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II Encuentro de Jóvenes Investigadoresen Historia Moderna. Líneas recientesde investigación en Historia Moderna
Comunicaciones
eCOLECCiÓN ESTUDIOSEDICIONES CINCAN° 5
Esta publicación se ha realizado dentro del Grupo de Excelencia de la URJC:"La Configuración de la Monarquía Hispana a través del sistema cortesano (siglos XIII-XIX):organización política e institucional, lengua y cultura (GE-2014-020)" financiado porel Banco de Santander
IVI4lMVERSIDAD AllOtnfA,
PRIMERA I<:DICIÓN:junio Qo 1¿-.
© Los autores
© DI<: ESTA EDlCIÓEdiciones Cinca. S.A.Sen icio de Publicaciones de la Uni\er~idad Rey Juan Carlo~
¡{eservados todos los derechos.
Cualquier forma de rl'J1roducción. distrihución, cllullInicación públi,:a otransformación de e,ta obra ¡;olo puede ser realizada coo la autorización desus titulare,. sal \'O excepción prevista por la ley. Dir(jase a CEDRO (CenrroEsp3liol de Derecho, !{eprop;rñticos, ",w",.redro.orf\') si lH:cesita jC)tocopiar() esc~lIlear alg(1Jl fraglnento de t'~ta ohra.
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DISEÑO DE LA COLECCiÓN:Juan Vidaurre
PHODUCCIÓN EDITORIAL,COOlillINACIÓN Tf:CNICAE IMPRESiÓN:Grupo Editorial Cincael Gelleral lbáñez fbenl, 5A~ ,.,oo.~ Ivlad rid
Td.: !l J 55:3 '=!~ 72.grupot'ditorial(~}ediciollescinca.nllll
www.edicionesclnl':a.cnm
DEPÓSITO LI<:GAL: M-21596-'¡OI5ISBN: 978-84-15:305-87-:3
Intermediarios y proveedores: los mercaderes judeoconversos portugueses de Cáceres y su inserción en las redes comerciales peninsulares (1630-1642)
Álvaro Sánchez Durán Universidad Autónoma de Madrid
Resumen: Desde las primeras décadas del siglo XVI, y especialmente a partir de la anexión de Portugal
en 1580 al vasto conjunto territorial formado por la Monarquía Hispánica de los Austrias, los hombres de
negocios y mercaderes de la minoría judeoconversa portuguesa desarrollaron extensas redes mercantiles a través
de las cuales lograron conectar los mercados ultramarinos de las coronas de Portugal y Castilla con los
principales centros comerciales del norte de Europa. Ello fue posible mediante la dispersión geográfica de los
miembros de este grupo social allí donde confluyeran sus intereses económicos. En el presente trabajo se
pretende contribuir a la reconstrucción de esas redes mercantiles a través de la consulta de documentación
notarial relativa a un reducido espacio geográfico de la provincia de Extremadura, la villa de Cáceres y su tierra.
En el periodo comprendido entre 1630 y 1642 se ha podido constatar en el seno de la comunidad de conversos
portugueses establecidos en Cáceres la presencia de un reducido, pero muy activo, número de “medianos”
mercaderes que desempeñarían una importante función como intermediarios entre los mercados secundarios del
interior y los principales centros mercantiles peninsulares, en especial en lo relativo al comercio de la lana fina
merina.
Palabras Clave: Monarquía Hispánica; judeoconversos portugueses; redes mercantiles; Cáceres;
comercio lanero.
Abstract: From the first decades of the 16th century and especially after the annexation of Portugal in
1580 to the Spanish Monarchy of the Habsburgs, business men and merchants of the Portuguese converso
minority developed extensive trade networks connecting the overseas markets of the crowns of Portugal and
Castile with major commercial centers in northern Europe. This was possible through the dispersion of the
members of this social minority where their economic interests converged. This work aims to contribute to the
reconstruction of these trade networks through the legal documentation of the province of Extremadura,
specifically in the town of Cáceres and its surroundings. Between 1630 and 1642 there existed within the
community of Portuguese conversos the presence of a small, but active, number of “medium-sized” merchants
who played an important role as brokers between the secondary markets and the major commercial centers of the
Iberian Peninsula, mainly in regard to the trade of fine wool.
Keywords: Spanish Monarchy; Portuguese conversos; trade networks; Cáceres; wool trade.
1. INTRODUCCIÓN
La presente comunicación tiene por objeto profundizar en el conocimiento de las redes
mercantiles tejidas por los hombres de negocios y mercaderes de la minoría judeoconversa
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portuguesa durante los siglos XVI y XVII a lo largo de Europa y de los principales centros
mercantiles de los dominios ultramarinos europeos. Dada la amplitud de fuentes disponibles y
la dispersión de éstas, se ha decidido restringir el estudio a un área geográfica limitada del
interior de la Corona de Castilla, la circunscrita a la villa de Cáceres y su tierra1. A través del
cotejo de los protocolos notariales de esta villa para el periodo comprendido entre 1630 y
1642 ha sido posible comprobar la extensión de esas redes mercantiles hacia los mercados
secundarios del interior peninsular, en concreto hacia esa comarca de la rayana provincia de
Extremadura. Algunas de las principales casas mercantiles portuguesas con sede en Madrid,
Sevilla o Alicante demandaron de estos parajes uno de los principales productos exportados
por la economía castellana hacia los mercados atlánticos – y mediterráneos en segunda
instancia –, la lana fina merina, producto del que se proveyeron a través de una serie de
“medianos” mercaderes locales que actuaron como intermediarios entre estos mercados del
interior y los principales centros económicos peninsulares.
