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Ponencia: Impacto de la migración en la identidad cultural, la organización familiar y comunitaria en la Sierra de Santa Marta Eje Temático: Cultura y subjetividades Autores:* Carmelina Ruiz Alarcón, [email protected] Timoteo Rivera Vicencio, [email protected] Lucinda Miranda Chiñas, [email protected] Elizabeth Perry Cruz, [email protected] *Profesores de la Facultad de Trabajo Social, campus Minatitlán de la Universidad Veracruzana 5o Congreso Internacional de Sociología: Espacios Contestatarios Ensenada, Baja California 25 28 de septiembre de 2012

Impacto de la migración en la identidad cultural, la

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Ponencia:

Impacto de la migración en la identidad cultural, la organización

familiar y comunitaria en la Sierra de Santa Marta

Eje Temático:

Cultura y subjetividades

Autores:*

Carmelina Ruiz Alarcón, [email protected]

Timoteo Rivera Vicencio, [email protected]

Lucinda Miranda Chiñas, [email protected]

Elizabeth Perry Cruz, [email protected]

*Profesores de la Facultad de Trabajo Social, campus Minatitlán de la

Universidad Veracruzana

5o Congreso Internacional de Sociología: Espacios

Contestatarios

Ensenada, Baja California

25 – 28 de septiembre de 2012

2

RESUMEN

En este documento se presentan resultados de la primera etapa del proyecto “Los

movimientos migratorios y sus impactos sociales en el sur del Estado de Veracruz.

El caso de la Sierra de Santa Marta”, apoyados en instrumentos de investigación

cuantitativa y cualitativa. Se adopta la perspectiva antropológica de la cultura

como representación simbólica, cambiante y flexible, tanto en su forma objetivada

como subjetivada, en términos de Geertz (1992), Giménez (2000) y Bourdieu

(1985), para explorar cambios inducidos por la migración entre distintos actores:

migrantes, sus familias y comunidades. La investigación revela que casi el 60% de

los migrantes actuales tienen antecedentes familiares de migración, que la familia

constituye el principal apoyo para trasladarse a destinos cada vez más hacia el

norte de México, y hasta Estados Unidos, lo que constituye un esfuerzo

importante, pues el 50% de las familias carece de titularidad sobre tierras en esta

zona rural. Los trabajadores modifican sus expectativas a partir la experiencia

migratoria y aspectos como la vestimenta, la alimentación, el vocabulario, la

conducta, pero mantienen el uso de la lengua indígena, comparten las festividades

de la comunidad, si bien su ausencia afecta la organización y las formas

tradicionales de trabajo colectivo en la comunidad. Los que se quedan, no son

agentes pasivos ante dichos impactos. Todo indica que se da un proceso de

selección y adaptación ante las influencias externas, y se sostienen los elementos

de identidad, que les permite reconocerse y diferenciarse de “los demás”, seguir

formando parte de la cultura sotaventina.

Palabras clave: migración, identidad cultural, comunidad

3

Introducción

En la actualidad, Veracruz se ha consolidado como un estado expulsor de mano

de obra, después de un proceso que revertió una tendencia previa a las últimas

dos décadas del siglo pasado como entidad que atraía mano de obra, cuando

tenía tasas netas de migración positivas. En los últimos 20 años son

persistentemente negativas.

Este fenómeno migratorio es objeto de diversos estudios que atienden a los

múltiples ámbitos y manifestaciones. Uno de éstos es el de la cultural, que puede

entenderse como el conjunto de hechos simbólicos presentes en una sociedad, o

como precisa Giménez (2012), la organización social del sentido, pautas de

significados “históricamente transmitidos y encarnados en formas simbólicas, en

virtud de las cuales los individuos se comunican entre sí y comparten sus

experiencias, concepciones y creencias”.

Dentro de este marco referencial, es posible abordar los impactos en la

identidad cultural generados por la migración creciente y cada vez hacia lugares

más lejanos de sus localidades de origen en las zonas rurales de Veracruz, a

partir de la exploración de las percepciones de los actores involucrados, los

migrantes, sus familias y sus vecinos en la comunidad de origen.

El presente documento da cuenta de los resultados de la primera etapa de

un proyecto de investigación relativo a los efectos sociales de la migración en la

Sierra de Santa Marta, Veracruz, región integrada por comunidades con una gran

proporción de población indígena, de origen lingüístico nahua y zoque-popoluca,

que presenta altos índices de rezago social y una elevada proporción de población

migrante, principalmente de jornaleros agrícolas.

¿Cuáles son los efectos de la migración sobre la identidad socio-territorial?,

¿cómo impacta en la vida cotidiana de las familias de los migrantes y de la

comunidad? Los resultados obtenidos de la aplicación de los instrumentos de

investigación cuantitativa y cualitativa en los municipios de Mecayapan,

Tatahuicapan, Soteapan y Pajapan permiten observar procesos de solidaridad

familiar para reunir los recursos económicos requeridos por la migración

internacional, la importancia de las aportaciones monetarias de los migrantes para

4

el desarrollo de la vida cotidiana de las familias, el carácter de los cambios en

patrones de consumo, y la percepción general sobre la conducta de los migrantes

a su regreso y de su participación e incidencia en la evolución de las tradiciones.

Se aprecian aspectos de la vida cotidiana de las familias y de los migrantes

que son objeto de procesos de aculturación, entendida en sentido antropológico

como una modalidad habitual de transformación de modos de vida y pensamiento,

que no significa forzosamente desculturización. No obstante, la identidad de estas

comunidades indígenas, esto es, el conjunto de repertorios culturales

interiorizados (valores, representaciones, símbolos), mediante el cual los actores

sociales (individuales o colectivos) delimitan sus fronteras y se distinguen de los

otros actores (Giménez, 2002: 37), persiste con una buena capacidad para

adaptarse y recrearse. Así, por ejemplo, el dinero enviado por los migrantes

propicia que en el cuidado de la salud recurran con mayor frecuencia al médico,

sin que por ello se deje de rezar al Chaneco. La fortaleza de la identidad cultural

se apoya, entre otros, en la conservación y el uso amplio de las lenguas indígenas

de la región, que su vez apoya la permanencia de la cosmovisión indígena.

El documento está organizado de la siguiente manera. En el primer apartado

se presenta el marco conceptual de referencia; en el segundo, una descripción

general de la Sierra de Santa Marta como región sociocultural; en el tercero se

dan antecedentes de la migración en Veracruz y de las condiciones socio-

económicas que prevalecen en la Sierra de Santa Marta, así como la metodología

y los resultados de la investigación de campo y, en el cuarto se concluye.

