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INTRODUCCIÓN DE LA GANADERIA EN NUEVA ESPAÑA 1521-1535 AL TERMINAR LA GONQUISTA de México-Tenochtitlan, Cortés vio planteados ante multitud de problemas de todo orden que requerían solución pronta y satisfactoria; entre los más urgentes, se le planteaba la necesidad de continuar la conquis- ta y pacificación de los territorios no sojuzgados; organizar el gobierno conforme a sistemas eficaces, que fueran acepta- dos tanto por su bulliciosa tropa como por los representantes de la corona; y sobre todo, dotar al territorio de una organi- zación económica que lo hiciera autosuficiente desde el pun- to de vista español, y evitara su dependencia de los abaste- cimientos que provenían de las Antillas. Cortés no era sólo un astuto guerrero, apto para resolver problemas de tipo militar y concebir empresas ambiciosas; era también, quizá en mucha mayor medida, un hombre acos- tumbrado a lidiar los problemas cotidianos con eficacia, a organizar las pequeñas o grandes minucias de la vida eco- nómica, a explotar con constancia las empresas menos espec- taculares, pero más remunerativas, que la naturaleza ponía a su alcance. Se ha dicho de él, con razón, que era tanto un conquistador como un organizador de imperios. Dar al p a í s sus propias estructuras económicas sin abandonar sus em- presas de conquista y pacificación, fue su preocupación cons- tante en los años siguientes a 1521. En las Antillas, Cortés tenía el ejemplo a seguir por lo que respecta a la utilización, en beneficio de los españoles. José MATESANZ El Colegio de México I. Introducción. Los primeros animales

introducción de la ganaderia en nueva españa 1521-1535

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Page 1: introducción de la ganaderia en nueva españa 1521-1535

INTRODUCCIÓN D E LA GANADERIA E N NUEVA

ESPAÑA 1521-1535

A L TERMINAR L A GONQUISTA de M é x i c o - T e n o c h t i t l a n , Cor tés v i o planteados ante sí m u l t i t u d de problemas de todo orden q u e r e q u e r í a n so luc ión p r o n t a y satisfactoria; entre los m á s urgentes, se le planteaba l a necesidad de cont inuar la conquis­ta y pac i f i cac ión de los terr i tor ios n o sojuzgados; organizar e l gob ierno conforme a sistemas eficaces, que fueran acepta­dos t anto p o r su bul l ic iosa t ropa como p o r los representantes de la corona; y sobre todo, dotar a l t e r r i t o r i o de una organi­z a c i ó n e c o n ó m i c a que l o hic iera autosuficiente desde el pun­to de vista e spaño l , y evitara su dependencia de los abaste­c imientos que p r o v e n í a n de las A n t i l l a s .

C o r t é s n o era só lo u n astuto guerrero, apto para resolver problemas de t i p o m i l i t a r y concebir empresas ambiciosas; era t a m b i é n , q u i z á en mucha mayor medida , u n hombre acos­t u m b r a d o a l i d i a r los problemas cotidianos con eficacia, a organizar las p e q u e ñ a s o grandes minucias de la v ida eco­n ó m i c a , a explotar con constancia las empresas menos espec­taculares, pero m á s remunerat ivas , que la naturaleza p o n í a a su alcance. Se ha d icho de él, con razón , que era tanto u n conquistador como u n organizador de imperios . D a r a l p a í s sus propias estructuras e c o n ó m i c a s s in abandonar sus em­presas de conquista y pac i f i cac ión , fue su p r e o c u p a c i ó n cons­tante en los a ñ o s siguientes a 1521.

E n las A n t i l l a s , C o r t é s t e n í a el e jemplo a seguir p o r l o que respecta a la u t i l i zac ión , en beneficio de los e s p a ñ o l e s .

José MATESANZ El Colegio de México

I. Introducción. Los primeros animales

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de la m a n o de obra i n d í g e n a : la encomienda. Casi inmedia­tamente d e s p u é s de la ca ída de M é x i c o - T e n o c h t i t l a n , Cor té s e m p e z ó a conceder, motu propio, encomiendas de indios a sus soldados y capitanes. A n t e la urgencia de satisfacer el ansia de b o t í n que su t ropa ex ig í a como c o m p e n s a c i ó n a las pena­lidades y trabajos de la conquista, C o r t é s echó mano de u n sistema ya conocido y probado antes en las A n t i l l a s , sistema que a d e m á s , le sa l ía personalmente m u y barato. L a so luc ión adoptada n o a g r a d ó a la corona, interesada en evitar por ra­zones humani tar i a s y económicas , que los males de la enco­mienda a n t i l l a n a se extendieran a Nueva E s p a ñ a , y por razones po l í t i ca s , en i m p e d i r que en sus nuevas posesiones creciera u n a clase independiente y feudal cuyo poder ya ha­b í a n u l i f i c a d o en E s p a ñ a . Pero colocada ante una real idad de hecho, la corona no tuvo m á s remedio que aceptarla pro­vis ionalmente . Tenemos a q u í el i n i c i o de u n o de los forcejeos m á s constantes y tenaces entre la corona y los conquistadores, forcejeo que h a b r í a de provocar crisis m u y agudas, como la p r o d u c i d a por las Leyes Nuevas de 1542 y la conjura de Mar­t ín Cor té s , y que h a b r í a de prolongarse hasta finales del siglo XVI y a ú n pr inc ip ios del XVII.

E l e s p a ñ o l no estaba dispuesto a renunc iar a los elemen­tos materiales a que estaba acostumbrado, y a adoptar los i n d í g e n a s . Se in tentó desde u n p r i n c i p i o acl imatar en Nue­va E s p a ñ a productos agr ícolas de toda índo le , que formaban parte esencial de la c u l t u r a e s p a ñ o l a de la época , y que, en su g ran m a y o r í a , estaban ya aclimatados en las A n t i l l a s : el t r i go , la c a ñ a de azúcar , l a v i d , el o l i vo , los cítricos, etc. T o d o barco que saliera con r u m b o a Nueva E s p a ñ a —ya de Espa­ñ a misma, ya de las A n t i l l a s — , d e b í a i r provisto de anima­les, plantas, semillas, ar t ículos manufacturados de todas cla­ses e t c . 1 E l nuevo pa í s , desde el p u n t o de vista del u t i l a j e e s p a ñ o l , carec ía de todo, y todo d e b í a llevarse de los centros productores mientras no se p r o d u j e r a n en él. Dado el encare­c i m i e n t o y la escasez de ar t ícu los provocada por las grandes distancias, Cor té s t ra tó de i n i c i a r en Nueva E s p a ñ a incluso l a p r o d u c c i ó n de ar t ículos manufacturados. Esta tendencia e n c o n t r ó desde u n p r i n c i p i o l a oposición de la corona, inte-

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resada en mantener a sus colonias en una pos ic ión de de­pendencia tanto po l í t i ca como económica . Las ún ica s indus­tr ias verdaderas que la corona p e r m i t i ó fueron los "obra jes" de p a ñ o s burdos y baratos — e n parte porque la m e t r ó p o l i n o se daba a basto para satisfacer l a demanda de sus colo­nias, y resultaba incosteable el transporte de mercanc ía s de poco precio, y en parte porque la mano de obra i n d í g e n a y l a mater ia p r i m a , la lana, eran baratas y abundantes—, y a d e m á s , la m i n e r í a . Pero la i n t r o d u c c i ó n y e l desarrollo de ciertos productos agr íco las y ganaderos no encontró o b s t á c u l o . Los primeros y m á s grandes ingenios de c a ñ a de azúcar en N u e v a E s p a ñ a , fueron organizados por el m a r q u é s del V a l l e en sus inmensas posesiones. A Cor té s se debieron t a m b i é n varios intentos, que a la larga const i tuyeron fracasos económi­cos, de cu l t iva r la v i d y el o l i v o en gran escala. Se p r o c u r ó acl imatar , l o m á s r á p i d a m e n t e posible, toda clase de pro­ductos.