Antes de pasar a tratar a fondo esta cuestión, sería preciso hacer unas breves
consideraciones en torno a los orígenes y características de las redes mercantiles desarrolladas
por los miembros más boyantes de esa minoría de cristianos nuevos portugueses. Sin duda
alguna su origen estuvo en el año de 1492, punto de inflexión en la historia de la judería
sefardí tras el decreto de expulsión forzosa decretado el 31 de marzo de dicho año por los
Reyes Católicos para todos aquellos judíos que no aceptasen el bautismo2. En paralelo al
nacimiento de una amplia comunidad de cristianos nuevos en el seno de sus reinos3, esa fecha
1 La Tierra de Cáceres comprendía una extensa circunscripción territorial de entre 170.000 y 180.000 hectáreas, junto al territorio de la Tierra de Trujillo al este y la de Alcántara al oeste. Bajo la jurisdicción de la villa cabecera de Cáceres se encontraban una serie de lugares como Casar de Cáceres, Malpartida de Cáceres, Puebla del Zángano, Sierra de Fuentes, Torrequemada o Zamarrilas. J.L. PEREIRA IGLESIAS (1990). Cáceres y su tierra en el siglo XVI. Economía y sociedad. Cáceres, pp. 47-58. 2 Muchas han sido las razones argüidas por la historiografía para explicar la motivación de esta crucial decisión política de Isabel y Fernando. La principal ha sido la de que la presencia de los judíos incitaba a los conversos e incluso a los cristianos viejos a judaizar. J. CARO BAROJA (1978). Los judíos en la España Moderna y Contemporánea. Madrid, vol. 1, p. 195. En relación con ello habrían influido algunos acontecimientos previos como el de los juicios de Guadalupe de 1485, en que 71 personas en su mayoría cristianos nuevos fueron ejecutados por la Inquisición acusadas de judaizar, o el caso del Santo Niño de la Guardia de 1490, en que supuestamente varios conversos en colaboración con judíos habrían torturado y crucificado a un niño en un pueblo cercano a Toledo. A pesar de los muchos puntos oscuros de este último suceso, principalmente el de unas testificaciones de los acusados conseguidas bajo tortura, fue sin duda uno de los que más habría influido en la decisión final de 1492 así como lo haría posteriormente en la literatura antisemita del siglo XVII. J. AMELANG (2011). Historias paralelas. Judeoconversos y moriscos en la España moderna. Madrid, pp. 94-97. 3 Ello fue de la mano del consecuente desarrollo del problema converso, caracterizado por el estigma racial que persiguió desde el principio a los cristianos nuevos por su origen judío, así como por la infundada creencia de su predisposición natural a judaizar en secreto sin tener en cuenta la variedad de conductas adoptadas por los conversos, que iban desde la ortodoxia de los sinceros católicos hasta la heterodoxia de los “criptojudíos”. CARO BAROJA (1978). op. cit., pp. 291-316. Parece que el antisemitismo persistió tras la desaparición del judío y su sustitución por el converso, infectado este último por la sangre de sus antecesores hebreos. La deriva
[1170]
significó también la dispersión geográfica del resto de la comunidad sefardita de Castilla y
Aragón hacia las principales ciudades italianas, los puertos del Norte de África, los extensos
dominios del Imperio Otomano en Levante y, especialmente, hacia el vecino Portugal. Ese
intenso desplazamiento poblacional de los sefardíes – inserto en un contexto de profunda
desintegración de las juderías europeas en el periodo comprendido entre 1470 y 15204 –,
unido a las circunstancias de la expansión ultramarina europea y del auge del Imperio
Otomano, así como a las particulares formas de organización social y comunitaria judías,
posibilitaría el desarrollo de un fenómeno de diásporas mercantiles en el seno de la
denominada “diáspora sefardí”. Esas “diásporas dentro de la diáspora” consistirían en el
desarrollo de redes comerciales altamente especializadas capaces de traspasar todo tipo de
barreras geográficas, políticas, religiosas y culturales5. El establecimiento de buena parte de
esos sefardíes expulsos en 1492 en la Corona de Portugal y su posterior conversión forzosa al
cristianismo por iniciativa de Manuel I el Afortunado en 1497 traería como resultado el
surgimiento de ese nuevo grupo que fue el de los cristianos nuevos, o judeoconversos,
portugueses6.
La “Nación” portuguesa en cuanto que colectividad definida por un origen hebreo
común y unos patrones de comportamiento propios de una minoría étnico-religiosa – ya
fueran judaizantes o no sus miembros –, sin duda constituiría parte de esa diáspora sefardí a
pesar de la conversión al cristianismo. De hecho, serían los miembros más acomodados de esa
comunidad de cristianos nuevos portugueses, en su mayor parte dedicados al comercio y las
finanzas, los que protagonizarían con mayor vigor ese fenómeno de diáspora mercantil en su
vertiente atlántica y transatlántica durante los siglos XVI y XVII, a través del establecimiento
de florecientes comunidades de la “Nación” portuguesa en algunos de los principales
emporios de la economía atlántica, como Burdeos, Ruán, Nantes, Amberes, Ámsterdam o
Hamburgo. La incorporación de la Corona de Portugal al conglomerado de dominios
dinásticos que conformaban la Monarquía Católica de los Austrias en 1580 llevaría a esas biológica del antisemitismo habría tenido su principal manifestación en los estatutos de “limpieza de sangre” que adoptarían diversas instituciones en la Iberia moderna. AMELANG (2011). op. cit., pp. 107-124. 4 J.I. ISRAEL (1998). European Jewry in the Age of Mercantilism 1550-1750. Oxford-Portland, pp. 4-8. 5 J.I. ISRAEL (2002). Diasporas within a Diaspora. Jews, Crypto-Jews and the World Maritime Empires (1540-1740). Leiden-Boston-Köln, pp. 1-4. Por esas mismas razones Francesca Trivellato aplica el concepto de cross-cultural trade a la hora de analizar las actividades económicas de la comunidad judeo-sefardí establecida en la ciudad italiana de Livorno. F. TRIVELLATO (2009). The Familiarity of Strangers. The Sephardic Diaspora, Livorno, and Cross-Cultural Trade in the Early Modern Period. New Haven-Londres, pp. 1-5. En este mismo estudio incluye unas interesantes reflexiones historiográficas respecto al término de “diáspora mercantil” y su relación con ese fenómeno de cross-cultural trade antes señalado. Ibídem, pp. 10-16. 6 Sobre las motivaciones políticas, económicas y religiosas que condujeron a esa conversión forzosa, véase CARO BAROJA (1978). op. cit., pp. 206-216; y P. HUERGA CRIADO (1994). En la raya de Portugal. Solidaridad y tensiones en la comunidad judeoconversa. Salamanca, pp. 28-31.
[1171]
redes a un grado de desarrollo y de extensión geográfica hasta entonces inusitados. La unión
dinástica permitió a los hombres de negocios de la “Nación” portuguesa expandir
progresivamente sus negocios hacia Castilla y sus Indias, en el último caso mediante el
establecimiento clandestino de portugueses en puertos como Santo Domingo, Puerto Rico,
Cartagena de Indias, Veracruz o Buenos Aires, aprovechando el completo control de la trata
de esclavos africanos hacia la América española por hombres de negocios portugueses desde
la instauración del régimen de asientos en 15957. De ese modo, ya en la primera mitad del
siglo XVII estos hombres de negocios cristianos nuevos portugueses habían logrado mediante
su dispersión geográfica por diversos núcleos mercantiles de la economía atlántica europea y
de los territorios ultramarinos portugueses y castellanos, crear unas redes mercantiles de
carácter “transnacional”, puesto que sus actividades económicas superaban cualquier división
de carácter político.