1. Migración y cultura: Familia, comunidad e identidad

Al estudiar los diversos efectos de la migración internacional, Roncken y Forsberg

(2007) refieren que aunque cada persona vive la experiencia transnacional a su

manera, el migrante por función se convierte en un puente entre “dos o más

mundos distintos”, y que dicho rol conlleva oportunidades y desafíos para sí

mismo y para “los que se quedan”. Éstos últimos, desde la experiencia y vivencia

local, recrean las identidades y los territorios, sus vínculos con los estados –el

ejercicio de la ciudadanía-, y el mundo.

5

Así, la migración constituye un fenómeno social intrínsecamente vinculado a la

transformación y evolución cultural tanto de las comunidades expulsoras como de

las receptoras, con importantes efectos sobre los procesos de formación y

recreación de identidades. Cabe entonces preguntarse qué ha de entenderse por

cultura y por identidad cultural.

Para Denys Cuche (2002) no hay nada natural en el hombre, ni siquiera

necesidades fisiológicas, nada escapa al proceso de hominización que permitió

transitar de la adaptación genética al medio ambiente natural a una cultural, de

forma tal que poblaciones humanas con la misma herencia genética generaron

diferentes opciones culturales. Así, la cultura hace referencia a la coherencia

simbólica, nunca absoluta, del conjunto de las prácticas sociales, económicas,

políticas y religiosos de un grupo particular, cuyo carácter dinámico hace posible el

cambio cultural. Clifford Geertz (1992) definió a la cultura como el repertorio de

pautas de significados, misma que en términos descriptivos Giménez (2001:11)

interpreta en los siguientes términos: “la cultura sería el conjunto complejo de

signos, símbolos, normas, modelos, actitudes, valores y mentalidades a partir de

los cuales los actores sociales confieren sentido a su entorno y construyen, entre

otras cosas, su identidad colectiva”.

De esta forma, Giménez (2001, 2002) recupera la distinción de Bourdieu

(1985) entre dos estados o modos de existencia de la cultura: 1) el estado

objetivado en forma de “bienes culturales”, instituciones y prácticas directamente

observables, y 2) el estado subjetivado o interiorizado, en forma de

representaciones sociales y habitus1 distintivos e identificadores que sirven como

esquemas de percepción de la realidad y como guías de orientación de la acción.

Esta distinción tiene una implicación importante: no es posible disociar a la cultura

de los sujetos sociales que la producen, la emplean o la consumen, de forma tal

que todas las manifestaciones culturales tienen que referirse siempre a un espacio

de identidad. En tanto forma interiorizada, la cultura es susceptible de ser

apropiada subjetivamente por individuos y colectividades como objeto de

1 La noción de habitus es provista por Bourdieu en términos de “sistemas de disposiciones duraderas y

transmisibles, estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes” que caracterizan a una clase o grupo social al que corresponde un estilo de vida.

6

representación y apego afectivo y, principalmente, como símbolo de identidad

socioterritorial, integrándolo a su propio sistema cultural (Giménez 1996, 2001). En

tal virtud, “se puede abandonar físicamente un territorio, sin perder la referencia

simbólica y subjetiva al mismo a través de la comunicación a distancia, la

memoria, el recuerdo y la nostalgia. Cuando se emigra a tierras lejanas,

frecuentemente se lleva „la patria adentro‟” (Giménez, 1996:15).

Al respecto, la identificación socioregional se define como “el proceso

subjetivo que genera un sentido de pertenencia y cierto grado de lealtad con la

región” (Giménez, 1994: 169), destacando el hecho de que una región

sociocultural 2 se caracteriza por su proximidad a los circuitos cotidianos de

interacción social y en ella, la identificación con entidades colectivas puede darse

tanto por pertenencia como por referencia, dependiendo de la extensión y de la

escala geográfica que define lo regional.

Por su parte, García Damián (2002) señala que la identidad comunitaria

“puede entenderse como un proceso de contraste con otros que implica a su vez

un proceso de identificación y reconocimiento, „la identidad de un grupo se teje en

la vida cotidiana, en su quehacer diario, en todas las prácticas individuales cuyo

sentido social se actualiza cíclicamente‟”. Es justo en esos pequeños mundos

donde se generan cambios en la significación de las acciones, pero siempre en

movimiento, de forma tal que fenómenos como la tradición, debe entenderse como

aspectos de la cultura vivos y no como expresiones muertas.

De esta forma, es posible comprender por qué no es sólo la decisión del

migrante como individuo, ni de su comunidad de origen, el mantener ciertas

características culturales y de identidad comunitaria. Muchas son descartadas por

no tener significación para la cultura hegemónica, a partir de ciertas estrategias

adaptativas y creativas para continuar “siendo el mismo” o los mismos, generando

también procesos de resistencia, pero al final “sólo se seleccionarán aquellas

2 Guillermo Bonfil la define como sigue: “Una región sociocultural sería la expresión espacial de un proceso

histórico particular, que ha determinado que la población del área esté organizada en un sistema de relaciones sociales que la sitúan en el contexto de la sociedad global en términos de relaciones características particulares con el todo y con las demás regiones”. (Citado por Giménez, 1996: 166).

7

tradiciones que cumplen con alguna función en la reproducción del orden social

contemporáneo” (García Damián, 2002).

En este proceso existen trampas. Roncken y Forsberg (2007) señalan que

una trampa en la transformación de identidades individuales viene dada por la

negación de ciertos rasgos de la identidad de origen y la pérdida de autoestima

nacional, como contrapartida de la adquisición de estatus social en el país de

origen, por la condición de ser migrante. Hay cambios en la vestimenta, en

costumbres alimenticias, consumo y producción de música, en formas de

comunicación o cambios culturales específicos de la región receptora. En cuanto a

las oportunidades, se identifican las transformaciones de algunos usos y

costumbres con una nueva construcción de territorialidad que afecta al ámbito

productivo y, en el ámbito político y de la vida comunitaria, la experiencia

migratoria facilita el acceso a nuevas pautas de “hacer política” y de organización.

No obstante, entre lo individual y lo comunitario, incluso para espacios socio-

culturales más amplios, se ubica una estructura social básica: la familia. Iglesias y

Flaquer (citados por Musitu y Cava, 2001) consideran que la familia es el primer

contexto socializador por medio del cual, sobre todo en la primera infancia, se

alimenta el ser humano de elementos propios de la cultura que incluye valores,

creencias representaciones, modelos, productos de la socialización e interacción

con el ambiente natural.

La cultura se transmite a través de las pautas de crianza y la incorporación

de la perspectiva de género en los años ochenta, permitió ubicar el papel

fundamental de la mujer como transmisora de la cultura. En México, las pautas de

crianza se entrelazan con una serie de vínculos cognitivos, afectivos y sociales

caracterizadas por la diversidad cultural de nuestro país. El ambiente familiar

representa para la gran mayoría de las familias mexicanas, el lugar donde se

desarrollan los modelos de comportamientos a seguir a lo largo de la vida.

