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Revista Venezolana de Gerencia (RVG) Año 18. Nº 63, 2013, 501 - 526 Universidad del Zulia (LUZ) · ISSN 1315-9984 Innovación y desarrollo social: ¿es posible la construcción de una relación estratégica? Peña Cedillo, Jesús* Petit, Elsa Emilia** Resumen Se discute el papel complejo y contradictorio de la innovación al ser abordada su relación con el desarrollo social. Se realizó un estudio cualitativo crítico-documental, caracterizándose los funda- mentos de la innovación a partir del contraste y análisis de autores clásicos como Smith, Marx, Schumpeter, Veblen y contemporáneos v.gr. Rostow, Freeman, Nelson, Sundbo; así como su rela- ción con las dinámicas socio-productivas y de desarrollo, atendiendo, por ejemplo, a las tesis de North, Bourdieu, Elster, Castells, Stiglitz. La innovacion es un impetuoso fenómeno generador de ri- queza, pero solo para sectores sociales acotados; justo por ello es también el principal diferenciador al interior del sistema socio-económico predominante. Se concluye sobre la urgente necesidad de nuevos enfoques capaces de cuestionar la prevalencia de las lógicas marcadas por los mercados y el capital, superando las perspectivas neo-clásicas y evolucionistas hoy en día preponderantes. Es me- nester refundar los procesos sociales de producción y reproducción del conocimiento y sus aplicacio- nes, sobre nuevas bases económicas, epistemológicas y axiológicas, aportadas por actores sociales y económicos emergentes. Palabras clave: Innovación, desarrollo social, economía neoclásica, economía evolucionista, transformación social. 501 Recibido: 10-01-12. Aceptado: 23-06-13 * Doctor en Ciencias Políticas. Magíster Scientiarum en Planificación del Desarrollo. Profesor Ti- tular de la Universidad Simón Bolívar (USB-Caracas), adscrito al Departamento de Ciencias Económicas y Administrativas. Investigador PPI Nivel III. Miembro del Laboratorio Estudios de la Innovación y el Desarrollo, e-mail: [email protected] ** Doctora en Ciencias Humanas. Magister Scientiarum en Planificación y Gerencia de Ciencia y Tecnología. Profesora Titular de la Universidad del Zulia (LUZ-Maracaibo), adscrita a la Unidad Académica Estudios del Desarrollo, Departamento de Ciencias Humanas, Facultad Experi- mental de Ciencias. Investigadora PEI Nivel B. Miembro del Laboratorio Estudios de la Innova- ción y el Desarrollo, e-mail: [email protected]

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Revista Venezolana de Gerencia (RVG)Año 18. Nº 63, 2013, 501 - 526

Universidad del Zulia (LUZ) � ISSN 1315-9984

Innovación y desarrollo social: ¿es posiblela construcción de una relación estratégica?

Peña Cedillo, Jesús*Petit, Elsa Emilia**

ResumenSe discute el papel complejo y contradictorio de la innovación al ser abordada su relación con

el desarrollo social. Se realizó un estudio cualitativo crítico-documental, caracterizándose los funda-mentos de la innovación a partir del contraste y análisis de autores clásicos como Smith, Marx,Schumpeter, Veblen y contemporáneos v.gr. Rostow, Freeman, Nelson, Sundbo; así como su rela-ción con las dinámicas socio-productivas y de desarrollo, atendiendo, por ejemplo, a las tesis deNorth, Bourdieu, Elster, Castells, Stiglitz. La innovacion es un impetuoso fenómeno generador de ri-queza, pero solo para sectores sociales acotados; justo por ello es también el principal diferenciadoral interior del sistema socio-económico predominante. Se concluye sobre la urgente necesidad denuevos enfoques capaces de cuestionar la prevalencia de las lógicas marcadas por los mercados y elcapital, superando las perspectivas neo-clásicas y evolucionistas hoy en día preponderantes. Es me-nester refundar los procesos sociales de producción y reproducción del conocimiento y sus aplicacio-nes, sobre nuevas bases económicas, epistemológicas y axiológicas, aportadas por actores socialesy económicos emergentes.

Palabras clave: Innovación, desarrollo social, economía neoclásica, economía evolucionista,transformación social.

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Recibido: 10-01-12. Aceptado: 23-06-13

* Doctor en Ciencias Políticas. Magíster Scientiarum en Planificación del Desarrollo. Profesor Ti-tular de la Universidad Simón Bolívar (USB-Caracas), adscrito al Departamento de CienciasEconómicas y Administrativas. Investigador PPI Nivel III. Miembro del Laboratorio Estudios dela Innovación y el Desarrollo, e-mail: [email protected]

** Doctora en Ciencias Humanas. Magister Scientiarum en Planificación y Gerencia de Ciencia yTecnología. Profesora Titular de la Universidad del Zulia (LUZ-Maracaibo), adscrita a la UnidadAcadémica Estudios del Desarrollo, Departamento de Ciencias Humanas, Facultad Experi-mental de Ciencias. Investigadora PEI Nivel B. Miembro del Laboratorio Estudios de la Innova-ción y el Desarrollo, e-mail: [email protected]

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Innovation and Social Development: Is itPossible to Construct a Strategic Relationship?

AbstractThe complex and contradictory role of innovation is discussed, approaching its relationship to

social development. A qualitative, critical documentary study was carried out, characterizing the foun-dations of innovation based on the contrast and analysis of classic authors such as Smith, Marx,Schumpeter, Veblen and contemporaries v.gr. Rostow, Freeman, Nelson and Sundbo. Relation ofthe foundations of innovation to social-productive and development dynamics was studied accordingto the theses of North, Bourdieu, Elster, Castells and Stiglitz. Innovation is an impetuous phenome-non that generates wealth, but only for limited social sectors. Precisely because of this, it is also theprinciple differentiator within the predominant socio-economic system. Conclusions are that there isan urgent need for new approaches able to question the prevalence of logic marked by markets andcapital, overcoming today’s preponderant neo-classical and evolutionist perspectives. It is necessaryto re-found the social processes of production and re-production of knowledge and their applicationson new economic, epistemological and axiological bases contributed by emerging social and eco-nomic actors.

Keywords: Innovation, social development, neoclassical economy, evolutionist economy, socialtransformation.

1. Introducción

Se presentan en este trabajo algu-nos elementos teóricos e históricos vin-culados con la innovación y su importan-cia, no solo para el crecimiento económi-co, sino principalmente para el desarrollosocial. Mediante un análisis crítico-docu-mental se estudian los fundamentos teó-ricos de la innovación, revisando y con-trastando en profundidad a los principa-les autores que aportan elementos sus-tantivos para el abordaje del tema, tantoclásicos como contemporáneos (entreotros, Schumpeter, 1934 [1911], 1939;Robinson, 1933; Veblen, 1969 [1898];Mandel, 1975; Marx, 1977 [1867-1894];Rosenberg, 1979; Rostow, 1978; Free-man et al, 1982; Dosi, 1982; Pavitt, 1984;North, 1984, 1995; Bourdieu, 1990; Mo-kyr, 1990; Elster, 1991-1992; Nelson,

1995; Castells, 1996-1998; Sundbo,1998; Stiglitz, 2002).

Las relaciones entre innovación ycrecimiento económico han sido amplia-mente documentadas (entre muchos: Pa-vitt, 1984; Nelson, 1995; Bryant, 2001),habiéndose establecido con claridad suimportante papel en la generación de ri-queza material; pero no existe tal eviden-cia cuando se trata de entroncarla con fe-nómenos más complejos como los invo-lucrados con el desarrollo económico ysocial, en particular en sociedades no in-dustrializadas de la periferia o la semi-pe-riferia mundial, como es el caso de laAmérica Latina.

Se trata, por tanto, de una temáticade extraordinaria importancia, ya queafecta los fundamentos que deben guiarlas políticas públicas en diversas áreas(desde la científico-tecnológica hasta la

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económica), llegando su alcance hasta lamanera como deben ser pensadas e im-plementadas las propuestas estratégicasde desarrollo, no solo en el nivel nacional,sino en términos de toda la región latino-americana.

En tal sentido, los recientes proce-sos de transformación socioeconómicaque están en curso en la mayoría de lospaíses de la región, han establecido comoun asunto crucial alcanzar el desarrollopriorizando las políticas sociales (FfrenchDavis, 2004; Kliksberg, 2006; Coraggio,2010); cambiando el énfasis antes preva-leciente en las políticas económicas aper-turistas (en los años noventa incluso se lle-gó a afirmar que tales políticas sociales noeran necesarias, sino que derivaban auto-máticamente de las económicas) (Petkoff,1997; Borón, 2005).

Este notable cambio de énfasis haproducido resultados considerados másque satisfactorios por la mayor parte delos analistas y los organismos internacio-nales (v.gr. BID, 2006; UNESCO, 2010;CEPAL, 2011; FAO, 2012); pero aún sub-sisten espacios de discusión de muchaimportancia a la hora de conectar ambostipos de políticas.

