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Elizabethtown College Elizabethtown College
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Modern Languages: Student Scholarship & Creative Works Modern Languages
Spring 2020
Implicaciones sociales y culturales para el cuidado de salud de Implicaciones sociales y culturales para el cuidado de salud de
los latinos en los Estados Unidos los latinos en los Estados Unidos
Delaney Klepper Elizabethtown College
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Recommended Citation Recommended Citation Klepper, Delaney, "Implicaciones sociales y culturales para el cuidado de salud de los latinos en los Estados Unidos" (2020). Modern Languages: Student Scholarship & Creative Works. 9. https://jayscholar.etown.edu/modlangstu/9
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Honors Senior Thesis
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Signature: Date: May 8, 2020
Implicaciones sociales y culturales para el cuidado de salud de los latinos en los Estados Unidos
By
Delaney Klepper
This thesis is submitted in partial fulfillment of the requirements for Honors in the Discipline in Modern Languages (Spanish) and the Elizabethtown College Honors Program
May 1, 2020
Thesis Director (signature required]________________________
Department Chair (signature required)___________________________
Second Reader___________________________________ Tamera Keiter Humbert
David Kenley
INTRODUCCIÓN
Tanto en la vida diaria como el sistema de salud, la competencia cultural es vital para
cuidar de las personas. Especialmente hoy en día, un conocimiento de otras culturas es necesario
para entender, o por lo menos apreciar, las diferencias entre culturas. En los Estados Unidos, la
cultura dominante, o la que es más prevalente, es europea-americana (McDermott, “Parenting
and Ethnicity”). Comparada con la cultura latina, la cultura dominante podría ser muy diferente,
y es necesario tener en cuento sus diferencias.
En este trabajo se centrará en la competencia cultural en la administración de cuidados
médicos a la población latina en los Estados Unidos. Es importante saber que esta población
tiene subgrupos que podrían tener perspectivas diferentes con respecto a la salud. En la última
actualización del censo estadounidense, se reporta que la mayoría, más que 60%, son mexicanos,
y los restantes son puertorriqueños, centroamericanos, suramericanos y cubanos (US Census
Bureau). Con estos grupos distintos, hay muchas opiniones y vistas sobre la salud. Este trabajo
mostrará unas opiniones, estadísticas e información en general sobre la salud y a veces las
combinará o generalizará.
LA COMPETENCIA CULTURAL
La competencia cultural es especialmente importante en el campo de salud en los Estados
Unidos. Con el creciente número de inmigrantes, con 57.5 millones de latinos registrados en
2016 y quizá más con el próximo censo en 2020 (US Census Bureau), es muy importante que los
proveedores de salud, los trabajadores sociales y cualquier persona en ese sistema tenga un
conocimiento y una apreciación por las culturas diferentes. Hay varias definiciones de
“competencia cultural,” y cada una tiene una tonalidad que depende de las indicaciones de la
categoría. En general, la competencia cultural es “los conocimientos, actitudes, conductas e
incluso políticas que capacitan a un profesional para trabajar en diferentes contextos
interculturales” (González 1). Con respecto a la salud, hay muchas definiciones, y todas intentan
explicar el alcance ancho que cubre. Unas explican la competencia cultural como “el conjunto de
conocimientos, actitudes, conductas y…políticas que capacitan a un profesional para trabajar con
eficacia en diferentes contextos interculturales,” (González 2); y la “capacidad de comprender,
interactuar y colaborar bien con gente de culturas diferentes” (“Diccionario de Cáncer”). Aunque
obtener competencia cultural no es un proceso definido ni lineal, cada persona pasa por niveles
desde la ingenuidad completa hasta un punto en que se responde a otras culturas apropiadamente
y sin pensar (González 4). Cuando se logra llegar a este punto, habrá más confianza, por eso más
éxito, en las prácticas de salud.
Para llegar a ese punto, hay cuatro etapas de competencia cultural que se tiene que cruzar.
