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II CARTA PASTORAL

Ustedes también darán testimonio,porque han estado conmigo

desde el principio(Jn 15, 27)

CON OCASIÓN DEL 40 ANIVERSARIO DELA MUERTE MARTIRIAL DEL SIERVO DE DIOS, EL PADRE RUTILIO GRANDE Y EL CENTENARIO DEL

NATALICIO DEL BEATOMONSEÑOR OSCAR ARNULFO ROMERO

José Luis Escobar Alas Arzobispo de San Salvador

12 de marzo, de 2017

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A nuestros amadísimos hermanos yamadísimas hermanas:

A nuestros queridos Sacerdotes diocesanos y religiosos

A nuestros queridos Seminaristas

A las beneméritas Órdenes y Congregaciones de Hermanas religiosas y Hermanos religiosos

A los muy queridos Hermanos laicos y Hermanas laicas de los movimientos, asociaciones, órdenes seglares, a las comunidades de base y a todas las Comunidades eclesiales

A todas y todos aquellos que el Señor nos ha confiado en nuestra Arquidiócesis de San Salvador

A todos los hombres y mujeres de buena voluntad

A TODOS PAZ Y ABUNDANTES BENDICIONESEN CRISTO

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INDICE

INTRODUCCIÓN ........................................................... 9PRIMERA PARTECON SANGRE DE MARTIRIO, CONESPERANZA DE CRISTIANISMO .............................. 14 I. Una mirada al presente ......................................... 15 a. Una multitud enorme con túnicas blancas y con palmas en las manos .................................. 15 b. Testigos de la Verdad sin juicios por la verdad ... 95 c. Semillas de conversión ........................................ 99 II. … y desde ahí hacia el pasado ............................... 102 a) Mira, yo hago nuevas todas las cosas .................. 102 b) El Espíritu les dirá qué hacer ............................... 104 c) Bajo el poder del imperio ..................................... 106 d) ¿Los únicos? ......................................................... 109 III. … para construir el futuro .................................... 116 a. Para ellos: El reconocimiento de su martirio ....... 116 b. Para nosotros: El Retorno a Galilea ..................... 117SEGUNDA PARTESI A MÍ ME HAN PERSEGUIDO, TAMBIEN A USTEDES LOS PERSEGUIRAN .................................. 119 I. Testigos por la Ley en el Antiguo Testamento ......... 121 II. Testigos por la fe en el Nuevo Testamento .............. 139 III. Unas palabras sobre el martirio desde el Magisterio ................................................................155 IV. Una palabra final ......................................................182TERCERA PARTELES ENVÍO COMO OVEJAS EN MEDIODE LOBOS .......................................................................183

1. El Mártir en Plenitud ................................................1852. María la proto-confesora..........................................196

EXHORTACIÓN FINAL ..................................................201

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SIGLAS Y ABREVIATURASLIBROS BÍBLICOS

1 Cor Primera a los Corintios 1 P Primera Epístola de San Pedro 1M Libro Primero de los Macabeos 1R Libro Primero de los Reyes 1S Libro Primero de Samuel 2M Libro Segundo de los Macabeos Am Amós Ap Apocalipsis Dn Daniel Dt Deuteronomio Ef Epístola a los Efesios Flp Epístola a los Filipenses Hch Hechos de los Apóstoles Jn Evangelio según San Juan Jr Jeremías Lc Evangelio según San Lucas Lv Levítico Mc Evangelio según San Marcos Ml Malaquías Mt Evangelio según San Mateo Sal Salmos St Epístola de Santiago

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Ustedes también darán testimonio

SIGLAS Y ABREVIATURASDOCUMENTOS DEL MAGISTERIO DE LA IGLESIA

AG Concilio Vaticano II: Decreto Ad Gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia.

AG Concilio Vaticano II: Decreto Ad Gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia

DA Conferencia General del Episcopado Latinoameri-cano: Documento Conclusivo de Aparecida

DM Conferencia General del Episcopado Latinoameri-cano: Documento Conclusivo de Medellín

GS Concilio Vaticano II: Constitución Pastoral Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual

LG Concilio Vaticano II: Constitución Dogmática Lumen Gentium, sobre la Iglesia

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Ustedes también darán testimonio

INTRODUCCIÓN

1. Cuarenta años han transcurrido desde que el ignominioso asesinato del Padre Rutilio Grande García S.J., fuera cometido. A su muerte injusta e injustificable, la persecución y represión contra la Iglesia arreció de forma inimaginable en un país que se enorgullece de tener por Patrono al Divino Salvador del mundo y; se jacta de ser cristiano. Sin precedentes en la historia salvadoreña – aunque no en la historia de la Iglesia, acostumbrada y enviada por su Divino Maestro a dar la vida por los que ama (cfr. Jn 15, 13) sin que nadie se la quite, entregándola voluntariamente (cfr. Jn 10, 18) – la vida de cuatro religiosas; dieciséis sacerdotes; un seminarista; dos obispos e innumerables catequistas, agentes de pastoral y ovejas del rebaño, fue brutalmente arrebatada, no sin antes haber sido destrozado su prestigio, por medio de la difamación e inculpación de crímenes jamás cometidos. En mi condición de pastor de esta Iglesia particular debo reconocer con humildad, que hemos cometido muchos yerros. La sombra se agiganta al reconocer que dejamos de lado, el tema de la muerte martirial de los hombres y mujeres arriba mencionados, a pesar del llamado Pontificio. No olvido que, en la Carta Apostólica Tertio Millennio Adveniente, firmada el 10 de noviembre de 1994 – documento para la preparación del Gran Jubileo del año 2000 – el Papa San Juan Pablo II dirigió una petición llena de caridad: Es preciso que las Iglesias locales hagan todo lo posible por no perder el recuerdo de quienes han sufrido el martirio, recogiendo para ello la documentación necesaria (37). A la invitación sumó el ejemplo: Será tarea de la Sede apostólica, con vistas al año 2000, actualizar los martirologios

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de la Iglesia universal, prestando gran atención a la santidad de quienes también en nuestro tiempo han vivido plenamente en la verdad de Cristo (37). Como autoridades eclesiásticas en El Salvador, no hicimos nuestro el llamado del Papa con la seriedad requerida.

2. Trece años después, durante la celebración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Aparecida, los Obispos latinoamericanos anotaron en el Documento Conclusivo unas cuantas líneas que parecen ser eco de la petición lanzada por el sucesor de Pedro, aquel año 1994: Queremos recordar el testimonio valiente de nuestros santos y santas, y de quienes aún sin haber sido canonizados, han vivido con radicalidad el evangelio y han ofrendado su vida por Cristo, por la Iglesia y por su pueblo (DA 98). Al retornar de Aparecida, no hicimos nuestro el deseo, de los Obispos ahí reunidos. La única actualización – o, mejor dicho, iniciación – del martirologio salvadoreño fue la apertura y seguimiento del proceso de beatificación de Monseñor Oscar Arnulfo Romero.

3. Hoy a veintitrés años de la publicación de la mencionada Carta Apostólica; a diez años de celebrada Aparecida; y más grave aún, a cuarenta años de la muerte martirial del Presbítero Rutilio Grande García S.J.; quiero y tengo que aceptar por justicia, verdad y caridad que atravesamos en la Arquidiócesis salvadoreña, el umbral del tercer milenio sin haber pronunciado una palabra de reconocimiento sobre todas y todos aquellos que fueron víctimas de persecución, tortura, represión; y en sus últimas consecuencias, de muerte martirial en el seguimiento a Cristo y vivencia encarnatoria del Evangelio en el país. Haciendo mías las palabras de los Obispos en Aparecida, debo confesar humildemente que lamento: Sea algunos intentos de volver a un cierto tipo de eclesiología y espiritualidad contrarias a la renovación del Concilio Vaticano II, sea algunas lecturas y aplicaciones reduccionistas de la renovación conciliar;

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Ustedes también darán testimonio

(lamento) la ausencia de una auténtica obediencia y de ejercicio evangélico de la autoridad, las infidelidades a la doctrina, a la moral y a la comunión, nuestras débiles vivencias de la opción preferencial por los pobres, no pocas recaídas secularizantes en la vida consagrada influida por una antropología meramente sociológica y no evangélica… Nos ha faltado valentía, persistencia y docilidad a la gracia para proseguir, fiel a la Iglesia de siempre, la renovación iniciada por el Concilio Vaticano II, impulsada por las anteriores Conferencias Generales, y para asegurar el rostro… (salvadoreño) de pobres pecadores, mendicantes de la misericordia de Dios, congregada, reconciliada, unida y enviada por la fuerza de la Resurrección de su Hijo y la gracia de conversión del Espíritu Santo (DA 100). Lamento que no se haya realizado años antes, este acto de justicia y caridad para con nuestros mártires.

4. Ha llegado el momento propicio – y propiciado con seguridad por el Santo Paráclito – para dirigirme, inmerecidamente, a ustedes y comentar, en aras de la justicia, la verdad y la caridad, el ideal por el cual murieron tantos cristianos y cristianas. Momento, del cual estuvo seguro que ocurriría, nuestro amadísimo Beato Monseñor Oscar Arnulfo Romero, el 23 de septiembre de 1979 cuando en su Homilía del Vigésimo Quinto Domingo del Tiempo Ordinario, al discurrir sobre la persecución que la Iglesia sufría por esos días, afirmó: Pasará esta hora de prueba y quedará refulgente el ideal por el cual murieron tantos cristianos. Es una noche negra la que estamos viviendo, pero el cristiano vislumbra que, tras la noche, ya fulgura la aurora y ya se lleva en el corazón la esperanza que no falla1.

1. Monseñor Oscar A. Romero, “Homilía del Vigésimo quinto domingo del Tiempo Ordinario. 23 de septiembre de 1979”. Homilías. Tomo V. UCA Editores, San Salvador, 2008, p. 346.

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5. La hora de las tinieblas, la noche oscura de persecución directa provocada por la idolatría a la riqueza, poder y a las organizaciones ha pasado; y en este año 2017, en que estamos conmemorando los 40 años del nefando asesinato del Padre Rutilio Grande García S.J.; y, el Año Jubilar del Centenario del Natalicio del Beato Monseñor Oscar Arnulfo Romero, publico la Carta Pastoral: Ustedes también darán testimonio, porque han estado conmigo desde el principio (Jn 15, 27) cuyos objetivos son: Uno, reconocer por justicia, verdad y caridad que, en El Salvador hubo, durante los años setenta, ochenta y noventa, testigos de la fe, en calidad de mártires y confesores – uno de los primeros fue el Padre Rutilio Grande García S.J., junto a este reconocimiento, pretendo animar al pueblo de Dios, a ir tras el seguimiento de Jesús, tomando por modelos a mujeres y hombres como el Padre Rutilio Grande S.J.; el Beato Oscar Romero, las hermanas de Maryknoll,; los innumerables laicos que ofrendaron sus vidas por la vivencia encarnada de la fe que se tradujo en defensa de los derechos fundamentales del ser humano, especialmente, de los más pobres; en defensa de la verdad; y, sobre todo, en la promoción de la justicia como signos del Reino; así como también a los innumerables confesores que sufrieron persecución, tortura o represión sin renegar nunca de su fe.

6. Con el deseo de alcanzar estos objetivos me propongo hacer con ustedes, amadísimas hermanas y hermanos, un recorrido que he dividido en tres partes cuyos nombres y contenidos describo en las siguientes líneas:

1.1. Con sangre de martirio, con esperanza de cristianismo

1.2. Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán

1.3. Les envío como ovejas en medio de lobos

La primera parte tiene como punto de partida la realidad, para lo cual, iniciaré dando una mirada al presente y desde

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ahí hacia el pasado para proyectarnos al futuro del Reino, cuyos signos o primicias se historizan desde el ya; mientras caminamos hacia la patria definitiva; alcanzándolos en plenitud en el todavía no de la Jerusalén celestial, fin último, del Pueblo de Dios. En la segunda parte, pretendo iluminar, en un primer momento, la temática martirial desde la tradición vetero y neo testamentaria. En un segundo momento, desde la Tradición y el Magisterio universal, regional y local. Iluminación que ayudará a reivindicar el nombre de las víctimas, al menos de forma inicial. Será con los datos y documentación recogidos – más adelante – sobre cada uno, como su nombre quedará del todo limpio y su martirio reconocido, (esperemos, un día no lejano) por parte de Roma. En la tercera parte, hago una invitación a todas y a todos a tomar como modelo de vida, pasión y muerte a Cristo el Mártir en plenitud y a María la proto-confesora de la fe, sin olvidar al Padre Rutilio Grande García S.J., el protomártir salvadoreño-precursor del profeta, Oscar Arnulfo Romero, el profeta salvadoreño. Finalizo exhortando a todas y todos a comprometernos a una vivencia radical de nuestro bautismo en un mundo que tiene sed y hambre de Dios.

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PRIMERA PARTE

CON SANGRE DE MARTIRIO, CON ESPERANZA DE CRISTIANISMO

7. Nuestra amada Iglesia católica, se encuentra celebrando en este año 2017, una fiesta como la descrita por Mons. Romero en 1979: Con sangre de martirio, con esperanza de cristianismo2. Por una parte, celebramos el cuadragésimo aniversario del asesinato del Padre Rutilio Grande García S.J.; y por otra, celebramos, el primer centenario del nacimiento de nuestro amado Beato Mons. Oscar Arnulfo Romero. Dolor y gozo nos inundan. Dolor al recordar, la muerte injusta de este hombre de Dios que, pasó la mayor parte de su vida haciendo el bien. Gozo por el nacimiento de un profeta en nuestras tierras. Gozo, porque el Padre Rutilio S.J., nació al cielo, el día de su martirio. Gozo porque tenemos la certeza de que, la muerte no tiene la última palabra. Nuestra esperanza de cristianismo nos hace exclamar gozosamente con San Pablo: La muerte ha sido devorada por la victoria ¿Dónde está, oh muerte tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?... ¡Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo! (1Cor 15, 54-55). Dolor y gozo mezclados no son de extrañar. A semejanza del Maestro que padeció en cruz y se gozó en la resurrección, nuestra Iglesia: Va peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios anunciando

2. Palabras expresadas por Mons. Romero a pocos días del asesinato del Padre Rafael Palacios. Ver: Monseñor Oscar Arnulfo Romero, “Homilía de la Natividad de San Juan Bautista del 24 de junio de 1979”, Homilías, Tomo V. UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 2008, p. 47.

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Ustedes también darán testimonio

la cruz… fortalecida, con la virtud del Señor resucitado, para triunfar con paciencia y caridad de sus aflicciones y dificultades, tanto internas como externas (LG 8). Sangre de martirio con esperanza de cristianismo que será comprendida y celebrada con honda emoción, si damos, en los siguientes tres numerales, una mirada al presente; y desde ahí, hacia el pasado para proyectarnos al futuro del Reino.

I. Una mirada al presente…

8. Queridas hermanas y hermanos, el punto de partida será el presente, para ver, aunque sea de forma somera, qué consuelos nos ha dado Dios después de casi tres décadas de persecución y martirio; qué falta por hacer con respecto a nuestros mártires; y qué frutos deben provocar gozo en nosotros, no sólo para celebrarlos como buenos hijos e hijas de Dios que somos, sino sobre todo para continuar con la fe puesta en Dios, el camino hacia la Patria celestial de manera comprometida.

a. Una multitud enorme con túnicas blancas y con palmas en las manos

9. El consuelo mayor, queridos hermanos y hermanas, que Dios ha podido dar a su Iglesia en El Salvador es la Iglesia Martirial. El martirio es: Un don eximio y la suprema prueba de amor (LG 42), concedido a muy pocos. Debemos exultar de gozo al saber que, en nuestro país hubo mártires, no porque seamos masoquistas; sino porque, tanto desde una perspectiva bíblica cómo desde una perspectiva eclesiológica, el martirio es siempre, piedra fundamental de nuestra Iglesia: La fortalece, la edifica, la llama a conversión y la pone en camino al Reino definitivo, historizando sus signos desde el ya, todavía no. ¡El martirio no es ni será nunca un fracaso para quien se llama cristiano o cristiana!

10. En la Biblia es Juan, autor del Apocalipsis, quien nos ofrece un cuadro de alegría escatológica para quienes

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fueron martirizados: Vi una multitud enorme, que nadie podía contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua: estaban delante del trono y del Cordero, vestidos con túnicas blancas y con palmas en la mano (Ap 7, 9). Una multitud compuesta por todas y todos los que han salido de la gran tribulación, han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero (Ap 7, 14). Adela Yarbro, explica que, la gran tribulación no es más que: La persecución de los creyentes3, a la que son sometidos quienes quieran tomar parte en la victoria de Dios y del Cordero… (que algunas veces), puede conducir a la muerte (martirio)4. Luis A. Schökel, por su parte, argumenta que, se trata de una multitud porque abarca a todas las naciones5; agregando por nuestra parte que, abarca todas las épocas de la historia. Podemos, pues, estar seguros que nuestras y nuestros mártires, provenientes de distintas naciones, pueblos y lenguas, forman parte de esa multitud bienaventurada que: Ya no tendrán hambre ni sed; ya nos les molestará el sol ni bochorno alguno. Porque el Cordero que está en medio del trono los apacentará y los guiará a los manantiales de las aguas de la vida (Ap 7, 16-17). ¡Definitivamente, el martirio anima a la Iglesia a ser fiel a Jesucristo!

11. Desde una perspectiva eclesiológica, Hermas es quien mejor define el lugar ocupado por los mártires, dentro de la Iglesia, en su Séptima Visión. Él observa la edificación de la gran torre sobre las aguas y sobre estas: En un cuadrilátero… se estaba construyendo la torre, por mano de aquellos seis jóvenes que habían venido con ella; y juntamente, otros hombres, por millares y millares, se ocupaban en acarrear piedras, unos de lo profundo del mar, otros de la tierra, y se

3. Adela Yarbro Collins, “El Libro del Apocalipsis”, en Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento. Editorial Verbo Divino, Navarra España, 2005, 617. 4. Ídem, p. 618. 5. Luis Alonso Schökel, La Biblia de Nuestro Pueblo, p. 2016.

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las entregaban a los seis jóvenes… las piedras sacadas de lo profundo del mar las colocaban todas sin más en la construcción, pues estaban ya labradas y se ajustaban en su juntura con las demás piedras, y tan cabalmente se ajustaban unas con otras que no parecía juntura alguna y la torre semejaba como de un solo bloque. …6.

12. Al comparar el aggiornamento 7 de la Iglesia sufrido tras el Concilio Vaticano II, con la torre, descubrimos, en los años setenta y ochenta, una Iglesia salvadoreña en construcción, en donde nuestras y nuestros mártires fueron, siguiendo a Hermas, las piedras sacadas de lo hondo del mar8. Semejaban un solo bloque sin hendiduras porque al ser los que sufrieron por el nombre del Señor9, fueron modelados por su fidelidad a Dios y al Reino, reinando entre ellos la unidad. Su basamento fueron aquellas piedras cuadradas y blancas, que representan, en nuestro caso10, a Obispos como Monseñor Luis Chávez y Gonzales; o, Monseñor Arturo Rivera y Damas, por mencionar algunos. Obispos empeñados y comprometidos en la encarnación en nuestro país, del Concilio Vaticano II y su latinoamericanización llevada a cabo en Medellín. Nuestra Iglesia se encuentra, de esta forma, asentada sobre bases sólidas.

6. Daniel Ruíz Bueno, “Hermas”, Padres apostólicos y apologistas griegos (S. II), Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, España, 2009, p. 746. 7. Palabra que, como nos explica el Padre Juan Hernández Pico S.J., no quería decir solo superficialmente “puesta al día”, sino escucha de los “signos de los tiempos” … rejuvenecer… algo muy cercano a aquella manera como Jesús de Nazaret irrumpió en Galilea kerigmáticamente… o sea “anunciando” (kerússon) “la buena noticia de Dios. Ver: Juan Hernández Pico, S.J. El Concilio Vaticano II, fuente de esperanza en América Latina, Centro Monseñor Romero - UCA, San Salvador, El Salvador, 2012, p. 12. 8. Es decir, las aguas del bautismo. 9. Ibíd., p. 748. 10. En Hermas, las piedras cuadradas y blancas que ajustaban en sus junturas son los Apóstoles, obispos, maestros y diáconos. Ver: Ruíz Bueno, “Hermas”, Padres Apostólicos y Apologistas griegos (s. II), op. cit., p. 748.

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13. Ambas visiones, la bíblica y la eclesiológica, nos edifican y fortalecen llamándonos a conversión; y con ello, al seguimiento de Jesucristo, tomando, por ejemplo, a los mártires. Por esta razón, quiero a continuación, posar mi mirada precisamente en esas piedras – que nos llenan de gozo y consuelo en el presente – sumergidas en el fondo del mar, de donde extraeré a veinticuatro de ellas, presentando una breve semblanza de cada una; uniendo junto a sí, aquellas otras piedras a cuya vera, fueron labradas por el Divino Artífice a imagen y semejanza de Cristo. Seguiré un esquema dividido en tres partes: Nacimiento, vida y muerte martirial.

Nuestros Mártires

1. Padre Rutilio Grande García, Sacerdote Jesuita

1.1. Nacimiento

14. Rutilio Grande García S.J., - el protomártir salvadoreño y precursor del profeta Mons. Romero – nació el 5 de julio de 1928, en una pequeña población de Aguilares, llamada El Paisnal. Fue su padre, el señor Salvador Grande y su madre, Cristina García. Tuvo tres hermanos: Luis, José, Mario; y una hermana: Cristina; entre los cuales, le correspondió ser el menor. Con apenas cuatro años, fallece su madre, quedando al cuidado principalmente de su abuela que no sólo se encargó de prodigarle los cuidados necesarios. Asentó, en palabras del Padre Rodolfo Cardenal S.J, - uno de sus máximos biógrafos – las bases de su espíritu piadoso y su vocación al sacerdocio11.

1.2. Vida

15. Su vida, en medio de las muchas dificultades e incomprensiones que enfrentó, fue un constante hacer la

11. Rodolfo Cardenal, S.J. Rutilio Grande, Mártir de la Evangelización rural en El Salvador, UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 2015, p. 18.

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Ustedes también darán testimonio

voluntad de Jesús y; por ende, del Padre. Hacer, que se traduce en frutos a través de los cuales, los conoceréis dijo Jesús (cfr. Mt 7, 16):

1.2.1. Atendió el llamado

16. Sintiendo la voz de Dios que un día escuchara Pedro y Andrés, en boca del Maestro, invitándoles a ir tras su seguimiento radical: Vengan conmigo y les haré llegar a ser pescadores de hombres (Mc 1, 17), el Padre Rutilio Grande S.J., ingresó al Seminario San José de la Montaña en 1941, con la ayuda de Dios y el apoyo de Mons. Luis Chávez y González, al que conoció a muy temprana edad; y por quien siempre sintió un gran aprecio. Cuatro años más tarde, descubrió su vocación jesuita e ingresó a la Compañía de Jesús; recibiendo su ordenación sacerdotal en Oña, España en 1959. A su regreso al país, colaboró hasta 1970, con el Seminario San José de la Montaña en la formación de los futuros sacerdotes que atenderían a la Grey salvadoreña. En 1972, fue nombrado párroco del Señor de las Misericordias en Aguilares. Pescador experimentado, pescó hombres para el sacerdocio; mientras permaneció en el Seminario. Tomada la posesión de su parroquia, pescó hombres y mujeres que se convertirían en sal y levadura del pueblo salvadoreño. ¡Pesca milagrosa – hermanas y hermanos míos– que le conduciría al martirio!

1.2.2. Se sabía enviado

17. En ningún momento, el Padre Rutilio S.J., actuó a título personal. Al revisar los Principios que inspiraban al Equipo Misionero de Aguilares se comprende – queridas hermanas y hermanos– que este mártir se sabía enviado por Jesucristo Nuestro Señor: Somos misioneros para toda la comunidad; es decir enviados… según el mandato de Jesús

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a sus apóstoles: Vayan y anuncien el Evangelio a todas las gentes12.

1.2.3. Seguía la única ideología del cristianismo: La del Reino

18. Por aquellos días, acusaciones, imputaciones e inventivas contra el Padre Rutilio Grande S.J., sobraban. La intención era justificar su asesinato al que se trató de colorear con tintes de ideología. La queja del Padre Ignacio Ellacuría S.J., al respecto, resulta ahora muy clara: Ya se sabe el pretexto: son comunistas que están soliviantando al campesinado contra los terratenientes. Y no era así13. Tal y como se explicita en un clásico documento: Los militares y la oligarquía enloquecieron… vieron un enemigo comunista hasta en sus alcobas y en casi cada ciudadano14. ¡Ceguera que impidió ver a quienes teniendo ojos no supieron o no quisieron ver la verdad! El Padre Rutilio no apoyó jamás ideología alguna. Prueba de ello son los Principios ya citados: No tenemos nada que ver con agrupaciones políticas de ninguna clase o partido… nuestra única política es la de ser anunciadores fieles del Evangelio15. Su meta como – él la llama – era realizar al lado de su rebaño: Una comunidad de hermanos, comprometidos a construir un mundo nuevo, sin opresores ni oprimidos, según el plan de Dios16. No era ideología ni utopía del mundo. Era identificarse con la visión de Cristo sobre el Reino: Miren, el Reino de Dios está entre ustedes (Lc 17, 21). ¿Dónde estaban los

12. Justicia y Paz, “Principios”, Boletín de las Comunidades Rurales Cristianas, Asesinato del Padre Rutilio: Vida y esperanza para la Iglesia. Año 6, N°63, marzo 1977, San Salvador, El Salvador, p. 8. 13. Ignacio Ellacuría, “Un mártir en El Salvador”. Escritos Teológicos II, UCA Editores, San Salvador, 2000, p. 664. 14. Comisión de la Verdad, “Informe” (1992-1993) De la locura a la esperan-za, Editorial Universitaria LUES, San Salvador, El Salvador, p. 1. 15. Justicia y Paz, “Principios”, op. cit., p. 8. 16. Ídem, p. 8.

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vulgares partidarismos o las nocivas ideologizaciones del Padre Rutilio Grande S.J.? ¿No serían otras las verdaderas razones que provocaron el odio contra él?

1.2.4. Anunció la Buena Nueva

19. El Padre Rutilio Grande S.J., estableció junto a su equipo misionero, como meta Pastoral17, la Evangelización al estilo jesuánico de los Santos Evangelios: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor (Lc 4, 18-19). Evangelización, queridos hermanos y hermanas, que tan pronto encendió en la sinagoga de Nazaret, encontró rechazo: Al oírlo, todos en la sinagoga se indignaron. Levantándose, lo sacaron fuera de la ciudad y lo llevaron a un barranco del monte… con intención de despeñarlo (Lc 4, 28-30). La reacción es comprensible. La Buena Nueva es buena para unos; pero nociva para otros: Por un lado, promete una mejora de vida para pobres y sufrientes, y por otro, amenaza la situación de privilegio de los satisfechos18.

20. El Padre Rutilio y su equipo de misión se propusieron: Crear una Iglesia de comunidades vivas de hombres nuevos, agentes de pastoral y conscientes de su vocación humana que se conviertan en gestores de su propio destino que los lleve al cambio de su realidad, según los lineamientos del Vaticano II y de Medellín… animarles a ser co-creadores de una comunidad dinámica, profética y descentralizada, para que lleguen a una promoción que vaya detectando agentes de cambio, hombres y mujeres claves, agentes multiplicadores de pastoral19. En otras

17. Cfr. Justicia y Paz, op. cit., p. 7. 18. José Laguna, ¡Ay de vosotros! Distopías Evangélicas, Cuadernos CJ 181, Cristianisme i Justicia, Barcelona, España, noviembre 2012. ` 19. Justicia y Paz, op. cit., p. 7.

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palabras, iban a hacer que los ciegos y las ciegas vieran su realidad personal; y, social empecatada, injusta y opresiva; iban a dar libertad a los oprimidos por medio de la denuncia del pecado opresor; iban a liberar a los oprimidos devolviéndoles su dignidad humana y con ella, les animarían a ser actores-constructores de su historia y no meros agentes pasivos. Les convertirían en sal y fermento de la sociedad.

21. Les enseñó entre otras cosas: A Jesús de Nazaret: Muchos prefieren un Cristo mudo y sin boca para pasearlo en andas por la calle. Un Cristo con bozal, fabricado a nuestro antojo y según nuestros mezquinos intereses ¡Ese no es el Cristo del Evangelio, el Jesús joven de 33 años! El que se jugó la vida y murió por la causa más noble de la humanidad. Al Dios de Jesús: Unos se santiguan: ¡En el nombre del padre- el pisto, y del hijo -el café-, y del espíritu -mejor que sea de caña! Ese no es el Dios – Padre de nuestro hermano y Señor Jesús que nos da su Buen Espíritu para que seamos hermanos por igual, y para que, como seguidores cabales de Jesús, trabajemos por hacer presente aquí y ahora su Reino. La fraternidad de hijos e hijas de Dios: Todos somos hermanos. Los Caínes también son nuestros hermanos, aunque sean un aborto en el plan de Dios. El cristiano no tiene enemigos, sino hermanos, y por más que sean hermanos Caínes o Judas que venden a Cristo, no los odiamos. La coherencia entre fe y vida: Jesús como las páginas que lo anuncian, deben de estar bien enraizadas en la vida, no en un libro que se queda trepado por las nubes… muchos se apuntan a un evangelio que deje las cosas como están, por muy mal que estén, y que no traiga problemas. Una fe encarnada en la historia humana y no evasiva: No sean cohetones: tronazón y humo allá arriba, allá arriba. ¡Aquí abajo, aquí abajo hay que hacer reventar el Evangelio! Una cultura de solidaridad, incluso, en la salvación: ¡Nos tenemos que salvar en racimo, en mazorca, en matata, o sea en comunidad! Una Iglesia al servicio de la vida: La Iglesia no es museo de tradiciones

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muertas, de enterradores que sólo se preocupan de cargar la urna el Viernes Santo para enterrar a Jesús. Debe ser un puño de comunidades vivas, portadoras de vida y esperanza para nuestra gente más humilde20. Podrían seguir mencionándose más enseñanzas suyas en una interminable lista. Lo importante a considerar es que, con el anuncio de la Buena Nueva, liberó a quienes estaban oprimidos ya fuere por el pecado personal; o bien, por las cadenas de la injusticia. Sin aplicar ideología alguna, les enseñó que, la convivencia fraterna y la solidaridad pueden hacer presente el Reino en este mundo. En este intento, como humanidad nueva y redimida les animó a tomar la historia en sus manos para transformarla, humanizarla y; por supuesto, cristianizarla.

1.2.5. Denunció el pecado

22. La alegría inundaba el corazón del Padre Rutilio S.J., al ver los frutos del anuncio; sin escapar a sus sagaces ojos de buen pastor, el dolor que provocaba el anuncio, en las heridas de las ovejas descarriadas al tratar de curarlas con el ungüento de la Palabra: Para unos será Buena Nueva; para otros, puño de sal que arde en gangrena abierta, pero que les puede sanar21. El buen médico sana aplicando medicinas y tratamientos muchas veces dolorosos. Igual toca al Pastor: Sale a buscar a la oveja descarriada, la cura, la carga sobre sus hombros y la reintegra al redil. Tal vez, la oveja bale de dolor al ser curada y se resista, hasta que, restablecida salte de gozo. La motivación del Padre Rutilio S.J., era encontrar y sanar a esas ovejas. La denuncia del pecado era la forma de llamarles a la conversión; era su forma de botarles las escamas de los ojos para que vieran con los ojos de Cristo.

20. Todas las citas tomadas de: AA.VV. XXX Aniversario P. Rutilio Grande. Pal-abra comprometida con los pobres, Cuadernillo 19, Centro Monseñor Romero, UCA. San Salvador, El Salvador, 2007, pp. 11-19. 21. Ibídem, p. 16.

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23. Con tan sano objetivo denunció: El anti reino: ¡Los campesinos no tienen tierra, ni pisto, ni derecho a organizarse, a que se oiga su voz y defender sus derechos y privilegios y dignidad de hijos de Dios y de esta Patria…! ¡Esto no es el Reino de Dios, sino el reino de la maldad, de la mentira y del diablo! La incoherencia entre fe y vida: ¡Ay de ustedes que se dicen católicos del diente al labio, por dentro son inmundicia de maldad! El desinterés por Cristo al mostrar desinterés por el hermano y la hermana: Son Caínes que crucifican al Señor cuando camina con el nombre de Toño, de Licha o del humilde trabajador del campo. El individualismo: No vale decir ¡Sálvese quien pueda con tal de que a mí me vaya bien! La avaricia: Al pobre campesino no le dejan ni un conacaste, ni un puño de tierra para vivir o para que le entierren22. La idolatría del poder y del dinero: ¡En el nombre del café, en el nombre del café y en el nombre del café…! ¡En el nombre de la caña, en el nombre de la caña y en el nombre de la caña! Lo he dicho otras veces, pero hay que repetirlo hasta la saciedad. A los poderosos los hizo destrepar de sus puestos; a los autosuficientes, ¡porque tienen dioses aquí!23 La lista podría seguirse ampliando porque fue extensa. Denunció porque era un buen pastor en búsqueda de la salvación de pobres y ricos, sin excepción. Los poderosos no comprendieron que la Palabra quema porque es fuego que acrisola. ¡Lástima hermanas y hermanos que algunos, perdieron lo sumo por lo menos, al desoír la voz del protomártir Rutilio en cuyos labios resonaba la voz de Jesús!

1.2.6. Encarnado en la realidad

24. Ni su anuncio ni su denuncia hubiera tenido tanto efecto si el Padre Rutilio Grande S.J., no se hubiera

22. Ibíd., p. 13. 23. AA.VV. XXV Aniversario Rutilio Grande. Sus Homilías, Cuadernillo 10, Centro Monseñor Romero, UCA. San Salvador, El Salvador, 2002, p. 63.

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encarnado en la realidad de su Parroquia y de su país. Era una de sus aspiraciones: Partir de la realidad para concientizarnos primero nosotros, por una sensibilización y toma de conciencia de su mundo que nos llevará a encararnos y a identificarnos con sus problemas. No instrumentalizar su religiosidad…24. Reconocía las duras condiciones de vida de sus ovejas matizadas con la vida apoltronada de las ovejas más gordas del rebaño: Los que tienen voz, pisto y poder se organizan y disponen de todos los medios a su alcance…25. Vivir con los pobres le llevó a comprender esa realidad de dolor. No elogió ni sublimó esa miseria indigna de todo ser humano. Luchó por cambiarla animando a sus ovejas a tomar las riendas de su vida porque esa pobreza no es querida por Dios. La pobreza en esos términos roba la dignidad de los hijos e hijas de Dios.

1.2.7. Sacramentalmente comprometido

25. Vivía como entendía los sacramentos y entendía los sacramentos como los vivía; es decir, con compromiso radical; como debe ser y hacer, un seguidor de Cristo. Del bautismo decía: Es un compromiso sagrado y exigente. No es ni debe ser en las filas de la Iglesia de Cristo un mero lavado convencional de la cabeza, un rito costumbrista, un mero hecho social sin trascendencia para el individuo y para la sociedad. Ser bautizado es estar lleno, centrado en los cauces del evangelio. ¡Ser bautizado es aceptar el evangelio de Cristo hasta sus últimas consecuencias! Era un hombre eucarístico no sólo por su sacerdocio sino por ser el punto central del cristianismo: Desde los comienzos de la Iglesia primitiva es la quintaesencia de nuestra fe comprometida como servicio al mundo. Es la celebración de la muerte y la resurrección del Señor. No es tomar

24. Justicia y Paz, op. cit., p. 7. 25. AA.VV. XXX Aniversario P. Rutilio Grande. Palabra comprometida con los pobres, Cuadernillo 19, Centro Monseñor Romero, UCA. San Salvador, El Salva-dor, 2007, p. 14.

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un pan como se toma un marquesote. Es un proceso que viene de la vida, atraviesa por estos signos exteriores y va a la vida26. Según testimonio de la niña Tinita de Aguilares, el Padre Rutilio Grande siempre llevaba junto a él una hostia. Al preguntarle la razón, nos cuenta, que respondió: Por si cuando me maten, porque estoy amenazado, le pido al Señor que me dé licencia para morir con ella en la boca27.

26. Su deseo no fue cumplido a la hora del martirio. No tomó el cuerpo de Cristo en ese instante; más su cuerpo entero fue hostia consagrada en manos de Cristo. Hostia elevada en manos del Sumo Sacerdote y presentada en el altar de Dios. No cabe duda: Hombre eucarístico y sacramentalmente comprometido fue el Padre Rutilio. Su vida llena de los frutos aquí expuestos, lo atestigua, tanto como su pasión y muerte martirial.

1.3. Muerte Martirial

27. La pasión del Padre Rutilio comenzó años antes de su martirio; e incluso, antes de su llegada al Paisnal. Intentando hacer la voluntad de Dios, encontraba a su paso incomprensión y rechazo. Sus homilías eran consideradas de alta peligrosidad. Subvertían, en opinión de sus asesinos, el orden; o sea, el orden social, político y económico que habían construido a su alrededor para defender sus intereses de clase. La verdad es que tenían oídos; pero, no oían; y ojos; pero, no veían. No entendieron que su malestar era provocado por la divina Palabra que el Padre Rutilio S.J., predicaba. Palabra que les cuestionaba su comportamiento injusto, egoísta y violento para con los más pobres de este país; cuestionaba su falta de coherencia

26. Ambas citas tomadas de: AA.VV. XXV Aniversario Rutilio Grande. Sus Homilías, op. cit., p. 63 27. AA.VV. XXX Aniversario P. Rutilio Grande. Palabra comprometida con los pobres, op. cit., p. 55.

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entre fe y vida; cuestionaba su actitud de encubrir la verdad con la mentira y la impunidad; cuestionaba su afanoso trabajo en pro del lucro personal olvidando el bien común de la nación; cuestionaba su fin último ante Dios. Se sentían amenazados por las palabras del Evangelio. El protomártir acabó siendo acusado como Jesús ante Pilato: Solivianta al pueblo con sus enseñanzas por toda Judea, desde Galilea, donde comenzó hasta aquí (Lc 23, 5). Sus asesinos, posiblemente, habrán dicho frente al Pilato salvadoreño: El Padre Rutilio S.J., solivianta al pueblo con sus homilías por todo el Paisnal, desde San Salvador, donde comenzó hasta en Apopa.

28. En San Salvador, donde todo comenzó, pronunció la primera de esas homilías que originarían su pasión. El 6 de agosto de 1970, en ocasión de la solemnidad de la Transfiguración del Señor en catedral y en un contexto de reforma agraria vacilante, el Padre Rutilio S.J., después de presentar a Jesucristo como mediador ante Dios; palabra de Dios hecha carne; y nuestro libertador, concluyó animando a los obispos y gobernantes de la nación a “ver con los ojos de Cristo”. Realidad que podía ser transformada con firme voluntad política; y por supuesto, con la guía de la Iglesia: La Iglesia dentro de su esfera y el Gobierno en la suya propia, con el mutuo respeto dentro de sus ámbitos legítimos, han de colaborar eficazmente, audazmente y urgentemente a fin de propiciar “leyes justas, honestas y convenientes, según lo exige la soberanía del pueblo en el artículo 1 de nuestra constitución ¿Cuál es ese pueblo soberano? ¿La gran mayoría o la pequeña minoría? ¿Cuál de los dos es el realmente alienado en esta nación? La Iglesia y el gobierno han de colaborar eficazmente, audazmente y urgentemente para transfigurar al pueblo salvadoreño que vive en los valles, junto a los hermosos lagos, junto al río Lempa, a la orilla de los cafetales y cañales en flor, en las faldas de nuestros montes y volcanes, en los pueblitos y caseríos y en las grandes y explosivas concentraciones urbanas y junto a los grandes latifundios... y solamente entonces, Cristo

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Salvador Transfigurado, será realmente nuestro Patrono, al estar transfigurados todos nosotros, los bautizados en su nombre, por haber sido fieles al mandato del Padre, según lo hemos escuchado en el Evangelio de este día: Este es mi Hijo muy amado, escuchad y poned por obra su mensaje28.

29. Su homilía no agradó a los Caínes. Sólo consiguió levantar sospechas y resquemores. Cuánto habrá sufrido, hermanas y hermanos míos, al ver que su mensaje había sido mal comprendido. Un mensaje preparado en aras de mejorar las condiciones de vida de un pueblo que, se debatía entre la miseria y la falta de libertad, era usado en su contra sin percatarse de su alto sentido evangélico. No importaba que lo explicara de variadas formas. Siempre eran tergiversadas. Un claro ejemplo de esto es su homilía del domingo 16 de septiembre de 1973, pronunciada en Aguilares en ocasión de la Independencia, sobre el buen samaritano. En la interpretación del pasaje lucano, similar a Jesús, utilizó una figura “marginada, despreciable” desde la óptica civil-política; y contraria a Dios, desde la óptica religiosa: Un hombre a quien llamaban “comunista” en la región acertó a pasar por aquel sitio de la Troncal y al verlo sintió compasión. Entonces se acercó al hombre, le curó las heridas lo mejor que pudo y le puso vendas. Luego lo subió en su propio carro, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó ahí. Al día siguiente, cuando el hombre a quien llamaban “comunista” se iba, sacó algunos dineros y los dio al dueño del alojamiento y le dijo: “Cuida a este hombre, y si gastas algo más, te lo pagaré cuando yo vuelva”. Pues bien ¿Cuál de estos personajes te parece que fue el prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones? El católico salvadoreño dijo: el que tuvo compasión de él. Entonces, Jesús le dijo: Anda y haz tú lo mismo29.

28. AA.VV. XXV Aniversario Rutilio Grande. Sus Homilías, op. cit., p. 50. 29. Rodolfo Cardenal, Historia de una esperanza. Vida de Rutilio Grande, op. cit., pp. 313-314.

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30. La interpretación es creativa y encarnada en la situación convulsa del país por aquellos años. Sin embargo, es muy probable que no todos la aprobaran. Sobre todo, aquellas y aquellos ideologizados que solían idolatrar su organización o partido político. La lección que el Padre Rutilio S.J., les dio fue clara: La política no es para beneficio personal. Es para propiciar el bien común del pueblo salvadoreño sumido en miseria, injusticia, persecución e ignorancia. El Padre Rutilio, al aplicar la parábola a la realidad salvadoreña, no veía a un solo hombre herido. El herido era el pueblo completo: Al pueblo lo dejaron todos atrás, tendido en el camino, moribundo y sin voz. Dejemos de hablar tanto del pueblo y demostremos realmente con hechos que tenemos amor a Dios y al pueblo, ya que eso es tener fe en Dios y en su imagen, el hombre30. Amaba al pueblo, deseaba lo mejor. Había entendido que misericordia es como nos explica San Gregorio de Niza una pena o dolor voluntario que nace de los males ajenos31. No para condolernos junto a ellos o aplicar un poco de asistencialismo que calme nuestra conciencia. La misericordia es acción transformadora; lo contrario es inacción, mutismo y; quizá, conformismo que lacera la dignidad humana impidiéndole su desarrollo: Si la compasión no ablanda el alma para que socorra a su prójimo, no hay manera de que nadie dé un paso para aliviar la desgracia ajena32. Quiso, el Padre Rutilio demostrar que el buen samaritano no se conformó con acercarse al herido. Lo recogió, lo cargó, lo llevó a lugar seguro devolviéndole la posibilidad de recuperar su salud, y con ello, la vida.

31. Su compasión no se detenía ante nada. En Apopa, el 13 de febrero de 1977, pronunció una homilía en solidaridad

30. Ibídem, p. 314. 31. En: Restituto Sierra Bravo, “Sobre las Bienaventuranzas”, Doctrina Social y Económica de los Padres de la Iglesia, Compañía Bibliográfica Española, Madrid, España, 1967, n. 448. 32. Ibíd., n. 449.

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con el Padre Bernal que acababa de ser expulsado del país aclarando que, no se trataba de un mitin ni mucho menos de una marcha violenta. Era una manifestación de fe en la que clarividentemente habló del sello martirial de la Iglesia salvadoreña en agiornamento y del amor que le caracterizaba: El símbolo de una mesa compartida, con el taburete para cada uno y con manteles largos para todos. El símbolo de la Creación, y para eso hace falta la redención. ¡Ya está sellándose con el martirio!... No veníamos aquí con machetes. No es esta nuestra violencia. La violencia está en la Palabra de Dios, que nos violenta a nosotros y que violenta a la sociedad y que nos une y nos congrega, aunque nos apaleen. Por lo tanto, el código se resume, en una palabra: Amor: contra el anti amor, contra el pecado, contra la injusticia, contra la dominación de los hombres, contra la destrucción de la fraternidad33.

32. Mis hermanas y hermanos, en estas homilías se descubre a un Rutilio plenamente identificado con Jesús: Veía con los ojos de Cristo; juzgaba la realidad a la luz de la Palabra, Tradición y Magisterio; y, actuaba como Cristo lo hubiera hecho; es decir, con misericordia, anunciando la Buena Nueva y denunciando el pecado. Un ver, juzgar y actuar que le llevó a padecer incomprensiones, intolerancias, acusaciones, burlas, persecución de espías, entre otras más. Sufrimientos de los cuales siempre estuvo consciente: Es peligroso ser cristiano en nuestro país ¡Prácticamente es ilegal ser cristiano cabal en nuestro medio! ¿por qué? Porque estamos basados en un orden establecido ante el cual la mera proclamación del Evangelio resulta subversiva ¿Cómo no va arder que les descubran la maldad?34 Sabía que su pasión en los Olivos tenía un final: El asesinato, que nosotros agradecidos por su testimonio llamamos hoy: Muerte martirial.

33. AA.VV. XXV Aniversario Rutilio Grande. Sus Homilías, Cuadernillo 10, op. cit., p. 77. 34. AA. VV. XXX Aniversario P. Rutilio Grande. Palabra comprometida con los pobres, op. cit., p. 19.

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33. Aproximadamente a las cinco de la tarde del 12 de marzo de 1977, ocurrió su muerte en cruz. No estaba sólo. Junto a él murieron dos mártires más: Don Manuel Solórzano, de setenta y dos años; y Nelson Rutilio Lemus, de quince. El Padre Rutilio Grande S.J., se dirigía a celebrar la eucaristía y a continuar la novena a San José, en el Paisnal. Nunca llegó. En el camino fueron emboscados y su carro ametrallado brutalmente como si se tratara de un malhechor. El Padre Rodolfo Cardenal S.J., relata en la biografía del Padre Rutilio que poco antes de morir, éste dijo en voz baja: Debemos hacer lo que Dios quiere35. Si hermanas y hermanos míos, como Jesús en el huerto de los Olivos, cuando obediente hasta la muerte exclamó: No se haga mi voluntad sino la tuya (Lc 22, 42). No es que la voluntad de Dios fuera ver morir al Padre Rutilio de forma macabra ni mucho menos a su Hijo. Hacer su voluntad implica en este caso ser fieles a la misión encomendada aun cuando esto conlleve la posibilidad de morir en su cumplimiento. Es el pecado que mata, el que dio muerte a este santo sacerdote, nuestro amadísimo protomártir; y fue el pecado, el que mató a Jesús en la cruz. El perdón a sus asesinos lo había dado tiempo antes de morir: El odio no cabe en un cristiano. Aunque nos apaleen y nos quiten la vida tenemos que seguir amando y perdonando. Así nos enseñó Jesús ¿verdad? ¡Padre, perdónales, sepan o no sepan lo que hacen!36.

34. En la noche, su cuerpo fue lavado y vestido junto al de sus hermanos de martirio. Mons. Romero pidió que los tres fueran trasladados a Catedral Metropolitana donde se celebraría una misa de cuerpo presente. Presidió la misa Mons. Luis Chávez y González; y junto a él Mons. Romero – nuestro querido Beato y profeta – y, Mons. Rivera y Damas,

35. Rodolfo Cardenal, Historia de una esperanza. Vida de Rutilio Grande, op. cit., p. 573. 36. AA.VV. XXX Aniversario P. Rutilio Grande. Palabra comprometida con los pobres, op. cit., p. 17.

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acompañados de muchos sacerdotes. Posteriormente sus cuerpos fueron colocados al interior del templo del Paisnal. Murieron víctimas del pecado de idolatría al poder, a la riqueza y la autocomplacencia practicada por un reducido grupo de la élite política y empresarial del país, que no resistió oír el anuncio de la Buena Nueva que auguraba la llegada del Reino, desde el ya; y la destrucción del anti reino lleno de injusticia, mentira y odio. Sus muertes no fueron en vano. Hoy a cuarenta años de su martirio debemos acercarnos a la figura del Padre Rutilio, a sus escritos para conocerle y motivarnos a seguir a Cristo en la forma comprometida que él lo hizo. Hagamos nuestra, amadísimas hermanas y hermanos míos, la invitación del Venerable Siervo de Dios Padre Rutilio Grande García S.J.: Debemos hacer lo que Dios quiere.

