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El Cielo a ilcieloagarabandal.wordpress.com G arabandal Descubrir y vivir los mensajes de María Revista on-line Año I — Número 5 — Septiembre-Octubre 2014 A LA SOMBRA DE LOS PINOS..... LA MARAVILLOSA HISTORIA DE LAS APARICIONES DE MARÍA EN GARABANDAL Quinta parte: LA AFLICCIÓN DE LA VIRGEN EL MENSAJE DE FÁTIMA CONTINUÓ EN GARABANDAL EL CRUCIFIJO: NUESTRO CARNET DE IDENTIDAD ESPIRITUAL Justo A. Lofeudo ¿Qué quieres de mi, Señor? CÓMO CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS F. Sánchez-Ventura Padre Pio confirma haber estado en Garabandal el día del segundo Mensaje

IL CIELO A GARABANDAL N. 5

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Fátima y Garabandal. Segundo mensaje de la Virgen en Garabandal. Entrevista al Obispo de Fátima. San Pio de Pietrelcina y Garabandal. Testimonio de Mercedes Salisachs. Cómo conocer la Voluntad de Dios.

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El Cielo a

ilcieloagarabandal.wordpress.com

GarabandalDescubrir y vivir los mensajes de María

Revista on-line — Año I — Número 5 — Septiembre-Octubre 2014

A LA SOMBRA DE LOS PINOS..... LA MARAVILLOSA HISTORIA DE LAS APARICIONES DE MARÍA EN GARABANDAL

Quinta parte: LA AFLICCIÓN DE LA VIRGEN

EL MENSAJE DE FÁTIMA

CONTINUÓ EN GARABANDAL

EL CRUCIFIJO: NUESTRO

CARNET DE IDENTIDAD ESPIRITUAL

Justo A. Lofeudo¿Qué quieres de mi,Señor?CÓMO CONOCER LAVOLUNTAD DE DIOS

F. Sánchez-VenturaPadre Pio confirma haber estado en Garabandal el día del segundo Mensaje

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SUMARIOseptiembre-octubre 2014

El Cielo a GarabandalAño I - Número 5Septiembre-Octubre 2014

http://ilcieloagarabandal.wordpress.com/email: [email protected]

Han colaborado:Anna Fusari, Santiago Lanús, Justo A. Lofeudo, Giovanni Lombardi, Tiziano Romito, Alberto Victoriano.

Realización: Anna Fusari

A LA SOMBRADE LOS PINOS

8La aflicción de laVirgen en su segundo mensajeCapítulo V

Anna Fusari

ENTREVISTAS14Entrevista alObispo de Fátima,D. João Pereira Venâncio P. Alfred Combe

CORAZÓN DE CRISTO

42¿Qué quieres de mi,Señor?P. Justo A. Lofeudo

SAN PIODE PIETRELCINA

28Padre Pioestuvo enGarabandalel día del segundo mensajeFrancisco Sánchez-Ventura y Pascual

33San Padre Pio habló de GarabandalRedacción

PRIMER PLANO

3Fátima yGarabandalP. José RamónGarcía de la Riva

EL MENSAJEDE MARÍA16El crucifijo: carnet de identidad espiritual P. José RamónGarcía de la Riva

TESTIMONIOS

36“Dice la Virgen que su hijo está en el Cielo”Mercedes Salisachs

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EL CIELO A GARABANDAL 3

porel P. José Ramón García de la Riva

En todas las aparicionEs maria-nas hay un dEnominador común

quE Es El hombrE, puEs éstE Es El mismo a lo largo dE la historia, Está somEtido a las mismas tEnta-cionEs y prEsEnta la misma sintoma-tología cuando sE alEja dE dios.

crEEmos, sin Embargo, quE EntrE Fátima y garabandal

hay una aFinidad EspEcial; quE El mEnsajE quE sE dio En Fatima continuó claramEntE En san sE-bastián dE garabandal.

vEamos por qué.

FÁTIMA Y GARABANDAL

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Al entrar en este tema hemos de tener en cuenta que el Mensaje de Garabandal no está formado sólo por los dos famosos textos de 1961 y 1965, sino que comprende numerosas “anécdotas” claramente didác-ticas, que hay que tener en cuenta al comparar ambas mariofanías.

1 En ambos casos hay un ángEl prEcursor de la aparición de la Virgen.

2 rosario. En Fátima se predica la devoción al Santo Rosario; en Garabandal la Virgen enseña a las niñas a rezarlo, incluso lo reza con ellas y hasta en alguna ocasión con todo el pueblo que acompañaba a las niñas, cuando ellas en éxtasis lo rezaban por las calles.

3 la dEnuncia dE las modas. Nuestra Señora de Fátima le dijo a Jacinta: “Se introducirán ciertaS modaS que ofenderán gravemente a mi Hijo”. La niña vidente manifestó además que “Las personas que sir-ven a Dios no deberían seguir las modas. La Iglesia no tiene modas; Nuestro Señor es siempre el mismo”.

Es un comentario que se ajusta perfectamente a la Sa-grada Escritura: “Quien pretende ser amigo del Mundo se hace enemigo de Dios” (Sant 4,4) “Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos” (Heb 13,8).

4 Eucaristía. En Fátima se predica el respeto al Santísimo Sacramento (el Ángel les enseña a adorar arrodillados y con la frente en el suelo, comulgan de rodillas y en la boca), y la necesidad de reparar ante Él por los pecados del mundo. Como no se ha seguido el ejemplo de Fátima, en Garabandal la Santísima Virgen se lamenta. “a la eucariStía Se le da cada vez menoS importancia”; y pide a las niñas videntes que recen el “Alma de Cristo” después de tantas Comuniones espiri-tuales, que ellas reciben de rodillas y con tanto amor.

5 convErsión/castigo. La llamada a la con-versión para evitar los justos castigos del Cielo. Si se hubiera obedecido a la petición de la Virgen en Fátima se habría evitado la segunda guerra mundial, la san-grienta extensión del Comunismo por el mundo, …

Tampoco se hizo caso a la petición de que la tercera parte del Secreto de Fátima se diera a conocer en 1960. No es de extrañar que al año siguiente en Gara-bandal, la Madre de Dios retomara el asunto para de-cirnos que “la copa eStá reboSando”, “Si no cambiamoS noS vendrá un caStigo muy grande” (1961), “debemoS evitar la ira de dioS con nueStroS eSfuerzoS” (1965).

A través de la vidente de Fátima, Sor Lucía, en Tuy (Pontevedra, España), el 12 de junio de 1941, Nuestro Señor se quejó del estado de la Iglesia en España:

“Hazle Saber al arzobiSpo (de valladolid, eSpaña) que yo deSeo ardientemente que loS obiSpoS Se reúnan en un retiro, para diSponer y determinar de común acuerdo entre elloS loS medioS a emplear para la reforma del pueblo criStiano, y para remediar el relajamiento del clero y de una gran parte de loS religioSoS. el número de loS que me Sirven en la práctica del Sacrificio eS muy limitado. yo tengo neceSidad de almaS y de SacerdoteS que me Sirvan, SacrificándoSe por mí y por laS almaS”.

Dos años más tarde, en una carta del 28 de febrero de 1943, Lucía escribió: “Si los obispos de España toman en cuenta los deseo de Nuestro Señor y emprenden una verdadera reforma entre el pueblo y el clero, ¡Bien! Si no (Rusia) será otra vez el enemigo a través del cual Dios los castigará una vez más”.

En Garabandal levantó ampollas la parte del Mensaje que dice: “mucHoS cardenaleS, obiSpoS y SacerdoteS van por el camino de la perdición y arraStran conSigo a mucHaS máS almaS”. Las niñas videntes nada sabían del tema. La Santísima Virgen, sí.

España había salido de la Guerra Civil (cruzada contra el Comunismo) de 1936-39. Y Sor Lucía nos advirtió de que Rusia, es decir el Comunismo, volvería a ser un azote para España: Y nos preguntamos si el enemigo citado no será la organización comunista-terrorista de ETA, que comenzó sus matanzas en 1968 y que toda-vía sigue derramando sangre de todas las regiones españolas; y ello sin olvidar otros grupos terroristas del mismo signo, como el GRAPO (Grupos Revolucionarios Antifascistas Primero de Octubre) y el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico).

6 inFiErno. Fátima: “mucHoS Se condenan porque nadie ora ni Se Sacrifica por elloS”. Garabandal: “oS quiero mucHo y no quiero vueStra condenación”.

7 pEnitEncia y sacriFicio. ¡Cómo aceptan los niños de Fátima los sufrimientos que Dios les envía en reparación de los pecados que tanto ofenden a Dios! En Garabandal la Santísima Virgen insiste: “Hay que Hacer mucHoS SacrificioS y mucHa penitencia” (1961)… “debéiS SacrificaroS máS” (1965).

8 la virgEn dEl carmEn. En la última aparición de Fátima, durante el Milagro del Sol, y al retirarse la Virgen, los niños tienen otras visiones: “Vimos al lado del sol a San José con el Niño y a Nuestra Señora de

4 EL CIELO A GARABANDAL

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los Dolores. El Niño Jesús parecía bendecir al mundo de la misma forma que San José. Después se disipó esta visión y aparece Nuestra Señora del Carmen.”

De forma que la Virgen del Carmen es la última visión mariana de Fátima y la primera de Garabandal.

9 Nuestra Señora de Fátima se despidió de los pas-torcitos con estas palabras: “hasta san sEbastián dE España”. Se refiere sin duda a San Sebastián de Garabandal. Es un dato al que no se le dio importan-cia en los comienzos, que pasó desapercibido a casi todos, pero que retuvo una publicación portuguesa. Veamos:

Monseñor Joao Pereira Venancio, Obispo de Fátima, dijo que la Santísima Virgen se despidió en Fátima como Nuestra Señora del Carmen y que tuvo noticias de esta frase, “hasta San Sebastián de España”, a tra-vés de un libro carmelitano publicado en Brasil hacia los años de 1930, pero que no se dio cuenta de su significado hasta que conoció las apariciones de San Sebastián de Garabandal. Monseñor Pereira considera estas apariciones como una continuación de las de Fátima.

Lo explica el P. Alipio en una carta al Obispo de San-tander, que publicamos íntegra en la página siguiente.

10 rusia. Fátima, 13 de julio de 1917: “Si miS deSeoS Se cumplen, ruSia Se convertirá y Habrá paz, Si no, ruSia repartirá SuS erroreS alrededor del mundo, trayendo nuevaS guerraS y perSecucioneS a la igleSia; loS juStoS Serán martirizadoS y el Santo padre tendrá que Sufrir mucHo, ciertaS nacioneS Serán aniquiladaS. pero al final mi inmaculado corazón triunfará. el Santo padre me conSagrará a ruSia y eSta Se convertirá y el mundo diSfrutará de un período de paz.”

Garabandal, 20 de julio de 1963. Locución del Señor a

Conchita: “el milagro Servirá para convertir al mundo entero… también ruSia Se convertirá… y aSí todoS ama-rán a nueStroS corazoneS”.

11 “muchos cardEnalEs, obispos y sa-cErdotEs…”. No dudamos que la denuncia hecha en Garabandal contra muchos Cardenales, Obispos y Sacerdotes está en relación con el mensaje de Fátima.

El Cardenal Ottaviani, que había leído el Tercer Secreto de Fátima y conocía a través de Conchita los mensa-jes de Garabandal, en una conferencia de prensa con antelación al 50º aniversario de las apariciones de Fátima, el día 11 de febrero de 1967, declaró:

“Maria dio en Fátima un mensaje para todos y uno se-creto… Oración y penitencia pidió Maria, como los dos medios capaces de evitar terribles castigos que, como en el Apocalipsis de San Juan, amenazan a un mundo del que se pudiera decir, como dijo el Profeta: “Ha sido profanada la Tierra por sus moradores”.

Difícilmente hubiera empleado ese texto el Cardenal, si entre los profanadores no quisiera incluir a los pasto-res que “van muchos por el camino de la perdición y con ellos llevan a muchas más almas”.

Como prueba de lo acertado de nuestro comentario recordamos por una parte las cartas de Sor Lucía en 1941 y 1943: Veinte años antes de las apariciones en Garabandal ya el Cielo se quejaba de los sacerdotes y religiosos; pero meditemos también otro fragmento de la carta que la vidente portuguesa dirigió al Padre Agustín Fuentes, el 22 de mayo de 1958 y que aque-llas niñas de Garabandal estaban muy lejos de conocer:

“Lo que aflige al Corazón Inmaculado de María y de Jesús, es la caída de las almas consagradas, de los religiosos y sacerdotes”. “El Demonio sabe que los reli-giosos y los sacerdotes, cuando descuidan su excelsa vocación, arrastran a muchas almas al infierno”. “El Demonio quiere apoderarse de las almas consagra-das, trabaja para corromperlas e inducir a las otras a una definitiva persistencia en el pecado; usa todas las astucias, sugiriendo incluso abandonar la vida reli-giosa. De ello tiene origen la esterilidad hacia la vida interior e indiferencia en los seglares respecto a la renuncia de los placeres y la total inmolación a Dios”.

No cabe duda que este Mensaje se continúa y actuali-za poco después en Garabandal.

12 castigo. Los hay que piensan que el Tercer Secreto de Fátima está relacionado con el Castigo que se anuncia en Garabandal. Nada es casual en

“al final, mi inmaculado corazón triunfará”

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6 EL CIELO A GARABANDAL

DOCUMENTO

HISTÓRICOSao Paulo, 20 de diciembre de 1990.

Excmo. Y Rvmo. Sr. Obispo de Santander D. Juan Antonio del Val:

El abajo firmante, P. Alipio Martínez Fernández CSA, y los esposos Egesipo Campos Meireles y Diva Silva Campos, considerando una obligación de conciencia, reparan el silencio inconsciente que guardamos algunos años ante la Autoridad Eclesiástica competente sobre la existencia y lectura habi-tual de un libro de las apariciones en Fátima, donde la Virgen se despide hasta su siguiente aparición en “Sao Sebastiao da Hespanha”.

Considerando que debemos a la Santísima Virgen el testimonio de lo que vimos en ese libro sobre los términos con que se despidió de los videntes, ha resuelto comunicarlo a su Rvma, por medio de esta declaración, hecha en conciencia y totalmente fiel a los hechos.

PRIMERO: Que con ocasión de organizar pastoralmente la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima de la ciu-dad de Colania, Estado de Golás, Brasil, desde 1955, se adquirieron ese año varios libros sobre las apariciones y mensajes de la Virgen María en Fátima, unos comprados y otros donados por miembros de la colonia portuguesa. Con ellos preparábamos la catequesis acerca de los mensajes para las familias que pedían la visita domiciliaria de la Imagen Peregrina, que quedó en dicha parroquia al finalizar su segunda etapa de visitas al Brasil.

SEGUNDO: Que uno de esos libros llamó singularmente la atención de todas las personas que lo leyeron, particularmente la mía y la de los esposos Egesipo y Diva, quienes cuidaban de la imagen, organizaban las visitas e impartían la mayoría de las veces la referida catequesis.

Era un libro en lengua portuguesa, en rústica, de papel ya resecado, el más antiguo de cuantos usamos, escrito con la ortografía anterior a la reforma del 1931. Se leía que Nuestra Señora la Virgen María decía a los viden-tes en su despedido del 13 de octubre de 1917: “até Sao Sebastiao da Hespanha”.

Por causa de esta frase muchas veces me preguntaron qué San Sebastián era aquél. Entonces yo sólo conocía a San Sebastián de Guipúzcoa, y eso es lo que les respondía. En aquellos años, de 1955 a 1959 no percibí el valor profético de esas palabras de despedida de Nuestra Señora y transferido de la parroquia me despreocupé.

TERCERO: Que creemos que el libro que nos causó ese impacto fue “Episodios maravilhosos de Fátima”, el que más usábamos y el que más tiempo estuvo a mi disposición por una atención especial de Egesipo y Diva, pues fueron ellos los descubridores de la referida frase, y los que habían recibido el libro de una familia portuguesa. El doctor Marchí, en su obra “Era uma Mulher mais Bela que o Sol”, atribuye ese título de “Episodios maravilhosos de Fátima” al Dr. Formigao, y dice que fue escrito en 1921.

