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Implementación de centros de recursos para el aprendizaje y la investigación (CRAI) en América Latina Por: Andrés Felipe Echavarría Ramírez. Director del Sistema de Bibliotecas. Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá. El uso continuo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), se está incorporando progresivamente en la educación superior, abriendo nuevos horizontes en la enseñanza, el aprendizaje y la investigación; a través de diferentes modalidades educativas, que facilitan al estudiante y al profesor una nueva dinámica de acceso al conocimiento e interactividad comunicacional, que están conduciendo al cambio radical de los paradigmas del trabajo académico. Según Castañeda (2009), las posibilidades de comunicación de las TIC, permiten acercar a los jóvenes, desde muy temprana edad, a las competencias básicas para la gestión compartida de la información y los conocimientos, lo que elimina el “monopolio de contenidos” por parte del profesor y propicia el desarrollo de capacidades para la gestión de la información y el conocimiento en todo tipo de recurso y medio de consulta, usando como intermediario la tecnología. Estas dinámicas han llevado a las instituciones de educación superior a sufrir un proceso de reforma, buscando su adaptación a las características de la sociedad actual, lo que ha sido confirmado en informes nacionales e internacionales, donde anuncian la urgencia de que estas instituciones deben adecuarse a las características de un mundo globalizado en el que el conocimiento se genera e innova de forma acelerada y se difunde con rapidez, en el que las TIC, invaden casi todos los ámbitos de la sociedad, lo que está produciendo profundos cambios en los valores, actitudes y patrones de comportamiento cultural de las nuevas generaciones, donde el mercado laboral demanda una formación más flexible y los nuevos colectivos sociales exigen una formación de grado superior. Esta adaptación al cambio tiene su punto de partida a nivel mundial, por medio de la Declaración de Bolonia, donde se hace una evidente invitación a la innovación, creación y cambio de la Universidad en temas como: Reorientar los currículos mediante un diálogo con los empresarios.

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Implementación de centros de recursos para el aprendizaje y la

investigación (CRAI) en América Latina

Por: Andrés Felipe Echavarría Ramírez. Director del Sistema de Bibliotecas.

Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá.

El uso continuo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), se

está incorporando progresivamente en la educación superior, abriendo nuevos

horizontes en la enseñanza, el aprendizaje y la investigación; a través de

diferentes modalidades educativas, que facilitan al estudiante y al profesor una

nueva dinámica de acceso al conocimiento e interactividad comunicacional, que

están conduciendo al cambio radical de los paradigmas del trabajo académico.

Según Castañeda (2009), las posibilidades de comunicación de las TIC,

permiten acercar a los jóvenes, desde muy temprana edad, a las competencias

básicas para la gestión compartida de la información y los conocimientos, lo que

elimina el “monopolio de contenidos” por parte del profesor y propicia el

desarrollo de capacidades para la gestión de la información y el conocimiento en

todo tipo de recurso y medio de consulta, usando como intermediario la

tecnología. Estas dinámicas han llevado a las instituciones de educación

superior a sufrir un proceso de reforma, buscando su adaptación a las

características de la sociedad actual, lo que ha sido confirmado en informes

nacionales e internacionales, donde anuncian la urgencia de que estas

instituciones deben adecuarse a las características de un mundo globalizado en

el que el conocimiento se genera e innova de forma acelerada y se difunde con

rapidez, en el que las TIC, invaden casi todos los ámbitos de la sociedad, lo que

está produciendo profundos cambios en los valores, actitudes y patrones de

comportamiento cultural de las nuevas generaciones, donde el mercado laboral

demanda una formación más flexible y los nuevos colectivos sociales exigen una

formación de grado superior.

Esta adaptación al cambio tiene su punto de partida a nivel mundial, por medio

de la Declaración de Bolonia, donde se hace una evidente invitación a la

innovación, creación y cambio de la Universidad en temas como:

Reorientar los currículos mediante un diálogo con los empresarios.