Son incompetencia inconsciente, incompetencia consciente, competencia competente y
competencia inconsciente (National Minority AIDS Education 54). Estas están directamente
relacionadas con las interacciones entre pacientes y proveedores. En la primera etapa,
incompetencia inconsciente, se dice que “el profesional de la salud está ‘culturalmente ciego’”
(National Minority AIDS Education 54) y es completamente ignorante a las diferencias entre
ninguna cultura. Por ejemplo, con la cultura latina, podría ser que todos comen arroz y frijoles,
que todos son del mismo país, que todos son indocumentados o que sólo hablan español. La
segunda etapa, incompetencia consciente, ve que el proveedor reconoce que hay múltiples
culturas distintas, pero no intenta ni tiene interés en aprender nada sobre la cultura de sus
pacientes (National Minority AIDS Education 55). La tercera etapa, competencia consciente, “es
el acto consciente de aprender sobre la cultura del paciente, de verificar las generalizaciones, y
proveer intervenciones que sean culturalmente relevantes” (National Minority AIDS Education
55). En la cuarta etapa, competencia inconsciente, el proveedor responde a la otra cultura
automáticamente y “ya no se da cuenta que es competente a base de entrenamiento” (National
Minority AIDS Education 54; González 4).
También, hay ciertos elementos que son necesarios tener para ser culturalmente
competente y pasar a través los niveles anteriormente mencionados. Hay que tener un deseo
cultural, un conocimiento cultural, una conciencia cultural, habilidades culturales y encuentros
culturales (González 3). Para aprender más sobre una cultura, el proveedor tiene que querer
entenderla, que es el deseo cultural. El conocimiento cultural es cuando el proveedor busca
información y obtiene una visión más global para entender la cultura de sus clientes. Después de
encontrar toda esta información, para tener una consciencia cultural, hay que quitar todos los
prejuicios (conscientes e inconscientes) para entender y ser sensibles. Siguiente son las
habilidades culturales, o la aptitud de cuidar adecuadamente por personas en culturas diferentes.
Por último, sucede los encuentros culturales, que son interacciones con personas de culturas
diferentes para entender cómo es esa cultura y cómo afecta la gente en varios escenarios
(González 3). Cuando los encuentros culturales pueden ocurrir, el proveedor ahora está en un
lugar más cómodo con el paciente y está abierto a los ideas e indicaciones que la cultura tiene.
Para ser culturalmente competente, combinado con los temas arriba mencionados, se tiene que
saber las diferencias entre la cultura del paciente en contraste con la cultura dominante.
CONTRASTES CULTURALES EN LA ASISTENCIA SANITARIA
En la asistencia sanitaria Latinoamérica, los pacientes normalmente están acostumbrados
a tener más tiempo con sus proveedores y tener una relación más familiar comparada con las
normas de cuidado en los Estados Unidos (National Minority AIDS Education 51; Machado,
“Why Many Latinos”). En esos países, la relación es más relajada, y los proveedores muchas
veces pasan más tiempo con sus clientes y les hablan sobre asuntos personales, como sus
familias y vidas personales (National Minority AIDS Education 53). Si han recibido servicios de
salud allí, ellos pueden sentir una falta de respeto en los Estados Unidos porque no están de
acuerdo con el pensamiento que hay una “talla única.”
La creencia estadounidense de “el tiempo es dinero” choca con los valores latinos sobre
las relaciones, y ellos no entienden la prisa de los proveedores (Machado, “Why Many Latinos”;
“Los Americanos”). Esto “puede tener un impacto directo en que el paciente latino confíe o no
en su proveedor…regrese a las visitas de control, cumpla con los tratamientos y/o los
medicamentos” y otras cosas que tienen que ver con su bienestar (National Minority AIDS
Education 51). Cuando los proveedores dan sus servicios con prisa, los pacientes latinos pueden
interpretarlo como desinterés, impersonalidad o una falta de empatía, y podrían sentir muy
irrespetados e incómodos (Machado, “Why Many Latinos”). Aunque no hay manera de aumentar
el tiempo de una visita o consulta, los proveedores pueden hacer un ambiente más familiar con
sus pacientes latinos y hablar un poco más de sus vidas. Puede parecer una pérdida de tiempo a
un proveedor estadounidense o menos eficiente, pero es probable que tengan más éxito con esos
clientes con un enfoque así porque los pacientes se sentirían más cómodos y propensos a
compartir información.
