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IMAGINARIOS DEL SUJETO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR RESPECTO DEL DOCUMENTO ESCRITO
NORA MARINA VÁQUIRO RUIZ 1065892
UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA FACULTAD DE EDUCACIÒN
MAESTRÍA EN EDUCACIÓN: DESARROLLO HUMANO SANTIAGO DE CALI
2009
IMAGINARIOS DEL SUJETO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR RESPECTO DEL DOCUMENTO ESCRITO
NORA MARINA VÁQUIRO RUIZ Código 1065892
Trabajo de grado presentado como requisito para optar al título de
MAGÍSTER EN EDUCACIÓN: DESARROLLO HUMANO
Director GUSTAVO ADOLFO ARAGÓN HOGUÍN
Magíster en Literatura Colombiana y Latinoamericana
UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA FACULTAD DE EDUCACIÒN
MAESTRÍA EN EDUCACIÓN: DESARROLLO HUMANO SANTIAGO DE CALI
2009
TABLA DE CONTENIDO
Pág.
PALABRA VIVA
O de rozar la portada y avizorar desde la primera página
07
1. EL DOCUMENTO ESCRITO EN SU HISTORICIDAD
1.1 Autoecobiografía
1.2 Formas y evolución
1.2.1 De la oralidad como preámbulo
1.2.2 De la escritura como inscripción
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16
25
26
31
2. METÓDICA, LA RUTA
43
3. SUJETO Y PODER FRENTE AL DOCUMENTO ESCRITO
3.1 El misterio de las palabras
3.2 La palabra pensada y sus paradigmas
3.3 El documento escrito impone una jurídica
51
51
61
70
4. CULTURA ESCRITA, EDUCACIÓN Y CONOCIMIENTO EN EL
ENTORNO UNIVERSITARIO
4.1 La ruta del diálogo sobre lo escrito
4.2 Representaciones de lo escrito en la cultura universitaria
4.3 Imaginarios en el ámbito universitario
4.3.1 “Enfrentarse al papel en blanco es muy complejo…”
4.3.2 “Es que los libros pueden llegar a ser muy jartos”
4.3.3 “No me agradó la experiencia de aprender a leer…”
78
79
84
87
95
99
PALABRA PERENNE
O de trascender el documento e imaginar la cultura escrita
104
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
107
Usted mira hacia fuera, y eso, ante todo, es lo que no debería hacer ahora. Nadie puede aconsejarle ni ayudarle, nadie. Sólo hay un único recurso. Entre en usted mismo. Explore la causa de su deseo de escribir; pruebe si ella extiende sus raíces en lo más profundo de su corazón, admita si usted moriría si se le prohibiera escribir.
Rainer Maria Rilke (1996, p. 8).
A Natalia, mi hija, quien siente mucho temor de enfrentarse
al papel en blanco.
7
PALABRA VIVA
O de rozar la portada y avizorar desde las primeras páginas
Los episodios del habla nos convocan. Sonidos que dialécticamente
se relacionan no sólo con las maneras de locución sino también con los
procesos de pensamiento, resonancias que no dejamos escapar, que
convertimos en grafías para apresarlas, recuerdos que merecen consignarse
y que deseamos leer con el tiempo: la historia, lo acontecido, lo vivido, lo
investigado. Ese bien preciado y valioso, que logró convertirse en lenguaje,
mundo singular de significado que ha permitido acercarnos a los otros, es el
resultado de lo esencial: la palabra viva.
Sin asumir diferencias entre oralidad y conocimiento de la escritura,
esta indagación vislumbra la percepción que se tiene acerca de la cultura
escrita en el ámbito universitario. Se elaboró a partir de una materia prima
constituida por conversaciones vivas con sujetos presentes y en diálogo con
los planteamientos de autores que plasmaron su sentir en las páginas de
documentos. Estos sujetos / actores / habitantes del espacio determinado de
la educación superior fueron interrogados con el fin de conocer sus sentires e
imaginarios en torno del pensamiento y su expresión verbal en lo oral – la
cual, en la mayoría de los casos, es ajena – y en la expresión escrita. Esa
8
oralidad, trenzada con mis subjetivaciones, es lo que ha conseguido
movilizarme.
Entonces, de esta manera siento interés y pregunto: ¿Cuáles son los
imaginarios del sujeto en el ámbito universitario con relación al documento
escrito? Cuando pienso en imaginarios afronto una palabra misteriosa;
“imaginarios” viene de “imaginación” y la imaginación encierra sentidos: el
imperceptible (que no se puede o que no se deja atrapar), el abstracto (gran
misterio que evoca imágenes); en fin, las impresiones sensoriales que no
involucran al cuerpo, al objeto, al lugar ni a los vacíos.
Resulta válido abordar de manera concurrente la oralidad y el
conocimiento de la escritura, mediante el paralelo de las culturas orales y
caligráficas que se avienen en unos espacios y tiempos dados. Oscar Wilde
decía:
Gracias a la imaginación nos volvemos más sabios de lo que
sabemos, mejores de lo que sentimos, más nobles de lo que somos;
podemos ver la vida en su totalidad. Por la imaginación, y solamente
por la imaginación, podemos entender a los demás en sus relaciones
reales e ideales (1981: 65).
Wilde, conviene recordarlo y anotarlo, produjo la mayoría de sus
memorables obras a partir de su imaginación, su mundo real lo fundamentó
con base en imaginarios. Entonces, la imaginación, los imaginarios, la
9
creación de la palabra – y después lo escrito – son y merecen ser (o fueron
y merecieron ser) los elementos que inspiran la ruta de esta indagación.
Es natural que la escritura se nos presente como fundamental y
conservadora frente a la palabra: las sociedades que cimentaron cultura y
saber en lo oral tuvieron que recurrir a la invención de la escritura para
conservar la palabra. El conocimiento, uno de los elementos más preciados
del ser humano y el más complicado de obtener, procede de una voluntad
por almacenar la palabra viva y, aunque la escritura alcanza a “congelar” su
estela de saber, no se recupera del todo. Esa, su esencia, solo es posible
reconocerla en su integridad cuando sale de un cuerpo.
Entonces, existe un espacio que separa la palabra viva del texto
escrito, el texto es la impronta, la marca en físico, que facilita su propagación.
Sin embargo, es claro que la puesta en escrito trata de no representar un
peligro en lo que hay de definido en la oralidad: esa sucesión abierta de
ideas, un menor temor de interrupciones y ambigüedades, una dicción
menos delimitada de las opiniones y pensamientos, aunque al transcribir el
sujeto no se involucre del todo, dejando la palabra congelada. En torno de
estas ideas y opiniones concuerdan reiteradamente en sus escritos, Chartier
(1999), Ong (1996) y Graciela Montes (1999). Desde que la humanidad ha
tomado la decisión de aprehender estas palabras en vivo y se ha ingeniado
los diferentes sistemas para reproducir y resguardar en lo escrito su fuerza
10
viva, es natural que las palabras hayan sufrido cambios y esto con el fin de
hacer posible la comunicación. De allí los riesgos, y el más evidente de ellos:
la originalidad.
La lectura y escritura siempre han sido motores que han contribuido a
la aceleración del mundo. No obstante, cuando dividimos estos elementos –
lectura y escritura – se puede notar que la escritura va por un camino
opuesto a todas las formas que movilizan la comunicación, ella se mantiene
en un ritmo primitivo, siempre de una manera reflexiva y paciente. La lectura,
en cambio, se involucra con el aprendizaje, con cuestiones profundas en el
alma humana, es sentimental, idealista, materialista, se compone de muchas
cosas a la vez.
Graciela Montes (1999) alude la escritura cuando nos propone que la
palabra se presenta como una composición vital que sale de cuerpo y queda
soportada, que no muere. Cuando se aprende a leer se aporta un gran
esfuerzo por entender lo que encierra esa incógnita, ese laberinto de
símbolos y grafías, y sin involucrar el lenguaje fluido, se trata de revisar con
los sentidos lo estacionado, que no deja de ser en sí mismo un texto vivo, un
instrumento y una provocación inquebrantable a la construcción de sentido.
El lenguaje que se receptaba y estaba hecho de tiempo y mímica,
expresa la autora, comienza a evolucionar, se encarna y disfraza, ocupa un
11
espacio, posee la virtud de apresarse en la variedad de formatos que
sostienen la palabra: es el mismo lenguaje. En cierto modo, es otra forma de
leer el lenguaje, se convierte en un lenguaje ancorado, no se expande, ni
tampoco aparece y desparece como la palabra dicha, sino que permanece,
se estaciona.
Leer lo que se ha escrito admite, además, entrar a un universo
concreto, es un paso a memorias de otros, a lo que queda plasmado como
perenne, lo que se consideró que debía quedar registrado; es el resultado del
desarrollo de unas técnicas que dejan documentos de esos universos con
significado que se fueron elaborando a través de la historia. Entonces, la
lectura (y todas sus formas: las que el sujeto imagina, concreta y plasma,
todo ese universo escrito) permite que tome vida el objeto, el papel, la
pantalla, la imagen y que la memoria se restablezca y conserve.
Graciela Montes opina en La gran ocasión, la escuela como sociedad de
lectura, y comparto sus apreciaciones, que para quien vive dentro de un
ambiente donde prevalece la lectura y escritura (y para el caso de esta
indagación, el espacio universitario), no es lo mismo leer que no leer, escribir
que no escribir, no es lo mismo entrelazarse y formar parte del mundo que
quedar silencioso y por fuera. La apropiación de la palabra se convierte en
un momento clave del lector, proceso que empieza a partir de la palabra oral,
que se va transformando en un lenguaje natural a nuestros oídos y que
12
construimos y plasmamos en documentos imborrables, con unas huellas
profundas donde la intención es seducir y comunicar. Entonces, parece que
el desafío de los lectores es comprender y buscar sentido, porque a partir de
esta construcción la lectura ha de convertirse en un universo amplio y con
significado; al leer siempre quedamos atrapados.
Es la palabra viva, hablada y escrita, considerada en esta indagación,
el componente clave para re-conocer los imaginarios que los sujetos tienen
frente al documento. Permite ésta rescatar vivencias de individuos que a
través del tiempo han sido permeados por evocaciones, relatos y
experiencias tan relevantes que han marcado su vida. Ponerme en escena
como protagonista de una autoecobiografía que me visibiliza y a su vez
permite involucrarme dentro de esas creencias que conducen a la indagación
mencionada siendo parte de la comunidad, es algo que me hermana con
ellos. De igual manera, hay una vitalidad fraterna en la voluntad de conocer
el poder y la jurídica que componen los documentos, la comprensión de la
comunicación y percepción de paradigmas, valoraciones y consideraciones
que los sujetos tienen alrededor de los mismos documentos. Se enfoca
también lo escrito como dispositivo de apoyo a la academia teniendo en
cuenta que es el sujeto quien lo produjo, y el conocimiento como base
fundamental de modalización o (co-incidencia) en la relación sujeto-sujeto.
13
Ha sido importante resaltar la oralidad como punto de partida de esta
labor en donde la palabra es interiorizada y rescatada a través de los
instrumentos de escritura. De la misma manera, se edifica una metódica que
contiene una ruta planeada, con pasos que conducen no a descubrimientos
concretos, ni a caracterizaciones objetivas; en cambio, se ha tratado de dar
una mirada y alterarse con los imaginarios sociales que se tienen al respecto
del tema.
Se consigna también la palabra perenne, aquella que ha quedado
estacionada en la mente y en las herramientas utilizadas para conservarla.
Entrego estas apreciaciones a mi trabajo de indagación con satisfacción y
respeto a quienes me ofrecieron su palabra viva como punto de partida a ese
universo en el que habito y me habitan.
Se ha transitado por el lomo, se han abierto las primeras páginas. Es
hora de los lectores, es hora de la lectura…
14
1. EL DOCUMENTO ESCRITO EN SU HISTORICIDAD
Este capítulo, dividido en dos partes, contiene proximidades y
confrontaciones personales en donde presento detalles que me ponen en
evidencia. En primer lugar, mi autoecobiografía, aquella que está latente,
en la que late mi desnudez. Se trata de mi experiencia personal a partir
de las vivencias relacionadas con la cultura escrita. La segunda parte, es
el roce con la historia sobre las formas y evolución de los documentos, su
lectura y escritura, basadas en las huellas dejadas por nuestros
antepasados quienes, tal vez sin proponérselo, entregaron un legado
valioso a la humanidad. Me acompañan escritores que marcaron por
completo mi vida y que, aún repasando su obra, me maravillan con la
influencia que han ejercido en mi; retomarlos representa cambios y
transformaciones respecto de mi mirada; igualmente, van de la mano
autores que fueron presentados ante mis ojos en el momento oportuno.
Teniendo en cuenta que mi indagación le otorga prelación al sujeto-
lector en su relación con el objeto-documento, encuentro necesario
introducir algunos de los momentos relevantes en la historia de los
documentos con el fin de presentar también una sustentación concreta
respecto de la importancia y poder que ellos han ejercido en el transcurrir
de la vida humana. No obstante, es el sujeto que lee el protagonista de la
obra de vida que entrego.
Graciela Montes, en su escrito: La gran ocasión, la escuela como
sociedad de lectura, expresa:
La historia del lector, que comienza, ya vimos, precozmente,
cuando no es dueño todavía de la palabra (no digamos ya de la
letra), es una historia sin fin. Ni se inicia en la alfabetización ni
termina en tercer grado, ni en séptimo, ni en la universidad. La
historia de un lector se confunde con su vida. Siempre se estará
“aprendiendo a leer”. Y siempre quedarán lecturas por hacer, tapiz
por tejer y destejer. También puede haber, de tanto en tanto, algún
otro “maestro”, como el de la sociedad del aula, que nos dé
espacio, tiempo y compañía, nos insufle confianza y nos deje leer.
(Citado en Internet:12).
15
Acercarse a la elaboración de este documento e involucrarse con sus
formas y evolución es, pues, una tarea compleja que deja escapar
muchos datos relevantes acerca de su iniciación. Entonces, es
comprensible que abordar este tema requiere de (al menos en términos
de una alusión) una documentación amplia que abarca los orígenes y los
usos de lo escrito de Sumeria a China, y acumula las transformaciones
que esa forma de comunicación se da en el mundo antiguo y
contemporáneo.
La intención de este capítulo no es hacer una representación exacta
de cada uno de los pasos históricos de los documentos; en cambio, se
quieren evidenciar aquellos momentos en que – a mi juicio – ha existido
una mutancia en la misma representación del documento. Esto contribuye
a que la autoría tuviera un status diferente al contemporáneo (cfr.
Chartier), que esta individualidad no fuera importante y que, por esta
razón, las grandes obras de la época nunca fueran remitidas a sus
autores. Borges habla del “espíritu” como autor, comparando la remisión
con la de la “musa” en el entorno antiguo ático.
Comprender que la escritura, y sobre todo el libro, que constituye su
forma más acabada, – como lo llamaba Michel de Certeau1 “la belleza de
los muertos” – ejercen con mucha frecuencia un atractivo invaluable,
resulta decisivo para nuestra indagación. Los cambios sociales y
radicales en los individuos, y las imposiciones de la sociedad tienden a
transformar las características en la representación y los imaginarios que
se tienen acerca de la cultura escrita. Sin embargo, es de reconocer que,
a pesar de las elaboraciones inconsistentes que pueden traer las nuevas
tecnologías, se reflejan formas positivas de asumir los cambios en los
mismos sujetos.
1 Michel de Certeau (1925-1986). Nacido en Saboya, llevó a cabo su formación
religiosa en el seminario de Lyon. En 1950 entró a la Compañía de Jesús y obtuvo su diploma de altos estudios de Doctor en Ciencias Religiosas en La Sorbona. En 1968 se hizo famoso a partir de un artículo donde sostenía que así como en 1789 se había producido la toma de la Bastilla, en l968 se llevó a cabo la toma de la palabra. El autor relaciona la labor historiográfica, es decir la escritura de la historia, con el tema del poder y la representación del otro. En este sentido se podría decir que aquí aparece de modo claro el tema central de toda su labor como pensador: La figura del otro – la posesión, la experiencia mística, la cultura popular, y el pasado – y la relación de esta problemática con el modo en que Occidente dominador construye su lugar con la exclusión de ese otro. (Citado en Internet, Wikipedia).
16
1.1. AUTOECOBIOGRAFÌA Recuerdo haber leído varios textos en mi niñez. En tercer grado de
primaria gané un premio honorífico y como incentivo me entregaron en un
paquete envuelto en una textura muy suave (tal vez papel de seda), un libro
que me acompañó gran parte de mi infancia, era mi libro de cabecera.
Estaba elaborado en pasta rústica y papel periódico importado, se sentía
áspero, pero era un bello ejemplar escrito por Edmundo de Amicis; se
titulaba Corazón. No me cansaba de leer y releer esas estupendas líneas
que en la mayoría de las ocasiones me producían un dolor profundo y lloraba
en cada uno de sus capítulos. Ahora, cuando evoco y reflexiono sobre esas
vivencias, pienso que me habitaban universos paralelos, esos párrafos me
transportaban durante horas a otros territorios. Es extraordinario el poder que
tiene la palabra en los individuos.
Ese regalo, más que una motivación a la lectura, resultó ser la entrada
al mundo de la cultura escrita y el amor por el objeto producido por el sujeto.
No alcanzaba a imaginar que detrás de esas narraciones existiera una
persona capaz de conmover a otros, simplemente adoraba mi primer
ejemplar, aquel que tenía la capacidad de envolverme durante horas con
historias que lograban enternecerme, nunca imaginé a Edmundo, no lo
17
conocí en retratos, ni me preocupé por detalles de su vida, solamente
conocía parte de su esencia en esas maravillosas letras que me atraían.
Jorge Luís Borges, en la conferencia sobre el libro pronunciada en la
Universidad de Belgrano, expresaba que éste sólo adquiere existencia
cuando tiene un lector que lo lee, y que por la composición de cada sujeto
sus significados cambian en sus lecturas,
¿Qué son las palabras acostadas en un libro? ¿Qué son esos
símbolos muertos? Nada absolutamente. ¿Qué es un libro sino lo
abrimos? Es simplemente un cubo de papel y cuero, con hojas; pero si
lo leemos ocurre algo raro, creo que cambia cada vez. Heráclito dijo
(lo he repetido demasiadas veces) que nadie baja dos veces al mismo
río. Nadie baja dos veces al mismo río porque las aguas cambian,
pero lo más terrible es que nosotros no somos menos fluidos que el
río. Cada vez que leemos un libro, el libro ha cambiado, la connotación
de las palabras es otra (1978: 23).
Es seguro que si leo Corazón nuevamente la mirada será otra, pero la
sensación siempre me llevará a la infancia.
Una de las situaciones que me sorprendía y hacía sentir extrañeza,
era la forma como los autores plasmaban sus historias e ideas salidas de la
palabra viva, la capacidad de enlazar unos símbolos y convertirlos en huella,
esa sucesión de pensamientos y fijación de palabras que iban
desapareciendo de la mente y el aire para cristalizarse y mantenerse en un
escrito. Me maravillaba escribir, no importaba si se trataba del diario de mi
18
vida, una vida sin angustias, sin secretos, sin emociones; pero el solo hecho
de releer esas vivencias, mis propios escritos, me hacía sentir segura: ese
diario era mi amigo. Eran sólo las palabras de una adolescente intentando
ser diferente y descubrir otros espacios. Era eso, y más.