CUARTO: No conservamos dicho ejemplar, porque de la media docena de títulos que quedaron en la biblioteca parroquial, hoy sólo queda “Era uma Mulher mais Bela que o Sol”. Los otros guardados por los esposos mencio-nados, en 1964,Doña Diva los dejó bajo custodia de una familia y los libros desaparecieron, al usar esta familia el estante para libros de otra ´índole.

QUINTO: En julio de 1967 acompañé al agustino Padre John Kelly a Garabandal y, al llegar al pueblo, leí en la placa del estrecho camino “San Sebastián de Garabandal”. Súbitamente recordé las palabras antes referidas “até Sao Sebastiao da Espanha”, aquel pueblo era el “Sao Sebastiao de Espanha”, de la despedida de la Virgen, contada en el libro que ya he indicado.

Yo había pasado en Chile cuatro años hasta los últimos días de 1965 y nunca oí mencionar el nombre de “San Sebastián” de Garabandal. Sólo oí mencionar Garabandal a un compañero en 1962 estando en Valencia de salida para Chile.

Ante la sorpresa de encontrarme en el “San Sebastiao” maravilloso de Fátima y, a raíz de este viaje, escribí a los esposos Egesipo y Diva, contándoles que había estado en “San Sebastiao de Espanha” y les envié varios folletos de las apariciones de la Virgen, vestida del Carmen, en Garabandal.

Los comentarios con los amigos fueron conocidos por el Padre dominico François Turner y sus cartas han despertado mi conciencia y la de mis amigos brasileños, Egesipo y Diva, que también están dispuestos a firmar esta declaración, porque ellos fueron los primeros testigos de la existencia de la despedida de la Virgen, según el libro, “até Sao Sebastiao da Espanha”.

Firmado: Padre Alipio Martínez Fernández, CSA.

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EL CIELO A GARABANDAL 7

los Planes de Dios; por eso nos llama la atención que no quisieran publicar en 1960 la tercera parte del Secreto de Fátima y que al año siguiente comenzasen las apariciones en Garabandal, con la denuncia del estamento sacerdotal y la llamada a la conversión para prepararse a los acontecimientos del Aviso, Milagro y Castigo.

Parece ser que incluso el Papa Juan XXIII se negó a publicarlo porque no quería ser “Profeta de calamida-des”. Esto hizo sufrir a Sor Lucía que, en la carta antes mencionada, se expresaba en estos términos:

“Padre, la Virgen está muy disgustada porque no se ha hecho caso a Su Mensaje de 1917. Ni los buenos, ni los malos han hecho caso. Los buenos van por su camino sin preocuparse y no siguen las Normas Celes-tiales; los malos por el camino ancho de la perdición, sin preocuparse de los castigos que les amenazan”.

Y Sor Lucía advierte de otro Castigo: “Créame usted Padre, el Señor castigará muy pronto al mundo, será materialmente. Imagínese la mayor destrucción. ¡Cuántas almas caerán en el infierno si no se reza y no se hace penitencia!. Esta es la causa de la tristeza de la Virgen”.

Este Castigo material –la mayor destrucción- no podía referirse esta vez a la segunda guerra mundial ya terminada, pero sí puede ser el mismo que tres años después de esta carta mencionaban las videntes de Garabandal. “Si no cambiamoS noS vendrá un caStigo muy grande” (18.10.1961).

Pero hay un personaje de excepción, el mismo Obis-po de Fátima, monseñor joao pereira venan-cio que lo ha explicado. Este Santo Obispo había hablado repetidas veces con Sor Lucía de Fátima, y bajo su mandato se llevó a Roma el “Tercer Secre-to de Fátima”. pero también

conoció a conchita de garabandal.

El testimonio nos ha llegado a través de una entrevis-ta –muy conocida en los ambientes garabandalistas- que le concedió al padre alfred combe impulsor del Movimiento de Garabandal en Francia, el 5 de julio de 1983.

La entrevista del Obispo de Fátima está contenida en las páginas 24 a 27 de esta revista.

14 Finalmente mencionamos la relación entre Fátima y Garabandal que estableció el santo padrE pio en su carta a las niñas en las que les decía entre otras cosas:

“… Os remito una copia del Santo Rosario de Fátima que la Santísima Virgen me ha ordenado enviaros. Este Rosario ha sido dictado por la Santísima Virgen y quiere que sea propagado para la salvación de los pecadores y para la preservación de la humanidad de los peores castigos con que el buen Dios está amena-zando.

Una sola es la recomendación: Rezad y haced rezar, porque el mundo está en el camino de la perdición. No creen en vosotras ni en vuestros coloquios con la Blanca Señora, pero creerán cuando sea demasiado tarde”.

15 lourdEs-Fátima-garabandal

Más todavía: las apariciones de la Inmaculada Con-cepción en lourdes a Bernardita son en total 18 (un número muy repetido en Garabandal) y acaban el 16 de julio (de 1858) festividad de la virgen del carmen. No existen las coincidencias en los Planes de Dios.

Bernardita escuchó a la Santísima Virgen decir “¡peni-tencia, penitencia, penitencia! (24 de febrero). “te pro-meto que SeráS feliz no en eSte mundo Sino en el otro” dijo a la niña francesa. Y algo semejante a Conchita y Mari Loli de Garabandal. “tendráS que permanecer en el mundo para Sufrir, en cualquier lugar que te HallareS, SufriráS”.

También sufrió persecución Bernardita: El comisario llegó a recogerla para hacerle un largo examen y la amenazó con llevarla a la cárcel si continuaba yendo a la gruta. Me recuerda las amenazas del doctor Piñal a Conchita en Santander.

Comenzó en Fátima, continuó en Garabandal.

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8 EL CIELO A GARABANDAL

La aflicciónde la Virgen en su segundo mensaje

Capítulo V

C omo Conchita había anunciado una aparición del Arcángel San Miguel para el 18 de junio de 1965, se cumplía, en

dicha fecha, el cuarto aniversario de su primera manifestación. Profetizó el posible éxtasis con más de seis meses de tiempo. La Virgen se lo confir-mó posteriormente, el día primero de año. Desde entonces no dudó en anunciar el suceso a cuantos le preguntaban por él.

El día antes, el 17, el pueblo estaba ya abarrota-do de coches con matrículas de todos los países.

Llamaban especialmente la atención los vehículos con equipo técnico del No-Do español (Noticia-rio-Documental, era entonces el servicio oficial de noticias con imágenes) y de la Televisión italiana (en el grupo de ésta se movía, particularmente activo, el conocido actor Carlo Campanini).

Aquella tarde se organizó un rosario com-pleto en ascensión hasta los pinos, dirigido por un sacerdote y rezado por un numeroso grupo de hombres y mujeres en diferentes lenguas. El sacerdote pronunció un precioso sermón sobre la

Adaptación deAnna Fusari

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de lo

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nos

Desde el primer mensaje recibido el 2 de julio 1961, domingo, han pasado cuatro años. Cuatro años de enseñanzas diarias de la Virgen, de milagros, conversiones y tantas cosas que no pueden quedar en el olvido sino que quedarán recogidas en una Cronología que publicaremos próximamente.

Estamos ahora en 1965, año crucial para las apariciones marianas. El 27 de marzo de ese año, Pablo VI lee el contenido del Tercer Secreto de Fátima y devuelve el sobre al Archivo del Santo Oficio, con la decisión de no publicar lo.

En 1966, Conchita viaja a Roma llamada por el Cardenal Ottaviani y recibe la ben-dición personal del Papa Pablo VI. ¿Se acordaría éste del sobre de Fátima cuando tuvo conocimiento de los hechos de Garabandal?

Pero volvamos a 1965, el año del segundo mensaje público de Garabandal. Como en las grandes ocasiones, de la mano de San Miguel Arcángel.

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conmemoración del día, festividad del Corpus, y las esperanzas e ilusiones que nos habían reunido allí, en aquel ambiente donde se respiraba la paz del alma y el amor a la Virgen.

Por la noche se veía a la muchedumbre dormir en los quicios de las puertas, en los pajares, en las cua-dras, en las cocinas, en medio de las calles, en los coches… Uno de los bares de Garabandal perma-neció abierto durante toda la noche, aunque apenas pudo albergar de doce a quince personas.

Con la llegada del día, la afluencia fue creciendo y la animación era enorme por las calles. Los sacerdo-tes se distribuyeron las horas de celebrar. La iglesia estuvo repleta de fieles toda la mañana. Conchita centró aquel día de una manera especial la atención de todos. A donde ella iba le seguía la multitud.

Cuando Conchita salió de la iglesia después de la Misa se vio rodeada de una gran multitud, que la besaba, le entregaban medallas, le transmitían encargos… En lugar destacado de la iglesia estuvo toda la mañana un sacerdote francés, el Padre Pel,

ABAJO El conocido actor comico italiano Carlo Campanini, (1906-1984) hijo espiritual de Padre Pio.Ingresó en la Masonería el 25 octubre 1945, en la Logia Fulgor Artis de Roma, cuyo “Maestro Venerable” era el actor italiano Totó.

Sucesivamente, tras acer-carse nuevamente a la fe gracias a San Padre Pio, abandonó la Masonería en obediencia a las Leyes de la Iglesia Católica.Le llamaban el “sacrestán de Padre Pio” por la gran devoción que sentía hacia el Santo de Pietrelcina. Está sepultado en el ce-menterio de San Giovanni Rotondo.

de 87 años, conocidísimo en Francia por su santidad y dones milagrosos. Estaba estigmatizado y desde hacía tiempo seguía los acontecimientos de Garaban-dal con interés.

A las dos de la tarde de ese día 18 el enviado es-pecial del semanario barcelonés “¿Por qué?”, el señor Poch Soler, logró una pequeña entrevista con Con-chita. Se realizó en la cocina de su casa, en presencia de su madre y dos hermanos:

—¿Estás contenta?

—Contentísima, señor. Siento una gran alegría.

—¿Por qué?

—Porque hoy veré al ángel, y esto es maravilloso.

—¿Te has fijado en la cantidad de gente que ha acudido a Garabandal?

—¡No dejo de pensar en ellos!

—¿Y qué impresión te produce este enorme gentío?

—Mi alegría es difícil reflejarla en palabras… ¡Qué contenta estará la Señora!

DERECHAProcesión del Corpus Christi en Garabandal, el jueves 17 de Junio de 1965, víspera del día del segundo mensaje. El Santísimo es llevado por el P. Materne Laffineur, O.P. Ceferino, padre de Loli, a la izquierda, y Pepe Díez, testigo del «Milagro de la Comunión», a la derecha.El P. Laffineur (1897-1970), belga, formó parte de la comisión de las apariciones de Beauraing (Bélgica). También investigó, de manera no oficial, los hechos de Garabandal (desde 1963) bajo encargo del Obispo de Santander, Mons. Beitia. Difusor de los mensajes de Garabandal en Francia y en todo el mundo, trabajó incansablemente para que las apariciones fueran reconocidas oficialmente por la Iglesia, recogiendo la mayor documentación al respecto que exista.

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10 EL CIELO A GARABANDAL

—¿Es seguro que hoy verás al ángel?

—Segurísimo.

—¿A qué hora?

—Eso no lo puedo decir, porque no lo sé. Yo no sé la hora pero presiento que será algo tarde.

—¿Qué sientes cuando se te aparece la Virgen?

—Una angustia muy fuerte, que sube del pecho a la garganta… y que se hace luego una luz maravillosa.

—¿Qué crees que te dirá el ángel?

—Cierto, no lo sé; posiblemente será un mensaje… Pero no sé, ya veremos.

Cuando el señor Poch sale a la calle, el gentío se le agrupa alrededor. Todos quieren que les cuente lo

que Conchita le ha dicho, que les dé alguna explica-ción. Cuesta convencerles de que ha sido una entre-vista normal y que la vidente no ha dicho nada sobre la hora o el lugar en que ocurrirá el éxtasis.

A partir de las siete de la tarde, la muchedumbre, desperdigada por la calle, se había concentrado en la explanada que limita con la casa de Conchita. No pasaba nada y la impaciencia comenzaba a cundir. Sonaron las ocho, las nueve, las diez de la noche… Se rezaba sin cesar; se elevaban al cielo plegarias y cantos en todos los idiomas.

Entonces un escalofrío de emoción sacudió a todos: a la puerta de la casa salió un sacerdote, el P. Luna de Zaragoza y, a través de un altavoz dijo:

—De parte de Conchita, que todos se dirijan a la Calleja, al Cuadro, porque allí será el éxtasis.

La desbandada que estas palabras produjeron fue inenarrable. Todos corrían alocadamente, por ver de conseguir el mejor punto de observación.

El señor Fontaneda escribió en una carta al P. Andrea: “Todos querían llegar los primeros; a mí casi me desnudan, de los empujones que me daban de todas partes; muchos rodaron por el suelo: yo mis-mo levanté a Mercedes Salisachs y a otros dos que, al subir por aquellas cuestas, tropezaron y cayeron…”.

El Padre Luna escribe: “Después de haberme estado varias horas junto a Conchita (precisamente por beneficiarme de su compañía cuando llegase el esperado éxtasis), en el momento de subir al Cuadro me vi desbordado por la velocidad del gentío, que me llevó en volandas y acabó por tirarme al suelo.

Por encima de mí, con toda mi espalda descansan-do en tierra, pasaba la gente corriendo hacia arriba. Cuando he aquí que, en la oscuridad de la noche, dos personas me asieron, una de cada mano, y sin el menor esfuerzo de mi parte, sin notar el peso de mis ochenta kilos, me vi de pie, pudiéndome luego guiar por el muro izquierdo de la Calleja, pedruscos amon-tonados sin argamasa…”

Esa desbandada de la gente dejó la casa de Con-chita envuelta en silencio. Sólo tres o cuatro personas quedaron aún allí, a la ventana de la cocina, deseosas de cambiar algunas palabras con la joven, que aún seguía dentro.

—¿Qué vamos a hacer ahora, Conchita?

—Ir al Cuadro como los demás.

ARRIBA 18 de Junio de 1965. Caravana de coches hacia Ga-rabandal. Muchedumbre en espera de la aparición del Ángel.

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EL CIELO A GARABANDAL 11

Encuentro con el Ángel

En el Cuadro, el sosiego se había ido imponiendo a la muchedumbre. Casi todos rezaban en voz alta, formando dos coros, en que se alternaba el español con el francés. Era algo extraordinario aquella noche inexplicablemente luminosa, con millones de estre-llas centelleantes, aunque sin luna…

Pasadas las once de la noche Conchita se puso la chaqueta y abrió la puerta de su casa. Seis guardias civiles la rodearon.

Nada más salir entró en una marcha extática y con la cabeza caída impresionantemente hacía atrás y los ojos mirando hacia lo alto, echó a correr como si tuviera alas en los pies.

En la oscuridad de la noche, la siguieron los miembros más jóvenes de la Guardia Civil. Llegó al lugar señalado a través de calles estrechas llenas de piedras y excrementos de vaca. Conchita avanza con la mirada fija. Los flash de los fotógrafos empiezan a disparar sobre ella. Un guardia civil le pregunta:

—¿Es aquí, Conchita?

—No señor, un poco más arriba.

Al llegar al sitio señalado, la joven se desploma de rodillas sobre las afiladas piedras del camino. Ha empezado el éxtasis.

El momento es emocionante. Los ojos de Conchita han quedado fijos en el cielo; ríe y pronuncia unas palabras en voz muy queda…; pero en seguida cam-bia totalmente de expresión y unas lágrimas ruedan por sus mejillas.

Fotógrafos y operadores de la televisión disparan sus cámaras, y sus fogonazos de luz le dan de lleno en los ojos, plenamente abiertos, pero ella ni parpadea ni hace el menor gesto. El éxtasis es absoluto.

Veamos el testimonio del Padre Luna:

“Me encontré, al fin, en alto, a poco más de un par de metros de Conchita, que ya estaba en éxtasis y a quien veía y oía perfectamente.