2. Padre Nicolás Antonio Rodríguez Aguilar, Sacerdote diocesano

35. Amadísimos hermanos y hermanas, poco se sabe de este mártir. Creo que por este desconocimiento y silenciamiento sobre su muerte – que sólo un reducido grupo de personas conoce y recuerda – es conveniente llamarle: El mártir invisibilizado. Estoy seguro que, el Venerable Siervo de Dios, Padre Rutilio Grande García S.J., ve complacido que, a cuarenta años de su martirio, se recuerde la figura de este humilde sacerdote que fue asesinado cuando apenas el Concilio Vaticano II y su latinoamericanización en Medellín acababa de ser impulsado con fuerza en nuestra Diócesis. Indudablemente, el Padre Rutilio, se sentirá muy feliz si proclamamos que este fue el protomártir del protomártir salvadoreño. El primero de los mártires del siglo XX, tanto en El Salvador como en la Región centroamericana.

2.1. Nacimiento

36. El Padre Nicolás Antonio Rodríguez Aguilar nació un 15 de mayo de 1921. Fue el mayor de doce hermanos: Juan

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Manuel, José María, Lidia, Graciela, Zoila, Clara, Margarita, Fidelina, y Jesús; vivos en el momento de su martirio; Raúl, Luis Alonso y Carmen, fallecidos37. Su padre se llamaba Nicolás Rodríguez Cipagua y, su madre, María Aguilar de Rodríguez. La semilla de la vocación sacerdotal fue puesta por esta pareja desde muy temprana edad, con la ayuda del Padre Luis Pastor Argueta, amigo de la familia.

2.2. Vida

37. De acuerdo, al testimonio del Prof. Luis Molina38, el Padre Luis Pastor Argueta no sólo descubrió la vocación del joven Nicolás. Lo envió a la Escuela Apostólica de los Padres Paulinos, ubicada, por aquellos días, en el Barrio San Jacinto, en San Salvador, donde cursó la filosofía. Más adelante, estudió Teología en el Seminario San José de la Montaña, bajo la dirección de los Padres Jesuitas.

38. Fue ordenado sacerdote por Mons. Pedro Arnoldo Aparicio y Quintanilla, el 16 de enero de 1949 cuando contaba veintiocho años. Desde ese día, se dedicó a ser un buen Pastor: Vicario Cooperador de la Iglesia de la Merced en San Salvador… pasa a Mejicanos como Vicario Sustituto, y el siguiente mes, es… enviado a Nejapa y Apopa para colaborar en la Comunidad como Párroco, con el nombramiento de Vicario Ecónomo… de Párroco el mes de enero de 1951: Para Panchimalco… ese mismo mes pasó de Párroco a San Rafael Cedros… Párroco de Tenancingo… Capellán de la Casa San Vicente en Santa Tecla… Párroco de Teotepeque, hasta el mes de Febrero del 69 que el Sr. Arzobispo (Mons. Luis Chávez) lo

37. AA.VV. Testigos de la fe en El Salvador. Nuestros sacerdotes y seminaris-ta diocesanos mártires 1977-1993, Impresos Quijano, San Salvador, El Salvador, 2008, p. 267. 38. Testimonio logrado con la ayuda del Padre Carlos Mejía, a quien agradezco su gesto fraterno y lleno de caridad, justicia y verdad, de ayudarme a conseguir datos de un mártir en quien pocos han reparado. No olvido mencionar que, el Padre Carlos Mejía fue a recoger el cuerpo del Padre Nicolás.

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II Carta Pastoral

nombró Párroco de San Antonio los Ranchos39. Las personas le recuerdan como un sacerdote muy bueno: El Padre Nicolás era amable, respetuoso y muy espiritual. Con mucho cariño trataba a todas las personas que visitábamos la casa conventual… me decía que era yo la fotografía de mi abuelita40. En su labor pastoral siempre demostró su afabilidad con sus feligreses especialmente con los pobres. Parecidos testimonios recogen, el equipo que escribió su biografía en el libro Testigos de la fe en El Salvador: Era un hombre responsable con el trabajo de la Iglesia. Era un hombre sencillo, un hombre acogedor del pueblo y también era como ese hombre comprometido con la gente, no era de esos Padres que se quedan en su oficina, era un padre que trataba de visitar al pueblo41. En una palabra, era un sacerdote que intentaba vivir el Evangelio de manera comprometida. Prueba de ello es su muerte.

2.3. Muerte Martirial

39. Su muerte; acaecida aproximadamente a las tres de la tarde del 28 de noviembre de 1970 en el caserío El Cóbano, jurisdicción de Cancasque Chalatenango; parece tener relación con las líneas pastorales y acciones que la Iglesia católica salvadoreña realizó ese año. No inició 1970, como cualquier año. En enero, se celebró la semana de la Reforma Agraria. Semana que no agradó a reducidos grupos de la oligarquía porque atentaban contra sus derechos, “no derechos”, alcanzados muchas veces por cohecho y actos contra hechos avalados por el aparato legal del país. A la Iglesia le costó caro su participación dejándose escuchar voces contra su actuación. En el mes de junio, la Iglesia

39. Arquidiócesis de San Salvador, “Diligentes han estado las Autoridades Eclesiásticas en la muerte de Sacerdote”, Semanario Orientación, Año XIII, N° 1199, 19 de diciembre de 1970, p. 6. 40. Testimonio proporcionado por María Valentina Díaz de Serrano, una feli-gresa de la Parroquia San Martín de Porres, Soyapango. 41. Testimonio de Don José Ángel Monge, p. 273.

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Ustedes también darán testimonio

celebró la Primera Semana de Pastoral de Conjunto en El Salvador, ampliamente criticada, incluso por miembros de la Iglesia, entre ellos jerarcas. Los cambios realizados a los documentos finales de esa Semana no atenuaron las criticas ni la animadversión que provocaba; sobre todo, en aquellas y aquellos que no veían con buenos ojos el Concilio Vaticano II, ni Medellín. El Padre Nicolás; sin embargo, comprendió que los Documentos emanaban directamente del Espíritu Santo y se acercó al pueblo. Palmariamente, su actitud fue vista como sospechosa.

40. Su único delito – si es que al apoyo moral y espiritual se le debe llamar así, según sus asesinos – como atestigua Don Ángel Monge es que: Ayudó a un cantón a romper una calle para que entrara carro… por ese delito, porque rompieron los terrenos de un rico de Cancasque… por eso lo asesinaron, para que no anduviera metiéndose en esos líos42. Hacer suyo el clamor de un pueblo; cuyo único reclamo era tener una calle que mejorara las vías de comunicación terrestre, fue un delito que, mereció una muerte macabra; nefanda, inhumana. No existe nombre para nombrarla porque solo seres inhumanos pudieron cometer una muerte de ese género: Le cortaron la mano derecha (lo único que no se encontró del cadáver), una herida transversal en el abdomen que cortó los intestinos, otra herida igualmente transversal a la altura de la nuca y como la marca de autoría: le pelaron la cara en tres cortes de arriba abajo; no tenía orejas, no tenía labios, nariz y de los ojos solo la cavidad. Esto último como para que no se le reconociera43.

41. Incluso, la forma como fue secuestrado denota que el crimen había sido fríamente planeado con lujo de barbarie, con antelación por sus asesinos. La Sra. Valentina Díaz de Serrano declara que después de celebrar misa el Padre

42. Testimonio de Don José Ángel Monge, p. 277. 43. AA.VV. Testigos de la fe en El Salvador. op. cit., p. 269.

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en el pueblo de San José Cancasque: Fuera de la capilla se encontraban dos señores, montados en caballo, que llevaban una bestia sin montar, (una de las bestias era para transportarlo) y solicitaban del sacerdote, que fuera con ellos a un caserío que fuera a confesar a un enfermo grave. Según manifestaron que él les dijo que debía ser acompañado por uno de sus sacristanes, a lo que contestaron que no era necesario y que solamente llevaban una bestia para transportarlo solamente a él. El Padre Nicolás accedió a ir solo, confiando en la buena fe de las personas que lo llevarían, y sucedió que quienes lo acompañaban desde San Antonio los Ranchos que eran los sacristanes, se quedaron esperando que el sacerdote regresara de asistir al enfermo grave44. El Padre Nicolás nunca regresó. Fue encontrado muerto días después. Su muerte, nos sigue relatando la Sra. Valentina, pudo evitarse; pero el Padre prefirió no abandonar su Grey: En 1971… el sacerdote que llegó a sustituir al Padre Nicolás… en una de sus celebraciones de la Santa Misa, escuché que el denunció que había sido amenazado, por medio de un escrito anónimo, y una de las frases que dijo y que tengo bien presente en mi memoria según el anónimo es: una muerte macabra45. Y, así fue.

42. ¿Qué significó su asesinato? ¿Una advertencia muy fuerte con el propósito de detener a la Iglesia en el cumplimiento de su misión? Tristemente, hermanas y hermanos míos, los autores intelectuales y asesinos tenían ojos; pero no veían; oídos y no oían. Fueron incapaces de comprender que, para la Iglesia, es preciso obedecer a Dios antes que a los dueños de este mundo. La Iglesia no puede callar lo que ha visto ni lo que ha oído (cfr. Hch 4, 19). La Iglesia debe actuar en consonancia con el Maestro: Ver al herido en el camino, acercarse a él, curarle, cargarle

44. Testimonio proporcionado por María Valentina Díaz de Serrano, una feli-gresa de la Parroquia San Martín de Porres, Soyapango. 45. Continuación del testimonio proporcionado por María Valentina Díaz de Serrano, una feligresa de la Parroquia San Martín de Porres, Soyapango.

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Ustedes también darán testimonio

y llevarle a lugar seguro; permitiendo que, la promoción humana sea un hecho porque Dios es Dios de vivos, no de muertos. El Padre Nicolás Rodríguez fue seguidor del Mártir en Plenitud. Tomó su cruz, la cargó y abrazándose a ella murió dándonos un testimonio muy bello.

3. Padre Alfonso Navarro, Sacerdote diocesano

43. Ni la muerte del Padre Nicolás ni la del Padre Rutilio Grande S.J., sació la sed de sangre de oligarcas ni militares. Casi un mes y medio después del martirio del Venerable Siervo de Dios, Padre Rutilio S.J., un tercer sacerdote fue asesinado: El Padre Alfonso. La Homilía del Beato Mons. Romero pronunciada en la Misa única celebrada en Catedral, no penetró en los corazones de los asesinos. Habían endurecido su corazón a la Palabra. Con dolor me pregunto junto al Salmista: ¿No aprenderán los malhechores que devoran a mi pueblo, que devoran el grano de Dios que no han cosechado? (Sal 53, 5). ¿Habrán aprendido después de cuarenta años del martirio del Padre Rutilio? Esperemos en Dios que sí.

3.1. Nacimiento

44. El Padre Alfonso Navarro nació en San Salvador el 22 de septiembre de 1942. Sus padres fueron Don Napoleón Navarro Flores y Doña Dolores Oviedo de Navarro quienes, además del Padre Alfonso tuvieron una hija: Bertita Navarro (Hermana religiosa en la Congregación de las Hermanas de la Santa Cruz); y un hijo más: Napoleón Navarro46. Su vocación sacerdotal fue descubierta prontamente, por el Obispo de Santiago de María, Mons. Castro Ramírez.

46. Datos tomados de: Justicia y Paz, “Principios”, Boletín de las Comunidades Rurales Cristianas, Padre Alfonso Navarro, otro mártir del Evangelio. Año 6, N°65, mayo 1977, San Salvador, El Salvador, p. 2.

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3.2. Vida

45. Catorce años tenía cuando escuchó el llamado de Cristo diciéndole en su corazón: Sígueme (Lc 2, 14). Dejándolo todo ingresó al Seminario San José de la Montaña, recibiendo el orden sacerdotal, el martes 8 de agosto de 1967. Este año 2017 estaría cumpliendo sus 50 años de ordenación sacerdotal. Celebración que no tomó lugar porque los hijos de las tinieblas arrebataron su vida tras diez fructíferos; pero, cortos años de sacerdocio. Su labor pastoral inicia en la Parroquia de San Juan Opico, ayudando, en un primer momento al párroco, Padre Raymundo Brizuela, en el trabajo con los jóvenes. No tardó mucho en convertirse en Párroco; y para algunos, en “subversivo”. Su labor pastoral en favor del Pueblo de Dios – hecho con la ayuda del Padre Guillermo Alfonso Rodríguez – consistió en: Fortalecer la cooperativa campesina, para formar los agentes de pastoral, instruyéndose en la Biblia como señalándoles sus derechos y sus deberes consagrados en la Constitución Política de El Salvador y urgiéndoles a progresar sin la violencia, pero avanzando todos los días47.

46. A este respecto, hermanas y hermanos míos, quiero dar una explicación. El Padre Alfonso – como numerosos sacerdotes más – no servían a ninguna ideología porque sabían que tanto el capitalismo como el comunismo atentaban: Contra la dignidad de la persona humana; pues uno tiene como presupuesto la primacía del capital, su poder y su discriminatoria utilización en función del lucro; el otro, aunque ideológicamente sostenga un humanismo, mira más bien el hombre colectivo, y en la práctica se traduce en una concentración totalitaria del poder del Estado (DM 1, 10). Su actitud estaba en perfecta concordancia con los lineamientos del Evangelio, el Magisterio Latinoamericano que, en Medellín, confesó con dolor: Un sordo clamor brota de millones de hombres,

47. AA.VV. Testigos de la fe en El Salvador. op. cit., p. 45.

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pidiendo a sus actores una liberación que no les llega de ninguna parte (DM 14,2). Sí, amadísimos míos, no llegaba de ninguna parte.

47. La Iglesia como Madre y Maestra asumió la función de enseñar al pueblo y conducirle en el Camino de liberación integral que es Cristo: La carencia de una conciencia política en nuestros países hace imprescindible la acción educadora de la Iglesia, con objeto de que los cristianos consideren su participación en la vida política de la Nación como un deber de conciencia y como el ejercicio de la caridad, en su sentido más noble y eficaz para la vida de la comunidad (DM 1, 16). La Iglesia no hacía politiquería, ni proselitismos, no apoyaba ni fomentaba fundamentalismos, ni ideologizaciones. Deformaciones todas de la política que rayan en absolutismos, dictaduras y sistemas de gobierno de muerte. ¡No! La Iglesia enseñó al pueblo a ser buenos cristianos; y, por ende, buenos ciudadanos que velan por el bien común sobre poniéndolo sobre el bien individual justo como el Apóstol San Pedro nos recomendó: Sean sumisos, a causa del Señor, a toda institución humana, sea al rey como soberano, sea a los gobernantes, como enviados por él para castigo de los que obran el mal y alabanza de los que obran el bien (1P 2,13-14). Sí, hermanas y hermanos míos, sumisos; pero, no esclavizados, por lo que San Pedro nos deja en claro el cómo: Obren como hombres libres, y no como quienes hacen de la libertad un pretexto para la maldad, sino como siervos de Dios (1P 2, 16).

48. Tristemente, nada de esto comprendieron los terratenientes de Opico. Eran tradicionalistas o conservadores que manifestaban poca o ninguna conciencia social, tienen mentalidad burguesa y por lo mismo no cuestionan las estructuras sociales. En general, se preocupan por mantener sus privilegios que ellos identifican con el orden establecido… (DM 7,6) y esto porque en ellos se encuentra: La separación entre fe y responsabilidad social. La fe aparece más como una adhesión a un credo y a principios morales. La pertenencia a la Iglesia

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es más de tipo tradicional y, a veces, interesada (DM 7, 10). Grupos tradicionalistas que entraron en crisis profunda de religiosidad; algunos, de los cuales, fueron incapaces de superarla. Sus protestas hicieron que el Padre Alfonso fuera trasladado a la Parroquia de la Resurrección, en la Colonia Miramonte, San Salvador, donde también, encontró tradicionalistas; y el martirio.

3.3. Muerte Martirial

49. Su pasión empezó en Opico, con las acusaciones de ser un cura “nuevaolero, comunista o subversivo”. Acusaciones dichas en son y ton de murmuración; pero, también publicadas en periódicos y canales de televisión reconocidos que, se sumaron a la campaña de difamación contra la Iglesia. Enfrentó con valor cada ataque perpetrado contra él. Llegó a rendir declaración en un juicio donde le imputaban apoyar a quienes mataron al Sr. Regalado. Todo fue en vano. La verdad en los oídos de sus enemigos se volvía mentira. Imposibilitados de proporcionar pruebas en contra de este inocente sacerdote, le llamaron El Camilo Torres de El Salvador48. Además, en la Parroquia de la Resurrección, le hicieron sufrir mucho. Varias de sus ovejas del rebaño traicionaron al Pastor sin mayor diferencia entre Judas Iscariote y su traición al Maestro. Dejaron de dar limosna o se retiraron a otras Parroquias donde hubo sacerdotes, no apegados completamente, a los lineamientos ni del Concilio Vaticano II, ni Medellín ni de su Obispo.

50. Ante una situación económica precaria, el Padre Alfonso consiguió trabajo en colegios católicos para mantener la Parroquia. Le robaron el equipo de sonido, obligándolo a oficiar misa a gritos y luego le acusaron de estar más agresivo49. Padeció innumerables sufrimientos;

48. AA.VV. Testigos de la fe en El Salvador, op. cit., p. 49.49. Ibíd., p. 53.

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y ante ninguno se doblegó ni abandonó la porción de su Grey, que tanto le quería y apoyaba. Encolerizados, como los judíos cuando quisieron apedrear a Jesús, le pusieron una bomba de la que salió ileso. Hubo llamadas telefónicas amenazando con matarle hasta que, por fin, el 11 de mayo de 1977, después de haber estado en Casa Presidencial – como Cristo en casa de Pilato y Herodes – aclarando algunas de las tantas acusaciones, le mataron en la casa parroquial mientras leía un periódico. Junto a él, murió un niño, pequeño mártir: Luisito Torres de catorce años. Cuatro esbirros se encargaron de matarles: (Uno de ellos) corrió a donde estaba el sacerdote y le dio una patada de karate que le rompió el antebrazo y lo lanzó contra una pared y enseguida al suelo. Comenzó a dispararle, corrieron los otros dos hacia la puerta y solo uno más logró también disparar descargando entre los dos siete balazos de nueve milímetros en su cuerpo… uno de los asesinos se fue donde estaba el cuerpo ensangrentado del padre y le dio otra patada con desprecio… el verdugo que sostenía a Luisito Torres, le giró la cara y le disparó en la frente50.

51. Siendo siervo fiel al Maestro y muy seguidor suyo, perdonó como Él en la cruz: Muero por predicar el Evangelio, sé quiénes son los autores de mi muerte. Que sepan que los perdono51. Así murió esta víctima inocente, a quien los dueños de este mundo no soportaron por querer guiarlos al camino del bien del que se habían apartado por su amor a las riquezas y al poder. En su misa exequial, Monseñor Romero relató una leyenda sobre un beduino que, guiando una caravana sedienta, decía una y otra vez: “No por allí, por acá”. La caravana se cansó, asesinando al pobre beduino, que murió señalando el camino con su mano extendida

50. Ibíd., pp. 61-62. 51. Justicia y Paz, “Principios”, Boletín de las Comunidades Rurales Cristianas, Padre Alfonso Navarro, otro mártir del Evangelio. Año 6, N°65, mayo 1977, San Salvador, El Salvador, p. 5.

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y diciendo: “No por allá sino por aquí”52. Y, luego agregó: La leyenda se hace realidad: un sacerdote, acribillado por las balas, muere perdonando, que muere rezando… es un ideal que no muere, es una mano tendida como la del beduino que, en el desierto, sigue diciendo: “No por allí”. No por los espejismos del odio, no por esa filosofía del diente por el diente y ojo por ojo, que eso es criminal, sino por otra: “Amaos los unos a los otros”. No por los caminos del pecado, de la violencia se va a construir un mundo nuevo, sino por los caminos del amor53. Cuanta razón tenía el Padre Alfonso. No era ese el camino para construir un país asentado sobre la justicia, la verdad y la paz. Hoy a cuarenta años de su muerte comprobamos que la violencia sólo ha engendrado más violencia; agrandándose más, por la actitud de quienes hasta hoy se niegan a enfrentar la verdad, a resarcir la justicia y pedir perdón. ¡Retomemos el camino que nos indicó!

4. Padre Rafael Ernesto Barrera Motto, Sacerdote diocesano

52. Estas pastorales, estos nuevos campos que el Señor nos señala, estos nuevos compromisos, muchas veces, para un cristianismo tradicional, son incomprensibles54; así pensaba, el Padre Neto Barrera. De hecho, ese compromiso le condujo al martirio más pronto de lo esperado.

4.1. Nacimiento

53. El Padre Barrera nació en el Departamento Cuscatlán. Específicamente, en un pequeño cantón, llamado Istahua del Municipio de San Pedro Perulapán, el día 27 de octubre de 1948. Hijo menor de una hermosa y extensa familia de

52. Cfr. Monseñor Oscar Arnulfo Romero, “Un ideal que no muerte”, Homilías, Tomo I, UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 2005, p. 73. 53. Ibid, p. 73, 75, 76. 54. Monseñor Oscar Arnulfo Romero, “Un juicio de Dios”, Homilías, Tomo III, UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 2006, p. 440.

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once hijos, cuyos padres fueron el Señor Manuel Barrera y la Sra. María Motto de Barrera. Un padre y una madre que guiaron a sus hijos e hijas por una vida cristiana comprometida, cosechando como fruto, dos vocaciones sacerdotales: El Padre Manuel Barrera, el mayor de los hijos; y el Padre Ernesto Barrera, el menor.

4.2. Vida

54. Ingresó a la Juventud Obrera Cristiana (JOC) donde trabajó de la mano con el Padre Juan Regal. Es muy probable que esta experiencia le llevara a decidir; primero a ser sacerdote; y segundo, a consagrar su sacerdocio al mundo obrero55. Con las buenas intenciones, de apoyar a los obreros que, como nuestro padre San José, en su taller se ganan el sustento con el trabajo laborioso de sus manos, llegó al Seminario San José de la Montaña. Fue ordenado sacerdote el 25 de noviembre de 1974, por Mons. Luis Chávez y González. Nuestro amadísimo Beato Monseñor Romero nos cuenta: Yo mismo lo llevé a la parroquia de San Sebastián. Yo compartí con él algunas reuniones con los jóvenes que me preguntaban las inquietudes propias de un cristianismo en la hora actual56. Le fue asignada la parroquia del barrio San Sebastián, en Ciudad Delgado como parte de su misión pastoral. Ejerció su sacerdocio únicamente durante cuatro años. Sus asesinos no le dejaron vivir más tiempo, sin darse cuenta que su testimonio martirial no terminaba con la muerte.

4.3. Muerte Martirial

55. La alegría que provocaba su pastoral obrera, a su vez, generaba la dolorosa pasión que todo mártir sufre antes de morir. A todas aquellas y aquellos incapaces

55. AA.VV. Testigos de la fe en El Salvador, op. cit., p. 82. 56. Monseñor Oscar Arnulfo Romero, “Un juicio de Dios”, Homilías, Tomo III, UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 2006, p. 441.

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de comprender que el Reino es de los más pequeños y sencillos, esa pastoral les resultó molesta: Lo catalogaron de peligroso por su gran sensibilidad social y porque arriesgaba sus intereses personales57. Otros le tildaron de revolucionario por hablar de liberación y libertad, sin comprender que Cristo mismo había dicho: El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido para… proclamar la liberación a los cautivos (Lc 4, 18). No la falsa liberación que ofrecen los señores de este mundo, enmarcada en los viles límites diseñados conforme a sus intereses. Al menor intento de afectarlos, la persona pierde la libertad y acaba reprimido, subyugado, sometido; o en el peor de los casos, torturado y asesinado. Esa no es la libertad de los hijos e hijas de Dios.

56. El Beato Mons. Romero – intentando dejar en claro la falsedad de estas acusaciones – explicó: La liberación que Cristo trae de esa trascendencia da a los esfuerzos liberadores de la tierra su verdadera dimensión, su verdadero valor. Cuando se es miope y cuando se escucha en la palabra del sacerdote que reclama contra las injusticias de la tierra, contra los abusos del poder, contra los atropellos de la dignidad humana en este mundo, y se le quiere criticar como comunista, como político, como hombre que ya perdió su orientación; se es miope si no se tiene en cuenta que ese hombre liberador es un sacerdote que tiene por delante una perspectiva de trascendencia. Por eso; sacerdotes y cristianos, nosotros somos los auténticos liberadores de la tierra… somos los llamados por Dios para acompañar también a todos los que se esfuerzan por dar a esta tierra un sentido más humano, por dar una igualdad más cristiana, más fraternal a los hombres58.

57. Nada malo hacía el Padre Ernesto Barrera. Simplemente enseñaba cómo debía ser la liberación verdadera. Su muerte acaecida el 28 de noviembre de 1978,

57. AA.VV. Testigos de la fe en El Salvador, op. cit., p. 82. 58. Monseñor Oscar Arnulfo Romero, “Un juicio de Dios”, Homilías, Tomo III, UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 2006, p. 442.

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es una muestra de la falta de libertad que los salvadoreños sufrían. Impedirle la continuidad de su vida y pastoral, es la prueba de la represión a la que se veían sometidos los que querían trabajar por el reino de Dios. La información sobre su crimen es, todavía, confusa como los hijos e hijas de la oscuridad planearon hacerlo. Se sabe únicamente que: Lo flagelaron. Neto Barrera tiene un documento, extendido por un médico forense, que delata torturas espantosas… debió sufrir mucho antes de entregar su espíritu al juicio del Señor59. Junto a él fueron asesinados tres obreros más: José Isidro Portillo, Rafael Santos Ortiz y Valentín Martínez Piche. Otra muerte macabra, amadas hermanas y hermanos míos, que los hijos de la luz debieron sufrir en testimonio de su pleno seguimiento a Cristo en la instauración del Reino desde el ya, todavía no.

5. Padre Octavio Ortiz, Sacerdote diocesano

58. El Boletín Justicia y Paz escribió: El Padre Octavio, sintiendo toda la problemática que sufre el campesino de nuestro país y viviendo en solidaridad con ellos, puesto que se sentía uno de ellos, en muchas ocasiones sintió el deseo de trabajar más directamente en una parroquia campesina60; pero no lo hizo. Desarrolló su pastoral en la ciudad encontrando en su camino a la Patria definitiva, el martirio.

5.1. Nacimiento

59. El Padre Octavio Ortiz Luna provenía de una digna familia campesina originaria del pintoresco pueblo de Cacaopera en el Departamento Morazán. Los progenitores de este humilde sacerdote se llamaban: Alejandro Ortiz y Exaltación Luna quienes procrearon diez hijos. El Padre

59. Ibíd., p. 444. 60. Justicia y Paz, “Quién es Octavio Ortiz”, Boletín de las Comunidades Ru-rales Cristianas, Padre Octavio Ortiz, campesino, sacerdote y mártir. Año 8, N°80, febrero 1979, San Salvador, El Salvador, p. 2.

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Octavio fue el segundo de todos, naciendo el 22 de marzo de 1944.

5.2. Vida

60. Su familia, como el común de campesinos, sufría condiciones de vida extremadamente duras. La pobreza le impulsó a buscar trabajo lejos de su hogar cuando apenas tenía trece años, llegando en su afán al Departamento Santa Ana, sin encontrar mejores oportunidades laborales. En cambio, encontró un hogar tutelado, en aquel entonces, por el Padre Matías Romero Coto. Ahí recibió cuidados, educación y formación cristiana. El Padre Matías descubrió en el pequeño niño, la vocación sacerdotal. Le recomendó a Mons. Barrera que le admitió al Seminario. La alegría del Padre Matías fue rebosante: ¡Indescriptible era el gozo de mi corazón! Aquello era cosechar la primera rosa para Dios en el jardín de mis hijos del alma61. Con la dicha de llevar una rosa de Dios entre sus manos, el Padre Matías llevó a Octavio al Seminario Menor de Santa Ana, el 20 de enero de 1958. Después pasó al Seminario Preparatorio en San Juan Opico; y por fin, al Seminario San José de la Montaña, al cual ingresó, el 2 de febrero de 1962. Fue ordenado sacerdote por Mons. Romero, el 9 de marzo de 1974. A partir de entonces comenzó su labor pastoral en la Comunidad Cristiana de Zacamil y San Francisco de Mejicanos62.

5.3. Muerte Martirial

61. El trabajo con Comunidades Eclesiales de Base fue el pretexto idóneo para acusarle de subversivo y comunista. El día 20 de enero de 1979, - en que ocurrió su martirio – se encontraba junto a casi cuarenta jóvenes celebrando

61. Dr. Matías Romero Coto, Diario de un Sacerdote, Clásicos Roxil, San Salva-dor, El Salvador, p. 532. 62. Justicia y Paz, “Quién es Octavio Ortiz”, Boletín de las Comunidades Ru-rales Cristianas, Padre Octavio Ortiz, campesino, sacerdote y mártir. Año 8, N°80, febrero 1979, San Salvador, El Salvador, p. 2.

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un retiro de iniciación: Después de las seis de la mañana, caía asesinado el P. Octavio Ortiz Luna, de 34 años de edad, junto con cuatro jóvenes, algunos de ellos menores de edad. Un gran contingente de las fuerzas de seguridad irrumpió violentamente en la casa de retiros de la Parroquia de San Antonio Abad. Destrozaron la puerta de entrada y dispararon contra quienes, asustados por el ruido, se levantaban de sus camas. No precedió provocación alguna, ni los cuerpos de seguridad habían solicitado su entrada63. Asesinato sin sentido cometido con pretextos fútiles. Las víctimas son suficientes para demostrar la barbarie cometida por simple odio contra la fe:

62. David Caballero era apenas un adolecente de 16 años de edad. Cursaba octavo grado en la Escuela Miranda de San Antonio Abad. Sus padres, Don David Salomón Caballero y Doña Gloria Cornejo de Caballero no pudieron ver bachillerado a su hijo. Ángel Morales, hijo del Sr. Mercedes Morales y la Sra. Prisciana Gómez de Morales, tenía 22 años. Había llegado a la capital en búsqueda de una oportunidad laboral con la que ayudar a sus padres. Trabajó como carpintero; pero, prontamente, encontró la muerte, dejando a su familia sumida en profundo dolor y soledad. Roberto Orellana, otro joven de 16 años, que apenas cursaba octavo grado en el Instituto Nacional Francisco Menéndez en horario nocturno, ya que en el día trabajaba junto a su padre el Sr. Mateo Orellana. Joven trabajador y estudioso cuyo objetivo era servir a Dios. Ese día, su madre, la Sra. María Leonor Sánchez de Orellana no le recibió en el hogar. Finalmente, el joven Jorge Gómez de 22 años e hijo de Don Manuel de Jesús Gómez y Doña María Juárez de Gómez, no pudo terminar sus estudios de Bachillerato cursado en el Liceo Rubén Darío64.

63. Ídem, p. 6 64. Datos tomados de: Justicia y Paz, “Quién es Octavio Ortiz”, Boletín de las Comunidades Rurales Cristianas, Padre Octavio Ortiz, campesino, sacerdote y mártir. Año 8, N° 80, febrero 1979, San Salvador, El Salvador, pp. 10-13.

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63. Vidas inocentes de jóvenes integrados al trabajo de la comunidad. Jóvenes valientes que no dudaron en trabajar por el Reino a pesar de la situación de violencia y persecución contra la Iglesia. Solo resta preguntarse con el Dr. Matías Romero: ¿Por qué tenía que morir así y por qué se había de lanzar sobre su vida la mancha de la participación política y la sospecha de actividades subversivas, cuando Octavio fue siempre un hombrecito tan apartado, tan callado, tan tímido, tan espiritual y tan sencillo?65 ¿Por qué hermanas y hermanos míos? Por la idolatría al tener, al poder y a la autocomplacencia.

6. Padre Rafael Palacios, Sacerdote diocesano

6.1. Cinco meses después del Padre Octavio, el Padre Rafael pasó a engrosar la lista de sacerdotes mártires ocupando el sexto lugar. Tristemente, la oligarquía y las fuerzas de seguridad no dejaban de sacrificar sangre a sus “Baales”.

6.1. Nacimiento

62. El Padre Rafael vino al mundo, un 16 de octubre de 1938 en un humilde cantón del Municipio de San Luis Talpa, del Departamento La Paz, llamado Talcualuya. Fueron sus padres, Don Rafael Palacios y Doña Concepción Campos de Palacios.

6.2. Vida

66. Escuchó la llamada del Maestro a los doce años, ingresando de inmediato al Seminario. Fue ordenado sacerdote trece años después: El 26 de mayo de 1963. Comenzó su trabajo en la diócesis de San Vicente como: Vicario cooperador en catedral y luego párroco en el Calvario

65. Dr. Matías Romero Coto, Diario de un Sacerdote, Clásicos Roxil, San Salva-dor, El Salvador, p. 534.

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de esa ciudad y también en el pueblo de Tecoluca66. Su apego a los lineamientos del Concilio Vaticano II y Medellín – mal comprendidos o no aceptados por muchos – le llevó a ser despojado de sus cargos pastorales por el Obispo de San Vicente. Esto fue lo más doloroso para el Padre Rafael Palacios: El ataque de su propio obispo, Mons. Aparicio quien, en vez de apoyarlo le castiga quitándole todos sus cargos pastorales. Con este dolor profundo; y, la esperanza puesta en Dios, llegó a San Salvador. Mons. Luis Chávez y Gonzáles no dudó en recibirlo, asignándole como vicario a la Parroquia de Concepción, en Santa Tecla. Más adelante fue asignado a la Parroquia El Calvario, en Santa Tecla; y, luego, a Santa Lucia de Ilopango. Finalmente, fue nombrado Párroco de San Francisco en Mejicanos, en sustitución del Padre Octavio. En todas, trabajó arduamente enseñando en Cursos Bíblicos a las Comunidades.

6.3. Muerte Martirial

67. En San Salvador su calvario no terminó. Prosiguió como en San Vicente. Su forma de iluminar la realidad desde el Evangelio fue el motivo de su muerte. Una muerte deseada; y quizá planificada desde 1976, por los enemigos del Reino de Dios, cuando en un monumento ideado para Semana Santa denunció la falta de fraternidad reinante en unos pocos y pocas salvadoreñas; e invitó a la fraternidad: Representó un mundo, destacando por un lado siluetas de personas armadas y en actitud no fraterna, y por el otro, hombres y mujeres tomados de las manos en actitud fraterna, dando como resultado de esto la paz67. La representación de esa realidad pecaminosa, le atrajo odio, amenazas de muerte; y, tristemente incomprensiones dentro de la misma Iglesia…. Su dolor y sensación de soledad fue grande. Dolor que

66. AA.VV. Testigos de la fe en El Salvador, op. cit., p. 114. 67. Ídem, p. 116.

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no escapó a los ojos de nuestro Venerable Siervo de Dios, el Padre Rutilio Grande., quien para animarle le dijo: ¡Quédate y ya vas a ver que todo va a cambiar, ya va a llegar Óscar a la Arquidiócesis! Por supuesto… se estaba refiriendo a monseñor Oscar Arnulfo Romero68.

68. Todo cambió, menos las acusaciones. A su paso, el anuncio de la Buena Nueva siempre generó molestias en unos pocos que no se cansaron de acosarle y perseguirle. Mons. Romero dejó prueba de esto: El Padre Rafael, el sábado por la noche, me buscaba, llevándome una carta donde me contaba la amenaza que el jueves ya le había hecho la UGB: le había pintado la fatídica mano de la venganza en su carrito69. La amenaza se volvió realidad, el día 20 de junio de 1979, a las 8:45 de la mañana en la ciudad de Santa Tecla: Cuatro desconocidos, que se conducían en un vehículo, dispararon contra el sacerdote. Su cuerpo sin vida quedó tendido a media calle, con numerosas perforaciones de bala en la cabeza y el pecho…70.

69. De injusta, cruel, y sin sentido puede ser definida esta muerte. El Padre Rafael Palacios no era ningún subversivo. Mons. Romero explicó en qué consistía su misión mal interpretada: El sacerdote no es de izquierda ni de derecha. El sacerdote está a la altura del corazón para amar a todos. El sacerdote, voz de la Iglesia, es amor que, si se coloca, por una opción preferencial, al lado del pobre no es para excluir a los que tienen, sino para decirles que no se podrán salvar mientras no se coloquen sintiendo como propia la angustia del pobre71. Sabemos, hermanos y hermanas mías que, el Padre Palacios fue un verdadero seguidor del Mártir en Plenitud. Jamás practicó ideología alguna excepto la del Reino,

68. Ídem, p. 129. 69. Monseñor Oscar Arnulfo Romero, “La voz de la sangre”, Homilías, Tomo V, UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 2008, p. 27. 70. AA.VV. Testigos de la fe en El Salvador, op. cit., p. 114. 71. Monseñor Oscar Arnulfo Romero, “La voz de la sangre”, Homilías, Tomo V, UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 2008, p. 27.

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donde ahora descansa eternamente, invitándonos a seguir tras el camino del Maestro sin temor alguno.

7. Padre Alirio Napoleón Macías, Sacerdote diocesano

70. El año 1979, registró tres sacerdotes muertos, sin contar los innumerables catequistas y agentes de pastoral asesinados por el simple hecho de predicar la Buena Nueva. El Padre Macías cerró el año del 79 con su muerte martirial ocurrida en agosto.

7.1. Nacimiento y vida

71. El Padre Alirio, hijo de Don Luis Leonardo Macías y Doña Zoila Rodríguez, nació en San Vicente, el 10 de noviembre de 1941. Tuvo tres hermanos: Luis Fernando, Juan Antonio y Guillermo72. Ordenado el 21 de marzo de 1965 en San Vicente, comenzó una labor pastoral fecunda: Prefecto de estudios del seminario menor Pío XII de la diócesis de San Vicente, vicario cooperador de catedral, vicario cooperador de Sensuntepeque, subdirector del Centro Catequístico Diocesano, párroco de Verapaz y finalmente párroco de San Esteban Catarina73. De carácter alegre y muy activo; doquiera que estuvo hizo el bien, con gran generosidad y alegría. En su trabajo pastoral se apegó profundamente a los lineamientos del Concilio Vaticano II y Medellín. Entre sus frutos estuvo, la creación de Comunidades Eclesiales de Base y la promoción de la mujer en CEPROR, Academia de corte y confección, elaboración de peluches, bordado, cocina74. Frutos que provocarían en su corazón mucho gozo; más también, dolor.

72. Información tomada de: AA.VV. Testigos de la fe en El Salvador, op. cit., p. 149. 73. Ídem, p. 149. 74. Ídem, p. 156.

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7.2. Muerte Martirial

72. Conociendo la persecución a la que, eran sometidos sus hermanos sacerdotes no dudó en apoyar causa tan noble, como signo de fraternidad sacerdotal; algo que disgustó mucho a su Obispo Mons. Pedro Arnoldo Aparicio. La decisión de su obispo fue la expulsión de la parroquia. La Hna. Angelina Pocasangre da testimonio de su reacción: Él por su gran humildad, que era la que lo caracterizó, pidió de rodillas una y otra vez perdón al obispo hasta que logró que le perdonara y lo dejara en la parroquia de San Esteban Catarina75. Así mismo, por la situación de persecución y represión a la que había sido sometida parte de la población que atendía, es muy probable que lanzara denuncias, acarreándose con ello la muerte. El Padre Ramiro Valladares comenta que, el Padre Alirio sabía perfectamente de dónde venían las amenazas de muerte, por lo que pidió ayuda que nunca llegó: El jueves anterior tuvimos larga plática, su nerviosismo era palpable. Sabía de dónde venía la orden de matarlo. Suplicó a la autoridad eclesiástica que lo acompañaran para aclarar el porqué de la determinación de matarlo, pero no quisieron... Un seglar se ofreció… pero él no aceptó por temor que a él también le pasara cosa igual. Este hecho amargó tremendamente su alma buena76.

73. El 4 de agosto de 1979, en la soledad de su Getsemaní, el Padre Alirio Macías: Quedó extendido sobre el presbiterio, cuando tres hombres le ametrallaron en el templo parroquial de San Esteban Catarina, entre el altar y la sacristía77. Respecto a su muerte, Mons. Rivera dijo: Cayó, como caen los profetas: entre el vestíbulo y el altar78. Mons. Romero, por su parte,

75. Ibíd., p. 158. 76. Ibíd., p. 156. 77. Ibídem, p. 150. 78. Monseñor Oscar Arnulfo Romero, “El Divino Salvador, carne para la vida del mundo”. Homilía del 6 de agosto de 1979, Homilías, Tomo V, UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 2008, p. 198.

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afirmó: Cuando uno muere, como han muerto los sacerdotes, con ideales del reino de los cielos, como está tendido hoy el querido padre Macías, allá en San Esteban Catarina, uno piensa: Estos son los caminos que hay que seguir. Mueren, pero siguen viviendo79. Fue, por tanto, una muerte carente de sentido ideada por los dueños del anti reino en su oscuro plan de acabar con el Reino.

74. Por desgracia su obispo no amparó al Padre Alirio Napoleón, sino que lo abandonó en el peligro. Es muy triste y verdaderamente infame que el obispo deje solos a sus sacerdotes; o al pueblo que se le ha confiado. Pecado por el que se nos pedirá cuenta a los pastores, por no saber escuchar la voz del Mártir en Plenitud: Apacienta mis ovejas (Jn 21, 17). Con profundo dolor lo confieso, por desgracia se cometieron tan gravísimos yerros. Yerros que no se deben repetir. Aquí tienen aplicación las palabras que el Pastor de pastores nos ha dicho: Mis pastores no se ocupan de mi rebaño, porque ellos, los pastores, se apacientan a sí mismos… (Ez 34, 8) No han fortalecido a las ovejas débiles, no han cuidado a la enferma ni curado a la que estaba herida, no han tornado a la que estaba descarriada ni buscado la perdida, sino que las han dominado con violencia y dureza (Ez 34, 5). La muerte del Padre Macías denuncia tan gravísimo pecado y nos llama a los pastores a ponernos en camino de conversión y de entrega, en el pastoreo de nuestras ovejas, dispuestos a dar la vida por ellas.

8. Beato Monseñor Oscar Arnulfo Romero y Galdámez

75. Nuestro amadísimo Beato Monseñor Romero, no sólo abrió el numeroso martirologio del año 1980. Fue el primer Obispo asesinado en este país; agregado, a que su muerte

79. Monseñor Oscar Arnulfo Romero, “El Divino Salvador, pan que baja del cielo y da la vida al mundo”, Homilía del 5 de agosto de 1979, Homilías, Tomo V, UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 2008, p. 183.

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fue el fin de la pax romana. Una paz aparente que reinaba en el país, augurando una sangrienta guerra civil. Detenida únicamente por los incesantes ruegos que él dirigía a las partes contrarias. Escribiré poco de él, porque existen innumerables biografías y análisis de su vida, obra, pasión y muerte, mejor elaboradas que estas breves letras. Es el mártir más y mejor conocido del país, felizmente la Santa Sede le declaró hace dos años Beato. Seguiré el mismo esquema del resto de sus hermanos y hermanas mártires.

8.1. Nacimiento

76. El Beato Mons. Romero: Nace… en Ciudad Barrios, Departamento de Morazán, República de El Salvador, en América Central, el día 15 de agosto de 191780. Su padre fue Don Santos Romero; y su madre, Doña Guadalupe de Jesús Galdámez. Fue el segundo de los hijos de una familia extensa conformada por seis hijos y una hija: Zaida81. Su nacimiento nos colma de alegría y nos inspira -como expliqué en el Decreto de Convocatoria para el año jubilar con ocasión del Centésimo Aniversario del nacimiento del Beato Romero – a dar también nosotros, respuesta a las exigencias de nuestro tiempo de acuerdo a la fe, siguiendo las huellas de Cristo que dio su vida para salvarnos. Y, es por los cuarenta años del martirio del Venerable Siervo de Dios, Padre Rutilio Grande García S.J., el Padre Alfonso Navarro; y el primer centenario del nacimiento del Beato Mons. Oscar Arnulfo Romero, que nos gozamos, en este año 2017, en la Arquidiócesis; y, estoy seguro que también, en las demás Diócesis del país salvadoreño, sintiéndonos: llamados a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del Mundo.

80. Congregatio de Causis Sanctorum, Beatificationis seu Declarationis Mar-tyrii Servi Dei Ansgarii Arnolfi Romero, Tipografía Nova Res s.r.l. Roma, 2014, p. 35. 81. Datos tomados de: Congregatio de Causis Sanctorum, Beatificationis seu Declarationis Martyrii Servi Dei Ansgarii Arnolfi Romero, op. cit., pp. 35-36.

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8.2. Vida

77. Mons. Romero ingresó al Seminario Menor de San Miguel en 1929, es decir, a la edad de doce años. El Seminario era dirigido por los Padres Claretianos; y quien velaba, a lo lejos, por su formación – tanto espiritual como económicamente – era el Obispo de San Miguel, Mons. Juan Antonio Dueñas y Argumedo. Pasó un tiempo en el Seminario San José de la Montaña, para clausurar allí los estudios de filosofía82. Posteriormente, Mons. Dueñas, le envió a Roma, donde fue ordenado sacerdote, el 4 de abril de 1942. De regreso a El Salvador, fue: Canciller y secretario de la Diócesis, vicario general, párroco de catedral, director de asociaciones y movimientos apostólicos, director del seminario de la Diócesis, esto en la etapa de San Miguel83. En San Salvador, fue nombrado Secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador (CEDES); en Centro América, nombrado, Secretario Ejecutivo del Secretariado Episcopal de América Central (SEDAC), encargándose de la redacción del boletín periódico del SEDAC. En El Salvador, Director del Semanario Orientación, Obispo Auxiliar de San Salvador; entre otros cargos. En Santiago de María, fue nombrado Obispo y fundó un pequeño semanario diocesano llamado El Apóstol; finalmente, fue nombrado Arzobispo de San Salvador. Nombramiento con el que, empieza su calvario.

8.3. Muerte Martirial

78. Nuestro amado Beato Mons. Romero asumió el cargo de Arzobispo, el 22 de febrero de 1977. Ni un mes había transcurrido de su toma de posesión, cuando su mejor amigo, el Padre Rutilio Grande García S.J., fue vilmente asesinado. Lógicamente: La muerte de Rutilio Grande… trastornó al Siervo de Dios profundamente y le

82. Ibid, p. 42. 83. Ibid, p. 42.

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planteó interrogantes sobre su misión84. Su trabajo pastoral mostraba: Los rasgos clásicos del buen obispo tridentino: la proximidad al clero, la atención a la unidad de la diócesis, la preocupación por los seminaristas, la conformidad al Magisterio, las frecuentes visitas pastorales, la aplicación escrupulosa de la disciplina canónica, el decoro litúrgico, el apego a la catedral, la preocupación de no ausentarse de la diócesis, la piedad por los enfermos y la atención por los pobres. Visitaba todos los rincones de la diócesis y constataba personalmente que existían muchas situaciones de pobreza85. Un trabajo pastoral, entonces, apegado a los lineamientos del Concilio, Medellín y más adelante, Puebla. Una pastoral que anunciaba la Buena Nueva, con preferencia, más no exclusividad, por los pobres; y, denunciaba el pecado, no con mala intención sino porque, al iluminarlo con y desde la Palabra quedaba descubierto a la luz, apareciendo una realidad sumida en una pecaminosa polarización, necesitada de conversión; y en la que la Iglesia quedaba como víctima. Ambos polos intentaban manipularla a su favor; algo que, Mons. Romero no permitió: Estaba claro que su trabajo era pastoral y que ni la manipulación de unos ni las amenazas de otros iban a detener su única y verdadera intención pastoral que era de iluminar, con el juicio de la Palabra de Dios, la realidad salvadoreña para hacer emerger la verdad que salva86.

79. En medio del fragor que las dos fuerzas antagónicas del país provocaban, Mons. Romero sufrió con el pueblo. Conoció de cerca y acompañó a las víctimas, así fueran, niños, niñas, mujeres, hombres, jóvenes o ancianos, seglares, agentes de pastoral, catequistas, sacerdotes o religiosas. Las amenazas fueron abundantes. Llamadas telefónicas, escritos y rumores esparcidos por aquí y por

84. Ibid, p. 159. 85. Ibídem, p. 254. 86. Ídem, pp. 253-254.

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allá; no le detuvieron. Animó a esperar en Dios, animó a caminar los senderos de la paz; se opuso a la violencia, a la injusticia, a la impunidad, a la desigualdad social, a la mentira, a la corrupción, entre otros signos del anti reino. Siempre hizo: Un llamado a la conversión para todos los cristianos. y en particular: a todos los ricos y poderosos, un llamado a la justicia social y a la paz; a los guerrilleros, al diálogo y a la paz; a los grupos de la izquierda, a hacer vigente la doctrina social de la Iglesia y a la paz; y a todos los hombres de buena voluntad, a practicar la misericordia unos con otros87.