La investigación realizada entre julio de 2011 y junio de 2012 tiene como

objetivos analizar los efectos de la migración en la vida familiar y comunitaria de

cuatro municipios de la Sierra de Santa Marta, con especial énfasis en los

aspectos culturales y de la vida familiar y comunitaria de la región.

8

2. La Sierra de Santa Marta: Territorio y cultura

La Sierra de Santa Marta se ubica en la región conocida como Sotavento. Es uno

de dos conjuntos montañosos de la llanura costera del sur de Veracruz, ubicada

entre el lago de Catemaco y la laguna del Ostión, en donde el avance de la

agricultura y la ganadería aún se combina con espacios de selva tropical húmeda.

Como lo refiere Emilia Velázquez (2010), fue en estrecha relación con este medio

geográfico que distintas poblaciones crearon diversos sistemas socioculturales y

políticos a lo largo de los siglos previos a la conquista española; de forma tal que

cuando ésta ocurre existían 14 señoríos que agrupaban a etnias distintas,

fundamentalmente nahuas y popolucas, pero también mixtecos y mazatecos en

Playa Vicente y Cosamaloapan, zapotecos en la cuenca alta del Coatzacoalcos y

mixes sobre el río San Juan Michapan (Delgado, 2000: 28-29).

A finales del siglo XVIII y principios del XIX, Los Tuxtlas tenían más de tres

mil familias de todas las castas pero, de acuerdo a Delgado (2000: 32), la

población indígena solo representaba alrededor del 30%. En este contexto, el

autor destaca que sólo dos microrregiones en el Sotavento tenían más del 80% de

población indígena: la Sierra de Santa Marta y el área de Xochiapa-Tatahuicapan,

al sur de Playa Vicente.

A lo largo de estos siglos se conformaron los espacios regionales del

Sotavento Veracruzano y una cultura sotaventina, que si bien las divisiones

estatales del siglo XIX los restringieron al sur de Veracruz, su cultura permea aún

partes de Tabasco y Oaxaca y recrea la identidad sotaventina. Alfredo Delgado

(2000: 37) lo expresa en los términos siguientes:

... Una rica y variada expresión de rasgos culturales conforman actualmente una identidad sotaventina que trasciende los límites estatales: el son jarocho (con sus fandangos, afinaciones, creencias, técnicas, instrumentos musicales, ritmos, sones, etc.) se toca desde el puerto de Veracruz hasta Huimanguillo, Tabasco, San Juan Guichicovi, Tuxtepec, Ixcatlán y Ojitlán, Oaxaca, y es un elemento cultural que comparten mestizos, nahuas, popolucas, mixes, mazatecos, zapotecos y chinantecos. De hecho, el complejo cultural implícito en el son jarocho bastaría para definir al Sotavento como región cultural.

En el Sotavento confluyen también otros elementos como la tradicional Quema

del Año Viejo, los Portalitos, el Carnaval, el complejo Culebreros-Hombres Rayo,

9

la gastronomía caracterizada por el uso de tubérculos, el caldo de piedra, las

peregrinaciones a los santuarios de Otatitlán y Catemaco, las Danzas (la

Malinche, las Mojigangas, los Negros, los Arrieros…), la mitología (la ovogénesis

y el dios del maíz, los chaneques) y varios rasgos culturales más que son

elementos de identidad de varios sectores de las clases subalternas: pequeños

propietarios, campesinos, colonos y obreros.

A esta región sociocultural pertenecen los cuatro municipios que se ubican

en la Sierra de Santa Marta: Pajapan, Tatahuicapan, Mecayapan y Soteapan,

ubicados en las subprovincias de la Sierra de Los Tuxtlas y la Llanura costera

veracruzana, en los que habitan una población mayoritariamente indígena, con

filiación lingüística nahua y zoque-popoluca. Estos municipios destacan como

unos de los que concentran la mayor proporción de población hablante de lenguas

indígenas respecto del total de la población mayor de cinco años, atendiendo al

criterio de INEGI. Dicha proporción es de 83.5% en Soteapan; 77.1% en

Mecayapan; 69.6% en Tatahuicapan y, 67.3% en Pajapan (Velázquez, 2010: 96).

El idioma es uno de los productos culturales más complejos, que tiene

inmersa la visión del mundo de las sociedades humanas. Esta fortaleza lingüística

de las comunidades de la Sierra de Santa Marta contribuye a la permanencia de

muchos elementos culturales de las sociedades originarias de este territorio,

misma que se explica por la capacidad para reinterpretarlos y adecuarlos a las

nuevas condiciones socioculturales y económicas del contexto al que pertenecen

quienes reproducen creencias y prácticas heredadas de las antiguas sociedades

indígenas.

Así, con adaptaciones, permanece la cosmovisión nahua-popoluca,3 que es

el resultado del sincretismo que resultó del proceso de cristianización entre las

creencias de los pueblos originarios y las de la religión católica, principalmente; así

como de las cosmovisiones y prácticas de otros grupos indígenas como los

3 “La cosmovisión es sucintamente la concepción que un grupo social tiene de su cosmos, es decir de su

entorno natural y social inmediato… *es una+ representación estructurada que los pueblos tradicionales tienen y combinan de manera coherente en nociones sobre el medio ambiente, sobre su hábitat y sobre el universo en que sitúan la vida del hombre… La cosmovisión se significa en la manera de ser y pensar de los individuos que pertenecen a determinado pueblo y cultura” (Vargas Montero, 2010: 107-108).

10

zapotecos, chinantecos o mixes, y de pobladores de otros continentes (África, Asia

y Europa) que llegaron al sur de Veracruz.

Un ejemplo es la persistencia, entre las comunidades nahuas y popolucas de

la Sierra de Santa Marta, de la idea de los seres sobrenaturales que son

causantes de enfermedades, misma que se expresa en la mezcla de oraciones y

advocaciones al Chaneco4 durante las curaciones contra el espanto.

En la cosmovisión de los nahuas, compartida por sus vecinos zoque-

popolucas, el concepto de equilibrio es muy importante. El espacio terrestre “es el

equilibrio entre el „arriba‟ y „abajo‟, entre el hombre y lo numinoso, entre el frío de

la noche y lo cálido del frío” (Vargas Montero, 2010: 118) y es responsabilidad del

ser humano mantener y no quebrantar ese equilibrio, por lo que deben cuidar su

conducta y “pedir permiso a la tierra” y hacer ofrendas y oraciones, entre otros

rituales durante el proceso agrícola.

