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cristoresucitado
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INTRODUCCION
El Padre Giancarlo Gramolazzo comenta:
“Actualmente muchos viven una fe supersticiosa o de superstición y
muchos tienden a no hacerse responsables, no saben afrontar el
sufrimiento y atribuyen todo trastorno físico o espiritual a la acción del
demonio. Pero frecuentemente el remedio es una verdadera y sincera
confesión. Cuando en cambio se percibe aversión a lo sagrado,
enfermedades desconocidas o incluso síntomas difíciles de identificar,
es posible que sea necesario el exorcismo. La presencia demoníaca
de cualquier forma hay que diagnosticarla en cada caso. En cambio
debería haber más dedicación a la ascesis, a la oración, a la
penitencia. La mentalidad popular ha exagerado los poderes de
Satanás, que son los de un ángel común”.
La palabra “exorcismo” viene del griego “ex-orkizein”, conjurar, lanzar
fuera.
En el evangelio Cristo, con su poder, libera a los posesos del demonio,
y ese mismo encargo lo reciben los discípulos el día de la Ascensión:
“a los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en
mi nombre…” (Mc 16,17).
No hay duda de que la costumbre y práctica de los exorcismos tienen
su origen principalmente en los datos evangélicos. Una nueva
interpretación de esos datos, creemos que más adecuada, nos va a
dar unos resultados muy diferentes a aquellos a los que estamos
acostumbrados. Según tales resultados, es muy probable que los
demonios, tal como se entienden comúnmente, no hayan existido
nunca; que posesiones auténticas jamás hayan tenido lugar, y, en
consecuencia, que los exorcismos no hayan estado y, por
consiguiente, nunca estén justificados. Tales afirmaciones podrán
sorprender a algunos, quizá a muchos, y es menester intentar
aclararlas con el mayor cuidado y diligencia.