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Intervención en Crisis en la Comunicación de Fallecimiento e Inicio del Duelo. Una vez expuestos los aspectos generales que pueden influir en el inicio del duelo, podemos entrar a establecer los aspectos relevantes en la intervención en crisis concreta del fallecimiento de un ser querido. Objetivos de la Intervención Se trata de una crisis, por lo que los objetivos de la intervención van a ser los mismos de cualquier otra crisis, con ciertas particularidades. • ayudar a la persona a restablecer el nivel de funcionamiento previo al suceso, y a mejorar la percepción de eficacia y sensación de control. minimizar el impacto psicológico, ayudando en el inicio de la realización de las Tareas del Duelo, especialmente en las Tareas 1 y 2. • disminuir la probabilidad de aparición de psicopatologías, e identificar factores indicadores de la posibilidad de que el duelo sea complicado, para

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Intervención en Crisis en la Comunicación de Fallecimiento e Inicio del Duelo.

Una vez expuestos los aspectos generales que pueden influir en el inicio del duelo, podemos entrar a establecer los aspectos relevantes en la intervención en crisis concreta del fallecimiento de un ser querido.

Objetivos de la Intervención

Se trata de una crisis, por lo que los objetivos de la intervención van a ser los mismos de cualquier otra crisis, con ciertas particularidades.

• ayudar a la persona a restablecer el nivel de funcionamiento previo al suceso, y a mejorar la percepción de eficacia y sensación de control.

• minimizar el impacto psicológico, ayudando en el inicio de la realización de las Tareas del Duelo, especialmente en las Tareas 1 y 2.

• disminuir la probabilidad de aparición de psicopatologías, e identificar factores indicadores de la posibilidad de que el duelo sea complicado, para poder proceder a la orientación la probabilidad la necesidad futura de atención psicológica.

• prevenir el riesgo de pérdidas de vida y/o reducir la mortalidad

Consideraciones generales a) Objetivos realistas

Es importante tener en cuenta, incluso para la propia autoprotección del profesional, que la intervención no va a reducir el dolor de la pérdida, que es una de las demandas

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que suelen aparecer; el dolor es necesario para elaborar el duelo. La intervención puede contribuir a eliminar o modular elementos que elevan los niveles de estrés, en muchos casos existentes por descuido, o prioridades diferentes de los intervinientes.

b) Habilidades de Comunicación y la relación de ayuda

Seguramente la persona va a estar confusa, se siente indefensa, en estado de incertidumbre, y funcionando en un nivel emocional. Siempre es importante, pero en estos casos es fundamental tener una actitud de Aceptación Incondicional hacia la persona.

QUE HACER

• Conservar la calma • Utilizar la Comunicación no verbal para transmitir

tranquilidad y confianza: movimientos pausados, tono de voz afectuoso, bajo y sereno, uso del contacto físico, situarse a la altura visual de la persona.

• Manifestar intención de ayuda. • Uso del nombre “familiar” de la persona y del fallecido. • Escuchar un 80% y hablar un 20%. • “Aguantar” el silencio. • Evitar aconsejar y el “síndrome del experto” • Empatizar, pero con cuidado; hay que ser realista; si no

se sabe lo que está pasando la persona, no se le puede decir. Es mejor un “debe haber sido terrible” que un “puedo imaginarme por lo que has pasado”. Y cuanto más concreto, más creíble.

• Darle la importancia que tiene. No bromees. • Ser neutro. no enfatizar el lado positivo “podía haber

sido peor”. • Responder a las necesidades de información (siempre

que sea conveniente y lo pueda aceptar).

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• Fomentar, en lo posible, que el apoyo se dé entre los familiares o amigos presentes.

• Tener en cuenta y respetar las diferencias socio-culturales y étnicas: por ejemplo, para una persona de raza gitana, es necesario expresar el dolor de forma muy intensa y llamativa, y si no considera que no está honrando al fallecido.