Uno de esos espacios difusos es elque sostiene que la promoción de la inno-vación, tal como ha sido pensada e im-plantada en los países desarrollados,puede y debe ser adoptada (copiada) enLatinoamérica con el fin de dirigir esos fe-nómenos hacia propósitos de desarrolloeconómico y social integral; con ello apa-rentemente se lograría mantener el privi-legio de lo social, sin sacrificar las pers-pectivas de crecimiento económico.

Justamente, la inadecuación e im-posibilidad de una aproximación como la

señalada (sustentada en la reproducciónen Latinoamérica de las experiencias entorno a la innovación provenientes de Eu-ropa y Norteamérica) es el eje de discu-sión central de este estudio.

En tal sentido, se intenta aclarar enprofundidad que el abordaje de las políti-cas de innovación a partir de un plantea-miento mimético, originalmente dirigido aperfeccionar el sistema capitalista inter-nacional, entraría en conflicto directo conla estrategia de desarrollo que procura laprevalencia del componente social.

Junto con la discusión crítica antesseñalada, se avanza en el planteamientode las nuevas perspectivas que conectenla innovación con el desarrollo social deuna manera distinta; esto es: se proponeel establecimiento de una relación estra-tégica (lo que implica políticas públicas,cultura, redistribución de poderes, etc.)en el desenvolvimiento de ambos fenó-menos.

Una investigación tal solo puedeabordarse a partir de un paradigma epis-temológico crítico y trans-disciplinario; yasí se ha hecho, apelando a las herra-mientas propias del análisis socio-políti-co, pero aplicadas a la complejidad social(que obliga, por tanto, al análisis conjuntode lo económico, lo sociológico, lo políti-co, lo tecnológico y lo cultural).

Todo ello se ha concretado en unestudio cualitativo crítico-documental endonde se caracterizaron, por un lado, losfundamentos de la innovación (asenta-dos principalmente en la teoría económi-ca), gracias al contraste y análisis de au-tores tanto clásicos (entre otros, Smith,Marx, Schumpeter, Veblen) como máscontemporáneos (v.gr. Rostow, Free-man, Nelson, Sundbo, Dagnino); y por

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otro lado se discutieron las relaciones dela innovación con las dinámicas socio-productivas y sus impactos en el desarro-llo social (atendiendo, por ejemplo, a lastesis de North, Bourdieu, Elster, Var-savsky, Castells, Stiglitz).

Se abordan -sin pretensión de serexhaustivos- algunos elementos esen-ciales; en particular las diferencias pre-sentes entre las aproximaciones neo-clá-sicas ortodoxas versus los paradigmasevolucionistas e institucionalistas que sehan disputado el campo durante el siglopasado. De igual manera, se discuten loslímites que tienen estas aproximacionesa la innovación, los cuales evitan quedesde ellas se pueda realizar un abordajeadecuado de la temática del desarrollosocial. Se sostiene, como contrapartida,que para tratar con posibilidades realesde incidencia las relaciones entre innova-ción y desarrollo, se requieren posturasanalíticas y políticas que rompan definiti-vamente con las lógicas del mercado ydel capital.

2. Trabajo, innovación,bienestar y riqueza

En la tarea de discernir lo funda-mental de los fenómenos bajo estudio, esilustrativo y pertinente comenzar conAdam Smith (1997 [1759]). Durante la se-gunda mitad del siglo XVIII, el autor de LaRiqueza de las Naciones dirigía la Cáte-dra de Ética en la Universidad de Edim-burgo. Ejerciendo esas funciones, soste-nía que no era verdad que los seres hu-manos poseyeran la virtud de la benevo-lencia o de la caridad, y que cada ser hu-mano era en esencia egoísta y pensabaen sus propios intereses. A pesar de ello,

aclaraba Smith, de la suma de estosegoísmos individualistas surgía la rique-za de las naciones, produciéndose un ex-traordinario bien para el conjunto de losseres humanos.

En efecto, Smith lograba con unatesis novedosa la resolución de una apo-ría ética clásica:

“Si cada uno es egoísta y lucha por sus

propios intereses […] luchando cada

uno solamente por el egoísmo en el

mercado que es la gran mediación, en-

tonces la mano de Dios toma el egoís-

mo de cada uno y lo transforma en el

trabajo no coordinado por nadie, no in-

tencional, obra del puro mercado, pero

éste aún regido por la mano providente

de Dios, y de allí sale la riqueza nacio-

nal” (Smith, 1997 [1759]: 19).

Esta expresión, en su contexto his-tórico original, debe entenderse como ex-presamente religiosa (Smith afirma quesin su Dios cristiano -que se manifestaríaa través de los mercados, en su gran in-novación conceptual- no habría solucióna la aporía). Por supuesto, con posteriori-dad y en los ámbitos considerados comocientíficos, se prefirió desnudar un pocola expresión, privilegiándose otra frasedel mismo Smith: la acción extraordinariala ejerce la mano invisible del mercado,lugar de la mediación económica quetransforma el egoísmo en riqueza (Smith,1997 [1776]:402).

Pero Smith también dejó otra he-rencia -usualmente olvidada- para enten-der el fenómeno que importa en esta dis-cusión: Adam Smith nunca dejo de consi-derar el trabajo humano como fuente detodo valor en el proceso económico. Enpleno siglo XXI esos dos elementos cen-

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trales siguen presentes en cualquiera delos debates modernos: ¿Qué papel sedebe asignar a los mercados en el desa-rrollo social y económico? ¿Qué impor-tancia tiene o no el trabajo humano en lageneración de la riqueza económica y enel progreso social? En adelante se harápatente que tales consideraciones son degran interés para dilucidar la principal in-terrogante que está siendo tratada: ¿esteóricamente posible establecer/cons-truir una relación estratégica entre inno-vación y desarrollo social?

3. El desarrollo social comoproblema

Las dinámicas de crecimiento y de-sarrollo han sido ampliamente discutidasen la literatura científica (sean las socia-les, en general; o las económicas y políti-cas, en específico); reconociéndose unagran variedad de matices (o francas con-tradicciones) entre las diversas posturas(entre muchos, véanse: Rostow, 1961;Gunder Frank, 1967; Freyssinet, 1976;Marx, 1977 [1867-1894]; Samuelson yNordhaus, 2010). Se deben señalar en-tonces los fundamentos que guían esteestudio en torno a una de sus categoríasclave: el desarrollo social.

En un sentido muy básico, el desa-rrollo social es la garantía de un nivel ade-cuado de calidad de vida para todas laspersonas. Se trata de un proceso queconduce al mejoramiento de las condicio-nes de vida de toda (o la gran mayoría de)la población de una sociedad en múltiplesámbitos (salud, educación, nutrición, vi-vienda, vulnerabilidad, seguridad social,empleo, salarios, participación) (Midgley,1995).

Se trata del cambio positivo en lasrelaciones de individuos, grupos e institu-ciones en una sociedad, en procura (si-multánea, concurrente, inseparable) dedesarrollo económico y humano. No hayduda de que se trata de un proceso com-plejo, mediado por determinaciones cul-turales, económicas y políticas; siendo suconcreción el bienestar social; no se con-funda, por tanto, con crecimiento econó-mico.

Una de las teorías más difundidasque explica que tales procesos se hayandado relativamente acabados en los paí-ses más industrializados, se sustenta enplanteamientos como los de T.H.Marshall (actualizados por Bottomore)sobre la ciudadanía y la democracia, se-gún los cuales existe una tendencia inevi-table hacia la igualdad en virtud de queella acompaña la evolución del conceptode ciudadano (con los derechos socialessustantivos que éste englobaría)(Marshall y Bottomore, 1998). Se trata,sin duda, de tesis estrechamente enrai-zadas en las teorías modernizadoras,ahora difundidas con tintes neoclásicos,que culminaron con el planteamiento(luego rechazado incluso por su propioautor) acerca del ‘fin de la historia’ (Fuku-yama, 1989, 1995).

De acuerdo con estas teorías, eldesarrollo social es precedido en los paí-ses industrializados por la formación deun Estado nacional, por el desarrollo in-dustrial autónomo y por el desarrollo eco-nómico en general. En términos de ciuda-danía, nos encontraríamos con el surgi-miento de la ciudadanía civil en el sigloXVIII, de la ciudadanía política en el sigloXIX y de la ciudadanía social en el sigloXX (Marshall y Bottomore, 1998). Solo en

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este último caso el desarrollo social ten-dría cabida y posibilidades de ser realiza-do. Eso sí, la tesis se cuida de señalarque tal desarrollo que iguala en bienestarsocial, no tiene que ir acompañado deninguna igualdad económica (lo que im-portaría sería el ‘enriquecimiento general’de toda la ciudadanía).

Incluso pensada la sociedad desdeesas teorías, en las condiciones de sub-desarrollo de la América Latina la tareade construcción paulatina y secuencial deformación del Estado nacional, desarrolloindustrial, democracia y bienestar social,ha tenido que ser afrontada simultánea-mente (cuando ello se ha intentado); ape-lándose a muy distintos consensos socia-les y a muy distintas herramientas econó-micas y políticas. Las consecuencias deeste proceso tan distinto al supuesto paraotras latitudes, han demostrado que sonimpracticables los mismos criterios teóri-cos y prácticos para la transformacióneconómica y social de nuestras socieda-des; lección que a duras penas pareceque recién ha sido aprendida a inicios delsiglo XXI (luego del más reciente y desas-troso intento mimético representado porla noche neoliberal de finales del sigloXX) (Ffrench Davies, 2004; Borón, 2005;Kliksberg, 2006).