Los latinos valúan mucho los temas de la simpatía, el personalismo y el respeto (Juckett
52). La simpatía es la amabilidad que muestra una persona y la percepción de la naturaleza de un
proveedor puede tener un impacto en la relación con su paciente latino (Juckett 52). Similar a la
simpatía, el personalismo es otro aspecto en las relaciones muy importante a los latinos. El
personalismo refiere a la cortesía y la autenticidad de una persona (Consoli & Sheltzer 2523). Si
el paciente no percibe un sentido de simpatía de su proveedor, hay menos probabilidad de tener
confianza y seguir sus sugerencias, y se puede retener información importante porque no siente
valuado ni respetado (Consoli & Sheltzer 2523). El concepto de respeto es muy importante, y
traslada sobre todos partes de la vida, incluso en la familia y en las relaciones con los
proveedores de salud.
Con la familia, el respeto es más un sentido de obediencia a los parientes mayores, como
los padres, tíos y tías, abuelos y padrinos (Consoli & Sheltzer 2880). En otras relaciones
interpersonales, como entre un paciente y un proveedor, la persona de la posición más baja acata
a todo de la persona con más autoridad, y en el pasado las relaciones así eran muy unilaterales
(Consoli & Sheltzer 2880). Pero hoy en día, quizá sería mejor aceptado tener una relación más
colaboradora con los pacientes. Especialmente con los pacientes mayores, el proveedor debe
hacer un esfuerzo para igualar a la relación, por ejemplo, con usar los títulos como “señor” o
“señora” y con estar atento a las necesidades físicas y sociales de ellos (Juckett 52). Mostrar
respeto a los pacientes en esas maneras y más podría hacer un ambiente más cómodo para el
paciente y hacer que el paciente tenga más confianza en las habilidades y la comprensión de su
proveedor.
Un origen de desconfianza en los proveedores estadounidenses, aparte de una falta de
simpatía o respeto, es el estatus legal del paciente. Hay muchos inmigrantes en los Estados
Unidos, con los números aproximados desde 12 millones a casi 30 millones de inmigrantes
ilegales (“¿Cuántos Indocumentados Viven en Estados Unidos?”). Con este número tan alto, es
probable que muchos están usando el sistema sanitario, independiente de su estatus. “Si los
pacientes están indocumentados, estos pueden desconfiar de compartir información, por temor a
ser reportados al gobierno y/o deportados” (National Minority AIDS Education 53).
Especialmente si los proveedores no toman el tiempo para conocer a sus pacientes latinos, no
había una relación ni confianza (Machado, “Why Many Latinos”). Los proveedores deben hacer
un ambiente cómodo para establecer y mantener una relación confiable con sus clientes y para no
aparecer amenazadores.
Algunos latinos prefieren evitar una visita al médico en total y buscan tratamiento
tradicional. Muchas veces, por diferencias de idioma, culturales o preocupaciones monetarias,
ellos, y miembros de muchas culturas más, no buscan cuidado preventivo y esperan hasta que sus
síntomas empeoren a un punto insoportable (“Cultural Competence”). En vez de ir a un médico,
algunos prueban remedios caseros, pero muchos usan una mezcla de medicina tradicional con
medicina moderna (Ransford, Carillo & Rivera 863). La medicina tradicional es algo que usan
sin importancia de su estatus legal o nivel de cobertura de seguro médico (Parker, “How
Traditional Medicine”). En muchas culturas latinas, hay remedios comunes y hábitos de salud
que trasladan con los inmigrantes en los Estados Unidos. Los remedios caseros y la medicina
tradicional pueden estar usados con condiciones psicológicas, como la ansiedad, o más físicas,
como un resfriados o alergias (Juckett 50).
Condiciones comunes de la salud mental son un “ataque de nervios,” “bilis” y “susto”
(Juckett 50). Para un ataque de nervios, los latinos solo recomiendan que se calme a la persona,
que es similar en los Estados Unidos hasta un punto, pero es probable que la persona también sea
diagnosticada con ansiedad y que un médico se prescriba unas pastillas para combatir los
síntomas (Juckett 50; “Anxiety Disorders”). “Bilis,” o arrebatos de rabia, está tratado con
métodos naturales como hierbas (Juckett 50). Con algunas condiciones se usa prácticas más
espirituales como tratamiento. Para el “susto,” una condición postraumática que puede
manifestarse en insomnio y depresión, se trata con una ceremonia de purificación del cuerpo,
repetido hasta que la persona mejore (Juckett 50). Hay poca familiaridad sobre diagnósticos de la
salud mental en la cultura latina; normalmente solo se dice que alguien “no está bien” y se cree
que los pensamientos y comportamientos pasarán con esfuerzo y tiempo (Machado, “Why Many
Latinos”).
