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INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN
Y VARIABLES DE ESTRÉS EN
PADRES Y MADRES DE NIÑOS CON
AUTISMO
REVISIÓN DE LA LITERATURA Y LÍNEAS FUTURAS DE INVESTIGACIÓN PARA LA PROMOCIÓN DE
SALUD MENTAL
AUTORA ELIANA M. MORENO
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3
Instrumentos de evaluación y variables de estrés en padres y madres
de niños con autismo. Revisión y líneas futuras de investigación para la
promoción de salud mental.
Autora: Eliana M. Moreno
©Moreno Eliana M.
Departamento de Psicología. Facultad de Ciencias de la Educación.
Universidad de Córdoba.
Impreso en Córdoba, España.
Octubre 2017
ISBN: 978-‐84-‐697-‐6621-‐7
Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse
o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias,
grabación magnética o cualquier almacenamiento de información y sistema de
recuperación sin permiso escrito de los autores del copyright.
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Instrumentos de evaluación y variables de estrés en padres y madres de niños con
autismo. Revisión y líneas futuras de investigación para la promoción de salud mental.
Este documento puede utilizarse como material de apoyo para la investigación en psicología
aplicada y como material de apoyo docente para el desarrollo de Trabajos Fin de Grado y
Trabajos Finales de Master.
Destinatarios: Profesorado y alumnado de Ciencias de la Educación y Psicología. Alumnos del
Grado de Educación Infantil y Primaria. Alumnos de Master y TFG.
©Moreno Eliana M.
Departamento de Psicología. Facultad de Ciencias de la Educación.
Universidad de Córdoba.
Impreso en Córdoba, España.
Octubre 2017
ISBN: 978-‐84-‐697-‐6621-‐7
Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o
transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias,
grabación magnética o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación
sin permiso escrito de los autores del copyright.
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Índice
Resumen ................................................................................................................... 7
Introducción ........................................................................................................... 8
I. Fundamentos y conceptos previos ............................................................ 12
Salud y salud mental ............................................................................................... 12
Promoción y prevención en salud mental .............................................................. 14
Prevención y promoción de salud mental basada en la evidencia ........................ 17
Enfoque de riesgo .................................................................................................... 19
Factores de riesgo y protección .............................................................................. 19
II. Preguntas de revisión .................................................................................. 22
¿Cómo impacta en las familias la discapacidad de un hijo? ................................ 22
¿Cuáles son los principales enfoques para abordar esta problemática? ............ 24
¿Cuáles son los principales estudios relacionados con el estrés? ......................... 25
¿Cuáles son los principales elementos que influyen sobre el estrés de los padres?
¿Cómo se da la interacción entre ellos? .................................................................. 27
¿Cuáles son los principales instrumentos y variables estudiadas? ...................... 29
III. Líneas futuras de investigación ............................................................ 43
Objetivos para líneas futuras de investigación ..................................................... 44
IV. Referencias bibliográficas ........................................................................ 47
6
7
Resumen El presente libro explora las características y principales elementos implicados
en el desarrollo de estados de ansiedad y estrés en los padres y madres de niños
pequeños con autismo. Se realiza una revisión exhaustiva de la literatura existente al
respecto para responder a algunas preguntas clave: ¿Cómo impacta en las familias la
discapacidad de un hijo? ¿Cuáles son los principales enfoques para abordar esta
problemática? ¿Que elementos influyen en el aumento o disminución del estrés de los
padres? A lo largo de este material se intenta dar respuesta a estos interrogantes y se
presenta una síntesis de las variables e instrumentos de evaluación utilizados en la
investigación en este campo, con el objetivo de sentar las bases para el planteamiento de
líneas futuras de investigación y fundamentar la necesidad de desarrollar programas o
estrategias de prevención y promoción del bienestar y la salud mental de los padres de
niños con esta problemática.
8
Introducción En los últimos años se vienen haciendo esfuerzos por mejorar las prácticas
clínicas en salud mental y comprobar la eficacia de los tratamientos psicológicos para
distintos tipos de trastornos. En esta línea, se han realizado ensayos clínicos (ECAS) y
otros tipos de estudios de distinta calidad metodológica para conocer la eficacia de los
tratamientos u opciones terapéuticas tanto para adultos como para adolescentes y niños
(Kazdin, 2008; Moriana y Martínez, 2011). Organismos de reconocido prestigio
internacional como la APA o el NICE han elaborado listados de tratamientos basados en
la evidencia para estos problemas y han diseñado guías de práctica clínica (también
basadas en la evidencia) para trastornos y problemas de salud mental infantil tales como
trastorno de conducta antisocial, desórdenes alimentarios, enuresis, trastorno de estrés
postraumático, TDAH, entre otras.
Algunos estudios han demostrado que existe una relación importante entre los
estilos de crianza de los padres, las conductas parentales o la participación en el
tratamiento y el comportamiento o problemas de conducta de los hijos, así como una
mejor respuesta a la intervención (ElNokali, Bachman, Votruba-Drzal, 2010;
Fernandez, 2009; Fishel y Ramirez, 2005; Stormshak, Bierman, McMahon, Lengua,
2000; Osborne, McHugh, Saunders, Reed, 2007). Por lo que muchos programas de
intervención para niños, guías de tratamiento y recomendaciones basadas en la
evidencia incluyen a los padres como un elemento importante en la intervención. Tal es
el caso de la guía sobre programas de entrenamiento/educación para padres (Parent
training/education programmes) del NICE que analiza la evidencia sobre eficacia de
9
distintos tipos de tratamientos para niños con problemas de conducta (incluido TDAH)
aplicados en diversos contextos, encontrando que existen resultados a largo plazo en el
cambio conductual de los niños y una tendencia general a la mejora en las medidas de
salud mental de los padres y actitudes parentales a mediano y largo plazo. Otras guías
reconocen la importancia de la participación de los padres en el tratamiento de
problemas tales como Trastornos alimentarios, o el estrés pos traumático (NICE 2004,
2005 y 2006). Del mismo modo se reconoce que la salud mental de los padres puede
jugar un papel importante en el desarrollo de problemas o psicopatología en los niños.
En el área de los trastornos del espectro autista, existen distintos modelos y
enfoques de entrenamiento u orientación para padres que presentan una gran
variabilidad de formatos y contenidos y les otorgan distintos grados de participación.
Algunos modelos, aunque incluyen a los padres dentro de los tratamientos, lo hacen
tradicionalmente como terapeutas, mediadores o coterapeutas para favorecer un mejor
desarrollo o funcionamiento en los niños. En este sentido se han planteado manuales o
guías de entrenamiento, programas intensivos basados en el análisis conductual aplicado
(Lovaas, ABA) o enfoques mas educacionales (TEACCH). Sin embargo, aún no hay
consenso acerca de cuáles son las intervenciones más eficaces ya que muchas de las
investigaciones al respecto presentan limitaciones metodológicas relacionadas con el
tamaño de la muestra, la asignación de sujetos, la ausencia de intervenciones
manualizadas o la ausencia de ensayos clínicos aleatorizados (ECAs) (Diggle,
McConachie y Randle, 2008; McConachie y Diggle, 2007; Schultz, Schmidt y Stichter,
2011).
En algunos programas como el programa Hanen (2005 y 2012) o el Modelo
Denver (2010) y en otros programas de intervención mediados por los padres
(McConachie, et al. 2007), se considera la necesidad de que éstos desarrollen
habilidades y adquieran conocimientos para potenciar el desarrollo de sus hijos en
entornos naturales y mejorar el manejo de situaciones diarias y de crianza. En estas
intervenciones el papel de los padres es fundamental, aunque sigue siendo un rol de
mediador necesario para potenciar el desarrollo o tratamiento de sus hijos. Y aunque
estos programas podrían tener una influencia positiva indirecta sobre el bienestar de los
padres, este tipo de abordajes no se dirigen directa ni específicamente a ellos como
10
objeto/sujetos de la intervención, ni atienden las necesidades particulares que presenta
este grupo.