Asegurar que la educación superior cumpla estándares de calidad que se

acoplen a exigencias universales, lo que implica una alta exigencia

académica, estructura curricular unificada acorde al cumplimiento de las

demandas del entorno educativo y laboral.

Incrementar los esfuerzos para promover un aprendizaje centrado en el

estudiante.

Mejorar la investigación para el desarrollo económico y cultural, y también

para la cohesión.

Responder a los requerimientos de la sociedad en la correcta formación

de los ciudadanos, aprovechando el uso de las nuevas tecnologías,

conscientes de los nuevos tipos de aprendizaje, y el desarrollo de

competencias para formar personas a los nuevos contextos.

Planear y desarrollar programas acordes a las exigencias de

empleabilidad de los países participantes y acorde a ello el correcto

desarrollo de las competencias necesarias para su cumplimiento.

Educación centrada en el alumno, valiéndose de los nuevos métodos de

enseñanza y nuevas tecnologías con el fin de proporcionar una educación

que responda las necesidades concretas a cada individuo.

Apertura internacional, a los métodos de enseñanza, para adaptar la

participación de los ciudadanos a un contexto global.

Y asumir el reto de la educación académica, profesional y permanente,

extendiendo esta última como la formación que recibe un estudiante en

todos sus ciclos de vida y no limitándose a procesos de actualización.

En busca de dar respuestas a los temas propuestos por la Declaración de

Bolonia, las instituciones de educación superior desarrollaron múltiples

propuestas, basadas en los temas centrales de la Declaración; lo que a su vez,

trajo consigo una serie de iniciativas y cambios que propenden al cumplimiento

de las premisas, centradas en los procesos de enseñanza, aprendizaje e

investigación; entre las que se da mayor énfasis a la participación autónoma de

los estudiantes en su proceso de aprendizaje, los docentes como guías y no el

centro de la enseñanza, y el trabajo colaborativo de los investigadores en el

desarrollo de las respuestas que requiere las empresas y el contexto social en

el cual está inmersa una sociedad impactada por el efecto de las TIC.

Una de las soluciones de mayor impacto en las Universidades, que integran

estos cambios, son los CRAI - Centros de Recursos para el Aprendizaje y la

Investigación, enfocado específicamente en la gestión y prestación de servicios

y recursos asociados a la enseñanza, el aprendizaje y la investigación.

Para comprender plenamente estos cambios y propuestas, antes de buscar su

coherencia y relación con los CRAI, se procede a explicar dos conceptos claves:

el aprendizaje permanente y el conectivismo.

La Comunidad Europea se refiere a la educación permanente, como el

aprendizaje que se adquiere desde la etapa preescolar, hasta después de la

jubilación, teniendo en cuenta todo el espectro del aprendizaje formal, no formal

e informal. Por tal motivo, se debería entender al aprendizaje permanente como

toda actividad de aprendizaje emprendida a lo largo de la vida con el fin de

adquirir y complementar el saber, las aptitudes y destrezas para desempeñar

labores y mejorar aspectos personales, cívicos y sociales (Consejo de la Unión

Europea, 2002).

Por otro lado, Siemens (2010), plantea que el conectivismo presenta un modelo

de aprendizaje que refleja una sociedad donde el aprendizaje ya no es una

actividad individual, lo que la lleva más allá de los modelos conductistas,

cognitivista y constructivista. Lo que busca es comprender que la forma de

aprender cambia a la hora de usar herramientas, de esta manera muestra el

conectivismo como el modelo para ser implementado en la actual era digital.

Siemens crea el conectivismo, por la necesidad de dar respuesta a las diferentes

formas de producción de conocimiento en una era donde la tecnología agrupa a

todas las actividades que realiza el ser humano, y donde existe una notable

incapacidad de las diferentes teorías de aprendizaje existentes para aclarar el

proceso de aprendizaje en una sociedad altamente cambiante, globalizada y con

necesidad de respuestas inmediatas (Montero, 2011).

