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IEHC 2006 Helsinki Session 65
INDUSTRIALIZACIÓN Y MARCO INSTITUCIONAL: UN ESTUDIO DE CASO EN COLOMBIA Susana Valdivieso1 ❋ JUSTIFICACIÓN Resulta, a mi juicio, esencial que en el espacio académico se discutan y se confronten
los más recientes aportes conceptuales y metodológicos al estudio de la Historia
Económica. Como es obvio, ese tipo de análisis carece de sentido si no se orienta
hacia una nueva lectura de la historia nacional, único procedimiento válido que permite
establecer las bondades y los vacíos de las nuevas propuestas. De otra parte, si en la
confrontación se utiliza un enfoque comparativo que garantice la superación del
carácter descriptivo de los fenómenos, se propiciará la búsqueda de explicaciones
consistentes que den cuenta de la diversidad de tendencias observables en las
sociedades contemporáneas. Con esa justificación en mente, el trabajo se orienta
hacia el “Análisis Comparado de la Evolución Institucional de Medellín
y Bucaramanga durante el proceso de Industrialización”
Bien podría uno preguntarse si se justifica regresar una vez mas al viejo tema de los
orígenes de la industrialización en nuestro país y a las trayectorias diferentes
observadas en las distintas regiones del territorio nacional. Ese interrogante, de hecho,
se asienta sobre una confusión que vela la diferencia que existe entre lo mucho que se
ha dicho y lo que realmente se sabe de esta cuestión tan relevante para comprender
nuestro pasado y entender el cuadro de nuestro presente económico. Después de un
período en el que diversas concepciones respecto al objeto y al método de la Historia
Económica recrearon un rico campo de debate en todo el mundo, la historia nacional y
regional muestra innumerables cuestiones no resueltas, hecho que plantea lo estéril
tanto del simple ejercicio narrativo de los hechos económicos presente en algunas de
las más recientes tendencias historiográficas, como de la excesiva abstracción de la
realidad observable en la mayoría de los modelos económicos. 1 Universidad Industrial de Santander - Colombia
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Se requiere, entonces, de la formulación de hipótesis de trabajo que excedan el
marco de la “elección económica” en el sentido neoclásico y sean mucho más
acotadas que las grandes “formaciones sociales” o las “relaciones de producción” que
orientaron las interpretaciones marxistas de nuestro pasado.
Ahora bien, el análisis de los procesos económicos del pasado no se justifica
únicamente por la existencia de un vacío en el conocimiento, sino que tiene un valor
considerable tanto para la comprensión del presente como para orientarse respecto a
políticas para el futuro. La pregunta sobre las causas del diferente comportamiento
económico de las regiones que sirve de base a las distintas teorías sobre el
Desarrollo, encuentra una importante razón de ser en la comprobación del fracaso de
algunas de las propuestas de desarrollo contemporáneo o en los resultados
contradictorios de la aplicación de un mismo paquete de reformas económicas en
contextos diferentes. En otras palabras, el desafío que hoy se presenta a nuestras
sociedades es encontrar una propuesta de futuro que sea no solo viable, sino también
sostenible, lo cual solo es posible si se aprende de la historia pasada, si se explora en
la red de incentivos y restricciones formales e informales que han condicionado la
evolución socio-económica hasta nuestros días. De esa forma se facilitará imaginar
una matriz institucional que proporcione las reglas de juego futuras para un desarrollo
regional armónico y un esquema organizacional que permita la superación de los
obstáculos al bienestar económico y social.
Para abordar con propiedad este tipo de análisis se precisa, por supuesto, indagar en
el carácter de los procesos económicos y socio-políticos que culminaron con el
desarrollo de los primeros esfuerzos empresariales, con el objeto de establecer las
condiciones que facilitaron la acumulación de capital previa a la actividad
manufacturera, la configuración de los grupos sociales que lideraron el proceso y la
construcción de los marcos regulatorios legales y las instituciones informales de
diferente naturaleza que acompañaron el paso de la actividad comercial a la industrial.
EL PROBLEMA
❋ Profesora Escuela de Economía Universidad Industrial de Santander (Colombia)
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Desde finales del siglo XIX, los dos polos de desarrollo de la economía cafetera en
Colombia, se ubicaron en los actuales departamentos de Santander y Norte de
Santander y en la región occidental de colonización tardía que hoy forma el
departamento de Antioquia. Procesos similares en la conformación de una elite
comercial que combinó la exportación de café con la importación de todo tipo de
bienes elaborados y que – con el tiempo – fue diversificando progresivamente sus
actividades hasta comprometerse con la producción manufacturera, pueden
observarse en la historia de las dos ciudades capitales: Bucaramanga y Medellín. De
igual forma, es posible constatar en los dos núcleos urbanos esfuerzos tempranos de
industrialización en los sectores de textiles, bebidas, alimentos etc.
Estos esfuerzos se consolidan con relativo éxito en la capital antioqueña, en tanto
caminan lentamente hacia el fracaso en Bucaramanga, cuya economía va perdiendo
peso relativo en el contexto nacional en la segunda mitad del siglo y termina por definir
su estructura productiva sobre la base de un sector industrial muy débil, que no
alcanza a superar su carácter familiar, la importancia creciente del sector de servicios
y una amplia gama de actividades informales2.
Una gran mayoría de los estudios que intentan responder a la pregunta de porqué los
antioqueños jalonan los procesos de industrialización está enfocados hacia el
fenómeno de la colonización y lo que se considera el más significativo resultado social
de la misma: la existencia de una sociedad más democrática, basada esencialmente
en la pequeña y mediana propiedad, y, por lo tanto, más dinámica en términos del
mercado interno. A diferencia de esto, las explicaciones sobre el retraso relativo de
Bucaramanga descansan en la constatación de una estructura de la propiedad muy
concentrada y en relaciones de trabajo - como la aparcería - muy poco propicias al
desarrollo del mercado.
2 El desarrollo industrial de Medellín ha sido objeto de múltiples estudios, mientras que la historia empresarial de Bucaramanga no ha despertado el interés de muchos investigadores. En la bibliografía se contemplan las principales obras sobre el tema.
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3 Como se dijo, no existen estudios cuidadosos que se refieran exhaustivamente a la situación de Santander . Sin embargo, es posible encontrar referencias aisladas en Arango, M (1977) Café e Industria 1850-1930 Bogotá Carlos Valencia Editores, Marco Palacios (1987) El café en Colombia Carlos Valencia Editores. Machado, A (1988) El Café, de la aparcería al capitalismo Bogotá, Tercer Mundo. Kalmanovitz, S (1984) Economía y Nación, Bogotá, Tercer Mundo. Valdivieso, S Bucaramanga, Historias de Setenta y Cinco Años, Bucaramanga, Cámara de Cio de Bga. Johnson D. (1984) Santander Siglo XIX –Cambios Socioeconómicos – Bogotá, Carlos Valencia.