Las redes mercantiles, como forma de asociación comercial particular, se
caracterizaban por un alto grado de descentralización al articularse a través de los
intercambios de bienes dados entre distintas casas de negocios, cada una de las cuales
constituía una unidad autónoma con su propio tamaño, estructura y tejido de agentes y
corresponsales. La confluencia de intereses económicos entre distintas casas mercantiles
posibilitó el funcionamiento de esas redes mercantiles por vía de conexiones de naturaleza
multilateral. La diferencia de las redes mercantiles de la “Nación” portuguesa respecto a las
de otras “naciones” mercantiles habría radicado en el mayor grado de diseminación
geográfica de los miembros del primer grupo como consecuencia de ese amplio fenómeno
histórico de la “diáspora sefardí”. Junto con la extensión geográfica común a todas las redes
mercantiles de la Edad Moderna, las tejidas por las casas de negocios portuguesas también
estuvieron determinadas por el empleo de cadenas verticales de integración que con la
pretensión de controlar determinadas parcelas del mercado establecían relaciones cerradas y
jerárquicas que discurrían desde los grandes mayoristas transatlánticos hasta los productores
de las mercancías demandadas8. Entre unos y otros se situarían actuando como intermediarios
los medianos mercaderes regionales y pequeños tenderos locales también mayoritariamente
conversos portugueses. Sin duda, las relaciones de patronazgo y clientelismo influyeron en el
7 El control portugués sobre la trata de negros hacia las Indias se prolongó de 1595 hasta 1640. Para las motivaciones que llevaron a la Corona española a la crucial decisión de implantar un régimen monopolístico para introducir esclavos en América y confiarlo a hombres de negocios portugueses, así como el contrabando que dicha actividad generó a través del puerto de Buenos Aires, véase E. VILA VILAR (1973). “Los asientos portugueses y el contrabando de negros”. Anuario de estudios americanos, 30, pp. 557-599. 8 D. STUDNICKI-GIZBERT (2007). A Nation upon the Ocean Sea. Portugal’s Atlantic Diaspora and the Crisis of the Spanish Empire, 1492-1640. Oxford-Nueva York, pp. 93-95.
[1172]
desarrollo de esos vínculos jerárquicos de integración mercantil puesto que los logros
económicos alcanzados por los grandes hombres de negocios que ocupaban el pináculo de
dichas cadenas de integración les permitieron asumir responsabilidades patronales mediante el
desarrollo de estructuras clientelares proyectadas hacia diversas zonas geográficas y hacia los
individuos de la “Nación” situados en los peldaños inferiores de la escala social9. Fue a través
de las conexiones multilaterales y de las cadenas verticales de integración que caracterizaban
a esas redes mercantiles como las casas de negocios portuguesas llegaron a acaparar ciertos
mercados como el de los esclavos africanos o el del tabaco, teniendo bajo su control a todos
los actores del mercado y excluyendo progresivamente a la competencia.
Cuando se proceda a estudiar el ejemplo de los mercaderes conversos portugueses de
Cáceres se podrá corroborar cómo también en mercados como el de la lana fina merina se dio
una situación similar. Pero antes de abordar dicha cuestión es preciso reconstruir el proceso
de conformación de la pequeña comunidad de judeoconversos portugueses asentada en la villa
de Cáceres durante la primera mitad del siglo XVII.
2. LA COMUNIDAD JUDEOCONVERSA PORTUGUESA DE CÁCERES
Como se indicara anteriormente, la anexión de Portugal en 1580 a los dominios
dinásticos de Felipe II facilitaría el progresivo establecimiento de hombres de negocios de la
“Nación” portuguesa en Castilla y sus Indias. Sin embargo, junto al asentamiento de un
minoritario conjunto de portugueses dedicados a actividades comerciales, comenzaría un
proceso paulatino de emigración de familias judeoconversas portuguesas hacia el territorio
castellano. Las motivaciones coadyuvantes de esa migración abrían sido tanto religiosas – una
mayor presión de la Inquisición portuguesa sobre estas comunidades – como económicas – la
posibilidad de prosperar social y económicamente en Castilla. Ese trasvase poblacional no
hubiera sido posible sin la abolición de las leyes portuguesas que desde finales del siglo XV
impedían la libertad de movimientos a los descendientes de los antiguos judíos sefardíes y sin
la consecución de varios indultos de fe que absolvieron temporalmente a los conversos que
hubieran sido condenados por la Inquisición portuguesa de judaizar. Todo ello a cambio del
pago de holgadas cantidades de dinero a la Corona tanto en el reinado de Felipe III como en el
9 J. CONTRERAS CONTRERAS (1988). “Criptojudaísmo en la España moderna. Clientelismo y linaje”. Áreas. Revista internacional de ciencias sociales, 9, pp. 77-80.
[1173]
de Felipe IV, que se encargaron de abonar los principales beneficiarios de esas medidas, los
grandes hombres de negocios conversos con sede en Lisboa10.
La mayor parte de la población judeoconversa de Portugal se hallaba asentada en la
línea fronteriza con Castilla – salvando la excepción de las grandes ciudades como Lisboa –,
especialmente en las distintas plazas de las regiones de Alentejo, la Beira y Tras-os-Montes.
La cercanía a la raya se explicaba no sólo por cuestiones de presión inquisitorial, sino
también por tratarse de una zona muy adecuada para el comercio. En estas regiones del
interior, de economía esencialmente agrícola y ganadera, los cristianos nuevos portugueses se
dedicaron a la fabricación de paños y lienzos obteniendo la lana necesaria de la vecina
Castilla, donde posteriormente se llevaba a cabo la venta de los productos textiles. De ahí que
el comercio fronterizo ocupara un lugar importante en la vida de estas poblaciones11. Por esas
razones es lógico entender que las ciudades y villas de la rayana provincia de Extremadura se
convirtieran en centros receptores de las familias conversas que decidieron abandonar
Portugal. Escogieron preferentemente las localidades de mayor tamaño así como las situadas
cerca de la frontera, pues sería en ellas donde podrían desarrollar sus actividades artesanales,
mercantiles o financieras. Así, las principales comunidades de cristianos nuevos portugueses
se formarían en Cáceres, Plasencia y Trujillo en el interior de Extremadura, y en Badajoz,
Alcántara y Valencia de Alcántara en su zona fronteriza con Portugal.12. Por supuesto,
muchas de estas poblaciones de Extremadura sólo constituyeron focos de establecimiento
provisional desde donde posteriormente las familias de la “Nación” se trasladarían hacia
Andalucía o el interior de Castilla, atraídas por grandes centros poblacionales y económicos
como Madrid o Sevilla. Pero ello no impediría la conformación de comunidades más o menos
estables como se ha podido comprobar en el caso de la villa de Cáceres.