En la secundaria me apasionó leer a Henry Miller. Recuerdo que
utilizaba todos los momentos de libertad para retomar sus líneas, lo leía en
voz alta porque pensaba que de esa manera sus narraciones se quedaban
con mayor facilidad en mi cerebro, era capaz de describir a mis coetáneos
apartes de capítulos y ellos manifestaban que tenía gran disposición para
contar historias. Pero eran las historias fantásticas y renovadas de Miller
llenas de humor negro y tragedias, dadas en el oficio de escritor y las
vivencias cotidianas de un ser humano luchando por sobrevivir.
Miller era particular, se presentaba ante los demás sin prejuicios, eso
me producía una profunda admiración y me marcaba, razón por la que
enfatizo en este escrito sobre este autor. Jamás dejé de leerlo y releerlo,
cuando tengo oportunidad vuelvo a esos emocionantes párrafos salidos de
su propia experiencia. Sus relatos son una extensa autoecobiografía llena de
drama, en donde no tenía dificultad en afirmar:
Nací en la calle, y me crié en la calle. En plena calle post-mecánica
donde la más hermosa y alucinante vegetación de hierro. Nacer en la
calle significa vagar toda la vida, ser libre. Significa accidentes e
19
incidentes fortuitos, drama, movimiento. Significa sobre todo, ensueño.
Una armonía de datos irrelevantes que proporciona a tu vagar una
certeza metafísica. En la calle aprendes lo que en realidad son los
seres humanos; de otro modo, o posteriormente, uno los inventa. Lo
que no está en plena calle es falso, inventado; es decir, literatura.
(1983:11).
Esta confesión es la esencia de un sujeto puesto en escena.
Los libros y documentos escritos me han perseguido. Toda mi vida me
he relacionado con ellos, los he tocado, los he mirado de cerca y de lejos, los
he confrontado y criticado en mi espacio, he vivido de ellos y con ellos.
Confieso que en múltiples ocasiones he salido corriendo espantada porque
no he soportado sus “pesadeces”, su complejidad y densidad. Sin embargo,
una gran parte de los documentos, libros, escritos, de alguna forma han
logrado atraparme, en especial, cuando los momentos históricos surgen, se
reconstruyen y transportan y no por esto dejan de ser reales, están allí,
esperándome.
Así transcurrió el tiempo. Por algo casual, quizás algo que estaba
escrito en las páginas de mi vida, llegué a la academia. Era un mundo
inexplorado por mí, no lo conocía, todos los sujetos que me rodeaban
hablaban un idioma diferente, sus conversaciones remitían a autores y temas
que jamás hubiera abordado. Mis ojos y mi espíritu no podían concentrarse
en las escrituras “densas”, como lo llaman en este espacio, esas obras de los
grandes pensadores que tomaba entre mis manos para ofrecer a otros en mi
20
oficio de librera, pesaban. Poco a poco me fui enamorando de escritores, que
en su momento asimilé y analicé con poco de criterio: Borges, Cortázar,
Vargas Llosa, García Márquez y otros.
Estudié Ciencia de la Información y la Documentación, Bibliotecología
y Archivística, convencida de que tendría todo un universo de lectura a mis
disposición. Para mi posterior sorpresa, ha ocurrido algo diferente: los libros
pasan por mis manos ariscamente, quiero retenerlos, a veces me nutro del
contenido de sus hojas, pero el tiempo cronológico y el quehacer profesional
no permiten que los profundice. Sin embargo, de vez en cuando me detengo
a visitar las páginas de aquellos a quienes aprecio; entonces los leo, disfruto,
critico y comparto con mis colegas.
Existe un imaginario según el cual los bibliotecarios leen mucho; hay
algo de cierto cuando se evocan autores que han ejercido este oficio como:
Borges, Onetti y otros, brillantes escritores que lograron aprovechar estos
espacios y entregarse al oficio, tal vez sacrificando otros gustos, y por placer.
Creo en mi profesión, pienso que los bibliotecarios profesionales somos
mediadores clave para conducir a los sujetos al hábito de la lectura, más no
los percibo como unos devoradores de lectura.
Luego vino la Especialización en Desarrollo Comunitario, se trataba de
horas intensas de lectura académica, semanas de producción intelectual,
21
conversaciones con docentes, y mi nueva formación intelectual. Fui mutando,
mi pensamiento se abrió a nuevos espacios de conocimiento, se presentó
ante mi un universo amplio: ¡el de la cultura escrita! Este fue el universo que
me motivó a continuar con mis estudios. De esta manera decidí cambiar el
rumbo de mi vida. La palabra mágica: “Maestría”. Antes de presentarme
formulé todos los porqués, me critiqué de una manera enérgica, hice
indagaciones dentro de mis conocidos con el propósito de evaluarme, me
preguntaba diariamente: “¿soy capaz o no de enfrentarlo?”, analicé y conocí
dentro de los requisitos de admisión quienes serían mis maestros, pares,
evaluadores y amigos. Hice un recorrido por la Universidad y revisé el
espacio por el que transitaría mi cuerpo, mi espíritu y en donde evolucionaría
mi mente. Me sometí a prueba y con calma fui recorriendo el camino.
Considero que en estos tres años de estudio de Maestría los docentes
me incitaron a leer lo que no me propuse ni pude leer en los veinte años
anteriores de mi vida. Cada semana producía un documento, el proceso de
leer y escribir se convirtió en un agradable y complejo hábito, casi diría que
esta actividad resultó ser mi compañía. A partir de la oralidad y escritura de
los maestros se produjeron interesantes documentos y debates que me
transportaron a un universo diferente e igual hicieron de mí una persona
especial, quizás más estructurada, tal vez más crítica.
22
Cuando hago un análisis sobre el tiempo transcurrido y enfrentado en
el proceso de mi maestría, las movilizaciones producidas en mí son
sorprendentes. He descubierto el valor de indagar atravesando el sujeto,
estoy en capacidad de abordar críticamente algunos temas y autores. Ese
camino se iluminó muchas veces y también caí en la oscuridad más
profunda. Miraba esa situación como un gran reto que se traducía en
acciones comprometidas con el objetivo de tener la oportunidad de aprender,
reflexionar y valorar momentos y rutas trazadas.
Aprendí a aceptar al sujeto con sus paradigmas y apreciaciones, algo
que me dificultaba comprender, que me bloqueaba. La aculturación 2 no
existía dentro de mi vocabulario y mucho menos dentro de mi mente. Sentía
que las apropiaciones de las culturas eran solamente las de los que me
rodeaban y se identificaban con mi forma de abordar el mundo. Frente a la
lectura encontraba personajes extraños que se involucraban en universos sin
sentido. Criticaba a aquellos que no alcanzaban a darse cuenta de lo que
sucedía en su exterior (algo muy propio de la cultura universitaria), y hubo
momentos en los que me sorprendía del peligroso poder que ejercía lo
escrito frente a aquellos sujetos. Me imaginaba a escritores como Borges,
2 Chartier, aclara que: “En la tradición de la antropología cultural o de la historia
antropológica francesa, la aculturación significa, en general, la destrucción de un antiguo sistema de representaciones y prácticas a partir de un nuevo sistema impuesto por una autoridad, cualquiera que sea”. Pero hay que agregar que el concepto de aculturación no fue entendido sólo en el sentido de imposición, sino también como aculturaciones recíprocas, si bien este último caso no implica una igualdad en el proceso pues persiste un poder económico, político, militar y eclesiástico frente a los vencidos (1999, p. 159) .
23
Cortazar, Bradbury, y otros, narrando historias fantásticas de horror, en las
que involucraban los libros de una manera agresiva, perversa, angustiosa y
delicada a aquellos lectores en los que la lectura representaba un pedazo
grande de su existencia.
Cuando observo la comunidad universitaria, el mundo en que tengo la
fortuna de moverme, puedo percibir algunas particularidades que la hacen
diferente de las demás, entre ellas: “el hábito de lectura” visto esto no como
prácticas de cotidianidad, sino como un manera de interiorizar y mostrar
posiciones que destacan al sujeto dentro de un mundo social. Otra de ellas,
tiene que ver con las maneras como cada individuo interpreta y asume su
espacio y cómo lee las experiencias diarias y trasmite a los demás, propias
también en la cultura universitaria.
Llegaron las evaluaciones, auto-evaluaciones, confrontaciones y
debates con profesores y pares que me abrieron un espacio determinante
hacia un mundo que mi ser no había explorado. Reconozco que reaccioné y
también me llené de fuerza para continuar, porque el camino era abrupto.
Escuchar a los docentes con sus voces de aliento y desesperanza me
producían extrañeza, en numerosas ocasiones no lograba entenderlos, me
parecían sujetos ininteligibles, pero mi decisión de apropiación estaba allí, mi
propia “aculturación”, mi imposición. Entonces, la decisión para continuar
24
había tomado fuerza, se trataba de un reto, las palabras y acciones de los
docentes me instaban a analizar y retomar algunos procesos complicados
que involucraban mis creencias, mis sentires y especialmente la forma de
abordar mi vida, el trabajo y la indagación.
Cuando hablo o escribo sobre indagación, la que me ocupa, evoco
situaciones que tuve que enfrentar. Me evalué, coloqué en una balanza
objeto-sujeto y tuve que aceptar que el sujeto pesaba más. Giraba en torno a
un tema, tal vez por ser bibliotecaria, mi espacio se movía alrededor de los
documentos, pensaba y asumía al libro como la salvación, como aquel
instrumento-objeto que resultaba más valioso que todo lo demás. No lograba
entender que el sujeto era quien lo producía y que las bibliotecas, por
esplendidas que fueran, no podrían superarlo. Esa movilización biblioteca-
documento-sujeto fue pertinente y me aterrizó.
Comencé a preguntarme ¿quiénes leen y qué leen?, ¿para qué leer?,
¿cuál es el motivo fundamental que mueve a un ser humano a posesionarse
de una lectura, criticarla y evaluarla?, ¿vale la pena leer?, ¿es posible
construir mundo por medio de la lectura? y el que más me inquietaba:
¿Cuales son los imaginarios del sujeto en el ámbito universitario con relación
al documento escrito? Y así como estos interrogantes llegaron otros. Me
sentía atormentada porque no sabía qué rumbo escoger, pensaba en las
imágenes, me cuestionaba si éstas también pertenecían al mundo de la
25
palabra, al escrito, al corporal, al objetivo o al subjetivo; era toda una maraña.
Conversé con los autores, muchas respuestas, todas abstractas.
Chartier expresa que:
La idea de leer una imagen puede entenderse como una metáfora,
pero sin olvidar que no es una lectura, sino una “lectura organizada y
pensada” según los mismos procedimientos y las mismas técnicas de
la lectura de un texto pero con un objeto distinto. Durante los años
sesenta y setenta, me parece, se abusó del término leer o del término
lectura pues según las referencias de esos años se “leían” todas las
cosas: paisajes, imágenes, sociedades, etc. (1999: 200).
Me parece así que, no debía existir confusión, se trataba de abordar la
lectura de una manera espontánea y analizar, uno a uno, los efectos que
todo tipo de lectura produce en cada uno de nosotros. Era una realidad que
me iluminaba, tenía el tema de indagación ante mis ojos y duré dos años
buscándolo.
El estar aquí presente, en la Maestría me permite visualizar y enfrentar
mis actos políticos con responsabilidad y madurez. Ese mundo tan amplio de
verdades hechas subjetivaciones lo he asumido y respetado. Es posible que
algunas partes escondidas o que se quedaron flotando en mi “ciberespacio”,
ronden y tal vez en algún momento las aborde. Las metas trazadas se han
ido cumpliendo y reforzando. Reconozco mi metamorfosis, producto de esa
construcción y afirmación que, como sujeto, se apropia desde lo crítico. Cabe
26
decir, que prima la reflexión hasta el diálogo concedido y amigable, en donde
resaltan los procesos y objetivos que ofrece la Maestría
Confieso que en mi espacio laboral esta formación de Maestría me ha
entregado elementos para relacionarme con los otros, he aprendido a leer e
identificar y a afectarme de los demás. Los documentos aunque
monumentales, exquisitos, delicados y atractivos, son sólo un instrumento,
sin estructura ósea, sin sangre, que reflejan las apreciaciones, saberes,
entendimientos, de alguien que los construyo, objetos de apoyo al
conocimiento.
A este transcurrir de tiempo le llamo tiempo ganado, que se traduce en
años de transformación de una persona que se ha ido cultivando. La decisión
más acertada de mi vida, aquella palabra mágica que pronuncié y comencé a
enfrentar hace tres años: Maestría, ha permitido que como profesional me
posicione en un lugar privilegiado dentro del área académica, dentro de la
biblioteca, dentro de mi territorio, el verdadero paso de realización personal y
además el obtener estatus personal y profesional.
Al mirar a mi alrededor y de acuerdo con mis subjetivaciones
respetando el sentir de los otros, me parece complicado entender a los
sujetos que no se maravillen de las palabras y que no sean concientes de su
poder; no alcanzo a imaginar que haya personas que no crean en el poder
27
del lenguaje. Los imaginarios, que me habitan resultan fundamentales en el
reconocimiento de los sentires de los otros, ¿de qué otra manera puedo
indagar?, ¿por qué me impresionan las cosas imaginarias?, ¿cuál es la razón
por la que me decidí a indagar los imaginarios?
Examinando el espacio elegido, miro primero a su gente, tratando de
encontrar la armonía que se trasluce de sus señales, sus actos, su alegría y
su territorio: sus viajes por la vida, sus andares, lo que intento plasmar en un
papel. Es una tarea que me deja huellas profundas, que me moviliza y hace
que vea el mundo diferente con sus subjetivaciones y las mías para
entenderlo, aceptarlo, afrontarlo y venerarlo. Sueño pintando la vida y el
mundo y al final descubro que ese imaginario es el reflejo de mi existencia,
mi autorretrato y mi obra de vida.
1.2. FORMAS Y EVOLUCIÓN
En estos sub-capítulos se analizan dos aspectos relevantes en la
historia de la cultura escrita que a pesar de ser inseparables deben
estudiarse independientemente. El primero se refiere a la oralidad y
lenguaje vistos como una expresión que permitieron dar un salto
preponderante a la construcción de los documentos y apoyo al
conocimiento. El segundo hace alusión a la escritura como base
fundamental para fijar el pensamiento y divulgar el conocimiento y la
historia.
Referirse a lo inseparable entre oralidad y escritura es a la forma
como los sujetos a través de la historia han transitado las diferentes
28
rutas que condujeron y contribuyeron a consignar y estacionar la
palabra, y también las disposiciones que el mismo sujeto ha tenido
para hacer de esto una realidad. Destaco aquí algunos de los
momentos que han sido decisorios para la construcción del
conocimiento-documento y las vivencias de autores que han
cuestionado las nuevas formas de expandir la palabra. Reseño
también aquellos períodos en donde la industrialización, las guerras y
las nuevas tecnologías han cambiado y conmovido las maneras de
vivir, haciendo hincapié en el lugar que la escritura tiene en ello.
1. 2.1. De la oralidad como preámbulo
Abordar la escritura es acercarse a la oralidad. Los historiadores
culturales reconocen abiertamente las implicaciones profundas que hay entre
oralidad y escritura. Ferdinand de Saussure, padre de la lingüística moderna,
enfatizó en la importancia de lo oral y la tendencia que poseen muchos
académicos en considerar la escritura como la forma fundamental del
lenguaje. El autor afirma que la escritura trae consigo: “utilidad, defectos y
peligros” (1959: 23-24). Saussure pensó la escritura como una forma de
complemento para el habla oral, no como la gran transformadora de la
articulación.
La oralidad y su relación con la escritura data de varios siglos antes de
Cristo, esta aseveración se puede detectar en los escritos bíblicos del
Antiguo Testamento. Eclesiastés sería un buen ejemplo de ello cuando
expresa:
29
Y cuanto más sabio fue el predicador, tanto más enseñó sabiduría al
pueblo; e hizo escuchar e hizo escudriñar, y compuso muchos
proverbios. Procuró el Predicador hallar palabras agradables y
escritura recta3, palabras de verdad (12: 9-10).
En Oralidad y escritura: tecnologías de la palabra, Walter Ong (2001),
consigna las impresiones de una extensa investigación e ilustra la historia
que se vivió alrededor de la cultura oral. Detalla la información sobre los
relatos históricos en donde se puede observar el cuidado sigiloso de los
antepasados para conservar los documentos y patrimonio cultural a través de
los signos, imágenes y formatos que soportan las tradiciones especialmente
las referentes a lo religioso. La aparición de la escritura se unió a cambios
que las comunidades tuvieron que aceptar para asumir organizaciones
amplias y desarrolladas. Estos nuevos sistemas de comunicación e
interacción se impusieron e involucraron en las maneras tradicionales de
comportamiento dentro de los pueblos.
La palabra oral se transforma en algo más imponente: la palabra escrita.
Esto produce quebrantamientos, nuevos roles en los sujetos e igualmente
formas de pensar diferentes y novedosas. Entonces lo escrito forma parte de
las comunidades como algo imprescindible, como acto jurídico, como
obligación, como valor auténtico, como gesto simbólico, pasa a ser la manera
3 Se denomina “escritura recta” a los planteamientos del concepto de inspiración
divina y verdad de la Sagrada Escritura. La constitución Dei Verbum, tras haber afirmado que Dios es el autor de la Biblia, hace pensar a la humanidad que en la sagrada Escritura es Él quien les habla. (Citado en Internet, Wikipedia).
30
más acertada de conservar la palabra. Representa un paso gigantesco a la
legitimidad independientemente de lo difícil que resultó para las comunidades
aceptar la escritura.
Revisando la historia, para los antepasados era complicado reconocer
la “palabra muerta” como le llamaban a lo escrito, y confiaban en que las
tabletas de arcilla y los otros instrumentos para plasmar su escritura eran
sólo una forma probatoria de las diferentes maneras de dar testimonio. Para
ellos no era vital el documento en sí, ni lo que contenía, era sólo la huella lo
que daba fe a los actos. Esa era la función que ejercía el documento frente a
los sujetos, lo escrito no era relevante en cotidianeidad, la palabra viva era
respetada y asumida.
Entonces, entre los pueblos antiguos las palabras sobre las cosas se
consideraban incuestionables. En los egipcios, se percibe como a los dioses
les bastaba con hablar para crear y este tipo de característica se puede
encontrar en la Biblia. También es conocido el valor que ejercían las fórmulas
mágicas, producto de la naturaleza. Egipto convirtió estos pensamientos en
una cultura ministerial. La palabra dominaba una fuerza universal y debía ser
preservada.
La religión, y específicamente la historia del Nuevo Testamento,
caracterizaron el vínculo íntimo que existe entre la tradición oral y la escrita.
31
Estos escritos establecen una verdadera biblioteca, resultado de
composiciones y reelaboraciones que se fueron construyendo durante más
de mil años y que conciernen a una persistente concordancia con la tradición
oral conservada y a producciones escritas que se han edificado.