Esta forma de trabajo, asimilada por el contexto internacional de la educación

superior, por un lado, ha buscado formas de vincular las TIC al proceso de

formación permanente y para ello ha encontrado caminos que permiten sacar el

máximo provecho, canalizarlo acorde al manejo de competencias y desarrollo de

las mismas, siempre teniendo en cuenta que implica el desarrollo de nuevas

formas de apropiación e incluso mecanismos de adaptación al contexto global

cambiante. Por otro lado, la incorporación del conectivismo, las políticas de

educación del Espacio Europeo de Educación Superior y su adaptación al

contexto latinoamericano, ha traído consigo la transformación de espacios, la

integración de áreas de servicios y la aparición y mejora del uso de los recursos

de información orientados al proceso de enseñanza, aprendizaje e investigación.

Desde el punto de vista de instituciones representativas como CRUE

(Conferencia de Rectores de Universidades Españolas) en el 2012 en España o

ALA (American Library Association), presentan como parte de la solución, el

rediseño y transformación de espacios, servicios y recursos convergentes,

donde se integra esta forma de enseñar y aprender durante toda la vida, que

motive y apoye la investigación, así como la producción de conocimiento.

Ahora bien, para comprender el concepto CRAI y su diferencia con otros, es

importante revisar las las connotaciones que se le ha dado en diferentes países:

Centro de Recursos para el Aprendizaje” (y la Investigación, como se le añadió

después) es el nombre con el que la Red de Bibliotecas Universitarias Españolas

REBIUN bautizó a los “Learning Resources Centres (LRCs)”. En Italia se llaman

“Centri di risorse per l’apprendimento (CRA)”, en Francia “Centres de

documentation et d'information (CDI)” y en USA “Information Commons y

Learning Commons”.

En muchos países occidentales, avanzados en innovación educativa, se integran

servicios clave para estudiantes y profesores ligados a los proyectos educativos,

y relacionados con la información y la tecnología. Pueden citarse, por ejemplo:

Estados Unidos (Johnson Center de la George Mason, Marymount University,

North Caroline University y San Diego); Reino Unido (Sheffield Hallan University,

West England University, Leeds Metropolitan University, University of Bradford);

Holanda (Tilburg), Autralia (University of Queensland, y las de Western y South

Australia) y algunos proyectos piloto en España (Universidad Politécnica de

Cataluña, Universidad Pompeu Fabra, Facultad de Ciencias Económicas y

Empresariales de la Universidad Complutense de Madrid).

El futuro de los CRAI, transita desde centros gestores de recursos impresos,

disponibles física y localmente, para convertirse en lugares donde el aprendizaje

y el acceso electrónico al conocimiento marcan la diferencia. El reto que suponen

las TIC, el desarrollo vertiginoso de la ciencia y la técnica y el ritmo de cambio

de los procesos de generación del conocimiento sientan las bases para convertir

estas unidades de apoyo a la docencia, la formación y la investigación en centros

activos de aprendizaje o CRAI, como se les ha denominado en España.

Pero verlo de esta manera no es suficiente para comprender la diferencia de un

modelo con relación a otro, y para ello se explicará en la gráfica 1, las diferencias

de los modelos que más impacto han generado a nivel mundial: los information

commons, learning commons en USA y los CRAI en España.

Gráfica 1. Comparativo de modelos CRAI

Fuente: Construcción propia

Information Commons: un modelo de Estados Unidos que ofrece a los

estudiantes el acceso integrado a los recursos de información electrónica,

multimedia, recursos de impresión, y servicios. Este modelo proporciona a los

usuarios la oportunidad de llevar a cabo la investigación y escribir sus trabajos

en una sola estación. Es un lugar único donde se pueden encontrar los recursos

(por ejemplo, sobre cómo escribir un artículo o solucionar problemas del equipo

o la red), acceso a numerosas bases de datos (tanto los índices y texto completo)

o el catálogo de la biblioteca, navegar por Internet para visitar sitios web, y el uso

de software seleccionado para la investigación. También facilita el acceso y uso

de herramientas tales como Microsoft Office, acceso a la producción y

procesamiento de archivos, y complementa con recursos y apoyo para el manejo

de correo electrónico, escaneado, y otras capacidades tecnológicas.