Para un resfriado, o “mal aire,” se recomienda que la persona tome baños de vapor, que
beba tés de hierbas o zumo de naranja, o que tome suplementos naturales como la equinácea
(Juckett 50; Machado, “Why Many Latinos”) mientras que los estadounidenses ven a la farmacia
para comprar jarabe para la tos u otros medicamentos. La fatiga y unos síntomas del asma
también tienen remedios similares. Se debe inhalar vapor y usar tratamientos de hierbas como el
gordolobo y el eucalipto (Juckett 50). Otra condición común es el empacho, o la indigestión.
Según la cultura latina, la persona afectada debe beber tés de hierbas laxativos, masajear el
abdomen y pasar un huevo sobre el área porque creen que se pega al sitio de la irritación (Juckett
50).
Aparte de condiciones que tienen equivalentes en los Estados Unidos, hay algunas que
son distintas a la cultura latina. Una creencia popular de la salud de bebés es el “mal de ojo,” en
que alguien mira a un niño con admiración y subsecuentemente lo hechiza (Juckett 50). Para
quitar al niño del mal de ojo, se puede llevar amuletos, pedir que la persona responsable toque al
niño, o quizá el concepto más extranjero a los estadounidenses, pasar un huevo sobre el cuerpo
de niño y romperlo en un cuenco puesto debajo de su cama (Juckett 50). En los Estados Unidos,
es probable que los síntomas del mal de ojo, incluyendo llantos, diarrea y vómitos (“Señales o
Síntomas”), normalmente no estarían pensados como una enfermedad sino cosas que pasan en
los bebés con frecuencia.
Otro tema que muestra algunas diferencias entre la cultura latina y estadounidense es la
privacidad con la salud mental. Hay un dicho común de “la ropa sucia se lava en casa,” que
quiere decir que no se debe compartir los retos con todo el mundo (“Latino Mental Health”). Con
respecto a la salud mental, muchos latinos temen que estén vistos como “locos” si tienen
síntomas de depresión u otros diagnósticos, y por eso no buscan cuidado; solo 33% de latinos
con enfermedades mentales reciben tratamiento, comparado con el promedio de 43% de los
estadounidenses que están afectados (“Latino Mental Health”). También hay un estigma sobre la
salud reproductiva entre latinos. La gente latina típicamente ve el sexo como una cuestión muy
íntima y que esta información solo debe ser compartida con su pareja – a veces ni siquiera con
ellos (Machado, “Why Many Latinos”). Este hace que no hay mucha educación sexual para los
jóvenes latinos, y los números de ETS, como el VIH y embarazos adolescentes lo muestran.
Hombres latinos tienen un riesgo 2.5 veces más grande de contraer VIH que los blancos, y
jóvenes latinas son 5 veces más probables de embarazarse (Machado, “Why Many Latinos”).
Son tópicos muy personales, pero son muy importantes y requieren cuidado apropiado.
Para cuidar a los latinos en cualquier campo de salud, hay que respetar sus opiniones y
proveer cuidado culturalmente competente. Los proveedores deben preguntar sobre las
preferencias de sus pacientes, especialmente con tópicos que tienen más estigma en la cultura
latina. Si se usa cuidado culturalmente competente, hablando más con la persona y pensando en
las diferencias, es posible que los pacientes confíen más en sus proveedores, y sobre todo, que
reciban el cuidado que esperen y necesiten.
ESTÁNDARES EN LA ASISTENCIA SANITARIA EN LOS ESTADOS UNIDOS
Según la Oficina de Salud de Minorías, el estándar de cuidados médicos en los Estados
Unidos es proveer cuidado y servicios efectivos, comprensibles y respetables que responde a las
creencias, prácticas, lenguas preferidas, la educación y otras necesidades comunicativas de salud
en diferentes culturas (“National CLA Standards”). Este quiere decir que los proveedores tienen
que cuidar a personas de diferentes culturas con la misma calidad que usan con personas de su
misma cultura o la cultura dominante. Los proveedores tienen que dar asistencia en cualquier
forma para asegurar que sus pacientes entienden lo que está pasando en su tratamiento, bien tiene
que usar un traductor o explicar los procesos más que usual.
