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II.TRATADO DE DIOS SANTIFICADOR LUDWIN OTT. LA GRACIA EN GENERAL 1. LA REDENCIÓN SUBJETIVA EN GENERAL El Dios-Hombre Jesucristo, por medio de su satisfacción vicaria y su mérito redentor, realizó en principio y objetivamente la reconciliación de los hombres con Dios. Cada individuo tiene que recoger y apropiarse esa redención objetiva por medio de la redención subjetiva. El acto de aplicar el fruto de la redención a cada individuo es denominado justificación (iustificatio) o santificación (sanctificatio). El fruto mismo de la redención recibe el nombre de gracia de Cristo. El principio de la redención subjetiva es la Santísima Trinidad. Como obra que es del amor divino, la comunicación de la gracia es atribuida al Espíritu Santo, que es el Amor personal y divino, aun cuando sea operada conjuntamente por las tres divinas personas. Pero la redención subjetiva no es únicamente obra de Dios, sino que requiere la libre cooperación del hombre, como corresponde a la índole de la naturaleza humana dotada de razón y libertad; Dz 799. El misterio iτιsondable de la gracia radica en la íntima cooperación y engranamiento de la virtud divina y la libertad humana. Todas las controversias y herejías en torno a la doctrina de la gracia tienen su punto de partida en este misterio. En su camino hacía la redención subjetiva, Dios no solamente apoya al hombre por medio de un principio intrínseco, la virtud de la gracia, sino también por medio de un principio

II Tratado de Gracia

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Page 1: II Tratado de Gracia

II.TRATADO DE DIOS SANTIFICADOR

LUDWIN OTT.

LA GRACIA EN GENERAL

1. LA REDENCIÓN SUBJETIVA EN GENERAL

El Dios-Hombre Jesucristo, por medio de su satisfacción vicaria y su mérito redentor, realizó en principio y objetivamente la reconciliación de los hombres con Dios. Cada individuo tiene que recoger y apropiarse esa redención objetiva por medio de la redención subjetiva. El acto de aplicar el fruto de la redención a cada individuo es denominado justificación (iustificatio) o santificación (sanctificatio). El fruto mismo de la redención recibe el nombre de gracia de Cristo.

El principio de la redención subjetiva es la Santísima Trinidad. Como obra que es del amor divino, la comunicación de la gracia es atribuida al Espíritu Santo, que es el Amor personal y divino, aun cuando sea operada conjuntamente por las tres divinas personas. Pero la redención subjetiva no es únicamente obra de Dios, sino que requiere la libre cooperación del hombre, como corresponde a la índole de la naturaleza humana dotada de razón y libertad; Dz 799. El misterio iτιsondable de la gracia radica en la íntima cooperación y engranamiento de la virtud divina y la libertad humana. Todas las controversias y herejías en torno a la doctrina de la gracia tienen su punto de partida en este misterio.

En su camino hacía la redención subjetiva, Dios no solamente apoya al hombre por medio de un principio intrínseco, la virtud de la gracia, sino también por medio de un principio extrínseco, la actividad de la Iglesia en la doctrina, lα dirección y la difusión de la gracia de Cristo por medio de los sacramentos. El fin de la redención subjetiva es conseguir la perfección eterna en la visión beatífica de Dios.

  2. NOCIÓN DE GRACIA

1. Terminología de la Sagrada Escritura

Por gracia (χάρις, gratia), según la terminología bíblica, entendemos :

a) En sentido subjetivo: el sentimiento de coιιdescendencia, de benevolencia que tiene una persona más encumbrada con respecto a otra de condición inferior; y en particular, la que Dios tiene con el hombre (gratia = benevolentia); cf. Gen 30, 27; Lc 1, 30.

b) En sentido objetivo: el don gratuito (gratia = beneficium o donum gratis datum), que procede de ese sentimiento de benevolencia. El don, como tal, es el elemento material ; la falta de todo título al mismo o carácter gratuito es el elemento formal; cf. Rom 11, 6.

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c)  Encanto, atractivo; cf. Ps 44, 3; Prov 31, 30.

d) Agradecimiento por los beneficios recibidos ; cf. Lc 17, 9; 1 Cor 10, 30.

2.  Nomenclatura teológica

La nomenclatura teológica toma la palabra gracia en sentido objetivo y entiende por ella un don gratuito por parte de Dios e inmerecido por parte del hombre. En este sentido amplío, podemos hablar de gracia natural (v.g., la creación, los dones del orden natural como la salud del cιιerρο y del espíritu).

En sentido estricto y propio, se entiende por gracia un don sobrenatural que Dios, por su libre benevolencia, concede a una criatura racional para su eterna salvación: «donum supernaturale gratis a Deo creaturae rationali concessum ín ordine ad vitam aeternam». Entre estos dones se cuentan ante todo los «dona supernaturalia quoad substantiam», que por su ser intrínseco se elevan por encima del ser, de las fuerzas y de todas las exigencias de la naturaleza creada (la gracia santificante, las virtudes in-fusas, los dones del Espíritu Santo, lα gracia actual, la visión beatífica de Dios) ; se cuentan también los «dona supernaturalia quoad modum», que en el modo que tienen de realizarse superan la capacidad natural de la criatura afectada per ellos (curación milagrosa, dοn de lenguas, don de pro-fecía) y los «dona praeternaturalia», que perfeccionan la naturaleza humana dentro de su propio orden (inmunidad de todo apetito desordenado, del dolor y de la muerte).

3.  Causas de la gracia

La causa eficiente principal de la gracia es la Santísima Trinidad ; la causa eficiente instrumental es la humanidad de Cristo y los sacramentos ; la causa meritoria de la gracia dispensada a lα humanidad caída, es el Dios-Hombre Jesucristo por razón de su obra redentora ; la causa final primaría es la glorificación de Dios ; y lα εαιιsα final secundaria es la salvación eterna del hombre.