Este conjunto de creencias se expresa en la vida cotidiana y en el

mantenimiento de las tradiciones que, como apunta Vargas Montero, constituye el

acervo intelectual que se crea, comparte, transmite, reelabora y ocasionalmente

se modifica.5 Una de las tradiciones más importantes son las fiestas, que reúnen

diversos elementos culturales (música, comida, danza, disfraces, ceremonias

religiosas) y que en esta región sociocultural están relacionadas con los ritos

religiosos de aseguramiento de la economía familiar, el bienestar, la vida

cotidiana, y se engloban en un ciclo de ferias regionales, donde el comercio tiene

un papel importante y en el que participan autoridades municipales, religiosas,

comerciantes y la gente. Tienen un gran arraigo entre la población indígena, para

quienes son motivo de esparcimiento, y constituyen un medio de cohesión e

identidad entre los individuos, así como una forma de transmisión de valores

tradicionales que fortalecen la conciencia de grupo (Münch, 1983: 242-243).

4 El Chaneco o dios Chane es el guía de los animales de una misma especie. Los chaneques se encargan del

cuidado de las aguas y los animales terrestres, forman parte del principio fundamental de la concepción de un universo que surge de las oposiciones entre partes que se complementan. 5 Vargas Montero (2010: 107) alude a la forma objetivada y subjetivada de cultura al señalar que: “La

tradición se compone también por representaciones y estilos de acción en donde se desarrollan las ideas y pautas de conductas con las cuales los miembros de una sociedad enfrentan, individual o colectivamente, de manera mental o exteriorizada, distintas situaciones que les presenta la vida”.

11

No es posible describir todas las tradiciones, pero conviene destacar, coincidiendo

con Guadalupe Vargas y Emilia Velázquez, la persistencia de los rasgos culturales

nahua y zoque-popoluca. Vargas subraya que el acceso a educación y medios

masivos de comunicación, la migración y el contacto con otras culturas y formas

de vida y la penetración de otras religiones6, han tenido efectos diversos entre los

jóvenes, pues o bien han enriquecido, modificado o sepultado las formas de

creencias antiguas entre ellos, cuyo resultado no es de ninguna forma su

desaparición, sino “un abanico mayor de propuestas cosmogónicas, muchas de

ellas relacionadas con las nuevas tendencias de los cultos producto de la

globalización que ya han penetrado, lentamente y a baja escala, en algunas

regiones indígenas del estado. Situación interesante por los nuevos procesos

sincréticos que ya se están elaborando” (Vargas Montero, 2010: 196).

Este trabajo constituye una primera exploración de algunos de dichos

procesos sincréticos generados a partir de la migración en la Sierra de Santa

Marta.

3. El fenómeno migratorio y su impacto en familias y comunidades

A partir de las últimas dos décadas del siglo pasado, Veracruz fue perdiendo su

importancia como estado receptor de inmigrantes para convertirse en uno

expulsor, en virtud del dinamismo de los movimientos interestatales de jornaleros

agrícolas, particularmente hacia el norte del país y, después por la migración de

origen urbano y rural hacia los Estados Unidos. En 1992, Veracruz ocupaba el

lugar 30 de la lista de estados con población migrante hacia los Estados Unidos,

para 1997 se ubicaba en el lugar 27, en el 14 para 2000 y el en el cuarto lugar en

2002 (Pérez Monterosas 2003: 149).

Como puede apreciarse en los cuadros siguientes, las tasas de migración

neta (TMN) tanto interestatal como internacional son negativas para el estado, lo

que significa pérdida de población, particularmente, de segmentos de la población

6 Guido Münch (1983: 275) destaca del proceso de proliferación de grupos religiosos protestantes el hecho

de que éstos han logrado que sus feligreses tengan un mejor aprovechamiento del ingreso, un mejoramiento material del hogar, mayor unión familiar, así como desterrar el tabaquismo, el alcoholismo, los juegos de azar y malas costumbres.

12

económicamente activa; así como una participación proporcional cada vez más

importante en la migración hacia Estados Unidos respecto a los totales nacionales.

Cuadro 1

Veracruz: Tasas de migración neta. 1991 – 2010

Año

TMN Interestatal

TMN Internacional

Año

TMN Interestatal

TMN Internacional

1991 -0.46 -0.61 2001 -0.40 -0.51

1992 -0.50 -0.57 2002 -0.32 -0.62

1993 -0.54 -0.55 2003 -0.25 -0.72

1994 -0.59 -0.53 2004 -0.18 -0.82

1995 -0.63 -0.49 2005 -0.11 -0.91

1996 -0.67 -0.37 2006 -0.11 -0.86

1997 -0.71 -0.22 2007 -0.11 -0.86

1998 -0.63 -0.27 2008 -0.10 -0.85

1999 -0.55 -0.37 2009 -0.10 -0.85

2000 -0.47 -0.48 2010 -0.10 -0.85 Promedio

de la década

-0.57

-0.45

Promedio de la

década

-0.18

-0.78

Fuente: Elaboración propia con datos de CONAPO, Veracruz: Indicadores demográficos 1990 – 2030

Cuadro 2 Veracruz: Migrantes a Estados Unidos de América por quinquenios

Concepto Quinquenios

1990 -1995 1995 - 2000 2001 - 2006 2005 - 2010

Migrantes circulares a EUA 2/ 6,597 9,313 26,920 18,542

Porcentaje respecto al total nacional 1.70 3.60 4.68 6.02

Migrantes que no retornaron de EUA 3/ 46,395 63,656 105,991 41,729

Porcentaje respecto al total nacional 3.50 5.30 10.58 6.11

TOTAL 52,992 72,969 132,911 60,271

Porcentaje respecto al total nacional 3.10 5.00 8.42 6.06

Notas: 1/ Población que se fue a vivir a Estados Unidos en el periodo, y para el final del quinquenio se encontró residiendo en México o Estados Unidos.

2/ Población que se fue a vivir a Estados Unidos en el periodo, y para el final del quinquenio residía en México. 3/ Población que se fue a vivir a Estados Unidos en el periodo, y para el final del quinquenio se residía en ese país.

Fuente: Elaboración propia con base en estimaciones de CONAPO, apoyadas en datos del INEGI: la muestra del Conteo de Población y Vivienda, 1995; la muestra del diez por ciento del XII Censo General de Población y Vivienda, 2000; la muestra del diez por ciento del XIII Censo General de Población y Vivienda, 2010 estos últimos datos tomados de Ramírez y Meza (2012), y en datos de CONAPO Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID), 2006.

Los estados que en mayor proporción reciben migrantes veracruzanos son Baja

California Norte, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, que

captan a más del 40% de los emigrantes veracruzanos; en tanto que los

13

principales destinos en Estados Unidos son California, Illinois, Georgia, Florida,

Carolina del Norte y Carolina del Sur (Córdova, 2010).