El Marco de Referencia Dado que la Historia Económica encuentra su núcleo de interés en el desarrollo de los
sistemas económicos y sus diferentes componentes, solo es posible hacerla armados
con una explicación teórica sobre los principios que rigen ese desarrollo. La discusión,
entonces, sobre cuáles son los temas significativos desde la perspectiva de la Historia
Económica, lo mismo que el esclarecimiento de las relaciones entre la economía y las
demás esferas de la vida social, solo puede aprehenderse en toda su complejidad si
se ubica en el espacio mas general de interpretación teórica de los fenómenos que se
definen como económicos y de los presupuestos sobre los rasgos del accionar
humano. La investigación histórica, la interpretación de la evolución de los procesos
económicos demanda no solo un profundo conocimiento de los hechos históricos y
una íntima, crítica y creativa relación del historiador con las fuentes de información,
sino también la construcción de un referente teórico que le permita trabajar, interrogar
y moldear el pasado. Así, la teoría resulta ser, en la expresión feliz de Joan Robinson,
una “caja de herramientas” que está a disposición de los historiadores económicos.
Ahora bien, no es posible concebir el papel del historiador económico como un simple
“demandante” o “usuario” de la teoría económica, cuyo papel se reduce a hacer
coincidir el mundo real con el de las explicaciones teóricas. Su responsabilidad se
inscribe, por el contrario, en la confrontación de los esquemas analíticos generales con
los procesos empíricos, de tal manera que se posibilite la valoración de las hipótesis
iniciales una vez que se extienden a contextos diferentes y la consecuente formulación
de explicaciones complementarias o alternativas que logren dar cuenta de la dinámica
de los procesos estudiados. Es desde esa perspectiva que se justifica plenamente
regresar a las viejas preguntas y proponer una re-lectura de nuestro pasado a la luz de
los nuevos postulados de la ciencia económica, único medio para determinar el
alcance, las potencialidades y los límites de esas tendencias analíticas más recientes.
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Una de las más importantes renovaciones en el instrumental analítico de la Historia
Económica ha provenido de la Nueva Economía Institucional, y tiene en Douglas North
su máximo representante. Su interés se ha orientado hacia la comprensión de la
estructura evolutiva de las economías a través del tiempo, mediante el análisis de la
función y el lugar de las instituciones y las organizaciones en el sistema económico.
Su esquema teórico será el que se utilice como base para formular los interrogantes
sobre el distinto desempeño económico de Medellín y Bucaramanga, con el propósito
de establecer hasta que punto las respuestas pueden también ser provistas por este
marco interpretativo.
En su obra, especialmente en “Instituciones, Cambio Institucional y desempeño
económico”, North expone y desarrolla un marco analítico para explicar la forma en la
que las instituciones y los cambios institucionales afectan a la economía de un país o
región. En concreto, sostiene que el desarrollo económico de una sociedad y el de la
sociedad misma, depende en gran medida de las instituciones, que pueden tanto
dinamizar el crecimiento como provocar el estancamiento.
Para ser capaz de evaluar la teoría en su confrontación con la historia real, es
importante tener claro los puntos de referencia más importantes de la misma, entender
sus conceptos, estructura y significado. Lo que sigue a continuación es, entonces, la
definición de lo se considera el “corazón” de la Nueva Historia Económica Institucional.
Los Conceptos Básicos: Instituciones y Organizaciones
“Las instituciones son las restricciones ideadas por los humanos que permiten
estructurar los intercambios económicos, sociales y políticos”, afirma North en un
artículo destinado a delimitar los conceptos sobre los cuales se asienta su programa
de Historia Institucional4. Esas restricciones pueden ser informales, entre las que
nuestro autor menciona las costumbres, códigos tácitos de conducta, las tradiciones,
los tabús, las convenciones o pueden estructurarse como reglas formales a través de
las constituciones, leyes o derechos de propiedad. Los mecanismos que permiten
regular o imponer tales normas pueden también ser considerados como instituciones
4 North (1991) Institutions, Journal of Economic Perspectives, Vol 52, No1.
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y, de hecho, juegan un papel significativo en el marco de la Nueva Historia
Institucional, ya que el grado de identidad entre los objetivos de una pauta institucional
y las elecciones individuales depende de la efectividad de los “mecanismos de
refuerzo, los cuales pueden provenir de una internalización de las normas, de la
sanción social o de imposiciones coercitivas del Estado”5 Al definir las instituciones
como “reglas de juego”, North parece enfatizar en el aspecto de prescripción y
regulación que apunta a reforzar un comportamiento específico. El aspecto de mayor
relevancia en esta definición es que las “Instituciones definen y limitan el conjunto de
las elecciones de los agentes económicos y estructuran sus incentivos”. Junto con los
recursos endógenos y la tecnología, las instituciones definen el abanico de
posibilidades en cualquier momento del tiempo.
Para North es claro que las instituciones surgen para reducir la incertidumbre
presente en los procesos económicos, una vez que empiezan a adquirir algún grado
de complejidad. Ellas existen por la limitación de los procesos humanos de
computación frente al desarrollo de la información y por la existencia de costos de
transacción en todos los ámbitos de la interacción humana. De la primera razón se
desprende que la información de los agentes es siempre incompleta por lo que en la
mayoría de los casos actúan en condiciones de incertidumbre que disminuye con la
implantación de “reglas de juego” claras. La presencia de instituciones como garantías,
licencias, instituciones de arbitraje, etc. actúan, en el segundo caso, para disminuir
costos de transacción.
Las reglas informales, en esta perspectiva, constituyen un conjunto fundamental de
instituciones, consistentes en convenciones comunes, destinadas a resolver
problemas de coordinación, o pueden ser, alternativamente, códigos de conducta auto-
impuestos, tales como estándares de honestidad e integridad, al igual que normas de
comportamiento que se refuerzan por la sanción social o la autoridad coercitiva.
Las convenciones o los códigos de conducta generan, en muchos casos, aumentos en
el bienestar de la sociedad, pero, eventualmente, es posible que limiten la posibilidad
de elecciones de auto-satisfacción hacia otros valores (ejemplo de esto los “sacrificios”
que se auto-imponen los creyentes religiosos). La habilidad de las instituciones para 5 North (1990) Institutional Change: A Framework of Analysis. (www.isnie.org)
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estimular el cambio y las actividades productivas y delimitar en forma satisfactoria los
derechos de propiedad y los contratos es, de acuerdo al autor que estamos
reseñando, “el más crucial determinante del comportamiento económico”. En otras
palabras, para citarlo textualmente, “El crecimiento económico es la historia de la
evolución de instituciones más complejas que hacen posible que las relaciones
cooperativas de intercambio se prolonguen a través del tiempo”6.
Un “ambiente institucional” o una “matriz institucional” es entonces un conjunto de
reglas legales, políticas y sociales fundamentales que gobiernan la actividad política y
económica de una sociedad dada en un momento del tiempo.
Si las instituciones son las reglas de juego, plantea North, las organizaciones son los
jugadores. Las organizaciones están compuestas por grupos de individuos con
objetivos comunes y su calidad, lo mismo que sus rasgos, están determinados por las
oportunidades definidas por el marco institucional vigente. Firmas, sindicatos, bancos
centrales, son ejemplos de organizaciones económicas; cuerpos religiosos y clubes
son ejemplos de organizaciones sociales. Las organizaciones buscarán adquirir los
conocimientos y habilidades que le brinden mayores oportunidades frente a una matriz
institucional definida.