Me impresionó aquella belleza sobrehumana de su rostro, hablando sin pestañear, entre torrentes de luz que proyectaban focos, cámaras y linternas.

DERECHA18 de Junio de 1965. Momento en que Conchita, en medio de la foto y mirando a lo alto, recibe el segundo Mensaje por el Arcángel San Miguel.

IZQUIERDAPlácido, al lado de Conchita, grabando su diálogo con el Arcángel durante el segundo mensaje del 18 junio 1965.Plácido Ruiloba, comerciante, subió de Santander a Garabandal en numerosas ocasiones desde junio de 1961. Con su magnetófono grabó los diálogos de las niñas en éxtasis con la Virgen, el rezo del Rosario, cánticos y testimonios.

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12 EL CIELO A GARABANDAL

Me sobrecogió verla llorar, como hasta entonces nunca había visto. De sus ojos brotaban lagrimones, que se juntaban en hilillo y, tras llenar la concavidad de su oreja izquierda, caían al suelo como el agua de un grifo mal cerrado…

La oí decir con voz entrecortada y jadeante: “¡No…, no…! ¡Todavía no!... ¡Perdón, perdón!...” Luego la vi elevarse unos sesenta centímetros, con la mano derecha en alto y sin apoyo alguno, para caer nuevamente contra el suelo, de rodillas, con un esca-lofriante chasquido.

Luego decía, como repitiendo y preguntado: “¿Sa-cerdotes?... ¿Obispos?... ¿Dos de julio?...”

La vi santiguarse con majestuosa lentitud…. Y súbitamente se llevó las dos manos a la cara, tratando de proteger sus ojos contra los potentes reflectores. El éxtasis había terminado”.

Después, ella bajó la cabeza y, sonriente, sin mues-tra de fatiga alguna, se levantó.

Los seis guardias civiles difícilmente lograban prote-gerla de la muchedumbre: todo el mundo quería verla de cerca, tocarla si era posible, hacerle preguntas…

Al volver a casa, Conchita fue dando a besar a todos un crucifijo que le había dejado el señor Fonta-neda durante el éxtasis y que dijo haber sido tocado por el Ángel.

Entre las pocas personas que lograron meterse en casa de Conchita después del éxtasis, estaba el corresponsal de “Le Monde et la Vie”, quien lo único que pudo sacar a la vidente, acerca del mensaje recibido, fue la vaga declaración de que “era más bien triste”.

Para conocerlo en sus términos precisos, Conchita dijo que había que esperar a la mañana siguiente, sábado, después de la comunión.

“Estáis en los últimos avisos”

El amanecer del sábado 19 de junio llegó bien pronto. Pero las calles del pueblo tardaron en verse animadas. La vela y la fatiga de la jornada anterior pesaban sobre todos.

Según iba entrando la mañana, crecía la afluencia de curiosos hacia la casa de Conchita, en espera de conocer por fin el mensaje.

La joven apareció como nueva: se diría que el éx-tasis de la víspera le había devuelto toda su frescura y vigor. Incansable y pacientemente iba atendiendo a todos lo mejor que podía. Unos querían despedirla; otros, que les dedicase fotografías o estampas, o que les besara algún objeto piadoso… Los más iban con preguntas sobre el mensaje.

Pero aún tenían que seguir frenando su impaciencia.

Hubo misas en la iglesia parroquial. A una de ellas fue Conchita, que estaba en ayunas. Al ir y volver de la iglesia se vio más asediada que nunca de preguntas.

Por fin, a mediodía, antes de que un grupo de franceses abandonara el pueblo para emprender en autocar el viaje de regreso, se hizo a la puerta de la casa de Aniceta la anhelada proclamación.

Un sacerdote, el Padre Luis Jesús Luna, de Zara-goza, leyó en voz alta lo que Conchita le había dado, escrito de su puño y letra.

Leyó primero el texto original español; luego lo dio en francés. Otro sacerdote hizo a continuación la traducción al in-glés; y parece que también se dijo seguidamente en italiano…, con lo que la promulgación del men-saje no dejaba ya nada que desear.

La redacción del texto aparece un tanto embrollada. No es fácil distinguir entre las palabras que

IZQUIERDAConchita entre la muchedumbre que aquel 18 de junio 1965 llenaba el pueblo de Garabandal.

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EL CIELO A GARABANDAL 13

“Como no se ha cumplido y no se ha hecho conocer al mundo mi mensaje del 18 de octubre de 1961, os diré que éste es el último.

Antes la Copa se estaba llenando; ahora está rebosando. Cardenales, Obispos y Sacerdotes van muchos por el camino de

la perdición, y con ellos llevan a muchas más almas. A la Eucaristía cada vez se le da menos importancia.

Debéis evitar la ira de Dios sobre vosotros con vuestros esfuerzos. Si le pedís perdón con vuestras almas sinceras Él os perdonará.

Yo, vuestra madre, por intercesión del Ángel San Miguel, os quiero decir que os enmendéis. Ya estáis en los últimos avisos.

Os quiero mucho y no quiero vuestra condenación; pedidnos since-ramente y nosotros os lo daremos. Debéis sacrificaros más.

Pensad en la Pasión de Jesús”

IZQUIERDA El Padre Laffineur con Conchita, en la puerta de su casa, en Garabandal.

DERECHA El Padre Marcelino Andreu S.J. en Garabandal, leyendo el mensaje en inglés.

ABAJOLo que se leyó bajo el sol de Garabandal aquel sábado 19 de junio de 1965. “El mensaje que la Santísima Virgen ha dado al mundo por la intercesión de San Miguel. El Ángel ha dicho......”

SegUndO MenSAje públIcOde lA SAntíSIMA VIRgen

dAdO en SAn SebAStIán de gARAbAndAl el 18 jUnIO 1965

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14 EL CIELO A GARABANDAL

positiva la reacción; hubo de todo.

El Padre Laffineur, que tal vez forzosamente, se había mantenido en un discreto apartamiento du-rante aquellas intensas jornadas, al fin, con la marcha masiva de los llegados, pudo moverse por el pueblo con toda holgura. No tardó en encontrar al albañil Pepe Díez, testigo tan de primera línea para muchas cosas:

—¿Qué tal Pepe? ¿Qué dice ahora el pueblo?

—Esta vez la cosa está hecha. Me parece que todos creen de nuevo.

Pero el entusiasmo no era tan general. Donde más cuajó la reacción de alborotada repulsa al mensaje del 18 de junio fue en un sector del clero de la zona: varios sacerdotes y un ingeniero que se declaraba miembro de la Comisión de Santander que investi-gaba los hechos de Garabandal interpretaron que el mensaje iba por todos los sacerdotes y, finalmente, se fueron a Santander a presentar su más enérgica protesta en el Obispado.

El cuarto “NO” del Obispado

Quizá aquella reacción, apasionadamente hostil de un grupo de curas, pesara no poco para que la Comi-sión de Santander se decidiese a publicar una nueva nota sobre los hechos de Garabandal.

Monseñor Eugenio Beitia Aldazábal, que había dejado de ser Obispo titular de la diócesis, pero que continuaba al frente de ella como Administrador Apostólico, firmó dicha nota fechada el día 8 de

dijera exactamente el ángel y las que sean propias del léxico de Conchita, puesta en trance de comunicar lo que ella había entendido. Además, aunque era San Miguel quien transmitía el mensaje, él hablaba en nombre de la Santísima Virgen, y así se mezclan tam-bién las cosas que él personalmente decía (aunque por delegación y encargo) con las que daba en simple repetición de lo dicho por la Virgen. El hablar direc-to de Ésta aparece especialmente claro en la última parte del mensaje: “Yo, vuestra Madre…

Evidentemente, Conchita sólo puso por escrito lo más importante de cuanto entendió en el éxtasis de la Calleja. Casi quince minutos de comunicación no pueden meterse en media página de texto manuscri-to… Además, las pocas palabras que lograron captár-sele entonces, hacen referencia a más cosas de las que aparecen en las líneas de su mensaje.

Como todo el mundo ya sabe, en la nota que primeramente dio Conchita mencionó sólo la pala-bra Sacerdotes; luego confesó que la denuncia de la Virgen iba dirigida también a Cardenales y Obispos.

Reacciones ante el 18 de junio

Los muchos que habían acudido desde lejos a Garabandal, marcharon del pueblo, por lo general, bastante consolados y animados. Habían asistido a una nueva manifestación del Cielo: una prueba más de que no estamos solos en las dificultades de nues-tro mundo y nuestra hora.

Entre los del pueblo y la gente de los pueblos próximos, parece que no fue tan unánime ni tan

IZQUIERDA En 1968, en Candé, Francia, durante la reunión anual sobre Garabandal. De izquierda a derecha, P. François Turner OP, P. Jean de Bailliencourt junto con un señor del norte de Francia, Padre Ma-terne Laffineur, Suzanne Laudet, el Obispo J. Bretault Padre Blan-co (Misionero de África), el P. José Alba SJ, el P. Alfred Combe y Madame Pelletier.

ABAJO Libro del P. Laffineur sobre las apariciones de la Virgen a Garabandal.Se puede escuchar la voz del P. Laffineur explicando las apariciones de Garabandal en una entrevista telefónica de 9 minutos concedida a Ina France: http://www.ina.fr/audio/PHD97005479/les-apparitions-de-la-vierge-audio.html

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EL CIELO A GARABANDAL 15

En el siguiente número:

El Aviso, El MilAgro y El CAstigo

julio, y se insertó en el Boletín Oficial del Obispa-do, páginas 180-182: “…Esta nota será la cuarta. Y su conclusión, la misma que la de las precedentes. La Comisión que entiende en la calificación de los hechos no ha encontrado razones para modificar el juicio ya emitido, opinando que no consta de la so-brenaturalidad de los fenómenos, que ha examinado cuidadosamente…”

El Padre Laffineur escribió en su libro “L´Etoile dans la Montagne” (página 78):

“Se cumplía por entonces el cuarto aniversario de las apariciones. En efecto, cuatro años antes, el 18 de junio de 1961, todo había comenzado…

Y en cuatro largos años, la Comisión no había tenido aún tiempo de hacer comparecer ante ella, en debida forma, ni a las videntes, ni a sus familiares, ni al mismo cura de la parroquia. ¡Inconcebible”, dirán todos aquellos que conocen la historia de Lourdes, de Fátima o de Beauraing. Sí, inconcebible; pero verda-dero, más que verdadero, por desgracia.

La Comisión se venía contentando con enviar tales o cuales emisarios, a algunos de los cuales nosotros conocemos, y sabemos todo el mal que han hecho en esta pobre aldea, abandonada a sí misma en medio de acontecimientos que la desbordaban totalmente”.

En la fecha en que se elaboraba la cuarta nota del Obispado, las perplejidades de monseñor Beitia de-bieron de aumentar ante el cambio de actitud opera-do en el Padre Luis López Retenaga.

Dicho sacerdote guipuzcoano, que otras veces ha salido en nuestra historia, venía siendo ante el Obispo de Santander desde finales de 1962, el más convencido y calificado defensor de la autenticidad de las cosas que ocurrían en Garabandal. Pero de pronto, inexplicablemente, este sacerdote dio una vuelta entera, cambiando su entusiasta defensa, no sólo por las dudas, sino por una abierta opinión de que todo aquello bien podía considerarse como fruto de intervención diabólica… Algo de lo ocurrido al Padre Luis puede leerse en el capítulo 22 del libro “L´Etoile dans la Montagne”: “Un sacerdote deja de creer en Garabandal” (sin dar su nombre).

Desconcertante. Pero no demasiado. Garabandal seguía siendo, cada vez más intensamente, un “signo de contradicción”.

Este año 2014 la muerte de Joey Lomangino ha sido otro signo más: algunos que creían en los hechos de Garabandal han dejado de creer porque Joey ha muerto ciego, mientras otros creen aún más intensa-mente porque consideran que esta contradicción es una señal de que se acercan los tiempos finales que han sido profetizados.

Sobre la contradicción que existe sobre Garaban-dal, el Padre Eusebio García de Pesquera señala en su libro “Se fue con prisas a la montaña”, página 567: “Siempre, aquí en la tierra, entre luces y sombras. ¡Está arreglado quien pretenda para las cosas de Dios la claridad meridiana del “como dos y dos son cua-tro”, que tanto nos gusta en las de los hombres!”

DERECHAEl Padre Eusebio García de Pesquera ofcp, Plácido Ruiloba y el Padre Ramón Andreu S.J., en Garabandal.

Extraído dE la obra dE Francisco sánchEz-VEntura y Pascual “la VErdad sobrE las aParicionEs dE Ga-rabandal” y dEl libro “sE FuE con Prisas a la monta-na”, dEl P. EusEbio García dE PEsquEra.

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El Crucifijo: carnet de identidad espiritualporel P. José Ramón García de la Riva

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Con el permiso del obispo de santander, subió a Garabandal el 22 de aGosto Con su padre. paseó por el pueblo, preGuntando la hora de las apariCiones, hizo fotoGrafías a las niñas y, al atardeCer, fue a la iGlesia, “senCilla y aCo-Gedora”. allí arrodillado pensó: “si esto es de dios, las mejores Cosas se verán seGuramente en la iGlesia”, poniéndose a rezar Con devoCión. así fue.

tras el rezo del santo rosario, allí mismo las niñas videntes Cayeron en éxtasis: “visto esto, y al salir las niñas de la iGlesia y seGuir en éxtasis por el pueblo, yo me volví al presbiterio y ya no me preoCupé más que de hablar en mi oraCión Con el señor saCramentado. todo mi afán era pedir a dios luz para el señor obispo y para los enCarGados de estudiar todo aquello”.

el p. GarCía de la riva ha dejado un valioso testimonio sobre las apariCiones, “memorias de un Cura de aldea” (1961 a 1968).

el día 22 de aGosto 1961, martes, oCtava de la asunCión y fiesta del inmaCu-lado Corazón de maría, haCía por primera vez la ruta de río nansa un joven saCerdote asturiano que iba a quedar para siempre entrañablemente vinCulado a Garabandal, el p. josé ramón GarCía de la riva, párroCo del pueblo de barro (asturias).

el deseo de ir a Garabandal le surGió de una ConversaCión Con otro párroCo que pasaba unos días en barro, que le informó de los aConteCimientos.

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Estas palabras dichas cuando está acabando el Concilio parecen un jarro de agua para las expectativas de la mayoría del clero,

sedienta de reformas, y fue quizás el mayor esco-llo para que la jerarquía local mirara con buenos ojos lo que estaba ocurriendo en Garabandal. Se hablaba de una “nueva Iglesia”, de un “aggiorna-mento” necesario, un revestirse de modernismo para influir en el mundo; y lo que se produjo fue el efecto contrario: entró en la Iglesia el espíritu del mundo para desvirtuar su Misión, infectando todos los ámbitos: vocacional, litúrgico, pastoral, teológico, moral, ecuménico,…

El mensaje del Cielo estaba ajustado a la triste realidad. Las niñas de este humilde pueblo nada sabían de las apariciones de La Salette (Francia, 19 de septiembre de 1846) donde la Virgen de-nunció que algunos sacerdotes se habían con-vertido en “cloacas de impureza”; claro que eso quedaba lejos, a un siglo de distancia. Pero en todos los siglos se repite la estrategia del infier-no: corromper a los pastores para que se pierdan los rebaños. Y tampoco sabrían las niñas que la Virgen se había manifestado como Rosa Místi-ca (Italia, 1947) con su Corazón atravesado por tres espadas, simbolizado: la primera, la pérdida culpable de la vocación sacerdotal o religiosa; la segunda, la vida en pecado mortal de perso-nas consagradas a Dios; la tercera, la traición de aquellas personas que al abandonar su vocación sacerdotal o religiosa pierden también la fe y se convierten en enemigos de la Iglesia.

