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Iglesia - Letras y Divisas - Ensayos Sobre Literatura y Rosismo

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Letras y DivisasE NS A Y OS S OB RE LJT ER AT URA Y R OS IS MO

/r

ed ici6n a l cu id ad o de

CRISTINA IGLESIA

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Iglesia, Cristina

Letras y divisas: ensayo sobre literatura y rosismo. - 1&. ed. - Buenos

Aires; Santiago Arcos, 2004.

128 p.: 23x15 em.

ISBN 987-21493-2-1

1. Ensayo Argentino I. TItulo

CDOA864

-;( Sa ntia go Arc os e dito r

Colecd6n Instrumentos

1" edicion Eudeba 1998

Quedan r igurosnmente pmhibidasr sln Jaautor izad6n escri ta de los

titulares d~! copyrigllt, balo I•• sanciones establecidas e n I as r ey es I.

n:pr~uoclon total 0 pardal deesta obea par cualquier medlo 0 procc-

dtmjento, cornprendidos Ie reprograffa "I el tratarnlente infcrrnaticc,

y I . distr ibud6n de cjempleres d. ella mediante elqui ler 0 prestamopubbcos.

© 2004 Santiago Arcos editor

Jose Bonifacio 1402 (1406) Buenos Aires

E-mail: [email protected]

Queda heche el dep6s ito que previene la Ley 11.723.

Impreso en laArgent ina - Pr in ted inArgentina

ISBN: 987-21493-2-1

P R o LOGO

QUE LASANGRE NO LLEGUE A L Rio

La nave en la que Sarmiento inicia el primer tramo de su viaje a Europa

zarpa de puerto chileno, rodea elextrerno sur del continente y vuelve a subir

hasta Ilegar al Rio de la Plata. Enla carta "Montevideo", dirigida el25 de enero

de 1846a Vicente Fidel Lopez, el viajero descr ibe asf e lmomenta en que, des-

pues de una larga travesfa.el barco se acerca a las costas argentinas:

Una tarde, en que los celajes y elbarometro amenazaban con elpampero, elmal espiritu de estas regiones, entramos en una zona deagua purptirea que

en sus or il las contrastaba perfectamente can el verde esmeralda del mar

cerca de Lascostas. Era acaso algiin enjambre de infusorios microscopicos,

de aquellos a quienes Dios confi6 Lacreacion de las rocas calcdreas can los

depositos de sus inuisibles restos; pero el capitan, que no entiende de estas

casas, dijo, media serio, media burldndose, "estamos en el Rio': y seitalan-do Laenrojecida agua "esaes Lasangre, aiiadio, de los que aIM degiiellan":

Aquella broma zumbo en mis oidos como un sarcasmo verdaderamente

sangriento. Par Lapronto permaneci enmudecido, triste, pensatiuo, humi-

llado par Laque [ue ml patria, como seauergiienza el hijo del baldon de sus

padres. .iCreera usted que tome a mi cargo probar que eran infusorios, y nonuestra sangre.la que tefl(a el malhadado rio? (If

En la imagen de Sarmiento sev isual izan los l lmites exactos de la income-da posicion que el rosismo impone a los escri to res rornant icos opositores.

Imbuidos de una confianza religiosa en el poder espirit ual de la palabra,

estes producen sin cesar discursos panfletarios, poemas 0novelas, Escriben

desde ciudades extranjeras que estan 10 suf ic ientemente cerca como para

amplificar sus textos y 10 suf ic ientemente lejos del cen tro del poder rosis ta

como para comprobar, una y otra vez, a lgo que elmovimien to rornant ico ha-

bfa verl ficado a poco de ernpezar a andar : la fuerza del poder de la l i te ra tura,

(1) EnDomingo F. Sarmiento, viajes, Buenos Aires,Editorial de Belgrano, 1981,p. 20.

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6 f'R()LoCO 7R IS T IN A I GL E SI A

In fue rza del poder espirirual, desaparoce s i 110 dispone de medics materiales

para influir y producir cam bios reales.

Sarmiento no quiere que In sangre Ilegue al rfo porque, s i e l f lui do se es-

capa de la ciudad rosisra, mostrara, mas alia de [as fronteras de [a patria, no

solo elhor ror del deguel lo sino tarnbien su eficacia polltica in tirnidatoria. EI

sujcto rornant lco del personaje de Sarmiento esta dispuesto a intentar lo todo

para queInimagen

ensangrentadade

la patriano

hagapensar en

Inderrotade sus ideas.

Antes de la experiencia del exi lic, los escri tores rornant icos han probado

tambien, en el int erior del proceso rosis ta, un movimiento de reforrna que

incluye, entre los reforrnados, al propio Rosas. Ese es el movimiento de La

Moda, un per iodico eseri to casi integramente par Alberdi , que se propone la

construeci6n de un pensamiento nacional en Ia coyuntura de paz de los anos

del primer rosisrno, luego de la agitacion de la independencia y de Ja guerra

civil: "La mano democratlca debe SCI' grande y fuerte", dice El Iniciador, el

peri6dico amigo que desde Montevideo reproduce algunos art fculos de LaModa.

Esta mano de hombre, grande y fuerte, es Ia del padre que debe volver a

ocupar el lugar de cabeza de familia en un hogar debilitado par Ia presencia

cas i absoluta de las mujcres; mientras los hombres estan en los campos de

batalla, Este padre con mano dernocratica grande y fuerte no es otro que Ro-

sas, y su modelo famil iar cuya organlzacion -con mujeres act ivas a lservicio

de la poderosa figura masculina eenlral- podrfa constituirse en el rnodeloideal para la nueva etapa.

Pero Ia sangre llega al rfo porque el proyecto reforrnador fracasa ante la

intolerancia del regimen y,tarnbien, porque la Ietra no basta para contenerla.

Y entonees !lega el momenta de la divisi6n y del temor y la sospeeha instala-

dos definitivamente entre los bandos,

La surna del poder eoncentrado en Rosas no permit e errores entre sus

enemigos. En Amalia, la novela paradigrnatica de la ficci6n antirrosisra, to-

mar precauciones, no come tel ' equivocaclones, no l legar tarde, son elemen-

tos constitutivos de Iaaccion unitaria. Estos elementos otorgan a la t rama un

suspenso que no se vincula exact amente con las acciones sino con todo 10

que las an tecede, las rodea, las complementa. Latraicion en una ciudad "que

duerme bajo el pufial" y que, cuando despier ta , es "toda ojos y ofdos" es tan

dificil deevitar como el ter ro r y tan mortal como su consecuencia misma.

Este es el c lima constru ido par las f icciones sobre e l rosismo: escri tas en

uri mana ' a rnano con el enemigo , su enorme eficacia las hace perdurar como

el espacio del imaginario de la barbarie a 10 largo del siglo XI X y permite su

traslado, casi intacto, al siglo XX. Basta pensar en In serie de foUetines rnazor-

queros de Eduardo Gutierrez .hacia 1880, en las novel as de Blomberg -que

generan a su vez radioteatros en nuestro siglo- y en las Amalias del cine

argent ino , tan lejos y tan cerca de laCamila de Bemberg, para saber que , con

segur idad , at ravesaran la falsa encruci jada del fin de sig lo y se estableceranen elXXl.

Amalia, de Mdrrnol: cartograffn de ernhoscadas, zonas liberadas y ficciones

arnorosas

Sandra Gasparini analiza la representaclon, ofreeida por Marrnol , del

arden ccrrado del rosismo y su pacta entre "punales y papeles", la batal la

verbal, la verborragia, la hemorragia, e l puf ia l sobre los cuerpos. La lucha

entre ambos bandcs constituye el bafro de sangre y elenfrentamiento de loscuerpos se desplaza por lugares estrategicos de Ia orografia urbana. El ensayo

se mueve mostrando los usos de la Barranca de Balcarce en Amalia: dcsde

la instrurnentac i6n del p icado descendente para sugeri r un movimien to de

suicidio hasta la posibi lidad de er ig ir un pan6pt ico de lac iudad que, sustra-

yendo los cuerpos infeetados , pueda ser el Jugar del goce estetico, En esta

lectura Amalia y Manuela son cuerpos de mujeres arrastrados por el a lud delabarbar ie hasta e lp ie de labar ranca .

AI abordar el analisis de los itlnerarios urbanos, Claudia Torre pone en

escena el quiebre de una utopfa barrial y familiar, el fracaso y el deseo de

una Barracas liberada: en ella, casa, barrio y ciudad seran espacios que

constit uiran un circuJo cerrado donde la mirada de afuera no es otra que la

propia, p recisamente porque ·han sido espacios f racturados por la invasion

de la v io lencia ros is ta, Mar rnol canstruye zonas urbanas alternativas en los

suburbics porque en la"c iudad punzo" de su ficc idn elpacta , los pactos sonya imposibles.

Es esa imposibi lidad la que genera la"comunidad peregrina", integrada

por sujetos, espacios y textualidades rclativamente excentricos con respecto

ala ciudad enrojecida. Adriana Amante se ocupa de Ia produeci6n de los

exiliados rosist as en Bras il. Su propuesta abre la mirada crftica a un lugar

tropi cal que suscita tanta confusidn en las mentes ilustradas de los argen-

tinos, como el modelo imperial que los lucidos viajeros intentaran poner

en relac i6n con los proyectos republ icanos deseados para la prop ia patria.

Pero si Marrnol construye en su novela una ciudad que no pucde albergar

acuerdos, el trabajo de Alejandra Laera mostrara c6mo la"ficci6n calculada",

micleo de su est ra tegia narra tiva , expresa hacia e l fina l del tex to la po li tica

de conciliaclon disenada despues de Caseros, AImismo tiempo, analiza otra

confrontaclon, provocada por lanovela, entre Jaestetica realista y la roman-

tica, arrinconada hasta quedar reducida a la ficclon arnorosa.

Lectures y lectoras: una cuesti6n de tiempos

EIproblema de la lectura de la f icc idn seabordara en el ensayo de Liliana

Zuccot ti en re lacion can Ia coyuntura h istd rica y con el medio periodfst ico

donde la ficcion se publica -para el caso de Amalia, La Semana, el peri6dico

polIt ico que el mismo Marmet dirige en Montev ideo. La gran novela sobre

e lrosismo promovera , asf , dos t ipos de Iectores, EIde 1851leera una noveJa

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CRISTINA IGLESIAPIH)LOGO 9

en elinterior de un semanario lanzado claramente a incidir en la coyunturapohtica: de ese modo la lectura alternara los ritrnos del ejercito de Lavalle,

elgran esperado en la narracion ficcional . can los pormenores del levanta-

miento de Urquiza, a cuya propaganda La Semana se consagra. Ellector pos-

terior, cada vez mas alejado de lainformacion historica, quedara atrapado en

elsuspenso fiecional.

Por su par te, Graciela Batt icuore recons truye la f igura de la /ectora, eon-trapucsta s iempre ala f igura de la aurora en los textos del perfodo: enAmalia

lasabidurfa femenina mas valorada es lade la mujer uniraria, lectora no solo

de textos sino de gestos, movimientos yvestidos, y euya capacidad de lectura

constituye la memoria viva de un pasado siempre di spuesto a renacer en el

presente rosista.

La crf tica y la sombra del t igre

EIrosismo es la gran paradoja del siglo XIX:0enigma que se resiste aldes-

ciframiento, 0 sobreescri tura, sobreabundancin de s ignos expllcarivos que

produce la anulaci6n del sentido.

Nunca mas en lethistoria argentina, polftica y cultura estuvieron tan irn-

bricadas, fueron mas unfvocas, aunque pretendieran salvajernenre marcar

diferencias. Imposible no sentir elpeso de lapasi6n con que las invectivas secruzan entre el banda unitario y federal, imposible no envidiar la produetivi-

dad de los textos que este fervor provoca,

No es exagerado presumir -afirma Adolfo Prieto- que la irrupcion del

rosismo es, socialmente, un episodic tan irnportante como LaRevoluci6n

de Mayo. La misma fuerza perturbadora puede asignarse a uno y otro

episodio; la misma capacidad de producir hondas fracturas en el plano

de la convivencia y de desatar agudos [ocos de ansiedad. Y agrega: fue tanundnfme elsentim iento antirrosista -0sfse quiere, Laexpresion oficial del

sentimiento colectiuo=-, y hasta tal punta se identified este can determina-

das imageries literarias. que por mucho tiempo resulto dificil pensar en el

episodio rosista sin referirlo a fa retorica impuesta por los uencedoresr),

En las lfneas de Prieto se apuntan dos cuestiones fundarnentales : la" fuer-za perturbadora" del rosismo y laincidencia de " la rerorica impuesta por los

vencedores". Sobre estas marcas , incrus tadas en elcuerpo de la histor ia yen

el cuerpo de la literatura y de la critica argentinas del siglo XIX,intentan nue-

vos abordajes los ensayos que ahora recopilamos.

La relaci6n entre polf tlca y cultura durante el perfodo rosista, traducida

en el combate feroz de las palabras de lal i teratura oficial y de I~li teratura de

oposicion, produjo un interes entice que desbordo elambito academico del

seminario y del curso de literatura argentina del afio 1994. La discus i6n y las

propuestas de escri tura se continuaron a 10 largo de dos afios: en reuniones

caseras de los sabados, discutimos puntualmente cada hip6tesis, rebatimos

presupuestos, pensarnos confluencias, imaginamos series hacia el pasado y

el presente, y fuimos -finalmente- dando forma a los trabaj os que ofrece-mos en este Hbro(3),

Retrucar a Rosas, el restaurador

Part iendo del engano deliberado organizado por el truce, Pablo Anso-

labehere analiza eI Paulino Lucero a part ir de "EI truquif lor", el poema que

condensa la formula paradojal deljuego de laguerra. Los saberes del juego,

saberes alternatives, complementarios, se eonvierten en sabidurfas centra-

les en estos textos que usan los discursos de la guerra. Frente a un Rosas

convert ido en un "gaucho embustero" al que elpoema tutea con desenfado,

se construye la figura del "gaucho l iberal" para poder nombrar, en 1845, el

discurso de la civilizaci6n.En el otro bando, Julio Schvartzrnan ubiea al Torito de losMuchachos, el

gacetfn de Luis Perez de 1830, como el origen de un modo de representacion

del pais que "cargo las t intas en laviolencia, el vigor masculino, la potencia

sexual y reproductora y el animo pendenciero", Desde la voz de un gaucho

gacetero, aparente unidad de contraries, el periodico practica un despJiegue

de nombres en las f irrnas de sus art lculos en verso. Schvartzman postula que

estos nombres no funcionan en el texto como pantal las verbales para ocul-

tar la identidad, es decir, como pseudonimos sino que trabajan en elsentido

contrario, en laproducci6n de alter idad: son maneras de nombrar otros pro-

pios y otros ajenos de la maquina de reciclar del periodismo gauchipolftico.

Mi trabajo se aproxima a los dos anteriores porque lee la violencia de la

escritura de los otros, otro modo de nombrar la relaci6n entre artista ypueblo

enIa coyuntura del ros ismo, A part ir de HI Matadero de Echeverria, intento

seguir esta relacion en till texto del siglo XX.Laviolencia genera muertes en el

texto fundacional de lal iteratura argentina, La muerte del nino degoUado en

.El Matadero, propongo, traza una linea suti! con la muerte del unitario pero

tarnbien con la de "EInino proletario" de Lamborghini: las vfctimas de estos

textas tan distantes en elt iempo son vfctimas de los letreros de sus cuerpos,

de las sefiales externas de su cultura. En ambos casos los crfmenes impunes

producen asf"vfctimas de la cultura",

;~

~

.. t

Cristina IglesiaBuenos Aires, junio de 1997

(2) En "Inrroduccidn" a Proyeccion del rosismo ell/a literatura argentina, Rosario. Facul-tad de filosofia y Letras, 1959.

(3) Todos l os autores son docentes de l a Catedra de Literatur a Argent ina I e i nvesti-

g ado res d el Inst it uto de Li ter atura H ispa noamc ri cana de I~Pacu lt ad de Fi loso fi a y Letras

d e l a Univer sida d de Buenos A ires , i nt egrant es de proyec tos UBACyT . Ag rade cernos e spe -

c ia lmente e l apoyo cdlido y profcsional de Marta Barba to , Grucicla Barriocanal , Crist ina

Gaiarin; y. a t rave s de el ias. a todo s los qu e c ol aboraron c on no sot ros de sde l as bibl iot eca s

de IIIFacultad,

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ALTERIDADES

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A QUIE.N CORNEA EL TORITO

NOT AS SOBRE EL GAUCHIPOLITICO LUIS PEREZ

/ Julio Schvartzman

La Argentina es un pars pecuar io y carnivora vergonzante. Muchas carni-

cerfas de barr io osten tan un cartel donde un cerdo solici to tributario de Walt

Disney sonrfe en elcolmo de la complacencia con sus matarifes, pregonando

en la ent rada del establecimiento las bondades de unas carnes en las que la

faena, el corte y elfrigorifico han dejado atras para siempre, no digamos unasonrisa antropornorfica, sino incluso los destemplados e insoportables gritos

con que el chancho real acompafia su resistencia aI sacrificio. Las represen-

taciones del Pars de Iauja abundaban en idealizaciones, pero no negaban su

condicion de tales: que la naturaleza no provea manzanas sino sidra, no ga-

nado porcino sino embutidos, esa era su utopia. En cambio, el isotipo de una

cadena argentina de carnicenas inst ituye esta aberracion: un cerdo abraza,

enternecido (iO habra que decir t ierno?), a su verdugo, proponiendo una

confraternidad s in confl icto . Todo esta bien en el mundo: algunos cornen,

otros son comidos.Una camparia de publicidad grafica revoluciono, hacia fines de 1994,

nuestra iconograf ia carnfvora tradicional . Un cerdo bfpedo, de traje oscuro

y manito , impecablemente trazado en lapiz blando sobre superficie rugosa,

cantaba ante un rnicrdfono afios 50 un tema cuyo titulo presidia el aviso:

"Saber ami". Abajo, y en caracteres menores, el texto se convencionalizaba,encomiando las bondades de una carne de cerdo "can los contenidos mas

bajos de grasa y colesterol, mas protefnas y menos calorfas",Elabsurdo daba, asf, una vuelta de tuerca a la representacion clasica falaz;

el animal sacrificado ya no sonreia ante el cuchillo, sino que se transforrna-

ba en garante de la calidad del producto en que habrfa de deveni r, cuchillo

mediante. En su segunda pieza, Jacarnpafia no bajaba de nivel . "EIpueblo 10

consagro", rezaba el t itulo, rnientras el chancho-crooner, mas relajado, con

el mofuto ya deshecho, como un Frank Sinatra al final del show, saludaba al

publico ( lector) que Iearrojaba, desafiando otro lugar cornun, nada menos

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14JULIO SCfIVARTZlvlAN

15QUIEN CORNEA F. L routro

que imargaritas! Yabajo, en el texto del aviso, Iii celebracion del e~ito de l a

nueva carne porcina.Que este producto light cuyos magros pr imores hubieran podido levan-

tar la prohibicion hebrea haya generado una imagen tan a tono, donde se

sublima toda Ia sangre del senor de las rnoscas, resulta un fin de parabola

(per ahara) s lntornatlco para la his toria de una representaclon' que en sus

orfgenes cargo las tintas en laviolencia, elvigor masculino, la potencia sexual

y reproductora y el animo pendenciero.

lome J:lidalgo, cuyas dos principales voces habfan skio Contreras y Chano.

A parur de esa pr imera figura v icari a se produce una pro li feraci6n de o tras

vo~es ~ue van a intervenir, coincidentes a discrepantes , en el concierto de

£1 Tonto: Lucho Olivares, el teniente alcalde Bocacho, "muchachos" an6ni-

m~s .q~e escr iben cart as de lec tores , un lechero l larnado Chlngolo, un preso

umtar~o en el P~nton, la v ie ja Maria Retazos (reencarnaci6n de ladel padre

Castaneda}, las [ovenes federalas Juanita y Mariquita, el escribano unitarioC~mbado, Chano (otro aparcero del gacetero Barriales y otra referenda a

Hld~lgo) ,: L~zar? -mu~h~,cho adicto a l Tori to -, una federa la portefia, unescntor urutano podrido , un pulpero andaluz amigo de los federales, la

federa la Argenda, Per iqui llo -muchacho de escuela. Todo esto, s in con tar

el propio ti tulo del papel, su emblema e ins trumento de las embestidas de

P~rez-BaITiales: e!Torito lIega incluso a firmar una de las composiciones mas

virulentas, la replica a las coplas hexasflabas de un "unitario podrido".

Mera historia

/Uno de los mas tempranos emblemas de esa historia fue la gaceta bise-

manal EI Torito de losMuchachos, que elperiodista federal Luis Perez public6

en Buenos Aires, los jueves y los domingos, entre el 19 de agos to y el 24 de

octubre de 1830(11. De Luis Perez , Borges hubiera dicho sin duda, como dijo .

de otros autores, que su nornbre no pertenece a la Iiteratura, sino a la mera .

histor ia de la l iteratura. Ahora b ien, como no podemos pensar la l iterarura

fuera de esa historia, reduciendola a una coleccion de obras maestras que

surgen de la nada, de la inspiraci6n 0 del genio, Luis Perez aparece como

una presencia fundamental, no par los logros de sus piezas individualmente

consideradas, sino por el caracter de sus operaciones culturales y par los ha-l lazgos de una pcet ica en la que folklore, l itera tu ra yperiodismo se impl ican ,

reciclan y potencian. La emergencia de Luis Perez en 1830 no hubiera sido

posible s in las bases, en la gauchesca liminar, de Bartolome Hidalgo, y en

el per iodismo rioplatense de los convulsionados arios 20 , del desmesurado

cura Francisco de Paula Castaneda , Del rnisrno modo, no se en tenderian los

logros del amplio proyecto polif6nico del.Paulino Lucero de Ascasubi en los

. 40sin laexperimentaci6n y los descubr imientos de Luis Perez.

En primer lugar, para poner en 'march ala maquinaria e locutoria de El To-

rito de los Muchachos Perez necesita una Instancia mediadora. La atribuci6n

de la cornposicion a la voz de un gaucho es la dave en todo el mecanismo de

la gauchesca'". Tambien Perez necesita un gaucho que se haga cargo de Ia

enunciaci6n. Pero como en es te caso la enunciacion es escrita e impresa, la

medlac ion es, a la vez , "mediat ica" , Estamos ante un gaucho gacetero, apa-

rente un idad de contrar ies (l le trado y escri tu ra , t radici6n ora l e impren ta ,mundo rural y prensa urbana). Perez ccnstruye la figura de luancho Barria-

les , mozo amargo del pago de laMagdalena , aparcero del paisano Contreras.

Por esta ul tima relac irin, Perez f il ia su producci6n can la del orien ta l Bar to -

Identidad y alteridad

iC6mo considerar algunos de estos nombres propios? Ciertamente, tanto

aqui como en Ascasubi y en otros auto res, no como pseud6nimos, meros

reemplazos ver,ba les que remiten a In instancia aut oral, duplicandola. Aqui

se trata mas bien del fen6meno contrario, es decir, de la articulaci6n de

voces desde cierta alteridad: gauchos, orilleros, rnujeres federales, mocitos

de fraque, sabios, cajetillas, mujeres unitarias, gaceteros rivales, escribanos

opositores . Voces emitidas desde los t razos mas 0menos rudimentar ios de

una biograffa y que manifiestan, incluso, un idiolecto identificable. iHete-

r6nimos? Venimos discutiendo esta conjetura con Adriana Amante. No'ten-

dran, seguramente, la consistencia de los heter6nimos de Fernando Pessoa:

si, qu iza, a lgunos de sus rasgos: despersonal lzac ion ( respecto del autor ),

simulaci6n, rnanlfestacion de una histeria sui generis(31. '

~uis Perez explota esta veta en su maximo rendimiento, con 10 que se

obliga a ensayar los lugares mult iples de la locuci6n de la mulata federal

Catalina; de Juana Contreras, madre del gacetero Pancho Lugares, "editor" de

El Gaucho; de Antuco Gramajo, elmoreno Franchico, Panta el nutriero, Ticu-

ch~.. . Nombres que tienen, en definitiva, estatuto de personajes. Pero perso-

?ajes d~ una c~l!dad especial. EI privilegio de la locuci6n, en ellos, supera lamstancia del d ia logo y acapara toda la obra. Per rni ten, como Sidney West y

los o tras poetas "traducidos" por Juan Gelman, pensar a lpersonaje como au-

tor. Locual, en termlnos de una cierta poetica, permite tam bien caracterizar

la operaci6n par lacual todo autor se hace personaje .

(I) EI Torito de los muehl/clws. 1830. Edid6n Pacsirn ilar , Estud io pre lImina r de Olga Fer,

uandez Latour de Botas , Buenos Aires , Ins ti tu te Blh llogrdflco "Antonio Zinny", 1978.

(2) Vease loscfina Ludmer, £1gt!nero gauchesco. Un tratado sabre la patria, Buenos Aires.

Sud americana, 19B5 y Angel Rarna, Los gauchipoliticos riopiatenses, Buenos Aires. Centro

Editor de America Latina, 1962.

(3) Pessoa expllca la genesis y [ a funci6n de los het er6n imos e n su cel ebre car ta aAdol fo

Casais ~on te ro . Pe~soa. Dbra poetica, VI, edici6n billngue, Introducci6n, traducci6n y no,

tas de MIguel Viquelra, Barcelona,Edidone s 29 , 1990 , pp. 319 YS5.

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JULIO SCHVi\RT7.M,\N

Adernas, In autonornia que cobran estos rnediadores (cs dccir, su COI11-

promise can laobra de laque son "au tores" ,pero tam bien , por e lmismo me-

vimiento, la exrer toridad rcspecto de ella) los pone en disponibilidad, como

si fueran personajes del folclore, 0 personajes de In l iteratura sornetidos a

procedimientos de Iolclorizacion: seres multiformes y protei cos, pura pos i-

bi lidad abier ta a los aportes y ala apropiac ion de todos los que se enganchan

en su "leyenda", Asf, Perez r et orna el Contreras de Hidalgo de diez afios a tras:pero otro, veinte afios despues, retornara en el "Cielito ateruterao" el Pancho

Lugares de Luis Perez . Del misrno modo, e l novelista portugues Jose Sara-

mago vuelve a utilizar, en 1984,.en Sll novela IJ I ana deLamuerte deRicardo

Reis, uno de los heter6nimos de Fernando Pessoa, que regresa asf medio siglo

despues de sus primeras apariciones,

Pero la ventriloquia de Perez no se detiene en el rnundo de los seres fie-

t ic ios. En varias en tregas de El Torito se publica un "Testamento (satfrico)

encontrado entre los papeles de un ausente" en quien ~conoce, par un

sistema de alusiones bastante directas, a Bernardino Rivadavia, reeordado

sin miser icordia. En el pr imer nt imero de El Torito se insertan las "Decimas

cornpuestas par un gaucho del par tido de laEnsenada", en rcal idad glosas de

una cop ia que nada ti enen que ver, por su lengua, con la gauchesca. Dice la

copla: "Juan Manuel oye mi voz I Que de misepulcro sale, f Te dice desde 10

eterno I Libres la pat ria de males". Yla primera decirna comienza ast: "Yosoyaquel magistrado I Que fielmi patria he servido, I Yel premia que he recibido

I Que se me haya fusilado", En el mlmero 9, una cornposicion similar reitera

el esquema y es mas expltcita: "Yosoy elsegundo Abel / Otro Cain me mato,

I Sie l uno se castigo I iPor que no, 10 mismo aquel? I Lavalle perfido y cruel

I Sublevado yatrevido I Segundo Cain ha sido",

EImuerto que habla las dos veces, par supuesto, es Dorrego , cuyo fusila-

mien to, menos de dos anos arras , es aun una presencia fuerte en lamemoria

de Buenos Aires y en el lex ica de la prensa period ica. que sigue ocupandose

de los "decembristas" y de "los del primero" (par e l 1·de diciembre de 1828 ,

dla de la asonada de Laval le). Un ana antes de estas composiciones de El

Torito, Rosas, que acababa de asurnir la gobernaci6n can facultades extra or-

dinarias, habia dispuesto las vindicativas exequias solemnes de Dorrego, con

el traslado de sus resros desde Navarro hasta Buenos Aires.

EIfantasma de Dorrego, en El Torito de Perez, tiene una funcion opuestaa la sornbra terr ible de Facundo invocada par Sarmiento en su celebre ober-

tura, si bien ambos recursos hablan de la virulencia de Ia guerra civil y de

como sus bajas siguen siendo dadoras de sentido al curso de la historia. En el

Facundo se trataba de hallar, en la biografia del enemigo, la clave interpreta-

t iva de la sociedad argent ina y elprogram a futuro del pars postrosis ta . En El

Torito, de legitirnar, en lavoz de ul tratumba de un rnartir federal, la continui-

dad polftica del gobierno de Rosas y su mana dura frente a la oposicion: un

rey Hamlet satisfecho con elnuevo poder pero que sigue clamando venganza

contra sus asesinos,

--" QUU,N CORNE,\ iii.WRIT() [ 7

Dialogo diferido

Hayen Luis Perez conciencia poetlca de la productividad de esas voces

que tienden a autonornizarse. De ah i r esul ta una innovacion per iodfs ti ca de

rnagnitud diffcil de exagerar, En 1831edita simultanearnente dos periodicos:

£l Gaucho y La Gaucha. EI gacetero ficc ional, en el p rimero , es Pancho Lu-

gares. Lagacetera, en La Gaucha, es Chanonga, mujer de Pancho. EI Gauchosale dos vcces por semana, los lunes y jueves. La Gaucha, con la misma pe·

r iod ic idad, los martes y viernes, De cada uno I legan a puhlicarse veint idos

mirneros, cuarenta y cuatro en total. Esta originalfsima bifurcacidn generic a

le permite a Perez sacar, en un nurnero de El Gaucho, una carta de Pancho a

Chanonga, y luego , en l in mirnero de La Gaucha, la respuesta de larnu jer, El

genero dialogo, creacion del fundador Hidalgo, alcanza asf un grado impen-

sab le de autonomia de las voces (yde diferi rn iento cornunicacional) , par la

vfa de una doble mediac ion : de genero discursivo (10 eplstolar) y de canal de

circulacion (Iaprensa). Perez logra plantear la duda indecidible de siha crea-

do dos perl6dicos de aparici6n bisemanal a lternacla 0 si se trata de un solo

periodico, de aparici6n cuatrisemanal, con variacion morfol6gica de genero.

Un periodico radical Gauch- que, segun se travlsta, incorpora e l morfema

desinencial masculine 0 Iemenlno. Hoy es martes, did el archigacetero: mepongo trenza y mono; hoy esjueves: me toca barba y chiripa,

Por u lt imo, se podria inten tar una t ipologia de autores segun 5U ejercicio,

mas 0menos exi toso (esto es secundario), de la locuciori del ot ro : segun los

avances en la a lteridad y segt ln los Iimites que ellos mismos se imponen en

ese avance, Sarmien to puede contar una vida ejernplar de gaucho , no hacer

que un gaucho cuente su vida ejempJar . Hernandez puede haccr hablar a un

moreno, nunca hace r hablar (como 1 0 hicieron Perez y Ascasubi) a una rnujer

-Ia mujer de Fierro, en el poema, es una menci6n y una imagen que se d ilu-

ye, no una voz. Mans illa puede hacer hablar a un indio; Hernandez, no mas

alia de un estereotipo atarzanado, que no par casualidad sera recuperado

mas tarde por las historietas de frontera,

Amigos y enem igos

"Para decir que viene elTaro, no hay que dar esos ernpujones", chancea ellema de los veinte mimeros de El Torito. La eficacia de la brorna consiste en

contrastar el aspecto inminentemente pragmatico de la a larma con su con-

tenido sernantico como noticia, tal como en una Iabula de Stevenson el ca-

pi tan del barco que se hunde antepone la etiqueta al salvataje, dernorandose

en un detalle: el oficial que le proporciona la informacion se ha presentado

sin afeitarse,

La irrupcion del toro provccarfa, en la oposicion unit aria, previsibles

reacciones de panico . pcrsecutor io. En real idad , Perez no regist ra esas re-

acciones sino que trata de provocarlas, 0 de jugar con el espectaculo de la

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IXIULIO SCHVARTZ:-'IAN

A Qll1(,N C()llNEA u. rout ro 19

huida d~los 01r05. Elespaeio publ ico, ahora, es de los federa les. Los uni tarios .

deben recluirse: "Por La facha con que sale I Nuestro Tori to a la p laza I No

esta seguro ninguno I Si no se mete en su casa", Aflos despues, esta esci~ioI1,

en su verti ente paranoica, tendra un alto valor narrative para la Amalia de

Jose Mdrmol . Ahora, en Hl30, es un juguete nuevo, Aunque plebeyo par el

lado de sus muchachos. ELTorito t iene un aire estatal , Plebeyo: en elm1mero

9 ret ruca alArriero Cordobas (confundiendo!o can Lasserre, e l ed itor de ElDiablo Rosado, cuando en realidad es Hilario Ascasubl) diclendo, entre otras

cosas: "Nos Haman santos culotes I Que Is que es sin calzones", donde el or-

gul lo popular juega con el calarnbur , t ransformando Iacaren .c ia del ~ote en

sant idad. Estatal : e l taro de Perez sale a laca lle, con trola, veri fica , mira, para

la nariz, acusa, amenaza . Mira, por e jemplo, la indumentaria, los ==de

barba , la presencia de la d ivisa punzo, cuyo usc , ob liga~o: io e l gob ler! lO hadecretado hace apenas seis meses. Creado ya elclirna policiaco, en elnumero

6 el papel se defiende, con una especie de "yo que hice", de las imputaciones

que se Ie formulan, porque ahara resulta que "De todo la culpa I La tiene el

Torito", .El toro sale, embist e, tapa, cornea, mete el aspa, cage, agarra, faja. A la

vez, la gaceta desaffa a quien se anime a capearlo, hacerle una suerte, enla-

zarlo, plantarle labanderilla, ponerle el parche, m~ntarlo, m,~ta,~lo.

En el numero 8, en la secci6n "Correspondencia a su Tonto, los Mucha-chos solicitan una atenci6n especial hacia las unitarias, libradas hasta enton-

ces de las embestidas de Iagaceta de Perez , Mujeres rnurmuradoras, instiga-

doras de laoposic ion, defensoras de las justas vict imas que hace el toro: e lias

tam bien deben rnerecer el escarmiento del contralor federal.

La apuesta es un indicio de la virulencia de la posicion de Perez, Sivol-

vemos a Amalia, en el capitulo VlI de la tercera parte comprobamo~ que

Marmol atribuye laposicion mas demagogica y extrema, dentro del ros,ISm?,

ala cufiada del Restaurador, Marfa.Iosefa Ezcurra. que le reprocha a NIcolas

Marifio, redactor de La Gaceta Mercantil:

_{ ... j estd usted predicando en "La Gaceta" el degiiello de los unitarios y se

oluida de las unitarias, que son peores.-Pew es precise empezar 'por los hombres. .

-Es precise empezar y acabar par todos, hombres y mujeres; y yo er:zpeza-

ria por las mujeres, porque son las peores, y despues hasta por sus mmun-

das crias... (4J

autor de Amalia, ficclon en cuyo interior s610se constituyen parejas amoro-

sas endogarnlcas respecto de los bandos poli ticos: para ambos, la divisoria

entre unitarlos y federales no admite l a eros ion de los generos sexuales:

n ingrin puente amator io se t iende entre estos Montescos y CapuJetos (sf la

. empatfa del narrador hacia Manueli ta Rosas). Habra que esperar a Juana Ma-

nuela Gorri ti para hallar una pcetlca que trabaje especia lmente sabre esos

puentes donde 10 In tima atenta con tra 10poli tico y 10pi ibico -como dirfa

Nestor Perlongher- contra 10publico,Luis Perez confi rma, desde la rea lidad , los postulados de la f icci6n poll -

rica de Marrno l. Yprecisarnente la reacci6n a In embestida toruna contra las

unitarias viene de La Gaceta Mercantil del 16 de setiernbre de 1830 (la carta

de los Muchachos era del dIU12). EI 19, desde el rnirnero 10 de Ef Torito.la

respuesta no se hace esperar:

Senor federal fingido

En realidad unitario

Apasionado a las damas

Pero at sistema contrario.

Yaque V.ha prouocadoA este pobre animalito

Prepdrese a recibir

Las cornadas del Torito.

(4) Jose Mdrrnol, Amalia. prologo y notas d e Car los Darna so Mar ti nez, BUenos A ires,

Cent ro Edi tor d e Ame ri ca Lat in a, 2 tornos, 1979, torno I: p. 321 . En ade la l~le ~ el~ todos los

ar tf culos, l as r ef cr endas a l a n ovel a se h aran junto a l a e tt a, ent re parcnt es is, si gui endo est a

edicion.

La andanada que sigue terrnina par carac terizar a t redactor de La Gacetacomo "enemigo cncubier to" , Yla intensldad aumenta en el numero sigu ien-

te, con una nueva derivaci6n de la voz: ya no es Barriales, sino el lechero

Chingolo el que sale a defender al taro de Perez (y habra que reparar en la

profusion de ches en es ta onomastics popular que habia nacido decadas

arras, con Las bodas de Chiuico y Pancha). Chingolo comienza por afirmar:

"Me han dicho que en Ia Gaceta I Han puesto un comunicato I Diciendo

que en el Torito I Se habla can poco recato", El i ta llan ismo no puede dejar

dudas sobre la alusi6n a uno de los "sabios y cajetillas" contra los que, sin

nombrarlos , se manifestaba la publicaci6n desde su primer nurnero: don

Pedro de Angel is . Lav iolencia c jerc ida contra este nuevo cnemigo -tan to

mas peligroso cuanto que ha bro tado desde las propias f ilas federa les- crece

incontenible: Chingolo promete despellejar al "escribano" y sacarle los ojosa lat igazos, para conclu ir : "Que hable mucho del Tori to I Yque a mcnudo Ie

ladre I Vera si 10 hago acordar I Cuando 10pario su madre".

Nunca, en los veinte mirneros de El Torito, se Ilega a un grade tal de vio-

lencia verbal y promesa de cast igo , ni ante los mas conspicuos representan-

tes del decembrismo. Sivolvemos, en este caso, a aplicar el test de lalocucion

de la alteridad que sugerfamos para tipificar a algunos escritores argentinos,

podremos cornprobar que Luis Perez puede hacer hablar a una v ie ja uni taria

o a un recalcitrante opositor, pero no a lin federal de frac 0, como se did dos

afios despues, a un "lorno negro", para eleual s610pone en funcionamiento I?

Para la demonizada Marfa Iosefa de Marrno l, como sc ve , no es cuestion

de sut ilezas tac ticas, Alga, s in embargo , comparte lacufiada de Rosas con el

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20JULIO SCHVA~TZMAN

invectiva y elarte de injuriar, Esque, cuando seIepresenta elamigo-enemigo

De Angelis, El Torito ve rojo, y solo puede embestir.

EImedio reflexivo

Lafuerza de laimagen del torito deriva desu vigor como medio. E I T o ri to

fue concebido como instrumento poiftico-periodistico, que en 1830 arnal-gama su condicidn de mercancfa, organa de prensa, publicacion rnilitante,

producto literario y modus vivendi de su creador-director-redactor-distri-

buidor. E l T o ri to no se propone informar sobre la realidad (aunque 10 haee

indireetamente), sino incidir y ser parte de ella. Atal punto que, despues del

mlmero de lanzarniento, sus composiciones hablan de una entidad Hamada

"Torito" donde convergen el alias de LuisPerez, la gaceta de su gaucho Iuan-

cho Barriales, la imagen del toruno ya objetivada y hecha instrurnento de

denuncia y provocacion,

Consciente de lamodernidad del medio que ernplea, y de su capacidad

de generar opinion publica, Perez hace que el medio hable no solo del

mundo sino tarnbien, y muy en especial, de si mismo. La sutileza de estacapacidad de autorreferencia brilla en una composlcion del numero 14 de

El Gaucho, del IS de setiembre de 1830, titulada "Correspondencia", En ella,

Pedro Nolasco Lugares, tfo del gacetero federal Pancho Lugares, Ieenvia unacarta en la que le cuenta como fue a los pagos de Monte a visitar a Juana,

madre de Pancho, para darle las albricias por la aparicion del mimero uno

del pericdico El Gaucho. Cuando seencuentra con ella, resulta que lamujer

no s610esta al tanto de la nueva, sino que tiene, en un niche consagrado

a San Rafael, el prospecto de EI Gaucho y los mimeros uno, dos y tres, EI

orgullo de Juana lleva it festejar este lagro de su hijo organizando, con susvecinas, una fiesta en que sebailan cielitos. Esdecir: en el nurnero 14 de El

Gaucho sepublica una carta en cuyo interior sc reproduce un dialogo (uno

de los dos generos creados par Hidalgo) que habla del peri6dico El Gaucho

y donde se cuenta que se baila un cielito para celebrar la aparici6n de esa

gaceta, en la cual, como es sabido, se publican cielitos literarios (el otro

genera creado 0 recreado p~r Hidalgo). Todo sereprocesa y se recicla en el

periodismo gauchipolitico: eldialogo oral y su cita en el dialogo literarlo: el

cielito folkl6rico de la danza y elcielito de laIiteratura; elgenera epistolar y

el canal de la prensa. .

Todo ocurre como en un videoclip donde lafiesta delas lrnagenes seabis-

rna con las irnagenes dela fiesta en un monitor en cuyo interior sereproduce

la fiesta de las imagenes que incluyen elmonitor donde ...