• Vigilar y gestionar el Contagio Emocional a lo largo de toda la intervención.

• Identificar y gestionar a personas “desestabilizadoras”. En estos casos, lo mejor es darles algún tipo de tarea que realizar, que les aleje del entorno de intervención, y les aporte sensación de utilidad.

• Si, en algún momento, la situación supera emocionalmente al profesional, es mejor poner una excusa y retirarse, bien de forma temporal, o permanente.

QUE NO HACER

• No discutir con la persona si está alterada o se muestra irritada

• No intentar “hacerla entrar en razón”; puede estar desenvolviéndose en un plano más emocional que racional

• No culpar o moralizar sobre su posible comportamiento imprudente

• No cortar el llanto o manifestaciones de dolor o sufrimiento (excepto peligro de autolisis)

• No seguirle la corriente o darle la razón ante manifestaciones de culpabilidad o remordimiento

• No mentir • No utilizar frases “tipo”: (EL TIEMPO NO LO CURA

TODO); hay que reconocer que “Todo irá bien, pero no será como antes”

• No intentar que se dé prisa en superar el dolor.

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• No “recetar” emociones con frases como “estoy seguro de que te sientes deprimido”. Es mejor preguntar “¿cómo te sientes?”

Protocolo General de Intervención

Basándonos en los modelos de Intervención en Crisis de Slaikeu y de Duelo de Worden, propongo un protocolo general de Intervención con las siguientes fases y pasos dentro de cada una de ellas. Evidentemente, dicho protocolo se presenta, a efectos pedagógicos, con un orden que, muchas veces, no es posible seguir: las circunstancias o la propia reacción de las personas pueden hacer que se altere el orden o alguna de las fases o pasos no se puedan llevar a cabo. FASE PREVIA: Recabar información sobre el suceso, valoración de la escena y personas presentes.

FASE DE COMUNICACION DEL FALLECIMIENTO: Comunicación del fallecimiento o acompañamiento al profesional responsable en la comunicación del mismo (en el caso de que no se haya comunicado la noticia)

FASE DE INTERVENCIÓN

I) Contacto psicológico: Acercamiento a la/s persona/s afectada/s, y evaluación del estado psicológico. II) Disminuir la confusión y desorganización y posibilitar la asunción de la realidad. III) Análisis de problemas inmediatos y favorecer la búsqueda de soluciones, IV) Apoyo en la toma de decisiones concretas. RESOLUCIÓN DE LA INTERVENCIÓN y seguimiento

Fase Previa: Valoración de la Situación

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Antes de contactar con el paciente se debe realizar una valoración de la situación, si las circunstancias lo permiten. Si no es posible, habrá que realizar dicha valoración al principio de la intervención, de forma simultánea a las primeras tareas de la fase de intervención. La Valoración de la Situación (si es posible, previa al contacto con la/s persona/s): Incluye

a) Recogida de información: • sobre el suceso

o Circunstancias y forma de la muerte; si ya está confirmado el fallecimiento.

o Nombre del fallecido, sexo, edad • sobre las personas objeto de nuestra

intervención. o Numero de personas, sexo, edad, o Grado y tipo de parentesco con el fallecido o Si conocen la noticia o aún está pendiente

la comunicación. o Estado psicológico de las mismas.

• Sobre otras personas presentes, y la probabilidad de que puedan ser beneficiosos o perjudiciales para la intervención.

b) Valoración de la escena

• Evaluación de riesgos: seguridad en otros y del profesional. Identificación de posibles objetos o vías que puedan permitir acciones que conlleven a la auto lesión (cuchillos, medicación, terrazas...)

• Localización (y solicitud si es necesario) de un lugar adecuado para la comunicación y la intervención, que favorezca la acogida y la intimidad, para la expresión de emociones.

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Fase de Comunicación del Fallecimiento.