Bibliografía: J. WOBBE, Der Charis-Gedanke bei Paulus, Mr 1932. J. AUER, Um den Begriff der Grade, ZkTh 70 (1948) 341-368.

  3. DIVISIÓN DE LA GRACIA

1.  Gracia increada—gracia creada

Lα gracia increada es Dios mismo, en cuanto Él predeterminó en su amor desde toda la eternidad los dones de la gracia, en cuanto se ha comunicado a sí mismo (gracia de unión) en la encarnación a la humanidad de Cristo, en cuanto mora en las almas de los justos y en cuanto se entrega a los bienaventurados para que le posean y disfruten por la visión beatífica. El acto de la unión hipostática, de la inhabitación y de la visión beatífica de I)íos

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es, por cierto, una gracia creada, pues tuvo comienzo en el tiempo ; pero es increado el don que se confiere a la criatura por medio de estos actos. La gracia creada es un don sobrenatural distinto de Dios o un efecto causado por Dios.

2.  Gracia de Dios (del Creador, del Ordenador; gracia del estado original)--gracia de Cristo (del Redentor, del Salvador; gracia de la naturaleza caída)

La gracia de Dios, o del Creador, es aquella que confirió Dios a los ángeles y a nuestros primeros padres en el Paraíso sin considerar los méritos de Cristo y por el único motivo del' amor, siendo ellos, a causa de su impecancia, tan sólo negativamente indignos (non digni) de recibir la gracia. La gracia de Cristo, o del Redentor, es aquella que Dios ha conferido y confiere a los hombres caídos en atención a los méritos redentores de Cristo y por el doble motivo del amor y de la misericordia, siendo ellos, por el pecado, positivamente indignos (indigni) de recibir la gracia. Tanto la gracia de Dios como lα gracia de Cristo elevan al que la recibe al orden sobrenatural del ser y de la actividad ((gratia elevαns»); la gracia de Cristo tiene, además, la misión de sanar las heridas abiertas por el pecado («gratia elevans et sanans o medicinales»).

Partiendo del supuesto de la absoluta predestinación de la encarnación del Hijo de Díos, los escotistas consideran también la gracia de los ángeles y de los primeros padres en el Paraíso como gracia de Cristo, pero no en cuanto Redentor («gratia Christi tanquam redemptoris»), sino en cιιαntο es cabeza de toda la creación («gratia Christi tanquam capitis omnís creaturae») ; véase Soteriología, § 2.

3.  Gracia externa—gracia interna

 La gracia externa es todo beneficio de Dios otorgado para la salvación de los hombres, que es externo. al hombre e influye sólo moralmente en éi; v.g., la revelación, la doctrina y ejemplo de Cristo, los sermones, la liturgia, los sacramentos, el buen ejemplo de los santos. La gracia interna se posesiona intrínsecamente del alma y de sus potencias y obra físicamente en ellas; v.g., la gracia santificante, las virtudes infusas, la gracia actual. La gracia externa se ordena a la interna como a su fin ; cf. 1 Cor 3, 6.

4.  Gratia gratis data—gratia gratum faciens

Aunque toda gracia constituye un don libérrimo de la bondad divina, entendemos por «gracia gratis data» en sentido estricto — basándonos en Mt 10, 8 («gratis accepistis, gratis date»)— aquella que se concede a algunas personas para salvación de otras. Tales son los dones extraordinarios de lα gracia (los carismas ; v.g., profecía, don de obrar milagros, don de lenguas; cf. 1 Cor 12, 8 ss) y los poderes ordinarios de la potestad de orden y jurisdicción. La posesión de estos dones no depende de las cualidades personales y morales de su posesor (cf. Mt 7, 22 s; Ioh 11, 49, 52). La «gratia gratum faciens», o gracia de santificación, se destina a todos los hombres y es conferida para la santificación personal.

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Hace agradable en el acatamiento de Dios a aquel que la recibe (gratum), bien santificándole formalmente (gracia santificante), bien disponiéndole para la santificación o cοηserνándole en ella o acrecentándosela (gracia actual). La «gratia gratum faciens» constituye el fin de la «gratia gratis data» y es, por tanto, intrínsecamente más elevada y más valiosa que ella ; cf. 1 Cοr 12, 31 ss.

5.  Gratia habitualis (sanctificans)—gratia actualis

La «gratia gratum faciens», o gracia de santificación, comprende la «gratia habitualis» y la «actualis». La gracia habitual es una cualidad permanente y sobrenatural del alma que santifica intrínsecamente al hombre y le hace justo y grato a Dios (gracia santificante o gracia justificante). La gracia actual, o gracia de asistencia o auxiliadora, es un influjo sobrenatural y transitorio de Dios sobre las potencias del alma para efectuar alguna acción saludable que tienda, bien a la consecución de la gracia santificante, bien a la conservación y acrecentamiento de la misma.

 6.  La «gratia actualis» se divide:

a)  Según la potencia del alma a que afecte, en gracia de entendimiento y gracia de voluntad; o, según su efecto, en gracia de iluminación («gratia illuminationis») y gracia de moción («gratia inspirationis»).

b) Según su relación con el libre ejercicio de la voluntad humana, en gracia antecedente («gratia praeveniens, anteceden, excitans, vocans, operans») a la libre decisión de la voluntad, y gracia subsiguiente y concomitante («gratia subsequens, adiuvans, concomitan, cooperans») al ejercícío de la libre voluntad.

c)  Según su efecto, en gracia suficiente («gratia sufficiens») y gracia eficaz («gratia efficax). La primera da la facultad de poner un acto saludable; la segunda lleva realmente a ponerlo.