El cotejo de diversos padrones fiscales – en concreto los Repartimientos de Pechos del
Servicio Real Ordinario y Extraordinario – realizados por el concejo cacereño en el periodo
10 En el caso del reinado de Felipe III, por el permiso para salir de Portugal obtenido en 1601 – revocado en 1610 – pagarían 200.000 ducados y por el indulto de fe de 1604-1605 un total de 1.860.000 ducados. Las necesidadesfinancieras de la Real Hacienda y su extrema dependencia del lobby genovés en los primeros años del reinado de Felipe IV, motivarían que su valido el conde-duque de Olivares concertara con las principales casas de negocios portuguesas su participación en las finanzas de la Monarquía. Como baza negociadora recurrió a la promulgación en 1627 de un “edicto de gracia” por la Inquisición española y de un permiso temporal para salir de Portugal. En 1629 una cédula real derogó definitivamente las prohibiciones para vender sus bienes raíces y salir de Portugal a cambio de un donativo de 250.000 ducados en juros por los principales hombres de negocios lisboetas. HUERGA CRIADO (1994). op. cit., pp. 38-42; y A. DOMÍNGUEZ ORTIZ (1960). Política y hacienda de Felipe IV. Madrid, pp. 129-130. 11 CARO BAROJA (1978). op. cit., pp. 218-221; y B.J. LÓPEZ BELINCHÓN (2001). Honra, libertad y hacienda (Hombres de negocios y judíos sefardíes). Madrid, pp. 25-27. 12 Las villas del sur de Extremadura sólo constituyeron lugares de asentamiento ocasional como consecuencia de la represión llevada por el Tribunal de la Inquisición de Llerena a principios del siglo XVII. HUERGA CRIADO (1994). op. cit., pp. 40-44.
[1174]
comprendido entre 1606 y 1652 y custodiados en el Archivo Histórico Municipal de Cáceres
(AHMC), ha permitido realizar una aproximación cuantitativa al tamaño de la comunidad de
cristianos nuevos portugueses establecida en esta villa durante la primera mitad del siglo
XVII a través del recuento de vecinos empadronados como “portugueses”. La conformación
de esta comunidad en las primeras décadas del siglo XVII, coincidiendo con el proceso de
emigración de las comunidades judeoconversas de Portugal hacia Castilla, es lo que ha
llevado a determinar su origen converso. Por supuesto se trata de datos que deben ser tomados
con cautela puesto que la mayor parte de los censos y padrones realizados por la Corona o por
los concejos municipales durante los siglos XVI y XVII tuvieron una finalidad
específicamente fiscal, centrándose en la cuantificación del número de vecinos – cabezas de
familia – pecheros. Sin embargo, la información consultada puede resultar de valiosa utilidad,
como los datos expuestos en la siguiente tabla demuestran:
Cuadro de recuento de vecinos portugueses a través de los repartimientos de pechos de Cáceres (1606-1652).
Repartimiento Nº vecinos portugueses 1606 2
1611 12 1617 12 1623 7 1636 45
1641 17 1644 26 1652 5
Fuente: elaboración propia a través de Archivo Histórico Municipal de Cáceres (AHMC), Cajas 17/57, 17/58 y 17/59.
Un primer vistazo a dicho recuento permite corroborar el alto grado de movilidad
inherente a los miembros de esta minoría social si se tiene en cuenta la aparente variación
numérica de esta población conversa, lo que podría a deberse a que villas extremeñas como la
de Cáceres constituyeran para muchas familias puntos de asentamiento temporal, como se
indicara anteriormente. Un análisis más profundo de estos datos llevaría a la distinción de dos
fases en la conformación de la comunidad de cristianos nuevos portugueses en Cáceres, una
primera que iría desde la primera década del siglo XVII hasta la de 1620, y otra que
transcurriría durante las décadas de 1630 y 1640. Si bien en la primera el tamaño alcanzado
por esta comunidad es más bien moderado, en la segunda etapa es cuando se logran los
niveles máximos poblacionales, cuya cota más alta se sitúan en el año de 1636 en el que se
[1175]
contabilizan un total de 45 vecinos portugueses. Teniendo en cuenta que el vecino constituía
una unidad fiscal básica no representativa del número total de individuos por familia – el ratio
aproximado rondaría los 4 habitantes por vecino13 –, para esa fecha de 1636 podríamos estar
hablando de alrededor de 180 individuos, una cifra bastante considerable como para hablar de
una comunidad propia en una villa de mediano tamaño como la de Cáceres14. Al no
conservarse ningún repartimiento en los años comprendidos entre los padrones realizados en
1623 y 1636 no se puede saber con precisión a partir de qué momento se produjo el
destacable incremento poblacional de los miembros de este grupo, que pasó de los escasos 7
vecinos de 1623 a los 45 de 1636. Considerando lo expuesto con anterioridad, es bastante
probable que la llegada de nuevos emigrantes fuese consecuencia de la política de Olivares
entre los años 1627 y 1629. Por último, cabe constatar que entre 1644 y 1652 se produjo un
intenso descenso del número de vecinos portugueses que habría sido consecuencia tanto de la
sublevación portuguesa de 1640 y la suspicacia generada contra los súbditos de este reino,
como del inicio de un periodo de mayor persecución inquisitorial tras la caída en desgracia
del conde-duque en 1643 y el inmediato nombramiento como Inquisidor General de Diego de
Arce y Reinoso, obispo de Plasencia, en sustitución de fray Antonio de Sotomayor.15.
3. MEDIANOS MERCADERES DE CÁCERES
Pasando ya al objeto principal del estudio en cuestión, con el propósito concreto de
reconstruir las redes mercantiles portuguesas en esa área geográfica limitada circunscrita a la
villa de Cáceres y su tierra se ha procedido a la consulta de los protocolos notariales de
Cáceres – custodiados en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres (AHPCC) – para el
periodo comprendido entre 1630 y 1642. De entre ellos se seleccionaron un total de 300
escrituras notariales relacionadas directa o indirectamente con miembros de esta comunidad
conversa portuguesa mediante las cuales se pudo constatar inmediatamente la presencia de un
reducido número – aunque muy activo desde el plano económico – de “medianos”
mercaderes. El motivo por el que se escogió tal denominación radica en que los casos
estudiados mostraron que no se trataría de pequeños tenderos locales o simples buhoneros
ambulantes, sino de mercaderes acomodados que desempeñaron una importante función en la
13 A. DOMÍNGUEZ ORTIZ y A. ALVAR EZQUERRA (2005). La sociedad española en la Edad Moderna. Madrid, pp. 19-20. 14 Teniendo en cuenta que el Padrón de Vecinos realizado en 1639 por el concejo cacereño arrojaba un total de 1.542 vecinos, los 45 vecinos portugueses contabilizados en el repartimiento de 1636 supondrían un 3% de la población total de la villa. AHMC, Vecindarios y Padrones 1, Padrón de Vecinos de 1639. 15 HUERGA CRIADO (1994). op. cit., pp. 44-45. La nueva coyuntura inquisitorial resultaría tanto de la personalidad del nuevo Inquisidor General como de la autonomía de actuación del Santo Oficio tras liberarse del control “político” al que lo sometió la facción de Olivares. LÓPEZ BELINCHÓN (2001). op. cit., pp. 337-341.