A p a r t e de las carnes ocasionales de caza, l a dieta a l imen­t i c i a i n d í g e n a p o d í a ofrecer a l e spaño l las carnes del pavo americano, y la del p e r r i l l o cebado, el " i t z c u i n t l i " . Pero se a b u s ó tanto en el consumo de este p e r r i l l o que se e x t i n g u i ó m u y p r o n t o , 2 y el pavo n o era suficiente para satisfacer l a necesidad de u n a dieta de carne. E l conquistador estaba acostumbrado a las carnes de puerco, de carnero y de vaca. C o m o dice Quevedo en su Epístola satírica y censoria con­tra las costumbres presentes de los castellanos..., a l hablar de las costumbres antiguas: "Carnero y vaca fue p r i n c i p i o y cabo, y con rojos p imientos y ajos duros, t a m b i é n como el s e ñ o r c o m i ó el esclavo." 8 1

C o r t é s puso g r a n interés en la i n t r o d u c c i ó n de animales en Nueva E s p a ñ a . E n Cuba h a b í a sido u n p r ó s p e r o cr iador de puercos. E n los contratos de conquista f irmados con sus soldados y capitanes, se conced ía u n a gran impor tanc ia a l he­cho de que en el equ ipo m i l i t a r se inc luyeran caballos; el conquistador se h a c í a acreedor a una mayor parte en el repar­to del bot ín , en p r o p o r c i ó n con los elementos que aportaba a l a conquista. E n la e x p e d i c i ó n de C o r t é s v e n í a n diez y seis caballos, que B e r n a l D í a z describe con el amoroso detal le

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de u n b u e n conocedor, y con u n a cierta envidia de in fante . 4

L a e x p e d i c i ó n ven ía abastecida de tocinos, carne salada de puerco y pan cazabe, al imentos que h a b í a n a d q u i r i d o ya p r i o r i d a d en los viajes m a r í t i m o s por su resistencia a l c l ima y p o r su gran d u r a c i ó n en b u e n estado, y que p r o d u c í a n las A n t i l l a s en grandes cantidades. Panf i lo de N a r v á e z t ra ía consigo u n b u e n n ú m e r o de caballos (noventa) , que constitu­y e r o n u n a refuerzo de i m p o r t a n c i a para l a escasa tropa espa­ñ o l a . E n el desastre sufr ido p o r Cor té s durante su h u i d a de l a c iudad , muchos de estos animales se perd ieron , pero que­d a r o n algunos que se u t i l i za r í an con eficacia en las acciones bé l i ca s posteriores. A d e m á s , el conquistador, que n o se daba p u n t o de reposo, mientras preparaba el s i t io tuvo t iempo de hacer traer de Jamaica abastecimientos y animales, y de orde­n a r a Diego de Ordaz que poblase al Sur de Veracruz; Or-daz d e b í a traer de las islas plantas y animales para explo­tarlos en gran escala y fo rmar u n centro de aprovisionamien­to para el e jérc i to conquistador . 5

E l p r i m e r ganado prop iamente d icho que se i n t r o d u j o en N u e v a E s p a ñ a en grandes cantidades, inmediatamente des­p u é s de terminada la conquista de M é x i c o - T e n o c h t i t l a n , fue el de cerda; y era lóg ico que as í sucediera. E l puerco es de m u y fácil transporte; se m u l t i p l i c a m u c h o en poco t i empo ; toda su carne es aprovechable, y salada se conserva i n d e f i n i ­damente en cualquier c l ima . E x i s t í a en grandes cantidades en las A n t i l l a s , que se h a b í a n convert ido por esto en centro de abastecimiento de todas las expediciones a l continente. D e 1521 en adelante, se in ic ió una corriente constante de pro­ductos (animales, abastecimientos, plantas, semillas, etc) de las islas a Nueva E s p a ñ a , corr iente que l legó a ser tan inten­sa, que a m e n a z ó con despojar a las primeras de sus existencias ganaderas e incluso de su p o b l a c i ó n humana . E l problema l l e g ó a ser tan agudo, que los ganaderos de las islas inten­t a r o n r e p r i m i r el t rá f ico de animales, y establecer una espe­cie de m o n o p o l i o ganadero en 1523. Pero las protestas que p r o v o c ó esta medida fueron tan grandes, que la corona se v i o obl igada a levantar la p r o h i b i c i ó n por u n Decreto de 24 de nov iembre de 1525,6 y p o r u n a real cédu la de 30 de J u n i o

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de 1526. 7 L a corona misma puso trabas a l desplazamiento de pobladores de las A n t i l l a s a Nueva E s p a ñ a , que s a l í a n a t r a í d o s p o r las mayores oportunidades que el nuevo p a í s le o frec ía , pero no las puso a l de animales.

A b i e r t o el camino legal a l transporte de ganado de las islas a Nueva E s p a ñ a , el ganado p o r c i n o se m u l t i p l i c ó rá­p idamente , en enormes cantidades, t anto por los embarcos que se h a c í a n de las islas, como p o r la r e p r o d u c c i ó n n a t u r a l en el p r o p i o t e r r i t o r i o novohispano. Necesitaba en rea l idad poco espacio, y los t r ibutos ind ígenas en m a í z a los encomen­deros, p roporc ionaban a l imento barato y abundante . Des­de 1524 l a c iudad de M é x i c o o rgan izó su abasto de carne de puerco . 8 C o r t é s l levaba en su bagaje a las Hibueras , s e g ú n B e r n a l D í a z , " u n a gran manada de puercos que v e n í a co­m i e n d o p o r el c a m i n o " . 9 E n los protocolos del A r c h i v o de N o t a r í a s , de 1524 en adelante, existen m u l t i t u d de ejemplos que muestran c ó m o el ganado porc ino , va a d q u i r i e n d o cada vez m á s i m p o r t a n c i a en las transacciones económica s de los vecinos de " T e n u s t i t á n " . E n 1525 eran ya l o suficientemente numerosos, como para cons t i tu i r u n prob lema en la c iudad de M é x i c o , y el cabi ldo t ra tó desde entonces de regular , por m e d i o de numerosas ordenanzas, s in conseguirlo, el t ráns i to de estos animales por la c i u d a d . 1 0 Hac ia 1531, s e g ú n Cheva-l i e r , " e ran t a n baratos los cerdos, que su cr ía casi n o intere­saba a n a d i e " . 1 1 Este proceso de m u l t i p l i c a c i ó n del ganado de cerda, se observa con c la r idad en la curva que siguen los precios de l a r r i l d e de carne de puerco: (cfr. g rá f ica ) de 6 reales de oro en 1524 a 25 m a r a v e d í s (poco menos de 1/2 real) en 1532.

E l ganado o v i n o n o pre sentó grandes dif icultades para su a c l i m a t a c i ó n en N u e v a E s p a ñ a . L a meseta central , á r i d a y f r ía , o f rec ía u n medio idea l para la cr ía de ovejas. E l cas­te l lano gustaba m u c h o de su carne, y l a lana proporc ionaba mater ia p r i m a para l a confecc ión de p a ñ o s , cuyo abasteci­m i e n t o desde E s p a ñ a e m p e z ó , desde estos pr imeros a ñ o s de la colonia , a ser insuf ic iente para satisfacer las necesidades de los pobladores e spaño le s . A d e m á s , como en el caso del a l imento para los puercos, e l servicio personal i n d í g e n a pro-