80. Actitudes cristianas que le hicieron insoportable a los ojos de los señores de este mundo hasta que, el 24 de marzo de 1980, su martirio ocurrió: …en la capilla del Hospital de la Divina Providencia, por un asesino quien, desde el exterior de la capilla, ubicó un solo proyectil calibre 22 causándole la muerte como consecuencia de una profusa hemorragia88. Así acabó la vida del profeta salvadoreño, aquí en la tierra; naciendo para el cielo. Ahora sabemos que ha sido reconocido a nivel mundial como Beato; mientras su mensaje sigue resonando a nivel nacional e internacional. Corresponde a nosotros hacer vida la Palabra comprometiéndonos por construir un país mejor.

9. Padre Cosme Spessotto, Sacerdote Franciscano

81. El segundo sacerdote asesinado en 1980 fue, el ahora, Venerable Siervo de Dios Padre Cosme Spessotto, O.F.M.

9.1. Nacimiento y vida

82. Fray Cosme nace en Mansué de Treviso, ubicado en Italia; un 28 de enero de 1923, en el seno de una familia campesina pobre y humilde. El padre se llamaba Vitorio Spessotto y la madre, Josefina Zamuner.

87. Ídem, p. 265. 88. Ídem, p. 432.

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83. Escuchando el llamado de Dios ingresó al Seminario de Lonigo, el 3 de septiembre de 1935 cuando cumplió sus doce años. Fue ordenado trece años después: El 27 de junio de 1948, en la Basílica de la Madonna della Salute, Venecia, Italia89. Dos años más tarde fue enviado a nuestro país El Salvador, llegando al Puerto de La Unión, el 4 de abril de 1950. Dejó a su familia, amistades y tierra que le vio nacer, para venir a trabajar a un país lejano. No le importó. Todo lo dejó por amor a Dios. Se encarnó en nuestro país; y dio muchos frutos para la Iglesia y el Cielo. A su llegada tomó posesión de la Parroquia de San Pedro Nonualco, Departamento La Paz, atendiendo un extenso territorio compuesto por San Pedro Nonualco, Santa María Ostuma y Mercedes La Ceiba. Años después, fue enviado a la Parroquia de San Juan Nonualco, donde fue enterrado tras su martirio. Como buen hijo de San Francisco, viendo que la Iglesia antigua estaba muy deteriorada, construyó una nueva; y junto a esta obra, con el deseo de ayudar a la educación de las nuevas generaciones, construyó la Escuela Parroquial, Papa Juan XXIII. Fue difícil terminar con ambas obras; pero con la ayuda de Dios y gente de buen corazón lo logró.

9.2. Muerte Martirial

84. En su libro Florecillas, el Padre Hilario, nos comenta que Fray Cosme ayudaba a enfermos y cuantos le necesitaran en su Jeep Samaritano; ayudaba a los pobres, enterraba a los muertos a costa de exponer su vida a una venganza por parte de las autoridades: Asesinaron a seis jóvenes. Las madres eran de la Guardia del Santísimo. Eran pobres. El Padre Cosme dio 75 colones a cada una. Los

89. Todos los datos aquí presentados, del Venerable Siervo de Dios, Fray Cosme Spessotto se han tomado de: Fray Hilario Contrán, Florecillas, Edición privada; e indicándose con letra cursiva.

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sepultaron cristianamente. Después el Padre quiso celebrar la misa en la Ermita. Nadie le dio las llaves. Se las habían ocultado maliciosamente. Él celebró la misa igualmente delante de la Ermita. Le encantaba sembrar uvas y compartirlas, sobre todo, con los niños y niñas del pueblo a quienes era cercano: Se quedaba a jugar con los acólitos, en bicicleta, patineta u otro juego. Promovió movimientos como Caballeros de Cristo Rey; impartía catequesis; era eminentemente eucarístico y mariano: Preparaba catequistas. Hacía retiros. Predicaba incansablemente. Hasta escribía folletos de apologética. No quería católicos cobardes, sino valientes como buenos y heroicos soldados de Cristo. Era un sacerdote comprometido.

85. Por ningún lado se atisba que este sacerdote fuera un subversivo, comunista; pero, las amenazas empezaron a llegar: Los subversivos… que lo controlaban, minutos antes de abordar el jeep en que nos conducíamos le mancharon con spray color rojo el asiento de él, escribiéndole las letras: B.P.R., al revés para que cuando él se sentara le quedaran marcadas correctamente. Le enviaban anónimos que no detenían su misión: Destruya y queme los anónimos, no quiero que alguien tenga que sufrir por eso después de mi muerte, solía decir. Por fin, la muerte le llegó en San Juan Nonualco, el 14 de junio de 1980, inmediatamente después de celebrar la santa Misa, estaba orando en el Templo, cuando en ese momento… entran dos desconocidos con pelucas, sacan sus armas y sin piedad y respeto por el lugar y la persona, le disparan al corazón. El Padre Cosme cayó en un mar de sangre. Como buen seguidor e imitador del Mártir en Plenitud, Fray Cosme había perdonado a sus enemigos, incluso antes del atentado. A su muerte, encontraron en su escritorio un Testamento espiritual en el que dejó plasmado su sentir: Desde ahora yo perdono y pido al Señor por la conversión de los autores de mi muerte. Agradezco a todos mis feligreses quienes, con sus oraciones y muestras de cariño, me han animado a darles el último testimonio de mi vida para que ellos también sean

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buenos soldados de Cristo. Fue un valiente soldado de Cristo. Sufrió y murió en el cumplimiento de su misión. Ahora, este hijo de San Francisco, yace entre nosotros y es uno de nuestros amados mártires.

10. José Ohtmaro Cáceres, seminarista diocesano

86. Nuestra Iglesia católica salvadoreña se precia de tener entre sus mártires, a este joven seminarista que tampoco escapó a la ola de represión ideada contra los hijos de la luz.

10.1. Nacimiento

87. Nació el 19 de septiembre de 1951, en un humilde cantón del Municipio de Suchitoto llamado, Platanares. Su padre fue el Sr. Manuel Cáceres y su madre, la Sra. Juana Arévalo. La familia de Ohtmaro fue numerosa. Ocho hermanas: Edelmira, Vilma, Imelda, Ana Elizabeth, Domitila Araceli, Ana María, Milagro y Yanira; y cinco hermanos (seis con él): Saúl, Norberto, José Ariel, Lisandro Antonio y José Godofredo90. Catorce en total.

10.2. Vida

88. Sintiendo el llamado de Dios, ingresó al Seminario Menor Pío XII de San Vicente, para luego trasladarse al Seminario San José de la Montaña, el 3 de febrero de 1973. Su Obispo, le envió en 1979, al Seminario de Guadalajara, México. Como seminarista: Le gustaba visitar las casas y siempre compartía con la gente; celebraba la palabra de Dios, como era la costumbre de todos los seminaristas que llegan a sus respectivos lugares de origen… insistía mucho en la vida comunitaria, las relaciones fraternas y el espíritu de solidaridad91. Fue un gran promotor vocacional, llevó a muchos jóvenes al Seminario con él,

90. Nombres tomados de: AA.VV. Testigos de la fe en El Salvador, op. cit., p. 161. 91. Ídem, p. 164.

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algunos de ellos son sacerdotes actualmente. De haber sido ordenado sacerdote, Ohtmaro, seguramente, hubiera continuado; y agrandado estos dones.

10.3. Muerte Martirial

89. Habiendo finalizado sus estudios en el Seminario de Guadalajara, México, había venido a su país para recibir la Ordenación sacerdotal. El testimonio recogido sobre su muerte es de su hermana Imelda Cáceres: El responsable directo fue un pistolero de la zona… quien había organizado a gente armada en los famosos escuadrones de la muerte, y en un operativo de la fuerza armada, en conjunto con la guardia nacional, habían comenzado una limpieza de subversivos desde el cantón El Líbano hasta Platanares; ese día solo venían a matar y encontraron a trece personas reunidas, entre ellos a una mujer, les dispararon con escopeta a doce, a Ohtmaro le desmoronaron la cabeza. Mi hermana mayor tuvo el valor de recoger los pedazos de sesos y echarlos en unas hojas92. ¡Que doloroso amadísimos hermanos y hermanas estas muertes injustas! Muertes surgidas de falsas acusaciones y odios.

90. Junto a él – ese histórico 25 de julio de 1980 – murieron doce personas. El nombre de una de ellas se desconoce; los demás son: José Belarmino Reyes León, Santos Adrián Reyes León, Gilberto Antonio León, José Alfonso León, Lucio Eduardo Reyes León, David Hernández, José Ángel Rivas, Consuelo Molina (a ella la quemaron), dos hijos de la niña Julia: Víctor y el otro nombre no se ha registrado; y Amílcar93. Estaban dentro de la Ermita del Cantón, estudiando la Palabra de Dios; fueron interrumpidos abruptamente y llevados fuera para matarlos en el patio de la Ermita. Murieron abrazando la Biblia, acostados boca abajo. Hermoso testimonio que este joven seminarista nos dejó junto a sus compañeros; seguir

92. Ídem, p. 166. 93. Tomados de: AA.VV. Testigos de la fe en El Salvador, op. cit., p. 167.

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a Cristo hasta sus últimas consecuencias. Los testigos dicen que antes de morir, Ohtmaro dijo a sus asesinos: “Espérenme que me voy a preparar” y se puso en oración y luego lo mataron94. El martirio fue su ordenación sacerdotal.

11. Padre Manuel Antonio Reyes, sacerdote oratoriano

91. La ola de asesinatos era imparable a lo largo del país. Mezclada con la sangre del pueblo iba la sangre de los miembros de la Iglesia. Casi tres meses después de Ohtmaro, muere el Padre Reyes.

11.1. Nacimiento

92. El Padre Manuel Antonio Reyes, nació en uno de los Barrios del Municipio de San Rafael Oriente, en el Departamento San Miguel, llamado, La Merced. Su padre se llamaba Modesto Antonio Reyes; y su madre, María Isabel Mónico. Enfrentaron una dura situación económica: Su casa era de madera, no tenía ladrillo en el piso y las camas eran catres de cordeles con sus respectivos petates95. En medio de esa pobreza extrema nació este mártir de la Iglesia católica salvadoreña.

11.2. Vida

93. Después del Seminario Menor de San Miguel, el Padre Reyes ingresó al Seminario San José de la Montaña, un 17 de enero de 1963. Como explican sus biógrafos, desde que era seminarista acompañaba al pueblo, participando en las Comunidades Eclesiales de Base de La Chacra96. Fue ordenado en Colombia, el 23 de mayo de 1971, en la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri. Transcurridos unos meses, llegó a San Rafael Oriente a celebrar su primera misa; y realizó su trabajo pastoral en

94. Ídem, p. 167 95. AA.VV. Testigos de la fe en El Salvador, op. cit., p. 170. 96. Ídem, p. 171.

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San Salvador, en la Parroquia de Santa Marta, ubicada en la Colonia 10 de Septiembre.

11.3. Muerte Martirial

94. Siendo un sacerdote comprometido con su misión cosechó frutos en su Parroquia: ; bien organizados, tenían visitas a los hogares y núcleos de muchachos; la misa la celebraba en el patio de la casa de un señor todos los fines de semana, en ese lugar preparaban la asamblea con el altar, las flores, la liturgia… denunciaba injusticias, predicaba evangélicamente y procuraba guiar a su comunidad hacia un compromiso concreto en vista a alcanzar la paz y la justicia para todos. Se dedicó principalmente a la pastoral obrera97. Pastoral que ya había provocado la muerte al joven Presbítero Neto Barrera. Ejemplo, que no detuvo al Padre Manuel en su misión. Le impulsó a continuar por esa vía hasta encontrar la muerte: El lunes 6 de octubre a las once de la noche, llegaron a su casa de habitación y después de haber llamado a la puerta, dijeron ser la autoridad y procedieron al cateo. El padre se identificó como sacerdote. Encontraron un material subversivo, dijeron las autoridades, un proyecto para una academia de corte y confección, un proyecto de una clínica asistencial y un proyecto de un taller de mecánica. Luego le dijeron: Acompáñenos en vías de investigación98. Investigación que nunca se llevó a cabo, por supuesto. Ni mucho menos un juicio público en el cual el Padre demostrara su inocencia. La misma acusación de poseer “papeles subversivos”, muestra lo falsos que fueron, los asesinos de este sacerdote.

95. El Padre Mariano Brito testifica: Apareció asesinado en un basurero en el camino que va de Mejicanos a Mariona, tenía dos tiros en la boca con salida en la cabeza99. Este sacerdote

97. Ídem, p. 172. 98. Arquidiócesis de San Salvador, “Otro Sacerdote asesinado”, Semanario Orientación, Año XX, N° 4183, 12 de octubre de 1980, p. 1. 99. Ibíd., p. 177.

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que tanto bien hizo a sus parroquianos, entró al cielo, el 7 de octubre de 1980. Sabe Dios, muy bien, que sus papeles subversivos, eran proyectos que beneficiarían el desarrollo y promoción humana de las personas más necesitadas de su Parroquia. No los llevó a cabo, porque sus asesinos truncaron su labor; empero, con su martirio nos ha enseñado, unido al Mártir en Plenitud, qué camino seguir.

12. Padre Ernesto Abrego, sacerdote oratoriano

96. Un mes después del Padre Manuel, fue asesinado el joven sacerdote Ernesto Abrego. Una muerte que afectó no solo emocionalmente a la familia Abrego, sino que atentaron contra la vida de varios de sus miembros, muriendo de forma irracional e injusta.

12.1. Nacimiento y vida

97. El Padre Ernesto tuvo por padre a Don Luis Abrego; y a Doña Marta Violeta Castro quienes procrearon una familia de cinco hijos: José Roberto, Carlos Alfredo, Salvador, Luis Felipe, y el Padre Abrego, el mayor de todos. Su lugar de nacimiento fue la Villa de San Isidro, en el Departamento Cabañas. De un segundo matrimonio, nació la única hermana del Padre: Claudia Patricia Solís.

98. Ingresó al Seminario de San Vicente, a la edad de doce años. Continuó en el Seminario de Santiago de María; y, en San José de la Montaña. Por un breve tiempo, estuvo en el noviciado de la Compañía de Jesús hasta su traslado a Colombia, permaneciendo en la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, fue ordenado, en 1972. A su regreso a El Salvador fue nombrado párroco de la Parroquia de la Colonia 10 de Septiembre donde logró: Construir una biblioteca, una sala de juegos y un programa de becas100.

100. AA.VV. Testigos de la fe en El Salvador, op. cit., p. 184.

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12.2. Muerte Martirial

99. Con el tiempo fue nombrado párroco en San Benito, San Salvador, lugar donde empezaría su calvario. Su trabajo comprometido con los pobres no gustó a unos pocos del lugar, consiguiendo a cambio: Amenazas, intentos de chantaje, humillaciones101, etc. Pronto las amenazas dejaron de ser simples palabras: Su carro y su casa fueron ametrallados, en señal de grave amenaza, que acepta salir temporalmente del país102. En una ocasión, viniendo de visita al país encontró la muerte: Salió de la ciudad de Guatemala para El Salvador el 23 de noviembre (de 1980) … en una camioneta azul Subaru en compañía de su hermano Guillermo Salvador Abrego con doña Teresa Gálvez v. de Lievano y su hija Ana María Liévano… Vienen por Las Chinamas103. Ni la tragedia ni la persecución contra el Padre terminó ahí: Sabiendo que el P. Abrego no había llegado a su destino, su hermano Luis Abrego, quien vivía en Guatemala, sale en compañía del doctor Jaime Antonio Bolaños Rivera hacia San Salvador, el día lunes 24 de noviembre, durmieron en Santa Ana y el día martes llegaron a San Salvador. El señor Luis Abrego junto con el doctor… salen con destino a Guatemala con la intención de pasar por el lugar fronterizo de El Jobo, Departamento Ahuachapán. Nada más se supo de ellos, hasta el martes 2 de diciembre en que miembros de la familia Bolaños Rivera reconocieron los cadáveres enterrados en el cementerio de Juayua. No tenían documento alguno en sus vestidos104.

100. Fue macabro: Ayudar a los pobres era un delito para las clases oligárquicas de este país. Eran, como decía el Padre Rutilio, Caínes llenos de odio contra su hermano Abel. Eran ricos; dueños de casi todo el país: De las tierras

101. Ibíd., p. 187. 102. Ibíd., p. 187. 103. Arquidiócesis de San Salvador, “Otro Sacerdote desaparecido”, Semanar-io Orientación, Año XX, N° 4192, 14 de diciembre de 1980, p. 3. 104. Ídem, p. 3.

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y la empresa privada; comían y bebían en abundancia; recibían la mejor educación; habitaban caserones llenos de fausto; viajaban cuando y donde querían; pero, carecían de misericordia para con los pobres, cuyas vidas se debatían en la miseria. No satisfechos con odiar a Abel, sus hermanos y hermanas pobres, odiaban a todos y todas aquellas que les ayudaban. No es creíble este plan siniestro y macabro ideado por los hijos e hijas de la oscuridad. ¡Quiera Dios se hayan convertido estos Caínes, comprendiendo dónde estaba su delito! Porque en ese momento, no lo hicieron. Agregando otro delito más a los ya innumerables, mataron a un tercer hermano del Padre Abrego: El señor Carlos Abrego que residía en Guatemala, vino a buscarlos a la frontera guatemalteca… esa noche recibió una llamada telefónica diciéndole que fuera al bar del hotel Camino Real de ese país y que le darían datos de sus hermanos, y hasta allí se supo del señor Carlos Abrego105.

101. De nada aprovechaba a estas señoras y señores Caínes ir a misa, leer la Biblia, rezar el rosario, bautizarse, confesarse, comulgar, ir a retiros, convivencias, hacer lecturas espirituales, ayunos, y muchas cosas más, que se reducen a prácticas de piedad carentes de sentido, si no van junto a ellas, las obras: ¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: Tengo fe, si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen de sustento diario, y alguno de ustedes les dice: Ve en paz, caliéntate y come, pero no le dan lo necesario para el cuerpo, ¿De qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta (St 2, 14-17). ¡Que dolor me da expresar estas palabras del apóstol Santiago, queridos hermanos y hermanas! ¡Que dolor! Cientos de salvadoreñas y salvadoreños, entre ellos sacerdotes, seminaristas, religiosos, religiosas, laicos y laicas, murieron por causa de planes siniestros diseñados

105. Ídem, p. 3.

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por gente que se consideraba hija o hijo de la Iglesia. Fueron bautizados; pero, no vivieron su compromiso bautismal como se debe. Creyeron que las prácticas y las normas de piedad eran suficientes. Todo eso es vanidad de vanidades para Dios, que, en el juicio, sopesará las obras de misericordia que cada uno haya hecho (cfr. Mt 25, 31-46). De lo contrario, escucharán: Apártense de mí malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles (Mt 25, 41). Espero, por amor a esas y esos Caínes, que se hayan convertido y llenado de buenas obras. Del Padre Abrego sí sabemos que las tuvo. Ahora, indudablemente, goza del Señor.

13. Padre Marcial Serrano, sacerdote diocesano

102. Fue el último de los sacerdotes asesinados ese sangriento año de 1980. Años más tarde, los enemigos del reino encenderían su saña contra otros sacerdotes, e incluso, un Obispo más.

13.1. Nacimiento

103. El papá del Padre Serrano, fue Don Fidel Serrano; y su mamá, Doña Rosalía de Serrano. Nació en la ciudad de Tejutepeque, ubicada en el Departamento Cabañas, el 30 de diciembre de 1931. Fue el menor de tres hermanos.

13.2. Vida

104. Ingresó al Seminario San José de la Montaña, terminando sus estudios en el Palafoxiano de Puebla, México106. Regresó a El Salvador, dedicándose a trabajar de lleno en la línea del Concilio Vaticano II, Medellín y Puebla: En El Rosario, Departamento de La Paz, comenzó y concluyó la construcción de la iglesia parroquial de nuestra Señora del Rosario; a través de sus gestiones, obtuvo la donación de diversos

106. Datos tomados de: AA.VV. Testigos de la fe en El Salvador, op. cit., p. 195.

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terrenos para la construcción de varias ermitas de los cantones El Tunal, Amatepec, Comalapa, El Pedregal, Las Isletas y El Cerro. Colaboró también con la iglesia de San Luis Talpa en el Departamento de la Paz. Organizó cooperativas de ahorro y préstamo, para favorecer a los pequeños comerciantes, con el fin de que estos pudieran mejorar su calidad de vida… el padre gestionaba para poder brindar a los más necesitados: granos básicos, frijoles, maíz, arroz y otros… tuvo la idea de construir una cancha de baloncesto… cuando se creó la escuela Parvularia nacional de El Rosario, ayudó a la formación de una directiva que apoyara la naciente institución. Le importaba mucho la formación de su gente y no solo a escala educativa, sino en el ámbito espiritual…107. Su vida fue un continuo hacer el bien. Por supuesto, un bien que molestaba a unos pocos que no dudaron matarlo.

13.3. Muerte Martirial

105. Su trabajo comprometido por el reino de Dios, le consiguió enemigos y persecución, conocida por sus allegados: Nos comentó que la situación estaba fregada, que lo habían amenazado108. El 28 de noviembre de 1980, en el cumplimiento de su misión sacerdotal, el momento del martirio le llegó: Iba a celebrar una misa por un difunto, cuando lo captura la guardia nacional de San Miguel Tepezontes. Lo llevan para San Miguel. Y se dice que, en la noche, quizás esa misma noche, fue bajado por las veredas de esos terrenos de San Francisco Chinameca. En el lugar que se llama Changallo, fue bajado a pie, descalzo, semidesnudo y fue descendido al lago de Ilopango. Se dice que fue tirado al lago, que le amarraron piedras109. Esta es sólo una de las versiones de su muerte. Extrañamente, pese a que las autoridades alegaron desconocer el móvil, se posesionaron del carro del Padre:

107. Ídem, pp. 199-200. 108. Ídem, p. 202. 109. Ídem, p. 203.

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Se ha encontrado su pick up con otras placas en un puesto de la Guardia Nacional110. Nada es claro entre tanta oscuridad que, los hijos e hijas de las tinieblas crearon torno a su muerte: Una llamada anónima dijo que su cadáver se encontraba entre San Rafael Obrajuelos y Zacatecoluca111. Nunca fue encontrado su cuerpo; empero, su muerte martirial; nos deja en claro, que nació para el cielo; y goza del descanso eterno junto a Dios, cuya promesa es segura: A los que respetan mi nombre los alumbrará el sol de la justicia que sana con sus alas. Saldrán saltando como terneros del establo; pisotearán a los malvados que serán como polvo bajo la planta de sus pies, el día que yo actúe – dice el Señor Todopoderoso (Ml 3, 20-21).

14. Hna. Dorothy Lu Kazel, Religiosa Misionera Ursulina

106. Queridas hermanas y queridos hermanos míos, en el jardín de Jesús – explica Santa Teresa de Lisieux: Los grandes santos pueden ser comparados a las azucenas y a las rosas112. En el jardín que Jesús tenía en El Salvador, el enemigo no satisfecho con haber tomado quince azucenas, se atrevió a cortar cuatro rosas que exhalaban el buen perfume de Dios entre los favoritos de Él: Los pobres, los ninguneados, los marginados, los invisibilizados, los sin nombre. Las cortó ignorando que su aroma perduraría indicándonos la ruta a seguir: El Mártir en Plenitud.

14.1. Nacimiento y vida

107. Dorothy nació – en un jardín que Jesús tenía lejos de nuestra tierra – el 30 de junio de 1939 en Cleveland, Ohio, Estados Unidos. Ingresó a la Congregación de las Hermanas Ursulinas de Cleveland, en septiembre de 1960, profesando,

110. Arquidiócesis de San Salvador, “Marcial Serrano. Otro Sacerdote desapa-recido”, Semanario Orientación, Año XX, N° 4191, 7 de diciembre de 1980, p. 1. 111. Ibíd., p. 1. 112. Teresa de Lisieux, Historia de un alma, Editorial San Pablo, Buenos Aires, Argentina, 2008, p. 14.

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en 1968… sus votos perpetuos como hermana Ursulina. Trabajó por un tiempo como docente en la Academia del Sagrado Corazón, de East Cleveland; y otro más, en la Escuela de Beaumont. Durante ese tiempo: Además de consejera, también se ofreció como voluntaria en un hospital para pacientes crónicos y en una institución correccional de mujeres. Llegó a tierras cuzcatlecas junto a la Hna. Martha Owen en 1974: Se incorporaron al equipo de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe en Chirilagua, San Miguel, donde participaron en las distintas obras de la pastoral, gestionando además la obra de CARITAS. En abril de 1975 pasaron a la parroquia San Carlos Borromeo en La Unión donde asumieron las mismas tareas hasta que el equipo de Cleveland entregó la parroquia al clero diocesano en diciembre de 1977. Entonces, Dorothy y Martha pasaron a formar parte del equipo pastoral de la Parroquia de la Inmaculada Concepción del Puerto de La Libertad113.

14.2. En el calvario salvadoreño

108. Dorothy conoció en 1978 a una laica comprometida: Jean Donovan, quien se incorporaría al trabajo pastoral hasta 1979. Se esperaba que Jean le sustituyera el año siguiente cuando a Dorothy le tocaba regresar a Estados Unidos; empero no fue así. Junto a ella, presenciaron el aumento de la represión, persecución y muerte del pueblo. Ninguna se marchó. Dorothy escribió en septiembre de 1980: No queremos abandonar a la gente. Prefirieron correr la misma suerte de ellos sin caer en pasividad ni desesperación. Escribió al presidente Jimmy Carter con la esperanza de que, informado sobre las injusticias cometidas contra el pueblo, tornara el camino: A eso de las 6:00 ó 6:30 de la mañana mataron a diez o más personas de un cantón y siguieron

113. Todos los datos de estas cuatro rosas del jardín de Jesús, han sido toma-dos de: Dean Brackley, S.J., Cinco Testigas Solidarias: Dorothy, Jean, Carla, Ita y Maura. Cuadernillo 26, Centro Monseñor Romero, UCA. San Salvador, El Salvador, 2010. Las citas tomadas del libro aparecen en letra cursiva.

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hacia arriba por la carretera y mataron a diez o más personas adicionales. Un anciano venía caminando por la carretera con tres vacas – fue asesinado. Un joven iba bajando para bañarse por el pozo – fue asesinado. Una muchacha de unos 12 años tenía en sus manos una hoja con las letras de una canción escrita en honor a uno de los sacerdotes mártires. Los soldados la declararon subversiva y la mataron (…) Y lo más espantoso para mí es que soy norteamericana, y mi gobierno dio el dinero para el equipo duradero que tienen, de modo que les resulta relativamente fácil llegar hasta los cantones más miserables (…) y matar a inocentes por la información falsa que han recibido. Probablemente esta carta denunciando la iniquidad del corazón de la oligarquía y las fuerzas represoras del país fue el pase de su muerte que, no tardó sino dos meses en acaecer.

15. Hna. Jean Donovan, Misionera Laica

15.1. Nacimiento y vida

109. Jean no era religiosa sino laica comprometida. Nació en Connecticut, Estados Unidos, el 10 de abril de 1953. En la Universidad de Case Winter estudió la Maestría en Administración de Empresas; pero, sintió el llamado de Dios que la invitaba a trabajar por el Reino ofreciéndose: Como voluntaria en el programa de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Cleveland. Ahí se enteró de la misión de la diócesis en El Salvador. Después de unos meses aprendiendo el español, llegó por fin al país del Divino Salvador del Mundo: En agosto de 1979, con la represión en aumento ante el anticipado estallido de una guerra civil. Comenzó su ministerio en La Libertad. Trabajó junto a Dorothy Kazel: Con su camioneta Toyota blanca, también recogían a personas desplazadas de sus lugares por esa violencia. Distribuyeron medicinas a gente enferma y herida y los llevaban a clínicas médicas. No pudieron llevar a los heridos a los hospitales del gobierno por temor a que se los mataran ahí mismo… presenciaron atrocidades, encontrando cadáveres mutilados al lado de la carretera.

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15.2. En el calvario salvadoreño

110. Nada detuvo a estas mujeres ni las alejó del calvario sufrido por este país. El 26 de noviembre de 1980, Jean informó al Embajador de Estados Unidos, Robert White que: Había visto helicópteros del tipo Huey… sobrevolando El Salvador. No era falsa su denuncia. El presbítero Paul Schindler explicó: Estaban entrando desde Honduras, país que Estados Unidos estaba usando como su base para enviar a asesores militares – más de los 55 permitidos por la ley del Congreso… Increíblemente, cinco días después de su denuncia, Jean era cortada del jardín de Jesús en la tierra; y, trasplantada al jardín celestial donde las rosas no perecen.

16. Hna. Ita Catherine Ford, Religiosa Misionera Maryknoll

16.1. Nacimiento y vida

111. Esta joven religiosa de la Congregación de las Hermanas de Maryknoll, nació en Brooklyn, Nueva York en Estados Unidos, un 23 de abril de 1940. Ingresó a la Congregación de las Hermanas de Maryknoll en 1961. Su trabajo en América Latina comenzó en Chile. A nuestro país, llegó hasta el 13 de abril de 1980, aceptando trabajar con los refugiados en Chalatenango, donde más adelante se le uniría Maura Clarke M.M. Su trabajo era de alta peligrosidad; y aun sabiendo esto, no se retiraron del país.

16.2. En el calvario salvadoreño

112. Las amenazas llegaron pronto, en un año tan sangriento y macabro como fue 1980: A comienzos de noviembre Maura e Ita recibieron un mensaje. Un rótulo con el dibujo de un cuchillo clavado en una cabeza humana, apareció pegado en la puerta de la casa cural donde vivían. Un chorro de sangre fluyó hacia el texto que rezó: Esto es lo que va a pasar a cualquiera que viene a esta casa porque curas y monjas son comunistas. El siguiente papel con amenazas apareció el 1 de diciembre es decir un día antes de su asesinato. Amenaza que jamás vieron,

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encontrándose en Nicaragua reunidas con otras hermanas de la Congregación de las Hermanas de Maryknoll. El propio día de su muerte un laico vio una lista de un escuadrón de la muerte donde los nombres de Ita y Maura aparecían. Su asesinato había sido premeditado. El hombre que enseñó el libelo de muerte dijo: He aquí una lista de la gente que vamos a matar – y hoy, esta misma noche, vamos a comenzar. Así sucedió, esa misma noche, Ita llegó al cielo.

17. Hna. Maura Elizabeth Clarke, Religiosa Misionera Maryknoll

17.1. Nacimiento y vida

113. La Hna. Maura nació el 13 de enero de 1931, en New York, Estados Unidos. Su padre fue John Clarke y su madre Mary McClosey. Ingresó a la Congregación de las Hermanas de Maryknoll a sus diecinueve años; es decir, en 1950. Su trabajo como religiosa lo realizó en lugares como New York, Nicaragua y El Salvador, al cual llegaría en julio de 1980.

17.2. En el calvario salvadoreño y muerte martirial

114. Pronto se dio cuenta del peligro que corría; pero no retrocedió: Los catequistas necesitan mucho valor para seguir celebrando la palabra de Dios porque todos y todas los que se sospechan de pertenecer a una organización o de estar vinculados con la Iglesia corren mucho peligro. Me impresionó mucho este grupo pequeño que se reunió ayer. Los pobres realmente nos desnudan, nos halan, nos desafían, nos evangelizan nos enseñan a Dios. Maura, se incorporó al trabajo pastoral, en Santa Ana y desde ahí pasó con Ita a Chalatenango donde encontraría amenazas y muerte al regresar de Nicaragua.

115. La Comisión de la Verdad encontró que: El día 2 de diciembre de 1980, inmediatamente después de las 7:00 p.m. miembros de la Guardia Nacional de El Salvador detuvieron a cuatro religiosas a su salida del aeropuerto internacional de Comalapa. Las religiosas Ita Ford, Maura Clarke, Dorothy

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114. Comisión de la Verdad, Informe (1992-1993) De la locura a la esperanza, LUES Editorial Universitaria, 1993, San Salvador, El Salvador, pp. 82-83. 115. Ibíd., pp. 82-83. 116. Teresa de Lisieux, Historia de un alma, op. cit., p. 254.

Kazel y Jean Donovan fueron llevadas a un lugar aislado y allí asesinadas con disparos hechos a corta distancia114. No fue un crimen en defensa propia sino fruto de corazones llenos de maldad y odio contra el Reino de Dios y sus siervas: Las detenciones fueron planeadas de antemano. El sub-sargento de la Guardia Nacional, Luis Antonio Colindres Alemán, aproximadamente dos horas antes que las religiosas llegaran, comunicó a cinco de sus subordinados que debían detener a unas personas que venían de Nicaragua. Luego, Colindres se dirigió al puesto en San Luis Talpa para avisar al Comandante que hiciera caso omiso, si escuchaba algunos ruidos perturbadores, por cuanto sería el resultado de una acción que Colindres y su gente estarían cumpliendo. Una vez que los miembros de los cuerpos de seguridad se llevaron a las religiosas a un lugar alejado, Colindres volvió a su puesto cerca del aeropuerto. A su regreso al sitio, lugar donde habían llevado a las religiosas, les dijo que había recibido la orden de asesinar a las religiosas115. Es presumible que, no solo las asesinaron. Las sometieron a otros tipos de sufrimiento físico y psicológico.

116. La actitud del Juez de Paz que procedió a enterrar los cuerpos sin informar a nadie, no es nada disculpable. Sólo muestra, la alevosía de los criminales. Estoy casi seguro, queridas y queridos míos, que estas cuatro perfumadas rosas del jardín de Jesús pudieron decir desde El Salvador como Santa Teresa de Lisieux: Amado mío, … tengo la esperanza de que un día vendrás, Águila adorada, a buscar a tu pajarito y remontándote con él al Foco del Amor, lo sumergirás para toda la eternidad en el ardiente abismo de ese Amor al que se ha ofrecido como víctima116. Fueron también, las velas que adornan la Corona de Adviento anunciando que las tinieblas del pecado se disipan con la llegada del Mesías: Yo

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soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida (Jn 8, 12). Anunciaron que este país puede ser mejor si nos dejamos invadir por la alegría del nacimiento de Jesús y su Evangelio. Quiero, antes de terminar, recordar que, no fueron las únicas rosas cortadas del jardín de Jesús en este país. Hubo muchas agentes de pastoral y catequistas que sufrieron martirio; y cuyas vidas son casi desconocidas; más no por ello, menos importantes. Son las Blandinas del siglo XX, en El Salvador, animándonos a vivir nuestro compromiso bautismal con radicalidad. No podemos dejarlas invisibilizadas. Investigaciones exhaustivas deben ser promovidas para incluirlas en nuestro martirologio, estudiando sus casos.

18. Padre Ignacio Ellacuría, Sacerdote Jesuita

117. En 1989, la tragedia volvió a repetirse: Seis sacerdotes fueron masacrados, el 16 de noviembre en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA).

18.1. Nacimiento y vida

118. El Padre Ignacio Ellacuría S.J., nació el 9 de noviembre de 1930, en Portugalete, España, en el seno de una familia de cinco hijos varones; de los cuales era el cuarto. Ingresó al Seminario el 14 de septiembre de 1947; y dos años después, siendo novicio llegó a nuestro país, junto con otros cinco jóvenes, con la misión de fundar el noviciado de la Compañía de Jesús en Santa Tecla. Fundación que traería bien a nuestro país. El 26 de julio de 1961 fue ordenado sacerdote en Innsbruck, Austria; y profesó en la Compañía, en Portugalete, el 2 de febrero de 1965. Teniendo una inteligencia preclara incursionó en distintos ámbitos y tareas: Sacerdocio, filosofía, teología, historia, análisis de temas políticos, formador en el seminario, rector de la universidad, docente universitario, miembro de la Junta Directiva de la UCA, promotor del diálogo

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y negociación del conflicto armado, mediador entre la guerrilla y el gobierno; por mencionar algunas. Si bien es cierto, que algunos afirman que el Padre Ellacuría amaba la verdad filosófica, es aún más cierto, que amaba y murió por la Verdad.

119. Encontró enemigos en cada uno de sus ámbitos: Como sacerdote por su opción por los pobres; como filósofo por amor a la verdad y al ejercicio de la razón, cuestiones ambas que molestaban a los señores del mundo de la irracionalidad y la mentira que imperaban en el país; como teólogo por hablar del Reino de Dios cuyos signos son la paz, la verdad, la justicia, el amor, etc., claramente contrapuestos al el anti reino que solo sabe de muerte, llanto, violencia y maldad; como historiador por tocar los puntos álgidos de nuestra historia de sumisión, opresión y muerte; como analista de temas políticos por iluminar la política con la Palabra y el Magisterio dejando entrever estructuras políticas, sociales y económicas que matan. La lista sería interminable; pero, lo importante de mencionar es que en todas y en todo, encontró enemigos que deseaban su muerte.

18.2. Pasión martirial

120. Sus escritos evidencian una concepción cristológica que le llevó a morir por la fe y el amor a la Verdad. No es que deseara la muerte. Desearla no sería normal. Estaba convencido de que el auténtico seguidor de Cristo puede terminar en la cruz. Se limitó a imitar a Jesús. Tres puntos al respecto menciono en un intento por clarificar lo aquí sostenido, tomándolos de un estudio de su autoría muy conocido, escrito en 1977117. En primer lugar, explica: La acción de Jesús, aun pretendiendo ser primariamente un

117. Ignacio Ellacuría, “¿Por qué muere Jesús y por qué lo matan?, Escritos Teológicos, Tomo II, UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 2000.

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anuncio del reino de Dios, era de hecho y necesariamente una amenaza contra el orden social establecido, en cuanto éste estaba estructurado sobre fundamentos opuestos a los del reino de Dios118. Jesús predicaba la no violencia, el amor, la solidaridad, la fraternidad, la renuncia de los bienes, la verdad, la justicia, y más, valores y actitudes contrarias a los practicados por los potentados de este mundo: El acaparamiento, la envidia, el egoísmo, la injusticia, la mentira que encubre sus delitos, la violencia, el asesinato, y así, sucesivamente. En segundo lugar, considera en relación a esto: Jesús no predica un reino de Dios abstracto o puramente transterreno, sino un reino concreto, que es la contradicción de un mundo estructurado por el poder del pecado; un poder que va más allá del corazón del hombre y que se convierte en pecado histórico y estructural119. Un Reino de esta naturaleza no podía, según los dueños del mundo, hacerse presente porque trastoca sus planes y proyectos. Por último, establece que: La conmemoración de la muerte de Jesús hasta que vuelva no se realiza adecuadamente en una celebración cultural y mistérica, ni en una vivencia interior de la fe, sino que ha de ser la celebración creyente de una vida que sigue los pasos de quien fue muerto violentamente por quienes no aceptaban los caminos de Dios, tal como han sido revelados en Jesús120. Todo unido: La celebración y la vivencia es lo que dan sentido último a la vida del cristiano.

121. Ir tras el seguimiento de Jesús, llevó al Padre Ellacuría a denunciar el pecado, a luchar contra él; a anunciar la Buena Nueva, optando por los pobres no para ser un pobre más, sino para ayudarles en la promoción humana y la defensa de sus derechos. No fue tarea fácil. Sufrió exilio, persecución, difamación, tergiversación de su mensaje, incomprensiones, soledad, y enfermedades. Su

118. Ibíd., p. 87. 119. Ibíd., p. 87. 120. Ídem, p. 88.

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biógrafo comenta: Ellacuría llevaba tres años muy cansado y padeciendo quebrantos de salud121. Antes de su muerte, se encontraba en España; pero fue llamado para intervenir como mediador en una delicada situación del conflicto. Su amor por este pueblo, su deseo de alcanzar la paz a través del diálogo, le hicieron regresar, pese al temor de morir. Un temor no incierto. Los enemigos, cansados de oír su voz, le asesinaron ese histórico 1989.

19. Padre Ignacio Martín Baró, Sacerdote Jesuita

19.1. Nacimiento y vida

122. El Padre Baró nació en Valladolid, España un 7 de noviembre de 1942. A sus 17 años, sintiendo el llamado de Dios, ingresó al noviciado jesuita de Orduña; exactamente, el 28 de septiembre de 1959. Llegó a tierra salvadoreña en la década del sesenta. Se dedicó a impartir clases en el Colegio Externado de San José; impartió psicología en la Escuela Nacional de Enfermería en Santa Ana; formó parte de la Junta de Directores y ocupó altos cargos en la UCA; escribió en revistas nacionales e internacionales, además de escribir varios libros, referidos especialmente, a la psicología; fundó en 1986, el Instituto Universitario de Opinión Pública; y fue pastor, en la Parroquia de Jayaque. Fue un pastor feliz y entregado a su misión: Siempre tenía dulces para repartir entre niños y niñas. Consiguió una imagen de la Virgen para la ermita, donde celebraba, y material de construcción para un puente. A sus estudiantes de la UCA les pedía algunas cosas para la parroquia – dulces, galletas, juguetes e incluso un altar. Con el dinero que le daban en sus viajes adquiría otras cosas… pintura, madera, clavos, etc. – e incluso ayudaba a algunos de sus feligreses más necesitados… organizaba con ellos cursillos y

121. Rodolfo Cardenal, Biografías. Mártires de la UCA. Cuadernillo 5, Centro Monseñor Romero, UCA. San Salvador, El Salvador, 2014, p. 24.

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paseos…122. Desafortunadamente, el odio de sus enemigos le atrajo el martirio.

19.2. Pasión martirial

123. Su seguimiento de Jesús y su trabajo apegado a los lineamientos del Concilio Vaticano II, Medellín y Puebla, le provocaron mucho sufrimiento. Nadie denuncia el pecado y anuncia la Buena Nueva sin pagar el precio. Posiblemente, algunos critiquen a los Padres jesuitas por no haber abandonado el país antes de morir. No fue un acto de irracionalidad permanecer aquí. Simplemente fue fidelidad a su misión de amar a los más pobres, a los débiles, a los marginados, a los torturados, a los despreciados por los poderes de este mundo.

124. Desarrolló y aprovechó su psicología liberadora para denunciar las estructuras torcidas del país que, perjudicaban el desenvolvimiento psicológico y social de las personas: Sin darnos cuenta nos hemos acostumbrado a que los organismos institucionales sean precisamente lo contrario de lo que les da razón de ser: quienes deben velar por la seguridad son la fuente principal de inseguridad, los encargados de la justicia amparan el abuso y la injusticia, los llamados a orientar y dirigir son los primeros en engañar y manipular… en este ambiente de mentira, desquiciado por la polarización social y sin un terreno para la sensatez y la racionalidad, la violencia se enseñorea de la vida de tal forma que… llega a pensarse que la violencia es la única solución al problema de la misma violencia123. Denunció que la peor parte correspondía a los pobres: Una es la guerra que tiene que sufrir en carne propia el campesino y otra muy distinta la que en sus pantallas de televisión contempla el burgués industrial. En El Salvador, quienes van al campo de batalla son

122. Rodolfo Cardenal, Biografías. Mártires de la UCA, op.cit., p. 24. 123. Ignacio Martín Baró, Psicología social de la guerra, UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 2000, p. 30.

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mayoritariamente los pobres, los hijos de los campesinos o de los marginados urbanos, no los hijos del patrón o del profesional124. Palabras de este tenor, no dejaron de provocar molestia en las personas que habían hecho de la guerra un lucrativo negocio, pese a miles de víctimas que, caían heridas o muertas a diario hasta alcanzar las cifras desbordantes con que cerró la guerra civil en 1992, tras unos Acuerdos de Paz cuyos resultados siguen sin verse concretizados de manera efectiva.

125. Su pasión martirial incluyó enfermedades y varios padecimientos: Las horas de insomnio podía llenarlas con la lectura o la radio; pero era inevitable que contribuyeran a deteriorar su salud. Sufrió de la espalda y de un brazo. Este último le fue intervenido quirúrgicamente… poco antes de morir tuvo neumonía125. Padecimientos a los que se unía la constante zozobra de una posible muerte martirial, alejado de su familia. La noche antes de morir – tal vez presintiendo cercano su fin – llamó a su hermana, a quien sólo quedó unas horas después, el recibir, la dolorosa noticia de su asesinato. Sufrió sin dejarse vencer, sufrió en cumplimiento de su misión; sufrió hasta nacer para el cielo.

20. Padre Segundo Montes Mozo, Sacerdote Jesuita

20.1. Nacimiento y vida

126. El Padre Montes nació el 15 de mayo de 1933 en Valladolid, España. Ingresó, el 21 de agosto de 1950, al noviciado de la Compañía de Jesús cuando contaba con 17 años. En 1951, llegó al noviciado ubicado en nuestro país donde cursó segundo año. Su ordenación sacerdotal fue celebrada en Innsbruck, Austria, el 25 de julio de 1963. Similar a los dos anteriores hermanos de la Compañía, se

124. Ídem, p. 71. 125. Rodolfo Cardenal, Biografías, op. cit., p. 33.

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desenvolvió en distintos ámbitos. Fue: Sacerdote, profesor en el Colegio Externado de San José y la UCA, Decano de la Facultad de Ciencias del Hombre y la Naturaleza, sociólogo, filósofo, miembro de la Junta de Directores de la UCA y fundador del Instituto de Derechos Humanos (IDHUCA). Escribió en boletines y revistas como ECA; y fue un prolijo investigador de los fenómenos más graves provocados por la guerra: Refugiados, desplazados y emigrantes, sin olvidar la temática de la violación a los derechos humanos.

127. Como sacerdote y pastor acompañó a los más pobres, abandonados y marginados: Dedicó una parte de sus fines de semana a atender ministerialmente parroquias suburbanas sin sacerdote. Primero estuvo en Calle Real y luego, desde 1984, en la Colonia Quezaltepec…, específicamente, en la Parroquia Cristo Resucitado, de la cual fue su primer párroco. Como buen sacerdote, se preocupaba por la casa de Dios: Cuando lo mataron, el templo parroquial estaba a medio construir. La colonia no tenía templo, pero él se empeñó en construir uno para lo cual contaba con la colaboración de la feligresía y con sus relaciones familiares e internacionales126.

20.2. Pasión martirial

128. Siempre estuvo consciente del peligro que corría cumpliendo su misión. Le habían advertido de un inminente peligro. Aun así, el Padre Montes, S.J., no cesó de trabajar ni abandonó el país. Acompañó al pueblo pobre y sufrido de este país, hasta su martirio.

21. Padre Amando López Quintana, Sacerdote Jesuita

21.2. Nacimiento y vida

129. Español de nacimiento, el Padre Amando nació en Cubo de Bureba, Burgos, España, un 6 de febrero de 1936.

126. Ídem, p. 42.

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Ingresó al noviciado de los Jesuitas, localizado en Orduña, el 7 de septiembre de 1952. Su segundo año de noviciado lo hizo en Santa Tecla. Fue ordenado sacerdote, en Dublín, Irlanda, el 29 de julio de 1965. En nuestra hermana República de Nicaragua, como sacerdote y filósofo que era, trabajó como Rector de la Universidad Centroamericana de Managua; y rector del Colegio Centroamérica. En El Salvador, colaboró como Rector y maestro de teología en el Seminario San José de la Montaña, profesor de filosofía y teología en la UCA.

21.2. Pasión martirial

130. En el Padre Amando López…Sacerdotes y políticos perseguidos por las fuerzas de seguridad encontraron refugio temporal…127. Su amor por el pueblo de Dios, no fue bien visto por los enemigos del Reino: Atendió sacerdotalmente a la comunidad de Tierra Virgen, ubicada en las afueras de Soyapango. En la eucaristía daba mucha participación a la gente, permitiéndoles que se expresara con libertad128. Fue un buen sacerdote, formador y pastor que, no dudó en ofrendar su vida por amor a Dios.

22. Padre Juan Ramón Moreno Pardo, Sacerdote Jesuita

22.1. Nacimiento y vida

131. El Padre Juan Ramón S.J., nació el 29 de agosto de 1933 en un municipio de Navarra de la Comunidad Foral, llamado Villatuerta, España. Ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús de Orduña, un 14 de septiembre de 1950, llegando al noviciado de Santa Tecla, al siguiente año. Celebró su ordenación sacerdotal en Saint Mary’s, Kansas, un 14 de junio de 1964. De regreso a nuestro país, prestó sus

127. Ídem, p. 44. 128. V Ibíd., p. 47.

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servicios, en el Seminario San José de la Montaña como padre espiritual y profesor; fue ejercitador y director espiritual de religiosas, religiosos, sacerdotes y seminaristas, rector del Colegio Externado de San José, maestro de novicios de la Compañía de Jesús; y profesor de la UCA.

