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I I G G L L E E S S I I A A D D E E D D I I O O S S Departamento de Correspondencia Estimado lector: Este material (folletos, cartas, libros y revistas) es una recopilación del material publicado por la Iglesia de Dios Universal bajo la dirección de Herbert W. Armstrong (1892 – 1986). Para garantizar el contenido auténtico de esta información hemos agregado este CERTIFICADO DE AUTENTICIDAD. Con ello, usted cuenta con la seguridad de que este material es una reproducción fiel del original. Puede imprimirlo y distribuirlo libremente siempre y cuando el contenido del mismo no sea alterado. Para obtener copia de otro material así como actualizaciones, por favor visite nuestra BIBLIOTECA ELECTRONICA en: http://www.tcogmexico.org/literatura Para recibir notificación de nuevo material, o para cualquier pregunta o aclaración, por favor escriba a la siguiente dirección de correo electrónico: [email protected] O llene nuestro Formulario de solicitud en: http://www.tcogmexico.org/feedback.htm Atentamente, Iglesia de Dios Departamento de Correspondencia http://www.tcogmexico.org Publicación ID: 2009CEPI

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IIGGLLEESSIIAA DDEE DDIIOOSSDepartamento de Correspondencia

Estimado lector:

Este material (folletos, cartas, libros y revistas) es una recopilación delmaterial publicado por la Iglesia de Dios Universal bajo la dirección de HerbertW. Armstrong (1892 – 1986).

Para garantizar el contenido auténtico de esta información hemos agregadoeste CERTIFICADO DE AUTENTICIDAD. Con ello, usted cuenta con laseguridad de que este material es una reproducción fiel del original.

Puede imprimirlo y distribuirlo libremente siempre y cuando el contenidodel mismo no sea alterado.

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¿Cuál es el “pecado imperdonable”?

Si un cristiano comete pecado, ¿sigue siendo cristiano? ¿O sería esto un

"pecado imperdonable"? ¿Sería prueba de que nunca fue cristiano en realidad? Muchos se preocupan porque no entienden cuál es el pecado

que jamás se perdona.

Por Herbert W. Armstrong

ace algún tiempo fue asesinado un conocido

clérigo de cierta denomi-nación cristiana. ¿El motivo? Se decía que había cometido adulterio. En esa ocasión muchos dijeron: “¡Ese individuo no tenia nada de cristiano! Un cristiano verdadero seria incapaz de cometer adulterio''. No conocí a esa persona. Simplemente me enteré del incidente por la prensa. No me corresponde juzgar si era cristiano o no... ni siquiera puedo juzgar si cometió o no el adulterio del que se le acusaba. Mas como caso hipotético, cabe preguntarnos qué sucedería si un cristiano cometiera adulterio. ¿Seria prueba de que nunca fue cristiano? O supongamos que si fue un cristiano con-vertido de verdad, que llevaba con sinceridad una vida cristiana y que sí cometió adulterio. Aun así, ¿podría seguir siendo un cristiano convertido? ¿O sería el adulterio, en tales circunstancias, un “pecado imperdonable”? ¿Perdonaría

Dios a este pecador arrepentido? Estas preguntas si las podemos responder. Preocupación de muchos

Muchas personas, preocu-padas, han acudido a mí diciendo: ''Creo que he cometido el pecado imperdonable''. Suelo responder que pro-bablemente no, pero insisten: “Es que yo acepté, en mi mente, cometer aquel pecado. Hubo una tentación, claro está, y traté de resistirla con la mente, pero cuanto más resistía, más quería cometerlo... hasta que su-cumbí y consentí en el pecado. Lo hice a sabiendas. ¿No equivale esto a pecar deliberadamente? ¿No es el pecado imperdonable?” COMPRENDAMOS lo que es pecar deliberada o volunta-riamente y cuál es el llamado "pecado imperdonable''.

Muchos engañados Jesús habló de cierto pecado, llamado comúnmen-te el "pecado imperdonable'',

el cual ''NO... será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero'' (Mateo 12:31-32). ¿Es este un pecado cometido solamente por los cristianos convertidos, o lo cometen también personas no cristianas? ¿Son imperdonables todos los pecados cometidos por un cristiano convertido? ¿O puede el cristiano pecar, recibir el perdón y seguir siendo cristiano? Primero, tenemos que ENTENDER con toda claridad algo que muy pocos entienden: tenemos que comprender qué es un cristiano a los ojos de Dios y según la Biblia. Expongamos, pues, MUY CLARAMENTE algunos factores que tal vez usted, lector, nunca había captado. Lo que la Biblia enseña no concuerda exactamente con la definición del diccionario ni con los conceptos generalmente abrigados por el mundo llamado cristiano. El Diccionario Larousse define al cristiano como aquel ''que está bautizado y

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profesa la religión de Cristo". Mas la Biblia replica: "Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan" (Santiago 2:19). Hoy muchos que profesan ser cristianos pretenden mostrar a los "pecadores" cómo ''salvarse" o “hacerse cristianos", citando Hechos 16:31 que dice: ''Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo". Pero nótese bien que este pasaje NO dice: “Cree... y YA ERES salvo''. Dice ''serás” (tiempo futuro). Sin duda, es necesario creer en Jesucristo, pero eso, por si solo, NO BASTA para “salvarnos”, como lo demuestran may claramente otros pasajes de la Biblia.

Los creyentes intentaban matar a Jesús

En Juan 7:31 leemos que "muchos de la multitud creyeron en él". Pero, ¿eran éstos cristianos'? La respuesta comienza en Juan 8:30: "Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permane-ciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discí-pulos''. Mas en realidad ¡no le creyeron! Creyeron EN ÉL, o sea que era un gran maestro, como hombre. Creyeron en la PERSONA, tal como millones creen hoy. Pero no le CREYERON A ÉL. NO creyeron lo que Él dijo: su mensaje, su evangelio. A los mismos que habían creído en Él, Jesús dijo: “...procuráis matarme, porque MI PALABRA no halla

cabida en vosotros... ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios... Pues si digo la ver-dad, ¿por qué vosotros no me creéis?" (Juan 8:37-46). Creyeron ''en el Señor Jesu-cristo", tal como amonestan tantas publicaciones que pretenden predicar la “salvación”. Empero, trataron de MATAR al mismo Sal-vador en quien ''creyeron". Y no le creyeron a Él. NO creyeron lo que Él decía. Hay una DIFERENCIA entre creer en Cristo y CREERLE A CRISTO. Reconozcamos, pues, estas dos VERDADES: 1) La primera es difícil de aceptar, pero es CIERTA. Millones se creen cristianos cuando ni siquiera han sido convertidos. Están engañados y han aceptado una conversión falsa. 2) MUCHOS que parecerían no ser cristianos, a juzgar por los conceptos más difundidos en el mundo llamado "cristiano'', sí son en realidad verdaderos cristianos convertidos A LOS OJOS DE Dios.

¿Qué es un "cristiano"? ¿Qué es, entonces, la verdadera CONVERSIÓN? ¿QUÉ constituye un cristiano verdadero a los ojos de Dios? El día que se fundó la Iglesia de Dios en tiempos del Nuevo Testamento, el apóstol Pedro explicó en pocas palabras CÓMo hacerse cristiano. Hay tres pasos esenciales. Nosotros, los humanos, tenemos que cumplir los dos primeros,

mas esto no nos "salva'' ni nos hace cristianos. Simple-mente son dos condiciones que debemos cumplir. Luego, el tercer paso lo da Dios. Los tres pasos son: 1) arrepentirse, 2) bautizarse (este es el acto externo por el cual manifestamos la FE en Cristo como nuestro Sal-vador: Hechos 8:36-37), y 3) recibiremos el DON del ESPÍRITU SANTO (Hechos 2:38). Ahora veamos otro pasaje de las Escrituras: "Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno No tiene el Espíritu de Cristo, NO ES DE ÉL (Romanos 8:9). Lo que caracteriza a un cristiano (según la DEFINICIÓN BIBLICA) ¡es que el Espíritu Santo de Dios mora en él! En el versículo 10 el Espíritu de Dios que mora EN nosotros equivale a CRISTO en nosotros: "Pero si Cristo está en vosotros..." El versículo 11 muestra cómo esto nos "salva”, es decir, nos otorga el don de la vida eterna, que es la "salvación" complete: "Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros''. Este pasaje nos dice que la SALVACIÓN final equivale a RECIBIR VIDA ETERNA en el momento de la resurrección y por medio de ella. Habla de la INMORTALIDAD como un

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DON de Dios, diciendo: "...vivificará también [como vivificó a Cristo por la resurrección] vuestros cuerpos mortales POR su ESPÍRITU que mora en vosotros''. Observemos que el tiempo es futuro. Nótese muy bien. Se trata de que el Espíritu Santo de Dios more en nosotros en el momento de la resurrección, o más específicamente, al finalizar esta vida mortal. Si el Espíritu Santo de Dios se encuentra morando en nosotros en ese momento, o sea a la segunda venida de Cristo (o en el momento de morir, si esto acontece primero), ENTONCES nues-tro cuerpo mortal resucitará, o se TRASFORMARÁ, para llegar a ser cuerpo INmortal. En otras palabras, recibirá vida ETERNA. Una persona es de Cristo (CRISTIANA) siempre y cuando more EN ELLA el Espíritu Santo de Dios. En cambio (Romanos 8:9, citado arriba), “si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él". Es decir, No es cristiano. El cristiano, pues, de acuerdo con lo que Dios dice, es aquel que tiene el ESPÍRITU SANTO DE Dios morando en él. ANTES de producirse tal cambio, la persona No ES DE ÉL. No es cristiana. Y si el Espíritu Santo la abandona, o sea deja de morar en ella, entonces ésta deja de ser cristiana. Solamente será cristiana mientras more en ella el Espíritu de Dios. Millones profesan el cristianismo, pero si no mora en ellos el Espíritu Santo de

Dios, que Él da como DON GRATUITO, entonces NO son cristianos. Millones están registrados en la lista de miembros de alguna iglesia "cristiana" y, sin embargo, no son de Cristo. No son verdaderos CRISTIANOS. Millones de personas viven bajo este engaño. ENTENDAMOS ESTO: Solamente es cristiano a los ojos de Dios aquel en quien el Espíritu Santo está morando. No lo es antes de tener el Espíritu, ni lo es después de que el Espíritu ha dejado de morar en él.