En ese mismo lugar, la Santísima Virgen insistía el 13 de mayo de 1966: “Para salvar a la humanidad se necesita oración, sacri-ficio y penitencia” (13 de mayo de 1966). Y años más tarde: “Oh si supieras cuántos de mis hijos van por el camino de la perdi-ción… La oración, los sacrificios y la re-

paración de tantas almas detienen el justo Castigo de Dios sobre la humanidad… Orad y sacrificaos en silencio” (8 de abril de 1975). Al darle este mensaje, dice la vidente Pie-rina Gilli que la Virgen, “conmovida por indecible dolor, se lamentó entre sollozos y lágrimas”. ¿No son estas palabras ecos del mensaje que se pre-tendía enterrar en Garabandal?

Estoy convencido de que ni las niñas ni la maestra ni el párroco don Valentín conocían los mensajes de la Santísima Virgen a la estig-matizada Teresa Musco (Italia, 1951), hija es-piritual del Santo Padre Pío: “Muchas almas se van al infierno. Pudor, vergüenza ya no habrá para las mujeres: satanás se viste de ellas para hacer caer a muchos

Cardenales, ObispOs y saCer-dOtes van muChOs pOr el Cami-nO de la perdiCión, y COn ellOs llevan a muChas más almas

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sacerdotes (…) Los sacerdotes, obispos, cardenales están desorientados, tratan de aferrarse a la política para ayudarse, pero una vez más se equivocan” (20.05.1951) “Muchas almas se pierden por vuestra causa” (de los sacerdotes) (30.09.1951). ¿No son los preludios del mensaje de Garabandal con diez años de adelanto? ¿Había razón para extra-ñarse de lo dicho por estas niñas entre tal multi-tud de hechos “milagrosos”?

Siempre que el Pueblo de Dios se extravía apa-rece como culpable un ejército de malos pasto-res. Esto es una constante en la historia de la sal-vación. Es natural que si se rompe el dique de la presa, se pierda el agua que contiene. La denun-cia sobre el clero que se realiza desde Garabandal tiene entonces eco en la Sagrada Escritura:

Profetas como Isaías, Jeremías, Ezequiel, Oseas, Miqueas, Malaquías,… denunciaron a los malos pastores del pueblo de Dios. Ya había sacerdotes que, como hoy, no aceptaban la de-nuncia profética (Am 7,10-17).

Y también se anunciaban castigos aunque pa-recía que tardaban en llegar: “Dice la Casa de Israel: las visiones que este ve no son para pronto; profetiza para muy lejanos días” (Ez 12,27). “Pretendéis lejano el día de la calamidad agarrándoos al presente de un reposo pernicioso (una falsa paz)” (Am 6,3). Pero Dios sale al paso de los acomodados en su tibieza: “Diles, por tanto. Así habla el Señor Yavé: No se dilatará ya más. Se cumplirá

toda palabra que Yo hable, dice el Señor, Yavé” (Ez 12,27-28).

En el boletín nº 72 de la Obra de Oración y Sacrificio por España (octubre de 1998), el Padre Ramón Gaztelumendi se refería a la crisis sacer-dotal, a la “Revolución sacerdotal de los años 60-70”. “¡Qué revolución! Fue un vendaval que dejó el campo desolado, lleno de dudas y confusio-nes. Ahogó la vida espiritual de muchos sacerdotes y fieles, provocó la deserción de muchos, fue un triunfo de Satanás. ¡Qué consecuencias tan terri-bles produjo la crisis! ¡Consiguió la deserción y el abandono de muchos sacerdotes! (…)

(...) En 7 años, desde el 63 al 70, hubo 13.400 casos de peticiones de secularización. Solamen-te en París, en el año 71, se encontraban más de 3.400 sacerdotes casados. Fue un verdadero vendaval,… un tremendo ataque de satanás, su triunfo más soñado.

Unos slogans se encargaron de demolerlo todo: el Sacerdote debe ser como los demás, debe vestir como los demás, ser profesional como los demás, político como los demás, etc. Esto hizo que en muchos sacerdotes se apagase mucho su fe. Fue lo más doloroso que podía ocurrir a los ministros de Dios. Entró mucho progresismo en ellos y con el progresismo mucho espíritu luterano. Se rechazó el traje talar y se perdió el sentido de la identi-dad sacerdotal”.

No pueden extrañarnos las quejas de Pablo VI en la festividad de San Pedro del año 1972: “Se creía que después del Concilio vendría un día

DERECHAEl Papa Pablo VI y el cardinal Ratzinger, el 29 de junio 1972, So-lemnidad de los Santos Pedro y Pablo.Pablo VI, uno de los grandes pontífices del Novecento, en la homi-lía que marcaba el inicio de su décimo año de pontificado afirmó: “Se diría que a través de alguna grieta ha entrado el humo de Satanás en el templo de Dios. Hay dudas, incertidumbre, problemática, inquietud, insatisfacción, confrontación. Ya no se confía en la Iglesia, se confía más en el primer profeta profano —que nos viene a hablar desde algún pe-riódico o desde algún movimiento social— para seguirle y pregun-tarle si tiene la fórmula de la verdadera vida; y, por el contrario, no nos damos cuenta de que nosotros ya somos dueños y maestros de ella. (…)”

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de sol para la historia de la Iglesia, pero por el contrario, ha venido un día de nubes, tempestad y oscuridad, porque ha intervenido el poder adverso: satanás” (29.06.1972).

Todavía aparecen el rostro de la Iglesia y lo afean, los moratones de los escándalos descu-biertos en los últimos años por abusos sexuales y pederastia. Se han dado en numerosos países. En algunos, como Estados Unidos, se han encon-trado casos desde 1930, en los años 50, dándose un aumento considerable entre los años 60 y 70, precisamente los escogidos por Dios para enviar a la Santísima Virgen a Garabandal. Se dice que “el aumento de la frecuencia de los abusos en los años 1960 y 1970 fue consistente con los patro-nes de desviación en la sociedad durante ese tiempo. Las influencias sociales se añadieron a las vulnerabilidades de los sacerdotes individuales cuya preparación para una vida de celibato era insuficiente en ese tiempo”.

Desviación de la sociedad, pero también de la Iglesia al aplicarle el espíritu postconciliar, que hizo desaparecer las sotanas y hábitos de los consagrados, vació los seminarios, instauró la improvisación litúrgica, …

Bien es cierto que también en otras institucio-nes se han dado tales abusos; pero eso no justi-fica a los miembros llamados por Dios a ser “sal del mundo” y “luz de la tierra”. También es cierto que si en el mundo hay medio millón de sacer-dotes, y los casos denunciados corresponden a un período de 50 años, el porcentaje es menos catastrofista que el que presentan los medios de comunicación; si en una camisa blanca hay tan sólo 10 manchas de aceite, resultará desagrada-ble a la vista y diremos que está muy sucia. Pero tampoco hemos de justificarlo: el escándalo pro-ducido por un alma sacerdotal es una bomba en el seño de la Iglesia; es mucho mayor que en la sociedad civil. Como se ha escrito: “Cuando una persona cae estando colocada en un puesto de santidad, se hunde más porque de más alto cae”.

Pero no sólo estos pecados contra el sexto y noveno mandamientos ponen a los consagrados camino de la condenación. ¡Cuántos ha habido

a la euCaristía se le da Cada vez menOs impOrtanCia

en este medio siglo que se han dedicado a predi-car herejías, a justificar rebeldías e inmoralida-des, bien directamente o por omisión voluntaria de aspectos importantes de la Doctrina Católica: los Novísimos y el Santo Temor de Dios, por ejemplo. Pero sería largo hacer aquí un estudio de ese tema.

Señalemos algunas muestras:Esto se decía el 18 de junio de 1965. Cua-tro años más tarde, el 29 de mayo de 1969,

el mundo católico conocía la Instrucción “Me-moriale Domini” por la que se abría la puerta a la Comunión en la mano. Se abría una puerta, pero enseguida se derribó la puerta y la muralla que protegía al “Santo de los Santos”, y a todo el mundo se le permitió manosear el “Pan Vivo bajado del Cielo”.

Ya la aprobación parecía edificarse sobre un fraude, pues la Instrucción se basa en la consulta hecha a todos los Obispos del mundo, de los que 1.233 NO DESEABAN se autorizara este rito y sólo 567 estaban a favor. ¿Para qué consultarles si no se les va a hacer caso?

Leyendo la Instrucción, uno se queda perplejo al ver cómo se levanta un monumento a la con-tradicción; porque en el texto se multiplican las alabanzas a la Comunión tradicional en la boca, y se manifiesta: “El Sumo Pontífice ha decidido no cambiar el modo, hace mucho tiempo re-cibido, de administrar a los fieles la Sagrada Comunión. En consecuencia, la Sede Apostólica exhorta calurosamente a los obispos, sacerdotes y fieles, que se conformen diligentemente a la Ley vigente y nuevamente confirmada, tomando en consideración el juicio dado por la mayor parte del Episcopado católico… y también el bien común de la misma Iglesia”.

La contradicción se palpa en los dos últimos párrafos del documento, que parecen como

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escritos por otra mano. En ellos se dice que en los lugares donde haya arraigado la costumbre de comulgar en la mano, serán las Conferencias episcopales las que decidan por mayoría de 2/3 la aprobación del nuevo rito. De esta forma se dice que Sí a los desobedientes. ¿Pero no acabamos de leer —unas líneas más arriba— que el Papa ha decidido no cambiar el modo con el que se asegura mejor el Bien de la Iglesia?

El texto contradictorio parecía abrir una puer-ta, hacer una concesión, sólo a los desobedientes. Esto no era justo. Y el resultado ya lo sabemos: manosear al Santísimo se hizo costumbre en todo el mundo. No es de extrañar que a partir de esta fecha, supuestas apariciones de la Santísi-ma Virgen en numerosos países desautorizaban esta forma de comulgar. Es más, en una de ellas (Manduria, Italia) a la descalificación del nuevo rito añade Jesús una queja importante: “Jamás un ángel me recibiría de pie”.

Porque este es otro aspecto que contribuyó a desacralizar la Liturgia que encauzaba las relacio-nes entre el hombre pecador y su Dios Salvador. Comulgar de rodillas iba unido a comulgar en la boca. Se cumplía así con la Palabra de Dios: “Ante Mí se doblará toda rodilla” (Is 45,23). De la misma forma al hacerlo en la boca, pues dice Jesús a la Magdalena en la mañana de Resurrección (Jn 20,17): “Noli Me tangere” (No Me toques). Y al referirse Dios a su pueblo al que promete alimentarlo con “flor de harina” y “miel de la roca” le ordena: “Abre bien tu boca y Yo la llenaré” (Sal 81,11).

Pero un huracán —contrario al Viento de Pen-tecostés— permitió que en la elevación menor, al hacer ostensión del Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, los fieles permanezcan de pie, mientras en la Liturgia celeste —y en la terrestre antes de la reforma postconciliar— se adoraba de rodillas (Ap 5,14); el huracán le-vantó a los fieles para Comulgar, hace pasar a sacerdotes y fieles por delante del Sagrario sin hacer genuflexión, permite que los turistas en traje playero paseen por delante del Altar ignorando al Santísimo, y aun ha hecho desa-

parecer los reclinatorios de bastantes iglesias y capillas en las que ya no se arrodillan ni en la Consagración. ¡A la Eucaristía, se le da cada vez menos importancia! ¡Qué razón tenía la Virgen!

El Santísimo Sacramento es ofendido también por el mal uso del Templo que se edificó para guardar y realzar su Presencia y facilitar la ora-ción y la adoración. Sin embargo es profanado el templo ya por los mismos fieles, que entran vestidos de cualquier modo (sobre todo si luego han de ir a la playa), que hablan como sacamue-las en cuanto el sacerdote pronuncia el “Podéis ir en paz”, que se sientan como si estuvieran en un banco del paseo,… que celebran liturgias folcló-ricas como en las “romaxes gallegas”, llenas de abusos litúrgicos.

Y es profanado por todos los que entran en el templo por motivos no relacionados con la oración y la liturgia católica: actos culturales, festivales y conciertos folclóricos, conciertos de rock (EEUU 15.01.10), carnavales (Alemania, 10.02.10), profanaciones ecumenistas (Buda encima del Sagrario: Asís, 1986); ritual hindú en la Capilla de Fátima (5.05.05), encierros labora-les, invasión turística,… Sí: también el turismo comete un allanamiento de morada al invadir los templos; y los pastores que lo permiten y que rechazan los carteles que tratan de poner freno a tantas faltas de respeto son más responsables todavía.

Pero podríamos hacer un libro con dolorosos ejemplos de la oportunidad de ese lamento de la Madre de la Eucaristía.

El 14 de junio de 1979, llegaba el Fundador del Movimiento Sacerdotal Mariano, Padre Gobbi, a Garabandal. Allí tuvo una locución de la San-tísima Virgen, centrada en la Eucaristía. Catorce años después del segundo mensaje de Garaban-dal, muchos pastores de la Iglesia continuaban despreocupados del Misterio Eucarístico. Inserto sólo algunos párrafos de la locución:

“(…) Hijos predilectos, desgraciada-mente en estos tiempos las tinieblas han

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oscurecido también el Tabernáculo: en torno a Él hay tanto vacío, tanta indife-rencia, tanta negligencia. Cada día aumen-tan las dudas, las negaciones y los sacrile-gios.

El Corazón Eucarístico de Jesús es he-rido de nuevo por los suyos en su propia Casa, en el mismo lugar donde ha puesto su Divina Morada entre vosotros.

Volved a ser los adoradores perfectos, los ministros fervientes de Jesús Eucarís-tico que, por medio de vosotros, todavía si-gue haciéndose presente, todavía se inmola y se da a las almas.

(…) Ayudad a todos a acercarse a Jesús Eucarístico de una manera digna, culti-vando en los fieles la conciencia del pecado, invitándolos a acercarse a la Co-munión sacramental en estado de Gracia, educándolos en la Confesión frecuente y advirtiéndoles que la Confesión es necesa-ria a quien se halla en pecado mortal para recibir la Sagrada Eucaristía.

Hijos predilectos, oponed un dique a la multiplicación de los sacrilegios: nunca como en estos tiempos se han hecho tantas comuniones de manera tan indigna.

La Iglesia está profundamente herida por la difusión de las Comuniones sacrí-legas. Ha llegado el tiempo en que vues-

IZQUIERDAEL P. Stefano Gobbi, fundador del Movimiento Sacerdotal Maria-no, en Fátima.El P. Gobbi volvió a la Casa del Padre el 29 de Junio de 2011, en la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, a las 15 horas.

debéis evitar la ira de diOs COn vuestrOs esfuerzOs

L a Ira de Dios en el lenguaje bíblico es el Castigo de Dios. Como hemos visto en el primer mensaje de Garabandal, el Apoca-

lipsis habla de las 7 Copas de la Ira… Hay quien dice que Dios no castiga. Probablemente no haya leído nunca la Sagrada Escritura: las plagas de Egipto, la destrucción de Sodoma y Gomorra, el Diluvio Universal en tiempos de Noé,…

“Con vuestros esfuerzos” quiere decir por ser cada día mejores, por mantenernos en Gracia de Dios en cada momento.

Sí cabe una lectura buscando la segunda cara de la moneda: cada hombre, libremente, puede alejarse de Dios; y libremente caerá en lo contra-rio que Dios le ofrece.

Pero la llamada de la Virgen tiene también una dimensión colectiva. Respecto al primer mensaje vemos un pasaje del Evangelio de San Lucas. El texto aparece junto a la parábola de la higuera seca: si después de podarla, abonarla y regarla no da frutos habrá que cortarla. Y eso es lo que le estaba ocurriendo a la civilización occidental en los años 60. Comenzaba a deslizarse por el plano inclinado de la rebeldía contra Dios (Muro de Berlín o “Franja de la Muerte” el 12 de agosto de 1961; Fundación de la “Iglesia de satanás” por Anton Szandor Lavey (California, 30 de abril de 1966), el mayo francés de 1968, la infiltración del Marxismo en universidades,…), llegando 50 años después a legislar contra la naturaleza y su Creador (abortos, divorcio, unión homosexual,… corrupción sexual obligatoria en los centros edu-cativos,…), a intentar demoler la Iglesia desde dentro (rebeldía al Papa, al Dogma, a la Sagrada Escritura, a la Doctrina Tradicional, a…).

