la perspectiva postmarxistaEn el tercer captulo de (1987), Ms all de la positividad de

    lo social, Laclau y Mouffe exponen los principios de su concepcin de lo social. Concentraremos nuestro inters en este captulo, dado que all se presenta la nocin de discurso, nocin que presupone las categoras de articulacin y de hegemona.

    La tarea que enfrentan los autores es la de constituir terica-mente el concepto de hegemona, y esta tarea supone un campo terico dominado por la categora de articulacin. Con esto se quiere decir que la hegemona (prctica hegemnica), en tanto forma especfica de articu-lacin (prctica articulatoria), depende conceptualmente de esta ltima. Ahora bien, hablar de articulacin, a su vez, supone la posibilidad de especificar separadamente la identidad de los elementos articulados. El desarrollo de estas cuestiones desembocar en la concepcin del discurso (prctica discursiva) que el trabajo presenta.

    Laclau y Mouffe especifican que la construccin de la categora de articulacin requiere dos pasos: fundar la posibilidad de especificar los elementos que entran en la relacin articulatoria y determinar la especifi-cidad del momento relacional en que la articulacin como tal consiste.

    El camino elegido para desarrollar dicha tarea pasa por la con-sideracin de la trayectoria de la escuela althusseriana, radicalizando algunos de sus temas en una direccin que haga estallar sus conceptos bsicos. En este sentido, la nocin althusseriana de sobredeterminacin

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    que, como se recordar, jugaba un papel importante en los primeros trabajos de Laclau es la primera en considerarse. El abordaje de la nocin implica precisar, a juicio de los autores, el sentido del concepto, habida cuenta del uso indiscriminado e impreciso que posteriormente se ha hecho del mismo. Dicen los autores:

    en la formulacin althusseriana original haba el anuncio de una empresa terica: la de romper con el esencialismo ortodoxo, no a travs de la desarticulacin lgica de sus categoras y de la consecuente fijacin de la identidad de los elementos desagregados, sino de la crtica todo tipo de fijacin, de la afirmacin del carcter incompleto, abierto y polticamente negociable de toda identidad. Esta era la lgica de la sobredeterminacin. Para ella el sentido de toda identidad est sobredeterminado en la medida en que toda literalidad aparece constitutivamente subvertida y desbordada; es decir, en la medida que, lejos de darse una totalizacin esencialista o una separacin no menos esencialista entre objetos, hay una presencia de unos objetos en otros que impide fijar su identidad. Los objetos aparecen articulados, no en tanto se engarzan como las piezas de un mecanismo de relojera sino en la medida en que la presencia de unos en otros hace imposible suturar la identidad de ninguno de ellos. (1987: 118)

    La radicalizacin del concepto de sobredeterminacin abre camino a un pensamiento de la articulacin, en donde la nocin de discurso y sus vinculadas, formacin y prctica discursivas jugarn un papel de considerable importancia.

    Articulacin y discursoNos encontramos entonces con la presentacin de una concep-

    cin del discurso, en el marco de una reflexin sobre la categora de ar-ticulacin. En esta instancia del desarrollo terico de su argumentacin, los autores estn en condiciones de plantear definiciones, y as, dirn

    ... llamaremos articulacin a toda prctica que establece una relacin tal entre elementos, que la identidad de stos resulta modificada como resultado de esa prctica. A la totalidad estructurada resultante de la prctica articulatoria la llamaremos discurso. Llamaremos momentos a las posiciones diferenciales, en tanto aparecen articuladas en el in-terior de un discurso. Llamaremos, por el contrario, elementos a toda diferencia que no se articula discursivamente. (1987: 119)

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    Sealan los autores que, para entender correctamente estas distinciones, se requiere de tres tipos de precisiones bsicas: en lo que se refiere al tipo de cohesin especfica de una formacin discursiva; en cuanto a las dimensiones de lo discursivo, y en cuanto a la apertura o el cierre que una formacin discursiva presenta. Es en el marco de estas precisiones que Laclau y Mouffe recurrirn, en primera instancia, al Foucault de La arqueologa del saber. De Foucault toman, para tratar la cuestin de la cohesin especfica de una formacin discursiva, el planteo de la regularidad en la dispersin.