La forma en que se comunique un fallecimiento puede influir en la elaboración posterior del duelo; no tanto porque se haga correctamente, si no que una comunicación poco cuidada o incorrecta puede añadir elementos estresores y/o desestabilizadores a una situación ya de por sí muy estresante.

¿Quién lo comunica?

Oficial y legalmente, es función del profesional que se haya responsabilizado de la atención médica al fallecido comunicar la noticia; sin embargo, el profesional puede delegar dicha función en otras personas.

¿Cuándo se comunica?

Lo antes posible, ya que puede haber circunstancias que obliguen a esperar acontecimientos. es mejor no dilatar la comunicación más de lo necesario; es peor lo que se imagina que la realidad, y el nivel de ansiedad aumenta durante la espera.

¿Dónde se comunica?

En un lugar tranquilo y seguro, que favorezca la intimidad, donde se puedan sentar.

¿A quién se comunica?

En principio, a los familiares adultos de 1º y 2º grado por consanguinidad o legales; en cualquier caso, a personas allegadas al difunto a los que sea necesario informar. Es mejor hacerlo al máximo de personas presentes

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implicadas a la vez; de esta manera, están acompañados, la misma información llega de forma simultánea a todos, y con el mismo emisor; reducimos la posibilidad de malas interpretaciones, la probabilidad del efecto “rumor”/”teléfono roto”, y que se comunique de manera inadecuada en segunda derivada. Eso sí, con cuidado con el contagio emocional.

¿Qué se comunica?

Una descripción sencilla y breve de los hechos del suceso, que contenga toda la información relevante, lo más aséptico y objetivo posible, asegurando que ha habido la mejor atención técnica y humana posible, y finalizando con el desenlace. Una vez dada la noticia, es importante responder a todas las dudas y preguntas que surjan, siempre que conozcamos la respuesta y estemos seguros de la misma. Por ejemplo, en el caso de un posible suicidio precipitándose desde una ventana, aunque todas las circunstancias induzcan a pensar que ha sido una autolisis voluntaria, no podemos estar seguros hasta que se realice la autopsia, por lo que a la pregunta de “¿se ha tirado voluntariamente?” tendríamos que responder que aún no lo sabemos, que habrá que esperar a ver qué indican los profesionales.

Es fundamental no mentir, aunque hay que evaluar la cantidad y calidad de información que la persona puede soportar y asumir en el momento. En el ejemplo anterior, se puede indicar que “a la llegada de los profesionales, XXXX (nombre del difunto) se encontraba en estado grave en la calle; por algún motivo se ha precipitado (o ha caído) desde la ventana”.Ya habrá tiempo, si se comprueba que efectivamente fue un suicidio, de proporcionar dicha información y ver cómo se maneja.

¿Cómo se comunica?

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Hay varios aspectos fundamentales en este sentido:

- De forma presencial, siempre que sea posible; es especialmente peligroso comunicar un fallecimiento por teléfono, y que la persona acuda al lugar en una grave estado de crisis emocional, especialmente si lo hace andando o conduciendo; existe serio peligro de añadir más víctimas a la situación. Es preferible indicar por teléfono que ha habido un incidente grave relacionado con su ser querido, y citar a la persona en algún lugar, para proceder con la comunicación una vez presente en el punto.

- Usar la comunicación no verbal para inspirar tranquilidad y confianza: movimientos pausados, tono de voz bajo y sereno, uso del contacto físico, del nombre “familiar” de la persona, situarse a la altura de la persona.

- Es preferible que las personas estén sentadas, especialmente por las reacciones físicas que la noticia puede generar.

- No utilizar palabras de alto contenido emocional, ni utilizar eufemismos. Eso sí, hay que adecuar el lenguaje al nivel cultural y social de los interlocutores. Por ejemplo, “ha muerto” tiene un mayor contenido emocional que “ha fallecido”, por lo que sería en principio preferible la segunda opción; pero es posible que el mensaje no llegue dependiendo del nivel cultural de la persona. Y es mejor “ha muerto” que “se ha matado”.