Politica de estancia .

Enel Facundo, Sarmiento reprocha a Rosas manejar elestado como una

estancia, y haber transferido a la polftica elccdigo de la explotaci6n rural,

A QUIEN CORNEA 1 : ' 1 . routro 21

del degUello de reses al degliello de opositores. Luis Perez trabaja dentro de

estos margenes, a los que imprime un sesgo populista. Subiografia de Rosas,

publicada en Et Gaucna'", empieza par ser la autobiograffa de un peon de

estancia (el misrno Pancho Lugares) transformado en soldado de la guardia

del Monte. Pancho padece laleva forzosa en laguerra contra elBrasil, a cuyo

regreso deserta. Mas tarde participa, almando deRosas, en las luchas civiles

que llevan a laderrota deDorrego y preparan, lentamente, elascenso del futu-

ro gobernador. En ese texto, Rosas es ala vez patron de estancia y [efemilitar;pero, llamado allfindistintamente "elViejo","elRubio"y "elPelado", es su con-

dici6n de patron la que predomina. Patron comprensivo, ducho en las tareas

rurales, paternal, justo, ilustrado con elsaber de laexperiencia pero desconfia-

do"de los sabios de la tierra", esta listo para ser elobjeto de un culto popular.

El Torito (y luego, en busca del pedigrf politico, El Toro del Once, padre

del Torito) parece un leono ideal de esta posicion: representa al pafs de las

vacas, pero no desde lasumisi6n del ganado cuya carne se come, sino desde

el macho reproductor, cuyas potencias falicas y cuya cornamenta agresiva

amenazan con dar cuenta de la oposicion.

A Sl 1 0 lee un contempon'ineo y enemigo de Perez. Alguien que, como el,

opta por la gauchesca y por laprensa, esdecir, otro gauchipolftico: el cuyano

unitario Juan Gualberto Godoy, editor de El Coracero=. En elnumero del 23

de octubre de 1830, dice en la composicion dedicada ''AI Toro": "Echa ese

Taro Tomas I Que Ilaman de los muchachos I Lo enlazare de los cachos IBrindando alGeneral Paz".

Bien dentro del genera, el desafio se contesta can otro desafio, doblando

la apuesta. Adernas, como quien conoce elpano, Godoy identifica las fuentes

del imaginario (y del poder) de Perez: "Vuelvete a ta Estancia I Dedonde sa-

liste I Con el cuero sana I Conforrne viniste", .

Finalmente, una invitacion: "Cerremos este receso I Torito 2~n un ciga-

rro I Ydespues yendo a Navarro I Ahacerte dar un paseo", Laefernerides de

diciernbre de 1828 invierte su signo. Para Luis Perez, era el recuerdo de un

martirio y el clamor de una reparacion hist6rica. Para Godoy, el signa de un

escarmiento que fatalmente habra de repetirse.

Desde la estampa intimidatoria del toro hasta laaquiescencia quebrada

del chancho, t6tem de verdugo y tabu de vfctima, la violencia de los cuerpos

sigue estimulando la imaginaci6n y elhorror argentinos.

(5J Una co lecc lon inc omp let a de EI Gaucho y La Gaucha se encuentra en la Bib lioteca

Nac iona l de Buenos Aires . La cu rios a biograf fa d e Rosa s se pub li c6 ( sin ese t ft ulo) a 10 l a r-

go de vari es nur ner os de EI Gaucho. Ha sido rccopilada, aunque can muchas erratas, parRicnrdo Rodriguez Molas, Luis Perez y lab iogra fla de Rosas escri ta en verso en 1830, Buenos

Aires , Clio, 1957. Otras composiciones de Perez , extra ldas de esos y otros peri6dicos. se en-

cuentran en Jorge B.Rive ra , La primltiua literatura gauchesca, Buenos Aires, Jorge Alvarez.

196!l yen Luis Soler Canas, Negros, gauchos y com padres en e lcanc ionero de las Federacion

(1830-1848). Duenos Aires, Theoria, 1959.(6J Vease Felix Weinberg, Juan Gualberto Godoy , L iteratura y polit ica. Poesia popular y

poesia gauchesca, Buenos Aires. Solar-Hachette. 1970.' -

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MARTlRES 0 LIBRES: UN DlLEMA ESTETICO

;.r

Lis ViCTIMAS DE LA CULTURA EN EL MATADERO

DE ECHEVERRIA Y EN sus REESCRlTURAS

Cristina Iglesia

Para la historia de la Iiteratura argentina, El Matadero es el primer rela-

to, elprimer cuento. Su aparicicin marca el memento en que una ficcion en

prosa surge con la unica fuerza de su dramaticidad interior entre elfarrago

doctrinario de la produccion de los escritores de137. Suconstltucion en texto

fundacional es, en realidad, una construccion de lacritica argentina del sigloXX:El Matadera no Iue publicado en vida de Echeverria. Escrito probable-

mente entre 1!138y IB40, fue descubierto por Juan Marfa Gutierrez entre los

papeles de Echeverria y puesto en circulacion en 1871. en la Revista del RC o

de la Plata.Es solo desde 1950 que se Ieadjudica un genero ficcional. Desde enton-

ces, la critica y la narrativa del slglo x x: han vuelto una y otra vez a ELMa t a -

dero y esto es asi porque funciona como el genesis, porque el origen de las

casas siempre es inquietante y porque este breve texto de violencla ericaz y

armadura estrafalaria pareceria contener tadas las preguntas sobre la litera-

tura nacional. Piglia, per ejemplo, ha lefdo El Matadero como la contracara

atroz de la prirnera pagina del Facundo: arnbas serfan versiones del enfren-

tamiento entre civilizacion y barbaric; solo que en Sarmiento elherce uni-

tario, que esel propio Sarmiento, salva su cuerpo con el exilic, mientras que

en el relato de Echeverria el heroe, en vez de hulr y exiliarse, se acerca a los

suburbios, se interna en territorio enernigo. Vinas ha escrito que la literatura

argentina emerge alrededor de la violad6n como metrifora mayor pensando

precisamente en este relato y Iitrik ha seguido can precision la emergencia,

en eltexto de Echeverria, de Inficciou que escapa alproposito ejemplificador

y politico de su autor'!'.

(1) Ricardo Piglia, "Echeverria y eI tugar de la ficci6n", en La Argentina ell pedazos, Bue-

nos Aires . Ediciones de laUrracu , [993; David Vinas. Literatura argentina y realidad politica,

Buenos Aires , Cen tro Edito r de America Latina, 1982; Nne Iitrlk, "Forma y significaci6n en El

Matadero de Esteban Echeverria" , en Elfuego de la especie, Buenos Aires. Sigio XXI. 1971.

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CRISTINA IGLESIA ;.1ARTIRES0 LlIlRES: UN DILEMA ESTETICO 25

24

Pueblo y artlsta: la vtolencia de la es!;ritura. de los otrosdel matadero", comicnza diciendo, para terminar el relata can el matadero

como origen, como causa: "puede verse que el foco de la federaci6n estaba

en el matadero". En este vaiven, un personaje, eljuez del matadero, del que

solo irnporta en el texto el modo de nornbrarlo, es a lavez el que reune la ca-

pacidad de juzgar eldelito y de provocarlo. Hay un procedimiento desobre-

marcado en laescritura: de entre la chusma resaltan los carniceros: de entre

los carniceros, Matasiete y el Iuez de un matadero convertido ya en pequefia

republica con leyes y delitos propios.Lapequefia republica del matadero es un campo de horrible carnicerla .

EIjuez es tarnbien caudillo de los carnicerosv ejerce elpoder por delegacion

de Rosas. Lapalabra delegacion cobra aSI un matiz de inusual atrocidad: re-

fuerza laimpunidad delas decisicnes de un hombre cornun.

Otra estrategia consiste en instalar carteles en elespacio barbaro, como

los que, escritos en raja sabre las paredes blancas, dicen "Vivala federaci6n,

Viva el Restaurador y la heroina Encarnacion Ezcurra, Mueran los salvajes

unitarios", Pero 10 que los letreros rojos dicen no essuficiente por sfmismo:

el texto elige la sobreescritura, la explicaci6n del sentido de los.carteles, del

sentido de los nombres propios. En este aspecto, £Lmatadero puede leerse

como una serie de letreros negros, llenos de saberes utiles, de avisos allector:

"perc algunos lectores no sabran que la tal herofna es la difunta esposa del

restaurador ...".EItexto desata asiun combate de letreros: letreros rojos, fede-

rales, que se concentran en vivas y mueran; y letreros de la razon, en negrosobre blanco, que explican a traves delos exempla la manera de atravesar el

plano, marcar sus zonas ocupadas, guiar allector, lograr que no seeonfunda,

que no se mezcle.

EIletrero es la indicaci6n mas clara del temor a la indiferenciaci6n, el

temor a la imposibilidad de nornbrar, es decir, separar, La cosa tiene un

nombre pero eIletrero laescribe, lasubraya, lasobrenombra. Produce con la

palabra una distancia que permite su reconocimiento. Permite tambien, que

una palabra se escriba sobre otra.

En La ciudad ausente, lanovela dePiglia,se dice: "la locura del parecido es

laley",una ley impuesta por elestado represor, Setrata de parecer 10que se

es:sise es un militante uno debe parecer un militante, vestirse como, aetuar

como, para no ser descubierto. La lectura del estado, elregistro del estado,

no se detendra en quien separece a 10que esporque, ostentando elparecido

can 10real, no se es real. Frente ala sordera y a la ceguera del lector, Echeve-rria elige, par el contrario, la sobreescritura, los letreros que sefialen al delito

y al delincuente que presagien elmartlrologio: es peligroso no disimular 10

que se es. Otra clara eleccion de El matadero es una fuerte y practicamente

infranqueable delimitaci6n de zonas: un ejemplo rotundo de este procedi-

miento es la construcclon de la escena final. En ella, elunitario habla desde

un lenguaje "elevado" hasta 10insostenible para subrayar elcaracter bajo del

lenguaje delos sayones, Nisiquiera enla brutalidad carnal de la escena final

pueden accrcarse los dos mundos. EI escenario del 'crimen esta habitado

por una utilerfa que contiene elementos de ambos mundos, En un rincon,

EnEl Matadero el pueblo es sordo, cicgo y sabre toclodocll ante los man-

darnientcs de los federales. EI Maladero sepropane representar alpueblo en

lin momento particularmente crftico. EImomento es dificil porque el sisre-

rna impugnado por los intclectuales par dictatorial y represivo 58 atribuye las

marcos de 10popular, las exhibe a cada paso. Artista y pueblo estrin brutal-

mente distanciados Yel narrador elige elreproche engarzado en la ironia: no

hay pear sordo que el que no quiere oir.ni pear pueblo que el que no quiere

. escuchar la palabra ilustrada y salvadora de los que se oponcn a Rosas. La

distancia irremediable ratifica la inutilidad de quedarse yla conveniencia del

destierro. El Matadero fue escrito can unpie en elestribo. lustamente porque

problematiza una disyunfiva drarnatica para Iapalabra esclarecedor~ de los

ilustrados: a quien hablar si nadie quiere ofr, a que pueblo adorar SI el que

buscamos adora a los tiranos y para quien eseribir siel pueblo no nos leera.

Eldolor yla frustraci6n que la distancia instalada entre elpueblo y elartista

produce, estan rambien en clorigen de laIuria del texto.

El Matadero es un relata sabre [a violencia de los cuerpos que apuesta a

producir con las palabras el efecto de violentar allector, del mismo modo

que las acciones violentan al heroe unitario. Hay dos niveles elevlolencia en

El Matadero. Una del orden de las acciones y de las palabras dirigidas alhe-

roe, que 10humiIlan, 10 vejan, 10violany que violentan allector como espec-

tador. Otra, lade las palabras que s610se dirigen allector, Estan violento leer

lavejacion del unitario, que es unoy que s610puede defenderse del ataque

ffsicode los muchos can palabras, como leer lafrase "ahi se mete el sebo en

las tetas la tla",Un pequeno relatode diez palabras que narra con un lenguaje nuevo una

naturalidad tambien nueva en la literatura argentina: esta mujer, mulata 0

negra, semete elsebo, lagrasa de un animal recien carneado, entre las teras,

can larnisma naturalidad can que una dama delos salones despliega su aba-

nico para abanicarse elpecho. Esta frase es laapertura hacia otro mundo, es

el intento de narrarlo desde sus propios c6digos. Gutierrez el exhumador, no

puede leer frases como esta sin intcntar disculpar a su autor: frases como esta

tendrfan que ver can laprisa yla falta deserenidad del que las escribe, remi-

tirian mas bien alorden de la reproducci6n mecanica de la realidad: Echeve-

rria es como eltipografo que estampa las palabras que escucha, eltip6grafo

que no tiene voluntad de tBn,sformacion. que s610 puede y debe copiar,reproducir fielrnente "elnatural". Y al intentar la disculpa, Gutierrez inicia un

amanera de leer eltexto:EI matadero como apuntes del natural, como 10 mas

natural que laIlteratura delsiglo XL'<haya producido porque precisamente la

reproduccion y no laelaborad6n literaria regirfan su estetica.

Echeverria enfrenta el problema de la represenlaci6n del pueblo can

varias estrategias convergentes Una de elias consiste en elegir el matade-

ro del Alto como borde, como ejcmplo de la presencia ubicua del regimen

rosista: "La fcderaci6n estaha e n todas partes, hasta entre las inmundicias

. I

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CRISTINA IGLESIAMARTmES 0 LIBRES: UN OILEMA ESTETICO6 27

recados de escribi r sabre una mesa chien : y a un costado, casi como un telon .

de fondo, l in hombre, un soldado quizris, entona solitario y concentrado "La

refalosa", precisarnente "cuando Inchusma, llegando en tropel al corredor de

lacas i lia, lanzo a empellones al joven uni tario hacia e l cen tro de lasala": "a t i

te toea la refalosa", grita uno de los federales, y la Frase es todo 10 ambigua que

puede esperarse de una situacion que se ernpefia en rnantener las d istancias

tarnbien en las palabras. En el "Avellaneda", un poerna en el que Echever rfa

cifra muchas esperanzas de gloria, los versos grandilocuenlemente elevados

narran la huida del heroe, y el momenta en que es traicionado y encara su

destino final, su muerte en manos de Oribe, secuaz de Rosas . Pero en el in-

terior de un poerna escri to desde la perspect iva unitaria, un golpe de timon

cambia de bando la mirada del texto, y al hacerlo cambia de ritmo y de rima

para nar rar a la chusrna federa l contemplando Inescena en que Avellaneda

Ilega, par fin, al camparnento de Oribe:

Que hace federal ardiente

AI salvaje mds traidot:

Yoyen cantar en redor:jSalud at gobernador! (2)

Es tes octosflabos de la copla popular que irrumpen para narrar como

acosan los Iederales con Ia mirada yean el canto al que pronto sen! rnartir

un itar io t ienen mucha mas cercanfa can elver tigo perverso de risa , frenesfy

ter ro r de "La refalosa" que can elf ina l de E! Matadero. Yasi como ELMatadero

no necesi ta notas a lp ie sino que las incorpora como letreros a l texto, e l ' 'Ave-

llaneda" esta rodeado de notas. Yestos versos que transcribimos estan segui-

dos de una nota que explici ta en prosa didact ica, lad iferencia que d istingue

10que la eficacia de la copla habra logrado unir, vuelve a separar e l est ilo de

los federa les del est ilo un itar io del pacta: "Damas esta pequefia muestra del

est ilo l ibera l-bur lesco puesto de moda entre los suyos por Rosas, Restaura-

dar del arte de escribir como to esde las leyes" .Si el proceso de restauracion

ha Ilegado hasta el arte de escrlbir, escribir en el es tilo liberal burlesco del

res taurador es la mejor prueba de que se puede pisar, tarnbien en el plano

de las palabras, el terreno del adversario: Echeverria puede parodiar el estilo

burlesco dela restaurac i6n dela escri tura que no eso tro que elest ilo popular

de unir imagen, ritmo, rnusica,

Sin embargo, a pesar de esta d iferencia esencial , hay algo en cornun en es-

tos dos textos y es que ambos colocan en elcen tro laf igura de un hombre que

avanza hacia su muer te . Avellaneda va desnudo y fumando hacia la muerte,

un poco como el general Qui roga iba en coche al muere, y el uni tario de EI

Matadero avanza at t ro te Ingles , can su cuerpo vestido de ropas unitarias,

Finalmente , Echeverria pone en movimiento elrnanejo eficaz de una len-

te que se acerca y se d istancia de su objet ivo de acuerdo can las necesidades

del relato:

lelldl sera el gobernadori

JEI mds viejo 0 mas muchacho?

EI de la barba sin flor: .

Ldstima es;parece un guacho

.Con los aires de senor.

Yoyen can tar en redor:Salud algobernador

Del rebeide Tucumdn;

No quiere ya ser traidor;

Yse aparece en Metdn

Can bonete de Doctor.

Lejugaron una treta

Los de LaFederacion;

Yperdiendo fa chaueta,

Como perdiera el baston,

Wene en desnudez completa.La perspectiva del Matadero a la distancia, era grotesca, llena de anima-

cion. Pero a medida que se adelantaba, La perspectiua uariaba. EI espectd-

culo que ofrecia entonces era animado y pin toresco,aunque reunia todo La

horriblemente [eo, inmundo y deforme de una pequeiia clase proletaria,

peculiar del Rio dePlata.

Yoyen can tar en redor:

jSalud al gobernador!

Buena acogida le hardn

Losfederales aqut;

Otro baston ledardn;

Camiseta lepondrdn

Con bonete carmesi.

Ya zapatear con primor

Aprendera facilmente

La resbalosa de arnot;

Es decir que puteadas, bo las de carne , cuajos de sangre, pelotas de bar ro

se arrojan sabre los cuerpos y sobre el lec to r, con elunico justi fica tive de que

laperspectiva se tome mas brutal a medida que elnarrador se acerque .

Estes excesos necesitan algun limite, y entonces sobreviene la Frase:"Pero

para que el lector pueda percibirlo a un golpe de o]o, precise es hacer un

(2) Esteban Echeverrfa. "Avellaneda", en Obras Completas, Buenos Aires. Ed. Antonio

Zamora, 1972, pp. 564-565. .

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CRISTINA IGLESIA MARTIRES 0 LlIlRES: UN OILEMA F.ST~~I"lCO 29

croquis de In localidad", Y ahi cornienza el croquis: "EI Matadcro de la Conva-

lecencia 0 del Alto, sito en las quintas al sud de la ciudad.i."Hacer eI croquis significa delimitar la zona de 10in-rriundo, recortarla,

aislarla, para poder narrarla con intensidad, pero sin desbordes, sin que el

exceso de las voces, de los cuerpos y de las acciones pueda contaminar elotro

Ladode las cosas. Siesprecise escribir frases como "Ah! se mete el sebo en las

tetas lana" ,el narrador debe asumir que lavoz no puede permanecer neutrab" I'd d a i (31sino que se contagia de la camalidad que es tam len ora I a ajena .

Yano se trata 5610 de reproducir un dialogo entre ellos (plagados de pala-

bras como huevos, cojones, cuajos y vergazos) sino, tam bien, de que eltexto

pueda ponerlos exactamente en su Iugar, en el lugar de Ia pequeita ctase

proletarta: se trata de un enrinciado, una definicion que eltexto produce confruicion, un enunciado que connota di stancia por su tufillo cient lfi co: los

miro, asi son Losotros, pequenos, Y precisamente par eso puedo clasificarlos,

dar les un nornbre generico que, a la vez, los torne diminutos , observables:

pequeha clase proletaria. EIenunciado contiene, impide el desborde, el con-

, tagio can lacarnaI idad, que quiere ser dicha en otras zonas del texto.

Laescena describe algo que puede suceder cualquier dfa de traba]o en el

matadero, Hay, sin embargo, algunas novedades este dia: entra un taro alque

no se esperaba, el toro se des boca, un nino es degollado, pero estas noveda-

des son absorbidas por la rutina de una faena que ccnsiste en matar.

Un taro cuyos genitaIes fueron exhibidos es espoleado en la cola par dos

picanas agudas. Un nino se hamaca sobre su caballo de palo, un nino juega

sabre la mugre del matadero. No tiene [uguetes sino su caballo de palo que

es un puro palo aI que s610 la forma de horqueta le otorga el parecido con uncaballo.

Puede ser el mismo nino que un poco antes habia embadurnado el rostro

de una tia con sangre, 0 uno de esos dos muchachos que se adiestran en el

rnanejo del cuchillo. Puede ser un nino soli tario que contempla todo, como

el narrador, desde un lugar privilegiado, pero que no podra ver el final del

relato. En El Matadero Lacamera del viento es la que narra el degtiello del

nino: un nino pobre, un nino proletar io , un especimen, uno -diferenciado

del generico pequeiia clase proletaria-«, un nino que obtiene lamuerte como

el nino proletario de Lamborghini'".Este es un deguello del dest ino: un muchacho degollado por elIazo -no

por una mano humana=-, degollado por la rnano del destino, inexorable

como la que aguarda a cada nino proletario a la vuelta de cada esquina. Ese

caracter inexorable hace excIamar al narrador de Lamborghini , que usa par

primera vez la primera persona: "M e congratulo por eso de no ser obrero, deno haber nacido en un hogar proletar io",

En el uso generico de una biografia tipol6gica, "El nifio ..."de Lamborghini

produce tres cambios simultaneos : elplural del narrador, el todo que sevuel-

ve uno y el cambio de nombre,

Pequenos asesinatos republicanos

Un toro desbocado en medio del matadero desboca ellenguaje del texto:

"las exclamaciones chistosas y obscenas rodaban de boca en boca", alarde de

ingenio popular, es eldesborde perc tambien es un tope, EIpueblo compite

en la obscenidad y en las puteadas; es la t inica competencia posible, la bru-

taIidad de los cuerpos, til brutalidad dellenguaje,En mi escuela teniamos a uno, a un nino proietario. Stroppani era su nom-

bre, pero Lamaest ra de inf er ior se lo habra cambiado por el de jEstropeado!

[ . . , J jEstropeado!, con su pantaLoncito sostenido por un solo tirador de trapo

y Losperiodicos bajo el brazo [representaci6n y encarnacion del universal],

venia s in vern os caminando hacia nosotros, t re s n iii os burgueses: Est eban ,

Gustavo, yo .

iAle rta! jGuarda los de ia puer ta! jAlld va furioso como un demonio! Yen

e fecto , e ianimal, acosado por losgritos y sobre todo por dos picanas agudas

que le espoleaban Lacola, s intiendo flojo el lazo, arremetio bufando a L a

puerta, lanzando entrambos lados una rojiza y fosforica mirada. Diole el

tiron el enlazador sentando su caballo , desprendio el lazo de la asta, crujio

por e la ire un dspero zumbido, y al mismo t iempo se uio roda.r des~e .10 .a lto

de una horqueta de corral, como sf un golpe de hacha la hubiese diuidido a

cercen, una cabeza de nino, cuyo tronco permanecio inmouil sobre su caba-

llo de palo, lamando par cada arteria un largo chorro de sangre.

Ycomo "la excecraci6n de los obreros, tambien nosotros Ial levarnos en la

sangre", iEstropeado! terrnina mutilado, violado y ahorcado:

. - Con un alambre- dijo Esteban en La calle de tierra donde empieza el bu-

. rrio precario de los desocupados.l .. .J Remontamos el cuerpo flojo del nino

proietario hasta el lugar indica do, Nos proveimos de un alambre. Gustavo{3)Ajena en todo sentldo: ante la disyuntiva d~ p~blicar el texto can todas las frases

soeccs 0 censurarlo. Gutierrez elige la pnmera posLblhdad porque plensa que esa textua-l idad soez forma parte de larealidad del proceso rosis ta: "No sabemos P?r que ha habidocierta especie de repugnancia aconfirmar deuna manera permanente e historica los rasgospopulaces de ladictadura", Enlarnanera de formularse lapregunta radica sudificultad que,

como ya dije, esta instalada en elorigen dela escritura de E J Matadero.

(4) Osvaldo Lamborghini, "EInino proletario" en Sebregondi retrocede. Recopllado en

Nove/as y cuen IDs. Barcelon a , Ediciones del Serbal, 1988. . .

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MAIU1RES 0 LII)RES; UN D11.J::MAl,sniTICO 31CRISTINA IGLES[,\

30

loahorc6 bajo laluna, joyesca, tirando de los extremos del alarrthre. La len-

gua quedo colgante de la boca como en todo caso de estrangulacion.

. AGala inv~rs!on : 5 posible porque , como ha escri to Barthes. en elverosi-

ml~I?,contran~ FlI~las es imposible, puesto que la notacion reposa sobre una

Opinion mayon.tana, pero no absoluta. Lanotac ion, en elcaso de ElMatade-

ro, repo,sa cfectlvarnent: sabre una opinion mayoritaria, pero no absoluta,

En ELtv~atadero, cl~ lrculo que se ha abier to con la estampida de laescr i-

tl~:aa partir de 10 . corri da del t aro par In ciudad se cierra con la frase: "Del

rnno degoll~do no quedaba sino un charco de sangre; su cadaver estaba en

el cernenterio",._EI clrculo que ~e c~eTra sabre el tOTOes el mismo que se cierra sobre el

n.mo y so~re el unrtano, pero de una rnanera diferente. "De esa manera sc

cierra el cfrculo, de esa manera se complete", dice Lamborghinl.

~e l taro allazo, dellazo aln ino degol lado. EI impersonal sef ia la e ldesas-

tre. Se.mata ~ u n nino -dice Maurice Blanchot-. Desafio a quien sea que

logre dlf: renclar .muerte yasesinato, y sin embargo , hay que separar estas

palabras .Porque el desas tre, que segun Blanchot se hace cargo de todo no

se hace cargo de esta distinci6n. !

(il Matadero es.u~ banco de prueba de la representac ion del pueblo y sus

pehgros. El tex to lr~l t~do terrnina condenandolo . Lamborghini enf renta el

desaffo de u~a tradl~16n r~alista congelada y logra desviarla. Sin embargo,

ambos trabaj an la ,:oJencla como crfmenes impunes sobre vfctimas de la

cultura. No hay castigo, S610la literatura se hace cargo del desastre.

Pero mas que elf ina l, i rnpor ta 10previa, laagonia: "Desde este angulo de

agonfa la muert e de un nino proletario es un heche perfectamente logico y

natural . Es un hecho perfecto", escri be Lamborghini en los 70, anos en los

que los poetas y los narradores tambien intentaban representar al pueblo,hablar de sus dolores, decir sus sufrimientos.

Este hecho per fecto, desde elpun to de vista de larepresen taci6n l iteraria,

es 10que Echeverrfa logra en la frase mas hermosa del relato. Esa frase bien

vale un curso de llteratura argentina. Pero en el tex to de Echever ria, 10que

convierte en perfect a la muert e del nino proletario es la ausencia de agonia,

el inmediato y casi sutil procedimiento POf elcual el nifio muere. Estarnos en

la delicadeza y el terror del detalle realista: producir can Ialiteratura elefecto

de lav iolencia y de lasu ti leza almismo tiempo. Un nino proletario que rnue-

re tan bellarnente es , despues de todo, preservado, en un ins tant e fugaz, de

sufrir la vida inmunda del matadero.Propongo leer e l tex to de Lamborgh ini como Iainversion de los crfmenes

de ElMatadero. Alit un nino pro le tario es v io lado por t res n if ios burguescs y

ahorcado en el lugar que Ie pertenece , en elbar rio precario de los desocupa-

dos. Es decir, un n ino pro le tario que part ic ipa del simulacra de p lura l de unaescuela publ ica esvuelto a llugar de donde nunca debio sal ir . Contra e l milo

uruforrnador, en la escuel a serfa escrito como uno, "nosotros tenfamos a

uno, un nino proletario", y serfa tratado como elindeseable par su diferencia

y, despues de vejado y muerto, tirado, devuelto al barro proletario. Nueva-

mente hay un cruce de fronteras : como en El Matadero, en elpasaje del taro

y del un itar io , cuando el joven burgues esv iolado y muerto por mas de tres

groseros federales,EI uni tario cruza el l imite, a lardea can los let reros de su cuerpo, esta gri -

tando su diferencia, esta paseando su dlferencia par un sitio en el que no

puede hacerlo, esta mostrand05e unitari o, no frente a Rosas sino frent e al

pueblo federal, que no perdona.La pequefia gente proletaria -dice el texto de Echeverrfa- es capaz de

rnatar a un hombre porque tiene barba en vez de bigote, porque manta en

sil la ing lesa , porque no t iene d ivisa : esta es la (mica lec tu ra posible, e l un ico

alfabeto que puede descifrar , y esa lec tu ra Iebasta para matar 0morir. Gutie-

r rez 10dice" textualmente en su "Adver tencia", cuando exhuma el tex to en

IB71: e luni tario es una vfct irna de su cul tu ra . En E t Matadero, la violencia y

lavejaci6n son absolutamente gratui tas desde la logica de laguerra. Launica

[usti ficacion posible esla necesidad de que un bando no ocupe elespacio del

otro . En el texto de Lamborgh in i t res rnuchachos burgueses pueden violar y

degaUar a un nino proletario porque t iene en lacara, en laexpresi6n, las mar-

cas de su cul tura. Ambos, uni tario y nino, resul tan vfct imas de sus propias

culturas a mas bien de las senales explfcitas de sus culturas que los hacen

reconocib les cuando sernueven de lugar . .

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CARTAS DE MUJER. CUADROS DE UNA ESCENA BORRADA

(LECTORAS y AUTORAS DURANTE EL ROSISMO)

/r Graciela Batticuore

Leer y escriblr~ ~

Durante la primera mitad del siglo XIXen laArgentina, las luchas revolu-

cionarias involucra ron a las rnujeres en los avatares de la vida polftica: desde

el proceso emancipatorio a la guerra partidaria del perfodo rosista, Ia actua-

cion clandestina y elexilio alteraron elorden familiar y social. Las reflexionesacerca del rol de lamujer enla sociedad ocuparon un lugar recurrente en los

ensayos de los intelectuales de la generacion del 37, cornprometidos can el

destine politico y cultural de lanacion. Dos razones los condicionaron a pro-

mover la educacion femenina: lacoyuntura que urgfa elconcurso de las mu-

jeres en lalucha contra la oposicion y las prescripciones del modele europeo

que impulsaba "igualdad" en las repiiblicas nacientes y habia comenzado a

ofrecer, para entcnces, una rradlcion de escritoras'!',

(I) Gertrudis Gomez de Avellaneda, Carolina Coronado, Amalia Fenollosa, VlcentaGarda Miranda fueron en Espana algunas de elias.Como 10sefiala Susan Kirkpatrick =Lasromtintlcas. Escritoras y subjetiuidad en Espana, 1835-1850, Madrid. Catedra, ]989-, los

pericdicos dirlgidos, por entonces, al publico femenino contaban ya con un numero con-siderable de colaboradoras. "En 184 5 al menos era concebible conslderar II la mujer igual

alhombre en elterreno de laliteratura. (...) Hacia 185 0 lectoras y escritoras se habfan con-vertido en una parte firmemente arraigada de laindustria de laprensa, bien desarrollada y

creciente" (pp, 83-84).

Valelapena recordar aquf lahlpotesis organizadora del trabajo de Kirkpatrick: elaccesode las mujeres a la producci6n literaria fue en parte consecuencia de la Intrusion de dosmovimientos relacionados entre sfen la cultura de clase alta: llberalismo y romanticismo,Creo que lahipotesis esinicialmente valida, tambien. para pensar elproceso de intcgraci6nde las mujeres a un campo cultural en formaci6n tanto en laArgentina como en AmericaLatina a 10largo del siglo XIX.Enestesentido, esinteresante considerar los dialogos que seestablecleron entre intelectualcs de diversas zonas del contlncnte, a rraves de semanariosamericanistas y figuras que podrfamos denominar "rnediadoras" -Jos/las viajeros/as y

vigilantes. Todavfa en 18BO, algunos de los artfculos costumbristas de Alberdi seguian te-

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(.RAel lOLAellATTICU ORE.Ci\ ln~\s DE MUJER: CUADROS DE UNA ESeENA BORRAOA 35

34

Lamadre rep!lblicarlCll~) slrvio de mctrifora para exaltar la patria anhelada

y constituy6 el ernblema de un tipo nueVO: la mujer forrnada en los ideules

dernocraticos, interlocutora. colaboradora del csposo y transmisora de va-

lores a sus hijos, futuros ciudadanos. En las paginas de El Iniciador (lfl31J-

1839), tribuna de la lucha oratoria de Juan Bautista Alberdi, Miguel Cane (pl.

Vicente F . Lopez. Andres Lamas y otros exiliados en Montevideo, la"matrona

respetable" sostiene el pilar de la nacion imaginada en detrimento de "la.'mujer extravagantc", ajena a las nceesidades de una conciencia politica y

cultural que resultaba entonces impostergablc.

Esa oposicicn eonunuana estando preserite, a 10largo del siglo XIX,como

modele y contramodelo, respcctivamente. bajo rotulos analogos. Durante

los penodos de definiclon.o innovaci6n de rumbas politicos, cuando la eo-

locacion social de la rnujer vuelve a pensarse e intenta regularse a traves del

debate sabre su instrucci6n, aquellas imagenes se cristalizan y se vuelvenrecurrentes. Basta pensar 5610en algunas otras representaciones posteriores

que nos ofrece la literatura argentina: las nove1as de Cambaeeres y los Cuen-

to s infantiles de Eduarda Mansilla, para sefialar solo dos ejernplos durante ladecada del Bf).En Pot-pourri.la "mujermonstruo" denuncia ostensiblemente

elrelajamiento moral de la ciudad modernizada; los Cuentos de Mansilla-tan celebrados par Sarmiento- enfatizan elrolde lamadre, quien instruye y

alerta a los hijos sobre los peligros de la sociedad del momento. Ladignidadfemenina parece ponerse a prueba siempre en eldesempefto de su rol como

moralizadora social. C

Sin embargo, el modelo de la mujer ilustrada provoca aquf tarnbien

-como sucediera en otros mementos de la vida dernocratica en America

Latina y originalmente en Europa- respuestas contradictorias: si bien la

educacion programada prometfa surnar a las mujeres al carnbio revolucio-

nario 0 a los procesos modernizadores, sus propulsorcs debieron asumir

implfcitamente las limitaciones"necesarias" del saber femenino 0 ensayar

estmtagemas ret6ricas para conjurar riesgos y efectos indeseables: la incur-

si6n de las mujeres en el espacio publicof".

~os romanticos argentinos exaltaron en sus ensayos y en la literatura del

perfodo la figura de fa lectora. Amalia, Inprotagonista de la novela de Mar-

mol, .leejunto a Eduardo -oculto en su casa, profugo de la mazorca- a La-

martine y a Byron. Desde La Moda (1837-1838). Alberdi alienta la lectura de

Walter Scott, de Saint Beuve yVictor Hugo. Lalectora puede acceder, a traves

del poema, a un campo de reflexiones filosoficas y enfrentarse, en la novela,

can elcuadro historico que le devuelve laconciencia de una realidad social.

del mundo en elque esta inmersa. Precisamente por eso los textos deben ser

escrupulosamente seleccionados. No es posible ni ulilleer cualquier cosa.

La.Jectura de~~ oper~r como un entrenamlento, ofrecer un instructivo para

la interpretacion social, Lamujer lectora puede ser la companera ideal si es

capaz de en tender los fines (y los principlos) de lacausa partidaria y cornpro-

meterse con ella, adoptando un rol acorde can su genera.

Los reco~ridos y los lfrnites de la educaci6n literaria de las mujeres estan

trazados, guiados por latutela rnasculina, y no deben cruzar las fronteras de

la l~~tur~. Lafigura de la auto~a no tiene lugar en elirnaginario de esta gene-racion SlIl~ como caso excepcional, que no debe ser imitado par lamayoria.

En un penodo. ~n el que la letra seconvierte en arrna poderosa de combate,

la rep.resentaclOl1 de una mujer escribiendo, aunque se trate de una carta

c~nstItuye una e~cena irritante, inc6moda, cuando no imposible, en lame~

dida en que rernrte ados fantasm as: Lamujer autora y fa mujer politizada.

En Amalia, .Ianovela de Marrnol, varias mujeres son capaces de componerun texto epistolar: Dona Marcelina, las monjas del convento de las capuchi-

nas, Manuela Ro~as.Pero cuando esa representacion irrumpe en el relato, la

escen_a.dela escntura femenina se impregna de ridiculo: detras de este saber

adq~lfIdo parece amenazar, en todos los casas, una debilidad esencial irre-

mediable, que somete supluma a latirania del senor mas sagaz.

Como Marmol en Amalia, los intelectuales de la generacion del 37 en-

frentaron contradictoriamente, en sus reflexiones y ficciones, esta disyunti-

va: ~us textos alertan acerca de los pellgros politicos del analfabetismo pero

advierten, a su vez,sobre elriesgo de que las mujeres accedan a 10que hasta

entonces conform6 un campo de accion exclusivamente masculine: "la gue-

rra de los papeles",

niendo vigencia y organiz.ando espados de reflexicn en el interior de pubHcaciones comoEl Correadel Peru (lima. 1871-1877) 0La Ondina del Plata (Buenos Alres, 1871-1879).que

intentaban formar un publico de lectoras. .(2) La metafora de "madre republicana" ha side trabajada por Linda K. Kerber, Women

of the Republic. Intellect and Ideology in Revolutionary America, NewYork-London. Univer-

sity of North Carolina, 19B6.(3JTrasla revolucion francesa. lademocracia continuo elCcluyendoa las mujeres -tan·

to como a los otros sujetos que hoy denominamos "minorias culturales"- del derecho ala ciudadanfa. Esta exclusi6n ponia fuertemen!e en cuestion el principio republicano de

"igualdad".En los ultimos anos, ensayos Ycomptlaclones de especialistas europeas abordaron el

problema desde la perspectiva de los estudios de genero, recuperando y analizando algu-nas polernicas vallosas de los protagonistas dela Ilustracicn. que habtan cafdo en elolvldo,

Quisiera destacar dos trabajos: el de Genevieve ~raisse. Mlisa de /a razon. La democracia

excl~lyente!, la ~lifer~l1ciad~ los sexos , Madrid, Catedra, 1989 y la compilaclcn de Cristina

Molina Petit. Dlallfctlca_!emmista de la Ilustracion, Madrid. Anthropos, 1994..~~mando .sus prop las modulacloncs, el debate sobre la igualdad de los seX05gener6opm~on [ambl,en entre intclcctuales, legallstas y reformadores latlnoamerlcanos a 10largodel siglo XIX.Ensus.argumentaciones podemos reconocer por 10rnenos tres estratugemas~edlante.las c~~lesmt~ntaron resistlr lasarlstas conflictivas de laigualdad: Iimitar suprac-uca a laVIdaCIVIlySOCial(no ala political de lamujer; acudir al argurnento de la demoranecesarla, sosteniendo que elpresente es un perfodo de transici6n ineludible en elcaminoa.la perfecta igu:udad; ignorar lasdesigualdades, nornbrando como igual 10que ess610par·cI~lmcnte sem~Jante. S~bre esta cuestion puede consultarse: "Las trampas de la igualdad,el )u.egode las influencias. Sobrc mujer y educaci6n en el Peru republlcano", en GracielaBattlcuore, Eltaller de laescritora. ve ladas Literarias deJuana Manuela Garritt:Lima- Bue-nos Aires (J87617·1892),Rosario, BeatrizViterbo, 1999.

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CARTAS DE iVIUJER: CUADROS DE UNA ES( 'EN, \ 1 l0RI(, \i )A 37GRACIELA ll"nIClJORt::

La mujer ignorante. A pucrtas cerradassecretario, al que las rnujeres analfabetas pagaban para que les redactara, la

mayor parte de las veces, una esque la arnorosa, ofrecia su Ie tra y su escasa

sapiencia retorica a carnbio de dinero.La anecdota del relato costumbrista de Alberdi se inscribe parodicarnen-

te sobre esta escena de epoca. Figarillo no cobra par su trabajo, 10haee por

cor tesfa, operando como mediador entre la cornadre analfabeta y el amigo

corresponsal. Para este secretario ocasional , su letra no tiene un valor mer-

canti l sino un redito meramente intelectual, que redunda politicamente enotros planes: saber leer leperrnlte reconocer al enemigo real y potencial.

Terminada la carra, cerrada ya y lacrada, la comadre continua agregando

mcnsajes que Figari llo, ante su ins istencia y contra las normas de las buenas

costumbres, t iene que anotar desproli jamente en elreverso del sobre. Hasta

. aquf el re lata ha puesto daramente en evidencia que e lanalfabetisrno de la

comadre no comporta solarnente un no saber de laletra yla imposibilidad de

comunicarse con los otros, sino adernas (ysobre todo) Lacarencia absoluta

desentido com u n . Una mujer ignorante dramatiza elridlculo: a esta senora ni

siquiera sele ocurre que para escribir una car ta se necesi tan papel y tinta.

Ytodavia mas. En las lfneas f inales del art iculo se exacerba lacrft ica y no

quedan dudas de que lamujer , este modelo de mujer, es elobs taculo mas im-

portante para el progreso: "Vapara un mes que esto sucedio: yayer , todavia

estaba 1acarta encima de una mesa" (La Moda, 4, N° B). Definitivamente,

la carta es olvidada, casi se diria que ignorada par esta muje r que descuidacualquier relacion can el mundo exterior al de su casa. La comadre desco-

noce las reglas de cortcsfa, los c6digos de urbanidad que regulan el contacto

con los atros en una sociedad bien organizada a -para decirlo can palabras

d.el narrador- el la "ignora la importancia social de las visitas y las cartas",

signos elocuentes de civilizacion.

