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INTRODUCCION a Lectura Rápida es un descubrimiento, no un invento. Ha habido lectores veloces desde hace siglos. Los métodos y técnicas que están hoy al alcance de todos nosotros, son precisamente el producto de un prolongado y detenido estudio y observación de aquellas personas -de las más variadas profesiones- para descubrir los sistemas que inconscientemente empleaban, y les hacían descollar como lectores hábiles, activos y veloces. Napoleón leía y estudiaba con una rapidez increíble la técnica de todas las grandes batallas libradas anteriormente. Balzac era un lector insaciable: André Maurois, -en su estudio biográfico-, revela que"...Su ojo abarca siete a ocho líneas a la vez, bastándole, con frecuencia, unas pocas palabras de la frase para interpretarla...". Theodore Roosevelt (presidente de los EE.UU. entre 1901 y 1904) acostumbraba a leer tres libros por día durante su estadía en la Casa Blanca. El ex presidente de Francia general Charles De Gaulle -por ejemplo- no recibía a ningún jefe de estado sin antes conocer sus discursos más recientes y

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INTRODUCCION a Lectura Rpida es un descubrimiento, no un invento. Ha habido lectores veloces desde hace siglos. Los mtodos y tcnicas que estn hoy al alcance de todos nosotros, son precisamente el producto de un prolongado y detenido estudio y observacin de aquellas personas -de las ms variadas profesiones- para descubrir los sistemas que inconscientemente empleaban, y les hacan descollar como lectores hbiles, activos y veloces. Napolen lea y estudiaba con una rapidez increble la tcnica de todas las grandes batallas libradas anteriormente. Balzac era un lector insaciable: Andr Maurois, -en su estudio biogrfico-, revela que"...Su ojo abarca siete a ocho lneas a la vez, bastndole, con frecuencia, unas pocas palabras de la frase para interpretarla...". Theodore Roosevelt (presidente de los EE.UU. entre 1901 y 1904) acostumbraba a leer tres libros por da durante su estada en la Casa Blanca. El ex presidente de Francia general Charles De Gaulle -por ejemplo- no reciba a ningn jefe de estado sin antes conocer sus discursos ms recientes y haber estudiado muy cuidadosamente un importante archivo que le aportaba el mximo de informacin sobre su futuro visitante. Transcribimos seguidamente algunos pasajes del libro "John F. Kennedy, president" de Hugh Sidey (editorial Atheneum, 1964). "...Sus lecturas alcanzaban proporciones exhorbitantes... Los periodistas se encontraban con que lea la totalidad de sus escritos, y les llamaba a veces para alabarlos o para censurarlos. Hojeaba cinco peridicos con el desayuno. En voraces hojeadas poda asimilar un informe difcil sobre economa. LEIA DE MIL DOSCIENTAS A DOS MIL palabras por minuto y quizs ms rpido an cuando el tema era sencillo. Los miembros de su plana mayor deban esconder las revistas y los libros. Si los dejaban sobre una mesa o escritorio eran presa de la avidez insaciable del lector Kennedy. Cuando solicit una detallada informacin acerca de Cuba y del encumbramiento de Castro, se le present un voluminoso documento redactado por funcionarios. Tmidamente, uno de sus ayudantes sugiri que Kennedy leyera la sinopsis, pero el presidente desech la sugerencia con un ademn, enfrascndose en la lectura del informe. Iba a la esencia del asunto. Lea los peridicos desde la primera pgina. Examinaba los titulares, recorra con la vista los textos de inters secundario, dedicaba unos segundos a las informaciones ms importantes, lo que le bastaba para extraer el jugo. Se detena en la pgina editorial, dando sin embargo ms importancia a los columnistas, que a los artculos editoriales de los mismos. Kennedy tena debilidad por los aciertos de expresin preguntndose a veces, en que proporcin la fama de Winston Churchill se deba al uso acertado de las palabras. Lea con frecuencia las memorias de Churchill, slo para saborear la perfeccin de su estilo. Kennedy afirmaba que su libro favorito era "Melbourne", de lord David Cecil: la vida de William Lamb, uno de los primeros ministros de la reina Victoria. Los investigadores de la vida de Kennedy que buscaron rpidamente un ejemplar de ese libro en las bibliotecas pblicas, se encontraron con que en l se describe una clase dirigente que tiene remota semejanza con el clan Kennedy. Aunque el presidente sola leer literatura no novelesca, a veces se apartaba de esa norma. Los fanticos de los relatos policiales L descubrieron que era entusiasta de una figura creada por Ian Fleming: El agente del servicio secreto britnico James Bond, luchador infatigable. Un investigador confeccion una lista del material impreso que consuma Kennedy y result que, adems de su dieta ordinaria de peridicos y revistas, en slo unos das haba ledo "The necessity for choice" de Henry