    Laclau y Mouffe parecen querer sealar el carcter relativo de la cohesin de una formacin discursiva. En ese sentido, se plantean la cuestin de la necesidad y la contingencia, y plantean una suerte de caso lmite: en una totalidad discursiva articulada en la que todo elemento ocupara una posicin diferencial en la que todo elemento se hubiere reducido a momento de esa totalidad toda identidad es relacional y dichas relaciones tienen un carcter necesario.

    La imagen que opera en el trasfondo de esas consideraciones es la del sistema de la lengua. As vista, una formacin discursiva apa-rece definida en lo que hace a su cohesin relativa y contingente por contraste con el modelo de la lengua. Evidentemente, esto dice muy poco acerca de la especificidad de la formacin discursiva.

    Respecto de la cuestin de las dimensiones de lo discursivo vuelven a retomar a Foucault, pero esta vez para criticarlo. En primer lugar, Laclau y Mouffe sealan que el hecho de que todo objeto se constituya como objeto de discurso no tiene nada que ver con la cues-tin acerca de un mundo exterior al pensamiento, ni con la alternativa realismo/idealismo. Como especifican posteriormente, no se trata de negar la existencia, externa al pensamiento, de dichos objetos, sino la afirmacin de que ellos puedan constituirse como objetos al margen de toda condicin discursiva de emergencia.

    En segundo lugar, y vinculado con lo anterior, Laclau y Mouffe rechazan el supuesto del carcter mental del discurso, afirmando por consiguiente el carcter material de toda estructura discursiva. De esta manera, los autores intentan superar una dicotoma muy clsica: la existente entre un campo objetivo constituido al margen de toda intervencin discursiva y un discurso consistente en la pura expre-

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    sin del pensamiento. Al respecto, Laclau y Mouffe sealan, entre las corrientes que han trabajado en la misma direccin que ellos a la teora de los actos de lenguaje y a las reflexiones de Wittgenstein. Queda abierta la cuestin de la articulacin entre la posicin wittgensteniana y la matriz estructuralista, ms o menos deconstruida, de la que Laclau y Mouffe parten -con esto no queremos decir que ello sea imposible, sino que el desarrollo no es trabajado por los autores. Al mismo tiempo, puede sealarse que la concepcin foucaultiana de formacin discursiva no puede ser asociada a la nocin de lengua como sistema o cdigo. Estas apreciaciones oscurecen la fundamentacin de la analoga entre el campo discursivo y el social que Laclau y Mouffe persiguen.

    Finalmente, para abordar el aspecto de la apertura y cierre de las formaciones discursivas, los autores sealan que si la lgica relacional y diferencial de la totalidad discursiva se impusiera sin limitacin alguna, la articulacin sera imposible.

    Esta conclusin se impone, sin embargo, slo si aceptamos que la lgica relacional del discurso se realiza hasta sus ltimas conse-cuencias y no es limitada por ningn exterior. Pero si aceptamos, por el contrario, que una totalidad discursiva nunca existe bajo la forma de una positividad simplemente dada y delimitada, en ese caso la lgica relacional es una lgica incompleta y penetrada por la contingencia. La transicin de los elementos a los momentos en las formaciones discursivas nunca se realiza totalmente. Se crea as una tierra de nadie que hace posible la prctica articulatoria. (1987: 126-7)

    Se advierte que el tono de la argumentacin vuelve a los carriles deconstructivos que ya habamos observado en el texto de 1983. En ese sentido, y retomando aquellos argumentos de la imposibilidad de la sociedad, dirn los autores:

    Con esto llegamos a un punto decisivo de nuestra argumentacin. El carcter incompleto de toda totalidad lleva necesariamente a aban-donar como terreno de anlisis el supuesto de la sociedad como totalidad suturada y autodefinida. La sociedad no es un objeto legtimo de discurso. (127-8)