En efecto, la ‘búsqueda’ del desa-rrollo social por la vía secuencial marsha-lliana en lo socio-político y neoclásica enlo económico, que en apariencia fue laque condujo al desarrollo en los países in-dustrializados, se plasmó en los años no-venta en los países de Latinoamérica encostos representados por una profundacrisis distributiva y de bienestar; el mayorempobrecimiento de la población en tér-minos de aumento de la desigualdad y la

pobreza; la disminución notoria de la par-ticipación de los salarios en el ingreso na-cional; la precariedad del acceso a losbienes públicos; la violencia política; losbajos coeficientes de inversión privada;los efectos negativos combinados en lacalidad de vida de la población, en parti-cular de mujeres, niños y jóvenes; la ero-sión de la calidad potencial de la mano deobra (por la desnutrición y la crisis de laeducación), etc., etc.

En fin, al hacer desaparecer las ba-ses materiales para acceder al bienestary, al mismo tiempo, convivir con el ejerci-cio mediatizado de la democracia; la cre-encia neoliberal condujo a una inestabili-dad social, económica y política tan gene-ralizada, que terminaron por llevar al co-lapso a prácticamente todos los sistemaspolíticos de la región.

La experiencia latinoamericana hadejado en evidencia que el funciona-miento libre de los mercados jamás resol-verá por si solo el tema de la desigualdady del subdesarrollo social. Por el contra-rio, ella sostiene la crítica a la teoría neo-clásica en el sentido de que la distribucióndel bienestar está dada exógenamente alos procesos puramente económicos; portanto, el equilibrio distributivo no puedeser un resultado simple del mercado, sinoque es un tema que pertenece al campode la política.

Es en ese marco de dinámica so-cial no lineal, contradictoria y conflictiva,no necesariamente ‘progresiva’; que seproponen las políticas públicas reales eneconomía, en derechos democráticos, enderechos sociales. Allí también es que seda el debate sobre cómo la innovacióncontribuye o no a tales procesos de desa-rrollo social.

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4. Un cambio de época en laeconomía y en la sociedad

Se requiere abordar el fenómenodel cambio tecnológico para poder exa-minar si la innovación puede ser efectiva-mente una herramienta con incidenciasustantiva en el desarrollo social (másallá del mero crecimiento económico).

El mundo se encuentra desde hacealgunas décadas en medio de una transfor-mación histórica. Como cualquiera de lasgrandes mutaciones que ha sufrido la hu-manidad, es multidimensional, expresán-dose en esferas tales como la tecnología, laeconomía, la política, la geopolítica, la cul-tura y hasta en la psicología de los indivi-duos y las agrupaciones sociales. Con ellahan estado viniendo aparejadas alteracio-nes extraordinarias en el desarrollo social yen la vida de la gente. Aunque no todos seestán viendo afectados de la misma mane-ra (Castells, 1996-1998).

El cambio de época está signadopor la complejidad de las lógicas econó-micas que han estado emergiendo, conun creciente papel de los procesos de ge-neración y difusión de conocimiento concaracterísticas complejas y altamente in-teractivas gracias a la fertilización cruza-da de ideas entre sectores, actividades yagentes de distinta naturaleza.

Desde una perspectiva normativa,planificar y sustentar el desarrollo en uncontexto tal es sin duda una tarea muchomás difícil. Un eje crítico para reforzar elanálisis de la situación lo constituye laconsideración del tema de la auto-organi-zación o interacción coordinada de losnumerosos agentes que operan en lossistemas productivos complejos, en pro-

cura de que los instrumentos que pro-muevan la creatividad y la innovación ga-ranticen el pleno desarrollo humano y laconstrucción de sociedades más equitati-vas y justas.

Pero el nuevo orden social que seestá desplegando pareciera tener otras ca-racterísticas. Una aproximación que resu-ma lo esencial puede ser construida conbase en algunas de las visiones diversasmás difundidas (por ejemplo, Castells,1996-1998; Touraine, 1998; Nweihed,1999; Stiglitz, 2002). A partir de ellas se po-dría señalar que en la actualidad se pre-sencia el efecto combinado de tres proce-sos que surgieron hacia los años setentadel siglo pasado, los cuales, juntos, estánproduciendo una nueva sociedad. Estos fe-nómenos son, a saber (Castells, 1996-1998):

� La revolución de las tecnologías de lainformación,

� La crisis económica del estatismo,fuese cual fuese su signo, y

� El florecimiento de nuevos movimien-tos sociales, como el ambientalista, elfeminista y una gran variedad de loca-lismos comunitarios.

Existen lazos estrechos entre estoselementos, pero es imposible detenerseen ello en este trabajo. Simplemente esimportante conocer que, en su conjunto,tales procesos están generando una nue-va estructuración económica (que pro-fundiza el sistema capitalista mundial),nuevas estructuras sociales (que subsu-men su lógica a las propias de la econo-mía liberal) y nuevas manifestaciones dela cultura (en las que se prioriza la virtuali-dad). Se trata de procesos contradicto-rios que igualmente forjan estructuras

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(económicas, sociales, culturales y políti-cas) que se oponen a la nueva estructura-ción dominante.

El impulso más importante haciaeste nuevo tipo de organización socialpuede fecharse en los años 90, cuando laparte más opulenta del planeta procedióa organizarse alrededor de las redes decomputadoras telecomunicadas, las cua-les se constituyeron en el corazón de lossistemas de información y de los proce-sos de comunicación de la nueva era. De-bido a ello, el campo entero de la activi-dad humana pasó a depender del poderde la información, en una secuencia recu-rrente de innovaciones tecnológicas queacelera su paso día a día (Elster, 1991,1992; Lander, 1994; Castells, 1996-1998;Hughes, 1997; Touraine, 1998).

Si bien la difusión de estas tecnolo-gías ha sido muy desigual, creándose in-cluso zonas que podrían denominarsecomo de apartheid tecnológico en variaspartes del mundo, esto parece ser partede la lógica misma de esta manera deconstruir el nuevo orden social, y no unproblema de mala implementación del di-seño, superable en cuanto se caiga encuenta de ello.

Debe quedar claro que las tecnolo-gías de la información y la comunicaciónno son en sí mismas la causa de estastransformaciones; aunque sin ellas nin-guno de los cambios mencionados seríaposible. De allí la necesidad de abordareste fenómeno desde una perspectivamás amplia, no centrándose exclusiva-mente en el caso específico de las tecno-logías de la información, sino en el fenó-meno más general que las atrapa: el cam-bio tecnológico y la innovación.

5. El papel de los paradigmastecnológicos

En efecto, el final del siglo XX hapermitido presenciar el despliegue deuna transición tecnológica global, con se-rias consecuencias para las oportunida-des de desarrollo. Pero tal fenómeno noes completamente inédito; la historia dela humanidad en general, y de las socie-dades capitalistas en particular, ha atra-vesado por períodos de intensa transfor-mación tecnológica en varias oportunida-des. En este sentido, es indispensablehacer referencia a los estudios relaciona-dos con las ondas largas de Kondratiev ovan Gelderen, para colocar en su contex-to esas macro-transformaciones (véan-se, por ejemplo, los análisis que desdeperspectivas muy diversas se encuentranen Mandel, 1975; Rostow, 1978; Free-man et al., 1982; Maddison, 1998; ySundbo, 1998).

Para entender la significación deestos fenómenos debe comprenderse elconcepto de sistema tecnológico. Los sis-temas tecnológicos son constelaciones(Keirstead, 1948) de innovaciones inter-conectadas técnica y económicamente,que afectan a múltiples ramas del siste-ma económico. Sobre esta temática sonde interés los aportes de Hughes (1997),para quien los sistemas tecnológicosconstituyen conjuntos complejos y desor-denados de artefactos físicos, organiza-cionales, empresas, bancos de inversión,órganos legislativos y elementos huma-nos -inventores, científicos, ingenieros,gerentes, financistas, trabajadores yusuarios de los ‘artefactos’-, todos contri-buyentes a la innovación tecnológica.

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El cambio en un sistema tecnológicose reproduce como un encadenamiento desucesivas innovaciones radicales interrela-cionadas en lo que aparenta ser una tra-yectoria natural global. Una vez se recono-ce y entiende la lógica del sistema tecnoló-gico prevaleciente, pareciera hacerse posi-ble entender y aprovechar la sucesión cre-ciente de nuevos productos y procesos quepodría deparar (Pérez, 1986).

Debe destacarse que el conjuntode innovaciones interrelacionadas no sereduce solamente a las innovaciones pu-ramente técnicas, sino que éstas se en-tremezclan con innovaciones sociales,organizativas y gerenciales (Freeman etal., 1982). Al ampliarse la visión y recono-cerse la existencia de innovaciones radi-cales con una notable capacidad paratransformar todo el aparato productivo,se está ante una constelación de siste-mas tecnológicos con una dinámica co-mún. Su difusión a lo largo y ancho delsistema productivo termina por englobarla casi totalidad de la economía.