Como su base es la Biblioteca, su desarrollo e integración a metodologías de

enseñanza-aprendizaje e investigación se consideró insuficiente al no encontrar

eco apropiado en un trabajo convergente a áreas de las universidades donde se

desarrollaban estas mismas prácticas, dando por resultado duplicidad de

esfuerzos, lo que implicó evolucionar este modelo hasta encontrar los Learning

Commons.

Learning Commons: la transformación del Information Commons al Learning

Commons, refleja un cambio en la teoría del aprendizaje y la transmisión de

conocimiento a los usuarios, haciendo un mayor énfasis en la creación de

conocimiento por parte del personal y los usuarios. El Learning Commons incluye

todos los aspectos del Information Commons, los extiende y aumenta.

Está clara y explícitamente alineado de forma estratégica con la institución

en la visión y misión, es decir, es un aliado dinámico y activo en la

institución universitaria a la que pertenece. No está centrado en la

biblioteca, sino en toda la universidad.

Integra la mayor parte de la biblioteca con la inclusión de servicios,

recursos, personal y puestos de trabajo.

Pone a disposición más espacios de trabajo colaborativo.

Extiende la alternativa de recursos y medios para construcción y creación

de conocimiento.

CRAI: por su parte, los Centros de Recursos de Aprendizaje e Investigación

(CRAI), más que una realidad física asociada con las bibliotecas universitarias,

es una filosofía y un proyecto global e integrador de los servicios que apoyen los

procesos de enseñanza, aprendizaje e investigación. Es un proyecto complejo,

vivo y de gran alcance, que pretende erigirse en puerta única de acceso a la

información con una misión: anticiparse y responder a las necesidades de

información de los distintos agentes de la comunidad universitaria, ofreciendo

unos servicios concentrados, personalizados, económicos y de mayor calidad.

Esto supone apostar por un nuevo modelo de organización transversal de

servicios, con equipos e individuos polivalentes, poseedores de talentos

diversificados, por una nueva cultura que sitúe al usuario y no al documento en

el epicentro de todas las actuaciones. Además, los cambios tecnológicos y

especialmente el auge de la tecnología multimedia en la educación hacen que,

pese a las diferencias culturales y de enfoque entre los servicios que hasta ahora

habían trabajado de forma independiente, sea necesario establecer nexos y

alianzas entre ellos (Pinto Molina, 2008).

En los CRAI deberían converger el conjunto de servicios y unidades que sirvan

de apoyo a la docencia, el aprendizaje y a la investigación, tales como: el servicio

de información, servicio de bibliotecas, servicio informático, servicio de

laboratorio de idiomas, servicio de salas de estudio y reserva de salas, servicio

de soporte a la formación del profesor y del estudiante, servicio de creación y

elaboración de materiales docentes, servicio audiovisual, entre otros (Pinto

Molina, 2008), lo que en el Reino Unido es conocido como súper convergencia

de servicios, que trasciende los límites de la Biblioteca y extiende su vínculo a

procesos de formación y desarrollo de competencia en información, tecnología y

creación de contenidos multimediales, así como la creación de conocimiento por

parte de profesores y estudiantes.

Una buena forma para comprender la transformación que implica un CRAI,

debería acudir a la descripción que hace Martín Gavilán (2008), en su documento

de los CRAI, donde explica que la lista de factores que pueden incidir en la

opción de las universidades para promover la convergencia de algunos de sus

servicios y dotarse de un CRAI podría ser diferente en cada institución en función

de su estructura, historia, cultura y metas organizativas, pero la decisión ha de

regirse bajo la guía de la búsqueda de cuál es la mejor manera desde el punto

de vista de servicio prestado al usuario. A continuación se mencionan algunos

de estos factores:

Los servicios de la universidad tienen una misión común: dar soporte a la

docencia, el aprendizaje y la investigación. Los CRAI representan una

excelente contribución a la misión de la universidad.