La dinámica del cambio institucional: Empresarios económicos y
políticos entre incentivos productivos e incentivos perversos.
El marco analítico propuesto le permite a North encarar el proceso histórico de cambio
institucional, a partir de la consideración de que diferentes marcos institucionales
generan diferencias en los estímulos a los actores políticos y económicos y,
consecuentemente, propician diferentes formas de comportamiento económico. Una
teoría del cambio institucional es importante dado que las teorías del crecimiento
pueden explicar las diferencias en el comportamiento de las economías como
resultado de diversos niveles de ahorro, inversión o investigación pero, son incapaces
de explicar las razones por las cuales las sociedades han llegado a esos niveles
6 North (1993) Institutions and Economic Performance, en U. Maki, otros (editores) Rationality, Institutions and Economic Methodology, Londres: Routledge.
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diferenciales. La teoría northiana del cambio institucional7 incorpora nuevos supuestos,
tanto acerca de los límites o restricciones que intentan regular la interacción humana
como de los procesos de elección en el marco de esos límites.
A riesgo de caer en una excesiva simplificación se podría plantear una versión
“estilizada” de esta interpretación del cambio histórico con el objeto de destacar sus
determinaciones causales y las implicaciones de las mismas, de la siguiente forma:
Como resultado de la relativa escasez de algún factor o bien, se presentan
alteraciones en los precios relativos o, alternativamente, cambia la tecnología o las
preferencias de los agentes económicos y esto altera el conjunto de oportunidades o
de incentivos de la sociedad8. El empresario (económico o político) que es el actor que
toma las decisiones en las organizaciones “filtra” ese conjunto de nuevas
oportunidades a través de sus modelos mentales o “visión del mundo” y hace un
análisis acerca de los “pagos” o retribuciones de sus decisiones potenciales. Calcula
las ganancias que se derivan de continuar en el mismo marco institucional o de invertir
recursos en cambiarlo. Los empresarios que perciban que sus organizaciones serán
perdedoras como consecuencia de la estructura de nuevos precios relativos, podrán
intervenir en los procesos políticos con el objeto de variarla y alterar los marcos
constitucionales, los principios legislativos o los arreglos judiciales. Es decir el cambio
institucional puede darse porque se considere que nuevos arreglos significan mayores
retribuciones económicas o porque el anterior contexto institucional no responde a los
intereses de los actores, una vez que se han producido variaciones internas o externas
en el ambiente.
Los cambios en las reglas informales como códigos de conducta tienen el mismo
origen pero ocurren con mayor lentitud, en ocasiones son el resultado de un proceso
inconsciente mediante el cual el actor realiza ajustes permanentes en su evaluación de
costes y beneficios.
Varios aspectos interesa destacar en esta explicación. De una parte, los agentes
activos del cambio son los empresarios políticos y económicos, en una
7 North (1995) Instituciones, Cambio Institucional y desempeño económico, México: Fondo de Cultura Económica. 8 En la economía neoclásica era habitual tratar esos cambios como exógenos e intentar explicar o predecir la probable respuesta de los actores económicos.
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perspectiva que es, sin duda, deudora del pensamiento de Schumpeter y Buchanan.
Usualmente, nos dice el Nobel, hay alguna mezcla de cambios externos y aprendizaje
interno que “dispara” la aparición de elecciones que inducen el cambio. Ese
aprendizaje interno tiene que ver con la adquisición de conocimientos y habilidades y
su incorporación en las construcciones mentales de los actores. El cambio deliberado
es, entonces, el resultado de las demandas de los empresarios que, a su vez, están
condicionadas por un permanente (y en ocasiones inconciente) ejercicio de cálculo de
costo/beneficio, mediante la interpretación de la información que se recibe. Tanto los
recursos externos del cambio como las consecuencias inesperadas de las decisiones
empresariales pueden romper el poder de las organizaciones y hacer surgir otras
nuevas. Los actores críticos en esos casos serán los empresarios políticos, cuyos
grados de libertad se incrementarán en esas situaciones y – sobre la base de sus
percepciones – inducirán el nacimiento de organizaciones con intereses diferentes.
Ante cualquier cambio endógeno o exógeno, la interpretación de las implicaciones
derivadas del mismo se hará en función de los intereses y el poder de los distintos
grupos sociales. Los actores sociales que se sientan amenazados por los nuevos retos
tratarán de imponer una lectura de los mismos, compatible con el status-quo,
sobrevalorarán los costos y minimizarán los beneficios derivados del cambio,
resistiéndose, en definitiva, a las transformaciones. La demanda de cambio
institucional deriva, pues, de la percepción de que los nuevos arreglos institucionales
permitirán capturar ganancias, individuales o colectivas que no se pueden obtener en
el marco existente. La oferta de cambio institucional depende de la capacidad y de la
voluntad del orden político vigente para proveer nuevos arreglos institucionales. Como
el interés de cambiar el marco institucional vigente depende de la posibilidad de
capturar beneficios que hoy no se obtienen, resultará específico en cada tiempo y
lugar, dependerá de las características específicas del orden establecido.
Un segundo punto, ya mencionado pero sobre el que interesa enfatizar, es que la el
cambio está condicionado por los aspectos culturales que determinan
los modelos mentales de los agentes, su “visión del mundo”. Es evidente
en los últimos escritos de North un marcado interés por esclarecer el origen complejo
de esos modelos mentales, para lo cual se ha acercado notoriamente a la sicología y a
10
10
diferentes marcos analíticos que trabajan sobre la ideología, el “sentido común, la
“credibilidad” frente a los acuerdos etc. Sus contribuciones, a mi juicio, solo pueden
considerarse hasta el momento posibles líneas de investigación hacia las cuales
pueden orientarse las investigaciones en el futuro9 .
Y finalmente, la dirección del cambio está determinada por la “path
dependence”, lo cual, traducido al lenguaje northiano significa que “las decisiones
de ayer son el punto de partida para las de hoy”10. Lo más significativo de este
concepto no es la referencia al carácter gradual de los cambios institucionales sino a la
dificultad de alterar la “trayectoria” pasada de los arreglos institucionales. Esto
explicaría, en un alto porcentaje, los fracasos de las economías al intentar reorientar
sus procesos económicos, políticos y sociales. Lo que constriñe las elecciones de los
agentes económicos y políticos es un sistema de creencias reflejo del pasado – la
herencia cultural de la sociedad – y su gradual alteración solo puede mostrar la forma
en que las experiencias actuales se “filtran” a través de esos presupuestos. La historia
de los sucesos de adaptación institucional solo puede ser entendida en esos términos.