Estas revoluciones conducen a pro-fundos cambios estructurales y de ellasexisten diversos ejemplos: la era del ferro-carril a mediados del siglo XIX, la electrici-dad en la Belle Epoque, el motor de com-bustión interna, la línea de ensamblaje,entre otros, para no hablar del microchip olo que ya está representando la ingenieríagenética. Cada uno de esos casos resumeel impacto que determinados sistemastecnológicos han tenido sobre la econo-mía mundial y la manera de vivir.

Diversos razonamientos han sidoadelantados para explicar por qué se danesos encadenamientos de innovación tanpoderosos. Algunos autores como porejemplo, Pérez (1985) han señalado que

cada revolución tecnológica se basa enuna modificación radical y duradera en ladinámica de costos relativos del conjuntode todos los posibles insumos del proce-so productivo, estableciendo que algunostenderán a la baja y otros al alza por lar-gos períodos de tiempo. Surgiría así un‘tipo ideal’ de organización productiva ca-paz de hacer las previsiones correctaspara lograr las combinaciones más efi-cientes durante un período largo. Esta ca-dena de acontecimientos terminaríaorientando las decisiones de inversión yde innovación tecnológica, lo cual se pre-sentaría en el panorama estratégicocomo el despliegue de un paradigma tec-no-económico.

El término paradigma le calza per-fectamente a esta descripción, en virtudde que se ha tratado de una creencia, unapercepción, que al ser compartida por loscolectivos decisionales más importantes,ha llegado a convertirse en el ‘sentido co-mún’ de los ingenieros, gerentes e inver-sionistas, para el logro de niveles supe-riores de eficiencia.

Obsérvese que esta explicación seopone a las tesis tradicionales de que lasdecisiones de inversión se toman exclusi-vamente en función de los costos relati-vos del trabajo y del capital. En ese senti-do acompaña a Freeman et al. (1982),quienes señalan que es iluso suponerque una decisión de largo alcance setome con base en pequeñas variacionesen el costo relativo de los factores y no enfunción de un cambio significativo, usual-mente sostenible durante un largo plazo.Aun así, la explicación de Pérez se ase-meja demasiado a las aproximaciones designo racionalista centradas en la bús-queda de óptimos de eficiencia en el largo

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plazo (por ello, luego se expondrán y dis-cutirán críticamente las tesis evolutivas yde aprendizaje que más recientementeintentan explicar el fenómeno, rompiendodefinitivamente con estas visiones toda-vía clásicas).

Las interpretaciones de esta natu-raleza han llegado al punto de señalarque son los procesos de despliegue denuevos paradigmas tecno-económicoslos que explican desde la conducta opor-tunista individual de los agentes econó-micos aislados, hasta el comportamientode las ondas largas de Kondratiev; estoes, el fenómeno de la innovación deberíaser considerado crucial para poder expli-car tanto los fenómenos de competenciadirecta entre agentes económicos, comolos fenómenos de transformación estruc-tural del sistema económico mundial.Aquí se corre el peligro de entregarle to-dos los argumentos a lo que se denominadeterminismo tecnológico.

El determinismo tecnológico supo-ne que la lógica del cambio estrictamentetécnico arrastra, conduce y moldea el res-to de los fenómenos sociales. Un deriva-do de esta tesis es que debe esperarseun progreso socio-económico sostenido,inevitable, neutral y con tendencia a ge-neralizarse. Para el caso de los paísessubdesarrollados (Rodríguez, 1993;Sampedro, 1996), el determinismo tecno-lógico implicaba el seguimiento de la víatrazada por los países occidentales in-dustrializados, sin mayores consideracio-nes sobre las lógicas que les son particu-lares como organizaciones sociales dife-rentes (Lander, 1994; Ramos, 1999).

Es por ello que, para superar esedeterminismo, se hace necesario recal-car que los paradigmas tecno-económi-

cos a lo sumo lo que podrían estar esta-bleciendo es un amplio campo de posibili-dades, dentro del cual los actores socia-les están en capacidad de experimentararreglos diversos para competir o coope-rar. En ese sentido, las opciones tecno-e-conómicas no derivan en una receta o so-lución única, a pesar de que insistente-mente así se haya tratado de ‘vender’ lahistoria del desarrollo de las sociedades(véase al respecto las muy diversas rutasseguidas por los Estados Unidos, Fran-cia, Japón o China, para mencionar sóloalgunos ejemplos, en sus respectivos ymuy diferentes caminos hacia niveles su-periores de calidad de vida, puestas enevidencia por los estudios de North,1984; Mokyr, 1990; Maddison, 1998; Lan-des, 1999).

De igual manera, debe señalarseque las sociedades no son sólo resultadode la transformación tecnológica y econó-mica. En el planeta permanentementesurgen vigorosos movimientos socialesque propugnan maneras de hacer socie-dad que no se subordinan a imperativostecno-económicos, sino que por el con-trario hasta aparecen para enfrentarse aellos (verbi gratia, los movimientos queprovocaron la detención súbita que sufrióen su momento el desarrollo y uso de laenergía atómica, la oposición de impor-tantes sectores a lo que se ha denomina-do ‘la sociedad de consumo’ o el desplie-gue vigoroso de las corrientes que impul-san el desarrollo sustentable).

Por supuesto, las transformacio-nes estructurales planteadas por estoscambios paradigmáticos, no ocurren sinconflictos. Frente al despliegue de lasnuevas opciones, el desarreglo inicialque se produce en las instituciones socia-

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les y el marco socio-económico prevale-ciente, obliga a que los cambios vayanmás allá del ámbito puramente técnico yeconómico. Usualmente todo el entrama-do socio-institucional debe ser recons-truido, en un proceso conflictivo que no esde corto plazo. La capacidad de los gru-pos humanos para resolver estos perío-dos turbulentos y la correlación de fuer-zas socio-políticas, los proyectos y con-cepciones de sociedad que resultan do-minantes, dictan el derrotero que seguiráel paradigma asimilado.

En ese sentido, la dinámica predo-minante del proceso estructurador quehoy se despliega ha conducido a resulta-dos poco halagadores en la mayor partedel mundo: aumento de la desigualdad,mayor polarización social, incremento dela pobreza y la miseria. El despliegue delparadigma tecnológico informacional haestado creando o remarcando, según seael caso, una aguda línea divisoria entrepueblos y localidades; con un pequeñoconjunto que es considerado valioso, entanto se deja de lado una inmensa mayo-ría que es considerada como prescindible.

En la base de esta situación se en-cuentra el hecho de que el paradigma tec-nológico ha sido cabalgado por un con-junto de fuerzas sociales que han privile-giado la globalización financiera y hanavanzado en las transformaciones de for-ma selectiva, incluyendo y excluyendo asegmentos completos de economías ysociedades de la participación y el disfru-te de las redes de información, de la ri-queza y del poder que caracterizan elnuevo sistema que se despliega.

No se está en presencia de un granproceso especulativo, sino ante una lógi-ca de poder: la del dominio de los merca-

dos financieros y los grupos sociales quelos aprovechan (Touraine, 1998; Stiglitz,2002) sobre todas las demás oportunida-des de inversión. La movilidad del capitaly la interconexión de la producción creanlas condiciones para que la inversión setraslade instantáneamente y a bajo costopor el mundo entero, atraída por zonas decostos económicos inferiores. Las nue-vas tecnologías de la información condu-cen este torbellino global de acumulaciónde riqueza y difusión de pobreza, y no esde extrañar que en torno a su desplieguese hayan estado formando los agujerosnegros del capitalismo informacional ac-tual (Castells, 1996-1998).

Es importante destacar que los pe-ríodos de transición tecnológica proveentambién a las sociedades relativamenteatrasadas una opción para la modificaciónde la productividad de su sistema econó-mico, con su correspondiente impacto tan-to en la estructuración de los diversos gru-pos o actores sociales, como en la posi-ción relativa que pueda tener un país en ladistribución de la riqueza mundial.

En circunstancias de turbulencia seabren espacios para la búsqueda de nue-vas maneras de aprovechar el desplieguedel nuevo paradigma, intentando evitar lasvariantes perversas que hoy en día predo-minan. Por supuesto, el despliegue deesas nuevas posibilidades, se encuentramediado por las restricciones que impo-nen las diferentes historias y las muy dis-tintas realidades socio-económicas departida que encara cada sociedad. Deigual manera, hay lógicas tecnológicasasociadas muy fuertemente a determina-dos modelos de vida (por ejemplo, el con-sumista o el depredador del ambiente) quepueden ser contradictorias con los nuevos

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proyectos socio-políticos que se impul-san en Latinoamérica. De allí que la linea-lidad de cualquier ‘oportunidad’ tecnoló-gica debe ser puesta profundamente enduda.

El conjunto de fenómenos macro-sociales y macro-tecnológicos que sehan abordado, forman parte del sustratoexplicativo del fenómeno de la innova-ción. En particular, debe atenderse a quesólo a través de su comprensión y ade-cuado manejo puede pretenderse conju-gar los fenómenos globalizadores versuslos que mantienen un estricto marco na-cional; así como los que podrían apuntara un desarrollo creciente de la productivi-dad con calidad de vida versus los quedemuestran que la innovación es un fenó-meno por su naturaleza diferenciador yexcluyente, y que por tanto requiere serconducido con detalle, si se desean mini-mizar los costos sociales que con él pue-den estar asociados.