La migración tiene diversos efectos en la conformación de las familias, la

organización de la comunidad, la composición de la fuerza productiva y en los

niveles de producción del campo, así como en distintas expresiones de la vida

sociocultural. En particular, el fenómeno migratorio en las poblaciones rurales del

sur de Veracruz está asociada a transformaciones derivadas de: 1) el proceso de

transición demográfica; 2) la crisis económica de comienzos de la década de 1980

y el nuevo modelo de desarrollo, y 3) la reforma legal de 1992 sobre la propiedad

social de la tierra.

Para el caso de la Sierra de Santa Marta, este fenómeno migratorio ocurre

en un contexto socioeconómico marcado por el rezago social y la marginación. De

acuerdo al índice de CONAPO (2005), las localidades de la Sierra de Santa Marta

presentan índices altos y muy altos de marginación, y en términos de los

indicadores de rezago social, la situación que prevalece en los cuatro municipios a

los que se abocó la presente investigación, es la siguiente:

Cuadro 3

Población total, indicadores, índice y grado de rezago social, 2010.

Concepto Nacional Estatal Macayapan Pajapan Soteapan Tatahuicapan

Población Total 112,336,538 7,643,194 17,333 15,909 32,596 14,297

Población de 15 años o más analfabeta (%)

6.88 11.44 26.92 31.06 37.14 27.97

Población de 6 a 14 años que no asiste a la escuela (%)

4.77 5.71 10.19 10.87 7.81 8.63

Población de 15 años y más con educación básica incompleta (%)

41.11 50.72 71.95 72.99 75.77 70.87

Población sin derecho-habiencia a servicios de salud (%)

33.85 39.87 37.59 50.37 20.47 70.51

Viviendas con piso de tierra (%)

6.15 11.68 12.96 8.44 27.41 13.26

Viviendas que no disponen de excusado o sanitario (%)

4.66 3.90 29.73 12.69 26.19 16.01

Viviendas que no disponen de agua entubada de la red pública (%)

11.28 23.61 25.38 18.18 9.22 8.78

14

Viviendas que no disponen de drenaje (%)

8.96 15.62 41.92 33.03 56.51 21.06

Viviendas que no disponen de energía eléctrica (%)

1.82 3.15 5.29 6.79 9.22 3.29

Viviendas que no disponen de lavadora (%)

33.62 45.62 84.66 79.74 90.75 79.57

Viviendas que no disponen de refrigerador (%)

18.00 25.25 60.85 53.05 70.78 56.17

Índice de Rezago Social 1.13549 1.15047 0.96884 1.54609 0.82632

Grado de Rezago Social Alto Alto Alto Alto Alto

Fuente: Elaboración propia con datos de CONEVAL, Población total, indicadores, índice y grado de rezago social por municipio, 2010

Aunque la pobreza y el rezago social no constituyen las únicas causas que

explican la migración, la información relativa ofrece una imagen de las condiciones

generales en que ésta ocurre y del contexto en que se reciben sus impactos.

a. Metodología

Los resultados que sustentan la presente investigación se obtuvieron del trabajo

de campo efectuado en las comunidades pertenecientes a los municipios de

Soteapan, Mecayapan, Tatahuicapan de Juárez y Pajapan en la Sierra de Santa

Marta, a través de la aplicación de tres instrumentos para la recolección de la

información de cohortes cuantitativos y cualitativos.

En el primero se estructuró un cuestionario a través del cual se adquirió

información relacionada con características socioeconómicas de la familia,

características de movilidad del migrante, organización funcional y productiva de la

familia, así como, tradiciones y cambios culturales. Se aplicaron 200 encuestas en

los cuatro municipios, distribuidas de acuerdo a la participación proporcional de su

población en el total de esta región: En Pajapan y Tatahuicapan se aplicaron 30

instrumentos en cada municipio, 40 en Mecayapan y 100 en Soteapan, el

municipio con mayor población y con comunidades de migrantes más numerosas.

En este último, 40 encuestas se aplicaron en San Pedro Soteapan, 30 en Ocotal

Chico y 30 más en San Fernando.

En el cohorte cualitativo se construyeron una guía de entrevista semi

estructurada y una guía para grupo focal que permitieron extraer información

15

referida a la organización comunitaria y desarrollo político, cambios en la

identidad individual y comunitaria de los migrantes con respecto a lenguaje,

vestimenta, comportamientos, valores, tradiciones y organización social y familiar.

Los tres instrumentos se aplicaron en el curso de año, entre junio de 2011 y junio

de 2012.

b. Resultados

Los resultados de los instrumentos de investigación arrojaron información sobre

los migrantes, sus familias y la percepción de los líderes comunitarios de la región,

así como de los efectos de la migración en ámbitos socio-culturales, que fueron

explorados transversalmente en todos los instrumentos.

Los migrantes: Perfil, lugares de destino, ocupaciones y familia

La información relativa a los migrantes se obtuvo mediante dos instrumentos: Las

encuestas aplicadas en junio de 2011 y el trabajo con grupos focales en febrero de

2012.

En cuanto al primer instrumento, las encuestas revelaron que 181 familias

tenían un miembro que se encontraba trabajando o en busca de trabajo fuera de la

localidad de residencia, al que se suman otras 12 familias manifestaron que uno

de sus miembros emigra regularmente para trabajar, si bien en el momento de la

aplicación de la encuesta ya había retornado. Así, el registro de movilidad laboral

incluye al 96.5% de las familias encuestadas.

La mayoría de los trabajadores migrantes eran campesinos o jornaleros en

su comunidad de origen, o bien se dedicaban a oficios, eran carpinteros,

soldadores, empleados de ranchos e, inclusive, del municipio, en tanto que otros,

carecían por completo de ocupación. Cabe señalar que pocos estudiantes

emigran. La encuesta sólo captó un caso.

Asimismo, respecto a la distinción de movimientos intraestatales,

interestatales e internacionales, para efectos de presente investigación, la

migración hacia los municipios cercanos de Coatzacoalcos, Minatitlán,

Cosoleacaque y Acayucan; así como a otras regiones del propio estado de

16

Veracruz o estados vecinos como Tabasco y Oaxaca, se han considerado como

migración local y regional, respectivamente. El desplazamiento hacia otros

estados, particularmente Sinaloa, Sonora y Baja California, fue calificada como

nacional, y como internacional, aquel cuyo destino es los Estados Unidos.