El nuevo paradigma educativo hace que las universidades se replanteen

no únicamente la docencia, sino todos aquellos elementos que la

sustentan. Los CRAI contribuyen a la innovación docente.

Las posibilidades que brindan las tecnologías de la información son

amplias y evolucionan constantemente. La convergencia de servicios en

el seno de los CRAI contribuye a desarrollar una estrategia común para

la gestión de la información.

La convergencia de servicios, a su vez, puede servir para brindar una

mejor asistencia a estudiantes, profesores e investigadores, que disponen

de un único servicio como interlocutor para temas que, de otro modo, han

de resolver en tiempo y lugar diferentes. Los CRAI ofrecen a los usuarios

unos servicios concentrados, más adecuados a sus necesidades y de

mayor calidad.

La convergencia de las tecnologías nos lleva a nuevos tipos de software

que permiten que las personas puedan colaborar de manera más fácil,

por lo que la tecnología multimedia se ha convertido en un factor

importante para muchos sectores pero es especialmente un elemento

clave en la educación, el aprendizaje y la información y, por tanto, en los

servicios.

A pesar del reto que supone que personas con diferentes culturas y

experiencias trabajen juntas, la convergencia puede potenciar la

comunicación entre profesionales de distintos perfiles (bibliotecarios,

personal académico especializado en diseño educativo, diseñadores

gráficos, analistas y programadores, administradores de sistemas y de

bases de datos, fotógrafos, editores, impresores, productores de vídeo y

de audio, expertos en derechos de autor, administrativos y otros tipos de

personal de soporte). El trabajo en equipo en entornos de colaboración

genera una dinámica de aprendizaje mutuo que lleva a disponer de

personal con perfiles más polivalentes y flexibles, preparados para

realizar una mejor gestión del conocimiento.

El aprendizaje continuo a lo largo de toda la vida puede encontrar un buen

referente en el entorno del CRAI. Los futuros estudiantes valorarán la

calidad de la docencia a la hora de optar por una universidad, pero

también considerarán otros valores añadidos, como por ejemplo los

elementos de soporte al aprendizaje. En un entorno competitivo entre

universidades, el CRAI es un servicio estratégico que puede mejorar la

imagen que da la universidad a la sociedad.

Teniendo en cuenta estas variables y la mejor forma de implementación, Manuel

Area (2007), propone tres tipos o modelo de organización espacial de CRAI:

Un modelo centralizado. Todos los servicios que oferta están

centralizados en un único edificio universitario.

Un modelo descentralizado de CRAI. Pueden encontrarse distintas

variantes de este modelo. Por ejemplo, el CRAI es una entidad unificada

institucionalmente, pero cuyos servicios están ubicados físicamente en

distintos edificios. O bien, por el contrario, existen distintos CRAI en cada

uno de los Campus existentes en esa Universidad.

Un modelo mixto. Se caracteriza por tener un CRAI centralizado en una

única sede, pero con algunas delegaciones o servicios descentralizados.

La verdad de todo esto es que su implementación, tomándose el modelo de

organización que se quiera con las variables que se deseen incorporar, se debe

tener en cuenta que no es una tarea titánica de absoluta propiedad y

participación solitaria de las Bibliotecas, uno de los errores más comunes de las

Universidades en Hiberoamérica, donde se opta por llamar CRAI’s a bibliotecas

con horarios extendidos, salas de trabajo en grupo coloridas y un mejor

equipamiento tecnológico, pero donde no existe la integración de servicios con

otras unidades especializadas para tal fin, sin tener en cuenta que detrás de la

idea de la integración o convergencia, esta la necesidad de sacar de Facultades

y Escuelas servicios dispersos por el/los campus y aunarlos en una solo

dirección.