Hay, sin embargo, muchas barreras a los servicios de salud para mucha gente,
especialmente para los que no tienen seguro médico. En 2010, la Ley de Asistencia Asequible,
también conocido como ACA por sus siglas en inglés u Obamacare, fue implementado en los
Estados Unidos (“Ley del Cuidado”). Con la ACA, obtener un seguro médico debería ser más
realizable que antes. Antes de la ACA, Latinos nacidos fuera de los Estados Unidos tenían un
patrón más negativo al acceso y la utilización de cuidados médicos que Latinos nacidos en los
Estados Unidos (Alcalá et al. 53). Los números mejoraron después de la aprobación de la ley,
pero todavía hay mucha gente sin seguro médico, especialmente los inmigrantes
indocumentados. La ACA no se aplica a los indocumentados ni a los inmigrantes que llevan
menos que 5 años en los Estados Unidos (Liebert & Ameringer 810; Ortega, Rodriguez &
Bustamante 531). Entonces todavía hay mucha gente, casi 60% de los inmigrantes
indocumentados o más recientes, que no tienen seguro médico y que evitan los cuidados
sanitarios por su estatus (Liebert & Ameringer 811). Muchas veces, ellos solo usan servicios de
emergencia porque no pueden conseguir un proveedor constante y por el miedo de deportación si
se entera de su estatus ilegal (Liebert & Ameringer 812).
Aunque no sean inmigrantes indocumentados, la barrera del lenguaje hace que muchos
latinos ni siquiera solicita ayuda de la ACA; solo la mitad de las personas que cumplen los
requisitos fueron consciente de la ley al final de la primera inscripción abierta (Doty et al. 1735).
De los latinos que sí solicitaron y consiguieron cobertura de la ACA, 30% de la gente que solo
hablan español todavía estuvieron sin seguro médico comparada con 19% de la gente que hablan
inglés (Doty et al. 1735). Había mucha mala comunicación sobre la ley y su proceso, desde pura
mala traducciones (Dembosky, “Selling Health Care”) a la confusión sobre información
compartida con el gobierno y los conceptos de seguro, como copagos y deducibles (Keith,
“Obama Pitches Health Care”). Porque la mayoría de los inmigrantes usaban servicios
comunitarios gratis, el concepto de pagar cada mes no tiene sentido ni por qué sería una opción
mejor (Keith, “Obama Pitches Health Care”). Los latinos tienen “el índice más alto de falta de
seguro médico en comparación a cualquier otro grupo racial o étnico dentro de los Estados
Unidos” (Giralt 14) y es probable que esta mala comunicación y confusión contribuyen a esta
disparidad.
Similar a la comunicación con los proveedores de salud individual, información nacional
es muy complicada a veces. Es necesario explicar bien los procesos de buscar y encontrar
cuidado y cobertura por esos servicios. Si los proveedores, incluyendo doctores y agentes de las
compañías de seguro médico, saben los pensamientos típicos de los latinos, pueden explicar las
beneficias en una manera razonable y comprensible a sus pacientes y clientes. Esta comunicación
culturalmente competente no solo puede ahorrar dinero de los pacientes y proveedores, sino
también puede hacer que los latinos no esperen tanto para buscar ayuda o servicios. Si ellos
consiguen cuidado más temprano con los servicios preventivos, sus números de enfermedades
graves podrían bajar. Con información más asequible en general, los latinos podrían confiar más
en el sistema estadounidense y comprender mejor sus situaciones de salud.
Para encontrar información de salud, mucha gente, no importa su cultura ni etnicidad,
acude al internet en vez de buscar ayuda de una profesional. En una búsqueda del internet, se
puede encontrar muchos sitios traducidos del inglés al español. Algunos sitios populares de salud
en los Estados Unidos son Medline Plus, los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades (CDC), WebMD, la Clínica Mayo, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) y
Drugs.com. De estos sitios, WebMD y Drugs.com no ofrecen una traducción de sus sitios
completos; solo tienen unas páginas con información específica, muchas veces de sus términos y
condiciones. Las organizaciones sanitarias como los CDC, la Clínica Mayo y los NIH tienen
nombres traducidos, entonces su estatus de traducción no es sorprendente.