    A partir de este argumento, que recupera y especifica la radi-calizacin del concepto de sobredeterminacin, se puede inferir que la

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    problematizacin en torno a la nocin de discurso, tuvo siempre como horizonte la cuestin de lo social. Queda abierta una cuestin, en torno al problema de la fijacin del sentido. Dirn los autores:

    Ni la fijacin absoluta ni la no fijacin absoluta son, por tanto, posibles. Consideremos a estos dos momentos sucesivos. La no [sic] fijacin, en primer trmino. Hemos hablado de discurso como de un sistema de identidades diferenciales es decir de momentos. Pero acabamos de ver que un sistema tal slo existe como limitacin parcial de un exceso de sentido que lo subvierte. Este exceso, en la medida en que es inherente a toda situacin discursiva, es el terreno necesario de constitucin de toda prctica social. Lo designaremos con el nombre de campo de la discursividad tratando de sealar con este trmino la forma de su relacin con todo discurso concreto: l determina a la vez el carcter necesariamente discursivo de todo objeto, y la imposibilidad de que ningn discurso determinado logre realizar su sutura ltima. (128)

    Laclau y Mouffe sealan la confluencia de su anlisis con el de pensadores como Heidegger, Wittgenstein y Derrida. Con respecto a este ltimo dicen coincidir en la generalizacin del concepto de discurso: en este nuevo contexto, hay que entender que de lo que se trata es de una crtica a la fijacin absoluta del sentido.

    Sin embargo, queda una cuestin por tratar la de la no fijacin absoluta y en este sentido los autores estn en condiciones de ser ms explcitos que lo que haban sido antes:

    (...) La imposibilidad de fijacin ltima del sentido implica que tiene que haber fijaciones parciales. Porque, en caso contrario, el flujo mismo de las diferencias sera imposible. Incluso para diferir, para subvertir el sentido, tiene que haber un sentido. Si lo social no consigue fijarse en las formas inteligibles e instituidas de una sociedad, lo social slo existe, sin embargo, como esfuerzo por producir ese objeto imposible. El discurso se constituye como intento por dominar el campo de la discursividad, por detener el flujo de las diferencias, por constituir un centro. Los puntos discursivos privilegiados de esta fijacin parcial los denominaremos puntos nodales. (Lacan ha insistido en las fijaciones parciales a travs de su concepto de points de capiton, es decir, de ciertos significantes privilegiados que fijan el sentido de la cadena significante. Esta limitacin de la productividad de la cadena significante es la que establece posiciones que hacen la predicacin posible un discurso incapaz de dar lugar a ninguna fijacin de sentido es el discurso del psictico). (129)

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    El recorrido argumental en torno a la nocin de discurso permite a los autores volver a la cuestin de la articulacin:

    Tenemos, pues, todos los elementos necesarios para precisar el concepto de articulacin. En la medida en que toda identidad es relacional, pero el sistema de relacin no consigue fijarse en un conjunto estable de diferencias; en la medida en que todo discurso es subvertido por un campo de discursividad que lo desborda; en tal caso la transicin de los elemento a los momentos no puede ser nunca completa. El estatus de los elementos es el de significantes flotantes, que no logran ser articulados a una cadena discursiva. Y este carcter flotante penetra finalmente a toda identidad discursiva (es decir, social). Pero si aceptamos el carcter incompleto de toda formacin discursiva y, al mismo tiempo, afirmamos el carcter relacional de toda identidad, en ese caso el carcter ambiguo del significante, su no fijacin a ningn significado, slo puede existir en la medida que hay una proliferacin de significados. No es la pobreza de significados, sino, al contrario, la polisemia, la que desarticula una estructura discursiva. Esto es lo que establece la dimensin sobredeterminada, simblica, de toda formacin social. La sociedad no consigue nunca ser idntica a s misma, porque todo punto nodal se constituye en el interior de una intertextualidad que lo desborda. La prctica de la articulacin consiste, por tanto, en la construccin de puntos nodales que fijan parcialmente el sentido; y el carcter parcial de esa fijacin procede de la apertura de lo social, resultante a su vez del constante desbordamiento de todo discurso por la infinitud del campo de la discursividad. Toda prctica social es, por tanto, en una de sus dimensiones, articu-latoria, ya que al no ser el momento interno de una totalidad auto-definida, no puede ser puramente la expresin de algo adquirido no puede, en consecuencia, ser ntegramente subsumida bajo el principio de repeticin sino que consiste siempre en la construccin de nuevas diferencias. (130-1)