Las consideraciones anteriores le permiten a North adelantar algunas ideas sobre las
razones del desempeño de las “economías que han fallado en su desarrollo. Existen
casos, plantea nuestro autor, en los cuales el sistema de creencias, reflejando la
experiencia histórica de las economías, ha creado una matriz institucional que induce
el desarrollo de organizaciones propicias a las actividades redistributivas y en los que
las organizaciones políticas y el Estado aparecen como máquinas de robar. “No
tendríamos que mirar muy lejos para ver ejemplos de eso en el Africa o, con alguna
modificación, en América Latina”. Igualmente, el argumento le permite cuestionar la
explicación del éxito de los países asiáticos de industrialización reciente que descansa
sobre el papel positivo del Estado al establecer reglas de juego adecuadas. El Estado
puede intervenir sobre las reglas formales pero si no existen en el ambiente los
incentivos adecuados esto no tendrá ninguna significación efectiva. El mismo North se
plantea algunos interrogantes respecto a los tigres asiáticos: ¿cuáles condiciones de la
sociedad le pueden dar a las organizaciones políticas un grado de libertad tal que les 9 Ver, por ejemplo North (1994) Economics and cognitive Science (www.isnie.org) North y Denzau (1997) Shared Mental Models: Idologies and Institutions (www.isnie.org) North (1994) Institutions and credible commitment (www.isnie.org) North (1996) The historical evolution of Polities (www.isnie.org)
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permita cambiar radicalmente la orientación de las políticas? ¿cómo se configura un
gobierno para el que el crecimiento de la economía está por encima de sus propios
intereses? La respuesta es simple: las organizaciones políticas son muy flexibles y se
adaptan rápidamente a cambios externos que afectan la competitividad de las
economías mediante la implementación de mecanismos que permiten regresar a las
posiciones iniciales.
Como el “marco institucional” definido por North es complejo, para este estudio se
partirá de la idea básica de que las instituciones crean la estructura de estímulos a la
economía y que las organizaciones se constituyen para aprovechar estas
oportunidades. Así, se intentará hacer referencia al contexto cultural o conjunto de
reglas informales que incide en la aparición de empresas, en su sostenibilidad y
desarrollo y en las normas o medidas formales que pueden estimular o desalentar el
proceso industrializador en las dos ciudades objeto de estudio, durante la primera
mitad del siglo XX. La cuestión consiste en establecer si los distintos contextos
históricos e institucionales favorecieron el surgimiento de la empresa industrial
moderna o apuntalaron un régimen basado en pequeñas unidades productivas, mucho
mas vulnerables y menos resistentes a los cambios del entorno.
Medellín y Bucaramanga: Antecedentes de La Industrialización
• Medellín Si bien a partir del último cuarto del siglo XIX en la historia económica de las dos
ciudades se encuentran múltiples coincidencias relacionadas con la actividad cafetera
y el surgimiento de las primeras empresas industriales, para nuestro análisis es
necesario mencionar las diferencias del período anterior. La trayectoria de Medellín
tiene que ver, fundamentalmente, con la explotación minera y la conformación de un
grupo de comerciantes que, al controlar la producción de oro en la región, por la vía
del abastecimiento de los distritos mineros, manejaban el principal producto de
exportación y el medio de cambio aceptado en los mercados internacionales. Esta
circunstancia les permite, según López Toro, adquirir una experiencia definitiva en el
mercado regional –conocimiento de los mercados, de las rutas, de los riesgos, de los ..
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créditos, las costumbres – y los prepara para incursionar con éxito en los mercados
internacionales. Su importante papel como intermediarios, radicó en que dominaron el
comercio a varios niveles. Por un lado, estuvieron en capacidad de abastecer de
productos importados a un vasto territorio y, además, introducían en Antioquia las
mercancías producidas fuera de ella, como géneros artesanales de Santander. Lo que
resulta más importante de enfatizar es que, su control del oro como medio de cambio,
les permitió enlazar los distintos niveles del comercio interno y externo.
Con las “Reformas del Medio Siglo” – leyes aprobadas entre 1847 y 1850 – se
modificó el régimen de exportación del oro. Se podía exportar libremente, sin
amonedar, de manera que los comerciantes lo pudieron enviar directamente hacia
Europa, lo que había sido una vieja aspiración de los antioqueños quienes veían en la
amonedación un medio de control de “su” oro por parte de los importadores de Santa
Fe de Bogotá. Esta reforma le dio el impulso definitivo a la minería y la vinculó
directamente con el comercio de importación y exportación, estimulando la aparición
de compañías dedicadas a revitalizar la minería de veta, en las que participaron
algunos de los más importantes comerciantes de Medellín quienes procedieron a
formar las primeras sociedades de Minas de la república. Diversos autores coinciden
en señalar que este nuevo tipo de minería tuvo un efecto importante para el posterior
desarrollo de la provincia y que familiarizó a sus empresarios con el manejo de la
mano de obra asalariada y con la solución a complejos problemas logísticos de
almacenamiento, suministros y transportes, que se constituyeron en un importante
aprendizaje que contribuyó a la aparición del “espíritu empresarial” registrado por los
observadores de la realidad antioqueña.
Si bien es cierto que la relación oro-comercio con el proceso de acumulación de capital
resulta de interés para los objetivos de nuestra investigación, son algunos de los
impactos menos estudiados de la economía minera en la sociedad y la mentalidad de
los antioqueños los que aparecen como determinantes desde la óptica del marco
conceptual que se está utilizando. De una parte, interesa destacar una parte de la obra
de Brew dedicada a analizar la difusión de habilidades técnicas antes de la
industrialización. Según este autor “ en la década de los veinte (del siglo XIX)
Antioquia recibió una inyección de técnicos mecánicos y de ingeniería que no recibió
ninguna otra región de Colombia...Se introdujeron técnicas y conocimientos
13
13
extranjeros para explotar las minas de veta o de cuarzo y los nativos aprendieron esas
técnicas”.
Cuando hace el recuento de los extranjeros que llegaron a Antioquia durante la
segunda mitad del siglo XIX menciona “ventiséis que trabajaron originalmente en la
minería como ingenieros o administradores; cuatro fueron mecánicos o mineros
calificados; hubo tres metalúrgicos que montaron dos fundiciones de plata; dos eran
relojeros y cerrajeros; dos eran ingenieros civiles y también hubo un sastre, un
carpintero, un químico, cinco médicos y dos que podrían describirse como
empresarios agrícolas”11. Estos extranjeros, la mayoría de los cuales se casó con
antioqueñas, se constituyó, según nuestro autor, en un “núcleo de enseñanza” que
serviría de estímulo a la creación de la Universidad de Antioquia y la Escuela de
Minas.
En resumen, para Brew resulta esencial relacionar el de la minería en Antioquia con
una serie de fenómenos que fueron útiles al posterior desarrollo de la región y,
especialmente con la formación de una “elite” con habilidades empresariales, la
introducción y difusión de conocimientos mecánicos y técnicos, mano de obra con
movilidad y bien dispuesta al trabajo disciplinado y el comienzo de la formación de un
mercado para productos manufacturados que creció considerablemente con el
fortalecimiento de la economía cafetera.