Hay que dar “fruto” Ahora bien, tenemos que COMPRENDER que el Espíritu de Dios no permanece latente dentro del ser humano. No podemos reprimirlo ni encerrarlo allí. Los pasajes citados anteriormente dicen que el Espíritu "mora" en nosotros, y muchos otros dicen que "Cristo mora'' en nosotros (no en persona sino en espíritu). Cristo es un ser vivo y activo. No es inerte ni inmóvil. En Juan 7:37-39 Jesús se refirió al Espíritu Santo como "ríos de agua viva" que fluyen de El a nosotros y luego fluyen de nosotros cuando cumplimos la ley de Dios. El Espíritu de Dios es su AMOR: El AMOR de Dios... derramado en nuestros corazones POR el Espíritu Santo" (Romanos 5:5). La LEY de Dios es una ley ESPIRITUAL (Romanos 7:14), y para cumplirla necesitamos aquel AMOR espiritual que solamente Dios

nos puede dar, pues AMOR es el cumplimiento de la ley ( Romanos 13:8, 10). Nuestro propio amor humano (carnal) no puede cumplir la ley espiritual de Dios como es debido. Y recordemos que Dios otorga su Espíritu UNICAMENTE a los que le OBEDECEN (Hechos 5:32). Un río fluye por su cauce, y de igual manera el "cauce" por donde fluye el ''agua viva'' del Espíritu que sale de nosotros, es la ley de Dios. En otras palabras, el Espíritu de Dios fluye de nosotros cuando cumplimos su ley. En el capitulo 15 del Evangelio de Juan, Jesús lo explica muy claramente. Nos compara con las ramas de una vid. Así como la savia fluye de la vid a las ramas y produce FRUTO, de igual manera el Espíritu de Dios fluye del Cristo viviente a nosotros y produce las "OBRAS" de justicia, es decir, el cumplimiento de la ley de Dios. Pero esta clase de "obras" no son ''obras'' nuestras, pues lo que PRODUCE este fruto de justicia es el Espíritu o el AMOR DE Dios, que proviene de Dios, por su GRACIA. Es algo gratuito. No SE TRATA DE NUTESTRA PROPIA JUSTICIA. No se trata de NUESTRAS ''obras''. Es la justicia de Dios que El nos da gratuitamente, o sea por gracia, mediante su Espíritu. Esta justicia dada por Dios. ¿es necesaria para la salvación? Veamos la explicación dada por Jesús en el capitulo 15 del Evangelio de Juan: “Yo soy la vid verdadera, y mi

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Padre es el labrador [es decir, el dueño y cultivador del viñedo]. Todo pámpano [o rama] que en mi no lleva fruto, lo quitará" (versículos 1-2). Más adelante agrega: ''El que permanece en mi, y yo en él [Cristo permanece, o mora, en nosotros por medio del Espíritu Santo], éste lleva mucho fruto... El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden'' (versículos 5-6). Lo anterior nos dice que en la vida cristiana TENEMOS que producir frutos de la justicia divina. ¿Qué es ''justicia"'? Dios dice: ''Todos tus mandamientos son justicia'' (Salmos 119:1 72). Esto no significa que Dios nos cortará o echará fuera inmedia-tamente, el primer día, semana o mes que dejemos pasar sin producir algún fruto positivo. Empero, en algún momento de la vida hay un limite donde el Espíritu de Dios dejará de "morar en nosotros" si no estamos CRECIENDO espiritualmen-te. Y si nos dejamos caer en tal estado, nos sucederá como al pámpano seco: Terminaremos en el "fuego de la Gehenna". No dudemos: Es cosa PELIGROSA que el cristiano verdaderamente convertido caiga en la tibieza y la negligencia y venga a ser un cristiano ''pasivo''. Quizá la mayoría suframos momentos de cierto estancamiento espiritual temporal, pero tan pronto como nos demos cuenta de tal situación, debemos arrepentirnos inmediatamente y buscar a

Dios de todo corazón para andar con El espiritualmente de manera más activa y estrecha.

Dos actitudes opuestas Nótese ahora esta VERDAD ESENCIAL. En la vida hay dos comportamientos contrarios, dos CAMINOS OPUESTOS: 1) El camino de la naturaleza humana. Este es el modo egocéntrico de vivir, regido por la vanidad, la codicia y la envidia. Es el camino del obtener, quitar, acumular: el camino de la competencia y la rivalidad. Es el CAMINO de Satanás, el camino del pecado. 2) El camino de la naturaleza divina, que se implanta en nosotros con el Espíritu Santo. Es un camino de vida centrado en Dios, de humildad, de exaltación a Dios y de sumisión a El. Es el camino del interés sincero por el bienestar del prójimo, el camino del dar, compartir, servir y ayudar. Este es el camino de la justicia: el CAMINO DE Dios. De igual manera, hay DOS ACTITUDES básicas, opuestas la una de la otra. Cada individuo tiene su mente natural sintonizada con la onda de Satanás (Efesios 2:2). Esta capta las actitudes de Satanás, las cuales se manifiestan como egoísmo, crítica, envidia, desdicha, etc. Satanás trasmite a la humanidad aquella inclinación de la mente y el corazón hacia el camino del pecado, como explicamos en el párrafo 1) arriba. Hablando de esta

mente natural, Dios afirma: "Los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios..." (Romanos 8:7). La ACTITUD contraria es la del cristiano arrepentido: aquella actitud propia de la naturaleza divina que nos es implantada por el Espíritu Santo. Ella nos lleva por el camino descrito en el párrafo 2) arriba. Es la mente espiritual, la mente de Cristo... ¡en nosotros! Recuérdese que nosotros tenemos que cumplir DOS CONDICIONES indispensables para que Dios nos otorgue el DON de SU Espíritu SANTO. Ninguna de estas condiciones nos da la salvación ni nos hace merecedores de ella. Pero Dios no nos DARÁ SU precioso DON hasta que depongamos nuestra rebeldía hostil. Estas dos condiciones, citadas anterior-mente, son el arrepentimiento y la fe. ¿Qué es el arrepentimiento? Esto nos trae al meollo del asunto. ¿Qué es arrepentimiento?

El arrepentimiento es un cambio mental, un cambio de ACTITUD. Significa deponer la actitud carnal de hostilidad contra Dios y rebeldía contra su ley, y asumir la actitud contraria de amor, sumisión, obediencia y adoración de Dios, así como dependencia y confianza en El. Es un "giro de 180 grados" en nuestra mente y nuestras intenciones para seguir el camino de la justicia de Dios. Arrepentirse significa verse

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tal como uno es... como lo ve Dios: un ser enteramente carnal y humano, egoísta, hostil, depravado, vil y pecador, ¡indigno de respirar el aire que Dios le regale! Significa LAMENTAR no solamente lo que uno ha hecho sino LO QUE UNO ES, hasta el punto de ABO-RRECERSE a si mismo y de venir ante Dios emocional-mente quebrantado para implorar la misericordia divina, rogandole a Dios que otorgue su perdón y su redención. Arrepentimiento es anhelar que El nos haga justos. ARREPENTIRSE es tener un cambio total de ACTITUD y CORAZÓN. Es mantener una actitud de contrición, ¡porque sólo en una mente así podrá obrar el Espíritu de Dios! Tener FE significa aceptar al Jesucristo viviente como nuestro Salvador personal y confiar en El plenamente convencidos de que su SACRIFICIO, la vida que dio por NOSOTROS, basta para expiar la pena de nuestras trasgresiones. Es depender de El enteramente para que nos LIBRE de caer en pecado y nos DÉ justicia y vida eterna. Cuando recibimos el Espíritu Santo de Dios, recibimos la vida misma de Dios. Pero esto en sí no nos hace receptores de la vida eterna. Aún no somos inmortales. Venimos a ser HEREDEROS de Dios, y coherederos con Cristo. Somos hijos ENGENDRADOS de Dios, pero aún nos falta NACER del Espíritu. Somos herederos, mas no hemos entrado a recibir ni poseer la

herencia. Seguimos siendo carne y hueso mortales. Aún no hemos sido trasformados en espíritu. Pero mientras more en nos-otros el Espíritu Santo de Dios (activamente como explicamos arriba), seguiremos siendo herederos de Dios y más tarde recibi-remos y compartiremos con Cristo ¡TODO lo que nuestro Padre celestial posee!

Una nueva naturaleza Esto nos trae a un hecho importantísimo. El Espíritu Santo de Dios dentro de nosotros es la presencia de una NATURA-LEZA NUEVA y DIFE-RENTE. Ahora participamos de la NATURALEZA DIVINA (II Pedro 1:4). Esta es una naturaleza que no sólo desea ser buena sino que también anhela hacer justicia. Comprendamos esto claramente. Al recibir la NATURALEZA DIVINA de Dios NO eliminamos la antigua naturaleza humana con sus impulsos y ten-taciones. La naturaleza humana en nosotros no quedará ABOLIDA totalmen-te hasta que resucitemos trasformados en ESPIRITU. Sólo desaparecerá cuando dejemos de ser material para convertirnos en espíritu.