Aquí es donde aparece una de las situaciones que menos reflexión genera y más

a la ligera se toma, y es que la convergencia de servicios integrables a un CRAI,

se requiere una dirección, estructura y organización propia y, por tanto, requieren

una nueva organización, una única estrategia y unos objetivos comunes (CASAL

REYES, 2011). Esta situación se dá en países como Estados Unidos con los

Learning Commons y en Reino Unido con los Learning Resorce Centres, pero

no es un tema que se toma a profundidad en España y América Latina, e incluso

puede llegar a ser incomodo, porque implica perder de vista la biblioteca como

centro y ubicarla en un entorno más amplio, donde se convierte en una unidad

de servicios al interior de un CRAI y no el CRAI en sí mismo. Esto fue

comprendido ampliamente por la Universitat Pompeu Fabra, quienes son

canalizados y dirigidos por el área de tecnología de la información o por la

Pontificia Universidad Javeriana Cali, quienes crearon una estructura

administrativa basada en ciclos de procesos, donde la Biblioteca hace parte de

esta estructura que llamarón CRAI, ambas experiencias únicas en Iberoamérica

pero que las involucra en un reto muchos más ambicioso.

La responsabilidad de asumir la transformación a un CRAI va más allá de realizar

un benchmarking y un juicioso análisis bibliográfico del tema, que desencadena

en un imitar buenas prácticas o copiar y pegar (copy and paste), sin evaluar cómo

encaja en los fenómenos institucionales o las necesidades de la población

universitaria a la que se debe el servicio; lo que luego termina con edificios

nuevos o renovados con espacios atractivos, servicios renombrados y un equipo

de biblioteca que acoge el reto de ampliar sus fronteras y esfuerzos para asumir

tareas que les implica aprender temas que son abordados desde otras áreas

académicas de la Universidad con el mismo nivel de conocimiento e incluso con

más experiencia, pero se repiten en el nuevo CRAI para estar a la altura de los

resultados de las reflexiones de transformación. Este fenómeno que se vivió en

EE.UU con los Information Commons, terminando en un fracaso que los llevo a

evolucionar a Learning Commons, pero que en Iberoamérica nos estamos

viendo volcados a repetir.

Es curioso ver como muchas de las bibliotecas que se denominan CRAI no

cumplen no solo con unas condiciones claras de convergencia, sino que además

no tienen claro una estructura de servicios apropiados a esta tipología ni en un

contexto físico o virtual y en muchos casos su ubicación en Internet se hace muy

compleja o difícil de encontrar y al ingresar a sus sitios Web no se detecta una

estructura de servicios como las descritas en las Bibliografías, como un factor

mínimo de cumplimiento.

¿Cuál es el camino a tomar para llegar a consolidar un CRAI?

Este es el momento de reflexionar sobre cómo estamos interpretando este

fenómeno y lo incorporamos en nuestro entorno Universitario, donde el

protagonismo del director de la Biblioteca debe demostrar que conoce los

mecanismos de gobierno de sus instituciones, lo que implica un conocimiento

estratégico de elementos pedagógicos, de gestión de recursos educativos, de

tecnología, de gestión de equipos inter y multidisciplinarios e incluso de

incorporación a gestión curricular, como camino a la verdadera integración de

servicios o convergencia, para llegar al CRAI.

Este camino a la evolución de las bibliotecas universitarias, implican una

reflexión más profunda y una conciencia clara de las herramientas existentes y

ya exploradas, como la gestión por procesos, ISO 9001, EFQM, entre otras, pero

no vistas solo como escalones para llegar al ideal del CRAI, sino como

complemento evolutivo y parte de un elemento más grande, que se adapte al

nuevo contexto universitario.

La comprensión de esta adaptación convergente, implica evaluar cómo se está

llevando a cabo desde el contexto de gestión, quienes son los participantes y

cuáles son sus roles. Claro está, es la discusión más difícil de analizar en el

contexto de Iberoamerica porque implica analizar cuáles son las competencias

necesarias para encajar en esta nueva estructura que implica el conocimiento

de variables que no se tienen en cuenta cuando vemos un panorama más

completo y es porque la convergencia implica una comprensión de áreas de

procesos que exige la integración de tecnologías, pedagogía, desarrollo

curricular, calidad, creación de contenidos, equipos interdisciplinarios, recursos

financieros, de información, espacios físicos y virtuales; todo para el

cumplimiento de las exigencias de enseñanza, aprendizaje, investigación,

cultura y servicios de las universidades.