    Con los argumentos hasta aqu desplegados por Laclau y Mouffe, se podra ya hacer una consideracin de su concepcin de lo discursivo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que esta concepcin era, en el desarrollo terico de los autores, una condicin para el despliegue de la categora de articulacin, que a su vez llevara a la especificacin, more deconstructivo, de la nocin de hegemona. En el apartado siguiente comentaremos brevemente algunas de las nociones que se requieren para completar dicho recorrido.

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    Sujeto, antagonismo, equivalencia y diferencia: conceptualizacin de la hegemona

    Como sealan Laclau y Mouffe, antes de formular nuestro concepto de hegemona, dos cuestiones previas deben ser tratadas. La primera se vincula al estatus preciso que en nuestro anlisis acordaremos a la categora de sujeto; la segunda, al concepto de antagonismo, ya que en una de sus dimensiones capitales, la prctica articulatoria en que la hegemona consiste define su identidad por oposicin a prcticas articulatorias antagnicas. (131)

    Con respecto a la nocin de sujeto, los autores dicen que siem-pre la usarn, en el texto, en el sentido de posiciones de sujeto en el interior de una estructura discursiva (ibid). Con ello indican que los sujetos no pueden ser el origen de las relaciones sociales.

    Laclau y Mouffe al distinguir las nociones de sujeto y po-siciones de sujeto remiten, en algunas oportunidades, al concepto de estructura lo que supondra cierto nivel de contradiccin con la imposibilidad de sutura social, con la propia definicin de discurso que permanece asociado a la idea de lengua en tanto cdigo y por lo tanto, que podra comprometer el desarrollo de la nocin de antagonismo. A partir de esta distincin Laclau y Mouffe afirmarn que las posiciones de sujeto son el efecto de una determinacin estructural que no puede constituirse por fuera de la estructura aunque esta no lo determina pre-viamente, caso contrario, se tratara de la emergencia o aparicin del sujeto (1998:119). Laclau y Mouffe reconocieron que su elaboracin de la nocin de sujeto era insuficiente; a partir de los comentarios crticos de Zizek (1993: 257-67), los autores han emprendido una exploracin de la nocin bajo una orientacin lacaniana.

    Nos parece importante, sin embargo, sealar algunas cuestiones respecto del tratamiento del problema del sujeto en la obra de Laclau. El recorrido terico de la categora arranca desde una raz althusseriana, se transforma al contacto de los planteos de la deconstruccin para finalizar luego de una intervencin de Zizek que el mismo Laclau recoge en (1993) en una concepcin ms cercana a los planteos de Lacan. As, el hecho de pensar al sujeto como constituido en torno de una impo-sibilidad central (correspondiente a un campo social estructurado del mismo modo), le permite dar una nueva vuelta de tuerca al problema