Guerra entre dos naturalezas

Nótese lo que el apóstol Pablo enseñó a los gentiles conversos que vivían en Galacia: " Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la

carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne: y éstos se oponen entre si, para que no hagáis lo que quisiereis'' (Gálatas 5:16-17). En Romanos 8:14 está escrito: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios''. ¡ENTENDÁMOSLO! Cuando una persona recibe el Espíritu de Dios, éste le abre la MENTE para comprender cosas espiritua-les, para que tenga CONOCI-MIENTO espiritual. Le per-mite entender COMO debe vivir... cuál es el camino de la LEY de Dios. Abre la MENTE para que la persona pueda captar la Palabra de Dios... y Jesús dijo que debemos vivir “de toda palabra de Dios". El Santo Espíritu de Dios no nos posee. Jamás nos fuerza ni obliga. Pero sí esclarece la mente y nos ORIENTA por el camino correcto. Luego a nosotros nos corresponde tomar la decisión y ejercer VOLUNTAD para seguir ese camino. En la Biblia de Jerusalén vemos más claramente lo que Pablo estaba explicando en su carta a los cristianos de Galacia: “Si vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne''. La idea es que si por falta de vigilancia nos descuidamos y dejamos de ''andar en el Espíritu" o de “vivir según el Espíritu” podemos quedar desapercibidos en un mo-mento y ceder al IMPULSO de la naturaleza humana que aún permanece en nosotros,

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dando satisfacción a las apetencias de la carne. ¡Esto es cometer PECADO! En otras palabras, si un cristiano anda según el Espíritu, MIENTRAS ANDE ASÍ, no pecará. Mas Pablo continúa diciendo: ''Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se OPONEN entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis'' (Gálatas 5:16-17). Lo que QUISIÉRAMOS, lo que realmente DESEAMOS una vez que hemos recibido la mente espiritual es hacer el BIEN, lo correcto. Es seguir el CAMINO de la ley de Dios, dejándonos GUIAR por su Espíritu. Pero, ¿es fácil?

¿Pecó el apóstol Pablo? Esto nos lleva directamente a la LUCHA que el apóstol Pablo tuvo que librar para ser obediente. Luego de explicar que el CAMINO de la JUSTICIA de Dios es el CAMINO de su ley. Pablo escribió bajo inspiración: ''¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado?" Al inspirar al Apóstol para que hiciera tal pregunta, Dios sabía que hoy millares de religiosos ''cristianos" afirmarían que la ley de Dios es mala, que es NEGATIVA, que es un YUGO, que no es buena para nosotros, que Cristo la "clavó en la cruz", que la ''terrible ley" ha sido abolida. De allí la respuesta inspirada: En ninguna manera”. Leamos de nuevo la pregunta y su respuesta: ''¿Qué diremos, pues? ¿La

ley es pecado'? En ninguna manera" (Romanos 7:7). Y en seguida: "Pero yo no conocí el pecado sino por la ley". En otras palabras, la ley DEFINE el pecado. La definición de pecado es: "El pecado es infracción de la ley'' (I Juan 3:4). Dios no le da la facultad al HOMBRE para decidir qué es pecado... pero si lo obliga a decidir si pecará o no. Si no fuera por la ley de Dios, el hombre ni siquiera sabría qué es pecado. Prosigamos en Romanos 7:7. 12, 14: “Porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás... De manera que la ley a la verdad es SANTA, y el mandamiento SANTO, JUSTO y BUENO... Porque sabemos que la ley es ESPIRITUAL . Ciertamente, la ley es ESPIRITUAL: una ley de los principios de vida ESPI-RITUALES, del CAMINO DE VIDA SANTO, BUENO y ESRIRITUAL. Mas Dios advierte que la mente CARNAL la aborrece, es hostil, no se sujeta a ella (Romanos 8:7). Si hemos de creer la Palabra inspirada de Dios, la conclusión lógica es que un enorme sector del clero llamado "cristiano ¡es de mente CARNAL! Trágico... ¡pero cierto! Ahora nótese que NO ES FÁCIL seguir ese camino de Dios. ¡Exige una lucha! ¿Por qué? ¡Porque la naturaleza humana nos arrastra en la dirección contraria! Pablo afirma: "Yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago. no lo entiendo; pues no hago lo que quiero,

sino lo que aborrezco, eso hago'' (Romanos 7:14-15). El Apóstol no está des-cribiendo aquí su compor-tamiento en el pasado. No habla de lo que le ocurría antes de convertirse. Está empleando el TIEMPO PRE-SENTE Y nos está narrando la lucha contra el pecado que aun él, siendo apóstol, experimenta. En el versículo 18 prosigue: “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no more el bien''. Es decir, que en la naturaleza humana no more el bien. Hoy la psiquiatría acoge el concepto errado de que la naturaleza humana es esencialmente buena. Dios Todopoderoso dice que NO es buena sino mala. La VANIDAD propia de la na-turaleza humana desea que se le considere buena. Desea ser buena, mas no está dispuesta a obrar bien. Por lo tanto, es engañosa y falaz. Se engaña a sí misma. Dios dice que ''engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?'' (Jeremías 17:9). ¿Quién puede conocerlo... o ENTENDERLO? ¡Ciertamen-te no serán los sicólogos ni los siquiatras de hoy! Pablo afirma, pues, que en él, en su cama o naturaleza humana, no mora el bien. El UNICO bien que puede haber en nosotros es CRISTO dentro de nosotros, por medio de su Espíritu Santo.

¿Cuál era la otra ley? El Apóstol prosigue: ''El que-rer el bien está en mi, pero

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no el hacerlo... me deleito en la ley de Dios'' (Romanos 7:18, 22). Pablo había cambiado su modo de pensar. Se había ARREPENTIDO. Se había convertido, recibió el Espíritu Santo de Dios y ahora tenia una MENTE ESPIRITUAL. Ahora la ley de Dios estaba en su mente y había venido a ser ''la ley de su mente". El Apóstol se deleitaba en ella y afirmaba que era una ley espiritual: santa, justa y buena. Con su mente espiritual y convertida, Pablo anhelaba HACER el bien. Por eso dijo: "Según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se REBELA contra la ley de mi mente. y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros'' (versículos 22-23). ¿Cuál era esta ''otra ley en sus miembros'"? También la llama la ''ley del pecado que está en mis miembros". Se trata simplemente de la NATURALEZA HUMANA que persistía en él y que se rebelaba contra la LEY de Dios, la cual había llegado a ser la "ley de su mente''. Pablo describe. pues, su experiencia DESPUÉS de la conversión, precisamente cuando estaba ''morando en'' él el Santo Espíritu de Dios. La otra ley, o sea su naturaleza humana, lo llevaba''cautivo" ¡como un esclavo!

¡Pablo obró mal! Como se explica en Gálatas 5:16-17, la naturaleza humana, o sea ''la carne''.

tenía apetencias contrarias al Espíritu de Dios en Pablo. Estos son impulsos contra-rios a la ley de Dios en la mente, “para que no hagáis lo que quisiereis", como escribió en el versícu-10 17. Así le sucedió a Pedro. así le sucedió a Pablo. Y así nos sucede a NOSOTROS; es que el Espíritu de Dios mora en nosotros. Pablo dijo: "...el mal que no quiero, eso hago'' (Romanos 7:19). ¿Qué nos está diciendo aquí el Apóstol? Que nos el IMYULSO de la naturaleza humana, rebe-lándose contra su mente espiritual convertida, ¡lo hizo pecar! ¡No lo decimos nosotros sino la BIBLIA! ¡Quitemos el engaño de nuestros ojos y ENTENDAMOS LA VERDAD tal como Dios la inspiró! Ahora bien, la experiencia de Pablo no termina mal sino bien. Expliquémoslo. Cuando hubo descrito su pro-blema, con razón exclamó: "¡Miserable de mí! ¿QUIÉN me librará de este cuerpo de muerte?" (Versículo 24). Y la respuesta es: ¡Dios LO HARÁ!

La feliz solución Ahora llegamos al maravilloso capitulo 8 del libro de los Romanos, el capitulo que trata del Espíritu Santo. ¡Este nos trae la feliz solución! Y es la solución para NOSOTROS también. Porque también nosotros tenemos que luchar contra los impulsos de la naturaleza humana.

Pablo reconoció que a veces si PECABA... aun después de convertido. Afirmó: "El mal que no quiero, eso HAGO". Y lo hacia conscientemente, a sabiendas. Su mente consintió en el pecado, por un momento. Cedió a sabiendas. Tan es así, que lo escribió para que nosotros lo leyéramos. Empero, él no pecó INTENCIONALMENTE. El mal que HIZO era "el mal que no quiero" (Romanos 7:19). SU ACTITUD, SU INTEN-CIÓN, era obrar BIEN Y de acuerdo con la ley de Dios. En los versículos 21-22 de Romanos 7 explicó: "Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el MAL está en mi. Porque según el hombre interior, me deleito en la LEY de Dios" Pablo NO DESEÓ, voluntariamente, hacer mal en la vida sino todo lo contrario. SU ANHELO, SU ACTITUD, era obedecer la ley de Dios. Pero cuando el impulso de la naturaleza humana, en un incidente aislado, lo venció, aun sabiendo lo que estaba haciendo, su mente consintió y cedió por el momento. ¡Mas ESE NO ERA EL PECADO IMPERDONABLE! No era un pecado INTENCIONAL. ¡Y NO condenó a Pablo! El cristiano que tenga análoga experiencia hoy y que se arrepienta sinceramente tampoco será condenado. Pablo prosigue: NINGUNA CONDENACIÓN hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque

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la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte''.