22.2. Pasión martirial

132. La pasión del Padre Moreno S.J., puede ser comprendida desde sus escritos, compilados en un pequeño; pero enriquecedor, libro llamado Evangelio y Misión129. Apoyándose en el numeral octavo de la Lumen Gentium, el Padre Juan Ramón comprendió, el talante jesuánico de la misión y la evangelización: Como Cristo realizó la obra de la redención en pobreza y persecución, de igual modo la Iglesia está destinada a recorrer el mismo camino… así también la Iglesia abraza con su amor a todos los afligidos por la debilidad humana; más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente, se esfuerza en remediar sus necesidades y procura servir en ellos a Cristo; entresacando interesantes conclusiones de las cuales me limitaré a mencionar dos: Una, el movimiento de Jesús, como el movimiento de Dios, lleva indefectiblemente a los pobres. Dos, Jesús a pesar de asumir la condición de esclavo no por ello, parcializa la salvación: Se despoja de todo… y desde ahí ofrece la salvación a… los amos liberándolos de su ambición de poder y tener, a los esclavos liberándolos de las cadenas de dominación y explotación, que les impiden llevar una vida humana y los mantiene clavados a la cruz de un lento morir130.

133. El salir en misión con un mensaje de esta naturaleza provoca el rechazo y la enemistad de/con los señores de este mundo y entonces, nos explica el Padre Moreno: Encontrarán aplicación las palabras de Jesús: si el mundo

129. Juan Ramón Moreno, Evangelio y Misión, UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 1990. 130. Ídem, pp. 14-15.

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los odia sepan que a mí me ha odiado antes que a ustedes. Ciertamente que el mundo no aborrece a quien no toma posición frente a él, posiciones que cuestionan o amenazan su forma concreta y empecatada de actuar y estar estructurado131. La muerte martirial no le habrá tomado por sorpresa. Sabía que su fin último podía ser la muerte en cruz; algo que no le contuvo de abrazar la misión encomendada por Jesús: Nuestra vocación de pastores es un nuevo motivo para asumir de tal manera el derecho de los débiles que no rehusemos arriesgar la vida por ellos. Y todo por amor ¿No es esto lo que nos enseña el buen pastor?... esto es precisamente lo que ha sabido hacer nuestro hermano Rutilio Grande. Su figura acribillada historiza hoy, aquí, en Centroamérica, al buen pastor132.

134. Palabras de un mártir que cuestionan a nuestra Iglesia: ¿No será que nos hemos acomodado olvidando el mandato principal de Cristo de salir en misión? ¿Tenemos miedo a morir? ¿Tenemos miedo a enfrentar los riesgos de la misión? Veamos a Cristo; y en Él, veamos al Padre Rutilio Grande S.J., de quien el Padre Moreno nos recuerda: Dichosos los pobres, porque hay hombres que viven y mueren por los valores del reino; porque hay pastores que dan la vida por sus ovejas. Hombres como él son los que convierten a la Iglesia en maestra de humanidad y hacen que la juventud no tenga que ir a buscar su inspiración y sus modelos en otros humanismos133. Dichosos nosotros que contamos con este talante de mártires que hicieron de su pasión, el preludio de una muerte martirial y no motivo de desesperación como el Iscariote. Estoy convencido de que el Padre Moreno nos grita desde el cielo: ¡No huyan de la cruz, carguen con ella y cumplan la misión que les fue encomendada porque Cristo está con ustedes hasta el fin del mundo! No en vano, ese histórico 16

131. Ibid, pp. 71-72. 132. Ibídem, p. 61. 133. Ídem, p. 62.

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de noviembre de 1989, sus enemigos arrastraron su cuerpo inerte desde el jardín hasta la habitación del Padre Jon Sobrino S.J., cayendo por efecto del movimiento, el libro El Dios crucificado, el cual coloreó con su sangre como señal, quizá de que, la sangre de su martirio quedaba unida con la sangre del Mártir en Plenitud.

23. Padre Joaquín López y López, Sacerdote Jesuita

23.1. Nacimiento y vida

135. El Padre Joaquín S.J., nació el 16 de agosto de 1918, en la histórica ciudad de Chalchuapa, Departamento Santa Ana, El Salvador. Ingresó a la Compañía de Jesús, en 1938. Fue enviado al noviciado de El Paso en Texas; y fue ordenado en 1952, en Oña, España. De regreso a nuestro país, se incluyó al trabajo del Colegio Externado de San José; y, sobre todo, a la educación de las clases menos privilegiadas: En 1969, con la ayuda de un grupo de señoras… consiguió un poco de dinero, que complementó con un préstamo bancario y fundó Fe y Alegría. Abrió dos talleres de carpintería en el barrio Santa Anita, puso otro de corte y confección en La Chacra e inauguró tres escuelas primarias – una en la colonia Morazán, otra en Acajutla y la tercera en San Miguel134.

23.2. Pasión y muerte martirial

136. Incuantificable fue el sufrimiento que su misión entre los pobres le causó; uniéndose a ello, el padecimiento de cáncer. Enfermedad mortal que no provocó su retiro ni sirvió de pretexto para trabajar sin compromiso, como nos explica el Padre Rodolfo Cardenal S.J.: Aunque sabía que sus fuerzas estaban abandonándolo, su ánimo no decayó; siguió trabajando como siempre, sin descanso; como si tuviera por delante todo el tiempo imaginable. Sus asesinos le

134. Rodolfo Cardenal, Biografías. Mártires de la UCA, op. cit., pp. 54-55.

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adelantaron varios meses una dolorosa muerte135. ¡Sí! Es cierto que adelantaron su muerte; empero no tenían derecho a quitarle su vida.

137. En síntesis, la muerte martirial de estos seis sacerdotes, constituye para los tribunales humanos, un crimen de lesa humanidad (¡Que nunca prescribe ni prescribirá!); por lo que, para su exacta descripción quiero citar – así como lo hice con el crimen de las tres religiosas y una seglar – los informes de la Comisión de la verdad: En las primeras horas del 16 de noviembre de 1989, un grupo de efectivos del Batallón Atlacatl ingresó al recinto de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA) en San Salvador. Se dirigieron al edificio del Centro Pastoral donde residían los sacerdotes jesuitas… los militares intentaron forzar la entrada del Centro Pastoral. Al darse cuenta los sacerdotes les dieron entrada voluntariamente. Los efectivos del ejército registraron el edificio y ordenaron a los sacerdotes salir al jardín posterior y tenderse boca abajo. El teniente al mando; José Ricardo Espinoza Guerra, dio la orden de matar a los sacerdotes. El soldado Oscar Mariano Amaya Grimaldi dio muerte a tiros a los sacerdotes Ellacuría, Martín-Baró y Montes; el Subsargento Antonio Ramiro Avalos Vargas, a los sacerdotes López y Moreno. Poco después los soldados, entre ellos, el Cabo Ángel Pérez Vásquez, encontraron al sacerdote Joaquín López y López en el interior de la residencia y le dieron muerte. El Subsargento Tomás Zarpate Castillo le disparó a la señora Julia Elba Ramos, quien trabajaba en la residencia, y a su hija de dieciséis años, Celina Mariceth Ramos. El soldado José Alberto Sierra Ascencio disparó contra ellas, nuevamente, rematándolas. Los efectivos del Atlacatl se apoderaron de un maletín que pertenecía a los sacerdotes, y con él, fotografías, documentos y cinco mil dólares. Los soldados dispararon con una ametralladora contra la fachada de la residencia y lanzaron cohetes y granadas. Antes de retirarse

135. Ídem, pp. 55-56.

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escribieron en un cartón: “El FMLN hizo un ajusticiamiento a los orejas contrarios. Vencer o morir, FMLN”136.

138. Con los Padres Jesuitas también murieron dos inocentes mujeres: Julia Elba y Celina Ramos, también ellas son igualmente mártires. Julia Elba nació el 5 de marzo de 1947, en un cantón de Santiago de María, llamado Las Flores. De condición humilde, sufrió desde pequeña el significado real de la pobreza. Su madre dedicada a la venta de frutas y su padre administrador de una finca no pudieron ofrecerle más que una vida sencilla. Con su esposo Obdulio su situación no cambió significativamente. Se dedicó al hogar, ayudando a su esposo en la milpa; y por supuesto, al cuidado de sus hijos. especialmente, al cuidado de Celina, dado que, sus dos hijos habían muerto. Uno al nacer y otro un poco después. Entró en contacto con los Padres jesuitas en 1985. Año en que fue contratada como cocinera por los Padres. El Padre Cardenal la describe como una mujer: Excepcional, fiel, discreta, intuitiva y alegre137. Celina Ramos, su hija a quien murió protegiendo con su cuerpo, nació el 27 de febrero de 1973, en Jayaque, La Libertad. Estudió en la Escuela Santa Luisa de Marillac y el Instituto José Damián Villacorta en Santa Tecla. No logró terminar su bachillerato ni casarse con su novio como habían pensado porque la muerte propiciada por los enemigos de la Iglesia y del pueblo, le arrebató su corta vida; dejando a su padre Obdulio en soledad.

139. No cabe duda: Crimen horroroso al que se suma, el engaño y el robo. Los padres jesuitas abrieron las puertas confiando que eran miembros encargados de la seguridad; no del crimen. Aunque muy seguramente, tras la experiencia previa de tantos mártires, habrán creído

136. Comisión de la Verdad, Informe (1992-1993) De la locura a la esperan-za, op. cit., pp. 62-63. 137. Rodolfo Cardenal, Biografías. Mártires de la UCA, op. cit., p. 58.

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que más que una posibilidad, su muerte era un hecho consumado. No contentos con haberles arrebatado la vida, se aprovecharon de las víctimas, despojándoles de sus pertenencias. Cuando considero este crimen; amadísimos hermanos y hermanas; pienso en Cristo por tres razones. La noche de su prendimiento, San Juan, nos comenta que Jesús, a los guardias que inquirían por él, les respondió: Yo soy, a pesar que: Sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta y les pregunta: ¿A quién buscan? (Jn 18, 4). Así, mis hermanos sacerdotes se adelantaron a abrir la puerta a sus propios captores y asesinos, dando su vida por amor a nuestro pueblo, en quien miraban reflejado a Cristo crucificado. Una vez crucificado, el Divino Traspasado: Los soldados… tomaron sus vestidos, con lo que hicieron cuatro lotes, un lote para cada soldado, y la túnica… para que se cumpliera la Escritura: Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica (Jn 19, 23-24). En nuestro caso, los asesinos tomaron las prendas de los sacerdotes y es más que seguro, se repartieron el dinero. Por último, en la cruz colgaron un letrero conteniendo un falso argumento sobre su muerte: Jesús el Nazareno, el rey de los judíos (Jn 19,19), cuando sus palabras habían sido: Mi reino no es de este mundo (Jn 18, 36). De igual forma a mis queridos hermanos jesuitas, los acusaron de ser “orejas”. Si la búsqueda del diálogo, la conciliación, el perdón, la justicia, el amor fraterno, la solidaridad con los pobres, es ser “orejas”, que confundidos estaban los enemigos. Con dolor repito, aquellas palabras de Cristo, a quienes les mataron, si aún no se han arrepentido de su crimen: Oír, oirán, pero no entenderán, mirar, mirarán, pero no verán. Porque se ha embotado el corazón…, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado (Mt 13, 14-15).

140. No emboten su corazón queridos míos. Tampoco jueguen con Dios. Es cierto que Dios es misericordioso; pero todo lo ve. Advertencia que Malaquías hizo a sus contemporáneos que se negaban a servir a Dios y seguir sus

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mandamientos: Miren que llega el día, ardiente como un horno, cuando arrogantes y malvados serán la paja (Mal 3, 19). Vean que a los que así mataron eran inocentes de esas terribles acusaciones. Nunca fueron comunistas, ni politiqueros, ni curas de la nueva ola. Jamás fueron orejas, ni difamadores ni teólogos contrarios a la Tradición o al Magisterio. Sólo fueron sacerdotes consagrados a Cristo que, siguiendo los lineamientos del Espíritu Santo manifestados en el Concilio Vaticano II, Medellín y Puebla hicieron la voluntad del Padre. Su misma postura al momento de morir: Postrados en el suelo como el día de su ordenación, cuando la Iglesia entera, entona las letanías invocando a la Corte celestial y a la Asamblea de los Santos, para que rueguen por el ordenado. Esa noche martirial, fue la Iglesia celestial que entonó las letanías, con suma certeza, para darles fortaleza en la hora de su martirio. No se me escapa que acusaciones en contra de ellos, las hay muchas. Basta de repetirlas y acerquémonos a sus figuras, a su pensamiento, intentando comprender el bien que deseaban para este país. El bautismo de sangre les consagra como verdaderos testigos de la fe, hermanos mayores nuestros que nos precedieron camino al reino de los cielos.

24. Monseñor Roberto Joaquín Ramos Umaña

141. Si la guerra civil de nuestro suelo, empezó tras la muerte de un Obispo, es decir, nuestro querido beato Monseñor Oscar Arnulfo Romero; años después, terminó sellada con la sangre de otro Obispo mártir: Monseñor Roberto Joaquín Ramos.

24.1. Nacimiento y vida

142. Mons. Ramos nació el 4 de enero de 1938, en Santa Ana. Su padre fue Don Rodolfo Ramos y su madre, Doña Carmen Umaña de Ramos. Padre y madre responsables que sembraron en su hijo la fe: Joaquín heredó una fe sencilla

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pero sincera de sus padres138. Una fe que abriría su corazón a la vocación sacerdotal, conocida en su momento por Mons. Benjamín Barrera y Reyes quien: Abrió sus brazos al joven profesional, que deseaba seguir el camino del sacerdocio y con su buen olfato de pastor, supo orientarlo y acompañarlo muy de cerca en esta decisión139. Le acompañó hasta darle el orden sacerdotal, el 11 de diciembre de 1971, asignándole a la Parroquia San Antonio del Monte. A partir de ahí, su labor pastoral fue amplia. Ayudó a las parroquias de San Martín de Porres en Cara Sucia, Ahuachapán y Santa Catalina Masahuat; apoyó al Seminario Menor de Santa Ana y al Seminario San José de la Montaña; promovió la creación de la Fundación sí a la vida; y trabajó en la Comisión de Pastoral Familiar; hasta convertirse en Obispo castrense (obispo de los militares). Fue un sacerdote comprometido en el seguimiento a Cristo; algo que, seguramente, le condujo al martirio.

24.2. Muerte Martirial

143. Nadie desconocía que Mons. Ramos había entablado un compromiso con los más pobres y vulnerados de la sociedad: Colaboraré en el laudable esfuerzo que se ha venido realizando desde hace algún tiempo a favor de los derechos humanos, cuyos resultados han sido reconocidos en varias ocasiones por los señores obispos de El Salvador y organizaciones internacionales, no sólo para entrar en sintonía con un signo de nuestro tiempo tantas veces preconizado en los mensajes más recientes del Santo Padre, sino también porque, como cristiano, reconozco en cada semejante la imagen de Dios, elevada desde la encarnación de Cristo a una dignidad sublime (GS 22). Trabajaré con especial dedicación por la vigencia del derecho que es el origen de todos los demás: “que te conozcan a Ti, Único Dios Verdadero y a tu Enviado Jesucristo” (Jn 19,3)140.

138. AA.VV. Testigos de la fe en El Salvador, op. cit., p. 215. 139. Ídem, p. 215. 140. Ídem, p. 226.

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144. Un compromiso de esta naturaleza no iba a quedar a oscuras. Los enemigos del Reino, planearon su muerte, quedando como el resto de muertes martiriales, en medio de hechos confusos: El día viernes 25 de junio de 1993, monseñor Roberto Joaquín Ramos Umaña regresaba a El Salvador, procedente de un encuentro pastoral en Costa Rica… al llegar a El Salvador… dispuso viajar del aeropuerto internacional (…) hacia la ciudad de San Salvador, a bordo de un microbús de transporte colectivo que proporcionaba la línea aérea… la señora Flores de Durán le ofreció a monseñor… llevarlo a la ciudad de San Salvador a bordo del vehículo de su esposo, el señor Edgar Vidal Durán Flores… cuando el vehículo del matrimonio Durán Flores, donde se transportaba monseñor Ramos Umaña, se conducía con destino a la ciudad de San Salvador, habiendo recorrido aproximadamente 6.5 kilómetros después del aeropuerto internacional de El Salvador, con dirección de oriente a poniente, aproximadamente 2.5 kilómetros después del lugar donde se encuentra lo que fuera el primer peaje después del aeropuerto, repentinamente, el vehículo donde se conducía monseñor Ramos Umaña, fue atacado con arma de fuego, por un número indeterminado de sujetos desconocidos, los cuales, sin hacer señal de alto ni colocar ningún obstáculo en medio de la vía para obstruir el paso, dispararon a dicho vehículo, penetrando tres disparos por la ventana de la puerta trasera izquierda del citado vehículo, impactando dos disparos en la región izquierda de la hemicara y el tercero en el lado izquierdo de la región del hemicuello de monseñor Ramos Umaña. A consecuencia de dichos disparos, monseñor Ramos Umaña resultó mortalmente herido, entrando en estado agónico de inmediato141.

145. Así murió el segundo Obispo mártir de este país. Asesinado en extrañas circunstancias, que por uno u otro motivo jamás fueron esclarecidas. Su nombre mismo

141. Ídem, pp. 235-236.

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quedó silenciado en un pasado que la grave situación de violencia y muerte que azota al país desde hace largos años, no permite recordar. Tristemente nuestra historia no tiene tiempo para recordar a sus víctimas en forma adecuada. La pregunta es por qué. ¿Se busca esconder a los victimarios? ¿Se quiere defender un sistema injusto, violento, de muerte, que beneficia económica y políticamente a unos pocos? Su muerte seguirá cuestionándonos a todos, impulsándonos a la búsqueda de un sistema legal justo y equitativo donde la justicia y la paz sean una realidad para este pueblo que ya ha sufrido demasiado. Por esta razón, queridos hermanos y hermanas quiero terminar este largo apartado con unas palabras cuestionadoras impregnadas de denuncia profética y misericordia para con los miles de mártires de este país: En el ámbito civil, gobernantes, militares, políticos, embajadores de los Estados Unidos, empresas privadas... no mencionan a los mártires -lo cual era de esperar-, pero tampoco los han mencionado la mayoría de los jerarcas eclesiásticos, con la excepción de Monseñor Rivera y su empeño en la canonización de Monseñor Romero. La Conferencia Episcopal no ha escrito en quince años un documento serio sobre los miles de salvadoreños a quienes les quitaron la vida, como a Jesús (o como al siervo sufriente de Yahvé) por haber defendido a los pobres y denunciado a los poderosos desde la indefensión. El simple fiel comienza a sentir ese silencio y acaba por introyectarlo… para justificar este silencio se aduce que las cosas han cambiado, y de ahí se concluye -sin que la lógica lo exija- que hay que olvidar el pasado; más aún, recordar a los mártires -parecen decir- traería ahora más males que bienes: traumas sociales e intolerancia, cosas que deben desaparecer del nuevo El Salvador142. Hoy, a cuarenta años de la muerte martirial de los Padres Rutilio Grande S.J., y a cien años del nacimiento de nuestro amadísimo

142. Jon Sobrino, “Los mártires y la teología de la liberación”, Revista Latinoamericana de Teología RELaT 162. (Aparición original en Sal Terrae: octubre 1995. 699-716).

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Beato Monseñor Romero, cambiemos esa mentalidad a nivel nacional, entendiéndolo de la misma forma que minúsculas comunidades eclesiales, en comunión con la Iglesia, lo han hecho, permitiendo la pervivencia de la memoria histórica y peligrosa de nuestros y nuestras mártires.

146. En resumen: He aquí las semblanzas de veinticuatro piedras extraídas del fondo del mar cuyo martirio les constituye en piedras fundamentales de la Iglesia católica en El Salvador. Que su vida, pasión y muerte nos anime a proseguir la misión de Cristo como ellos y ellas lo hicieron un día. Es claro que, las presentes páginas recogen únicamente, el martirio de sacerdotes, personas de la vida consagrada y sus compañeros de martirio; empero, no fueron los únicos. Cientos de laicos y laicas integrados a la Iglesia en calidad de agentes de pastoral, catequistas, integrantes de las Comunidades Eclesiales de Base, miembros de Coros y otros, fueron asesinados so pretexto de celebrar la Palabra o portar una Biblia. Libro que irónicamente, les hacía sospechosos de comunismo.

147. Confieso que, los pastores de nuestra Provincia eclesiástica, no hemos inquirido a profundidad sobre este tipo de mártires. Pido perdón por nuestra pasividad al respecto. La información recopilada de laicos y laicas, no es obra nuestra. Son el Padre Tomás O’Nuanain O.F.M., y un equipo de laicos quienes llevan años trabajando al respecto con gran generosidad y abnegación. Han trabajado intensamente tanto en nuestra Diócesis como las demás que componen esta Provincia Eclesiástica. ¡Agradezco al Padre O’Nuanain por su arduo esfuerzo en tan grandiosa obra, realizada con tanto amor! Sé lo difícil que ha sido para él y sus colaboradores tan magna empresa, pero que realizan con tanta dedicación. ¡Gracias una vez más! Debemos apoyar el trabajo de este sacerdote junto a su equipo e imitar sus pasos para iniciar la beatificación de

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los cientos de laicos y laicas, testigos de la fe. Claro está, que cuando el Padre finalice su trabajo, corresponderá a nosotros, revisar cada uno de los casos para establecer si procede o no, el inicio de la causa. Tenemos mucho por hacer en esta vía.

148. Finalmente, repito: El martirio no es un fracaso. Es victoria, es un don y el consuelo mayor que Dios nos regaló en las casi tres décadas de persecución contra la Iglesia en El Salvador.

Nuestros Confesores

149. A las vidas de los mártires quiero unir, las de aquellos y aquellas que hoy (como en la antigua Roma) doy en llamar: Confesores de la fe. No se trata del sacerdote que en el sacramento de la penitencia escucha la confesión de pecados de algún feligrés. De acuerdo, al diccionario teológico consultado, confesor es: Un nombre aplicado a los cristianos, a partir del primer siglo de nuestra era, quienes confesaban su fe en tiempos de persecución y que se exponían con ello a peligros y sufrimientos, pero que no siempre sufrían el martirio143. Si bien es cierto que, los siglos han pasado, y la persecución de las primeras comunidades cristianas ha quedado muy atrás, el anuncio de la Buena Nueva sigue provocando las mismas reacciones de violencia en los hijos e hijas de las tinieblas: Se repiten las escenas ya bastante conocidas del pasado y del presente, hay que esperar que a causa de esta confesión sobrevengan burlas, desprecios, desventajas, impedimentos y, en las situaciones más graves, castigos, persecuciones y finalmente la muerte144.

143. E.F. Harrison, G.W. Bromiley y C.F.H. Henry, Diccionario de Teología, Editora: Libros Desafío, Michigan, Estados Unidos, 2002. 144. Peter Eicher, Diccionario de conceptos teológicos I, Editorial Herder, Barcelona, España, 1989.

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150. De igual forma, en nuestro querido país El Salvador, hubo un número significativo de sacerdotes, religiosas, religiosos y seglares que, si bien no murieron; sufrieron en cumplimiento de su misión, manteniéndose firmes en la fe y en comunión con la Iglesia. Tortura, exilio, difamación, inculpación de falsos delitos o ideologías, abandono, incomprensión, son sólo una muestra del dolor experimentado. Su caminar tras Cristo cargando la cruz no menguó, a pesar de la persecución; perseveraron, en comunión con nuestra Santa Madre Iglesia. Todavía hoy los que aún viven, siguen activos en Parroquias, Universidades católicas, Escuelas o Comunidades Eclesiales. Junto a su trabajo, quiero exaltar su humilde actitud de perdón dado a sus perseguidores. El odio, el rencor, la cólera, la venganza no ha tenido cabida en sus generosos corazones; logrando con ello, que su testimonio resplandezca aún más.

151. He preferido omitir sus nombres porque sé de su gran humildad. Sin embargo, aprovecho a agradecerles su ejemplar testimonio de fe dando cumplimiento a las palabras de San Pedro: Estén siempre dispuestos a responder a cualquiera que les pida razón de su esperanza (1Pe 3,15). Innumerables burlas, acusaciones, cuchicheos en vuestra contra, algunos de los cuales han salido del seno de nuestra misma Iglesia, trascendiendo las fronteras nacionales; ante los que ustedes se han mantenido firmes en la fe. Les pido perdón por cuantas veces colaboramos con las acusaciones, en lugar de sanar vuestras heridas con el bálsamo de la misericordia, la verdad y la justicia ¡Que Dios les bendiga! ¡Que Dios bendiga a nuestros confesores!

b. Testigos de la Verdad sin juicios por la verdad

152. Curiosamente, este año 2017 en que conmemoramos los cuarenta años del martirio del Reverendo Padre Rutilio Grande S.J.; así como, el primer centenario del nacimiento del Beato Monseñor Romero; se cumplen 25 años de los

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Acuerdos de Paz. Acuerdos que produjeron como uno de sus eximios frutos, la creación de una Comisión de la Verdad que investigara, sino todos los abusos cometidos contra los derechos humanos, al menos los de lesa humanidad. El objetivo de ambas partes era loable como expliqué en mi Primera Carta Pastoral: Veo en la ciudad violencia y discordia: Conocer la verdad y toda la verdad, iluminar aquello que yacía bajo penumbras, denominar las cosas y a las personas – víctimas y victimarios – por su nombre (59). La necesidad; o, mejor dicho, la obligatoriedad de investigar estos casos era del conocimiento de ambas partes desde antigua data.

153. Organizaciones internacionales, habían insistido en ello décadas atrás. Ejemplo de lo aquí afirmado por mi persona fue lo contenido en un artículo publicado por el Semanario Orientación en 1979: Otras organizaciones internacionales como Amnistía Internacional, la Oficina para América Latina de Londres, la Comisión Internacional de Juristas con sede en Ginebra y el Comité de Servicio Universal Unitario de Boston, han hecho también acusaciones de violaciones de Derechos Humanos en El Salvador145. La Iglesia se sumó a estas organizaciones, exigiendo la investigación de cada masacre, asesinato, desaparición, u otro crimen, quizá desde 1970. En el caso específico de seminaristas, religiosas, religiosos, sacerdotes y obispos, el Semanario Orientación es testigo de las constantes exigencias lanzadas a las autoridades políticas y judiciales para investigar cada caso. Verbigracia, la Orientación Año XIII, número 1199, registra la visita de Monseñor Luis Chávez y Mons. Romero a la Parroquia de San Antonio los Ranchos exigiendo investigaciones sobre el crimen del Padre Nicolás. Empero, sólo quedó la espera de gobiernos amantes de la justicia y la paz; que, por cierto,

145. Arquidiócesis de San Salvador, “Comisión Derechos Humanos OEA acusa a Gobierno de El Salvador”, Semanario Orientación, Año XIX, N° 4101, 28 de enero de 1979, p. 3.

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hasta el día de hoy, siguen sin aparecer en la forma ansiada: A pesar de las diligencias hechas, hay un velo de misterio, es de suponer que las autoridades judiciales estarán investigando el hecho para esclarecer el crimen y sus móviles146. Lo mismo ocurrió cuando Mons. Romero pidió formalmente al Presidente de la República, investigar la muerte del Padre Rutilio S.J. Todo quedó en una espera quimérica haciendo que autoridades políticas, militares, policiales y judiciales perdieran credibilidad. Nadie pensaba que estuvieran preocupados por encontrar la verdad; sino más bien, por encubrir la verdad, destruyendo evidencias; y muy posiblemente, eliminando testigos que más adelante podían entorpecer su encubrimiento de la verdad.

154. Gobierno, ejército y organizaciones que luchaban por la liberación estaban conscientes de la necesidad de investigar esos casos; pero, su negligente actitud nunca permitió que la verdad se conociera. Sus acciones eran más una representación teatral donde unos acusaban a otros; fingían investigaciones; hacían declaraciones a medias; y si por casualidad, algo de la verdad salía a flote, las amenazas comenzaban casi de inmediato; o bien, los victimarios, con sus familias al frente, tomaban la actitud de víctimas ofendidas.

155. A 25 años de los acuerdos de paz, la sociedad salvadoreña sigue esperando conocer la verdad y demandando justicia. En nuestra primera carta, Veo en la ciudad violencia y discordia manifestamos con toda claridad y hoy lo reiteramos: El país necesita que se haga justicia, de lo contrario ningún gobernante, ningún fiscal, ningún abogado o persona encargada de velar por las leyes tendrá solvencia moral para exigir el cumplimiento de las leyes (61). Si bien, en nuestra nación en la actualidad se hacen grandes esfuerzos por

146. Arquidiócesis de San Salvador, “Diligentes han estado las autoridades eclesiásticas en la muerte de sacerdote”, Semanario Orientación, Año XIII, N° 1199, 19 de diciembre de 1970, p. 1.

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impartir justicia en el combate a la corrupción; sin embargo, se han ignorado los crímenes de lesa humanidad cometidos durante el conflicto armado. Las Autoridades legislativas y judiciales deben comprender que una situación no sanada puede ser detonante de graves malestares sociales, que Dios quiere paz fruto de la justicia y no paz aparente, fruto de mentiras.

156. También explicamos en nuestra carta anterior que, en El Salvador, la impunidad, en la actualidad ondea su bandera sobre las víctimas augurando victoria a los victimarios (60). Afirmación que cada día parece quedar confirmada por la actitud de las autoridades de este país. Si bien, felizmente el año recién pasado (2016) fue derogada la espuria e inconstitucional Ley de amnistía, que impidió la justicia; urge ahora una auténtica Ley de reconciliación, que establezca los mecanismos para la aplicación de una justicia transicional, restaurativa, que posibilite el conocimiento de la verdad de los hechos para que jamás se repitan y se dignifique y restituya a las víctimas. Lamentablemente las autoridades parecen dar largas al asunto; alegan que no hay dinero; que no hay personal suficiente, ni capacitado para ello; que no hay tiempo; sólo falta decir que, no hay víctimas ni victimarios, dejando nuevamente, las heridas del pasado abiertas y sangrantes para un rebrote de más violencia social, que Dios no lo permita.

157. Ciertamente, Dios nos ha dado en los mártires de nuestra Iglesia, el mayor de los consuelos; pero también, es cierto, que con respecto a los mártires faltan juicios por la verdad. El aparato legal salvadoreño, no debe seguir tolerando que, los mártires aquí mencionados, unidos a los cientos de asesinatos cometidos contra agentes de pastoral, catequistas y seglares comprometidos con el Reino, continúen impunes. Dolorosamente, parece ser que los funcionarios, sean, del aparato ejecutivo, legislativo, militar o judicial no han aprendido que rendir cuentas

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de los crímenes cometidos es cuestión de honorabilidad. Es aceptar con valentía que hubo yerros; frente a una férrea voluntad de arrepentimiento, cambio, crecimiento humano y mejora. ¡Quiera Dios ahora escuchen esta voz que les pide desde el fondo del corazón!: ¡Esclarezcan la verdad, evitando dejar a estos testigos de la verdad sin juicios por la verdad! No por venganza, sino como acto de justicia, caridad y amor a la verdad; sobre todo, amor a la Verdad.

c. Semillas de conversión

158. Durante los duros años de persecución contra nuestra amada Iglesia católica salvadoreña, los esclavos del mundo147, se gozaban pensando en la pronta destrucción de ésta, sin percatarse que, al luchar contra ella, luchaban directamente contra Dios. De este modo, la victoria era inalcanzable. En efecto, nos dirá el Santo Cura de Ars, ¿En qué vino a parar toda la furia de los perseguidores de la Iglesia, de los Nerones, de los Maximianos, de los Dioclecianos, de tantos otros que creyeron hacerla desaparecer de la tierra con la fuerza de sus armas? Sucedió todo lo contrario148. ¡Si, queridos hermanos y hermanas! ¡Todo lo contrario! Porque: Aquella sangre parecía una simiente de cristianos, que producía el ciento por uno149. O, en palabras del Padre Juan Hernández Pico S.J: “Fuerza de Dios” y no opio150. Nuestra Arquidiócesis y demás diócesis dan fe de lo aquí aseverado. ¡Nuestra ganancia es mucha y el fracaso nulo! ¡Los frutos varios y la esterilidad nula!:

147. Expresión del Santo Cura de Ars. 148. Santo Cura de Ars, Amor y perdón. Homilías, Ediciones Rialp, Madrid, España, pp. 14-15. 149. Ídem, p. 15. 150. Juan Hernández Pico S.J., “El Martirio hoy en América Latina: Escándalo, locura y fuerza de Dios”, CONCILIUM Revista internacional de Teología, 183, El Martirio Hoy, Ediciones Cristiandad, Madrid, España, 1983, p. 373.

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159. Por aquellos años, el país entero contaba con un sólo Seminario Mayor. Ahora, cuenta con un total de cinco seminarios. El mapa eclesiástico estaba dividido en cinco Diócesis; en nuestros días, contamos con nueve. El número de sacerdotes diocesanos ascendía a doscientos diecinueve, a nivel nacional, mientras que, en la actualidad, sólo en la arquidiócesis de San Salvador, se contabilizan trescientos quince sacerdotes en la pastoral. El número de parroquias de esta diócesis era de 79, ahora son 173. Actualmente tenemos ciento cinco seminaristas en nuestra arquidiócesis. De hermanas religiosas había un total de veintinueve comunidades, cifra que ha aumentado a un número superior de setenta, completando un número de hermanas religiosas que oscila entre novecientos setenta y mil; incluyendo la buena noticia de que la vida monacal femenina que, por aquellos años, estaba reducida a un monasterio, ahora se ha enriquecido con cuatro más. De la vida religiosa masculina, había doscientos dieciocho religiosos; ahora existen más de cuatrocientos; aunque su número es fluctuante, por su condición de misioneros, lo que hace difícil precisar su número con exactitud. Los laicos y laicas se han integrado, cada vez en mayor número, al trabajo de la Iglesia, como agentes de pastoral y misioneros. Existen una amplia variedad de movimientos, asociaciones, comunidades eclesiales y comunidades de base.

160. Los Colegios Católicos perseguidos desde el setenta, tildados de comunistas y despreciados por un reducido grupo de oligarcas del país, como el caso del Colegio Externado de San José, no sólo no han desaparecido. Han incrementado el número de estudiantes, impartiendo formación académica y religiosa de calidad. A nivel de educación superior, no contamos sólo con la UCA, sino con dos universidades más, en cuyos recintos se imparte la sacra Teología. De una mínima formación teológica

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popular, ahora se cuenta con Escuelas de Teología adonde el Pueblo de Dios puede asistir a formarse. De no tener un santo salvadoreño, ahora nos gloriamos de tener un Beato: Mons. Oscar Arnulfo Romero; y tres Venerables Siervos de Dios: Padre Rutilio Grande S.J., Fray Cosme Spessotto O.F.M., y Madre Clara Quirós, cuyos procesos de canonización están en la Congregación para las causas de los Santos, sumados a una larga lista de sacerdotes, seminaristas, religiosas y cientos de laicos y laicas de quienes más temprano que tarde, primero Dios, comenzaremos sus causas de canonización. Contamos con una ruta martirial, impregnada de la santidad de esos hombres y mujeres que dieron su sangre por amor a Cristo personificado en el rostro de los pobres. Los derechos fundamentales del ser humano ocupan un lugar más importante en el país que antes, gracias al papel de los mártires, al punto de que, el día 24 de marzo, en que fue asesinado el Beato Mons. Romero, fue nombrado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), día Internacional por el Derecho a la Verdad, en honor a tan Santo Obispo.

161. Es cierto que falta mucho más por hacer; pero, alegrémonos hermanos y hermanas, porque los esclavos del mundo: Mucho mal hicieron es verdad; muchas almas perdieron, arrastrándolas consigo al infierno; pero no pudieron destruir la religión como pensaban. Lejos de quebrantar la piedra sobre la cual Jesucristo ha edificado su Iglesia, que ha de durar hasta el fin del mundo, se estrellaron contra ella151, y ahora tenemos una florida Iglesia Martirial que nos impulsa – y obliga – a retomar el trabajo renovando nuestro compromiso bautismal no sólo con palabras; sino, con obras. En resumen, nuestras y nuestros mártires son y seguirán siendo semilla de conversión.

151. Santo Cura de Ars, Amor y perdón. Homilías, op. cit., p. 15.

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II… y desde ahí hacia el pasado

162. Después de ver el presente, daré junto a ustedes, rápidamente, una mirada al pasado. Momento clave en el que el Espíritu Santo impulsó el aggiornamento de la Iglesia; atrayéndose el poder de los imperios en su contra, hasta alcanzar la gloria del martirio.

a) Mira, yo hago nuevas todas las cosas

163. Amadísimos hermanos y hermanas; no en vano Nuestro Señor Jesucristo prometió a sus apóstoles: Miren que yo estoy con ustedes todos los días hasta la consumación de los siglos (Mt 28, 20). Llegada la segunda mitad del siglo veinte, la Iglesia bajo la égida de su Santo Padre, el Papa Juan XXIII, descifrando los signos de los tiempos, impulsó a la Iglesia, cubierto por las alas del Espíritu Santo, a que se capacitara: Cada vez más para solucionar los problemas de la humanidad contemporánea152. Actitud no ajena a nuestra Madre la Iglesia que por veintiún siglos ha caminado junto a la humanidad respondiendo a sus inquietudes. 164. En la Constitución Apostólica Humanae Salutis, mediante la cual, convocó a Concilio, el Papa Juan XXIII, afirmó: Mientras la humanidad aparece profundamente cambiada, también la Iglesia católica se ofrece a nuestros ojos grandemente transformada y perfeccionada, es decir, fortalecida en su unidad social, vigorizada en la bondad de su doctrina, purificada en su interior, por todo lo cual se halla pronta para combatir todos los sagrados combates de la fe (4). Evidentemente, frente a una humanidad alucinada por el acelerado desarrollo tecnológico y científico que creían sería imparable; frente a una humanidad que relegaba a Dios a un segundo plano, la Iglesia debía capacitarse para realizar su misión de forma encarnatoria como su Maestro: Aunque la Iglesia no tiene una finalidad primordialmente terrena, no puede, sin embargo,

152. Cfr. Papa Juan XXIII, Constitución Apostólica Humanae Salutis convocando el Concilio Vaticano II, n. 5.

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desinteresarse en su camino de los problemas relativos a las cosas temporales ni de las dificultades que de éstas surgen. Ella sabe… que, iluminando a los hombres con la luz de Cristo, hace que los hombres se conozcan mejor a sí mismos. Porque les lleva a comprender su propio ser, su propia gran dignidad y el fin que deben buscar. De aquí la presencia viva de la Iglesia, de hecho o de derecho, en los actuales organismos internacionales y la elaboración de una doctrina social sobre la familia, la escuela, el trabajo, la sociedad civil y, finalmente, sobre todos los problemas de este campo, que ha elevado a tal prestigio el Magisterio de la Iglesia, que su grave voz goza hoy de gran autoridad entre los hombres sensatos, como intérprete y baluarte del orden moral y como defensora de los deberes y derechos de todos los seres humanos y de todas las comunidades políticas (11).

165. Terminado el Concilio, el mundo pudo observar una Iglesia verdaderamente renovada y transformada; no porque un cúmulo de ideas novedosas e inconexas con las enseñanzas de Jesús hubieran penetrado su seno. La renovación y transformación consistió en una interpretación de la Palabra, Tradición y Magisterio capaz de responder al mundo contemporáneo. Algunos sostienen que el Concilio Vaticano II llegó tarde; otros, que antes. Afirmaciones que no deben detener su aplicación. Lo cierto es que el Concilio, enfatizó el valor sumamente excepcional de los pobres dentro de la Iglesia; dio un papel preponderante al laicado subrayando la vocación universal a la santidad; impulsó el ecumenismo; penetró y analizó los ámbitos político y económico con el fin de dirigirlos hacia una postura cristiana; se solidarizó con el género humano y su historia; vio al ser humano como un ser integral al cual salvar: cuerpo, alma, corazón, conciencia, inteligencia y voluntad, entre otras muchas ideas que pudieran ser comentadas; pero no es ese el punto central, sino el demostrar que Cristo ha estado, estuvo y estará presente en la Iglesia, enseñándole el camino a seguir; renovando y haciendo nuevas todas las cosas.

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166. Para muchos, el Concilio Vaticano II fue una buena noticia; para otros, mala. Actitud comprensible porque el hacer nuevas todas las cosas, implica en la mayoría de veces, acabar con el acomodamiento, la costumbre, él siempre ha sido así, la conveniencia, el yo así lo hago; y exige, una puesta en salida; una puesta en camino que augura, la proximidad del desierto, el encuentro con el otro y la otra; el encuentro con faraones, herodianos y neronianos, las persecuciones; y posiblemente, el martirio. Los comentarios en contra del Concilio, se oyeron incluso, durante la celebración del mismo. Se dijo tanto que, fueron varias las sospechas contra los documentos conclusivos. En otros casos, las malas interpretaciones y el desconocimiento de los mismos, entorpecieron o retrasaron su aplicabilidad sin percatarse que con su actitud no se oponían al Papa o a los Obispos conciliares, sino al Espíritu Santo que actúa con radicalidad, renovándolo todo, irrumpiendo con fuerza tal que, todo lo destruye para edificar sobre los antiguos cimientos. Ese malestar tocó tierra latinoamericana. Le tocó tan profundamente que el continente más pronto de lo esperado se convirtió en tierra de misión y paralelamente, en tierra de martirio. Tierra en la, que no dudamos, la herencia prometida fue entregada a estos cientos de mártires: Mira que hago nuevas todas las cosas… esta será la herencia del vencedor: yo seré su Dios para él, y él será hijo para mí (Ap 21, 5.7).

b) El Espíritu les dirá qué hacer

167. El Espíritu no tardó en irrumpir en América Latina, soplando fuertemente en la Segunda Conferencia del Episcopado Latinoamericano realizada en Medellín, Colombia. Su irrupción indicó a la Iglesia la necesidad de colocar en un lugar privilegiado la miseria colectiva del continente Latinoamericano, lo cual fue denunciado como: Una injusticia que clama al cielo (DM 1,1). La centralidad otorgada a los desposeídos, les llevó al análisis de temas

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como la justicia, la paz, la familia y demografía, la educación y la juventud; sin olvidar una de las cuestiones que más polémicas causó entre los enemigos del Reino: La pobreza de la Iglesia.

168. Nunca antes el Episcopado de América Latina había declarado tan profusamente – pese a que la pobreza es un tema del Evangelio – la denuncia de la pobreza, en cuanto, a causas, consecuencias, efectos y secuelas. Ni la Iglesia como institución quedó fuera del cuestionamiento. Los Obispos tuvieron el valor de contestarse la pregunta: ¿Quién dice la gente que soy yo? (Lc 9, 18) Con una respuesta contundente, muy distinta, por cierto, a la dicha por Pedro en su momento: Llegan también hasta nosotros las quejas de que la Jerarquía, el clero, los religiosos, son ricos y aliados de los ricos (14, 2), naciendo una actitud de compromiso para con las capas sociales más pobres del continente cuyos derechos humanos fundamentales eran burlados. En realidad, y muy a pesar de los Caínes de este mundo, el compromiso con los pobres había existido siempre; lo único que no con la fuerza y claridad que los Obispos en Medellín lo retomarían.

169. La opción por los pobres se convirtió en una agravante para los Caínes. Se sintieron cuestionados. Las quejas y recriminaciones contra la Iglesia, por su opción por los pobres, contenían un cierto fariseísmo, padecido ya antes por el Maestro cuando una pecadora lavó sus pies: Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora (Lc 7, 39). Innegablemente, la Iglesia sabía perfectamente que, entre los pobres, hay algunos que no son muy santos; pero, no es la santidad del pobre lo que lleva a la Iglesia a ponerle en un lugar privilegiado. Su centralidad le viene de la opción que Jesús, el Buen Pastor hizo por ellos: El cual, siendo de condición divina, no codició el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de esclavo (Flp, 2, 6-7). El Santo

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Cura de Ars decía respecto a los pobres a quienes los ricos se negaban a entregar limosna: Que sean buenos o malos poco importa, ya que es al mismo Jesucristo a quien entregáis vuestra limosna153. Que fueran buenos o malos no era lo primordial para asumir el compromiso, sino la situación de pecado que conducía a una situación de muerte injusta y opresora a las grandes mayorías del Continente.

170. El Espíritu Santo, les instigó a asumir el compromiso: El Episcopado Latinoamericano no puede quedar indiferente ante las tremendas injusticias sociales existentes en América Latina, que mantienen a la mayoría de nuestros pueblos en una dolorosa pobreza cercana en muchísimos casos a la inhumana miseria (14, 1); les instó a imitar a Jesús: Que hizo suyas todas las consecuencias de la condición pecadora de los hombres y que siendo rico se hizo pobre, para salvarnos (14, 4c); y les comprometió a: Vivir la pobreza evangélica (14, 6). El Santo Paráclito no abandona a la Iglesia. Permanece, cerca de ella, en cada época de la historia, para decirle qué hacer, ignorando las reacciones de los hijos de la oscuridad. Eso justo sucedió en Medellín para bien del Reino: El Espíritu dijo qué hacer.

c) Bajo el poder del imperio

171. El Salvador; queridos hermanos y hermanas, sufría las consecuencias de la pobreza como muchas otras naciones de América Latina. Uno de los paliativos para dicha enfermedad fue el diseño de la Reforma Agraria. El gobierno convocó a distintas instituciones del país, a reflexionar durante la primera semana de 1970 tal iniciativa. El resultado fue la ausencia de la empresa privada, el desánimo de otros. La Iglesia sí participó con mucho entusiasmo buscando el mejoramiento de las condiciones de vida de las mayorías campesinas.

153. Santo Cura de Ars, Amor y perdón. Homilías, op. cit., p. 126.

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172. Bajo la acción del Espíritu Santo, Mons. Luis Chávez y González organizó para el mes de junio la Primera Semana de Pastoral de Conjunto en El Salvador, con el objetivo de aplicar, la latinoamericanización del Concilio Vaticano II; o sea, Medellín. Era peligroso hacerlo, porque existía animadversión contra éste; pero la realidad de miseria y muerte lo exigía, tanto como el Espíritu Santo. La Iglesia en El Salvador, debía ser como afirmaron los Obispos en Medellín, una Iglesia pobre; pero a su vez, una Iglesia samaritana que se acercara al pueblo sufrido, que le acompañara y le devolviera su dignidad humana perdida por la opresión. El Padre Ignacio Ellacuría S.J., ofrece un panorama de la situación en los años setenta: Se caracteriza por la extrema necesidad y grave injusticia en que se encuentran las mayorías, junto a los privilegios desmesurados que disfruta un número relativamente pequeño de personas. Esta situación es de naturaleza estructural e institucional, y, por lo tanto, debida más a la injusticia de las estructuras que a las voluntades personales154. Era una situación que clamaba justicia al cielo.

173. La Iglesia se sumergió en la Semana de Pastoral de Conjunto en búsqueda de una pastoral más en consonancia con los aires de renovación conciliar. Los resultados, a pesar del esfuerzo, se vieron truncados por las críticas y el rechazo en gran parte de los obispos salvadoreños; así como por algunos sacerdotes, laicos y laicas. La revisión de las conclusiones no fue nunca aceptada del todo. Posiblemente, es válido afirmar que la Arquidiócesis de San Salvador se quedó sola con las conclusiones a cuestas. El resto se alejó y prefirió no aplicarlas, prohibiendo a su clero trabajar de manera conjunta con su diócesis hermana por considerar que las conclusiones eran un tanto sospechosas.

154. Ignacio Ellacuría, Veinte años de historia en El Salvador (1969-1989), Tomo I, UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 2005, p. 559.

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174. El enojo y malestar sentido por ciertos grupos de la élite del país, se mostró en su crudeza con el asesinato del Padre Nicolás Antonio Rodríguez en Chalatenango, el primer mártir de nuestra región en el siglo XX. Consideraron, los servidores del anti reino que, una carnicería de ese tipo sería efectiva. La conducta de la Iglesia mostró lo contrario. Varios fueron los sacerdotes que abrazaron los lineamientos de esa semana con fuerte compromiso. El Padre Rutilio Grande S.J., fue uno de ellos; tanto como el resto de mártires anteriormente citados; unidos a los cientos de laicas y laicos, cuyas vidas es preciso documentar, que realizaron una labor enorme evangelizando, celebrando la Palabra, atendiendo Comunidades Eclesiales de Base, organizando coros, estudiando la Biblia, dando catequesis y dando esperanzas a un pueblo sumergido en la oscuridad de la represión, la tortura, la opresión y la miseria.

175. La Iglesia no fue comunista ni amiga de comunistas. La Iglesia no planteó conclusiones impregnadas de algún tipo de ideología. Simplemente comprendió que la fe, es aquello que, todo lo ilumina con nueva luz y manifiesta el plan divino sobre la entera vocación del hombre. Por ello orienta la mente hacia soluciones plenamente humanas (GS 11). La fe ya no podía ser definida simplemente como una virtud teologal que consistiera en creer en aquello que no se ve. La fe era, es eso, y más, como el Concilio Vaticano II lo expresó. Pero, el imperio del mal, el terror y la mentira no lo entendió así; y la persecución fue desencadenada como nunca, haciendo de nuestra Iglesia, una Iglesia martirial.