Actualmente, existen recomendaciones y orientaciones de buenas prácticas que
ponen de manifiesto la importancia de comenzar a diseñar intervenciones mas
integrales, ecológicas, sistémicas o multicomponente para abordar problemas complejos
como la discapacidad, problema de salud mental o problemas de desarrollo en los niños
(como en el caso de niños con TEA) y principalmente en edades tempranas. Esta
recomendaciones se dirigen a que se aborden no solo las dimensiones tradicionales de
trabajo con estas poblaciones, centradas en las habilidades cognitivas/motoras, o
reducción de síntomas en los niños, o el conocimiento, por parte de los padres, en
relación al problema de los hijos, sino que además tengan en cuenta los patrones de
interacción familiar, la calidad de vida de las familias y el estado de salud mental de los
padres/cuidadores principales de niños que sufren problemas en su desarrollo o tienen
riesgo de padecerlo. Mencionan que es necesario equilibrar las intervenciones hacia la
competencia social (interacción) y la salud mental, con una visión centrada en la
familia como sistema.
La visión de sistema implica considerar a cada parte como integrantes
importantes que se influyen mutuamente en las interacciones cotidianas y naturales del
día a día. De modo tal, que el hecho de que un hijo presente una discapacidad o
problema de salud afecta al sistema familiar y, según la evidencia, se relaciona con
elevados niveles de estrés en los padres por el coste emocional, personal y social y a
veces económico que implica el ajuste a unas nuevas necesidades de afrontamiento. Del
mismo modo la sobrecarga, estrés, estado emocional o estado de salud mental de los
padres influye en el sistema, en los hijos y en sus posibilidades de desarrollo,
repercutiendo en el bienestar de todos ellos. Por lo que las recomendaciones actuales se
orientan en la línea de desarrollar programas mas integrales que aborden aspectos hasta
ahora desatendidos.
Para construir un enfoque mas completo que atienda las necesidades de todas las
partes implicadas, es preciso incluir nuevos componentes y área de intervención,
poniendo mayor atención en los problemas de salud y necesidades de los padres de
niños que presentan algún trastorno o dificultad, incluyendo dimensiones de calidad de
11
vida y bienestar, con objetivos centrados en responder a las necesidades y restablecer o
generar unos niveles óptimos de salud en los grupos o personas afectadas.
12
I Fundamentos y conceptos previos
Salud y salud mental
Desde nuestro enfoque se considera a la salud en su sentido mas amplio,
considerándola como un “estado completo de bienestar físico, mental y social y no
solamente la ausencia de enfermedad o dolencia..” (OMS, 2001), noción que incluye y
reconoce la dimensión de salud mental y bienestar como elementos integrantes e
inseparables de la misma.
La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2001) define a la salud mental
como “un estado de bienestar en el cual el individuo se da cuenta de sus propias
aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida, puede trabajar productiva
y fructíferamente y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”. Se reconoce a
la salud mental como parte de la salud integral de un individuo y se plantea un sentido
positivo de bienestar y funcionamiento efectivo de los individuos, en su comunidad.
Según un informe de la OMS (2004) en los últimos 30 años la investigación ha
contribuido al desarrollo de distintos modelos y significados que han dado lugar a la
evolución de este concepto a lo largo del tiempo. Se han planteado diversos enfoques
tales como el enfoque del contexto cultural, que sostiene que el concepto de salud
mental está influenciado por la cultura que lo define, por lo que adquiere diferentes
significados dependiendo del entorno, la cultura y las influencias socioeconómicas y
políticas. El enfoque de los tipos de personalidad reconoce que las personas utilizan
13
distintas estrategias para afrontar las adversidades, algunas de las cuales pueden ser
perjudiciales y pueden poner a los individuos en riesgo de desarrollar enfermedades o
problemas de salud mental. Los enfoques que destacan la dimensión afectiva, relacionan
este concepto con un estado subjetivo de bienestar. El enfoque “salutogénico”,
propuesto por Antonovsky, se concentra en la capacidad de las personas de afrontar
adversidades y pone énfasis en los factores “salutíferos” y en el sentimiento de
coherencia que implica la capacidad de responder flexiblemente a los factores de estrés,
la aceptación de la realidad y la confianza en el crecimiento personal. El enfoque de
Resiliencia relaciona la salud mental con la capacidad de los individuos de afrontar las
adversidades evadiendo el colapso nervioso ante factores de estrés, postula también la
existencia de factores de protección que interactúan con factores de estrés o con el
ambiente para dar una respuesta a las circunstancias adversas. Finalmente, el enfoque de
calidad de vida, que refleja una perspectiva de bienestar que abarca la satisfacción de la
persona con su estatus social, ambiental, psicológico, espiritual y de salud; y considera a
la salud mental en términos de capacidad de afrontar la adversidad, satisfacción y
autonomía entre otros. El cambio de enfoque hacia la consideración de indicadores
positivos de bienestar implica también un cambio en aspectos metodológicos a la hora
de investigar sobre salud mental, que serán abordados en capítulos posteriores.
Los distintos enfoque pueden ser complementarios y aportan una visión de la
complejidad del término. Este ha sido entendido, principalmente, desde una visión
positiva, como una emoción relacionada con sentimientos de bienestar o con recursos
psicológicos como la autoestima, el control o la capacidad de hacer frente a la
adversidad y a la vez constituye un recurso individual que contribuye a la calidad de
vida. Podemos considerar que existen algunos aspectos que parecen ser recurrentes y
están implícitos en las definiciones de la mayoría de estos enfoques, tales como
afrontamiento, estrés/adversidad y bienestar .
Al igual que ocurre con la salud y enfermedad en general, las condiciones de
salud mental y las enfermedades mentales están determinadas por diversos factores de
interacción social, biológica y psicológica, y también se encuentran relacionados con
los comportamientos o conductas de las personas. La salud mental puede verse afectada
por factores y experiencias individuales, familiares o sociales. En este sentido, por las
características del presente estudio, nos centraremos en los aspectos individuales,
14
personales y psicológicos que influyen como moduladores o determinantes de
condiciones de salud o enfermedad mental.
Promoción y prevención en salud mental
Estos conceptos se encuentran situados dentro de un contexto más amplio de
salud pública y relacionados con el campo de la promoción de salud. Las acciones en
esta línea se dirigen a apoyar a las personas para que sean capaces de adoptar y
mantener estilos de vida saludables y crear entornos de salud. Promoción y prevención
implican conceptos y acciones relacionados, interdependientes y que a veces se
superponen. La diferencia entre ellos se encuentran principalmente en los resultados a
los que se dirigen, de modo tal que la promoción de salud mental intenta promover la
salud mental positiva aumentando el bienestar, la capacidad de la persona o su fortaleza
emocional, además contribuye a crear condiciones o entornos favorables. Mientras que
la prevención de los trastornos mentales se dirige a reducir los síntomas o la aparición
de trastornos mentales y utiliza estrategias de promoción de salud mental como uno de
los medios para lograra estas metas.
La promoción de salud se ocupa de los determinantes de la salud, es decir, de
aquellos factores que pueden mejorar o amenazar las condiciones de salud de un
individuo y puede abarcar también acciones de prevención, focalizadas en los factores
que tienen una relación causal con las enfermedades.
El diseño de las estrategias de promoción de salud se basan en elementos
descritos en la carta de Ottawa (OMS, 1986) que implican diferentes estrategias de
acción en distintos niveles, dentro de las cuales se encuentra el desarrollo de ambientes
de apoyo para las personas , el desarrollo de habilidades personales o la reorientación de
los servicios sanitarios, entre otras.
Más concretamente, la promoción de la salud mental implica un enfoque
positivo y considera a la salud mental como un recurso, como un valor y como un
derecho humano básico esencial para el desarrollo personal, social y económico (OMS,
2004a). Además, tiene el objetivo de ejercer un impacto sobre las variables
determinantes de la salud mental, para aumentar la salud mental positiva y disminuir el
malestar o enfermedades. Según la OMS, las actividades de promoción de salud mental
15
implican la creación de condiciones individuales, sociales o ambientales que permitan
un desarrollo psicológico y psicofisiológico óptimos (OMS 2004b).