ACCIONES A REALIZAR EN CADA FASE

Fase de Intervención I: Contacto Psicológico

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Este paso en la fase de intervención es fundamental, y puede condicionar toda la intervención. En ella, la evaluación y la intervención se van simultaneando. a) Presentación (si aún no se ha realizado), con nombre y función, y objetivo del acercamiento y duración del mismo. b) Acompañarle a un lugar tranquilo y seguro.c) Si existieran, disminución de respuestas de ansiedad elevada mediante técnicas de respiración de emergencia, contacto físico, tono de voz bajo y tranquilizador, normalización de síntomas. d) Evaluación del estado físico y psicológico: La evaluación empieza en este momento, pero se irá extendiendo a lo largo de toda la intervención.

• Identificación y cobertura de necesidades básicas o médicas inmediatas, tales como hambre, sed, cansancio, o patologías de riesgo que puedan influir y/o empeorar en la situación de crisis (cardiopatías, enfermedades respiratorias, psicosomáticas, alergias, miopatías...)

• Identificación de variables disposicionales: duelos o incidentes críticos/traumáticos anteriores, estilo de personalidad, antecedentes físicos, psicológicos .

• Identificación de eventos y/o personas que puedan ser desestabilizadoras o puedan dificultar la intervención.

• Identificación de reacciones (signos de alteración a nivel cognitivo, motor, fisiológico, y emocional) ante el incidente crítico. Identificación de la fase de la crisis en que se encuentra la persona mediante la observación.

o En la Fase de Impacto,(inmediatamente posterior al incidente crítico), la persona se puede encontrar en un elevado estado emocional y de incertidumbre, y es habitual encontrar las siguientes reacciones:

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• Funciones cerebrales superiores disminuidas: Disminuye la capacidad de concentración y atención, la memoria, así como la toma de decisiones; La persona no es capaz de tomar decisiones efectivas, por ejemplo, no es capaz de saber qué tiene que hacer con el cuerpo de la persona fallecida o no es capaz de encontrar el teléfono de algún familiar o amigo.

• Distorsión del sentido del tiempo y la realidad: La persona tiene la sensación de vivir la situación como si estuviera fuera de ella, o a cámara lenta, o, al contrario, muy rápido.

• Disminución del control de los impulsos: Al no reflexionar, no controla sus impulsos; actúa impulsivamente, por lo que pueden aparecer conductas inoportunas e inadecuadas (coger un teléfono y llamar inmediatamente a otro familiar para contarle lo sucedido, por ejemplo), conductas agresivas y, autolíticas, de daño o incluso intentos de suicidio de tipo impulsivo

• Reacciones fisiológicas de elevada intensidad: Vómitos, hiperventilación, vértigo, diarrea, dolor torácico, etc..

• Hiperactividad/Movimientos compulsivos

Apatía/Inmovilidad: La persona afectada carece de energía, o verbaliza ser incapaz de moverse.

• Incredulidad y Negación: La persona niega lo sucedido, pide pruebas o no se lo puede creer.

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A veces, esto no es explícito, pero se observa que la persona va planificando los siguientes pasos, o actúa como si nada hubiera pasado, centrando la atención en las necesidades y problemas más inmediatos.

o En la Fase de Reacción, en la que la persona comienza a comprender qué le ha pasado, y a reaccionar en consecuencia. Es habitual encontrar los siguientes sentimientos:

• Ira/Enfado: Puede dirigirse hacia el fallecido, y/o hacia otras personas, como los médicos, personal hospitalario, personal de seguridad, de la funeraria, la administración, incluso contra Dios ... También es posible que se dirija hacia uno mismo (experimentado como culpa, depresión, ...), y puede llegar a convertirse en ideación o conducta suicida.

• Culpa: Hay varios aspectos que pueden producir culpa:

o Sensación/Idea de no haber hecho lo suficiente

o No experimentar la cantidad de tristeza que consideran apropiada

o Alguna conducta simultánea o cercana al fallecimiento: una discusión, envío de mensaje, decisión. Puede aparecer sensación de “castigo divino”.