Los cambios generacionales, las ideas y conceptos relacionados con la
escritura y la lingüística movilizan la “primera lingüística”, que por así decirlo,
percibía en la escritura un género de discurso oral. Ferdinand de Saussure
lo expresa:
Lengua y escritura son dos sistemas de signos distintos; la única
razón de ser del segundo es la de representar el primero. El objeto
lingüístico no se define por la combinación de la palabra escrita y la
palabra hablada; tan sólo esta última constituye por sí misma un
objeto. Pero la palabra escrita se mezcla tan íntimamente con la
palabra hablada de la que es imagen, que termina por usurpar el papel
principal; se termina por darle igual o mayor importancia a la
representación del signo social que a ese signo en sí mismo. Es como
si se creyese que, para conocer a alguien, es mejor mirar su fotografía
que su imagen. Esta ilusión existe en todas las épocas (1945: 45).
El filósofo Platón cuestionaba la cultura escrita, asumía que lo real, lo
adquirido a través de la historia, se agudiza cuando no encontramos
respuestas a los asuntos. Interiorizar el conocimiento corresponde, a
recordar, y la recordación tiene como función principal pensar e idear,
32
formalizar alianza con lo divino. El filósofo tenía recelos frente a la nueva
clase de memoria: “lo plasmado”. Utilizaba los siguientes argumentos:
Lo que sin duda hay, en efecto, de terrible de la escritura es […] su
semejanza con la pintura. ¿No se presentan acaso los brotes de ésta
como seres vivos y, en cambio, se callan majestuosamente cuando se
les interroga? Sucede lo mismo con los discursos escritos: se creería
que lo que dicen lo piensan; pero si se les interroga sobre un punto de
lo que dicen con la intención de aprender, es una cosa única la que
ofrecen; una sola siempre la misma. Por otro lado, una vez escrito
cada discurso, se va rodando por todas partes; igual entre la gente
que se reconoce en él que entre aquellos a los que para nada les
conviene; ignora a qué gentes debe o no dirigirse. Pero cuando se le
critica agriamente, se le vilipendia injustamente, tiene siempre
necesidad de su padre, pues es incapaz de defenderse o socorrerse a
sí mismo (Citado en: Martin, 1999: 106).
Para Platón era complejo asumir el texto escrito, se siente en profundidad
su respeto y celebración hacia la cultura oral. Sin embargo, recónditamente,
se percibe también cierta aceptación sobre el poder que los documentos
tienen en las relaciones directas con el sujeto.
A partir del siglo XX se percibe que escritura y lectura no son los únicos
medios por el que se adquiere conocimiento. El filósofo Sócrates (Ong, p.
109) no era partidario de la cultura escrita; argumentaba que se trataba de un
conducto que arruinaba la memoria y que con las letras no era posible
alcanzar la sabiduría; evaluaba de una manera drástica el poder y el alcance
de lo escrito y su enseñanza partía de la palabra oral; se empeñaba en
33
buscar la verdad a través de los cuestionamientos y conversando con los
otros. Sin embargo las personas letradas no consiguen imaginar el mundo
sin conocimiento alguno de escritura; sin ella las palabras no alcanzan a
visualizarse, se convierten simplemente en sonidos, es posible que lleguen a
la memoria, es posible que se las recuerde, pero no hay huella de ese
acontecimiento que en algún momento fue realidad.
Aunque estemos concientes de que las palabras tienen su fundamento en
lo oral, la escritura posee el poder de congelarlas, de eternizarlas. Para la
mayoría de las personas es difícil pensar en la separación de las palabras de
la escritura, y aunque en muchas profesiones se requiere de un trabajo
lingüístico especializado que soporta y necesita el estudio de la oralidad,
siempre tendrán a mano diarios de campo y demás. Las palabras siguen
llegando escritas de todas partes. De esta manera se siente como el sujeto
evalúa sus formas de relacionarse con el lenguaje. Sin la escritura la
conciencia humana no alcanza su mayor potencial, no puede crear, y re-
crear, imposible conservar historia, el desarrollo de la ciencia queda
devastado, ni decir del arte, la literatura y todo lo demás.
1.2.2. De la escritura como inscripción
34
La historia de los documentos y especialmente el libro data de más de
cinco mil años, pero de los dos primeros tercios de este lapso no existe un
orden que de cuenta de una ubicación bibliográfica que logre situarnos en las
épocas correspondientes. En sus indagaciones Svend Dahl, autor que ha
escrutado durante decenas de años el tema, cuestiona el origen de los
grandes sistemas de escritura y, especialmente, la medida en que ésta no
sólo constituye una tecnología útil para la sociedad sino la manera como ha
contribuido a darle su forma actual y la intervención decisiva en la percepción
que todos tienen de sí mismos. Este autor expresa:
Aunque recientes investigaciones arqueológicas hayan proporcionado también considerable información en este campo, muchas son las cosas aún desconocidas u oscuras, y los escritores clásicos, griegos y romanos, que constituyen nuestra principal fuente para la historia de la cultura, se muestran en extremo parcos al mencionar estos temas (1999: 11).
Según la Las revoluciones de la cultura escrita de Roger Chartier
(2000: 23), la lectura antigua, la forma de leer y el soporte (documentos) eran
diferentes a lo que conocemos actualmente. Los libros eran rollos, bandas de
papiro o de pergamino que el lector debía desplegar y sostener con sus dos
manos y para su escritura se complicaba el proceso, se necesitaba de ayuda
de un escribiente para poder plasmar sus ideas. Nuestros antepasados
dictaban sus textos y le daban una importancia valiosa a la palabra oral.
Chartier expone que en los últimos siglos de la Edad Media, cuando emerge
35
el autor moderno y el texto se asegura, bajo supervisiones, en copia
manuscrita y después impresa, el “autor oral” está siempre presente.
Al tiempo en que el valle del Nilo el papiro se convertía en el material más
apreciado para la escritura, había otra cultura en el tercer milenio a. de C;
China, que contaba con esplendorosas producciones literarias en arte y
escritura que no se relacionaban directamente a lo que hoy conocemos como
libro. Eran documentos muy apreciados y bien elaborados, en los que
participaban actores y autores como archiveros y preservadores de tan
importante material. Para la producción de estos documentos se utilizaron
materiales como concha de tortuga, cañas de bambú y, posteriormente se
inventaron las tablillas de madera, con estilo para su escritura que aún China
conserva.
Después viene Asia Anterior con antiquísima cultura, en especial
Mesopotamia y el pueblo de los sumerios, quienes se extendieron
gradualmente hacia el norte y fundaron una importante civilización,
constituyendo un importante centro religioso. Fueron los inventores de la
“escritura cuneiforme”, que originalmente se trataba de una escritura
simbólica, que fue evolucionando hacia una escritura fonética, compuesta de
signos con trazos triangulares.
36
A partir de esta cultura se empiezan a encontrar restos de bibliotecas y
archivos, el templo de Nipur es protagonista de este acontecimiento en
donde se han descubierto montones de tabletas de barro que fueron
posiblemente organizadas a lo largo de sus paredes. En total, las
excavaciones han logrado conservar cerca de medio millón de tabletas de
arcilla, incluyendo las fragmentadas que hoy se encuentran en las diferentes
bibliotecas europeas y americanas.
Las tabletas de arcilla medían entre 30 de ancho y 40 de largo, se
utilizaban ambas caras, en el reverso de la primera tableta de la serie se
plasmaba el titulo correspondiente al documento o libro, nombre del autor o
propietario y del escriba junto con una anotación haciendo referencia al
tratamiento del material; es importante aclarar que cuando el documento
dejaba de tener interés y era considerado inservible se usaba para construir
caminos, rutas o pisos en forma amontonada y compacta, manera
interesante de reciclar y reutilizar el material. En los babilonios y los asirios la
vida literaria fue preponderante, la arcilla se convirtió en material
imprescindible para consignar las producciones intelectuales.
Actualmente la arcilla que se expone es de la más fina cocción y su
escritura la más clara y elegante, meritos que se le atribuyen al extenso
personal de calígrafos de la corte de Asurbanipal, unido a esto el interés del
rey como gran coleccionista quien se preocupó por recoger textos fuera y
37
dentro de su reino con el fin de difundir sus contenidos. En esta biblioteca
está consignada la literatura asirio-babilónica, igualmente algún material
sumerio.
Es así como para tallar los escritos se empleaban algunos
instrumentos como la caña gruesa y hueca, acabada en forma puntiaguda; la
escritura tenía características diferentes a los de ahora, pues, no se
conservaba separación entre una palabra y otra y de esta manera se
dificultaba enormemente leer. Existían los escribas, personajes interesantes
quienes producían los manuscritos, eran individuos con una educación
adecuada y se les pagaba de acuerdo al número de líneas que elaboraban.
Los documentos en pergamino también conservaban ciertas
características que los distinguían como el sitio donde se le colocaba título,
las criticas a manera de citas al margen, antepuestas con un asterisco, o con
signos especiales, su manera de archivar o de ubicar en espacios de las
bibliotecas de la época y demás. Los primeros libros impresos se llaman
“incunables” (del latín cunabulum= cuna), porque proceden de la infancia del
arte de la imprenta, fueron las primeras ediciones impresas de manuscritos
medievales, los cuales presentan algunas controversias respecto a su
legitimidad.
38
Dahl (1999: 139) ilustra sobre la imprenta en la Reforma, explica que a
la artesanía modesta del libro pertenece la mayor parte de la literatura
producida en esta época que dejó una honda huella en la historia del libro. La
lucha que inició Lutero 4 y su movimiento fue la provocación a una formidable
corriente de folletos que transitaron por toda Alemania y países vecinos,
siendo este material un arma eficaz para dicho movimiento. Por esta razón
se dice que la victoria obtenida por la Reforma tuvo como condición la
invención de la imprenta. Al analizar los contenidos de los documentos y sus
formas, se revela como literatura de circunstancias, que tenía que venderse
a precios muy bajos para poder cumplir su misión de propaganda.
La Reforma incitó un vertiginoso florecimiento literario, pero al mismo
tiempo fue la señal para la destrucción de libros ya existentes. En su lucha
contra la Iglesia de Roma se vio obligada a arremeter contra la literatura
católica y en esa lucha perecieron muchos viejos manuscritos monásticos e
incunables. En especial las revueltas campesinas en Alemania en 1524-25
4 El pensamiento de Lutero se basa en el concepto de justificación por la fe, que
negaba toda teoría romana-ortodoxa sobre los méritos de la salvación, la mediación de los santos y la veneración de las imágenes. Denunció la venta de indulgencias y la obtención de los perdones a cambio de bienes, así como la venta de cargos eclesiásticos. El luteranismo, como el evangelismo, rechaza la primacía y autoridad romana del Papado como institución divina y niega la tradición dogmática de la existencia del purgatorio. Este movimiento protestante afirma el valor único de las Escrituras y la supremacía de la fe en Jesucristo. Lutero desarrolla la doctrina del Sacerdocio Universa, en donde sustenta que las Escrituras son inteligibles para todos los creyentes y que cada uno, libremente, puede examinarlas mediante el proceso de distribución y esto gracias a la creación de la imprenta. (Citado en Wikipedia).
39
tuvieron nefastos efectos para las bibliotecas monásticas alemanas, como
más tarde ocurrió con las francesas durante las guerras de la religión.
Con las guerras de la Revolución los trastornos en el mundo de los libros
se extendieron a Alemania y, bajo las guerras de Napoleón, a casi toda
Europa. El propio Emperador era bibliófilo y transportaba, como Federico el
Grande, una pequeña biblioteca en su equipaje de campaña. Fue su deseo
dar a Francia el rango de la nación guía de Europa, no sólo en la política,
sino también en la cultura.
Uno de los rasgos más característicos del libro del siglo XIX es el
vigoroso desarrollo de la producción literaria. Este incremento implica un
importante avance de lo técnico: el reemplazo de lo artesanal por un sistema
mecanizado. Aparece la máquina de papel inventada por el francés Louis
Robert en 1799, y en 1810 la prensa mecánica por el alemán Friederich
Konig, máquina que sustituyó a las prensas manuales y que tras una serie de
perfeccionamientos tuvo capacidad de producir largas tiradas en corto
tiempo.
La verdadera causa del enorme desarrollo de la producción de libros
durante el último siglo y medio, documenta Dahl, ha sido, en parte, el
aumento de la investigación científica y la creciente especialización, que han
producido un sinnúmero de revistas científicas. También, en parte, la
40
extensión de la democracia, que ha tenido como resultado una afición y un
deseo de educarse, mayores en todas las clases sociales, fenómeno que se
manifiesta especialmente en los países anglosajones, germánicos y
nórdicos. Y se trata exactamente del desarrollo base para el progreso de las
bibliotecas.
Expresa Chartier que:
La cultura escrita es inseparable de los gestos violentos que la
reprimen. Aún antes de que fuera reconocido el derecho de autor
sobre su obra, la primera afirmación de su identidad estuvo asociada a
la censura y la interdicción de textos considerados subversivos por las
autoridades, fueran estas religiosas o políticas (2000, p. 21).
Es evidente que los autores de documentos escritos a través de la
historia han sufrido en algún momento la censura de orden religioso o
político; desde la Edad Media hasta la época moderna, la elaboración de
documentos ha sido restringida, siendo el sistema imperante una barrera a la
creatividad y autenticidad. Existían creencias, nacidas del poder de la fe, en
donde Dios prevalecía y la Palabra era inspirada a través del Divino Creador
y por ende Otro Autor era quién mediaba en la elaboración de dichos
documentos.
En el capitulo El lector: entre restricciones y libertad, Chartier (2000:51)
explica como la lectura siempre es apropiación, invención, producción de
41
significantes. La lectura se presenta de una manera libre para ser
interiorizada por el lector; sin embargo, de acuerdo a la sociedad que habite,
esa libertad tiene ciertos límites. Dicha sociedad se encarga de
parametrizarla, así sea que se encuentre regida por los cambios culturales y
tecnológicos de las épocas. Por ejemplo, del rollo antiguo al codex medieval,
del libro impreso al electrónico, que modifican sustancialmente la relación
entre sujeto-documento en el uso de lo escrito y la manera de comprenderlo.
Expone también Chartier (2000: 61) en sus escritos que tres
desasosiegos han determinado la relación de la cultura escrita con los
sujetos. El primero de ellos el temor de la pérdida: la amenaza constante de
la destrucción y el deterioro de los libros, manuscritos, documentos, edificios,
monumentos de las grandes bibliotecas. Aunque la humanidad se ingenie
planes de contingencia que agrupen, coleccionen, y preserven los
patrimonios documentales, siempre existe el temor de la desaparición. El
segundo de ellos tiene que ver con la corrección de los textos. La corrección
pasó de ser manual a mecánica, el escribiente se equivocaba pero su texto
no era mal interpretado, la imprenta ha facilitado que los documentos sean
copiados por editores y personas ajenas al original del documento, en donde
se corren muchos riesgos de fidelidad. El tercero tiene que ver con el exceso:
la proliferación textual puede llegar a ser un obstáculo para el conocimiento,
Chartier propone que para dominar esta proliferación, son necesarios
42
instrumentos capaces de escoger, clasificar y jerarquizar, pero estos
instrumentos resultan ser nuevos libros que se adicionan a los demás.
Entonces, en las ciudades, en las bibliotecas, en los libros, en los
objetos, el escrito tiene siempre el riesgo de pérdida. En un espacio donde
los documentos podían ser borrados, donde había amenazas de destrucción,
la labor no era sencilla. Además del peligro de la propagación textual sin
medida, el de un discurso sin orden y sin demarcaciones, es decir el exceso
de escritos, que reproducía los documentos infructuosos y llenaba de ruido el
pensamiento, fue mirado como una amenaza tan grande como su inverso.
Aunque temido, el borrar se hacía indispensable. No todos los documentos
eran convertidos en archivos despojados de los cambios de la historia,
algunos fueron puntales que permitían escribir, borrar y nuevamente volver a
escribir.
En las sociedades europeas de la primera modernidad pensaron
resolver el problema de la pérdida de los documentos y dominar esa
intranquilidad instituyendo la escritura, plasmando las huellas del pasado, el
recuerdo de los muertos y el registro de los vivos como lo expone Chartier,
(2006: 9). La piedra, la madera, el tejido, el pergamino, el papel, se
convirtieron el sostén donde quedaba sellada la memoria de los tiempos y de
la humanidad; aunque esta forma de solucionar no resulte la mejor de las
garantías de preservación.
43
Después viene el papel del crítico, que se fue multiplicando en la
medida en que cada individuo siente la necesidad de ser leído, gran sueño
de la época de la Ilustración a finales del siglo XVII. Era una forma singular
de revolucionar la cultura escrita. Los periódicos o diarios tomaron fuerza,
pues fue este formato un medio de comunicación extraordinario para
expresar informalmente los juicios personales con respecto a los sucesos de
la época. Entonces era sencillo observar que existían maneras de
relacionarse con la escritura, aunque ese tipo de reflexiones de “crítico”
podían entrapar a los sujetos.
El recurso escrito y el grafismo mueven a los individuos a experimentar,
visualizar e interpretar el mundo exterior. El ser humano toma posesión de
ello y aprende a comunicarse con “fuerzas superiores” para transmitir su
saber a quienes les rodean. Ese amplio universo de signos y símbolos, esas
marcas que desde la época prehistórica se empezaron a utilizar, se han
apropiado de la cotidianidad humana siendo más preponderante a partir de la
invención de la escritura.
Ahora, leer y lectura, resultan ser dos palabras universales. Hay lectores
por todas partes, siempre se cree que se leyó o no lo suficiente, eso depende
de lo que cada uno considere. Existe además una diversidad de modelos, de
experiencias, capacidades, de modo que hay tensión; algunos individuos que
se mueven en el ámbito universitario sufren tensiones por causa de la
44
lectura, compiten con sus colegas. Se sabe que cada lector, en cada una de
sus lecturas es independiente, solo, único. Esta circunstancia está
traspasada por la cultura que habita el sujeto, de este modelo no se puede
alejar. Se trata de aprender a diferenciar e identificar el ideal de lecturas a
escoger, que no trasciendan en un género indefinido de singularidades
apropiadas por comunidad, por ejemplo: lo religioso, lo místico, lo social, etc.
Cuando se aborda la cultura escrita moderna se puede afirmar que
refiere a una revolución fundada en el rompimiento de la continuidad y
encaminada en la necesidad de aprendizajes nuevos y diferentes. Todas las
transiciones han resultado difíciles, el encontrarse con el objeto novedoso
que permite mayores posibilidades de atrapar el pensamiento, esa cadena y
evolución en lo técnico ha representado para el sujeto unos cambios de
actitud no muy positivos frente a la máquina. Es así como, los historiadores
del libro, sienten inquietud ante la revolución que diariamente se presenta
con la propagación de los documentos; para algunos no es la misma
experiencia gratificante el sentarse a leer un documento electrónico que
impreso, de esta manera lo imaginan como un gesto de destrucción porque
da la sensación de que se guarda pero no se conserva.