Información relevante se resume en el cuadro siguiente:

Cuadro 4

El migrante. Resumen de información proporcionada por las familias encuestadas con algún miembro migrante

Concepto

Mecayapan Pajapan Tatahuicapan

de Juárez 1/ Soteapan 2/

% % % %

Familias con algún miembro migrante: 40 100.0 30 100.0 29 100.0 94 100.0

Hombres migrantes 32 80.0 29 96.7 25 86.2 84 89.4

Mujeres migrantes 8 20.0 1 3.3 4 13.8 10 10.6

Edad a la que migraron por primera vez:

Menos de 16 años 10 25.0 6 20.0 6 20.8 9 9.6

De 17 a 25 años 22 55.0 9 30.0 17 58.6 37 39.4

De 26 a 35 años 4 10.0 8 26.7 4 13.8 37 39.4

De 26 a 45 años 4 10.0 3 10.0 2 6.8 11 11.7

Más de 45 años 0 0.0 4 13.3 0 0.0 0 0.0

Tipo de migración:

Local 1 2.5 2 6.7 1 3.4 5 5.3

Regional 2 5.0 4 13.3 2 6.8 5 5.3

Nacional 35 87.5 20 66.7 17 58.6 64 68.1

Internacional 2 5.0 4 13.3 9 31.2 20 21.3

Ocupación en el lugar al que migra:

Jornalero 28 70.0 21 70.0 15 51.7 39 41.5

Obrero 2 5.0 1 3.3 4 13.8 13 13.8

Empleado 9 22.5 7 23.4 10 34.5 38 40.4

Albañil 1 2.5 1 3.3 0 0.0 4 4.3

Periodos de ausencia del migrante:

Menos de un año 26 65.0 16 53.4 11 37.9 37 39.4

De uno a dos años 4 10.0 9 30.0 4 13.8 32 34.0

De tres a cinco años 6 15.0 4 13.3 5 17.1 17 18.1

Seis o más años 4 10.0 1 3.3 9 31.2 8 8.5

Envia dinero a la familia:

No 13 32.5 5 16.7 4 13.8 9 9.6

Sí 37 67.5 25 83.3 25 86.2 85 90.4

17

La aportación mensual del migrante es:

Menor a $1,000.00 M.N. 16 40.0 10 33.3 6 20.8 35 37.2

De $1,000.00 a $2,000.00 M.N. 10 25.0 7 23.3 10 34.5 25 26.6

De $2,000.00 a $4,000.00 M.N. 0 0.0 8 26.7 7 24.1 15 16.0

Más de $ 4,000.00 M.N. 1 2.5 0 0.0 2 6.8 10 10.6

Fuente: Elaboración propia con base en la información obtenida mediante encuestas aplicadas a 200 familias. Notas: 1/ En Tatahuicapan de Juárez, solo una de 30 familias encuestadas dijo no tener ningún miembro como migrante. 2/ Se reportan las encuestas aplicadas en tres localidades: Ocotal Chico, San Fernando y San Pedro Soteapan. En ésta última, seis familias manifestaron que ninguno de sus miembros es migrante.

El trabajo con grupos focales se realizó en los cuatro municipios de referencia y

participaron 50 migrantes de la Sierra de Santa Marta, a quienes se les plantearon

diversas interrogantes. De sus respuestas, se identifica lo siguiente entre lo más

relevante para los efectos del presente documento:

Todos los entrevistados señalaron como principales motivos para migrar el

desempleo, los bajos salarios y la pobreza. En menor proporción refirieron

procurar una mejor forma de vida para la familia, aún menor razones como

el deseo de conocer otros lugares y personas, tener otras experiencias.

En cuanto a recibir influencia en los lugares de destino a la forma de

comportarse, 50% manifiesta que no hay ningún cambio, y el resto admite

que los hay, especialmente relativos al vestido, alimentación, música y

adquirir vicios (alcoholismo y drogadicción) porque se encuentran solos,

lejos de sus familias.

En particular, en Huazuntlán, municipio de Mecayapan, el 100% considera

que no han sufrido ningún cambio; en Pajapan el 20% dijo seguir igual, el

20% conserva el lenguaje, el 10% ha cambiado en hábitos de estudio, el

20% en indumentaria original, el 20% en alimentación, 10% en desunión

familiar, y en Soteapan el 10% manifiesta haber cambiado al hablar

español, pues solo eran monolingües (zoque-popoluca) y ahora sirven

como traductores a sus compañeros.

Con relación a la comunicación con su familia y paisanos antes de ser

migrante y después de un proceso migratorio, en Pajapan el 40% considera

18

que hay desapego; falta de comunicación, 10%; mejor relación, 20%, no

cambió nada, 30% y 10% dijo no saber. En Huazuntlán el 40% responden

que permanece igual, aunque a veces pareciera mejorar. Algunos se llevan

a sus familias. El 60% no contestó. En Soteapan, el 60% señala que no han

cambiado las relaciones, aunque el 40 % menciona que sí, por la distancia,

la escasa frecuencia con que se comunican y el distanciamiento familiar. En

Tatahuicapan mencionan que se deteriora la comunicación, pero en menor

medida.

En cuanto al lenguaje, en Pajapan 20% admite incorporar el vocablo “bato”,

40% dice seguir hablando igual, 30% admite conocer nuevos vocablos pero

dice no usarlos y el 20% conserva el náhuatl. En huazuntlán, el 75% señala

que habla su dialecto, no ha conocido nuevo vocabulario; el 25% dijo usar

el mismo lenguaje pues no convive con otras personas. En Soteapan el

100% habla zoque-popoluca entre ellos, y el español con los demás,

algunos cambian el acento, pero no adoptan nuevo vocabulario. En

Tatahuicapan los migrantes no proporcionaron información al respecto.

Las familias de los migrantes

El número de miembros de las familias oscila entre cuatro y cinco, y el ingreso

promedio mensual de éstas es de $3,270.00. Las principales ocupaciones de los

165 jefes de familia captados entre los hogares de la muestra7 son las labores del

campo, 63 (38.2%) de ellos son campesinos8 y 46 (27.9%) jornaleros; siete (4.2%)

son obreros e igual número son empleados públicos. Tres jefes de familia (1.8%)

no contaban con empleo al momento de realizarse la encuesta.9

Por su parte, la ocupación predominante entre 185 jefas de familia de la

muestra es ama de casa, 138 casos (74.6%); 17 (9.2%) son jornaleras; 13 (7%),

7 No se puede deducir que 35 de los 200 hogares de la muestra sean encabezados por mujeres, dada cierta

resistencia a proporcionar información completa. 8 Los campesinos, a diferencian de los jornaleros, poseen derechos de propiedad sobre la tierra.

9 El resto de los jefes de familia, seis dijeron ser empleados (sector privado); cinco más, albañiles; tres

comerciantes; un chofer; un estudiante y 23 se dedican a otras actividades.

19

campesinas; 6 (3.2%), comerciantes; una (0.6%) obrera, una más (0.6%)

empleada pública y nueve (4.8%) manifestaron dedicarse a otras actividades.