176. En resumen, fueron mártires, no porque comulgaran con una ideología, sino porque trataron de iluminar con la fe una realidad de dolor, de sufrimiento, de pobreza, de violencia, de injusticia, de opresión, de tortura, de marginación y de muerte. Fueron mártires PORQUE UNGIDOS POR EL ESPIRITU SANTO: Anunciaron la Buena Nueva a los pobres; la liberación a los cautivos, y

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dieron vista a los ciegos y libertad a los oprimidos (cf. Lc 4, 18). Fueron mártires, porque como reconoce el Concilio Vaticano II, en la Lumen Gentium 42: se asemejaron al Maestro, hasta el punto de aceptar libremente la muerte por la salvación del pueblo salvadoreño, y muy en especial por el pueblo de Dios que habita este país. Tristemente, se dijo de ellos que estaban ideologizados por el comunismo, olvidando lo que Monseñor Romero manifestó en una de sus homilías: El cristiano es el más rebelde que existe porque no se somete a ninguna ideología de la tierra, porque posee la gran libertad del liberador Jesucristo155. No eran comunistas, sino seguidores de Jesús que murieron por odio a la fe bajo el poder del imperio de la muerte sin percatarse que los asesinados nacieron para el cielo; mientras que ellos siguieron bajo las órdenes del emperador del mundo: El mal.

d) ¿Los únicos?

177. Recordemos que, la Iglesia en América Latina ha sido Iglesia martirial desde la Colonia. Podemos, afirmar, queridos hermanos y hermanas que, el primer mártir fue Fray Antonio de Montesinos O.P., seguido por el Obispo de Nicaragua, Fray Antonio de Valdivieso, de quien hablé en mi Primera Carta. Siglos adelante, el Concilio Vaticano II y su traducción hecha en Medellín produjo, naturalmente, nuevos mártires en toda la región latinoamericana, algunos de los cuales quiero traer a cuenta, reconociendo que no hemos sido los únicos que nos gozamos de don tan preciado.

En Panamá:

178. El Padre Héctor Gallego. Nació en Francisco de la Montaña, Colombia, siendo su padre Horacio Gallego y

155. Monseñor Romero, “Homilía del Domingo de Resurrección 15 de abril de 1979”, Homilías, Tomo IV, UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 2007, pág. 406.

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su madre Alejandrina de Gallego. Fue el mayor de una extensa familia de once hijos. Ordenado sacerdote el 15 de julio de 1967, por Monseñor McGrath, comenzó a trabajar con las comunidades campesinas de Santa Fe de Veraguas en Panamá. Su trabajo consistió en formar Comunidades Eclesiales de Base y dar apoyo, a la conformación de Cooperativas campesinas. Similar a lo que hizo el Padre Nicolás en Chalatenango. Su trabajo produjo mucho bien entre los campesinos al sentirse valorados y dignificados: Héctor se reúne con los campesinos en la casa comunal, construida por los propios campesinos del lugar. La reunión comienza con la discusión de los problemas que afectan a la comunidad o a algunos de sus miembros. Después se ilumina con la lectura comunitaria de la Biblia. Al final de la reunión celebra la misa Héctor en la cual la comunidad se reúne en torno a la mesa con el pan y el vino, y conjuntamente conmemoran lo que Jesús hizo, fortaleciendo sus promesas para luchar por una vida mejor156.

179. Las consecuencias de su trabajo no fueron solo la alegría entre los campesinos. La incomprensión y la intolerancia por parte de quienes se veían afectados con la toma de conciencia del campesinado nacieron como cizaña en el trigal. Su fin trágico fue planeado por los hijos de la oscuridad: El 23 de mayo, quemaron el rancho donde Héctor estaba durmiendo y casi muere calcinado. El 9 de junio (de 1971) es arrestado a medianoche por tres miembros de la Guardia Nacional. Desde entonces está desaparecido157. Entre los mártires del siglo XX antecedido sólo por el sacerdote Nicolás Antonio Rodríguez, quien como hemos dicho fue martirizado el año anterior (1970) siguieron muchos más a lo largo de la región centroamericana.

156. Pastoral Social Arquidiócesana, Héctor Gallego 40 años, Panamá, p. 5. 157. Ídem, p. 6.

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En Guatemala:

180. Tres mártires de este país quiero mencionar. El primero: El Padre Eufemio Hermógenes López Coarchita; profeta y mensajero de la paz que caminó por nuestras tierras salvadoreñas. El Padre Hermógenes nació en Ciudad Vieja, Sacatepéquez en la hermana República de Guatemala, un 16 de septiembre de 1928. A sus quince años ingresó al Seminario Menor en su tierra natal. Su teologado, lo realizó en nuestro país; en nuestro querido Seminario San José de la Montaña. Por aquellos años, era común que muchos seminaristas de la región, vinieran a formarse en esta institución. Su ordenación sacerdotal se celebró el 7 de noviembre de 1954, siendo a los pocos años – en 1966 – nombrado Párroco en San José Pínula.

181. Encarnado en la realidad de su Parroquia: Empezó a sentir como propias las graves dificultades de la vida de la gente: enfermedades, ignorancia, analfabetismo, bajos salarios de campesinos y colonos, realidad de agresión contra la mujer, sobre todo con ciertos intentos de esterilización que se infiltraban en donaciones internacionales. Pero lo que más le llegó al corazón, fue la realidad de los campesinos pinultecos; “mis pínulas” – les decía -amenazados por una empresa de aguas que quería desviar sus copiosos ríos para un gran proyecto…158. Su opción por los pobres, le identificó de tal forma con ellos, que hizo suya la pobreza. En 1967 escribía en su diario: Señor: Soy demasiado feliz en mi Parroquia. Vivo pobre, no tengo muebles, no tengo una mesa que me permita estar deseando algo más: pero soy demasiado feliz159. Para 1970, su opinión sobre la pobreza no había cambiado; al contrario, era un pobre más, por voluntad propia, aunque con las dificultades propias de esa opción, al estilo de la pobreza mencionada por Nuestro

158. Conferencia Episcopal de Guatemala, Testigos fieles del Evangelio, Edi-ciones San Pablo, Guatemala, 2007, pp. 80-81. 159. Padre Hermógenes López Coarchita, Diario de la Parroquia de San José Pínula, Ediciones San Pablo, Guatemala, 2010, p. 71.

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Señor en los Evangelios; o sea, pobreza evangélica: Dios mío: te doy gracias infinitas porque soy pobre. Vivo pobre y me siento de tú a tú con mis gentes que son pobres en su casi totalidad. Soy tan pura lata que siento nostalgia por las cosas que quisiera tener y apuntadas en la página de cosas superfluas me darían confort y a mi casita, elegancia; pero a mi alma quizá: ambición, avaricia, pérdida de tiempo, arrogancia y soberbia y también menosprecio a mi gente que tanto amo160. Su amor por los pobres y su profundo conocimiento de la pobreza, llevó al Padre Hermógenes a practicar una pastoral en defensa de la justicia social; y consecuentemente, la dignidad humana; encabezando marchas donde sus “pinules” como solía llamarles con cariño, exigían el respeto y cumplimiento de sus derechos.

182. Similar a nuestras autoridades del “orden y seguridad” se le comenzó a considerar subversivo. Tampoco, se aceptó su brega por la dignidad de los jóvenes que: Eran lanzados sobre los camiones del ejército, para ser conducidos a los cuarteles, o llevados en día domingo a los entrenamientos requeridos…161; situación que demandó y denunció en una carta dirigida al General Ricardo Peralta Méndez: Se les trata como si fueran animales… suplico en consecuencia dar una solución satisfactoria, en donde quepa la dignidad de nuestros jóvenes que debe ser respetada, acorde con el artículo 43 de nuestra Constitución de la República162. Las amenazas empezaron a llegar sin hacerle retroceder o pedir cambio de parroquia: El buen párroco no solicitó al Arzobispo esta posibilidad… solía repetir: Si mi misión es dar la vida, así lo haré. Pero nunca me echaré atrás en la causa que estoy defendiendo163.

160. Ibídem, pp. 231-232. 161. Conferencia Episcopal de Guatemala, Testigos fieles del Evangelio; op. cit., p. 82. 162. bíd., p. 82. 163. Ídem, p. 83.

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183. Por fin, colmado de bondad y amor para con el prójimo, el día de su martirio llegó después de visitar a dos parroquianos enfermos el 30 de junio de 1978: Los asesinos, buscaron el mecanismo de hacerle el alto al sacerdote que se conducía solo en un vehículo pick-up rojo, e inmediatamente descargaron sobre su pecho varios disparos de escopeta, cuyas balas hirieron mortalmente al sacerdote. Por si esto fuera poco, todavía, y a sangre fría, uno de ellos le dio el tiro de gracia164. Muerte que solo los Caínes de esta tierra pudieron dar a un pastor, profeta y sacerdote santo; que nos enseña que la fidelidad al Reino es más importante que la idolatría practicada por los hijos de las tinieblas.

184. Un segundo mártir guatemalteco es el Obispo Mons. Juan José Gerardi Conedera; quien murió, como Mons. Ramos: Después de firmados los Acuerdos de Paz. Momento cuando nadie creía posible, una muerte más. El 26 de abril de 1998, los hijos de las tinieblas esperaron que la víctima volviera a su casa de habitación: Más o menos 5 minutos antes de las 22:00 horas él ingresa el carro. El portón se cierra desde dentro… Ya dentro del garaje, al bajar del carro, Juan Gerardi es agredido ferozmente por una o más personas quienes lo golpean con un pedazo de concreto de aproximadamente ocho libras. Primero le dan un golpe en el lado izquierdo de la cabeza, después otro en la parte posterior del cráneo. Atacan su cerebro y su cara: parece que quieren matar su inteligencia, sus ideas, sus sueños y visiones y su rostro. Destruyen su cara, su nariz, su boca con la cual anunció por tantos años la Palabra de Dios; con la que llamó incansablemente a la paz y a la reconciliación. Los médicos forenses después dijeron que tenía unas 17 fracturas. Juan Gerardi quiere defenderse, desviar los golpes con sus manos y se fractura el dedo pulgar de la mano derecha. Rápidamente se desploma al suelo donde más tarde se hallan sus anteojos, sin

164. Ídem, p. 78.

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rastros de sangre. Todo indica que él vive unos dos, o tres minutos más. Tragaba sangre mientras moría. Los asesinos arrastran su cuerpo unos tres metros hacia el interior del garaje165.

185. El odio de sus enemigos era la anti tesis del amor practicado por el Obispo mártir. Mientras ellos practicaban la injusticia, la mentira, la violencia y el odio; Monseñor Gerardi practicaba y amaba la justicia, la verdad, la paz y el amor. El objetivo del proyecto REMHI era justamente, un medio para llegar a la paz verdadera, a través del conocimiento de la verdad, el accionar de la justicia, y el perdón pedido y otorgado. Era una manera de negar la impunidad contra la cual se oponía rotundamente: El peligro más grave en una sociedad, como colectivo, es olvidar lo que ha ocurrido y para algunos pareciera ser la forma más simple de resolver el asunto. Este olvido tiene un nombre: Impunidad… (que) equivale a negar que algo existió, a decir que las víctimas nunca sufrieron porque nada ocurrió realmente. Es negar el pasado, es negar el dolor y la dignidad como personas de aquellos que sufrieron violencia166.

186. Quién diría que aquel Obispo, nacido en Guatemala, un 27 de diciembre de 1922, de unos padres -Don Manuel Benito Gerardi y Doña Laura Conedera de Gerardi – de no lejana ascendencia italiana, y ordenado sacerdote, el 21 de diciembre de 1946, en la Catedral Metropolitana de Guatemala, iba a morir tan cruelmente; por su opción preferencial por los pobres; y con ello, el rescate de una memoria histórica llena de crímenes, torturas, represiones, genocidios contra el pueblo. La forma salvaje de matarle muestra que los asesinos quisieron en todo momento destruir su prodigiosa memoria con un resultado nulo. Aceptemos que murió y su

165. AA. VV, Testigos de la fe por la paz. Vidas ejemplares de la Iglesia Católica de Guatemala, p. 25. 166. Conferencia Episcopal de Guatemala, Testigos fieles del Evangelio; op. cit., p. 67.

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cuerpo fue maltratado; empero, nadie puede desaparecer su proyecto de Recuperación de la Memoria Histórica, REMHI. Memoria que seguirá incriminando a los hijos e hijas de las tinieblas a lo largo del tiempo.

187. El último de los mártires de nuestra hermana República de Guatemala, es el Padre Francis Stanley Rother, nacido en Oklahoma, Estados Unidos, el 27 de marzo de 1935. Llegó a Guatemala, en junio de 1968, a sus treinta y tres años radicándose en el pueblo de Santiago Atitlán, Sololá, Guatemala. Era una población indígena, es decir, tierra tzutuhil. Gente muy piadosa y de fe; pero a su vez, con una situación de vida precaria. La ayuda del Padre Rother se hizo sentir de distintas maneras. En primer lugar, apoyó la cooperativa agrícola del lugar, trabajando al lado de los lugareños como un campesino más: Se dedicó varias semanas a trabajar con el tractor de siete de la mañana a cuatro y media de la tarde167. En segundo lugar, impulsó la construcción de una clínica de salud y una emisora católica; proyectos que beneficiarían la salud y educación del pueblo.

188. Como era de esperarse, su actitud no agradó a los dueños de este mundo, que hicieron aparecer de manera encubierta una nota conteniendo los nombres de las próximas personas que serían asesinadas. El Padre era uno de ellos. Ante las amenazas, el Padre Rother no pensó en abandonar el redil, llegando incluso a mencionarlo en una de sus cartas: No he recibido ninguna amenaza como tal… No tengo la intención de huir del peligro, pero a la vez, no quiero ponerme en peligro innecesariamente168. Por un breve tiempo más, siguió siendo como uno más del pueblo: Tenía la esperanza de que los tiempos cambiaran. Su deseo de estar con la gente era más fuerte que las mismas amenazas. Con él a su lado, también el pueblo se sentía fortalecido en medio de tanto

167. Ídem, p. 379. 168. Ibíd., p. 380.

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sufrimiento169. hasta que el temido día llegó el 28 de julio de 1981: Fue asesinado por tres individuos enmascarados, que habían llegado a buscarlo un poco después de la media noche170.

189. Fue asesinado en su propia casa parroquial con dos tiros en la cabeza. Ahora en día, su corazón reposa en el santuario de la iglesia de Santiago Atitlán, cerca del pueblo a quien tanto amó y que tanto le amó. No cabe duda que supo ser un buen pastor. No huyó – aun cuando pudo hacerlo – del martirio, sino que por amor a sus ovejas se quedó junto a ellas en espera del momento en que le fuera requerido dar testimonio de Cristo ante los tribunales de la tierra. Se espera la pronta beatificación de este sacerdote mártir

190. Varios casos más pudieran mencionarse porque América Latina entera fue regada con sangre martirial. Las páginas de esta Carta no darían abasto. Lo importante es tomar conciencia de que el martirio es una realidad más que nos une como Continente; y más aún, como Iglesia.

III… para construir el futuro

191. Visto el pasado y el presente de la Iglesia martirial salvadoreña queremos y debemos, queridas hermanas y hermanos, preguntarnos ¿Qué queda para ellos y para nosotros? Fiestas y celebraciones en memoria de ellos, no son suficientes si ignoramos y no imitamos su misión.

a. Para ellos: El reconocimiento de su martirio

192. Estamos obligados más que nunca a documentar los casos de cada uno y cada una de nuestras mártires. La ayuda de historiadores eclesiásticos, investigadores; o bien, personas de Iglesia interesados en esto, así sean

169. Ibid., p. 381. 170. Ídem, p. 381.

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laicos, religiosos o sacerdotes, es necesaria para recopilar toda la información de su vida, pasión y muerte. Es una deuda que tenemos con ellos/ellas, y un compromiso de renovar y agrandar el martirologio de nuestra Santa Madre Iglesia.

b. Para nosotros: El Retorno a Galilea

193. Para nosotros queda oír la voz del ángel que dice a María Magdalena y la otra María: Vayan enseguida a decir a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de ustedes a Galilea, ahí le verán (Lc 28, 7). Así es, queridas y queridos míos, no es el llanto ni un recordar infructuoso lo que debe detenernos. Debemos retomar la misión de nuestros y nuestras mártires. Cuando los apóstoles retornaron a Galilea, no fue para repasar los lugares que recorrieron en su momento con el Maestro. Tampoco fue para llorar añorando un pasado que no volvería. Fueron a recibir el encargo de la misión: Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado (Lc 28, 19-20). Retornemos a ellos y ellas no para llorar ni lamentarnos de lo que un día fue. Retornemos para retomar su misión con nuevos bríos, nuevos métodos y con una fe renovada. La misión debe continuar, anunciando la Buena Nueva en cantones, poblados, villas, ciudades, colonias y pasajes de nuestro país. Es el querer de ellos; es el encargo de ellas; y, por ende, el querer del Mártir en Plenitud.

194. En conclusión: A cuarenta años del martirio del Venerable Siervo de Dios, Padre Rutilio Grande S.J.; y en el Centenario del nacimiento de nuestro amadísimo Beato Monseñor Romero nos alegramos al comprobar que Dios nos ha dado, la Iglesia martirial, como consuelo mayor; permitiendo que la sangre de los mártires se convirtiera en semilla de conversión. Ahora, depende de nosotros unir

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nuestro esfuerzo con su preciosa sangre, bajo la mirada amorosa de Cristo que, desde la cruz nos sigue invitando a retomar su misión; y lograr con ello mayores frutos. Recuerden queridos hermanos y queridas hermanas: Una fiesta con sangre de martirio y esperanza de cristianismo, no consiste en recordar estérilmente a los testigos de la fe. Lo principal es retomar su misión: La misión de Jesús.

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SEGUNDA PARTE

SI A MÍ ME HAN PERSEGUIDO, TAMBIEN A USTEDES LOS PERSEGUIRAN

195. En El Salvador, queridos hermanos y queridas hermanas, ha sido difícil – para un buen número de personas – hablar de martirio y mártires; especialmente, porque los medios de información, se encargaron de difamar y desinformar a la población que, ciegamente confiaba en ellos. Los medios cayeron en las tentaciones que el Papa Francisco recientemente describió en una entrevista ofrecida al semanario católico belga Tertio: En sí mismos son positivos. Por supuesto que, como todos somos pecadores, también los medios pueden caer… Pueden ser tentados de calumnia (entonces, usados para calumniar y ensuciar a la gente) … En la calumnia se dice una mentira de una persona… No hay derecho a eso. Eso es pecado y hace mal. Y una cosa que puede hacer mucho daño en los medios de comunicación es la desinformación. Es decir, frente a cualquier situación decir una parte de la verdad y no la otra. ¡No! Eso es desinformar171. Realmente, más que informar, desinformaron a las personas. Dijeron lo que convenía al sistema imperante a costa de encubrir la verdad; quizá porque estaban al servicio de ellos.

196. Con noticias a medias o tergiversadas colaboraban con los cuerpos de seguridad al servicio de la oligarquía y el Estado, proporcionando ante la ciudadanía, el pretexto adecuado para asesinar a diestra y siniestra a gente inocente.

171. https://www.aciprensa.com TEXTO: Entrevista al Papa Francisco en el semanario católico belga “Tertio”

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Se hacía creer a la población, generalmente, con visiones polarizadas que, masacres, genocidios, desapariciones o asesinatos era un mal necesario para evitar la entrada del comunismo. Evitar su entrada hubiera consistido en crear fuentes de trabajo con salarios dignos; procurar que toda la población, sin excepción, recibiera educación y atención de la salud con calidad; tuviera la oportunidad de gozar de sano esparcimiento; permitir la libertad de expresión y culto; poner en práctica la reforma agraria; permitir la existencia de cooperativas; evitar la corrupción; promover procesos electorales justos y sin corrupción; invertir adecuadamente los impuestos; establecer un aparato legal justo; entre otros derechos humanos que cualquier gobierno democrático conoce a profundidad y promueve. No olviden, los medios de información lo que el Papa Francisco en la misma entrevista les dice: Son constructores de opinión y pueden edificar, y hacer un bien inmenso, inmenso.

197. Tristemente, de hecho, los medios de información en El Salvador, con su calumnia y difamación, que amparaba y repetía, las opiniones de la oligarquía contraria al bien común, construyeron una falsa opinión de los mártires. Gran parte de los salvadoreños y salvadoreñas creyeron a ciegas que se trataba de hombres y mujeres comunistas, politiqueros, bocones, metidos en política, enemigos del sistema, religiosas de la nueva ola, curas nuevaoleros, lobos con piel de oveja, dirigentes de guerrillas, miembros de la organización, etc., etc., etc. Motes inventados y asignados por los medios de información del país, al grado de distorsionar la imagen de las personas. No fueron nada de esto. Fueron y son: Mártires. Consecuentemente, mi propósito primario, en esta segunda parte de la carta, es mostrar porqué sostengo que son mártires, recurriendo para ello, al Nuevo Testamento, al sacro Magisterio de nuestra Iglesia; y, aunque parezca lejano, al Antiguo Testamento; ya que, en las muertes de nuestras y nuestros mártires hay resonancias de aquellos israelitas que, por permanecer fieles a la Ley, ofrendaron sus vidas.

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Ustedes también darán testimonio

I. Testigos por la Ley en el Antiguo Testamento

198. En el antiguo Israel, también, hubo hombres y mujeres que murieron por fidelidad a Dios. Una fidelidad que consistía en el cumplimiento de la Ley: Si caminan según mis preceptos y guardan mis mandamientos, poniéndolos en práctica… me pasearé en medio de ustedes, y seré su Dios y ustedes serán mi pueblo (Lv 26, 9.12.). Hacer lo contrario equivalía a romper la alianza con el Señor (cfr. Lv 26, 14ss). No fue fácil mantener esa fidelidad; no sólo por los pueblos extranjeros que les rodeaban con cultos dedicados a otros dioses o conductas contrarias a las judías. También, era difícil guardar fidelidad en medio del mismo pueblo israelí, en donde, algunos habían olvidado la Ley. En la mayoría de casos, los que mantenían la alianza sufrían incomprensiones o burlas; pero, en los momentos más álgidos de la historia del pueblo israelita, hubo hombres y mujeres que no dudaron en ofrendar su vida; a quienes precisamente, en esta Carta Pastoral, después de una lectura en clave martirial de los libros vetero testamentarios aquí citados, doy en llamar: Testigos por la Ley. Su testimonio, su confesión de fe, su martirio no fue por predicar el Reino y al Divino Traspasado-Resucitado. Al revisar el Antiguo Testamento, pensaría que se debió a cinco razones que trataré de ilustrar con ejemplos precisos: Fidelidad a la Ley, de la cual, se desprenden las cuatro razones siguientes; primero, la fe en Dios y la incredulidad en los ídolos; segundo, la defensa de los derechos fundamentales del ser humano, no directamente; pero, si al exigir el cumplimiento de los deberes para con el prójimo, adquiridos al celebrar la Alianza con Yahvé en tiempos de Moisés; tercero, su resistencia pasiva hasta la muerte; y, cuarto, la convicción de que la última palabra no es la pronunciada por los tribunales humanos sino la de Dios.

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1) Libro de los Macabeos

1.1) Libro Primero de los Macabeos

199. El caso de los Macabeos es el más conocido; pero no el único. Antíoco Epífanes, rey de la dinastía Seléucida emperador que reinó del 175 al 164 A. C., queriendo helenizar la cultura judía, y con ello al pueblo de Israel, impuso prácticas contrarias a las permitidas. Algunos aceptaron la situación, llegando a convertirse en colaboradores fieles del imperio invasor. Otros optaron por la resistencia armada, destacando Matatías con sus cinco hijos: Juan, Simón, Judas, Lázaro y Jonatán. Otros, en cambio, aquellos que permanecieron fieles a Dios optando por una resistencia pasiva, sufrieron persecución; y en algunos casos la muerte.

200. Israel vivió días aciagos bajo un poder imperial basado en la mentira, la muerte y el terror (cfr. 1M 1, 30-35): Derramaron sangre inocente en torno al santuario profanándolo (1M 1, 37); de tal forma que, un nuevo éxodo dio inicio: A causa de ellos, huyeron los habitantes de Jerusalén (1M 1, 38). Además, el invasor creó leyes que atentaban contra la libertad de culto: Se prohibía ofrecer en el santuario holocaustos, sacrificios y libaciones, guardar los sábados y las fiestas, se mandaba contaminar el santuario y a los fieles, construyendo altares, templos y capillas para el culto idolátrico, así como sacrificar cerdos y otros animales, tenían que dejar incircuncisos a los niños y profanarse a sí mismos con toda clase de impurezas y profanaciones de manera que olvidaran la ley (1M 1, 45-49). A quienes osaban desobedecer las leyes de los hijos de las tinieblas, les esperaba, la muerte: El que no cumpliese la orden del rey sería condenado a muerte (1M 1, 50).

201. El furor de la persecución llegó al extremo de perseguir o matar a quien cargaba o tenía en su poder el libro de la ley: Se destruían y echaban al fuego los libros de la ley que encontraban y al que se le descubría con un libro de la alianza en

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su poder, o al que vivía de acuerdo con la ley se lo ajusticiaba, en virtud del decreto real (1M 1, 56-57). Y, aun así: Hubo muchos israelitas que resistieron, haciendo el firme propósito de no comer alimentos impuros; prefirieron la muerte antes que contaminarse con aquellos alimentos y profanar la alianza santa. Y murieron (1M 1, 62-64). Se verifica que, las razones que llevaron a estas personas a sufrir el martirio antes que profanar la alianza, son: La fidelidad a la Ley; su fe en Dios (negación del culto idolátrico); y su resistencia pasiva hasta la muerte.

202. Aplicando lo anterior a nuestro país: ¿No es esto lo que pasó? ¿Acaso no actuó un poder estatal y económico del terror, la mentira y la muerte? ¿Acaso no enviaron a su ejército, a su guardia nacional, a sus escuadrones de la muerte y a sus agrupaciones armadas de civiles a matar víctimas inocentes? ¡Claro que sí! Eso sucedió por más de dos décadas. Varios Templos fueron profanados. La vida fue arrebatada a todas y todos aquellos que osaron mantenerse fieles a los mandatos del Concilio Vaticano II, Medellín y Puebla que no eran más, que los mandatos de Dios inspirados por el Espíritu Santo a nuestra Iglesia. Debido a la mentira ideada por los hijos e hijas de las tinieblas – agrandada por los medios de información – se tildó de comunistas, contrarios al sistema, a laicos, laicas, religiosas, religiosos, sacerdotes y obispos. Tener una Biblia, llevarla bajo el brazo, pertenecer a la Iglesia católica, celebrar la eucaristía, era sinónimo de subversivo. Un buen número abandonó la Iglesia por miedo a las consecuencias; otros optaron por las armas (inclusive miembros de la Iglesia); empero, cientos resistieron hasta morir. Fueron mártires por su lealtad al anuncio del Reino y al Cristo Resucitado; por su resistencia pasiva hasta la muerte; y por, negarse a rendir culto a los ídolos del poder, riqueza y prestigio.

1.2) Libro Segundo de los Macabeos

203. En este libro, se encuentra un relato martirial mejor definido. Si bien es cierto que, el autor de Macabeos establece

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como primer mártir de esta persecución, al escriba Eleazar; antes de él hubo otros. Se trata de dos mujeres. Quizá por eso, no son tan importantes. Sus nombres ni siquiera son mencionados quedando invisibilizadas. En cambio, su fidelidad a Dios quedó enaltecida. Mujeres cumplidoras de la Ley circuncidaron a sus hijos sin imaginar que algún simpatizante de la cultura invasora las delataría, amparado en los decretos promulgados por el rey Antíoco (cfr. 2M 6, 8-9). Decretos que atentaban contra los derechos civiles que resguardaban las libertades individuales. El resultado fue la muerte martirial: Las hicieron recorrer públicamente la ciudad con los niños colgados del pecho, y las precipitaron desde la muralla (2M 6, 10). A estas siguió un grupo de personas que escondidas en una cueva celebraban el séptimo día. También fueron denunciados y: Quemados juntos sin que quisieran hacer nada en su defensa, por respeto a la santidad del día (2M 6, 11).

204. Es aquí donde el autor introduce el martirio de Eleazar. Le coloca en primer lugar, quizá por su cargo de escriba (un estudioso de la Ley). Según la Ley, nadie podía comer carne de cerdo. El Templo había sido mancillado. Se celebraban sacrificios contrarios a Dios y sus encargados querían que Eleazar, al menos, fingiera comer la carne que ofrecían. Pareció muy mal la idea, al sabio anciano y prefirió la muerte: Porque a nuestra edad no es digno fingir, no sea que muchos jóvenes, creyendo que Eleazar, a sus noventa años, se ha pasado a las costumbres paganas, también ellos por simulación y por mi apego a este breve resto de vida, se desvíen por mi culpa y yo atraiga mancha y deshonra a mi vejez (2M 6, 24). Sus palabras lejos de despertar admiración en sus captores, provocaron ira: Fue enseguida al suplicio del apaleamiento (2M 6, 28b).

205. A este siguieron, siete hermanos junto con su madre. Urgidos bajo amenaza a probar la carne de cerdo, se negaron hasta el último momento. La madre, única que

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posiblemente hubiera podido detenerlos, admirablemente les insta uno tras otro hasta llegar al menor, a ser fieles a Dios: No temas a este verdugo, antes bien, mostrándote digno de tus hermanos, acepta la muerte, para que vuelva yo a encontrarte con tus hermanos en la misericordia (2M 6, 29). Muerto su último hijo, ella misma fue asesinada.

206. El Segundo Libro de Macabeos presenta toda una teología del martirio que edifica a los débiles en la fe y anima a otras y otros a seguir el camino de la fidelidad a Yahvé. Se constituyen en mártires por su fidelidad a la Ley; por su defensa de los derechos fundamentales del hombre como es el caso de Eleazar cuya actitud: Deja varias enseñanzas: el derecho a la rebeldía ante quienes violan los derechos fundamentales. La fidelidad al proyecto de Dios… la propuesta de una resistencia pasiva que activa la conciencia de sus hermanos en la necesidad de dar la vida por la libertad y la dignidad172; por su resistencia pasiva; por su fe anti idolátrica y; por supuesto, por creer que, la última palabra no la tienen los tribunales de la tierra sino Dios. Ejemplos, todos que se repitieron en nuestro país en las décadas del setenta, ochenta y noventa.

2) Daniel

207. El Libro de Daniel presenta un tipo de personas que, aunque no sufre muerte martirial, da testimonio de fe. Son los, ahora, llamados Confesores. Mujeres y hombres perseguidos, incomprendidos – algunos más que otros – por los dueños de este mundo que, han optado por el camino del mal-muerte planteado por Deuteronomio. Se trata de tres casos muy conocidos.

208. El primero es un grupo de tres jóvenes: Sidrac, Misac y Abdénago. El rey Nabucodonosor construyó una estatua

172. Luis Alonso Schökel, La Biblia de nuestro pueblo, p. 658

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de oro que debía ser adorada cada vez que los instrumentos musicales sonaran, bajo pena de ser lanzados a un horno de fuego si no se postraban. Los caldeos viendo que los tres jóvenes hacían caso omiso de la orden fueron a acusarles ante el rey siendo llamados a comparecer en su Corte. Al cuestionarles sobre si adorarían o no al ídolo aclararon: No tenemos que responder sobre este asunto. Si el Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego abrasador y de tu poder majestad, nos librará. Pero si no lo hace, has de saber, majestad, que nosotros no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has erigido (Dn 3, 16-18). Encolerizado, el rey ordenó que los tres jóvenes fueran conducidos al horno encendido, siete veces más fuerte que de costumbre. Al ser lanzados al fuego, sus captores fueron alcanzados por las llamas y consumidos de inmediato. Ellos cayeron al centro del horno viéndoseles caminar al centro acompañado de un cuarto hombre que parecía: un ser divino (Dn 3, 25). Su confesión de fe, no terminó en martirio. Los jóvenes lograron que el rey creyera en Dios gracias a su resistencia pasiva: No hay otro dios que pueda salvar como éste (Dn 3, 29).

209. El siguiente confesor es Daniel, quien dio testimonio de fe no una, sino dos veces. La primera, por envidia de sus colegas. Al no encontrar forma de vencerlo, redactan un edicto irrevocable por parte del rey, promulgando que ninguna persona podía dirigir oración a cualquier dios o persona, durante un plazo de treinta días. Daniel, por fidelidad a Dios, rompió el mandato. Sus enemigos le cogieron mientras oraba a Dios conduciéndole ante el rey para que diera la orden de lanzarlo al foso de los leones. Dios no le abandonó: Mi Dios ha enviado a su ángel, que ha cerrado la boca de los leones y no me han hecho daño, porque soy inocente ante él… (Dn 6, 23). El rey terminó confesando: Es el Dios vivo, que subsiste por siempre (Dn 6, 27). La segunda ocasión fue, cuando Daniel llevado ante el rey Ciro, se negó a adorar al ídolo Bel. En su lugar, demostró que

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estaba hecho de bronce por fuera y barro por dentro, e impedido de consumir alimentos o bebidas. Echó cenizas alrededor de la mesa de las ofrendas desenmascarando a los sacerdotes de Bel. Eran ellos quienes tomaban la comida, yendo a consumirlos junto con sus esposas e hijos por pasadizos secretos. El rey les mató y, además, permitió la muerte del dragón venerado como dios. Los babilonios molestos, arrojaron al foso de los leones a Daniel. Dios se acordó de él. Cerró las fauces de los felinos y le envió comida con Habacuc. Al séptimo día fue encontrado con vida por el rey comprobando que, la confesión que días antes hiciera Daniel era cierta: Porque yo no venero a ídolos de fabricación humana, sino al Dios vivo, creador de cielo y tierra y Señor de todos los vivientes (Dn 14, 5).

210. El último caso, es el de una mujer llamada Susana esposa de Joaquín. Su hermosura tentó a dos jueces que, con permiso de Joaquín frecuentaban el patio de su casa para resolver litigios del pueblo. Aprovechando esta confianza se dieron trazas para espiar a Susana al mediodía; hora de su acostumbrado paseo por el jardín: Llegaron a desearla apasionadamente. Perdieron la cabeza y desviaron su atención, olvidándose de Dios y de sus sentencias justas. Los dos estaban locos de pasión por ella (Dn 12, 8-10). En su locura, acordaron forzarla a acostarse con ellos. Negándose, la amenazaron con acusarla. Ni eso detuvo en Susana su fidelidad a Dios y a la Ley: Prefiero caer en sus manos por no consentir a pecar contra el Señor (Dn 13, 23). La gente creyó en la culpabilidad de la joven siendo condenada a morir. Ella clamó a Dios y Daniel fue enviado para que interviniera demostrando su inocencia y la salvara. Los malvados jueces murieron por su pecado.

211. Confesores todos, leales a la Ley y a Dios; incapaces de caer en idolatría. Confesores que creyeron que es Dios quien tiene la última palabra y no los tribunales humanos que generalmente actúan a porfía. Y, finalmente, confesores que sufrieron juicios asentados sobre mentira;

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y practicaron la única violencia permitida por Dios: La violencia contra sí mismos. En nuestra Iglesia martirial salvadoreña encontramos casos parecidos. También aquí, los gobiernos dictatoriales y represores, de esos años, que permitían la existencia de grupos paramilitares, escuadrones de la muerte; o en el peor de los casos, dejaban a los militares a sus anchas que amenazaron, reprimieron, torturaron o mutilaron a sacerdotes, religiosas, laicas y laicos en espera de lograr que los sometidos renegaran de Dios, de su religión; y hasta, de sus amigos o familiares. El resultado fue la resistencia sin violencia; soportando todo tipo de maltratos y burlas dando un testimonio de fe, que nos empuja a perseverar en la fe.

212. Como mencionaba en la Primera Parte de la presente Carta. De los confesores que están vivos, hay muchos que, a pesar de su avanzada edad, siguen trabajando por el Reino. No buscaron otras parroquias; no pidieron ser recibidos en otros países; si fueron exiliados, no permanecieron largo tiempo fuera de nuestras fronteras. Prefirieron regresar para morir como uno más del pueblo de Dios perseguido. Han perdonado y hasta oran por sus captores. ¿Por qué actuaron así? ¿Por qué actúan así? Queridos hermanos y hermanas, es porque: Fueron fieles al Reino y al Dios del Reino mostrado por Jesús. Creyeron que la muerte favorecida por los tribunales humanos no tenía la última palabra, sino Dios; tenían una fe anti idolátrica; y, usaron de la violencia cristiana: La violencia de la no violencia. ¡Eso les hace confesores de la fe!

3) Libros varios

213. Frente a los tres casos, arriba mencionados, existe un segundo tipo de mártires y confesores, que además de los cuatro rasgos enumerados, tuvieron uno más: Su comprometida lucha por la defensa de los derechos fundamentales del ser humano; o su contraparte: Su lucha

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exigiendo el cumplimiento de los deberes para con el prójimo, adquiridos al celebrar la Alianza con Yahvé en tiempos de Moisés. Estos son los sacerdotes y profetas que siguen.

a. Libro Primero de Samuel

214. Iniciemos con los mártires: Cuando el rey Saúl envidió a David, su corazón se llenó de temor. No quería perder el reino y decidió matarle. Informado de sus intenciones, David huyó. Cansado y con hambre, llegó a Nob, ciudad sacerdotal. Ajimélec, jefe de los sacerdotes, se conmovió al verle hambriento y cansado, entregándole: Pan consagrado, porque no había allí otro pan sino el pan de la presencia, retirado de delante de Yahvé para colocar pan reciente el día que tocaba retirarlo (1S 21, 7). Ajimélec defendió la vida de David y sus hombres. La vida humana le era tan valiosa, que entregó sin titubear pan sagrado, antes que dejarles morir de hambre. Ajimélec era sacerdote del Dios de la vida y no de la muerte. Saúl, en cambio, alejado de Dios, llegó a Nob, a vengar lo que él consideraba un ultraje. Ordenó matar a todos los sacerdotes. El ejército considerando que eran hombres consagrados a Yahvé no obedeció (cfr. 1S 22, 17). Doeg el edomita se encargó de matar a ochenta y cinco sacerdotes pasando a filo, posteriormente, a los habitantes de la ciudad: Hombres, mujeres, niños y lactantes, bueyes, asnos y ovejas. Todos cayeron a cuchillo (1S 22, 19). Fue una masacre, promovida por el primer monarca judío y primer rey que se atrevió a asesinar sacerdotes de su propia religión. Ajimélec, visto con ojos actuales, fue víctima inocente, fiel a Dios, a la Ley; y un convencido del valor de la vida humana a los ojos de Dios, que en el Horeb dijo: No matarás (Dt 5, 17).

b. Libro Primero de Reyes

215. Otro defensor de los derechos fundamentales del ser humano fue Elías. En los tiempos de este gran profeta

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vivió Ajab, rey de Samaria. Junto a su palacio vivía Nabot de Yizreel, dueño de una pequeña – pero hermosa – viña. No satisfecho, Ajab, con sus tierras y el reino que Dios le permitía gobernar, comenzó a desear cada vez con más ansias, la pequeña viña de Nabot. Entre él y su esposa Jezabel tramaron la muerte del pequeño propietario. Recurrieron a la ley para celebrar un juicio asentado en difamación: Sentad a Nabot al frente de la asamblea. Sentad frente a él a dos hombres hijos del diablo, que testifiquen contra él diciendo: Tú has maldecido a Dios y al rey… lo sacarán fuera y lo lapidarán hasta que muera (1R 21, 9-10). La noticia de su vil asesinato llegó a oídos de Elías que corrió presuroso ante el Rey para reclamarle, en nombre de Dios, el atentado contra Nabot: ¿Has asesinado y pretendes tomar posesión? (1R 21, 19) Su ambición y envidia le empujaron a matar. Nabot, en cambio, murió sin emitir palabra, sin recurrir a la violencia, sin un juicio justo. Pero, la última palabra no la tuvieron los tribunales corruptos, sino Dios, que defendió al pobre, a la víctima, al difamado, al burlado, al inocente asesinado, emitiendo sentencia final: En el mismo lugar donde los perros han lamido la sangre de Nabot, lamerán los perros también tu propia sangre (1R 21, 19). Y, así sucedió (cfr. 1R 22, 38).

216. Elías, aunque sólo reclamaba dos cosas: Una, el respeto al derecho de propiedad que Dios había establecido en la alianza con su pueblo a través de Moisés: No desearás la mujer del prójimo, no codiciarás su casa, su campo, su siervo o su sierva, su buey o su asno: nada que sea de tu prójimo (Dt 5, 21). Dos, la difamación: No darás testimonio falso contra tu prójimo (Dt 5, 20) fue llamado enemigo por Ajab: Así que has dado conmigo enemigo mío (1R 21, 20). Elías no era enemigo del rey. Era el portador de la voz de Dios, llamándole al arrepentimiento y a la conversión.

217. Elías fue un verdadero confesor que, por la defensa de los derechos fundamentales del ser humano; por la defensa

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del más débil; por su fe en el Dios vivo; por su fidelidad a la Ley, sufrió persecución; viéndose en más de una ocasión expuesto a ser asesinado. Verbigracia: El relato donde Elías desafía y vence a los profetas de Baal (cfr. 1R 18, 40). Enfurecida Jezabel le amenaza a muerte: Así me hagan los dioses y aún más si mañana a estas horas no he hecho de tu vida como ha sido la de ellos (1R 19, 2). El miedo se apoderó de él, como era natural, comenzando un éxodo en defensa de su vida: Se levantó y se fue para poner su vida a salvo (1R 19, 3). No era fácil ser profeta. Atentar contra los intereses de los poderosos en defensa de los intereses de los pobres, que no eran más que los intereses de Yahvé según lo estipulado a la salida de Egipto (cfr. Dt 5, 12-21; 10, 18; 23, 16.20.25-26; 24, 6.10-15.17-22), era mortalmente peligroso. Persecución, incomprensión, odio, y atentados contra su vida fueron los frutos del gran profeta Elías.

218. Lo mismo sucedió a varios de nuestros mártires: Al Padre Rutilio, Padre Nicolás, Mons. Romero y Mons. Ramos, Fray Cosme, Padre Navarro, Padre Neto Barrera, por mencionar algunos, cuyo único delito fue defender al pobre; y la denuncia del pecado de los potentados de este mundo en espera de su conversión. ¿Acaso no eran como el profeta Elías? ¿Acaso no eran mensajeros de la paz anunciando gracia, perdón y liberación? La respuesta es: ¡Sí! Eran como Elías, eran como Ajimélec: Auténticos defensores de la vida al servicio del Dios de la vida. Su lucha contra la muerte; o los ídolos de la muerte, los llevó a ser mártires en unos casos; y confesores de la fe en otros. Confesores cuya lucha abierta contra esos ídolos sigue en pie. Con su ejemplo, nos siguen diciendo: Adoren al Dios verdadero porque Él tiene la última palabra.

c. Libro de Amós

219. Amós, defensor de los derechos fundamentales del ser humano, comienza denunciando la infidelidad, de Israel

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a la Ley: Por haber despreciado la Ley de Yahvé, y no haber observado sus preceptos porque los han extraviado sus Mentiras (Am 2, 4). Con palabras duras, les advierte que, Dios no gusta de sus cultos: Yo aborrezco y desprecio sus fiestas, me repugnan sus reuniones litúrgicas; por muchos holocaustos y ofrendas que me traigan, no aceptaré ni miraré sus víctimas cebadas (Am 5, 21-22). Les recuerda el culto agradable a Dios: ¡Que fluya, sí, el derecho como agua y la justicia como arroyo perenne! (Am 5, 24). Así lo pidió al momento de la alianza: Tal será nuestra justicia: cuidar de poner en práctica todos estos mandamientos ante Yahvé nuestro Dios, como él nos ha mandado (Dt 6, 25).

220. Prosigue Amós denunciando, los irrespetos de los poderosos contra el pueblo al vulnerar sus derechos fundamentales. Cuestión mejor comprendida, si confrontamos sus denuncias con los deberes que Dios impuso al momento de la alianza:

Denuncia: Porque venden al justo por dinero y al pobre por un par de sandalias (Am 2, 6), cuando Dios dijo: Debes abrir tu mano a tu hermano, a aquél de los tuyos que es indigente y pobre en tu tierra (Dt 15, 11).

Denuncia: Se acuestan sobre ropas empeñadas junto a cualquier altar y beben el vino de los multados en la casa de su dios (Am 2, 8) cuando Dios dijo: Si haces a tu prójimo un préstamo cualquiera, no entrarás en su casa para recobrar la prenda. Te quedarás fuera, y el hombre a quien has hecho el préstamo te sacará la prenda afuera. Y si es un pobre, no te acostarás sobre su prenda, se la devolverás a la puesta del sol, para que pueda acostarse en su manto (Dt 24, 10).

Denuncia: ¡Ay de los que convierten en ajenjo el derecho y tiran por tierra la justicia… ya que ustedes pisotean al débil y le cobran tributo de grano… opresores del justo, que aceptan soborno y atropellan a los pobres en la Puerta! (Am 5, 7.11-12). Cuando Dios dijo: Cuando haya pleito entre

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Ustedes también darán testimonio

dos hombres, se presentarán a juicio, y se los juzgará: se declarará justo al justo y se declarará culpable al culpable (Dt 25, 1).

221. Derechos, salvaguardados por Dios desde la época mosaica. Derechos que tenían un reverso: Los deberes. Deberes que eran mutilados e irrespetados por los poderosos. Sus denuncias, aunque apegadas a la Ley y a la voluntad de Dios, no agradaron. Amós sabía el destino de los profetas en su época. Destino que no duda en denunciar: Conminaron a los profetas, diciendo: ¡No profeticen! (Am 2, 12). El sacerdote de Betel, Amasías une a la prohibición, la difamación del profeta: Amós conspira contra ti en medio de la casa de Israel; el país no puede soportar todas sus palabras… Amasías dijo a Amós: Vete, vidente, huye al país de Judá, come allí tu pan y profetiza allí. Pero en Betel no sigas profetizando (Am 7, 10.12-13).

222. No le mataron, pero, con sus sufrimientos, huidas, persecuciones, incomprensiones y críticas, es sin duda un confesor, como muchos de los sacerdotes, religiosos, religiosas, laicas, laicos y dos obispos en El Salvador. Como Amós denuncia: ¿Era el país el que no podía tolerarlos o los dueños del poder armamentista, político o económico? ¿A quién no convenía su denuncia? ¿A quién perjudicaban defendiendo los derechos de los más pobres? Ciertamente no a los pobres. La respuesta no cuesta descubrirla. Recuerdo que el Padre Ellacuría sufrió el exilio. Se le prohibió, como a Mons. Gerardi en Guatemala, la entrada a su propio país porque su voz, su actitud profética era sofocante. Les dijeron: ¡Vete a Betel, pero no sigas profetizando!

d. Libro de Jeremías

223. El último confesor del Antiguo Testamento, al que hago referencia es el profeta Jeremías. Sufrido como ninguno por las diversas denuncias que hizo contra los poderosos de su época.

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A los que explotaban y sometían al pueblo les denuncia: Hagan justicia cada mañana, salven al oprimido de mano del opresor (Jr 21, 12) … practiquen el derecho y la justicia, libren al oprimido de manos del opresor; y no atropellen al forastero, al huérfano y a la viuda, no hagan violencia ni derramen sangre inocente en este lugar (Jr 22, 3) … ¡Ay del que edifica su casa sin justicia y sus pisos sin derecho! De su prójimo se sirve de balde y no le paga su salario… pero tus ojos y tu corazón solo buscan tu propio interés: derramar sangre inocente, cometer atropello y violencia (Jr 22,13.17), porque Dios había dicho: No explotaras al jornalero humilde y pobre, ya sea uno de tus hermanos o un forastero que reside en tu tierra, en tus ciudades. El mismo día le darás su salario, y el sol no se pondrá sobre esta deuda; porque es pobre, y de ese salario depende su vida (Dt 24, 14-15) … Yahvé Dios es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, el Dios grande que hace justicia al huérfano y a la viuda, que ama al forastero y le da pan y vestido (Dt 10, 17-18).

El rey Sedecías pactó con el pueblo de Jerusalén la proclamación de una liberación de esclavos: Todos los nobles y el pueblo aceptaron este pacto de dejar libre cada cual, a su esclavo y a su esclava, de modo que ninguno siguiera en esclavitud (Jr 34, 10). Al inicio aceptaron; sin embargo, el rey y el resto de poderosos rompieron el pacto, olvidando y despreciando, como explica Schökel, las palabras pronunciadas durante el mismo: Que me suceda a mí lo mismo que a este animal si rompo los compromisos contraídos hoy173. Couturier174 hace ver que no se trataría de un trato honesto con Dios sino interesado: La razón para que se tomase esta decisión debe

173. Luis Alonso Schökel, La Biblia de Nuestro Pueblo, p. 877. 174 En AA.VV.: Guy P. Couturier, C.S.C., “Jeremías”, Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Antiguo Testamento. Editorial Verbo Divino, Navarra España, 2005, n. 96.