Por otra parte, la prevención de los trastornos mentales tiene el objeto de reducir
la incidencia, prevalencia o recurrencia de los mismos, o el tiempo que las personas
permanecen con los síntomas o la condición de riesgo para desarrollar una enfermedad
mental y disminuir también, el impacto que la enfermedad puede ejercer sobre el
individuo, la familia o la sociedad. Cabe destacar que por afecciones mentales se
entiende a un amplio espectro de problemas, síntomas (también “problemas menores”)
y trastornos de salud mental, incluyendo la tendencia a padecer dichos problemas. Las
intervenciones preventivas se enfocan en la reducción de factores de riesgo y en el
aumento de los factores de protección y pueden darse en distintos contextos y niveles,
de modo tal que pueden ser primarias, secundarias o terciarias.
Según Ezpeleta (2005) la prevención primaria tiene el objetivo de reducir la
incidencia de los problemas de salud mental en la población “normal” y comprende la
aplicación de estrategias antes de que aparezca un trastorno.
En la prevención secundaria el trastorno (o algunos síntomas) ya están presentes,
pero se aborda de inmediato para que sus consecuencias no sean mayores, intenta
disminuir la proporción de casos o prevalencia en una población determinada través de
la detección y tratamiento temprano de enfermedades diagnosticables. La prevención
terciaria minimiza los efectos de un trastorno ya desarrollado, incluye intervenciones
que reducen la discapacidad, o mejoran la rehabilitación, previenen recaídas o
recurrencia de la enfermedad.
A su vez, las acciones preventivas pueden ser universales,
selectivas/dirigidas/indicadas o clínicas. La prevención universal se dirige a poblaciones
generales donde no se ha identificado ningún tipo específico de riesgo aumentado de
sufrir algún problema de salud mental (p.e. campañas televisivas). En la prevención
dirigida solo un grupo de la población recibe ayuda y esta intervención puede ser
selectiva o indicada. La prevención selectiva se dirige a individuos o subgrupos de la
población cuyo riesgo de desarrollar un trastorno mental es significativamente mas alto
que el promedio, según la evidencia sobre riesgos psicológicos o sociales, el grupo
16
diana lo conforman subgrupos de la población donde existe un alto riesgo de padecer un
trastorno (p.e. padres de niños con TEA, hijos de padres con trastorno mental…).
La prevención indicada se dirige a personas de alto riesgo identificadas como
personas que presentan signos o síntomas mínimos, pero detectables, que pronostican el
inicio de un trastorno mental, o marcadores biológicos o comportamentales que
predisponen para el desarrollo de ciertas patologías, pero que en ese momento no
cumplen los criterios para el trastorno mental.
Finalmente la prevención o intervención clínica se dirige a aquellas personas que
ya han desarrollado el trastorno, como en la prevención terciaria el objetivo es reducir
daños.
De este modo, generalmente la prevención primaria se asocia a la eliminación de
riesgos antes de que aparezca la enfermedad y se dirige a poblaciones universales. Las
intervenciones de prevención secundaria se dirigen a evitar la ocurrencia de los
trastornos en un grupo ya expuestos al factor de riesgo (p.e. padres de niños con
discapacidad), por lo tanto, suelen implicar intervenciones dirigidas, que identifican
grupos de alto riesgo (como padres de niños con TEA) con el fin de que reciban unos
servicios que otros no recibirán. Además, la prevención secundaria busca eliminar el
riesgo a través del fortalecimiento de factores de protección (Ezpeleta, 2005; OMS,
2004).
Según informes de la OMS (2001) las enfermedades mentales son comunes,
universales y afectan a un elevado número de personas en todo el mundo, representan
un 11 % de la carga total de enfermedades y tiene un importante impacto individual,
social y económico. Aún así, este mismo informe pone de manifiesto que el acceso a
tratamientos adecuados para estos problemas es aún limitado. Del mismo modo, se
pone de manifiesto que los problemas menores de salud mental son muy frecuentes en
los servicios de atención primaria y los tratamientos implementados para su abordaje en
este nivel presentan limitaciones importantes, ya que no se aplican tratamientos basados
en la evidencia ni se siguen la principales recomendaciones de organismos
internacionales (Moreno y Moriana, 2012).
17
Prevención y promoción de salud mental basada en la evidencia
En informes más recientes de la OMS (2004ayb) se expone que las estrategia
de salud pública y principalmente aquellas que involucran acciones de prevención y
promoción ayudarían a mejorar la salud mental y disminuir los costes personales y
sociales de estos problemas. Además estos informes, destacan que diversas
investigaciones han demostrado que las intervenciones preventivas pueden ser exitosas
en la disminución de factores de riesgo y en el fortalecimiento de factores de protección
y comienzan a mostrar reducciones en la aparición y recurrencia de problemas graves de
salud mental en poblaciones en riesgo.
Existe cierto consenso a cerca de la efectividad de las intervenciones preventivas
y de promoción de salud mental, surgida de la evidencia de distintos tipos de
investigaciones que utilizan diseños experimentales, cuasiexperimentales o cualitativos.
La evidencia ha demostrado la factibilidad de implementar programas efectivos para la
promoción de la salud y prevención de enfermedades en distintos grupos y entornos. En
estos informes se mencionan estudios, estrategias y programas preventivos y de
promoción de salud (primaria, secundaria o terciaria) que han demostrado ser efectivos,
dirigidos a población adulta tales como prevención de estrés laboral, depresión,
ansiedad, suicidio, trastornos alimentarios, trastornos psicóticos, etc. También se
mencionan programas de estas características dirigidos a población infantil tales como
intervenciones para el afrontamiento ante la enfermedad mental de los padres, o ante la
desintegración familiar, para reducir conductas de riesgo en la escuela, para prevenir
violencia o abuso sexual, etc. En esta línea, también se han desarrollado intervenciones
dirigidas a padres, principalmente orientados a preparar a los padres para la crianza en
entornos sociosanitarios desfavorecidos. Estos programas, habitualmente, se llevan
acabo en distintos ámbitos como el laboral, escolar, comunitario, en el hogar o en
centros de atención primaria de la salud.
Sin embargo, actualmente la mirada se centra en la fuerza o calidad de la
evidencia y la variedad de intervenciones propuestas en este campo. En este sentido, un
reto importante es fortalecer la base de evidencia, mejorando la calidad metodológica y
ampliando el horizonte hacia el diseño de programas dirigidos a distintos tipos de
poblaciones de riesgo y al planteamiento de intervenciones multicomponentes, que
18
puedan desarrollarse en distintos ámbitos y abordar múltiples factores protectores y de
riesgo.
Se menciona además, la necesidad de desarrollar indicadores de salud mental
positivos e involucrar a los profesionales en la creación de programas enfocados en las
buenas prácticas en la promoción de salud mental y prevención de enfermedades.
19
Enfoque de riesgo
Factores de riesgo y protección
Según Burak (1999) históricamente el concepto de riesgo asociado a la salud, se
viene utilizando en salud pública y en el ámbito clínico especialmente, ligado a distintas
enfermedades y condiciones y se lo ha definido como la probabilidad de que acontezca
un hecho indeseado que afecta a la salud de un individuo o de un grupo. El desarrollo de
este término también ha favorecido la detección y definición de individuos o grupos con
mayores probabilidades de padecer daños específicos y realizar acciones para prevenir o
reducir la incidencia y prevalencia de enfermedades, secuelas o muerte.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS, 1999) considera que el riesgo
es una medida que refleja la probabilidad de que se produzca un hecho o daño a la
salud, como la aparición de enfermedad, síntomas o muerte. Los factores de riesgo son
características o circunstancias detectables en individuos o grupos que se sabe que están
asociados con una mayor probabilidad de aparición de una enfermedad, mayor gravedad
o mayor duración de los problemas de salud. Los factores de riesgo pueden ser causas o
indicadores, aunque su importancia radica en que pueden ser observables o
identificables antes de que ocurra un hecho, por lo tanto se pueden emprender acciones,
preventivas, para evitar o disminuir esta probabilidad.