Después de 2.000 años de Catolicismo, los países que recibieron de la Iglesia al tiempo la fe y la cultura rechazan los principios del Evange-lio para organizarse como dioses de sí mismos, y persiguen y marginan a la Iglesia. Estamos en

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plena apostasía, aun cuando pequeños grupos —sin fuerza social ni política— en ocasiones puedan unirse en actos como la Jornada Mundial de la Juventud, para lanzar al mundo hipnotizado un mensaje de fe. Estos grupos —entre ellos los Grupos de Oración del Santo Padre Pío— son indestructibles y representan al “resto de Israel” que siempre Dios se reserva para después de haber juzgado y purificado a los pueblos.

El mundo se ha convertido, pues, en “higuera seca”. Si necesitaba en 1961 de muchos sacrificios y penitencias, puede ser que esté cerca el mo-mento de aplicar el hacha a la base del árbol que no da fruto, el Juicio de las Naciones, el Castigo profetizado en Garabandal.

si le pedís perdón COn vuestras almas sinCeras él Os perdOnará

E s una llamada a la confianza y a la espe-ranza. Hemos de estar convencidos de que, como dice la canción, “Si grandes

son mis culpas, mayor es tu Bondad”. A fin de cuentas, el Aviso y el Milagro son dos muestras inconmensurables de la Misericordia infinita de Dios, que “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad”. Claro que el conocimiento del Amor de Dios no puede ser excusa para traicionarle, ofenderle, crucificar-le,… con nuestras malas obras.

“Con vuestras almas sinceras”, es de-cir, que nos convirtamos de verdad; y será de ver-dad si deseamos cambiar de vida para siempre, esforzándonos todos los días en imitar a Cristo y

a su Madre Santísima. No vale una con-versión para los días de pruebas (Aviso, Mi-

yO, vuestra madre, pOr inter-Cesión del ángel san miguel, Os quierO deCir que Os enmen-déis. ya estáis en lOs últimOs avisOs. Os quierO muChO y nO quierO vuestra COndenaCión. pedidnOs sinCeramente y nO-sOtrOs Os lO daremOs

Por intercesión escribió Conchita; realmen-te quería decir “por mediación”; no es que San Miguel pidiera a la Virgen que diera

tal mensaje, sino que —como dijo Conchita más adelante— al ser un mensaje fuerte prefirió esco-ger como portavoz a San Miguel.

“En los últimos avisos” puede significar los últimos avisos en Garabandal; a fin de cuen-tas, después del 18 de junio de 1965 Conchita sólo tiene una última aparición que es el 13 de noviembre de dicho año. También podríamos interpretar que se trata de avisos encuadrados en la etapa final de los Últimos Tiempos; este puede ser el sentido más correcto.

Y al mismo tiempo que trata de infundir en nosotros el Santo Temor de Dios como “segu-ro de salvación” —“No quiero vuestra condenación”— la Virgen nos apremia con su amor maternal a que no dejemos la conver-sión para más tarde: “Os quiero mucho”. Y vuelve a llamar a la sinceridad y a la confianza: “Os lo daremos”… Se refiere sin duda a las Gracias necesarias para la conversión y para la perseverancia en ella hasta el final.

lagro,…) solamente; a Dios nadie le engaña.

Nos está pidiendo la Santísima Virgen que imitemos al buen ladrón, San Dimas, y no al de la izquierda que blasfemaba de Dios e imprecaba a Cristo.

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debéis saCrifiCarOs más. pensad en la pasión de Jesús

E ste final es muy claro y también muy den-so. Es necesario el sacrificio para dominar nuestra naturaleza mal inclinada. Decía

el Santo Padre Pío, tan experto en la Pasión del Señor:

“Igual que el cuerpo necesita alimentarse, así el alma necesita día tras día de la cruz, para purificarse y separarse de las criaturas… No queremos comprender que Dios no quie-re, no puede salvarnos ni santificarnos sin la cruz, y que cuanto más atrae un alma hacía sí, más la purifica por medio de la cruz… En esta tierra cada uno tiene su cruz; pero debemos actuar de modo que no seamos el mal ladrón sino el buen ladrón”.

En el Evangelio Cristo nos dice: “Nadie tiene amor mayor que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13). Por eso la Virgen en Gara-bandal nos dice “Pensad en la Pasión del Señor”.

Meditar la Pasión del Señor es la mejor forma de conocer la gravedad de mis pecados y el Amor que Dios me tiene.

Cuando miro al Crucifijo tengo que pensar que todo el Amor y el Dolor que encierra han ocurri-do en la historia personalmente para mí.

Porque del mismo modo que en la Eucaristía Cristo multiplica su presencia en cada Forma Con-sagrada para poder venir perso-nalmente a mi corazón, también multiplica su Pasión y Cruz para redimirme personalmente a mí; de forma que el Crucifijo debiera ser para nosotros algo así como nuestro carnet de identidad espiritual, que debiéramos llevar siempre con nosotros.

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Entrevista alObispo de Fátima,

D. João Pereira Venâncio

Monseñor João Pereira Venâncio, Obispo de Lei-ría-Fátima, Portugal, ha sido el Obispo cuyo nombre será siempre conocido por su vinculación con Fátima y Garabandal.

El Obispo Venâncio era bien conocido por su pro-funda piedad. Con frecuencia habló con Sor Lucía, la vidente de las apariciones marianas de Fátima y también visitó a Conchita la vidente de las aparicio-nes de Garabandal.

El Padre Alfred Combe, cabeza del Movimiento

de Garabandal en Francia, relata su encuentro con Monseñor Venâncio:

“El 21 de julio de 1983, mientras acompañaba a un grupo de peregrinos desde Saint-Etienne, Francia, a Fátima, tuve la alegría de ser recibido por el Obispo Venâncio y tener con él una larga y privada conver-sación. Ahora puedo publicar esta inolvidable entre-vista, pero hay varias cosas que quisiera mencionar antes:

1. Que la primera vez que yo me entrevisté con este

“El mensaje dado por la Santísima Virgen en Garabandal es el mismo que Ella dio en Fátima, pero actua-lizado para nuestro tiempo”

El segundo Obispo de la diócesis de Leiria-Fátima, D. João Pereira Venâncio nació el 8 de febre-ro de 1904 en Monte Redondo (Portugal) y fue ordenado sacerdote en 1929 a los 25 años.

Tras estudiar Filosofía y Teología en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma, a los 50 años fue nombrado Auxiliar de la Diócesis de Leiria por el Papa Pio XII, recibiendo su consa-gración episcopal el 8 de diciembre 1954.

El 1 de Marzo de 1957, Mons. Pereira entregó a la Nunciatura Apostólica de Lisboa el Tercer Secreto de Fátima, escrito personalmente por Sor Lucía de Jesús Rosa Santos.

El 13 de septiembre de 1958, Mons. Pereira sucede a Mons. Correia da Silva como segundo Obis-po de la diócesis de Leiria.

Fundador del Colegio San Miguel de Fátima (1962), el Obispo dejó el Gobierno Pastoral de su Sede el 1 de julio de 1972 a los 68 años de edad, siendo su sucesor Mons. Alberto Cosme do Amaral.

Murió el 2 de agosto 1985 a los 81 años. Descansa en el cementerio público de Monte Redondo.

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santo Obispo fue en Leiría, en la Oficina de la Can-cillería en 1961.

2. Que yo sabía que en dos viajes que él hizo a Es-tados Unidos, las dos veces visitó a Conchita, que es la principal vidente de Garabandal, la cual ha estado viviendo en Nueva York desde que se casó en 1973. Estas visitas no eran casuales ya que Conchita era bien conocida por Lucía de Fátima.

3. Un importante detalle; yo llevaba en mi mano derecha un anillo que el gran apóstol de Garaban-dal, Joey Lomangino, me dio en 1977, cuando visité Nueva York. El le había dado el mismo regalo a Conchita y a varios sacerdotes y laicos, todos “obre-ros” de la Santa Madre, como un signo de nuestra “comunión” y colaboración en la difusión del mensaje de Nuestra Señora.

La conversación que tuve con el Obispo Venâncio fue así:

—Excelencia, le estoy muy agradecido por recibirme en esta audiencia privada. Este es nuestro segundo encuentro.

—Querido padre, mi memoria me falla. Por favor, ayúdeme a recordar.

—La primera fue en 1961. Yo vine de Francia para implorar de su generosidad una estatua de Nuestra Señora de Fátima para un gran evento francés-por-tugués, que yo estaba organizando en el distrito de Lyon, un acto que tuvo gran resonancia en toda la región, ya que reunió a más de 10.000 personas.

—Recuerdo perfectamente. Yo le di a Ud. una esta-tua con una bendición especial, ya que era una de las cuatro que hicieron el “recorrido de paz” después de la II Guerra Mundial. En aquel día de adoración yo le envié al Rector de la gran Basílica de Fátima con la orden de dejarle a Vd. la estatua de Nuestra Señora. Cuando él regresó a Fátima me dio cuenta del mag-nífico programa y fiesta que le dejó impresionado, así como por la calidad del programa religioso.

—Pero todo ese programa, Excelencia, fue por la Gracia de Dios y por la benevolencia suya. ¿Sabía Vd. que esa estatua de Nuestra Señora de Fátima ha traído muchas bendiciones espirituales y temporales? Todavía hoy Ella es venerada en mi capilla privada. En mi hogar tengo una fotografía donde Vd. está

retratado en el hogar de una joven a la cual Vd. visitó en Nueva York. Ella es alguien a quien Lucía conoce.

—En la casa de Conchita de Garabandal. Sí, querido padre, yo he notado que Vd. lleva en su dedo un anillo que a mí me dice más de lo que Vd. cree. Sí, yo fui a visitar a Conchita en

ARRIBAEl Padre Alfred Combe con Don Valentín Marichalar, párroco de San Sebastián de Garabandal.

IZQUIERDAD. João Pereira con el Santo Padre Pablo VI y Sor Lucía do Santos en Roma.

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Nueva York. Estuve encantado de las horas que pasé en su hogar con su familia. Y le diré algo, ella tuvo el acto gentil de quitarse el anillo que llevaba en su dedo, igual al que Vd. lleva, y me lo dio diciéndome: “Excelencia, le daré esto a Vd. sólo hasta su muerte”.

Yo lo acepté y como Vd. lo he llevado siempre, por años, junto a mi anillo pastoral. Como Vd. podrá imaginarse esto ha traído un sin fin de especulacio-nes, no muy discretas por cierto, aún por parte de algunos de mis hermanos obispos. He usado este anillo hasta este año, 1983, pero como ya estoy muy avanzado en edad y deseaba que este anillo fuera devuelto a su dueña antes de mi muerte, lo he envia-do a Conchita hace varias semanas, con una carta de agradecimiento y mi más sentida bendición.

—Excelencia, lo que Vd. me ha dicho ahora ha sido para mí una gran revelación. Le agradezco el que Vd. lo haya compartido conmigo.

—Mi querido padre, ¿es Vd. el sacerdote francés que trabaja difundiendo el mensaje de Nuestra Señora del Monte Carmelo de Garabandal de España?.

—Sí, Excelencia, y es por esa distinción que tengo la alegría de encontrarme con Vd. hoy.

Entonces, sucedió algo inesperado, algo que me dejó tan atónito que me cuesta aún el relatarlo, sin em-

bargo debo decirlo con simplicidad: el Obispo Joao Pereira Venâncio se levantó y se arrodilló a mis pies. Entonces tomó mis manos entre las suyas y mirán-dome fijo a los ojos me dijo:

—Bendito sea Vd. y gracias, querido Padre, por la maravillosa labor apostólica que Vd. está haciendo por Nuestra Señora del Monte Carmelo de Gara-bandal.

Entonces el Obispo se sentó frente a mí.

—Estoy todo confundido por su gesto, Señor Obis-po, pero muy agradecido por sus palabras, no por mí sino por el Mensaje de Garabandal.

—Este mensaje dado por la Santísima Virgen en Garabandal es el mismo que Ella dio en Fátima, pero actuali-zado para nuestros tiempos.—Yo siempre he pensando lo mismo, Excelencia, pero Vd. enfatiza la palabra “actualizado”. ¿Quisiera Vd. aclararlo?

—Es muy simple. En 1917, en Fátima, la Virgen no nos advirtió la crisis que sufre la Iglesia hoy, y que tanto nos duele; crisis de doctrina, de catecismo, de moral, de liturgia, de disciplina, de sacerdocio, de vida religiosa, etc., y como resultado la gran confu-sión de los fieles. ¿Por qué? Porque no había razón para advertimos esos peligros en 1917.

De hecho en ese entonces la situación era normal y algunas cosas perfectas. ¿Recuerda Vd. cómo era en ese entonces la piedad Eucarística, la devoción Mariana, el sentido cristiano del pecado, la frecuen-te recepción del Sacramento de la Penitencia, la liturgia, la fidelidad al Papa como sucesor de Pedro?

En Garabandal, en 1961, la situación era ya dife-rente. Nosotros no veíamos los grandes peligros que se avecinaban, pero la Virgen Santísima los veía. Y porque Ella es Madre y Profeta, vino a esa pequeña aldea española para damos y, explícitamen-te, advertirnos y llamarnos de nuevo a la oración, al sacrificio, a la penitencia y a la conversión. En otras palabras, en Garabandal, Ella puso al día su Men-saje de Fátima, para la iglesia de hoy.

—Conchita de Garabandal con frecuencia ha dicho que el mensaje de Nuestra Señora del Monte Car-

ARRIBAMonseñor João Pereira con Conchita de Garabandal.

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melo fue un “mensaje de salvación”, así que nosotros podríamos agregar, “mensaje de salvación para nues-tro tiempo.

—Para mí es obvio.

—Lo que Vd. está diciendo sobre la crisis y la resul-tante confusión en el mismo corazón de la Iglesia, me recuerda a mí algo que una vez dijo un gran teólogo, el Padre Lucio Rodrigo, Rector Emérito de la antigua Universidad de Comillas, en la diócesis de Santander. Después de las apariciones de Garaban-dal, alrededor del año 1967, yo conocí a este jesuita y nos hicimos grandes amigos. Un día él me dijo:

“En Garabandal, la Santísima Virgen nos predijo la crisis sacerdotal y la gran confusión en la Iglesia. Es-tas profecías han llegado a ser verdad. Todo con una visión y una gravedad que nadie en esa pequeña aldea podía haber previsto, porque ni siquiera los teólogos, con todo el vasto conocimiento que tenemos, tuvi-mos la menor sospecha”.

Y este eminente teólogo agregó: “Para mí, sólo eso, es una prueba más que suficiente de que el mensaje de

Garabandal fue de origen sobrenatural.”

—Esta es una razón confiable e iluminante, aunque Garabandal no le faltan otras pruebas de credibilidad como Vd. bien sabe. Ahora dígame Padre, ¿ha teni-do Vd. alguna noticia reciente sobre Conchita y sus compañeras? ¿Me quisiera decir, en su opinión, como piensa el Obispo de Santander y Roma sobre Gara-bandal?

En este momento yo le hice saber al ilustre prelado las pocas noticias que yo tenía.

Y así fue como terminó nuestra conversación.

—Gracias sinceramente, Excelencia, por haberme proporcionado esta entrevista. Guardaré sus palabras en mi corazón como una fuente de alegría y paz. Pero antes de irme quisiera pedirle un último favor. Que me dé la bendición a mí y a mi grupo de peregrinos franceses.

—Con todo mi corazón. Primero a Vd. y después para su grupo.

De rodillas, recibí su bendición, después le di las gracias.

—La bendición a su grupo Vd. se la dará en mi nombre. Le doy permiso especial y le permito dar mi bendición episcopal a su grupo en mi nombre. Y en retorno quiero recibir yo la suya.

P. Combe: Yo me negué, todo confundido; sin embar-go ante la insistencia del Obispo, que ya estaba de rodillas ante mí, accedí y así lo hice con gran emo-ción: “Yo bendigo con todo mi corazón a este gran-de y santo Obispo de Fátima”. ¡Qué entrevista tan memorable!.

Doy fe ante Dios de que todos los detalles que aquí relato son ciertos.