Muchos tergiversan los escritos de Pablo

Aclaremos esto. Muchos sos-tienen que aquella última frase da por abolida la ley de Dios. Creen que “la ley del pecado y de la muerte" se refiere a los 10 man-damientos. Pero la verdad es TODO LO CONTRARIO. Según el apóstol Pedro, algu-nas de las epístolas de Pablo son difíciles de comprender, "las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición" (II Pedro 3:16). Entonces, ¿CUÁL es la "ley del pecado y de la muerte'' de la cual Pablo ya se ha liberado? No se trata de los 10 mandamientos sino de aquella "otra ley" citada en el versículo 23 de Romanos 7 La ley "en mis miembros'', que es el IMPULSO DE LA NATURALEZA HUMANA, que lleva al pecado. En ese mismo versículo 23 Pablo explica: “...me lleva cautivo a la ley de pecado que está en mis miembros". Esta es la ''ley" que "está en mis miembros''. Es la ''ley" que se rebela y lucha contra la "ley de la mente" o ley de Dios. El Apóstol dice muy claramente: "Me deleito en la ley de Dios". La "ley de su mente" era el Espíritu Santo cumpliendo la ley de Dios: la de los 10 mandamientos. La "ley en sus miembros'' que lo llevaba cautivo y que él llamó

también la "ley del pecado'', era aquella “ley del pecado y de la muerte'' citada en Romanos 8:2. Así, el Espíritu Santo de Dios en su mente lo LIBRÓ de la ley de pecado y muerte "en sus miembros''. Es decir, lo libró de la NATURALEZA HUMANA que lo tenía cautivo. Nótese que Pablo había dicho (último versículo del capitulo 7): “Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne [naturaleza humana] a la ley del pecado''. Algunas de las epístolas de Pablo si parecen difíciles. Todo lo que está diciendo, en palabras muy sencillas, es que la NATURALEZA HUMANA lo tenía cautivo, esclavizado en el pecado, y que él, por su propia cuenta, no podía vencer ni resistir. Pero el Espíritu Santo de Dios lo LIBRÓ de ser esclavo del pecado, le dio el PODER para vencer y resistir el pecado. El Espíritu le dio la fuerza del AMOR DIVINO que proviene de Dios... el amor que CUMPLE la ley de Dios. En el capitulo 8 Pablo explica cómo la ACTITUD del individuo natural no convertido, o sea la mente carnal, es HOSTIL y rehúsa obedecer a Dios a su ley (versículo 7). Pero si el Espíritu Santo mora en nosotros, entonces no andamos "según la carne" sino “según el Espíritu” (versículo 9). Cuando el Espíritu Santo mora en una persona, esto significa que la persona tiene una ACTITUD de sumisión a la ley de Dios... una actitud que

ANHELA SEGUIR el camino de la ley divina, que es el CAMINO del amor, del dar, compartir, servir y ayudar.

Las enseñanzas falsas Los habitantes del mundo occidental están bajo una verdadera avalancha de enseñanzas FALSAS respecto de este tema. Hay quienes dicen: "Es IMPOSIBLE que nosotros llevemos una vida justa, pero Cristo la vivió EN LUGAR NUESTRO. Por lo tanto, baste creer para que a los ojos de Dios la justicia de Cristo cuente como nuestra". Según esta afirmación, no tenemos que vivir rec-tamente. Tal concepto es TOLERANTE CON EL PECADO, pues permite seguir PECANDO deliberadamente mientras se pretende que Dios nos CONSIDERE justos, mági-camente trasfiriendo la justicia de Jesús a nosotros. Esos son los "hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios", según la advertencia de Judas. Otros afirman que, siendo IMPOSIBLE para nosotros guardar la ley de Dios, Jesús la abolió. Si esto fuera cierto, estaríamos en LIBERTAD para seguir pecando. También hay enseñanzas falsas que hablan de “una segunda obra de gracia" y un segundo bautismo del Espíritu Santo (como inco-rrectamente lo expresan). También las hay respecto de la ''justificación, santificación y perfección cristiana". Necesitaríamos un folleto

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entero, o más de uno, para corregir tales errores y aclarar la VERDAD. Si usted desea una EXPLICACIÓN BIBLICA de lo que es el bautismo con el Espíritu Santo, no deje de solicitar nuestro folleto gratuito titulado Todo acerca del bautismo. Algunos hablan de ser ''salvos'' ya. Ciertamente, algunos pasajes del Nuevo Testamento, traducidos al español, podrían dar a entender que la salvación es un hecho CUMPLIDO tan pronto como el individuo profesa a Cristo. ¿Somos salvos o seremos

salvos? La palabra "salvación" signifi-ca preservar a un individuo de las consecuencias espirituales del pecado y preservarlo de la muerte, el fracaso u otro mal. En otras palabras, la salvación incluye dos aspectos: 1) Salvar al hombre de la PENA DE MUERTE que ha incurrido al pecar, y 2) Conservarle la vida; y como la vida humana no es eterna, la ÚNICA MANERA de preservarla es mediante el DON divino de la vida eterna por una resu-rrección o por la conversión de mortalidad en inmortalidad. Expliquemos esto un poco más. Podemos salvar a un hombre de ahogarse o de caerse de un precipicio, PROTEGIÉNDOLO así de una calamidad, de lesiones personales o aun de la muerte. También podemos salvar objetos que de otra manera se dañarían o se per-

derían, en el sentido de conservarlos para que sigan existiendo (como los alimentos, por ejemplo). La Biblia habla de la salvación en tres aspectos, o bien como un proceso en tres etapas. Jesús ya nos ha salvado (pasado) de la pena de muerte por su sangre al pagar la pena capital en lugar nuestro: “nos salvó... por su misericordia... para que jus-tificados por su gracia, viniésemos a ser herederos..." (Tito 3:5,7). Este pasaje explica cómo Dios nos ha salvado de la pena incurrida por nosotros por nuestros pecados pasados. O sea nos ha JUSTIFICADO dándonos su Espíritu Santo y haciéndonos así SUS HEREDEROS. Nótese que en el versículo 7 se habla de la JUSTIFI-CACIÓN de pecados pasados y de venir a ser HEREDEROS... pero no de que hayamos RECIBIDO la herencia ya. Luego, en II Corintios 2:15 se habla de “los que se salvan" (presente). Para aclarar más este pasaje, leámoslo completo: "Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden". Nosotros los cristianos somos como un suave perfume o fragancia para ciertas personas. Si lo fuéramos para quienes ya están salvos (pasado), lo seriamos también para los que ya han perecido (pasado). Ahora bien, los que han perecido no sienten ningún olor. El pasaje se refiere a seres vivientes. "Los que se pierden" son aquellos

que están en proceso de perderse, y "los que se salvan" son los que están en proceso de salvarse, los que se hallan en camino a la salvación final. Hay muchos pasajes en las Sagradas Escrituras que hablan de la salvación futura, de los que ''serán'' (futuro) salvos. La mayoría de los pasajes que se refieren al momento de la salvación indican que se trata del momento en que Cristo regrese (ver como ejemplo Apocalipsis 12:10). En la salvación espiritual, la sangre de Cristo (su muerte) pagó por nosotros la pena en que hemos incurrido y nos SALVA de la muerte (muerte segunda), es decir, IMPIDE que tengamos que pagar una pena, siempre y cuando nos ARREPINTAMOS y aceptemos a Jesucristo como nuestro Salvador personal, creyendo con fe (ver Romanos 5:8-10). Empero, el don de Dios de vida eterna nos llega por la VIDA de Cristo (versículo 10), por su resurrección y VIDA... no por su muerte. Con su muerte pagó EN LUGAR NUESTRO la pena de nuestros pecados pasados. Esos pecados nos habían apartado de Dios, interrumpiendo el contacto con El. Cuando la persona acepta el sacrificio de Cristo con arrepentimiento y fe, deja de estar apartada de Dios. Se reconcilia con El y aquel contacto se establece de manera que Dios puede otorgar su Espíritu Santo por la VIDA de su Hijo. Y cuando Cristo venga y seamos resucitados, podrá

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OTORGARNOS la vida eterna. Esto conserva nuestra vida para toda la eternidad. Por eso la palabra de Dios dice: "Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo'' (Mateo 24:13 y otros pasajes). Dios ya nos ha salvado DE la pena de MUERTE, o sea del castigo eterno por nuestros pecados pasados, cuando nos arrepentimos y tenemos fe en Cristo... ¡mientras no volvamos pecar! Mas peca-remos. Ahora bien, como ya hemos explicado, si la persona cae y peca nuevamente, será perdonada de nuevo siempre y cuando se arrepienta. Si... y ¡de nuevo, y de nuevo, y de nuevo!... mientras su ACTITUD de corazón sea sumisa a Dios y mientras conserve la fe en Cristo y siga morando en ella el Espíritu Santo. Tenemos, pues: 1) "justifica-ción", que es perdón por los pecados del pasado (Romanos 3:24-25), porque Jesús pagó la pena por nosotros y así nos justificó o absolvió. Luego, 2) ''santificación'' (griego hagiasmos), que significa separación, separar o apartar para uso o propósito santo. Es un proceso continuo, una vez que hemos sido apartados, y conduce a la salvación final, que es el cambio de mortalidad a inmortalidad, del estado material al espiritual, de ser humano a ser divino. Así, "Dios [nos ha] escogido... para salvación, mediante la santificación por el Espíritu...'' (II Tesalonicenses 2:13) y: ''Elegidos... en santificación

del Espíritu, PARA obedecer..." (I Pedro 1:2). Y por último, 3) la SALVACIÓN por la resurrección... es decir, la VIDA ETERNA.