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porc ionaba mano de obra barata para los obrajes. E l ganado o v i n o se i n t r o d u j o poco después de l a conquista, por l o me­nos desde 1525. E l C a b i l d o de M é x i c o , desde noviembre de 1526 empieza a conceder estancias para ovejas a varios con­quistadores, que se localizan en los alrededores de la c iudad , y en ocasiones en lugares t an apartados de ella como M i -c h o a c á n . C o y o a c á n , Chapultepec, Zacatula, Cua j ima lpa , Aca-suchel, Tepetlaostoc, y sobre todo el val le de Mata l c ingo empiezan a tomar desde estos momentos el carácter de gran­des centros productores de ovejas. 1 2 E l cabi ldo jus t i f ica estas concesiones de tierras que no le pertenecen, alegando que la c iudad a ú n n o t iene t é rminos de los que pueda disponer l i b r e m e n t e , 1 3 y es t ipulando u n a serie de condiciones: las es­tancias no se conceden en propiedad , sino solamente en usu­f ruc to y por el t i e m p o que el cabi ldo l o determine; se hace siempre la salvedad de que n o se p o d r á n construir en ellas casas de p i edra , 1 4 n i sembrar, y que los pastos d e b e r á n ser comunes. L a c o m u n i d a d de pastos era una vieja costumbre castellana que el Cab i ldo , la 2a A u d i e n c i a y el V i r r e y Mendo­za t r a t a ron de i m p o n e r en Nueva E s p a ñ a ; 1 5 con el t i empo, t a l c o m u n i d a d será abandonada parcialmente (subsist irá en for­m a modi f icada en los agostaderos comunes) ante la insisten­cia de los ganaderos en cercar sus estancias y reservarse en exclusiva el uso de los pastos, l o que const i tu i r ía el e m b r i ó n de la u n i d a d agr í co l a y ganadera t íp ica de la é p o c a co lon ia l : l a hacienda. Vemos a q u í u n e jemplo de c ó m o el medio ame­r icano, u n i d o a la acc ión de los ganaderos, o b l i g ó a la co­rona a desistir de i m p o n e r en Nueva E s p a ñ a una norma e s p a ñ o l a , hecho de gran i m p o r t a n c i a en el proceso de forma­ción de u n a personal idad prop ia .

Todas estas concesiones del cabi ldo est ipulan que los de­rechos de terceros, sean e spaño le s o indios , d e b e r á n ser respe­tados. 1 6 Vemos a q u í surgir , p o r vez pr imera , el problema de l a invas ión de siembras por e l ganado; 1 7 problema que ha­b r í a de envenenar las relaciones entre el i n d i o agr icu l tor y e l e s p a ñ o l ganadero, y ser causa de rencillas constantes entre ellos. C o n el t i empo , cons t i tu i r í a u n a de las m á s serias preo­cupaciones de las autoridades coloniales. E l conf l ic to t iene

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u n a larga hi s tor ia , que abarca gran parte de l siglo XVI, y que en r e a l i d a d n o q u e d ó l i q u i d a d o completamente sino hasta é p o c a m u y t a rd í a , con l a aceptac ión general p o r el agr icul tor de l a costumbre de cercar sus sembrados. Por u n lado, el e s p a ñ o l ganadero, que por descuido o p o r m a l i c i a p e r m i t í a que sus ganados destruyesen las siembras del i n d í g e n a , faltas de p r o t e c c i ó n por l a ant igua costumbre i n d i a de no cercar; p o r el o t ro , el agr icul tor i n d i o (en el siglo x v i casi n o hay agricultores e spaño le s en Nueva E s p a ñ a ) , que protesta por esas invasiones, y que só lo en contadas ocasiones hace valer con b u e n é x i t o sus derechos, p o r l a fuerza o por l a acc ión l e g a l . 1 8 Y en el centro, la a u t o r i d a d real , que ya por sí o p o r medio de las autoridades novohispanas t ra tó siempre de proteger a l a parte m á s débi l , a l i n d i o . E l é x i t o de l a legis­l a c i ó n protectora d e p e n d í a en ú l t i m a instancia de la firmeza de las autoridades en apl icarla , pero l a m a y o r í a de las veces fue mayor l a f irmeza y el é x i t o de los ganaderos en obstacu­l i z a r l a y hacerla ineficaz. L a m u l t i p l i c a c i ó n de las estancias ganaderas, y el efecto nocivo de los ganados en la agr icu l tu­ra , d e s q u i c i ó en gran medida la e c o n o m í a agr í co la autosufi-c iente de l p a í s caracter ís t ica de las formas de v i d a indíge­na, e hizo sentir sus efectos perniciosos hasta finales de l s ig lo XVI.

Por l o que respecta al "ganado mayor " , el vacuno, su i n ­t r o d u c c i ó n en Nueva E s p a ñ a fue bastante m á s t a rd ía que la de l ganado menor . E l abasto de carne de res en la c iudad de M é x i c o se i n i c i a en 1526, en p e q u e ñ a escala, y sólo hasta 1528 empieza a hacerse notar con fuerza, l a presencia en Nue­va E s p a ñ a de mayores cantidades de ganado vacuno. 1 9 E n r e a l i d a d l a g r a n m u l t i p l i c a c i ó n de ganado mayor en el siglo x v i , va l igada estrechamente con la conquista de amplios t e r r i to r io s vac íos en la zona N o r t e del pa í s , que n o ten ían una c o n c e n t r a c i ó n agr í co l a y d e m o g r á f i c a i n d i a t a n intensa como l a zona centra l y que estaban en inmejorables condiciones para su e x p l o t a c i ó n ganadera; se l i ga t a m b i é n con la pol í­t i ca ganadera de Mendoza y con l a tendencia acumulat iva , t a n t o de tierras como de animales, que mos t raron los ganade­ros novohispanos. U n a vez que el ganado vacuno se es tab lec ió

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en cantidades suficientes para p e r m i t i r u n desarrollo n a t u ­r a l y satisfacer las necesidades de carne y cueros de l a colo­n ia , y que tuvo a su d i spos i c ión espacios vírgenes , ideales para su desarrollo, su m u l t i p l i c a c i ó n a lcanzó tales proporciones que, hacia 1550, su i m p o r t a n c i a económica y social superaba con m u c h o a l a del ganado menor. De hecho, la g a n a d e r í a mayor h a b r í a de marcar, con rasgos profundos, el carácter de la sociedad c r i o l l a en f o r m a c i ó n , y su i n f l u j o h a b r í a de ser m á s i m p o r t a n t e y perdurable que el de la m i n e r í a m i s m a . 2 0

Las existencias de caballos en Nueva E s p a ñ a , fueron i n ­suficientes para c u b r i r las necesidades de los pobladores espa­ñoles , p o r l o menos hasta 1550. L a conquista de l pa í s , por supuesto, no t e r m i n ó con l a c a ída de M é x i c o - T e n o c h t i t l a n : quedaban a ú n sin sojuzgar vastas regiones ind ígenas cuya con­quista y pac i f i cac ión p r o v o c ó constantes expediciones. E l caballo, en esta é p o c a agitada, se u s ó p r inc ipa lme nt e para la guerra. E n los pr imeros encuentros entre e spañoles e indí­genas, h a b í a provocado en éstos u n terror supersticioso, por creer que caballo y j i n e t e eran u n sólo ser. Este hecho au­m e n t ó considerablemente la eficacia del caballo en los pr ime­ros combates. C o n el t i empo , e l i n d í g e n a se a c o s t u m b r ó al an ima l , le p e r d i ó el m i e d o e in tentó u t i l i z a r l o él mismo, a pesar de l a l eg i s l ac ión p r o h i b i t i v a que las autoridades dicta­r o n a este respecto. Q u e d ó así el caballo despojado de su ca tegor ía de dios, pero conservó de todas maneras su prepon­derancia m i l i t a r sobre el in fante , y a d q u i r i ó g ran impor tanc i a como elemento de transporte en las dilatadas extensiones del pa í s , y como c o m p a ñ e r o predi lecto del hombre en su t raba jo y en sus fiestas.