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de haber sido las dificultades suscitadas por el asedio de la ciudad, bien porque los dueños ya no podían mantenerlos o porque se necesitaban más soldados para combatir. Probablemente, su verdadera intención al celebrar el pacto era manipular a Dios en beneficio personal a costa de los esclavos. Dios manda a Jeremías a denunciar su pecado con palabras duras: Ustedes no me han hecho caso al proclamar manumisión general. Pues voy a proclamar contra ustedes manumisión de la espada, la peste y del hambre – oráculo de Yahvé – y les voy a convertir en espantajo de todos los reinos de la tierra. Y a los individuos que traspasaron mi acuerdo, aquellos que no han hecho válidos los términos del acuerdo que firmaron en mi presencia haré que acaben como el becerro que cortaron en dos y por entre cuyos pedazos pasaron a los nobles de Judá, los nobles de Jerusalén, los eunucos, los sacerdotes y todo el pueblo de la tierra que han pasado por entre los pedazos del becerro, los entregaré a manos de sus enemigos y de quienes tratan de matarlos (Jr 34, 17-20). Su denuncia provocó la cólera de todos.

Jeremías denunció con mucha fuerza la idolatría del pueblo cometida en innumerables ocasiones (Ver: Jr 10) porque era un pecado abominable para Dios: Esto dice Yahvé Sebaot, el Dios de Israel: …fueron a incensar y dar culto a otros dioses desconocidos de ellos, de ustedes y sus padres. Yo les envié a todos mis siervos, los profetas, a que les dijeran: No cometan esta abominación que detesto. Mas no oyeron ni aplicaron el oído para convertirse de su malicia y dejar de incensar a otros dioses… (Jr 44, 2-4). Su mensaje, como suele ocurrir con todos los profetas, no fue comprendido por el pueblo. Tenían una idea distinta como explica Couturier175: La interpretación que el pueblo daba a los mismos episodios era completamente

175. Ídem, n. 107.

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diferente: la desgracia había sido provocada precisamente por la erradicación de la idolatría llevada a cabo con la reforma de Josías. ¿Por qué esta actitud de parte del pueblo? Porque fueron manipulados por los poderosos haciéndoles pensar según sus conveniencias.

224. Sus denuncias constantes y duras, le atrajeron persecución y martirio. Posiblemente, su persecución – que duró toda la vida – inició en Anatot cuando Jeremías descubrió una confabulación contra su vida. Se reconoce inocente ante las acusaciones de sus enemigos: ¡Y yo que estaba como cordero manso llevado al matadero, sin saber que intrigaban contra mí! (Jr 11, 19). Le odiaban por causa de la palabra de Dios: No profetices en nombre de Yahvé, y no morirás a nuestras manos (Jr 11, 21). Lo más duro de este revés fue descubrir que los causantes del complot eran miembros de su familia. Situación que le provoca crisis: Sufrió un duro golpe que le hizo reflexionar sobre su misión y el sentido de la existencia humana176. Crisis padecida con más hondura conforme pasaba el tiempo. El número y variedad de enemigos aumentan: Ni les debo ni me deben, ¡pero todos me maldicen! (Jr 15, 10). Ser profeta era ser signo de contradicción: Hombre de pleitos y contiendas: Esto es lo que Yahvé quería que fuera. No es su comportamiento correcto con todos lo que le lleva a ser perseguido, sino precisamente su mensaje177.

225. Un segundo atentado ocurre cuando su mensaje desagrada a sacerdotes, profetas y sabios: Vamos a calumniarle y no hagamos caso de sus palabras (Jr 19, 18b); olvidando lo dicho por Moisés: Yahvé tu Dios te suscitará, de en medio de ti, de entre tus hermanos, un profeta como yo: a él escucharan… si un hombre no escucha mis palabras, las que ese profeta pronuncie en mi nombre, yo mismo le pediré cuentas de ello (Dt 18, 15.19).

176. Ibíd., n. 42. 177. Ídem, n. 50.

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Pecaban, entonces, al no querer escuchar sus palabras y atentar contra su vida. Pasjur, seguramente, hubiera querido matarle; pero al menos, le consiguió una paliza y su prisión en el calabozo de la Puerta Alta de Benjamín (cfr. Jr 20, 2). Así pagaba Israel, los cuidados que Dios tenía de enviar profetas que les indicarán el camino a tomar según el querer de Dios. La muerte salió a relucir cuando Jeremías se atrevió a dar sermones contra el Templo: Los sacerdotes y los profetas se dirigieron a los jefes y a toda la gente con estas palabras: ¡Este hombre merece la muerte por haber profetizado contra esta ciudad! (Jr 26, 11). Suspenden la decisión al darse cuenta que Jeremías es un profeta que habla en nombre de Dios; más el sufrimiento no acabaría ahí.

226. En el capítulo treinta y seis, Dios manda a Jeremías escribir un rollo donde avisa a la Casa de Judá lo que piensa hacer. Dios espera que, al leerlo, el pueblo se convierta. El rey quema el rollo dejando claro que Jeremías no es del agrado de nadie: Aunque la autoridad profética de Jeremías había sido anteriormente reconocida y vindicada, observamos que progresivamente fue siendo rechazada por el pueblo y por todos los niveles gubernamentales hasta llegar al mismo rey178. La consecuencia de este acto fue su arresto por parte de Yirías, hijo de Selemías. Conducido ante los dignatarios, no encontró misericordia sino irritación. Le hicieron azotar y lo encarcelaron en casa del escriba Jonatán convertida en prisión. Confinado al calabozo del sótano permaneció largo tiempo allí hasta que el rey le interrogó, no en público, sino en privado para saber si tenía algún mensaje de Dios (cfr. Jr 37, 13-17). El rey mostró de esta forma que, tenía más temor a su gabinete que a Dios: Aunque estaba a favor del sometimiento político predicado por el profeta, su temor al gobierno le impedía tomar esta decisión personal179.

178. En AA.VV.: Guy P. Couturier, C.S.C., “Jeremías”, op. cit., n. 98. 179. En AA.VV.: Guy P. Couturier, C.S.C., “Jeremías”; op. cit., n. 100B.b.

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Acción que me recuerda, al Padre Ellacuría cuando publicó aquel famoso artículo: ¡A sus órdenes mi capital! Denunciando que el Presidente del momento le tenía más miedo a la oligarquía dueña del poder económico; que a pasar por embustero ante el pueblo por no haber cumplido sus promesas; se granjeó la antipatía de los dignatarios salvadoreños.

227. Después de la entrevista, Jeremías fue dejado por orden del rey en el patio de la guardia (Jr 37, 21); desde donde siguió profetizando. Agobiado por la voz profética, el rey lo entregó en manos de notables del pueblo, mostrando una vez más, su falta de criterio para gobernar. Los notables lo echaron a una cisterna utilizando sogas para bajarlo: En la cisterna no había agua, sino fango, y Jeremías se hundió en él (Jr 38, 6). A esta tragedia siguió un ir y venir entre sufrimientos, incomprensiones y su ida al exilio con el pueblo. Nada dice el libro sobre su muerte; pero es creíble que murió mártir: El profeta cerraría sus ojos para siempre sobre su país mortalmente herido y la imperecedera idolatría de su pueblo. Su vida había sido una tragedia hasta el final180. Su vida no fue fácil; su pasión larga; y su muerte esperada porque todo aquel que es puesto para contradicción es odiado por el mundo. Dios le eligió, el pueblo lo rechazó. Paradoja que Jesús aclarará en su ministerio con las palabras del título de esta Carta Pastoral: Ustedes también darán testimonio, porque han estado conmigo desde el principio. (Jn 15, 27). Jeremías dio testimonio porque estuvo con Yahvé desde el inicio; es decir, desde el vientre de su madre: Antes de haberte formado yo en el vientre, te conocía; antes que nacieses, te había consagrado yo profeta; te tenía destinado a las naciones (Jr 1, 5).

228. En síntesis: Estos son los mártires y confesores por la Ley que, no dudaron en ofrendar sus vidas antes que

180. Ídem, n. 105.

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romper con la alianza; que se negaron a rendir culto a los ídolos; que defendieron los derechos fundamentales del ser humano; y que esperaron confiadamente en que la última palabra la tiene Dios; no los tribunales de la tierra viciados por calumnias, difamaciones, mentiras y cohechos. Su resonancia es clara y profunda en nuestros confesores/mártires que supieron mantener: Fidelidad al Dios del Reino; una fe anti idolátrica; una defensa primaria de los derechos fundamentales del ser humano; una actitud de resistencia ejerciendo la violencia de la no violencia; y finalmente; confiando que Dios tiene la última palabra.

II. Testigos por la fe en el Nuevo Testamento

229. En el Nuevo Testamento encontramos al Mártir de los mártires: Jesús, quien por su testimonio fue matado en cruz. Al ser el primogénito de los mártires, los autores de los Evangelios y Hechos de los Apóstoles van relatando las muertes de los apóstoles, miembros de las primeras comunidades cristianas o discípulos, con un paralelismo que permite concluir que son mártires a semejanza de su Maestro; y que los motivos de su martirio, son similares a los de Él. Es obvio que, en el Nuevo Testamento, la palabra martirio no alcanza la connotación de los tiempos actuales: Tiene desde luego el sentido de atestiguar, dar testimonio, pero se entiende allí como testimonio de palabra, testificación por la predicación181. Se les mató por hablar del Cristo; pero considero que, también por vivir como Él. No sólo se trataba de un testimonio de palabra sino de obra; como lo muestra la petición que el ángel del Señor hace a los apóstoles cuando les libera de la cárcel: Vayan al templo y anuncien al pueblo este nuevo modo de vida (Hch 5, 20); es decir, un modo de vida, según la lógica del Reino

181. Karl Rahner S. I., Münster, Sacramentum Mundi. Enciclopedia Teológica, Editorial Herder, Barcelona, España, 1973.

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que, sin lugar a dudas, se oponía a la lógica del mundo: Se reunían… para escuchar la enseñanza de los apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan… Estaban todos unidos y poseían todo en común… en sus casas partían el pan, compartían la comida con alegría… alababan a Dios y todo el mundo los estimaba (Hch 2, 42.44.46-47). Jesús les previno de esa contrariedad: El mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo (Jn 17, 14). En esta perspectiva me atrevo, con todo respeto, a extraer de los primeros mártires resonancias, que expliquen e ilustren la muerte (y motivos) de nuestros y nuestras mártires; e incluso de nuestros confesores.

1. Los Santos Inocentes

230. El Evangelista Mateo relata que un día aparecieron unos magos de oriente en Jerusalén, preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? (Mt 2, 2). Llegó la noticia a Herodes y se disgustó. El miedo le invadió pensando que su reino le sería arrebatado temprano o tarde, por el recién nacido. Escondiendo su intención, invitó a los magos al palacio y les hizo creer que estaba interesado en ir a adorarle. Los magos creyeron, prometiendo informarle en el momento oportuno. Advertidos en sueños, regresaron por otro camino. Actitud que, indudablemente, molestó aún más a Herodes, tomando una decisión crudelísima: Mandó matar a todos los niños menores de dos años en Belén y sus alrededores; según el tiempo que había averiguado por los magos (Mt 2, 16). Eran víctimas inocentes cuya única culpa fue tener la edad probable del Mesías recién nacido y vivir en Belén.

231. En su tiempo, hubo quien preguntó a Santo Tomás de Aquino si estos niños eran o no mártires, aduciendo que el martirio es un acto voluntario. Su corta edad – añadió – no les permitió hacer uso de la voluntad. El Angélico respondió entonces: La gloria del martirio, que otros merecen

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por su propia voluntad, la consiguieron estos niños por la gracia de Dios… de ahí que, así como en los niños bautizados actúan los méritos de Cristo por la gracia bautismal, así también en los niños muertos por Cristo actúan los méritos del martirio de Cristo para conseguir la palma del martirio182. Pienso que, la afirmación de Aquino es válida para nuestro tiempo.

232. Algunos de nuestros mártires fueron asesinados junto a personas contra las cuales no iba dirigida directamente la persecución. Me viene a la mente, Don Manuel Solórzano y el niño Nelson Rutilio Lemus cayendo junto al Venerable Siervo de Dios, P. Rutilio Grande S.J.; el pequeño Luisito Torres acribillado junto al Padre Alfonso Navarro; los niños David Caballero y Roberto Orellana con los otros dos jóvenes matados junto al Padre Octavio Ortiz; las dos mujeres acribilladas salvajemente con los seis Padres jesuitas: Julia Elba Ramos y Celina Mariceth Ramos, entre otros más. Si bien es probable que, la intención de los asesinos era acabar con la vida de los sacerdotes, estas personas estaban allí, trabajaban con ellos, servían a la Iglesia o les acompañaban; y, fueron matados justamente por estar presentes en el momento de sus crímenes. Quiero pensar que ellos, al igual que nuestros mártires y confesores habían optado por seguir a Cristo pasare lo que pasare; pero si no fue así; si alguno de ellos nunca creyó que podía morir de esa forma; como nos dice el Aquinate: los méritos del martirio de Cristo para conseguir la palma del martirio actuaron en ellos; y, por tanto, pueden ser considerados mártires.

2. San Juan Bautista

333. El Nuevo Testamento, que contiene la Buena Noticia, inicia desde sus primeras páginas, con la presentación del

182. Santo Tomas de Aquino, Suma de Teología IV, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, España, 2009, STh, II-II, q. 124, a. 1.

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último de los profetas en la línea veterotestamentaria: San Juan Bautista precursor del Maestro y mártir. Comenzó su predicación, según San Lucas, el año quince del imperio de Tiberio Cesar (Lc 3,1). Viviano O.P., al comentar Lc 11, 7-10 observa que Jesús pondera tres características del Bautista: Él es mucho más que un profeta; es el mensajero de Dios y el más grande entre los seres humanos183. A pesar de ser un hombre con tan grandes características, su voz se volvió molesta e insoportable.

334. Su mensaje parecía duro a sus enemigos por la sencilla razón de promover la defensa de los derechos fundamentales del ser humano – en un lenguaje más actual – o los deberes para con los pobres. Recomendaba:

Una cultura de la solidaridad en pro de la dignidad humana: Al que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo (Lc 3, 10). Cultura que habrá agradado a los oídos de los pobres que no tenían ni siquiera una; pero, que habrá irritado a los insolidarios.

La justicia en el cobro de los impuestos: No exijan más de lo que está fijado (Lc 3, 13). Recomendación que dejaba de afectar a los pobres que son precisamente los que sufren al momento de pagar. A los ricos, seguramente, les habrá disgustado, porque afectaba su bolsillo; pero también, a los publicanos, a quienes iba dirigida esta recomendación, habrá sonado dura, porque tal vez, gustaban de la corrupción al producirles dinero extra.

Evitar el falso testimonio y las extorsiones que casi nunca van dirigidas a los poderosos sino a los más débiles: No hagan extorsión a nadie, no hagan denuncias falsas y conténtense con su soldada (Lc 3, 14).

183. En AA.VV.: Benedict T. Viviano, O.P., “Evangelio según Mateo”, Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento. Editorial Verbo Divino, Navarra España, 2005, n. 73.

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Dar frutos de conversión a los que se sentían salvos y doctos en la Ley: Raza de víboras… dad, pues, fruto digno de conversión y no crean que basta con decir en su interior: Tenemos por padre a Abraham; porque, les digo que puede Dios de estas piedras suscitar hijos de Abrahán (Mt 3, 7-8). Para los pecadores y marginados por su ignorancia de la Ley habrá sonado a misericordia y esperanza de salvación; mientras que, para los doctos, a crítica.

335. Consecuentemente, su prédica malquistó los corazones de los grandes de su época y las difamaciones comenzaron. Le llamaron endemoniado: Vino, Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene (Mt 11, 18). Y, tras la difamación: La persecución y el martirio. La primera empezó cuando el tetrarca Herodes, molesto por las llamadas de atención que San Juan Bautista le lanzaba por lo de Herodías y demás malas acciones, le encerró en la cárcel. A Herodes, le ocurrió, lo que Lucas dice de los fariseos y legistas que se negaron a aceptar el bautismo de agua: Frustraron el plan de Dios sobre ellos (Lc 7, 30). El plan era la salvación. A esta no aceptación, Herodes sumó el crimen de matar al profeta. San Marcos relata que, siendo el día del cumpleaños de Herodes, día en que Dios le permitió celebrar un año más de vida, hubo una gran fiesta en el palacio. La hija de Herodías bailó; y Herodes prometió dar lo que pidiera. Pidió, por recomendación de su madre, la cabeza de Juan el Bautista. Es cierto, que las mujeres le instaron a hacerlo; pero, también es cierto que él era el rey. De él dependía matarlo o no. Paradójicamente, el día en que Dios le regalaba más vida, el regaló muerte a un hombre inocente. Inocencia de la que estaba consciente: Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía, y al oírle quedaba muy perplejo y le escuchaba con gusto (Mc 6, 20).

336. A Herodes le ocurrió lo mismo que a Sedecías. Temía más a su gabinete y a las mujeres de la corte que, a Dios

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porque en el fondo se auto deificaba. Temió romper su juramento y quedar en mal ante los demás, como: Aquel que no cumple lo prometido, como si Dios le había instituido monarca de una minoría y no del pueblo: El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja (Mc 6, 6-7). Así murió el último profeta en la línea del Antiguo Testamento: Sin un juicio justo, sin testigos, en la lobreguez de una cárcel, sin una causa justa y por la única razón de haber hecho, toda su vida, el bien.

337. Así murieron nuestros mártires. Acusados de ser servidores del Malo; cuando su único objetivo era denunciar el pecado en espera de la conversión de los dueños del poder político, empresarios, miembros del ejército; y otros. De algunos, como el Padre Abrego o el Padre Serrano ni siquiera se supo a cabalidad su forma de morir. Mucho menos, su paradero. Sus cuerpos continúan desaparecidos; pero bien sabemos que, como Juan el Bautista, se encuentran entre los más grandes del reino de los cielos.

3. Jesús de Nazaret

338. A este gran profeta, siguió Jesús: El testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios (Ap 3, 14); el Primogénito de entre los muertos (Ap 1, 5), el que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él… al que llegaron a matar colgándole de un madero, a quien Dios resucitó al tercer día (Hch 10, 38-40), en fin, el Primogénito de los mártires.

239. Jesús es el Mártir de los mártires; pero, ¿Cuál fue la causa de su martirio? La respuesta la da Él mismo en dos ocasiones. Una al responder a Poncio Pilato: Yo he nacido

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y venido a este mundo para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad oye mi voz (Jn 18, 37); y la siguiente, al explicar la manera de llegar al Padre: Yo soy el camino, la verdad y la vida (Jn 14, 6). Resumiendo: Le mataron porque Él era la Verdad Suprema que, devela a la humanidad el Camino a seguir; otorgando a cambio de su seguimiento la Vida, vida en abundancia; y vida eterna. Traducido a un lenguaje encarnatorio pudiéramos establecer que Jesús fue mártir porque: Anunció la Buena Nueva; y aclaro que, desde el primer momento que la anunció, quisieron matarle: El Espíritu del Señor… me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los… (Lc 4, 18) … levantándose lo sacaron fuera de la ciudad y lo llevaron a un barranco… con intención de despeñarlo (Lc 4, 29). Cuando más adelante, Jesús une esas palabras con su testimonio de vida, sus enemigos le dan muerte en cruz. Es importante acercarnos a este testimonio de vida – ya que el vino para dar testimonio – para comprobar que todos los mártires, no han hecho otra cosa, que imitarle hasta coronar su seguimiento con el martirio.

240. En primer lugar, Jesús anunció la Buena Nueva en un contexto social despreciado y chocante para los potentados de su país. No buscó el Templo para dar el anuncio. Gesto con el que parecía, romper con la oficialidad de su religión. Le vemos siempre predicando la Buena Nueva en caminos polvorientos; montes; poblaciones de poca importancia o marginadas como Samaría; o a la orilla del lago. Obviamente, tras Él caminaban personas marginadas, excluidas o invisibilizadas, tal es el caso de: Mujeres, leprosos, ladrones, publicanos, recaudadores de impuestos, pobres, ciegos, sordos, paralíticos o prostitutas. Jesús había optado por ellos desde su nacimiento, ocurrido en Belén. Eligió a una doncella pobre en la que encarnarse; y como padre, a un obrero llamado José cuyas posibilidades económicas no fueron capaces de ofrecerle más que un

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pobre pesebre donde reclinarlo; una vida de inmigrante; y finalmente un humilde taller de carpintería. De ahí la pregunta: ¿No es este el hijo de José? (Lc 4, 22) o las críticas sabidas y repetidas por Él: Miren que comilón y bebedor, amigo de recaudadores de impuestos y pecadores (Mt 11, 19). No era una opción caprichosa. Era la opción verdadera hecha por Dios desde el principio, como en su momento lo declaró: He venido a dar testimonio de la verdad (cfr. Jn 18, 37). Los reyes, los potentados del mundo habían cambiado la opción porque no convenía a sus intereses. Dios jamás la cambió, y su Hijo dio testimonio de ello.

241. En segundo lugar, la Buena Nueva contravenía la lógica de los dueños de este mundo, privilegiando valores y actitudes contrarias al anti reino. Las bienaventuranzas ilustran esta lógica, incomprensible para quienes viven alucinados por el poder, la riqueza y los afectos desordenados: Las bienaventuranzas… sobre los pobres, los que lloran y los hambrientos, expresan la misión de Jesús hacia los necesitados de Israel y la llegada de una nueva era de la historia de la salvación… (y estos) son felices no porque son moralmente mejores que otros, sino porque Dios tiene una especial solicitud por ellos184. Una nueva era donde los últimos de la sociedad ocupan los primeros puestos porque Dios ha optado preferencialmente – no exclusivamente – por ellos. No hace falta más explicación para comprender que la Buena Nueva de Jesús no era Buena para todos. Los que se lucraban de la injusticia, la guerra, la riqueza, la violencia o la explotación del ser humano por el ser humano seguramente, no estarían de acuerdo con lo planteado por Él.

242. En tercer lugar, la Buena Nueva tenía una contraparte que le hacía aún más insoportable: La denuncia del pecado: El mundo… me odia (dijo un día a sus parientes)

184. En AA.VV.: Benedict T. Viviano, O.P., op. cit., p.81.

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porque le echo encara que sus acciones son malas (Jn 7, 7). A sus mismos enemigos les dijo más adelante: Tratan de matarme porque no aceptan mi palabra… intentan matarme a mí, al hombre que les dice la verdad que ha oído de Dios (Jn 8, 37. 40). Es imposible negar que, la denuncia del pecado duele; es más, Jesús lo sabía; pero quería la conversión del pecador, no su condena. De ahí su insistencia en denunciar pecados como: La idolatría al dinero (cfr. Mt 7, 24); la marginación del pecador (cfr. Mt 9, 12-13); la ambición al poder (cfr. Mt 20, 25-26); la soberbia (cfr. Mt 23, 1-12); la incoherencia entre fe y vida (cfr. Mt 23, 13-32); y otros pecados más que, denunció a costa de ser considerado blasfemo o poseído por el demonio (cfr. Mc 3, 22).

243. Finalmente, la Buena Nueva por ser Buena contenía en sí misma un carácter celebrativo que no agradaba a los señores principales de su generación. Me refiero a las comidas de Jesús en un sentido de comensalidad abierta donde el comer y el beber no se limita exclusivamente al círculo estrecho de los discípulos, sino que está abierto, tanto religiosa como socialmente a los desclasados. Además, se deja invitar por ellos en convites comunitarios185; conducta que resultaba: No sólo chocante, sino escandalosa y provocativa186. Prueba de esto es lo que nos explica Karris O.F.M.: Tanto la sociedad judía como la grecorromana rechazaban a esta gente desgraciada… de participar en el banquete escatológico a los siguientes individuos: Todo el que está contaminado en su carne, paralizado en sus pies o en sus manos, cojo, ciego, sordo, mudo, o contaminado en su carne con una mancha visible a los ojos, o el anciano tambaleante que no puede mantenerse firme en medio de la asamblea187. Jesús, por su parte, se atrevía a

185. Luis Maldonado, Eucaristía en devenir, Editorial Sal Terrae, España, 1997, p. 65. 186. Ibid., p. 65. 187. En AA.VV.: Robert J. Karris, O.F.M., “Evangelio según Lucas”, Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento. Editorial Verbo Divino, Navarra España, 2005, n. 180.

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practicar ese tipo de comidas, esperando de los demás la misma acción: Cuando des un banquete llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos, y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos (Lc 14, 13). Nadie puede negar que, las comidas de Jesús le hicieron desagradable e insoportable porque subvertía el orden jerárquico de la sociedad.

244. No había nada que hacer con un hombre que se la pasaba comiendo con los despreciables de la sociedad o defendiendo los derechos fundamentales del ser humano por medio del anuncio y la denuncia. Solo quedaba matarlo, porque estorbaba con su palabra y sus acciones. Estorbaba al imperio, estorbaba a los jefes de su propio pueblo, y a los ricos-potentados de su época. Quisieron apagar la Luz que les mostraba el Camino a seguir para alcanzar la Vida eterna. Un significativo grupo de sus victimarios habían oído hablar de Dios, creían servir a Dios cuando le mataron; pero fueron incapaces de leer los signos de su tiempo; incapaces de reconocer al Mesías.

245. Con la ayuda de uno de los suyos que, le traicionó lo capturaron a altas horas de la noche – después de varios intentos – en el huerto de los Olivos que se encontraba al otro lado del torrente Cedrón (cfr. Jn 18, 1). Sus captores le hallaron orando. No opuso resistencia: Se entregó por su propia palabra: ¿A quién buscan?... Yo soy... (Jn 18, 4-5). Se entregó, aunque sabía todo lo que iba a sufrir (cfr. Jn 18, 4). Y, la pasión martirial dio inicio: Le llevaron atado, entre burlas y empujones, en presencia de Anás en cuya casa se había preparado un simulacro de juicio donde el veredicto era conocido de antemano. Las preguntas no eran para demostrar su inocencia. Eran tácitamente para inculparlo con falsos testigos (cfr. Mt 26, 59-61). Declarado culpable se le dio más golpes, escupidas y burlas (cfr. Mt 26, 67); mientras le conducían ante Poncio Pilato. No encontrada culpa, intentó librarlo de la muerte enviándole al Palacio

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de Herodes quien tampoco encontró culpa alguna. Era inocente; pero a ninguno le importó la Verdad, además le consideraron un reo sin importancia y seguramente habrán pensado: ¿Qué más da que muera otro? Para ellos, servidores del imperio, aniquilar una vida no era nada. Aun así, Pilato quiso mostrar que el imperio era misericordioso y pensó en dos subterfugios anulando la vía correcta: La tortura hasta dejarle casi muerto. Espinas, latigazos, golpes, puñetazos con tal de satisfacer la inhumanidad de los victimarios; y la libre elección del pueblo entre un ladrón y un inocente. Lo correcto: Un juicio justo con testigos verdaderos nunca lo ejecutó; porque a sus ojos, Jesús no era nadie importante. Es más, empezó a verlo como un estorbo que le impedía mantener el territorio sin revueltas. Lo entregó a sus captores no sin antes desentenderse de su responsabilidad (cfr. Mt 27, 24). Como Herodes con Juan el Bautista, le tuvo más miedo al gabinete judío que, respeto a su cargo público. Prefirió quedar en bien con las autoridades, antes que ejercer justicia. No era un procurador romano honesto, después de todo.

246. Para hacer de su muerte un escarmiento, se le obligó a cargar una cruz hasta el lugar del sacrificio. Sufrió muerte en cruz, junto a dos ladrones. Adolorido por la tortura física y psicológica, presenció el llanto de su madre y amistades, al verle morir atrozmente. En medio de su dolor, no olvidó perdonar a quienes así le trataron: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen (Lc 23, 34). Cerca de la hora nona murió. No creyendo en su muerte le dieron una lanzada; algo necesario, según los sumos sacerdotes porque urgía enterrarlo. Siendo el día de la Preparación, la solemnidad no podía ser manchada con esos cuerpos insepultos.

247. Así murió Jesús: Por la sencilla razón de anunciar la Buena Nueva no con exclusividad; sino con preferencialidad. No sin razón, lamenta San Juan: La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre, viniendo a este mundo… vino a los suyos y los suyos no le recibieron (Jn 1, 9.11).

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La Palabra les dijo: No irrespeten los derechos humanos de cada ser humano; no tengan ídolos; construyan el Reino desde el ya; tengan coherencia entre fe y vida; sean fieles a Dios. Ese es el camino; y se volvió insoportable. Mas no todo estaba perdido y Jesús lo sabía. Sabía que no son los tribunales de esta tierra, donde la corrupción abunda, los que tienen la última palabra, sino Dios. Por eso dijo al Sanedrín: Verán al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo (Mc 14, 62). Creyó y nos enseñó que su martirio no era el final, sino un testimonio de fe en Dios y el inicio de la vida eterna.

248. No puedo afirmar que nuestras y nuestros mártires fueron exactamente como Él porque Jesús es el Mártir de mártires. Lo que sí puedo afirmar es que anunciaron la Buena Nueva en contextos de pobreza y marginalidad; llevaron Palabra y alimento material y espiritual a pobres, enfermos, refugiados, huérfanos, heridos, padres y madres ancianos en abandono, al ser sus hijos encarcelados, desaparecidos o asesinados; contravinieron los valores y actitudes de los oligarcas y militares del país de su época, haciendo vida las bienaventuranzas; denunciaron el pecado de idolatría al dinero, al poder, a las armas, a las organizaciones, a enfermizos nacionalismos; no por odio sino con el deseo de llamar a conversión; finalmente, celebraron con los pobres en un triple sentido: Celebraron la Palabra, celebraron la Eucaristía; y, celebraron la vida reconociendo, la bendición de Dios en las cosechas; verbigracia, la fiesta del maíz creada por el Padre Rutilio S.J., en Aguilares. Aspectos todos que llevaron a la muerte a nuestros y nuestras mártires.

4. Esteban

249. Una cosa es clara: Todos estamos llamados a dar razón de nuestra fe; pero sólo algunos reciben el don del martirio; eso sucedió con Esteban. Los apóstoles eran y son

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los primeros testigos porque conocieron directamente a Jesús; oyeron su mensaje y fueron enviados por Él. Pedro y Juan dan razón de ello a los miembros del Sanedrín; pero ninguno de los apóstoles fue el primer mártir, sino un diácono: No podemos nosotros, dejar de hablar de lo que hemos visto y oído (Hch 4, 20). Las primeras comunidades cristianas eran – como nosotros en su mayoría– testigos de fe: Oyeron y creyeron (algunos habrán visto al Maestro). Dichosos porque sin haber visto creyeron, dando testimonio, como los apóstoles lo hicieron en su momento: El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes mataron colgándolo de un madero. A este le ha exaltado Dios con su diestra como Jefe y Salvador, para conceder a Israel la conversión y el perdón de los pecados (Hch 5, 30). Nosotros, ahora tenemos el símbolo de la fe donde resumimos en qué creemos y qué esperamos; pero en aquél momento ese fue el testimonio que Esteban dio.

250. Esteban fue nombrado diácono junto con otros seis jóvenes asignándoseles, la misión de servir a las mesas (cfr. Hch 6, 2); mientras los apóstoles se dedicaban a la oración y la palabra. Era un hombre lleno de gracia (cfr. Hch 6, 8). Nada malo hacía. Su vida estaba dedicada a la oración y al servicio: Realizaba grandes prodigios y signos entre el pueblo (Lc 6, 8). Un día, llegaron algunos de la sinagoga de los Libertos poniéndose a discutir con él. Viendo que nada podían porque su sabiduría era mayor, y presumiblemente, conociendo que sus acciones eran buenas, no encontraron manera de acusarle ante el sumo sacerdote. Sólo quedó buscar testigos falsos que declararan en su contra (cfr. Hch 6, 13). Las acusaciones: Hablar contra el Templo y la Ley. Esteban aprovecha el juicio para defender su fe con un largo discurso hasta que denuncia su dureza de corazón: ¡Duros de cerviz incircuncisos de corazón y de oídos! ¡Ustedes siempre ofrecen resistencia al Espíritu Santo! (Hch 7, 51). El corazón de sus enemigos, se consumía por el odio, decretando la muerte inmediata del joven.

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Arrastrado fuera de la ciudad murió lapidado (cfr. Hch 7, 58). Murió perdonando a sus enemigos; y tras su muerte inició la persecución contra los cristianos.

251. Ruiz Bueno comenta que, el primer martirio: Está ligado a la institución de los diáconos o ministros en la vida de la primitiva comunidad188; es decir, una institución dedicada al servicio. Nuestros y nuestras mártires eran servidores de los hermanos y hermanas menos privilegiadas. Ni en sus obras ni en sus palabras hallaron motivo alguno para asesinarlos. El camino, similar a los captores de Esteban, fue la difamación que los medios de información se encargaron de agigantar y perpetuar por varios años (llegando incuso hasta nuestros días). Son politiqueros, guerrilleros, subversivos, lobos con piel de oveja, dijeron; cuando en realidad, eran hombres y mujeres entregados al servicio de los más necesitados de este país, no por una opción ideológica sino por opción Evangélica.

5. Santiago el hermano de Juan

252. Con la muerte de Santiago da inicio una persecución más; empero esta vez, liderada por Herodes Agripa: El primer príncipe de la tierra que desenvainó la espada contra la Iglesia; y a espada mató a uno de los íntimos amigos de Jesús189. El autor de los Hechos de los Apóstoles no ofrece pormenores sobre su muerte: El rey Herodes echó mano a algunos de la Iglesia para maltratarlos. Hizo morir por la espada a Santiago, el hermano de Juan. Al ver que esto les gustaba a los judíos, se atrevió a prender también a Pedro (Hch 12, 1-3).

253. Las razones de su captura y muerte quedan en penumbra. Eso no significa que, no se pueda extraer algunas conclusiones. En primer lugar, el perseguidor

188. Daniel Ruiz Bueno, Actas de los mártires, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, España, 2012, p. 193. 189. Ídem, p. 200.

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pertenece a la élite política y a la clase social más alta; lo cual, significa que probablemente, el anuncio del Reino provocó alarma entre los dirigentes de la población porque trastocaba la lógica del poder, tener y ser de su reinado. En segundo lugar, dirigió la espada contra los dirigentes de la Iglesia, quizá pensando que, acabando con ellos, la Iglesia tocaría fin. Una acción lógica desde miras meramente humanas, en un rey que posiblemente, desconocía que la comunidad perseguida tenía al Hijo de Dios por fundador. La lucha no era contra un ser humano sino contra Dios (cfr. Hch 5, 39). Y, finalmente, Dios nunca ha abandonado a su Iglesia. Permitió la muerte de Esteban, permitió la primera y segunda persecución, permitió la muerte de Santiago; pero, finalmente, liberó a Pedro (Hch 12, 7). En el dolor, en la alegría, en el sufrimiento, en la persecución y en el martirio estuvo – y sigue estando – con nosotros para dar la corona de mártires; para hacer florecer la sangre derramada; o bien, protegiendo a quienes no ha llegado su hora. Actitud de Dios que nuestras y nuestros mártires no desconocían.

6. Semblanza martirial según San Pablo

254. En su Carta a los Efesios San Pablo nos legó, la figura de los hijos e hijas de la luz, cuando se disponen a combatir con los hijos e hijas de las tinieblas: Nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal que están en el aire. Por eso tomad las armas de Dios, para que puedan resistir en el día funesto, y mantenerse firmes después de haber vencido todo. Pónganse en pie, ceñida vuestra cintura con la verdad y revestidos de la justicia como coraza, calzados los pies con el celo por el Evangelio de la paz, embrazando siempre el escudo de la fe, para que puedan apagar con él todos los encendidos dardos del maligno. Tomen, también el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios, siempre en oración y súplica, (Ef 6, 12-18).

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255. La perícopa es un poco extensa; pero al aplicarla a nuestros mártires y confesores, nos es preciso aceptar que su silueta está representada ahí. En un ambiente – El Salvador – donde la mentira, la injusticia, la violencia y la idolatría a los Baales pululaban, arrebatando la vida de miles de víctimas inocentes; nuestras, nuestros confesores y mártires se revistieron con las armas de Dios. A la mentira opusieron el cinturón de la verdad; a la injusticia opusieron la coraza de la justicia; a la violencia, el Evangelio de la paz; y, a la idolatría a los Baales, el escudo de la fe donde el rostro del Dios de la vida y el traspasado-resucitado ofreciendo al Espíritu Santo a la humanidad, aparecía grabado, para detener los dardos que los hijos e hijas de las tinieblas lanzaban en defensa de sus ídolos de muerte. Unos, nuestros y nuestras mártires, cayeron valientemente, defendiendo el Reino. Su lucha no fue infructuosa. Su sangre ha sido semilla de variados frutos que presenté a ustedes, amadísimos hermanos y hermanas en la primera parte de esta Carta. Otros, nuestras y nuestros confesores, sobrevivieron para gloria de Dios. Con su espada en alto y con su escudo reluciente, nos siguen recordando – en comunión con la Iglesia – que la lucha entre el bien y el mal, no ha terminado. Es nuestra responsabilidad hacer presente el Reino desde el ya sin olvidar que la Iglesia siempre debe estar en acción y oración.

256. En una palabra: Acercarse a cada uno de los mártires extraídos del Nuevo Testamento, nos ayuda queridas hermanas y hermanos, a comprender que las figuras de nuestros y nuestras mártires no concuerdan, en lo absoluto, con las difamaciones elaboradas arteramente contra sus personas. Su vida estuvo entregada a la oración, al anuncio de la Buena Nueva, al servicio a los más pobres; a la protección y celebración de la vida; y a la protección de las libertades civiles de los pobres; y por supuesto, a la denuncia del pecado porque la Palabra que transmitían era Luz que debía disipar las tinieblas del pecado de oligarcas,

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políticos, empresarios y militares obcecados en idolatrar al poder, la riqueza y sus afectos.

III. Unas palabras sobre el martirio desde el Magisterio

257. La Iglesia, guardiana del depósito de la Fe, posee magníficos documentos que ayudan a comprender por qué podemos hablar de mártires y martirio en nuestro país. No es mi objetivo aburrir sino más bien, esclarecer si los que ofrendaron sus vidas en las décadas del setenta, ochenta y noventa pueden ser considerados mártires. Esto en vista del ataque de difamación y calumnia, perpetrado contra ellos en medios de información, cuyo origen radicaba en los medios mismos; pero también, en el aparato estatal y la elite a la cual servían. Tales documentos poseen pasajes, frases o relatos que al aplicarlos a nuestros mártires nos revelan su identidad martirial.

258. A excepción de la Didajé, escrita probablemente en el siglo I, el resto de documentos citados contienen un concepto de martirio, con connotaciones cristológicas y eclesiológicas ausente en los escritos neo testamentarios: El mártir sigue el ejemplo de Cristo, que dio la vida por sus hermanos como signo del amor más grande (y) sin la Iglesia no hay martirio: si existen mártires, es porque participan totalmente de la naturaleza de la Iglesia, que lleva en sí misma impresa la forma Christi190. No se muere sólo por predicar. Las razones del martirio trascienden hasta la identificación misma con Cristo que sella su misión con el derramamiento de sangre, de tal forma, que el mártir entrega su vida, nadie se la quita, como prueba absoluta y radical de un amor que sabe darse a todos en virtud de una convicción que es fe191. Convicción que nace, además, del conocimiento que adquiere del Evangelio: No

190. Diccionario Teológico Enciclopédico, Editorial Verbo Divino, Navarra, España, 1996. 191. Ídem, p. 602.

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muere por sí mismo, sino porque quiere atestiguar, delante de quien lo persigue, la fe que tiene en el resucitado como verdad última del sentido de su existencia192.

259. Teniendo en mente estos detalles del concepto, se hace más fácil encontrar resonancias de aquellos mártires en los nuestros. Cuestión útil para el objetivo propuesto en esta Segunda Parte de la Carta.

A. En los primeros siglos

a. La Didaché

260. Aunque es un documento muy antiguo, considero que nos es útil, en cuanto, explica que las personas tienen ante sí dos caminos. Uno de la vida, otro de la muerte. Las características de uno y otro ayudan a dilucidar cuál camino transitaron nuestros confesores y mártires.

261. El camino de la vida se rige por un solo mandamiento que condensa el Evangelio y conduce a la perfección de los hijos e hijas de Dios: En primer lugar, amarás a Dios, que te ha creado; en segundo lugar, a tu prójimo como a ti mismo. Y todo aquello que no quieres que se haga contigo, no lo hagas tú tampoco a otro193. El camino de la muerte, en cambio, es descrito como: Camino malo y lleno de maldición194; que: Siguen los perseguidores de los buenos, los aborrecedores de la verdad, los amadores de la mentira, los que no conocen el galardón de la justicia, los que no se adhieren al bien y al justo juicio, los que velan y no para el bien, sino para el mal, los que están lejos de la mansedumbre y la paciencia, amadores de la vanidad, buscadores de su paga, que no se compadecen del pobre, no sufren por el atribulado, no conocen a su Criador, matadores de sus hijos, corruptores de la imagen de Dios; los que rechazan

192. Ibíd., p. 602. 193. Daniel Ruiz Bueno, “La Didaché”, Padres Apostólicos y Apologistas griegos (S. II), Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, España, 2009, p. 81. 194. Ibíd., p. 85. 194. Ibíd., p. 85.

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al necesitado, oprimen al atribulado, abogados de los ricos, jueces injustos de los pobres, pecadores en todo!195.

262. Doctrina dura – pensarán algunos – pero llena de sabiduría. Pone en claro cómo es cada camino que el ser humano tiene ante sí, gozando de libertad suficiente, para escoger el que más guste. Uno le humanizará; mientras el otro, le deshumanizará y enemistará no solo con los hijos e hijas de Dios, sino con Dios. No es mi afán ofender, amados hermanos y hermanas; es más bien, poner ante sus ojos, el camino que nuestras y nuestros mártires siguieron. Ciertamente, no es el camino de la muerte. Lejos de ellos, el asesinar a los hijos e hijas de Dios; lejos de ellos la mentira, la hipocresía, los falsos testimonios, la codicia, la idolatría, la soberbia, la doblez de corazón, la dureza para con el pobre, la opresión; lejos de ellos la injusticia. En su corazón hubo amor para Dios, para el prójimo y nada hicieron contra sus enemigos; sino el rogar por ellos. He aquí porqué sus semblanzas al inicio. En la mayoría de los casos dejé registradas sus palabras de perdón para sus captores y asesinos; o bien, sus oraciones pidiendo la conversión de esos pobres pecadores. Fueron perseguidos y asesinados por los Caínes que también son hijos de Dios, con el agravante de haber perdido el rumbo, escogiendo el camino de la muerte. Dios que es misericordioso habrá escuchado las oraciones de nuestros Abeles, permitiendo la conversión de los que han querido abandonar camino tan tétrico. Esperemos que todos los que todavía caminan en tinieblas odiando esa sangre martirial, se arrepientan y reconozcan que a los que así persiguieron y mataron, eran inocentes. Confesores y mártires (lo afirmamos sin temor) no recorrieron el camino de la muerte. Recorrieron el camino único de la vida, el cual, desemboca, en el torrente de amor del Dios de la vida.

195. Ibíd., p. 85.

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b. Cartas y apologías

263. Durante los años de persecución, las comunidades cristianas de los primeros siglos, no esperaban el martirio de manera pasiva. Escribían documentos – apologías – defendiendo su fe; o cartas donde se animaban mutuamente a soportar el martirio con valentía.

264. San Justino mártir fue uno de los que escribió en defensa del cristianismo. En su Apología I expone, a la vez que rebate, las razones por las cuales eran conducidos al martirio. Razones que resuenan en nuestras y nuestros mártires, con la enorme diferencia de los perseguidores. En primer lugar, Justino denuncia que los cristianos son martirizados por causa del nombre: Con solo que un acusado niegue de lengua ser cristiano, le ponéis en libertad, como quien no tiene otro crimen de que acusarle; pero el que confiesa que lo es, por la sola confesión le castigáis… lo que se debiera hacer es examinar la vida…196. Escena repetida en El Salvador siglos después. Ser católico, portar una Biblia, celebrar la misa era motivo suficiente para ser perseguido, torturado, encarcelado, desaparecido o asesinado. En segundo lugar, Justino protesta por la acusación de ateísmo, aclarando: Confesamos ser ateos; pero no respecto del Dios verdaderísimo, padre de la justicia y de la castidad y de las demás virtudes, en quien no hay mezcla de maldad alguna197. A nuestras y nuestros mártires, se les acusó de ser comunistas; es decir, ateos; cuando, recurriendo a la paráfrasis de Justino, podríamos concluir, que eran ateos de los dioses del poder, la riqueza, las organizaciones, los afectos desordenados. No eran ateos del Dios verdadero, Padre de la vida, la justicia, la verdad, la misericordia; y demás virtudes.

196. Daniel Ruiz Bueno, “Apología I”, Padres Apostólicos y Apologistas griegos (S. II), Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, España, 2009, p. 1020. 197. Ídem, p. 1022.

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265. La tercera acusación, que Justino denuncia y rebate, es la de ser malos súbditos del imperio por no rendir culto al Cesar: Solo a Dios adoramos, pero en todo lo demás os servimos a vosotros con gusto, confesando que sois emperadores y gobernantes de los hombres198. En nuestro país, se gritaba al aire o se lanzaban papeles conteniendo la frase: Haz patria, mata a un sacerdote o mata a una religiosa, entre otras. La verdad exige aclarar como Justino, que nuestras y nuestros mártires eran buenos ciudadanos cumpliendo lo que la Constitución Gaudium et spes, manda: Cultiven los ciudadanos con magnanimidad y lealtad el amor a la patria, pero sin estrechez de espíritu (n. 75). Velaban por el bien común atendiendo a los más pobres a través de instituciones benéficas que aportaban alimentos, medicinas o educación. En las semblanzas de los mártires hemos visto como algunos y algunas de ellos se atrevieron a rogar a las autoridades nacionales o internacionales – según sea el caso – por el cuidado del bien común; otros fueron ante las autoridades correspondientes a aclarar cuál era su trabajo en la Iglesia. Lastimosamente, fueron desoídos, malinterpretados, y asesinados.

266. Atenágoras – uno de los Padres apologistas griegos – por su parte, en la Legación en favor de los cristianos que escribió, denuncia que, los cristianos son acusados de asesinos. Calumnia imposible de comprobar: Si se les pregunta si han visto lo que propalan, nadie hay tan sinvergüenza que diga que los ha visto199. En nuestro tiempo, se acusó a nuestras y nuestros mártires de ser promotores de violencia. Ejemplo, el Padre Octavio Ortiz. Afirmaron que el Padre se había resistido haciendo uso de armas. O, el caso de los Padres jesuitas de quienes se dijo almacenaban armamento. ¿Cómo creer una acusación de tal envergadura? Los Padres trabajaban

198. Ibíd., p. 1031. 199. Daniel Ruiz Bueno, “Legación en favor de los cristianos”, Padres Apostólicos y Apologistas griegos (S. II), Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, España, 2009, p. 1386.

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por la paz, analizaban la forma de acabar con la guerra, abogaban por el diálogo. El Padre Ortiz daba formación catequética a jóvenes obreros y estudiantes, llamados a ser agentes de pastoral y catequistas. Si a los acusadores se les hubieran pedido pruebas demostrando la veracidad de su acusación no habrían sabido responder.

267. Esas fueron las acusaciones aquí vertidas que les llevaron a la muerte. En su conjunto sólo son un cúmulo de acusaciones falsas que hace de ellas y ellos verdaderos mártires.

c. Un hermoso cuadro martirial

268. En el siglo III de la Era cristiana, nació uno de los más grandes santos y mártires de nuestra historia: San Cecilio Cipriano, obispo y mártir. Cartago fue su patria de nacimiento y la tierra que le vio morir martirizado. Provenía de una familia adinerada y acomodada, con solvencia suficiente para obtener una formación clásica de calidad hasta convertirse en maestro de retórica. Alrededor de los años 245 ó 248 recibió el bautismo cristiano observándose en él una conversión sin tacha que le llevó a ser obispo y mártir.

269. Una vez bautizado, nos dirá el primero de sus biógrafos200, comenzó un estudio profundo de la Palabra, a través de la cual, descubrió que Jesús invitaba a los suyos a optar por la pobreza evangélica. De inmediato: Vendiendo sus bienes y repartiendo casi todo el precio para sustento de muchos pobres, juntó en uno dos cosas excelentes: despreció la ambición del mundo, que es lo más pernicioso que existe, y ejercitó la misericordia, que Dios prefiere a los sacrificios que a Él mismo se le ofrecen201. Un noble sacrificio para una persona acostumbrada a vivir en medio de lujos, prodigalidades y

200. Diacono Poncio, en: Daniel Ruiz Bueno, “Vida y martirio de San Cipriano”, Actas de los mártires, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, España, 2012, p. 597. 201. Ídem, p. 597.