La ironia que recorre elrelata del narrador traduce a lavez reproche ypre-

ocupacion: una rnujer analfabeta representa el pais del atraso y la barbaric.

Pero adem as, si elsaber viene de lamana de las "nuevas ideas" , de los nuevos

revolucionarios , la mujer ignorante per tenece al banda enemigo, es la mujer

del pueblo federal.

En 1B38, antes del exilic, Alberdi publica en La Moda un articulo titulado

"Las cartas", A ellas acude, precisamente, para i lustrar la resis tencia del pue-

blo en general y de las mujeres en particular a la escritura. Inglaterra y los Es-

tados Unidos son los exponentes de un paradigma de progreso y civilizacion,

que en las costumbres socialcs se traduce en dos habit os fundament~les:

enviar cartas y hacer visitas. Ensu ejercicio, los miembros de una comunidad

se ponen en contacto y entrenan su libertad individual.Alberdi sanciona la fal ta de estas costumbres en America a la vez que

inscribe el habito de lalecture y la escritura como herencia de los revolucio-

nar ios: "Se puede decir que con la revoluci6n hemos empezado a aprender

una y otra cosa, y nos dura todavfa laantipatfa por la pluma y los libro~" (La

Moda, 4, N° 7). Quienes leen y escriben en el pais son los nuevos revoluclona-

r ios, herederos de la tradicion de Mayo y promotores de la revoluci6n cultu-

ral y politica durante elregimen rosista. La escena de la escritura y la a~r~oladel conocimiento han sido apropiadas simb6licamente por la oposicion.

Todo texto no ofici al result a, por 10 tanto, sospechoso: circulara en ellfmite

de la legalidad a en la clandestinidad absoluta.Intentando ilustrar los estragos sociales del analfabetismo Y el atraso

cultural, el narradorelige una anecdota que torna como protagonista a una

mujer incapaz de escribir una carta. Figarillo visita a una cornadre suya ~ue,aprovechando la ocasion, Ie solicita laredacci6n de una car ta para un amigo,

a qui en le debe respuesta desde haec dos anos, Figarillo accede pero en el

momento en que se dispone a escribir se encuentra con la sorpresa de que

en la casa no hay tinta, ni pliegos de papel, ni sobres, ni lacre. La criada debe

salir apresuradamente a comprar 10 indispensabley pOI'fin se concrete la es-

cena demorada: la cornadre dicta, desarticuladamente, ideas deshilvanadas

a las que Figari llo les vadando forma llterar ia. Hasta aqui laconstruccion del

relate es morosa y sedetiene can ironia bastante mordaz en los detal les de la

ignorancia de la comadre.En la escena del dictado Y la sscri tura de la carta , el narrador asume su-

brepticiamente la pose de ot ro personaje que esta operando en el contexto

de 1aepoca: es elsecretario que organiza en eldiscurso epistolar los comen-

tarios desordenados de una mujer incul ta. Sin embargo, no se trata en este

caso de laf igura clasica del secretario, que entonces t iene ya una tradicirin enelger iero -el secretario del papa, de laIgles ia en IaEdad Media; elde lacorte

y la nobleza: el de la aristocracia intelectual en el rnisrno siglo XIX.Flgarillo,

quejuega a ser un secretario perc que no loes en realidad, parodia una figura

t ipicamente decimon6nica: la del "secretario de los hurnildes" (ladefine asf

Pedro Salinas, en su ensayo "Defensa de la mlsiva")!". Un perscnaje sin au-

toridad intelectuaI . cuya unica vir tud consistfa en saber escribir car tas. Es te

Cartas robadas

En 1851, durante su exilio montevideano, Jose Marrnol cornienza a publi-

car Amalia como folletin en el diario La Semana. Desde eltftulo elegido para

la novela, elescri tor rornantico parece augurar a sus lectores un espacio para

el sentimental ismo femenino; sin embargo, las mujeres juegan sabre todo

un rol polftico en el desarrollo y la resolucion de la hi storia en la que estan

inmersas, Amalia, de quien muy pronto saberncs que es tarnbien una mujer

lectora, apoya lacausa de los opositores alregimen, protege aEduardo, pres-

ta su casa y Ieda asi lo , escondiendolo de la mazorca,(4) Pedro Salinas, El Defensor, Madrid, Alianza, 1967.

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CARTAS DEMtJJEII : C'UAf)[ (OS DE UNA ESCEN,\ 1l0RRADA 393 X

Ninguna de las acciones de las mujeres es ingenue en la novela: lIisitas_y

cartas se pnlitizan. Saber hacer visitas oportuna~ y aprovecha_r :on aL~~acta

los recursos del genero epistolar parecen scr aquf la clave del e~llo ~ohtlco'y

la sobrevivencia. Siguiendo al pie de la letra los pla~es de D~~lel , Plorencia

acude a casa de Rosas con la intencion de obtener informacion. Asu turno,

losefa Ezcurra hace su aparicion inesperada en casa de Amalia: escena deci-

siva que precipitara el rumbo de los aconteciu:ientos . futuros. Josefa obser-va, medita, ensaya astucias y f inalmente se retira hablend_o.confirmado sus

sospechas sobre la presencia del fugit ive en la casa. La visi ta , audazmente

calculada, deja sus reditcs en esta y otras escenas de I~novela.De rnanera analoga a las travesias de los personaj es en busc~ de salva-

clones y condenas, las cart as oficiales y las misivas c1ande~t~nas circulan por

la ciudad conectando a Daniel con sus colaboradores exiliados . Las cartas

incautadas, robadas, falseadas, sirven para obtener 0desviar la i~for~a~i~n,cumplen su rol en la lucha inminente 0 funcionan como archiuo historico

para el lector futuro. Junto con los partes de guerra, los acuerdos , ~asprocla-

mas, los protocolos, las referencias constantes a la prens~ montevldeana,l~s

cartas conforman una red prolifica de rextualidades que tienen un r?~prorm-nente en la lucha e t lus tran acerca de lafuncian estrictamente poli tica de La

palabra escrita durante este periodo.. 'Daniel acapara la escena de la cscritura spistolar, En el capitulo cuatro el

heroe, que alcomienzo de laobra aparecia l~chando c~erpo a c~erpo can losfederales, conspira a traves de la Ictra: ascribe a los aliados haclendo uso de

claves y sobreentendidos, Y a los enemigos, ~a~iendose pasar par uno de I~s

suyos. Sus cartas sirven al narrador para exhlblr. eiras.go ma.s notable de~he-

roe rornantico: su destreza mtelectual, que se evidencia aqui en su capacidad. . I ., '<1(5)

para "adecuarse" al inter ocutor y munenzarse con",.. .Por las paginas de Amalia circulan, tarnbien, ~artas de mujeres. AdIf~ren-

cia de io que puede infer lrse del relato de Alberdi , :n esta novela las mujeres

que saben leer y escribir son quienes estan en peligro. Sus car tas pe~mane-

cen ocultas son incautadas , dan al enemigo elpretexto para laextorsion. En

todos ios casos denuncian a una corresponsal en grave riesgo y sometida a la

voluntad de un lider politico. La escritura de las mujeres constituye en Amalia

una escena desvirtuada, procliue aJridicule 0 a La(auto) censura.

En el capitulo diez (cuarta parte) Daniel visi t~ a ~anuela en.Palermo y lepide que escriba una carta garantizando la adscripclon de su pnrna a iacau-

sa oficial con la f inalidad de presentar la oportunamente a los mazorqueros

que rand an la casa de Amalia. Manuela acep ta compla:ida. Su carta,. que

leemos mucho mas adelante en la novela -la escena mlsma de La e sc ri tu ra

no se representa y la exhlbicion de lacarta se dernora hasta el n:omento del

peligro- plan lea una paradoja. Manuela, una de las pocas mujeres que sa-

La letra de Manuela, es decir laletra de una mujer federal. seha sometidoal adversario con su propia colaboraclon, Su carta resulta un texto ventrflo-

cuo: habla par otros: y t iene un poder vicar io: la firma de Sll padre y la inteli-

gencia de Daniel . La Ignorancia de la"barbar ie" se representa aqui, como en

otros mornentos de la novela, en la ignorancia femenina.

Pero Manuela no es la unlca mujer cuya escritura esta sometida en la

novela. Inspiradas par el terror a la Federac ion, las cartas de las monjas de

la congregaci6n de las Capuchinas son compietamente serviles: cambian la

adoraci6n divina por la de Rosas. Las monjas toman precauciones de todo

tipo para no arriesgar la desaprobacion del destiriatario: repasan eltexto una

y otra vez antes de entregarlo, piden consejo a Don Candido para asegurarse

de que escriben 10 apropiado, y le envfan a Fel ipe Arana copia borrador de

una carta agradecimiento al Gobernador, pidiendole que Iehaga "las altera-

clones que crea conveniente" (Amalia, II, p.39l Y fije la version definitiva.

ben escribir en esta noveia, es la autora de una carta cuyo texto esajeno: esel

texto que le dicta Daniel.

De rnanera inversa a la cornadre analfabeta de la anecdote de Figari llo,

que le dictaba a su secretario ideas a las cuales aquel le iba dando forma

discursiva, Manuela organiza su texto de acuerdo con los argumentos y las

prescripciones de Daniel, quien Ieadvierte, par ejernplo, que no olvide norn-

brar a Rosas en lamis iva.

La Iet ra no garantiza el saber en el espacio federal: Manuela no puede

reconocer la verdadera identidad polftica de Daniel y, por 10 tanto, escribe y

firma una carta cuyas ordenes van en contra de la causa de su padre. Lej os

de connotar una destreza intelectual , la escri tura de Manuela no lasalva del

r idfculo que drarnatiza la rnujer ignorante, s ino que la con dena defini tive-

mente a el, EI sentido de la carta esta dado aquf par dos hombres: Daniel le

da razon e intencion al texto y elnombre de Rosas Ieotorga, junto can lapro-

pia f irma de su hija, l in poder polit ico concreto: lacapacidad para detener a

la mazorca, Cuando Santa Coloma irrumpe en casa de Amalia para l levarla

presa, el la Ie muestra la ca rta de Manuela. Lo primero que mira el federal es

Iafirma de Rosas. La Inocencia de lahija deja alpadre cautivo de la voluntad

del enemigo.

Como elmismo Daniel Ieexplica aAmalia en otro momenta del relata, el

heroe romantico iogra, por eJpoder de la astucia y la razon, convert ir a los

enemigos en vfctimas de su ignoraneia. Tras responder una carta a Marino en

nombre de su prima, Daniel Ieexplica aAmalia:

Esta carta 10dejard sin dormir el resto de esta noche, temblando de que

vaya a parar manana a manos de Rosas;y para euitarlo, trabajard mana-

na porque no setoque mas este negocio. Yes de ese modo como hago que

nuestros propios enemigos se conviertan en nuestros mejores servidores

(I,p.357, el destacado es rnfo).

(5) Ana Marfa Barrenechea. "La epistola y su n atural ez a g cne ri ca" , en Disposit!o. volu-

men Xv, N ' 39, Uruve rsidad de Mich ig an, 1990 . p p. 5 1·65.

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CA1<TASl)fiMUJER: CU,\I)ROS DE UNA ESCENI\ !loIUL\[),\ 41

40GRACIEL.. llATI"lCUORE

cad a actuacion valiente de Amalia con un dcsmayo, demostrando que pese

alcompromise poli tico se mantienen en ella los sfntomas sens ibles del "an-

gel del hogar".Dona Marcelina, la duefia del burdel donde se rcunen los conspiradores,

cooperu can Daniel : trae informaci6n, presta su casa para los encuentros.

Daniel ha secuestrado las car tas que ella escribe y recibe de su hijo exiliado

en Montevideo, las cuales la cornprometen pcllticarnente: can elias Daniel Ia

extorsiona. Las cartas de Marcelina no leson dictadas par otro, responden a

una inspiraci6n poHtica propia; ella esopositora al regimen. Sin embargo, es-

tas car tas no se exhiben jamas en la novela. Daniel las oculta y las retiene y elnarrador las esconde, tambien, a los ojos de los lectores, Son cartas robadas.

Sometidas a la ley de los Ifdercs part idarlos, las cartas de rnujeres en

Amalia son textos cautiuos. La escri tura se pcli tiza en el periodo rosista y se

convier te en un arrna poderosa de combate. Por 10 tanto, asf como Marrnol

excluye a las mujeres de Ii reunion de los conspiradores en casa de Doria

Marcelina -el encuentro ti ene un protagonismo absolutamente mascu-

lino-, la escri tura se ofrece y se niega trarnposamente a el ias. Puesto que

escribir es combatir, la s mujeres no entran al campo de batalla, y la escena

de la escri tura femenina parece easi imposib1e 0 esta desvirtuada. Par eso,

aunque elrelate permite allector deducir lahabil idad de Amalia yde Floren-cia para la escri tura, el texto no privilegia su exposici6n. Elias responden al

modelo que propone Alberdi, 0que pregonan Cane, Lamas, los intelectuales

proscriptos en EI iniciador de Montevideo: son, basicamente, mujeres lecto-ras . EI conocimiento adquirido en las lecturas alcanza para convert ir las en

compafieras ideales de los heroes rornanticos. Amalia puede de leer a traces

de los o jo s s u compaiiero (sic): abrazados el uno con el otro en pose rornanti-

ca, Eduardo traduce en voz alta a Byron y ella escucha arrobada. Es ta imagen

idealizada se contra pone notablemente can la de la escri tura femenina, que

se presenta, en cambia, como un cuadro esquivo cuya representaci6n provo-

ca inestabilidad e incertidumbre.De la comadre analfabeta de Alberdi, que es un pel igro porque su igno-

rancia la vuelve un enemigo en potencia, a la figura de Marcelina en Ama-

lia, que precisamente queda sujeta a Daniel porque su letra Ie tiende una

trarnpa, laescri tura de las mujeres drarnatiza lapeligros idad de laletra en el

perfodo rosista, pero tarnbien asorna en ella el fantasma de la mujer cuyos

conocimientos hacen peligrar su honor , No hay que olvidar que Marcelina

~"cuyo flaco eran las citas Iiterarias y sufuerte eran las citas de otra especie",dice elnarrador-recita a los neoclasicos, canace a Rousseau y lee folletines,

pero es la duefia del pros tfbulo, Su casa ofrece amparo a los conspiradores

pero Marcelina resulta doblemente desvirtuada: su saber literario la ridiculi-

za, y SU condici6n de pros ti tuta ladeja almargen del modelo it seguir.La propues ta de ins truir a lamujer , que surge en 1acoyuntura revolucio-

naria como ideal de la nacion civil izada, amenaza can hacer sentir sus r ies-

gos: que elpasaje ala lectura arrastre hacia laescri tura y de all la la actuaci6n

polit ica. La imagen de la lectora ofrece estampas contradictor ias: la rnujer

ilustrada corre el riesgo de convertirse en ridicula, tanto como Laignorante,

asf como de perder su vida y la de los suyos cuando no sale a tiempo -como

Florencia 10 hace- del escenario de comb ate. Par eso Marrnol compensa

E1 honor de Ia pluma .

Conternporanea de Alberdi y de Marrnol, Interlocutors constante de los

jovenes de la generaci6n del 37, Mariquita Sanchez encarna en su epoca laIigura de la mujer excepcional. Exasperando todos los riesgos del modelo: el

exilio, la separacion familiar, la perdida del hagar , ella puede ser aceptada

poc los suyos s610como un tipo slngular'P' .

Durante su exilio, Mariquita escribe cartas, E1retrato que en elias hace

de sf misma parece inscr ibirse en elreves de laironia de Alberdi y en dialogo

con las cartas robadas a las mujeres en Amalia. A difercncia de la eomadre

analfabeta de la anecdota de Figari llo, ella es una mujer ilust rad~ que no so- .

lamente escribe sus propias cartas yconoce bien los beneficios del intercam-

bio epistolar , sino que tarnbien hace posible, en ocas iones, laescri tura de su

hij o. Mariquita provee a Juan -tambien en el exilio- de los materiales que

aseguran las respuestas: Ie envia pliegos de papel, sobres y lacre para sellar,

al t iempo que le indica las rutas rnenos r iesgosas para remitir la correspon-

dencia.

En posicion inversa a Marcelina, que enAmalia recibe Informacion de suhijo exiliado e intenta eooperar can los opositores desde adentro, Mariquita

es -desde su exilio montevideano- una informante constante de Juan,

quien dirige en Corrientes un peri6dico de oposici6n al regimen. La corres-

ponsal se queja rel teradarnente de su saber, precisamente porque -como

Alberdi- tarnbien ellaentiende que lalectura y laescri tura son propiedad de

una elite eminentemente mascullna, a la que pertenece excepdonalmente.

Estoy cansada de 10 que veo y se. Quisiera ignorar todo, uiuir en una choza

abandonada al destino, y mi destino bizarre me pone siempre al corriente

de tantas casas que me afligen sin poderlas remediar. Mucha he enuidiado

las mujeres que no pasan de cierta altura, que no comprenden sino Laque

(6) Salva ndo las di st an ci as, e l rol qu e a sume Mar iqu it a r espe cto d el ci rc ulo de int el ec -

tual es d e l a g ene rac ion rornant ica a rge nt ina pu ede cornp arar se al q ue e jer ci eron en Fran-c ia a lgunas mujeres i lustradas -y"ex ce pciona les "- du ran te los sigLo s XV I I YXV I I I. Dena

Goodman -The Republic of Letters.A Cultural history of the FrenchEnlightenment, Ithacaand London, Corne ll Unive rs ity Press , 1994- sefia la que Iasoc iabi lidad Iiteraria de la epoca

acepto e ll iderazgo de Lasanfit rionas en las corte s y los salones , en tan to su rol se sus tenta-

ba s abre un a nocion de "cornplerncntariedad" de los sexes, no de "igualdad", A traves de la

conversaclon en snciedad y de l a e scri tur a epist olar -pr eci samente, los dos lugar es de re-

ferenda ine ludibles s ise quiere indagar la figura de Mariquita Sanchez -c -Ia mujer i1ustrada

c jer ce su " inf lue nci a" c ivi li za tor ia en un mundo dond e imperan cr idigos de guer ra.

Mariqulta Sanchez, Carras,Clara Vilascca, compilaci6n, prologo y notas , Buenos Aires ,

Peuser, 1952.

.,. .-, ---------------- --------------

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GRACIELA HATTICUORE42 CAKIAS DEMUJER: ClJADIWS DEUNA t:SCENABORRi\IM 43

pasa en ia esfera donde tienen qlle uiuir;pam las ~/rleIwy mil gaces [aclies

de adquirir y que ni sospechan las penas que se sienten en arras.La eleva-

cion de ideas ya sabes cudnto cuesta y /0 mejor que lepuede a uno suceder

esque 10(omen par extrauagante si es hombre y par pedante s i es mujer

(Cartas, p. 40).

Las cartas de Mariquita drarnatizan el peJigro de un conocimiento es-

pecialmente riesgoso para su sexo: su saber privilegiado Ie asegura algomas que el sentido corruin que Figarillo niega a la cornadre anal fabe~a, .Ie

da tambien una conciencia polft ica que Ia cornpromete. Cruzando el lfrni te

de la"mujer lcctora", su escri tura delata la transgresion a la ley federal, pero

tarnbien conlleva el fantasrna de otro exceso: el de un saber desmesurado e

impropio que acusa a la "pedante", EIgenera epistolar Ie br inda la pos ibil i-

dad de ensayar nuevos aprendizajes a traves de los corresponsales: leer los

l ibros que Ieenvia Echeverr ia, ver Parfs a traves de los Oj05 de Alberdi, saber

de laaccion cornbativa de Juan. Los interlocutores masculinos, que son mu-

chos, variados y prcs tigiosos =-Gutierrez y Sarmiento, entre otros- , le acer-

can escenas vedadas ala mayorfa de las mujeres. Leer al otro es un modo de

apre(h)ender su experiencia.En una de las car tas a su hijo, Mariquita Ie relata una anecdota. Ella yVa-

rela han asist ido juntos ala ejecuci6n de Ull daguerrotipo. EIepisodic la deja

maravillada no solo porque esta observacion abre ante sus oj os una de lasnovedades de la tecnologia de laepoca, sino especialmente porque laescena

le permlte ref lexionar tambien sobre la importancia del arte en 1arepresen-

tacion hist6rica. Presenciando e1proceso de elaboration del daguerrotipo,

Mariquita observa c6mo los mas pequefios objetos, a s i~ple vis~aindcfi .r: i-

dos, de una plaza del Ianeiro pueden tomar forma gracias a la ~nnovaclOn

tecnol6gica: "can un lente de aumento, yes que eran unas camlsa~ y unas

medias tendidas en Ia saga en el corral de una casa, que estaban, SIO dud a,

bien lejos de pensar que i rfan a la historia. iQue objeto de meditat i~~, !uanmfo!" (Cartas, p. 38). Mariqui ta celebra el poder de la lente que posibilita la

primacfa del detalle cotidiano en la definicion del cuadro.

Lo que fascina a esta espectadora es la vir tud binocular del daguerroti-

po, que pone en primer plano la presencia hasta entonces intrascendente

de 10 domestico, capturando y fijando esa imagen. La anecdota puede fun-

cionar como metafora de su propia escritura. Como Ia lente que ampJfa eldetalle familiar y 10pone en primer plano, Mariquita acumula en I~s .cartas

los pequefios saberes domestic os , los dialogos, las anecdotas de ~aJes, los

datos certeros. La escritura, como el daguerrot ipo, opera su propio efecto

transformador sobre la cotidianeidad de una vida singular: reuela en ella a la

mujer comprometida con su tiernpo y fija para la historia 10 que amenazaba

perderse en el olvido'?',

Frente a los avatares, del exilio yin riqueza perdida, la corresponsal funda

su honor en la pluma: "Como di]o aquel sujeto -escrihe a Juan-, si [ado se

pierde nos quedara el honor. Yo he seguido en mi vida este ejernplo, pare-

ciendorne que las dernas desgracias se pueden reparar y €ista[amas. Asi, si

somos pobres, nos cubrira la gloria. Paciencin" (Cartas, p. 4]).

Laescri tura permite imprimir a los hechos -doblemente transgresores si

atanen lavida de una mujer-Ia Interpretacion deseada por su protagonista:

somes pobres y estarnos exiliados porque somas decentes y patriotas. La es-cri tura rest ituye simb6licamente un lugar de privilcgio que los avatares de la

vida polft ica han puesto en r iesgo: para ascgurar su perpetuidad Mariquita

prornete anecdotas del pasado a sus corresponsales y !leva, en Montevideo,

un diario del exilio para Echevcrrt a. En el ejercicio del genero epistolar es

posible conjurar Inosadfa del conocimiento excesivo: la escritura se justifi-

ca aquf en su doble funcion de brindar informacion iit il para las decisiones

del presente y tes timonio para el futuro. EI saber y su expresion adquieren

una funci6n trascendental que dignif ica Ia osadla de lacorresponsal. Menosvacilante que sus contemporaneos , ella afirrna: "es preciso cmpezar por las

mujeres sise quiere civilizar un pais", mientras proyecta fundar una escuela

de nif ias cuando se acabe la guerra. Convencida de que su honor se preserva

en lapluma, Mariquita Sanchez ensaya en lacorrespondencia laf igura de lamujer autora, que mas tarde ejerceran sus compatrlotas,

La memoria de la patria

ieOmO hemos de tener patria

sin honor? Los hombres sin el no son

hombres y sin hombres no hay patria.

Amalia

EIpersonaje mas cercano a Mariquita en la novela de Marmo] es laSene-

ra de N., una viej a unitaria que hace su aparici6n en "Escenas de un baile"

(segunda parte, capitulo VIO. La Senora de N. es tambien una mujer lectora:en los gestos de los hombres y las rnujeres, en sus movimientos y en sus ves-

tides, ella puede leer Ia adscripcion polftica y la clase a laque pertenecen.

po rciona un a l ccclon: l a I ec tura e n c lave pu ede con jurar los r le sgo s de los cor resp on sal es

en e l e xi il o. "Hac er un e nigma de 10v isibl e l ' u n sab er de 10 incogni to s on los proced irnl en-

las por los cua les Mariquita descifra e lexterio r y nos h abl a d e sf mi sma sin t ener sc nunc"

como objeln. [. .. 1Mar iqu it a se r es erva el l ugar de l a e viden c!a. Como dagu er ror ip o, p ar un

lado retrara. y po r ot ro ci fr a, p ara qu ien s al le leer" ("Mariquita Sanchez de Thompson lUna

anecdota para Incultu ra a rgen tinu t" , ell Nuevo texto critico 4, segundo scmcstre, Stanford,

California, 1989, p.43.J.

(7) S ilvia Delfino ha ana iizado esta esccna como rne ta fo ra de uno de los procedimien tos

d e l a e scr it ur a de Ma r iqu it a Sanchez. Relat ad a a su hi jo, l a e scen a del daguer rot ipo l e p ro ·

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GRI\CIELI\ [JAn"ICUOIlE

44

Anonima en el relato, la Sei10rade N.es el registro del pasado, Ella ex-.

plicita laclave del rol politico de las unitarias: las mujeres asisten a la fiesta

federal para hacer notar, en lagalanura de sus vestidos, en sus gestos, en su

belleza "de otrora", una diferencia social y partidaria. Son la ocasion de In

revancha: "Esees nuestro unico desquite: que 10sepan: que cornprendan la

diferencia que hay entre ellas y nosotras. Por 10 demas, elnesgo no es mucho,

porque, ique pueden hacernos? Por otra parte, no hablarnos sino entre noso-

tras rnismas" (Amalia, I,p. 226). Silenciosamente, las unitarias ejercen un rol

decisive, indispensable para sostener la resistencia y mantener viva la iden-

tidad polltica: exhlbiendo Ladiferencia, las mujeres recuerdan Incontienda,

recuerdan que hay otra patria posible.LaSenora de N. trae a-la novela el archive geneal6gico de los personajes

y,can el, lapersistencia de una diferencia poHtica que para ella radica en la

diferencia de dases. Este personaje drarnatiza el ral que ejercen las mujeres

opositoras enAmalia: aunque no escriban 0su letra permanezca oculta, elias

tienen una misi6n decisiva y prioritaria, lade mantener viva la patria imagi-

naria, retener la patria de los proscriptos unitarios y la alianza con la nueva

generacidn. Por eso la Senora de N. instruye a Amalia, transfiriendole su sa-

ber de c1asea quien reconoce como la sucesora posible de una herencia.

Contra las teorfas de la cpoca que intentan definir 1anacion como una

comunidad lingilfstica, geografica y religiosa, Ernest Renan sostiene, en

1882,que una nacion esta integrada por un conjunto depersonas que tienen

un pasado en cormin y un futuro posible, y que todas elias coinciden en que

recuerdan y olvidan juntas una cantidad deeventos y habitos aprendidosque

hacen a su vida en cornun, Lasmujeres unitarias cumplen esa Iuncion clave

en Amalia: mantienen vivoel recuerdo de lapatria aiiorada, son las deposita-

rias de un legado que deben transmitir para poder preservar lapatria deseada

del olvido,Larepresentacicn simbollca de las mujeres en muchos de los textos del

perfodo esta unida a lade lanacion: el honor de la patria en Amalia 10guar-

dan las mujeres, asfcomo elhonor deMariquita sepreserva en lapluma, que

leasegura un lugar en lahistoria. LaSenora de N. no escribe su saber, pero

el narrador encuentra un modo de hacerlo trascender: a traves de su voz Ia

memoria de aquella ingresa alrelato y sefija en letras de molde para los lee-

tores del futuro.

CUERPOS (FEDERALMENTE) VESTIDOS DE SANGRE

AMALIA y MANUELA ROSAS, DEJOSE MAru.10L

Sandra Gasparini

EIbafio de sangre de EI Matadero y Amalia: la gran metMora unitaria

del perfodo rosista. Un vaso de sangre es elobjeto ritual que sostiene Rosas

despues de que Ieson lefdas las "clasificaciones" de salvajes unitarios. Conta-

minado con laescena chamanica, elnarrador deAmalia comparte el estupor

de los secretarios del excelentfsimo senor: "[EI 5011 venia a reflejar I..l en elagua del vaso un color de sangre y de fuego" (II, p. 153). Lailusi6n optica se

carga de.sentido, adquiere el estatuto de sfrnbolo, Listas negras y degliello,

elanuncio del terror del 40. Sacerdote atavico que bebe Ia sangre y la tinta

anticipatorias de la derrota, el Rosas de Marmol une la astucia fria-como

lasangre de las victirnas que suda- y una dionisfaca vocaci6n de poder. EI

alar de lamuerte parece enceguecerJo, como al tigre ("bebia sangre; sudaba

sangre y respiraba sangre"). De todos modos, su politica es eficaz porque es-

tablece un pacta entre pufiales y papeles: elrosismo tiene un orden cerrado

del que carece la resistencia. Daniel Bello, sobre elfinal, confirma esa pre-

sundan, perc ya estarde. Cuando en 1855Amalia eslibra, Marmol agrega las

claslflcaciones, esos "curiosos documentos ineditos", Presentadas por una

nota de autor, cumplen con un proposito especifico, "que sevean elorden y

la prolijidad de esas tab las" (II,p. 142).

Una mancha de sangre, una hernorragia (provocada por federates) que

produce verborragia (en eldiscurso unitario) cuando la Mazorca acecha. EI

lenguaje de los unitarios enAmalia y El Matadero es un lenguaje afiebrado

y sobrecargado. Desde el banda federal, la ret6rica tambien se inflama, aun-

que parodiada par el narrador involucrado de la novela, al que no lebasta

celebrar larisa amarga en laficcion. Entrecruzando cuerpo y voz en otra nota

de autor, el compromiso can la.causa empuja a Marrnol a seguir incluyendo

documentos (una tradicion que brilla particularmente en Pacundoi, en este

caso, ratificadores de ese usa estrategico de la hiperbole rosista: "diga siem-

pre el doble" {II,p. 213). Frente a la real eficacia de esta batalla verbal, sus-

tcntada en elcorrelato dela violenciadel punal sabre los cuerpos, laretorica

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SANDRA v,\SI'ARINICUEKPOS (FE[)I,RALMENTEl VESTIIJOS DE SMIC;RE 47

dificil de la existencia publica: 51! legislaci6n y sus principios de gobicrno!"

( II ,p . 31). 0: "Seis mil soldados , tendidos entre los reductos de Santos Luga-

res, estaban esperando la voz del asesinc de su patria para abocar sus arm as

contra los misrnos que les traian lal ibertad" OI,p.57) .Pero los unitar ios son

politicos que se han quedado solos hablando en la palestra desierta: "Este

aparente contrasentido en un pueblo, cuya mayorla maldice las cadenas que

10oprimen, y espera can toda la efusi6n de su alma la regeneraci6n de la

l ibertad patria, yo s c bien que los unitarios se ernpefian en separarlo de suconsideracion .." (U, p. ]24), le escribe Daniel a Bucher Martigny refirieudose

a lavirtual cooperacion de los vecinos de Buenos Aires con Lavalle. Elpueblo

de 1810 no es el de Hl40. Se trata de un "pueblo crirnplice" que "ha de pagar

con su sangre, con sulibertad ycon sunombre las vacilaciones de los enerni-

gos armados del t irano y elegoismo delos ciudadanos, indoientes ala suer te

de su patria y a lasuya propia" (II ,p . 171).En el charco de sangre que es la Federad6n chapotean, indudablemente,

todos. Sintetizado, esbozado en El Matadero, salpica a todos los personajes,

los inunda. La torrnenta de sangre que encapota el cielo de la patria en el

principle de Amalia se precipita en laquinta parte, como correlate del cam-

po sernantico en el cual se desl izan la "epidemia" y la "infeccion", La lucha

entre ambos bandos constituye ese baf io de sangre, imagen que implfcita-

mente proporciona Daniel al reprobar las disputas internas par elpoder .

unitnriu resulta csteril y facilmente combatiblc para Rosas. Cuando Ieleen la

proclarna de Brizuela, suspira: "[Bah, palabras bonit as de los unitarios!" (I, p.

364).

EI derroche de adjet ivos no solo aparece ridiculizado en la enumeraci6n

de epftetos rosistas refercntes a los unitarios , sino tarnbien en Ia manera en

que el narrador parcce sufri r la rct6rica supl icante de don Candido, el viejo

maestro de primeras tetras. Amalia parece rogar un discurso sustantivo, aun-

que esto trabaje en contra de su propia constitucion'!' ,La que desborda -Ia violencia, el resentimiento y la venganza- el uni-

tario no 10 puede contener. Pragmentacidn, desmernbracion de los cuerpos

son elementos que cornponen la metafora de la generaci6n proscripta'",

Pero 10 que propane Daniel. can su accionar, es la celula unica: dada la

ausencia de "espfri tu de asociacion" de los (unitarlos) argentinos, hay que

actuar por cuenta propia y socavar elpoder . Trabajar sobre el trabajo ajeno.

Sin embargo, alllcgar tarde, al no poder conciliar vida publica y prlvada, el

Estado 10a1canza.Una disyuntiva drastica: exilio de 0 conspiraclon en la patria, "Una Iucha

esteril, pero terrible" (II, p. 126). adjetiva Daniel para Florencia: la adversa-

ci6n es un chirrido. 0 la esterilidad de un acto exime a este del horror, a la

presencia del "perc" revela la ausencia del conector aditivo: esteril y encima,terrible. La aumentacion presume la inutil idad de In lucha y Ia consiguiente

mutilaci6n de los j6venes cuerpos expuestos, inmolados. Corolario del ideo-logema intelectual incomprendido por lasmasas, esta formulaci6n de Amalia

cobra cuerpo en ot ras textos de su siglo y del nuestro, recorriendo diversos

posicionamientos polfticos (dlgamos, brutalmente, de Echeverria a Andres

Rivera). Esbozado en Ia segunda car ta a Pedro De Angelis y en la "Prirnera

lectura" de Echeverria en el Salon Literario, en octubre de 1837, el patriota

I lustrado se lamenta de laester il idad de su traba]o, pero 1 0 emprende. "Nues-

tros padres hicieron 10 que pudicron: nosotros haremos 10 que nos toea"!".

Marrnol ha palpitado probablemente los discursos del Sal6n yes una especie

de primo menor de es tos "hijos de los heroes de lalndependencia". Contami-

nada en laescena y cavilando desde laotra ori lla del Plata, busca una matriz

que lepermita narrar elf racaso y aventurar sus motivos . iEn que se equivoca

ahora el pueblo? La adhesion de es te a la tradicion retr6grada colonial Ieirn-

pide asimilar la Revoluci6n: "iComo si el pueblo, atrasado para comprender

la i lus tracion ajena, pudiera ala vez ser bastante civil izado para darse 10 mas

La empinada y solitar ia barranca de Marco

Un camino tor tuoso que pocos patriotas recorren. EI abismo del deber:

barranca de Marco, barranca Yaco. Iren coche almuere. 0hurtarle cl cuerpo

ala inmolaci6n y vivir para contarlo. Eduardo Belgrano -Ia prirnera vez, para

desencadenar elrelata- elige 10 segundo. Quiroga lehace frente ala muerte,

cum pIe su deber y salva su reputacion, pew el destine traglco 10 alcanza:

como toclos los ablsmados, es otra vlctirna de la Esfinge, del verdadero Tigre.

Haydiversos usos de las barrancas enAmalia. Uno que implica un picado

descendente y traduce elmovimiento en un suictdio, un despefiarse hacia la

muerte. Este 1150 alcanza a Daniel y Eduardo, quienes frente a la imposlbill-

dad de acordar una polft ica cormin con los exiliados , con elejerci to unitar io

y los conspiradores rnismos, se inmolan, arrastrando la "inocencia" en la

cafda, EImovimiento complemcntario: ascender labarranca para obtener la

salvaci6n (proviso ria).Ala "Casa sola", tambien en la barranca (de San Isidro). se asciende para

l ibrarse de la enfermedad, de la peste que azota laciudad; se desciende para

cornbatir 0 escapar. Ambos SOil caminos de ida. Tarnbien es un lugar de re-

fugio para elamor,la vida privacla: " los dos amantes ernpezaron a ascender

la barranca, paso a paso, hablando con los labios y can los ojos hasta que

llegaron a [a aislada y desierta 'Casa sola" (II, p. 97). Pero la Mazorca no es

enfocada en ascenso ni descenso, sino en su merodeo, en su asedio a las

OJ En Literatura argentina y realidad politica, Buenos Aires . Cen tro Edito r de America

Lat ina . 1 982 , Dav id Vl it as c ont rap onc l a d esc ripci6n d e l as cas as d e Ro sas y Amalia Irustici-

dad- urbanidad). Obser va que el narrador ahorra adj cttvos enla prir ner a, mientr as que en

Insegunda su abundancia des real iza la cscena, Enesc desequillbrlo , ya serialado por Viftas,

emerge l a t e ns ion - ideo logka, c sr et ica -« qu e ar ti cu la l a n ovc la,

(2.) Eduardo Belgrano e s. p ara Dan iel Be llo. "un a p er soni fi cn clon de l a ac tual ida d, e n

cuya sue rte podrfa estud ia r e ldest ine de Ingeneruc lon 11 la que pertenecfa" (11 ,p . 123).

(3) En I'clixWeinberg, E I S a lo n Literario, Buenos Aires. Hache tte, 1977, p . 170 .

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CUERPOS {l'L,DEf(ALMENTEI VESTII)OS DI' SANGRE 49ANDRA GASL,\I(LNL

4X

telas t ie Holanda y los encajes de Francia, al cuerpo deseado de Amalia. La

Mazorca se instala, no llega. Sihay movimiento de grupo en la calle, siempre

sera federal. ya que el cruzado Lavalle nunca aparcce.Se cuenta el descenso

y ascenso a los cuarteles. Lamirada policiaca asalta.La "pendiente" por la que se ha lanzado la"nueva generacion", segun don

Candido, es otra rnetafora que connota la inmolacion.Un segundo usa es elque pone de relieve la orograffa urbana. Elevaciones

en una ciudad chata e infectada par elvirus ros ist a. Lugares est rat egicos: Da-niel le propene aldoctor Alcorta -maestro del cual el texto no se burla+- que

Lavalle invada por Barracas y suba par la Barranca de Marco "que es elpunto

mas sefialado" (II, p. 171). Son lugares que sirven como punta de partida del

ataque a que guardan, hurtan el cuerpo a "aquel ai re que [... J asfixiaba" (Il,

p. 194). El lector, par otra parte, esadvert ido de que este "habito fernenil" de

ocultarse en eldomicilio pr ivado es inducido por elterror de laMazorca,Tercer uso: laposibilidad de un punto de vista privi legiado para el narra-

dar, una perspectiva que roza la de Facundo. La barranca de Balcarce corno :

pan6ptico de la ciudad que, en una mirada que sus trae los cuerpos infecta-

dos, puede exhibirse en un goce estetico (quinta parte, capitulo 13; 11,p. 231),

frente ala ciudad teriida de sangre que escribe en el capitulo anterior: "Todo

alii esbello, suave, arnoroso: esel contraste vivo can la naturaleza moral de la

ciudad vecina. Pero hajernos",

unitarios. Las bandadas de negras y rnulatas invaden la ciudad: anuncian la

disolucion de la familia (quinta parte, capitulo 1). La delacion es el.servicio

que se le reccncce al negro, euya palabra es una vez mas expropiadn y usada

par el Estado. Si el narrador exhihe todo su horror para dernostrar In inferio-

r idad racial de estes personajes hiperquineticos , juega su carta civilizada al

entronizar a Pedro, elviejo criado del coronel Saenz y servidor de la bella, en

Ia inrnortalidad de los heroes: vivio luchando, agradecido, para los ejercitos

de blancos que Ie concedieron la libertad, y rnuere defendiendo a su fragil y

generosa "senora". iPor que su cuerpo, cerceriado en cabeza y tronco, per-

manece en l a casa de Barracas despues de la tragedia y 5610 es retirado al

dia siguiente, junto con los cadaveres de los mazorqueros, por el carro de la

policfa? Talvez porque, a pesar de estar cubierto de glor ia, Pedro s iga siendo

un NN . P er o eso, por ahora, fa cronica no 10 cuenta.

Los criados no hablan como la "morenada" de los cielitos de Ascasubi.

Marmo) no reproduce las voces bozales de los negros, decide queese discur-

so no tenga lugar en el t exto. Luis Perez logra haeer hablar a esas voces, en

la decada del 3D, tal vez con mayor verosimilitud, pero desde losantfpodas

del autor de Amalia. Desde la tribuna de la demagogia, el moreno "Iua de

Dios" deja en claro ladisponibilidad de fuerzas con las que cuenta don Juan

Manuel: "Yasi agora utc verasi I Cuando eti quiera soldao, I Voluntario los

moreno I Taro arleta a su lao"(4}.

"Hablar, mentir y aluclnar"

iVivir sabre un volcan \ .! "

( \

Lalogica de Amalia suma dos premisas para explicar la derrota definitiva

de los unitarios: cuehilIo + decreto de expropiaci6n (II, p. 225). Esdecir, la

fuerza y una ley astutarnente pensada consti tuyen elpoder de Rosas, al que

Bello no logra derrocar para instalar su proyecto de Estado.