En los últimos años los académicos han trabajado en las formas de
manejar el conocimiento frente a las expresiones humanas. Asociar las
características presentadas en este capítulo respecto a todo lo que abarca la
45
cultura escrita – expresión verbal y escrita – a unos imaginarios que se tejen
alrededor del asunto, resulta interesante y atractivo para pensar lo
universitario. El conocimiento sobre los contrastes que pueden existir entre lo
cultural y lo implementado no genera discusiones, ni apasionados o
acalorados debates. Tal vez al contrario: es probable que los imaginarios
logren acercar a los sujetos y confrontar ese mundo “sui-generis” que los
habita.
Así, me parece pertinente acudir a la historia, partiendo de la oralidad,
continuando con la escritura y relacionándola con algunos de los imaginarios
en el territorio propuesto. Esta indagación intenta abordar de una manera
concurrente la oralidad (conversaciones) y lo escrito (como forma de rescatar
lo dicho), pretende, en una ruta trazada, dilucidar los imaginarios enfocados
no sólo en lo acontecido, sino por medio de comparación de etapas vividas.
Esta manera de recopilar la información está unida de una manera estrecha
con la historia, ya que los pensadores, el libro, los documentos, los formatos
electrónicos, están implicados en la mayoría de los acontecimientos del ser
humano.
Entonces, la historia de la cultura escrita es una pieza clave para desentrañar
los imaginarios que se establecen en una comunidad como la universitaria.
Tracemos la ruta…
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2. METÓDICA. LA RUTA
Encontrar un tema de indagación fue una labor complicada que
requirió de sensibilidad, creatividad e imaginación. Es así como construí una
obra de vida caminando, atravesando parajes y elaborando ideas; dejando a
mi cuerpo impregnarse de sueños y creación. Obra de conocimiento que se
ha ido cristalizando a medida que mi ser se aparta de lo externo para
conversar conmigo misma. Los otros, mis cómplices, mis congéneres,
habitantes de un universo real e imaginario, sorprendente y exigente, se han
puesto en escena y han permitido que los imagine y recorra con mi
pensamiento; este es el afuera que percibo e interiorizo,
Conversar con autores, repasarlos, re-leerlos, conocerlos, discutirlos,
ha sido un apoyo fundamental en la construcción de esta misión, mi arte.
Rainer María Rilke en su Cartas a un joven poeta, explicita acertadamente
las dificultades que un ser humano puede tener frente a sus creaciones:
Todo se trata de gestar y después parir. Dejar que cada impresión y
cada germen de un sentimiento maduren en la oscuridad, en lo
indecible, en lo desconocido, en lo inalcanzable para el propio
entendimiento, y aguardar con profunda humildad y paciencia la hora
del parto de una nueva lucidez: solo esto significa vivir artísticamente,
tanto en el intelecto como en la acción creadora (1996: 16-17).
47
Este recorrido con ruta trazada ha permitido que geste y me involucre
en un universo donde la palabra viva es el elemento más preciado para la
elaboración de la indagación, la palabra se convierte en el poder que nace de
un cuerpo y se expande, no se detiene, va más allá. Nietzsche lo expresa:
En última instancia nadie puede escuchar en las cosas, incluidos los
libros, más de lo que ya sabe. Se carece de oídos para escuchar
aquello a lo cual no se tiene acceso desde la vivencia. Imaginémonos
al caso extremo de un libro que no hable más que de vivencias que,
en su totalidad, se encuentran más allá de la posibilidad de una
experiencia frecuente o, también, poco frecuente, de que sea el primer
lenguaje para expresar una serie nueva de experiencias. En este
caso, sencillamente, no se oye nada, lo cual produce la ilusión
acústica de creer que donde no se oye nada no hay tampoco nada
(1976: 57).
Entonces es claro que la palabra es vivificada, aporta construcción,
elabora conocimiento, se envuelve en el pensamiento y permite que su
locución quede grabada tanto en el cerebro como en el objeto. Es de esta
manera como se logra depositar en un documento las reflexiones y palabra
del otro. Se trata de una indagación que da cuenta de un entendimiento de
sujeto real y sensible que habla y expresa sus sentires, emociones, vivencias
y conocimiento. Sujeto que además tiene la facultad de elaborar escrito,
depositar en un instrumento-objeto toda una gama de experiencias, y que
también ha aceptado las jurídicas impuestas por la sociedad.
48
Guillermo Bustamante (2005: 12) hace referencia a la forma como se
aplican los instrumentos de medición objetiva-cuantitativa en las
investigaciones que sólo conducen a garantizar la obtención de resultados
fiables y no más, paradigma que según su experiencia no es aceptado en la
academia. El sujeto en este caso pasa a ser sólo un elemento de medición.
El autor enfatiza en que las reflexiones metodológicas aunque se encuentren
presentes en toda investigación, no son un punto de partida en el sentido de
predecir lo que puede ocurrir. Bustamante (2005:13) resalta la mirada
subjetiva vista como una alternativa que se encamina a un principio de
organización a lo que, desde otra perspectiva digamos objetiva, podría
asumirse como una dispersión que conduce a nulas confrontaciones y a
cambios equivocados.
Esta indagación parte de esas miradas subjetivas a las que se refiere
Bustamante y que me motivan a fortalecer la palabra oral, a acercarme a
aquella locución que se relaciona de una manera especial con lo sagrado,
religioso, moral y vital; con lo que hay en cada uno de nosotros, con las
preocupaciones fundamentales del ser. Es a partir de este planteamiento
existencialista que intento involucrarme en las percepciones que posee cada
sujeto respecto del objeto; en el caso de mi indagación, esos imaginarios
reales que se construyen alrededor de la cultura escrita. Entonces, las
fuentes orales, lo que escucho, pregunto e interiorizo, resultan un elemento
49
clave de información e integración con los otros. Lo percibo como un
elemento axial en esta obra de vida.
Philippe Ariés, hace un análisis respecto a la forma de recorrer una
ruta de indagación que involucre lo sensible y lo real combinado con lo
subjetivo, porque en ello priman los paradigmas que no se pueden medir,
sopesar, determinar, ni parametrizar, reflexión que se ajusta a los propósitos
de la metódica que presento:
Dicen que los árboles no dejan ver el bosque, pero el período más
interesante de la investigación sigue siendo el momento que el
historiador comienza a tener una visión de conjunto, cuando todavía
no se ha disipado la bruma que cubre los horizontes lejanos, de suerte
que no se ha distanciado de los detalles de los documentos en bruto, y
que éstos conservan aún toda su lozanía. Su mayor mérito no es
quizás tanto el defender una tesis como el comunicar a sus lectores la
satisfacción de su hallazgo; el de sensibilizarlos, como lo ha sido él
mismo, a los colores y a los senderos de lo desconocido. (1987: 9).
Esta metódica parte de una proximidad a la palabra oral, a aquella que
no es signo, no a aquella graficada con una simbología precisa; se trata de
establecer contacto con lo pronunciado, lo elaborado desde adentro, lo
pensado. Jacques Derrida (1976:14) ha señalado que “no hay signo
lingüístico anterior a la escritura”. El pensamiento está constituido en el habla
y no en la lectura, mecanismos que adquieren su significado mediante la
presencia del símbolo palpable combinado con el cosmos del sonido. Lo que
el lector aprecia en una página no son palabras reales, son sólo marcas
50
transformadas y codificadas por medio de los cuales los individuos
alfabetizados pueden construir en su mente palabras reales, con sonido real
o imaginario.
Al observar los sujetos que pertenecen a ciertos entornos como el
universitario (Carlino (2005) habla de “cultura académica”), con su marcada
tendencia a ser caligráficos y tipográficos, parece que normalmente piensan
en la palabra como un elemento (sonido) o herramienta (signo), porque es
algo que se cristaliza ante sus ojos, se convierte en algo real. Construir
camino a través de la palabra resulta fundamental, palabra no utilizada como
herramienta colmada de símbolos, sino de significaciones que permite
descubrir lo esencial de cada uno de nosotros. No se trata de medir y
parametrizar, es la elaboración detallada de un conjunto de sentires y
creencias que cada uno asume como propios.
Ahora, el sonido ese elemento que se pierde en el tiempo y que resulta
valioso, que entrega sentires, que llena el espacio, acontece en el tiempo.
Ong, (2001:119) lo denomina el tiempo que pasa forzoso, que no se
interrumpe, que no se divide, al que tratamos de dominar; esa abstracción
que reducimos de una manera vital (calendario), aquel que convertimos en
unidades con la esperanza de controlarlo. De igual manera, reducimos el
sonido, lo configuramos, con el fin de que llegue a todos incluyendo personas
con limitaciones físicas que no tengan conocimiento de lo que es la
51
experiencia del sonido. Es así como también lo comprimimos a una imagen,
la más substancial de todas las grafías: el alfabeto.
Algunos autores, entre ellos Derrida (1976: 7), rechazan la creencia de
que la escritura no es más que una casualidad de la palabra hablada. Y con
ellos, claro, intentar elaborar un método de escribir sin investigar de una
manera profunda la oralidad partiendo de su origen y en la cual está
fundamentada, sería el resultado de limitar la comprensión, aunque es
probable que produzca efectos seductores y alucinantes. La liberación de
prejuicios caligráficos y tipográficos en la forma de entender el lenguaje es
una de las tareas más difíciles de emprender.
Cuando me acerco a quienes me interesa conocer a través de la oralidad
no pienso las palabras como signos, aquello extraño que se plasma en un
documento y que se queda quieto, sino en lo que el otro me dice y que logro
interiorizar. Homero las llamaba “palabras aladas”, las observaba fugaces,
poderosas y libres, palabras en constante movimiento, volando.
A medida que pienso en una metódica bien constituida para mi
indagación, parto de la premisa según la cual la escritura moviliza las
maneras de pensar. Hay que tener en cuenta el principio de una
comprensión más profunda de la oralidad; esto quiere decir que a medida
que el sujeto se educa las capacidades de raciocinio emergen a través de
52
procesos estructurados no innatos que tienen procedencia por medio de la
escritura, es decir, ésta posee el poder de transformar el pensamiento
humano. Entonces, lo escrito, a pesar de ser pasivo, resulta fundamental en
la apropiación del lenguaje y la palabra su alimento.
Busco la escritura en los grandes anaqueles de una biblioteca, me
fortalezco de ella, devoro las obras de los autores, tengo la fortuna de
conversar con ellos, los adopto, confronto y me apropio de ellos. Indago en
los demás sus sentimientos y paradigmas frente a ese objeto que en algún
momento ejerce poder en ellos, esa esencia que alguien dejó permeada en
formatos, en objetos.
Continuando con la ruta, y con el ánimo de concretar una metódica
apropiada, intentaré aproximar los paradigmas universitarios, interiorizar esas
confesiones y lecturas pertinentes, tener ante mi algo tan valioso como: la
palabra viva. Esa palabra valiosa que atrapo y me permea, la que surge
también de la memoria y su mediación, la que incluye mitos, la inexacta, la
humana, la que permite que mi indagación tenga fundamento y pueda
construir un documento real, de vida y la certeza de saber que hay una
palabra perenne. Es así como la rememoración, los sentires y los imaginarios
me colocan ante un “yo” biográfico como parte de un acto social, como una
expresión de movilización y acercamiento a un pensamiento que forma parte
de una realidad social.
53
Entonces, el transitar por este camino, disfrutarlo y auscultarlo
derrotero que está demarcado a partir del sujeto-sujeto es la base para
descubrir los imaginarios y tener clara la manera como mi indagación se
permea de lo importante: la relación sujeto-documento. Encuentro pertinente
abordar el poder que los documentos tienen alrededor del sujeto y hasta
dónde los seres humanos se afectan de ellos como un principio de
reconocimiento de la existencia.
54
3. SUJETO Y PODER FRENTE AL DOCUMENTO ESCRITO
En este capítulo se abordan tres cuestiones, la primera se
relaciona con el misterio que envuelve la palabra, en donde a través
de ejemplos se muestra la manera como los sujetos crean sus obras
de vida y conocimiento. La segunda se refiere a la palabra pensada
donde se plantean algunos de los paradigmas que los individuos
presentan frente al lenguaje-escritura y los imaginarios que se tienen
alrededor de los modos de asumir estos asuntos. Por último, el poder
y la jurídica que los seres humanos le han dado al documento,
teniendo en cuenta la magnitud y alcance de la relación documento-
sujeto.
Elaborar (elaborarme en) este escrito, donde se involucra una
dinámica de poderes entre sujeto y documento, protagonistas de una
indagación que en el transcurrir resultan indisolubles: sujeto-esencia,
cuerpo-espíritu, y objeto-documento, como componentes vitales para
la conservación de vida, historia y conocimiento es una labor que
permea mi existencia, moviliza sentires y paradigmas. Se trata de una
armoniosa combinación entre cuerpo, tiempo y producción. Graciela
Montes lo enfatiza: “Cuerpo, tiempo y palabra son los protagonistas
del más humano de todos los dramas” (1999: 76). Es la manera más
sublime y delicada de acercarse al otro sin rozarlo físicamente; es
también, de cierto modo, la forma más abstracta y fructífera de
introducirse y permanecer en el pensamiento de los demás, ¡que
poder tan inmenso el de la palabra!
3.1. El misterio de las palabras
Para crear un documento es necesario convertir la palabra en imagen,
en signos, en objeto, en piel. Es una manera demiúrgica de representar la
55
esencia humana, de plasmar en un formato lo que una mente produjo y
enriqueció, trasmitir lo importante y también, lo superficial, y por qué no, lo
irrelevante que hay en cada uno de nosotros. La palabra y su conjunto tienen
la capacidad de apoderarse de los cuerpos produciendo efectos e improntas.
Evidencia los acontecimientos del sujeto que a través del tiempo se
transforman en historia.
La memoria reconocida como una de las virtudes apreciables y
poderosas del ser humano se alía con la imaginación. Entonces, memoria e
imaginación son el resultado de un componente portentoso de la mente: “los
imaginarios”, esa relación que los sujetos elaboran a partir de lo mágico y
ficticio que existe en el pensamiento. A pesar de que estamos constituidos de
materia, incertidumbres, sangre e ilusiones, podemos ser olvidados e
igualmente son olvidados los acontecimientos; sin embargo, es la palabra
estacionada la que se queda plasmada, la que deja huellas, inmortaliza y se
inmortaliza.
Es así como se puede afirmar que, sobre el poder que ejerce el
lenguaje y la escritura en las relaciones sociales de los individuos, la palabra
forma parte de su naturaleza, ocupa un sitio amplio dentro de su territorio
cultural; es la que posiciona el cuerpo ante los otros con el fin de escuchar a
través de su presencia: sentimiento - pensamiento - conocimiento; permite un
56
acercamiento con relación a los otros; su amplitud comprende diferentes
tipos de comunicación, entre ellos la manera como los individuos toman una
postura corporal y única en los seres vivos para entenderse con los otros.
¿Por qué leemos y escribimos? ¿Cuál es la razón por la cual en
lapsos tan relativamente cortos, ese conjunto de signos se convierte en todo
un imprescindible sistema de comunicación? ¿Por qué elegir esa ruta cuando
sencillamente podríamos expresarnos con nuestro lenguaje oral y corporal,
como lo hacen personas que no tienen oportunidad ni acceso a los
documentos y su producción? Es porque esa comunicación es fugaz,
desaparece apenas se entrega, sólo llega al primer receptor, “las palabras se
las lleva el viento”, hemos dicho antes, recordando a Homero. Estos signos
han logrado posicionarse en nuestras vidas de una manera vital. Es algo tan
sencillo como organizar cada código y armar las palabras, construir con ellas
frases con las que queremos expresar cada uno de nuestros sentires y
experiencias.
Entregar la historia relatada por nuestros antepasados, las vivencias
de diferentes épocas, contar novelas, utilizando la imaginación, expresar
detalladamente por medio de lo escrito los frutos de un acontecimiento,
trasmitir conocimiento, consignar la identidad de cada uno en papeles y
57
huellas que nos ratifican y demás, es uno de los productos valiosos que el
ser humano ha creado.
El escritor en su producción da preponderancia a los imaginarios, a la
historia y al misterio que encierran las palabras. Si la magia funciona, con
sólo seguir los signos trazados en un papel, se puede ingresar a un mundo
edificado de fantasía, drama y realidad. En El nombre de la rosa (Umberto
Eco 1987), el autor se ubica en una época diferente a la actual, logrando a
través de sus indagaciones sobre escritos elaborados por otros, construir una
realidad en donde induce al lector a experimentar situaciones y vivencias de
momentos remotos.
Para lograr la novela impecable mencionada, el autor no sólo se
inspira y homenajea el estilo de otro escritor, sino que necesariamente ha
profundizado e indagado materiales históricos, la huella que otros dejaron.
Se trata de un escrito adaptado en el turbulento ambiente religioso del siglo
XIV, que narra la investigación que realizan fray Guillermo de Baskerville y su
pupilo Adso de Melk alrededor de una misteriosa serie de crímenes que
suceden en una abadía de los alpes italianos.
Umberto Eco, confirma este hecho indagatorio cuando manifiesta que:
58
En un clima mental de gran excitación leí, fascinado, la terrible historia
de Adso de Melk, y tanto me atrapó que casi de un tirón la traduje en
varios cuadernos de gran formato procedentes de la Papeterie Joseph
Gibert, aquellos en los que tan agradable es escribir con una pluma
blanda. Mientras tanto llegamos a las cercanías de Melk, donde, a
pico sobre un recodo del río, aún se yergue el bellísimo Stift, varias
veces restaurado a lo largo de los siglos. Como el lector habrá
imaginado, en la biblioteca del monasterio no encontré huella alguna
del manuscrito de Adso (1987).
Y en otros escritos, continua con sus explicaciones:
¿Qué lector modelo quería yo mientras escribía? Un cómplice, sin duda, que entrase en mi juego. Lo que yo quería era volverme totalmente medieval y vivir en el Medioevo como si fuese mi época (y viceversa). Pero al mismo tiempo quería, con todas mis fuerzas, que se perfilase una figura de lector que, superada la iniciación, se convirtiera en mi presa, o sea en la presa del texto, y pensase que sólo podía querer lo que el texto le ofrecía. Un texto quiere ser una experiencia de transformación para su lector. (2005).
Según Eco, si no hubiera existido el Gruppo 63 no habría podido
escribir El nombre de la rosa. El Gruppo 63, movimiento neo-vanguardista
literario al que perteneció el autor, perseguía una búsqueda experimental de
las formas lingüísticas y el contenido que rompiera con los esquemas
tradicionales. A ellos les debe “la propensión a la aventura ’otra’, al gusto por
las citas y al collage”. En aplicación de su propia teoría literaria, El nombre de
la rosa es una Opera Aperta, una “novela abierta”, con dos o más niveles de
lectura. Llena de referencias y de citas, Eco pone en boca de los personajes
multitud de citas de autores medievales; el lector ingenuo puede disfrutarla a
un nivel elemental sin comprenderlas, “después está el lector de segundo
59
nivel que capta la referencia, la cita, el juego y por lo tanto sabe que se está
haciendo, sobre todo, ironía”. (2005).