Esto lo dedico a todos los “trabajadores” de Nuestra Señora del Monte Carmelo para que sientan ánimo y también a todos los Obispos y Sacerdotes de la Iglesia.

Padre Alfred Combe,Francia. 21 de julio de 1983.

ARRIBASan Juan Pablo II con la Virgen de Fatima.

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Padre Pioestuvo enGarabandalel día del segundo mensajepor Francisco Sánchez-Ventura y Pascual +

San

Pio

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ietr

elci

na

ARRIBAEl autor del libro “La verdad sobre las apariciones de Garabandal”, Francisco Sánchez-Ventura junto a Conchita, en la sala de visitas del convento de Burgos, donde Conchita se había refugiado creyendo tener voca-ción.

Francisco sánchEz-VEntura, aboGado, catEdrático dE Economía y EsPEcialista En Estudios mariolóGicos, FuE dirEctor dE la Fundación maría mEnsajEra y Fundador dE la rEVista mariana dEl mismo nombrE. conFErEnciantE y Escritor, Escribió Varias obras quE aFrontan tEmas ProFEsionalEs y diFErEntEs Estudios sobrE FEnómEnos carismáticos y dEl mundo dE la mística, así como obras tEatralEs.FuE Finalista al PrEmio PlanEta con su noVEla “cartas al rEy”, y consEjEro PEr-sonal dE don juan dE borbón.colaborador FrEcuEntE dE PEriódicos y rEVistas, dEsarrolló y diriGió FrEcuEntEs cursillos marianos En El cEntro dE aPos-tolado sEGlar dE la Pardina, imPartiEndo conFErEncias En diFErEntEs caPitalEs dE EsPaña así como dE méxico, chilE, arGEn-tina y PuErto rico.PEro antE todo, Francisco FuE “El GuErrE-ro dE la VirGEn”, como dijo nuEstra madrE En un mEnsajE dado En Garabandal.EstE EntrañablE aPóstol dE Garabandal FallEció El 13 dE junio dE 2007.

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La tarde del día 17 pasó en una larga espera. A coro se rezaba el Rosario en diferentes lenguas. Franceses, alemanes,

ingleses, italianos, polacos, americanos, etc. se unían ante la humilde parcela de Conchita, identificados en un mismo sentimiento de súplica y amor a María.

Yo esperaba la aparición para última hora de la tarde. Suponía que habiéndose mani-festado el Ángel por primera vez a las ocho y media de la noche, cuatro años antes, el prodigio anunciado debería producirse a la misma hora, aproximadamente.

Por eso me fui hacia el centro del pueblo y salí hasta la carretera para comprobar la procedencia de los coches. El resultado me confirmaba en una triste realidad: había más extranjeros que españoles. Garabandal es mucho más conocido fuera de España que dentro de ella. ¿Se debía a la actitud de la Iglesia y al respeto de nuestro pueblo hacia las decisiones de la jerarquía? ¿Por qué los sucesos de Garabandal se siguen tan de cer-ca por los católicos de todo el mundo ante la ignorancia, indiferencia y el silencio de la católica España?.

Aquella tarde hablé con el padre Bernardino

Cénnamo, del convento de San Pascuale, de Benevento (Italia), quien me entregó unas fotografías del Padre Pío y como reliquia un pedacito de tela empapado en la sangre de sus estigmas; conocí a la periodista romana Gabriella Montemayor y a un famoso actor de la televisión italiana, Carlo Campanini. Era hijo espiritual del Padre Pío, que le prome-tió que le visitaría en su casa; y en efecto, el estigmatizado se le presentó en bilocación y habló con él. Como recuerdo, Carlo había levantado un busto del estigmatizado en el lugar del encuentro en su domicilio. A todos ellos tuve ocasión de conocer y de fotogra-fiar.

Estuve con el Padre Pel y con el apóstol de Garabandal en Francia, el Padre Laffineur. Saludé al doctor Caux, que es el que con la cámara de cine preparada para fotografiar el milagro de la Comunión visible, no pudo ha-cerlo por no encontrarse en estado de gracia, según su interpretación personal.

También tuve oportunidad de saludar a Jean Masure, a quien la Virgen le había reservado una sorpresa para aquella noche, y quien me explicó cómo, desde Torrelavega, estuvo a punto de regresar a Madrid, pues un sacer-dote le aseguró que lo de Garabandal era un

ABAJOGarabandal, 18.VI.1965. Con el devocionario en la mano, Conchita lleva el mensaje que se hizo público después. Le acompañaba una de sus primas.

ABAJOGarabandal, 18.VI.1965. Antes de entrar en la casa, se encontró con el ciego Joey Lomangino, al que la Virgen le prometió devolverle la vista.

Fotos del reportaje: Francisco Sánchez-Ventura.

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mito condenado por la Iglesia.

Cuando bajando de los pinos entré en la taberna, uno de mis amigos, cuyo nombre ya no recuerdo, me dijo:

—Ha venido el Padre Pel, un estigma-tizado francés, con ochenta años de edad y muy conocido en Francia por sus dones milagrosos.

Yo había estado con él aquella maña-na, pero quise gastarles una broma, como consecuencia de un extraño fenómeno que viví y que en ningún momento interpreté como algo posible.

Había coincidido, como he dicho, al bajar de los Pinos, con tres personas hablando entre ellos y una de ellas, un fraile, que

respondía en su manera de ser y en sus características personales a todo lo que el Padre Pio representaba, al menos para los que le cono-cíamos por fotografía. Así, aprovechando el parecido del fraile con las reproducciones que se habían distribuido por el mundo entero del famoso estigmatiza-do, les comenté, sin creer ni mucho menos en la verdad de lo que decía: “que sí, que había venido el estigmatizado francés, al que cierta-mente tuve ocasión de saludar por la mañana, pero que también era cierto que había un estigmatizado italiano”, noticia que fue reci-bida, lógicamente, como un rasgo de humor sin fundamento.

Cierto que me crucé con unas personas hablan-do con un fraile de pelo y barba blanca y que

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el parecido con el Padre Pío, según fotos era tal, que me volví dos veces para contem-plarlo de cerca, incluso me detuve en observación hasta que volvió la cara hacia mí, para mirarme, y tal movi-miento me obligó a conti-nuar mi camino.Ese fue el motivo por el que, al hablarme del estigmatizado francés, siempre sin tomar en serio mis palabras, quise explotar el parecido del fraile, por lo que añadí que podían venir a ver también al estigmatizado italiano.

Lo cierto es que nadie me siguió, pero yo es-taba tan obsesionado con la idea que tomé la determinación de abandonar la taberna y de retroceder hasta el lugar donde había tenido el encuentro con él, por si tenía la suerte de encontrarlo de nuevo, pero ya no le vi.Insisto en este detalle porque luego se supo, por manifestaciones de la vidente y confirma-ción del propio estigmatizado, que hacien-do uso de sus famosas bilocaciones, estuvo aquel día en la famosa aldea de la montaña.

El hecho parece incomprensible, pero ante Dios solemnemente lo confirmo, pues lo cierto es que cuando Conchita González, con su madre Aniceta, con el Padre Luna, con la princesa de Borbón Parma, con su secreta-ria y con un norteamericano, acudieron a la llamada del Cardenal Ottaviani (número dos de la Iglesia en ese momento, era el Prefecto del Santo Oficio, como antes se llamaba a la Congregación para la Doctrina de la Fe), quien preparó la visita para que pudiera Con-chita entrevistarse con Pablo VI, los días que separaban aquella visita del encuentro con el Papa, quisieron aprovecharlos para visitar al fraile de los estigmas, considerado como el

primer sacerdote estigmatizado de la historia, en su convento de San Giovanni Rotondo.

Así, sin dudar fueron al convento de refe-rencia, por cierto en un automóvil que corría mucho, por lo que el Padre Luna, asustado, le dijo al conductor: “No corra tanto que nos va-mos a matar”, y Conchita intervino en el acto y dijo: “A mí no me ocurrirá nada, porque antes de morir tengo que anunciar el milagro…”; prueba indudable de la fe que tenía respecto al encargo que le había hecho la Virgen en una de sus manifestaciones.

Llegaron a San Giovanni Rotondo y, al pre-guntar por el Padre Pío, le pusieron reparos para poderlo ver. Dejaron el encargo de que Conchita de Garabandal estaba allí, y tenía el deseo de visitarlo.

Entonces se fueron a la fonda donde habían reservado habitaciones, y encontraron allí una llamada del convento indicándoles que fueran enseguida, pues el capuchino estaba dispuesto a recibirles.

Tuvieron la entrevista en la sacristía. Cuando le saludaron,

las primeras palabras que dijo el fraile a todo este gru-po fue que ¡había estado con ellos en Garabandal en la tarde del 18 de junio de 1965!lo que para mí fue una confirmación de que, cuanto me impresionó el encuentro con aquel capuchino, hasta el punto de volver para intentar localizarlo de nuevo, respondía a una realidad auténtica y se trataba de una de sus ya famosas bilocaciones del santo estigmatizado, de donde arrancaba su fama internacional.

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32 EL CIELO A GARABANDAL

ARRIBA18.VI.1965. Rodeada por la guardia civil y por los segui-dores más fieles, llega hasta la puerta de su casa, tras la lectura del mensaje, seguida por el Padre Cénnamo, hijo espiritual de San Padre Pio.

ABAJOConchita en la cocina de su vivienda comentando el suceso que acaba de vivir. Prometió notificar el mensaje al día siguiente. A su lado, la excepcional garabandalista Carmen Cavestani.

ABAJOEl Padre Pel, estigmatizado francés, en el centro de la foto, quien se presentó de improviso en Garabandal, por orden de la Virgen, para estar presente durante la recepción del mensaje angélico.

ARRIBA y ABAJOTras leer el mensaje del ángel que entregó a Francisco Sánchez-Ventura para que éste lo llevara al arzobispo de Zaragoza, Conchita habló con varias personas para dar su versión del hecho milagroso.

ABAJOLa princesa Cecilia de Borbón-Parma estuvo presente en el acto y tras escuchar el mensaje, fue fotografiada. Esta princesa, con su secretaria, con el Padre Luna y con Aniceta, acompañaron a Conchita a Roma y estuvo presente en la visita al Padre Pio.

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San Padre Piohabló deGarabandal

El 3 de marzo de 1962 las cuatro jóvenes videntes, Conchita, Mari Loli, Jacinta

y Mari Cruz recibieron una carta anónima en San Sebastián de Garabandal. Este incidente fue reportado por el Dr. Celestino Ortiz, un incuestionable testigo, y sobre él hace un recuento el Padre Eusebio García de Pesque-ra en su libro Se fue con prisas a la Montaña:

“Félix López, un antiguo alumno del Seminario Mayor de Derio (Bilbao) quien es hoy día el profesor de la escuela de Garabandal, estaba reunido con algunas personas en la cocina de Conchita.

La niña recibió una carta que no entendió, así que le solicitó a Félix que se la tradujera. Estaba escrita en italiano y Félix, des-pués de leerla dijo: «Por su estilo

EN 1962, FuE LA vOLuNTAD DE DIOS quE Su SIERvO,

EL PADRE PíO DE PIETRELCINA, SE INvOLuCRARA EN LOS

ACONTECIMIENTOS DE GARABANDAL. ASí COMENzó.

bien podría ser del Padre Pío».

Conchita le preguntó si conocía la dirección de Padre Pío y al recibir una contestación afirmativa le pidió que le ayuda-ra a escribirle una carta para dar respuesta a la suya y manifestar-le su agradecimiento.

Habiendo terminado la carta la dejaron sobre la mesa de la cocina, sin doblarla.

Después de un rato, Con-chita entró en éxtasis y rezó el Rosario. Al regresar a su estado normal Félix le preguntó:

—¿Preguntaste a la virgen sí la carta era del Padre Pío?

—Sí, y me dio una respuesta secreta para enviarle.

La niña subió a su habitación, regresando poco más tarde con un papel escrito a mano. Delan-te de todos metió el papel en el

sobre, que había ya sido dirigi-do al Padre Pío por el profesor, sellándolo luego.

La carta que había llegado a Conchita, sin firma y sin direc-ción de regreso pero con mata-sellos italiano, decía lo siguiente:

Mis queridas niñas:

A las nueve de la ma-ñana, la Santísima virgen me encomendó que les dijera lo siguiente:

«¡Oh benditas niñas de san sebastián de Garabandal! YO les prOmetO que estaré cOn us-tedes hasta el fin de lOs siGlOs Y que ustedes estarán cOnmiGO durante el fin del mundO Y después, unidOs cOnmiGO en la GlOria del paraísO».

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34 EL CIELO A GARABANDAL

Estoy enviándoles una co-pia del santo Rosario de Fáti-ma, que la virgen me pidió les enviara. El Rosario fue compuesto por la virgen y debe ser propagado para la salvación de los pecadores y para la preservación de la humanidad de los terribles castigos con los que el buen Dios la amenaza.

Les doy un consejo: RE-CEN Y HAGAN quE LOS DEMÁS RECEN porque el mundo está a comienzos de la perdición. No creen en ustedes ni en sus con-versaciones con la Dama de Blanco; lo harán cuan-do ya sea demasiado tarde.

El 9 de febrero de 1975, Con-chita concedió una entrevista a la revista NEEDLES durante la cual le preguntaron sobre esta sorprendente carta que había sido dictada por el Padre Pío:

—Conchita, ¿recuerdas algo sobre esta carta?

—Recuerdo haber recibido en el correo una carta dirigida a mí y a las otras tres niñas, Jacinta, Loli y Mari Cruz. Me preguntaba qué contenía y, como no estaba fir-mada, la metí en el bolsillo hasta que vi a la Santísima virgen ese día. Cuando se apareció le mos-tré la carta y le pregunté quién nos la había enviado. La virgen dijo que era del Padre Pío. Como no sabía quien era el Padre Pío, no pregunté nada más. Después de la aparición conté a la gente sobre la carta; un seminarista que estaba presente me explicó acerca del Padre Pío y de dónde era él. Entonces le escribí una carta diciéndole que me gus-taría verle cuando visitase mi país. El entonces me envió una pequeña carta diciendo: «¿Crees que puedo subir por la chime-nea?» Yo sólo tenía 12 años en esa época y no sabía nada de los claustros.

vISITA ALPADRE PíOEn febrero de 1967, Conchita llegó a Roma con su madre, un sacerdote español, el padre Luis Luna, el Profesor Enrico Medi y la Princesa Cecilia de Bor-bón-Parma.

Había sido llamada allí por el

Cardenal Ottaviani, prefecto del Santo Oficio, llamado hoy “Sagra-da Congregación para la Doctri-na de la Fe”.

Fue durante esta visita que Con-chita tuvo una audiencia privada con el Papa Pablo vI, durante la cual sólo cinco personas estuvie-ron presentes con el Pontífice.

Tenemos sobre esto el confiable testimonio del Profesor Medi, en-tonces presidente de la Asocia-ción Europea de Energía Atómica y amigo del Papa, y quien era uno de los cinco presentes.

Como Conchita tuvo que esperar un día antes de su reunión con el Cardenal Ottaviani, el Profesor Medi sugirió que ya que tenían algo de tiempo libre fueran a San Giovanni Rotondo a ver al Padre Pío.

Leamos las declaraciones de Conchita acerca de la visita, tomadas de la entrevista a la revista NEEDLES de 1975:

«Todos estuvimos de acuerdo, así que salimos para el Monaste-rio en el auto alquilado del Pro-fesor Medi. Llegamos como a las nueve de la noche y nos dijeron que no podríamos ver al Padre Pío hasta la mañana siguiente en su Misa de cinco.

“ Rezadlo a menudo, en cuanto podáis.Satanás intenta destruir esta oración

pero no lo logrará nunca.

ES uNA ORACIóN QuE REINA SOBRE TODO Y SOBRE TODOS.

Ella nos enseñó a rezar con el Rosario, así como Jesús nos enseñó a rezar con el Padre Nostro ”.