[1176]
articulación de las redes comerciales de la “Nación” portuguesa actuando como
intermediarios entre los mercados secundarios del interior y los principales centros
comerciales peninsulares. Más en concreto ejecutaron la función de agentes económicos
situados entre los productores de estas zonas secundarias y algunas de las principales casas
mercantiles portuguesas de Madrid o Sevilla, entre otros lugares, a las cuales se encargaron de
proveer del producto más demandado por estas casas en territorio extremeño: la lana fina
merina. La lana constituyó sin duda la razón por la que estos medianos mercaderes
permanecieron asentados en esta villa de Cáceres. La penillanura trujillano-cacereña –
compuesta por las Tierras de Alcántara, Cáceres y Trujillo – constituyó una zona rica en
pastos dominada por la dehesa como unidad de explotación agro-ganadera aprovechada por
las cabezas de ganado ovino de los miembros de las oligarquías locales de las villas de la zona
(Alcántara, Brozas, Cáceres, Trujillo) durante todo el año, así como por las grandes cabañas
trashumantes de los ganaderos mesteños durante el invernadero16. Eso hacía de Extremadura
una de las regiones castellanas de mayor producción lanera junto con Cuenca, Segovia,
Burgos o Soria17.
El mercado lanero fue el que llevó a esos mercaderes portugueses asentados en
Cáceres – como Diego Núñez de Belmonte, Francisco Núñez de Payva, los hermanos
Rodríguez Penamacor o Diego López Núñez – a especializarse en la provisión de lanas finas
hacia casas de negocios de Sevilla, Madrid o Alicante. Aunque sin duda los mayores centros
de exportación lanera fueron los puertos cantábricos, Sevilla constituyó por obvios
condicionamientos geográficos la principal puerta de salida de la lana extremeña18, de ahí que
la mayor parte de estos mercaderes locales orientaran sus intereses hacia las casas mercantiles
portuguesas allí asentadas. No es una coincidencia que escogieran Cáceres para dedicarse al
trato con las lanas, pues Máximo Diago Hernando pudo constatar en el caso de la tierra de
Soria que el comercio de la lana fue uno de los mercados más atractivos a ojos de los tratantes
portugueses desde finales del siglo XVI y, sobre todo, durante la primera mitad del siglo
XVII19. Son diversos los casos que permiten corroborar esa función intermediadora de los
16 El invernadero transcurría entre el día de San Miguel, 29 de septiembre, y finales de marzo o principios de abril, periodo durante el cual los propietarios de las dehesas cacereñas, miembros de la nobleza local, las arrendaban a prósperos ganaderos castellanos vinculados al Concejo de la Mesta. Una idea de la riqueza ganadera de la villa de Cáceres y su tierra nos la proporciona el Libro de Yerbas de 1731, que contabiliza un total de 258 dehesas con alrededor de 200.000 cabezas de ganado ovino. PEREIRA IGLESIAS (1990). op. cit., pp. 93-104 y 176-188. 17 En la década de 1650 constituía la zona donde grandes casas mercantiles como la de Fernando de Montesinos podían conseguir la lana más barata del mercado castellano. LÓPEZ BELINCHÓN (2001). op. cit., pp. 116-117. 18 Ibídem, p. 117. 19 Este autor concluyó que la introducción de los mercaderes portugueses en el mercado lanero de la Tierra de Soria se habría producido desde el último tercio del siglo XVI como consecuencia del hundimiento de las
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mercaderes portugueses de Cáceres. Así, en 1633 Diego Núñez de Belmonte alcanzaría un
acuerdo con un apoderado del regidor murciano Juan de Ibarra para que este último se
encargase del transporte de un importante cargamento de 1.309 arrobas de lana hasta el puerto
de Alicante, donde deberían ser depositadas en poder de Francisco de Múxica20. Cabe
destacar que los hermanos Múxica de Alicante estaban especializados en la exportación de
lanas hacia Venecia a través de ese importante puerto del Reino de Valencia21. Es muy
probable que otra partida de 970 arrobas de lana enviada dos años antes por el mismo Diego
Núñez hasta Yecla (Murcia), para ser depositadas en poder de Xinés de los Ríos, tuviesen
como destino final el puerto alicantino22. Sí ocurrió así con las 112 sacas de lana que el
Tribunal de la Inquisición de Murcia requisara en 1635 a Francisco Núñez de Payva, como se
puede cotejar en una carta de poder en la que se indica que este mercader se comprometió a
pagar en Madrid al Consejo de la Inquisición 11.000 reales en moneda de plata para recuperar
la tercera parte de dicho cargamento23.