Hacer este trabajo implica evolucionar de manera organizada y completa,

considerando todas las variables hasta llegar al nuevo modelo, con la

incorporación y comprensión de áreas de procesos que permitan la gestión de

esta convergencia, que antes no eran parte de la gestión tradicional de

bibliotecas universitarias, y en contras ocasiones se tocaba de manera

superficial. Se trata de una evolución que debe hacerse de forma responsable,

continua y escalonada, consciente de la disponibilidad de los recursos y la

capacidad de asimilación. Es un trabajo que puede tomar varios años, muchas

alianzas, procesos de formación para los equipos de trabajo y recursos, pero

sobre todo una posición responsable, consciente y participativa de las directivas.

Esta evolución es llamada madurez desde la ingeniería de sistemas, donde se

procede a un camino escalonado o por niéveles, incorporando buenas prácticas

por medio de la asimilación de procesos que se van adaptando en la medida que

la organización crece, superando obstáculos, asimilando lecciones aprendidas y

convirtiéndolas en oportunidades, que llevan a un estado ideal.

Para el caso de los CRAI, se debería considerar caminos similares que permitan

llegar a un estado de madurez ideal, donde se pueda evidenciar una

implementación apropiada de servicios convergentes de la mano de un

adecuado modelo de gestión, dando respuestas reales y efectivas a las

necesidades de las universidad. Esto implicaría que los líderes que buscan esta

transformación tengan en cuenta más allá de la implementación de prácticas

reconocidas en un benchmarking, las áreas de procesos que garanticen no solo

la transición, sino también la evolución y permanencia en el tiempo.

Estas áreas de procesos deben considerar todos los elementos necesarios que

permitan alinearse a las necesidades organizacionales de las universidades, a

las exigencias de calidad, al mantenimiento de servicios y recursos y al

cumplimiento de las exigencias de la comunidad universidad. A continuación se

presenta las área de proceso que se recomiendan para integrar estos

requerimientos y hacerlo de manera transversal (SEI, 2010):

Planeación: Establecer y mantener la planeación de actividades y

trabajos requeridos para el correcto desarrollo de objetivos.

Seguimiento de la planeación: Seguimiento de los procesos y servicios

en tiempo real para proporcionar acciones correctivas a tiempo cuando

todo empiece a perder el rumbo apropiado.

Medición y Análisis: Establecer y recoger información para medir los

avances y desarrollos de los servicios y recursos, así como los procesos,

metas e indicadores para aportar en los procesos de mejora.

Gestión de recursos: con lo que se busca mantener y establecer la

capacidad y disponibilidad para asegurar que el rendimiento del sistema

de servicio sea eficaz y que los recursos se provean y utilicen eficazmente

para dar soporte a los requisitos del servicio.

Gestión de Configuración: Proceso destinado a cuidar la calidad de los

servicios, a través de un estricto control de los cambios realizados y las

versiones de los mismos.

Sistema de Gestión de Calidad: Garantizar la calidad de los servicios,

de los procesos y la gestión en general, se puede integrar a ISO 9001 o

EFQM.

Adquisición de insumos y recursos: Área de proceso encargada de la

gestión de compras y la relación y manejo de proveedores.

Gestión de Requisitos: Validación de las necesidades de los usuarios,

con los recursos y servicios en ejecución, diseño o modificación.

Gestión de procesos: Como herramienta que busca el mejoramiento

continuo de las actividades de la Biblioteca por medio de la identificación,

selección, descripción, documentación y mejora continua de los procesos.

Desarrollo de personal: Identificación de competencias y plan de

formación acorde a las necesidades del equipo para el correcto desarrollo

de sus actividades y cumplimiento de objetivos.

Gestión y preparación de servicios: Preparar, organizar y mantener los

servicios acorde a las necesidades de la comunidad universitaria.