. Si l a ciudad se transforma en un "cementerio de vivos" es porque la uni-

ca vida que cuenta es la de la civilizacion, y esa se va con la "agonia de las

vfctirnas" (II, p. 224). "La humanidad. Ia familia, todo se habfa desoldado y

roto": esta disolucion, anunciada por las "bandadas" de negras y mulatas

que, como las aves de presa de El Matadero, invaden la ciudad, se produce

porque la"soldadura" no estaba bien hecha. En lugar del estaf io del modele

centroeuropeo, la patria ha sido soldada con las "tradicio nes pestilenciales"

hispanicas.Pero elnarrador va distribuyendo indicios ambiguos. Hay un deictico que

ins tala cierta sospecha si se practica una lectura de corrido, porque abarca

una gran constelacion de slgnificados y subraya la hiperbole que anuncia el

EI terror rosista transforrna la rcalidad en alucinacion: fantasmas, sorn-

bras que rodean lacasade Amalia y que acechan en la oscur idad. La estet ica

de E.T.A.Hoffmann apareee invocada para traducir este efecto. 1. 0 que que-

da de manifies to es, aunque el narrador se ernpef ie en ocultarlo, que Rosas

se ha ganado ese poder, que no es tan" Ignorante" ni "vulgar" (II ,p . 212). Acu-

mula lasuma maxima de poder porque sabe "hablar, mentir y alucinar" (Il ,p .

55). La ofuscaeion malogra ladetraccion racional: por un lado despolit iza el

deseo de poder de Rosas y 10hace derivar de un capricho personal que arras-

tra a toda la Republica. Por otro, diserta sobre la"fi losoffa de la dictadura de

Rosas" (II, p, 219). Una mezcla que lamisma escritura entreve eficaz.

Cosas de negros

Sin embargo, el Tigre no esta solo. Un "coro de esclavos" rodea a las ver-

daderas voces, las de mando. Ese coro esta integra do por los mazorqueros

y pOl ' la "plebe", la "chusma'' federal del matadero. Es ese mismo coro que

Manuelita se esfuerza por no ver ni ofr ,La palabra escuchada de la criada negra -el narrador parece ensaii.ar-

se: a la marca de 10femenino agrega negras, serviles- decide la vida de los

(4) En Luis Soler Canas (comp.) , Negros, gauchos y compadres en el canc ionero de la

Federaclon (1830·1848), Buenos Aires . Ins ti tu te de Inves tigaciones Hls to ricas Juan Manue l

de Rosas, 1958. .

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50SANDRA GASPARINI CUERPOS(~EI)ERALMENTEJ VESTIIJOSDESANGru, 51

error de Bello: todos. Danie l es pel ig roso para los federa lcs porq l ie "1 0 debe

saber todo" (juega para los dos bandos). Sin embargo, esta condicirin om-

niscien te no le impide padecer e l horror f inal : con tra e l rerror general izado

de Rosas, no se puede luchar, debido a que es el unico poder omniscienle,

controla todo.arm modalidad de esa estrategia aparece en las palabras del general

Mansil la a Bel lo . En el momento en que ambos reeorren lac iudad aparente-

mente desierta, el general conjetura: "Todos esperan, amigo mfo", Sorpren-dido por la l iviandad con que selanza esa afi rmacion , Bel lo a taca sut ilmente

con la estacada de la i ronia sobre la h iperbole, p icard la que le fal ta a l narra-

dor cuando hornogeneiza ideolog ies refugiado en la generosidad de ese uso

comodinesco: "Es asornbrosa laman comunidad de opiniones que reina bajo

nuestro sistema federal" (II, p. 118).Pero 1 0 que mas i rr ita a ese narrador es

no comprender la logica rosista que indiscriminadamente siembra el terror,

una loglca despiadada que provoca los ternblores de don Candido y 10 haec

pronunciar, frente a Belgrano y Bello,"yo soy de todos, sf, senor, de todos" (II ,

p. 176). (Lamisma perplejidad frente a las arbitrariedades cometldas durante

e lgobierno de Rosas se t raduce enAscasub i en tragedia deseneadenada para

Isidora, laArroyera, quien "un fin funesto ha tenido, , sin valerie elhaber sido

, federa l ay mazorquera")Enunciado como anntests, ese "todo" logra el efeeto de arbitrariedad

deseado que se retoma en otras ocasiones: "Pero en Buenos Aires ningunoera sefialado, y todos estaban bajo el anaterna" (II, p, 132, destacado mfo).

Mas adelante, Victorica responde a la inquisicion preocupada de Manuela

sobre las fuerzas con las que cuenta "ta ti ta" en la c iudad : "Todos y ninguno"

(II, p. 185). La antitesis anuncia el poslble horror federa l, t raducido en elRo-

sas deambulatorio y sin cama fi ja que no duerme con sus soldados. Preve la

fluctuaci6n que impliea eldefctico: puede llenarse 0vaciarse a favor, y esto \0

determina la capacidad del gobierno para producir terror 0 la ineapacidad de

las fuerzas uni tarias para convocar a la que l laman "chusma",

Otra vuelta de tuerca transforrna la hiperbole en sinecdoque. Hay un

todos que equivale a un nosotros y se separa un poco del procedimiento de

total izac i6n que pretende desideo logizar a los sujetos en cuestion, mojar los

con elsudor del miedo quecompor tarfa lamala lec tu ra de signos de recono-

cimiento 0 la ausencia de ellos ("por e lmiedo que reciprocamente se tenfan

todos", II, p. 192, des tacado mio). EI capi tulo 16 de la tercera parte se tirula"Todos cornprometidos" . iQuil~nes son "todos"? Los hombres del 37 repre-

sentados en ese pufiado de mart ires . "Todos" son los que esperan labal lenera

que se re trasa ( II ,p . 196). Un todos pequefio. pero el que importa a l texto.

Sobre el fina l, Eduardo reprende a Amalia cal if icando la intenci6n de ella

de defenderse de laMazorca como posible causa de "la perdida de todos" (II,

p. 203). Y en el usa de esc pronombre se juega e .1andarn ia je . ideo,16~ic ::o.e ,~texto. Al fundir ambos "bandos", separarlos, des igner una mmona lucida

fina lmente exterminacla , condensa los vaivenes de la pol it lca nacional en el

per fodo rosis ta . "Tcdos" y "ninguno" traducen una masa de cuerpos dispo-

nibles para e lpoder que apl ique con mayor astuc ia e lar te de la persuasion.

Amalia narra 1ader ro ta de un "ninguno" que no supo ser un "todos 'T".

Manuela Rosas, "celibate eterno"

En 1850 la fama de Manuela Rosas ha alcanzado dimension In ternacio-nal, Se la rnenciona en la prestigiosa Revue de Deux Mondes, se habla de ella

en Madrid y varios viajeros inglescs testimonian su in teres por tener una

entrevista can ella. Ese rnismo ano, en Montevideo, publica Marmol el folletoManuela Rosas.

Las alianzas de la sangre tienen para Marmo] una importancia crucial

cuando se trata de pensar el rosismo. Sien Amalia -cuya redaccion se cree

simult anea a la del folleto- l os nifios estan expuestos a Ia intemperie del

exilio 0a un presen te que probablcmente hard mala escuela '" , enManuela ...

se rompe la li nea de violcncia que une al matrimonio Rosas-Ezcur ra con sus

hijos. Manuela pertenece a su padre porque elpoder rosista no admite espfas

ni colaboradores int imos de o tra sangre. Otra c lase de alianza, argumenta

Marmol, podrfa sign if icar e l descubrimien to de los mecan ismos del hor ror

que sostienen a ese poder. Para que elpacto tenga lugar , seconsol ide yno sea

quebrada, Rosas hacc uso de una logica perversa: Marmol, de un proceso devictimizaci6n de laNiiia que culmina en la anaforizacion de un complemen-

to, repetido ocho veees: "Por su padre, e lla ha sido profanada en un lodazal"

(p, 124)(7).Glacialmente astuto, como 10 prescnta siempre Marmol, elRestau-

rador acorrala a su hij a en una disyuntiva frente al goce de un arnor que no

sea el suyo: c1andestinidad de la pasi6n 0 proscrlpcion del deseo. Y aunque

fuera parte de un (incestuoso) acuerdo tac ite, se agrcga alcr imen la ret irada

a que obl iga elpadre a los v ir tua les pre tend ientes de lah i ja . Indudablemen-

te, los uerdaderos hombres estan en Montevideo, han side condenados al

anonimato 0 a adelgazar sus existencias hasta pasar inadvertidos. Perfila asf

la argumentac l6n poster io r. iQuienes rodean a Manuela en las antesalas de

(5) Cf . e l usa de Marmo! can el que huce el edi tor del per lodlco EI Gaucho, N° 16, 8 de

di ci ernbre de 1031. En cl poe rna t it ul ad o "EI Gaucho" , el que hab la n ar ra los fest cjos popu-

l ar es c an mo tivo d el r egreso de Ros as a Bueno s A ires . Ye l q ue di ce " ta d as " t arnpo co dudasobre el alcance de esc dei ctico; I este]a el des borde que l e p rovoca el saber se miembr o de

un todo: ·VIVA,VIVA.VIVA I Repetfan todos , todos , I Yen el todos se f ij ahan I Yyo ramien

entre todos" (So le r Canas . op. cit., p. 32).

(6) "La nifiez abrfa l os o jns ant e un c ul to de sa ngre" , Amalia, II, p .30 . Lan lnoz aparece

expues tu t ambicn en EI Matadero: e l ni i' lo qu e ob serve l a e scena del t aro es d ego ll ad o por

un l azo, E la rt iculo de C ri st ina Igl esi a incJu ido en c st e l ibr a se d et le ne p ar ti cul ar rne nt c so-

bro este problema,

(7) Jose Marmol, Asesiruuo del Sr. Dr. D. Florencio Varela. Manuela Rosas, edickin y pro-

logo de J uan Car los Gh iano, Bu eno s A ims, Casa Pa rdo , 1972. ' fa ci as l as ci tas co rr es por idcn a

est a cd icinn, ent re pa rent esl s se indi ca el n ume ro d e p rigina.

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SA ND RA G A SP A RI N I CUE 1H 'O S ( FEDEHALMENTE ) VESTllJUS D E SA NG R E 53

52

Historiu de IumiliaPalermo·? Una calila de protohombres que replan, y en su condicion servil ,

pueden leer solo un enlace con el poder en aquellos ojos (en los que el ro-

mantico decodificarfa una cartograffa del arnor). Sin embargo. yen un plano

meramente actancial, en igual situaei6n se encuentra Daniel Bello frente a

esta aceleradora de t ramites oficiales en el capitulo 10 de la cuarta parte,

pidiendole una carta salvadora. ~QLleocurre en el pasaje del Iolleto a ficcion

folletinesca? EI50licitante, como la benefactora, es una victlma. pero fatal,

de una logica poli tico. drasr ica. Si pide, es porque intuye 1 8 0 derrota, ha sidernanipulado par esa diplomacia humillante que perrnite irnplorar clernen-

cia, aunque no just icia. Hace usa, como "esos reptiles" . del "minister io de la

conmiseracion'P', aunque interceda por una mujer (Amalia).I

.Con el objeto de "amplificar,t~dos los efectos de su educacion" la segunda

pal te del folleto cruza las efemendes del rosismo con la vida familiar. E I acce-

so de, R~sas al pode~ can facultades extraordinarias trastrueca las relacicnes

domesticas, Pareceria que un vinculo dist into can elespacio desencadena la

orgfa en la ciudad:

Ros~ empieza a desenuoluer elsistema, cuyos elementos habia estado con-

fe~cl~nando desd~ el desierto, a merced de Laintriga y de Lasdesgracias

publ!~as ~u_eparttan de 1828. Y con esa epoca da principio a fa relajacion

d~lajusticia, de /a moral y de las costumbres publicas en la infeliz Buenos

Aires (pp. 112-113. destacado mfo).

"Una parodia de Versatles" EJ espacio urbano, como Manuela, se corrornpe can la barbarie. Ahu-

yent~da I,~"clase culta", cuyas costumbres "sucurnben can las personas en eldestierro (p, 113), privada de interlocutores validos, la hija del Restaurador

sehunde en el barro de laFederaci~n. "Buenos Aires empieza a desapareccr",

c.omo en Facundo, como en Amalia: Ia patria liberal agoniza, En 10domes-

tICO,est ,a transfiguraci6n se corporiza nuevamente en la figura ret6r ica del

exc~s.o:,'En la easa de Rosas se hiperboliza, natural mente, todo, sin exceptuar

el VIeJO(p. 113). Ver y ofr la"vocinglerfa orgfaca" esel germ en para engendraren Manuela una "segunda naturaleza", Sus gustos y sentimientos se relajan

como conse~uencia de los relatos de la muerte del enemigo, la cr6nica diur-

na q., :e Ia allmenta. Mujeres de "alma y boca prostituidas" levantan entre

la Nma y las "Unitarias", "altivas, radiantes de espfri tu", un cerco aislante.

Frente al banquete orglaco, la naturaleza inicia 1aretirada. No acornpafra a

los actores, como a los heroes rornanticos de Amalia, porque estes provocan

una .tempestad en el lenguaje, su c6digo es el del exceso que eontamina la

escntura que la cuenta:

Marmol percibe en la voz y ropajes de los tfteres del "despota" un rnis -

mo tano, el del Jefe. La escena de Palermo. a sus ojos -u ofdos- padece

la ausencia de discusi6n, se acartona en la construction monoliti ca de unmega-yo y bordea el grotesco: "Hombres todos que a la mas leve insinuaci6n

de Rosas. cometerfan una infamia, 0 se Ie ofrecerian de payasos sin repug-

nancia, porque el terror ha gastado en ellos la dignidad, y su amor propio"(Manuela .... p. 110). De 10 que ropta, Manuela parece emerger con rasgos

divinos. Marmol se siente afrentado, Can la ciudad desierta, abandonada

par los verdaderos hombres, los protohombres de Palermo pueden inspirar

el deseo en esa rnujer, pero no la imaginaci6n, aliada del paeta rorndntico.

Manuela queda congelada en el centro de la escena, los titeres se mueven.

y los virtuales remplazantes. a ambos lados del charco. esperan (ahara, el

avance de Urquiza).La conclusi6n de 10 .primera parte del folieto obedece a una ret6rica de 10 .

indignacion. EI crimen esta en la rnezcla de la inocencia can la locura. Los

hijos son obligados aver l a l oc u ra de los padres; a un costado de 10 . orgfa

escandalosa, los Oj05 blindados de Manuela. Amalia es otra arrastrada per

ese alud de labarbarie, hasta elpie de labarranca. AItitular la novela con su

nombre, se la carga de sentido: la fragilidad de 10 privado es violcntada por

lair rupci6n de 10publico. Triunfa la fuerza barbara sabre la inocencia. PeroManuela encuentra, cree Marmol en lasegunda parte, un ardid que Ieimpide

ingresar en la locura -Ia de las desquiciadas muj eres unitarias de Gorrit i:

encallecerse.

Una tormenta de maldiciones sabre etgenero humano que no erafederal

estallaba at aida de fa inJeiiz heroina: r . . . J alii eran los ojos de los convida~d o s l os que relampagueaban; Laalgazara, quien hacia las uecesde trueno: y

eran los brindis quienes fermentaban y estallaban el rayo (p. 117)[9). •

EIhorror. de Marmo] frente a la "nivelacion" de clases que propone este

carnaval rosista, en el que la mayor damnificada parece ser Manuela, con-

duce al punta que 10 obsesiona y logra hacer l iteratura en Amalia: el terror

del 40.

(8) Expresi6n u ti lizadn por Xavie r Marmier en Buenos Aires y Montevideo en 1850 (trad.

Jose Luis Busan iche ), refinendose a la "ca rtera" que tendria a su cargo Manue la . inextsten te

en Europa (Maria Saenz Quesada, Mujeres de Rosas. Buenos Aires, Plancta, 1991).

(9) "Una esp eci e de tor rn ent a de gr it os ydc pasos precipi tados" (II , p .281) es e l anunc lo

de l aMazorca en el desenlace de Amalia. .

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Cl.'EIU'OS (IT,I)ERALMloNTIi) VES'J'II)OS DE SANGI(E5554 SMIDHA nASI'AlllNI

Cabezascortadas: narraciones de sangre objetivo justiciero, reparador, del folleto. Lade Manuela es la historia de una

v ic tima, a su manera una hcro ina rornant ica que , incomprendida , Ilor en el

fango, como Amalia 0Florencia, merece ser defcndida.

Mtirrnol leenvio a Manuela un cjemplar dedicado de su fol le to. Nunca se

supo si le l lego. Lo que cuenta laHistoria esque el23 de octubre de 1852Ma-

nuela Rosas y Maximo Terrero contra jcron matr imonio en Southampton . EI

romance tenfa sus anos, y hay quienes 10rernontan par 10menos a 1848, se-

gu n el relata del viajero norteamericano Samuel Greene Arnold, aunque s610se haee publico en 1850, luego de laimpresi6n del foUeto. El"celibate eterno"

se habfa ro to y hacla t ie rnpo, perc tamblen esc ier to que las re laciories entre

padre e hija se vuelven hoscas a partir de entonees. La es terilidad a la que

habna estado condenada Manuela tampoco tarda en resquebrajarse: en

1856 nace Manuel, su primer hi]o: dos aI10s despues, Rodrigo. Sin embargo,

la hija .Ieha servido a Marmo! para acercarse 10 suficiente alpadre. Como un

Facundo que conduce alverdadero Tigre, la figura inocente marca conrrastes

y profundiza elcrimen. Esla patr ia sentada alas or il las del Pla ta [ugando conun collar de orejas hurnanas.

En 1840, 10clandestino adquiere legitimidad. "el cuchillo de la 'Mashor-

ca' se convier te en gui llot ina oficial por un rnes entero" (p, 119) .Es el fin de

la i lusion para los uni tarios . Con el u lt imo exil iado, "Buenos Aires queda en

poder de los bandidos", EI r elata de las "prcezas de sangre", narrado par los

"asesinos de octubre", aturde a Manuela e imp one al texto un brusco rnovi-

miento [rente a un Ifmite: no es el Iolleto lugar para escribi r e l ter ro r. "Yaest iempo de reposar lamente un momenta, Ia tigada con esta ser le de ejernplos

repugnantes . .. " (p . 119). La escri tu ra fascinada por su obje to que es Amalia

dara cuenta del miedo.

La h ipotesis de Marrno lr deb ido al relato festive del hor ror Manuela "de-

bi6 encallecer", Las "narraciories de sangre" susurradas en sus oidos impasi-

bles cruzan las barreras del genera sexual : "porque las narraciones de sangre

son un objeto extrafio a sus oidos Ide las sefioritas], y una impresi6n a que

sus nervios y su coraz6n no estan habi tuados" (p . 120) . La repeticion de esos

relates es 10 que la vuelve insensible. Asf (se) explica "el hecho sorprendente

de las orcjas salac las del coronel Borda, que se asegura fueron presentadas

por el la en un plato. a un oficial de la marina inglesa' ' (p . 121).

Tal vez la efi cacia de la polfti ca de Rosas -se intuye en Manuela- reside

en la cap acidad de reponerse de los golpes rec ib idos y reciclarse en el cam-

bio. En 1845, el bloqueo anglofrances transforrna at Restaurador rnefistofeli-co en elRosas-Cromwell. Lahija funcioria como laanfi tr iona de lagran f iesta

-cortina de humo, en Ia argumentaci6n de Marrnol-« organizada para los

diplornaticos europeos. ' 'Ayerla prostituia can los asesinos, hoy la prostituye

con Iamentira, con el artif icio, con eldolo" (p. 123). Esque elcoqueteo astute

de Manuela con John Henry Mandeville =-ministro britanico-> y mas tarde

con lord Howden -negociador ante Hosas-, entre ot ros, i nquieta no s610 a

Marmo]: "Desde Montevideo los emigrados argentinos seguian con ansiedad

comprensible las andanzas del enamoradizo lord (Howden). pues terman

que [as flirteos con Manuelita, de los que estaban a.1tanto, pusieran terrnino

ant ic ipado al b loqueo de los rios que conventa a [apol it ica de los enemigosde Rosas" (p. 133)110). .

Vestidos de virgen {ponchos ensangrentados,i.

En el alegato f ina l, [aexasperaci6n panf le tarla a lcanza un tono de r ibetes

dramaticos. Can voz est rangulada, se aeusa alv ic ti rnario de haber pervert i-

do ala hija en cl race de 10 incompat ible: In inocencla con [a perversidad, la

fernineidad can [a polftica. La esterilldad consagrada al deber filial. Escribir

la uerdad sobre "esta mujer historica" S8 presen t a en elpar rafo f ina l como un

00] EnMarfa Saenz Quesada, o p . c it .

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CARTOGRAFIAS

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;,

LAS HUELLAS DEL PEREGRINO

EL EXILIO EN EL BRASIL EN LA ErOCA DE ROSAS

Adriana Amante

B us ca s e n R om a a R om a, 1 '0 1 1, e re gr in ol,

yen Roma misma a Roma no la hal ias.Francisco de Quevedo, A Roma sepultada ensus ruinas

. Eu nno vim aqui

para serfelizCade meu sol dourado

e cade ascoisas do meu pais.Caetano Veloso, "Ifyou hold a stone"

EI exilio

La generac irin de los escri tores romant icos, concebidos en t iernpos de la

Revoluci6n de Mayo y hombres act ivos durante e lsegundo gobierno de Juan

Manuel de Rosas (1835-1852). padeci6los rigores del desrierro'!'. Niunitarios

como la generacion de sus padres -que tuvo que preceder a esta en el exi-

l io- , ni federales como su epoca, pensaron elpars desde un lugar inc6modo

por su excentricidad (ideol6gica y geografica).

Influenciados por las corrientes de pensamiento europeas, buscaron

allfformas de pensarni ento que -pasibles de traducci6n- incorporaran a

(0 Uso deliberadamente el termlno "concebidos" con elfin de recuperar la construe-cion que Domingo F . Sarmiento ha hecho en torno a su gestacion a]expresar que:"Yohenaeido en IB11, e l noveno mes despues del 25 de Mayo",y que puede lcerse como unaconnotacion paradlgrnat ica nun cuando -de acuerdo con e l r igor incontest able de lasfechas- elresto de los escri tores rornantlcos no haya contado can tamafia ayuda del azar,cr . Recuerdos de Prouincia, Buenos Aires. Emcee, 1990, p. 200. No obstante, Juan BautistaAlberdi ledisputa a Sarmiento --entre otras cosas-ese privilegio: "InPatria argentina teniamis propios aiios", dice en Memoria descripliva sabre TlIcuman, en Memorias e impresiones

de I)iaje, Buenos Aires.Luzdel Dia, 1953,p.42.

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A[)I{I,\NA AMANT!: I_ AS HU ELL AS D EL PER EG RIN () . 6160

SOil las seisde famaiiana, apenas, mi querido amigo, y ya estoy postrado,

deshecho, como queda nuestra pobre arganizacion cuando seha aventura-

do rruis(lild del limite permitido de los gaces (Viajes , p. 56).

In Ar~entina en el progreso de las naciones civilizadas. Expulsad os del pais,

s iguieron esgr imiendo razones desde su peregr inacion; pero sumando -en

muchos casos- a Inspunzantes erf ticas de sus producciones escri tas el tono

nostalgico que marcan la dis tancia y la imposibilidad.Uruguay y Chile son los paises que han atrafdo a los investigadores para

estudiar con mayor detenimiento las producciones de los exiliados de lage-

neracion rornantica. Las vfas de acceso y un pasado cornpart ido promovie-

ron laemigraci6n hacia ciudades de esos dos pafses; ylas ideas aH i generadaspudieron circular en laArgentina pese a la ferrea polftica rosista al respeeto.

Bolivia. aunque can bibliograffa menos coplosa, tarnbien mereci6 la aten-

cion de los crfticos.POl'el contrario, en el camino litera rio que senala el destierro argentino.

el Brasi l suele ser relegado por la bibliograffa cntica y pareceria merecer

-apenas- comenrarios al paso sobre ciertos textos 0 una dispersa l ista de

nombres'".

Sarmiento ha entrado en elterrene de ladesmesura, ha franqueado un li-

mite que 10confunde, desorganizandolo. Aventurarse es una de las prernisas

del viajero, penetrar en tierras deseonocidas en busca de nuevas sensacicnes

y saberes. Es una aventura viajar, yes una aventura desorganizarse. En ese

viaje, que seguira hacia Europa y terrninara en Estados Unidos, y tal vez parapaliar cualquier desorden, Sarmiento intentara conjures: anotando rninu-

ciosarnentc un diario de gastos, y adquiriendo mapas y grarnaticas como

Ilaves herrneneuticas que organicen la materia escurridlza de la aventura. En

el terreno de esta epfstola, y en la tropical Ri o de Janeiro. Sarmiento intenta

abordar par el detalle, can menos orden pero no can menor deseo de preci-

sion, lamater ia informe que se ofrece ante sus sentidos.

La carne es blanda y en ocasiones se aventura mas alla de los Ifrnites. El

viajero goza con la naturaleza tropical. Y cuenta ese goce que escribe marcas

en el cuerpo, inrnovilizandolo. Sarmiento sefiala, entonces, una analogfa

Impudica: trae a la pagina elsabor de otros goees -previsibles, susurrados,

carnales- y se desorganiza. El cuerpo se diluye en una negativa; se deshace

y detiene el movimiento porque el fmpetu de Ia aventura se frena en una

consecuencia que reeuerda ellfmite: queda postrado.

EIviajero da nombre a esos plaeeres tropicales, llamandolos "orgfa",Orgfade la naturaleza que se derrama en maravillas botanicas, orgia social que

ablanda los intentos de civilizackin. .

Sarmiento canta una retahfla:

r-

Con este sol

A fines de 1845. Sarmiento es enviado par el gobierno de Chile en misi6n

pedag6gica a Europa con elf in de acallar las eantroversias que comicnzan a

suscitarse con Rosas despues de la publicaci6n del Facundo, que el emigradoeseribiera durante su exilio en ese pais. En ese viaje hacia Europa. pasa por

la Montevideo sitiada par las fuerzas de Oribe. y por Rio de Janeiro. Llama

la atenci6n la imagen que de sf mismo ofrece Sarmiento en la carta desde

esta ciudad incluida en sus ViajesW1 , sobre todo despues de la que fecha en

Montevideo con la enunciacion cer tera de un analisis y de propuestas poll-

tieas resumidas en rerrninos econ6micos a Iiterarios, Asornbra el carnbio de

animo cuando se traslada a Rfo de Janeiro, porque en car ta a Miguel Pinero

(con fecha del 20 febrero de 1846) Sarmiento muestra que ha sido ganado

par una confus ion del espfri tu, Abotagadc.da cuenta del entorno tropical,

que 1 0 desarticula:

.Me pone miedo elsol de aqul (Viajes, p. 56). Paseome atonito por los alre-·

dedores de RCoJaneiro, y a cada detalle del espectdculo, siento que mis fa-

cu.ltades de sentir no alcanzan a abarcar tantas marauillas (Vlajes, p. 60).

EIgaee incamada alviajero. Preso de un cuerpo limit ado, Sarmiento sabe

que debe expandir los limites para percibir 10que se desborda y 10 desborda.

Siente placer, se delei ta , Es reveladora -aunque poco recuperada por la err-

tica- esta imagen sarmient ina: se 10 ve agotado, excitado, fuera de sf.(2) Del estado [norganicc en que se halla eles tudio de la prcduccidn de los exlliados

argenrinos en el Brasi ly la poca atencion que la cri tica argentina prest6 a las relacionesculturales entre ese pais y laArgentina, deben ser excluidos los trabajos de Martfn GardaMereu y Ernesto Quesada, en elambito Ilterario de finales del siglopasado: losestudios his-toricos y politicos de JoseMarfa Rosa y Liborio Justo y loscrfticos de FelixWeinberg, en estesiglo.En el Brasil, rue elhistoriador Pedro Calmon quien milsse ha dedicado altema y. enlaactualldad.Jo ha abordado tambien el argentino R n C I l Antelo. En Sll Hlstoria de la lileratura

argentina, Ricardo Rojas,por su parte, ofreceuna vision bastante arnplia de laproscripcion.

aunque no Ilegaa sistematizarla para elcaso del exilio en elBrasil.(3)Domingo ESarmiento, Viajes por Europa.Africa y America. 1845-1817,Buenos Aires,

Colecci6n Archivos-Fonda de Cultma Econdmica, 1993.Lasreferencias de cada clta seano-

tan en elcuerpo central del texro. La ortografta rue modernizada.

La bahfa de Guanabara

De todos modos, intenta recuperarse y quiere ordenarese mapa cluda-

dana de la desmesura que esta trazando can proliferaci6n de adjet ivos . Sar-

miento quiere poner y ponerse orden en elrelato de su via]e y, retrocediendo

veinte dias, describe 10que ve el que llega, par barco. a Rio de Janeiro. Elu-

r

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ADKIANA AMANTE L~SI IU EL LA S D EL P I, KE GK IN O 63

dieudo 13 prirneru persona (singular 0 plural) can la que narra la perccpcion

del desbordc espiritual y fisico, se escut la en una enunciac ion e ,n tercera,

impersonal, para disenar un itinerar~o..EnLrad~par barco a,la Bahia de Cua-

nahara , vista del Pan de Azucar, p rofusion de ISlaS, y el horizon te c lare mar-

cado par la Sierra de los Organos. Morros y vegetacion dig?a de la edad de

oro: s610 basta est irar el braze para lamar los frutos de una tierra generosa. A

continuacion, un pasco por In ciudad. Los antiguos barrios aristocniticos ~e

Catete y Botafogo; y a sus espaldas, el Corcovado. Se ordeua, como u~ ~Iaturfstico que no puedc,.sin embargo, dejar d~ser absorbi~o .por ese paJsaJ~."

'Coma t raducir la exaltac ion de los sent idos can el cddigo del lenguaje t

.Corno ordenar el caos s i se percibe simuWineamente 10que no va a poder

~seribi rse sino en lasucesion del sin tagma?Tal vez la profusion de comas, la

enumeracion de obje tas,ayuden a codificar 10que se der rarna de sus propios

bordes, 0, quizas, lacnmparacior i ayude a dar cuenta de 10 que arnenaza con

ser inenarrable. Por eso, los barr ios arlstocra ticos de Rio de Janeiro son com-

parades =-para que se en tienda- can Saint-~ermain. Y aq~i apare ,ce Par is

como rnodelo del mundo: un Paris que Sarmiento no ha pisado aun. Pero

esta es una traduccion necesaria para e l: una traduccit in que habla de mode-

105culturales. Europa ordena, clasifica; y perrnite medir los deslices propios

de laorganizacion americana . Porque laexaltac ion delos sen tidos ernp ieza a

detenerse ante el hallazgo de algunas certezas:

Las huellas del peregr ino .

Faltan pecos anos para que Sarmiento se aproxime a una imagen mas

positiva del emperador, Yla enunciara cuando, en 1852, establezca elprimer

encuentro personal can el. Esta pr im era apreclac ion da euenta, ante todo, de

un desconocimien ta de la verdadera naturaleza del Imper io brasi leno y de

Sll pueblo. La aproximaci6n de Sarmiento es todavia periferica. S610verifica,

par ahara , c iertos signos que no duda en considerar sintomas de algunas do-lencias polfticas que min no conoce, porque no ha indagado en profundidad.

Sarmiento esta de paso. Y pasa, con cierta liviandad del viajero que -aunque

inteligente- no se deti ene todavfa a comprobar por s fm ismo la vali dez de

los testimonios que recoge. Pera hay algo impor tante en este gesto: el exilia-

do piensa lapatria de los o tros. Y 10hace para segu ir pensando en su propia

patria. Porque 13pol lt ica del Imperio Ie permite pensar su propia nacion (de

la que ha side expulsado), ya que clertos progresos economlcos del Brasil,

por ejemplo, le permiten confi rmar a Sarmiento su concepci6n acerca del

a traso argent ino merced alpoder de Rosas.

Y si bien Sarmiento no se instala en esas tierras, percibe y anota las pri -

meras marcas de sisternaticidad en la ruta brasilefia del exilic argentino, que

completara en su segundo pasaje por Rio de Janeiro despues de la batalla deCaseros'":

En materia de bellas artes y de monarquia, me guardo para ira uerlas ~msu cuna, que aqui sus imitaciones me parecen mamarrachos y parodies

necias (Viajes, pp. 67-68).

La emigracion argentina enseiia aqui de uez en wando algun resto delantiguo partido unitario; Santa Catalina y San Pedro son, sin embargo, los

puntas dande mayor ruimero de emigrados se han acogido. Unajoya en-

contre en Rio Janeiro, Marmot, e(jouen poeta que preludia su lira, cuando

no hay otdos sino orejas en su patria para escucharlo (Viajes, p. 70).EI conocimiento opera por adelantado y e1 p rejuicio burgues de Sar-

miento le permite ahorros. Punciona por un saber social que no es necesario

comprobar par cuenta propia: ~a~tacreer en 10~lle otros -confiables- nos

han transmitido. Sarmiento anticipa 10 que ha lefdo para eontrarre~~ar 10 qu.e

ve. Mamarrachos, necedud. Eso son, par ahora, la cul tura yin polft ica brasi-

lefias para Sarmiento, pese a algunas concesiones en materi a de econornla

polftica. .: . lstobal.YesldenciCan todo los jardines del Palacio Imperial de San Cris tobal, resI encia

en ese memento de Don Pedro ll, 10 d eslumbran. Pero los limites ya son

posibles, EI exhausto y excit ado Sarmiento ha ido emergi endo del letargotropical y se afirrna can eonocida contundencia. Ahara Ie toea e1 turno al

emperador:

Como no pudiendo olvidar su pasado de minero, Sarmiento enuncia el

hal lazgo de una piedra preciosa: un poeta y un poema que se escribe con-

tra el mismo sis tema que el comb ate. Aqui Sarmiento pierde el control de

su propia s istema de pensamiento, que se ha manifes tado claro en la carta

desde Montevideo acerca de la inu ti lidad de la l f rica , a J argumentar que esta

l Ieva a que los poetas argen tinos pierdan el t iempo contando sflabas mien-

tras hay quienes que, productivos, cuentan patacones-",

Esel ernperador un [oven, idiota en el concepto de sus subditos, devotisimo

y un santo en el de S[I confesor que 10 gobierna; muy dad?a la tectum, y

segun el testimonio de un personaje distinguido, excelente jouen que noc~.

recede inteligencia, aunque sujuicio estd retardado por lafaita deespecta-

CLl/O, y las rnalas ideas ~e una educacion desordenada (Viajes, p. 68).

(4)Vease aLespecto, Sarmiento, Campana en el EjercttoGrandeAliado de Sud·America.Mexico, Fondo de Cultura Econ6mica, 1958.'

(5J cr . Sarmiento, "Carta de Montevideo", en Viajes , p. SO. Tarnbien Florencio Varelahabra sido claro ill respecto: "Es precise tamar al rnundo como esy como necesarlarnenredebe ser,cada dia mas. La tendencia universal del siglo,producto del conoctrnlentc, de losprogresos de la razon y delas lecciones de Lahistoria se dirige a conseguir la mayor sumaposible de beneficios solldos, rnateriales: mayor Iiberrad civil y religiosa: mayor rlqueza,mas medics de producir y de conservar las produccioncs; de vivir conrento, tranquilo y

. seguro. Nada de esto, miamigo, puede obtenerse por medlo de lapoesfa" (en carta a Juan

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65ADI{II\NA ",MANTE

64

Los cantos del peregrina

De la epoca car ioca de Marmol la crf tica se ha encargado. de estudi~r s~s

Cantos del Peregrina, Y ha abundado en el relato del naufragio : tue,moti~a Laescritura del poema Y en el analisis de los temas q~e aborda ca a,cant~ . a

ue me interesa de la obra es ver que desplazamJentos hace Marmo en su~Iactica estetica en relacion con la teorfa de los generos de su epoca y que

valor politico adquieren. , fi .d d dMarmol es dcsprol ijo en su escritura, y deja vtslumbrar la III l~l a. e

a des acumulados y la de los papeles dejados a~paso en la pe~egnnaCl~n.

~I ~rden esteti co no parecena ser para el ~n desld~ratum. Escribe, publtc~fragmentaria Ydesordenadamente; reescnbe, cornge, p,ule, altera secu~n .

cias Ya caballo de este metoda de escri tura, esboza teonas para su ?stetJ~a.

en 1846decide publicat un canto complete de su exte~so poema Yehge.e~~I-

timo (canto x r n para empezar. Marrnol lee asf su e~~etJcade la cornposl;~oun~

al considerar cada canto como aut6nomo, ya que ~~estro poema no

poema drarnatico: [...J no hay unidad en sus cuadros (CP , p. 348).

Esa estet ica de Incomposici6n no desntienrle las condiciones de circu-

lacion de la obra, Profesional, Marmol sabe que In relacion ent re escri tor y

editor es complicada, par eso enuncia que "yotenfa deseos de ver irnpreso el

f in de mi poema, ys i cmpiezo lapublicucion por elprinclpio no 10 veo nunca:

antes de llegar alf inme habrian muerto de f iebre las imprentas"!",

Marmot esta apurado. No puede esperar , Talvez de esa incapacldad poll-

t ica para la espera haya surgido tam bien la idea acerca del t iranicidio comouna sclucion rapida a los males del pafs(S),

El penultimo canto del Peregrina, el undecimo, esta dedicado al Brasil.Marrnol canta ali i las rnaravillas de la naturaleza. Como Sarmiento, quedo

deslurnbrado con el tr6pico y con la Bahla de Guanabara. Su poema se con-

vierte, entonces, en un hlmno a la desmesura de la creacl6n. Ya la vez, es

himno desbordado [rente a la contemplaci6n de un paisaje "hiperbolico" . A

Marrnol leatrae el rlesgo de la exageraci6n. Tanto, que su creacion se sale de

los lfrnites de los generos, La necesidad (0 la I rnposibilidad) de manejar la

desmesura sin cambiar de agenciamiento 10lleva, nuevamente, a la postula-

cion de una teorfa para su estet ica. Can respecto al canto X lI -pero traslada-

ble absolutamente a toda lacomposid6n- habfa dicho:

D d dos en esa permanente conciencia de la propia pat~ia deJ e t~ o\m;o fu~ expulsado Sarmiento encuenlra en el poeta Marm ola qU ? e e X I i a i f • . _ la e'x.)1icacion de un destine, de una condena-casl como una epi arua I • - T J Iue debe ser aprovechada en sus emergenclas, donandole valor y uti rc a{ a

~se genero llterario que desdci\a. El panegfrico que hace de Mar;ol muest~aun Sarmiento que puede leer el exil io mas alla de !os Ifmites c su prupia

persona yque, realizando una lectura social del dest ierro. pone a Iacabeza al

poeta, como sfmbolo:

C. . ida Marmo!' '5i alguna vez uuelues atras fa vista en fa ruda

j oraje, mt quer . J • d h lias de Pesenda ue has tornado, me diuisaras a Lolejos siguien . 0 (US ue -

. q, S d ef Isaias yet Ezequiel de ese pueblo escogido, que ha renegadoregrmo. ie' d'S' . d d ,Fealesus deli-de la ctvuuacion Y adorado albecerro e 0:0: i l~ p_le a I QJ

lOS! La posteridad y fa historia te hardn justicia (Viajes, p. 73).

A veces nos extendemos a consideraciones historicas, a otras puramente

politicas y que parecen ajenas a fa poesia; pero esto proviene de nuestro

modo de comprender fa epoca y la mision de sus poetas en America. {...}

tLJospoetas americanos tienen mas que nadie el debet; triste pero imperio-so, de introducir con la musica desus palabras, en elcorazon del pueblo, la

uerdad de las desgracias que este desconoce, y elruido de las cadenas que

no siente.

(7) Citado por Rafael Arrieta en Historia de la Literatura Argentina, Buenos Aires , Peu-

ser, 1958.

( 8) Marmo! enuncia l a ncccsidad del tir anicidi o en El puital, cornposici6n publicada

en Rio de Janei ro en ener o de 1844 ( y d onde Ie disput a l a originalidad de l a idea a River a

Indartc, quien habra publicado "Es accion sant a malar a Rosas" en dlciembr e de 1843): 10

que l as ba tal las n o consigue n deb e hac er se por ot ros medias s i e l f il l 1 0 " san ti f ic a" . "Gr it o de

desespe racion", segun Ricardo Rojas tHistorta de Latiteratura argentina, tomo VI, Buenos

Ai res. K raf t. 19 60 , p. 469) : a " ace ler acion en el de sen cad en amien to de l a Iuc ha con tr a Ros as

que es cl deseo generalizado entre los proscrlptos. Si en cl 371a libertad y e l prog reso son

p aci ent es, pronto empieza n a ev lde nc iar se sm tornas de int ran qui li dad" , de acu erdo c an 10

que s ost iene Nicol as Luc ero e n Lamdquina infernal. Apuntes sobreRivera lndarte, BuenosAires, Pilosofia y L et ra s. U B A . 1992, p. 33.