Aprovechando sus conexiones en el exterior, los comerciantes encontraron nuevas
formas de hacer negocios. El control de las exportaciones de oro y los márgenes de
crédito que habían logrado en los bancos y casas comerciales europeas, les
permitieron especializarse en ventas de “letras sobre el exterior” a otros comerciantes
importadores para saldar sus deudas. Así se desarrolló la actividad especulativa en la
cual se especializaron las casas comerciales de los exportadores. Estas se fueron
convirtiendo entidades bancarias. En 1883 había nueve bancos en Medellín y en 1923,
cuando se creo e Banco de la República, ya eran venticinco. Botero considera que
“desde los albores del siglo veinte, la incertidumbre motivada por las bruscas
oscilaciones de la tasa de cambio y las perturbaciones causadas por la emisión de
papel moneda convirtieron las especulaciones en un “deporte” para los negociantes de
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la ciudad de Medellín”12. Las especulaciones involucraban a las casas comerciales y a
las entidades bancarias y, en ocasiones, consistían en la venta de barras de oro para
atender los pagos en el exterior.
Otro importante frente de inversiones de los comerciantes de Medellín fue la cría y
ceba de ganado para responder a la demanda creciente de carne de los distritos
mineros y los núcleos urbanos de importancia. En los años treinta y cuarenta del siglo
XIX, las tierras del suroeste de Medellín fueron objeto de intensa colonización por
parte de estos comerciantes que, en la mayoría de los casos, las habían comprado al
gobierno para tumbar monte y sembrar pasto y crear haciendas especializadas. Desde
entonces y hasta finales de los setenta, nos dice Brew, la ganadería de ceba en las
tierras calientes se convirtió en la principal actividad de los "agricultores-empresarios
que, en su gran mayoría eran también comerciantes"13. Las ferias ganaderas, la
primera de las cuales se realizó en Itagui, al sur de Medellín (antes que en ningún otro
espacio ganadero del país) se convirtieron, con el tiempo, en una institución
importante en la dinámica de la región.
Las familias de Medellín estuvieron ligadas, igualmente, a las empresas ferroviarias de
Antioquia, a la apertura de vías de comunicación de todo tipo, la navegación, los
monopolios estatales como el del aguardiente y el tabaco, controlaron el intenso
proceso de urbanización de Medellín a través del impulso a la construcción de barrios
residenciales para la clase adinerada, los empleados y los trabajadores y la prestación
de servicios domiciliarios como la energía, acueducto, alcantarillado y teléfonos.
Respecto al último punto mencionado en el párrafo anterior, es decir, la especulación
con bienes-raíces urbanos y las oportunidades que brindaba el proceso de
modernización y de adecuación del casco urbano al crecimiento demográfico, Botero,
en su libro sobre la ciudad de Medellín presenta con nombres propios las diferentes
modalidades de participación de los comerciantes de esta ciudad: compra de fincas o
lotes alejados de los núcleos poblados con perspectivas de integración que ellos
mismos impulsaban a través de la relación indisoluble entre el Concejo de la ciudad y
la Sociedad de Mejoras Públicas; el trazado y apertura de calles o la canalización de 11 Ibid, p. 39 12 F. Botero Medellín... op. Cit. P.219
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15
ríos o quebradas que interrumpían la continuidad del trazado urbano o la
"modernización" de los edificios que mostraban todavía los signos de su pasado
colonial14. De la misma forma, existe evidencia suficiente de la enorme influencia del
capital privado en la formación de las principales empresas de servicios públicos de
Medellín. Y en esta reseña rápida de las principales actividades que permitieron a los
“paisas” de Medellín la acumulación de riqueza no puede olvidarse que sus fortunas
fueron una base importante para ofrecer créditos al gobierno, que se cobraron, en
algunos casos, a la "módica suma" del 10% mensual de interés y en otros, aún más
graves, "en especie" comprometiendo los recursos públicos.
En síntesis, la historiografía - ya considerable - acerca de la región que se está
analizando, evidencia el carácter dinámico y muy diversificado de los comerciantes de
Medellín, con lo cual podría pensarse en calificarlos más como "especulativos" que
como "rentistas". Desde hace tiempo, esa misma historiografía ha propuesto el término
de "negociantes" como el que mejor define el carácter de los habitantes de esta región
del país.
También los inicios de la economía cafetera tienen el sello inconfundible de los
negociantes de Medellín. En la zona de colonización tardía, que inicialmente se centró
en una economía de subsistencia simple, el café entró de lleno cuando estos mismos
comerciantes reconocieron en el producto una oportunidad para negociar. Hacia 1910,
debido a la crisis promovida por la caída en los precios del grano, el encarecimiento de
la mano de obra y los vaivenes en la tasa de cambio, se inició un proceso de
reestructuración cafetera en todo el país, estancándose o decayendo en las grandes
plantaciones y aumentando considerablemente en los cafetales pequeños y medianos,
delimitando así la orientación que esta actividad económica tendría en la región
estudiada. Los estudios pioneros sobre el café, apuntan a resaltar las diferencias entre
el occidente parcelario y el oriente de gran hacienda con el propósito de visualizar las
consecuencias de estas diferencias en términos de relaciones de trabajo y
consecuencias derivadas para el mercado interno. Algunos consideraron, además, a
13 Brew , op, cit, p. 177 14 Botero, Medellín... op, cit.
16
16
la trilla del café como un puente que permitió la conversión de comerciantes en
hombres de empresas15.
El gran mérito de estos estudios fue el haber empezado a manejar los criterios de
diferenciación económica regional y el postular la necesidad de una mirada
renovadora sobre nuestra evolución económica con el propósito de superar
generalizaciones forzadas acerca de nuestra realidad. En ellos se insiste sobre las
características de la economía cafetera del occidente colombiano, en el enorme peso
específico de las unidades campesinas que utilizan primordialmente mano de obra
familiar, contrariamente a las grandes unidades de oriente que manejaron desde el
inicio del ciclo cafetero del siglo XIX, relaciones convencionales de aparcería o
arrendamiento poco propicias a la consolidación de un mercado interno. Los rasgos de
la producción familiar propia de las zonas de colonización antioqueña, habrían
generado una estructura de ingresos que dio lugar a una demanda permanente de
bienes manufacturados internos y a un excedente que pudo invertirse,
posteriormente, en la actividad industrial.
Algunos historiadores hacen notar que las instituciones financieras que permitieron a
Antioquia aprovechar las oportunidades que se presentaron a comienzos del siglo
veinte, fueron creadas durante la era de la minería anterior al café, por lo que podría
pensarse en una situación de continuidad entre las dos formas de conexión de la
región antioqueña con el comercio internacional. Palacios es enfático al afirmar: "para
la burguesía de Antioquia la actividad cafetera fue un gran complemento de sus
inversiones mercantiles, mineras y especulativas; en tanto que inversión agraria,
coexistió con las plantaciones de caña, las haciendas ganaderas y la comercialización
del ganado, actividades que también se expandieron considerablemente en esa
época"16.
Para resumir el aporte de este debate, lo más importante es destacar que la demanda
generada por la economía campesina se integró con la resultante de actividades
complementarias como la construcción de vías, los transportes, la fabricación de
empaques, las herramientas, etc y también con la que provenía de la ampliación de la 15 M. Arango Café e Industria 1850-1930 Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1977; A. Machado El café de la aparcería al capitalismo Bogotá: Punta de Lanza, 1977.
17
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población económicamente activa de los pueblos y ciudades que crecieron al amparo
de la economía de exportación cafetera.