El meollo de la verdad Entonces Pablo llega a meollo de esta VERDAD, en lo que respecta a la VIDA cristiana. Lo encontramos en el versículo 14 del capitulo 8 de Romanos: "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios". En consecuencia, el Espíritu de Dios que mora en nosotros es el propio AMOR divino que puede cumplir la ley de Dios. Así, lo que Dios ha otorgado gratuitamente (por gracia) ¡puede hacernos justos!, o sea ¡puede poner la JUSTICIA DE Dios dentro de nosotros! Nótese lo que hemos dicho: El Espíritu de Dios en nosotros PUEDE. ¡PUEDE poner la justicia de Dios en nosotros! Pero aquí viene el punto esencial: El Espíritu de Dios en nosotros no nos obligará a llevar una vida justa. El Espíritu Santo no nos POSEE, como lo haría un de-monio si se le permitiera entrar. Seguimos teniendo libre albedrío. Dios nos ha dado los MEDIOS ESPIRITUALES para seguir su camino. Su Espíritu ABRIRÁ NUESTRA MENTE A LA COMPREN-SIÓN ESPIRITUAL. El CAMINO de Dios es vivir por cada palabra de Dios, es decir, VIVIR según todas las enseñanzas de la Biblia. La

mente carnal no entiende las cosas espirituales de Dios. El Espíritu Santo nos imparte una MENTE ESPIRITUAL que si es capaz de comprender el conocimiento espiritual que adquirimos mediante el estudio de la Biblia. En otras palabras, NOS MUESTRA EL CAMINO. Pero a nosotros nos corresponde decidir y ejercer voluntad para seguir ese camino. "porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados" (Romanos 2:13). Tenemos que decidir si andaremos o no por ese camino... si nos dejaremos guiar por el Espíritu de Dios, o bien por los IMPULSOS de la naturaleza humana.

Segunda parte Por Herbert W Armstrong UN HIJO de Dios recién engendrado es un bebé espiritual en Cristo. El bebé físico, humano, se cae varias veces cuando está aprendiendo a caminar, pero no se desalienta ni se da por vencido. Los bebés espirituales también se caen, quizá muchas veces, en incidentes de pecados, mientras aprenden a CAMINAR con Cristo por el camino de Dios. Mas no por ello se han de desviar de ese camino. Si están ''andando con Cristo", El está allí (en Espíritu) para levantarlos y ayudarles a andar mejor. Ahora, pues, ENTENDA-MOS. Dios nos da los medios

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espirituales para seguir su camino. El Espíritu Santo nos imparte poder para ENTENDER cuál es el camino de Dios revelado en la Biblia. Así nos guía, pero nunca nos empuja, nos obliga ni nos fuerza. El Espíritu de Dios nos da el AMOR espiritual, que es el AMOR DE Dios, el único que puede cumplir su ley. El Espíritu nos imparte la FE DE CRISTO para que podamos obedecer su ley. ¡Nos da poder espiritual! Estos son grandes medios espirituales, ¡una gran ayuda! Mas aún así, al INDIVIDUO le corresponde decidir qué hará con esta ayuda. Jesús dijo que ese camino no es fácil. La naturaleza humana, el mundo y las fuerzas invisibles de Satanás siguen impulsándonos en la dirección contraria. Si, ¡esos si EMPUJAN! El Espíritu de Dios que mora en nosotros no nos empuja. Tenemos que ejercer VOLUNTAD Y DETERMINACIÓN para seguir el Espíritu de Dios que nos lleva a ver y comprender el camino divino. Tenemos los medios espirituales para seguir ese camino. No obstante, la otra ley, la ley de la naturaleza humana, ley "del pecado y de la muerte" (Romanos 8:2), nos hala e IMPULSA en la dirección de la carne. Nosotros, pues, somos BEBÉS espirituales. Por eso nos caemos varias veces, mas al caer estamos en el CAMINO DE CRISTO Y caminando con El. Mientras mantengamos los ojos fijos en el objetivo correcto, mientras conservemos la

ACTITUD espiritual y mientras ANHELEMOS seguir por el camino de Dios, esforzándonos por hacerlo con decisión firme, ¡SEGUIREMOS POR ESE CAMINO! ¡No estaremos condenados! El EGO del cristiano convertido sigue allí. Empero, como dijo Pablo, ¡es preciso CRUCIFICARLO! El hombre crucificado puede seguir con vida, pero clavado en el madero de manera que no pueda bajarse aunque lo desee. El cristiano tiene que clavar (por así decirlo) su antigua naturaleza humana para que no pueda tornarse activa e inducirlo a caer. Por eso Pablo dijo a los gálatas: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí'' (Gálatas 2:20).

¡Se requiere esfuerzo! Nótese lo que Dios dice acerca de la vida cristiana. No es fácil vencer el pecado. No podemos vencer en todos los encuentros... en cada incidente. Jesús dijo: ESFORZAOS a entrar por la puerta angosta..." (Lucas 13:24). Esto implica una lucha desesperada, pues una puer-ta angosta es difícil de atravesar. Jesús añadió: "Porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella: porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan" ( Mateo 7:13-14). Pablo habló a los colosenses de su lucha por vencer en los

siguientes términos: "También trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí" (Colosenses 1:29). Pablo sabía que el cristiano ha de librar una feroz BATALLA contra su propia naturaleza humana, contra el mundo y contra los poderes de Satanás. Por eso dijo: "Aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado" (Hebreos 12:4). Pablo mostró también que debemos llevar una fuerte ARMADURA ESPIRITUAL para librar la batalla: "Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestios de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad [espíritus malos] en las regiones celestes'' (Efesios 6:10-12).

La ayuda especial que necesitamos

Ahora bien, eso no es todo. Cada vez que tropezamos y nos caemos, en un incidente de pecado, significa que no hemos aprovechado plenamente los medios espirituales que Dios nos ha dado. Habríamos podido evitarlo, y TENEMOS que aprender a evitar estos tropiezos en el camino. Tenemos que vencer esas

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fuerzas: la naturaleza humana, el mundo y el diablo, que nos han hecho caer. ¿Cuál es la solución? La dio el apóstol Pablo. Luego de describir estos tropiezos, exclamó: “¡Misera-ble de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” Y él mismo respondió: ¡Dios lo hará! Cada vez que sentimos la tentación de caer, tenemos que clamar a Dios, rogando que nos dé AYUDA ESPE-CIAL... ¡PODER ADICIONAL! Pero si esperamos hasta que la tentación llegue, quizá en ese momento estemos demasiado débiles para pedirle a Cristo que nos mantenga en pie. Jesús sentó un ejemplo para nosotros, y ¡El jamás tropezó! Es el único que jamás cayó. ¿Por qué? Porque se mantuvo constan-temente tan cerca de Dios en sus ORACIONES continuas y mantuvo la mente tan firmemente en Dios con-servando una unión estre-chísima con El, que cuando la tentación vino ¡no le faltó la fuerza espiritual necesaria para hacerla a un lado ¡inme-diatamente! Jesús nunca albergó la tenta-ción. Fue tentado en todo, como nos sucede a nosotros... y no una sino ¡muchas veces! Satanás se empeñó más en tentarlo a El que a cualquier otro ser humano. ¿Cómo logró Jesús quitar las tentaciones de su mente? Pudo hacerlo porque había puesto en su mente el poder espiritual del Espíritu de Dios. Cada uno de nosotros puede

y debe tener esta misma COMUNIÓN con Dios, y también con el Cristo viviente (I Juan 1:3,7) para poder triunfar. Cuando viene la tentación y nos acosa y no estamos llenos del poder de Dios, ¡aún podemos clamar a El pidiendo su ayuda en ese mismo instante! Jesucristo es nuestro sumo sacerdote (léase Hebreos 4:16). ¡Acudamos al trono de gracia con valor y confianza sabiendo que El nos dará esa AYUDA en momentos de necesidad!

¿Acaso pecan los verdaderos cristianos?

Ahora nos acercamos a la respuesta final. Supongamos que aquel destacado clérigo que mencionamos en el pri-mer articulo de esta serie era en verdad un hombre con-vertido y que si cometió el pecado de adulterio. ¿Segui-ría siendo cristiano? Si Dios lo estaba utilizando, ¿podría seguirlo utilizando después de un pecado de adulterio, si no hubiese sido asesinado? Hablando de este caso hipo-tético con un individuo que es hijo engendrado de Dios, su reacción enfática y espon-tánea fue que tal persona no pudo ser un verdadero hombre convertido a Dios, puesto que cometió adulterio. Pienso que la mayoría de las personas estarían de acuer-do... ¡Mas estarían equivo-cadas!

¡También los ministros pueden pecar!