También se escribe acerca del sentimiento. A través de las palabras
se puede expresar lo que se desea y siente respecto de los otros, en muchas
ocasiones los sujetos prefieren escribirlo, ejemplo claro en Alexis o el tratado
del inútil combate de Marguerite Yourcenar (1984), la larga carta que Alexis
dirige a su esposa, desmenuzando dolorosamente el inútil combate
sostenido entre sus inclinaciones y su vocación, dejando aflorar con
delicadeza uno de los temas más difíciles de tratar con justeza: el desamor.
En esta obra, breve en extensión pero densa en contenido, un joven
aristócrata escribe una larga carta a su esposa en la que trata de explicarle
por qué la ha abandonado a ella y a su hijo, y cómo ha llegado a la
conclusión de que nunca la ha amado aunque ella no haya hecho algo para
ofenderle. En su escrito Alexis le dice sutilmente a su esposa: “Esta carta,
amiga mía será muy larga. He leído con frecuencia que las palabras
traicionan al pensamiento, pero me parece que las palabras escritas lo
traicionan todavía más” (25-26). A través de un extenso escrito el
protagonista siente valor de explicar lo difícil de expresar sus sentimientos de
forma transparente, completa y exacta, cuando se trata de declarar la razón
de la existencia basado en una felicidad en la que su esposa no tiene
participación.
60
Quizás una de las mayores características relevantes de esta obra,
sea el año de su publicación, una época en la que muy pocos se atrevían a
tratar estos temas (los del homo-erotismo) y en la que los mundos que
empezaban y terminaban, con su agonía de violencia y desasosiego, eran
tema central en la mente de los creadores e intelectuales. El sentido de este
ejemplo tiene que ver con la época vivida de la autora frente a su escrito en
donde los sentires se relacionan con el protagonista-autor-lector.
Otro ejemplo de la razón esencial de la cultura escrita y los valores
fundamentales en la vida del hombre lo encontramos en la novela
Fahrenheit 451 5, novela de ficción escrita por Ray Bradbury (1974), obra
extraordinaria y singular que ofrece la historia de un extraño y horroroso
futuro en donde la escritura es excluida de la vida humana. Montag, el
protagonista, pertenece a una brigada de bomberos cuya misión,
paradójicamente, no es la de sofocar incendios sino la de provocarlos, para
quemar todos los libros que existen en el país que habita; allí está
terminantemente prohibido leer. Leer obliga pensar y en su país está
prohibido pensar. Leer impide ser feliz, y en el país de Montag hay que ser
feliz a la fuerza. Es complicado pensar en la felicidad en términos
individuales. Es probable y casi seguro que mi felicidad no es la del otro. La
5 El término “Fahrenheit 451” hace referencia a la temperatura en la que el papel de los libros
se inflama y arde (equivale a 233o. C).
61
novela plantea un mundo infeliz a través del conocimiento adquirido por
medio de la lectura.
Montag nunca cuestionaba su trabajo, reteniendo por completo su
curiosidad y reduciéndose a lo que él llamaba esa “vida feliz”. Después de
cierto tiempo la mente de Montag funciona de forma diferente, analizando su
trabajo y forma de vida. El bombero no puede retener su curiosidad, por lo
que roba un libro y empieza comprender el mundo en el que se mueve.
Montag va aprendiendo mas, va desarrollando su mente y creatividad, pero
son los libros los que le arrebatan su vida, poniéndolo en encrucijadas que lo
llevan a cuestionar su existencia.
El cambio de Montag es lo que le da el sentido a la novela, mostrando
al lector un ideal de mundo utópico mas no imposible, cuando el verdadero
es una realidad diferente, donde el pueblo ha puesto en manos de sus
dirigentes una de las decisiones sociales e incluso filosóficas más grandes
para el hombre, planteada desde siempre: ¿He de pensar o de ser feliz?
Montag no puede contenerse y desafía este régimen, mostrando su
individualismo y curiosidad por medio de los libros, por los cuales empezó a
sentir una tremenda fascinación.
Epicuro, el filósofo griego del siglo III a. a de C, en su obra Sobre la
felicidad (1998), plantea que la filosofía y la medicina tienen el mismo
objetivo: procurar una vida feliz. Expone abiertamente que la medicina se
62
ocupa del cuerpo y la filosofía del alma. Decía Epicuro que es preferible un
pequeño dolor que producirá, un gran placer a un gran placer que producirá
posteriormente un mayor dolor.
Con estos ejemplos de situaciones y épocas diversas, la idea es
abordar la palabra como acontecimiento vivo, como el equilibrio que existe
entre lo subjetivo y objetivo, entre lo fantástico y lo real, con un componente
que forma parte de la vida. La palabra, aunque fugaz, se escucha, se puede
recordar. El eco no se olvida: la aniquila la muerte en su sonido más no en su
escritura.
Entonces, la verdadera impronta la produce la escritura: la memoria, la
mano, la voz y la imagen (sujeto) y el formato (objeto), composiciones
subjetivas y objetivas de cada uno con capacidad de hacerla perenne. Esa
producción que penetra y sale del cuerpo, esa forma de percibirnos, la
manera como se acomodan las palabras y el esfuerzo para que el cerebro
ordene los sentidos, ese producir palabras que armonicen la escritura, ese
constante diálogo con los sentidos, tiempo y tolerancia que permiten crear
obras de vida son la más bella de las conjugaciones entre cuerpo-alma y
creación, sujeto-objeto, subjetividad-objetividad y espíritu-materia. ¡Qué
misterio tan inmenso el de la palabra!
63
Siempre existirá la constante lucha para que cuerpo, mente y sentidos
logren originar lo que se pretende expresar y viceversa, entender lo que el
otro pretende decir, lograr concentración en las palabras, en la escritura y en
la lectura. Caracteres y significaciones que consiguen movilizar y sumergir al
sujeto en diferentes estados, tener la oportunidad de leer, compartir,
desglosar y discutir los textos, es una de las agradables posiciones y
situaciones que el sujeto puede conseguir y disfrutar dentro de su espacio
vital.
La palabra lo tiene todo, lo abarca todo, se torna poderosa, comunica,
construye, aniquila, deforma, fortalece…Y se trata, sencillamente, de una
forma de expresión salida de un cuerpo. Armar un conjunto de frases con
significado, reunir y escribir infinidad de textos, buscar al otro a través de
estos acercamientos y probablemente encontrar en ese otro lo que no hay en
nosotros. A esto se refiere Graciela Montes cuando expresa: “En el fondo,
toda historia del libro se ha construido sobre esta fe en el poder corporal de
lo escrito” (1999: 181).
La vida se engrandece a través de la palabra, se aproximan los seres,
se descubre al otro cuando éste solamente intenta hallarse sin que lo
perciban. Así acontece un universo sensible, alterable, perceptivo, con
imaginación, con grandes imaginarios, con esa cadena de paradigmas
inherentes que lo amarran a su cultura. De allí mis cuestionamientos: ¿para
64
qué escribimos? Y ¿cuál es la razón por la que nuestro ser se recrea mirando
y descifrando signos, cuándo estos son inertes y sólo cobran vida a través de
las acciones de nuestros sentires?
Es probable que la razón por la que nos involucramos con la cultura
escrita como lo analiza Graciela Montes(1999) sea para correr contra el
tiempo y estar convencidos que lo hemos detenido para así tener la gran
oportunidad de guardarlo en la memoria, para que la palabra se conserve
viva y perenne, para que se perpetúe la historia y la vida de quienes
escribieron, tal vez para quiénes no tienen posibilidad de expresar sus
sentires a viva voz, o para aquellos rebeldes que han tenido la valentía de
consignar sus escritos a costa de sus propias vidas.
3.2. La palabra pensada y sus paradigmas
Toda sociedad asume paradigmas y “modos de hacer”, que resultan más
marcados cuando se relacionan directamente con la palabra oral y escrita.
La oralidad por ser corporal asume normatividades que afloran en: leyendas
(imaginación), mitos (creencias) y percepciones (arraigos); y en lo escrito las
relaciones que se tienen frente al poder: (imposiciones, políticas, criterios…),
como el medio acertado para conservar la memoria y las tradiciones de los
65
pueblos y las formas de vida sociales. Lo oral atraviesa el cuerpo y lo escrito
se compromete con los objetivos precisos y limitados.
El lenguaje, universo de palabras procesadas por el sujeto, elemento vital
de producción, canal sólido que imprime huellas en las actividades diarias del
hombre y el conocimiento, pensamiento oculto elaborado y surgido a través
de la palabra pensada. Aquella imagen auditiva y pronunciada encargada de
develar ideas, creencias, y percepciones; nacimiento e intercambio de
mundos escondidos en la mente, ingrediente trascendental que permite
capturar vivencias.
El lenguaje es, pues, herramienta valiosa, se origina e introduce en la
mente a partir de nuestro origen, se vuelve familiar con el tiempo, se apodera
de nuestra voz, sentidos y espacio; se interpone entre lo real e imaginario, se
apodera de los cuerpos, retoza con las palabras, las entonaciones, las
resonancias, se adueña del pensamiento, es voraz, es capaz de
representarse por medio de cada una de los signos e imágenes quien lo
escuche y lo lea; queda tatuado en el alma, el espacio y la piel.
Aquí la palabra ya no es sólo la palabra, se convierte en una agrupación
de lecturas y de escrituras con significado. Cada forma de expresarse por
medio del lenguaje es una interpretación con contenido, una historia, una
manera singular de ver el mundo, una idea de espacio y tiempo, una
66
inmersión al conocimiento, otro tipo de mirada. Es natural que el lenguaje
tenga sus momentos, sus aciertos, sus movilizaciones y sus imprecisiones. A
medida de la evolución humana se siente una marcada preocupación por el
futuro de la cultura escritura y sus paradigmas, y en este tiempo talvez con
mayor razón debido a la aceleración y el impacto que producen las nuevas
tecnologías, teniendo también en cuenta las creencias que los sujetos
asumen respecto a su idiosincrasia.
Socializar-nos en lo especial y complejo que nos compone donde
interviene: la naturaleza, cultura, señales y signos, construcción de
lenguajes, significaciones y demás, en donde aflora de manera intempestiva
las maneras de comunicación oral y escrita involucrando al sujeto-sujeto con
sus representaciones y particularidades y abarcando desde sintaxis,
semántica, metáforas, y otros medios que las comprenden, hasta las
posiciones que el sujeto adopta para ser entendido, y aunque flaquee como
en “la prosa disminuida” 6 según la llama Cassany (2008: 121), es entre otras,
una de las formas naturales de socialización que el ser humano puede
disfrutar, recrear y modificar, esto con el fin de lograr un entendimiento
consensuado frente a los otros en los entornos sociales que lo permean.
6 Prosa disminuida, cuando en un texto se presentan las faltas más corrientes y
relevantes de redacción, además de otras impurezas y defectos que la ensucian. Explica Cassany que: “Como cualquier otra construcción, la frase a veces presenta grietas y resquebrajaduras que hacen tambalear el edificio del texto. Las faltas de redacción despilfarran la fuerza expresiva de la prosa, rompen su sinuosidad sintáctica, crean vacíos semánticos, provocan ambigüedades y, en definitiva, arriesgan el éxito final de comunicación. La prosa se vuelve coja, dislocada, minusválida”.
67
Los seres humanos, por naturaleza o convicción, tienden a registrar
cada movimiento de su vida y este registro puede hacerse de forma
individual o colectiva, es una forma de inmersión en la sociedad. La
existencia de las personas es consignada en el documento y se data, es
decir, el tiempo aporta un granito de arena en la relación: sujeto-palabra-
escritura-documento-sociedad., categorías que hacen visible la existencia del
sujeto.
Cuando se da una ojeada a los paradigmas que componen la cultura,
– en casi todos los ámbitos sociales y académicos – el leer y escribir en un
principio resulta ser oficio exclusivo de los humanistas; pero a medida que el
sujeto se familiariza con el medio esa percepción se va transformando, es
decir, resulta gratificante retroalimentarse de los escritos de otros y producir
unos nuevos. Pero en los estudiantes universitarios “primíparos” hay un
toque de mistificación que parece “tranquilizarlos”: vienen convencidos,
desde su educación media, que esa labor no los permea; da la impresión que
la tratan como una experiencia que pueden abordar en cualquier momento
de su vida, es una situación lejana.
Es importante resaltar que la globalización, unida a las nuevas
tecnologías, ha relacionado y revolucionado el lenguaje y el pensamiento a
través de los medios de comunicación “instantáneos”. Se perciben los
68
deseos de las personas por contactarse escrita y visualmente, el Internet se
convierte en un espacio substancial para que los individuos puedan expresar
sus ideologías, sentires, y también impartir conocimiento; esta herramienta
virtual cada vez es más utilizada en todos los campos: sociales, académicos,
formales, informales.
La práctica de la escritura es considerada una labor de aislamiento y
silencio, las personas se encierran a producir y en muchas ocasiones el
sujeto siente temor de socializar su obra. Sin embargo, las nuevas
tecnologías, con el Internet a la cabeza, han permitido que los sujetos se
arriesguen a dar a conocer el fruto de sus producciones, parece que
respaldarse en el mundo virtual produce más confianza en sí mismo. Esto se
puede observar cuando al final de los escritos se colocan espacios para
opinar sobre lo elaborado.
Daniel Cassany (1999: 23), autor que ha trabajado alrededor de los
mitos y paradigmas en la cultura escrita, aborda algunos de las situaciones
que atraviesan estos asuntos, fundamentalmente lo que refiere a la pérdida
de importancia de la escritura. Sustenta Cassany que los avances
tecnológicos simplemente se encargan de cambiar las formas de
comunicación, pero la escritura siempre será un instrumento indispensable
para sobrevivir en la sociedad moderna; algo esencial refiere a las
69
representaciones mentales sobre la misma escritura que los sujetos tienen
frente a la composición o elaboración de sus escritos.
Día a día se fortalecen las campañas para “salvar los documentos”,
existe inseguridad frente a las transformaciones de los nuevos formatos.
Tememos que la escritura pierda terreno, los imaginarios vuelan y percibimos
futuras generaciones sin hacer uso de la lectura y la escritura, y lo más
avasallante la presunción de que nuestros hijos se están “desalfabetizando”.
Se puede intuir la creencia -real o imaginaria- de quien no se implica en ese
mundo de significados, en esa maraña de complejidades, resulta invisible a
los demás, apreciaciones que se pueden notar con mayor relevancia en el
medio en que el sujeto se mueve.
También es importante resaltar que en las maneras de “estimular” a
los estudiantes para que se involucren con la cultura escrita se presentan
características propias de lo que lo rodea, los docentes tienden a enfatizar en
los aspectos gramaticales más que en la construcción de documentos, el
elaborar un escrito no es una actividad de esparcimiento y de goce, se da
como imposición en donde el estudiante jamás se sentirá a gusto. Lo mismo
sucede en el aula cuando el estudiante es reprendido, el sitio ideal de
“castigo” resulta ser la biblioteca; además estos recintos con infraestructura
amplia se supone deberían ser accesibles para sus usuarios, en la mayoría
de los casos tienden a conservar los documentos como “intocables” con
70
políticas establecidas para su consulta en vez de encontrar soluciones
viables que permitan que los sujetos-usuarios se envuelvan en el material.
El lenguaje y sus formas son netamente sociales, se desarrollan
dentro del marco de construcción de comunidad, es necesario que la
elaboración de los escritos se construya colectivamente, sugiere Cassany, de
esta manera permitiendo que los estudiantes se apoyen unos a otros en el
proceso aprendizaje-lectura-escritura; esto con el fin de familiarizarlos en una
actividad que forma parte de su rutina diaria, especialmente en el ambiente
que se desenvuelven. Tal tipo de ínter-actuación y retroalimentación permite
a los individuos permearse de un conocimiento amplio en los temas a
abordar.
Es así como esta relación sujeto-sujeto permite a los participantes
expresarse libremente y socializar sus escritos de una manera espontánea,
además se liberan las creencias encaminadas a que sólo escriben quienes
estudiaron las ciencias humanas. García Márquez lo manifiesta con la
belleza propia de las palabras sencillas:
Yo no concibo la inspiración como un estado de gracia ni como un
soplo divino, sino como una reconciliación con el tema a fuerza de
tenacidad y dominio. Cuando se quiere escribir algo se establece una
especie de tensión recíproca entre uno y el tema, de modo que uno
atiza al tema y el tema lo atiza a uno. Hay un momento en que todos
los obstáculos se derrumban, todos los conflictos se apartan, y a uno
71
se le ocurren cosas que no había soñado, y entonces no hay en la
vida nada mejor que escribir. Eso es lo que yo llamaría inspiración
(Citado en: Yepes, 1995: 92).
Otro de los aspectos para resaltar dentro de los paradigmas del mundo de
la escritura según Cassany tiene que ver con la complejidad con que se
elaboran los documentos. Es frecuente que dentro de nuestra comunidad lo
escrito sea totalmente inaprehensible para todos incluyendo muchas veces a
su propio autor. La mayoría de las personas no alcanzan a entender los
documentos básicos que administran su vida, en lo sencillo y en lo vital, por
ejemplo: contratos de trabajo, seguros de vida y demás, porque su lenguaje
es tan denso que resulta imposible de comprender. Es una creencia
generalizada en todos los medios sociales y académicos que lo natural,
sencillo y fácil de comprender causa respeto, lo complicado resulta ser lo
óptimo.
Teniendo en cuenta lo anterior respecto a la artificiosa complejidad de
lo escrito e involucrándose en el mundo académico, Cassany (1999: 26)
expresa: “En el aula, muy pronto el aprendiz se contagia de esta valoración
positiva de la dificultad y tiende a escribir con palabras difíciles y
construcciones complejas”. Dar preponderancia a lo difícil y desvalorar lo fácil
es un factor que se presenta en repetidas ocasiones y que su impacto
genera complicación en el autor y confusión en el lector.
72
La mayoría de los sujetos que son buenos lectores y sienten respeto
por la palabra son concientes del poder que ésta ejerce en el ser humano.
Pero, observando de cerca, todos somos concientes de el poder que el
lenguaje y la palabra tienen sobre nuestras vidas, Cuando construimos
frases, cuando las palabras se entrelazan y expresan algo, cuando nuestro
imaginario vuela y se cristaliza, esto cotidianamente no nos desconcierta;
pero cuando el escritor arma un conjunto de párrafos producto de su
imaginación, si existe desconcierto, sorpresa, alegría y en ciertas ocasiones
desazón. Entonces, ¿cuál es la razón por la que nos afectan los escritos?
¿Es acaso ese poder implícito que hace que nos involucremos con las
palabras? Los documentos nos representan, nos hace visibles.
Las palabras transitan, el sujeto muere y los escritos se conservan. Un
arte que permite descubrir y encubrir la vida. La palabra permite que a través
de su organización la lengua se manifieste, las ideas se renueven, se revivan
seres que tal vez nunca existieron y se preserven en la memoria como lo
más importante. Es así como podríamos preguntarnos la razón por la cual
personajes que han sido dibujados y creados en un papel o pantalla pueden
llegar a ser tan importantes como una persona real, ¡esos son los grandes
secretos de la palabra convertida en escrito, en arte!