DISPARIDADES DE LA SALUD
En general, las minorías experimental problemas de la salud desproporcionadamente más
que la gente blanca no latina en los Estados Unidos. Algunos ejemplos son enfermedades,
heridas, la muerte prematura y discapacidades (“Health Disparities”). Según la Dra. Anaya
Mandal, “las disparidades de la salud son las desigualdades que ocurren en la disposición de la
atención sanitaria…a través de diversos grupos raciales, étnicos y socioeconómicos” (“¿Cuáles
Son…?”). Algunas disparidades en la población latina versus la población blanca no latina
incluyen la obesidad, la diabetes, algunos tipos de cáncer, la cirrosis del hígado y la hipertensión
(Giralt 15; “Disparidades de Salud”).
El sobrepeso está considerado como un signo de buena salud para los latinos, mientras
los estadounidenses probablemente verían a la misma persona como gorda y pensarían que tiene
un problema con su salud (“Los Hispanos”). Aunque el sobrepeso puede ser visto como una cosa
buena en unas culturas y no en otras, la obesidad es objetivamente nada saludable. En algunos
estados, la tasa de obesidad en latinos es sobre 30%, y del número total de personas obesas en los
Estados Unidos, 42.6% son latinas (Liendo, “Los Latinos”). El riesgo de obesidad es
especialmente alto para los niños latinos. Casi 40% de los niños son obesos y 50% tienen una
probabilidad muy alta de ser diabéticos (Greenhalgh & Carney 268). Unas explicaciones de estos
números son salarios bajos de los padres, barrios no seguros para hacer ejercicio y publicidad no
regulada de comidas poco saludable a los niños (Greenhalgh & Carney 268). Por eso, los niños
latinos no tienen acceso suficiente a la comida buena y saludable, a la educación sobre la comida
y ejercicio, ni al conocimiento de sus efectos en el cuerpo.
Los latinos en los Estados Unidos tienen una probabilidad de 17% de presentar diabetes
tipo 2 comparados con un promedio de 8% para las personas blancas no latinas (“Los
Hispanos”). Unas explicaciones por esta diferencia son su genética, porque tienen ciertos genes
que aumentan su riesgo; los alimentos típicos que contienen mucha grasa y calorías; su peso y su
nivel de actividad (“Los Hispanos”). En su vida, los latinos tienen una probabilidad de presentar
diabetes de más del 50%, y es común que la diagnosis aparece más temprano en ellos que en la
población blanca no latina (“Los Hispanos”). Hay más barreras que solo la predisposición o el
problema de la comunicación con los médicos no hispanohablantes. Existe la tendencia de usar
medicina natural o tradicional, y hay una creencia popular que la insulina causa más
complicaciones con la diabetes (“Los Hispanos”). En los latinos, la diabetes puede causar
insuficiencia renal, neuropatía, enfermedad cardiovascular y problemas con la visión que pueden
provocar la retinopatía diabética, un tipo de ceguera (“Los Hispanos; Bauer, “Why Hispanics”).
Entre las enfermedades terminales, algunos tipos de cáncer tienen una prevalencia
aumentada entre los latinos. De manera interesante, los latinos tienen tasas bajas comparados con
los blancos no latinos en los cánceres más comunes en los Estados Unidos, pero tienen un riesgo
más alto de cánceres asociados con infecciones (Sociedad Americana Contra El Cáncer 5). Un
ejemplo de estadísticas más favorables es en el cáncer de mama. Este “se atribuye mayormente a
una prevalencia más alta de factores reproductivos…incluyendo la edad más temprana al dar a
luz al primer hijo(a), mayor paridad y menor uso de terapia hormonal para la menopausia”
(Sociedad Americana Contra El Cáncer 8). Sin embargo, los cánceres más comunes en los
latinos son los del hígado, estómago, cuello uterino y vesícula biliar. De todos los casos de
cáncer en los latinos, el cáncer del hígado representa casi 70%, y los latinos tienen doble el
riesgo de contraerlo que los blancos no latinos (Sociedad Americana Contra El Cáncer 14). La
probabilidad de tener el cáncer del estómago es 60% más alta en los hombres latinos que en los
hombres blancos no latinos y normalmente están diagnósticos en una edad más temprano
(Sociedad Americana Contra El Cáncer 15). Las mujeres latinas tienen una tasa alta del cáncer
del cuello uterino, también conocido como cáncer cervical (Sociedad Americana Contra El
Cáncer 16-17). Muchas veces, este cáncer es causado por el virus de papiloma humano (VPH)
que causa muchos tipos de cáncer, aunque ellas tienen un índice alto de vacunarse comparadas a
blancas no latinas (Sociedad Americana Contra El Cáncer 29). Aunque no es común con muchos
tipos de cáncer, las mujeres latinas tienen la tasa más alta de tener el cáncer de la vesícula biliar
que casi todos los otros grupos raciales y étnicos en los Estados Unidos (Sociedad Americana
Contra El Cáncer 17).