Asimismo, algunas casas mercantiles con sede en Madrid también recurrieron a esos
medianos mercaderes portugueses de Cáceres para obtener la lana necesaria para la
exportación. El caso más destacado es el del famoso mercader y dramaturgo de origen
portugués Antonio Enríquez Gómez24, al que vemos asociado en diversas ocasiones en los
primeros años de la década de 1630 con algunos de estos comerciantes de Cáceres. En 1630
aparece estante en la villa de Cáceres para adquirir junto a los hermanos Francisco y Manuel
Rodríguez Penamacor 496 arrobas de lana a Félix Cotrina Topete, un acomodado ganadero
grandes casas mercantiles burgalesas. Al igual que en el caso de Cáceres, Soria contaría con una pequeña comunidad de judeoconversos portugueses dentro de la cual destacaron una serie de dinámicos hombres de negocios que se lucraron con el comercio lanero y la manufactura de paños. M. DIAGO HERNANDO (2010). “La irrupción de los conversos portugueses en el comercio de exportación de lanas de la Corona de Castilla en el tránsito del siglo XVI al XVII”. Sefarad. Revista de estudios hebraicos y sefardíes, 70-2, pp. 399-434. 20 Archivo Histórico Provincial de Cáceres, Protocolos Notariales [en adelante AHPCC, PN], Leg. 4430, s/f., 12-VII-1633. 21 Desde la segunda mitad del siglo XVI la exportación de lanas castellanas había encontrado uno de sus principales focos de demanda en las industrias pañeras italianas, especialmente las radicadas en Florencia y Venecia. Sin embargo, a partir de la década de 1620 se produjo un paulatino hundimiento del mercado italiano, siendo sustituido las nuevas pañerías que comenzaban a desarrollarse en Holanda. LÓPEZ BELINCHÓN (2001). op. cit., pp. 106-107. 22 AHPCC, PN, Leg. 4428, s/f., 26-VIII-1631. 23 AHPCC, PN, Leg. 3615, fol. 229v, 31-VII-1635. 24 Antonio Enríquez Gómez, nacido en Castilla y siendo descendiente de conversos sólo en una cuarta parte, además de ser un prolífico escritor autor de una docena de piezas teatrales constituyó un ejemplo de alma dividida entre la observancia pública de la fe católica y la práctica secreta de la hebraica. Ya en su Política Angélica, que vio la luz en Ruán en 1647, comenzó a mostrar su insatisfacción respecto al racismo antisemita imperante en la España moderna criticando las perniciosas consecuencias de la aplicación de la “limpieza de sangre” sobre cualquier sociedad, así como sobre la salvación de las propias almas. Tras expatriarse a partir de 1656 entre las comunidades judeoconversas francesas de Nantes, Burdeos y Ruán, regresaría posteriormente a España para acabar sus días encerrado en una prisión sevillana en 1663. AMELANG (2011). op. cit., pp. 124 y 143-144; y A. J. SARAIVA (2001). The Marrano Factory. The Portuguese Inquisition and Its New Christians 1536-1765, Leiden-Boston-Köln, pp. 157-159.
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local, a cambio del pago de 13.416 reales25. Dos años después, el mismo Antonio Enríquez
Gómez recurre en esta ocasión a la intermediación de Diego Núñez de Belmonte. A través de
una carta de pago de 1632 se puede observar que Diego Núñez actuó desde Cáceres como
abonador y fiador del primero en el pago de los 28.024 reales correspondientes a la tercera
parte de 2.976 arrobas de lana adquiridas a doña Ana Arias y doña Ana de Aldana, nobles
vecinas de la villa de Alcántara. Con toda probabilidad habría sido el mismo Diego Núñez
quien se encargara de hallar a estas proveedoras de lana y acordar los términos de la compra,
dado su mayor conocimiento del mercado local26. En ninguno de los anteriores casos en que
Antonio Enríquez Gómez adquiere lanas en Cáceres se especifica el destino de los
cargamentos, aunque es bastante probable que alguno de ellos lo tuviese en Vitoria, desde
donde posteriormente las lanas serían exportadas a través de alguno de los principales puertos
vizcaínos o guipuzcoanos, ya fueran Bilbao o San Sebastián27.
Por último, al constituir Sevilla el principal puerto para la exportación de las lanas
extremeñas, como ya se indicara con anterioridad, fue también respecto a algunas de las
principales casas mercantiles con sede en el emporio hispalense con quienes estos mercaderes
portugueses de Cáceres actuaron como proveedores de lanas finas merinas. En concreto sus
principales clientes fueron entre otros los hermanos Alfonso y Gaspar Rodríguez Pasarinho,
así como el yerno del último, Simón de Fonseca Piña. Mientras que los primeros fueron
copropietarios de una vasta casa de negocios fundada en Lisboa en 1618 y con sede en Sevilla
desde 1632 hasta 1646 – la cual contaba con una amplia red de agentes y corresponsales
dispersos por centros económicos como Madrid, Ruán, Amberes, Ámsterdam, Hamburgo,
Venecia, Bahía o Goa –, Simón de Fonseca Piña, casado con una de las tres hijas de Gaspar,
fue un exitoso mercader dedicado al comercio con las Indias desde Sevilla que además poseyó
entre 1637 y 1650 la administración de la renta de lanas28. En 1636 Diego López Núñez en
asociación con Antonio Fernández Núñez, hermano de Diego Núñez de Belmonte, acuerda 25 AHPCC, PN, Leg. 4427, fol. 615, 19-IX-1630. Parece ser que poco después de esta compra hubo problemas de pago por parte de los tres socios, como se puede observar en un poder que Félix Cotrina Topete concede a varios procuradores de Madrid para que continúen una causa abierta contra ellos. AHPCC, PN, Leg. 4427, fols. 741v-r, 20-XI-1630. La solución del conflicto llegó mediante un adelanto de 5.047 reales que Antonio Enríquez Gómez entregó a los hermanos Rodríguez Penamacor por mano de don Rodrigo de Godoy, caballero de la Orden de Alcántara y vecino de Cáceres. AHPCC, PN, Leg., 4428, s/f., 23-I-1631. 26 AHPCC, PN, Leg. 4429, s/f., 17-VI-1632. 27 Ello se intuye a través de una escritura en que Blas de los Ríos, vecino de Madrid estante en Cáceres, acuerda con unos carreteros castellanos el envío de 150 sacas de lana de unas 6 o 7 arrobas cada una hasta Vitoria. AHPCC, PN, Leg. 4428, s/f., 18-V-1631. Blas de los Ríos aparece presente en Cáceres por esas fechas actuando como apoderado de Antonio Enríquez Gómez y su socio Gerónimo Fonseca, probablemente para encargarse de las gestiones necesarias para llevar a cabo la adquisición de lanas y su transporte posterior a los principales puertos exportadores. Como ejemplo puede observarse AHPCC, PN, Leg. 4428, s/f., 25-I-1631. 28 J. BOYAJIAN (1983). Portuguese Bankers at the Court of Spain, 1626-1650. New Brunswick, pp. 53-54 y 107.
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con varios carreteros de la cercana villa de Arroyo del Puerco el transporte de dos
cargamentos de lana hasta Sevilla, donde debían ser situados en poder de los hermanos
Pasarinho29. Un año antes era Diego Núñez de Belmonte quien firmara una carta de
obligación con un carretero onubense para la entrega de 200 arrobas de lana a Simón de
Fonseca Piña en Sevilla30. También es probable que algunas partidas de lanas se destinasen a
las manufacturas textiles radicadas en el vecino Portugal, pues en 1633 el mismo Diego
Núñez de Belmonte contrató a dos arrieros para que transportasen 80 sacas de lana lavada
hasta la villa portuguesa de Abrantes31.