Revisando las formas de abordar el poder de los documentos y las
representaciones que impone frente a los sujetos – paradigmas,
73
pensamiento, conocimiento, cultura – me parece importante continuar con
análisis que roce las normatividades y jurídicas que la sociedad ha
implementado a través de los mismos documentos con respecto a la vida
social de los individuos.
3.3. El documento escrito impone o supone una jurídica
Jurídica es un concepto sobre el que no hay consenso, su definición
se puede aproximar como término que hace referencia a los aspectos que
envuelven a los individuos en tanto que conformen una sociedad, y a las
maneras como se ajustan criterios y valores que se tienen en torno a la
convivencia; da la sensación que ronda en torno a este asunto una especie
de juicio.
A partir de esta premisa se podría pensar que el carácter que la
sociedad le da a la jurídica corresponde a normas y patrones de medida
elaborados. Es así como las actividades sociales que las personas realizan
se encaminan a una tipificación del comportamiento real y deseable.
Entonces estas normas jurídicas establecidas se aprenden y aprehenden en
el trato social con los otros, por medio de un proceso de socialización que en
la mayoría de los casos son concertadas en grupos y comunidades.
74
La jurídica surge en relación con las actividades y experiencias
humanas, se trata de manifestaciones impuestas y necesarias para la
convivencia que permiten parametrizar y juzgar actividades desempeñadas
dentro de grupos de individuos; se refiere a las normas y necesidades
sociales que las caracterizan y de las que los sujetos no se pueden
desprender, pues su seguridad e identidad depende de ellas.
Entonces jurídica y poder, jurídica e imposición, jurídica y visibilidad,
jurídica y sociedad, resultan compatibles e inseparables. Con el transcurrir
del tiempo el ser humano se compromete con sus propias imposiciones;
ejemplo claro se puede observar en el capítulo Las edades de la vida, escrito
por Philippe Ariés (1987) cuando hace referencia a los hábitos que adquieren
las comunidades frente al documento escrito y a la forma intencional de
utilizarlo. Ariés ilustra este asunto (1987: 33-34) de manera clara cuando se
refiere al nacimiento de los documentos de identidad y cómo estos
encasillan y codifican a los sujetos: “Nuestra personalidad civil se expresa
ahora con más precisión por nuestra fecha de nacimiento que por nuestro
patronímico” y en el caso de la época actual pues, por números de
identificación y códigos.
Una clase de documento escrito es tratada dentro de parámetros y
medidas que se toman para hacer cumplir reglamentaciones impuestas con
el fin de conservar y proteger la identidad e historia de los sujetos y lo que los
75
rodea: la documentación personal (cedula, partidas de bautismo,
confirmación, matrimonio, títulos de estudio, defunción, certificados de
subsistencia para la pensión de jubilación, etc.), asentamiento de ciudades
(límites y fronteras), conservación de monumentos (patrimonios culturales e
históricos), patentes de inventos, contratos, cheques, facturas y demás.
Estos documentos han sido concebidos, pensados e innovados desde la
antigüedad hasta nuestros tiempos en concordancia con las nuevas
tecnologías y sus aceptaciones, que en la mayoría de los casos tienen
validez.
La representación del mundo y su realidad se torna visible alrededor
del instrumento en este caso libro, documento, archivo, películas, y demás.
De esta manera se ratifica el poder que los documentos tienen en la vida de
los individuos. Eisenstein afirmaba:
Los logros alejandrinos que concluyeron con la caída del Imperio
Romano en el siglo IV d.C. no fueron superados hasta la invención de
la imprenta, que permitió poner “el mundo sobre el papel”7 para que
todos los viajeros del salón lo vieran. (Citado en Olson, 1999: 221).
La noción de mundo de papel que explica Olson no parece compartida
por aquellos que construyeron tal mundo e hicieron posible su divulgación, 7 Olson conjetura que el mundo sobre el papel es una metáfora apta para analizar las
implicaciones de la cultura escrita, dado que mediante la creación de textos que funcionan como representaciones, es posible abordar el mundo, pero el mundo tal como es copiado o descripto. (1999, p. 221).
76
por ejemplo a Galileo le parecía importante apartarse de los libros para
estudiar las cosas en sí mismas. Pero se puede pensar que, a pesar de las
maneras de opinar de estos últimos sobre tales cuestiones, es identificable el
poder de los documentos y la influencia que tienen en la adquisición del
conocimiento. También es significativo asumir un distanciamiento con los
documentos para encontrarse consigo mismo y reconocer e interiorizar al
otro.
Lo oral, de por sí, tiene sus ventajas cuando se trata de expresar con
fuerza lo que se desea comunicar: la palabra en conjunto con la condición
corporal, todo lo que puede emerger, la voz, los ademanes y actitudes, cosas
que el discurso transcrito no puede manifestar. Esa condición humana se
torna compleja de forjar en lo escrito, sin embargo cuando se trata de
comunicar nuevos diálogos a otros el texto aparece como un vehículo de los
más amplios y abiertos que domina el pensamiento actual. Olson manifiesta:
“Aprender a leer es, en parte, aprender a hacer frente a lo no expresado”.
(1999: 293).
También Jacques Derrida hace una ilustración en su obra Mal de
archivo (1997: 2)8 respecto a la forma como los documentos influyen en la
vida de los seres humanos y el puesto que los sujetos le dan a los
8 Conferencia pronunciada en Londres el 5 de junio de 1994 en un coloquio
internacional titulado: Memory: The Question of Archives.
77
documentos. Este autor afirma que: “Nunca se renuncia, es el inconsciente
mismo, a apropiarse de un poder sobre el documento”, abordaje que explicita
lo expuesto anteriormente. Derrida formula un cuestionamiento en el que no
deja de preguntarse por la distinción del archivo frente a aquello que lo
podría reducir, en especial la experiencia de la memoria y el retorno a lo
sucedido, a la historia, que en fin de cuentas según su teoría es la búsqueda
del tiempo perdido.
Expone este autor que:
No hay archivo sin el espaciamiento instituido de un lugar de
impresión. Fuera, en pleno soporte, cualquiera que éste sea, actual o
virtual. ¿En qué se convierte el archivo cuando se inscribe en pleno
cuerpo llamado propio? Sino por la palabra “archivo” y por el archivo
de una palabra tan familiar. Arkhé, recordemos, nombra a la vez el
comienzo y el mandato. Este nombre coordina aparentemente dos
principios en uno: el principio según la naturaleza o la historia, allí
donde las cosas comienzan – principio físico, histórico u ontológico –,
mas también el principio según la ley, allí donde los hombres y los
dioses mandan, allí donde se ejerce la autoridad, el orden social, en
ese lugar desde el cual el orden es dado –principio nomológico. Allí
donde, hemos dicho, y en ese lugar. ¿Cómo pensar allí? ¿Y cómo
pensar ese tener lugar o ese ocupar sitio del arkhé? Habría allí, por
tanto, dos órdenes de orden: secuencial y de mandato. Una serie de
divergencias no dejará, pues, de dividir cada átomo de nuestro léxico.
(1997: 3).
La escritura y su soporte el documento se convierte en una poderosa
herramienta que asigna modelos equivalentes a través de la enseñanza; el
78
conocimiento se vuelve externo y de esta manera se normaliza y vigila.
Sócrates opinaba que los seres humanos “fiándose de lo escrito, llegarán al
recuerdo desde fuera, a través de caracteres ajenos, no desde dentro, desde
ellos mismos y por sí mismos” (Ong, 2001: 109). De esta manera se aborda
la información escrita que es regulada también por unas normas ortográficas
y de elocución.
Entonces, el poder y la jurídica de los documentos se refleja en la vida
de los sujetos como parte de su existencia, ser-identidad, ser-alguien, ser-
reconocido, ser-admitido, ser-social, son algunos de los elementos que se
requieren para re-conocer-se y re-conocer a los otros. Los dispositivos están
latentes, los conceden los documentos y la lectura que se haga de ellos. No
sólo nuestros mecanismos de lectura y escritura nos colocan, a nosotros y a
nuestro universo, sobre los documentos. Estamos concientes que las áreas
del conocimiento, son en gran medida, maquinarias literarias. Encontramos el
reflejo de nosotros mismos, nuestras imágenes y nuestro cosmos en pos de
estos elementos, viviendo un mundo representado en los documentos. La
jurídica se convierte en un factor determinante de convivencia, es aceptar
vivir en un mundo normalizado y de eso no nos podemos escapar. Los
documentos son el soporte para la construcción de un mundo que garantice
la seguridad de identidad, territorio y reconocimiento.
79
4. CULTURA ESCRITA, EDUCACIÓN Y CONOCIMIENTO EN EL ENTORNO UNIVERSITARIO
La más noble adquisición de la humanidad es el HABLA, y el arte más útil, la ESCRITURA.
La primera distingue al HOMBRE de los animales; la segunda, de los salvajes incivilizados.
(Astle, 1784: i). (Citado en Olson, 1999:21).
La primera parte de este capítulo relata las etapas que se
llevaron a cabo para descubrir los imaginarios que se edifican al
rededor de la cultura escrita en el contexto universitario, “la ruta”. la
segunda se refiere a las representaciones de lo escrito en la cultura
académica y su relación con la educación, “el tiempo y espacio”; y la
tercera aborda el concepto de imaginarios, mostrando apreciaciones y
percepciones que se han dilucidado respecto a la indagación, “la
vida”. A partir de estos tres componentes -ruta-camino, tiempo-espacio
y sujeto-vida, se elabora un camino inacabado, que quizás otros
retomen. Es necesario advertir que son relevantes los factores
sociales que se implican en la relación sujeto-escritura para de esta
manera aprehender, resaltar y descubrir los imaginarios inmersos
dentro del medio universitario.
Teniendo en cuenta que la cultura a indagar se compone de
una red de estamentos que unifican un espacio geográfico, el
conocimiento y sus expresiones conducen a situaciones que generan
imaginarios auténticos y validos dentro de su entorno. Se trata de
indagar lo subjetivo y colectivo que nos acontece. Entonces, la cultura
en este caso es tratada como un tejido de diálogos que precisa y
establece todo el quehacer de una comunidad, es un permanente fluir
de palabras y sentimientos expresados de diferentes maneras.
Se ha transitado por la mente, se han abierto las primeras
ideas. Es hora de la alteridad, es hora del caos…
80
4.1. La ruta del diálogo sobre lo escrito
La palabra viva es la principal herramienta para desarrollar esta
indagación y los imaginarios el ingrediente vital, ambos sirven de base para
desplegar una escritura con significado. A pesar de que los imaginarios son
sociales y colectivos por naturaleza, dentro de esta composición lo subjetivo
tiene prelación, es decir lo que habita en la mente de cada sujeto, como dice
Olson: “La subjetividad tiene una propiedad reflexiva; es el reconocimiento de
los estados mentales de uno mismo y de los otros en tanto estados
mentales” (1997: 261).
Esta indagación surge de mis inquietudes acerca de cómo los sujetos
conciben la cultura escrita y en especial la percepción que se tiene acerca de
los documentos, es un desentrañar pequeñas actitudes y acercamientos que
se generan en espacios donde lo escrito es vital. La ruta parte de
conversaciones informales, críticas y de camaradería con personas que
componen el entorno universitario: docentes, estudiantes, empleados y
trabajadores.
Los diálogos en su mayoría no fueron concertados, emergieron de
reuniones de amigos en cafeterías y de opiniones casuales que afloraron en
81
el momento oportuno y que fui consignando en un papel de cuaderno, razón
por la que sólo doy cuenta de ello con el recuerdo que esos apuntes me
proporcionan. Otros de los diálogos si fueron acordados y consignados, pero
no con la rigidez que proporciona una entrevista, fueron momentos
agradables que se departieron alrededor de una taza de café. A pesar de
que las pláticas eran sencillas, sin esquemas, las preguntas que produje
gozan de intencionalidades conducentes a describir, percibir y aprehender
las representaciones, percepciones y sentires que se tienen acerca de la
cultura escrita dentro del entorno mencionado.
Este viajar y avanzar recorriendo la palabra viva ha permitido también
descubrir esbozos de posibles propuestas de todos, que talvez podrían
conducir a un acercamiento amigable a la lectura y escritura. Estas
propuestas salidas de los imaginarios son sólo planteamientos, no se trata de
experimentar, aplicar, imponer y ejecutar, son pensamientos emergentes de
diferentes sujetos que se interesan por aportar y trasmitir conocimiento y
contribuir al mejoramiento de la calidad en la producción de textos y
discursos.
4.2. Representaciones de lo escrito en la cultura
universitaria
82
Una de las particularidades del mundo moderno es la universalización
y manejo de la escritura. En todos los aspectos relevantes de la vida tiene
incidencia y nuestro lugar en el cielo o el cielo o el infierno – según nos han
dicho –, depende de lo que está escrito en el Libro de la Vida (Olson, 1999,
21).
Dentro de nuestras facultades valiosas está la capacidad para manejar
la palabra escrita, es lo que se puede denominar Cultura Escrita. Sin
embargo se puede observar que dicha cultura no tiene fronteras, está
implícita en todas las comunidades, el gusto por la lectura tiene un
componente que seduce a leer sin importar su condición social. La cultura
escrita se puede concebir como un estado social.
Entrar en el mundo universitario, en este espacio uniforme de la
generación de conocimiento y al abordar lo escrito, tiene incidencia los
constructos colectivos que se hacen alrededor de ella. Los docentes
manifiestan constantemente las dificultades que los estudiantes tienen al
elaborar sus escritos partiendo de la premisa de que no saben leer ni
escribir. Autores como Leme Britto en su experiencia académica lo
confirman:
La producción de textos por estudiantes en condiciones escolares está
marcada, desde el principio, por una situación muy particular, en la
83
cual se le niegan a la lengua algunas de las características básicas de
su empleo, a saber, su funcionalidad, la subjetividad de sus locutores
e interlocutores y el papel mediador de la relación hombre-mundo. El
carácter artificial de esta situación domina todo el proceso de la
redacción, siendo factor determinante de su resultado final. (2003: 81).
Apreciación como la anterior reconoce que la escritura no es
únicamente un dispositivo de comunicación sino que sirve para ensanchar y
evolucionar el conocimiento. A pesar de que la escritura es usada en todos
los horizontes educativos su empleo generalmente se relaciona con las
maneras de registrar los saberes y no como una alternativa de goce de
lectura, de ocio o de generar nuevo conocimiento.
Paula Carlino, en su documento: Prácticas y representaciones de la
escritura en la universidad los casos de Australia, Canadá, EE.UU. y
Argentina (2005: 2), analiza los modos como la escritura se enseña en la
universidad y ausculta las universidades mencionadas anteriormente,
llegando a la conclusión que uno de los rasgos más típicos de la educación
universitaria, particularmente en las Ciencias Sociales, es estar organizada
alrededor de textos y autores. Su investigación convalida el hecho que la
lectura y la escritura han sido objeto de atención en la academia desde hace
muy poco tiempo. El dispositivo escolar es, ante todo, letrado.
Afirma también la autora que las formas en que la escritura es
presentada, enseñada y evaluada en la educación superior ameritan
84
convertirse en un campo de estudios relevante, debido a que las prácticas de
escritura no son universales sino que, dentro de las comunidades, se
presentan grupos con particularidades lectoras y de esta manera se va
construyendo una cultura particular en torno a lo escrito.
Carlino (2005: 5) propone, además, la aplicación de prácticas creadas
y utilizadas en otros países que generan cambio de actitudes en los
estudiantes frente a lo que implica leer y escribir, formas de hacer que se han
tratado de implementar en países de habla hispana como Argentina. Dentro
de estas prácticas se pueden destacar categorías expuestas por la autora
que en mis conversaciones con docentes fueron ratificadas y sugeridas,
aunque en algunos de los casos no ejercidas: cursos de escritura académica,
centros de escritura, sistema de “compañeros de escritura en las materias”,
materias de escritura intensiva, servicio de orientación a docentes,
enseñanza en equipo, estímulo y reconocimiento a cátedras para que
integren la enseñanza de la escritura, subsidios que apoyen la lectura, foros,
asignación de más auxiliares docentes y promoción en todas las facultades
de la importancia de lo escrito dentro de sus quehaceres académicos.
Los docentes sienten la necesidad de elaborar discursos en la
formación de sus estudiantes con el fin de desarrollar en ellos pensamiento
crítico e intelectual, y dejar por un momento a un lado lo que el currículo
impone. Se trata de una transformación alternativa. Leme Britto expresa:
85
Dicha transformación no se logrará mediante la inserción en los
currículos de cursos de redacción, sino mediante cambios profundos
en la misma forma de organización de la escuela y de la posibilidad de
convivencia con los discursos de prestigio, manifestados tanto en los
objetos culturales, en particular en las artes, como en los objetos
científicos. (2003: 90).
Retomando lo anterior, es necesario poner en consideración la
subjetividad y subjetivación de los estudiantes frente a las prácticas
expuestas, es decir, el modo de ser y pensar de los estudiantes trae consigo
marcas de identidad que los hace únicos. “Como sujetos inmersos en una
realidad social concreta, ellos tienen su lenguaje, su cultura y sus
concepciones del mundo cargadas de valores ideológicos y fuertemente
marcadas por sus experiencias” (Orlandi, 1983, citado en Leme Britto, 2003:
90).
La idea es reconocer que las prácticas de enseñanza predominantes
en un país integran su “cultura académica” (Carlino, 2005: 8). Se trata de
integrar todo un sistema en una programación que conduzca al mejoramiento
de los procesos, teniendo en cuenta que toda comunidad tiene un sentido de
pertenencia frente a sus creencias, valores, tradiciones, paradigmas y
demás, que actúan en consecuencia y comprensión de un mundo social
elaborado. Además, insistir en la representación escritural dentro de la
cultura académica.
86
4.3. Imaginarios en el ámbito universitario
Antes de dar a conocer los imaginarios que se perciben en el ámbito
universitario, es necesario precisar y acercarse al concepto y significado de
imaginarios que nos ofrecen algunos de los autores que han profundizado el
tema. Se continua con una ruta trazada, en donde se avizoran las
características, y se tipifican estos imaginarios que se han ido elaborando
con la cultura, identidad y época, razón por la que doy cuenta de lo actual.
Abordar los imaginarios es involucrarse en lo social e histórico de las
comunidades, significa introducir en el consciente construcción de identidad
colectiva, nacida ésta de un conjunto de significaciones y símbolos creados
por sentires de expresiones e imágenes que proporciona la misma
imaginación. Estos imaginarios arremeten dentro de la sociedad con una
fuerza intensa, son capaces de establecer realidades dentro de las
subjetivaciones, conservar lo histórico y social, tienen raíces, están en
capacidad de sustentar y transformar sus propias normas y las que impone la
misma cultura, son capaces de instaurar demarcaciones entre lo tradicional
y representativo y la cultura como sentido de realidad.
87
Se puede creer entonces que los imaginarios hacen perceptible lo que
no se puede ver, es decir, tienen el poder de exaltar los paradigmas y las
abstracciones que los sujetos edifican en comunidad y que interiorizan en
sus propias vidas como algo significativo e imborrable que se transmite de
generación en generación. Se trata de ideologías elaboradas, concebidas, y
distribuidas por medio de las percepciones que se tienen a partir de vivencias
compartidas. Esta manera de afrontar la realidad a partir de los imaginarios
solamente se ha podido trascender a través del lenguaje, de las
significaciones, de las transmisiones escritas y sonoras. Las costumbres de
los pueblos se elaboran en la relación inter-subjetiva que se comparte con
los otros.