Respecto al tema de la aparición de las primeras industrias en la ciudad de Medellín,
dado que el tema ha sido explorado por una cantidad considerable de investigadores y
que no presenta ningún problema de interpretaciones encontradas o controversiales,
nos limitaremos a hacer énfasis en algunas de las conclusiones de los estudiosos de
este período, por considerar que pueden aportar luces en el momento de confrontar el
entorno institucional en el que surge y se consolida la empresa moderna en la ciudad.
Por una parte, las obras consultadas permiten inferir que, desde las últimas décadas
del siglo XIX, las "casas comerciales" fundadas como sociedades regulares de
comercio dominaron los negocios en Medellín. Estas casas, que están constituidas
generalmente por miembros de una familia (padres e hijos) inician a principios de siglo
un proceso de fusión o de agrupación de dos o mas sociedades en una sola que
atendía simultáneamente diversos frentes, jugando el papel de bancos, de
exportadoras de café, de propietarios de trilladoras, de agencias de distribución de
mercancías importadas, de comisionistas en el exterior etc. En ellas puede
encontrarse, de acuerdo a los estudios de caso, los orígenes de las primeras
organizaciones manufactureras.
Asi, cuando Botero reseña la aparición de los primeros bancos afirma que "es
verdaderamente ilustrativo repasar la lista de los accionistas de estos primeros bancos
para observar como estaban controlados por las casas comerciales que, ya desde
principios de siglo, tenían capitales suficientes para invertir en las actividades más
lucrativas de la región y de fuera de ella, mucho antes de que el café ocupara el papel
principal en la esfera económica17. Y más adelante señala que las principales
industrias de Medellín no fueron creadas por individuos aislados sino por aquellos que
representaban casas comerciales con una amplia gama de negocios.
16 Palacios op, cit. P. 47 17 Botero La industrialización... op, cit. P. 53
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• Bucaramanga Iniciaremos la historia de Bucaramanga haciendo referencia a la conformación,
durante el período colonial y los primeros años de la república de una economía
artesanal productora de tejidos y géneros de algodón, sombreros de paja y productos
de loza que abastecían los mercados mineros de Antioquia y llegaban a los mas
alejados rincones del país. Sin embargo, las medidas de libre cambio impulsadas a
mitad del siglo XIX impactaron de manera definitiva la economía, la vida y la geografía
de esta región. De una parte, los tejidos fueron reemplazados rápidamente por los
textiles ingleses que inauguraron la producción capitalista en todo el mundo. Durante
un breve período, nuestros sombreros de jipijapa continuaron resguardando del sol a
los mineros antioqueños y los esclavos del sur de los Estados Unidos y finalmente, la
producción artesanal se redujo a la fabricación de costales de fique, insumo básico de
la actividad exportadora de la segunda mitad del siglo.
En esta época amplios sectores de la economía santandereana debieron orientarse,
hacia la explotación de aquellos productos agrícolas y silvestres de mayor demanda
en el mercado internacional. Los ciclos del tabaco, de la quina y del café marcarán la
segunda mitad del siglo XIX y significarán una oportunidad para que Bucaramanga
encuentre algo de protagonismo económico. El ciclo de la producción de tabaco – que
duró hasta que los ingleses lo produjeron en Sumatra – aún a pesar de que fue
relativamente corto, le dejó a los comerciantes de la región una experiencia positiva y
fue determinante para la aparición de pequeñas unidades empresariales productoras
de cigarros, en la que trabajaban únicamente mujeres.
Posteriormente, en el contexto de un crecimiento acelerado de la demanda
internacional que las regiones productoras no eran capaces de atender, Colombia
incursiona en el mercado de las quinas desde los inicios de la segunda mitad del siglo
XIX. Al referirse a esta etapa Ocampo afirma que "Las bonanzas quineras afectaron
una proporción significativa del actual territorio colombiano. En todos los casos, la
explotación quinera se debió vivir como un movimiento especulativo de corta duración.
El caso más espectacular fue, por supuesto, el de la quina cúprea en Santander, que
un autor comparó a la fiebre californiana y que, según algunos autores, logró movilizar
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a 7000 trabajadores en el corto plazo"18. El ciclo de la quina, y el del añil que lo siguió
fueron mas cortos aún que el del tabaco. Para nuestro estudio este hecho tiene un
interés especial, dado que nos permitirá explicar, en parte, el “miedo al riesgo” del
empresario de esta región, uno de los rasgos institucionales que mas influye en el
desempeño del sector empresarial.
Algunos documentos históricos pueden también, eventualmente, ilustrar el papel
jugado por los extranjeros en el comercio y las actividades productivas de exportación.
Se sabe que el precepto constitucional del Estado Soberano de Santander que, en
1857 abrió la ciudadanía a toda persona que se estableciera en su territorio facilitó la
inmigración de comerciantes italianos, alemanes y españoles a Bucaramanga.
Algunos testimonios comprueban que estos inmigrantes actuaron como agentes
activos en el proceso de exportación de las quinas, café y cueros hacia los mercados
europeo y norteamericano, así como en la importación de todo tipo de mercancías que
actuarían sobre la sensibilidad, las pautas de consumo y las modas durante la
segunda parte del siglo XIX. Su papel como financiadores de la expansión de la
frontera agrícola hacia las tierras bajas es también reconocido por algunos
historiadores. A fines de siglo y comienzos del XX, se puede observar una nueva ola
de inmigrantes sirio-libaneses, cuyo proceso de integración a la sociedad bumanguesa
puede mostrarnos aspectos interesantes para responder los interrogantes que
motivaron esta investigación. Es preciso hacer notar que, a diferencia de lo que
sucedió en Medellín en donde una buena parte de los inmigrantes eran ingenieros y
técnicos que llegaban a las minas de oro, los extranjeros que llegaron a Bucaramanga
carecían de formación técnica y de experiencia empresarial.
Durante las últimas décadas del siglo XIX, se observa claramente el proceso de
decadencia de las provincias del sur del departamento, artesanales y tabacaleras,
para dar paso, durante las últimas décadas del siglo pasado, a las regiones del norte -
Bucarmanga , Rionegro, Lebrija - que liderarán una nueva etapa caracterizada por la
vinculación al mercado mundial a través del café, el despertar de una economía
monetaria, los primeros intentos de desarrollo fabril y profundas transformaciones en el
tejido social.
18 Ocampo, op, cit. P. 293
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La difusión y consolidación del café, introducido por la frontera venezolana, muestra un
camino desde el norte hacia el sur de Santander. Su producción adquirió tal
importancia que entre 1865 y 1912 esta región figuró como la primera productora
nacional del grano. En ese período, la producción pasó de sesenta mil sacos a mas de
trescientos cincuenta mil constituyéndose en un importante puntal del desarrollo
económico santandereano estimulando el comercio, la construcción de vías y la
consolidación de Bucaramanga como el más importante centro urbano asociado al
acopio y exportación del café. Sin lugar a dudas, los sectores más claramente
beneficiados con esta nueva etapa de economía exportadora fueron los intermediarios
comerciales y financieros.
En Bucaramanga, al igual que en Medellín, puede observarse una gran diversificación
en los negocios. Los mismos exportadores cafeteros son, a la vez, importadores de
todo tipo de bienes, participan activamente en la expansión de la construcción urbana,
se comprometen con proyectos de navegación, invierten en ferrocarriles, son
ganaderos, tienen chircales y orientan sus capitales hacia pequeñas empresas en las
primeras décadas del siglo XX.