EL ROSARIO SEGÚN SAN PADRE PIO

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EL CIELO A GARABANDAL 35

Antes de Misa, el Padre Luna y el Profesor fueron a la sacristía. El Profesor me contó más tarde lo que ocurrió allí. Dijo que el Padre Luna había dicho al Padre Pío que la Princesa de España estaba allí para verle. El Padre Pío dijo entonces al Padre Luna:

—No me siento bien y no podré verla hasta más tarde hoy. El Profesor Medi añadió:

—Hay otra persona que quiere verlo también. Conchita quiere hablar con usted.

Padre Pío dijo entonces:

—¿Conchita de Garabandal? vengan a las ocho de la mañana.

Al llegar, fuimos conducidos a un pequeño cuarto, una celda, que tenía una cama, una silla y una pequeña mesita.

Le pregunté al Padre Pío si este era su cuarto y si él dormía ahí, a lo cual respondió:

—Oh, no. No pueden ver mi cuarto. Este es un cuarto rico.

En ese momento no sabía la clase de hombre santo que era el Padre Pío, como ahora sí lo sé. Entonces yo era muy joven; tenía sólo 16 años.

—¿quién estaba en el cuarto contigo?

—Sólo mi madre, el Padre Luna y un sacerdote del Monasterio que hablaba español y estaba tomando muchas fotos. No recuerdo que la Princesa y el Profesor hubieran estado allí.

—Puedes decirnos ¿qué se dijo durante tu visita al Padre Pío?

—Sólo recuerdo un poco. Sí recuerdo que el sacerdote que había estado tomando fotos pidió permiso para ello al Padre Pío, quien le respondió: «Has estado tomándolas desde que llegaste».

Recuerdo que tenía el cru-cifijo besado por Nuestra Señora, y que dije al Padre Pío: «Esta es la Cruz besada por la Santísima virgen. ¿quisiera besarla?»

Padre Pío tomó entonces el Cristo y lo colocó en la palma de su mano izquierda, so-bre el estigma. Tomó entonces mi mano, que colocó sobre el crucifijo, cerrando los dedos de esa mano sobre mi mano; con su mano derecha bendijo mi mano y la cruz. Lo mismo hizo con mi madre cuando ella le dijo que por favor bendijera su rosario, también besado por la virgen.

Yo estuve de rodillas durante todo el tiempo que estuve ante él. Me tomó de la mano, con la cruz, mientras que me hablaba.

DERECHA y ABAJOFotos del viaje de Conchita a Roma y San Giovanni Rotondo: Padre Luna, Conchita, Princesa de Borbón-Parma y Aniceta (ma-dre de Conchita).

DERECHA: Años 60. Cecilia de Borbón Parma (segunda desde la izquierda) con sus hermanas, delan-te del castillo de Saussay, propiedad de la familia, en Francia.

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36 EL CIELO A GARABANDAL

Ignoro lo que habrán experimentado otras ma-dres al perder así a un hijo como Miguel. Su muerte mataba de cuajo el motivo esencial de

mi vida y, al perderlo, me sentí sumida en la oscu-ridad más espantosa.

Me decían que, con el tiempo, me conformaría; que, aunque no llegara a olvidarlo, su recuerdo iría diluyéndose, hasta quedar en una evocación

amable; que, poco a poco, me iría acostumbrando a no verlo, a no oírlo, y aceptaría mi situación sin desgarro.

Pero el tiempo pasaba y yo continuaba en la desesperación. Aunque procuraba disimular mi tristeza, especialmente para no herir a mis cuatro hijos restantes, cuanto más tiempo transcurría, más se me acentuaba el vacío, la desorientación y el dolor.

Mercedes Salisachs Roviralta1916-2014) fue una de las grandes escritoras españolas. Hija de un rico industrial barcelonés, recibió una educación esmerada y liberal-conservadora. Casada en 1935, tuvo cinco hijos, el segundo de los cuales, Miguel, murió en un acciden-te automovílistico en Francia con tan solo 21 años. Esa pérdida la inspiró a escribir una de sus más conocidas novelas, La gangrena, con la que obtuvo el Premio Planeta en 1975. Publicó unos 40 libros y ganó una veintena de premios además de la Gran Cruz de Alfon-so X el Sabio (1999). Fue una de las escritoras en activo más longeva del mundo.En una entrevista concedida en 2009 al semanario “Alba” a la pregunta de cuándo co-menzó a ahondar en la fe respondió: “En el 58, tras la muerte por accidente de mi hijo Miguel, de veintiún años. Quedé destrozada. Al principio, me enfadé con Dios. Hasta que me fui enterando de cosas. Que Miguel iba con su novia todos los días a misa a comulgar, que había hecho los primeros viernes…” Desconocía esa faceta de su hijo, aunque “...hablábamos mucho de religión. Pero él era muy humilde. Divertido, abierto y artista, pero humilde. Pensé: “Si quiero volver a verle, tengo que hacer lo mismo que él”. Desde entonces, comulgo todos los días. Y rezo muchísimo”.Aún así, tras la muerte de Miguel, su corazón de madre no conocía consuelo y cuando supo que en Garabandal se aparecía la Virgen, fue ahí. Este es su testimonio que ofreció Mercedes de aquel viaje que le cambió la vida.

“Dice la Virgen que su hijo está en el Cielo”porMercedes Salisachs

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EL CIELO A GARABANDAL 37

Algunos, para ayudarme, echaban mano de argu-mentos religiosos. Me hablaban de la resignación cristiana; me recordaban su fe, la ejemplaridad de su muerte y me decían que debía dar gracias a Dios, por habérselo llevado en condiciones tan buenas para su alma. Pero la resignación no llega-ba y todos aquellos argumentos se me antojaban huecos e inconsistentes.

Llegó un momento en que las dudas contra la fe se me volvieron obsesivas y todo cuanto hasta entonces había admitido sin excesivo esfuerzo, empezó a tambalearse, dejándome cada vez más abatida. Me convertí en un remedo de persona, sin más horizonte que el pasado, sin más espe-ranza que la de morir; pero con la impresión de que en la muerte se acaba todo, que la esperanza es una gran mentira y la fe una puerilidad lanzada para mantenernos a raya.

Sin embargo, todas mis dudas no cuajaban por completo. A veces, sin saber por qué, la esperanza volvía: "Y si Miguel me viera. Si fuera verdad eso de la Comunión de los Santos". Por aquel enton-ces, ni siquiera podía rezar. Tropezaba siempre con-tra el muro de la duda. Recuerdo que en cierta oca-sión mi madre propuso rezar el rosario en común; yo me negué, por considerarlo "una vulgaridad".

En definitiva, yo necesitaba una prueba. Algo que me hiciera palpar que más allá de la muerte, la vida continuaba. Pero la prueba no llegaba, ni yo hacía por conseguirla. Por ejemplo, mi devoción a la Virgen era prácticamente nula. Hasta que un día, próximo a la fiesta de la Purísima, instintiva-mente me enfrenté a una imagen de la Dolorosa, suplicándole que, si Miguel vivía, Ella me diese una prueba.

A partir de aquel día, ya no tuve más obsesión que la de volver a Dios. Y cinco meses más tarde, concretamente el 4 de mayo de 1959, después de una confesión general, me acerqué a Dios definiti-vamente, con la intención de no separarme de Él ni un segundo en todo lo que me restara de vida.

Desde aquel instante, todo empezó a cambiar para mí. Aunque mi nostalgia de Miguel seguía siendo enorme, y la soledad continuaba atormen-tándome, el sosiego interior era muy grande. El rezo del rosario dejó de parecerme una vulgaridad y mi devoción a la Virgen aumentaba de día en día.

De ahí que, cuando oí hablar de las niñas de Gara-bandal, pensara en visitar aquel remoto pueblo,

no sólo por curiosidad, sino con la intención de rendir homenaje a la Virgen. Aprovechando la au-sencia de mi familia, que había ido a Suiza, salí de Barcelona el Jueves Santo de 1962, acompañada de José, el mecánico, y su mujer, Mercedes.

Llegamos a Cosío el Viernes Santo, a la hora exacta de mediodía, y allí conocí al párroco de Garabandal, don Valentín Marichalar. Mientras esperábamos el vehículo que debía subirnos al pueblo, tuve ocasión de charlar con él. Pese a sus comprensibles reservas, acabó confesándome que, en el fondo, estaba convencido de que los hechos que allí ocurrían eran sobrenaturales.

Eran ya las dos de la tarde cuando compareció el coche que debía trasladarnos a Garabandal. Su conductor, Fidel, nos comunicó que allí arriba el P. Corta, sacerdote jesuita que vino a ayudar a don Valentín durante la Semana Santa, se disponía a dar la comunión y que todo el pueblo estaba con-gregado en la iglesia.

Mercedes y su hijoAquella misma tarde entregué a Jacinta unos obje-tos para que los diera a besar a la Virgen y, tanto a ella como a las otras tres, les hice la misma sú-plica: "cuando veáis a la virgen, preguntadle por mi hijo." Creo que fue Jacinta la que indagó:

—¿Y qué le pasa a su hijo?.

—¡Está muerto!, le contesté.

En casa de Mari Loli se habían congregado todos, en espera de la aparición. Yo le di un papel, escrito por las dos caras; y, al entregárse-lo, le dije: "no espero res-

DERECHAMercedes Salisachs junto a su hijo Carlos.

porMercedes Salisachs

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38 EL CIELO A GARABANDAL

puesta. lo único que me interesa es saber dónde está mi hijo", no di su nombre.

Yo ignoraba aún cómo se producían las visiones. Aunque me lo habían explicado, me resultaba difí-cil imaginar su realidad. Ahora, después de haber estado en Garabandal varias veces y de haber visto tantos éxtasis, sigo creyendo que no puede haber explicación posible para describir no sólo la "caída" de las videntes, su expresión y movi-mientos, sino el clima de respeto que se produce siempre en cuanto "llega la aparición".

Por lo que respecta a mi caso, debo confesar que, aunque deseaba mucho, esperaba poco. Había enfocado mi viaje dispuesta a afrontar incomodi-dades y obstáculos.

Esperando, según dije, en la casa de Loli, no tardamos mucho en oír el golpetazo característico de la "caída" en éxtasis; venía del piso alto. Se hizo un silencio general y al poco rato vimos bajar por las escaleras a Mari Loli, cogida de la mano de otra niña, mirando hacia arriba, con expresión arrobada. No creo que ni la mejor actriz pudiera imitar esa expresión.

Mari Loli se acercó a la mesa donde tenia los objetos que había de presentar a la Virgen y em-pezó a darlos a besar. vi cómo tomaba mi papel, lo alzaba, lo volvía del otro lado y lo depositaba nuevamente en la mesa. Luego, agarrando la cruz, salió a la calle. El paso de la niña era ligero, armonioso, regular. Parecía como si anduviera por un pavimento bien liso y bien llano; no existía para ella lo que todos teníamos bajo los pies: cascotes,

charcos, piedras, barrizales.

Como pude, yo me agarré del brazo de la niña que Loli sostenía; pero cuando, después de detenerse a la puerta de la iglesia, la vidente emprendió la subida hacia el monte, tuve que desprenderme. No podía seguirlas: tenía la impresión de que mi corazón, disparado, iba a detenerse de un mo-mento a otro. ¡Tal era la cuesta que enfilaba a los Pinos!. Me quedé agotada en la falda del monte, esperando a que bajaran.

Una respuesta que no llegaMe puse a pensar. La noche, hasta entonces, no había resultado excesivamente agradable para mí. Cuantas veces la niña daba a besar el crucifijo, lo hurtaba visiblemente a mis labios. La sospecha de que, si aquello era verdad, la Virgen rehuía a propósito mi beso, me dolía profundamente.

Cuando, al fin, llegó el descenso, vi a Mari Loli bajando de espaldas, sorteando obstáculos y socavones como si tuviera ojos en la nuca. Al entrar en el pueblo, se unió a Jacinta; sonrieron al encontrarse, y después daban a besar el crucifijo, y caminaban cogidas del brazo.

Jacinta "despertó" a la puerta de la iglesia, pero Loli regresó a su casa todavía en trance. Fue en-tonces cuando busqué a Jacinta y le pregunté por Miguel. me dijo que la virgen no había contestado a su pregunta. Desilusionada, me fui donde Loli, que me dijo lo mismo.

—¿Ha leído al menos mi papel?.

DERECHAPeregrinos re-zando delante del Pino de la Virgen en 1965. Conchita y Loli están arrodilladas en el centro, dirigiendo el rosario. De pie, con abrigo claro, bajo el para-guas central, Mercedes Salisachs.

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EL CIELO A GARABANDAL 39

—Sí, lo ha leído.

El P. Corta estaba allí y, al comprender mi decep-ción, preguntó a la niña si volvería la Virgen.

—Sí, de dos a dos treinta.

Entonces el Padre le recomendó que volviera a ha-blarle del asunto de mi hijo. A la hora anunciada, Mari Loli cayó de nuevo en éxtasis; salió de casa y se unió en seguida a Jacinta, que también andaba en trance por la calle. Dieron a besar el crucifijo a todos los que estaban allí; pero nuevamente me pasaron por alto, como si rehuyeran mis labios.

Los “tiempos” de DiosLo peor fue lo que dijeron al "despertar"; tanto Jacinta como Loli me dieron esta respuesta:

—La Virgen ya me ha contestado; pero no puedo decírselo a usted.

Esto sobrepasaba todo lo anterior. ¡O yo no mere-cía que la Virgen me atendiera, o Miguel, pese a todo lo que yo suponía, se hallaba en un lugar que era mejor ignorar!. tuve aún valor para preguntar a mari loli, si la respuesta de la virgen era mala o buena. no puedo... no puedo..., y la expresión de su cara era verdaderamente impenetrable.

De nuevo intentó el P. Corta ayudarme. Preguntó a la niña: ¿Podrás decírselo mañana?. Tal vez, se limitó a contestar Loli, encogiéndose de hombros. Cuando me acosté, tenía la impresión de haberme convertido en un bloque de hielo. La sospecha de que ni Dios ni la Virgen estaban conformes conmi-go, me dejaba tan abatida como la suposición de que Miguel pudiese estar experimentando algún castigo. Aunque me parecía ilógico dudar de la salvación de Miguel.

Antes de dormir, fui repasando uno a uno todos los fenómenos que yo había presenciado durante las horas del día y luego por la noche, y deseaba con toda mi alma encontrar cualquier "fallo" que me demostrara su falsedad, algo que me hicie-se ver que todo aquello de Garabandal era pura superchería. Pero cuantas más vueltas daba a los hechos, más auténtico me parecía todo. ¡Yo tenía que ser la que de verdad fallaba!. Por eso, sin duda, no se me daba a besar el crucifijo.

El Sábado Santo no fue un día mejor. A pesar de la cordialidad que me prodigaban los Santa María, el P. Corta, don Valentín, el brigada de la Guardia Civil, y hasta las madres de las niñas, todo en el

pueblo me estaba resultando hostil. Era indudable que toda aquella amabilidad se debía a la piedad y el recelo que sin duda despertaba el aislamiento a que la Virgen me había condenado. Mas para mí era lo de menos lo que pudiera pensar la gente; lo que más me dolía era percibir aquel desaire constante que venía de arriba.

Al fin, empecé a tener el presentimiento de que todo lo que me estaba ocurriendo pudiera guardar alguna relación con el sentido de los días en que nos encontrábamos. ¿Podía ceñirse todo lo mío a su significado litúrgico?. Casi no me atrevía a pensarlo; se me antojaba demasiado sutil. Pero lo cierto es que, a partir de aquel presentimiento, se me fue quitando el miedo. Lo acepté todo y me sometí a la voluntad de Dios.

Por la noche, cené temprano en la cantina, sola. Después, el brigada de la Guardia Civil me llevó a casa de Conchita. Su madre me recibió ama-blemente, y me ofreció un lugar junto a su hija. El calor de la llamarada era molesto, y mi malestar físico iba aumentando; sin embargo, mi bienestar moral crecía a medida que pasaban las horas.

Hablamos de infinidad de cosas. Lo más chocante de estas niñas es su naturalidad en el fluir de la vida corriente. Aceptan lo sobrenatural con una sencillez rayana en lo inverosímil: les parece que "ver a la Virgen" está al alcance de cualquiera y que lo que les ocurre a ellas es normal.