García Canclini, en entrevista concedida a Lindón, hace referencia al
concepto de imaginarios y lo explica desde una perspectiva social, teniendo
en cuenta las situaciones de convivencia que comparten las comunidades:
En términos muy generales podemos decir que imaginamos lo que no
conocemos, o lo que no es, o lo que aún no es. En otras palabras, lo
imaginario remite a un campo de imágenes diferenciadas de lo
empíricamente observable. Los imaginarios corresponden a
elaboraciones simbólicas de lo que observamos o de lo que nos
atemoriza o desearíamos que existiera. Una de las tensiones en que
se juega el estudio de lo imaginario en el pensamiento actual es en la
relación con lo que llamaría totalizaciones y destotalizaciones,
considerando que no podemos conocer la totalidad de lo real y que las
principales epistemologías contemporáneas desconfían de las
visiones totalizadoras (Citado en Lindon, 2007: 90).
88
García Canclini dibuja lo imaginario como complemento de los vacíos
de lo que podemos conocer; lo humano y social juegan un rol determinante
en los modos de producción de conocimiento general, refiriéndose
específicamente a las maneras de interpretar cada cultura su identidad. Por
ejemplo: en la modernidad se aspiraba a un conocimiento científico que
pudiera organizar las totalidades sociales y hacer afirmaciones rotundas
acerca de cómo funcionaba el mundo, la ciudad o una nación, entonces esta
época como las demás enfrentaron y asumieron sus propios paradigmas.
Se dispone de un saber territorial compuesto por matices que
determinan las condiciones para producir conocimiento, pero no se trata de
aquel conocimiento emanado de lo científico, es la apropiación de un
conocimiento con-sentido por los habitantes de un espacio. Lo imaginario y
sus representaciones aparecen como elementos claves de lo que significa
una realidad construida con la imaginación, entonces, las prácticas sociales
tienden a condicionar la conducta de los individuos. Sin embargo, esto no es
definitivo en los modos de hacer de las comunidades; no es secreto que la
globalización ha contribuido a unificar e imponer otras maneras de actuación
que conducen a nuevas formas de receptar lo imaginario.
89
Es palpable que entre los sujetos que habitan una sociedad existen
diferencias culturales, históricas, económicas y demás que los hacen
aprender y asimilar las formas de actuar diferente de los otros, teniendo en
cuenta que esas diferencias los limitan. Los imaginarios se encaminan a una
sola ruta y permiten compartir espacios comunitarios con opiniones
colectivas que involucran sus formas de vida, como lo expresa Castoriadis:
Realidad, lenguaje, valores, necesidades, trabajo de cada sociedad
especifican en cada momento, en su modo de ser particular, la
organización del mundo y del mundo social referida a las
significaciones imaginarias sociales instituidas por la sociedad en
cuestión. Son también estas significaciones las que presentifican-
figuran en la articulación interna de la sociedad –en tanto que la
colectividad puede ser instituida como distribuida entre categorías de
individuos, dividida de manera simplemente simétrica o escindida
asimétricamente en y por un conflicto interno-, en la organización de
las relaciones entre los sexos y la reproducción de los individuos
sociales, en la institución de formas y de sectores específicos de hacer
y de las actividades sociales. (1989: 330).
De esta manera y analizando los conceptos anteriores, puedo afirmar
que los imaginarios que se han tejido alrededor de la academia, son
construidos por medio de conductas y sentires de los sujetos a través de su
cultura. En este sentido me atrevo a reconocer características de imaginarios
que percibí en los encuentros. Estas características son sólo mis
percepciones, y el material que me proporcionaron los sujetos con quiénes
90
conversé, no son tipificaciones extraídas de documentos, razón por la que
podrían llevarme al acuerdo y al desacuerdo:
Cosmovisiones9: consiguen caracterizar los comportamientos sociales,
hacen del ser humano, un ser colectivo. En este caso de indagación
conduce a una forma de describir un conjunto de experiencias,
creencias y valores que inciden en la forma en que el sujeto
universitario percibe la realidad y en su forma de respuesta. Es una
manera como puede ser entendido un pedazo de mundo, algunas
personas lo representan como paradigmas. Las personas que leen
mucho son inteligentes, preparadas, inalcanzables. Se supone que los
intelectuales deben entender todo lo que los rodea. Son ejemplos de
este tipo de imaginario dentro de la cultura universitaria.
Creencias10: van más allá de lo imaginado, son más culturales, son
arraigadas, se estacionan. No estudio historia porque estoy seguro
9 Las cosmovisiones son el conjunto de opiniones y creencias que conforman la
imagen o el concepto general del mundo que tiene una persona, época o cultura, a partir del
cual interpreta su propia naturaleza y la de todo lo existente. Una cosmovisión define
nociones comunes que se aplican a todos los campos de la vida, desde la política, la
economía o la ciencia hasta la religión, la moral o la filosofía. (Citado en Internet, Wikipedia).
10 La creencia es algo así como un modelo, generalmente basado en la fe, creado por
nuestra mente, el cual luego por la interpretación deviene en un contenido cognoscitivo de un hecho concreto o abstracto, el cual no presentará una demostración absoluta y ni siquiera tampoco se le exigirá un fundamento de tipo racional que lo explique, pero que aún ante esta situación de carencia de comprobación, tiene serias y ciertas oportunidades de remitir a una verdad. (Citado en Internet, Wikipedia).
91
que tengo que leer demasiado, en ingeniería mecánica sólo tengo que
entenderme con números. Es una expresión que se escucha en los
jóvenes cuando inician sus carreras. Es un tipo de creencia
generalizada en la universidad.
Mitos11: parten de algunas creencias que vienen de generación en
generación, y son inamovibles. La biblioteca es el alma de la
academia. Es un templo. Se trata de un mito conservado por años. Si
se observa de lejos a la biblioteca es sólo un apoyo a la academia, sin
embargo, el respeto fundado hacía ella viene desde la antigüedad. El
documento siempre ha sido venerado.
Fantasías: esos sueños que han sido elaborados en comunidad, los
que movilizan, los que dan fuerzas para seguir. Estoy seguro de que
cuando termine mi carrera mi vida cambiará, tendré nuevas
oportunidades, me conseguiré un buen empleo, mis amigos me
11 Los mitos son relatos basados en la tradición y en la leyenda creada para explicar el
universo, el origen del mundo, los fenómenos naturales y cualquier cosa para la que no haya una explicación simple. Sin embargo, no todos los mitos tienen por qué tener este propósito explicativo. Igualmente, la mayoría de los mitos están relacionados con una fuerza natural o deidad, pero muchos son simplemente historias y leyendas que se han ido transmitiendo oralmente de generación en generación. (Citado en Internet, Wikipedia).
92
respetarán, debo concentrarme en leer, escribir, estudiar y producir
académicamente, porque estoy seguro que es de la única manera que
puedo conseguir dinero.
Analizar los imaginarios en cualquier ámbito es una tarea que además de
ser subjetiva, lleva a la alteración, a la sorpresa, a la conmoción. Cómo
expresé anteriormente relacioné los imaginarios en cuatro estados que
quizás podrían ser muchos más, pero caracterizarlos no implicó que debían
estar sujetos a dichas tipificaciones, esto quiere decir que los presento de
manera independiente, sueltos, libres y autónomos.
Recuperemos literalmente la palabra y ofrezcamos nuestra comprensión en
síntesis…
4.3.1. “Enfrentarse al papel en blanco es muy complejo…”
Cuando se trata de percibir los imaginarios que se elaboran en la
academia respecto al documento escrito, los descubrimientos son
sorprendentes; los espacios habitados y las opiniones acerca de lo cotidiano
tienen características heterogéneas, pero consensuadas; lo individual y
subjetivo se respeta y valida, lo colectivo se acuerda y se ejerce. El concepto
sobre lo imaginario sobrepasa los límites de lo real, lo concreto, lo que se
93
observa, tiene preferencia sobre lo imaginado, como lo expresa Canclini:
“Estamos frente a un proceso de fundamentación y reconstrucción incesante
del objeto”. Este autor explicita la idea de una mejor manera:
Estos imaginarios no corresponden mecánicamente ni a condiciones
de clase, ni al barrio en el que se vive, ni a otras determinaciones
objetivables. Aparecen aspectos subjetivos, aunque a mí no me
resulta muy convincente reducir lo imaginario a lo subjetivo, porque
también la subjetividad está organizada socialmente. Pueden hacerse
muchas variaciones desde la perspectiva del sujeto, pero siempre
están condicionadas, existe un horizonte de variabilidad que no es
enteramente arbitrario (Citado en Lindon, 2007).
Al indagar el entorno universitario, labor realizada en espacios abiertos
y en conversaciones informales, con sujetos que ocupan los diferentes
estamentos en este caso, docentes, estudiantes, empleados y trabajadores
de las diferentes universidades de la ciudad, se percibieron nuevas y
arraigadas formas de tejer y asumir imaginarios que atraviesan e invaden el
pensamiento y las formas de relacionarse con lo escrito.
Se analiza y observa el mundo alrededor de paradigmas que se han
ido construyendo con marcada tendencia a encontrar verdades, edificar
fantasías, elaborar mitos y fabricar sueños, como se ha expresado en el sub-
capítulo anterior en la parte donde se explican mis maneras de clasificar de
los imaginarios, que se traducen en las impresiones colectivas referentes a la
vida universitaria y sus implicaciones con la cultura escrita. Estos sujetos me
94
entregaron su palabra desnuda y sus sentires en respuestas subjetivas y en
pensamiento individual, pero que al confrontar dichas expresiones se
visibilizan las emociones comunes y equivalentes que hay frente a los otros y
su territorio.
El sujeto universitario en su platicar y entorno, reconoce el poder
inconmensurable de los documentos, hasta el punto de concebir la huella
digital como uno de las formas más relevantes de presentar la identidad-
cuerpo-intimidad como documento personal, cuando viajé al exterior no me
solicitaron el pasaporte físico, en papel, sólo me pidieron que colocara la
huella digital en un dispositivo electrónico y allí salí yo, en un documento que
hablaba de mi existencia. A partir de esta manera de concebir el cuerpo, o
parte de él como documento se reconocen otros dispositivos que generan
pertenencia espiritual (conocimiento, pensamiento, ideología), y material
(libros, bibliotecas, ordenadores).
Los docentes en sus pláticas fueron enfáticos en afirmar que los
estudiantes actuales no tienen interés por la cultura escrita, consideran que
éste fenómeno en parte se debe a la presencia de las nuevas tecnologías, a
las facilidades de comunicación y consecución de la información a través
medios virtuales que proveen rapidez en su adquisición y economía en
términos de tiempo, dinero y síntesis de los textos. La Internet está llevando
a un copiar y pegar haciendo de esto individuos menos reflexivos y críticos
95
frente a la construcción del conocimiento. Sin embargo se reconoce la
importancia de la técnica aliada con la escritura, y aunque haya otras formas
de significar las cosas, otras formas de escribir y de leer, otras lecturas y
textos, la escritura y la técnica se fortalecen en lo escrito, se indispensabiliza
el documento.
En este contexto se nota que existen transformaciones en la identidad
cultural que muestran diversidad de miradas a otras culturas, a estas
características es lo que podríamos denominar: alteridad. La cultura es vista
como lo expresa Botero Uribe: “Una fábrica que siempre está procesando
caracteres de otras culturas; las culturas, pues, evolucionan, se enriquecen,
adquieren elementos nuevos, propician prácticas innovadoras” (2004: 114).
Es cierto que nuestros jóvenes tienen tendencias a imitar los hábitos y
costumbres de otros territorios y en las nuevas tecnologías hay una marca
que los universaliza. Pero, cuando en la indagación se hace referencia a
esos imaginarios que han sido caracterizados y tipificados, se siente un
desplazamiento sutil hacia la globalización. De esta manera, también nos
podríamos preguntar: ¿cuál identidad? En este mundo en el que todos los
modos de vida tienden a universalizarse (moda, costumbres, diseño en las
viviendas, en el arte, y otros), sin embargo, se nota que en el entramado
social de las comunidades, aunque exista la tendencia a homogenizarse, hay
ciertas particularidades que hacen que la cultura deje una huella. Esto
96
significa que cuando se asumen los imaginarios la identidad prevalece:
Prefiero estudiar en grupo con mis compañeros, en la U o en la casa, que
hacerlo virtualmente, las conversaciones orales me retroalimentan mejor. Me
gusta cuando mi profesor habla en clase y explica lo que no entiendo, lee lo
que quiero me ayude a comprender. El Messenger me encanta cuando
necesito comunicarme con mis amigos instantáneamente, de resto prefiero
verlos.
Se alude al “facilismo”, hay una queja reiterada de parte de los tutores
respecto a la forma como los estudiantes asumen la presentación de sus
textos, no se trata sólo de entregar contenidos, es a la forma también,
cuando elaboro talleres en clase, los incito a que escriban y no veo
producción; las máquinas están desplazando la capacidad de creatividad en
los estudiantes, éstas les corrigen ortografía y gramática, es probable que así
no aprendan a escribir. Estas maneras de imaginar permiten también que el
profesor aborde otras tácticas o métodos que acerquen discretamente al
estudiante y lo lleven a enfrentarse con sus subjetivaciones y a su vez
aproveche lo virtual. No se ha hecho un trabajo conciente respecto a las
motivaciones de los estudiantes para leer y escribir, es probable que no
tengamos conocimiento claro de los atractivos que las nuevas tecnologías
poseen, que aún así sabiéndolas aprovechar, no sólo beneficia la academia
sino la investigación.
97
Otro de los aspectos a resaltar a los que aludieron los docentes tiene
que ver con los medios de comunicación y en especial los de imagen y
virtuales, existe una tendencia al culto que se hace de la imagen corporal, a
la estética, vista esta como una manera de deformar la identidad, la
manipulación de estos medios hacia la imagen, la forma como el sujeto se va
desterritorializando, cambiando, transformando, lo aleja de la cercanía al
mismo cuerpo, a los libros, al contacto con el otro, a las maneras de
relacionarse socialmente y con la realidad, estamos más virtualizados.
El libro es concebido como la más valiosa herramienta, (o una de las
más valiosas) inventada, portadora de sentido, y a pesar de los riesgos
inminentes de su desaparición en formato impreso, se acepta su reemplazo
por el objeto-electrónico, mientras se respeten sus características originales
(forma, accesibilidad, presentación, y demás). El formato actual impreso es
probable que cambie, considero que se conserve tal vez por simpatía. Es
abordado el formato electrónico y digital como una transformación que
permite a los lectores tener accesibilidad rápida y económica. El nuevo
documento-libro-electrónico-portátil, no representa una amenaza o forma de
extinción del otro, todo lo contrario, el libro impreso se puede asumir como
reliquia, historia y patrimonio.
Sin embargo, algunos docentes son renuentes a imaginar la
desaparición del libro impreso y consideran que en todo el mundo la gente
98
seguirá usándolo a nivel de hobby, preparación científica y simpatía. Estas
son algunas de las argumentaciones: pienso que el papel no va a
desaparecer, como no han desaparecido algunos inventos en el mundo. El
libro impreso es el invento más perfecto y la tecnología más elaborada que
ha inventado el ser humano. No corre peligro. Lo que tal vez va a pasar es
que se producirán menos libros impresos y esto es muy bueno no solamente
por razones ecológicas sino por problemas de distribución, es casi que un
formato más de lo que llamamos libro. El universitario en general muestra
cierto agrado por las nuevas tecnologías, encuentran atractivas las bondades
de estas, los tipos de formato que proporcionan, en especial la seguridad de
la información, manejo y preservación de la naturaleza.
En la ya aludida conferencia de Jorge Luis Borges en Belgrano,
encontramos que:
De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin
duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El
microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; luego tenemos
el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra
cosa: el libro es una extensión de la memoria y la imaginación (1978:
33).
Evoco a Borges con referencia a la apreciación que los sujetos tienen
del documento y a situaciones que afloraron en diálogos con las personas
cuando abordé el tema de la prohibición de la lectura: hubo expresiones
99
impactantes, y aunque existen matices culturales e históricos dentro del
medio, en este caso el universitario, el imaginario emergía inequívoco: Sería
como si me cortaran la cabeza. No aceptaría, entraría en rebeldía; la lectura
y la escritura son derechos fundamentales.
Los docentes sostienen, sin temor a equivocarse, que la escritura y la
lectura no están perdiendo terreno; expresarse a través de éstas es una
característica vital para el ser humano, lo que reconocen es que no hay
cultura de lectura, Escribir seguimos escribiendo, los medios electrónicos han
disminuido la escritura manuscrita, pero el resto de medios los seguimos
utilizando y tal vez se está escribiendo cada día más. Declaran también los
tutores, que en todas las áreas del conocimiento los estudiantes deben
visibilizarse con la palabra escrita, y consideran necesario aprender a leer y
escribir bien. Olver Quijano en sus seminarios expresa:
Considero que hoy frente al predominio de la “sociedad light” o la
“cultura de pasarela”, es necesario insistir en la escritura aunque solo
sea por salud mental, y con la esperanza de ya no poder regresar a la
paz de los ignorantes, pero en especial, porque la potencialidad de
nuestros espacios/tiempos continúa su debate en medio del goce y la
magia de la “fiesta de una edad de lucidez e imaginación”. (2007: 2)
La comunidad universitaria reconoce que enfrentarse al papel en
blanco es una complejidad; existe el imaginario de que los estudiantes están
menos preparados que los de antes cuando no existía la Internet. La
100
incomodidad común de los docentes es que sus pupilos no leen, no les gusta
escribir, no entienden lo que leen, les cuesta trabajo sustentar lo que
escriben, pero al hacer el análisis todos los individuos aceptaron que no se
trata de hacer una evaluación respecto al por qué del asunto, sino el cómo
resolverlo.
Por el momento, los profesores están de acuerdo en que la relación
estudiante-lectura-escritura se articula con un aspecto fundamental del ser
humano: seducción, esa palabra que atrae, sin embargo para integrarla en
nuestras vidas se requiere de una disciplina, Cuando te estás formando
como profesional hay que tomarlo seriamente, la comunicación escrita y
verbal son habilidades necesarias dentro de lo profesional, y pues, dentro de
mi labor pienso que debo construir ejercicios efectivos que conduzcan al
interés del estudiante por el asunto.
Se percibe un interés persistente por parte de los docentes para
conseguir en sus estudiantes lo que la escritura solicita, y lo que la cultura
escrita busca; se trata de que manejen un conjunto de elementos de
comunicación que se ajusten a los modelos que la gramática y ortografía
exigen, combinados éstos con las formas de elaborar discurso. Los
estudiantes tienden a pensar que su profesor los “hostiga” pidiéndoles
constantemente producciones escritas cuando sus áreas de conocimiento no
están dentro de las ciencias sociales y humanas, No entiendo por qué mis
101
profes me solicitan escritos, ensayos, relatorías, protocolos, en una carrera
como contaduría.