Entorno Institucional y Organización Empresarial En la perspectiva del marco conceptual que utilizamos como referencia, que ha sido
reforzado por muchos autores en los últimos años, lo que debe recalcar la historia
empresarial no es tanto la cantidad de empresarios sino, fundamentalmente, el
contexto económico e institucional que los induce a privilegiar unas funciones
empresariales sobre otras, a destinar sus recursos a determinados sectores, a
impulsar unos mecanismos de financiación sobre otros, unas prácticas empresariales
sobre otras o a orientar la organización en términos de determinados esquemas.
Como ya se dijo, las minas de oro de Antioquia aparecen como sitio de prueba de
sistemas modernos técnicos y administrativos, como escuela de empresarios que les
enseñó, entre otras cosas, a asociarse con personas distintas al núcleo familiar. Sirvió
igualmente, al proceso de aprendizaje de los trabajadores de esa región a la disciplina
propia del mundo industrial. Pero, tal vez lo que resulta más interesante es que, en
este sector, la alta inversión requerida propició la asociación para los negocios. Pero,
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no solo las minas fueron espacio para la formación de sociedades. Cuando la presión
sobre la tierra se hizo excesiva, los comerciantes participaron, de manera asociativa,
en los proyectos de colonización, mediante la adquisición de concesiones que luego
fueron “parceladas”. Finalmente, la historia de Medellín registra, al lado de las
asociaciones familiares, una gran cantidad de asociaciones para desarrollar los
primeros establecimientos industriales como las ferrerías, locerías, las textileras y las
sociedades bancarias, de donde puede deducirse que los antioqueños desarrollaron
una verdadera tradición en materia de sociedades, que resultó fundamental en el
momento de la industrialización.
De otra parte, como la legislación proteccionista de principios del siglo XX se
constituyó en un medio eficaz para defender las industrias nacientes, algunos de estos
grupos empresariales aprovecharon para hacer inversiones significativas en mejoras
tecnológicas. Una vez terminó el corto período de protección, las firmas de mayor
tamaño empezaron a comprar a las empresas familiares que enfrentaban una
situación crítica, consolidando con ello esta estructura organizativa que permitía la
participación de varios socios en los proyectos empresariales. Cuando la crisis del
treinta golpeó la producción industrial de la región, el fenómeno se hizo mas complejo
y aparecieron las llamadas “empresas de empresas”, es decir empresas que son
compradas por otras empresas, inicialmente del mismo sector y, posteriormente, de
cualquier tipo. Es así como, aún a pesar de que prevalecen en la ciudad las pequeñas
unidades de producción, estas constituyen células de unidades más grandes, que
configuran un mapa empresarial más complejo y, por supuesto, mucho mas estable. El
fenómeno continuó después de la crisis y fue decisivo en el desempeño de las
empresas textileras, de cemento y alimentos que se consolidaron durante la expansión
industrial de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado. Tal proceso no solo se dio
en el sector manufacturero sino que las compras, alianzas y cruces de acciones dieron
origen a empresas con un objeto social muy amplio. El caso mas notable es el del hoy
mas grande grupo empresarial colombiano “El grupo empresarial antioqueño” que
reúne a una gran cantidad de empresas en diversos sectores de la economía y que,
hace ya varios años inició un proceso de internacionalización y vinculación a grupos
empresariales del exterior.
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De otra parte, las empresas antioqueñas iniciaron tempranamente la práctica de
“flotantizar” las empresas en busca de financiación, dando origen a nuevas
sociedades por acciones, que constituyeron la forma organizativa más importante de la
elite regional.
La historia empresarial de Medellín registra, también, un fenómeno semejante al vivido
por la industria de España y otros países europeos en sus orígenes: el estrecho
conocimiento entre los dueños de empresas llevó a que las transacciones se basaran
en la confianza mutua, ya fuera para la consecución de insumos, la venta de los
productos o la financiación. Los historiadores económicos han hablado de un sistema
informal de crédito en el que se transaba más dinero que en el sistema financiero de la
época.
El caso de Bucaramanga nos muestra un panorama diferente. La gran mayoría de las
sociedades tuvo un propósito comercial y el ámbito de las alianzas empresariales no
superó la “sociedad limitada”, siendo, en la mayoría de los casos, de carácter familiar.
Es posible que los fracasos reiterados en la actividad exportadora hayan generado
entre los santandereanos una mayor aversión al riesgo y un nivel de desconfianza
superior. Lo cierto es que la mayoría de las pequeñas unidades empresariales que se
organizaron en las primeras décadas del siglo tuvieron muy corta vida y no se conocen
proyectos de asociatividad importantes, ni siquiera para superar los efectos nocivos de
las crisis externas. Es evidente que no existe, entre los miembros de la elite de esta
región, una mentalidad y una “cultura” empresarial semejante a la que es posible
observar en Medellín. De allí que los proyectos tengan un ciclo de vida corto y que la
única solución frente a la crisis se plantee en términos de disolución de las
sociedades. Si bien se dieron procesos interesantes que permitieron la colaboración
de capitales distintos a los familiares, los empresarios pertenecen a un núcleo muy
reducido de la sociedad, por lo que los nombres se repiten en casi todas las
sociedades, haciendo muy vulnerable la actividad productiva, ya que el fracaso en un
campo, terminaba por arrastrar todos los negocios en los que estaban comprometidos
los socios.
En Bucaramanga, de otra parte, se observan más esfuerzos industriales individuales
que en la capital antioqueña, lo que permite corroborar que el individualismo es uno de
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los rasgos más sobresalientes de los empresarios noveles de esta zona del país. A
esto habría que añadir la búsqueda de ganancias rápidas que impide el compromiso
de los santandereanos con proyectos de largo aliento. La historia bancaria del país,
por ejemplo, muestra algunos “emprendimientos” en ese campo en Bucaramanga al
finalizar el siglo XIX y en los inicios del XX, esfuerzos que no logran dar continuidad a
la actividad financiera que respalde el desarrollo industrial. No conoce la historia
económica ningún proyecto de redes de financiación informal basado en la confianza.
Todos estos elementos hablan de una mentalidad conservadora, resistente al cambio,
temerosa de la inversión en capital de riesgo, que prefiere “apostarle” a proyectos
seguros aún cuando tengan menor rentabilidad. Es difícil percibir aquí el tránsito de las
unidades empresariales familiares a la industria en sentido estricto y la transición entre
el negociante que diversifica al máximo sus actividades al empresario moderno. Es
preciso recordar aquí a North cuando plantea que las costumbres, códigos de
conducta y normas de comportamiento, procedentes de la cultura – pero modificadas
permanentemente por la experiencia – tienden a dar continuidad en el tiempo a las
soluciones aplicadas a los problemas del intercambio19.
De igual forma, es posible constatar una ausencia de interés por la innovación
tecnológica en los primeros años del siglo XX y por mecanismos de gestión
empresarial eficientes. En la casi totalidad de los casos de las industrias conocidas la
propiedad del capital y las actividades de gestión corresponden a una misma persona.