Marmo) es, adernas, cgoist a con el receptor . Como en el caso de Amalia, al dejar in-

c onc lus a l a publ icac i6n de l fol le tfn e n La Semana de Montevideo porque los s uce sos que

l leva ran al t ri unfo d e Urqu iza s abre Rosa s en Ca seros 10 ob ligan a rep lan tear se I a man era

de esc ribir los hechos polfucos en relac i6n can 10que ten ia p laneado. Laca rt a qu e un lector

envia defendlendo su derecho a que se le ofr ezcan l as entr egas hasta el fi nal habla de un

pac to de genero (el del fol le tin) que Marrnol bas ta rdea y viola unilateralmcnte.

osit de la apertura del Salon IJterario de

Marfa GUlierrezAdchl.1 ddealgDo~~~Q~eJ~~~w~~:ogu~;e~rez.pisco/ariD.orno I, Buenos Aires,

Marcos Sastre, rc WD e . , 02

Bibliotcca del ~on ~re~old~~a ~~c~~ ~~~~~~~~~.a~~~;! d~ '1843, procedente de Montcvid. e?(6) Marmo se ins a a hile a bordo de la Rurnena, cornienza a escribir

En febrero de 1844 s e embarca rumba a C y~ A l a altura del Cabo de Homos el barco

las ~rimefras verSiolnes dee!:~::~topsu~~~ ~; ; ; ;~~~·a .ermanec era en laapital del Imperiocas! nau raga. par a qu

brasi le i\o ?esde mayo. d .e ,1844~~~~~;~;:a~~~8::. Meycr para Eudeba, Buenos Aires , 1965,

Trabalo con la tedlCdlOcllntdee!'mportanteaedici6n de Rafael Arrieta para la Editorial Estra-que toma como an ece

da, de 1943.

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ADKIANA AMANTE

Ademds, 110podriamos escribir de otro modo, porque no hay una fibra ell

nuestro corazon que no este heri tia par las espinas de nuestra cpoea (ep,

Prefacio alcanto XII, pp, 348·349). .

Extenderse , i rse a 1 0 que parece ajeno, cumplir una mision de esc lareci -

mlento, ser un guru. Es tes son los deseos de Marmo!' Zanjar problemas de

astel lca pura (ante la imposibi lidad de evitar los desajustes de los generos)

haciendo un uso pol it lco de esa estet ica.Marrnol parece ser consciente de las sospechas que caen sobre las posi-

b il idades de lapoesfa en una epoca marcada por la premura de ser efcct ivos.

Pero cuando el genero pauta sus Hmit es y medidas exactas, Marrnol busca

una coartada para encamiriar su desvto, Se va del genero y anota, prolijo, al

pie. Y e s en esas notas al pie del Peregrine donde esta 10mas significative y

productive de su cornposici6n.Lanota a lp ie se Ieder rama dela medida exacta de los versos, de labusque-

da afanosa de lar ima, y cae bacia laprosa . Eso tra forma de lafuga . Parecerfa

que , cuando la argumentaci6n pol it ica se hace necesar ia , la exp lici tacion y

la c laridad se vuelven impera tivos de la creacion. Marrnol , como integrante

de la generacion del 37, tiene una miston esclarecedora, y en esc ambito, l a

apertura de laprosa legana la pu lseada all imite de la l f rica . Marmol no pue-

de abandonar la veta practica en el desborde de su vena poetica. Par eso, en

el can to Xlanotara en versos los progresos de la pol it ica imperial b rasi le ria.Pero , insuficien tes, los versos seran reescr itos a l p ie , en prosa , aportando

datos, hacienda un anallsis polft ico de la fac to res que contr ibuyen al proce-

so civ il izator io brasilef ro. Yean reparos frcn te a l modo consti tucional de la

monarqufa -"biensostenido, sino puedo decir bien experimentado" (CP, p.

393)-, se sujeta y sugiere -brcvemente- un camino de accion politica. En

versos marca la falta de "brillo rnilitar" en el proceso de liberacion brasilefio,

can un tono de melanc6lico lamento (ell amento -£ibio- acepta 10que pa-

rece irrevocable); sin embargo, en nota al pic abandonara el tono contenido

para hacer una apuesta a l futuro, como un medico que d iagn6st ica y receta:

puede que hasta un riego de sangre sea necesar io algun dia para que eldr-

bol de su civilizaci6n de en ultima sazon sus frutos exquisitas (CP. p. 394).

Enuncia, de todos modos, e ll fmite de un presupuesto construct ivo : pre-sen tar 10 "bello y aplaudiblc" del Brasil. Pero a pesar del decoro, no se privara

de ejerc itar la injur ia -muyparec ida a lade Sarmiento, pero sin el a tenuante

de es tar ofreciendo un testimonio de scgunda mano- contra el emperador

PedroI]:,

" Rey de oeirue aiios, con rosario al senof y que huye y feme el[emenil encanto,

puede la Iglesia alfin llamarle santo,

pero eLpueblo jamds Ilamarle bueno.j ...)

i

I1

1

Yera bien se educase entre los[railes,

ayer elnino rey,hijo del cielo;

hoy que el tiempo 1 0 llama hijo del suelo,

esmejor que seeduque entre los bailes. (CP, p. 331)

La juventud progresista

Esta in~uria va a encontrar suoargumento poli tico cuando Marmo] haga

uso exclusive de laprosa ensayistlca para estudlar lasi tuaclon intelec tua l de

la.capital d.elImperio: en una serie de artfculos titulados [uuentude progre-

ssista do ~l~ de J~lleiro va.a proponer un plan de verdadera emanclpacion

para e l.Brasi l. Marmol qu iere exportarles a los intelec tuales cariocas e l im- .

p.uls? hbe~ador, traducido a la manera argentina, para que 10 adopten (Fran-

c ia sigue siendo modelo , pero ya no de manera directa) .

. No es simple el m~delo imperial para los ojos de es tes exil iados argen-

tines. No pueden dejar de reccnocer ciertos progresos de un pars cuyo

desarrollo. es producto directo de "su monarqufa representativa, la "mas

dernocratica del mun~o". Sin emba~go, Sarmiento dejara caer el mayor peso

de su co?dena en elSIstema esclavista y Marrnol se ded icara a demostrar la

anacrorua de un poder absolute en una America que esta encontrando sus

formas de realizar la libertad,

Poco se ha hablado de estos ensayos publicados par Marmot en porru-

gues e .ne l Ostensor Brasileiro-", y fechados en Rfo en rnarzo de 1846. Puesto

a analizar ~Ipapel de la juven tud (sin6nimo de progresismo intelec tua l para

la generaclon del 37) en elBrasil , coincide con 10que Juan Marfa Gut ierrez

-el estud ioso mas sis tematico de la l iteratura brasilena=- sostiene en carta

a Echeverrfa:

la juv:ntud brasileiia hace fuerzas por la independencia de Laliteratura,pero ttenen aIgodeflojo los ensayos(1O}.

(?) E[ Osten~or brasileiro (1845-1846) es e l nombre d e un " [ornal l lt erdr lo e pi ctoreal ",

publicado porYlcente Perei~a. de Car~a[]o Guimaraens y J050 Jose Moreira , en RIo de Janei-

ro. La de.cl~~ae I6 .n pru~ramatlca de la rev is ta enunc ia c la ra y defin ldarnente los l lmites de

la mat:~~a : nos irnpusirnos tra ta r exc lusivamente sobre objetos relat ives a pertenecien tes

a lB rasi l .L as emrega s de juuentude progress/seado Rio dejaneiro aparecen en Iosnumeros44~ 48. Ya en Mon tev ide o. Mar rnol edi tar a u na ver si6n en c ast el lan o, can algun as modi fi -

c acl~n es porque no t ie n~ e~or ig ina l en por tugu cs en su podery po rqu e s e vue lve nc cesa rio

explJ!:;ar alle.ctoT ~o brasl[en? algunas cuestiones tBxamen critico de la juuentud Progresista

del Riojaneiro (sic], Montcvldeo, 184_7).La . v er sion en por tu gue s se e ncu ent ra en l a Bibl io -

teea Nac iona l de R Ca d e Janeiro. .

~10 )Car ta del 7 .de ago sto de 1844 , des de Por to A leg re. Archivo del Doctor Iuan Marfa

Gutierrez. ~plSto/aflo, tome 1.p.>~82.~l It ie rr ez e s ot ro d e [as que pa saran pa rt e d e su e xi li o

en e l Brasl!. . [ lunqu~ en la zona tiograndense. 51 1 paso par Rio de I anciro es fugaz, y riene

como pro?osJto s~hr desde esc . ~ue rto hac ia Chile . su epistolario (:5 riqufsimo para la reo

construcc ion del SIs tema del eXJILoen e l tr6pico.

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ADRIANA ,\M,\NTE

Ambos denuncian la Ial ta de ideas, rectoras. EI movimiento lirerar io ne-

cesita el auxllio de todo el movimiento social . A Marrnol lo mueve un d eseo

que, como un baju continuo insinuado en el transcurso de las entregas,

enuncia finalmente: quiere qUI;!os brasilefios encuentren un malestar sordo

en el pueblo, que existe. Laexplicacion viene por Europa: 10 . revolucion ame-

ricana (y Marrnol se afana por incluir en esta America -esencialmente his-

panohablante y excolonia de Espana- alpais de rafz portuguesa) es similar

a lafrancesa. porque tienen par objeto romper con laorganizaci6n antigua ydarse una nueva forma para lacons ti tucion de una nacion civil izada.

Yaquf Marrnol se despacha can elcredo grupal de sugeneraci6n e ilustra

con el a Ia sociedad brasi lefia. Despues de afirrnar que la intel igencia debe

sus ti tuir a la espada, habla/de la misi6n de lajuventud y enuncia los puntos

basicos de la revoluci6n lntelectual: asociaci6n, propaganda (doctrina, cris-

tianisrno, libertad), conciliaci6n, tolerancia, sacrificio individual y fraterni-

dad americana en todo 10relative a revolucion'! II.

Marmol insiste en hermanar la revoluci6n americana con la europea al

sostener que el pueblo civilizado americana y el pueblo civilizado europeo

son uno solo. Esla herrnandad par lacivilizaci6n 1aque elplantea. La revolu-

ci6n americana es -debe ser- solo una: no importa el medio -republ ica 0

monarquia- por el que ha de conseguirse. Debe realizarse laJ ibertad civil y

politica, y la fraternidad debe darse en toda la juventud progresista de Ame-

rica. Insiste este hombre de su epoca en un llamado al juvenilismo.Porque, en defini tiva, las ideas no tienen patria. Mdrmol deconstruye los

l lrni tes que lageograffa impone y postula -sarmientino- una sola frontera

cultural entre campo y ciudad, Fuera de esa dicotornfa, enuncia para Ameri-

ca un disefio ldeolcgico:

pasad los ojos sabre una carta de America y encontrareis, es uerdad, los

limites accidentales que dividen un territorio de otro; sin embargo, pasad

otro golpe de ojo«sobre el mapa moral de las ideas, y decidme donde estan

los limites bien marcados d e los pueblos americanos, especialmente en

nuestra America meridional'V'.

Confirma esta pos tulaci6n, incluso, por medio del rastreo de la penetra-

ci6n del sistema de Rosas en una parte de la sociedad brasilefia. Para eso

(ll) Po r supue sto, es tas ide as no son or iginal es d e Mar rno l. Son reconoc ibl es en el las

las del Dogma sociaitsta de laAsociaci6n deMayo qu e Echev er ri a publ ic a por p rimera v ez

en EiIntctdador ce Mon tev ide o en en ero de 1839 y que reesc ribc e n a gos to de 1846 . Marmot

no f il ia e st as ideas con 10.ca bez a int el ec tua l de l a g ene rac i6n de l 37 y la e llunciac ion hace

apa rece r las palabras como proplas ,(i21 Ostensor Sra.si/elm. N° 48. Traduz co del or iginal e n por tugues . S ib ien podr fa ci ta r

p or l a e di ci6n de Mon tev ide o, qu e es ta e n ca st el lan o, pref ie ro mantener l as di fe ren ci as ( a

veces menores, pero siemprc significativas).

L AS H UE U. AS D EL P ER EG HIN O (i9

remarca la alianza entre la revoluci6nJarroupilhal ' 3 1 y el rosismo, recoge de

diaries brasilerios los improper ios contra los unitarios que carnblan la len-

gua para expresar el rnisrno concepto: "asquerosos, selvagens, imundos", y 10

sorprende la inscripcion de un lema conocido en un arbol del Jardin botani-

co: "Morrarn as selvagens unitarios",

Las ideas no tienen patria: pero sintomaticamente

wando vemos en el santuario de La ley brasileiia alzarse una frente joven yaltanera, y desde la tribuna del pueblo hablando en nombre de fa l ibertad

l lamar at poder para que baje Lacabeza ante la ley,bien ---decimos noso-

tms- , esel emigrado argentino que no reconoce otro poder mds alia de la

ley, ni ley cuyo espiritu no sea la libertad+".

Las ideas pueden no tener patria, pero parece haber patrias que tienen

mas ideas.

Pedro II Y Rosas

En el terreno de la literatura, Marrnol intenta rescatar a Domingos Jose

Goncalves de Magalhaes como el prirnero que importa al Brasil Ia ento-

naci6n y la forma del romanticismo. Si, en ocasiones, tanto Marrnol comoGutierrez 10' comparan can Echeverria, la analogfa no explica mas que su

calidad de pioneros, Porque frente a larevoluci6n formal y ternatica que pro-

dujeron los textos de Echeverrfa, los suspiros poeticos a L a page del brasilefio

indican s610un camino para elcambia. Es te primer romanticismo tropical es

un intento debit. Lapropia tradicion crftlca brasilefia ve en ella inauguracion

de un movimiento que s610profundizara su autonornfa y originalidad hacia185011 5 ). •

Le [altaria al Brasi l una efervescencia social y pol itica que acompaiie y

sus tente los procesos de cambio literario. Como sefiala Roberto Schwarz,

existe una "disparidad entre la sociedad brasi leria, esclavista, y las ideas

delliberalismo europeo" , Descentradas en relacion can el uso europeo, las

ideas estan fuera de lugar; esto es "las ideas liberales no podfan ponerse en

(13) La l lamada "Guerra dos Farrapos" se extendio desde 1835 has ta 1845. Cornandada

por Ben to Gonca lve s, procl amo laRepub li ca de Piratinirn, Fue un inten to de rnodificucion

de [a fo rma polinca y un movlrnien to separat is ta de los riograndenses .

(14) Ostensor Brasileiro, N" 48.

(15) En Par is. en l a dec ada d el 30. I1ng rupo que Incluye t arnbi en a Manuel d e Ara ujo-

Porto Alegre y a Franc isc o Sal es de Tor res Homem ge st a el p rimer romant icl smo b ras il ef \o.

Pero la conso lidaci6n del movirnien to vendr:! . en la e tapa que inaugura Anton lo Gonca lves

D ias . Aunqu e s u "Can ca o do exi li c" est e f ech ada e n 1843. en Coi rn bra, se dio a publ tcac ion

en Rio de Janeiro en 1847. Cf. Anton io Candido . Formacao da literatura brasileira, Torno n0836·1880), Bela Horizon tc , Rio de Janeiro , Edlto ra l ta tiaia, 1993.

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I

I

70ADRIANA ,\MANTE

pr.ictica, siendo al rnisrno tiernpo indescartables". ASi:el esclavismo y el ':sb-

tema t ie favor", que hilda de lac lase de los hombres libres una clase en rigor

dependiente, desafinaban can las ideas llberales europeas que el resto de la

America emancipada intentaba sostener como ideologia'!".

Muchos de los escritores del primer romanticlsmo braslleho tienen car-

gos en el Imperia. Los rornanticos argentinos los tendran can ~r~uiza (0, al

menos, el ofrecimiento) cuando ya sean -de hecho- ex rornanncos. En la

Argentina, Rosas es Ia condiclon de posibilidad mas fuerte para cl roman-ticisrno, en la medida en que el sistema rosista perrnite pensar -desde el

punto devista de los rornanticcs-e-Ia produ~ci6n intelec~~al como ~o.ntrapo-

der'!", En el Brasil parecerla no haber desajuste y oposiciones politicas a la

monarqufa como motores del movimiento. Par eso, Pedro 11es la condiclon

de posibilidad del primer rornanticismo brasllefio, ya que permite y apoya la

ernergencia del movimiento intelectual. Tnicia-con lacreaci6n del Institute

Hist6rico y Geografico Brasilefio en 1838 y Ia institucion ~e bec~s ~ara que

los artistas realicen estudios en el exterior, entre otros emprendlmtentos=-

un incipiente sistema de mecenazgo que se ira ajustando y perfeccicnando

can el correr del siglo(lO). .

Recordemos como la descalificaci6n de Echeverria de las figuras de es-

critor adscriptas alsistema del poder (de Rosas) era enunciada, por la ironia,

como no llteratura'!". Rosas serfa en realidad -para el 37- el verdadero

autor (dictador) de todos los escritos rosistas; y sus adepros escritores, meros

escribas de la barbaric. Esta escritura vicaria no coincide con el apoyo del

poder a los escritores romantic os brasilefios. Pero siel primer romanticism_o

brasilefio -en general calmo- nose instituye como un contrapoder, no deja

de estar en consonancia, sin embargo, can los aires renovadores importados

de Europa. Lo que pretendian era oficializar la ref~rma es~etica y o~t~ner la

aceptaci6n publica. Incluso en el terreno de las mnovaclOn.es estetJ~~s se

perrniteri la convivencia can viejas ideas; y, en el plano de Jas Ideas pohtlca~.

oscilan entre la alabanza almonarca -exacerbada en el genero de las dedi-

I

I

(16) Roberto Schwarz, "As ldeias fora do lugar" Ao vencedor as batatas. Forma Licerdria .

e processo soc ia l nos inicios do romance brasi le iro, SAoPaulo, Livraria duas cidades. 1992.

(Hay traducclon al castellano: "Las ideas fuera de lugar": c:, Adriana An:ante ~ FlorenclaGarrarnufio, Absurdo Brasi l. Polemicas en la cul tu ta brasi lc iia, Buenos Aires. Bibles, 2000,

pp. 46 Y56, respectivamente). . . . .(17)Hasta elpunta de que. caido Rosas .Marmo! cast no podra volver a escribir litera-

tura. .(18)Laayuda econ6mica del emperador fue pacicntcmente solicitada par los pnmeros

romantlcos, Debieron conscguir ese beneficia reclamandcle a Pedro II-con argumentosacerca de SIl trabajo lntelectual desinteresado en procura de la consolidaclon de una i~.eade patria- los favores que los via!an~es extranjeros si re~ibfan de lacorte. Vcr Flora Su~-sekind, a Brasil mlo e lange daqui, Sao Paulo, Cornpanhia das letras, 1990, pp, 47·4!l [smtraducci6n al espafioll, . "

(19) cr . Esteban Echeverrfa, "Literatura mashorquera" y"Cartas a don Pedro de Angclis,editor del Archivo AmericallO", en Obras Campletas, Buenos Aires.Zamora, 1972.

L A. ~ H U El .L i\ S D EL P EI Ho C; W NO 71

catorias~ y la simpatia par ciertos rnovimicntos revoluclonarios y <ultimo-

ndrquicos producidos en varies zonas del pafs(Zol.

Brasil, Brasil

l.Que hacen, entonces, los exiliados argentinos -afincados 0 de paso-en este pais Call monarquia y cuyo rornanticismo no se enfrenta alsistema

de poder? La lista de los que -en los caminos del exilio- estuvieron en

tierra tropical reline representantes de diferentes posiciones politicas y

esteticas, EIexilio en elBrasil tuvo a Rfo de Janeiro como centro de impor-

tancia, pero tarnbien se disemino par San Pedro, Santa Catarina y Pelotas.

No todos los exiliados en el Brasil pertcnecen a la generaci6n rornantica.

Estuvieron, a pasaron par alli -ademas de Marrnol, Gutierrez y Sarmien-

to-: Juan Bautista Alberdi, Flarencio Varela, Mariquita Sanchez. Juana

Manso, Jose Rivera Indarte, Carlos Tejedor, Jose Marfa Paz y Bernardino

Rivadavia, entre otros.

Es con Florencio Varela que podemos encontrar la sfntesis que respond a

el interrogante. TrasJadado al Brasil desde su exilic rnontevideano par pres-

cripcion medica. se dedica allfa estudiar con fruicion, En carta a Gutierrez

-que en ese momenta estaba todavia en Montevideo->, entre el continuopedido de libros y la narracion de sus hallazgos bibliogrtificos, anuta:

Poco he cosechado aqui sobre el Brasil;pero encambia, mucho, muy nuevo

y muy uti! sabre LaRevolucion de nuestra patria. [...j [Tlrabajo diariamente

algunas horas can Riuadauia. Este hombre, dotado deprodigiosa memoria,

de invariable respeto par Lauerdad , actor en todos los sucesos notables defa Reuolucion, posee muchos y muy preciosos docurnentos que no han de

hallarse en otra parte {. .. }. Me da los documentos, tomo notas de 1 0 que

hablamos y a fa noche las reduzco a apuntes metodizados. Mucho esperosacar de estol2 1] •

Varela, pese a la afirmaci6n inicial, se inserto bastante bien en elmedia

cultural y politico brasileno, De todas formas, la exageracidn pone de mani-

fiesta Ia posibilidad de seguir pensando obstinadamente la patria en el ex-tranjero. 0 mas: la posibilldad de pcnsarla mejor, de estudiarla para saberla.

(20)Cf.Antonio Candido, Formacao da literatura brasileira. Hay.claro, difcrcncias entrelos rornanticos respecto de sus relaciones con la monarqufa, que merecen ser estudiadasparticularmente, Ver,tarnbien, Wilson Martins. Historia da inieligencia brasileira, volume II(1794-1855),Slio Paulo. T. A.Queirozeditor. 1992.. (21)Car ta dell demayo de ]842. en Archive del Doctor Juan Maria Gutierrez. Epistola-

rio. tomo I.p. 242 (subrayado en eloriginal).

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ADR1,\NA 1\~lANTE73

72

A.'tar aluera esseguir pensanJo la [ laden perdida. Perdida porque el exi-

~I, es ., '1' I d ddt[ iado ha s ido expulsado y tiene vedada lapOSl<11OU e perma~~cer en ro

de sus lfrnites gcografieos. Y perdida tarnbien po~que la gen.e~aclon dcl37 (a

In que Varela adhiere en polftica aunque se le resista en estetl.c~! cree q_l~e.eha perdido el hilo de Mayo y sus integrantes se arrogan la mrsron patrionca

de retomarlo, en otra clave, por otros medios . Mayo, para ellos, ~e]~ eta~a

de la espada y la desorganizacion; esta debe ser lao~poca de la I ll t~!Jgenc~a

intelectual y la organizacion. De uhf que en lare~mon de Varela y Rlvad,avtapueda leerse un intento de superar, induso: ~asdiferencias que separan a los

viejos unitarios de los j6venes del nuevo exilic.

110S ofrecen ventajas, tanto materiales como tulles a nuestras tendencias.

[."/iQW? hace listed en elRio Grande? No. Espreciso moverseWI.

Es precise reubicarse y repensar el desgaste y las perdidus en la disper-

s ion. Losdes terrados han desbordado, obligados, los l imites de su propia na-

cion 0 11 ser expulsados, y tratan de reorganizar los Ifmites para elreencuentro,

para seguir pensando la patria que perdieron. Pero si l a nacion se imagine

-segun Benedict Anderson- como una comunidad polit ica inherentemen-te liberada, soberana y limitada, ;.que pasa cuando esa nacion esta siendo

imaginada tanto dentro como fuera de sus !imites geograficos?

EI peregrinaje del exilio se convierte, enronces, en otra forma de imaginar

lanacion. Porquc elpaso del destierro reforrnula los Ifmites de la comunidad.

Por un lado, de la comunidad de la que han sido expulsados por el poder al

que se oponen, Y tambien, porque desbordan los llmi tes geograficos de las

naciones que los cobijan intentando reintegrarse, agruparse en puntos que

permitan materializar 1 0 1 conciencia de nacion propia que transportan en suerrancia'P',

Hay, entonces, para los exiliados de la polft ica rosista una representacion

peregrina de fa comunidad imaginada. Los exiliados reformulan 1 0 1 nacion

desde afuera y siguen irnaginandola, y trazan rutas de fuga y rutas de en-

cuentro, para seguir el sue no polftico de lanaci6n que los expulso fuera de

sus limites geograficos. Pero esos limites se reformulan, Ysevuelven politicos

al expandirse.Entonces, por un lado, imaginar desde afuera a la naclon, Pero, por otro

lado, los que se quedan -incluido Rosas 0 sobre todo Rosas- tarnbien ex-

panden los Ifmi tes de la nacion que estrin imaginando. Porque no pueden

dejar de inc1uir en esa Imaglnacion colectiva el colectivo del exilic, sus rutas-

de destierro y los peregrinos. La comunidad imaginada desde el rosisrno no

desconoce que, en laruta chilena, Sarmiento escribe el Facundo y que, en la

ciudad tropical, Marrnol canta su peregrinaje.

La constitucion de una naci6n "civil izad a",opuesta al s istema ros is ta, es

el objeto del deseo.Ia utopia a cuya realizacion se lanzan los romanticos baja

el signo de una paradoja: porque s ila utopia de lanacion constituida esel no

Lugardeseado, el exilic es elLllgar no deseado desde elque la enuncian.

;'

I

I'

Lapatria peregrina

La patria los expulsa de sus Iimites. Dcsde un punt~ de viS,t~geo.grific~,estan absolutamente afuera. Perc, desde el punta de vista poli tico, la patna

se sa le de sus bordes y continua al lf donde .la dias?~ra siga pensan~ol.a y

obrando sobre ella. Y 1 0 1 diaspora busca la union poltt~~a fuera de .loslfrnites

de la patria, porque la dispersion atenta contra la naciori que se piensa en el

exilio y desde el exilio.E I Bras il es un lugar de encuentro (pasible) para I?s j6venes de este ~es-

ti erro: un punta en la cartografia de la fuga. EIBrasil no es la Montev~~eo

resistente de la legi6n argentina. EI Drasilno es, tampoco, un terrene politico

propicio como Chile. _Hay algo que imanta, s in embargo, en elBrasi l.y-sabre todo-:- e~ RlO de

Janeiro: la belleza tropical. Ya10 vimos con Sarmiento, y no le es lIldlf7 rentetampoca a Gutierrez: todos quedan ~rendado~?e la ~aturaleza y no de!an decantarle en sus producciones literarias. Tarnbien 10 Im~act6 a Jose Marmol,

que escribi6 -en nota al pie- en sus Cantos del Peregrmo:

S e que seacusard deexcesivo elentusiasm? con que pinto las b~llezas de al-

gunos cuadros de Lanatutaleza en elBrasil [..._pera]para un.hijo de Buenos

Aires, euya mirada esta habituada a sumergirse en lo~honz~ntes, atraue-

sando fa inmensidad de los desiertos sin encontrar mas obstdculos :,ue Los

accidentes de La atmosfera, son una nouedad, sin duda, las montanas que

haeen alzar su cabew sobre los valles del Brasil r . . . J (CP. p. 386).

Sin embargo, pese a las maravillas de la naturaleza q.uelos .deslumb~a, los

exiliados sienten que es precise reubicarse. Es necesano ~onJurar l.adisper-

sion. Por eso, Marmol lehabfa escrito a Gutierrez desde RIO de Ianeiro:

es necesario ponerse en movimiento. para ahogat en el trabajo el recuerdo

amargo de nuestras pasadas esperanzas. Perobien conc:bi~d usted qu: noeselBrasil elteatro aparente para nosotros y que lasRepubLLcasdel Pacifico

,I (22) Carta del 27 d e ju li o de 1844 . en Archive del Doctor Juan Marfa Gutierrez.Epistola.

rio, tomo I.p. 280 (subrayado en c lo rig inal).

(23) Cf. Benedict Anderson, Cornunidades lmaginadas, Mexico, Fond a de Cu ltura

Economica . 1993 .P ara pen sa r l a r e lac i6 n en tr e el co nce pto d e n acion y e l de exillo, son irn -

p or tan tes los t ra bajos de Homi Bhabh a, "Di ssemiNa tion: t ime, na rr at iv e, an d the margins

of t he modem nation". en Hor ni Bhabha ed., Nation and Narration, London and New York,

Routledge , 1991 yen Bhabha, TheLocation a/Culture, London and New York, Routledge .

1!J94; Richard Sennett, "E i extranjero", en Punta dev is ta W 51. Buenos Aires , abril de 1995;

y Julia Kristeva, E t ra n ge rs d 11O[/.S<memes. Par is , F aya rd. 1 989. Horni Bhabh a cr it ica , p or di -

f er en tes mo tivos , t anto l a p os icion de Ande rso n (a quien l c d ed ica una pa rt e cons ide rab le

de su t exto) como lu de Kr is. eva .

iil

j.

I1

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74

Cart6grafos de las maravlllus

En cl ensueno de esa utopia. cl Brasil sc disena como el pars de las ma-

ravillas de In naturaleza, Y Sll exuberuncia encuentra en los escri tos de los

proscriptos -sumandose 0 contraponiendosc ~I~idea ? ~ Idesiert? ~la pam-pa- otra configuracion del espac~o como paisaje est~llca y.pohtlcamente

product iva que se imbrica can el discurso sabre Lapatna ~erd!da. .

Par otro lado, la vision extranjera de Ianaturaleza trop_lcalle da.realidad alBrasil. Porque los romanticos brasilefios encuentran alli ~I"Brasl~ naturale-

za" que estan buscando para consoli dar un s istema litcra~~o y nacl?naL Pero-sost iene Flora SUssekind- "no hayexactamente un dlalogo crttico entre

esos primeros autores deficcicn brasi lenos y los relates de viaje, Sino.sobre

todo absorci6n programatica, de 10 que 's irve ' ~Iproyecto de afirma:16n de

una lit eratura nacional. Y exclusion de cualquier dato que n~ pudl~~a ser

uti lizado ahf de inmediato", SUssekind no incluye, en la consideracion del

asunto, a los argentinos(24l. .'La nacion brasi lefia tambien se esta pensando en relacion can elespacio.

Sussekind seriala elproyccto romantico de fun dar un "Brasil solo naturaleza",

que produce un desajus te .en lapretens~6n de incluir elBras~loriginal p~r ~~naturaleza en asuntos ficcionales que, sin embargo, no trabajan la especifici-

dad nacional y podrfan desarrollarse en cualquier otro lugar . Pero dentro ~e

las variaciones de genero, la prosa de ficci6n entre el 30 y el 40, e~ el Brasil,encuentra una constante en un prop6sito geografico: la demnrcaclon de un

centro, origen y escena primitiva de desc~brimien.to.,S~ pretende la bt1s~ue-

da de un paisaje aternporal, como esencia m~tahlstonc.a para la consoh~a-cion de un estado-naci6n imperial. Se consntuye una Imagen precolonial,

pintoresca y Iocalista como conjura de los movimienros separatistas que

se desarroIlaron durante la regencia Y que continuan -acentuandose en

muchos casos- en los pr imeros·t iempos del segundo reinado. ~a n~ci6n .se

representa como paisaje y adorno tropical, pero el estado-nacion imperial

sigue -para Sll representadon- model~s europeos. , .En el caso de los argentinos, 10 que mtentan es extender pohllca~ente

el concepto de nacion para que en el entren los que, desterrados, siguen

(24) Aun sin incluirlos. no los desconoce. La ci ta es d e 0 Brasil niio if longe.daq!ti, p. ~28[I t aducc i6n es mia ). F lo ra Sussckind ha traba jado particu la rmente 105cstud ios del c rt ticoa r .. elbrasileno Brito Broca, quinn ha ce menc i6n a los rornant lco s a rge ntmos que p asa ron ~or

Brasil. Le debo a e ll a e l conoc im ien to d el t rab ajo de Br it o B ro ca y el data acerca de dlchas

menclones. cr . tarnb ien Flora Stissek ind, "Brito Broc~ e 0 ([. '~a da ~olta a casa no r_o~an.

t ismo", en Papifis co/ados, Rio·de Janeiro. Editora UFRJ, 1~93: y Brito ~roca, Ronuinticos,

pre.romanticos, uitra-romanticos- Vida literd;ia e roma::rJSl110 brasilelro, Org. Alexandre

Eulalia, Sao Paulo. Polis, [979 (no hay traduccion al espafiol), . . .

Pur su parte , la relac i6n de·Ia li te ra lUra a rgen tina CO~ los text~s de los v~aJcros cxtranJ:'

ros en cl R IO d e l a Plat a pu ede se r c ons ul tada en ~ Iaud ,a To rr~. B~eno s A ires, Car tog raf~a

pun zo" ( in cluido en e st e vo lumen ) y en Adol fo. P ri eto. ~s vl~Jeros ingleses y la em~rge7lc ta

de la literatura argerl l ina. 1820-1850, Buenos Aires . Sudamericana, \996.

l,ji

!

I ·

l 'I

LAS HUEI.LAS DEL PEREG1!INu75

pcnsandose parte de una patria expulsora que ha y que rcdisenar, Piensan la

patria civilizada desde afucra para conjurer la barbarie de adentro, Cartogra-

ftan una patria que debe ser reelaborada, pew no quieren una vueita arras,

hacla un pasado preexisrente. Eso, de alguna manera, serfa restaurar (como

10 hace Rosas). EI proyecto de los romanricos argentinas no es una vue lta a

un origen inmutable. Es el intento de convert ir un clare comienzo hisror ico

que estrin elaborando y constituyendo -en su lucha contra Rosas- en el

orlgen de una nueva pat r ia, surgida de la Intelectuallzacion de los males quela afectan para constituir los bienes que la salvaran, Esun proyecto de futuro,

buscando en elpasado los errores que hay que subsanar, Nohay nostalgia de

10 que se perdid, sino dolor por 10 que se padecc. No hubo.antes de ell os, un

estado ideal que deba ser reconstruido 0 recuperado. Ese estado ideal, mas

que un mcdelo anterior 0 apriorfstico, esun modelo conternporaneo de laci-

vilizacion, 0 un desideratum posible. Mayo, con todo 1 0 que de comienzo his-

t6rico pue~e tener (Incluso can la posibilidad de que, en un eventual gesto

de deshistorizaci6n, pueda devenir origen de Iapatria), no es sino Iarnuestra

de que era par te del proceso para conformar una naci6n; pero de un proceso

incornpleto que desemboco en la anarqufa, No se trata de volver siquiera a

Mayo. Setrata de rescatar elproyecto de Mayo para conducirlo par vias inte-

lectuales. Las ideas -como modele de constitucion de una naci6n- debenser puestas en funcionamiento hlstorico,

o estrangelro, muito romantico

Ambas literaturas estan car tografiando sus patrias . Pero ali i donde los

brasilefios intenran, en un gesto fundacional, lapostulacion de un Brasil 5610

naturaleza, comienzo de nacionalidad que debe -de todos modos- apa-

rentar haber estado siernpre allf, los argentinos pcrs igucn la imagen de una

civil izaci6n asociada a los espacios urbanos que les permita desfundar laArgentina solo naturaleza.

Esas dos modalidades del romanticismo pueden ser pensadas en la acti-

vidad intelectual.que Marmo] desarrolla en Rfo de Janeiro.

Marmol no es un viajero de paso, sino un huesped que puede y qui e re

comprender la gramarica social y decodificar el s istema que percibe (CP, p.

389). Pero tal vez sea su calidad de viajero la que Ie permite insertarse en elcampo intelectual brasi lefio y publicar en organos de un romanticismo que

esta pensando en la ccns ti tucion de una literatura y una identidad naclona-

les, Marmol le sirve al proyecto rornantico brasilerio. Mientras el rornantlco

argentino esta ensayando una teorta polftica para el pals que 10 hospeda,

ofreciendole -en las entregas sobre la luuentude progressista do Rio de ja-

neiro- un modele teorico para desarrollar una acci6n poIftica de ernancipa-

cion respecro de la forma monarquica, el movimiento rornantlco braailefio

usa sus escritos segun los mandates de su propia teorfa de la constitucion

de una nacion: elexiliado argentino entra como viajero exrranjero en las ne-

,\IJRIAN,\ ,\MANTI:

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76

cesidades del movimiento rornantico b rasilcfto, De ahi In pm;ibilidad de que

publique algunos Fmgmentos da minha ~art:ira de viagem(ZO).. . .Si el Brasil busca su origen en el Brasil solo nnturaleza, el algentl~o rna-

ravil lado les sirve. Pero si bien la naturaleza tropical y su desborde slrv.en a

un proyecto brasilefto de constituci6n de nacirin y le permiten t~m~ien al

extranjero pensar en la contraposid6n de e~a ~aturalcza con el paisaje de.la

propia patria, los argentinos haran un ~~vl~l.ento opucsto. al ~el Imperio.EI lugar de la utopia argentina cs la aSlmllaclOn, la neutrahzaclon de todo

desborde de Ia naturaleza, que debe se r ordenada intel igentemente par laciudad civilizada. Es par eso que los exiliados argentinos necesitan rechazar

de plano la pos ibilidad de postular una Argentina s610 naturaleza, porque

esa es labarbar ie de los campos, laArgentina barbara de Rosas.I .

BUENOS AIRES, CARTOGRAFIA PuNZa:

A M A L L 4 DEJOS£' MARMOL

Claudia Torre

4.c u.

jAh, Lavalle, Lavalle', iPorque no mandasteis .:: . 7un escuadron a gritar: . • ·

jViva fapatria! en laplaza de LaVictoria? ; = , J...deshagdmonos de Rosas,"' \

tomemos posesion d e fa ciudad.:

La novela de Marrnol pone en escena el quiebrc de una utopia urbana,

barrial y familiar. El deseo de una Barracas l iberada se deja entrever en una

conversacion entre Daniel y Eduardo:

Amalia, Jose Marmo!'

dentro de poco tendremos Lalibertad, y can ella un campo inmenso para

los trabajos de la intel igencia. La [el icidad fa buscaremos en nuestra fa-

milia, la gloria fa buscaremos en fa patria. Yiuiremos juntos. Haremos en

Barracas una magnifica casa, en una parte viuireis tu y Amalia; en la otra,

mi Florencia y yo; y cuando necesitemos extraiios ojos para admirar nues-

tra [elicidad, 10buscaremos reciprocamente entre nosotros cuatro (1, pp.

245-246).

(25)Tambien en el Ostellsor Brasileiro, mirneros 25, 27, 2B.En ellos, se explaya .sob~ela naturaleza tropical -que miracon ojos extranjeros-, para rencxionar acerca del gCnlaamcricano , que no eSH\a Inaltura de aquella: sabre las mujeres y la moral moderna, la pae-

sia, las ideas y el exilic.

Casa, barrio, ciudad, patria seran espacios que constituiran un cfrculo

cerrado donde lamirada de afuera no sera otra que lapropia. Y espacios que

seran fracturados por una invasion de vlolencia y de "verdad" representada

en una "porcion defiguras siniestras" (II, p. 281). Acotado elespacio de la pa-

t ri a, de la nacion ideal , enmarcada en las fronteras de una ciudad sitiada, la

ciudad de Buenos Aires se convierte en pura narracion y presta sus calles a latrarna de la resistencia polftica,

La Buenos Aires de 1840 que se dibuja en Amalia de Marmol es una ciu-

dad pequefia. Sus centros neuralgicos s~ encuentran cercanos, cas i super-

BUENOS AIRES. C,\RTOf"iRAFf,\ I 'UN7.()

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CLAUDIA TORRE

puestos, Es el dibujo de la ciudad virreinal . EI texto dej a entrever los linea-

mientos de una car tograffa de epoca .Planiflcadas desde InMetropolis para ejercer un control politico y corner-

c ia l, Buenos Aires y las c iudades sudarner icanas expanden pro li jamente sus

cal les en perpendiculares y paralelas '!' , Esta pro li jidad car togr ri fica de las

ciudades latinoamericanas intenta conjurar los conflietos que en elias pudie-

ran suceder. Sin embargo, la geomet rfa urbana. a pesar de su disefio 16gico

y raclonal, puede convert irse en una grilla en cuyos angulos se ins talan l as

pasiones politicas, los conflict as econ6micos. sociales y amorosos,

Marmo! despliega en su novela este mapa virrelnal, 1 0 puebla de ficciones

historicas, haec de Ia ciudad de Buenos Aires el espacio de su tragedia y de

su proclama. Buenos Aires esta invadida , sus cal les han sido arnenazadas,

su noche es la noche del terror. La delacitin, el miedo, la muerte, el fuego

de la pas i6n punzo, la vuelven intransitable. Aun asf, el narrador Marmol la

recorre. Estar dentro de la ciudad: condicion para que la ciudad pueda ser

narrada. Mapa que se mira desde adentro. Opti cas , En el Facundo, Sarmien-

to presenta eI despliegue urbanfst ico como un abajo que es observado, En

Amalia es un adentro. Los map as de los relatos de la l iteratura argentina del

siglo XIXpermiten reconstruir un lugar de narracion.

EI "pas eo" par entre las calles de la ciudad de Buenos Aires invita allec-

tor a formar parte de sus diversos it inerarios . Entrarnos en la ciudad, no la

podernos mirar des de arr iba . Caminarnos como lecto res esas mismas cal les

y experimentarnos las sensaciones que t ienen esos mismos persoriajes. Ate-

r ro rizados como Candido , desenvueI tos como Daniel , de terminantes como

Mar ia Josefa, fugaces como Amalia. Tarnb ien podcmos sal ir de la c iudad , en

forma fal lida como Eduardo por las barrancas del parque Lezama 0 en forma

operativa como Daniel en la costa negra del R fo de la Plata. EI t exto exhibe

-detal lando estos itinerarios- sus tecnicas, porque el t ranslto de los per-

sonajes a traves de una ciudad siti ada es uno de sus rnejores instrumentos

cuando se trata de crear suspenso folletinesco,

Proliferan los verbos de movimiento que invitan a un paseo -aunque no

siernpre grato- porl a ciudad, y la precision descriptiva dibuja can certeza

los caminos: Daniel Bello va por la calle del Restaurador, dobla ala Izquierda,

s igue por la cal le Larga, e tcetera. Sin embargo , a medida que lanovela avan-

za, este detal li smo descr ipt ive seesfuma. Ellec torya laconoce, lacarn ina yla

habi ta , como la conocen, lacaminan y lahabi t an sus personajes.