La combinación o interacción entre múltiples factores de riesgo (biológicos,
psicológicos, familiares, sociales…) aumenta el efecto aislado de cada uno de los
factores. Es importante considerar que la relevancia o valor de los factores de riesgo
para la práctica y para el diseño de estrategias de intervención, depende del grado de
asociación que exista entre el factor de riesgo y la salud, la frecuencia con que se
presenta este/estos factor/es en un grupo o comunidad y en la posibilidad de prevenirlo.
El riesgo, o la probabilidad de que ocurra un evento, puede medirse, por
ejemplo, a través de la incidencia del daño: o sea, la frecuencia total de un evento, la
probabilidad real de que una enfermedad, accidente o muerte ocurra dentro de un
período de tiempo.
20
La estrategia del enfoque de riesgo en salud consiste en identificar los individuos
o grupos con alto riesgo y permitir su acceso a una atención apropiada, aunque por su
propias características, el riesgo es una variable de difícil definición. Sin embargo, la
información derivada de este tipo de definiciones ayuda a tomar decisiones para la
definición de prácticas o diseño de estrategias de intervención para la atención a la salud
de la población en riesgo.
Los factores de protección se relacionan con las condiciones que mejoran la
resistencia de las personas a los factores de riesgo y trastornos, implican factores que
modifican, aminoran o alteran la respuesta de una persona ante peligros ambientales o
situaciones de estrés que podrían tener consecuencias de inadaptación. Los factores
individuales de protección pueden ser equivalentes a los elementos que componen la
salud mental positiva, como el pensamiento positivo, la fortaleza emocional, habilidades
sociales, habilidades de manejo del estrés o resolución de problemas. Por esto, en
muchas ocasiones las intervenciones preventivas orientadas a desarrollar o fortalecer
factores de protección se superponen con las acciones orientadas a la promoción de
salud mental.
Tanto los factores de riesgo como los de protección pueden ser individuales,
familiares, sociales, económicos o ambientales. Sin embargo se considera que la
interacción de los distintos elementos y niveles de protección y riesgo, junto con el
efecto acumulado de múltiples y variados factores predisponen a las personas a
modificar sus condiciones de salud, pudiendo aumentar su vulnerabilidad y la
probabilidad de desarrollar problemas, síntomas o trastornos de salud mental. Es
importante tener en cuenta que cuanto mayor sea el peso o influencia de los factores
individuales sobre el desarrollo de una determinado problema o trastorno, existen
mayores posibilidades de que las intervenciones preventivas (bien diseñadas)sean
eficaces debido a la posibilidad de modificar dichas variables. Otro aspecto que
aumentaría la eficacia de las intervenciones preventivas o de promoción de salud
mental, sería incluir el abordaje de factores de riesgo y protección específicos
(asociados al problema) y genéricos de salud mental.
Siguiendo la literatura encontramos que es complejo definir los factores de
riesgo asociados a una patología o problema de salud mental. Sin embargo, teniendo en
cuenta los resultados de los estudios que se vienen desarrollando desde hace varias
21
décadas, podemos considerar que el hecho de tener un hijo con algún tipo de
discapacidad constituye un hecho que se asocia con una mayor probabilidad de
experimentar tensión, estrés, sobrecarga o sufrir síntomas o problemas de salud mental.
Lo que podría constituir un riego para la salud en esta población.
La discapacidad de un hijo es un hecho que impacta sobre las familias
produciendo modificaciones en su dinámica y calidad de vida general, sus miembros
deben hacer ajustes psicológicos y se plantean nuevas necesidades que deben ser
resueltas. En el caso de padres de niños con TEA (Trastorno del Espectro Autista) esto
resulta particularmente complejo debido a las características propias del trastorno, que
se presenta con cierta ambigüedad por la falta de uniformidad en los síntomas y la
amplia variabilidad en el diagnóstico y pronóstico (Martínez y Bilbao, 2008).
Como se ha mencionado anteriormente, la identificación y definición de los
factores de riesgo asociados es un proceso complejo. Sin embargo a través de la revisión
bibliográfica y del análisis de la evidencia de los distintos estudios que se han
desarrollado hasta el momento es posible comenzar a trazar los primeros lineamientos
en este sentido.
22
II Preguntas de revisión
¿Cómo impacta en las familias la discapacidad de un hijo?
El nacimiento de un hijo con algún tipo de discapacidad impacta sobre la
estructura familiar y a sus miembros, se producen modificaciones en su dinámica de
funcionamiento, en sus roles, en su organización y calidad de vida general. Sus
miembros deben hacer nuevos ajustes psicológicos en torno a sus expectativas, deseos,
emociones y sentimientos. Además se plantean nuevas necesidades que deben ser
atendidas y se inicia un proceso de duelo y adaptación.
Este complejo entramado adaptativo y emocional comienza a gestarse desde la
aparición de las primeras señales o sospechas. Podríamos considerar que el proceso de
duelo en si mismo comienza cuando la familia recibe un diagnóstico concreto a cerca
del problema o discapacidad de su hijo. En este momento atraviesan distintas etapas
(shock, reacción, adaptación y orientación), aunque las reacciones y vivencias
emocionales se presentan con distinta intensidad y duración en cada uno de los
miembros de la familia (Perpiñán, 2009) y cada uno pone en marcha distintos
mecanismos de afrontamiento que pueden llevar a resultados y niveles de
funcionamiento más o menos saludables.
En el caso de padres de niños con Autismo esto resulta particularmente
complejo. La toma de conciencia del problema es especialmente difícil ya que se trata
de un trastorno que no presenta alteraciones físicas evidentes ni marcadores biológicos
objetivos. Por otra parte, el desarrollo de los niños con Autismo suele ser normal
durante el primer año de vida, la aparición de las primeras señales son sutiles y el
cuadro presenta cierta ambigüedad por la falta de uniformidad en los síntomas y la
amplia variabilidad en el diagnóstico y pronóstico (Martínez y Bilbao, 2008). Además,
23
en el caso del Autismo, y en comparación con otras patologías o problemas, el proceso
diagnóstico se dilata considerablemente. Según datos aportados por el Grupo de
Estudios de Trastornos del Espectro Autista (Getea, 2005), las familias reciben un
diagnóstico inicial erróneo de inmadurez o retraso madurativo y suele existir un abuso
en el uso de etiquetas diagnósticas genéricas, por lo que pueden pasar muchos meses e
incluso años (una media de 15 meses) hasta que las familias reciben un diagnóstico más
preciso. En esta misma línea, se destaca que si bien ha habido un incremento de la
sensibilidad de los profesionales hacia la identificación de estos problemas, la detección
precoz sigue siendo una necesidad y una demanda en los servicios de atención primaria
del sistema público, ya que los pediatras presentan serias limitaciones, como la escases
de tiempo o la falta de medios sistemáticos y de instrumentos específicos adaptados
para la detección de estos problemas (Getea, 2007). A nivel internacional también se
mencionan importantes dificultades para obtener un diagnóstico de Autismo como las
demoras y el paso por un gran número de profesionales (Baird et al., 2000, Howlin y
Asgharian, 1999, Siklos y Kerns, 2007). Esta situación, junto con las características
particulares de los padres influyen sobre el modo en que reciben el diagnóstico y cómo
elaboran su particular proceso de duelo.
Podemos considerar que esta etapa es el comienzo de un largo proceso de
adaptación y afrontamiento, inherente a la crianza de un hijo con discapacidad o
dificultades de desarrollo, que se extenderá a lo largo de sus vidas. Esta problemática ha
sido abordada desde distintos enfoques, considerando factores tales como sobrecarga,
estrés, salud mental, afrontamiento o calidad de vida.
24
¿Cuáles son los principales enfoques para abordar esta problemática?
Desde el punto de vista de la sobrecarga, se considera que las personas que
ejercen un rol de cuidador de personas enfermas o con discapacidad presentan elevados
niveles de sobrecarga, ya que distintas esferas de sus vidas, como su rol social, el
tiempo libre o la independencia se ven afectados por la dedicación y responsabilidad
que implican dichos cuidados, además, es frecuente la presencia de síntomas
depresivos, la repercusión negativa en el estado de salud física y la disminución en el
bienestar subjetivo (Pinquart y Sörensen 2003 y 2007). Seguí, Ortiz y De Diego (2008)
en un estudio con muestra española de cuidadores principales de niños autistas,
encontraron que los mismos experimentan una intensa sobrecarga con elevados niveles
de afectación en la salud física y psicológica, como síntomas depresivos y sentimientos
de alienación social, e importantes repercusiones en el bienestar general, caracterizado
por una falta de satisfacción con la vida.