6. Ortodoxia económicae innovación

Deben explorarse con detenimien-to algunos detalles específicos sobre lainnovación. Innovar es producir y poneren práctica con incidencia social y/o eco-nómica nuevo conocimiento. Esta defini-ción diferencia el fenómeno de la innova-ción de otro con el cual tiende a confundir-se: la invención. Esta última, a fin decuentas, es la realización de alguna ideacientífica, teoría, concepto o artefacto,que en sí mismo puede no producir nin-gún efecto socio-económico importante.A continuación se destacan algunos ele-mentos característicos de importancia:

� En primer lugar, el hecho notorio deque los procesos de innovación no sonen general lineales. La innovación senutre de múltiples fuentes que la ini-cian, impulsan o transforman; fuentesque abarcan un amplísimo rango queva desde descubrimientos científicosfundamentales hasta las señales delmercado.

� En segundo término, es un hechocomprobado que las tecnologías tien-den a mantenerse cambiando incre-mentalmente mientras se difunden;esto implica que tecnologías ya esta-blecidas pueden rejuvenecerse, domi-nando así la competencia frente a lasnuevas. Es decir: no necesariamentelo nuevo tiene éxito sobre tecnologíasde más vieja data.

� En tercer lugar, más que aparecer aisla-damente, las nuevas tecnologías tien-den a emerger en paquetes que inclu-yen múltiples elementos complementa-rios a la innovación principal (experti-cias, inversiones sustanciales en in-fraestructura, nuevas relaciones, entreotros). Usualmente se requieren inno-vaciones paralelas y nuevas competen-cias, cuya aparición o no, puede acele-rar o ralentizar el proceso innovativo.

� Un cuarto fenómeno puede producirsecuando en un sector o industria uncomportamiento excesivamente au-to-reforzante (lo que en cierto sentidopodría considerarse una sobre-adap-tación o el estancamiento en un ópti-mo local) limita las innovaciones radi-cales, conduciendo al bloqueo de todoel proceso innovativo.

Agréguese a esta ya compleja si-tuación el hecho de que no todas las in-

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dustrias siguen comportamientos equiva-lentes al desarrollar estos procesos. Sóloa manera de ejemplo, la taxonomía ade-lantada por Pavitt (1984) según la cual esposible identificar, entre otras, industriasdominadas por los proveedores, indus-trias que son intensivas en escala, indus-trias intensivas en información e indus-trias que se basan en la ciencia. Al tiempoque cada uno de estos grupos tiene suscaracterísticas propias, también son co-munes los casos de empresas y subsec-tores que entrecruzan varias de estas ca-tegorías. A toda esta mezcla, agréguenselas categorizaciones diferentes que de-ben hacerse en el área de los servicios yen otros sectores no manufactureros.

Un elemento central que merececonsideración detallada es la naturalezasocial del proceso de innovación, el cual,más que fundamentarse en el tratamientode los asuntos tecnológicos materiales,está fuertemente asociado con las habili-dades individuales y colectivas paraaprender, estar alertas ante las oportuni-dades y desarrollar competencias paraponer en práctica las ideas (Bryant,2001). Efectivamente, el tema de la inno-vación está estrechamente vinculado conel manejo del conocimiento.

No deja de ser extraño que hablardel conocimiento en economía aparezcaen el momento actual como algo total-mente novedoso, porque en algún senti-do toda la teoría económica ha tratadosiempre sobre información y conocimien-to. Sirva de ejemplo Adam Smith, quienya en su época había planteado como unasunto crucial estudiar no solo cómo losagentes individuales tomaban decisionescon base en la información provista porlos mercados, sino también cómo se re-

solvían los problemas de coordinaciónentre los agentes (Smith, 1997 [1776]).

Ciertamente, una distinción crucialentre las diferentes teorías económicassurge de los postulados que ellas utilizanacerca de cómo los agentes conocen yacerca de en qué grado aprenden algo apartir de su quehacer. Esta distinción se-para claramente, por ejemplo, a los eco-nomistas neoclásicos de los de la escuelaaustriaca; con los primeros considerandocomo el caso de referencia aquél en elcual los agentes están completamente in-formados (Friedman, 1956, 1970), entanto los últimos enfatizan la ignoranciacomo el punto de partida para el aprendi-zaje (Schumpeter, 1934: [1911], 1939).También el elemento conocimiento siem-pre ha separado a quienes asumen la hí-per-racionalidad (incluyendo las expecta-tivas racionales) como el caso típico (Sar-gent, 1976; Begg, 1982), en contraposi-ción con aquéllos que asumen como pun-to de partida la racionalidad limitada (Ro-binson, 1933; Chamberlin, 1946).

La economía clásica se enfoca so-bre los problemas de la colocación de re-cursos en un contexto de equilibrio gene-ral. La perspectiva básica es una en don-de los agentes que tienen unas preferen-cias dadas y una cantidad de informaciónespecífica, incluyendo un stock dado deconocimiento tecnológico público com-partido, se comprometen en realizar elec-ciones racionales. Sobre la base de esteconjunto de presunciones, se llega a con-clusiones normativas acerca de cómo de-bería ser organizado y conducido el siste-ma económico. Esta perspectiva teóricadeja poco espacio a la incertidumbre ge-nuina, ya que la escasez está en el cora-zón del análisis. Por supuesto, puede ser

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un esquema útil para la comprensión deasuntos parciales o de corto plazo, peroes menos adecuado para el análisis deldesarrollo económico, y menos aún paraestudiar el desarrollo social.

En este orden de ideas, no se dicenada nuevo cuando se afirma que el neo-clasicismo económico está en su elemen-to cuando se enfrenta con medios estáti-cos. Es por ello que extender dichas tesisal problema dinámico de la innovación esproblemático (Elster, 1992; Bryant,2001). La ortodoxia neoclásica tiende aexplicar el cambio tecnológico como sim-plemente otro caso de maximización bajolimitaciones, centrándose en conceptosidealizados acerca de los mercados e in-troduciendo elementos como las fallas demercado que obstaculizan que éstos al-cancen el estado de equilibrio.

Una dificultad fundamental para eldesarrollo adecuado de esta perspectivasurge del hecho de que, si bien la innova-ción en cualquier momento dado se en-cuentra limitada por lo que es técnica-mente posible (entre muchas otras co-sas), estas limitaciones no pueden entraren la explicación de la innovación a no serque sean conocidas por anticipado por elinnovador. Por tanto, aunque se supongaque el empresario innovador maximizaganancias, no se le imputa el conocimien-to del conjunto factible de innovacionesque permitiría explicar su conducta conbasamento en el modelo estándar de laracionalidad paramétrica.

En definitiva, no es razonable anali-zar los procesos de aprendizaje y de in-novación sin considerar la incertidumbrefundamental del fenómeno. No tomarlaen cuenta llevaría a la contradictoria con-clusión de que los agentes conocen por

adelantado todas las cosas que deberíanconocer (o acceden al conocimiento sinninguna barrera) y que los innovadoresconocen anticipadamente todos los posi-bles resultados de los procesos de inno-vación.

Por lo demás, los estudios sobre lainnovación han revelado un fenómenocomplejo que envuelve múltiples actorese influencias, con actividades que se or-ganizan y nutren dentro de un sistema di-námico de múltiples niveles (desde el ni-vel global hasta diferentes categorías deniveles locales, comunitarios y empresa-riales) y, por tanto, no existe una ‘mejor’manera de gerenciar esos procesos deinnovación, ni una conducta particularque maximizar.

Se requiere una perspectiva que re-conozca como natural la existencia de lasasimetrías y la falta de información, las limi-taciones del comportamiento racional antelas restricciones que las instituciones impo-nen, lo crucial de los comportamientosadaptativos y de búsqueda activa delaprendizaje, la importancia del conoci-miento (y su creciente expresión como unaforma del capital) y la coexistencia de fenó-menos de cooperación en estrecho contac-to con los de competencia. Estas caracte-rísticas calzan difícilmente dentro de los es-quemas económicos neoclásicos.

7. La propuesta no ortodoxa:instituciones y evolución

La teoría de la evolución por varia-ción casual y por selección natural es in-mensamente atractiva ya que es a la vezsimple y poderosa, de allí que haya sidoutilizada en innumerables ocasiones enlas ciencias sociales como metáfora ex-

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plicativa útil. En ese sentido, la noción ge-neral de que el avance tecnológico proce-de a través de un proceso evolutivo hasido desarrollada independientementepor estudiosos del tema en variedad dedisciplinas (en sociología, historia de latecnología, economía, artes militares, ge-rencia empresarial, entre otros).

Ahora bien, de entrada debe aten-derse a que en el terreno de la economíalas tesis evolucionistas sólo compartenun parentesco débil con la evolución bio-lógica y de ninguna manera se asumentodas sus derivaciones. Así, por ejemplo,la evolución económica necesariamentetiene que incluir la intencionalidad huma-na como uno de sus elementos, lo queafecta seriamente la suposición de quetoda la variabilidad es casual y obliga ahacer consideraciones explícitas acercade las características materiales y socio-culturales de estos fenómenos.