Sire-constru imos elp lano que Marrno l despl iega en Amalial2) podrfamos

observar una concentraci6n de lugares cl ave en un perfrnetro de siete cua-

dras a la redondo. Lugares c lave tanto para lac iudad de Buenos Aires en 11140

como para In ficcion de Marmot. En esc espacio sc encuentran el fucrte; las

iglesias de San Francisco, San Ignacio y Santo Domingo; el rnercado: las casas

de Florcnciu Dupasquier, elconsul americano, Mercedes Rosas, Felipe Arana,

Diego Alcorta, Marfa Iosefa Ezcurra, Daniel Bello y elrnisrno Juan Manuel de

Rosas. i .Que significa esta concentracion urbanfst ica? Esta c iudad que esta

den tro de o tra parece ser e lcen tro motor de lanar ra tividad. En este perf rne-

t ro se toman las decisiones mas irnportantes , se resuelven los dest ines de los

habitantes y se entrama Iatragedia de la novela, EIespacio del terror necesitoser acotado, reducido a su minima expresi6n. En unas pocas calles de una

ciudad muy pequef ia se asiste a la t ragedia, yen elcentro mismo de lac iudad

la concentracion de fuerzas cialugar a la trarna,

La amenaza que en otras epocas estaba en elafuera de Inciudad seinsta la

en su propio centro.

Pero la novela tambien cons truye otras espacios alternatives haci a los

cuales 1<1icc i6n se traslada, tornando dlstancla del centro. Esta d inamica

abarca entonces toda lac iudad: lacasa sola, a lnor te , en las Bar rancas de San

Isidro; y lacasa de Barracas donde vive Amalia, a lsur.

Marrnol coloca su personaje femenino en la la tera lidad de este gran cen-

tro neuralgico. Amalia eli ge vivir fuera del espacio al que pertcnece par su

clase, 10 que no la exime de gozar de los privi legios de esta lateral idad. Asiste

rara vez a eventos socia les, no frecuenta las iglesias del gobernador. Perma-

nece apartada y, en este sentido, libre. Su idflica casona de alabastros yjazmi-nes f rescos Ia preserva de lasuciedad a que estaria expuesta de no permane-

cer a is lada. Su peinado frances no se expone a la brea con que los "salvajes''

incrustaban monos punz6 a las unitarias, segiin relata cierta tradicion.

La narracion desde los margenes del centro urbano int enta describi r el

espacio de lau top ia de laresistencia : desar ticu lar e lpoder concentrado de la

t irania rosista. Pero, muy a su pesar , este lugar de nar racion se convierte en

un espacio perfec to para mostrar la opera tividad sangrienta de este poder.

Esto es: su efectividad, no 5U desarticulacion.

La novela comienza en el sur. La trampa de Merlo se produce cerca de la

casa de Barracas, Este es tarnb ien elsi tio de laconsp irac ion . Ambas casas de

Amalia, el sitio de la emboscada y el s itio de la conspiraci6n enmarcan sus

espacios y perrniten laproducci6n de transitus, encuentros felices y trampasfatales . Par debajo , la c iudad de Buenos Aires ofrece un campo minado , una

cartograffa capaz de contener las historias y la Hlstoria.. Uno de los prim eros itineraries a t raves de la ciudad que l anovela pone

en escena es cl de Diego Alcorta, Daniel Bello y elcriado Fermfn, quienes lue-

go de poner a salvo a Eduardo Belgrano en la casa de Amali a se di rigen por la

calle Larga al centro de la cludad para organizar la estrategia que mantendraI) La est ructura v ir re inal de l a ciudad t ic ne vigencin e n l a p rimera mit ad d el slglo XIX.

La novel a pr ovce de Informacion al lect or accrca de la autorizacicn quc en 1776 otorga

Carlos lit al V ir rey Ccb al ln s p ara que Iundc l as c apn anlas. De e st a manera est a e st ru ctura

di ecioche sca permauec e en l a c lu dad d e Buenos Aires.

(2) Horac io Carnp il lo can asesorumien to cartografico del u rquirecto Luis Martin. disefio

el mapa de la ciuclad de Buenos Aires que sc reconocc en Amalia. Puhlicndo orlglnalrnente

en JI I revlsta Todo esHis/aria. rue reproducido en Capitulo. Historia de la Literatura Argemi-na:Nacimiento de la novela, Buenos Aires , Cen tro Edito r de America Latina, 1979.

BUENOS .·\IRF:S.(',\Ifroc:l~AFfA I'l!NZ() R I

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a Eduardo fuera de t oda sospecha ofic ial . Eduardo no ha podido crnigrar y

sera buscado par las fuerzas de la Icy. Pero tiene arnigos,

Maestro, disclpulo y criado habian enfilado, a gmn galope, ta oscura y de-

sierta calle Larga,y subiendo a laciudad par aquella Barranca de Balcarce

que, doce ailos antes, habra uisto descender los escuadrones del general La-

valle para ira sellar con sangre elorigen de los males futuros de la patria,

t iraron la r ienda de sus caballos a la puerta de la casa del senor Alcorta,

trasde San juan, en la calle del Restaurador 0 , p, 40},

La aluslon a la salida de Buenos Aires del general Laval le -ocurrida en

1828- para enfrenlarse con Dorrego intenta recordamos a otro transeun-

te de esa misma calle, Transeunte hlstor ico, el general Lavalle abandona el

Fuerte de Buenos Aires para enfrentarse con Dorrego. El episodio que Mar-

mol trae a la memoria del lector del folletfn nos remite indirectamente a una

consecuencia que se desprende de aquel enfrentamiento: Rosas queda como

lfder Indiscutible. En recorrido inverso al paso de Lavalle, los personajes de

Marmol intentan, des de la ficcidn, ir en sentido contrario ala historia. lEs

posible revertir Ia"tragedia" historica desde la ficcion literaria?

La carnpana y el Ri o de la Plata son las fronteras naturales de Buenos

Aires, EIRio de la Plata era "desierto y salvaje como la pampa", una "espalda"

oprimida "par treinta naves francesas", La idea de bloqueo se desplaza por

metonirnia hacia la otra Frontera de Buenos Aires: la pampa. La carnpafia,

bloqueada tarnbien por elenemigo, va encontrando sus formas de expresion

polftica.

Cuando Rosas asume eJpoder de Buenos Aires, representa en la ciudad

los intereses de la carnpafia: es un hombre de campo, cuyos aliados no son

las fuerzas unitar ias de Buenos Aires sino la gente del inter ior. De esta rna-

nera, laciudad de Buenos Aires y la carnpafia, conforman un mismo espacio

sin cerco,

EI otro de Buenos Aires

Montevideo es laotra ciudad. La que mira del otro lado del rio. En el tcxto

funcionan dos Imageries, que se definen a partir del viaje de Daniel.Por un lado, una ciudad que podia asi lar y contener a laemigracion y ser

el foco concreto de la conspiraclon triunfadora. Ciudad que luchaba contra

Rosas,Pero esta irnagen.se desdibuja totalmente cuando, despues del viaje que

Daniel realiza, se descubre casi otra Buenos Aires, es decir: una ciudad debi-

litada par elpoder de Rosas.Montevideo se construye y se descontruye con este viajero nocturno,

fugaz y pragmatico. Su viaje contribuye a reconocer cuan cercada esta la

I· i

ciudad de Buenos Aires. Las posibles sulidas se cierran: el r io , lc campana, la

ciudad de la resistencia,

Como un "anfi teatro", la "parte septentrional del Plat a" quiere ser vista

por Daniel como "un solo cuerpo con una sola alma polftica para la guerra a

Rosas" (I, p. 281).

A las multiples decepciones que desalicntan las expectativas de Bello se

Ie agrega la de que los emigrados que se radican en Montevideo no tlenen

estrategias politicas.

Montevideo se resuelve entonces como el espacio de la ensofiacion delemigrado, deride son posibles "la ilusion", "1£1speranza" y aun las "creacio-

nes fantast icas", Esta otra ciudad contr ibuye a presentar una Buenos Aires

inrnovil.

"Restemos, porque fa politica tiene tambien sus matemdticas" {I, 30S},

Desde los barcos

Cuando miradas ajenas ven la ori lla del Plata, el registro es distinto. Los

barcos que lIegan al puerto transportan viajeros que han escri to sus irnpre-

s iones de Buenos Aires. Del barco a la costa, estos viajeros debfan ir a nado,

.a pie 0 en alguna carreta precaria 0lanchon. Junto con las mercaderias toea-

ban tierra. Ingleses en su mayorfa, eran diplomatlcos 0 cornerciantes, y SU re-gis tro ante esta precariedad que elviaje Ies deparaes de rechazo y espanto,

Los diaries de viaje, escritos entre 1820 y 1840, rnuestran una aldea rural.

La modificaci6n urbanistica y arquitectcnica que va a afrancesar la ciudad

tendra lugar s610en los anos 80 can los disefios f ranceses que Torcuato de

Alvear propone para remodelarla, Para entonces, elproyecto liberal en curso

se hara visible en laf isonomfa urbana. Pero en elperfodo ros ista los viajeros

describen una ciudad dande 10 predominante es el elemento colonial.

1

I

II

iII

III

IiIiI

Por laescasa profundidad del rio,los buques no pueden abordar en Buenos

Aires y vense obligados a descargar en lanchas pequeiias. Muchos carros

tirados por un solo caballo van y vienen sobre laplaya dearena conducien-

do pasajeros. f . . , J La mayoria de las casas t ienen un gran patio central can

su aljibe, porque es muy deficiente Laprovision de agua. £1 agua del rio se

tiene por malsana y seabren pocospozos debido a que elespesor de lacapade greda los hace muy caros. Las calles son bastante anchas, pasablemenie

limpias y prouistas de aceras. Esta fue Laprimera impresion que recibi deBuenos Aires (CaldcJeugh, p. 31} (3J ,

(3) Alexander Calddeugh vis ita e l Rio LIe101Pla ta acornpanando como dlp lc rnarico a Sir

Edward Thor ton , m in ist ro Ingl es en l a co rt e po rtugue se del Brasi l. Can e l huque Ala rc ity,

arriban en febrer o de 1821 a Buenos Aires. En 1825 publica en Londr cs Travels in South

. , . . .I

CLAUDIA TORI(E

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X 2

Las descr ipc iunes mucstran las marcus de una cul tu ra rustica , toscu , ru -

dimentaria:

Fuimos desembarcados en una especie de espigon llamado el Muelle [or-

mado de bloques de micaesquisto en bruto, conjundt con prisiones Las

casas que flanqueaban Lacos ta. Pero at entrar en Laciudad observe que

todas las casas estaban construidas en la misma forma y eran, en general

de Wl solo piso . Por elaspecto de ahandono Y S!l e_~teriorn:ez"u~n?,. mas

parecian calabozos que habitaciones de un pueblo industrioso, ciuilizado

y fibre (Miers, p. 21) ( '1) .

La ciudad estd mal pauimentada y sucia y las casas son las moradas m a sincomodas a las que haya nunca entrado: paredes humedas, mohosas y

descoloridas par el clima, pisos malos de ladrillos, generalmente rotos y

frecuentemente con agujeros, techos sin cielo raso, y a las[amilias nose les

ocurre calentarse de otro modo que agrupdndose en tomo de lin brasero

colocado puertas afuera hasta que el dcido carbonico sedesprenda (Head,

p.27)(5).

Solo Henry Brackenridge se deslumbra en clave rous~eauni~na, trazando

la imagen de una proto-democracia, desordenada, salva]e y feliz.

No hay re y aqui ni nobleza hereditaria, se reconoce que elpo~er del estadoestd ell el pueblo y no en otro. Si esta esLaestrella que los guta, d~befinal-mente lleuarlos can [elicidad, con tat que es te sea su mote. No me importan

los defectos actuales del estado social 0 los errores del gobierno: l~ eau~a

es gloriosa y elcielo les sonreird. Elpueblo hace y deshace Los[uncionarios

publicos; iDe cudntos parses em el mundo puede. decirse 10mismo? ,.. . [L a

ciudad] seextiende sobre tabarranca unas dos millas de [argo.Sus cupulas

y tortes y las pesadas masas d e edijicacion ledan aspecto imponent~ pero

algo sombrio. lnmensas pilas de ladrillo pa,rdo os~uro, c~n poca uariedad,

pesadas y tristes , demostraban que no habta surgido bajo elpatronato de

Laiibertad. Comparada can Filadelfia o Nueua Yorkes una uasta masa de

• i

America during the years 1819-20 ·21, con ta in ing an a ,ccoun t o f the present o f Brazi l, Buenos

Aires and Chile. Alexander Caldcleugh, ViaJespar America del Sur. Rio defa Plata, 1821, Bue-

nos Aires, Ed. Argentinas "Solar", 1943. .. .( 4) John Mier s (Londres , 1 7B9 ·Kcnsington, 1 879 ) dcdi co su Vida a ~alabor clentffic~ y

v ino a Sudame ri ca , e nt re lBI9 y 1824, can e l p roposi to de hacer fortuna ins ta lando ell Chile

una empresa de cobre. En 1826, p ubl ic6 en Lond res Trave ls in Chile a lld La Plata. John

Miers, Viaje al Plata, 18 J 9·1824, Buenos Aires, Solar- Hachette, 196B. .

(5) El Capi ta n Si r Franci s Bond Head rue no rnb rado en 1825g ere?l e el~ la Arg ent ina de

l aR fo de l a P lat a Mining Company para cxp lotnr I II r lque za de l cer ro Parna una en mmeral :s

precl osos. En 1B26 retorno a Inglat erm habiendo fr acasado la er npresa. y esc r rusmo ano

publico Rough Notes Ta ken Du ring Some Rapid jou ney s Ac ro~s the Pampas . ~nd A:nong the

Alldes. Franc is Bond Head, Las Pampas y los Andes, Buenos Aires, l-lysparnerica, 19B6.

BUENOSAIRES.CMnOGI(i\FiA PUNz68 3

ladrillos apilados sill gusto, elegancia y uariedad.] .../ Todo tiene aspecto deulla uasta fortificacion (Brackenridge, I, p. 215 ) 16).

Este regist ro , que t iene sus antecedentes en Ia literature de viajes, percibe

el espaclo arnerlcano a partir de una Interpretacion l ibre del clas lco locus

amoenus. Laarmorua de lanaturaleza se t ransfiere a lafel ic idad del pueblo.

y de un pueblo sabre el curd no pesa la marca de la "civilizacion" El locus

amoenus en senti do claslco esta en Marmot quien haec un usa del t 6pico enalgunas zonas del texto para mostrar laacci6n degradante del enemigo sabreun paisaje bello, europeamente bello:

La blanca luz de esa beldad pudorosa de los cielos que asoma tierna y son-

.rosada en ellos para anunciar la uenida del poderoso reyde faNaturaleza,

no podia secat; can el t iernisimo rayo de sus ojos, fa sangre inocente que

manchaba la orilla esmaltada de ese rio..de cuyas ondas se levantaba, cu-

bierto con su velade rosas, SlI bellisima frente dejazmines. Peroargenteaba

con el las torresy los capiteles deesa ciudad a quien lospoetas han llamado"La Emperatriz del Plata" 0 la '~tenas" 0 La"Roma del Nuevo Mundo" (I,

. p.98).

Todo menos el hombre iba a armonizarse alii con ese lazo etereo entre la

naturaleza y su creador que sellama fa luz. Los arrogantes potros de nues-'tra pampa sacudirian enaquel momenta su altanera cabeza, hacienda es-

tremecer Lasoledad con su o relincho saluaje. Nuestros pajaros meridionales,menos brillantes que Losdel tropico pero mas poderosos unos y mas tiemos

otros, saltarian desdeel nido ala copa de nuestros uiejos ombues 0 de nues-

tros erizados espinillos a saludar los albores primitivos del dia, y nuestras

humildes margaritas, perdidas entre el[redo y entre fa alfalfa esmaltadaCOil lasgotas nevosas de fanoche, empezarian a abrir sus blancas, punzoes

y amarillas hojas para tener el gusto, como Lauirtud de contemplarse a sf

mismas a la luz del cieio porque La [LIZ de lat ierra no alcanza ni a las unas

ni a las otras. Toda la naturaleza si, menos el hombre. Porque llegado era el

momento enque Laluz del sol noservia en la infeliz Buenos Aires sino para

hacer mas visible fa lobrega y terrible noche de su vida.

Cuando Candido quiere emigrar espontanearnente y se adent ra en el rio.

i ntenta confundirse en es te movimiento que los viajeros describen: pisar

(6) Henry M. Brackenridge (Pittsburgh . 1736·11171) entre IIlI7 y IIlIl l fue sec re ta rlo de la

de loga ckin qu e el presldcnre Monroe envio al s ur de l c onl inen te cuyo objet ivo e rn recab ar

Informacion acerca de Ia ernunclpuclon rcciente de Espana. para un virtual reconocimlento

pa r pa rt e de l goblcrno nor te amer lc ano. Las no tas tomadas du ran te su vi aj e fuc ron t it ul a-

das V o ya g e t o South America, y pubi ic adas en do s vol tlmcn es en Ba lr imnrn en WIg.

I",(.

I tI:,. K5

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ti er ra es algo paulatino en cl Rio de la Plata. Con la excusa de revisar la balle-

nera encullada en el puerto. se defiende de la acusacion de la fuga. Mrirrnol

concibe una escena comica , que da cuenta de la prccariedad de la ciudad

portuaria allf donde los via jeros no pueden evitar su recha~o. . .La estrategia de Marmol no consiste en mostrar una ciudad tea smo en

utilizar artificios deseriptivos que la estilizan exeesivamente, que la situan

fuera de un registro realista, Aquf S I Buenos Aires es un locus amoenus en el

sentido clasico: un lugar paradisfaco. Tan bello, tan bello, cuanto mas horri-

ble es Ia sangre negra y maldita de la t iranfa que, par contraste, se intentadeseribir. .Lo feo, 10 vulgar, lnvadira este paralso celestial.

La ciudad roja

El elemento rural esta asociado ala f igura de Rosas y al rosismo. En 1820las montoneras habfan entrado a Buenos Aires. Lorural y 10 urbano -cuyas

fronteras siempre intentaban deslindarse-, comicnzan en un condensa-

do proceso histcri co a participar de una misrna esfera. De esta mixtura da

cuenta la l iteratura argentina. En el Facundo de Sarmiento, Quiroga reside

en laciudad de Buenos Aires donde cornpra una vie]a casa de la aristocracia

portef ia, la de los Lezica, en la cual habita con su familia, y se pasea por lascalles de Buenos Aires can ropas elegantes. AI rnismo tiernpo que ciertos

sectores de Buenos Aires se rural izan, otros se jactan de europeizarse. Para

Marrnol laciudad esta invadida. La barbar ie, en 1840. est a en elpoder . Peroen Marmol laciudad no.es solo un espacio invadido sino tarnbien un espacio

recuperable. Recuperar una utopia barr ial esrecuperar tarnbien una ciud~dy una patria para los pares, no para el pueblo. Connotada como escenano,

donde ocurren las tragedias y las comedias con sus actores pr incipales y

secundarios y can los lectores-espectadores de ese drama, Buenos Aires

ha sido perdida y debe volver a canquistarse. La resistencia in situ parece

ser la practice polft ica sabre la que el texto intenta ref lexionar. Daniel Bello

propane quedarse en la ciudad. AlHesdonde haran los acuerdos . Ala ciudad

acudieron Sarmiento, Lavalle, Rosas.

Yo os digo que es necesario trabajar en el animo del general Lavalle parapersuadirlo a que inuada Buenos Aires por el punto rruis proximo a la ciu-

dad; l . . . . J que f . . . j [uegue ali i la vida a muerte de lapatria {. o J y yo me com-prometo {...J a ser de los pr imeros que salgan a las calles, a abrir paso a lastropas libertadoras, 0 a apoderarse del parque, de lafortaleza 0 de la plaza

que se indique (I, p. 282).

La idea de una Bastilla revolucionaria y r ioplatense tifie Ius palabras de

este personaje. Sien el siglo XIX,como senala Jose Luis Romero,la ciudad es

el espucio donde se debaten las ideologfasl7l , las personas acuden para pac-

tar, planificar, establecer acuerdos.

Las tropes de Lavalle no llegan nunca y son un fantusrna que se disuelve y

se surna ala ineficacia de los exiliados de Montevideo.

No puede Marrnol reconstruir , en la ficci6n, la ciudad decimon6nica de

los pactos y de los acuerdos , El pncto en 13ciudad de la f lccion de Marmol es

imposible, La violencia no s610 tine las calles sino los interiores de las casas.

No hayescapatoria.

La ciudad se torna de una sola tonalidad: punzo. Asfixiada por el punzorosista, Inciudad se disuelve. Espar te de un todo que no se puede identif icar ,

Esentonces cuando lacasa, con sus inreriores calidos y sus multiples matices

en correspondencia, adquiere un valor unico: puede convert irse en elultimo

refugio. La casa deAmalia es la ciudad de Amalia, y la ciudad es una nada in-

forme, desafiante y amenazadora. EIpunzo ha aniquilado elmundo exterior.

Y su proxima tarea es el inter ior . EI alabastro y el oro de la casa de Amalia,

sus l ienzos f inos de Paris son ernpapados par lasangre, la transpiracion y Ia

muerte.La casa y la ciudad dejan de funcionar como ellugar del acuerdo. Ahora

todo esta cerrado, vigilado, acotado. Los sirvientes delatan a la eli te a la que

prestan servicios. Espacialmente, una conspiracion s610 puede pensarse

eerea de donde hubo un fracaso. EI t razo de esta trama car tograf ica cierra su

cfrculo.

(7) Ver Jose Luis Romero. Latinoamerica: lasciudades y las ideas. Buenos Aires. SigloXXl. 1986 (Prirnera ed. 1976). .

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PAULINO LUCERO Y LOS JUEGOS DE LA GUERRA

Pablo Ansolabehere

Hay muchas trampas legales,

recursos del jugador-

no cualquiera essabedor

a 1 0 que Lin naipe sepresta ...

Jose Hernandez,

La uuelta de Martin Fierro

El juego del truco (0 mas precisarnente el truquif lor) , su metaf6r ica yel

cruce con la guerra son algunas de las claves para dar cuenta del tono de esavasta antologia con nornbre de gaucho Hamada Paulino Lucero.

Todo jugador de truco sabe de laimportancia del engano. Ascasubi -an-

t6logo de sus poemas gauchescos-, casi como para que sepamos de entrada

de que se trata la cosa, comienza su l ibra de una manera enganosa. Miente.

Titula, en Parfs: Paulino Lucero 0 los gauchos del Rio de la Plata cantando

y combatiendo contra los t iranos de la Republica Argentina y Oriental del

Uruguay (1839 a 1851). A partir de este extenso titulo pueden inferirse los

cri terios basicos que gufan esta coleccion de poemas: 1) una periodizaci6n

precisa (1839-1851) y 2) 10que de esa periodizaci6n y del uso preposicional

parece desprenderse: la escritura contra los t iranos (variada ser ie de nom-

bres propios que se resumen en el de Rosas). Ascasubi anuncia su juego;

pew, en Iaprimera carta, muestra otro: elprimer poema dell ibro nos 10dice

desde eltitulo: "Dialogo entre Jacinto Amores y Simon Pefialva, deseribiendo

elprimero las f iestas civicas en Montevideo por lajura de laConstl tuci6n de

1833".Setrata del primer poema gauchesco que se Ieconoce a Ascasubi, y es

nada menos que seis aries anterior a 10que la cronologia del volumen pro-

mete desde el t itulo. Luego, la lectura de este extenso dialogo corrobora las

sospechas: tampa co hay rastros de escritura contra tirano alguno.

Este engano deliberado permite pos tular que Paulino Lucero cornienza

dos veces 0, mejor dicho, que realrnente comienza con su segundo poema,

"E[truquiflor", porque recien allf responde a [0 que el titulo anuncia, porque

es en "EI truqulflor" donde Ascasubi rnuestra su juego.

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90PABLO ANSOLt\IlI:IlERE I'AULINO LUCEROY LOS JU!:fJOS 1)1: L,\ C;l,JI,I~RA

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Enestc sen tido , el "Diulogo" de 1833funclonaria como otro pr61ogo a los

demas poemas, como un elemento rnris de ese marco multiple que rodeo

y caracteriza a las compos iciones de Ascasubi. Es te primer poerna es una

carta de presen tacion que va hacia a tr ti s y se proyecta hacia adelante, Arras,

porque nos dice que se continua un genera que hoy denorn lnamos guuches-

co. Ascasubi se inicia en la gauchesca en el punta exacto dande Bartolome

Hidalgo -su declarado antecesor-> dej6 de can t ar. Ascasubi eJige para su

primer poerna la mi sma situacion que eligi6 Hidalgo para los gauchos de su

ultimo texto conocido: la "Relaci6n que haee el gaucho Ramon Contreras a

Jacinto Chano de todo 10que vio en l as fiestas Mayas de Duenas Aires , en el

afro 1322", Basicamenre, el relata de un gaucho a otro sabre su visi ta ala ciu-

dad. Yse proyecta hacia adelante, en primer lugar y como 10 sefiala Iosefina

Ludrner' !' , porque integra una serle que cu lmina con elFausto de Estanislao

del Campo -a su vez decl arado continuador de Ascasubi , Pero t arnbien va

hacia adelante porque en ese pr imer poemaAscasub i apela a un termino que

usara a 10 largo del volurnen en la lucha verbal entablada can sus contrin-

can tes y que derivara en la apar ic i6n de una f igura con inf lexiones propias:

el gaucho liberal.

EITono

"Ascasubi, en Ia belica Montevideo, canto un odio feliz", afirma Borges(2Jal referirse al Paulino Lucero y al preguntarse par la "razon de su estilo" y de

su super io rldad f rente a l resto de la produccion de Ascasubi , "EI t ruquiflor"

es e lcomienzo exacto para el Paulino Lucero porque condensa una formula,

eljuego de la guerra, quees una de las variantes mas eficaces de esc tono que

Borges perc ib i6 y tra to de defini r can laparado ja del od lo fe liz.

La guerra

El Paulino Lucero no se entiende sin la guerra. La crltica sabre el genera

gauchesco se ha encargada de resaltar la importancia de las guerras de la

lndependencia en su nacimiento y de las c iv iles en su desarrol lo posterior, y

e lusa de esta l iteratura como un arma mas de comb ate . Pero tarnbien habr fa

que marcar el usa que estos textos hacen de l aguerra, de los discursos que laguerra pone en circulacion.

Proclamas, partes de bata lla, comunicaciones secre tas, carl as y not icias

desde el frente. Estos poemas deben gran parte de su eficacia a un aprove-

(I) Iosefina Ludmer, El gene ro gauchesco . Un tra tado sabre iapa tria , Buenos Aires. Sud-

americana, 1986.

(2) J orge Lui s Borges, "La poe st a g auch esca ", en Discusion, Obras Completas, Buenos

Aires . Emcee , 1984, p . 184 .

charnien to acertado y exhaustivo de los generos que prolifcran con laguerra.

Pero la guerra no s610contr ibuye can una serie de modalidades discurslvas:

tarnbien se convierte en materia literarta. Paulino Lucero cuenta -cantan-

do- In guerra. Ysu primera respuesta <11nterrogante de como contarla es"EI

~ruqujf]or", donde la guerra se narra como si fuera un juego: ." 10.guerra y eljuego I es igual cornpuraclon-".

El juego

Pew asf como no se tra ta de cualqu ier guerra (es laguerra con tra la tirarua

de Rosas) tampoco seha elegido cualquier juego. Esel truquiflor, una varian-te del popular truco argentino.

Podrfa afirmarse (por 10 menos en relac i6n can Ascasubi) que el t ruco es,

como lagauchesea , un genera I lterario, Estal vezpar esto que ha interesado

a algunos escri to res argent inas, como Martfnez Estrada!" a Borges. Este u l-timo escribio:

E! ~d.ioma es otro de goLpe.Prohibiciones tirdnicas, posibilidades e impo-sibilidades astutas, gravitan sobre todo decir {...1Mencionar Uno de los

lances del truco esempeiiarse en I f f l : obligacion que sigue desdoblando en

eufemismos a cada termino. Quiebro vale por quiero, enuite par enuido,

una olorosa a una jardinera por [lor [ .,,1 Eldidlogo seentusiasma hasta elverso, mds de una V€Z. E l truco sabe recetas deaguante para los perdedores;versos para la exultacionv',

Hayen el truco, como en la gauchesca, una serle de recetas de como ex-

presarse ya las que es necesario respetar. Hay dialogo, un tono para el desaffo

y ot ro para la queja. Hay, como en Ascasubi, un retruque para los desaftos y

una confusion del iberada de nombres: los eufemismos de envite par envido

y quiebro par quiero tienen su correlato en elusa delos moles intencionados

que prol iferan en elPaulino Lucero: Echagua par Echague. Guisote par Gui-

zot , Macana por Makcau , Ypor otro lade, e l t ruco part ic ipa con lagauchesca

de cier to a ire vernacu lo, de una sab idur ia crlol la que sepresenta como capaz

de veneer el azar, La participaci6n de la mentira como parte esencial del

juego (la posibilidad de ganar puntas, 0 de no perderlos, gracias al engafio)

sustenta el ideal de todo jugador de truco: que can la habilidad se puede su-perar laadversidad de una mala part ida. Ser buen jugador de truco consiste

(3) Hilario Ascasubi. Paulino Lucero. Buenos Aires, Estrada. 1945. p. 313 (Las indlcacio-

n es de pagina seharan a continuacion de cada cita),(4) Ezequiel Martinez Estrada, La cabeza de Goliat, Buenos A ires, Ce nt ro Ed itor de

America Latina, 1968.

(5) Jorge Luis Borges, Euaristo Carriego. Ohms Completas, Buenos Aires , Emece , 19B4,

p,76.

9 2PABLO ANSOI.ABElIERI'

IIWIUNO LUCERO Y LOS JUEGOS DELA GUERRA 9]

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en poder ganar aunque elazar distrlbuya un mal juego. Esta conviccion guia

el desarrollo de "EI truquiflor",

Este poema narra un enfrentamiento entre las fuerzas del ejercito del

general Fructuoso Rivera y [as invasores entrerrianos del ejercito de Pascual

Echague a las ordenes de Rosas. "EI truquiflor" es una carta que, desde el

frente, envfa al peri6dico El gaucho en campaiia un gaucho-soldado del

ejercito de Rivera, que resulta vencedor, Allfse narra [a tactica para veneer

al enemigo, que no es otra que la del trueo: hacerle el entre al rival. darle

confianza dejandolo creer que ganara f :kilmente para, en elmomenta jus to,

cornenzar a querer sus lances y luego retrucarselos, hasta obligarlo a irse a

barajas, Tambien hay, par supuesto, algo pOI'10que sejuega: "los orientales ...

(par) la liberta y lafama": y el ejercito invasor par "Ia esclavitud y el sosten de

esos tiranos" (p,46).

SedespJiegan dos saberes complementar ios: par un lado, elde saber en-

ganar alr ival , elde hacerlo entrar para rernatar lo: y par otro, elsaber de sern-

blantear al enemigo, elde adivinar lal inea de juego rival . El gaucho jugador

de Ascasubi descubre que su r ival miente mal, que no sabe ocultar lamenti-

ra. Denuncia lafalta de sustento entre 10 que se dice tener y 10 que setiene, EI

buen jugador de truce miente, pero debe saber hacerlo, Por eso, cuando en

"EI truquiflor" los invasores cantan "retruco", antes de despacharJes el "vale

cuatro" los gauchos orientales exclaman "Oigale a los embusteros" (p, 47) .

Ypar 10mismo, "Ret ruco a Rosas", otro de los pcemas del Paulino Lucero.

cornienza asf: "Gaucho embustero, mentis" (p, 103). La indignaci6n par lamentira (reacci6n fuera de lugar en elcontexte del truco) sejustifica al tamar

Iaforma de una denuncia publica del juego que practiea Rosas. La guerra de

la que participa Paulino Lucero es, como el truco, de caracter verbal. Esuna

guerra par elsentido y contra la version rosista de los heehos. Es una lueha de

car tas tambien por eso en este misrno poema agrega dlr igiendose a Rosas:

Yatu carta es conocida,

yen todas partes sabida

laafiicion en que te hallds (p. 103).

La estrategla del retruque remite a esta actividad polemica de la que par-

ticipan los poernas del Paulino Lucero. una de cuyas tacticas es tratar de cap-

tar un publico denunciando la mentira del rosismo, pregonando su derrota y

asegurando que el unico sitio en que el gaucho es tratado dignamente es enlos ejercitos unitarios, Ascasubi tarnbien supo ejercer el arte del emhuste.

EIrival

Rosas puede eonstituirse en r ival en este juego porque es, como se reco-

noce en varios versos, un gaucho. Esto entrafia un problema: tener que hacer

una distinci6n entre el gauchaje para determinar quienes son los buenos y

quiene~ los malos: Rosas dernuesrra que ser gaucho no esninguna garantja.

Es preCISOun deslinde que aclare a quicnes designa ese nosotros de voz gau·

cha que hab!a en muchos de los poernas: cs necesario def inir algaucho leal.

el que se opone al "rnalevo", "loco" "ladrdn" y "embustero" de Rosas.Ascasubi

responde: ese gaucho es el gaucho liberal.

El cum que grit a

"Los misterios delParana", otro de los poemas del libra, describe el cono-

cido cornbate de laVuelta de Obligado. Se trata tarnbien de una carta, pero,

en este caso, lade un gaucho delvencido ejercito defensor (yen trance de pa-

sarse atbanda antir ros ista) que Ieescribe a su mujer contandole 1 0 ocurrido.

Aquf no se describe el enfrentamiento como si fuera un partido de truco (el

caracter foraneo de los rivales -Ia eseuadra anglofrancesa-Io tomana in-

verosfmil} ' ,Pero sfparticipa este poema de la 16gicadel retruque, de Ia guerra

de los sentidos , En este texto Ascasubi ensaya una cornpllcada maniobra can

la que intenta resolver varias cuest iones a la vez. Pr irnero, contrarrestar la

~ersion de la defensa heroica en elCombate de Obligado. Luego, derribar la

Imagen de Rosas como "heroe del continents" (p. 194), como gran defensor

de lacaus~ americana frente ala agresion de las fuerzas extranjeras y sus alia-

dos apatr idas. Ypar ultimo. just if icar la alianza del frente antir rosista entre

los gauchos orientales, sus jefes militates, los "dotores" cxiliados, los pueble-fOS, los correntinos, los paraguayos y las fuerzas de Inglatcrra y Francia.

. . La descripcion inlcial del combate (que term ina apenas comenzado)

disipa todo halo de herofsrno, La llamatlvo es que la derrota no Jlega como

resul tado de la falta de pericia a valor de sus defensores. La derrota surge

como la consecuencia necesaria de una err6nea elecci6n ideol6gica. Los ex.

tranjeros vencen (nos dice elpoema) por lasuper ior idad tecnol6gica de sus

naves. Y el motiv.o de esa superioridad es que sus duefios son los principalessostenedores y ejecutores del sistema liberal.

Cuando Ascasubl aplica el adjetivo liberal a sus gauchos no reduce su

signif icaci6n a la liberalidad, nl tampoco a su lucha poria libertad, sino

qu~ apunta, sabre tad 0, a su carga ideol6gica. Y es esa ideologfa -ellibe·

ralJsmo-la que permite Ia alianza contra Rosas. En eldialogo titulado "Lospayadores" puede leerse:

Yen lasfilas orientales,

uiuan todos losfranceses,

compaiieros en fa causa,

liberdles sin dobleces (p. 183).

Yen "EIgaucho Jacinto Cielo":

Aunque usted no esorientalseiior pa triota frances

94 PAlllO ANSOlABEHEI~E

IPAULINO lUCERO Y LOS JlJEGOS 1 ) ( , LA GUEllRA

45

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losgauchos sabemos que es

un patriota iiberal

y como es accidental

serfrances 0americano,

1 0 estimo como a paisano (p, 143).

Esta palabra Ieperrnire a Ascasubi solucionar la contradlccion que Rosas

le recrimina a sus enemigos : aliarse can los extranj eros en contra de la Pa-

tria proclamando defenderla, Ascasubi resuelve en terrninos de ideologfa 10que se plantca como una Iuchapor la nacionalidad. Lo que Rosas presenta

como un problema que gira alrededor del patriotismo, Ascasubi 1 0 resuelve

como una cuestir in de ideologfa(6). Ser patriota es defender la "causa liberal"(p.414). .:

Es justamente e1 citado poem a sobre el comb ate de Obligado el que se

encarga de despejar toda duda can respecto a1 uso ideologlco del termino

l ibera l. Finalizado el re la ta del combate , i rrumpe sorpresivamente un cura

que torna lapalabra y que, a los gr itos , lehace una "destapada" algaucho na-

r rador, y pasa a enunciar le un programa de gobierno cuya puesta en practlca

slgnificara e l f in de los suf rimien tos del gauchaje y que para concre tarse s610

necesi ta de la cafda de Rosas.

Setra ta de un programa l iberal e lque este cura desarrol la , punta por pun-

ta. en cada una de las decirnas. Propane basicamente:

1. libre navegaci6n de los rfos,

2. comercio libre,

3. inserc i6n del pais en el mercado mundial como agroexpor tador e irn-

portador de mercaderfas manufacturadas.

Pues los barcos de vapory multitu de otras cLases:'

traerdn a estos Paranases

prendas lindas de m i f lo r ,y 10 mds fino y mejor

en patio, lienzo y zaraza,

(6) E Ial canc e d el t er rn lno " ide olog fa" ha sido ob jeto d e numerosos d eba tes. Aquf se usa

"ideologfa" paradeslgnar determinados aparatos doc tr inarios que proponen un si st ema de

organlzaclon polftica, economica y legal que excede l os I fm it es de un territorlo 0 nacion enespec ia l. como por e je rnplo e l I iberal is rno 0e l marxlsrno . En este sen tido e l nac iona lismo 0

el palriot ismo " ': 'construcc iones tan "ldeolcgicns", desde o tra perspectlva, como el libera-lismo- son difer cntes. porque encucntran su razdn de ser en 18 defensa de los int er ese s de

18n ac lon . sin g ll c esto impl ique un a un iforme conce pcion sa bre l a organi zaclon pol tt lca,

econ6mica a leghl de un pais. Sobre e l tema del nac iona lismo y su caracter "no ideol6gico'

puede consu ltarse e l1 ib ro de Bened ic t Anderson Comunidades imaginadas (Mexico. Fonda

de CulturaEconornica, 1993).

que ell cambia par sebo y grasa,

nos dardn mds que de pr isa . .. (pp, 203-204).

4, Inmigracion pam poblar el desierto:

De consiguienie vendrdn

a leuantar poblaciones

gentes de todas naciones,

que sus[amilias trairan,y s e desparramaranpar los campos y ciudades;

y hasta en las inmensidades

de costas del Parana

dentro de poco no habradisiertos ni soledades (p. 202).

5.educaci6n para el pueblo,

6. transportes adecuados,

7. una Constituci6n.

Que este poema sea de fines de 1845 nos tienta aver, detras de la voz de

ese cura que trata de introducir algaucho en los principios del liberalismo.Ia

voz de Sarmiento. Ese misrno ano, este o tro exi liado i lustre publ ico su l ibramas famoso, Facundo, que, como los poemas de Ascasubi , tarnb ien par ti -

cip6 de ese retruque verbal contra Rosas . Si no fuera porque sabernos que

Sarmien to no insis tio en la poesfa , no resul taria descabellado atr ibu ir le la

invencion de ladecirna que sigue y con la.que elcura cierra su dlscurso:

Estos barcos concluirdn

(dijo) Laobra de Cornejo

subiendo par el Bermejo

desde el Paraguay a Oran;

de alli a Salta anunciardn

par los ecos del can6n,

que par primera ocasi6n

saludan a esas riberas

las navesy las banderaside la.. .ci...vi...liza ...yci6n! (p. 205).

Lacar ta del gaucho de Obligado esuna de las tan tas que integran elmazo

que rnezcla, corta y reparte Ascasub i en el Paulino Lucero. Cartas rnarcadas

par la literatura de guerra y los vaivenes de Ia politica, la "causa liberal" gufa

su juego gauchesco contra el rival gaucho que es Rosas . Por ella se juega y

se escribe, y gracias a ella se annan y recombinan las figuras que integran la

alianza que, Ilegado el casa de l a confonnaci6n del Piercito Grande bajo el

rI

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! I,

i' :

'II

rn.mdo del denostudo Ceneral Urquiza. pucdc olvidar cicrtos errores del pa-

sado y hasta levnntar, junto con lacausa liberal. labandera de la Federacion:

a eseclamor general.

uolun tario, liberal.

de todo el pueblo argentino,

dbrale cancha a un destine

.altumente federal! (p,442),EL A NGE L Y EL D IA BLO :

FICCI6N Y POLiTICA EN AMALIA

Alejandra Laera

I

En 1845, afio de publicacirin de Facundo, Sarmiento expresa con clarivi-

dencia y sin reparos 1 0 que puede leerse, para la literatura argentina, como

una marca fundacional. Escribe en Ia"Advertencia del autor":

Algunas inexactitudes han debido escaparse en un trabajo hecho de prisa,

lejos del teatro de losacontecimientos, y sobre un asunto de que nose habia

eserito nada hasta elpresenter).