Otra dimensión estudiada ha sido la calidad de vida de las familias de niños con
algún tipo de discapacidad. Se observa que la misma disminuye por los diversos ajustes
psicosociales (gastos económicos, menor dedicación al trabajo fuera de casa, menor
tiempo libre, etc) que las familias deben realizar al ocuparse del cuidado y crianza de
hijos con estas características (Cappe, Bobet y Adrien, 2009; Favero y Santos, 2010;
Ghanizadeh, Alishahi y Ashkani, 2009). Canal et.al. (2010) mencionan que la calidad
de vida de las familias de niños autistas se ve afectada por las situaciones cotidianas que
deben resolver, como el manejo de los problemas de conducta o estereotipias de sus
hijos o la adecuación de las rutinas familiares a la rigidez propia de estos niños que hace
que no puedan actuar con espontaneidad en la toma de decisiones o flexibilidad en sus
horarios y ritmos, ya que requieren excesiva estabilidad. Esto también puede provocar
rabietas o problemas que hacen más difícil el acceso a espacios públicos o actividades
comunitarias.
25
¿Cuáles son los principales estudios relacionados con el estrés?
Inicialmente los estudios se focalizaron en determinar el nivel de estrés,
sobrecarga o sintomatología que afectaba a padres o cuidadores principales de niños con
discapacidad. En otro momento surge el interés por determinar distintos elementos que
se encuentran relacionadas con el aumento de los niveles de estrés en esta población, se
analizan algunas variables puntuales (como tipo de discapacidad o severidad de los
síntomas). Actualmente existe una tendencia a desarrollar modelos multicomponente
para analizar la relación de distintas variables (como estilo de afrontamiento, recursos,
apoyo percibido) con el nivel de estrés de los padres.
Desde hace algunos años las investigaciones se han orientado al estudio del
estrés en padres de niños con discapacidad, encontrando que existe un grado importante
de afectación en esta población (Dyson, 1997). En esta línea, se plantea que los
cuidadores principales experimentan altos niveles de fatiga, depresión, baja autoestima
y elevados niveles de estrés crónico en general (Bristol, 1984, Tehee, Honan y Hevey,
2009). De modo comparativo, los padres de niños con discapacidad intelectual
presentan mayores niveles de estrés que los padres de niños con desarrollo normal y
presentan mayores riesgos de sufrir depresión (Olsson, y Hwang, 2001). Además, el
tipo de discapacidad de los hijos es un factor que influye sobre el nivel de estrés, por
ejemplo, los padres de niños autistas presentan mayores niveles de estrés que los padres
de niños con otras discapacidades como Sindrome de Down (Holroyd, 1976) y también
en comparación con niños con otros problemas de salud (Bromley, Hare, Davison y
Emerson, 2004; Donovan, 1988; Hastings, et.al 2005, Sanders y Morgan 1997). Otros
factores que influyen sobre el nivel de estrés son la gravedad de los síntomas o la
presencia de problemas de conducta en los niños (Allik, Larsson y Smedje, 2006;
Fombonne, Simmons, Ford, Meltzer y Goodman, 2001, Konstantareas y Papageorgiu,
2006; Pozo, Sarriá y Méndez, 2006). En este sentido los estudios de Osborne, McHugh,
Saunders y Reed (2007) y Osborne y Reed (2010) agregan que existe una relación
entre las conductas de crianza de los padres, para fijar límites o comunicarse, y la
presencia de problemas de comportamiento en los hijos con autismo, las mismas
podrían ser variables moduladoras del estrés, al igual que las percepciones de los padres
26
sobre la interacción con sus hijos. Estudios mas recientes mencionan, que en el caso de
niños autistas, los problemas de conducta tienen un mayor impacto en el estrés que la
gravedad de los síntomas.
27
¿Cuáles son los principales elementos que influyen sobre el estrés de
los padres? ¿Cómo se da la interacción entre ellos?
Como hemos visto hasta aquí, la discapacidad de un hijo constituye un evento
estresante que influye sobre la familia, aunque las características e intensidad del
impacto, será el resultado de múltiples factores que interactúan entre sí, por lo que se
hace necesario analizar los distintos elementos en juego desde modelos mas complejos
que examinen el papel de variables psicológicas, familiares y sociales al mismo tiempo
(Soloviita, Itälinna y Leinonen, 2003). En investigaciones más recientes se comienzan
a estudiar las variables moduladoras del estrés y se intentan desarrollar modelos
explicativos y multicomponente para explicar posibles variables predictivas. En este
sentido, uno de los modelos más ampliamente utilizados para analizar el
funcionamiento de distintos elementos frente al estrés, es el ABCX postulado
inicialmente por Hill entre 1949 y 1958 que constituye la base de la mayoría de los
modelos de estrés familiar actuales. Este modelo define al estrés familiar como un
estado que surge por un desequilibrio entre las demandas y los recursos para hacer
frente a esa situación, postula que la reacción de la familia o crisis (X) ante una
situación estresante (A), es el resultado de la interacción entre los recursos de la familia
(B) y la definición que hacen sobre ese evento (C). [ A B C -----X ].
Mas tarde, McCubbin y Patterson (Lavee, McCubbin y Patterson, 1985)
proponen el modelo Doble ABCX, una versión mas compleja, que introduce algunos
cambios y modifica la estructura lineal del modelo anterior, agregando nuevas variables
que interactúan de manera dinámica entre sí. Las variables en juego se plantean del
siguiente modo: El factor aA (pile-up) o cúmulo de demandas, es el conjunto de
eventos estresantes y tensiones que la familia debe enfrentar, a lo largo del tiempo, antes
y después de la crisis. El factor bB, son los recursos adaptativos de la familia, se refiere
a los existentes y a los nuevos recursos desarrollados para hacer frente a la crisis. Estos
median entre el cúmulo de demandas y la adaptación, pueden reducir el impacto de los
estresores o ayudar a la familia a generar los cambios necesarios para su ajuste. Incluye
los recursos personales (p.e. autoestima, estrategias de afrontamiento), familiares (p.e.
cohesión, flexibilidad, comunicación) y el apoyo social formal e informal (p.e.
28
profesionales, amigos, familia). El factor cC es la percepción del problema, este factor
implica el sentido de la coherencia, entendiéndolo como un sentimiento generalizado de
confianza, donde los eventos del entorno se perciben como manejables y predecibles
(Antonovsky, 1993). Se relaciona con un sentido de comprensión y aceptación de la
situación, es el marco bajo el cuál se percibe y define la situación. Este factor interviene
entre la crisis y la adaptación y también, junto con los recursos (bB), influye sobre la
capacidad de adaptación de la familia. Finalmente, el factor xX es la adaptación
familiar. La misma se entiende de manera dinámica, como un continuo que va desde la
mala adaptación, relacionada con malestar, desorganización o problemas de salud; hasta
la buena adaptación, que implica la estabilidad o el fortalecimiento de la familia. Es el
resultado de los procesos (personales o familiares) puestos en marcha para dar respuesta
a la crisis y afrontar el conjunto de demandas.
29
¿Cuáles son los principales instrumentos y variables estudiadas?
Si bien este modelo considera a la familia como una unidad, la mayoría de las
variables se han medido de manera individual (Soloviita et al., 2003). A continuación se
realiza una síntesis de los principales estudios multicomponente que abordan el tema del
estrés en padres de niños con discapacidad intelectual y más recientemente en autismo,
analizando el peso de distintas variables intervinientes. Los mismos constituyen la base
para la toma de decisiones a cerca de la inclusión de variables de estudio relevantes y la
definición de hipótesis y objetivos en la presente investigación.
En el estudio realizado por Soloviita et.al (2003) con 116 madres y 120 padres
de niños con discapacidad se analizaron 20 variables en base al modelo doble ABCX
para explicar la importancia relativa de los distintos componentes en el estrés de los
padres. Las principales variables seleccionadas para cada componente y los
instrumentos de medida utilizados pueden verse en la Tabla 1.