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    de la ideologa (aqu -segn la definicin de Zizek- la ilusin ideolgica estara dada por la experiencia de que nunca habamos tenido aquello que se supone que hemos perdido). Sin embargo, esta conceptualizacin, que habilitara a profundizar en los aspectos concernientes a la instancia de la subjetividad, deja en la oscuridad muchos de estos problemas. De manera anloga al modo en que Laclau seala, respecto de la nocin de sobredeterminacin en Althusser, que estaban dadas todas las condiciones para una radicalizacin del concepto que finalmente no ocurri, creemos que el cambio de orientacin respecto de la nocin de sujeto podra ha-ber permitido pensar la posibilidad de que el sujeto no slo se constituye discursivamente, sino adems interviene enunciativamente en la superficie del discurso introduciendo marcas o enfatizando acentos. Si bien Laclau define a la construccin poltica como un proceso que no viene dado de antemano y que surge de una decisin, lo que se plantea aqu, no es la definicin acerca de una posible conceptualizacin o no de un sujeto de intervencin, sino ms bien, la apertura a algunos interrogantes respecto de una zona poco explorada por el anlisis del autor.

    Ms importante a los efectos de la construccin de la nocin de hegemona es el concepto de antagonismo. En el marco de la trans-posicin de la nocin de discurso a lo social, los autores definen el an-tagonismo por oposicin a la contradiccin (que operaba en el terreno lgico) y a la oposicin (que operaba en el terreno de los hechos). La caracterizacin del antagonismo se plantea ms adelante, explicitando su diferencia con las categoras filosficas antes mencionadas:

    (...) En la medida que hay antagonismo yo no puedo ser una presencia plena para m mismo. Pero tampoco lo es la fuerza que me antago-niza: su ser objetivo es un smbolo de mi no ser y, de este modo, es desbordado por una pluralidad de sentidos que impide fijarlo como positividad plena. La oposicin real es una relacin objetiva es decir, precisable, definible, entre cosas; la contradiccin es una relacin igualmente definible entre conceptos; el antagonismo constituye los lmites de toda objetividad que se revela como objetivacin, parcial y precaria. Si la lengua es un sistema de diferencias, el antagonismo es el fracaso de la diferencia y, en tal sentido, se ubica en los lmites del lenguaje y slo puede existir como disrupcin del mismo es decir como metfora. (...) El antagonismo escapa a la posibilidad de ser aprehendido por el lenguaje, en la medida en que el lenguaje slo existe como intento de fijar aquello que el antagonismo subvierte. (145)

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    Dejemos de lado las ambiguas referencias al lenguaje y la len-gua, y retengamos, no obstante, la idea del fracaso de las diferencias, porque ser til en la consideracin de las lgicas de la equivalencia y la diferencia. Antes de pasar a la consideracin de estas lgicas, conviene tener en cuenta algunos argumentos ms en torno al antagonismo.

    Laclau y Mouffe piensan que el antagonismo como testigo de la imposibilidad de una sutura ltima, es la experiencia del lmite de lo social; ahora bien, hay que entender que los antagonismos no son interiores sino exteriores a la sociedad, vale decir, que ellos establecen los lmites de la sociedad, la imposibilidad de esta ltima de constituirse plenamente. (146). En otros trminos, la sociedad no llega a ser total-mente sociedad porque todo en ella est penetrado por sus lmites que le impiden constituirse como realidad objetiva. (147)

    Esta penetracin de la sociedad por sus lmites (antagonismo) es, a juicio de los autores, una subversin, nocin que anteriormente caracterizaran como presencia de lo contingente en lo necesario, que se manifiesta bajo las formas de la simbolizacin, de metaforizacin, de paradoja, que deforman y cuestionan el carcter literal de toda necesidad (131), vale decir, como construcciones discursivas. Con esto se vincula la relacin de equivalencia, que los autores presentan por medio de un ejemplo:

    (...) En un pas colonizado, la presencia de la potencia dominante se muestra diariamente en una variedad de contenidos: diferencias de vestimenta, de lenguaje, de color de la piel, de costumbres. Cada uno de estos contenidos, por tanto, se equivale con los otros desde el punto de vista de su diferenciacin respecto al pueblo colonizado y, por tanto, pierde su condicin de momento diferencial y adquiere el carcter flotante de un elemento. Es decir, que la equivalencia crea un sentido segundo que, a la vez que es parasitario del primero, lo subvierte: las diferencias se anulan en la medida en que son usadas para expresar algo idntico que subyace a todas ellas. (147-8)