El asunto central en cualquier teoríaevolucionista no es el ser sino el devenir,resolver el problema de por qué el mundocambia y la manera en que lo hace, inclu-yendo a qué velocidad y en qué dirección.Es aquí donde la perspectiva evolucionis-ta en economía resulta sumamente útil envirtud de que sugiere que aquellos ele-mentos que para los neoclásicos son asi-metrías e imperfecciones, realmenteconstituyen el combustible que impulsa lainnovación (Nelson, 1995).

El desarrollo del pensamiento evoluti-vo en el campo económico ha permitidoidentificar muchas ideas que le dan sentidoal término innovación, tanto desde una pers-pectiva social, como técnica y organizacio-nal; enlazando el fenómeno innovador contemas cruciales como el crecimiento econó-mico, el cambio estructural y los procesos

competitivos. Esas mismas ideas enfati-zan el papel que juegan los procesos deinteracción y coordinación en la econo-mía, bien sea a través de los mercados olos sistemas de innovación, y subrayanque se está en presencia de una dinámi-ca de cambio turbulenta que no necesa-riamente conduce hacia un ‘óptimo’. Lasimperfecciones, brechas, ineficiencias yausencia de lazos dentro de los sistemas,son características usuales que están enpermanente evolución, no existiendorealmente un estado de equilibrio privile-giado, ni atractores de estabilidad queproduzcan ciertos procesos convergen-tes. Para el pensamiento económico es-tándar estás afirmaciones constituyenherejía y no es de extrañar que las posi-ciones evolucionistas sean en economíauna contra-cultura anti-ortodoxia.

Los sistemas económicos sonabiertos y necesariamente dinámicos. Siadicionalmente se consideran sistemasevolutivos, deben cambiar de acuerdo aprocesos de características muy peculia-res: el desarrollo de variedad y la selec-ción de la misma. Se trata de fenómenospor naturaleza dinámicos que se desplie-gan en múltiples niveles y presentan re-troalimentación positiva (reforzante), contodo lo que esto implica en términos de loque se denomina path dependency o his-toria propiamente dicha.

Desde un plano ligeramente dife-rente, aparece aquí el tema crucial de laauto-organización como una dimensiónde la evolución en economía. El compor-tamiento evolutivo auto-organizado pue-de considerarse como un patrón de com-portamiento que surge de la interacción(típicamente localizada) entre los compo-nentes de un sistema. Ese patrón no ne-

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cesariamente se repite en cada individuo,los cuales pueden comportarse de mane-ra diferenciada. Es en el agregado queemergen las propiedades de las interac-ciones que lo componen.

Desde la perspectiva auto-organi-zacional los sistemas basados en conoci-miento son adicionalmente auto-catalíti-cos: el conocimiento se alimenta a sí mis-mo generando más conocimiento en for-mas usualmente impredecibles. De allíque el atributo crucial de los agentes eco-nómicos no sea (no pueda ser) la búsque-da racional de la eficiencia, sino más bienla construcción imaginativa e incierta demundos económicos futuros alternativos(Loasby, 1999). En un mundo económicoevolutivo, es definitivamente más produc-tivo inquirir acerca de cómo sobreponer-se a la ignorancia, que postular una per-fecta previsión como la base del compor-tamiento económico.

En este punto se hace necesariodestacar la importancia de las institucio-nes. Atiéndase a que se concibe por insti-tuciones los mecanismos que ponen en vi-gencia reglas (Elster, 1991). Más aún,desde una perspectiva plenamente institu-cionalista, las instituciones son en sí mis-mas el conjunto de reglas, los procedi-mientos de aceptación y cumplimiento delas mismas, y las normas éticas y moralesque se diseñan para restringir el compor-tamiento de los individuos (North, 1984).

El evolucionismo y el institucionalis-mo en economía comparten una premisaconductual básica en el sentido de queprocuran entender la acción y la interac-ción humana como el resultado de hábitospara pensar y actuar compartidos. Ahorabien, aquí se interpreta la definición de há-bitos a la manera de Bourdieu (1990): un

producto de la historia que produce accio-nes individuales y colectivas de acuerdocon los esquemas generados por lasprácticas del pasado; esquemas de per-cepción, pensamiento y acción que ga-rantizan la ‘rectitud’ de las prácticas y suconstancia en el tiempo, incluso más con-fiablemente que las reglas formales o lasnormas explícitas. Hábitos que, en defini-tiva (y esto es trascendente para marcaruna crucial distancia con el instituciona-lismo neoclásico), se encuentran susten-tados en la vida real que los seres huma-nos construyen a partir de sus prácticasde trabajo, comunicación y cooperación.

A partir de lo dicho, es claro quequedan en un segundo plano los proce-sos de maximización del bienestar indivi-dualista como lo característico del com-portamiento económico de los seres hu-manos. Tanto en el campo del evolucio-nismo como del institucionalismo, se pre-senta el patrón de acción humano comoun fenómeno que se modifica con el tiem-po gracias a procesos de aprendizaje in-dividual y colectivo.

Si bien es cierto que desde la pers-pectiva evolucionista todo fluye, resultaser que esto sucede en ámbitos institu-cionales específicos que en mayor o me-nor medida facilitan la interacción y la co-ordinación (y los mercados deben reco-nocerse sólo como uno de esos arreglosinstitucionales). Es así como la historia yel sustrato material de los procesos inte-ractivos, los costos de transacción, el jue-go de poderes socio-económicos prece-dentes, las visiones del mundo, la incerti-dumbre y la confianza, aparecen comoproblemas centrales para los agentes,con igual estatus que el poseído por losprecios y costos de los mercados neoclá-

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sicos entre otros, North (1984), (1995);Elster (1991); Fukuyama, (1998).

Igualmente, a la luz del plantea-miento institucionalista cabría diferenciardos tipos de evoluciones: la northiana, quetrata de la evolución institucional en elmarco de una economía nacional o supra-nacional; y la schumpeteriana, que se re-fiere a las instituciones al interior de las or-ganizaciones; reconociéndose las interre-laciones inevitables entre los dos niveles.

En el campo macro aparecen comoelementos institucionales relevantes lastradiciones de cooperación, los derechosde propiedad, las leyes antimonopolio,los proyectos ideológicos nacionales, laformación general de recursos humanos,la provisión de infraestructura; elementostodos que constriñen los ensayos innova-dores que en el nivel meso y micro seránrealizados. Por su lado, en estos últimosniveles las empresas y otros tipos de or-ganizaciones ponen de relieve la modifi-cación de hábitos, las capacidades de in-fluenciar legisladores, los valores que secomparten, entre otros, haciendo énfasisen el desarrollo de estrategias de interac-ción micro que demuestran tener capaci-dad para orientar la evolución de la inno-vación en un nivel más general.

Pero no se trata de una incidenciaunilateral de las instituciones sobre elcambio técnico. Aquéllas también estánfuertemente condicionadas por la mane-ra como las nuevas tecnologías son de-sarrolladas, aceptadas y absorbidasdentro del sistema socio-económico, asícomo por el camino tecnológico queefectivamente se transita (Dosi, 1982;Elster, 1992).

Llevado el argumento a su extre-mo, ya Veblen en 1898 -y antes que él

pero con otras terminologías, Marx(1867) y Smith (1776)- señalaban que lasmismas instituciones son sujetos de se-lección, así que no pueden ser asumidascomo dadas exógenamente. Más aún,las instituciones pueden llegar a ser mo-dificadas e incluso creadas por las unida-des que se supone ellas deben seleccio-nar: ¡en buena medida, la innovación tra-ta con la anticipación y creación de las fu-turas condiciones de selección!

En definitiva, el evolucionismo y elinstitucionalismo en economía coincidenen reconocer un conjunto de fuerzas, acto-res e influencias que usualmente son ex-cluidas del análisis económico estándar; y,en particular, la tecnología y las institucio-nes deben ser consideradas como co-evo-lucionando en un fenómeno que devieneen la principal fuerza subyacente al proce-so de crecimiento y desarrollo económico.

Pero lo cierto es que estas posicio-nes no pueden negar su origen: se trata devisiones que intentan entender en profun-didad el funcionamiento del sistema capi-talista globalizado, con el fin de mejorar losesquemas de aprovechamiento de la in-novación, sin poner en cuestionamientolas consecuencias perversas que tienenestos fenómenos para grandes cuerpossociales (usualmente ubicados en espa-cios ajenos a los países desarrollados).

8. Más allá de la teoría:¿ha producido la innovacióndesarrollo social?

Decía Nietzsche (1973 [1886]: 23)que “es destino de todo mito irse desli-zando a rastras, poco a poco, en la estre-chez de una presunta realidad, para sertratado por un tiempo posterior cualquie-

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ra como un hecho ocurrido una vez, conpretensiones históricas”. Y sabido es queresulta vergonzoso para el hombre actualadmitir que su accionar está orientadopor móviles de orden mítico. Sin embar-go, el mito no es ajeno a las relaciones so-ciales supuestamente avanzadas: se ins-tala silenciosamente en la sociedad occi-dental como respuesta a frustraciones,desencantos e incertidumbres. Gracias aellos se asientan proyectos de mundo, sereduce la ansiedad y se hace manejableel temor.