Continuidad del Servicio o planes de servicio de contingencia: Va

más allá de la gestión del riesgo y establece los mecanismos necesarios

con los que los servicios deben continuar en mínimas condiciones, aún

después de recibir alteraciones. Ejemplo software de gestión bibliográfico

de respaldo.

Transición del Servicio: Se encarga de la gestión del cambio en los

servicios, garantizando que las mejoras, ajustes y bloqueos, se realicen

sin que afecten la correcta prestación y la relación con la comunidad

universitaria.

Gestión de Riesgos: Como enfoque estructurado a controlar las

amenazas de los procesos, servicios y recursos, por medio de

mecanismos controlados y programados previa su evaluación.

Análisis de Decisiones y Resolución: Establece planes de solución a

situaciones, con recursos y planes de respuesta a problemas o

situaciones que requieran un plan de acciones.

Resolución y Prevención de Incidentes: Asegurar que los incidentes en

el servicio se resuelvan a tiempo y de forma eficaz.

Gestión de proyectos: Para la gestión de objetivos y actividades con

periodos cortos que suplan las necesidades de objetivos por medio del

desarrollo de nuevos productos, servicios o soluciones.

Gestión Cuantitativa de proyectos: como evolución al manejo de

proyectos, este requiere una medición cuantitativa permanente que está

arrojando datos en tiempo real para evaluar el rendimiento y predecir

oportunidades de mejora de forma anticipada.

Gestión del Rendimiento de la Biblioteca – Inteligencia de negocio:

Conocimiento de la Biblioteca por medio del análisis y monitoreo de datos,

producto del desarrollo de la gestión de conocimiento y revisión de

información producto de la interacción de procesos, recursos y servicios.

Análisis Causal y Resolución: Como producto de la evaluación,

monitoreo, control, y gestión del rendimiento de la Biblioteca, se obtiene

información que no solo debe afectar su resolución, sino que debe

anticiparse, evaluar las causas y buscar soluciones que se adelanten a

futuros escenarios, para brindar mejoras.

Quizás el camino que da respuesta desde las bibliotecas universitarias a las

nuevas exigencias del entorno productivo, de la educación superior, a la

educación permanente y el conectivismo, no sea solo el CRAI, quizás es una

evolución de la biblioteca universitaria que puede recibir muchos nombres, pero

que finalmente cumpla los objetivos propuestos, lo importante es hacer el cambio

de forma responsable y completando los niveles necesarios para dar

cumplimiento a las necesidades del entorno.

Conclusiones

Los CRAI más que tendencia, son una respuesta a las necesidades que plantea

el entorno en un escenario de nuevas tecnologías, de diversas exigencias del

entorno laboral, de educación permanente, de metodologías y pedagogías que

cuestionan y suponen nuevos escenarios como el conectivismo y de una

dinámica cambiante en un mundo globalizado.

No existe un único modelo de actualización de bibliotecas universitarias, y en

todos los escenarios cambia según la interpretación de necesidades, pero

coincide la necesidad de convergencia como respuesta rápida, económica y

organizacional a la asimilación de soluciones.

La implementación de una solución basada en la convergencia de servicios

exige apropiación de dinámicas de gestión, calidad, organización y estrategia,

que hace que las bibliotecas universitarias se acojan a un organismo más

grande; lo que implica una adaptación de los perfiles, desde el director(a) hasta

el equipo de planta base y la apropiación de dinámicas de gestión con

transformación de procesos y procedimientos.

En Iberoamerica se debe abordar la transformación basada en la convergencia

de servicios con una mirada crítica y pertinente, incorporando los elementos

propios de estas propuestas sin caer en una auto denominación de un modelo

existente solo por moda y no por un conocimiento y apropiación real de la misma.

La respuesta final a las diferentes necesidades de transformación de las

bibliotecas universitarias no necesita acoger un nombre específico adoptado del

contexto anglosajón o europeo, solo necesita una solución que se acoja al

cumplimiento de las necesidades de su entorno, alineado a las exigencias de un

mundo globalizado, sin descartar los avances del mundo y la apropiación de

estos.

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