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excesos. Colocó a los pobres, marginados y excluidos en lugar privilegiado: Su casa estuvo abierta a todo el que llegaba, ninguna viuda se retiró con el seno vacío, nadie que necesitara luz, no le tuvo por guía en su camino; nadie, débil en su paso, no le tuvo por báculo; nadie, desnudo de auxilio ante el poderoso, no fue por él protegido. Esto – decía Cipriano -deben hacer los que desean agradar a Dios202.

270. Ejercitó su misericordia de manera loable. Viéndose la población afectada por la peste que azotó por esos días; el corazón de Cipriano se conmovió por los enfermos que yacían en las calles. Ni amigos ni familiares querían atenderlos. Preferían lanzarlos fuera de sus casas, creyendo que, de esa forma, se librarían de la muerte. Cipriano negándose a ver tan cruel trato para con los queridos de Dios, instó a los suyos a ser misericordiosos: Sin pérdida de tiempo, se distribuyeron los oficios conforme a la calidad de los hombres y las posibilidades de cada uno. Muchos que por su pobreza no podían aportar socorros, daban algo que valía más que todo socorro, pues, con su trabajo personal prestaban un servicio más precioso que todas las riquezas203. Pasada la terrible calamidad, las autoridades no agradecieron el noble gesto de Cipriano; y su pasión martirial dio inicio, hasta desembocar en su glorioso martirio. El procónsul Paterno le hizo comparecer ante él con dos intenciones. Primero, le pide postrarse ante los dioses romanos a lo que se negó rotundamente, declarando su fe en un sólo Dios: Yo soy cristiano y obispo, y no conozco otros dioses sino al sólo y verdadero Dios, que hizo el cielo y la tierra y cuanto en ellos se contiene204. La respuesta malquistó al procónsul e inmediatamente decretó destierro a la ciudad de Curubis. Nada respondió el obispo. Ni una queja ni un ruego: Marcharé, contestó sin titubeos. Nunca fue amigo

202. Ídem, p. 599. 203. Ibíd., p. 604 204. Ídem, p. 619.

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de idolatrías: Enemigo fue de los dioses, pues mandaba que se destruyeran sus simulacros205. No satisfecho con echarle de la ciudad, Paterno quiso hacer de Cipriano un delator, descubriendo la identidad y residencia de los presbíteros a su cargo. Las leyes no le eran ajenas, por lo que supo defenderse acertadamente: Con buen acuerdo y en común utilidad habéis prohibido en vuestras leyes la delación; por lo tanto, yo no puedo descubrirlos ni delatarlos206.

271. El procónsul Paterno informó a Cipriano, después de sus intentos fallidos que, toda reunión quedaba prohibida. Desobedecer el mandato era sinónimo de muerte. Tampoco a esto protestó. El destierro tocó fin, por orden del procónsul Galerio Máximo quien le hizo regresar para darle pronta muerte, esperando que, al ver morir a tan alto dignatario, el resto de cristianos abandonaría la Iglesia: Tú servirás de escarmiento a quienes juntaste para tu maldad, y con tu sangre quedará sancionada la ley207. Al escuchar la sentencia de morir pasado a filo de espada, únicamente respondió: ¡Gracias a Dios! Tras su muerte algunos criticaron a San Cipriano por su polémica actitud referente al bautismo de herejes; pero, San Agustín hizo – y nos hace – comprender que ante el martirio las razones se estrellan: Si algo hubo que podar en esta viña feraz, el martirio la mondó suficientemente208.

272. Hermoso testimonio queridas hermanas, queridos hermanos; hermoso testimonio que nos hace pensar en nuestras y nuestros mártires, en quienes la vida y martirio de Cipriano resuena con fuerza. También ellos, optaron por la pobreza evangélica, añadiendo desde la visión del Concilio Vaticano II, Medellín y Puebla, la opción preferencial por el pobre. Despreciaron la riqueza no porque sea mala. La riqueza es buena. Su bondad o maldad

205. Ídem, p. 611. 206. Ídem, p. 619. 207. Ibíd., p. 621. 208. Ídem, p. 618.

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depende de quien la usa. San Agustín al comentar la opción de San Cipriano, alaba su despreció por la riqueza; pero, a su vez, alaba la bondad que con ella produjo: Detrás de ti ha de ir el oro, no tú tras el oro. Porque bueno es el oro, ya que nada malo fue por Dios creado… mirad, yo pongo el oro entre el bueno y el malo. Tómelo el malo: los pobres son oprimidos, los jueces corrompidos; se pervierten las leyes, las cosas humanas se perturban. ¿por qué todo eso? Porque tomó el oro el malo. Tómelo el bueno: se da de comer a los pobres, se visten los desnudos, se liberan los oprimidos, se redimen los cautivos209. Nuestros mártires y confesores lo dejaron todo, y aquello que poseían como miembros de la Iglesia, lo usaron para bien de los más pobres, de los desplazados, de los violentados, de los oprimidos, de los enfermos, de los silenciados, del pueblo crucificado. Como San Cipriano vistieron al desnudo, cuidaron de la viuda y el huérfano, dieron de comer al hambriento, fueron voz de los sin voz denunciando ante las autoridades correspondientes los abusos de poder, cometidos en su contra, consolaron al que lloraba, enseñaron al que no sabía, y más obras, que podrían ponderarse.

273. Varios de ellos fueron conminados a sufrir exilio; otros fueron usados para escarmiento de sus hermanas y hermanos. El caso del Padre Nicolás, el Padre Rutilio, Mons. Romero, y otros fueron usados en este sentido; más para gloria de Dios, como dijo la mártir Santa Perpetua para animar a los suyos: Manteneos firmes en la fe y amaos los unos a los otros, y no os escandalicéis de nuestros sufrimientos210. La Iglesia no se escandalizó; siguió dando su sangre hasta que la dura persecución rayó fin, contándose entre ellos,

209. Daniel Ruiz Bueno, “Cinco sermones de San Agustín”, Actas de los mártires, op. cit., p. 632. 210. Daniel Ruiz Bueno, “Martirio de las Santas Perpetua y Felicidad”, Actas de los mártires, op. cit., 2012, p. 385.

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laicos, laicas, religiosas, seminaristas, sacerdotes y obispos mártires. Sus enemigos quisieron doblegarlos a caer bajo la tentación de servir a los ídolos del poder, la riqueza y los afectos desordenados. No cayeron. En su lugar denunciaron los estragos que esos baales estaban provocando entre los más pobres de los pobres. Amenazados por las autoridades, no dejaron de celebrar la Eucaristía, o celebrar la Palabra, la gente perseveró. Quizá algunos se retiraron; pero, muchos siguieron confesando su fe. Los confesores, que nos alegra tener aún entre nosotros en plena comunión con la Iglesia, pueden dar testimonio de estas acciones.

274. Nuestros mártires murieron como San Cipriano, dando gracias a Dios porque sabían que con su muerte iban a confirmar en la fe al resto de hermanos y hermanas; haciéndoles ver que otra realidad humana es posible, siempre y cuando tengamos fe en el Cristo resucitado. Para terminar, quiero mencionar que, al igual que San Cipriano en su tiempo, nuestros y nuestras mártires encontraron voces contrarias, resaltando defectos de carácter o formas de pensar distintas. Pero, tras sus muertes en testimonio de la fe, sólo queda decir con San Agustín: Si algo hubo que podar en esta viña feraz, el martirio la mondó suficientemente.

B. En años posteriores

275. En esta reflexión y análisis sobre el martirio de nuestras y nuestros hermanos desde la Palabra y textos de la Tradición y el Magisterio, no puede faltar el Angélico Padre Santo Tomás de Aquino. Su enseñanza responde categóricamente a todas aquellas personas que acusan a los mártires de nuestra Iglesia martirial, de no haber evitado su muerte. Me son conocidas esas opiniones donde algunos sostienen que fue tozudez de ellos, el no haber salido del país. Eso es falso.

276. Acallando las voces que osan comparar al mártir con el suicida o con el temerario que arriesga su vida

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peligrosamente211, Santo Tomás de Aquino, expone: Pertenece a la razón del martirio mantenerse firme en la verdad y en la justicia contra los ataques de los perseguidores. Por tanto, es evidente que el martirio es un acto de virtud212. Se trataría, pues, no de un acto de tozudez ni de irracionalidad ni de temeridad sino, un acto de virtud. Y no cualquier virtud, sino, la virtud cardinal de la fortaleza, por lo que asegura: El hombre no expone su persona a los peligros de muerte si no es por conservar la justicia213. Si esto es así, nos dice el Angélico, el martirio es un acto de fortaleza que confirma en el bien al mártir: En el martirio el hombre es confirmado sólidamente en el bien de la virtud, al no abandonar la fe y la justicia por los peligros inminentes de muerte214. Nuestras y nuestros mártires al no abandonar el país, estaban impulsados por el Espíritu Santo que infundía en ellos la virtud de la fortaleza, con la cual resistieron el embate promovido por el aparato represor del Estado.

277. Estaban claros que los motivos para no irse del país, era su amor por el pueblo pobre en cuyo rostro miraban retratado a Cristo sufriente; amor que no nacía de convicciones ideológicas sino únicamente, de su fe en el Evangelio donde la opción por el pobre y la pobreza evangélica son la opción de Cristo, ergo, la opción de Dios. Justamente ese amor testimoniado por su amor a los pobres, violentados, oprimidos en quien miraban a Dios, es el mandato que Dios quiere que sus hijos e hijas, obedezcan: Si uno dice que ama a Dios mientras odia, a su hermano, miente; porque si no ama al hermano a quien ve, no puede amar a Dios a

211. Sería el caso, dirán algunos, de nuestros mártires que fueron asesinados por no pensar cuerdamente en abandonar el país cuando vieron que la situación iba cada vez más álgida. 212. Santo Tomas de Aquino, Suma de Teología IV, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, España, 2009, STh, II-II, q. 124, a. 1. 213. Santo Tomás, STh, II-II, q. 123, a. 12. 214. Santo Tomás. STh, II-II, q. 124, a. 2.

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quien no ve (Jn 4, 20). Era un amor referenciado en el amor a Dios. Y, por ese amor, el martirio en nuestras hermanas y nuestros hermanos matados, se convierte, de acuerdo a Santo Tomás, en un acto de perfección; el mayor acto de perfección: Parece claro que el martirio es, entre los demás actos humanos, el más perfecto en su género, como signo de máxima caridad, conforme a las palabras de San Juan (15,13): Nadie tiene mayor amor que el dar uno la vida por sus amigos215, y antes ha dicho: el martirio es… el que más demuestra la perfección de la caridad, ya que se demuestra tener tanto mayor amor a una cosa cuando por ella se desprecia lo más amado y se elige sufrir lo que más se odia216. Y: ¿Qué es lo que más se ama si no la vida? y, ¿Qué lo que más se odia si no la muerte? Pese a esa aversión, ellos y ellas, la eligieron.

278. Más como no sólo era por amor, aunque este sea el motor primario o la virtud operante217, como él la llama, también, está implícita la obediencia que provee de cierto carácter cristológico al martirio, por lo que: El martirio abarca lo que puede haber de sumo en la obediencia, es decir, el ser obediente hasta la muerte, como se nos dice de Cristo en Flp 2,8: que se hizo obediente hasta la muerte. Por tanto, queda claro que el martirio del suyo es más perfecto que la simple obediencia en absoluto218, pudiéndose, entonces, concluir con el Angélico Padre que: Uno es de Cristo no sólo por tener fe en Cristo, sino también porque realiza las obras virtuosas movido por el Espíritu de Cristo219. De tal forma que nuestras y nuestros mártires, con su muerte realizaron el acto de perfección, por la virtud de la caridad, la fortaleza, la fe y la obediencia. Que nadie repita que fue por acto de irracionalidad porque no es así. Murieron por mantenerse firmes ante la verdad y la justicia en medio de la persecución.

215. Santo Tomás. STh, II-II, q. 124, a. 3. 216. Santo Tomás, STh, II-II, q. 124, a. 3. 217. Santo Tomás, STh, II-II, q. 124, a. 2. 218. Santo Tomás, STh, II-II, q. 124, a. 3. 219. Santo Tomás, STh, II-II, q. 124, a. 5.

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C. En el siglo XX

279. Haré referencia tanto al Magisterio universal como al Magisterio Latinoamericano, terminando con nuestro amadísimo Beato Monseñor Oscar Arnulfo Romero, que teologizó el tema martirial, adaptándolo a la situación de persecución que la Iglesia sufría por esos años; convirtiéndose con sus escritos en otro San Cipriano. Denunciaba las causas de la persecución; animaba a perseverar en la fe; invitaba a los perseguidores a la conversión, otorgándoles el perdón; y más.

1. El Concilio Vaticano II

280. Los Padres Conciliares reflexionaron profundamente sobre la misión de la Iglesia, en un siglo alucinado por el desarrollo de la tecnología, la ciencia y un antropocentrismo anulatorio de la existencia de Dios, concluyendo que: Enviada por Dios a las gentes para ser sacramento universal de salvación, la Iglesia, por exigencia radical de su catolicidad, obediente al mandato de su Fundador, se esfuerza en anunciar el Evangelio a todos los hombres. Los mismos Apóstoles, en quienes la Iglesia ha sido fundada, siguiendo las huellas de Cristo, predicaron la palabra de la verdad y engendraron las Iglesias. Sus sucesores están obligados a perpetuar esta obra, a fin de que la palabra de Dios se difunda y glorifique y el reino de Dios sea anunciado y establecido en toda la tierra (AG 1). Para que no quedaran dudas, los padres obispos reunidos en el Concilio, detallaron numerales después, en qué consiste seguir, las huellas de Cristo: La Iglesia… debe caminar por el mismo sendero que Cristo; es decir, por el sendero de la pobreza, la obediencia, el servicio y la inmolación propia hasta la muerte, de la que surgió victorioso por su resurrección. Porque así caminaron en la esperanza todos los apóstoles, que con sus múltiples tribulaciones y sufrimientos completaron lo que falta a la pasión de Cristo en provecho de su Cuerpo, que es la Iglesia. Muchas veces fue también semilla la sangre de los cristianos (AG 5).

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281. Nada más podemos esperar como seguidores de Cristo. Las comodidades, el fausto, los títulos, los roces con grandes personalidades, no son lo propio de los seguidores de Cristo. Seguir a Cristo es tomar su cruz; es ponerse en camino cargando con ella; es optar por quienes el optó: los pobres; con la conciencia clara de que, optar por ellos es muchas veces cargar con su cruz. Es negarse a sí mismos; es ser el último de todos; ser el servidor de los demás; y como resultado final, es inmolarse completando lo que falta a la pasión de Cristo, con la certeza de recibir el Reino (cfr. Lc 22, 29); y la certeza de que, nuestra sangre será semilla de cristianos y cristianas. Esto fue lo que comprendieron nuestras y nuestros mártires que en nada se opusieron al Magisterio, siendo, por el contrario, hijas e hijos del Magisterio.

282. Fue la voz de nuestros Padres Conciliares la que urgió a nuestras y nuestros mártires a optar por los pobres y a tener en cuenta todo lo que a la dignidad del ser humano se refiere220. De lo primero afirmaron: Ante todo debe volar nuestra alma hacia los más humildes, los más pobres, los más débiles, e imitando a Cristo, hemos de compadecernos de las turbas oprimidas por el hambre, por la miseria, por la ignorancia, poniendo constantemente ante nuestros ojos a quienes, por falta de los medios necesarios, no han alcanzado todavía una condición de vida digna del ser humano221. De lo segundo reconocieron: La Iglesia es absolutamente necesaria al mundo de hoy, para denunciar las injusticias y las indignas desigualdades, para restaurar el verdadero orden de las cosas y los bienes, de tal forma que, según los principios del Evangelio, la vida del hombre llegue a ser más humana222.

220. Mensaje de los Padres Conciliares a todos los hombres, 20 de octubre de 1962. 221. Ibíd., n. 9. 222. Ibíd., n. 13.

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283. Sus palabras eran un “no” a una fe desencarnada, de lo cual advirtieron a aquellas personas, grupos o asociaciones que se conforman con la oración, la misa o la celebración de sacramentos sin incidencia en el mundo: El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época (GS 43). Sería ser levadura que no fermenta. No hermanos y hermanas: La fe todo lo ilumina con nueva luz y manifiesta el plan divino sobre la entera vocación del hombre. Por ello orienta la mente hacia soluciones plenamente humanas (GS 11). La fe es luz que ilumina todo campo, ciencia, tecnología, todo logro o retroceso; en fin, toda realidad humana. Es cierto que la fe, es: Garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven (Hb 11, 1); pero, es más que eso; es luz que lo penetra todo para humanizarlo, para cristianizarlo. Una fe de la que, como reconocieron los Padres Conciliares: Numerosos mártires dieron y dan preclaro testimonio (GS 21).

284. En pocas palabras: No escapó a los ojos de los Padres conciliares, que la misión de la Iglesia así entendida, ha provocado siempre; y seguirá provocando, persecución. No fue desconocido, esta situación para nuestras y nuestros mártires. Lo aceptaron con la obediencia y alegría propia del que se sabe enviado; y en un acto de virtud, se convirtieron en levadura que todo lo fermenta, esperando como el dueño de la viña, a que serían respetados (cfr. Lc 20, 9-19); más no fue así, los viñadores se dijeron: Vamos a matarlos para quedarnos con la finca. Los echaron fuera de la finca y los mataron (cfr. Lc 20, 14) sin sospechar los viñadores, que las piedras que desecharon los arquitectos son ahora las piedras angulares de la Iglesia martirial de El Salvador (cfr. Lc 20, 17). ¡Sí! Nuestras y nuestros mártires son verdaderas y verdaderos hijas e hijos del Magisterio de nuestra Santa Madre Iglesia. ¡Son testigos verdaderos de la fe!

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2. Los Documentos del CELAM223

285. El Documento de Medellín tanto como el Documento de Santo Domingo no emiten palabra alguna sobre el martirio, los mártires o confesores. Silencio operado por distintas razones. En cuanto al Documento de Medellín, era obvio que no emitiera palabra alguna, sobre nuestras/nuestros mártires/ porque jamás pensaron los obispos reunidos en Colombia que, sus posibles temores o sospechas de que el anuncio de la Buena Nueva pudiera despertar una persecución, se volvieran realidad.

286. Pienso y reitero que, la persecución, pudo ser una sospecha en ellos; pero nunca creyeron que tomaría cuerpo, especialmente en Latinoamérica. Eran, en su opinión, sociedades cristianizadas. Pese a su silencio natural del tema martirial, contiene los motores que impulsaron a nuestras y nuestros mártires a trabajar por el Reino. Es la prueba fehaciente de que no se trabajó por cuenta propia. Se hizo bajo los lineamientos del Magisterio dictado por el Espíritu Santo. Algo he mencionado de Medellín en la Primera Parte por lo que omitiré hacerlo aquí, por razones de espacio.

287. El Documento de Santo Domingo es una historia distinta. Dicha Conferencia tomó lugar en 1992, y guardó un silencio cuestionado, sobre el tema martirial. Un significativo número de Obispos, sacerdotes, religiosas, religiosos, seminaristas, catequistas, agentes de pastoral y miembros del pueblo de Dios habían ofrendado su vida, para cuando esta conferencia tomó lugar, ofreciendo a los ojos de todos, un valioso testimonio de fe. Desconozco las razones de tal silenciamiento. Pienso que hubo un silenciamiento, nunca mal intencionado. Que se trató del deseo de los Obispos de omitir un tema que, ya había producido demasiado derramamiento de sangre. En otras

223. Siglas para: Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.

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palabras, no pretendo justificar yerros si los hubo; pero quiero creer que no hubo mala intención al silenciar las pérdidas de valiosas vidas. Quiero creer, que silenciaron el tema por temor a que la persecución se recrudeciera aún más. La dureza de los gobiernos dictatoriales, militaristas en otros; sólo había demostrado a la Iglesia, que la evangelización no había penetrado lo suficiente en las personas que dirigían nuestras naciones. Faltaba mucho por hacer; y creo que fue por ello, que Santo Domingo centró su mirada en la nueva evangelización.

288. A veinticinco años de ocurrida esta Conferencia, es justo y necesario aceptar que tal silenciamiento nunca debió haber ocurrido. Silenciar un tema crucial, sirvió para legitimar las calumnias, difamaciones y mentiras vertidas contra mártires y confesores; por parte de los perseguidores. Es una sombra que debemos procurar no repetir nunca más; sin emitir por supuesto, un juicio condenatorio ante tal hecho. Seguro estoy, que nuestras y nuestros mártires nos han perdonado este error; y nos animan a continuar adelante. Si hago esta aclaración es porque parecerá a algunos que he omitido Santo Domingo en tema tan crucial. No es así. Una razón de peso existe detrás de todo; y me detendré un poco más en los Documentos de Puebla y Aparecida.

2.1. Puebla

289. Puebla analizó, aunque sea indirectamente, el martirio; lo cual hizo esperable, que Santo Domingo adelantará un paso. En su lugar, dio un paso atrás, dando pie a las críticas que ya he mencionado.

290. La Conferencia Episcopal de Puebla tuvo lugar en 1979. Momento histórico que registraba un importante número de mártires en distintos países de la región latinoamericana. Sin embargo, tengo el atrevimiento de sospechar que los Obispos allí reunidos, no quisieron usar

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términos como martirio, mártir, confesor o persecución, por prudencia. Los gobiernos de turno habían demostrado ser irracionales y sanguinarios. Bastaba un poco de racionalidad para comprender que la brutalidad con que trataban al pueblo era propia de un ser humano no humano sino, deshumanizado completamente. No había forma, ni la hubo, de hacerles comprender, por un lado, que el malestar social era producto de la injusta distribución de la riqueza. Problema que, con buenos proyectos sociales, una más equitativa distribución de la riqueza y un poco de diálogo hubiera contenido la andanada de violencia que azotó a no pocos países de la región. Por otro lado, que la Iglesia había optado por el pobre no por cuestiones ideológicas sino por mandato jesuánico; y, que las denuncias contra las injusticias era no un juicio condenatorio en contra de las oligarquías sino, un llamado a la conversión. Estaban completamente cegados, como Herodes o Saúl que, por miedo a perder sus reinos, no encontraron otra salida, más que el asesinato.

291. Imagino que, hablar de martirio hubiera sido un acto de provocación mayor para personas enfocadas en salvaguardar sus intereses económicos y el poder político, inclusive, a costa de la vida de inocentes. Pese a este silencio, los Obispos en Puebla, reconocieron indirectamente que había persecución contra la Iglesia: La denuncia profética de la Iglesia y sus compromisos concretos con el pobre le han traído, en no pocos casos, persecuciones y vejaciones de diversa índole: los mismos pobres han sido las primeras víctimas de dichas vejaciones (1138). Se lee, pues, que la Iglesia era perseguida por opciones que partían del Evangelio y Magisterio. Las ideologías del momento no fueron ni siquiera mencionadas porque no atañían a la Iglesia, como los perseguidores lo hicieron ver; cuestión ilustrada numerales antes, cuando sin usar el término mártir, confesor o martirio, aceptaron que la Iglesia

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moría por dar testimonio de su fe: Es admirable y alentador comprobar el espíritu de sacrificio y abnegación con que muchos pastores ejercen su ministerio en servicio del Evangelio, sea en la predicación, sea en la celebración de los sacramentos o en defensa de la dignidad humana, afrontando la soledad, el aislamiento, la incomprensión y, a veces, la persecución y la muerte (668); y lo más alentador es que, aceptaron que esas muertes no eran – ni serían jamás – infructuosas sino, como en las primeras comunidades de los primeros siglos, producía frutos a la Iglesia y al Reino.

292. Además, fundieron las muertes de la década del setenta, con la Iglesia martirial de la conquista y coloniaje de nuestro continente: El ancho camino común del Pueblo de Dios ya está abierto y recorrido por Cristo y por los santos, especialmente los santos de nuestra América Latina: Los que murieron defendiendo la integridad de la fe y la libertad de la Iglesia, sirviendo a los pobres, a los indios, a los esclavos. También los que alcanzaron las más altas cumbres de la contemplación. Ellos caminan con nosotros. Nos ayudan con su intercesión (265). Ser peregrinos comporta siempre una cuota inevitable de inseguridad y riesgo. Ella se acrecienta por la conciencia de nuestra debilidad y nuestro pecado. Es parte del diario morir en Cristo. La fe nos permite asumirlo con esperanza Pascual. Los últimos diez años han sido violentos en nuestro continente. Pero caminamos seguros de que el Señor sabrá convertir el dolor, la sangre y la muerte que en el camino de la historia van dejando nuestros pueblos y nuestra Iglesia, en semillas de resurrección para América Latina. Nos reconforta el Espíritu y la Madre fiel, siempre presentes en la marcha del Pueblo de Dios (266).

293. Reconocieron los Obispos que, el continente latinoamericano había recibido en su tierra sangre de mártires (aunque con un lenguaje indirecto), entre los que figuran los nuestros; y es por ello, que me atrevo a afirmar con confianza que nuestros sacerdotes, religiosos, religiosas, obispos, laicos, laicas y seminaristas son

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mártires y confesores; y no, politiqueros o ideologizados. Mártires por el Evangelio y Magisterio que, ahora dan frutos, confesores en comunión con la Iglesia que, animan a continuar tras las huellas del Maestro, el Mártir en Plenitud.

2.2. Aparecida

294. Los Documentos de Aparecida no son abundantes, en lo que al tema del martirio se refiere. Sin embargo, creo que su misión especial, con respecto al tema, fue lanzar la iniciativa o invitación a los Obispos de cada país, de recordar a quienes cayeron a lo largo de la persecución contra la Iglesia; o bien, recoger la documentación pertinente si no existía: Queremos recordar el testimonio valiente de nuestros santos y santas, y de quienes, aun sin haber sido canonizados, han vivido con radicalidad el evangelio y han ofrendado su vida por Cristo, por la Iglesia y por su pueblo (98). Trozo que ya había mencionado en la introducción de esta Carta Pastoral.

295. Empero, si se lamenta mayor tratamiento del tema, se descubre en el documento, un aporte valioso donde se evidencia que las muertes de laicos, laicas, religiosas, religiosos, seminaristas, sacerdotes y obispos, se debe a que tuvieron un encuentro con Jesucristo. Un encuentro en un lugar que sus perseguidores y perseguidoras no supieron ver, cegados como estaban, por los ídolos del poder, la riqueza y los afectos desordenados. Los Obispos nos dan una lista de los lugares de encuentro con Cristo, entre los que se menciona el lugar donde nuestras/nuestros mártires le encontraron: Lo encontramos de un modo especial en los pobres, afligidos y enfermos (cf. Mt 25, 37-40), que reclaman nuestro compromiso y nos dan testimonio de fe, paciencia en el sufrimiento y constante lucha para seguir viviendo. ¡Cuántas veces los pobres y los que sufren realmente

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nos evangelizan! (257). Es hermoso considerar que nuestros mártires tuvieron un encuentro con Cristo en el pobre; pero el encuentro no fue unilateral. Los Obispos mencionan que, también, es posible encontrar a Cristo en: Los que dan testimonio de lucha por la justicia, por la paz y por el bien común, algunas veces llegando a entregar la propia vida, en todos los acontecimientos de la vida de nuestros pueblos, que nos invitan a buscar un mundo más justo y más fraterno, en toda realidad humana, cuyos límites a veces nos duelen y agobian (256). En nuestro caso, ¿Quiénes son los que lucharon por la justicia, la paz y el bien común? Nuestros mártires y confesores. El encuentro, entonces, fue bilateral. La Iglesia martirial encontró a Cristo en los pobres; y los pobres, encontraron a Cristo en la Iglesia martirial que había optado por ellos con preferencialidad. Con mucha razón, los Obispos concluyeron que: En el reconocimiento de esta presencia y cercanía, y en la defensa de los derechos de los excluidos se juega la fidelidad de la Iglesia a Jesucristo (257).

296. ¡Que hermosa frase con la que, los Obispos terminan! Si hermanas y hermanos míos, en el reconocimiento de esa presencia y cercanía de Cristo en los pobres, en la defensa de los derechos de los excluidos, allí, allí, se juega la fidelidad de la Iglesia a Jesucristo; porque es allí donde las fuerzas del mal, atacan con toda su perversidad a los hijos de la luz, como el Maligno atacó a Jesús en el desierto. Es la misma lucha que no tiene otro final, en muchas ocasiones, que la muerte en cruz como sucedió con nuestra Iglesia martirial.

3. Mons. Romero y las actas de los mártires salvadoreños

297. Monseñor Romero es el Obispo y mártir de nuestra época que – cuál otro San Cipriano – se encargó de legarnos, las actas de los primeros mártires salvadoreños en las que, se constata antes que nada la existencia de persecución

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contra la Iglesia, aun cuando muchos quisieron negarla224. Describe, además, cómo se concibe el martirio y cuáles fueron las causas de la persecución; felicita a los que resisten el ataque de los hijos e hijas de las tinieblas; anima al resto a que persevere, a resistir en la fe y a dejar de lado, el miedo, frente a la esperanza de la resurrección.

298. Desde su primer año como Arzobispo metropolitano; y con la dolorosa pérdida del Padre Rutilio Grande, Mons. Romero comprendió que los ataques contra la Iglesia, eran en sí mismos, un ataque contra la fe que ésta promulga: Porque no adoraban a los emperadores, muchos cristianos murieron mártires porque siempre es la causa del martirio; como cuando Cristo se confiesa que Él es Dios, entonces es cuando los sacerdotes del templo rasgan las vestiduras y dicen: Ha blasfemado, es reo de muerte… La lucha de la Iglesia es precisamente esta: mantener, frente a los poderes de la tierra, la única majestad de Dios. Y por esa defensa de Dios en la tierra son tenidos por subversivos y los persiguen y los denuncian225. Las denuncias ejercidas por la Iglesia contra los poderes de este mundo – político, económico, injusto, armamentista – disgustó a quienes se lucraban de ellos. Sacrificaban al pueblo a la forma antigua y a la forma moderna, aunque

224. Incluso miembros de la Iglesia. Uno de ellos fue Mons. Revelo, mencionado dos veces por Mons. Romero en una de sus homilías donde lamenta sus declaraciones a medios de información, desvirtuando a catequistas y sacerdotes. Radio Vaticano, no pudo dejar de comentar la actitud del Obispo: La intervención de monseñor Revelo ha resultado desconcertante puesto que parece contradecir o no reconocer el genuino, valiente y aun heroico apostolado que están desarrollando muchos sacerdotes y catequistas en El Salvador, un apostolado que se desarrolla en el campo y que ciertamente no parece tan fácil cuando existen incluso amenazas de muerte, expulsiones y aun martirio, como el del padre Rutilio Grande. En: Mons. Oscar A. Romero, “La Iglesia de la promoción integral, Vigesimoctavo domingo del Tiempo Ordinario. 9 de octubre de 1977”, Homilías. Tomo I, UCA Editores, San Salvador, 2005, p. 379. 225. Mons. Oscar A. Romero, “San Miguel Arcángel y la lucha de la Iglesia. Fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. 29 de septiembre de 1977”, Homilías, Tomo I, UCA Editores, San Salvador, 2005, p. 356.

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lo negaran. Quizá evitando ofenderlos Monseñor Romero no se los detalló; empero, nosotros a cuarenta años del martirio del Padre Rutilio, los leemos y vemos entrelíneas.

299. Sacrificaban al pueblo, a sus ídolos a la manera antigua por medio de los asesinatos en sus variadas formas. A la moderna por medio de la tortura, la represión, la explotación laboral, el pago de sueldos miserables, la corrupción, el cobro de impuestos excesivos, la injusticia que muerde al descalzo, la impunidad que encubre los crímenes de los poderosos, el desvío de fondos de las arcas del Estado a sus arcas personales, y muchas otras formas más, que los poderes de este mundo han creado para desangrar al pueblo. Sin embargo, no se saciaron con la sangre del pueblo. Pidieron la sangre de aquellos que osaron optar desde el Evangelio por los pobres, ofreciéndoles, por supuesto, la misma opción que a Cristo en el desierto: Todo esto te daré si postrándote me adoras (Mt 4, 9). Más negándose a tan sacrílega adoración, los mártires, optaron por Dios siendo perseguidos, torturados y matados. El mal es inventivo y por ello encontró nuevas formas, más disimuladas si se quiere, para perseguir a los hijos e hijas de Dios. Estoy seguro que Monseñor Romero lo comprendió así, reflejándose un año después en otra de sus homilías: Entre nosotros han matado sacerdotes porque han predicado la justicia social… la persecución contemporánea típica de los últimos años del siglo XX, ofrece un panorama completamente diverso del antiguo. Y, por tanto, tiene un significado del todo diferente226.

300. Nuestro amadísimo Beato Mons. Romero advirtió a los suyos de las acechanzas del mal: Mucho cuidado queridos hermanos, no se dejen halagar. Cuando el halago viene del pecado

226. Mons. Oscar A. Romero, “La Iglesia comunión de vida, de caridad, de verdad para la salvación del mundo, Trigésimo domingo del Tiempo Ordinario. 29 de octubre de 1976”, Homilías, Tomo III, UCA Editores, San Salvador, 2006, p. 353.

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y cuando se trata de no molestarse, de no sacrificarse, de estar bien, de instalarse cómodamente en la tierra, eso es malo, porque entonces ya uno se hizo también perseguidor227. También, les pidió no prestar oídos a las calumnias porque el enemigo busca confundir, dividir, separar: No hay para qué dudar, a pesar de las campañas difamatorias, de la ortodoxia, de la fidelidad a la Iglesia, de los sacerdotes y de los catequistas que trabajan en comunión con el obispo. No somos tan ingenuos de creer que los sacerdotes se han hecho comunistas228. En la actualidad, sabemos que muchos prestaron oídos a calumnias, difamaciones y mentiras, abandonando la Iglesia. O se quedaron; pero, apoyando (a los perseguidores) con la difamación de sus hermanos y hermanas provocando, con ello, escándalo.

301. Es un tema que no podemos negar. Mientras, en la antigüedad, los perseguidores eran paganos; en El Salvador nos encontramos con la dura realidad, de perseguidores “cristianos”; o en término más preciso, bautizados. Punto que dificultó por bastantes años, la posibilidad de hablar de mártires por odio a la fe. Los pareceres se contradecían, triunfando la verdad al final. La beatificación de Monseñor Romero fue útil en este punto crucial. Algunos quisieron minimizar la importancia de la causa de su asesinato aduciendo que nuestro Beato, defendía los derechos humanos desvinculado de su religión. Pero no es así: Se puede afirmar que Romero representa en la Iglesia y en la sociedad de hoy lo que podríamos definir como opción preferencial por los pobres, despojando esta expresión de cualquier significado ideológico o político… el Siervo de Dios derivaba su amor por los pobres de las lecturas bíblicas, de la doctrina social de la Iglesia

227. Mons. Oscar A. Romero, “La fuerza de la Palabra. Santa Catalina de Alejandría. 25 de noviembre de 1977”, Homilías, Tomo I, UCA Editores, San Salvador, 2005, p. 483. 228. Ídem, p. 378.

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y del pensamiento de los papas y del magisterio… su demanda de justicia social y su proximidad incluso física a los pobres se explica con su fe, no mediante convicciones intelectuales racionales. Dar la vida por los demás no es un gesto fácil si no tienes fe en la resurrección…229. Lamentablemente, los perseguidores no eran paganos al estilo romano de los primeros siglos de nuestra era; empero, tampoco, eran católicos comprometidos. En todo caso, eran personas incoherentes: Fe y vida estaban desligadas aportando un anti-testimonio de vida, al difamar y matar a sus hermanas y hermanos en la fe. Pienso, que es muy posible que si San Pablo hubiera podido escribir una carta dirigida al país, como lo hizo en su momento a los corintios sus palabras hubieran sido las mismas: Les escribí que no se juntaran con aquellos que haciéndose llamar hermanos son inmorales, avaros, explotadores, idólatras, difamadores… con ellos, ¡ni coman! (1Cor 5, 11).

302. Verter, crear esas acusaciones; o simplemente repetirlas, fue una cuestión grave. Atrajo la muerte sobre cientos de laicos y laicas, a un significativo grupo de sacerdotes, religiosas, dos obispos y un seminarista. La reacción de Monseñor Romero – que la hizo extensiva al resto de mártires – no fue la de retornar la piedra. Pidió amar, perdonar y tolerar a los perseguidores: Los vencidos, los humillados, los que ahora no dan su cara, son los que mataron. No los odiamos… yo me imagino al Padre Grande y a los mártires de nuestra persecución, en el cielo, pidiendo mucho al Señor por sus verdugos para que se conviertan y vengan un día a gozar esta alegría que da el haber sido fieles al Señor230. Mostró a los suyos que los perseguidores caminando en

229. Congregatio de Causis Sanctorum, Beatificationis seu Declarationis Martyrii Servi Dei Ansgarii Arnolfi Romero, op. cit., p. 7. 230. Mons. Oscar A. Romero, “El camino de las bienaventuranzas, Todos los Santos. 1 de noviembre de 1977”, Homilías, Tomo I, UCA Editores, San Salvador, 2005, p. 431.

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tinieblas estaban ciegos y sordos: Creen que, humillando a un cristiano entre torturas, entre prisiones, entre cárceles están triunfando y no se dan cuenta… el que ha vencido por la fuerza bruta de la espada no ha comprendido la grandeza del que ha sabido dar su vida por un ideal altísimo. Y esta es la verdadera victoria que vence al mundo231. Y, como Herodes o Saúl, tenían miedo: ¿Dónde están las manos manchadas de tantos crímenes? Son miedosas. No se conoce gente más miedosa que aquellos que son criminales232. Un miedo que ha seguido hasta nuestros días porque ninguno de ellos o ellas ha rendido cuentas de sus asesinatos. Han querido quedar en sombras, como Adán y Eva que después de desobedecer a Dios, se escondieron (cfr. Gn 3, 8). ¡Que Dios tenga misericordia de ellos o ellas si no se han arrepentido!

303. Cuidando, Monseñor Romero a su redil, le animó a no tener miedo ni a la muerte ni a la persecución: No se dejen vencer por el miedo... y si por esa madurez y ese criterio, que no se traga todo, sino que sabe discernir a la luz del Evangelio la justicia de la injusticia y reclamar precisamente por un mundo mejor, si es necesario morir en esa causa, pues será la muerte de los mártires que murieron precisamente defendiendo esa fe. No se dejen vencer por el miedo. Y si es necesario, como dicen en cierta comunidad, vivir una vida de catacumbas, vivan esa vida de catacumbas. No es clandestinidad, es simplemente la Iglesia del silencio que sigue trabajando su conciencia, pero que no se deja vencer… por las conveniencias políticas o económicas del momento. Sean fieles a Cristo233. Era admirable el espíritu

231. Mons. Oscar A. Romero, “En Cristo se revelan las tres dimensiones de los verdaderos grandes, Vigesimoquinto domingo del Tiempo Ordinario. 23 de septiembre de 1979”, Homilías V, UCA Editores, San Salvador, 2008, p. 346. 232. Mons. Oscar A. Romero, “La Iglesia comunidad de amor, Vigesimocuarto domingo del Tiempo Ordinario. 17 de septiembre de 1978”, Homilías, Tomo III, UCA Editores, San Salvador, 2006, p. 256. 233. Mons. Oscar A. Romero, “La Iglesia de la promoción integral, Vigesimoctavo domingo del Tiempo Ordinario. 9 de octubre de 1977”, Homilías, Tomo I, UCA Editores, San Salvador, 2005, p. 379.

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de fortaleza de nuestro Profeta, su amor y fidelidad a Dios. Anima a otros a no caer, a resistir a pesar de las adversidades. A no caer, con su traición, en las garras del mal. La resonancia de los Obispos mártires de los primeros siglos, animando a su Grey, es fuerte en él; sobre todo, porque a sus palabras añadió su muerte martirial.

304. A semejanza de San Agustín, no olvidó emitir una palabra absolutoria sobre los mártires, ya que sus enemigos, seguían irrespetándoles aún después de muertos. Por mi parte, les ruego a ustedes hermanos y hermanas mías, que hagan extensivas esas palabras para todas y todos aquellos martirizados después de Mons. Romero porque son palabras cargadas de misericordia: Son hombres (y mujeres agreguemos) que han predicado, precisamente esta incardinación con la pobreza; son verdaderos hombres (y mujeres) que han ido a los límites peligrosos donde… se puede señalar a alguien y se termina matándolo, como mataron a Cristo. Estos son los que yo llamo verdaderamente justos. Y si tuvieron sus manchas ¿Quién no las tiene? ¿Qué hombre (o mujer) no tiene algo de qué arrepentirse? Y los sacerdotes (y las religiosas) que han sido matados también fueron hombres (y mujeres) y tuvieron sus manchas, pero el hecho de haber dejado que les quitaran la vida y no haberse huido, no haber sido cobardes y haberlos situado en esa situación de tortura, de sufrimiento, de asesinato, para mí es tan valioso como un bautismo de sangre y se han purificado ¡y tenemos que respetar su memoria!234.

305. Finalmente, gracias a nuestro amado Beato Monseñor Oscar Arnulfo Romero podemos concluir que: Los laicos, laicas, religiosos, religiosas, seminaristas, sacerdotes y obispos martirizados, eran cristianos y cristianas que vivieron su compromiso bautismal de forma

234. Mons. Oscar A. Romero, “En Cristo se revelan las tres dimensiones de los verdaderos grandes, Vigesimoquinto domingo del Tiempo Ordinario. 23 de septiembre de 1979”, Homilías V, UCA Editores, San Salvador, 2008, p. 355.

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comprometida, en la forma correcta que la Iglesia espera de sus hijas e hijos. Sus difamaciones son solo humo que quiso opacar la misión que Cristo les confió. Que este año sirva para disipar esa nubosidad acercándose a cada uno de ellos y ellas.

IV. Unapalabrafinal

306. La conclusión alcanzada, después de considerar el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y algunos documentos de la Tradición y el Magisterio, es que nuestras y nuestros mártires son hombres y mujeres fieles a Dios, testigos de Dios, ofrenda a Dios y don de Dios que nos impulsa a seguir al Maestro, el Mártir en plenitud. Fueron hombres y mujeres que anunciaron la Buena Nueva; denunciaron el pecado; defendieron los derechos fundamentales del ser humano; promovieron una fe anti-idolátrica luchando contra los ídolos que dan muerte a la humanidad; resistieron con la violencia de la no violencia; murieron mártires, uniendo su bautismo al bautismo de sangre; y murieron esperando que Dios, les resucitaría a la vida eterna. Desde una mirada cristológica: Son hombres y mujeres que murieron porque dieron testimonio de la Verdad ante los tribunales humanos, como consecuencia de su elección del Camino que la Verdad enseñó mientras caminó por las calles de Jerusalén; Camino que sólo puede conducir a la Vida; vida en abundancia.

307. Su vida, pasión y muerte martirial es testimonio suficiente de que las palabras de Cristo, en ellos y ellas se han cumplido: Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán (Jn 15, 20); ustedes también darán testimonio, porque han estado conmigo desde el principio (Jn 15, 27).

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TERCERA PARTE LES ENVÍO COMO OVEJAS EN MEDIO DE LOBOS

308. San Mateo recoge todo un discurso apostólico que Jesús pronunció a los doce discípulos al momento de enviarles a misión. El objetivo, es de suponer, fue prepararlos para las persecuciones que deberían enfrentar; así como, darles esperanza y fortaleza para resistir; aun cuando todo pareciera perdido. En primer lugar, justo después del envío (cfr. Mt 10, 1-15), Jesús les dice: Miren que yo les envío como ovejas en medio de lobos (Mt 10, 16). Les constituye emisarios de la paz cuyos instrumentos deben ser, la palabra y su testimonio de vida. La violencia queda, pues, desterrada de los métodos de misión. En cambio, el enviado puede usar de la astucia: Sean astutos como serpientes y sencillos como palomas (Mt 10, 16). Huir, tampoco, es mal visto por Jesús: Cuando les persigan en una ciudad huyan a otra, y si también en ésta les persiguen, marchen a otra (Mt 10, 23a). Evitar la confrontación o la muerte es signo de la astucia recomendada. Hombres como Pablo dan muestra de esa actitud, a la que no puede tildarse de cobardía; sino más bien, de una sabia actitud guardando su persona en provecho del Reino.

309. En segundo lugar, les explicó la razón de la persecución: Por mi causa serán llevados ante gobernadores y reyes, para que den testimonio ante ellos y ante los gentiles (Mt 10, 18). ¡Sí! Testimonio de la Verdad, cuyo Camino hay que andar para alcanzar Vida y vida en abundancia. Trabajar por el Reino, siempre provocará problemas como Él lo confesó: No piensen que he venido a traer paz a la tierra… sino espada (Mt 10, 34). La Buena Noticia, queridas hermanas y hermanos, es

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buena – como les explicaba en la Primera Parte de la Carta – para los pobres, los marginados, ninguneados, excluidos o débiles. Es mala noticia y lo: Seguirá siendo allí donde la Buena Noticia de Jesús se anuncie con valentía y sin otra alianza ni compromiso que las causas históricas de los pobres235. Las reacciones las conocemos de sobra: Burlas, difamaciones, calumnias, exilio; o cuando la cólera de los hijos e hijas de las tinieblas se desata; las torturas y el asesinato.

310. No podemos ni debemos esperar más que esos tratos. Si Jesús los sufrió por qué nosotros debíamos estar eximidos: No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo… Si al dueño de la casa le han llamado Beelzebul, ¡Cuánto más a sus domésticos! (Mt 10, 24). Saber que la persecución era una posibilidad para un enviado, no detuvo la misión de los doce. Jesús los animó a ser fuertes, pudiéndose leer, a lo largo del discurso, la frase ¡No les tengan miedo¡¡No teman…! ¡No se preocupen! (cfr. Mt 10). Dios pondrá las palabras correctas en boca de sus enviados; a cambio, Jesús se declarará a favor de ellos ante su Padre (cfr. Mt 10, 32). Nuestras y nuestros mártires hicieron esto con clara conciencia de ser enviados como ovejas a un sistema socio-político-económico, feroz como lobo. No hubo temor – y si lo hubo – supieron vencerlo a medida que su entrega a la misión iba en aumento; y que, el encuentro con Cristo se agudizaba. Pienso, a veces queridos hermanos y hermanas, que ante la urgencia de anunciar la Buena Nueva y denunciar el pecado que mataba a miles de seres humanos, no tuvieron tiempo para sentarse a pensar en un posible final sangriento. Simplemente se entregaron a la misión encomendada por Jesús (declarándose a favor de Él ante los tribunales del país); dieron lo mejor de sí hasta sufrir; y en varios casos, hasta morir.

311. La muerte no acabó con la misión. Toca a nosotros continuarla sin olvidar el discurso apostólico de Jesús.

235. Luis Alonso Schökel, La Biblia de nuestro pueblo, p. 1531.

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Los lobos no han muerto. No esperemos ni busquemos iniciar la misión hasta que tiempos más pacíficos toquen las riberas de nuestro país. Eso no va a suceder, si antes no trabajamos por la transfiguración de esta tierra desangrada ignominiosamente una y otra vez. Salgamos en misión comenzando por nuestras familias, trabajos, comunidades de la Iglesia, poblados, hasta llegar a las estructuras del Estado. Recordemos que somos una Diócesis, un país en misión. Solo así será posible la transfiguración de nuestro terruño, tan ansiada por nuestros confesores y mártires. No tengamos miedo. El Mártir en Plenitud nos lo ha dicho: ¡NO TEMAN! Con este propósito de animarles a proseguir con la misión, propongo a ustedes la figura del Mártir en Plenitud que debe ser nuestro modelo de misionero; pero también, Aquél tras quien ir en seguimiento, imitándole en todo. También propongo la figura de María como proto-confesora a quien imitar como primera discípula de Jesús.

1. El Mártir en Plenitud

312. Llegada la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo (cfr. Gal 4, 4) para que todo tuviera a Cristo por cabeza (cfr. Ef 1, 10). El martirio, por tanto, le tiene a Él por cabeza, pudiéndosele aplicar aquellas palabras de San Cipriano: No faltó él a los tormentos, sino los tormentos a él236. Es el varón de dolores descrito por Isaías: No tenía ni apariencia ni presencia; le vimos y carecía de aspecto que pudiésemos estimar. Despreciado, marginado, hombre doliente y enfermizo, como de taparse el rostro para no verle. Despreciable, un Don Nadie (Is 53, 2-3). Todo lo sufrió: Difamaciones, calumnias, falsos testimonios, traición, abandono, burlas, escupitajos, golpes, latigazos, caídas, cruz, clavos, espinas; y el ser traspasado por una lanza; siendo víctima inocente. Sufrimientos todos, que le convierten

236. Daniel Ruiz Bueno, Actas de los mártires, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, España, 2012, p. 20.

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en Cabeza del martirio, dándole por ello, en esta Carta, el nombre de Mártir en Plenitud; en quien nosotros – mujeres y hombres del siglo XXI – podemos y debemos reflejarnos (como un día lo hicieron nuestras/nuestros mártires) para emprender la misión sin miedo; y si humanamente lo hay, superarlo de la mano con el Divino Traspasado-Resucitado. Aprendamos de Él; sigámosle y comprometámonos en este arduo; pero hermoso trabajo por el Reino como un día lo hizo nuestro Hermano Mayor: Jesús.