A continuación se resume un conjunto de la información obtenida:

Cuadro 5 Las familias. Labores productivas y recursos familiares

Concepto

Mecayapan Pajapan Tatahuicapan de Juárez

Soteapan

% % % %

Total de familias encuestadas 40 100.0 30 100.0 30 100.0 100 100.0

Familias con antecedentes migratorios 25 62.5 23 76.7 21 70.0 48 48.0

Familias sin antecedentes migratorios al actual 15 37.5 7 23.3 9 30.0 52 52.0

Labores productivas:

Familias poseedoras de milpa 9 22.5 1 3.3 7 23.3 64 64.0

Familias que crían animales de traspatio 22 55.0 18 60.0 17 56.7 76 76.0

Familias dueñas de cabezas de ganado 0 0.0 1 3.3 1 3.3 5 5.0

Derechos de propiedad o acceso a tierras:

Familias con miembros ejidatarios 4 10.0 2 6.7 1 3.3 26 26.0

Familias con miembros pequeños propietarios 9 22.5 9 30.0 10 33.3 36 36.0

Comuneros 0 0.0 1 3.3 0 0.0 2 2.0

Sin titularidad sobre tierras 27 67.5 18 60.0 19 63.4 36 36.0

Suficiencia de los recursos obtenidos de la unidad familiar de producción:

Familias que los estiman suficientes 32 80.0 11 36.7 15 50.0 69 69.0

Familias que los estiman insuficientes 8 20.0 19 63.3 15 50.0 31 31.0

Familias que señalaron la migración como primer o segunda opción ante dicha insuficiencia

2 5.0 10 33.3 15 50.0 11 11.0

Personas que sustituyen la labor del migrante:

Conyugue 3 7.5 2 6.7 3 10.0 11 11.0

Padres 5 12.5 2 6.7 2 6.7 18 18.0

Hijos 0 0.0 1 3.3 2 6.7 6 6.0

Otros familiares 0 0.0 1 3.3 1 3.3 23 23.0

Un tercero remunerado 1 2.5 0 0.0 0 0.0 2 2.0

Nadie 31 77.5 24 80.0 22 73.3 40 40.0

Uso productivo del aporte económico del migrante (parcela, cría de animales, etc.):

Sí 4 10.0 14 46.7 1 3.3 17 17.0

No 36 90.0 16 53.3 29 96.7 83 83.0

Principal uso del aporte económico:

Alimentos 32 80.0 21 70.0 18 60.0 71 71.0

Vestido 1 2.5 0 0.0 0 0.0 4 4.0

20

Educación 0 0.0 2 6.7 8 26.6 3 3.0

Vivienda 3 7.5 6 20.0 2 6.7 9 9.0

Salud 0 0.0 0 0.0 0 0.0 3 3.0

No recibe o no especificó 1/ 4 10.0 1 3.3 2 6.7 9 9.0

Percepción sobre cambios en condiciones de vida de la familia del migrante:

Han mejorado 23 57.5 19 63.4 13 43.3 46 46.0

Han empeorado 6 15.0 1 3.3 1 3.3 10 10.0

Se mantienen igual 11 27.5 10 33.3 16 50.0 44 44.0

Fuente: Elaboración propia con base en la información obtenida mediante encuestas aplicadas a 200 familias. Nota: 1/ Se advierten inconsistencias en la respuesta de las familias que manifestaron no recibir apoyo económico del migrante (cuadro 4). Se optó por no cuestionarles sobre esta aseveración y continuar la entrevista sin generar un ambiente “inquisidor”. Sólo en San Pedro Soteapan no hubo tales inconsistencias Efectos en el ámbito sociocultural. La perspectiva de los actores sociales

En este contexto, el impacto en el ámbito cultural –entendido en términos de

Geertz– de la migración en estas comunidades indígenas del sur del estado de

Veracruz, tiene diversas manifestaciones. En este trabajo, se reportan algunos

que se lograron captar de las familias, los migrantes y líderes comunitarios.

Como se advierte del cuadro anterior, más del 50% de las familias de

migrantes manifestaron que sus condiciones de vida han mejorado, lo que haría

suponer la existencia otros cambios. Llama la atención el número de familiares

que acepta modificaciones en patrones culturales. Solo 16 de los encuestados

refirieron que la familia incorporó el uso de nuevas palabras; 23 que hubo cambios

en la forma de vestir; 17 que conocieron nuevo tipo de música y 24 que adoptaron

la conducta de ahorro del migrante.

Para las 16 familias que señalaron mejoría en el rubro de salud, respecto a lo

tradicional los cambios están relacionados con involucrar a un médico en la

atención de los embarazos (10); acudir a una clínica para atender el parto (8);

adquirir medicina de patente para atender enfermedades (11) y acudir con mayor

frecuencia al médico (14).10

10

Un jefe de familia encuestado podía marcar más de un cambio en cada rubro. Esta es la razón por la que no coincide la suma de opciones marcadas con el número total de familias.

21

Entre quienes señalaron “alimentación”, 22 manifestaron que la familia consume

una mayor cantidad de alimentos industrializados; sólo nueve han sustituido el

consumo de pan por tortilla; 25 dijeron que ahora les gusta mucho un alimento de

otra región y 14 que en la milpa familiar se cultiva una nueva hortaliza o fruta.

Cabe destacar que 51 encuestados, esto es, 44.3% de los que dijeron que había

una mejoría en sus condiciones de vida, señalaron que agregaron una comida

más al día.

También el instrumento revela la percepción de que el regreso de los

migrantes no ha modificado ninguna tradición de la comunidad (63.5%). No

obstante esta percepción mayoritaria, 16% identifica que los migrantes han

inducido cambios en la vestimenta; 9%, en la religión; 8.5%, en la música y 3%,

en las festividades.

Entre los hogares encuestados que tienen algún familiar migrante, al

preguntárseles si éste acude a las festividades mayores, el 47.7% contestó que

no. La primera sistematización de la información permite recuperar lo siguiente:

Cuadro 6. Participación de los migrantes en festividades

Festividad Frecuencia %

Cumpleaños 15 7.8

Fiesta religiosa 29 15.0

Feria 12 6.2

Cabo de año 8 4.1

Navidad/año nuevo 37 19.2

Ninguna 92 47.7

Total 193 100.0

Si consideramos que el 88.6% de los migrantes se desplazan hasta el norte del

país y a los Estados Unidos de América, se advierte un esfuerzo importante por

mantener presencia física en fechas importantes de la familia y la comunidad,

independientemente del apoyo monetario que aporten al efecto. Respecto a los

impactos inducidos por los migrantes en el ámbito religioso11, los encuestados

optaron por no contestar la pregunta y otros señalaron que ninguna.

11

En cuanto a la religión que profesan las familias encuestadas, los datos obtenidos revelan que el 42% es católico; 16.5% dijo no profesar ninguna religión; 15.5% no contestó; 11%, pentecostés; evangélico, 4%; adventista, 3.5%, testigo de Jehová, 3.5%; cristiana, 2.5%; templo del Buen Pastor, 1%, y presbiteriana, 0.5%.