Las empresas de los inquietos conquistadores e s p a ñ o l e s exi­g í a n u n n ú m e r o cada vez m á s crecido de caballos. Las ex­pediciones de C o r t é s a las Hibueras y a la p rov inc i a de Pa­nuco; las de l V i r r e y Mendoza para explorar y pacif icar los terr i tor ios de l N o r t e ; las de N u ñ o de G u z m á n al Occidente de Nueva E s p a ñ a y a Panuco; y muchas expediciones m á s encabezadas p o r personajes secundarios, provocaban u n a pér­d ida c o n t i n u a de animales, que ten ía que ser compensada p o r el abastecimiento a n t i l l a n o , y que i m p e d í a e l establecimiento

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d e u n e q u i l i b r i o entre l a m u l t i p l i c a c i ó n n a t u r a l y l a deman­da . Los precios de los caballos se m a n t i e n e n a u n n i v e l m u y a l t o (en 1525 se paga u n o , "de color r r u c i o , ensil lado e en­f r e n a d o " 2 1 a 15o pesos de oro) , y n o b a j a n sino hacia 1540, fecha aprox imada en que se i n i c i a el f e n ó m e n o de m u l t i p l i c a ­c i ó n de ganados en gran escala, en l a meseta central , f e n ó m e n o q u e se expl ica por la existencia de grandes extensiones de ter reno antes inexploradas ganaderamente, y que h a b r í a de provocar la a d m i r a c i ó n de propios y e x t r a ñ o s . 2 2 Hac ia 1550 los caballos eran tan abundantes, que p o d r í a decirse que el p a í s estaba sobresaturado de el los . 2 3

Nuño de G u z m á n , presidente de l a 1a Audienc ia , que g o b e r n ó a Nueva E s p a ñ a de 1528 a 1531, personaje de som­b r í a m e m o r i a por sus crueldades, d i o u n gran impul so a la i n t r o d u c c i ó n de caballos y reses en la p r o v i n c i a de Panuco. A p r o v e c h a n d o el aislamiento re la t ivo en que la r eg ión se en­cont raba respecto a l resto de la N u e v a E s p a ñ a , G u z m á n orga­n i z ó u n t rá f ico i legal entre las islas y la p rov inc ia ; se l levaban a las islas esclavos indios , y se t r a í an de ellas reses y caballos. 2 4

L a j u s t i f i c a c i ó n que los vecinos del Panuco ofrecieron para este t i p o de intercambio , fue l a p r e s u n c i ó n , desgraciadamente fundada , de que en las islas h a c í a fa l ta la m a n o de obra para las plantaciones y las minas, (la p o b l a c i ó n i n d í g e n a ant i l l ana se h a b í a ya e x t i n g u i d o casi completamente, y todav ía n o em­pezaba la t ra ta de negros en gran escala); en P á n u c o , en cam­b i o , l a m a n o de obra sobraba, pues la p o b l a c i ó n i n d í g e n a era m u y numerosa, y n o h a b í a explotaciones en las que los espa­ñ o l e s p u d i e r a n aprovecharla. T o d o s los testigos que dan su t e s t i m o n i o en el j u i c i o seguido a Nuño de G u z m á n por este t rá f i co , e s tán acordes en declarar que t a l t i p o de comercio se h a b í a hecho antes, t an to con la c i u d a d de M é x i c o (para l o c u a l h a b í a l icencia) , como con las A n t i l l a s . Todos ellos jus­t i f i c a n el proceder del presidente de l a Aud ienc ia , alegando razones económica s y sociales de gran fuerza, que ha l laban eco en los temores y los deseos de l a corona (deseosa de promover el bienestar de sus súbditos e spaño le s y temerosa de no poder contro lar los eficazmente), pero que t a m b i é n provocaban su resistencia p o r razones religiosas, de conciencia y del bienes-

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tar de sus súbditos ind ígenas . Los testigos a f i r m a n que los esclavos en las A n t i l l a s eran m á s beneficiosos que en Pánuco,, y que con t a l s i tuac ión "las rentas e quintos de su magestad v a n en c r e c i m i e n t o " , 2 5 r azón de m u c h o peso, indudablemente, , para una corona cada vez m á s endeudada y necesitada de d i ­nero. Los testigos alegaban que, de n o embarcarlos hacia las A n t i l l a s , los esclavos indios de Pánuco h u i r í a n del d o m i n i o e s p a ñ o l , hacia las regiones del N o r t e , donde se u n i r í a n a los indios salvajes que h a c í a n la guerra a los e spañole s . E n rela­c ión con este m o v i m i e n t o humano , los testigos l legaron i n ­cluso a esgr imir razones de t i p o h u m a n i t a r i o y religioso: los. indios b á r b a r o s eran caníba les y c o m í a n a sus prisioneros, y cuando esto sucedía , los obl igaban a volver a la ido la t r í a . Apa­rece t a m b i é n a q u í el argumento, de sonido tan falso y a l mis­m o t i e m p o tan fami l i a r , de que faltos de traba jo los i n d í g e ­nas se d e d i c a r í a n a la holganza y a l v ic io .

E l bienestar e c o n ó m i c o de los pobladores de esta región,, que p o r estos años cons t i tu ía " f r o n t e r a " de guerra con los indios del norte , era u n factor de gran i m p o r t a n c i a en l a ju s t i f i cac ión del tráf ico. L a corona estaba interesada en asen­tar f i rmemente los núc leos de p o b l a c i ó n e s p a ñ o l a en el t e r r i ­to r io , pero esos núc leos d e b í a n ofrecer a los pobladores u n m í n i m o de seguridad —seguridad entendida conforme a la s i tuac ión agitada de l a é p o c a — , y de oportunidades de v ida ; f estaba interesada, a d e m á s , en evitar hasta donde fuera posible las injust ic ias que la co lonizac ión t ra ía aparejadas para l a po­b l a c i ó n i n d í g e n a . Pánuco, antes de las "sacas" de indios , n o ofrecía n i n g ú n atract ivo a los colonos; n o h a b í a minas, y m u y pocos eran los e spaño le s dispuestos a dedicarse a l a agricul­tura . L a g a n a d e r í a ofrecía , en cambio, amplias oportunidades de lucro . Todos los testigos es tán acordes en af i rmar , intere­sadamente por supuesto, que antes de que G u z m á n iniciase el tráf ico, la v i l l a estaba m u y pobre y m u y despoblada de es­p a ñ o l e s ; y en efecto, Santisteban del Puer to h a b í a tenido, desde su f u n d a c i ó n p o r Francisco de Garay, u n a existencia inestable, y sus condiciones económica s eran m u c h o menos favorables que las de l a m a y o r í a de las d e m á s vi l las e spaño­las en N u e v a E s p a ñ a . S e g ú n a f i r m a n los testigos, antes de

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las "sacas" u n caballo va l í a entre 70 y 10o esclavos; y es signi­f i c a t ivo de la fa l ta de n u m e r a r i o general a todo el re ino , y de l a pobreza de Pánuco en par t icu lar , e l que los precios estén dados en esclavos y n o en d inero . E n cambio, con l a afluen­cia de ganados de las A n t i l l a s , la v i l l a de Santisteban prospe­raba r á p i d a m e n t e ; los pobladores andaban "encabalgados", y algunos ten ían ya explotaciones de ganados; los caballos y yeguas h a b í a n ba jado ya a 15 esclavos por cabeza. 2 6