• Miedo, Ansiedad e Impotencia: Puede aparecer o Miedo a no poder continuar y/o sobrevivir

sólos o Ansiedad ante el aumento de la

conciencia de la propia muerte.

• Tristeza: Ante la pérdida, y autocompasión

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• Shock: La persona es incapaz de sentir nada, refiere sensación de vacio y acorchamiento

En cualquiera de las dos fases puede aparecer el Contagio Emocional.

Fase de Intervención II: Disminuir la confusión y desorganización y posibilitar la asunción de la realidad. Este paso en la Intervención depende mucho de la fase en la que se encuentre la persona. En ella se estimula el inicio de la realización de las Tareas 1 (Aceptar la realidad de la pérdida) y 2 (Trabajar las emociones y el dolor por la pérdida). Parala persona.

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a) Disminuir la confusión y desorganización

En la fase de impacto

Objetivo Técnica de Intervención Funciones cerebrales superiores disminuidas. Distorsión del sentido del tiempo y la realidad:

Normalización de síntomas: “reacción normal ante situación anormal” Preguntas cerradas y sencillas si es necesario obtener información. Escucha activa

Disminución del control de los impulsos: conductas inadecuadas, agresion a otros, autolisis.

Observación permanente Control estimular (eliminación de elementos de riesgo/no permitir acceso a zonas de riesgo, y siempre acompañado) Contención física.

Reacciones fisiológicas de elevada intensidad: Vómitos, hiperventilación, vértigo, diarrea, dolor torácico, etc.. Hiperactividad/Movimientos compulsivos

Normalización de síntomas: “reacción normal ante situación anormal” Técnicas de control de la

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ansiedad: Respiración abdominal de emergencia Garantizar atención médica si se ve necesaria Técnicas de distracción cognitivas o manipulativas (rezar el rosario, hacer café...)

Apatía/Inmovilidad: La persona afectada carece de energía, o verbaliza ser incapaz de moverse.

Normalización de síntomas: “reacción normal ante situación anormal” Respiración abdominal de emergencia Escucha activa “Aguantar” el silencio Acompañamiento y contacto físico Incitar poco a poco al movimiento.

Incredulidad y Negación: La persona niega lo sucedido, pide pruebas o no se lo puede creer.

Escucha activa “Aguantar” el silencio Proporcionar la información que vaya pidiendo.

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Acompañamiento

En la fase de reacción

Objetivo Técnica de Intervención Facilitar la expresión verbal y emocional

Escucha activa Acompañamiento y contacto físico.

Posibilitar el relato ordenado del suceso. Ayudar a reconocer y legitimar sentimientos y pensamientos.

Preguntas abiertas, con cuidado de no inducir las respuestas. Fomentar que cuente lo ocurrido “como quiera”. Normalización de síntomas

Pensamientos disfuncionales/irracionales, con especial foco en:

Reestructuración cognitiva “breve”: Proporcionar información

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• A ideas autolíticas • Aquellos que puedan estar relacionados con posibles mediadores del duelo: o Suicidio, muerte “estigmatizada”, evitable, ambigua o incierta. o Falta de competencia para sobrevivir en la vida cotidiana sin el fallecido. o Generalizaciones excesivas

Pruebas de realidad Inducir a la reflexión

Generar y fomentar el apoyo social en el entorno habitual de la personal.

Fomentar la comunicación verbal, no verbal, el contacto físico y la demostración física de afecto entre los familiares y allegados.