    Como se puede suponer, la referencia a ese algo idntico en este contexto no refiere a esencia positiva alguna, sino a la presentacin de la negatividad:

    (...) Una relacin de equivalencia que absorba todos los rasgos positivos del colonizador en su oposicin al colonizado no crea

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    un sistema de posiciones diferenciales positivas entre ambos, sim-plemente porque ella disuelve toda positividad: el colonizador es construido discursivamente como el anticolonizado. Es decir, que la identidad ha pasado a ser puramente negativa. Es porque una identidad negativa no puede ser representada en forma directa es decir, positivamente que slo puede hacerlo de modo indirecto a travs de una equivalencia entre sus momentos diferenciales. De ah la ambigedad que penetra a toda relacin de equivalencia: dos trminos, para equivalerse, deben ser diferentes (de lo contrario se tratara de una simple identidad). Pero, por otro lado, la equivalencia slo existe en el acto de subvertir el carcter diferencial de esos tr-minos. Este es el punto en el que, segn dijimos antes, lo contingente subvierte lo necesario impidindole constituirse plenamente. Esta no constitutividad o contingencia del sistema de diferencias se muestra en la no fijacin que las equivalencias introducen. (148)

    Se advierte la vinculacin entre la relacin de equivalencia y el antagonismo:

    ...ciertas formas discursivas, a travs de la equivalencia, anulan toda posi-tividad del objeto y dan una existencia real a la negatividad en cuanto tal. Esta imposibilidad de lo real la negatividad ha logrado una forma de presencia. Es porque lo social est penetrado por la negatividad es decir, por el antagonismo que no logra el estatus de la transparencia, de la presencia plena, y que la objetividad de sus identidades es per-manentemente subvertida. A partir de aqu la relacin imposible entre objetividad y negatividad ha pasado a ser constitutiva de lo social. Pero la imposibilidad de la relacin subsiste: es por eso que la coexistencia de sus trminos no puede concebirse como relacin objetiva de fronteras, sino como subversin recproca de sus contenidos. (149)

    Tal como indican Laclau y Mouffe, es importante tener en cuen-ta que, si la negatividad y la objetividad coexisten solamente a travs de su subversin recproca, esto implica que nunca se logran las condiciones de una equivalencia total ni las de una objetividad diferencial total. No obstante, los autores presentan, para esclarecer sus proposiciones y con el propsito de considerar la estructuracin de los espacios polticos a partir de las lgicas opuestas de la equivalencia y la diferencia.

    A continuacin, los autores concluyen:Vemos, pues, que la lgica de la equivalencia es una lgica de la simpli-ficacin del espacio poltico, en tanto que la lgica de la diferencia es una lgica de la expansin y complejizacin del mismo. Tomando un

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    ejemplo comparativo de la lingstica, podramos decir que la lgica de las diferencias tiende a expandir el polo sintagmtico del lenguaje, el nmero de posiciones que pueden entrar en una relacin combinatoria y, por consiguiente, de contigidad las unas con las otras; en tanto que la lgica de la equivalencia expande el polo paradigmtico es decir, los elementos que pueden sustituirse el uno al otro y de este modo reduce el nmero de posiciones combinatorias posibles. (151)

    Con la presentacin de las nociones que acabo de tratar, se est en condiciones de abordar la conceptualizacin de la hegemona. Laclau y Mouffe consideran que

    (..) El campo general de emergencia de la hegemona es el de las prcticas articulatorias, es decir, un campo en el que los elementos no han cristalizado en momentos. En un sistema cerrado de identidades relacionales, en el que el sentido de cada momento est absolutamente fijado, no hay lugar alguno para una prctica hegemnica. Un sistema plenamente logrado de diferencias, que excluyera a todo significante flotante, no abrira el campo a ninguna articulacin; el principio de repeticin dominara toda prctica en el interior del mismo, y no habra nada que hegemonizar. Es porque la hegemona supone el carcter incompleto y abierto de lo social, que slo puede constituirse en un campo dominado por prcticas articulatorias. (155)