Por l o que respecta a las m u í a s , su m u l t i p l i c a c i ó n corr ió paralela a la de los caballos. Su func ión consist ía , sobre todo, en e l transporte de mercanc í a s , aunque t a m b i é n se le u t i l i zó m u c h o para e l transporte de mujeres, ancianos y clérigos , por su paso suave y r í tmico . E n el M é x i c o preh i spán ico , l a f u n ­c ión del transporte, t an to de hombres como de mercader ía s , la h a b í a l lenado u n a clase especial de indios cargadores, los " tamemes". E n el M é x i c o co lon ia l t a l costumbre se s i gu ió p o r much o t i empo ; n o h u b o , hasta 1550 m á s o menos, canti­dad suficiente de m u í a s como para hacer inút i l ese servicio, o como para obl igar a l a sociedad co lon ia l a abandonar una costumbre i n d i a t a n arraigada. Ya en enero de 1526 el cabil­do de M é x i c o a f i rmaba que las m u í a s eran m u y abundantes, y que v a l í a n t an to o m á s que los caballos. Por convenir " . . .al servicio de su magestad e a l b i e n e pas i f i cac ión e sus-t amiento de estas t i e r r a s " , 2 7 e l cabi ldo o r d e n ó que nadie tu ­viera m u í a s s in tener caballos, de l o que podemos deducir que, p o r estas fechas, los regidores daban m á s impor tanc ia a l a guerra que al comercio. Pero u n a d i spos ic ión de esta na tu­raleza no p o d í a sostenerse por m u c h o t i empo , dado que el comercio estaba en e x p a n s i ó n , y que la a r r ier ía tenía una cre­ciente necesidad de m u í a s . Por muchos que fueran los "tame­mes", no p o d í a n absorber todo el transporte de m e r c a n d e r í a s entre Veracruz y M é x i c o , y en las d e m á s rutas que se a b r í a n a l comercio i n t e r i o r en Nueva E s p a ñ a a cada momento . E n febrero de 1531 e l cabi ldo revoca su o r d e n . 2 8 Los " tamemes" fueron desapareciendo poco a poco, sustituidos por la fuer­za de carga m á s efectiva que representaban m u í a s y bu­rros, aunque en lugares m u y apartados o escabrosos, como Chiapas, subsisten hasta nuestros d ía s .

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E l b u r r o , ese "cabal lo de los pobres" que h a b r í a de con­vertirse en el c o m p a ñ e r o inseparable de l i n d i o , d e b i ó haberse i n t r o d u c i d o j u n t o con el ganado mayor , como l o comprueba l a existencia de m u í a s . Pero n o p u d o convertirse en cabalga­d u r a p o p u l a r hasta la g ran m u l t i p l i c a c i ó n de ganado que t u v o lugar por 1550.

L a g a n a d e r í a , a d e m á s de proporc ionar a l novohispano transporte , a l imento , vestido, materiales de cons t rucc ión (el cuero c rudo se usó para l igar vigas y para clavos), herra­mientas y c o m p a ñ í a ; a d e m á s de cons t i tu i r la base de l abaste­c i m i e n t o a l iment i c io de la p r i n c i p a l i n d u s t r i a co lonia l , la m i n e r í a , y de los obrajes de p a ñ o s , p r o p o r c i o n ó a l a sociedad sus pr incipales diversiones y d o t ó a l p a í s de u n o de sus tipos m á s caracterís t icos , el charro. E l e s p a ñ o l , el c r i o l l o y el mes­tizo (sin contar a l negro, a l m u l a t o , y a ú n a l i n d i o cuando t u v i e r o n o p o r t u n i d a d de apropiarse elementos de l a cu l tura e s p a ñ o l a ) , de p r i n c i p i o a f i n de l a é p o c a co lonia l , fueron m u y dados a las fiestas y a l boato, y basaron la gran m a y o r í a de sus festejos en la g a n a d e r í a . E r a n fiestas para ellos los " ro ­deos" en que se marcaba a l ganado nuevo, y en que el j ine te t e n í a oportunidades de l u c i i su destreza con el caballo y el lazo. Fiestas, los frecuentes juegos de e q u i t a c i ó n a que se entregaba con motivos de los acontecimientos " i m p o r t a n t e s " de l a corona: mat r imonios , nacimientos , bautizos» muertes, coronaciones, tratados, etc. 2 0 Desde u n a fecha tan temprana como 1529 3 0 se in t roducen en N u e v a E s p a ñ a los toros de l i ­d ia , y l a costumbre, t an e s p a ñ o l a , de "alancearlos" a caballo.

II. El abasto de carne en la Ciudad de México, 1524 1535

L a c i u d a d de M é x i c o - T e n o c h t i t l a n t u v o desde u n p r i n c i p i o u n a i m p o r t a n c i a capi ta l en la v i d a de Nueva E s p a ñ a . E n u n o de sus rasgos de genio carcter í s t icos , Cor té s dec id ió fun­dar l a nueva c iudad e s p a ñ o l a sobre las ru inas de l a c iudad i n d í g e n a . Las desventajas de su s i t u a c i ó n sobre u n lago, que a r g ü í a n los par t idar ios de cons t ru i r l a c i u d a d sobre u n terre­n o m á s f i r m e , pesaron menos que e l impac to ps ico lógico que

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esperaba provocar en la p o b l a c i ó n i n d í g e n a por l a c reac ión de l centro del poder e s p a ñ o l precisamente donde h a b í a estado el centro de poder i n d í g e n a . E n efecto, antes de l a conquista , M é x i c o - T e n o c h t i t l a n h a b í a sido el centro de poder po l í t i co , rel igioso y e c o n ó m i c o m á s i m p o r t a n t e para u n b u e n n ú m e ­r o de pueblos i n d í g e n a s sujetos por los aztecas. A la c iudad d e b í a n l levar sus t r ibutos m á s valiosos; a ella a c u d í a n — m á s p o r fuerza que de grado— a r e n d i r p le i tes ía a l poder azteca; a e l la mandaban en rehenes a sus dioses y a sus p r ínc ipe s y en e l la se r e u n í a l o m á s escogido de sus artistas. M é x i c o - T e n o c h ­t i t l a n tenía a sus ojos el prestigio de centro de poder. Cor­tés ca l cu ló con t i n o , desde u n p u n t o de vista m i l i t a r , que cayendo la c iudad caer í an sin luchar muchos pueblos; y calcu­l ó t a m b i é n acertadamente desde u n p u n t o de vista po l í t i co y religioso, que l a sus t i tuc ión de culturas dominadoras parece­r í a menos brusca a los pueblos ind ígenas , y ser ía menos difí­c i l , conservando el an t i guo centro.

A la c iudad i n d í g e n a se superpuso, poco a poco, la espa­ñ o l a — y paralelamente, sus instituciones fueron sustituidas p o r las hispanas. E n su carácter de centro del pa í s , la c iudad se p o b l ó r á p i d a m e n t e —aunque no l l egó a alcanzar la con­cent rac ión urbana que ten ía en la é p o c a i n d í g e n a hasta m u ­cho después . E l grueso de la p o b l a c i ó n estaba compuesto, como es lóg ico , de ind ígenas , y en función de ellos y p o r ellos c o n t i n u a r o n en v igor costumbres y elementos culturales indí­genas. Pero la p o b l a c i ó n e s p a ñ o l a aunque m i n o r i t a r i a , era la dominadora . P r o c u r ó i m p o n e r por tanto desde u n p r i n c i ­p i o , sus propias inst i tuciones dir ig idas a satisfacer en p r i m e r lugar , las necesidades que su p r o p i a c u l t u r a le h a b í a hereda­do. E n algunos casos l a i m p o s i c i ó n fue posible, en otros no . Se in ic ió así u n proceso de influencias mutuas entre elementos hispanos e i n d í g e n a s , caracter í s t ico de la colonia , que h a b r í a de desembocar en " l o mestizo".

L a o r g a n i z a c i ó n del abasto de carne fue, por l o menos a l p r i n c i p i o de l a colonia , u n elemento exclusivamente e spaño l . E l i n d í g e n a n o estaba acostumbrado a comer carne m á s que en ocasiones, las carnes de aves y perr i l los que criaba en su p r o p i a casa o que compraba en los " t i a n g u i s " y las de los

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animales p e q u e ñ o s que cazaba. N o ex i s t ía en la c iudad indí­gena n i n g u n a organ izac ión destinada en exclusiva a la dis­t r i b u c i ó n de carnes. T a l o r g a n i z a c i ó n parece ser posible y necesaria solamente con la existencia de ganado mayor o me­nor , de animales que no es posible consumir por entero, a ú n p o r grupos familiares t an grandes como los de la épo­ca, y que es necesario consumir mancomunadamente . Y parece, a d e m á s , i r aparejada a una mayor especia l ización del trabajo, especia l izac ión que la conquista acentuó .

