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Imaginación, memoria, deseo y olvido A raíz del libro «Conjunto Jesuita de Rere» de Carlos Inostroza Muñozcoloma

Imaginación, memoria, deseo y olvido

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Texto leído en el lanzamiento del libro "Conjunto Jesuíta de Rere" de Carlos Insotroza.

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Imaginación, memoria,deseo y olvido

A raíz del libro «Conjunto Jesuita de Rere» de Carlos Inostroza

Muñozcoloma

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Muñozcolomawww.munozcoloma.com.ar

Texto leído en el lanzamiento del libro «Conjunto Jesuíta de Rere -Consolidación de un asentamiento estratégico de la frontera» deCarlos Inostroza H.

Concepción, mayo de 2012

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«De todos los instrumentos del hombre, el más asombroso es, sinduda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo.... Pero ellibro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la

imaginación».

(Jorge Luis Borges)

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Primero que todo tengo que señalar que cuando Carlos me solicitóparticipar en la presentación de su libro no entendí mucho el por qué.¿Qué podría decir yo sobre Rere? La verdad, entre nosotros, muypoco, para mí Rere existía y existe producto de un palimpsestocompuesto por una serie de recuerdos y relatos que rayan en la ficción,como si todo estuviera contenido en una especie de sueño«macondiano» donde las «leyes de la memoria» no tuvieran cabida,como si todo fuera inundado por la experiencia de un otro. Porqueesta localidad vive en ese borde peligroso constituido por la memoriay la imaginación, como si no pudiera existir lejos de las fronteras.

Aprovechándome de esta especie de fenómeno, si se le puede llamarasí, me aventuraré en plantear algunas cuestiones que puedenencontrarse más cerca de las ocurrencias que de las ideas, pero quemuchas veces ponen en tensión y hacen emerger algunos elementossensibles, por ejemplo, como la memoria, la imaginación, el olvido yel deseo, como lo hace el libro de Carlos Inostroza.

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Este libro en si es un objeto, un bello objeto que se yergue como taldesde el contenido hacia el continente, que no sólo rescata un pasadode esplendor de Rere, sino que la manera en que éste se presentahace que uno, al sumergirse en sus páginas, disfrute de su lectura eimágenes. Sin ninguna duda es fruto del arduo trabajo técnico y casiobsesivo del autor, que a mi juicio y de muchos otros, es una de laspersonas más calificadas para tratar este tipo de temas: el rescatepatrimonial, que a pesar de conformarse como relato técnico lograhacernos viajar por un Rere singular, por la Estancia del Rey, por laMisión Jesuita de Nuestra Señora de la Buena Esperanza, por paisajesanclados a la gran historia, así nos lleva en una narrativa visual yescritural por las campanas de oro alojadas en ese campanarioneoclásico, por la Casona Colonial del Colegio Jesuita y por la tumbadel Padre Mayoral, por ejemplo.

Hay que mencionar eso sí que todo rescate patrimonial se encuentrasujeto a qué se quiere y/o puede rescatar y cómo se terminaentregando esa información. Acá es donde se puede referenciar quela memoria se descentra padeciendo una dicotomía: por una parteintenta anclarse en una especie de archivo biográfico que algunosllaman recuerdos verdaderos o recuerdo común y, por otra parte,recurre a la imaginación que se ata por lo general a un archivo ficcionalque tiende a subvertir o dispersar al primero, haciendo muy difícil,por no decir imposible, que los depósitos históricos o de mitos (si seme permite) no terminen configurados por ambos elementos. Parasalvaguardar esta situación, en parte, y en su ejercicio de arquitectoespecializado en estos temas, Inostroza inunda el libro con aspectostécnicos disciplinares, con teoría, pero no se puede soslayar (para mípor lo menos) que por más aspectos técnicos que tenga una teoríasigue siendo ficción. Así se genera un relato visual-escritural que caeen el mundo de la hermenéutica, que rebalsa el deseo del autor detransmitir una narración en particular conformando un juegometonímico (sinecdóquico si se quiere) que como todas historias lograhacer emerger sólo algunos puntos de ella con el fin de que nosotros,los lectores, colmemos los intersticios dejados con nuestros propiosarchivos ficcionales sobre lo que comprendemos, conocemos oreferenciamos de Rere. He ahí una nueva muestra de que el borde

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entre la memoria e imaginación se hace presente a cada instante, poreso, a mi juicio, hay que disfrutar este libro con calma, sus palabras,su narrativa visual y su estructura. Por muy técnico que parezca tienela magia de invitar a la poesía… a la metáfora.

El proceso de edición también supone siempre una decisión políticaporque, aunque suene obvio decirlo, el acto de publicar estácircunscrito a llevar a, lo que hoy se llama opinión pública, unapropuesta de visión de mundo. En este caso la proposición que nospresenta Carlos se enfrenta seguramente a la visión que tiene unaciudad que a cada instante desea huir de una ruralidad que seencuentra a la vuelta de la esquina, para horror de los hambrientospor convertir esta ciudad en una megapolis postmoderna que dejóatrás el modernismo a través de una modernización espuria sin haberpasado siquiera por la modernidad. Quizás para este tipo de visióneste libro puede parecer que sirva como justificación política, porqueata a la ruralidad a la lejanía, no sólo geográfica, sino también a lalejanía histórica. Como si declarara que lo rural fuera parte de nuestropasado solamente al cual debemos entregarnos sólo para fiestas decarácter folclórico bien organizadas. Y no es así, muy por el contrario,lo que esta obra logra es justamente poner en tensión esaproblemática al relevar la importancia de la profundidad que tiene elrescate patrimonial desde un punto técnico, para que todo pasadosea comprendido en su contexto para valorarlo realmente y que noquede reducido sólo a actos celebratorios mimados por la hegemoníapedagogizante y terminar fagocitado por el mercado a través de suturbia idea del turismo actual, un turismo anodino que imposibilita laaprehensión del lugar como tal, confabulando en la constitución deun simulacro que tiende a espectacularizarse al exagerar cada día mássus bondades y disimular convenientemente sus carencias, vaciándosede contenido, que termina por conformar un lugar irreconocible, unaimitación… un artificio de sí mismo.

Hoy en día, lo que conocemos como Rere no existe, son muchos lospueblos que se llaman así, un poco de todos ellos es lo queencontramos en las páginas de este libro, que conforma un «otro»Rere, el singular mencionado al principio de este texto, un pueblo

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situado en la misma geografía, que por casualidad (y haciendo un guiñoa Calvino) también se llama Rere. En fin, si en 1720 Dionicio Rico deRueda fundía unas campanas que hasta el día pueden tañer en losoídos de los que visitan el Rere geográfico, hoy, casi 300 años después,el libro de Carlos Inostroza seguirá repicando en la mente de los quevisitamos y visitaremos el otro Rere, el atávico… el simbólico.

Entonces cabe muy bien terminar estas palabras con el epígrafe deeste texto, el de Borges: «De todos los instrumentos del hombre, elmás asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones desu cuerpo.... Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de lamemoria y de la imaginación».

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