Fundar una literatura nacional desde elexilio,pero con y por la urgencia

de los acontecimientos politicos, define gran parte de laproducci6n argen-

tina del perfodo: en ella, la productividad literaria no suprime los obstaculos

sino que los supone, Lacompleja relaci6n a traves de la cual la literatura se

Imbrica con lapoHticaincide enla escritura yen sus condiciones de pro due-

ci6n, propiciando una literatura polftico-testimonial que torna formas diver-

sas, desde elensayo a las escasas tentativas ficcicnales. Las consecuencias de

esta particular circunstancia enunciativa son previstas par Sarmiento en la

misma advertencia al lector, cuando agrega que

Quizd haya un momenta en que, desembarazado de las preocupaciones

que han precipi tado la redaccion de esta obr ita, vuelua a refundirla en un

plan nuevo, desnuddndola de toda digresion accidental, y apoydndola en

numerosos documentos oficiales, a que solo hago ahora una ligera refe-

renda.

(1) Domingo Faustino Sarmiento, Facundo, Buenos Aires, Ayacucho, 1986.

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EL ' \NCJEL Y I:.LOIAIlLO: I '1CC10N Y I 'OLiTIC,\ EN , I . .V/,\L/,\ 9:)

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No importa tanto que Sarmiento no haya reelaborado el Facundo como

la necesidad inaugural que tiene esta literature de la urgencia: tornar precau-

c lones f ren te a las posibles inexact itudes h istor icas que una lec tu ra d isran-

ciada de los imperatives polfticos pondrfa de relieve.

La certeza de un alcance que cxccde In coyuntura polftica se hace evi-

dente no solo en las expecta tivas que Sarmiento deposita en el Facundo sino

que se veri fica tambien en los prologos 0comentarios que otros escritores

hac en a sus libros . Par eso, cuando se desdena cierta literatura del periodo

can el cal if icat ivo "panfletaria" no puede dejarse de lado que muchos de es-tos eseri tores enr reven para sus textos una proyecc ion literarior". EIgesto de

Sarmiento, par ejemplo, 10ampara de las eventuales cntlcas al tlernpo que

advierte sabre las "pretensia!les literarias de su obra". En el otro extreme y

en un gesto tard io , Ieernos el "Pr610go" de Hilar io Ascasubi cuando en ]872,

vein te aries despues de terminar el cicio del Paulino Lucero, publica en Parfs

sus obras cornpletas:

Sin haber podido formar conciencia del meri to real y posi tiuo de mis pro-

ducciones, lejos de haber tenido en vista antes de ahora poner en un solo

cuerpo las que contiene este llbro, he temido por el contrario el exponerlas

como en un cuadro sobre elcual el publ i co pudiere juzgar de elias, fuera de

la eseena en que me fueron inspiradas: c ircunstancia que tan to contribu-

ye a realzar e lmeri to de toda producci6n l itera r ia (destacados mfos)l3l .

La duda de Ascasubi sobre el valor literariode sus versos gauchescos, la

incert idumbre de que resist an una lectura en un contextodls tlnto al de su

situacion enuncia tiva , da lugar, indirectamente, a una reflex ion incip iente

acerca de las funciones de [a literatura en el siglo XIX,que se i ran diferen-

ciando a medida que los textos se autonomicen de su objetivo inmediato, el

efeeto politico.

Estos inter rogan tes exhiben Ia t rarna que la l iteratura urde con la po lf tica

en ei per fodo rosis ta . Sin embargo , .estevfneuio implica una posic lon subor-

din ada a marginal para cierto tipo de escritura: la escritura ficcional. Enlugar

de EI Matadero (i1839?J, Facundo se imp one como cl texto fundacional de la

(2) Cuando Edua rdo Romano ca li fi ca a Amalia de" foIIe tfn panfletar lo" hace una valera-

c i6n ideol6g ica que , s in mediaciones , seap licn a 10es te tlco , Porque a lconside ra r a Innovela

c?mo e l "ve rdad ero cl asi co del l lbe ral lsrno maniqueo" , l a impugnaci6n de su c arga ide olo-

gIc, a ~on e en cues tl on a l a v ez su s condicion es l lt er ar ias . Mediant e [ a l ectura e xcluycn te de l

ob jet ivo prop ang and tst lco an ti rrosi st a d e s u au tor , Romano deja de l ado 1 a impo rt an ci a d e

1a n ,ove la de Marmot e n l a c ons ti tu ci6n de l ge nero en l aArgen tina. ( "!Ex Jst i6 el ' esc ri to r' d e

r adlot eat roj ", en Anfbal Ford, Jo rge R ivera y Eduardo Romano, Medias d e c omunicacion y

cultura popular, Buenos Aires, Legasa, 1985.)

. (3) Es precise r ecor dar el tipo de ci rcul aci6n (fnllet os, hoj as per lodl casj que habian

tenido los poernas de Ascasubi e nt re los defensores de Mon tevideo du ran te. el sltlo ala

c iud ad por par te de Oribe , al la do d e Ro sas. Ver H il ar io Asc asubi , Paulino Lucero. BuenosAires, Estrada, 1945. ..

narrativa argentina, y se instaura entonces un modo de leer en clave poli tica

a tes timonial que se continua, para el caso de £l Matadero, can la resistencia

a leerlo como una f iccior i. Cuando, a mediados de este sig lo ydesmontando

la lec tu ra testimonia l que inauguro Juan Mar ia Gut ierrez en 1871 , ElMata-

dero fue considerado e1primer cuento argentino, tarnbien comenzaron a po-

nerse de relieve los nucleos ficcionales en e1Facundo, lugar fundacional de la

literatura argentina, como si hubiera que corregiruna historia de la literatura

que no habra sido respetuosa del orden cronol6gico.

Leycndo Ei Matadero, Ricardo Piglia habla del origen de la prosa deficci6n en la Argentina como origen "oscuro,· desviado, casi clandcstino''!".

Ahora b ien: icomo combinar eficazmente po lf tica y f icci6n, como fundar

ret rospectivamente esa ser ie de la l itera tu ra naclonal cuyos comlenzos han

sido trast rocados? Pig lia exp llca 10que el considera un desvfo: " la f iccion

aparecfa como antag6nica con un usa pol it ico de la l iteratura", La publ iea-

c ion deAmalia en 1851 discute ese supuesto desvfo.

II

En 1851, Jose Marmol, en su exilio montevideano, empieza Iapublicacion

de un folletin que relata de manera novelesea los sucesos del aiio 40 en el

Buenos Aires rosista. Amalia se configura asf como laprimera novela polft l-

ca, el primer texto que hace un.llSO politico de faficcion.

En Amalia no hayantagonismo: la conjuncion de la ficclon y la polftl ca garantiza una doble

funcion que apuesta a potenciar la eficacia de lapropaganda.

Una circunstancia insoslayable Ieda un giro ala relacion polftica-ficci6n,

cuando antes de terminar Ia publicacion del fol le tfn e l reg imen rosista cae .

Elefec to de lapo li tica sobre la ficc i6n en Amalia es inmediato: Marrnol sus-

pende repentinamente el folletin y la novela se queda s in final Una carta de

lector envi ada a La Semana de Montevideo, el diario de Marmot donde se

publ icaba el fo llet fn , pone en escena el v inculo can los recep tores: la carta

rec lama la conclusi6n de la novela. En ella se haee evidente que, mas alla de

SLl contenido poli tico , e l lector Ice en Amalia la ficcion y exige, por 10tanto,

una resoluci6n en terminos novelescos. Este lector no acepta la intrornision

de la reali dad polfti ea en la novel a que es ta leyendo. Del lado del autor, en

cambio, l a actitud es di stinta. Porque Marrnol no s610 suspende las entre-

gas de Amalia en La Semana despues de Caseros sino que, tras anunciar l a

reedlcion del folletin en su nuevo periodico El Parana, decidira una vez mas

dejarlo en suspenso para no perturbar el apaciguamiento entre unitarios y

federa les" . En cierto modo , la ausencia de un objet ivo pol it ico inmedia to

(4) "Echeverria y e llugar de la ficci6n", La Argentina en pedazos, Buenos Aires, Edlclones

de la Urraca, 1993,

(5) La prec auc idn de Ma rrno l e st ab a jus ti fi cada . Hay un lector q ue l ee de l am lsma rna-

ne ra qu e el autor y que no parece el lector ti po de los fol letines cornu el que habi a hecho

rI100

ALFJANORA LAERA ELANGEL Y EL DIABLO: F ICCI6N Y POLiT!C,\ ENAMAUA 10 1

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ratifica la eficacia de la operacion: la funcion p ropngundfstica de la ficcion

excede a la actualidad polftica de la novela,

S610en el 55 Amalia se publican! cornpleta, y ya no par entregas sino en

forma de librol6 1 • Pern lasmodificaciones realizadas para esta edlcion defini-

tiva son otra prueba de Ia conciencia que tenia Marrnol del a1cance polftico

de su obra:

esperada por tanto tiempo con general interes, elLectorno hallard nada denuevo (fuera de losocho capitulo;' finales) [... pues elautor ha preferido, a

poner !lna linea mas, cortar;por eJcontrario, algunos pasajes que pudieranparecer demasiado agrios en una epoca tan diferen te de aquella en que

comenz6se Lapublicacion/de esta novela(7}.

Laconformacion de un nuevo espacio que permite lapublicaci6n integra

de la obra esta acotada por un nuevo contexto enunciative que redefine la

relacion literatura-polftica desde afuera hacia adentro, condlclonando la

escritura de la novela bajo Iaforma de la aurocensura's',

III

Genera relegado frente a la efectividad de otras escrituras, los exiliados

antirrosistas abordaron la novela excepcionalrnente. Per eso, Amalia es con-

siderada cast siempre un intento inicial y aislado con respecto a las novelas

escritas durante la decada del B O , momento fuerte de emergencia del genero

en elRio de la Plata. Los estudios entices que pretenden dar un panorama

mas abarcador, sin embargo, logran el efecto homogeneizador de todo lis-

tado de tftulos, neutralizando las diferencias entre Amalia y otras novelas'?'.

Precisamente, el mecanismo de autocensura de Marmol que se observa en

e l r ecl amo a La Semana. Se trata de Luc io V. Mansilla. EIcap itulo "SODonzas" narra un epl-

s odio de es taf a q ue co rnprornet e s er iamente a su padre. Debido a eso, Mansi ll a I lene una

d isput a publ ic a can Ma rrncl pa r d efend er el bu en nornbre de l a fam il ia cue st ion ado en ese

cap itulo de la novela.

(6) EI p asaje de follet fn a libra repi te un cir cuito frecuent e en el siglo pasado para las

novelas , que primero aparecian por entre gas en los perlodicos y mas tar de se editaban en

volumen. Ade rnas, a ca el l ib ro t ambien remit e a un ci rcui ro cer rado y completo -el de laf icci6n -. q ue se opone al ab ler to y suceslvo del periodico.

(7) lose Marmol, Amalia. edicion crftica y ano tada a cargo de Bea tr iz Curia (Dlrectora) .

Mendoza . Cen tro de Edici6n y Critica Textual, 19B9, p, 51.

(B)Otro efecto d e l a pol it lca sabre l a l lt er arura incide d lr ect amente en l a c ondicion de

e scr it or de Mar rn ol : ab andon a s us proyectos l lt er ar ios una ve z p erdida l a rnot iv acldn an ti -

r rosi st a. De a h] qu e de cl ar e un t icrnpo despues qu e. s in el i nce nt ive de Ia Iucha po lt ti ca, no

puede segutr escriblendo.

(9) En s u Historia de la iiteratura argentina, Ricardo Rojas menciona varia s novelas del

pe rfodo en los volumenes c or resp or idl ent es a Los proscrlptos, integrandolas como expo-

nentes "menores" dentro de la producci6n de sus auto res. .

sus distintas etapas de publicacion muestra la conflictiva relaci6n deAmalia

can su contexte, peculiaridad de la que no participa el resto de las novelas dela epoca,

Ni Soledad de Bartolome Mitre (publicada como folletin en 1847 en el

diario La Epoca de LaPaz)ni Esther deMiguel Cane (p) (escrita en IB51 y pu-

blicada en 185B) -por citar dos ejernplos importantes- estaban arnbienta-

das en Buenos Aires. Lahistoria de Soledad se desarrolla en Bolivia -donde

Mitre estaba cxiliado- a lines de ladecada del 20; ladeEsther,

en Europa,

. donde un [oven proscripto -en quien se han reconocido rasgos de la vida

del propio autor- intenta sustraerse de las penas del desarraigo. Enninguna

de las dos se establece una conexion causal significativa con los datos 0 in-

dicios historicos que se mencionan, EnEsther, par ejernplo, lacondici6n de

exiliado del protagonista masculino no tiene consecuencias para la trama:

la historia de amor entre Esther y el proscripto se trunca par Ia.imprevista

muerte de la protagonista. EI Capitan de 'Patricios de Juan Marfa Gutierrez

-generalmente considerada novela hist6rica- transcurre en 1811 mientras

se desarrollan las guerras de laindependencia, pero elmarco hist6rico s610

adquiere significaci6n para explicar lamuerte del capitan, que frustra elro-

mance entre los protagonistas, Aligual que Amalia, todas son historias de

amor, pero ninguna esta atravesada por lapolitica como 10 esta la novela de

Marmol,

Bartolome Mitre explicita su propuesta en el prologo a Soledad, a lavez

que la caIifica de "debilfsimo ensayo"!'?'. Preocupado por la escasez de no-

velas en America del Sur, su objetivo es sobre todo estirnular alos j6venes

escritores demostrando la funci6n ejemplarizadora del genera enlos centros

civilizados. Para desarrollar esta defense, Mitre se opone a quienes consi- -

deran a las novelas como un "descarno de la imaginaci6n, como ficciones

indignas de ocupar la atenci6n de los hombres pensadores", postulando al

mismo tiempo su definicion del genera:

.:«. .

....:, ,::,~:

- . ..~...,; .~g

la vida en accion pero exp licada y ana lizada, es decit ; la vida sujeta a L a

16gica.Es un espejof ie l en que elhombre secontempla tal cual escon sus

vicios y uirtudes, y cuya vista despierta par logeneral profundus meditacio-

nes 0 saludables escarmientos.

Para Mitre, elverosfmil es producto de lalogica, entendida como instan-

cia demediacion entre la realidad y la ficcion. Por media de la explicaci6n yel anallsis -instrumentos de los que debe valerse el autor para orientar la

lectura-, esta teoria del reflejo tiene dos efectos complementarios: provo car

la reflexlon individual y ejercer una moralizacion de los lectores.

Entre la novela de Mitre y la de Marmol la diferencia es la polftica. Al

escribir Amalia, Marrnol no puede permitirse hacer "ensayos", sus objetivos

(10) Can el m ismo cr it er ia, Migue l Cane (p) sub ti tul6 a su nov el a Esther como "simple

narracion",

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,jl

10 2 A LE JA ND RA L AIiR ,\ . EL A NGE L Y EL DIABLO: FIC-CIONY I'OUTIC,\ EN AMM.lA 103

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"

son de mayor a lcance: en 10inmediato, modificar conductas individuales y

sociales a traves de la polltica: en lu mediate, ingrcsar ala historia como tes-

t imonio, ya la l i rerarura , como nar ruclon novelesca de la epoca de nosas.

IV

La pretens ion es tetica se instala en el recurso que elige Marmot para cs-

t ructurar su novela , Lacategoria de "ficcion calculada" supone el transcursode varias decadas entre los acontecimientos y elmomento de su narracion ,

El sin tagrna contiene un anacrcnlsrno que opera sobre 10 politico transfer-

rnandolo en hist6r ico. Algunos f ragmentos de Ia "Explicaci6n" de Marrnol

-que ya apareee en la publicacion por entregas de 1851- muestran el pro-

cedimiento:

La mayor par te de los personajes historicos de esta nouela exis ten min, y

ocupan la misma posicion politica 0 social que en laepoca en que ocurrie-

ron los sucesos que van a leerse. Pero el autot; por una ficciori calculada,

supone que escribe su obra con algunos generaciones de par medio entre il

y aquelios .. .El autor ha creido que tal s istema convenia tanto a fa mayor

claridad de fa narracion cuanto alporuenir de Laohm ... (I, p. 4)

Al hacer este adernanhacia el futuro, Marmot pone en escena el pro-blema del contextoc--el mismo que preocupara a Ascasubi al publicar sus

obras cornpletas en 1872. Porque desde el momento en que se cont empla

un porvenir para la obra, el contexte deja de ser un aliado textual con el que

se dialoga 0 se discute, para eonver ti rsc en un problema. EIanacron ismo

volunt ario de este ges to debe, entonces , considerar la recuperaci6n de ese

eontexto en el n ivel de Iaescri tura. Con cierta ingenuidad , Marmol propene

eluso del t ie rnpo preteri te para resolver la cuest i6n : "es esta laraz6n porque

ellector no hallara nunea los tiempos presentes empleados al hablar de Ro-

sas, de su familia, de sus ministros, etc.""!'.Loimpor tante, de todos modos, es e6mo Marmol reg istra Ia necesidad de

pract icar c iertas operac iones en el nivel de laeser itura para que elsistema de

la "ficcion calculada" sea efectivo.

Por otro lado, el porvenir es una construcci6n temporo-espacial que

ancla en la i rnaginacion de los exi liados r ioplatenses. Marrno l presuponcla caida del regimen rosista en ese futuro y el advenimiento de In naci6n

imaginada, dentro de la cual su obra esta "destinada a ser leida como todo 10

que se eser iba, bueno 0malo, re la tivo a la epoca drarnatica de Ia d ie tadura

( ]1 ) En £1gra~o cero de Laescrltura, Roland Barthes analiza eluso del preterl to comouna de las caracterfsticas fundament<llcs del rcalisrno decirnononico, ya que "supone unmundo construido" yes "la expresion de un orden" ("La escritura de la novela", en EI gradecemdelaescritura. Buenos Aires, SigloXXl, 1973).

argentina, pOl' las generaciones venideras", En el fu tu ro , 10estc tico se im-

pr ime sobre 10poli tico , resign if icandolo. La operac ion estet ica de la ficcion

calculada transforrna la polttica en hlsroria. captura elpresents y 10cristaliza

en la escri tu ra como pasado: laconjura del preseote preserva a la novela del

paso del tlernpo,

Este recurso, a la vez que sefiala la imposibilldad de que Amalia pueda

Ieerse como una novela histor ica, adv ierte que asf podrfa leerse si esaficci6n

calculada fuera una dlstancia temporal efectiva. Lapreocupacion por narrar

como historia los hechos contemporaneos y ya no los pasados se da, en Eu-ropa y especialmente en Francia, con lanovela realista balzaciana, De hecho,

lade Marrno l esuna observacion similar a la que se desprende del "Pr610go"

ala Comedia humarurF'. Para Balzac, 10que se v ivecomo histo ria es e l p re-

sente. Por eso, en elmismo punto en que el escri to r se acerea a laconcepcion

de novela hist6rica p lasmada par Walter Sco tt se distancia de ella. Ysi b ien

no se trat a de buscar influencias donde parece no haberlas ni de plantear un

realismo avant la lettre, una Iectura sincr6nica de.la novela (en contraposi-

c i6n con la lectura d iacr6n ica de las inf luencias, de las f il laciones, segun In

cual Amalia ser ia siuna novela romant ica a lamanera.de las deVicto r Hugo 0

Eugene Sue) permite establccer nuevas relaciones y pensar desde o tra pers-

pectiva las est ra tegias de Marrno l a la hora de eseribi r su texto.

Lavoluntad h isto ricista y socio logica del rornant ic isrno encuentra en la

comple jidad de laepoca rosista una.aprop iada mater ia narra tiva a la vez que

su princ ipal escol lo : no hay tra tamiento epico 0 heroico posible ya que setra ta de una h isto rla que debe ser impugnada. Por eso , es en laf icc i6n donde

predomina el ideal romantico que quiere -aunque no puede- conjurar el

acontecer .hist6r ico. Precisamente, e l hecho de que Amalia sea una novela

politica haec que la es tetica rornantica estc socavada par un tono realis ta

en la descripci6n del contexte politico y tam bien -par la contaminaci6n

inevi table que hace al a funcion propagandfs tica- en algunas escenas que

s610desvirtuadas en su idealizaci6n pueden exhibir los horrores del regimen

rosista,

La mezcla entre 10sublime y 10grotcsco postulada por Victor Hugo como

principle romantico -y sus vinculaciones con 10tragico y 10 comico de la

literatura anterior- no alcanza para representar eficazmente (propagandis-

t icamente) la rea lidad riop la tense. Logro tesco, que rodea tan to a los prota-

gonistas de la ficc icn (don Candido, dona Marcel ina) como a los personajes

historlcos (el padre Vigua y aun dona Mari a Iosefa Ezcurra) no s irve parapresentar a Rosas: la arista c6mica anular fa su pel ig rosidad. Despojada de 10

(12) Marmol anunclo en La Semana una trilogta historica del goblerno roslsta, queestaria forrnada por Amalia y otras dos novelas que nunca apareciernn cuyos tftulos serfanLa Agtlstina y Noches de Palermo. Tarnbien en cl prefacio a laedici6n de Amalia del 55 Sf!anunci aba e l plan dc otras novelas sobre "el gran cuadro de los ucontecirnientos polfticns

en los ultimos doce anos de la dictadura", Este plan frustrado nos evoca clproyecto balza-ciano que quiere dar una vision totalizadora de IIIsociedad de su epoca,

104 ALfJANDRA LAERA EL ANGEl. Y r .L D1AIlLO: uccros Y I'OLl1'ICA liN /lhJ,\J.lil lOS

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grotesco, la representacion seria de la politica (cuyo rival "sublime" e:; la fie-

cion amorosa) asume malices realistas. Asr , el tono realista que se impone en

algunos pasajes del texto es mas la consecuencia de sustraerse a los r iesgos

de una for rnulac ion convencionalmente rornant ica que una busqueda en SI

misma'P'.

v

i

!

IiI

II

Con una perspectiva que deja explfcitamente de lado el trabajo can los

generos, David Vinas alude al conflieto alrededor del romanticismo cuando

dice que en Amalia "la mirada-romantica ya no es integradora, sino antino-

mica"!". Vinas se refiere alalla y alaquf, a 10 idealizado y a 10 impugnado. Es

posible, s in embargo, pensar esta cuest ion en otra dlrecc ion . Enprinc ip ia, la

tension mas que la ant inorn ia . Si la mezcla se canvier te en pura oposicion ,

e l abandono del pr inc ipia romanrico es inevi table; porque la mezc!a ( inte-

graci6n, dice Vinas) no es una consecuencia sino un postulado. Al mismo

tiempo, no se tra ta en la novela solo de an tinorn ias: los contac tos y pasajes=-claramente eonf lict ivos- dan lugar a una tensi6n en tre ambos polos que,

en su forcejeo , aunque no se integran se contarninan. Es decir: leomo ese

realismo "elemental" va socavando el idealismo romanti co de la novel a?,

;,c6mo lapolftica se impone como condicionadora de ese idealisrno?

E1reducto romant ico, en la novela, es sobre todo laf icc i6n amorosa. Enlos int eriores de la casa de Amalia, donde transcurre la histor ia de amor , la

ideal izac i6n envuelve a sus habi tantes , a los ob jetos, a las situaciones'P'. En

(13) Para reflexionar acerca de las diferencias y vincu laciones entre e lromantic ismo yel

rea lismo dec imon6nico resul tan fundarnen ta le s las observaciones de Eric Auerbach en "La

manslon de laMole", Mimesis, Mexico, Fonda de Cultu ra Economica , 1987. Entre "Ia mezcla

d e 10 s ubl ime y 10g rot esc o" de Victor Hugo y la "vi sion to ta l demoniac o -organ ica" de Ba l-

zac , pueden encon trarse estra tegias intermedias que me parecen sumamente est irnu lantes

para abordar la novela de Marmot.

(14) Vcr "Marmo I:los dos ojos del romanticlsmo'; Literatura argentina y realidad politi-ca , Buenos Aires , Cen tro Edito r de America Latina, 1982. John Brushwood retoma a lgunas

de las consldc rac!ones de Vir1as, fundarncn ta lmente la cuest ion del b inarismo que estruc-

tur a l a nov el s, pe ro no se det ienc en a uobserva ci6n del r eal ismo "el emental " y ent ie nde el

rornantic lsmo como juego de polaridades (urbano vs. n is tico , refinamiento vs, vulga ridad,

eu ropeo v s. amer icana ); para e l a nal ls is, d ej a de l ado el a specto hi stor lco de l a n ovel a y t ra -baJa exc1usivamente su aspec to ficclonal (en la acc ion, la descripcldn , los carac te res, e tc .) ,

10 que supon e-en est e nive l-una d icotomfa rnetodologt ca ( "E le nfoque en l a a ccion ", en

La barbarie elegante,Mexico, Fondo de Cultu ra Econorn ica, 1988).

(15) El t e xr o r o rn a n t ic o i naugu ra l a hi stor ia de amor de l a n ovel a: cu ando Dan iel ll cga

can Eduardo herldo a la casa de Amal ia, ella esta leyendo las Meditaciones de Lamartine.

Ot ra es cena: Edu ardo t rad uce para Amal ia el Manfredo de Byron. Amalia 10 escucha "enaje-

na da, ma s p ar l a v oz qu e l lagab a hast a su co razon . qu e p ar los hel los r aptos de l a imagina -

cion de l pact a" y "Eduardo l evant aba s u cab eza a bu scar , en los ojos de Amal ia . un raud al

mayor d e po est a q ue el q ue brot aban de los pe nsamientos d el a gui la de los po et as d el siglo

la CaSH de Rosas, en carnhio, e lzaguan donde yacen indios y gauchos nos in"

dlca que en ese lugar e l ideal es un irnposible. Mientras las esferas del "aqu i"

y el "alia" -0 de 1(1historia y de la f iccion en tanto pr inciples que r igen cada

zona- se mantienen separadas, el conflicto estetico se da por antinornia:

pero en cuanto se produce una intrusion, la i rrupcion de una zona en lao tra,

la tension se instala en el tex to.

Lairrupci6n de una este tica que contradice e l ideal romantico de bel leza

se produce, por ejernplo, en la descripcion de Agustina Rozas. "Belleza fede-

ral" diee de ella la unitaria senora de N.en la cscena del baile, confrontandolacon el paradigma cstetico de la epoca, Explica el narrador:

la belleza de Agustina no estaba , sin embargo, en armonia eon el bello

poet ico del s iglo XiX: habia en el la demasiada bizarria deformas, puede

decirse, y muy pocas de esas lfneas sentirnentales, de esos perfiles indefi-

nibles, de esa expresi6n vaga y dulce, tierna y espiritual que forma el t ipo

de lafisonomta propiamente bel la en nuestro siglo, en que el espfr itu y el

sentimiento carnpean tanto en las condiciones del gusto yel arte (1, p.

216; destacados mios).

En este sentido, tambien se puede analizar la escena en que l a r nano en-

sangrentada de Danie l Bel lo ensucia los objetos de tocador de Amalia en su

pr im era entrada en la casa: u inuadio el tocador, manchando las porcelanas y

cristales con la sangrey con ellodo de sus rnanos" (I, p. 25; destacados mfos),nos cuenta e lnar rador , La mano de Daniel es lamediadora (el con tacto) en-

tre las marcas del terror oficial y la intimidad del espacio dornestico. En la no-

vela, la necesidad de mostrar convincentemente el efecto desacralizador del

rosismo provoca en ellector un juicio de valor textualrnente predeterminado

y la ficcion asume en ese momenta una funci6n morallzadorav'",

VI

Sien 1<1ovela romant ic a h isto ricista son los heroes qu ienes exp lican la

histor ia , en la novela hist6r ica posrulada porWalter Sco tt e lherce es un t ipo

representative de su epoca y el personaje historico ocupa un lugar secunda-

rio. AIcomparar ambas categorias , sefiala Lukacs que "poco impor ta , pues,

XIX".La pareja Amalia-Eduardo h iperbo liza e l idea l rornannco , Como dice e lna rrador: "Ella

y el r ep resen raba n al lf el cuadro vivo y acabado de la fel icidad mas completa" (I. p. 331:destacado mio).

(16) Lukacs propane dos ramus para la novela histdnca: la novela histor ica propla-

mente dl ch a ( lnaugurada po r Wal te r Sco tt ) y l a n ovel a l si st or ic a de c or te roman ti co. De ia

pr imera, surge l a nove la r ca ll st a qu e po stul a Balzac al escr ibi r l a ComediaHumana; en la

scgunda , Lukacs observa una lnc llnnclon a lumoru llzacldn (d. G. Lukacs, La nouela Iusto-

rica,Mexico, Era, 1966).

.

Ifl6, \L E lAND I{A LAERA

. . , .

E L A N GE L Y E L D)ABLO, HCCL<.1N Y I 'O L IT IC A E N MI,\I.1i\ 10 7

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~.I

IiIIII!

en la novela hist6rica In relaci6n de los grandes acontecimientos 'historicos:

se trata de resucitar pocticamente a los seres hurnanos que figuraron en esos

acontecirnientos'" L7) .

Danie l Bel lo es un heroe prosaico. Es el personaje que permite el entra-

mado entre Inf icci6n yin histor ia al configurarse como zona de pasaje entre

el mundo ficticio y In realidad hi st6rica. Son par eso dos los perfiles que de

Danie l nos debe mostrar e l nar rador: e l publ ico y el privado. A partir de que

elpersonaje de Eduardo -connotado como heme romant ico-> es desplaza-

do del lugar protag6nico en el capi tu lo inicial por Inrepen tina aparici6n deDaniel Bello -quien se distingue por cornbinar deducci6n y pragmatismo-,

comienza a manifestarse una crflica realista a las Ideales rornanticos'!".

Si se confrontan las lecturas de Daniel y las de Eduardo - los personajes

de ficci6n slernpre son leetare~ en Amalia- se puede estableeer entre ambos

una dist inci6n que considero irnpor tante para determinar los referentes es-

teticos sabre los que se recortan. Dos ejernplos: a)cuando Daniel le pregunta

a Eduardo elnombre del autor del l ibro que Ieestaba mostrando a Florencia

(el misrno que antes t radujera para Amalia} , Eduardo contesta: "uno que en

ciertas cosas tenfa tanto juicio como ttl"; pero Daniel no responde "Byron"

sino que asegura que es Voltaire y, ante la negativa, arriesga "Rousseau";

b) cuando se produce una discusi6n sobre literatura en la casa de Amalia,

Daniel rehusa la ident if ieac i6n con Byron que quiere adjud icar le Eduardo .

Los imaginarios de ambos personajes son diferentes: mientras en Eduardo

se tra ta del irnaginario romantico convencional, en Daniel esta operando laherencia Iluminista,

La novela comienza can Eduardo Belgrano protagonizando una escena

de accion en lacual, t ras Ia lucha , esta a punro de morir en manos del enern i-

go. La Ilegada de Daniel cumple dos funciones complementar ias: posibi li ta

la salvacion provisoria de su amigo a la vez que 10condena textualmente a

un lugar secundario. Alsalvarlo, Daniel des plaza a Eduardo del protagonis-

mo politico y 10 relega a la h isto ria de amor. EI personaj e rornantico -y su

est ra tegia- resul ta Insuf ic ienre como contrincante del personaje historico

(Rosas), y par eso esta recluido en la historia de arnor, que transcurre en un

espacio cerrado (el inter io r) . Eduardo no salva su cuerpo en elex .i lio (ya im-

posible) sino en elf ragi l refugio de la casa de Amalia.

La"herida oficial" en elmuslo de Eduardo puede leerse, en tonces, como

rnetafora textual. La realidad politiea marca el idealismo romantico del

personaje unitario. Marrnol conjura ta inviabilidad de cierlas tactless de

(17) Es notorla l a ausenci a de narracioncs de bat aIJas en Amalia: todo In que se sabe

de elias es par media de partes, de notlci as, de rumor cs que llegan a l a c iudad (espacl o pr i-

v il eg iad o de l a est et ica r eul ls ta) . Hay qu e con side rar e n est a rni sma I fne a los cap ftulos qu e

t ra nscu rr en e n el campo rne nto d e Santos Lug ares . .

( 18 ) D isl en to, en est c se nt id o, can l a a fi rmncion gen eralmentc acep tad a d e qu e Daniel

Bello ese l uplco hcroe rornantico, Tan to las observaclones que hago rcspccto de laconfron-

tac i6n entre las lec tu ras y los rnode los de los persnna jes como entre sus carac te rizaciones

apuntun a fundamentar mi d lvergcuc la .

oposici6n al rosismo modificando una opci6n estet ica del rornant ic ismo y

eonst ruyendo el persona]e de Daniel como el protagonist a que librara ba-

tal la contra Rosas. EI desplazamiento de Eduardo desde lazona pol lt ica a la

amorosa se condensa en las palabras que Ie dirige Daniel antes de ir al baile

federal:

Acabas de pensar en fa patria y estds pensando enAmalia. Acabas de pen-

sar como conquistar Lalibertad, y estds pensando cdmo conquistar el cora-

zon de una mujer. Acabas de echar de menos la civil izat ion en tu patria, yechas de menos los bellisimos ojos de tu amada (I, p. 244).

En esta f rase se expresa laposibi lidad de susti tu ir la patria por la imagen

de la mujer amada, sus tituci6n que termina llevandose a cabo at final de Ia

novela'!", MientrasEduardo no puede observar estaoperacion (el despla-

zarniento de los objetos del deseo), Daniel no s610 la percibe sino que la

analiza, porque es el unico personaje que puede leer a los demas, La haec

consigo mismo cuando le expliea a.su amigo su eornportamiento, 10 hace

can Eduardo y con el propio Rosas, A diferencia de Eduardo, quien no habra

reconocido las diferencias entre Merlo y sus compafieros en In escena de

apertura, Danie l posefa "ese talen to de observaci6n [. ..] que Ie habia hecho

eonoeer la c ieneia del gaucho como la dc la civi lizacion" ( II, p. 106), En ese

sent ido, Daniel es lasfntesis mas eflcazde todos los personajes, Su persona-

lidad integra 10mas alto (la political y 10 mils bajo a frivolo (elbail e, l amodal.De ahf que pueda moverse entre el espacio publ ico y el privado, que pueda

entrar y salir, que accione horizontal y verticalmente, En carnbio, Eduardo

es ta restringido a la zona de 10 psicologico, de la meditacion y la interiori-

dad; es un personaje que no pucde actuar: los hechos 1 0 atraviesan como elpufial en el muslo(20).

Ahora bien: al mismo tiernpo, esa "herida oficial" es laque , al ceder paso

ala int riga amorosa, Iepermite aAmalia consti tui rse en protagonlsta, Como

tal y en tanto pareja de Eduardo, Amalia sigue elmodelo de hero ina roman-

ti ca, Aunque par momentos tratc de desplazarse hacia una zona de riesgo

(19) Doris Sommer enl iende el vfnculo amoroso de Amali a con Eduardo Belgrano

en lerminos de conclllacidn politico-territorial. Sin embargo. considero q lle S U hlpotesis

acerca del hijo cngendrado por ambos - del cual no hay ningun indicio t extual= par ece

(orza r un c ie rre que prometc rfu UII fut uro de union para la A rgentlna per o que cl final de I a

novels no res uelve e n esa d ir cc ci6n. En todo caso , est a lnt erpret acion estnr la most rando los

r ic sgo s d e una l ec ture alogo rl ca de l a J ic cidn a pa rt ir d e l a s it ua cion po li ti ca na clon al (Dor is

Sommer, "Amalia: valor a t hea rt rind home", Foundationnl Fictlons. Berkeley, University of

Culifo·mia, 199I).

(20) Hay t res rnomentos en toda Ia novcl a e n los que Edua rdo p ar il clpa ell CSCClluS de

la vida politica: el ernbarque frustmdo del comlenzo, la reunion clnndcstina en la casa de

dona Ma rce li ne doudo pronun cln un dl scur so ant e s us c ompaf ie ros de as oci acion y 13£5·

ce nn r ina l de luch a con los mazo rql lc ros . En tad as se rnprescn ta l a ineficacia opcratiua delporsonnje,

r.~ i~'I

i.I 108 A LE JA ND RA L AI iR A EL ANGe.L Y f.L 1)1,\1\1.0:FICC!(JNY l'oLinCA fiN ilM,~LIt\ l O L J

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I

~. "

,iI,

I:

]1

-como cuando leanuncia a Eduardo que 10seguirfa al campo de bata lla-,

su lugar es elinterior dornestico, y su logica, Iade la fatalidad. Esdecir, frente

a la logica h istor ico-po ll tica de los acon tec imien tos se propane una inter-

pretacion ahistcrica, la explicacion por 10fatal. Amalia interpreta fatalrnente

la rosa que se cae de sus manos en la prirnera escena de amor can Eduardo

o las campanadas del reloj que ambos escuchan en su u lt imo encuentro. En

tanto un ico personaje preservado en su ideal idad, Amalia no coloca elsigno

de )0 fatal en lapolft ica sino en su prop ia persona . Se tra ta de una fatal idad

individual.Pero Daniel, equfvocamente, en una situaci6n crucial tambien interpreta

los signos de acuerdo can lafatalidad: su prirnera llegada tarde (por el atraso

del reloj) es para el un signo ge que 1a suerte ya no esta de su lado, A partir

de esa interpretaclon -que 'no sigue la 16gica racionalista- las acciones

posteriores se desencadenaran fatalmente, Aunque a menudo la crft ica ha

planteado a Daniel Bello como el doble invertido -segun un eje moral- de

Juan Manuel de Rosas, en es te punto se muestra que Daniel esta at rasado

respecto del mismo Rosas: mientras uno sigue la 16gica del reloj, el otro Ie

. haee seguir alreloj su pro pia logica. Los horarios federales son horarios tras-

t rocados: en la casa de Rosas se reciben visitas a la medianoche y se cena ala rnadrugada,

VII

En la escena f ina l en la que los Iedera les i rrumper i en la casa de Amalia,

todo' se mezcla: la historia de amor con la lucha polftica, las lenguas y los

cuerpos. Seproduce , entonces, la asimilac ion de Amalia a la patria, En ese

final tardfo, agregado, elgenero condensa y resuelve, en un solo movimiento,

todas las cuest iones a lavez , Laescena del enf rentamiento que en elprimer

cap itulo hizo que se disef iaran dos zonas en lanovela, Ia de lapolft ica y la de

lah istor la de amor, ahora sirve para que ambas zonas se superpongan. Yano

hay pasaje sino confusion. Las leyes del genero se hacen inestables: la histo-

ria amorosa pretende dominar laescena polftica, los roles se intercambian ylas estrategias fracasan,

Tanto Eduardo como Daniel tienen por objetivo salvar ala protagonista

de la rnuerte federal . Pero entre las palabras de salvaci6n de ambos perso-

najes hay un carnbio de regis tro. Mientras Eduardo, al hablar en frances ,estrecha elcireuito de recepcion. Daniel abre elcircuito buscando laserie de

lapatria. Las ul ti rnas palabras que Eduardo Ie dirige a Daniel estan dichas en .frances:

Sd lua la por [a puer ta de la sa la -Ie p ide refir iendose a Arnalia -.-; sal a l

camino, gana las zanjas de en/rente; yen cinco minutos yo habre rota todas las

ldmparas, pasare par en media de esta canalla y te alcanzare (II, p. 284).

Nopuedo dejar de recorder laf rase de Sarmiento escr ita en f rances en los

banos del Zonda ("On ne tue point les idees") y la lectura de R icardo Piglia

respecto de esa escritura en lengua axtranjerav!'. La frase de Eduardo en

frances pretende un efecto similar en los Iederales que tomaron 1acasa de

Amalia: la "ignorancia" de los federales les impedirfa entender sus palabras,

Eduardo se convicr te en parlan te f rances en el un ico momento de la novela

en que es el quien Ie da instrucciones a Daniel. Ahf es cuando los roles se

inv ier ten: e lp rotagonista de lah istor ia de arnor se asume como conductor , y

el protagonista de la polftica asume Ia16gicade la trarna amorosa, A1aceptar.Daniel esta inversion, al seguir las instrucciones de Eduardo, se prec ipi ta la

t ragedia y se cier ra la escena inaugura l de lanovela. Seproduce entonces la

suspendida rnuerte de Eduardo y la herida mortal en la cabeza de Daniel,

condenado desde el momento en que habfa salvado a su amigo y cuyo error

f ina l es adoptar laasimilac i6n entre Amalia y la patria, operar en la po lft ica

con las norrnas de la ficci6n rornantica.

Sin embargo, antes de morir, Daniel intenta recomponer la historia de

la patria al reconocer a $U padre dellado federa l. Cuando 10ve ! legar con la

orden de Rosas de detener los.crfmenes, le pide: 'Aqui , padre mfo , aquf : sal -

ve usted a Amalia" . Daniel busca la salvaci6n del otro lado, donde reconoce

aquello que 10constituye, el padre, ellinaje. En ese memento se achica l a

distancia entre los acontecimientos narrados y su relato historico: se exhibe

allfel procedimiento de laficci6n calculada y se salvan los anacronlsrnos. Re-

conocimiento final s610posiblc despues de Caseros, esta resoluci6n provoca

una superposici6n de ambos tiernpos que nos rernite a las dis tintas moda-

lidades de intervenci6n en la realidad hist6rica (los unitarios, la generaci6n

del 37, Urquiza, el pronunciamiento, los federates). Y,fundamentalmente, es

una version tard ia que expresa la politica de la conciliacion, verificable en la

historia, en la ficcion, en los vaivenes de la publicaci6n de la novela.