Tabla 1: Variables para el estudio del Estrés en el modelo de Soloviita et.al
(2003).
Variables Instrumentos de evaluación
Demandas familiares (Factor aA)
Edad del niño
Habilidades adaptativas del niño
Conducta desafiante
Nivel de discapacidad
Sub escala adaptada del Inventory for
Client and Agency Planning, ICAP
(Bruininks et al. 1986).
Escala de 7 ítems elaborada ad hoc, para
medir nivel intelectual, limitaciones
funcionales, limitaciones en la
movilidad.
30
Recursos Adaptativos de los padres (bB Factor )
Ajuste marital
Evaluación de la intimidad en las
relaciones
Apoyo familiar formal e informal
Experiencia de aceptación social del
niño
Percepción de control sobre eventos
vitales
Estrategias de afrontamiento de los
padres
Marital Adjustment Test, MAT (Locke y
Wallace, 1959)
Short form of Personal Assessment of
Intimacy in Relationship (PAIR,
Schaefer y Olson, 1981)
Fmily Support Scale (Dunst et.al, 1984)
Cinco ítems desarrollados por Schulz y
Decker, 1985.
Ad hoc
The Ways of Coping Checklist Revised
(Vitaliano et al., 1985)
Definición del problema (cC)
Significado que los padres dan a la
situación
Experiencia de tener un hijo con
discapacidad
Social Readjustment Rating Scale
(Holmes y Rahe, 1967)
Definition scale (Ogle, 1982 y Bristol
1987)
Estrés de los padres (Factor xX)
Nivel de estrés y sentimientos
negativos
Versión modificada del Questionnaire
on Resources and Stress, QRS F
(Friedrich et al., 1983)
31
Tradicionalmente se consideraba que la principal variable relacionada con el
estrés era el hecho de tener un hijo con discapacidad, como si se tratara de una relación
lineal y directa. Sin embargo en este estudio se analizó este hecho como un componente
más dentro de un conjunto, y se determinó el peso de cada uno de ellos en relación con
el nivel de estrés de los padres. Se encontró que las características del hijo (factor aA)
solo predijo el 2% de la tensión de las madres y el 8% de la tensión de los padres.
Encontraron que la forma en que los padres definen la situación (factor cC) y los
recursos disponibles (bB) son más importantes para predecir el estrés que las
características de los niños. Además, dentro de los recursos, el apoyo informal resultó
ser una variable más influyente en la disminución del estrés que los apoyos formales.
En otro estudio del mismo año, Shin y Crittenden (2003) usaron el modelo doble
ABCX para conocer el papel de la cultura en el estrés materno. Se seleccionaron
distintas variables (ver Tabla 2) para comparar las experiencias de 78 madres (38
Estadounidenses y 40 Coreanas) de niños con retraso mental. Se confirmó el valor de
los factores mediadores en los niveles de estrés. Las madres Coreanas se vieron
afectadas por los valores culturales tradicionales (caracterizados por actitudes negativas
hacia la discapacidad, como vergüenza, rechazo o culpa) lo que influyó en las actitudes
hacia sus hijos y se relacionó con experimentar mayor estrés que sus homólogas
americanas. La influencia de los valores culturales tuvo mayor peso que las condiciones
y características de sus hijos.
32
Tabla 2: Variables culturales en el estrés en el modelo de Shin y Crittenden,
(2003).
Variables
Estresor (Factor aA)Factores y variables
Conducta de inadaptación del niño
Recursos Adaptativos (bB Factor )
Apoyo social
Definición del problema (cC)
Actitudes maternas hacia los hijos con retraso mental
Estrés de los padres (Factor xX)
Nivel de estrés
Como en el estudio anterior, se confirma que la discapacidad en sí misma no es
el factor más relevante relacionado con el estrés, sino que las variables mediadoras
juegan un papel fundamental.
En otro estudio se aplicó el modelo Doble ABCX para explicar el estrés de
madres de niños con síndrome de Asperger, de este modo se confirma el valor
predictivo de la interacción entre variables moduladores tales como las demandas, el
afrontamiento o el ajuste en esta población (Pakenham, Samios y Sofronof, 2005).
En esta línea, Lecavalier, Leone y Wiltz (2006) realizaron un estudio con padres
y profesores de 293 niños y adolescentes con autismo, para analizar el papel de los
problemas de conducta en el estrés. Se utilizó un modelo transaccional de estrés, con
múltiples variables que se midieron en test re test al cabo de un año. Encontraron que
entre el nivel de estrés de los cuidadores y los problemas de conducta de los niños había
33
una relación bidireccional, donde ambos se influyen y exacerban mutuamente. Las
variables principales del estudio fueron las conductas adaptativas de los niños, los
problemas de conducta y el índice de estrés de los padres y maestros (ver en la Tabla 3).
Los resultados sugieren que las variables que tienen más peso para el estrés tanto de
padres como maestros, son las conductas externalizadas y problemas de conducta, tales
como hiperactividad, autolesivas, conductas ritualistas e irritabilidad.
Tabla 3. Estrés y problemas de conducta, Lecavalier, et al. (2006)
Variables Instrumentos de evaluación
Variables estudiadas en los niños
Conductas adaptativas del niño
Problemas de conducta en niños con
discapacidad
Sub escala de Scales of Independent
Behavior Revised, SIB R. (Bruinninks,
Woodcock, Weatherman y Hill, 1996).
Formulario de conducta Nisonger
(Tasséet, 1996), versión padres y
maestros.
Variables estudiadas en los padres y maestros
Nivel de estrés de los padres
Nivel de estrés de los maestros en
relación a un niño en particular
Familiaridad con el método ABA
Parental Stress Index Short Form, PSI SF
(Abidín, 1995)
Stress Teacher Inventory ITS( Greene et
al., 1997)
Instrumento ad hoc.
34
En un estudio realizado con muestra Española (Pozo, Sarriá y Méndez, 2006) se
analizaron distintas variables mediadoras (ver tabla 4) que podrían influir sobre el estrés
en 39 madres de niños autistas, para esto se utilizó el modelo Doble ABCX. Se
considera que ciertas características de los niños, como severidad de sus síntomas o
presencia de problemas de conducta son componentes que influyen sobre el nivel de
estrés de los padres. Sin embargo, estos autores destacan que éste es un proceso más
complejo donde la percepción del problema (entendido como el sentido de la
coherencia) y el apoyo (real y percibido) intervienen de manera significativa sobre los
niveles de estrés. Estas características (percepción del problema y apoyos) pueden
ejercer un papel de factores protectores (por su sentido inverso), aunque la relación sería
bidireccional, ya que el factor estresor también puede influir sobre ellos negativamente.
De modo tal que cuando hay elevados niveles de sentido de la coherencia, disminuyen
los niveles de estrés, sin embargo a medida que aumenta la gravedad de los síntomas de
los niños, disminuye el sentido de la coherencia en los padres. En este estudio se
confirma que la percepción del problema (SOC) y de los apoyos es importante para la
adaptación familiar.
Tabla 4. Factores y variables estudiadas desde un Modelo multicomponente con
muestra española, Pozo, Sarriá y Méndez (2006)
Variables Instrumentos de evaluación
Fact Estresor (Factor aA)ción
Nivel de retraso mental del niño
Trastornos asociados
Problemas de conducta
Inventario para la Planificación de
Servicios y Programación Individual
ICAP (Bruinninks, Hill, Weatherman,
Woodcock, 1986, validado para población
española por Montero, 1996)
Recursos Adaptativos (Factor bB)
Apoyos formales, informales y
formativos
Escala de Apoyos para Padres de Hijos
con Discapacidad (Bristol, 1979)
35
Definición del problema (Factor cC)
Percepción de los apoyos formales,
informales y formativos
Percepción de la situación, orientación
Escala de Apoyos para Padres de Hijos
con Discapacidad (Bristol, 1979)
Sentido de la Coherencia SOC
(Antonovsky, 1987)
Estrés de los padres (Factor xX)
Nivel de estrés de los padres Escala de Estrés Familiar PSI SF (Abidín,
1995)
Stuart y McGrew (2009) analizaron los factores que predicen la carga individual
y familiar en cuidadores principales de 78 niños, tras recibir un diagnóstico de autismo.