C o n la in t roducc ión y el r á p i d o desarrollo de la ganade­r ía , con la necesidad " c u l t u r a l " de u n a dieta de carne y con el aumento de p o b l a c i ó n e s p a ñ o l a en la c iudad, la organiza­ción del abasto de carne se hizo necesaria. Como en muchos otros aspectos de la v i d a urbana, fue e l ayuntamiento el que se e n c a r g ó de ella. E n 1524, estando t o d a v í a Cortés en la c iudad preparado su v ia je a las Hibueras , aparece en las ac­tas de cabi ldo la p r i m e r a m e n c i ó n de l a carnicer ía . F i e l a su carácter de g u a r d i á n y p r o m o t o r del b ien p ú b l i c o , el cabil­do acepta en p r i n c i p i o l a ba ja de precio en el a rr i lde (4 l i ­bras) de carne de puerco que ofrece u n nuevo postor, q u i t a l a conces ión al que l a ten ía anter iormente , y ordena que se pregone p o r ver si hay q u i e n ofrezca u n precio m á s b a j o . 3 1

Esto nos ind ica que el abasto de carne exis t ía por l o menos desde 1523.

L a organ izac ión se nos presenta como u n magní f i co ejem­p l o del p r u r i t o legalista de l e s p a ñ o l . T o d o , hasta el ú l t i m o detal le ins igni f icante , e s tá reglamentado, o por l o menos l o está en el papel . L a postura de l a carnicer ía se sacaba a p r e g ó n desde el d í a de A ñ o N u e v o ; d e b í a pregonarse todos los domingos y fiestas de guardar, para rematarse p o r los d í a s de carnava l . 3 2 Esta d i spos i c ión se t o m ó desde enero de 1525, "para que el obl igado (esto es, el carnicero o el abas­tecedor) tenga toda la quaresma para se probeer de la carne que uviere menester para c u m p l i r su o b l i g a c i ó n " ; 3 3 pero no era u n a d i spos i c ión completamente r í g ida , sino adaptable a las circunstancias. E n 1526, p o r e jemplo , la carnicer ía se re­mata durante el D o m i n g o de Ramos . 3 4 E n real idad, la fecha para empezar a pregonar la postura no era f i j a . Por l o re-

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g u i a r los regidores dec id í an i n i c i a r los pregones en los p r i ­meros meses d e l a ñ o , enero o febrero . 3 5 E n todo este proceso juega u n papel m u y i m p o r t a n t e e l p r e g ó n , que era e l ú n i c o m e d i o en la é p o c a de pub l i ca r las decisiones de l cabi ldo. E l p r e g ó n n o se l i m i t a b a solamente a anunciar que la postura de l a carn icer í a estaba abierta, y que el cabi ldo t o m a r í a en c o n s i d e r a c i ó n las ofertas que se hiciesen; se i n c l u í a n en él las condiciones ba jo las que se daba la conces ión, y las ofertas hechas hasta ese momento , en caso de haberlas . 3 6 D e este m o d o los interesados se enteraban de las circunstancias y po­d í a n ofrecer sus precios. Los diputados de la c iudad eran los encargados de ordenar y supervisar directamente el p r e g ó n . 3 7

L a fecha de l remate era t a m b i é n variable . E l cabi ldo la f i j aba , t o m a n d o en cuenta el t i empo que neces i ta r ía el o b l i ­gado para proveerse de carne suficiente. Generalmente se ha­c í a en e l mes de marzo o a b r i l , en el D o m i n g o de Ramos, o en fechas cercanas a l i n i c i o de la Semana Santa. 3 8 D u r a n t e el remate d e b í a estar presente u n alcalde o r d i n a r i o , los d iputa­dos de l a c iudad y el escribano. 3 9 Estaba organizado con u n sentido teatral , i n n a t o e inconsciente en hombres educa­dos t o d a v í a dent ro de los ideales medievales, y que h a b r í a de ser m á s tarde t íp ico de l a colonia. Se h a c í a p o r l a tarde. D e s p u é s de pregonarse las posturas y las condiciones que el c ab i ldo e x i g í a (por l o regular las del a ñ o pasado, y todas las que se expidiesen durante el curso de ese a ñ o ) , se encendía u n a "candela gorda " con una marca, y se i n v i t a b a a los inte­resados a hacer sus ofertas. Cuando la candela se c o n s u m í a hasta la seña l , el remate se cerraba. 4 0 Por supuesto l a con­ces ión se daba a q u i e n ofreciera vender la carne a los pre­cios m á s bajos.

E l cabi ldo t en ía u n gran sentido prác t i co ; a d e m á s su i n ­terés p r i n c i p a l cons i s t ía en asegurar a l a c iudad , por todos los medios, su abasto de carne. E l concesionario, el obl igado, d e b í a dar fianzas a sat i s facción del cabi ldo, para asegurar que c u m p l i r í a las condiciones de la conces ión. Estas fianzas i n ­c l u í a n , a d e m á s de u n d e p ó s i t o en oro, todos los bienes "ha­bidos e por haber " del ob l i gado . 4 1 E n varias ocasiones e l ca­b i l d o e x i g i ó t a m b i é n u n f i a d o r . 4 2

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L a p r i n c i p a l cond ic ión que el obl igado d e b í a comprome­terse a c u m p l i r , era l a de vender suficiente carne para e l abasto de la c iudad, durante todo el t i empo que durase su conces ión, a los precios convenidos. E l t i p o de carne que de­b í a venderse, y l a cant idad, fue f i j ada por el cabi ldo, a l t i e m ­p o del remate, en algunas ocasiones. Por desgracia, n o te­nemos suficientes noticias de las cantidades de animales que d e b í a n matarse cada semana como para poder deducir de ellas, con a lguna certeza, las condiciones de desarrollo de la g a n a d e r í a y la ex tens ión del consumo de carne en la c iudad . E n 1526 se e x i g í a , aparte de la cant idad necesaria de carne de puerco, u n m í n i m o de u n buey o u n n o v i l l o por semana. 4 5

E n cambio en 1528 se e x i g í a cant idad menor, u n n o v i l l o cada 15 d ías , aunque se hace la a c l a r a c i ó n de que d e b í a matarse m á s si fuese necesario. 4 4 E n 1532 se d á la carnicer ía " c o n las condiciones del a ñ o pasado, y que d a r á cada semana una res y dos de vaca cada semana". 4 5 Por l o regular se s e ñ a l a solamente la c o n d i c i ó n de que se abastezca de carne de puer­co, vaca y carnero suficientes para el consumo de la c iudad , 4 6

sin especificar las cantidades que t a l consumo r e q u e r í a . E n algunas ocasiones el obl igado rio se c o m p r o m e t í a a hacer el abasto de las tres carnes usuales, puerco, vaca y carnero, y tomaba solamente una . Para el abasto de las otras carnes, en­tonces, se h a c í a o t ra u otras concesiones, 4 7 y h u b o m o m e n t o en que eran varios los obligados.