(21) Vease Ricardo Pig lia, "Ne tas sobre Facundo", Punta de vista, af io 3, N° 8 , marzo;

junio 1980.

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/,

LA FICCION DOCUMENT ADA

AMALIA Y SU DlFUSJ( )N EN LA SEJ;fANA

iI.I

Liliana Zuccotti

El hombre que sesienta a escribir;

ya escriblr uersos, par ejemplo,

no puede alegar que nosabe 1 0 que hace.

Jose Marrnol'!'

Pocos di as despues de la bat alia de Caseros, el general Urquiza reht1sa

los e logios que le presen tan los nuevos tertul ianos de Palermo: "Si yo no he

hecho nada. Aquf he venido a cncontrar que los escri tores de Chi le y Monte-

video han hechu todO"(21.

Laironia de Urquiza nos Ilega a travcs de Sarmiento: elescritor desairado

reproduce el fast idio de un mil itar que debe rat ificar, aun despues de lav ic-

toria, el merito de las arrnas, .

Latension no es nueva. Duran te mas de veinte anos los oposi to res a Juan

Manuel de Rosas discutieron distintas estrategias para derrocar al gobierno.

y, en ese debate , laef icac ia del enf rentamiento a traves de Ia let ra fue sopesa-

da y medida en relacion conIa contundencia de las armas.

La vaci laci6n resul ta evidente aun en elFacundo. Eltexto se inicia propo-

n iendo elestudio (de los antecedentes nacionales , de laf isonomfa del suelo ,

de las costumbres y t rad ic iones populates) como metodo de superaci6n de

una encruci jada hist6r ica y secierra invocando laproteccion de Dios para las

armas del "honrado general Paz".En un extreme, Esteban Echeverr fa descali fica e l poder de la p lurna en el

combate f rente a Rosas. En 1844le escribe a Melchor Pacheco y Obes en una

carta personal:

(1) Jose Marmol, "Poesfa mashorquern", La Semana, N·34 ,29 de d ic iembre de 1851. p. 331.

(2) Domingo Faustino Sarmiento, Campana 1mel ejercito grande, Buenos Aires, Fondo

de Cultu ra Eccnomlca , 1953, p. 214.

11 2 LiLIANA ZUCCmTJ LA FlCCI(lN D()CU~'lENTAI)i\ 11 3

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Peruse me dird, si listed no puede ser so/dado ;,por que 110 guerrillea con la

pluma? {... porque llace mucho tiempo tengo fa persuasion int ima que fa

prensa nada puede, nada vale en laguerra contra Rosas ,y que elplomo ylas lanzas s610podrdn dar laso lucian de fa cuestion.

Yreaf lr rna su decision: "escribo para el porveriir poemas que mis amigos

califican de inoporrunos'P'.

En elo tro extreme, Sarmiento -quizas e lmas cuforlco de su generac ion

respecto del poder de la palabra-, no se detiene a diseriminar entre dis tin-tos modes de enf ren tamiento: "Soldado , con lap luma 0 conla espada , com-

bato para poder escribl r, que escribi r espensar; escribo como medio yarma

de combate'v". /

Pluma y espada se rei ineri en esta imagen ex itosa que sed cmblemat ica

de la llteratura del perfoclo.

Echeverrfa se sustrae a la "guerrilla de la pluma" y comprende que espar

esa causa que sobrelleva un "papel oscuro e insignificante" entre los emigra-

dos, Yaun asf, su libro de poem as EiAngel Caldo, se propene como estud io

social en una apuesta fuerte por la gloria futura='.

Literatura coyuntural 0 literatura para el porvenir, los eseritores pusieron

sus trabajos en forma parcial y total a lserv ic io de la causa de sostener 0de-

rrotar a Rosas. Blanco de injurias y elogios, de exploracion y alusiones, desde

su f igura se lee 10que habitualmente denorninamos literatura de la proscrip-

ci6n,literatura rosista,literatura durante elgobierno de Rosas.

La f igura pol it ica baut iza y adjet iva una zona de nuestra l iteratura nacio-

nal; y este baut isrno, esta adjet ivaci6n , no implican s610 una delimitaci6n

temporal, sefialan cuestiones constitutivas de los textos literarios.

Desde elinterior de los proyectos politicos se elaboran resolucicnes este-

ticas y en eld isefio de una polf tica de enfrentamiento los proscr iptos veri fi -

can la practica literaria como arma privilegiada. Por eso easi tad a discusion

literaria somete a consideraci6n, adem as de la cficacia estetica de Iaeseritu-

ra , su eficacia po ll tica , La"inoportun idad" a la que alude Echeverr ia sera e l

reverso de la "oportunidad" de Hilario Ascasubi, Sarmiento, Jose Marmol,

La tension entre escritura llteraria y escritura de la guerra polftica cs espe-

c ia lmente crispada en elcaso deAmalia. Este texto, publicado en elpericidico

La Semana durante e l afio 1851, permite leer una conjuncion entre efieacia

polftica y estetica que entra en crisis luego de Ia cafda del regimen.

(3) Ca rt a del 6 L Ie ab ri l d e 1B44. r eproduclda en Epistolario del slglo XiX. Buenos Aires,

Sociedad Argentina de Escritores, 1967, pp.103-10B.

(4) Campar1a ell et ejercito grunde, p. 61.

(5) "Hab lemos ahora d el Angel Caido. Seque est a segund a par te. cu ando sc pub llqu e,

sub leva ra c ens uras de todo ge nera, q ue en ca da l inea se en con tr ar a u na alus i6n rnul igna ,

un a sa tl ra . .. e t c. , na da me impo rt a. [. .·1 Ninguna conside raci6n me impedira entra r de l lcno ,

como 10h e res uel to, e n el fonda de nue st ra so ci ab il ld ad . .. e l p orven ir me jus tl fi car a " ,Epls-

tolario de l siglo XiX. p. 107.

Cuando rneses despues de ln batalla de Caseros, Marmot anuncia la rec-

dicion de Amalia, vencedores y vencidos percib en lanovela como un nuevo

obstaculo en el proceso de "fusion" (recouciliacionl que, con muchlsirnos

trastornos, se esta intentando Ilevar adelante. Amalia, tras la calda del go-

bierno, se presenta aun como una amenaza: su publ icacion promete reins -

talar la virulencia del enfrentamiento entre rosistas y opositores pero, sabre

todo, Ileva ese eonflicto hacia elinterior mismo del campo federal.

EI escritor; aunque adm ire la existencia de una l inea d iv isoria, un antes y

un despues de Ia batal la de Caseros que marca su tex to , protesta en defensade su novela : Infinalidad politica -"<l tnear a Rosas"- debe cireunscr ibi rse a

la publicacion original. Tras la cafda de Rosas, este objetivo queda extinguida

y el texto debe leerse, por su"tram a" y su "faz l lteraria",como el exponente de

una naciente literatura nacional. Amalia -alega Marmol-s- exeede su finali-

dad polf tica ; impedir su publicaci6n implica "despo jar" a un escr itor de sus

mejores paginas y a un pars de su llteratura'f' .

Marrnol inten ta un relevo: a la intenci6n pol lt ica duran te la guerra le su-

cede el rner lto l iterar io en tiernpos "de paz", movimiento ilegible para quie-

nes Iesolicitan que suspenda la edicion.

Obiet ivos po li ticos y l iterarios , mas que altcrnar un os con otros, quedan

inscriptos, ambos, en el texto. Todavfa en 1855 -cuando finalmente se pu-

bl ique la prirnera version completa- resultara imposible prescindlr de la

perspectiva antirrosista de la novela y leerl a como una inocua ficcion de la

literatura americana.

Instrucci6n, propaganda y literatura

1851. Marmol, un ico edi to r de La Semana, explicita su proyecto en un

articulo titulado "De la prensa periodtca'f", La Semana se presenta allfcomo

contracara moral de un periodismo vulgar y apologetico, como anverso pa-

triotico de esos "cadaveres hediondos de cuerpos vivos", La Gaceta Mercantii

y HI Lucero. Laprensa rosis ta , varias veces bastarda , es por tadora -desde su

perspect iva- de est igmas contrad ic to ries: p roducto de una especulac ion

mercan ti l que confunde la imprenta con "puestos de mercado", "pulperfas de

esquina", "vetas de p la ta potosina u oro mexicano", es perpetrada , ademas,

por editores napolitanos y proletarios que no levantan cabeza.

Frente a l puesto de mercado y el proletario extranjero , e l escr itor d iser ia

su peri6dico como una institucion que llevara a los lectores una "ensefianza

sencllla, lema", "la ins truccio 0", "la verdad", " la conciencia del derecho y el

(6) Giunnageli, Liliana, Una con tr ibuci6n a fa bihliografia de J o s e Marmol, La Plata,

Facultad de Humanldades , 1972.

(7) "De 101rensa periodica", ell La Semana, N°1 .2 1 d e a br il d e 1U51 .

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i14 LA FICC10N DOCUMENT,\!)AILIANA ZUCCOTTI 11 5

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I.

dcber", el "bafio religioso y moral del cristianlsrno para purificar [a los pue-

blos] de ese lodo de escepticismo que lo s cubre".

Lainstrucclon emerge , s in embargo , con un objet ivo poli tico inmediaro

-destronar definlrivamente a los caudillos-, objetivo que, rneses mas tarde,

S8 Io rmulara en forma aun n1<1S cruda: "Esle periodico es par la revolucion

de Entre R fos, y para ella; nace can ella y s610 para su propaganda y su ser-vicio"(B).

Propaganda e instruccion se ternan sinonirnos para e l per iodico: [a pro-

paganda instruye.Ia ensefianza conduce a los lectures hacia la unica filiaci6npolftica legftirna. , \C6mo leer en elinterior de un peri6dico con estas caracte-

rfsticas y estos objetivos la difusi6n literaria? lOasis en los burdes de laescri -

tura polfrlco-dldactlcct l.Seducci6n de un publico a traves de la ficcion?

En otros casas elnombre propio, a luvez que cornb ina los sernas desple-

gados en ]a novela, alude y atrae una ser ie de enunciados no novelescos. La

rernision virtual de sentidos hacia el euerpo ficticio de los personajes integra

tam bien aquellos organizados sobre los perf iles de cuerpos hlstoricos con

nombres propios ya atravcsados por el discurso politico y periodfstico, Lain-

vencion, en el caso de los personajes "historicos" -ac tores todos del campo

rosista a unitaric=-, debe asimilar y producir una sfntesis donde 1 0 novelesco

asorna en tensi6n con una serie muy amplia de enunciados no ! iterarios . Asf

-en los casos de Arana, losefa Ezcurra, Aguero, Varela- el nombre propioasirnila y dosifica discurslvidades hcterogeneas, a la vez que los enunciados

novelescos apuntan yderivan sen tid os hacia otros campos.

Esta tensi6n es particularmente drarnatica en el caso de Rosas. Marmol,

al poner en accion este personaje, enf renta una serie de decisiones cste ticas y

polf ticas porque eluso y la apropiac i6n l iteraria del nombre del dictador, sin

estar condenada ala referencialidad, menos que eludirla, debe jugar con ella. .

En este sentido, Amalia present a una novedad para la Iiteratura de los

proscriptos. Otros textos nombran a 'Rosas, despliegan una amplia imagine-

r fa poerica para a lud ir a su f igura , incorporan su voz a traves de documentos

oficiales, 10 ref ieren a traves de caudil los vicarios (Quiroga , Aldao) . En la

gauchesca de Luis Perez y en Amalia, en cambio, la literatura se apropia del

nombre del gobernador y trama un cuerpo, una voz, una personal idad f iccio-

nal tras ese nombre.

En Amalia, luego de muchas precauciones, Rosas es presentado a.loslectores mientras interroga fastidiado a uno de SlIS escribientes: "Acabo

Ud.?", ";,Bajo que r6tulo va us ted a poner estot", "Yo n~ he dispuesto eso, .

vuelva usted a repeti rlo" , "[Que senor! Aver , d iga usted fuer tc para que no se

Ie olvide mas: Comunicaciones de las provincias dominadas por los salvajes

unitarios'' (I, pp. 54-56). .

Estas intervenciones acuf ian en lanovela un rostro de Rosas: e lde un pe -

dagogo que ensena a sus ernpl eados la manera correcta de adjetivar al ene-

migo. Rosas, como un maestro de escuela, somete al ejercicio de la repeticidn

a un escribiente arerrorizado que trastabilla, omite Irases, se pierde al recitar

la lecci6n. Rotular, hacerlo de un modo precis 0, reiterar el r6tulo "salvaje"

ante cada enern lgo , const ituye un eje centra l en esta pr imera part ic ipaci6n

de Rosas .

Es ta imagen inicial coloca al'l ector frente a uno de los mecanismos de

construccion del poder del gobernador. Mas que la arbitrariedad pintoresca

de un hombre que somete a sus funcionarios a la repeticion de adjet ivos con-

. vencionales y autor ra ti fica tor ios, Marmol presenta a un Rosas en posesion

del poder y de su ciencia. Rosas conoce mientras sus enemigos ignoran, se

dice en la novela, vuelta de tuerca sobre Intransiradn oposici6n entre ilustra-

cion y barbarie, fuerza y razon , Hay una razon, aunque perversa y desviada,

detras de Rosas y hay tambien ignorancia entre sus opositores ilustrados,

Este rasgo puedc Verse condensaclo en eldialogo entre Rosas y Victorica.

Victor ica anuncia: "Manana cumplire las ordenes deVuecelencia re la tivas a

Didactica del poder 0pequefio manual de un revoluclonarlo

Elinicio de Amalia se entreteje sobre un hecho conocido por todos sus

lectores contemporaneos, Rivera Indarte 1 0 relata en las Tab/as de sangre y

Jose Marfa Paz en sus memorias . EI capitan Lynch, Oliden, Maison, Riglos

intentan escapar, pero un espfa de Rosas, Juan Mer lo , gufa a los pr6fugos ha-

c ia una tramp a y todos son asesinados. Marrnol t rabaja sobre este episod io ,

ocurrido el 4 de mayo de 1840, y rea liza sobre e l adiciones ( la presencia de

Eduardo Belgrano y su salvador, Daniel Bello), versiones discutibles (Manne-

lita como una vfctima, una prislonera mas del regimen de su padre), unacor is truccion romant ica ( Ia relac ion de Eduardo Belgrano con Amalia y deDaniel con Florcncia Dupasquier).

La f icci6n opera sobre un suceso con difusion previa en el periodismo

opos itor y 10 trama sobre la hi storia reci ente de la vida nacional, F iccion,

h is to ria, sucesos con temponineos se entre te jen en Amalia a traves de rnovi-

mientos donde el encuadre historico verosirn ll iza a los personajes noveles-

cos mientras los heroes promueven una version del rosismo.

EIp ersonaje -propone Roland Barthes- surge de una combinaci6n re-

lativamente estable de sentidos congruentes 0contradietorios que se cruzansobre un nornbre:

.£1nombre propio funciona como elcampo de imantacion de los semas. At

remitir uirtualmente a un cuerpo arras tra Laconfiguracion semica a un

tiempo euotutiuo (biogrdficoJf9l.

Aunque Eduardo, Amalia, Florencia, Daniel (la "joven generaci6n") par-

tan en sus nornbres connotaciones de parriotlsrno y refinarniento, no cargan

con la sornbra vigilante y cuestionadora de una ldentidad civil.

( Il l J os e Marmol . "Sab re In suspension de La 5emarta", N° 21,6 de octubre de 1851.

(9) Roland. Barthss, 51Z, Mexico, Siglo XX I . 1980. pp. 55.56.

r-I,or .r" 'i:!'

lin LILIANA ZUCCOTTIl17A F1CCI6N I)OCUMENTALJA

In criada" Rosas 10 corrige y le dice: "Yono lehe dado ordenes: yo le he ense- La ciencia un ica y exclusiva de Rosas otorga control sobre el pueblo

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"

rf

fiado 10 que no sabe" (I, p. 80).

La oposicion enseitar us.ordenar nos habla t anto de! perscnaje como de

su narrador, EIRosas de Marmo! actualiza en Ianovela una serie de hipotesis

sabre los aciertos , los errores, las est ra tegias de aliados y encmigos de la fe-

dcracion. Este Rosas que ensefia -no ordena- delata una zona del plan de

la novela. EInarrador, mediante d istintos procedimien tos, desplaza la fun-

cion politica primaria del gobernador -dar 6rdcnes- e insta la supersonaje

como aquel que imparte una lecd6n a la que, tarnbien, as isten los lee t ares .

Amalia, a traves de Rosas, desarrolla menos un panfleto que una ficcion di-

dactica del control y del enfrentamiento.La identificaci6n de los enernigos, eltrato con los diplomaticos extranje-

ros, la vigi lancia personal sobre cada uno de los colaboradores, la t ransfer -

macron de todo un pueblo en polida: este es el temario, donde una 16gica

Ierrea se revel a como soporte de las "facultades extraordinarlas",

Rosas, como elhabil detective de un policial clasico (Amalia por momen-

tos pro mete t ransformarse en elprimer relato pol ic ia l de la l iteratura argen-

t ina) interpreta, junto can [osefa Ezcur ra , los signos de 1areal idad, asocia 10

insign if icante a 10 trascendcnte, los saberes domest icos con los polft icos, la

chismografia de barrio con el informe oficiaL

Pero ademas, cuando Rosas despliega su mirada sabre las filas de los

"uni tarios", enuncia con inquie tante suf ic iencia aquello que un sector de los

ernigrados 5610puede rnanifestar con cautela para evitar una confrontaci6n

extrema que pondrfa en riesgo las alianzas:

Los unitarios no han tenida has ta hoy, ni tendran nunca, 10 que les[alta

para ser [uertes y poderosos, por mas que sean muchos y can tan buen

apoyo. Tienen hombres de gran capacidad, tienen los mejores militares

de fa Republica, pero les Jalta un centro de accion comulI: todos lIan a

un mismo punta pero todos marchan par dis tinto camino, y no llegardn

nunca (I, p. 93).

Este balance bien podrfa leerse bajo laf irma de algunos de los enemigos

del gob ierno , Lavoz de Rosas i rrumpe en muchos pasajes de lanovela como

voz ventrilocua de un sector de los emigrados: el debat e interno entre los

conspiradores de Montev ideo se deriva hacia Rosas, qu ien -con su "ciencia

infernal", "iinica y exclusiva"- asimila y transforma una cntica interna en

desaffo.

La escueta insinuaci6n del narrador cuando en el cuarto cap itulo se d is-tancia de la po ll tica uni tar ia a ludiendo a las "aberraciones" de los enemigos

de Rosas, se expl ici ta en estas palabras del gobernador que seran confi rm a-

das por Daniel cuando, en sus entrevistas de Montevideo. Iormule su cuadro

de situaci6n. Rosas sabe que sus enemigos se destruycn entre sf;este analisis,

colocado est ra tegicamente en elmarco de una conversacion can elminist ro

Mandevi lle, resul ta eficaz porque desplaza hacia la figura del enemigo los

puntas de conflicto del interior de la emigracron opositora.

y es tarnbien secreta: forma parte de la trama oculta del poder politico.

Marmol, por un lado, hace poseedor exclusivo de un secreto a Rosas, y al

rnlsrno tiempo difunde ese secreta en una novela que narra dos veces las

estrategias de coristitucion y consolidaci6n del poder: a traves de Rosas y

de Daniel Bello.

EI tex to expone las palabras del dictador en la intim id a d de su casa, Ie

hace decir en el ambito privado ficcional 10 que los l ectores no pueden oir

en los discursos publ icos: y a lavez hace publica , a t raves de lanovela , lavozclandestina, sllenciada y replegada sobre elambito privado de los emigrados

que conspiran,

La figura de un Rosas intimo develando los secre tes del poder publ ico

juega en espejo can lafigura de un Daniel Bello que trabaja subrepticiamente

dislocando ese espacio a traves de la manipulac ion de las c1avesde la int irn i-

dad rosis ta . Rosas exhibe los secre tos del poder que son a su vez interpreta-

dos , analizados y colocados en s istema par la razon irrefrenable de Daniel

Bello. Amalia f iccionaliza una teor ia del poder y f icclonal iza una teorfa de la

conspiracion revolucionaria,

Las bambalinas del es tado rosista y de Ia conspiracidn opositora dejan

leer ac ier tos y f racases pol it icos. La ciencia infernal adjud icada a Rosas se

cruza con una ciencia de la resist encia que se construye a traves de Daniel

Bello. Arnbas colo can en el cent ro el problema crucial de como obtener a

hacer perder elapoyo popular. Las claves del poder de Rosas son formuladas

desde o tra perspect iva por Daniel Bel lo. A modo de lecciones, este instruye:

"Habla 10menos posible" ;"No despier tes a los criados": "En el estado en que

se encuentra nuestro pueblo, de una orden, de un grito, de un momento de

mal humor, sehace de un criado un enemigo poderoso y mortal"; "Hagamos

muchas cosas a la vez para ganar t iempo": "aquf necesitamos no s610valor,

sino tarnbien prudencia, y sabre todo, secreto"; "No dejes delante de ella aso-

mar e lmenor in teres en conocer 10que deseas saber yharas que te revele e lla

misma"; "Los tontos no deben conspirar",

La equivoca fascinaci6n que provoca la figura perversa y sagaz de Rosas

solo cede ante la mirada deslumbrada can que el narrador refiere las artes

maquiavelicas de Danie l: un personaje que , en media de bromas, se encuen-

tra a sf mismo parecido aVoltaire, Rousseau y Napoleon.

El t al ento de Rosas para gobernar, reconocido -aunque vituperado- en

la novela, ri valiza can el que Daniel posee para aspirar a la toma del poder.

Aunque en sus fundamentos ambos tengan el mismo caracter maquiavelico,

10que sobre el dictador emerge como estigma en Daniel se proyect a como

una ciencia Iegttlma y meritoria.

Rosas y Daniel, investidos ambos de una ciencia infernal. dcspJiegan ante

e llec to r no s610 elfundamento del gob ierno rosis ta ( la repet ic ion en la pro-

paganda. cl terror sabre elpueblo, Iaconstitucion de un estado policial) , sino

tambien un arte de laac tividad conspirariva , un balance de errores y acier tos

de los opasitores.

! 1

1

IIX LILIANA ZlJCCOTT! 11 9A FICCION llO(UMEN,!,,\DA

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I:l'i

!

I"

I;I:

" /vmalia erige en Rosas una ciencia infernal que Daniel expropia. Ciencia

equivoca porque, aunque se adjudiea al enemigo, est ti operando en el pro-

yecto literarlo y periodfstlco del rnisrno Marmot .

persigue los ri trnos del ejercito de Lavalle. losartfculos del pcri6dico expo-

nen los por rnenores del levantarnien to de Entre Rfos, la accion de Urquiza.

los pasajes de los soldados rosistas al e jerci to "patriora", I~incorpo~·aci6n, ~e

Santa Fea laa l ianza, el envio de tropas desde InBanda Orien ta l, Inliberacirin

de Montevideo.La primera version de Amalia enrrelaza el suspenso despertado por los

acontec lmientos h isto ricos en In novela con orro t ipo de suspension, Indel

desarrollo de los sucesos politicos conternporaneos a la publicacion.

La novela t raba]a sobre una carnpafia que fue derrotada en un momentaen que lacerteza sobre lacafda de Rosas comienza a resul tar- s-por 10 menos

para Marrnol=- absoluta, La derrota de Lavalle se lee en cont rapunto con

la organizacion de la campafia del Ejercito Grande. Asf. los lectores asiste,n

simul tanearnente a In derrota ya In inminencia de ln v ic tor ia , a la ausencia

de una oposlcion organizada -veri ficada por Danie l- y a una alianza s6lida

que se alza contra Rosas; mientras la representac ion de un pueb!~ e .n fermo

de miedo contrasta con elpueblo en arrnas presentado per c lper iodico .

Loslec torcs reviven los afios del terror en elmomento en que cada uno de

los artfculos politicos prueba 1 0 1 disoluclon del sistema represivo: dos estam-

pas del rosismo y sus enemigos que, en primer lugar, operan por contrastc.

Anaeronismos y enigmas

La trarna de Amalia 5C organiza alrcdcdor de dos enigmas: por un lado, el

futuro de Eduardo Belgrano y la concrecion de las h isto rias amorosas; por elotro, elmodo en que se regulan y adrninistran los acontecimientos hist6ricos

segun las necesidades y la ltigica de la ficci6n novelesca.

Eln arrador propone un suspenso sobre el momento historico en que se

desarrolla el texto: un memento de crisi s, s eis meses despues de la Revolu-

ci6n del Sur,cuando la"dictadura" se enfrenta a una "doble altemativa": debe

"0bajar a la tumba °levantarse mas robusta y sanguinaria". Lacaida de Rosas

se constituye como un enigma fuerte en una novela que se trama sobre las

marchas y contramarchas del erratico ejercito de Lavalle, alternativamente

proximo 0distante a la c iudad de Buenos Aires.

En 1851, cuando Amalia se publica, este mlsterio s610 puede sostenerse

enIa f icci6n . Ellec to r sabe (porque aun vive bajo su gobierno) que Rosas no

fue entonees derrocado, que la espera es inutil y restan por 10 menos d iez

anos mas de dictadura, iComo leer laeficacia literaria de este suspenso sobre

la historia?Quizas pocos textos en la li teratura argenti na hagan depender tanto el

efecto y el exito de sus procedimientos del momenta de lectura en que estos

procedimientos se actuallzan, Pocas veces eneontraremos una novela que

haya sido concebida con .tanta precision para jugar con In coyuntura y a lavez sobrevivirla.

" La lectura como una practice situada, la producci6n de sentido de los

lectores, es un fcn6meno evanescente, cuyas huel las habrfa que busear en

el cruce de distinto tipo de "coacciones": los efectos de sentido buscados

por los textos a traves de dlspositivos de enunciacion y In organlzacion de

enunciados, las formas en que los textos se present an al lec to r, las conven-

c lones de In terpretac ion prop ias de un t iernpo 0 de una comunidad!'?', La

presen tacion de Innovela como parte l iteraria del periodico per rn ite sugeri r

a lgunas h ipo tesis, Sl los lec to res de las sucesivas ediciones de Amalia pue·

den dejarse ganar por es te suspenso sabre la his toria para acornpafiar lasvicisi tudes de la llegada de Lavall e -tanto como las peripecias de Daniel,

Eduardo 0 Florencia-, en 1351 podemos imaginar otro tipo de aborda]e de

la novela , Los Iectores rec iben el texto en cI inter io r de un sernanario, junto a

las noticias, los artfculos polfticos, los rumores y las expcctativas generadas

durante ese afio alrcdedor del futuro del gobierno rosista. Mientras !a ficci6n

Condensaclones

Este contrapunto organiza las h ipo tesis de Mdrmol sabre e l fenorncno

del rosismo, hlpot es is que -cn conjunto-, el proyecto periodfstico busca

conciliar.La novel a sc inicia con una "EXplicaci6n del autor" (que antecede a to-

das las ediciones) deride el escritor postula la continuidad entre los aeon-

tecimientos narrados en Ja novela y el presente, Sin embargo, los ensayos

politicos disefian periodizaciones, quiebres y evoluciones durante la ultima

decada del gobierno rosista.

La l iteratura desequi libra e l p resente a l t ransformar en pasado un orden

poli tico que, aun con rnodificac iones, permanece v igente. Relatar en pasa-

do el ano 40, postu lando una cont inu idad, autor iza a Marmot a eond.ensar

en uno de los afios mas duros del poder rosista la totalidad de su gobierno:

desde la perspectiva de Amalia el ros ismo es equivalente al terror, pese a

que elsemanar io h isto rice ese terror y 10presente s610 como un periodo delregimen. .. .

En este sentido, 1 a "Explicacion", mas que leerse como confesion sincera

de un autor a sus lec to res , es e lp resupuesto sobre e lque se organiza lacons-

truccion fiecional. La continuidad que prornueve Amalia es dcsbara tada en

los ensayos polfticos, donde 10 que se dice es cas i 10 contrario:

i.Perodonde estdn hoy,para lleuar elterror en fapunta desa cuchil~~,y paraponer su pecho entre Rosas y una bala enemiga, los uerdaderos hljos de fa

(10) Roger Charlier. "Podercs y l imi tes de [a rep rese utuc lor i" , en Escribir Ins practlcas,

BUCllOS Aires , Mauanrial . 19%. p, 95.

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12 0LILIANA zucccrrn

Sociedad Popular? ~D6nde estan Cui/i l ia, Merlo, CaeMn, Amoroso, Parra,

LA F1CCI()i'I DOCUMENTI\DA 111

orilla y registra el desdibujamicnto del fervor y del odio de los ernigrados

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1j

II

:III

:. i

Salomon, y tantos otros? Yano estdn alli; ya no estrin en elmundo muchos

de ellos;y cuando Rosas quiere reemplazarlos no encuentra alrededor suyo

sino los hombres de cabriole y gllante blanco que atrajo a Palermo en 1846,

1"11 reemplazo de los hombres uerdaderamente de aeeion que cuajaban sus

patios y zaguanes, en 1840, en su casa de laciudad:Los que han quedado de LaMashorca ya t ienen hoy otro genero de vida

que los hace mas mirados can S1l sangre y sus compromisos. Ho y son ricos,

tienen propiedades, familia; y su [anatismo poli tico ha declinado par Laauscnc ia de La acci6n pasionista que losengendr6(lli.

Estadescripcicn del sernanario polftico, opuesta a laque registra el"pacto

de lectura" que precede ala ficcidn, permite verificar hasta que punto Ama·

lia es una ficci6n donde el "calculo" sopesa estrategias llterarias y objetivos

politicos inmediatos. Sidesde el texto ficclonal se narran las consecuencias

tencbrosas de la actividad de Inmazorca, los artfculos politicos, en carnbio,

ofrecen allector una imagen tranquiIizadora de Buenos Aires, ya que esa or-

ganizacion ha sido desbaratada.

Esteconrrapunto, a lavez que explica una derrota, da fundamento y fu-

turo a lavictoria, razona laadhesion popular algobierno rosista pero anima

al pueblo de Buenos Aires a la rebeli6n bajo lapromesa de que ya no debe

temery puede "sacudirse las cadenas",

Laimagen aterradora de Ia dictadura incita a los lectores al "recuerdo",

constituye 0 reconstituye un repudio consensuado alrededor de Rosas, ani-

rna ala rebelion a los portefios que =-contra las expectativas de los emigra-

dos- noestan escondldos, no conspiran, no esperan can ansiedad laIlegada

de un ejercito libertador.

Los ensayos politicos necesitan -tambien- reconstruir una historia.

Tras casi dos decadas deenfrentamientos, elperi6dico -ademas de incorpo-

rar noticias sobre lamarch a dela sublevaci6n-, reelabora las alternativas de

veinte aiios de lucha en largos y elaborados resumenes sabre eldesarrollo de

las intervenciones inglesas y francesas, los tratados suscriptos, 1ainiciacicn

del sitio de Montevideo, los conflicros con Brasil.A meses de Inbatalla final,

el redactor percibe la necesidad de volver hacia atras, recapitular y hacer un

balance porque parecerfa que muchus ya han olvidado los origenes del en-

frentamiento con Rosas. Narrar en pasado, narrar el pasado, es una eleccion

que comprende tanto a laficci6n literaria como alensayo politico.

: '

I, '

Arengas

La Semana publica en cada numero un articulo titulado "Buenos

Ayres". EI periodista presenta desde Montevideo una imagen de la otra

( l l ) "Buenos Aires". en La Semana, p. 205.

ante la dictadura de Rosas despues de la desactivacicn de la rnazorca. RD·

sas, entre 1845 y 1846, modern su sistema y desde su "Versailles" riopla-

tense atrae ala poblacion nacional y extranjera, distrae al pueblo, fascina

a Europa:

esa [uuentud que habia nacido, creado y desenvueitose en 10mas rigido de

la dictadura, sobre cuya frente de hierro veia estrellados yen Jragmentos

los esfuerzos de sus mas poderosos enemigos, declirui sin esfuerzo a fa vida

individual, buscando en losgoces materiales dela existencia 10que su espi-

ritu no le daba ni podia darle, y encontrando que la dictadura no era para

ella [0 que habla sido para la generacion anterior. hizo alianza hasta cierto

punta can elorden de casas que encontraba.

En los ultimos seis afios -propone Marrnol=- el regimen de Rosas se

ha civilizado, Con tone de reproche, se acusa al dictador de "ablandar" su

gobierno, decisi6n fatal porque quita a los emigrados una de las armas de

combate mas trajinadas: la agitaci6n de la bandera del espanto.

En Ianovel a se relata la intensa actividad que despliega Daniel para des-

controlar el aparato represivo;

trabajaba ca n una [ebril actiuldad pa r precipitar el desborde sangriento

de los adios de la Mazorca, contenidos par el dique de Laprimera seiial

que lefaltaba. Y he aqui 1 0 que buscaba Daniel: que rompiera la Mazorcapar en media de fa uoluntad deRosas, ave r si de esa prematura erupcion,

resultaba una reaccion del pueblo al sentir el puiial dealgunas docenas de

bandidos sabre lagarganta de tantos inocentes (I, p. 330).

Intensificar el sistema del terror es uno de los rnetodos para provocar la

rcacci6n del pueblo en la novela, Recordarlo, hacerlo presente, relatarlo en

sus detalles, difundir esa ficclon a traves de un peri6dico, es una manera de

sacudir la apatia de los lectores, de involucrarlos, no s610hacerlos participar

de un texto ficcional sino predisponerlos para recibir la arenga y la propa-

ganda politica.

EI pueblo de Amalia se constituye como masa aterrorizada, aturdida

par Ia manipulacion rosista, vfctima poUtica, instrumento y verdugo sirnul-

taneamente, La Semana deja leer que no solo los criados -como correa

informativa entre elespacio publico rosista y los unitarios replegados en los

interiores- sostienen elgobierno de Rosas: una nueva generaci6n de j6ve-

nes convive aliada pacfficamente con el,

Elpueblo, tan maltratado enAmaLia, elpueblo fundamentalmente sospe-

choso y unica base del poder rosista, elpueblo delator, traidor a sus amos, es

convocado en la parte polftica de LaSemana como principal actor de lanue-

varevoluci6n. Marmol recupera la imagen que trabaja en la novela -no la

disuelve- y es precisarnente apartir de ella que promueve un levantamiento

·il' .1, 122 LA FlCC[6N DOCUMEl'llj\D,\ 12 3ILIANA ZUCC01T[

general-del "pueblo en masa" y del pueblo de "guante blanco"- contra el seempezo a escapar eimiedo desde1847; y laspalabras y lasfarsas, a suplir

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i;.

I

gobierno. .

Humilla y provoca a IDS ciudadanos:

(as hechos y las tragedias de los aiios del verdadero terror: Ueg6 el presence

aiio y cuando {Rosas} busca la reproducc ion de l aPio 40, encuentra que esui

en otro mundo de casas y de gente(I3).

Reuindicaos de fa duda ofensiua a que el extranjero ha sujetado uuestros

instintos de libertad. Reuindicaos sabre las cal/es de nuestro Buenos Aires.

Haceos en e llas franceses de Julio. Aprended a hacer barricadas, ya tamar el

parque, lafortaleza y las alturas. Aprended a tirar elguante blanco y tamar

eifusil. Las reuoluciones populares de Paris osenseii.an como se defiendeny se baten los ciudadanos.

Marmcl postula un sistema de clasificacion homogeneo para Interpretar

ambos momentos. Manteniendo su afan taxonornico , periodiza la vida pu-

bl ica y privada de Rosas en crimen y farsa. Enlos u lt imos afios Rosas

inventa un sistema totalmente nuevo pero propio de it para veneer la fa-

talidad de las casas, los ejercitos y ta opinion: un sistema de zoncerias, debarbaridades, de farsas(l4) .ecuerda un momenta de union entre el pueb lo-rnasa y los ciudadanos:

Vosotros mismos, hijos de Buenos Aires, tenets en uuestra historia el pri-

mer padron de las glorias patrias, leuantado con fadefensa del pueblo enmasa.

EI si stema del terror producfa en el pueblo una enferrnedad: el miedo.

La farsa, en cambio, adjudica a Urquiza otra enfermedad -Ia locura- que

el redactor recnvia en sus artfculos satiricos a todos los funcionarlos de la"dictadura".

La"aparlencia" pacifica del regimen rosista se ataca por su caracter falaz:

tras ella debe leerse la continuidad del sistema del terror a la transformaci6n

de ese sis tema en una maquinaria productora de farsas,

Sobre la exegesis de un poder invulnerable durante dos decadas, Marrnol

t rama el apoyo incondic ional a la Revolucion de Entre Rios. Consolida una

imagen y una historia del enemigo y seriala al general Urquiza como el mill-tar desti nado a reparar -can su Ejercito Grande- el fracaso de Lavalle.

A pocos : dias de la batalla de Caseros, Marmo] exhibe en los artfculos

politi cos la exis tencia de un lider can una estrategia milirar correcta -Ia de

asaltar directamcnte Buenos Aires- y una opos ici6n consolidada -Ia aso-

ciaci6n de varios estados. .

S610 hace falta una convers ion: la del pueblo de Buenos Aires. Como si

todos los portef ios estuvieran dest inados a transformarse en "Daniel", e lpe-

riodista arenga:

Adula:

Ese pueblo tan intel igente s iempre, ha comprendido de un golpe de ojo la

situacion de Rosas, los medias de fa reuolucion, y ha definido la situacion

presente como la oportuna para sacudirse de fa t irania: El prest ig io del

terrorestd

roto021• .

EIart fculo pol it ico asimila ladescripc lon del pueblo que sehace en la no-

vela; pero propene una redencion: levantarse en arrnas, una historia: la de la

Revoluci6n de Mayo, un modelo: el pueblo frances en la revoluci6n de julio, y

una miradaJiscalizadora: la de America entera. Amalia reenciende elodio al

sis tema rosis ta , Indigna , repone el fervor en el sec to r oposi to r, apuesta a su-

perponer, por unos instantes a lmenos, a ese pueb lo con su publico lec tor .

Analogfas Las Reuoluciones son siempre chispeantes y no sedebe entrar en elias con

el eoraz6n helado. No deis un paso premature; para dadlo a tiempo y de-cisivo.stes lectores partlcipan, a traves de La Semana, de dos mementos del ro-

sismo que, aun confrontados, se presentan como complementarios. Marrnol

disefia una analogfa que pcrmite rcun ir e l afro40 con elano 51 , los ensayospoliticos con la escritura ficcional y las dos crisis mas duras del regimen ro-sista,

EI punta crucial es que el sistema del terror del 40 ha s ido reemplazado

par otro sis tema, el de IaIarsa :

El pueblo enfermo puede curarse bajo una di reccion correcta, Haeerle

perder el miedo , sub levarlo, despertar en e 1 el recuerdo del od io 0 el odio

rnismo, incorporarlo a la lucha, es una apuest a fuert e de Amalia en 1851.

Todavfa en 1856, desde la leglslatura, Marrnol segulra promoviendo Iaactua-

(13) "Buenos Aires". La Semana. N°28, 17d~ naviembrede 1851.(14) La Semana, N°28,17 de noviernbre de 1851.12) Todas las cltas corresponden aLa Semana, N° 30,1· de diciembrede 1851.

124LILIANA ZUCCOlTI

l izaci6n de una memoria histor ica declarando a Juan Manuel de Rosas "reo

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i" I

de lesa Patria",Nofue, de ningun modo, su unica apuesta: elescri tor, en medio del fragor

de la lucha, tento ctra aventura. Como un guerrero visionar io, casi a sabien-

das de que sus armas estaban destinadas a transformarse en joyas patrias,

Marrnol preserve su texto de la batalla f inal con la certeza de estar forjando, .

tambien, la historia Iiteraria nacional,

/

INDICE

Pr6logo. Que lasangre no Begue alrfo

Cristina Iglesia . 5

ALTERIDADES

A quien cornea E i T or ito . Netas sobre elgauchipolitico Luis PerezJulio Schuartzman ~ .. 13

Martires 0 libres: un dilema estetico, Las victim as de la cultura

en BlMatadero de Echeverria yen sus reescrituras

. Cristina Iglesia .. 23

Cartas de mujer. Cuadros de una escena borrada (Lectoras y

Autoras durante el Rosismo)

Graciela Batticuore : . 3 3

Cuerpos (federalmente) vestidos de sangre. Amalia yManuela

Rosas, de Jose Marrnol

. Sandra Gasparini . 45

CARTOGRAFfAs

Las huellas del peregrina. E J exilio en elBrasi l en laepoca de Rosas

AdrianaAmante . '. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. 59

Buenos Aires, Cartografia Punzo: Amalia de Jose Marmo!

Claudia Torre 77

ESTRATEGIAS

Paulino Lucero y los juegos de la guerra

Pablo Ansolabehere :..... 89

,'.1

EI angel y cI diablo: ficcion y politica en Amalia

T

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Alejandra Laera , ,., ,.......... 97

La fieei6n docurncntada. Amalia y su d ifusi6n en La Semana

Liliana Zuccotti III

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E s to e d ic i6 n s e t er m in 6 d e im p rim i r e n

A g o ~ t o d e 2 0 0 4 , e n G r 6f ic o L o f s . r .l ,

G e rv c si o E s pi no s a 2 8 2 7 - I C 14 1 6 CF I ) C o p. F e d ,