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- Contagio Emocional. Hay una parte del mismo que es complicado de gestionar, ya que cada vez que llega una persona allegada nueva, se produce un nuevo contagio. Hay variables socio-culturales importantes; por ejemplo, en general, las personas de raza gitana, o procedentes de culturas latinoamericanas, tienen una forma de expresar el dolor bastante intensa, que fomenta las respuestas emocionales y el contagio emocional. Sin embargo, sí es posible realizar acciones para minimizarlo: con suavidad, pero con firmeza, retirar físicamente o separar a las personas si se está produciendo dicho contagio, o limitar el tiempo en el que están juntos. b) Facilitar la aceptación de la pérdida Cuando evaluamos que la persona está en condiciones de empezar a asumir y comprender, y han disminuido (o no han aparecido) reacciones emocionales muy intensas, se puede empezar a intervenir para facilitar la aceptación de la pérdida, mediante diversas técnicas.

• Hablar de los hechos • Hablar en pasado de la persona fallecida • Informar sobre los siguientes pasos (qué va a pasar

con el cuerpo,...) y empezar a indagar sobre recursos existentes para resolver asuntos inmediatos (seguro de vida, de entierro, ...) En este momento, la funcionalidad está más relacionada con ir introduciendo elementos prácticos de realidad sin el difunto, no tanto la búsqueda de soluciones reales.

• Si lo desea y solicita explícitamente, y es posible, permitirle ver el cadáver. Aunque en principio no se recomienda ver el cuerpo, por el impacto que

puede ocasionar, si desea hacerlo, es peor evitarlo, ya que puede desencadenar ideas e imágenes más perturbadoras (“Cómo estará que no me dejan verlo”) o distorsionadas (“A ver si no va a ser

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él/ella”). Si se decide verlo, (o es necesario por motivos legales), hay que hacer una preparación previa; encargarse de que lo que sea visible sea lo menos traumático posible, y hacer una descripción previa a la persona de lo que se va a encontrar. (“No le vas a ver igual que la última vez que lo viste; seguramente estará algo más pálido/hinchado ..”).

Fase de Intervención III: Análisis de problemas inmediatos y favorecer la búsqueda de soluciones En esta fase, la persona ha empezado a recuperar parcialmente las capacidades de afrontamiento. Es el momento de identificar las necesidades de la persona, y determinar cuáles son inmediatas y cuáles pueden dejarse para después (posteriores). Esto es fundamental, ya que en la confusión y desorganización del estado de crisis, las personas con frecuencia tratan de lidiar con todo al mismo tiempo. - Necesidades habituales Hay una serie de necesidades inmediatas que suelen surgir en este tipo de situaciones:

• Necesidades básicas para el presente y el futuro inmediato: Alimento, dinero, alojamiento y cobijo, ...

• Necesidades relacionadas con el propio fallecimiento: o Gestiones relacionadas con el cuerpo:

Reclamación en el Anatómico-Forense, Tanatorio, Entierro, Funeral.

o Trámites administrativos: Certificado de defunción, etc.

o Asunción de costes: Existencia de seguros de entierro, de vida, de pensiones ...

o Estabilidad económica futura, si es necesario. • Necesidades sociales:

o Identificación de persona/s que puedan hacerse cargo de continuar con las labores de asistir en la ejecución de acciones concretas, y continuar con el apoyo.

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o Comunicación del fallecimiento a familiares y amigos, tanto cercanos como más distantes.

• Necesidades relacionadas con otras posibles dificultades futuras para la persona y su familia.

- Dar información y analizar posibles soluciones: Esta componente implica dar la información de la que dispongamos, especialmente sobre trámites relacionados con el suceso, así como la identificación de una o varias soluciones alternativas, tanto para las necesidades inmediatas como para las posteriores. Para ello, se realiza un enfoque paso a paso.

Indagar qué es lo que el paciente ha intentado hasta ahora

• Examinar qué es lo que el paciente puede/podría hacer: primero llevando a la persona en crisis a generar sus propias alternativas, y luego proponer nuevas alternativas; se hace un análisis de pros y contras de cada alternativa para decidir. En esta componente, adicionalmente, contribuimos a restablecer la sensación de control y autoeficacia; hay que procurar que la gente haga tanto como pueda por sí mismos.