1.1. El Mártir en Plenitud: El Bautizado comprometido

313. Presento a ustedes, queridas hermanas y queridos hermanos, la imagen de Jesús, nuestro Mártir en Plenitud, como el Bautizado comprometido. Imagen que debe servirnos para hacer un serio examen de conciencia, verificando si somos o no, fieles a nuestro compromiso bautismal, porque la mies es mucha y los obreros pocos (Lc 10, 2). Dios necesita de bautizados comprometidos para construir su Reino desde el ya, todavía no, en medio de nuestro desangrado país. ¡Que su figura nos anime a comprometernos!

314. Jesús no se bautizó por las mismas razones por las que lo hacemos nosotros. Schökel explica: Si el rito era para otros, señal de arrepentimiento, para Jesús es plenitud de la justicia… La justicia de Dios no es otra cosa que la voluntad divina de salvación gratuita ofrecida para todos, y es esto lo que Jesús llevará a su plenitud en cada palabra y en cada gesto de solidaridad y de perdón con que acogerá a los pobres, a los oprimidos y a los marginados237. Esto es así, sostiene Schökel porque: Dios se reveló desde siempre como un Ser que apuesta a la justicia, a la fraternidad, a la solidaridad, a la vida, y por ahí se definirá también la voluntad y el proyecto de vida de Jesús238.

237. Luis Alonso Schökel, La Biblia de nuestro pueblo, p. 1514. 238. Ídem, p. 1624.

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315. Las acciones de Jesús, mencionadas en la Segunda Parte de esta Carta, comienzan días después de ocurrido su bautismo. Casi se diría que es a raíz de su bautismo que el ministerio público de Jesús da inicio. Comienza a llamar a sus discípulos; anuncia la Buena Nueva en los sectores maginados y despreciados de su época histórica; denuncia el pecado que oprime, esclaviza y mata; denuncia a los ídolos; y esto, sin olvidar la parte celebrativa de la vida. Vivió su bautismo en plenitud recibiendo no sólo el bautismo de agua; sino también, ese otro bautismo del que habla a los hijos de Zebedeo: ¿Podrán beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado? (Mc 10, 38); es decir, su pasión y muerte en cruz. Jesús, como ejemplo para nosotros, vivió su bautismo con radicalidad, asentando su proyecto de vida – que no era más que el proyecto o plan salvífico de Dios para con la humanidad – en Él.

316. Corresponde a nosotros vivir nuestro bautismo siguiendo las huellas del Mártir en Plenitud. El Catecismo de nuestra Iglesia estipula: Los bautizados por su nuevo nacimiento como hijos de Dios están obligados a confesar delante de los hombres la fe que recibieron de Dios por medio de la Iglesia y de participar en la actividad apostólica y misionera del Pueblo de Dios (1270). No tenemos pretextos para evitar el cumplimiento de ese bautismo, que nos capacita para ser anunciadores del Reino y su salvación; aún a pesar de los sufrimientos que nos pueda comportar. Nuestras y nuestros mártires y confesores vivieron su bautismo de esta forma. En especial los mártires, acabaron su vida, recibiendo con Cristo, el bautismo de sangre.

317. Los mártires ya no están entre nosotros; de los confesores, algunos ya partieron al Reino de Dios; y los que quedan, ya son mayores de edad. Corresponde a nosotros tomar la historia de la salvación y la salvación de la historia, en nuestras manos, como bautizados que somos. La tomaremos en la medida que demos testimonio

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de la fe, con obras y palabras. Es responsabilidad nuestra que, la historia de nuestro país cambie. Si los mártires lucharon en su época contra los ídolos del poder, la riqueza y los afectos desordenados que, provocaban miseria y muerte a las grandes mayorías; ahora nosotros debemos continuar con la lucha. Los ídolos siguen provocando muerte. Tal vez, ahora ya no los distinguimos con tanta claridad porque han encontrado nuevas modalidades de presentarse; pero, su signo de muerte sigue apareciendo. Para nadie es un secreto que la exclusión social, la idolatría al dinero, el individualismo y la impunidad – de las que hablé ampliamente en mi Primera Carta – siguen generando violencia; y con ello, miles de muertes.

318. Junto a estos hay otros fetichismos; verbigracia: Las drogas que perjudican bidireccionalmente: A quien las vende porque sirve hasta la muerte, a ese nuevo tipo de organización llamada Narcotráfico; y a quien las consume porque sin ella muere. El desenfreno sexual donde no sólo jóvenes están atrapados. Hay muchas personas mayores que sufren en medio de las garras de este pernicioso fetiche. La persona cree encontrar, la felicidad, el amor o la aceptación; empero, se encuentra con la vaciedad de su ser; y como el anterior, perjudica a quienes le rodean. La tecnología, a pesar de sus bondades, parece convertirse cada día más en un fetiche imposible de abandonar. Llama la atención cuantas personas carecen de dinero suficiente para comprar comida, los cuadernos de sus hijos, zapatos y otras necesidades que satisfacer; pero extrañamente, portan hasta dos celulares; son dueños de una Tablet cuya utilidad es nula. Otros tienen computadoras en sus casas donde paradójicamente no hay servicio de energía eléctrica. Todo esto no es más que vanidad de vanidades.

319. Entre los más favorecidos económicamente, el tener sigue siendo su mayor problema. Dicen que son incapaces de incrementar los salarios mínimos; pero tienen yates;

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ranchos en el mar, en el lago; celebran fiestas muchas veces escandalosas por la hartura de comida y lujo, presente en ellas; mientras cientos de personas en las zonas rurales, apenas y logran comer unos cuantos frijoles; o en el peor de los casos, apenas unas tortillas con sal. Tienen seguro para todo: Para carro, contra robo, contra accidente, para vida, para la salud, para la empresa, para la seguridad; para el viaje; y, aun así, se quejan de la situación, olvidando que cientos de personas mueren en hospitales públicos, clínicas comunales, o en la lobreguez de su casa mal construida por la pobreza. No digo que el tener sus cosas y comodidades sea malo. Lo malo es que mientras unos tienen mucho, negándose a compartir; otros no tienen nada: Duele la insistencia de los sectores económicos más poderosos en mantener salarios injustos, su negativa a aceptar un salario digno cuando en el país se genera mucha riqueza, la cual es acaparada por una minoría que mantiene niveles de vida escandalosos. Es perverso y anticristiano defender los intereses de pequeños grupos en contra de los de la mayoría y abogar por que se mantenga un orden de cosas que lleva a que muchos de nuestros hermanos no puedan cubrir sus necesidades fundamentales mientras una pequeña élite se enriquece con glotonería239. Ese es el gran mal de nuestra sociedad: Llenarse de objetos superfluos; o bien, de odio y resentimiento por no poder tenerlos; o teniéndolos, por no querer compartirlos. Son ídolos, junto a otros más, que están acabando con nuestra vida.

320. Como cristianas y cristianos tenemos el gran compromiso de vivir nuestro bautismo de manera comprometida. Seremos ovejas en medio de lobos a quienes molestará nuestra voz indicándoles como el Padre Alfonso Navarro: No por allí, no por allí. No por la violencia, no por la venganza, no por el egoísmo, no por el individualismo,

239. Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), Ante el aumento al salario mínimo, 9 de enero de 2017, n. 6.

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no por la avaricia, no por la injusta distribución de las riquezas, no por el acaparamiento; sino por el amor, por la solidaridad, por el perdón, por la justicia, por la verdad, por la paz, por el camino de Dios. Seamos, en pocas palabras, como el Mártir en Plenitud a quien el Padre Alfonso Navarro siguió, y de quién nos enseñó como debíamos vivir nuestro bautismo: Con radicalidad: Anunciando la Buena Nueva, optando por la pobreza evangélica y los pobres; denunciando a los ídolos, denunciando el pecado que mata; celebrando la vida, la Palabra y la Eucaristía. ¡Seamos bautizados comprometidos!

1.2. El Mártir en Plenitud: Pan del cielo que se entrega y que pide entrega.

321. Queridas hermanas y queridos hermanos, en segundo lugar, presento a ustedes la imagen de Jesús como el Pan del cielo que se entrega en cada Eucaristía, pidiéndonos que hagamos lo mismo, en conmemoración de Él, lo cual, no implica únicamente la celebración del sacramento, sino la puesta en práctica del sacramento en nuestra vida diaria. Preguntémonos si después de asistir a la Eucaristía nos entregamos al servicio de los demás; especialmente de los pobres, los enfermos, los marginados, los excluidos, las viudas, los huérfanos; o salimos de la Iglesia convertidos – como decía el Padre Rutilio – en cohetones echando humo y tronazón arriba; pero abajo, en la tierra donde debemos realizar nuestra misión, nada de humo, nada de tronazón. La Eucaristía nos compromete queridos hermanos y hermanas a salvar la historia. Recuerden las palabras de Mons. Romero advirtiéndonos evitar la vivencia de una misa desencarnada e nuestra historia: Una religión de misa dominical, pero de semanas injustas no gusta al Señor240. De nada sirve una misa dominical para una semana compuesta por

240. Mons. Oscar A. Romero, “Cristo, centro y fin de toda la historia humana. 4 de diciembre de 1977”, Homilías I, UCA Editores, San Salvador, 2005, pp. 57-58.

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actos de corrupción, impunidad, explotación al trabajador, etc.; quizá con San Pablo pudiéramos concluir que quienes hacen esto; beben su propia condenación. Que esta figura de Pan del cielo nos anime a comprometernos con la misión, que Jesús nos dejó antes de ascender a los cielos; y con ello, transfiguremos nuestro pequeño y bello país.

322. Poco antes de completar su bautismo de agua con el bautismo de sangre en la pasión y muerte en cruz, Jesús instituye la Eucaristía como signo máximo de su entrega por la humanidad. San Lucas registra las Palabras pronunciadas por Jesús esa noche: Tomando pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía. Igualmente tomó la copa después de cenar y dijo: Esta es la copa de la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes (Lc 22, 19-20). La Eucaristía es el punto culmen de su entrega al plan salvífico que Dios tenía ideado para la salvación de la humanidad; es el punto que condensa su Vida y Muerte. Una vida de entrega por los demás hasta su muerte en cruz.

323. La Eucaristía – hay que repetirlo con insistencia – es el signo que nos recuerda que Jesús ha entregado: La totalidad de su ser, sus anhelos, sueños y esperanzas, su lucha por la instauración del reinado de Dios, todo lo ha entregado por sus amigos y por la humanidad en general241. No podemos ahora desperdiciar o ignorar ese sacramento de amor que es la Eucaristía. Sin amor, de nada vale servir a los demás. Sin amor, cualquier acción se reduce a un entregarse a una causa por apariencia, obligación o miedo a la condena. El servició y la entrega al proyecto salvífico de Dios es por amor, por misericordia. Cristo murió en cruz por amor a nosotros de tal forma que, si Él ha tenido misericordia, lo propio de nosotros será ser misericordiosos.

241. Luis Alonso Schökel, La Biblia de nuestro pueblo, p. 1664.

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324. A continuación, transcribo el numeral 1397 del catecismo de la Iglesia católica cuyo mensaje hace hincapié en dicho compromiso haciéndose eco de una homilía de San Juan Crisóstomo: La Eucaristía entraña un compromiso en favor de los pobres: para recibir en la verdad el Cuerpo y la Sangre de Cristo entregados por nosotros debemos reconocer a Cristo en los más pobres, sus hermanos: Has gustado la sangre del Señor y no reconoces a tu hermano. Deshonras esta mesa, no juzgando digno de compartir tu alimento al que ha sido juzgado digno de participar en esta mesa. Dios te ha liberado de todos los pecados y te ha invitado a ella. y tú, aun así, no te has hecho más misericordioso. Errados, andan, quienes reducen la Eucaristía a emotividad, olvidando que nuestra religión es un modo de vida. Es una religión con hermosas palabras traducidas a obras de misericordia.

325. Al leer la Primera Carta a los Corintios, descubrimos un san Pablo preocupado por los problemas de dicha comunidad, consistentes en divisiones internas por diferencias sociales. Según las costumbres de la época los cristianos antes de celebrar la Eucaristía, celebraban un ágape o comida fraterna. Los ricos llegaban temprano cargando comida para compartir con los demás ricos en un sabroso festín. No se molestaban por esperar a los pobres que por razones de trabajo o distancia llegaban tarde. Eran injustos con sus hermanas y hermanos más pobres. Podemos imaginar a los pobres comiendo las migajas sobrantes de la comilona de los ricos; quienes, seguramente hubieran preferido tener sus propias iglesias, sus propias comunidades con sus propios sacerdotes que les predicaran a su gusto. Después de comportarse de este modo: Ricos y pobres, los unos satisfechos y hasta borrachos y los otros, medio hambrientos, procedían a celebrar la eucaristía242.

242. Ídem, p. 1827.

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326. La indignación de Pablo se deja sentir: Que cada uno se examine antes de comer el pan y beber la copa. Quien come y bebe sin reconocer el cuerpo del Señor, come y bebe su propia condena. Esta es la causa de que haya entre ustedes muchos enfermos y débiles y que mueran tantos… Así hermanos míos, cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros. Si uno tiene hambre coma en su casa; así no se reunirán para ser condenados (1Cor 11, 28-30.33). No imitemos a los corintios. Hagamos sentir los signos del Reino en nuestro país por medio de la vivencia encarnatoria de nuestra fe celebrada en la Eucaristía. Amémonos de corazón, con lazos de solidaridad y fraternidad para los más pobres de la sociedad quienes por años han sufrido marginación, exclusión, explotación laboral y muerte.

327. Las palabras de Mons. Romero describen muy bien el compromiso al cual estamos llamados por Jesús, a ser constructores de ese Reino desde el ya, y cuya plenitud veremos en el cielo: La eucaristía es principio y signo del reino de Dios, ya presente, entre los hombres… ¡Qué hermoso sería una unidad cristiana de leones que han comido fuego y van al mundo alimentados con este fuego de amor que es Cristo, no para esconder cobardes una fe, sino para exhibirla como la única salvación!… Si hay esperanza de un mundo nuevo, de una patria nueva, de un orden más justo, de un reflejo del reino de Dios en nuestra sociedad, hermanos ténganlo por seguro, son ustedes los cristianos los que van a hacer esa maravilla del mundo nuevo, pero cuando todos seamos de verdad comunicadores de esta vida que venimos a recibir en la eucaristía de nuestra misa dominical243. Quien bebe y toma el Cuerpo de Cristo debe ser una persona solidaria. Si es pobre, desde su pobreza debe saber compartir lo poco que tiene con los que le rodean. Siempre

243. Mons. Oscar A. Romero, “La eucaristía, presencia viva y vivificante de Cristo en la historia. 17 de junio de 1979”, Homilías IV, UCA Editores, San Salvador, 2007, pp. 532 y 534.

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hay alguien más necesitado a quien ayudar. Debe, además, saber administrar lo poco que tiene, resistiendo a caer en la tentación que las campañas publicitarias promueven. Son cientos de productos superfluos que diariamente ofrecen haciéndonos creer que son necesarios para nuestras vidas. No es así. El pobre debe ser buen administrador de sus pocos bienes.

328. Para el rico, la Eucaristía comporta un compromiso, quizá mucho mayor. No se trata de ser solidario o fraterno por lástima, asistencialismo o fama. Es que el rico debe ser excelente administrador de sus ganancias. En primer lugar, debe aprender a recoger el dinero invertido en su empresa, negocio, hacienda o cualquier otra institución; en segundo lugar, debe coger el dinero suficiente que le permita llevar una vida digna; y, por último, distribuir el excedente entre sus trabajadores. Pero, de forma justa. Les repito las palabras que Dios mandó pronunciar a Amós: Escuchen esto los que pisotean al pobre y quieren suprimir a los humildes de la tierra, diciendo: ¿Cuándo pasará el novilunio… para achicar la medida y aumentar el peso, falsificando balanzas de fraude, para comprar por dinero a los débiles y al pobre por un par de sandalias, para vender hasta el salvado del grano? Ha jurado Yahvé… ¡Jamás he de olvidar todas sus obras! (Am 8, 4-7). ¡No! No las olvidará, porque Dios es un Dios de misericordia y quiere que sus hijos e hijas que más tienen, sean misericordiosos con los que poco o nada tienen. Misericordia y no lástima; misericordia y no asistencialismo.

329. La Eucaristía bien celebrada, lleva necesariamente a una verdadera conversión. La imagen de un Dios que se irrita contra los poderosos de este mundo por su avaricia, aparece aún mejor retratada por Jesús, en aquella hermosa parábola de aquél hombre cuyos campos dieron muchos frutos (Lc 12, 13-21). Dios le había bendecido con grandes cosechas. Inmediatamente, el hombre pensó en demoler

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sus antiguos graneros y construir unos nuevos. ¡Qué triste y que vergonzoso! No pensó en sus trabajadores; no pensó en los enfermos, en los leprosos que abundaban en su época, no pensó en las viudas, en los huérfanos. ¡No! Pensó en él; y por ello, Jesús dice: Pensaba entre sí (Lc 12, 17). A nadie más le dijo su idea porque era egoísta y sabía que sus planes serían rechazados por cualquier persona fiel a Dios. Prefirió graneros más grandes para acaparar; y muy seguramente, para especular con los precios en un momento dado. Contento con su egoísta plan se atrevió a regodearse: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea (Lc 12, 19).

330. Lamentable idea la de banquetear cuando miles padecían hambre; descansar cuando otros eran esclavizados. En su alegría rebosante de egoísmo, olvidó a Dios a quien debió agradecer; y reconocer entre los más pobres. Dios, en cambio, no lo olvidó y dijo: ¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán? Así es el que atesora riquezas para sí y no se enriquece en orden a Dios (Lc 12, 20-21). No sean como este hombre. Deben enriquecerse en orden a Dios; es decir, siendo no dueños sino excelentes administradores de los bienes que el Señor les ha confiado para bien común. No jueguen con Dios, queridos hermanos y hermanas a quienes Dios les ha dado tanto. No jueguen, porque: A quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más (Lc 12, 48). No son palabras mías las que gravan sobre ustedes, son del Mártir en Plenitud: El Pan del cielo que se entrega y que pide entrega. Que la Eucaristía nos comprometa, pues, a entregarnos de lleno a los demás, haciendo sentir los signos del Reino desde el ya, todavía no; así sean pobres o ricos.

331. En conclusión: El bautismo y la Eucaristía debe hacer de nosotros cristianos y cristianas comprometidas en la salvación de la historia. No la salvaremos si dejamos de

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lado la misión a la que hemos sido llamados. Nuestros y nuestras mártires lo hicieron; por supuesto a su manera, con sus métodos y respondiendo a las necesidades de nuestra época. Su muerte no fue en vano. Hoy gozan de la presencia del Señor y del Resucitado en los cielos. Empero, nos cuestionan, nos animan a construir el Reino; nos animan a ser actores de nuestra historia. Debemos encontrar los métodos adecuados para responder a las necesidades de nuestra época. Continuemos con la misión sin miedo porque Jesús está y estará con nosotros siempre.

2. María la proto-confesora

2.1. María:Ladoncellaqueconfiesasufe

332. Me gusta pensar que, María fue, seguramente, la primera mujer de nuestra Iglesia que dio testimonio de su fe. Acercándonos a la Madre del Mártir en Plenitud, vemos a una doncella a quien el ángel anuncia quedará en cinta por obra y gracia del Espíritu Santo (cfr. Lc 1, 30). La aceptación de la misión encomendada: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 18) no trajo consecuencias fáciles de afrontar. Confesar tanto a sus padres como a José, con quien estaba desposada, que un ángel había venido y anunciado que quedaría encinta, requirió de mucho valor. Era un misterio divino que sólo con ojos de fe se podía (y se puede) creer. Es muy probable que hubo preguntas y temor. La decisión de José de abandonarla, nos hace pensar que no dio una respuesta de aceptación a María desde un primer momento.

333. Imaginemos que mientras tanto, María tuvo que esperar y aguardar confiada en el Señor. Habrá sido, seguramente, un momento de espera en que habrá meditado que podía ser apedreada. He aquí, que María temió; pero su fe en el Señor le hizo superar cualquier temor. Inmediatamente, dejando de pensar en sí misma

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corre presurosa a casa de Isabel. Se entrega al servicio de los demás, encontrando la confirmación de su misión por boca de su prima que la recibe diciendo: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno (Lc 1, 42). Grande habrá sido la emoción de la jovencita al ver confirmada su maternidad del Hijo de Dios; por tanto, debía esperar todo del Señor. Y, así fue. En la entrega a los demás, en un acto de misericordia para con su prima se encuentra con el Señor que le confirma que todo estará bien porque ella es bendita entre las mujeres y el fruto de su seno también.

334. En segundo lugar, vemos en María una pasión martirial – aunque no morirá mártir – que inicia desde su huida a Egipto, con el constante temor de saber que Herodes buscaba al niño para matarle; comprobándose de hecho la veracidad de las palabras de Simeón: A ti misma una espada te atravesará el alma a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones (Lc 2, 35). Por lo aquí explicado, les presento a ustedes a María como la doncella que confiesa su fe, superando el temor, a pesar de su tierna edad. Pudo en ella más su fe en Dios, su amor al prójimo; que el temor a ser apedreada. Imitemos a María y digamos si a nuestra misión, aunque esta provoque, en ocasiones, contrariedades. En eso consiste tomar la cruz, negarse a sí mismo/a sí misma y caminar tras Jesús.

2.2 María: La Madre que no renegó de su fe

335. Posteriormente, como toda madre que ama a su hija o hijo, habrá sufrido cuando oía llamar a su hijo, endemoniado (cfr. Lc 11,15); o cuando se enteraba de reacciones violentas contra Él, verbigracia, al querer despeñarlo (cfr. Lc 4,29). El momento más duro para ella fue, sin lugar a dudas, la pasión y muerte de Jesús. Imaginemos a nuestra Madre María sobresaltada por la noticia que le llevan del prendimiento de Jesús. La angustia de verle conducido de un lugar a otro: De casa de Anás, a la de Caifás de donde

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parte al palacio de Poncio Pilato y de allí hasta Herodes, para regresar a Poncio Pilato. El dolor de una madre viuda esperando un poco de compasión para su hijo, un poco de justicia que no llegó nunca, conociendo la inocencia y bondad de su hijo. Ver y escuchar el rechazo en contra de Él, por parte de su propio pueblo; prefiriendo dar la vida a un ladrón llamado Barrabás.

336. Verlo desangrado, coronado de espinas, golpeado, cargando una cruz con sus pies descalzos y sus ojos enrojecidos por el llanto y los golpes, camino a la muerte. Una muerte ignominiosa de la que no podía librarlo. Una madre sufriente y dolorosa que vio cómo los asesinos, clavaban las manos a su hijo, al madero infame. Ver la agonía de su hijo en la cruz sin poderle limpiar el sudor ni la sangre, sin poder curar sus heridas. Que dolor más profundo oír que su amado hijo quería beber un poco de agua y no poder dársela. Que doloroso para ella escuchar el abandono que su hijo siente: ¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado? (Mt 27, 46) sin poder hablarle al oído para confortarle. Nada hay que pueda hacer. Solo observar la muerte; mientras le acompaña al pie de la cruz. Nada hay que pueda hacer sino confesar al pie de la cruz que ella es su Madre y Él su Hijo.

337. En el momento de su agonía, Jesús tuvo tiempo de pensar en su amada madre a la que siente dejar abandonada en un sistema marginador y excluyente con las mujeres. Él, que devolvió su hijo a la viuda de Naím ¿Quién le devolverá a su hijo a María? Lo piensa y sabe que pronto morirá. Entonces María escucha con profundo dolor, a su hijo pedir misericordia para ella: Viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: Mujer ahí tienes a tu hijo. Luego dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre (Jn 19, 26-27). Una vez muerto, vio a los enemigos de su hijo traspasarlo con una lanza como si fuera un malhechor al que urgía matar. La Pasión de su Hijo era su martirio de Madre.

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338. Nunca salió una palabra de boca de María. Todo fue aceptar la voluntad de Dios. No renegó de su fe. Contra toda esperanza esperó en Dios. Sabía que ni la muerte ni los tribunales corruptos de la tierra tienen la última palabra. Sabía que su hijo había pasado haciendo el bien y Dios no defrauda a los suyos. Allí, al pie de la cruz, mientras su hijo plenificaba el martirio, María se convertía en la proto-confesora dando testimonio de fe con su silencio lleno de dolor; lleno de confianza en Dios y lleno de valor. No quedó defraudada. Tres días esperó con fe y su hijo, el Mártir en Plenitud fue resucitado por Dios. Es de imaginar que fue ella, la primera a quien visitó. Ninguna otra mujer como María para confesar su fe ante los herodianos, romanos y algunos judíos poderosos. Es, bendita entre todas las mujeres. Ni los amigos de Jesús fueron vistos ese día en el Gólgota. María, en cambio, con su silencio y lágrimas – rodeada apenas del joven Juan y un grupo de mujeres – confesó su fe en Dios y en el plan salvífico que su Hijo traía para la humanidad. Hermoso testimonio de María, queridas hermanas y queridos hermanos, que nos demuestra que la mujer tuvo un papel preponderante en el plan salvífico de Dios.

339. Muchas otras más, en la historia siguieron este ejemplo: Felicidad, Fortunata, Inés, Cecilia, Blandina, Emerenciana, Edith Stein; o las cuatro hermanas asesinadas aquel fatídico 2 de diciembre de 1980 en nuestro país; y más mujeres que, pudieran ser nombradas entre laicas o de vida consagrada. Son ejemplo, no sólo para otras mujeres sino para nosotros los hombres. Nos dicen con su martirio, que seguir a Jesús vale la pena. Que el Mártir en Plenitud y María la Proto-confesora nos ayuden a vivir nuestro compromiso bautismal con radicalidad; y la Eucaristía con entrega completa a nuestro prójimo, sobre todo para con los más pequeños del Reino.

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3. Rutilio Grande, y Monseñor Romero: Mártires que nos invitan a ir tras el seguimiento de Jesús

340. En ocasiones he escuchado expresar a algunas personas que, imitar a ese Jesús o a esa María, que caminaron por las calles de Jerusalén, es imposible. Pretextan que no eran personas como nosotros sino seres especiales. A los que así opinan, les invito a considerar que los veinticuatro mártires aquí presentados y los cientos de seglares cuyos martirios debemos averiguar a profundidad, nos dicen con su vida, pasión y muerte: ¡Imitar a Jesús y a María ES POSIBLE!

341. Designo este numeral con el nombre de tres de ellos para significar que son sólo una muestra del martirologio salvadoreño. Tenemos un amplio número de mártires en quien reflejarnos y comenzar a imitarlos en su seguimiento a Jesús. No nos escondamos en pretextos fútiles en los que parapetándose se descuiden de cumplir su compromiso bautismal y la Eucaristía como entrega a nuestros y nuestras hermanas, sobre todo, los más pobres. Caminemos, entonces, tras sus huellas sin temor y con confianza en Dios sabiendo que su Hijo, el Mártir en Plenitud estará con nosotros por siempre; y María, la proto-confesora, también.

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EXHORTACIÓN FINAL

342. No quiero terminar esta Carta Pastoral sin antes dirigirme:

343. A los confesores de la fe – hombres y mujeres – que aún viven. Les expreso mi profundo agradecimiento por el testimonio de fe que dieron en los mom entos duros de persecución a los cuales nuestra amada Iglesia fue sometida por hacer la voluntad del Mártir en Plenitud. Muchos de ustedes fueron torturados, maltratados, perseguidos una y otra vez, calumniados, difamados, acusados inclusive ante autoridades máximas de nuestra Iglesia, sufrieron exilio y hasta incomprensiones por sus mismos hermanos o hermanas de la Iglesia. Aun así, no renegaron de su fe. Supieron mantener su fe firme en Dios y su temple humano a la altura esperada por Cristo. La Iglesia admira en ustedes esa fe firme en Dios, su perseverancia hasta el día de hoy manteniéndose en comunión con la Iglesia; pero, también admira en ustedes, su capacidad de perdón para con los victimarios que tanto mal les hicieron. Gracias por su testimonio, el cual estamos llamados a imitar. ¡Que Dios les bendiga grandemente queridas y queridos míos y les dé su paz ahora y por siempre! La Iglesia les debe mucho. ¡Gracias una vez más!

344. A las víctimasdelconflictoarmadoyalasvíctimas de la violencia social actual. A las primeras quiero manifestarles que lamentamos todo el sufrimiento que atravesaron durante el conflicto armado, algunas de cuyas secuelas siguen sintiendo en su vida personal y en sus familias. En base a este sufrimiento les pido; primero, que

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sepan perdonar – si aún no lo han hecho – a sus enemigos. El Mártir en Plenitud nos lo pide: Amen a sus enemigos, oren por sus perseguidores (Mt 5,44), de tal forma que lleguemos a ser perfectos como nuestro Padre que está en los cielos lo es (cfr. Mt 5,48). Segundo, les pido que no cesen de pedir justicia por los crímenes cometidos contra sus personas, familiares o comunidades. No se trata de venganza sino de la necesidad de cerrar un doloroso suceso por medio del conocimiento de la verdad y la aplicación de la justicia. Nuestra Iglesia, como bien saben, ha estado amparándoles siempre; y es nuestro compromiso apoyarles siempre. Recuerden que la paz verdadera es aquella mostrada por el salmista: Amor y Verdad se han dado cita, Justicia y Paz se besan. Verdad brota de la tierra, Justicia se asoma desde el cielo (Sal 84, 11-12). A las Victimas de la violencia social actual, les digo que la Iglesia les acompaña de cerca, se solidariza con ustedes y hace suyo su dolor. Estamos con ustedes para apoyarles en todo lo que podamos y estaremos siempre con ustedes, a la vez que les encomendamos a Dios.

345. A nuestros hermanos y hermanas de otras denominaciones religiosas; y a los hombres y mujeres de buena voluntad, por dos razones, primero para agradecer a muchos y muchas de ustedes que por aquellos años unieron sus voces a la voz de la Iglesia católica, exigiendo el respeto por los derechos fundamentales del ser humano, especialmente de los más vulnerables; denunciando los abusos de poder cometidos a las víctimas inocentes; y acompañando al pueblo de Dios, así como al pueblo salvadoreño en general. Y, segundo, para exhortarles a seguir trabajando por hacer presente el Reino de Dios desde una visión ecuménica. La lucha por alcanzar la paz verdadera es, quizá, uno de los puntos más fuertes a seguir trabajando; y qué mejor forma para lograrlo que con una postura fraterna y solidaria.

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346. A los Movimientos y Asociaciones apostólicas, a las Comunidades Eclesiales, Comunidades Eclesiales de Base, a los Misioneros laicos y a todos los Agentes de pastoral, exhortándoles a trabajar de lleno en la misión; tenemos en nuestros y nuestras mártires, modelos en abundancia, testimoniando que seguir a Jesús es posible. Les invito a estudiar la presente Carta Pastoral; y otros documentos; entre biografías o textos de nuestras y nuestros mártires con el objetivo de conocerles mejor. Jesús necesita de mujeres y hombres comprometidos en la construcción del Reino. Ustedes están llamados a ser sal y fermento de nuestra sociedad, llevando el mensaje de la Buena Nueva a los distintos sectores que la componen; denunciando el pecado que impide la conversión de nuestro prójimo. Les invito a ser pescadores que lanzan sus redes al mar a tiempo y a destiempo; obteniendo una pesca milagrosa de la cual formar nuevos pescadores; es decir, nuevos misioneros, nuevos pastores, nuevos catequistas, nuevos agentes de pastoral. No se acomoden al calor fraternal de sus comunidades, asociaciones o movimientos apostólicos. Sean como nuestros mártires: Mujeres y hombres que viven su compromiso bautismal de lleno; y se entregan a los demás, siguiendo el ejemplo de Cristo en la Eucaristía. Trabajen con sus párrocos elaborando proyectos de misión; y hagan del anuncio del Reino el eje central de sus vidas.

347. A los jóvenes, para pedirles que estudien las vidas de los mártires salvadoreños tomándoles como modelos de seguimiento a Cristo. Ustedes suelen tener paradigmas muy atractivos a quienes seguir; pero con proyectos de vida, casi siempre, errados. Drogas, alcohol, individualismo, egoísmo, violencia. Nuestros y nuestras mártires, en cambio, les ofrecen a ustedes un ejemplo de vidas bien aprovechadas en beneficio del Reino. Escucharon el llamado de Dios a tempranas edades, adquiriendo un serio compromiso que delineó sus vidas hasta el último

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día que permanecieron en nuestra tierra. Conózcanles y arriésguense a seguir sus huellas que no son otras que las huellas del Mártir en Plenitud, El Señor Jesús. Ustedes son el hoy y el futuro de este país. Están llamados a construir un nuevo El Salvador; pero, no con ideologías que conducen a la muerte, sino con la fe. Hagan de este país, una tierra llena de solidaridad, fraternidad, paz, justicia, verdad y amor, asentados en Cristo. Tenga fe en Dios y no teman porque Jesús, José y María caminan a su lado.

348. A los victimarios; o sea, esas ovejas en penumbras, para invitarles a recapacitar – si aún no lo han hecho – sobre su actitud de haber lastimado, perseguido y dado muerte a inocentes. Se han comportado como Caín con su hermano Abel. Han dado muerte a justos; y la voz de Dios sigue esperando respuesta: ¿Qué has hecho de tu hermano? No para vengar su muerte, pagando violencia con violencia. ¡No! Les dirige esa pregunta para que ustedes se arrepientan, confiesen su pecado y se conviertan aceptando, si es preciso, las consecuencias lógicas de su pecado. Es lo único que Dios espera de ustedes. Dios les espera con los brazos abiertos para darles el perdón. Escuchen el llamado de Dios: ¡Arrepiéntanse, porque el Reino de Dios ha llegado! (Mt 4, 17). No desprecien, les pido, el Reino de Dios por un anti reino de muerte y sangre.

349. A las personas dedicadas a la política, para pedirles que no vulneren los derechos de los más débiles del país. Sé que ustedes intentan hacer un buen trabajo; pero deben hacer el mejor esfuerzo. No caigan en la práctica de partidarismos que únicamente polarizan aún más nuestra ya dividida sociedad. En su lugar, trabajen por el bien común; especialmente de los más pobres. Recuerden las palabras de nuestro querido Papa Francisco: La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas

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más preciosas de la caridad porque busca el bien común244. La política en El Salvador está altamente denigrada. A ustedes, los políticos, el pueblo les considera corruptos; aprovechados; ideologizados; populistas; protectores de sus propios intereses; manipuladores de sindicatos, gremiales o asociaciones en provecho personal; entre otros; algo que rebaja el alto destino de la política a mera politiquería. El pueblo les escogió con la esperanza de que ustedes harían del país un lugar mejor para vivir con dignidad. No se afanen por sus intereses negociando bajo la mesa; lo que transparentemente pudiera acordarse sobre ella, con una buena dosis de ética; y compromiso cristiano, para aquellos que se llaman, miembros – mujeres y hombres – de nuestra Iglesia. Ni la religión ni la Iglesia son un muro tras el cual parapetarse. ¡Cumplan la misión de políticos de que fueron investidos! No se burlen del pueblo acusándose unos a otros, creando cortinas de humo con las cuales cubrir sus propios errores; o esperando campañas electorales para pensar en el bien común. Un bien común que es responsabilidad de ustedes todos los días del año y todos los años que dure su gestión; ya sea como diputados, miembros del ejecutivo u otro cargo político. No está el ser humano al servicio de la política sino la política al servicio del ser humano. ¡Recapaciten! Y no precipiten al país a situaciones similares a las vividas en las décadas del setenta, ochenta y noventa por simples caprichos electoreros o intereses de clase social. ¡Basta ya de eso, se los ruego! Trabajen por el bien común, por favor.

350. A los empresarios y personas del poder económico, para pedirles que sean buenos administradores de los bienes que Dios, en su magnánima actitud de Padre Providente, les proporciona. No sean acaparadores como el hombre que derribó sus graneros para hacer unos más grandes. No es

244. Papa Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n. 205.

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justo pagar un salario mínimo apenas de subsistencia, y a veces ni siquiera suficiente para subsistir, deben pagarse salarios dignos y justos; como tampoco es justo que las mujeres reciban un salario más bajo que el percibido por los hombres, simplemente por ser mujeres. Tampoco es justo que despidan a las mujeres por su maternidad, o que ni siquiera tenga acceso a un trabajo si espera un bebé. Una actitud como ésta sólo demostraría que ustedes se oponen a la vida y con ello al Dios de la vida. No exploten ni maltraten al trabajador. Respeten sus días de reposo y descanso. No les despidan por causas injustificadas. Hagan de la economía un servicio que mejore la calidad de vida de las mayorías, sin olvidar la protección del medio ambiente que tan deteriorado está. Pongan la economía al servicio del pueblo y no obliguen al pueblo a servir a la economía. La economía no trabaja en función de partidos políticos ni manipula partidos políticos a su favor. Hacerlo sería corrupción. En El Salvador, a veces pareciera que se tiene una economía que mata: Mata a las personas con lo sueldos bajos que ofrece; mata la naturaleza por todos los flancos, la agricultura; el urbanismo desmedido y desordenado que las empresas constructoras emprenden; la minería que mata la vida de forma inmisericorde e irreversible, la cual debe ser rechazada por todos y prohibida por la legislación nacional; el turismo mal dirigido que arruina las pocas zonas verdes del país, playas, ríos o montañas; y cuántas otras actividades se pudieran mencionar; mata las esperanzas de los jóvenes al carecer de fuentes de trabajo que le aseguren una vida digna; mata a los adultos mayores y ancianos por dejarlos, después de una vida entregada al desarrollo de este país y de vuestras empresas, sin una pensión justa. ¡Les ruego ayuden al pueblo, a las grandes mayorías a mejorar sus condiciones de vida! No permitan que la brecha entre pobres y ricos – ya de por sí muy ancha – se ensanche todavía más. Aprendan de nuestra misma historia. La guerra civil tiene como una de sus raíces principales la enorme desigualdad

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económica que existía por aquellos años gracias a la “injusta distribución de las riquezas en boga”. No cometan el mismo error de los encargados de la economía de aquellos años. No idolatren al dinero. Recuerden las palabras que el Papa Francisco dirigió a las personas en su Catequesis de la Audiencia del 11 de enero del presente año: Si se pone la esperanza en los ídolos, te haces como ellos: imágenes vacías con manos que no tocan, pies que no caminan, bocas que no pueden hablar. No se tiene nada más que decir, se convierte en incapaz de ayudar, cambiar las cosas, incapaces de sonreír, de donarse, incapaces de amar. ¡Hagan de la economía una fuente de vida para el ser humano y el cosmos!

351. A los legisladores y encargados de la ley, para pedirles que luchen contra la impunidad. Que Dios no les recrimine como a los jueces en tiempos de Amós: ¡Ustedes convierten en veneno el derecho y en ajenjo el fruto de la justicia! (Am 6, 12). Veinticinco años han transcurridos desde la firma de los acuerdos de paz sin verse frutos concretos de la justicia allí exigida. No es posible que masacres, crímenes de lesa humanidad o cualquier otro tipo de muerte continúe sin justicia. Las heridas provocadas por la guerra siguen abiertas y sangrantes. La justicia, incluso la “justicia transicional”, es la forma de sanarlas cerrando un ciclo doloroso que permanecerá abierto en tanto las personas desconozcan donde yacen los cuerpos de sus familiares (si es que fueron secuestrados o desaparecidos); de qué manera y por qué murieron; y conozcan a los verdugos de sus familias. Es necesario aclarar crímenes de ese talante. Se trata de limpiar el nombre de los asesinados vilmente calumniados. No es venganza sino, conocer la verdad. Una verdad que permita confiar en las instituciones que administran la ley; así como, aquellas instituciones encargadas de velar por la seguridad de la población que por aquellos años fueron culpadas de matar al pueblo, en lugar de velar por su seguridad.

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352. A los educadores, para que enseñen a los estudiantes a su cargo, a donde puede conducir el egoísmo, la avaricia y el amor desordenado a los bienes terrenales. Enseñen la verdadera historia de este país. Si no hay textos de historia escritos con la debida profundidad, exijan que se elaboren. Las nuevas generaciones tienen derecho a conocer lo qué pasó y las razones que llevaron a nuestro país a una guerra civil injusta y cruel, especialmente para con el pueblo, cuyos efectos nocivos aún se hacen sentir. Hablen a sus alumnos de nuestros mártires, resaltando que su único deseo era hacer presente a Dios en una nación donde sus líderes políticos y dueños del poder económico sobre ponían el bien individual sobre el bien común. Situación que no puede repetirse en nuestra historia. Ustedes tienen entre manos el gran compromiso de formar nuevas generaciones con capacidad de construir un nuevo país.

353. A nuestros hermanos y hermanas migrantes, para expresarles que lamento mucho el viacrucis que deben sufrir en su éxodo hacía un país donde esperan con ansias, encontrar mejores condiciones de vida. Ustedes son el signo que recuerda a este país, que las raíces de la guerra civil no han sido superadas. La pobreza y la violencia continúan aguijoneando al pueblo; esos son los detonantes para irse de la tierra que les vio nacer. Nadie debería abandonar su país ¡Nadie, hermanas y hermanos míos! Pero, la injusticia social empuja al pueblo a un éxodo imparable y cada vez más numeroso. Ruego por ustedes hermanos y hermanas para que Dios les proteja en su recorrido y ante la preocupante situación de ustedes a causa de las nuevas medidas migratorias de EE. UU. somos muy solidarios y tienen nuestro total apoyo para exigir que se respeten sus derechos.

354. A nuestros centros educativos católicos, escuelas, colegios y universidades católicas o de inspiración cristiana, para pedirles que reflexionen esta Carta Pastoral

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con sus alumnos. Conocer a nuestras y nuestros mártires, así como la misión de la Iglesia en el mundo, les ayudará a recapacitar sobre su compromiso bautismal y su deber de entrega a los demás como Cristo se nos entrega en la Eucaristía. Posiblemente, acercarse a las vidas de mujeres y hombres como nuestros mártires les ayude a considerar con más detenimiento su vocación de servicio como sacerdote, religiosa, religioso, o laico comprometido. Agradezco, por otra parte, sus esfuerzos por formar nuevas generaciones que ayuden al país. Su trabajo es conocido y reconocido. No decaigan, pues, aunque a veces parezca que el mundo se opone a nuestro trabajo. El mundo necesita; la Iglesia necesita de instituciones educativas como las de ustedes donde se formen personas cristianas; es decir, personas amantes de Dios y de gran calidad humana avocados al bien común y no a fines egoístas. Pongan énfasis en la formación de políticos y economistas haciéndoles ver que son carreras de servicio no de lucro personal. Ustedes son la pieza clave en la formación de nuevas generaciones capaces de hacer un país distinto; más cristiano y más humano.

355. A los sacerdotes, mis queridos hermanos, para agradecerles, en primer lugar, su trabajo, muy en especial, a aquellos que acompañan a las personas en comunidades que sufren mucha violencia. No me cabe duda que Dios complacido les ve. Y por eso mismo, por esa mirada amorosa de Dios que nos pide amar y cuidar del pueblo, les pido que sigan acompañando a las personas en su dolor. Tienen en sus manos a un pueblo que ha sufrido por largo tiempo, que necesita ser consolado y animado, para continuar; o quizá, descubrir su misión mientras peregrina hacia el cielo. Como Jeremías, Isaías o Ezequiel, ustedes están llamados a dar esperanza al pueblo en estos momentos donde la pobreza y la violencia golpean duramente. Les pido también, que den a conocer esta

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Carta. Es necesario que el pueblo sepa de sus mártires; pues ellos han configurado a nuestra Iglesia en Iglesia martirial. Su sangre no puede haber sido derramada estérilmente. Debe ser fruto de todo tipo de vocaciones al servicio del Reino. Pueden promover charlas, seminarios, encuentros juveniles, o grupos de estudio donde reflexionar el contenido de esta Carta; o bien, de las dos Cartas por si en algún caso, la Carta sobre la violencia no ha sido estudiada. Nuestro pueblo necesita de sus pastores. Necesita aprender que una fe desencarnada no conduce al país a Cristo. Deben enseñar al pueblo su compromiso de transformar la sociedad; y vivir su compromiso bautismal de lleno. Ayuden a laicas y laicos a comprender que: La fe todo lo ilumina con nueva luz y manifiesta el plan divino sobre la entera vocación del hombre. Por ello orienta la mente hacia soluciones plenamente humanas (GS 11). Si tienen escuelas de teología en sus parroquias, aprovechen ese recurso, para dirigir charlas o analizar dentro de las escuelas la Carta en alguno de los espacios de que dispongan. Animen a sus fieles a formarse en dichas escuelas. Promuevan, pues, las vidas de nuestras y nuestros mártires, por favor.

356. A nuestros seminaristas, pidiéndoles que por favor estudien, lean, investiguen las vidas de nuestros y nuestras mártires. Les ayudará a comprender que la vocación sacerdotal debe ser vivida como entrega total al pueblo de Dios cuyo cuidado, indignamente recibimos, al ser ordenados. Por favor, hijos míos, estudien la historia de este país para que sepan responder adecuadamente a las necesidades del pueblo. Aprendamos del Padre Rutilio que supo ser y hacerse del pueblo, encarnar el Evangelio en la realidad y con ello, atraer al pueblo a la Iglesia; siguiendo en esto, el ejemplo de Jesús que vino a la tierra y se hizo carne, como uno de nosotros. Fue judío como todos los judíos. No se comportó como ser ajeno a sus costumbres. Esto les obliga a ustedes, queridos hijos, a estudiar mucho

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Ustedes también darán testimonio

para servir al pueblo como nuestras y nuestros mártires lo hicieron.

357. A las queridas hermanas y a los queridos hermanos religiosos, agradeciendo antes que nada su labor de servicio pastoral a lo largo del país, para con los más pobres, enfermos, marginados y excluidos, sobre todo. Agradezco también su entrega al trabajo en Escuelas, Colegios, Universidades o Parroquias. Les animo a que sigan trabajando por el Reino, con ese carisma propio y generoso de sus fundadores. Muchos de ustedes se glorían de tener mártires dentro de sus Órdenes y Congregaciones, que derramaron su sangre en este país que, dichosamente su tierra ha sido regada por esa bendita sangre. Les felicitamos por ese don maravilloso de contar con mártires entre los suyos y les agradecemos por ser ellos también nuestros mártires. Les pido sigan animando al pueblo en estos momentos en que la violencia y la pobreza provocan estragos entre los más pobres. Enseñen y motiven a los laicos y laicas a estudiar teología, a recibir formación bíblica y a integrarse a comunidades o pastorales de la Iglesia para que vayan conociendo más a Dios y entregándose al trabajo de la misión. Reflexionen esta Carta, promoviendo entre ellos el acercamiento a nuestros y nuestras mártires, por favor; así como, animándoles a tomar un serio compromiso en sus parroquias. Animen a laicos y laicas a ser protagonistas en la salvación de la historia. Ustedes pueden lograrlo con la ayuda de Dios. ¡Que Dios los bendiga!

358. En cuanto a mí, estoy comprometido a enseñar la vida de nuestro venerable Siervo de Dios Rutilio Grande; la de nuestro Beato Monseñor Oscar Arnulfo Romero; y la de todos nuestros mártires; proponiéndoles como modelos a imitar en una Iglesia que muchas veces olvida la vivencia comprometida de su bautismo; y la entrega generosa como Cristo en la Eucaristía. Es mi deber animar al pueblo de Dios a mí encomendado, a tomar la salvación de la historia

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en sus manos; convirtiéndose en levadura en una sociedad cada vez más individualista, polarizada, calculadora, violenta y materialista. Así mismo, tengo el compromiso de seguir animando a las autoridades políticas y dueños del poder económico a conseguir la paz; por medio, de la creación de leyes y programas sociales que beneficien a las grandes mayorías. Animarles a que trabajen por el bien común deponiendo los intereses partidaristas. Es también, mi obligación denunciar aquellas acciones generadoras de violencia contra el ser humano y el medio ambiente que tanto desangran este pequeño país; así como, exigir justicia y la abolición de la impunidad. Por último, y no por ello, menos importante, es mi deber animar, dar esperanza y acompañar a mi Grey, a mis hermanos laicos y laicas, a mis hermanos sacerdotes, religiosas y religiosos.

359. Quiero terminar esta Carta pastoral encomendando nuestro bello; pero sufrido país, al Sacratísimo Corazón de Jesús. Que Él nos ayude a convertirnos en artesanos de la paz haciendo de nuestro país un lugar especial donde reine la justicia, la paz, el amor y la verdad. Para finalizar, invoco la bendición de Dios Todopoderoso en favor de todos ustedes y de nuestra amada nación. Amén.

San Salvador, 12 de marzo de 2017.

José Luis Escobar AlasArzobispo de San Salvador

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