    La no fijacin de los elementos que se requiere para la existencia de la prctica hegemnica es pensada como semejante a la flotacin de significaciones en la constitucin de las posiciones de su-jeto. La fijacin de significaciones en el primer caso imposibilitara las prcticas hegemnicas y a las articulatorias como un tipo particular de stas- y en el segundo, supondra la aparicin la emergencia del sujeto en abandono de posiciones de sujeto. Sin embargo, el desco-nocimiento y la indecibilidad del contexto concreto de su aparicin garantizaran la apertura final de esa cristalizacin virtual constitutiva de la subjetividad (1998: 119).

    Ahora bien, cul sera la especificidad de la prctica hegemni-ca, qu la diferenciara de cualquier prctica articulatoria? La respuesta de Laclau y Mouffe recurre al planteo de dos situaciones:

    Partamos de dos situaciones que no caracterizaramos como arti-culaciones hegemnicas. En un extremo podramos sealar, como

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    ejemplo, a la reorganizacin de un conjunto de funciones burocr-tico-administrativas segn criterios de eficacia o racionalidad. Aqu estn presentes elementos centrales de toda prctica articulatoria: la constitucin de un sistema organizado de diferencias de momentos, por consiguiente a partir de elementos disgregados y dispersos. Y aqu, sin embargo, no hablaramos de hegemona. La razn es que, para hablar de hegemona, no es suficiente el momento articulatorio; es preciso, adems, que la articulacin se verifique a travs de un enfrentamiento con prcticas articulatorias antagnicas. Es decir, que la hegemona se constituye en un campo surcado por antago-nismos y supone, por tanto, fenmenos de equivalencia y efectos de frontera. Pero, a la inversa, no todo antagonismo supone prcticas hegemnicas. En el caso del milenarismo, por ejemplo, tenemos un antagonismo en su forma ms pura y, sin embargo, no hay he-gemona, por cuanto no hay articulacin de elementos flotantes: la distancia entre las dos comunidades es algo inmediatamente dado y adquirido desde un comienzo, y no suponen construccin articu-latoria alguna. Las cadenas de equivalencia no fijan los lmites del espacio comunitario, sino que operan sobre espacios comunitarios preexistentes a las mismas. Las dos condiciones de una articulacin hegemnica son, pues, la presencia de fuerzas antagnicas y la inestabilidad de las fronteras que las separan. Slo la presencia de una vasta regin de elementos flotantes y su posible articulacin a campos opuestos lo que implica la constante redefinicin de estos ltimos es lo que constituye el terreno que nos permite definir a una prctica como hegemnica. Sin equivalencias y sin fronteras no puede hablarse estrictamente de hegemona. (156-7)

    Al intentar vincular la categora de hegemona con la de posicio-nes de sujeto, podra decirse que esos efectos de frontera y equivalencia son los que proveen algunas de las cristalizaciones que posibilitan la emergencia del sujeto, lucha entre fuerzas antagnicas. Sin embargo, la aparicin del sujeto sera siempre provisoria en virtud del exceso de sentido que es requisito para la formacin discursiva, en el planteo de Laclau y Mouffe. Este es no el terreno propio del sujeto sino el de la posiciones de sujeto, la dificultad parece surgir cuando se recuerda que su definicin estara siempre en relacin con un lugar en la estructura. De esta forma, el juego de articulaciones antagnicas y de fronteras precarias quedara contenido, finalmente, en la misma estructura que hace posible su aparicin.