• Es posible que haya que adiestrar al paciente para considerar la idea de que existen soluciones, así como en generar alternativas y hacer un análisis de las mismas.

• Asimismo, es fundamental analizar los obstáculos para la ejecución de un plan en particular, y ver que estos se encaucen antes de desarrollar dicho plan.

4.2.6. Fase de Intervención IV: Apoyo en la toma de decisiones concretas.

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El objetivo es dar el mejor paso próximo, dada la situación. Tan importante como eso es que el paciente haga tanto como él/ella sea capaz de hacer. Sólo cuando las circunstancias deterioran severamente la capacidad del paciente, se debe tomar un papel activo. Dependiendo de diferentes factores (letalidad y capacidad de la persona en crisis para actuar en su propio beneficio), el profesional debe tomar una actitud facilitadora o directiva. Un ejemplo en el que el profesional puede resultar de utilidad es en dar pautas de cómo comunicar la noticia a otras personas; especialmente a ancianos, niños, ...)

Resolución de la intervención y Seguimiento

La intervención se finaliza cuando se dan los siguientes aspectos:

• Hay personas que puedan servir de apoyo a los afectado• Las emociones más intensas están controladas • Se han puesto en marcha de acciones derivadas de la

toma de decisiones.

• Se ha dado información para la prevención y orientación a recursos de ayuda:

o Información y normalización de síntomas: Es normal que durante un tiempo aparezcan pesadillas, insomnio, falta de apetito, sensación de “oír” o “sentir” al fallecido, ideas o imágenes intrusivas, apatía ...

o Información sobre en qué circunstancias se debería pedir ayuda profesional:

Si los síntomas previamente descritos se prolongan más de un tiempo prudencial.

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SI evaluamos que existen aspectos predictores de duelo complicado, como por ejemplo:

• muertes repentinas o inesperadas; circunstancias traumáticas de la muerte (suicidio, asesinato)

• pérdidas múltiples; pérdidas inciertas (no aparece el cadáver).

• muerte de un niño, adolescente, (joven en general).

• doliente en edades tempranas o tardías de la vida.

• muerte tras una larga enfermedad terminal.

• doliente demasiado dependiente; relación ambivalente con el fallecido.

• historia previa de duelos difíciles; depresiones u otras enfermedades mentales.

• tener problemas económicos; escasos recursos personales como trabajo, aficiones.

• poco apoyo sociofamiliar real o sentido; alejamiento del sistema tradicional socio-religioso de apoyo (emigrantes).

• conflictos graves y no resueltos con el fallecido

• Ideas de culpabilidad sobre responsabilidad en el fallecimiento.

• El estilo de afrontamiento (inhibición ante los sentimientos, tolerancia al malestar y la ansiedad, uso de estrategias activas o pasivas para ello).

• Estilo cognitivo pesimista, de “generalización excesiva” (“nunca lo voy a superar”; “nadie me volverá a querer”),

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• Fuerza personal, autoestima y eficacia personal: La percepción sobre el propio valor del individuo y su capacidad para influir en lo que le ocurre en la vida influyen mucho en cómo se afronta la muerte.

• Creencias y Valores: Si el fallecimiento parece que puede hacer tambalearse el mundo de creencias y valores de la persona.

• Existen otros eventos estresores graves previos, simultáneos o cercanos en el tiempo al fallecimiento: divorcio, pérdida de trabajo, problemas financieros ...

• Seguimiento: Se ha especificado un procedimiento para que el profesional y el paciente estén en contacto en un tiempo posterior.

El objetivo es determinar si se lograron o no las metas de los Primeros Auxilios Psicológicos (suministro de apoyo, reducción de la mortalidad y cumplimento del enlace con fuentes de apoyo), así como evaluar si se están produciendo o manteniendo indicadores de duelo patológico.. Además, permite hacer operativas soluciones posteriores pactadas anteriormente, como la remisión a un profesional.

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