Se utilizó el modelo Doble ABCX para identificar los factores clave que impacta en las
familias cuando se produce el diagnostico formal, en un período de no más de 6 meses
(ver Tabla 5).
36
Tabla 5. Factores y variables para analizar la carga familiar, Stuart y McGrew
(2009).
Variables Instrumentos de evaluación
Factor estresor/cúmulo de demandas (Factor aA)
Severidad de los síntomas del niño
Cúmulo de demandas o eventos vitales
estresantes acumulados
Gilliam Autism Rating Scale , Second
edition GARS 2 (Gilliam, 2006)
Social Readjustment Rating Scale SRRS
(Holmes y Rahe, 1967)
Recursos Externos (Factor bB )
Apoyos sociales Multidimensional Scale of Perceived
Social Support MSPSS (Zimet, 1998)
Definición del problema (Factor cC)
Evaluación que hace la familia sobre el
hecho de tener un hijo con autismo
Estrategias de afrontamiento
Family Implications of Childhood
Disability Scale FICD (Trute y Hiebert
Murphy, 2002)
Sub escalas del Brief Cope (Carver, 1997)
Estrés de los padres (Factor xX)
Nivel de carga de los padres/cuidador
Carga marital
Carga familiar
Caregivers Strain Questionnaire CGSQ
(Brannan and Heflinger, 1997).
Dyadic Adjustment Scale DAS ( Spanier,
1976)
Impact on Family Scale IOF (Stein and
Reissman, 1980).
37
Los factores que mejor predicen la carga son la severidad de los síntomas, la
suma de las demandas acumuladas, el apoyo social, la evaluación negativa de la
experiencia diagnóstica, la evaluación negativa de tener un hijo con discapacidad y el
uso de estrategias pasivas y evitativas de afrontamiento. Un dato curioso es que la
actitud negativa hacia la discapacidad del niño aumenta considerablemente la carga
familiar e individual, sin embargo, una actitud positiva en este sentido ofrece poca
protección hacia el estrés.
Osborne y Reed (2009) agregan nuevas variables al estudio del estrés en padres
de niños autistas evaluando las percepciones de los mismos sobre sus conductas
parentales, proponen un diseño con medidas en dos tiempo (9 y 10 meses) para conocer
la estabilidad de los resultados hallados. Estos autores analizaron distintas variables
tradicionales como la severidad de los síntomas y las conductas adaptativas de los
niños, los recursos de los padres y el estrés e introdujeron las características de los
estilos de crianza. Encontraron que existe relación negativa entre el nivel de estrés de
los padres y la percepción de sus habilidades de crianza (principalmente las conductas
parentales relacionadas con la comunicación con sus hijos en el establecimiento de
límites). Luego de repetir la evaluación en un período de seguimientos, observaron una
importante estabilidad y consistencia en las percepciones de los padres.
Benson (2010) analiza las características de las estrategias de afrontamiento al
estrés utilizadas por 113 madres de niños autistas y el impacto que las mismas tienen
sobre la salud mental. Además comparó el papel de las características de los niños como
predictor de la angustia materna y el bienestar (ver Tabla 6). Se analizaron cuatro
dimensiones del afrontamiento: el compromiso, relacionado con una actitud activa,
donde se ponen en marcha estrategias orientadas a resolver el problema; la retirada, que
implica conductas de alejamiento del estrés o situación estresante a través del consumo
de sustancias o el uso de la negación; la distracción, se refiere a conductas de descarga
emocional como la ventilación, el uso del humor, la culpa para alejar la atención del
estrés; y finalmente la reformulación cognitiva como estilo de afrontamiento que
implica los esfuerzos de los padres por comprender el autismo de su hijo de una manera
positiva, a través, por ejemplo de la aceptación o el uso de la religión.
38
Se encontró que un mayor uso de las estrategias de distracción o retirada están
vinculadas a mayores índices de estrés y sentimientos de ira. El uso de la retirada ejerce
un efecto negativo sobre el bienestar, pero no hay una relación significativa entre el
bienestar y el uso de la distracción. La estrategia de compromiso ejerce un papel
moderador del estrés, incluso cuando los síntomas del hijo son más graves. El uso de la
reformulación cognitiva se asocia con mayores niveles de bienestar en las madres. Con
respecto a las características del niño, los problemas de conducta constituyen un
predictor más potente del estrés que los síntomas. Por lo tanto los efectos psicológicos
del estrés pueden variar de acuerdo al tipo de estrategia de afrontamiento utilizada, de
modo tal que el uso de estrategias de evitación (retirada y distracción) promueven la
angustia materna, mientras que el uso de estrategias de afrontamiento positivas (como el
compromiso o la reformulación) tienen impacto sobre el bienestar de los padres.
Tabla 6. Variables de estudio del afrontamiento y bienestar en madres de niños
autistas, Benson (2010).
Variables Instrumentos de evaluación
En los niños
Severidad de los síntomas de Autismo
Severidad de los problemas de conducta
Reporte de los padres Social
Responsiveness Scale (SRS) (Constantino,
2000)
Formulario para padres Nisonger Child
Behavior Rating Form Parent Version
(Aman, Tasse, Rijhan, y Hammer, 1996)
En las madres
Estilo de afrontamiento
Brief COPE (Carver, 1997)
39
Niveles de depresión materna
Ira materna
Bienestar materno
Estatus socioeconómico familiar
Center for Epidemiologic Studies
Depression Scale (CES D)(Radoff, 1977;
Ross y Morowsky, 1984)
Se utilizaron 3 ítems desarrollados por
Ross (1996)
Se utilizaron 3 ítems desarrollados por
Ross (1996)
Family Socioeconocmic Status (SES)
(Pearlin, 2000)
Por su parte, Siman Tov y Kaniel (2010) desarrollaron una investigación con
176 padres y madres de niños autistas para conocer cuáles de los elementos
seleccionados predicen mejor el afrontamiento y ajuste ante el estrés. Basándose en el
modelo Doble ABCX, analizaron la relación e influencia de nuevas y múltiples
variables tales como estrés, recursos, sentido de la coherencia, locus de control, apoyo
social y ajuste (que implica salud mental y calidad del matrimonio) junto con la
severidad de los síntomas de autismo (ver variables en la Tabla 7). Encontraron una
relación positiva entre el sentido de la coherencia (SOC), la salud mental y la calidad
del matrimonio; y una relación negativa entre el apoyo social y el locus interno sobre el
estrés. Encontraron que mayores niveles de estrés se asocian con una disminución de la
salud mental y la calidad del matrimonio. A través de los múltiples análisis realizados se
puede apreciar la complejidad en las relaciones entre variables y su influencia negativa
o positiva con distintos factores. Estos autores sugieren la investigación de nuevas
variables internas como el control, la autoeficacia o la autorregulación, como otras
posibles fuentes de relaciones con el ajuste de los padres.
40
Tabla 7. Variables relacionadas con el ajuste de padres de niños autistas, Siman
Tov y Kaniel (2010).
Factores y variables Instrumentos de evaluación
Estresor/cúmulo de demandas (Factor aA)
Severidad de los síntomas del niño Autism Behavior Cheklist ABC (Krug y
Arick, 2003)
Recursos Externos (Factor bB )
Apoyo social Social Support Scale (Dunst, et al., 1997)
Definición del problema (Factor cC)
Sentido de la coherencia
Locus de control
Sense of Coherence Scale SOC
(Antonovsky, 1993)
Locus of Control Scale (Rotter, 1975)
Estrés/ajuste de los padre (Factor xX)
Nivel de estrés de padres y madres
Salud mental
Calidad del matrimonio
The Questionnaire of Resources and
Stress QRS F (Raif and Rimmerman,
1993)
Mental Health Scale (Viet and Ware,
1983).