A través de estos ejemplos vinculados al comercio de la lana se puede percibir
parcialmente la articulación de las redes mercantiles portuguesas. Las grandes casas de
negocios de núcleos como Madrid, Sevilla o Alicante dedicadas a la exportación de las lanas
finas hasta los principales centros de demanda en Italia, Francia, Flandes y las Provincias
Unidas – donde contaban con sus propios agentes para la venta in situ o la vendían
directamente a corresponsales de otras casas mercantiles encargadas de su posterior
redistribución –, se proveían de este producto en mercados secundarios como el de Cáceres a
través de estos medianos comerciantes locales o regionales, que eran quienes a su vez
obtenían la lana directamente de los productores. De ese modo, esa función intermediadora
convertía en la práctica a estos medianos mercaderes en corresponsales de esas grandes casas
de negocios, obteniendo no sólo cuantiosos beneficios a partir de dicha relación económica
sino también útiles conexiones fuera de su ámbito geográfico de actuación32. Sin embargo,
también se ha podido comprobar la existencia de alguna notable excepción a lo afirmado
hasta aquí. Es lo que sucede en 1631 cuando Gerónimo Gómez se presentara en Cáceres como
agente de Fernando de Montesinos y del socio y cuñado de éste, Julián Enríquez, para
adquirir un importantísimo cargamento de 2.695 arrobas de lana a cambio del desembolso de
29 AHPCC, PN, Leg. 3615, fol. 319, 12-X-1636; e Ibídem, fol. 321, 14-X-1636. Diego López Núñez tuvo problemas tanto con la Inquisición portuguesa, acusado de judaizar en su Lamego natal, como con la española una vez establecido en Castilla. Tras ser detenido en Madrid por orden del Tribunal de Toledo en 1626, fue condenado un año después por “hereje judaizante” bajo pena de confiscación de todos sus bienes, aunque admitiéndose su reconciliación siempre y cuando cumpliera con una rigurosa penitencia en Toledo, la cual se prolongaría hasta 1629. Después de dicho proceso parece establecerse definitivamente en Trujillo junto con su hermano Manuel López Núñez, desde donde realizarían diversos negocios mercantiles en Cáceres, mientras que el resto de su familia permaneció asentada en Burdeos. Archivo Histórico Nacional (AHN), Inquisición, Leg. 160, Exp. 10, s/f. 30 AHPCC, PN, Leg. 3615, fol. 203v, 29-VI-1635. 31 AHPCC, PN, Leg. 4430, s/f., 2-IX-1633. 32 LÓPEZ BELINCHÓN (2001). op. cit., pp. 65-66. La red de contactos con otras casas mercantiles de mayor tamaño facilitó la obtención de crédito por esos medianos mercaderes. Así, en 1632 Diego Núñez de Belmonte concedió un poder a los hermanos Miguel y Simón Núñez para que en su nombre obtuvieran préstamos en Sevilla por la cuantía total de 4.000 ducados. AHPCC, PN, Leg. 4429, s/f., 28-X-1632.
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118.580 reales33. En este caso Montesinos y su socio prescinden del recurso a esos
intermediarios locales y negocian directamente, a través de sus agentes, con los propietarios
de los ganados de ovejas merinas.
A pesar de este caso, la muestra de escrituras notariales cotejadas revela que habría
sido más común el recurso a esos mercaderes intermediarios como corresponsales locales. Por
esa razón estos medianos mercaderes de Cáceres coparon la mayor parte de los contratos para
la compra de lanas en la zona, situándose así como intermediarios entre los hombres de
negocios de los principales centros exportadores de la Península Ibérica y los productores de
lana locales. De lo que no cabe duda es que ya fuera mediante el recurso a agentes o mediante
la intermediación de corresponsales locales, el mercado de la lana extremeña estuvo bajo el
control de las casas de negocios portuguesas, las cuales lograron acaparar para sí esta
mercancía en cuestión. Una situación similar se dio en las comarcas sorianas, donde desde el
reinado de Felipe III podría hablarse de un dominio del mercado lanero local por
comerciantes judeoconversos portugueses que acapararon la adquisición de las pilas de lana
de algunos de los principales linajes de la tierra de Soria, como los Sanz Cadima, los Salcedo
o los Carrillo34.
Del mismo modo que sus homólogos en las comarcas sorianas, los mercaderes
portugueses de Cáceres obtuvieron las lanas de los linajes más destacados de las oligarquías
locales de las ciudades de Trujillo o Mérida, y de las villas de Alcántara, Brozas y Cáceres.
En su mayor parte se trataba de miembros de la mediana nobleza de caballeros e hidalgos,
como los Roco Campofrío y los Perero Topete de Alcántara, o los Carvajal, los Ulloa, los
Paredes o los Saavedra de Cáceres. Así, en 1632 Diego Núñez de Belmonte adquiere 828
arrobas de lana a cambio de 28.152 reales en moneda de plata doble a doña Elvira Roco de
Campofrío y a don Alonso de Paredes Prado como testamentarios del difunto licenciado
33 AHPCC, PN, Leg. 4428, s/f., 9-VII-1631. Pocos meses después otro criado y agente de Fernando de Montesinos, Antonio Gómez, adquirió en su nombre 966 arrobas de lana en Cáceres. AHPCC, PN, Leg. 4429, s/f., 20-II-1632. Bernardo José López Belinchón llevó a cabo una magnífica reconstrucción de la casa de negocios del destacado hombre de negocios portugués Fernando de Montesinos. Para lo referente a la red comercial y la estructura interna de su casa de negocios, véase LÓPEZ BELINCHÓN (2001). op. cit., pp. 41-66. 34 DIAGO HERNANDO (2010). op. cit., pp. 415-419. En el caso soriano buena parte de los mercaderes portugueses muestran durante las dos primeras décadas del siglo XVII un origen geográfico variado, apareciendo como vecinos de sus localidades portuguesas de origen, de algunas villas y ciudades castellanas e incluso de las poblaciones costeras francesas a donde se dirigía principalmente la exportación de lanas sorianas, todo ello como consecuencia de que el mercado lanero estuviera todavía en manos de medianos mercaderes que requerían una alta movilidad geográfica para desarrollar con éxito sus negocios. Con la consolidación de las grandes casas de negocios portuguesas a partir de la década de 1630, y el consiguiente control de las exportaciones laneras por ellas, comenzó a recurrirse más a los servicios de intermediarios vecinos de Soria, encargados de adquirir previamente las lanas a los pequeños y medianos ganaderos de la zona. Ibídem, pp. 422-429.
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Gabriel Gutiérrez de Prado, esposo y padre de los anteriores respectivamente35. Un año
después vemos al mismo mercader obligándose al pago de 57.200 reales a don Pedro Perero
Topete, clérigo presbítero de Alcántara y pariente del regidor don Antonio Perero Topete, por
2.048 arrobas de lana que le compró su hijo Miguel Núñez36. Por su parte, Manuel y
Francisco Rodríguez Penamacor se abastecerían de lanas a través de los ganados de nobles
cacereños como don Francisco de Aldana, regidor perpetuo de la villa37.