Es importante que entenda-

mos esto. Hemos dicho que un clérigo destacado, obrando bajo la tentación, podría resbalar y pecar. También Jesucristo fue tentado, quizá más que cualquier otro ser humano, pero nunca permitió que la tentación hallara albergue en El y ésta jamás concibió ni dio a luz el pecado. Debemos recordar que ¡aun los ministros de Jesucristo son seres humanos como nosotros! Muchas personas piensan que un ministro es un individuo santo y sobrehu-mano, de justicia a toda prueba, y que ciertamente no es como los demás mortales. Parecen creer que el ministro es un ser diferen-te, que algo lo sitúa automáticamente al margen del pecado. Esto puede convertirse en una especie de adoración, pues convierte al ministro en un "dios ajeno" delante del Dios Todopodero-so. ¡Eso puede convertirse en idolatría! El ministro tiene la misma naturaleza humana que tienen los demás... y que también tenia el apóstol Pablo. Ningún ministro hoy es más justo que Pablo... ¡y la batalla suya contra el pecado fue titánica! Si nosotros luchamos contra espíritus de maldad en las regiones celestes, o sea Satanás y demonios de alto rango y gran poder, entonces, ¡cuánto más se esforzará Satanás por vencer a los ministros del Cristo viviente! Los ministros de Dios proba-blemente tengan que luchar aun más encarecidamente contra el pecado. ¡Ellos

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necesitan nuestras oracio-nes! Como dijimos al principio, a nosotros no nos corresponde juzgar al clérigo mencionado, si era sincero o no, o si verdaderamente estaba convertido. No sabemos si llegó a cometer el acto de adulterio del que se le acusaba. Pero una cosa queremos dejar muy en claro: Si fuese un individuo convertido, con el Espíritu de Dios morando en él, con la ACTITUD general y permanente de deleitarse en la ley de Dios y obedecerla como Pablo, y si efectiva-mente hubiese cedido al pecado de adulterio bajo una tentación que quizá usted y yo no comprendemos, entonces, si se arrepintió de ello sinceramente, ¡Dios le habría perdonado tan pronto como él hubiese recapaci-tado! Sin duda, seria posible que tal individuo siguiera siendo un cristiano verdadero. Jesús murió precisamente para PERDONAR y BORRAR los pecados de los cuales NOS ARREPENTIMOS. Ahora bien, es evidente que ¡ningún cristiano debe pecar! Y nadie enseña con más firmeza que los directores de La Pura Verdad y del Mundo de Mañana que los cristianos TIENEN QUE GUARDAR LOS MANDAMIENTOS DE Dios. Nadie podrá decir que aceptamos el pecado. ¡JAMÁS!

Ahora comprendamos El apóstol Juan estuvo con Jesús tres años y medio, e

inspirado por El dijo: "Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos..." (I Juan 1:5). ¡Es el mensaje inspirado que nos viene directamente de Cristo! ''Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad" (versículo 6). Al hablar en la primera persona del plural, el Apóstol se está refiriendo a los cristianos verdaderos. En el versículo 19 del capitulo 2 habla de los no cristianos: "Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros". El lenguaje es muy claro. Si profesamos el cristia-nismo, si decimos que tene-mos comunión "con el Padre, y con su Hijo Jesucristo" (I Juan 1:3) y al mismo tiempo vivimos en tinieblas andando por el camino del PECADO, entonces somos mentirosos. Aquí el Apóstol no se está refiriendo a quienes, cedien-do a la tentación, cometen un acto pecaminoso y luego se arrepienten. Está hablando directamente de los segui-dores de los falsos profetas, quienes enseñan que la ley de Dios ha sido abolida. Si alguien se dice cristiano porque CREE EN CRISTO O porque lo adore y sin embargo NO GUARDA SUS MANDAMIENTOS, entonces está andando en ''tinieblas", entonces no tiene comunión con Cristo, y si dice ser cristiano, ¡es un MENTI-ROSO! ( I Juan 2:4). La diferencia entre un acto

y una actitud Juan no está hablando aquí de un acto pecaminoso

seguido del arrepentimiento, sino de una actitud y una vida de pecado constante. Tenemos que adoptar constantemente el CAMINO DE VIDA, que es "andar en la luz", es decir, en el CAMINO de la obediencia a los mandamientos de Dios. Entonces si "tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado'' (I Juan 1:7). La palabra "limpia” aquí viene del griego katharizo, que está en tiempo presente e indica una acción que se repite en la actualidad. No dice que la sangre de Cristo "nos limpió en el momento de nuestra conversión". Dice que nos limpia AHORA, después de nuestra conversión. Los siguientes versículos aclaran el significado de esto. Nótese el versículo 8: "Si [nosotros, los cristianos] decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros". Nótese aquí también el tiempo de los verbos. Juan no dice: "Si decimos que no teníamos pecado" antes de ser perdonados y conver-tidos. No está hablando de los pecados del pasado, cometidos antes de nuestro arrepentimiento y conversión. Esos pecados Dios los perdonó en el pasado y ya no los recuerda. Aquí el Apóstol habla del presente: "Si decimos [ahora] que no tenemos pecado [ahora] ". El versículo 9 prosigue: "Si confesamos nuestros peca-dos, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad".

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Aquí se está hablando de los pecados que el cristiano puede cometer después de su conversión. Si confesamos y nos ARREPENTIMOS, entonces Jesús, nuestro sumo sacerdote quien está vivo en el cielo, nos PERDONARÁ y nos LIMPlARÁ de toda injusticia. ¿Qué es "justicia"? Salmos 119:172 dice que es guardar TODOS los mandamientos de Dios. Injusticia es quebrantar uno o más de los mandamientos divinos. Si nosotros, que ya somos cristianos, confesamos y nos ARREPENTIMOS de cualquier pecado que, infelizmente, hayamos cometido (aunque ciertamente ¡NO DEBEMOS PECAR!), el Cristo viviente no sólo nos perdonará sino que nos LIMPlARÁ para que no lo volvamos a cometer. El siguiente versículo dice: "Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros" (versículo 10) En otras palabras. Los CRISTIANOS no debemos afirmar que COMO CRISTIANOS no pecamos. "Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis" (I Juan 2:1). Esto es: "Escribo a vosotros CRISTIANOS para que no pequéis". Luego continúa: "Y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos [nosotros, los cris-tianos] para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados" (versículos 12). En los mismos versículos vemos que no está hablando del perdón de pecados

cometidos por la gente “en el mundo" cuando ésta se arrepiente y acaba de con-vertirse porque dice: "No solamente por los [pecados] nuestros, sino también por los de todo el mundo. En otras palabras, Jesucristo es la propiciación NO SÓLO POR los pecados del mundo entero, de los inconversos, sino también de los NUESTROS... y al decir "nuestros” se refiere a los cristianos convertidos. En el siguiente versículo Juan muestra cómo nosotros los cristianos sabemos que lo conocemos: “SI GUARDAMOS SUS MANDA-MIENTOS”. Esto es, si los mandamientos son nuestro camino de vida, nuestra actitud, nuestro deseo e intención. Quizá tropecemos y nos caigamos de vez en cuando en ese camino. Somos ''bebés en Cristo", y los bebés suelen caerse mientras aprenden a andar. Y nuestro ''andar” es seguir el CAMINO de la obediencia a los mandamientos de Dios. En el versículo 4 el apóstol habla de los falsos cristianos: "El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus manda-mientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él”. Estos son los que no profe-san guardar los manda-mientos de Dios pero dicen estar "salvos por la gracia".

La conclusión final Ahora podemos explicar claramente cuál es el "pecado imperdonable", ¡a-quel que jamás se perdonará ni en este mundo ni en el siguiente!

SALVACIÓN significa NACER dentro del reino de Dios, siendo transformado de HUMANO mortal, hecho de carne y hueso, en ser INMORTAL compuesto de espíritu, con vida inherente. Significa nacer como hijo inmortal de Dios Padre, que es el Padre de la familia divina. Tal cambio sucederá cuando Cristo regrese. Esta salvación depende de que el Espíritu Santo de Dios more en el individuo al FINAL del camino, al final de la vida o, como lo describió Pablo, al final de la carrera. El PECADO es la trasgresión de la LEY de Dios. Nosotros tenemos por naturaleza una mente carnal, hostil a la ley divina, que se siente ofendida por la autoridad. ¡Todos hemos pecado! Cuando nos ARREPENTIMOS del pecado y de pecar, cuando CAMBIAMOS la mente y nuestra actitud hacia el pecado y CREEMOS en Jesucristo como quien nos salve no sólo de los pecados pasados sino de los que cometemos ahora, Dios nos da su Espíritu Santo como lo ha PROMETIDO. Este DON de Dios, que es la presencia de su propia vida inmortal en nosotros, obra un cambio en nuestra MENTE. El individuo adquiere una mentalidad espiritual. Llega a tener la ACTITUD de desear el camino de la ley de Dios, de amar a Dios, de acatar su autoridad y de ANHELAR la justicia divina. Deja de concentrarse en sí mismo y comienza a concentrarse en Dios. Así, empieza a andar por ese

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camino hasta el final de su vida, el CAMINO de los mandamientos de Dios, el cual es un CAMINO DE VIDA. Al final del mismo se halla la VIDA ETERNA, que es la meta de nuestra vida y que el individuo desea ahora por encima de todo. El Espíritu de Dios que mora en el cristiano es el AMOR divino que cumple la ley espiritual de Dios. Por medio de su Espíritu, Dios le ha dado a la persona, por gracia, los MEDIOS espirituales que necesita para andar por ese camino: el camino de vencer y de CRECER en carácter, en el conocimiento de Cristo y en su modo de vivir. El Espíritu de Dios mora en la persona activamente. Fluye a ella proveniente de Dios y luego sale, fluyendo de ella, en AMOR a Dios y AMOR al prójimo. Ahora bien, al andar por este camino de vida el individuo es un BEBÉ EN CRISTO. Está apenas aprendiendo a caminar, en el sentido espiritual, lo mismo que un bebé humano debe aprender a caminar físicamente. Tiene que esforzarse por no caer, y sin embargo, es inevitable que resbale algunas veces mientras aprende. Si por tener hábitos muy arraigados, por ceder ante la tentación y los impulsos carnales (su naturaleza humana) o por cualquier otra causa experimenta un INCI-DENTE de pecado del cual se ARREPIENTE sinceramente después mientras su mente interior engendrada por el Espíritu conserva la actitud de