A p a r t e de estas condiciones principales , el obl igado d e b í a comprometerse a respetar las ordenanzas que el cabi ldo ex­p id iera sobre detalles del mane jo de la carnicer ía . Estas or­denanzas son m u y variadas y cubren m u c h í s i m o s aspectos. Se in tenta p o r l o general con ellas, hacer frente a problemas comunes y corrientes de la v i d a d ia r i a de la c iudad y prote­ger a los ciudadanos de los abusos de los comerciantes; cons­t i t u y e n u n e jemplo admirab le de la tendencia absorbente de los instrumentos del poder por contro lar lo todo, las m á s de las veces s in conseguirlo. Se ordena, p o r e jemplo, que n o se pese "asadura" (las e n t r a ñ a s en general), n i la cabeza, n i patas de carnero, j u n t o con la carne, sino que se venda a l m e n u d e o . 4 8 Se dan disposiciones de t i p o sanitar io : se debe

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l l evar l a carne desde el rastro a la ca rn icer í a l o m á s l i m p i a ­m e n t e posible; en la carnicer ía debe colgarse en ganchos, y n o ponerse en cajones y mesas; l a carne debe cubrirse con p a ñ o s l i m p i o s , para protegerla de l " a m o r de las moscas". E l cor tador que despachase la carne d e b í a estar " l i m p i a m e n t e vestido con u n delantal grande o con u n a camisa vestida". Se ordena a d e m á s "que n o pese carne hedionda n i de tres d ía s m u e r t a " . 4 9

H a y ó r d e n e s y disposiciones de todo t i p o : que las asaduras de puerco y carnero se venden a peso, a l precio de l a carne, y n o a o j o y a precios mayores, como se v e n í a hac iendo . 5 0 E l p ú b l i c o se que ja de que se vende a l m i s m o precio, la carne d e l carnero p o r castrar, que l a del castrado. L a carne de car­nero castrado, considerada como m á s t ierna , estaba f i j ada a u n precio m á s al to que la del carnero p o r castrar. Pero era m u y fácil a l carnicero hacer pasar u n a carne p o r otra , cobrán­d o l a siempre a l precio mayor. Para evi tar esto, se p r o h i b e vender a l mi smo t i empo ambas carnes, y se ordena a l carni­cero que i n f o r m e con ant i c ipac ión , para que se pregone, q u é t i p o de carnero se va a vender durante l a semana. De paso, se hace la espec i f icac ión de que el carnero debe castrarse de n o m á s edad que tres meses.5 1 Parece ser que esta d i spos ic ión se c u m p l i ó en alguna o c a s i ó n 5 2 pero el cabi ldo vuelve m á s tarde a ins i s t i r en su ordenanza, prueba de que h a b í a dejado de c u m p l i r s e . 5 3 Se p roh ibe matar puercos flacos, se ordena que se les q u i t e el pelo completamente antes de pesarlos, y se insiste nuevamente en que la ca rn icer í a se mantenga l i m ­p i a . 3 4 E n t r e todas estas ordenanzas n o p o d í a n fa l tar las de t i p o rel igioso; el cabi ldo p roh ibe que se mate ganado antes de l a medianoche del viernes, y que se venda carne antes de l m e d i o d í a de l s á b a d o , pues el m a t a r l o d u r a n t e el viernes era causa de que algunos r o m p i e r a n la v i g i l i a . E n la misma ordenanza, se p r o h i b e meter l a carne en las c á m a r a s inte­riores de l a carn icer ía , para que los d iputados de la c iudad p u d i e r a n ver si las carnes estaban en b u e n estado. 6 5 H a y otra d i s p o s i c i ó n sanitaria , en que se ordena a los diputados de la c i u d a d " q u e hagan a los yndios destapalapa adobar l a carne-ceria y e l matadero , y hechar el suelo de cal de masera que

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la carne que se matare este l i m p i a " » 5 6 que nos muestra que el servicio personal i n d í g e n a t a m b i é n j u g ó u n papel en e l abasto-de carne.

L a conces ión de l a carn icer ía duraba u n a ñ o casi comple­to, pues se in ic iaba desde el domingo de Pascua F l o r i d a y terminaba el martes de Carnaval del a ñ o s iguiente. 5 7 Por su­puesto, d u r a n t e toda l a Cuaresma no se v e n d í a carne, para evitar la t entac ión de quebrantar la v i g i l i a . 5 8

E l obl igado no p o d í a pesar carne todo el a ñ o . Por l o me­nos desde 1526, el cabi ldo t o m ó en cuenta el derecho de los criadores vecinos de l a c iudad, de vender sus ganados s in i n ­tervención ajena y sin que se v ieran en la necesidad de ven­derlos a l obl igado. E l abasto de carne era u n servicio m u n i ­c ipa l que se daba al m e j o r postor, no la i m p o s i c i ó n de u n m o n o p o l i o pr ivado legalizado por el cabildo. Los meses que c o m p r e n d í a el a ñ o de la conces ión, se d i v i d i e r o n entre el o b l i ­gado y los criadores. Tre s meses c o r r e s p o n d í a n a estos últ i­mos, y d e b í a n i r intercalados entre cada dos meses de los que tocaban a l obl igado. As í , c o r r e s p o n d í a n al obl igado a b r i l , mayo, j u l i o , agosto, octubre , nov iembre y enero; y a los cria­dores j u n i o , septiembre y dic iembre. Seguramente por care­cer t o d a v í a los criadores, en 1526, de la capacidad de abastecer de carne a la c iudad, en los meses que les c o r r e s p o n d í a n , dispuso el cabi ldo que en esos meses los obligados estuvieran provistos de carne suficiente para el abasto; así , si los criado­res no la abastecían» el obl igado d e b í a hacerlo. E l cabi ldo se reservó, a d e m á s , el derecho de f i j a r los d ía s que h a b r í a de pesar cada c r i ador . 5 9 Esta conces ión se rep i te en 1528. 6 0

Por supuesto, los criadores d e b í a n vender sus ganados a los precios f i jados en la conces ión de l obl igado. N o era jus­to para él, que ten ía el compromiso de abastecer de carne a la c iudad , p o r todo u n a ñ o , a precios fi jos, que los criadores, que n o arriesgaban nada, vendieran a mayor precio. Esto h a b í a sucedido probablemente en alguna ocas ión , pues en 1530 u n aspirante a obl igado hace asentar en el acta, a l hacer una oferta a l cab i ldo sobre los precios, que los criadores que quis ieran pesar su p r o p i o ganado, d e b í a n vender lo a l precio ofrecido p o r é l . 6 1

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E n 1532 se a f i rma en las actas de l cabi ldo que hay ya m u ­chos criadores. Por el lo, entre las condiciones de arr iendo, ese a ñ o el ob l igado h a b í a aceptado p e r m i t i r pesar sus ganados a los criadores cada vez que qu i s i e ran . 6 2 Esto per judica a l ob l i ­gado m á s tarde, pues a f i rma haber comprado ganado m u y caro, y se que ja de que se le q u e d a r á n sin vender . 6 3 E l cabi ldo acuerda entonces, en vista de estas circunstancias, volver al sistema anter ior , es decir, que desde el mes de septiembre has­t a e l f i n a l de la conces ión, el t i empo se d i v i d a entre los criadores y el obl igado. Pero ahora, en vez de ser dos meses para e l ob l igado y u n o para los criadores, se rá u n mes para cada u n o . E l mes de septiembre c o r r e s p o n d í a a l obligado, e l de octubre a los criadores, y así sucesivamente. Para que todos los criadores tuv ieran t i e m p o de pesar, el cabi ldo con­cede a cada u n o una semana, — l o que ind ica que en real i­d a d no eran tantos como se a f i rmaba, aunque sí m á s que en a ñ o s anteriores. Para asegurar el abasto de carne a la ciu­dad , independientemente de las circunstancias, se hace la acla­r a c i ó n de que si los criadores n o pesaban carne en los meses que les c o r r e s p o n d í a n , el ob l igado d e b í a hacerlo. A d e m á s , los criadores d e b í a n avisar a l obl igado, cuando fueren a pesar su ganado, con tres d ía s de a n t i c i p a c i ó n . 6 4

Hasta el a ñ o de 1531, l a conces ión de la carnicer ía , una vez rematada, n o p o d í a q u i t á r s e l e a l ob l igado para darse a q u i e n ofreciera m á s tarde u n precio m á s bajo . E n este a ñ o hay u n cambio i m p o r t a n t e : se inc luye entre las condiciones e l que "se ha de rec ib i r cua lquier baxa y postura sobre l o susodicho asi antes del d ia que se acordaren que se remate l o susodicho como después en todo el t i e m p o de l dicho a ñ o " . 6 5