Junto a esos nobles locales, los mercaderes portugueses también adquirieron las lanas
de las cabañas ovinas de pequeños y medianos ganaderos acomodados pertenecientes al
estamento pechero. Anteriormente se vieron los casos de Félix Cotrina Topete o del difunto
licenciado Gabriel Gutiérrez de Prado – eso sí, este último protagonista de un importante
ascenso social que le llevó a vincularse a una de las principales familias nobiliarias de
Alcántara –, a los que habría que añadir alguno más como el del licenciado Cristóbal de
Herrera Palacios, clérigo presbítero de Cáceres, al que en 1638 Diego Núñez de Belmonte
adquirió 2.000 arrobas de lana38. Incluso en algún caso se ha podido advertir que la provisión
de lanas se llevó a cabo a partir de destacados hombres de negocios autóctonos, como
Francisco Gemio Bustamante, al que el siempre activo Diego Núñez pagó 45.000 reales por
3.122 arrobas de lana de sus ganados en 163339. Ambos individuos llevaron a cabo
conjuntamente negocios en Cáceres durante la década de 1630, como la adquisición en 1635
de un censo al quitar de 50.000 maravedíes a la Cofradía de la Soledad cuya montante
cedieron a don Francisco Antonio de Ovando y a su esposa doña Micaela de Castejón a
cambio del derecho de cobro de los hervazgos de una de sus dehesas40. Los vínculos entre
Francisco Gemio y Diego Núñez podrían haber superado el estricto marco económico puesto
que además de vivir en casas colindantes en la calle de Carniceros desde 1635, el primero de
35 AHPCC, PN, Leg. 4429, s/f., 12-IV-1632. Doña Elvira, avecindada en Cáceres por su matrimonio con el licenciado Gutiérrez de Prado, era hermana de don Pedro Roco de Campofrío, señor de Rocovilla, caballero de la Orden de Alcántara y gentilhombre de boca del cardenal-infante don Fernando, cabeza de uno de los principales linajes nobles de Alcántara. Ambos eran sobrinos de don Juan Roco de Campofrío, obispo de Coria, miembro del Consejo de la Suprema Inquisición y antiguo presidente del de Hacienda. AHPCC, PN, Leg., 4429, s/f., 11-VII-1632. 36 AHPCC, PN, Leg. 4430, s/f., 11-VIII-1633. No mucho después Diego Núñez adquiere 430 arrobas de lana por 14.190 reales a otros miembros de la misma familia, don Sancho y don Bernardino Perero Topete. AHPCC, PN, Leg. 4430, s/f., 3-X-1633. 37 AHPCC, PN, Leg. 4427, fol. 550, 28-VIII-1630. 38 AHPCC, PN, Leg. 3616, fol. 253v, 27-V-1638. Los ganados del licenciado Herrera Palacios pastaban en la dehesa de “Palazuelo de Arias Gonzalo” perteneciente al noble cacereño don Francisco Antonio de Ovando. AHPCC, PN, Leg. 3615, fol. 337, 13-XI-1635. 39 AHPCC, PN, Leg. 4430, s/f., 3-X-1633. A través de diversas escrituras notariales se ha podido comprobar que dicho Francisco Gemio Bustamante se trataba de un enriquecido mercader que mediante su dedicación al comercio y al arrendamiento de rentas locales en años anteriores había podido adquirir su propia cabaña ganadera. 40 AHPCC, PN, Leg. 3615, fols. 183-184, 14-VI-1635, e Ibídem, fol. 337, 13-XI-1635.
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ellos fue nombrado tenedor de los bienes de Diego Núñez cuando el Tribunal de la
Inquisición de Toledo decretara el embargo de sus bienes en 163041. Por casos como este, en
el futuro resultaría bastante interesante profundizar en el conocimiento de las relaciones
mantenidas entre los mercaderes autóctonos y los comerciantes conversos portugueses, sobre
todo en el periodo en que los últimos comienzan a establecerse en territorio castellano y, por
tanto, carentes todavía de la cobertura de las redes mercantiles de las grandes casas de
negocios de Madrid, Sevilla o Lisboa.
4. CONCLUSIÓN
Todos los ejemplos anteriormente citados, tanto los relativos a la provisión de lana a
grandes casas de negocios como a la adquisición de estas a los propietarios locales de las
cabañas de ganado ovino, demuestran que los mercaderes portugueses asentados en Cáceres
jugaron un rol crucial como intermediarios económicos entre unos y otros, conectando el
mercado secundario extremeño, proveedor de estas lanas finas merinas, con los principales
núcleos económicos de la Península Ibérica desde donde se llevaba a cabo o se gestionaba su
exportación a los principales centros de demanda europeos. Desde el reducido observatorio de
la villa de Cáceres se percibe por tanto una reproducción a escala de esas cadenas verticales
de integración que habrían caracterizado a las redes mercantiles de la “Nación” portuguesa
según Studnicki-Gizbert. De aquí en adelante se impone una necesaria profundización en el
estudio de esas redes a mayor escala geográfica para obtener una reconstrucción más
completa de los distintos agentes económicos que las conformaban, para de ese modo
comprobar la influencia de los hombres de negocios y mercaderes conversos portugueses en
el comercio “transnacional” de los siglos XVI y XVII.
Sin embargo, no basta con concebir estas redes mercantiles desde una perspectiva
económica, pues la reconstrucción de los vínculos comerciales que las posibilitaron debe
pasar también por abarcar las relaciones sociales existentes entre sus agentes. Si bien el
parentesco jugaría un papel fundamental en la estructuración de cada casa mercantil, sería
especialmente interesante comprobar la importancia de los lazos de patronazgo y clientelismo
en el desarrollo de esas cadenas de integración que unían los intereses de los pequeños y
medianos mercaderes locales con los de las grandes casas de negocios. Por tanto, junto con el
estudio de fuentes que permitan abarcar un mayor campo de actuación geográfica de estas
redes, la investigación también deberá encaminarse en el futuro hacia el análisis de las
41 En la escritura de poder en que se hace mención a dicho embargo no se incluye el motivo de éste. AHPCC, PN, Leg. 4427, fol. 829, 24-XII-1630.
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estrategias sociales desarrolladas por los miembros de este grupo para comprobar la influencia
desempeñada por factores como los vínculos de parentesco, las relaciones de patronazgo o las
prácticas religiosas heterodoxas propias del “marranismo” o “criptojudaísmo” en la
articulación de esas redes entre distintos mercaderes y casas de negocios.
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