ANHELAR el camino de Dios, entonces tiene un abogado ante el Padre: Jesucristo, nuestro sumo sacerdote, quien PERDONARÁ ese pecado. ¡Este no es un pecado imperdonable! Aunque en ese incidente, y por tentación o por descuidar la oración y el estudio de la Biblia, el individuo cede a sabiendas consintiendo en el acto temporalmente, aunque esté actuando volunta-riamente, no se trata de un PECADO DELIBERADO. El factor determinante es éste: Mientras el Espíritu de Dios siga morando en el individuo, éste estará en contacto con Dios y tendrá una ACTITUD correcta; y mientras el Espíritu de Dios more en él, estará PROSIGUIENDO EL CAMINO HACIA LA VIDA ETERNA. Puede ocurrir que tropiece de vez en cuando y que caiga. Pero en lo que respecta a su ACTITUD general, sigue adelante en este CAMINO a la VIDA. Hemos demostrado que Dios perdonará tal incidente de pecado cometido por un cristiano engendrado por el Espíritu. Alguno preguntará: "¿Lo per-donaría Dios si vuelve a pecar?" Mientras su intención, su actitud, su anhelo y su esfuerzo se dirijan a CAMINAR CON Dios por el CAMINO de El, Dios perdonará. Jesús dijo que debíamos perdonar no una vez, ni dos, ni siete, sino 70 VECES siete. ¿Acaso Dios nos exige perdonar más que él mismo?

El pecado intencional Al recibir el Espíritu Santo por la gracia de Dios, este Espíritu morando en la persona constituye una salvación tentativa y condi-cional. Pero si la persona cambia de nuevo su mente, cambia su META en la vida y quita sus ojos totalmente del reino de Dios fijándolos DELIBERADAMENTE en el CAMINO del mundo y el pecado, si cambia nuevamente su MODO de vida volviendo al CAMINO CARNAL del mundo y dejando el camino por donde andaba con CRISTO, entonces ha puesto en su mente el deseo y la decisión de PECAR deliberadamente, intencionalmente y con premeditación. Si decide que ya no desea seguir el CAMINO DE Dios, si cambia su ACTITUD deliberada e intencionalmente, deseando y ESCOGIENDO el mundo y sus caminos, si escoge una vida de rebelión y si llega a despreciar y descuidar la ley de Dios, entonces este indi-viduo ¡ha despreciado o está en peligro de despreciar el Espíritu Santo que su Dios misericordioso le había dado por gracia! Ciertamente, tal individuo co-rre grave peligro de BLASFEMAR CONTRA EL ESPÍRITU SANTO. Esto no es simplemente tropezar en el camino de Dios, que es el camino de su ley cumplida por el Espíritu Santo y el camino que lleva a la vida eterna. Este no es un incidente de pecado. Una persona puede resbalar por

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un INCIDENTE de pecado, aun repetidas veces, mientras ANDA por el CAMINO de Dios, y aún conservar el Espíritu de Dios. Siempre se arrepentirá porque su ACTITUD es ANHELAR más que cualquier cosa en la vida la META que este CAMINO le ofrece: la VIDA ETERNA que se alcanza después de VENCER Y CRECER espiritualmente. Quizá el camino sea áspero y penoso, plagado de tentaciones y peligros espirituales. Ciertamente sufrirá persecución. Mas su propósito VOLUNTARIO, SU ACTITUD Y el OBJETIVO de su vida es acatar a Dios, DEPENDER de El, OBEDE-CERLE vivir para El y entrar en el reino de Dios. Lo que muchos no comprenden es la diferencia entre un incidente de pecado (que puede repetirse pero que va seguido siempre del arrepentimiento) y la ACTITUD general o el PROPÓSITO deseado y deliberado. El que cambie su ACTITUD general, dejando el acatamiento sumiso a Dios y adoptando una hostilidad rebelde; el que cambie la META de su vida y, dejando de desear la JUSTTCIA de Dios y la VIDA ETERNA, resuelva que quiere una vida EGOCÉNTRICA Y desea seguir los caminos del MUNDO, se sitúa en una categoría totalmente distinta de aquella otra persona cuya META es el reino de Dios, pero que cae en un incidente de pecado... o en varios.

Dos vías al pecado imperdonable

Seamos aun más específicos. Queremos que cada lector COMPRENDA Y quizá sean muy pocos los que realmente hayan entendido este asunto. Hay por lo menos DOS maneras como el cristiano engendrado por el Espíritu puede PERDER este don de Dios: 1) Por decisión voluntaria. Esta puede surgir de un razonamiento torcido, de un deseo errado que lleva, por raciocinio, a una decisión final y permanente acerca de su propio CAMINO DE VIDA; o bien por dar entrada al resentimiento contra Dios o contra alguna persona que nos haya hecho mal. Quizá el individuo permita que el resentimiento lo amargue hasta cambiar todo el curso de su vida y llevarlo a abandonar a Dios. Es sumamente importante guardarse del resentimiento. Se trata de un VENENO espiritual, veneno espiritual mortal. Si usted, lector, empieza alguna vez a sentir resentimiento por alguna injusticia, debe ORAR, rogándole a Dios que le quite este sentimiento RÁPIDAMENTE. No hay que albergar resentimientos... No permitamos jamás que éstos se vayan acumulando dentro de nosotros. Si lo hacemos, quedaremos tan "enviciados" como lo está el narcómano con la heroína. ¡Así de grave es el peligro! Dios nos advierte: "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al

Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados" (Hebreos 12:14-15). La amargura que usted siente quizá no haga mal al otro... ¡pero lo puede destruir a USTED! 2) El cristiano convertido puede perder la presencia del Espíritu divino por NEGLIGENCIA CONTINUADA: por descuidar la oración, descuidar el estudio de la Biblia o descuidar la comunión espiritual con el pueblo de Dios, o bien manteniendo una amistad demasiado estrecha con inconversos y dejando que la participación con ellos, sus placeres, sus pasatiempos y diversiones materiales, lo lleven a DESCUIDAR las cosas espirituales. No hay que entender mal. Las distracciones con mode-ración pueden ser convenientes, y no se puede evitar todo contacto con los inconversos, pero no per-mitamos jamás que esto DOMINE nuestro interés y nuestro corazón. Dios dijo a los colosenses por medio de Pablo: “Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios” (Colosenses 3:1). Esto es, en lugar de buscar programas de televisión o cosas materialistas, busquemos activamente más conocimiento de Cristo y más de aquel ENTENDIMIENTO que proviene de Dios y que está en la Biblia. Hagamos

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de esto nuestro INTERÉS PRINCIPAL. No permitamos jamás que otras distracciones o diversiones compitan con esto como objeto de nuestro interés primordial. El pasaje citado arriba conti-núa: "Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra" (versículo 2). Hagamos de las cosas espirituales nuestro punto de interés dominante y absorbente... hasta que amemos recibir nuevos conocimientos espirituales y dediquemos a ello nuestro corazón y nuestros afectos. Descubrir nuevas verdades espirituales en la Biblia es lo más emocionante que puede haber en la vida. No es algo aburrido, insípido, seco ni carente de interés. ¡Es algo emocionante, fascinante... y al mismo tiempo provechoso y edificante!

NO al camino del mundo Recordemos que se trata de un CAMINO DE VIDA. No es el camino que lleva el mundo, sino una actitud totalmente distinta. Jesús dijo que debemos vivir por cada palabra de Dios, es decir, ¡por toda la Biblia! El mundo vive de una manera diferente y viaja por otro camino. Por lo tanto, quien se deje interesar y absorber por este último y comience a andar por él, ya no estará siguiendo al Cristo viviente por el camino espiritual ni tendrá morando en él la VIDA de Dios: su Espíritu. Recuérdese lo que dijo Jesús: "Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo"

(Mateo 24:13). El estaba hablando del fin de este camino por donde nos guía el Espíritu y por donde tiene que andar todo cristiano. Es el camino de la VIDA, y hemos de seguirlo hasta el fin de nuestra existencia. No podemos seguir dos caminos distintos que lleven en direcciones contrarias. Una vez que hemos empezado a viajar con el Cristo viviente por la vía de Dios que lleva a la vida eterna, y si luego dejamos que los intereses materiales nos dominen es posible que éstos nos seduzcan de nuevo a seguir la vía carnal de este mundo. Entonces, ¿qué sucede? Si abandonamos el CAMINO por donde nos guía el Espíritu de Dios, ¡entonces éste puede abandonarnos y dejar de morar en nosotros! Cometeremos pecado y ya no nos lamentaremos, y probablemente no nos arrepentiremos. Hay que entender. La salva-ción es salvación de PECAR. Proviene como un don de Dios, por gracia. Las ''obras'' no nos ganan la salvación ni la producen. Las "obras" determinan el grado de "recompensa", oficio o gloria que tendremos en el reino de Dios... ¡siempre y cuando nazcamos en ese reino por la gracia! Para ser "salvos", o sea para heredar la vida eterna en el reino de Dios, tenemos que estar andando por ese camino cuando nuestra vida toque a su fin. Si tropezamos, si caemos en esa vía y nos arrepentimos, NO NOS HEMOS ALEJADO

DEL CAMINO. Pero si cambiamos de camino deliberadamente, si volvemos por gusto y deseo a la vía del mundo, si dejamos que el brillo y la seducción del mundo empiece a predominar en nuestra vida, quizá lleguemos al punto en que ya no podamos ARREPENTIRNOS ni volver al CAMINO DE Dios. ¡Es posible que perdamos el DESEO de volver al camino correcto y que ya no nos importe andar al lado de Cristo!