Los riesgos de estos cánceres son en gran parte los mismos. Puesto que son causados por
agentes infecciosos, los latinos podrían bajar su probabilidad “mediante cambios conductuales,
vacunas o el tratamiento de la infección” (Sociedad Americana Contra El Cáncer 21). Factores
comunes del riesgo son el uso de tabaco, el consumo de alcohol, el sobrepeso, la diabetes tipo 2
y las infecciones. De estos, los latinos tienen las tasas más elevadas del sobrepeso y la diabetes,
pero usan el tabaco y el alcohol menos que los blancos no latinos (Sociedad Americana Contra
El Cáncer 21-29; “Los Hispanos;” Liendo, “Los Latinos”).
La tasa de hipertensión en los latinos es comparable a la de los blancos no latinos, y en
algunos casos es más baja. No obstante, lo que podría ser más peligroso es su nivel de
conocimiento y el tratamiento de la diagnosis. De todos los grupos minoritarios, los latinos
tienen la probabilidad más grande de no ser consciente ni tratar a su hipertensión (Gutierrez et al.
271). La hipertensión es un factor de los ataques cerebrales y la enfermedad cardiovascular, que
pueden ser fatales (Gutierrez et al. 271). Para esta diagnosis, lo más importante es la educación y
conocimiento. Si los proveedores educan más a la población latina sobre la hipertensión, es
posible que haya menos prevalencia.
Aunque hay algunas condiciones más comunes en la cultura latina, los proveedores no
pueden pensar que ser latino es la única razón para la diagnosis. Un proveedor debe ver a sus
pacientes como una persona completa, no solo a los problemas de salud similares a otros
miembros de su cultura. No se debe asumir ni generalizar a sus pacientes, pero es importante
saber y entender los riesgos que sufren algunas personas en la población latina para dar cuidado
culturalmente competente. La competencia cultural puede disminuir a muchas disparidades,
porque algunas están causadas en gran parte por las barreras al cuidado apropiado, en términos
del ambiente, el idioma, la comprensión o su falta, la paciencia y muchos temas más.
CONCLUSIÓN
Este trabajo ha intentado compartir información útil para los proveedores de salud. Con
esta información, se puede empezar a pensar más en otras culturas, no solo la latina. Para cuidar
a cualquier persona, es necesario tener en cuenta sus preferencias, y aún más con las personas de
una cultura diferente. Es casi imposible saber todas las preferencias, normas, estadísticas y
tonalidades de cada cultura, pero con una mentalidad abierta, se puede tener mucho éxito en el
cuidado y las relaciones con los pacientes.
La competencia cultural es el base de las relaciones interculturales más productivas, y
solo se tiene que ser consciente de las diferencias. Sí, se tiene que admitir sus prejuicios y
creencias generales, pero no son todos malos con tal de que no se sea intolerante. Con este
reconocimiento, se puede lograr a la competencia cultural con el tiempo. Especialmente en los
Estados Unidos, en tan importante porque hay tantas culturas en la sociedad. Si los proveedores
de salud pueden ser culturalmente competentes, hay la posibilidad de tener más confianza,
menos disparidades, relaciones interculturales mejores y un entendimiento universal entre mucha
de la población, no solo en el campo de salud.
Obras Citadas
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(2017): 52-62.
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Bauer, Meredith. “Why Hispanics Are at a Higher Risk of Type 2 Diabetes.”
EverydayHealth.com, 7 nov. 2017, www.everydayhealth.com/type-2-diabetes/living-
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27 oct. 2019, www.latimes.com/espanol/eeuu/articulo/2019-10-27/cuantos-
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