La falta de perspectiva para las actividades empresariales y de rigurosidad en el
tratamiento de la inversión y el reparto de beneficios puede observarse con claridad en
dos de los proyectos, condenados al fracaso desde sus inicios, en los que se embarcó
la clase comercial santandereana: una fábrica de tejidos (San José de Suaita) en una
zona rural alejada de los mercados y una forja moderna (Forjas de Colombia) en plena
montaña y con costos de transporte no-competitivos.
Gobierno, “Captores de Renta” y Promotores Empresariales Con el objeto de plantear un modelo de cambio institucional, el autor que nos sirve de
referencia ha planteado algunos elementos importantes que explican la aparición,
permanencia y cambio de los marcos institucionales. En ellos juegan un rol 19 North (1993) , cap V
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preponderante los derechos de propiedad, el papel del Estado y, sobretodo, la forma
en que se perciben e influyen en las reacciones de los agentes individuales y sociales
las reglas institucionales y sus transformaciones a lo largo del tiempo. En ese
contexto, la relación entre el Estado, que establece las instituciones formales y la
ideología de los agentes económicos que se refiere a la percepción que estos tengan
sobre los incentivos y cortapisas que el marco institucional impone se constituyen en
elementos claves de la dinámica económica. North plantea que los incentivos pueden
estimular las actividades productivas o, por el contrario, generar comportamientos
improductivos u oportunistas que disminuyen el bienestar social. La relación entre la
clase empresarial y el estado, la forma en que la primera es capaz de aprovechar su
influencia en el gobierno para estimular el desarrollo industrial y el tipo de
comportamientos que genera el conjunto de reglas formales, constituyen factores
diferenciadores de la situación de las dos ciudades objeto de estudio en los albores de
la industrialización.
Tanto en Bucaramanga como en Medellín, en ocasiones se entrecruzan las elites
empresariales con las políticas. En una y otra ciudad los nombres de algunos
comerciantes y empresarios son los mismos de las autoridades municipales o
departamentales. Medellín aporta, a principios del siglo XX, un empresario a la
presidencia de la república, en tanto que Bucaramanga consagra a unos pocos como
congresistas o gobernantes regionales. Nuevamente, las coincidencias son evidentes
en cuanto al proceso de acercamiento entre aquellos que se comprometen simultánea
o alternativamente con proyectos de orden económico y de manejo del Estado. Sin
embargo, bajo la lupa de la propuesta neoinstitucional, es posible observar algunas
diferencias.
Medellín es una ciudad pionera en el proceso de adaptación a las necesidades y al
ritmo que el proceso de industrialización demandaba. Las necesidades surgidas del
crecimiento de la población – la cual se duplicó entre 1905 y 1928 y se triplicó entre
este último año y mediados de siglo – exigían un gran esfuerzo para desarrollar los
servicios públicos y satisfacer las necesidades de vivienda de la nueva población. Los
empresarios pioneros bien pronto encontraron en las actividades de la construcción, el
transporte urbano moderno y las empresas de servicios domiciliarios una nueva
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oportunidad de negocios que aprovecharon ampliamente. Estos desarrollos coinciden
también con algunos – en menor escala – desarrollados en la capital de Santander.
Pero, en el perfil de los empresarios de Medellín, destaca un rasgo fundamental que
los marca, como miembros de la sociedad civil y como representantes de la clase
política. Casi todos ellos tienen un “proyecto de ciudad” y están comprometidos con
algún proceso de renovación que lleve a la ciudad por los cauces de la modernización.
La Sociedad de Mejoras Públicas de la ciudad fue una de las más avanzadas del país
y permitió un crecimiento urbano relativamente ordenado, que respondía a un proceso
incipiente de planeación del espacio territorial. Y desde el gobierno, los antioqueños
hicieron funcionar las influencias, el “lobby”, las redes sociales y empresariales para
obtener beneficios estatales o concesiones que facilitaran sus actividades
económicas20.
Pero en la capital antioqueña las relaciones entre los público y lo privado también
sirven para aumentar el lucro personal, tal como se ilustra en el diario de uno de los
mas grandes empresarios de Medellín de principios del siglo XX: Ricardo Olano.
Según F. Botero, en sus memorias consigna cómo compra terrenos con miras a la
valorización gracias a la privilegiada información obtenida como miembro del Concejo
de la ciudad o como líder de la poderosa Sociedad de Mejoras Públicas a la que
hemos hecho referencia. En alguna oportunidad, el Estado lo exoneró de impuestos,
durante cinco años, para que construyera un hotel que el gobierno municipal declaró
como “obra de interés público”. Es posible que de esa manera percibiera la comunidad
de Medellín sus actividades, ya que siempre la prensa se refirió a él como un “líder
cívico” “progresista” y que realizó grandes obras en beneficio de la ciudad. Interesante
destacar aquí el peso relativo tan importante que tiene la ideología y la percepción que
de los hombres de empresa tiene la comunidad en general en el desarrollo de
condiciones favorables a la actividad empresarial.
A diferencia de los antioqueños, son pocos los empresarios santandereanos que
participan directamente en la política. Parece percibirse aquí el compromiso con la
administración del estado como una actividad propia de una “clase política” sin nexos
20 F. Botero “Ricardo Olano: un empresario antioqueño de la primera mitad del siglo XX, en C. Dávila (2002) Empresas y Empresarios en la Historia de Colombia, Norma-CEPAL
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directos con la economía, lo que no significa, de ninguna manera, que el grupo
empresarial no utilice al Estado como fuente para incrementar sus ingresos. Por el
contrario, la historia registra ejemplos concretos de fortunas que se hicieron
básicamente en el manejo de los monopolios estatales como el del aguardiente o en el
soporte crediticio a un gobierno en permanente déficit. Sin embargo, esta es una
relación individual, en la que priman los intereses de las partes y en la que no hay
asomo de un “proyecto de ciudad” moderna. Las líneas de la política regional no
apuntan a garantizar una mano de obra asalariada para la industria naciente o la
prestación de servicios complementarios a la actividad empresarial. Pueden
observarse esfuerzos individuales de empresarios que pretenden alterar el rumbo de
la ciudad, pero estos se realizan, no a partir de una marco político favorable sino a
pesar de las limitantes de gobiernos locales y regionales preocupados por sus propios
intereses. Es posible que la clase política santandereana se acerque mucho mas a la
definición de “captores de renta” de los que hablan Olson y Baumol.
Conclusión Aún a pesar de que esta es solo una “primera mirada” sobre el tema, es posible
afirmar que los interrogantes provistos por las nuevas líneas teóricas de interpretación
de la actividad empresarial y el comportamiento económico de las regiones
representan una apertura muy positiva para la Historia Económica y, concretamente,
para la Historia Empresarial. Como plantea Torres Villanueva “el análisis de la
actividad empresarial no puede prescindir del marco institucional en el que se inserta,
aunque la delimitación del mismo no sea una cuestión fácil ni tengamos ideas claras
sobre la forma como evoluciona”21
21 E. Torres Villanueva “Funciones empresariales, cambio institucional y Desarrollo económico” en C. Dávila (2002) .
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