Los tutores se inclinan por dejar que los estudiantes escojan lo que
desean leer, que aprovechen las nuevas tecnologías pero en el sentido de
encontrar la información pertinente, legítima y veraz, que ayude a su
formación, que traspase su subjetividad y lo que le acontece. El asunto es
buscar las formas de fortalecer sus habilidades, y concertar entre todos
ejercicios que aborden lo escritural. Se percibe una tendencia a pensar que
quienes tienen dificultades lectoras quedan al margen del acceso a la cultura,
y al conocimiento, y los que están en el entorno a veces no identifican la
lectura como una posibilidad a su alcance, en este sentido se hace referencia
a las visitas que los estudiantes hacen a la biblioteca.
4.3.2. “Es que los libros pueden llegar a ser muy jartos”
La biblioteca es vista en doble sentido, el primero como el “templo de
la cultura” en donde sólo asisten personas con gran imaginación y sabiduría,
individuos que portan una aureola y merecen todo respeto, sujetos inquietos,
preparados y excelentes futuros profesionales que van a construir la
sociedad, Personas que poseen una gran imaginación, inquietas de
conocimiento, poseen una amplia cultura porque la lectura permite eso. Es
gente muy inteligente, muy preparada y que le encanta leer. Son personas
que buscan enriquecer su conocimiento. El segundo, el sitio impenetrable en
102
donde no se puede reunir en grupo a estudiar, en donde es obligatorio
guardar silencio, no consumir alimentos, prohibido hablar por teléfono,
además de que las limitaciones que algunas de las colecciones tienen para
su acceso (préstamo externo y fotocopias) son determinantes en el rechazo
a visitarlas.
A pesar de los grandes esfuerzos que se hace para que las
comunidades universitarias visiten sus bibliotecas, el porcentaje de
estudiantes que lo hace es medio, pero no se trata de la negación a los
documentos en los diferentes soportes, sino a las reglamentaciones. La
comunidad universitaria en general desconoce los servicios que prestan
estos recintos, por ejemplo: clubes de lectura y conversación, centros
literarios, cine, teatro, exposiciones de arte, y demás que fortalecen de
alguna manera los hábitos de lectura y escritura. Entonces, detrás de los
imaginarios también hay un problema de comunicación. Cuando invité a un
docente de la Facultad de Arquitectura a conocer la maqueteca 12 me
contestó: Me imagino que para entrar es complicadísimo...si para prestar un
libro es todo un lío.
12
Maqueteca es una colección conformada por reproducciones a escala de edificios históricos y
planos tridimensionales, protegidos por urnas y elaborados por estudiantes de arquitectura de las
diferentes universidades. La Biblioteca Mario Carvajal de la Universidad del Valle cuenta con una
ubicada en el primer piso, inaugurada bajo la dirección del profesor Carlos Esteban Mejía en el año
2002.
103
El estudiante siente cierto rechazo al libro texto porque desde el inicio
de su aprendizaje este formato fue impuesto; Cuando veo semejante libro me
dan ganas de llorar, no entiendo por qué el profesor disfruta con eso. Los
docentes generalmente quieren que uno se aprenda los capítulos de
memoria y los lleve estudiados a la clase, ¿por qué será que no me explica
las cosas de mejor modo? Yo sé que tengo que leer, sé que tengo que
estudiar y hasta hago el esfuerzo, pero esos libros no los soporto, me
parecen jartos, yo quisiera leer otras cosas, pero mi profesor me coloca a
leer textos pesados y a hacer ensayos de autores que no entiendo.
Cuando se hace alusión a otro tipo de lectura, el estudiante demuestra
interés por leer fuera del contexto académico. Los sujetos que leen mucho
son vistos como seres especiales (aunque sólo en el área que manejan), son
personas que por sus experiencias de vida en escritura tienen mucho que
contar y a pesar de que se les concede estatus no se trata de idolatría, es
sólo admiración. Leer es enriquecedor, se tiene mucha fluidez en las ideas,
pero hay personas que por sus experiencias de vida también tienen mucho
que contar; los escritores expresan también sus vivencias e imaginarios,
entonces el estatus que les doy está muy lejos de la idolatría, los admiro, esa
capacidad que tienen para transportar al lector a un mundo diferente, eso es
lo que me parece relevante de las personas que leen, se instruyen y tienen la
capacidad creadora, a esos es a quienes les doy los méritos.
104
Conversé con Mauricio, persona invidente, en la plática dijo: Soy lector
invisible, nosotros los lectores en penumbra sufrimos por la escasez de
materiales adaptados a nuestra discapacidad, tenemos que recurrir
constantemente a los otros para que nos lean de manera apropiada, cada
vez hay mayor sensibilización y ganas de leer. Esta situación resume una
postura que se presenta en los sujetos con discapacidad que acogen las
diferentes instituciones, se siente una gran dificultad para acceder al libro, a
las bibliotecas y las aulas. Son pocas las bibliotecas que poseen espacios
para invidentes y discapacitados y cuando hay el servicio se presenta
insuficiencia de materiales, nosotros nos la ingeniamos para conseguir
material apropiado, no sólo para estudiar sino para leer los fines de semana,
como medio de entretención.
Cuando se aludió a las destrezas -innatas o adquiridas- dentro de las
actividades escriturales, al arte de escribir, los estudiantes fueron enfáticos y
con tendencia a opinar que esta capacidad de producción va en la sangre.
Se puede adquirir (gesto de incredulidad), pero es como cuando la gente
canta, se nace con el don, igual pienso que para poder escribir esa aptitud
tiene que estar allí, implícita. Uno aprende cómo debe escribir, pero eso es
algo que nace con uno. En la propia formación se hace la destreza, pero hay
personas que de manera innata tienen fluidez en escritura y profundidad que
me parece muy bueno, pero, con técnica, método y maestros adecuados es
posible que adquiramos ese tipo de habilidades.
105
Los estudiantes presentan sentido de pertenencia con respecto a su
universidad, la adoptan, -Es mi segundo hogar, decía una chica- prefieren
reunirse a estudiar en grupo y dentro de ella. Aunque el salón de clase no
resulta ser el sitio más apropiado, buscan espacios abiertos como las
cafeterías o los corredores, En el salón de clase no me puedo concentrar,
además tengo a mis profes cerca que en cualquier momento me pueden
ayudar a resolver los problemas académicos. El salón de clase me estresa, y
también el leer y escribir en espacios encerrados; me gusta comer algo
mientras trabajo.
Las películas subtituladas son un enorme atractivo. Los estudiantes
expresan que no les gustan los doblajes, Prefiero leer; con ese sistema
aprendo a hablar y escribir otros idiomas, además escucho la voz original de
los actores. Sólo me gustan en español cuando son producciones
colombianas. El hábito de la lectura para este estamento resultó complejo, la
mayoría declaró que cuando las películas son adaptadas de una obra
literaria prefieren primero verla y después si hay un toque de disposición
pues, leerla, pero no hay garantía de esa actividad. En los estudiantes que
están a un paso de recibir su título de grado se nota más preocupación por la
lectura.
4.3.3. “No me agradó la experiencia de aprender a leer…”
106
En la mayoría de los casos los sujetos han aprendido a leer y escribir
por medio de métodos impuestos y poco pedagógicos; las experiencias no
fueron placenteras sino dificultosas, aún para las personas autodidactas,
quienes desarrollaron la facultad con instrumentos no tradicionales y
casuales. En la época que yo aprendí fue uniendo las silabas y luego fui
uniendo las palabras y de esa manera terminé leyendo, no me pareció
agradable porque quienes me enseñaron no tenían la suficiente paciencia. Mi
esposo aprendió a leer solo, trabajaba en una droguería y por los colores de
las letras de los frasquitos determinaba el significado de la palabra, fue muy
duro, porque se trataba de su sustento, de ahí la importancia de estar
alfabetizado. Mi experiencia inicial de lectura no fue muy placentera porque
tuve una profesora muy estricta”. Sin embargo, una vez asimilada la técnica,
todos expresan su complacencia de poder comunicar y comunicarse: Saber
leer y escribir me abre diferentes mundos; con la lectura puedo acceder a
diferentes formas de ver la vida. Leer es la maravilla más grande. En mi
profesión la lectura ha sido significativa porque hay mucha relación con el
proceso de leer y enseñar a aprender.
Las Sagradas Escrituras juegan un papel determinante en la mente de
los sujetos, sin importar ideología o religión. A pesar de los posibles contra-
argumentos a la relación existente entre leer las Escrituras y leer la
naturaleza, existe un gran respeto hacia ambas, pero con la gran diferencia
107
que las primeras, en alguna oportunidad de sus vidas han sido utilizadas
como refugio contra los grandes males y como medio de consuelo en los
momentos de crisis existenciales.
La Palabra Sagrada es apreciada y vista como un llamado para
cambios y normas de vida, como bendiciones y poder en donde el ser
humano compromete mente, cuerpo y espíritu. Respeto mucho las Sagradas
Escrituras, las pongo en práctica. Afortunadamente tuve un suceso fuerte en
mi vida, una sensación de muerte, y cuando se está en momentos muy
críticos uno se pega de Dios, entonces siento que eso fue un llamado para
un cambio de vida. Cuando leo las Sagradas Escrituras me fortalezco, no
puedo creer que la gente no se pueda acercar a Dios de esta manera.
Los integrantes de las comunidades universitarias concuerdan en que
no hay maneras efectivas de aprendizaje y acercamiento a las prácticas de
escritura, ni dispositivos que sean acogidos y validados por todos, sin
embargo muchas de las alternativas de esparcimiento –videos, películas,
juegos, talleres- son una estrategia perfecta para seducir al aprendiz a
acercarse a los medios escritos. Por ejemplo, en una de las clases de
literatura pude observar al profesor preparando un taller en donde solicitaba
a sus estudiantes elaborar una obra de teatro en torno a un libro clásico. Los
estudiantes no poseían dotes histriónicas, pero sentían el gusto de
representar lo que habían leído, preparado y estudiado en grupo. Cada uno
108
se tomó su papel en serio y el profesor logró su cometido. Se aprende de las
imágenes y de lo visual más que de lo escrito, es un imaginario que en
reiteradas conversaciones me expresaron los diferentes sujetos.
Los documentos son considerados imprescindibles en el espacio
social, e indispensables en la generación y preservación del conocimiento y
protección de patrimonios históricos y culturales. Las oficinas están atestadas
de ellos, los archivos sustentados en papel son un instrumento vital para el
funcionamiento de la empresa, la universidad entrega diariamente papel
valioso escrito: títulos, certificados, facturas y demás. Esa concepción es tal
vez la impresión que más se comparte en el ámbito de la educación superior.
No se puede vivir sin ellos, nos definen cosas, en los libros queda
consignada la historia social, antepasados y evolución, la escritura transmite
conocimiento de generación en generación…
La globalización de la información, aunque se recibe con recelo, es en
los imaginarios de los integrantes de la academia un punto de análisis. Los
sujetos concuerdan con la idea de garantizar rapidez y economía en el
acceso a los documentos, pero no dejan de pensar en la masividad como
amenaza de dicha información, vista ésta como “masificaciòn”, una manera
perversa de manipular y deformar la comunicación y por ende los escritos.
109
Estas formas de relacionarse con los otros a corta distancia, sin
tiempo, tiene gran acogida dentro de las instituciones educativas, aunque se
sabe, no deja de correr sus riesgos por los malos usos que se puede hacer
de la información. La cantidad de datos que hay en el ciberespacio es
numerosa, existe mucha frivolidad al respecto, sin embargo usted también
puede encontrar, si busca, documentación seria de investigación y científica.
La globalización ha permitido la disponibilidad, ya la calidad es usted como
usuario quién la determina.
Estos imaginarios fueron recogidos, almacenados y conservados en el
papel en blanco y con la ruta trazada y propuesta; con sujetos dispuestos a
cimentar cultura escrita y universitaria, fue un labor gratificante que permite
replantear-se los conceptos, entre ellos, imaginarios como todo ese
componente vital de quien los produce.
Es de anotar que el resultado de tipificar, caracterizar y confrontar los
imaginarios, – Cosmovisiones, Creencias, Mitos, Fantasías –, permitió
identificar aspectos culturales que sin duda están arraigados, y es obvio que
el intentar cambiarlos afecta substancialmente el entorno. De la misma
manera se siente una marcada tendencia a insertar y compartir las
costumbres y maneras de ser de otras culturas y en esto se involucra de
manera radical las nuevas tecnologías.
110
La indagación se implica en lo educativo y lo social, da cuenta de los
sentires y apreciaciones subjetivo-objetivas de los habitantes del territorio
universitario. Estos sujetos en conversación tejen ideas en torno a la cultura
escrita y se afectan de sus respuestas. Cada palabra, encuentro, entrevista,
pensamiento e idea, se convierte en un debate sin fin y, en algunos casos,
en buscar las maneras de encaminar estos imaginarios en beneficio del
mejoramiento continuo del aprendizaje.
Es así, como construir una obra de conocimiento alrededor de la
visualización de unos imaginarios constituidos en un ámbito determinado
(universitario), es como todo proceso dinámico, una labor inacabable; día a
día se presentan ante mí en conversaciones habituales y cotidianas,
aspectos relevantes que pueden quedar plasmados en este escrito. Sin
embargo los imaginaros en su naturaleza, mundo colectivo mutante, se
transmiten de generación en generación, pero de igual manera cambian en
transformaciones infinitesimales y discretas, razón por la que este escrito
también resulta inacabado.
111
|
PALABRA PERENNE
O de traspasar los documentos e imaginar la cultura escrita
¿Cómo concluir? ¿Cómo concluir lo que es necesariamente inacabado por
ser inabarcable, inasible en su totalidad? No hay otra alternativa fuera de
aceptar que he trasegado una ruta parcial, que he recorrido, en alguno que
otro sentido, ciertas cavernas y algunas praderas y eso me ha (ya lo he
declarado) con-movido, eso me ha alterado en mi curso vital (como cursante
de maestría y como decurso de vida).
Cada sección de esta obra de conocimiento me ha entregado una porción de
mí misma, por más técnica o revisionista que fuera (y harto fue lo revisado, lo
confrontado y extractado); cada sección representa territorios de
aprendizajes o de reconfiguración radical (o leve, a veces) de saberes, de
creencias, de esperanzas radicales. A manera de conclusión quiero
recapitular esos puntos de llegada y las preguntas que ahí han emergido y
que constituyen, lo comprendo al cabo del camino recorrido, lo más valioso
en esta obra de conocimiento.
112
A partir de la pregunta de conocimiento, ¿Cuales son los imaginarios
del sujeto en el ámbito universitario en relación con el sujeto escrito?,
mi ruta es iluminada y parto de esa cuestión que me seduce y me
involucra en mi mismo mundo, ese mundo que recorrí muchas veces a
través de muchos años y que no reconocí hasta que lo indagué.
Conversé con la historia, con los autores que se inquietaron por
conocer el funcionamiento inacabado del mundo cuestionándose el
universo de la lectura y la escritura, los que caminaron los senderos
de la alteridad, los que se enamoraron del papel en blanco, lo
moldearon y lo transformaron hasta convertirlo en un bello libro con
muchas páginas, con contenidos salidos de lo más profundo del alma.
Conversé conmigo misma, día a día, me preguntaba las razones por
las cuales quería indagar ese mundo tan complejo. Conversé con
todos los integrantes de mi entorno (aquello que nombré como los
sujetos de una cultura académica universitaria): sujetos diversos que
confluyen en un espacio, que lo reconozco ahora atravesado por
raigambres simbólicas, por historicidades, subjetivado.
Luego (y entretanto también) abordé, en conversación íntima
profunda, y fugaz, con la obra de conocimiento de Roger Chartier,
Paula Carlino, David Olson, Guillermo Bustamante, Graciela Montes…
113
entre otros. Esta conversación me permitió confrontar mis ideas
previas e hizo posible la emergencia de otras, que aportaron en la
comprensión de los sentidos asociables al documento escrito y a los
sujetos en relación con ellos. Cifro en este “lenguajear” uno de los más
valiosos logros de este proceso de indagación: el acercamiento vital a
la obra de otro que, a su vez, me retornó a la comprensión de mi
propia experiencia vital, quizá no comprendida hasta el momento, pero
latente y presta a volcarse en comprensión.
Otro aspecto, que me resulta difícil expresar, tiene que ver con la
alteración de mi manera de observar (contemplar, detallar, mirar
nuevamente, de otra manera) tanto mi entorno (los otros) como de mi
mundo material y personal. Entre, y he aquí un eco de Silvio
Rodríguez, el espanto y la ternura. Porque a veces dio miedo, dio
pavor, esto de conmover mi visión; pero fue tierno, también,
enternecedor, sentir fibras que no había imaginado antes.
A través del conocimiento impartido en la academia construí una obra
de vida, resultado de una indagación que me permitió abordar un tema
delicado, subjetivo y complejo, en un ámbito específico como el
universitario. Logré reconocer los imaginarios, además, de clasificarlos
114
por medio de mis percepciones en: Cosmovisiones, Creencias, Mitos y
Fantasías. Esta apropiación me lleva a convencerme que he asimilado
en detalle, uno a uno, de los propósitos que la Maestría ofrece.
Asumí mi propia cultura, reflexioné y dialogué con pensamiento crítico
obtenido en tres años de camino por la academia y entendí
intelectualmente el significado verdadero de la cultura inconclusa, esa
forma de “espiritualidad mundana” como la llama Botero, “que
establece mediaciones con el cosmos, con la interacción social; con
una jerarquización de los objetos y de los actos de la vida” (2004:13),
Reconocer los imaginarios en el ámbito universitario me permitió
descubrir el espacio que transito a diario, y a no pasar por alto las
cosas pequeñas e importantes que me rodean. Este dialogar en su
momento despertó grandes inquietudes sobre la labor en comunidad
en especial con las personas que están inmersas en la docencia.
Algunos sujetos académicos se replantearon sus maneras de receptar
los imaginarios y sus métodos para aplicarlos positivamente en sus
mesas de trabajo y aulas. No se trata de apartarse de la cultura e
identidad, sino de aprovechar esta coyuntura.
115
Conocí algunos extractos de la historia de los grandes pensadores,
acerca de los documentos, de las bibliotecas, del universo, de la
cultura escrita, que no hubiera rozado sin los elementos que me
otorgó la Maestría.
Sigo preguntándome: ¿Cómo concluir? ¿Cómo concluir lo que es
necesariamente inacabado por ser inabarcable, inasible en su totalidad? Sin
embargo, aunque sea inabarcable e inacabable, queda la sensación, queda
la motivación de seguir indagando, no sólo en los momentos de compromiso
académico, sino en los instantes de placidez o de ocio. Quizá algún día
alguien vuelva a retomar y tener la inquietud por la pregunta de
conocimiento, aquella que me motiva a leer y escribir: ¿Cuales son los
imaginarios del sujeto en el ámbito universitario con relación al documento
escrito?, que en este intervalo de tiempo presento como inacabable,
inabarcable, e inasible, es probable que mañana no exista, es seguro que los
imaginarios son / serán otros.
116
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