The Quality of Marriage Scale (Olson, et
al. 1987)
41
En un estudio reciente Manning, Wainwraigth y Brennet (2011) utilizaron el
mismo modelo teórico para explorar el papel que desempeñan la severidad de los
síntomas, los problemas de conducta, el apoyo social, el afrontamiento religioso y la
reformulación en los niveles de estrés de 195 familias de diversidad racial. (Ver Tabla
8). Tomando como unidad de medida a la familia, encontraron, al igual que Lecavalier
(2006) y Siman Tov et al., 2010, que los problemas de conducta tienen un relación más
fuerte con el estrés que la severidad de los síntomas. Con respecto al afrontamiento,
parece que la confianza en familiares y amigos se relaciona con elevados niveles de
funcionamiento familiar y con menor estrés, al igual que el uso del afrontamiento
espiritual (religioso) se relaciona con menores niveles de estrés. Dentro de los estilos de
afrontamiento la reformulación (tendencia a percibir el problema de una manera
positiva) fue una variable fuertemente relacionada con menores índices de estrés. La
capacidad de reformulación del problema resultó ser más importante que los recursos
(como apoyo social, o estatus económico) para predecir la adaptación familiar. Por lo
tanto, el cambio en la evaluación de la situación (más allá de los recursos con que se
cuente) puede promover mayor adaptación en la familia.
42
Tabla 8. Variables internas y adaptación familiar, Manning et al. (2011).
Factores y variables Instrumentos de evaluación
Estresor/cúmulo de demandas (Factor aA)
Severidad de los síntomas del niño
Severidad de problemas de conducta en el niño
Estrés en la vida diaria
Social Comunication Quetionnaire SCQ (Berument et al., 1999)
Child Behavior Cheklist CBCL (Achenbach, 1991)
Life Stress Scale in Parenting Stress Index (Abidin, 1995)
Recursos (Factor bB )
Apoyo social
Estrategias de Afrontamiento
Social Support Scale FSS (Dunst, et al., 1984)
Family Crisis Oriented Personal Evaluation Scales F COPES (McCubbin et al., 1981)
Definición del problema (Factor cC)
Evaluación que hace la familia sobre el estresor, redefinición del problema
Percepción de las familias sobre su estatus social
Reframing subscale from F COPES (McCubbin et al., 1981))
MacArthur Subjetive Status Scale (Adler et al., 2000)
Estrés/adaptación familiar (Factor xX)
Nivel de estrés de los padres
Nivel de adaptación familiar, incluye cohesión, expresividad y conflictos, la suma de ellas da lugar a un índice de relaciones familiares
Parenting Stress Index (Abidin, 1995)
The Family Environment Scale FES (Mood and Mood, 1986)
43
III. Líneas futuras de investigación
Los estudios actuales ponen el acento en las variables mediadoras,
principalmente en los recursos personales o familiares para hacer frente a las demandas
(factor bB en el modelo) y, más recientemente en la importancia de la evaluación que
las personas hacen sobre la situación o sobre sus recursos (cC). En este sentido se
plantea que la introducción de la evaluación de la percepción de autoeficacia de los
padres, en relación al manejo de situaciones cotidianas en la crianza de sus hijos y la
evaluación de los recursos externos como las características del tratamiento que reciben
sus hijos pueden aportar datos novedosos para la comprensión o predicción de
elementos relacionados con el estrés/ajuste en padres de niños con autismo.
Centrar las líneas futuras de investigación en padres y madres de niños pequeños
(de 2 a 6 años) que reciben atención temprana puede resultar novedoso, ya que no se
han encontrado investigaciones que analicen las relaciones entre múltiples variables
(internas y externas) en esta población. La mayoría de los estudios encontrados abordan
una franja de edad más amplia que incluye la edad escolar e incluso hasta la
adolescencia.
En cuanto a enfoque los estudios futuros podrían centrarse incorporar un modelo de
salud relacionado con factores protectores y de riesgo. Tomando el modelo clásico de
estrés Doble ABCX o integrando ambos modelos, con el objetivo de determinar
posibles factores protectores y de riesgo para la salud de los padres de niños con
44
autismo. El estudio de las variables implicadas ayudaría a diseñar estrategias
preventivas y clínicas más adecuadas para mitigar los riesgos y aumentar los factores
protectores, entendiendo que el bienestar general (en un sentido amplio) es antagónico
a niveles elevados de estrés.
Objetivos para líneas futuras de investigación
• Proponer un modelo multicomponente para analizar el peso relativo de distintas
variables internas (autoeficacia) y externas (características del tratamiento) sobre
el estrés/ajuste de los padres de niños pequeños con autismo.
• Determinar si las mismas juegan un papel como factores protectores o de riesgo.
• Determinar cuáles son las variables que mejor predicen el estrés/ajuste, de los
padres
• Evaluar la autoeficacia percibida por los padres en relación a la crianza y
manejo de situaciones cotidianas con sus hijos pequeños con autismo y conocer
cuál es el papel que juega esta variable en el estrés/ajuste.
• Evaluar el papel de la autoeficacia como factor protector/riesgo frente al estrés
• Indagar las características de los tratamientos administrados a niños pequeños
con autismo (cantidad de horas semanales, profesionales, coordinación,
comunicación/relación preofesional-familia). Conocer el grado de satisfacción (o
percepción/opinión) de los padres con el tratamiento/profesional/les. Evaluar el
papel que juegan las características del tratamiento y la valoración de los padres
sobre el estrés/ajuste de los padres. ¿Qué elementos del tratamiento constituyen
factores protectores o de riesgo?
• Determinar cuáles son las características de los tratamientos y/o percepciones de
los padres que pueden considerarse como predictores de mayor/menor niveles de
estrés/ajuste.
45
Tabla 9. Variables e Instrumentos para líneas futuras de investigación
Factores y variables Instrumentos de evaluación
Estresor/cúmulo de demandas (Factor aA)
Severidad de los síntomas del niño
Autism Behavior Cheklist ABC (Krug y Arick, 2003) Adaptación española….
Recursos Externos (Factor bB )
Estilos de afrontamiento
Características del tratamiento
Apoyo percibido
Funcionamiento familiar. Adaptabilidad y cohesión familiar ¿?
Cuestionario COPE (Carver, Scheier y Weintraub, 1989) Adaptación española Crespo y Cruzado, 1997. (60 ítems, 20 minutos)
Cuestionario autoadministrado ad hoc, 50 ítems y 20 minutos aprox.
Cuestionario autoadministrado ad hoc, subescala, 5 ítems, 3 minutos aprox.
Escala de Evaluación de la Adaptabilidad y de la Cohesión Familiar, versión española reducida FACES II 20 VER (Olson, Porter y Bell, 1982, adaptada por Martinez Pampliega, Iraurgi, Galindez y Sanz, 2006) 20 ítems, 5 minutos.
Definición del problema (Factor cC)
Autoeficacia para la crianza y el manejo de problemas con los hijos
Percepción/satisfacción con el tratamiento
Cuestionario autoadministrado ad hoc, 12 ítems, 5 minutos aprox.
Cuestionario autoadministrado ad hoc, subescala, 5 ítems, 3 minutos aprox.
Estrés/ajuste de los padres (Factor xX)
Medida de las consecuencias nocivas del estrés
Medida de Burnout MB (Pines y Aronson, 1988 adaptación española Fernández Castro, Doval, Edo y Santiago,
46
Afrontamiento al estrés ¿?
Reacción frente al estrés, estado de ánimo ¿?
1992) 21 ítems, 5 minutos.
Escala de Autoeficacia para el Afrontamiento del Estrés EAEAE. Godoy Izquierdo y Godoy, 2001) 8 ítems, 2 minutos.
Perfil de Estados de Ánimo POMS (McNair, Lorr y Droppleman, 1971, adaptación española Balaguer y cols. 1993; Fuentes y cols. 1994) versión reducida forma A y B, 30 ítems, 5 minutos.
47
IV Referencias bibliográficas
Allik, H., Larsson, J.O. y Smedje, H. (2006). Health-related quality of life in
parents of school-age children with Asperger síndrome or high-functioning
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©Moreno Eliana M.
Departamento de Psicología. Facultad de Ciencias de la Educación.
Universidad de Córdoba.
Impreso en Córdoba, España.
Octubre 2017
ISBN: 978-‐84-‐697-‐6621-‐7