Evidentemente, se está ampliandoel sentido usual que se le asigna al térmi-no, según el cual: “los mitos son historiassagradas elaboradas por el hombre pri-mitivo para explicar su realidad, el origendel mundo, animales, plantas y el hom-bre, transmitidas de generación en gene-ración, en donde los protagonistas sonseres divinos” (Escamilla, [2003: s/p]). Seenfatiza más bien que “el mito cuentacómo, gracias a las hazañas de seres so-brenaturales, una realidad ha venido a laexistencia, convirtiéndose en el modeloejemplar de todas las actividades huma-nas significativas […] El mito no habla delo que ha sucedido realmente” (Eliade,[2003: s/p]).

Pero el mundo occidental no ha es-tado exento de producir y convivir con suspropios mitos. Así como la Modernidaddesarrolló el mito de la ‘Edad de Oro’: lasupuesta existencia de una sociedad sinconflictos ni tensiones sociales, futuro deorden y progreso al que llegaría toda lahumanidad a través de la racionalidadcientífica; así como en gran parte del sigloXX se creyó que el Estado de Bienestarpromovería el desarrollo, viviéndose lailusión de que se llegaría a una sociedad

armónica y equitativa; así igualmente sedepositaba hacia finales de siglo toda laconfianza en la acción suprema del Mer-cado, ya que éste –se decía- busca siem-pre optimizar las ganancias y los benefi-cios. Así, mediante un juego de libre inter-cambio, se produciría el bienestar de to-dos, librándose al individuo del hambre yde la pobreza. Smith dixit.

En el ámbito que aquí atañe, tam-bién se ha convivido con un mito equiva-lente. ¿No es acaso claro que también lainnovación ha sido considerada en cier-tos discursos como una palanca funda-mental para lograr el crecimiento econó-mico que las sociedades requieren parasu progreso y para, con ello, alcanzar elmejor bienestar de todos?

Ciertamente, se trata de la reitera-ción de lo planteado en épocas pasadascuando se hablaba de la ciencia como pa-nacea. Y así como el mito no era fundadoen este último caso, existen suficientesevidencias de que tampoco lo es en ma-teria de innovación.

Lo cierto es que es creciente el des-creimiento de grandes grupos socialesfrente al estilo de desarrollo dominante anivel global, ampliamente anclado en elfenómeno de la innovación y en la explo-tación económica del desarrollo tecnoló-gico en ambientes dominados por las ló-gicas de los mercados; estilo de desarro-llo que se ha revelado ecológicamentepredatorio, socialmente perverso y políti-camente injusto.

Junto con ello, el paro estructural,la degradación de la calidad de las rela-ciones de trabajo de las mayorías y la ex-clusión socio-económica generalizada,son el trasfondo de ese discurso apologé-tico acerca de la innovación y el desarro-

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llo tecnológico, aun dominante en la eco-nomía y la política actual.

Estudios realizados en diversasoportunidades durante la última décadaconfirman que la innovación, dejada a supropia dinámica, es un fenómeno profun-damente diferenciador en el seno delcuerpo social, y a partir del dejar hacer,dejar pasar, se logra -inexorablemente-tanto la producción de extraordinarias ri-quezas para pocos sustentadas en losbeneficios propios del éxito innovador;como la generación de grandes segmen-tos sociales, mayoritarios ellos, inmersosen la pobreza y la miseria, en convivenciayuxtapuesta y cada vez más inestablecon esas grandes acumulaciones de ri-queza (Fagerberg et al., 1997; WorldBank, 2000).

En efecto, esa visión optimista delpapel de la ciencia, la tecnología y la inno-vación en relación con el desarrollo de lassociedades, no deja de ser -strictu sensu-un mito contemporáneo. Y las visionesteóricas acerca de la innovación, como seha repasado, no rompen de ninguna ma-nera con esa pretensión, con ese mito.

Pareciera necesario entonces so-meter a esas visiones meramente instru-mentales, falsas e inconsistentes, ade-más de socialmente injustas, a un proce-so de re-aprendizaje que haga aflorar denuevo la crítica.

Se trata de la necesidad de construiruna alternativa de acción para las socieda-des en el ámbito de la innovación, que lo-gre encauzarlas dentro de una lógica quepermita construir desarrollo social aprove-chando el altísimo potencial para la gene-ración de riqueza que indudablemente po-see el cambio técnico. Se trata de lograruna efectiva relación estratégica entre

innovación y desarrollo que se sustenteen tesis rigurosas y sustentables.

Precisar algunos elementos es fun-damental. En primer lugar, si bien el ám-bito preferido en el que se habla de inno-vación es el sector usualmente llamadoproductivo (término en el que, por lo ge-neral, sólo se engloba -erróneamente- laactividad industrial, manufacturera y co-mercial), el concepto también se refiere aotras actividades sociales, vale decir:nuevas formas organizacionales, nuevostipos de asociación, e incluso la distribu-ción no comercial de nuevos productos odescubrimientos demostradamente úti-les. Este uso del término implica enton-ces incorporarle el concepto de cambiosocial (North, 1984; Elster, 1992).

En segundo lugar, la innovacióndebe entenderse como una fuerza econó-mica parcialmente controlable, a pesar detodas las complejidades antes destaca-das. La innovación se produce y se difun-de en función de un conjunto de factoressociales, económicos y políticos que pue-den ser amoldados a distintos escenariosde prioridades económicas y sociales.

En efecto, no ha perdido sentido lasugerencia de Nathan Rosenberg (1979)de que es necesario abrir ‘la caja negra’del cambio técnico para comprender susmecanismos constitutivos y para reconsi-derar la relación entre la ciencia, la tecno-logía y la sociedad, todo ello no segúnuna lógica lineal y unidireccional, sino sis-témica, evolutiva y crítica.

Tómese como ejemplo el análisisque hace Christopher Freeman y su es-cuela (Freeman et al., 1982), promotoresde acercamientos sistémicos y evolutivos(aunque poco críticos) al proceso innova-dor. Ellos establecen que las consecuen-

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cias iniciales del cambio técnico son, sinduda alguna, violentas y destructoras; enparticular por sus efectos en el empleo,en la obsolescencia de las profesiones yde los capitales tradicionales; pero, porotro lado, consideran demostrado que segeneran nuevas funciones profesionalesy financieras, así como nuevos productosy servicios. La escuela de Freeman con-cluye que su análisis del balance del em-pleo es positivo, siempre y cuando seesté hablando de high-tech.

Es claro que tal no es la situación enel conjunto del mundo, sometido, en el jue-go político y económico mundial, a la gene-ralización interesada de esas visiones es-trechas y solo parcialmente válidas en loscontextos de las sociedades desarrolladas.

Se hace imprescindible recapitular:la innovación no es sólo la aplicación delos resultados de investigación y desarro-llo de alto nivel, sino que también es el re-sultado del estado de la situación en lasrelaciones sociales, de las capacidadesemprendedoras existentes, de las pautasestratégicas en curso, del juego de poderprevaleciente y de las capacidades paratomar decisiones en los niveles micro ymacro en el seno de la sociedad.

Vinculado con lo anterior, recuérde-se que la relación tecnología-empleo sefunda en un paradigma cultural del siglo pa-sado: el de la eficiencia productiva basadaen el ahorro de tiempo y de esfuerzo; por lotanto, es intrínseco a su contenido el hechode que la tecnología actual presente rendi-mientos decrecientes en términos del em-pleo global. Es evidente entonces la para-doja tecnológica que contrapone a quientrabaja demasiado con quien no puede ha-cerlo, a los centros de excelencia con lasáreas de pobreza creciente.

De hecho, las políticas de la inno-vación más populares son sólo aquellasque favorecen el desplazamiento haciaadelante de la frontera tecnológica; esdecir, aquellas que promueven la innova-ción radical. Se obvian, entonces, las po-líticas de carácter integral, sustentadassobre las características ciertas del terri-torio, únicas que permitirían al mayor nú-mero de actores sociales y a los distintosEstados y a las diversas regiones de unmismo Estado, correr a la misma veloci-dad o de un modo menos deficiente.

Aquí es pertinente recalcar la con-cepción de desarrollo social que se en-cuentra en juego: un proceso que, en eltranscurso del tiempo, conduce al mejo-ramiento de las condiciones de vida detoda la población en diferentes ámbitos:salud, educación, nutrición, vivienda, vul-nerabilidad, seguridad social, empleo,salarios. Implica también la reducción dela pobreza y la desigualdad en el ingreso(Midgley, 1995). Por tanto, muy lejos seestá de equiparar desarrollo social concrecimiento económico; tampoco se tratade su más reciente mimetización con al-gunas formas de capital (capital social,capital humano, entre otros) (Putnam,2000; Sala-i-Martin, 2000).