    El desarrollo del concepto de hegemona involucra una serie de cuestiones sobre las que no nos detendremos aqu; baste sealar

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    las diferencias que los propios autores plantean con respecto a la po-sicin de Gramsci: nos apartamos de la concepcin gramsciana en dos puntos claves: en cuanto al plano de constitucin de los sujetos hegemnicos para Gramsci es, necesariamente, el plano de las clases fundamentales; y en cuanto a la unicidad del centro hegemnico para Gramsci, excepto durante los interregnos constituidos por las crisis orgnicas, toda formacin social se estructura en torno a un centro hegemnico. (158-9) Desde este posicionamiento, hay que entender que el sujeto hegemnico no necesariamente se define desde su condicin de clase, y que las prcticas hegemnicas no pueden dar cuenta de la totalidad de lo social y constituir su centro, dado que en tal caso se habra producido una nueva sutura y el concepto mismo de hegemona se habra autoeliminado. (163)

    Algunas consideraciones para concluirEn este trabajo hemos desplegado, a partir de los trabajos de

    Laclau, las escansiones conceptuales que hacen al trnsito entre una posicin marxista (cercana a Althusser) a una posicin postmarxis-ta: se trata, en breve, de la puesta en cuestin de los fundamentos ontolgicos esencialistas que operaban subrepticiamente en el ma-terialismo histrico.

    El pasaje de una perspectiva centrada en las nociones de ideo-loga e interpelacin a la concepcin de lo social como campo de la discursividad no se hizo sin momentos de oscuridad. Por ejemplo, en La imposibilidad de lo social todava no encontramos una definicin de discurso sensu stricto. Por lo dems, la especificacin negativa con relacin al habla y la escritura agrega poco a la definicin, en la medida que tiende a reforzar su extrema amplitud y vaguedad. No obstante, creemos que hay que reconocer all una jugada deconstructiva que tiende a poner en cuestin la distincin neta entre las palabras y las cosas, distincin realista ingenua que algunas veces ha tallado en las discusiones en torno a la ideologa.

    A nuestro juicio, la nocin que colabora fuertemente en el desarrollo de la concepcin discursiva es la de sobredeterminacin. Laclau y Mouffe brindan una interpretacin del concepto en clave

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    postestructuralista. En ese sentido, la referencia al borramiento de la distincin entre lo literal y lo simblico es homloga al mismo bo-rramiento de los lmites entre base y superestructura, y apunta a una suerte de metaforicidad constitutiva de lo social. De esta manera, la estructura social es conceptualizada como un espacio dislocado, como un espacio que nunca logra constituirse como una totalidad objetiva, como un campo al que le falta algo: un centro que detenga y funde el juego de las sustituciones.

    La radicalizacin del concepto de sobredeterminacin abre camino a un pensamiento de la articulacin. En ese contexto, la nocin de discurso y sus vinculadas, formacin y prctica discur-sivas jugar un papel de considerable importancia, dado que las prcticas articulatorias son prcticas discursivas. El discurso se constituye, entonces, como arena de la lucha por la significacin, en la que los distintos grupos sociales que se oponen a los efectos des-estructurantes que dislocan la estructura dominante, generan efectos crticos sobre esta ltima e intentan hegemonizar ese espacio para constituir una nueva objetividad a travs de la rearticulacin de los elementos dislocados. El momento hegemnico, es por lo tanto, aquel en el cual el carcter metafrico de lo social es domesticado por un contenido particular que, al lograr imponerse, clausura el hueco abierto por la falla estructural y se constituye como el fundamento ltimo del sistema y de sus transformaciones. As, la renuncia a la hiptesis de un cierre ltimo de lo social permite afirmar el rol constitutivo de la pluralidad social. Si bien la pluralidad de espacios sociales y polticos es irreductible a toda unidad, la totalidad no est simplemente ausente sino que adopta la presencia de aquello que est ausente. El modo paradjico en el que se muestra esta presencia/ausencia radica en que los diferentes espacios que constituyen lo social se encuentran sobredeterminados. As, tendremos espacios que, a travs de su propia parcialidad, encarnan una totalidad que siempre se retrae. Para que esta sea posible se requiere como vimos una construccin social contingente. Esto es lo que Laclau llama articulacin y hegemona. En esta construccin encuentra el punto de partida para sus trabajos posteriores.

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