22

En los grupos focales, se preguntó a los migrantes: ¿Cuáles son las festividades

que realizan en el pueblo?, ¿Cómo participa en ellas? En Pajapan, refirieron las

festividades de San Juan de Dios (40%), San Antonio (40%), Virgen de Guadalupe

(10%) y 10% dijo no saber. En Huazuntlán, municipio de Mecayapan, el 100%

manifiestan que festejan la Navidad, el Día de Muertos, el 30 de mayo la fiesta de

la Virgen Hermosa, la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre, la Virgen de

Juquila el 15 de diciembre y participan colaborando en la organización de los

festejos. En Soteapan, los católicos constituyen el 80% y festejan las

mayordomías y a la Virgen de Guadalupe; el 20% no participa porque tiene otra

religión, aunque festejan la Navidad y el 31 de diciembre. Su participación

depende de la invitación y colaboración en los preparativos de dichas festividades.

En la cabecera municipal de Mecayapan señalan que la mayoría son

evangélicos, y solo los católicos tienen algunos festejos. En Tatahuicapan, el 40 %

festeja y participa en las tradiciones religiosas católicas, como el 24 de marzo, día

de San Gabriel, aniversario de creación del municipio. El 20% menciona que es

evangélico y solo participa en los eventos de su iglesia, el 10% son sabáticos y no

participan, y otro 10 % no profesa ninguna religión y no participa, el 20% no

contestaron.

En el ámbito comunitario, se les cuestionó si ha influido la migración en la

organización y desarrollo de sus comunidades. En Pajapan, el 60% acepta que ha

provocado desapego en los integrantes de la comunidad, el 20% considera que no

ha influido y el otro 20% no participa. En Huazuntlán el 100% considera que no

hay ningún desarrollo favorable de la organización comunitaria ni de la comunidad

misma a consecuencia de la migración. En Soteapan, 60 % considera que hay

cambios en las viviendas de adobe pasan a construcciones de concreto, ingresan

remesas, hay progreso; el 10% menciona que no hay cambios; 20% menciona el

hecho de que la tierra se queda abandonada y se pierden las plantas de café, 10%

admite que afecta el trabajo común, es decir, la organización de la faena. En

Tatahuicapan y Mecayapan no dieron respuesta a este cuestionamiento.

Para líderes locales, la pérdida de fuerza productiva se nota en el trabajo

comunitario. El profesor Franco Santos, líder de una asociación de cafetaleros y

23

profesor de la Secundaria Técnica de San Pedro Soteapan, lo expresa así: “Una

comunidad en la que se fue la mitad de la gente, pues ya tiene la mitad de los

brazos para las faenas, la limpieza de montes, para abrir brechas y los que

quedan, pues, tienen que poner el doble. Así, es más difícil…”. Don Capulino,

Presidente del Comisariado de Tierras Comunales de Pajapan, se refiere a esa

“pérdida de brazos”, en los siguientes términos: “Sí [afecta]… en que a veces

incumplimos en cumplir con faenas, que la gente no participa, por el hecho de que

anda fuera de la comunidad. O tampoco… no se puede contratar para unos dos o

tres días de trabajo”. Luis Enrique Domínguez, representante municipal de

Tatahuicapan se refiere a la desaparición paulatina de una de las principales

formas tradicionales de apoyo: “[Impacta]… pues en el sentido en que se

acompañan para ir a sembrar el terreno de uno, y de ahí, ya que terminaron se

van al terreno del otro sobre todo en la mano vuelta. No hay a veces quien ayude

a los demás”.

Las faenas colectivas y la “mano vuelta” son formas tradicionales de

organización productiva y solidaridad de estas comunidades indígenas, que son

afectadas directamente por la migración de mujeres y hombres de la Sierra de

Santa Marta. El desuso de éstas constituye igualmente una pérdida cultural.

4. Conclusiones

Para quienes comparten la concepción simbólica de la cultura (Giménez, 2012),

las representaciones sociales son a la vez estables y móviles, rígidas y elásticas,

no responden a una filosofía del consenso y permiten explicar la multiplicidad de

tomas de posición individuales a partir de principios organizadores comunes.

Esta perspectiva permite comprender las distintas formas de asimilar los

impactos generados por la migración. De la información recopilada, se aprecian

aspectos de la vida cotidiana de las familias de los migrantes y de éstos, que son

objeto de procesos de aculturación. Así, el progreso económico de familias de

migrantes transforma el paisaje de las localidades a partir del cambio

arquitectónico de las viviendas; modifica sus dietas con la incorporación de nuevos

alimentos, se refuerza la pluralidad religiosa, pero también se debilitan las bases

24

del trabajo comunitario ante la ausencia de los migrantes y la pérdida de formas

tradicionales de ayuda mutua en el trabajo agrícola.

No obstante, prevalece su identidad cultural. En la era de la globalización y

en un contexto de migraciones numerosas y crecientes de su población, la

cosmovisión de los pueblos nahuas y zoque-popolucas de la Sierra de Santa

Marta permanece vigente, así como distintas manifestaciones culturales y

tradiciones que los diferencian de otros pueblos e identifican como subregión

sociocultural de una más amplia, que corresponde a la cultura sotaventina.

Si bien, como lo aprecia Vargas Montero (2010), algunas tradiciones

desaparecen entre los jóvenes, “las muchachas ya no saben agarrar lumbre”,

como nos manifestara doña Hermenegilda en Soteapan; éstos, en tanto miembros

de una familia nuclear y extendida, como lo son la mayoría de las familias de la

región, participan –aún sea en menor medida– de las fechas importantes.

Asimismo, cabe destacar la persistencia del uso de la lengua indígena entre los

migrantes y la elevada proporción de los jefes de familia encuestados que la

conservan, el esfuerzo de los primeros en participar en las festividades, no así en

la organización comunitaria, quizás producto del abandono de las labores

agrícolas tras su partida (en el 58.5% de los casos nadie sustituye al migrante en

su labor productiva).

Ahora bien, los cambios en la vestimenta, gustos musicales, adquisición de

aparatos eléctricos, uso de la telefonía celular, acceso constante a los medios

masivos de comunicación o a los alimentos procesados, son manifestaciones

regulares de “los productos de la globalización”; pero como bien destaca Giménez

(2002: 36), “la globalización de las comunicaciones no ha eliminado el carácter

localizado de la apropiación”.

En Santa Marta, el impacto material del envío de remesas de los migrantes y

el aporte de nuevas formas en estilos de vidas y creencias, parecen objeto de

selección por parte de los miembros de las familias que permanecen en las

comunidades, las que son aceptadas son objeto de adaptación y otras,

claramente, son rechazadas, como la vestimenta del “cholo” o la adicción a las

drogas de los migrantes de retorno.

25

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26

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