¡Importante! Sin embargo, no dudamos que todo aquel que se arrepiente seriamente y que busca a Jesucristo con fervor puede hallarlo y puede obtener el perdón para volver nuevamente al camino correcto. Pero ¡no corramos riesgos! Recordemos a Esaú, quien "fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas7” (Hebreos 12:17). Para él ¡fue demasiado tarde! La primogenitura ya había pasado a Jacob y se le había confirmado. También para Judas fue demasiado tarde cuando quiso dar marcha atrás en su traición... estando Cristo ya crucificado. Judas volvió "arrepentido", pero ya era tarde. Entonces "salió, y fue y se ahorcó” ¡No corramos el riesgo de que sea muy tarde para nosotros! Probablemente no lo sea... todavía. ¡No aplacemos el

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arrepentimiento ni vacilemos en volver a Cristo!

¿Y los no cristianos? Hasta ahora hemos tratado únicamente el caso de los cristianos conversos, quienes han recibido aquel precioso don del Espíritu Santo de Dios. ¿Puede el no cristiano cometer un pecado imperdonable? Digamos primero que muchos se han creído convertidos cuando en realidad ¡no lo están! Conocí a un hombre que creyó haberse arrepentido y fue bautizado. Otros también lo creyeron convertido, o sea les parecía que había recibido el Espíritu Santo de Dios. Su actitud parecía cam-biada. Ahora tenia aquella actitud hacia el mundo que tienen las personas de mente espiritual. Ciertamente comprendía lo que andaba mal en el mundo y le repugnaba. Fue aceptado entre las personas de mente espiritual como una de ellas. Pero muy pronto dio la vuelta. Sus amigos cristianos se preguntaron si había cometido el pecado imperdonable. Luego recordaron que él nunca había manifestado repugnancia HACIA SU PROPIO SER. El MUNDO sí andaba mal... pero, ¿acaso él también? ¿Acaso se había ARREPENTIDO de verdad'? ¿O había sentido solamente aquella tristeza propia de la gente del mundo? ¿Había recibido el Espíritu Santo en verdad? ¿Mostraba algunos FRUTOS? Parecía

muy dudoso. Aparentemente seguía siendo EGOCÉNTRICO, más intere-sado en el yo que en seguir el CAMINO de Dios. Quizá tal persona tuvo una FALSA "conversión", como sucede a millones en el mundo hoy. Si fue así, entonces ¡no había cometido el pecado imperdonable! Si una persona así llega al arrepentimiento verdadero y, quebrantado de corazón, DESEA convertirse en hijo de Dios, seguir el camino divino y hallar la salvación, entonces ¡PUEDE HACERLO! Los que se hayan dejado engañar por la FALSA "salvación" del cristianismo tradicional, ¡no necesariamente están condenados! Blasfemia contra el Espíritu

Santo Nótese lo que dijo Jesús acerca de la blasfemia contra el Espíritu Santo. Le habían llevado a un hombre ciego y mudo, poseído de un demonio, y Jesús lo sanó devolviéndole la vista y el habla. ¡La gente estaba atónita! Mas los fariseos (Mateo 12:24) y los escribas que habían ido a Galilea de Jerusalén (Marcos 3:22) acusaron a Jesús de estar poseído por Satanás y de lanzar fuera los demonios por Beelzebú (Satanás). Estos escribas y fariseos hipócritas sabían que su acusación era falsa. Poco antes habían estado en concilio planeando cómo desacreditar y asesinar a Jesús (Mateo 12:14). Le

lanzaron acusaciones falsas para desacreditarlo a los ojos del pueblo. Los modernos "fariseos" del "cristianismo" engañado de este mundo, oponen resistencia al mismo verdadero evangelio del reino de Dios que hoy escuchan MILLONES en todo el mundo por medio de esta obra de Dios, y emplean contra nosotros aquellas mismas tácticas. Nos acusan de ser lo que son ellos: falsos profetas. ¡Tuercen deliberadamente nuestras enseñanzas y mienten atribuyéndonos enseñanzas que no son nuestras y negando lo que sí enseñamos! Jesús había estado lanzando fuera demonios, y la gente estaba asombrada. Muchas personas comenzaron a creer. Los dirigentes religiosos dijeron a la multitud que "tenia a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios" (Marcos 3:22). A estos escribas y fariseos, y a la multitud también, Jesús respondió: "De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean: pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno'' (Marcos 3:28-29). ¿Qué significa "blasfemar"? La palabra griega, idioma en que fue escrita originalmente, significa “una ofensa intencional hecha a Dios o a las cosas sagradas". Estos escribas y fariseos estaban obrando

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intencionalmente. SABIAN que decían falsedad. Decir algo así cuando se ignoran los hechos o actuando sin pensar, movido por el impulso o el enojo, sería algo diferente. ¡Pero estos dirigentes religiosos sabían que su acusación era falsa! Su blasfemia fue deliberada, premeditada e intencional. Acababan de reunirse para acordar cómo habían de desacreditar y matar a Jesús. Por lo tanto, este pecado im-perdonable es aquel cometido intencionalmente, a sabiendas de que se obraba con falsedad, luego de pensarlo y de resolver actuar intencional y deliberadamente. Jesús dijo que eran reos de maldición en el fuego de la Gehenna y de la muerte segunda y final. ¡Y este pecado fue cometido por hombres inconversos! Ningún pecado corriente, aunque sea cometido por un cristiano, es imperdonable. Jesús dijo claramente que TODOS los pecados y las blasfemias, aun contra Dios y contra Jesucristo, se perdonarán cuando haya arrepentimiento. Solamente es imperdonable la afrenta, la ofensa, la acusación falsa contra el ESPÍRITU SANTO de Dios que se profiere de manera premeditada, pensa-da, planeada, deliberada e intencional.

El pecado intencional Por último, veamos los dos pasajes del libro de Hebreos que hablan del pecado INTENCIONAL del cual es IMPOSIBLE arrepentirse. En realidad, ya los hemos

explicado en gran detalle, pero veámoslos ahora en la Biblia. "Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?" (Hebreos 10:26-79). Hemos explicado en detalle lo que es pecar INTENCIONALMENTE. Este pasaje se refiere únicamente a los realmente convertidos, quienes han recibido el Espíritu Santo de Dios. Al emplear la primera persona. Pablo se refiere a los cristianos conversos. Ninguno puede llegar al verdadero "conocimiento de la verdad” hasta que haya recibido el Espíritu Santo, el cual le abre la mente a la VERDAD espiritual (I Corintios 2:9-11,14). Nótese que este pecado INTENCIONAL se relaciona con la ''afrenta al Espíritu de gracia'' ...cosa que, sin duda, se acerca peligrosamente a la blasfemia contra el Espíritu Santo. Empero, como explicamos arriba, la mayoría de los pecados que cometen los hijos engendrados de Dios

no están dentro de esta cate-goría. Ahora veamos el siguiente pasaje: ''Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial [el Espíritu Santo], y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio" (Hebreos 6:4-6). Para quien entienda una frase aquí, la explicación es clara. La frase es: "Porque es imposible que los que... recayeron, SEAN OTRA VEZ RENOVADOS PARA ARREPENTIMIENTO”. ¿Hasta qué punto se puede "recaer"? Las siguientes palabras lo aclaran. Cuando se hace IMPOSIBLE la renovación para el arrepen-timiento. ¡entonces la persona ha “recaído" por completo! Recordemos que es Dios quien otorga el arrepentimiento (Hechos 11:18;5:31). Sin embargo, El no obliga a nadie a arrepentirse. Si un individuo llega al punto en que ya no quiere arrepentirse o no puede hacerlo, si ha perdido por completo el deseo de arrepentirse, entonces esa persona ha "recaído" por completo. Esto no se refiere, desde luego, a personas INCON-VERSAS sino a las conversas. La prueba es ésta: Si la persona sinceramente desea

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arrepentirse, si le causa repugnancia y aborrecimiento su propio ser y si anhela arrepentirse y volver a estar bien con Dios, entonces ¡PUEDE HACERLO! ¿Y qué decir del "extraviado", como lo llaman algunos? Si en algún momento DESEA arrepentirse y volver al camino de Dios, entonces el Dios bondadoso y misericor-dioso le perdonará y le otorgará el arrepentimiento total. La Epístola de Santiago termina, por inspiración de Dios, con esta importante enseñanza: "Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados” (Santiago 5:19-20). Esta es la respuesta final. Si el individuo ha cometido el pecado imperdonable, no deseará volver. Si desea volver, si se ARREPIENTE de verdad y ANHELA resta-blecer contacto con Dios, entonces ¡PUEDE HACER-LO! ¿Y qué decir del individuo que nunca se convirtió realmente ...o bien el que creyó estar convertido pero sólo había tenido una “conversión'' falsa y luego se descarrió? Este también, cuando desee ARREPEN-TIRSE de verdad y encontrar a Cristo, ¡PODRÁ HACER-LO! ¡Cuán maravillosos son los caminos de Dios!

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Fuente:

Iglesia de Dios Universal 1984