Cuando Conchita cayó en éxtasis, yo me hallaba fuera de la cocina y por eso no pude apreciar exactamente cómo ocurrió. Sin embargo, en cuan-to salió a la calle pude observar bien lo que le ocu-rrió al señor Mándoli, recién llegado a Garabandal. Aunque creyente, él no admitía las apariciones; de pronto vi cómo Conchita se desviaba de su cami-no y venía derecha hacia nosotros, el señor Mándoli estaba a mi lado, para ofrecerle a él su crucifijo.

Dicho

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40 EL CIELO A GARABANDAL

señor, acaso avergonzado, o acaso para probarla, lo rehuía; Conchita, siempre con la cabeza como colgada hacia atrás, hasta resultar imposible ver lo que tenía delante, le seguía tenaz con su cruz, hasta que consiguió que la besara. volviéndose entonces hacia mí, el señor mándoli me confesó emocionado que acababa de pedir a la virgen, que si aquello era cierto, conchita le buscara para hacerle besar el crucifijo.

Si mal no recuerdo, tampoco aquella noche me lo dieron a besar a mí. Conchita se unió luego a las otras tres niñas, que andaban también en éxta-sis por el pueblo. Cogidas del brazo las cuatro, y con paso ligero, según costumbre, recorrieron las calles, seguidas de la multitud con linternas.

Recordaba yo que otras apariciones, Lourdes y Fátima, habían sido muy locales y quietas, y me parecía como si la "acción" o "movimiento" de las que entonces presenciaba, tuvieran algo que ver con las características de nuestra actualidad. Era como si la Virgen, quisiera adaptar su misericordia a la "inquietud" de los nuevos necesitados. Hubie-ran resultado un poco extraños, en nuestra época, éxtasis como los de Fátima o Lourdes; la gente ne-cesita otra tónica, otro estilo. Y el que reflejaban aquellas niñas de Garabandal se adaptaba bien a nuestra maneras.

Las apariciones se volvían, en ellas, asequibles; todos podían, guardando distancias, participar; todos, si se empeñaban, eran capaces de tomar parte, aunque indirectamente, en los diálogos que las videntes sostenían con la aparición. Desde el primer momento la Virgen había dado muestras de "querer acercarse" a los espectadores: permitía que se le hicieran preguntas, respondía a ruegos, aceptaba cosas para besar. Producía, ciertamen-te, la impresión de querer superar distancias o barreras.

Yo, sin embargo, me encontraba en aquellos mo-mentos tan aplastada por el ostensible "despre-cio" que la aparición me ofrecía, que sin meditar en la indudable generosidad que demostraba a tantos otros, me propuse firmemente no volver a hacer más preguntas ni esperar la menor señal a través de aquellas niñas.

Durante la Vigilia Pascual, las mujeres del pue-blo, siguiendo una antigua costumbre, iniciaron un rosario cantado por las Calles. A pesar de mi cansancio, me vi impelida a seguirlas. La devoción

que allí se respiraba, era realmente impresionan-te. ¡No recuerdo haber vivido una Pascua más fervorosa que aquella!.

Ocurre lo inesperado La noche se me iba haciendo más clara, a medida que adelantaba nuestro rosario. Los tejados brilla-ban en la oscuridad casi tanto como la luna y las estrellas. debíamos de ir por el tercer misterio, cuando ocurrió lo inesperado. Alguien me dio un golpecito en la espalda. Al volverme, me encontré con Rosario Santa María, que iba del brazo de Mari Loli; me dijo en tono confidencial:

—Dice Mari Loli que tiene un encargo para ti.

De momento quedé desconcertada, sin ocurrírse-me de qué podía tratarse. Había tenido ya muchas decepciones y no esperaba nada. Pero Rosario Santa María añadió:

—Se trata de algo que la Virgen le dijo ayer sába-do, pero con encargo de que lo tuviera callado hasta después de la una de la noche.

Mari Loli, algo avergonzada, iba repitiendo: Luego, luego se lo diré. Yo, aturdida e intrigada, no sabía qué partido tomar. Pero Rosario, que había vivido de cerca mis malos ratos, intervino:

—Nada de luego; se lo vas a decir ahora mismo, no puedes tener más tiempo a esta señora con semejante inquietud.

Entonces Mari Loli y yo nos apartamos algo de la comitiva; yo me incliné hacia ella, y ella, al oído, pero con voz clarísima, me dio el mensaje:

—Dice la Virgen que su hijo está en el Cielo.

Lo que vino después, yo no sería capaz de descri-birlo. todo, absolutamente todo, iba quedando absorbido por aquella declaración maravillosa. Sólo recuerdo con precisión que abracé a Mari Loli como si estuviera abrazando a Miguel. Des-pués me vi en brazos de Rosario; ella también lloraba, y me decía tantas cosas, que yo no podía entenderla.

Se arremolinó gente en mi derredor, y como en una mezcla confusa, yo veía a don Valentín, al P. Corta, a Eduardo Santa María, al brigada de la Guardia Civil. Todos me miraban, entre asusta-dos y emocionados. Llegó también la madre de Conchita, alarmada por aquel pequeño barullo, y deseosa de ayudar, exclamó:

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EL CIELO A GARABANDAL 41

—Díganle a esa señora, que si llora porque no le han dado a besar la cruz, que no se preocupe, que tampoco a mí me la han dado a besar en toda la noche.

El resto del rosario fue como un subir al cielo. Recuerdo que le entregué mi bastón a Rosario Santa María y me así del brazo de Mari Loli; jamás en la vida me había sentido tan ligera ni tan segura. Llorando aún, continuamos el recorrido del rosario, calle adelante, camino de la madrugada. Creo que yo rezaba más con los ojos que con los labios, pues Mari Loli iba repitiéndome:

—No llore, no llore; pero me era imposible hacer-le caso.

¡había tanto por qué llorar!. Ya no precisaba linterna, ya ni siquiera miraba al suelo; del brazo de Mari Loli y llena de fe en la Virgen, anduve el resto del tiempo mirando sólo hacia arriba; ¡nun-ca he visto el cielo tan estrellado y tan diáfano!. Cada estrella era una sonrisa.

Hacia las tres de la mañana, entrábamos en la taberna del padre de Loli, Ceferino, comentando las cosas ocurridas aquella noche memorable. Yo, aturdida aún por lo que me había sucedido, vi que Rosario cuchicheaba con Loli. Poco des-pués vino a mí:

—Dice Mari Loli, que el mensaje que te ha dado es incompleto; pero como te has puesto a llorar tan pronto, no ha podido continuar diciéndotelo.

Entonces la niña me confió lo que faltaba, y con aquello me dejo aún más perpleja:

—Me ha dicho también que su hijo es muy feliz, felicísimo, y que está con usted todos los días. Yo ya sabía que su hijo estaba en el cielo; lo sabía desde ayer, en que me lo dijo la Virgen. Pero lo tenía callado porque Ella me dijo: No se lo digas a esa señora hasta mañaNa, después de la misa de pascua. A partir de aquel momento, todo cambió res-pecto a mí. Bastó que la niña cayera nueva-mente en éxtasis, para demostrarme que aquel "juego de silencio" de los días anteriores estaba concluido. Inmediatamente vino a mí y aplicó el crucifijo a mis labios, una, dos, tres veces; luego, haciendo con él la señal de la cruz en mi frente, en mis labios y en mi pecho, volvió a darlo a besar la Virgen y, como para sellar defi-

nitivamente todo cuanto acababa de confiarme, de nuevo me lo ofreció a mí. Después, sin darlo a besar a nadie más, salió a la calle.

Ya fuera de casa, Ceferino, el padre de la niña, me hizo señas para que me acercara. "Está hablando de usted con la Virgen", me dijo. Efectivamente, así era:

—Yo ya le decía que no llorase, que tenía que estar contenta, pero no me hacia caso. ¿Y si vuelve a llorar cuando se lo cuente?.

Tan pronto como hubo acabado el éxtasis, Mari Loli vino hacia mí y me comunicó por lo bajo que tenía otro mensaje. Esperó a que nos quedáramos solas, y en seguida me dijo:

—Cuando yo estaba hablando con la Virgen, vi que se sonreía mucho, y que miraba hacia arriba; al preguntarle yo por qué se sonreía tanto, me ha contestado que al mismo tiempo que Ella me hablaba, "el" estaba viéndola a usted y que su alegría era muy grande.

—¿A quién te refieres, Mari Loli?, ¿A mi, ... él... ?.

No llegué a pronunciar abiertamente su nombre, pero ella me atajó:

—¡Eso!, Miguel. Me ha dicho la Virgen:

"dile sobre todo a esa señora que mieNtras hablo ahora coN-tigo, miguel la está vieNdo a ella, y que es felicísimo, que está muy coNteNto, muy coNteNto.—¡Dime, Mari Loli!. ¿Cómo sabes tú que él se lla-ma Miguel?.

—Porque yo he preguntado a la Virgen: ¿Quién es Miguel? y Ella me ha contestado: "el hijo de esa señora."Cuando todo se acabó en aquella madrugada, mi regreso a la casa donde tenía hospedaje fue como andar sobre una nube. El pueblo se azuleaba ya bajo el cielo todavía estrellado. El sol aguardaba detrás del monte.

fueNte: www.virgendegarabandal.com

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42 EL CIELO A GARABANDAL

¿Qué Quieres de mi, seÑOr?cOnOcer la vOluntad de diOs

Por el P. Justo A. Lofeudo

Todos nos debemos inter-pelar si estamos verdade-ramente haciendo la vo-

luntad divina en nuestras vidas.

Para conocer la voluntad de Dios hay que rezar y de veras, con corazón sincero, abierto a la luz divina que debe penetrar, para luego discernir personalmente o con la ayuda de un guía espiri-tual, un sacerdote de experiencia y santidad, qué nos está inspiran-do Dios por la oración.

San Pablo exhortaba a los cristia-nos de Roma a no vivir de acuer-do a este mundo que pasa sino a convertirse, “para que sepáis dis-cernir —decía— lo que es volun-tad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto” (Rm 12:1-2) . Es decir que por la conversión del espíritu y de la mente se alcanza el discernimiento.

Presentaba el Apóstol un punto muy interesante en la vida espiri-tual. Porque lo primero es discer-

nir qué es bueno y qué es malo, según no los hombres, o sea los criterios de este mundo, sino según Dios.

Hoy esto no es tan fácil como parece porque hay criterios, actitudes, interpretaciones aún dentro de la misma Iglesia que se presentan como buenas, como propias de la misericordia de Dios, y sin embargo no lo son. No lo son cuando tales ideas o in-terpretaciones pretenden ponerse por encima de la ley de Dios, la que el Señor vino a hacer cumplir hasta la última tilde (ver cap. 5 del evangelio de San Mateo).

No es bueno ni puede ser vo-luntad de Dios ni agradarle que se atente, por ejemplo, contra la verdad so pretexto de adaptarse a “las nuevas realidades sociales” y así acomodarse con lo que quiere el mundo.

Y luego de discernir, o sea pasar por el tamiz, lo que es bueno de

lo malo según las enseñanzas del mismo Señor en las Escrituras y lo que la Iglesia ha siempre ense-ñado; para seguir un camino de perfección hay que conocer qué es para Dios perfecto y actuarlo.

Cuando una persona está alejada de Dios, no se detiene a pensar si lo que hace es bueno o no para Dios, con tal que sea bueno para ella. Por ejemplo, piensa que llegar alto en una empresa o en política es bueno y pone todos los medios, sin reparar cómo o cuáles son esos medios, para lograr su objetivo. Evidentemente satisfacer ambiciones personales mentir y perjudicar a otros pro-vocándoles daño, no será nunca querido por Dios.

Cuando, en cambio, la persona comienza un camino de conver-sión busca no ofender a Dios y discernir siempre qué es bueno y qué no lo es, esforzándose por hacer aquello que es bueno

Extraído dEl comEntario al mEnsajE dE la VirgEn En mEdjugorjEdEl 25 agosto 2014

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EL CIELO A GARABANDAL 43

para Dios. Entonces, presenta en oración sus buenas intenciones, sus buenos proyectos para que el Señor los bendiga.

A veces —y eso puede ocurrir sin darnos cuenta— se le dice, casi se le explica a Dios porqué eso que queremos está bien y conviene que lo otorgue.

tu vOluntad,nO la míaCuanto más se avanza en el ca-mino espiritual la preocupación es sólo saber cuál es la voluntad de Dios en el caso particular y pedirle que la haga conocer. Ya no es el proyecto personal que uno presenta a la bendición y ayuda de Dios sino el proyecto divino que se quiere dilucidar para llevarlo a cabo.

Para que el corazón esté abierto a la voluntad de Dios, como pide la Santísima Virgen, debe estar limpio, purificado no sólo de pecados graves (mortales) sino también de los leves (veniales). Debe estar limpia el alma de ma-las intenciones, de negligencias, de ambigüedades y dobleces.

El corazón abierto a Dios impli-ca no tener apegos desordenados hacia otras personas ni hacia las cosas. Es necesario alejarse de lo mundano, de la banalidad, de los placeres que alejan de Dios, de toda ocasión que pueda llevar a cometer pecado y saber abando-narse confiadamente en Dios en toda circunstancia.

Algunos ejemplos pueden servir para aclarar lo que se viene di-ciendo, y así el apego a las mo-das; el deleite en placeres de los sentidos; el hurgar por Internet u ojear una revista o un diario y detenerse en publicidades o noticias morbosas o indecentes; el preocuparse hasta la angustia por cualquier problema, todas esas cosas, y muchas más, alejan al alma de Dios.

El cuerpo debe estar disciplina-do y sujeto a la voluntad de lo superior y no al revés. Se dice que el cuerpo es como el asno que cuando más le das de comer más quiere. Cuantos más place-res y licencias se da a lo carnal más se lo busca y más embotan los sentidos y más se impide la acción de Dios sobre el alma. Por eso, también es necesario ayunar y esa es una de las razones de porqué la Virgen pide el ayuno.

La purificación del corazón, me-diante el ejercicio de las virtudes confiere mayor libertad al alma. Puesto que el corazón se ata con las pasiones y apegos desordena-dos y le es, entonces, más difícil hacer de Cristo el Señor.

Perseguir lahumildadCuando una persona se cree que es “alguien” se distancia de Dios, se vuelve auto suficiente. Y apar-tándose de Dios pierde su gracia. ¡Cuánto ayuda la adoración, el estar de rodillas frente al Señor, a la humildad! Quien adora es por-que sabe que es nada y que Dios es todo, es alguien que va descu-briendo su verdadera dimensión y más adora más es consciente de su pequeñez y más agradece a Dios todo lo que le debe. Hasta

en la forma de recibir al Señor en la comunión se manifiesta la humildad o la auto suficiencia, la soberbia. Por eso, la Eucaristía en unos aprovecha y en otros no.

El alma humilde, que se sabe pe-queña, todo lo espera del Señor y en Él confía absolutamente. “De mí todo lo temo, de Ti todo lo espero” es la jaculatoria al Sagra-do Corazón. Quien en cambio se sabe bello o inteligente o de gran-des habilidades y se complace en ello, se encuentra encadenado en su misma auto complacencia y no deja que Dios actúe sobre su persona.

Orar, orar y orar para conocer la voluntad de Dios. Para vivir de acuerdo a su voluntad y para que así Dios pueda obrar en nosotros y a través de nosotros.

en el diáloGo amoroso de un alma Con dios Germinan los Grandes aConteCimientos que Cambian el rumbo de la historia

(santa edith stein)

Page 44: IL CIELO A GARABANDAL N. 5

Sancta Maria, Mater Dei,

ora pro nobis peccatoribus,

nunc et in ora mortis nostrae.

Ave Maria, gratia plena,

Dominus tecum

benedicta tu in mulieribus

et benedictus fructus ventris tui, Iesus.

Anno I - Numero 1Año I - N. 5

Septiembre-Octubre 2014

El Cielo a Garabandal

ilcieloagarabandal.wordpress.com