Por ello, afrontar el carácter disfun-cional y el poder disruptivo intrínseco a latecnología en el marco del capitalismo,parece pasar por el cuestionamiento delas lógicas de acumulación dominantesen estas sociedades, si es que efectiva-mente se quieren superar las desigualda-des que produce la innovación; particu-larmente en contextos en donde las dife-rencias sociales y económicas de partidason muy profundas entre sus distintos es-tratos. De lo contrario, en estos espacios

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ampliamente desestructurados se estápropiciando que los fenómenos de cam-bio técnico sometidos a las lógicas de losmercados y el capital sigan siendo un im-pedimento y no una herramienta para ellogro de objetivos de desarrollo social.

¿Será posible, entonces, replan-tear la apertura de la caja negra del pro-ceso innovador en una clave que no seala típica lectura mimetizadora de lo queproviene de las economías industrializa-das? Más todavía, ¿será posible plan-tearse el tema de la sus relaciones con eldesarrollo social en un marco que deje deprivilegiar, por fin, el mito propagado porSmith acerca de la prevalencia de losmercados y el capital?

En esta dirección vale la pena citara Varsavsky (1974), quien en sus estu-dios sobre los estilos tecnológicos y losestilos de desarrollo, señaló que los lati-noamericanos al plantearse sus propiosobjetivos productivos, encuentran que latecnología y la innovación no tienen res-puesta para muchísimos de los proble-mas prácticos que esos objetivos obligana resolver. Postula entonces que seadopte una decidida ‘actitud creativa ytransformadora’ para construir sus pro-pios estilos de desarrollo y sus propiosmodelos innovativos.

Décadas después, Dagnino (1996)igualmente concluye que la innovación,para que se convierta en práctica efectivay eficaz de cualquier nación de Latinoa-mérica, obliga a promover una culturatecnológica apropiada a las necesidadesy características de los pueblos de la re-gión. Ello lo asocia directamente con lasuperación de la lógica capitalista que im-pide a los sectores productivos naciona-les desarrollar sus propias capacidades

innovativas; solo con esa ruptura será po-sible que ellas se orienten a contribuir albienestar social de sus conciudadanos,privilegiando en esa nueva lógica el tra-bajo y no el capital.

Dagnino deja en claro que se tratade un desafío a la vez científico, político eideológico: un reto para la construcciónde la perspectiva social que debe entrete-jer los conceptos de ciencia, tecnología einnovación. En fin, se identifica comoprincipio básico para la construcción delbienestar social latinoamericano, la reso-lución adecuada y estratégica (en múlti-ples dimensiones y en función del largoplazo) de las relaciones entre innovacióny desarrollo social.

Tal perspectiva hoy en día se inte-gra a la concepción de desarrollo queemerge en el continente: un desarrollo in-tegral que abarca como ejes centralesconcurrentes la preservación de los eco-sistemas, el impulso al crecimiento eco-nómico desde y hacia adentro, y la pro-moción del desarrollo humano (Peña Ce-dillo, 2006; Urdaneta y Petit, 2008; Carre-ro y Petit, 2011).

Mas expresamente, la construc-ción de cohesión social, el desarrollo or-ganizacional innovador, la promoción dela colaboración y la reciprocidad, la co-creación, el trabajo en red, y el empode-ramiento popular; surgen como los funda-mentos cohesivos de ambos fenómenos.

Todo lo dicho hace perfectamentetransparente que la interfaz compleja en-tre innovación y desarrollo social es alta-mente ideológica y política. Y es ilusoriono enfrentarse a ello. Más aún, en esecuestionamiento se insiste que el proble-ma no se reduce a la creación de interac-ciones distintas entre ambas esferas,

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sino que está planteado cuestionar pro-fundamente la lógica misma de los proce-sos de innovación que se auspician, por-que desde allí se afecta la posibilidad devinculación entre los dos fenómenos.¿Será posible, entonces, replantear laapertura de la caja negra en una claveque no sea la típica lectura mimetizadorade lo que proviene de las economías de-sarrolladas? Más todavía, ¿Será posibleplantearse el tema de la innovación y susrelaciones con el desarrollo social en unmarco que deje de privilegiar, por fin, elmito propagado por Smith acerca de laprevalencia de los mercados y el capital?

9. A manera de conclusión

A la luz de lo presentado, todo estu-dioso de la innovación y el desarrollodebe caer en cuenta de que las explica-ciones ortodoxas que intentan asumirse así mismas como la única opción de expli-cación científica del fenómeno innovador,pecan de los errores generales que elneo-clasicismo en su conjunto sigue co-metiendo en economía: un notable des-precio por los fenómenos asociativos, porlos cambios debidos a aprendizajes y porla aleatoriedad inherente a la interaccióncolectiva de los humanos; amén de las yaconocidas deficiencias intrínsecas a losplanteamientos que suponen la existen-cia de los mercados perfectos.

En este marco, los planteamientosevolucionistas e institucionalistas surgencomo opciones más adecuadas paraaproximarnos al estudio de los fenóme-nos que implican innovación, particular-mente cuando la perspectiva es indagarcómo pueden ser conducidos hacia el lo-gro de propósitos que van más allá del

crecimiento económico en el espacio deun capitalismo mucho más complejo yturbulento que el concebido desde el neo-clasicismo.

Pero las tesis evolucionistas hansurgido para explicar el capitalismo encontextos desarrollados y sus conclusio-nes en torno a la dinámica de provisión deempleo o de derrame de beneficios, soloparecen ser adecuadas en aquellos seg-mentos más avanzados en la asimilacióndel cambio técnico. En tal sentido y en loscontextos propios de los países subdesa-rrollados, estas tesis han pasado a con-vertirse en una nueva ortodoxia que tien-de a ser asimilada acríticamente.

Habida cuenta de que los más tras-cendentales resultados del análisis con-ducen a considerar a la innovacion comoun impetuoso fenómeno generador de ri-quezas para sectores sociales acotados;y justo por ello actúa como el principal di-ferenciador de los grupos humanos al in-terior del sistema socio-económico pre-dominante; no es plausible plantear comoun automatismo que la innovación con-duzca al desarrollo social; muy por el con-trario, las características dominantes delfenómeno innovador están produciendocrecientes desequilibrios, en particular enaquellas sociedades ya de por sí deses-tructuradas y desiguales.

En concordancia con lo anterior, loque se hace evidente es la urgencia denuevos enfoques sobre la innovaciónque con claridad sean capaces de cues-tionar la prevalencia de las lógicas mar-cadas por los mercados y el capital, yque superen las perspectivas neo-clási-cas y evolucionistas hoy en día prepon-derantes. No parece posible extenderlas fronteras de impacto social de la in-

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novación respetando y reproduciendo lasreglas del capitalismo globalizante quehoy se despliega, porque las restriccio-nes derivadas de la prevalencia tanto delos mecanismos de mercado dominadospor los consumidores más solventes,como de la apropiación privada de los be-neficios económicos que de la innovaciónse derivan, hacen que los movimientos afavor del desarrollo social sean solo mar-ginales y reactivos.

Es menester, por tanto, desarrollaruna perspectiva mucho más radical: loque está planteado es refundar los proce-sos sociales de producción y reproduc-ción del conocimiento y sus aplicaciones;y ello debe hacerse necesariamente so-bre nuevas bases económicas, episte-mológicas y axiológicas aportadas poractores sociales y económicos emergen-tes y con modelos de acumulación radi-calmente distintos.

No es el propósito de este texto eldesarrollo pleno de esa visión alternativa,pero es claro que ella no podrá sustentar-se en el predominio de la lógica de losmercados y el capital en el funcionamien-to económico de la sociedad; muy por elcontrario, cualquier nueva aproximaciónque quiera dar cuenta de una relacióncierta entre innovación y desarrollo so-cial, deberá dar una respuesta muy dife-rente a una cuestión básica: quiénes tie-nen el poder de disponer del conocimien-to en cuanto a su uso y aprovechamiento(esto es, quiénes son los sujetos socialesque orientan el esfuerzo científico, tecno-lógico y de innovación, qué problemas seresuelven, qué valores se producen y en-tre quiénes se distribuyen). Lo que sí esposible adelantar son los que, a juicio del

argumento expuesto, serían algunos delos ejes fundacionales a priorizar, ancla-dos en el hecho de que son el trabajo y losactores sociales a ellos asociados los queen definitiva producen la riqueza social.Se considera urgente auspiciar el desa-rrollo de procesos de aprendizaje social,el predominio de mecanismos de apro-piación social del conocimiento, y la re-fundación (económica, institucional, valo-rativa y participativa) de los procesos so-ciales de producción y reproducción delconocimiento.

La construcción de una relación es-tratégica fructífera entre innovación y de-sarrollo solo será viable y efectiva paragrandes segmentos sociales, en la medi-da que se consideren y prioricen esoselementos. A fin de cuentas, lo que sepropone es desarrollar procesos socio-e-conómicos sustentados en innovación,pero no sujetos ni al imperio de los merca-dos orientados por los consumidoresopulentos, ni a la apropiación privada delos beneficios sociales y económicos dela innovación. Se recuperará así, ¡oh pa-radoja!, el pensamiento económico deAdam Smith (luego desarrollado por Ri-cardo y por Marx), cuando señalaba queen el proceso económico el trabajo huma-no es la fuente de todo valor.

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