Esta d i s p o s i c i ó n per judicaba a l obl igado, pues cualquiera p o d í a q u i t a r l e su conces ión, ofreciendo vender carne m á s ba­rata , aprovechando los cambios que en el a ñ o p o d í a tener la o fer ta y l a demanda de ganado. Para evitar los abusos» y a l m i s m o t i e m p o asegurar l a venta en las condiciones m á s ventajosas para el p ú b l i c o , el cab i ldo dispuso que cualquier oferta de baja , hecha después de l remate, d e b í a hacerse tanto en l a carne de puerco como en la de carnero; además , q u i e n h ic iera l a nueva oferta, d e b í a comprometerse a comprar todo

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e l ganado que tuviese destinado el obl igado para el abasto, a los precios a que los h u b i e r a a d q u i r i d o . 6 6 Esta d i spos i c ión hace su efecto en agosto de 1533 en que hay q u i e n ofrece ba­j a r el precio de l a carne; el cabi ldo acepta la nueva postura p o r u n a n i m i d a d , con la condic ión de que el nuevo postor compre a l obl igado anter ior su ganado, para l o cual éste d e b í a presentar pruebas de los precios a que l o c o m p r ó . 6 7 E l cabi ldo hace la ac l a rac ión de que si el nuevo postor no pue­de comprar inmediatamente los ganados de l obl igado, éste d e b e r á c o n t i n u a r abasteciendo de carne a l a c iudad , pero ven­d i é n d o l a a los nuevos precios, " con tanto que! interese del marabedi corra contra la persona e bienes de los que hiz ieron la dicha b a x a " . 6 8 E n toda esta operac ión , la p r i n c i p a l preo­c u p a c i ó n de l cabi ldo es el " p r o e beneficio de l a r e p ú b l i c a y de los bezinos y estantes en e l l a " , 6 9 pero se t iene t a m b i é n en cuenta que no se agravien los derechos de l obl igado an­ter ior .

Esta d i spos i c ión , como n o p o d í a menos, d i o lugar a ple i­tos entre los obligados. E n 1534, estando rematada l a carni­cería en A n t ó n de Carmona , Alonso L ó p e z ofrece u n a baja de precio. Por supuesto, el cabi ldo la a c e p t ó inmediatamente , pero L ó p e z y Carmona n o p u d i e r o n ponerse de acuerdo con tanta rapidez sobre el precio a l que el ganado de Carmona d e b í a comprarse. C o m o el p l e i t o n o l levaba trazas de resol­verse con la suficiente rapidez para que h u b i e r a carne en la Pascua, el cabi ldo ordena a L ó p e z que se encargue del abastecimiento, y sugiere a los l i t igantes que " p i d a n su jus­t ic ia , ante los alcaldes ordinar ios , y ellos les hagan just ic ia conforme a l a ordenanza y comi s ión del remate y con brebe-dad p o r manera que no tengan razón de se q u e x a r " , 7 0 l o cual fue u n a manera elegante de desentenederse del asunto asegurando al mi smo t i empo u n precio m á s ba jo para l a ciu­dad. Pero el cabi ldo advierte a L ó p e z , que si " n o diere carne a basto que d e m á s de y n c u r r i r en las penas de las condiciones que l a c i u d a d provera de carne a su costa" . 7 1

E n todo este proceso n o p o d í a fa l tar l a f a m i l i a r imagen del r e g a t ó n (revendedor) de la sociedad co lon ia l , que hace su apa­r ic ión desde u n p r i n c i p i o , y desde u n p r i n c i p i o es perseguido

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con toda clase de disposiciones. Para proteger los intereses d e l ob l igado , el cabi ldo l o au tor i zó a comprar — p o r l a fuer­za s i fuera necesario— las carnes que v e n d í a n los regato­nes, y para e l lo puso a su d i spos i c ión a "las just icias" m u n i ­c ipales . 7 2

T a m p o c o fa l t an las multas a los obligados, por quebran­t a m i e n t o de las ordenanzas, y p o r i n c u m p l i m i e n t o de su o b l i ­g a c i ó n de abastecer de carne a l a c iudad. E n varias ocasio­nes se i m p o n e n multas a l cortador de carne que diera menos d e l precio d e b i d o . 7 3 Se f i j a n mul ta s por i n c u m p l i m i e n t o de las ordenanzas sanitarias , 7 4 y mul tas p o r cada d í a que se de­j a r a de abastecer l a c a r n i c e r í a . 7 5

E l cabi ldo procuraba regular los precios de las mercanc ía s , y sobre todo los de los a r t í cu los de p r i m e r a necesidad. Son m u y abundantes las ó rdenes sobre los "aranceles", —que en r e l a c i ó n con l a v i d a e c o n ó m i c a de l a c iudad s ignif ican sola­m e n t e listas de precios . E l cabi ldo ins i s t ía en f i j a r los precios, independientemente de l o que los comerciantes dec ían que les h a b í a n costado sus m e r c a n c í a s . 7 6 P e r i ó d i c a m e n t e se orde­naba recoger los aranceles de la c iudad, con el f i n de tasarlos nuevamente y ponerlos de acuerdo con las circunstancias. Esta m e d i d a se h a c í a necesaria para evi tar los abusos de los co­merciantes, pues con el gradual aumento de recursos en la N u e v a E s p a ñ a , y el desarrollo del comercio, los precios ten­d í a n a ba jar . 7 7 Los comerciantes t ra taban, natura lmente» de sustraerse a la t a sac ión de sus aranceles; y el cabi ldo n o se daba p u n t o de reposo en ex ig i r que los aranceles estuvieran s iempre colocados en lugar vis ible a l p ú b l i c o , y en imponer cuantiosas multas a los que no respetasen sus disposiciones en este sent ido . 7 8 Las mul ta s debieron const i tu i r una jugosa fuente de ingreso para el cabi ldo, pero sus ordenanzas segu­ramente n o eran respetadas.

Por l o que respecta a l a carnicer ía , el cabildo tenía u n i n m e j o r a b l e med io de c o n t r o l en el hecho de que, a l momen­t o de hacer l a conces ión , se f i j a b a n los precios a que d e b í a n venderse las distintas carnes. T e n í a entonces solamente que v i g i l a r su c u m p l i m i e n t o . L o que sí n o p o d í a controlar con eficacia era l a venta de los productos ganaderos que no se

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clasificaban en r igor como carne: l a cabeza, las patas, las en­t r aña s , l a manteca, etc. Hemos visto ya algunas ordenanzas que t ra taban de corregir abusos en la venta de productos de este t i p o . Por fal ta de i n f o r m a c i ó n es impos ib le determinar en q u é med ida eran eficaces, pero l o m á s probable es que lo fueran en m u y escasa medida.

E l sistema de cont ro l que el cabi ldo trataba de imponer era demasiado r í g ido para ser respetado en una é p o c a de ebu­l l i c ión y efervescencia social, en que apenas se estaban po­n i e n d o las bases de la sociedad co lon ia l . Es seguro que todas estas medidas no fueron m u y eficaces, pues el cabi ldo vuelve constantemente sobre los mismos temas, e insiste en sus m u l ­tas y sus castigos p o r el mi smo de l i to , u n a y otra vez. Es casi desesperante, por e jemplo, l a m o n ó t o n a repet i c ión de la p r o h i b i c i ó n de que se l levaran puercos p o r las calles de l a c i u d a d para que se conservara l i m p i a , 7 9 aunque esto mismo sugiere que su n ú m e r o debe haber sido m u y grande. Los i n ­tentos de l cabi ldo por sujetar y contro la r las fuerzas* econó­micas fueron m u c h o menos efectivos que los de éstas por imponerse.

L a conces ión de la carnicer ía no se refer ía , en este perío­do, a l uso de a l g ú n edi f ic io p ú b l i c o . L a conces ión consis­t ía en la ces ión que h a c í a el cabi ldo a u n par t icu lar , del de­recho de abastecer de carne a la c iudad en exclusiva. E l ob l igado d e b í a tener su p r o p i o local para la venta de la car­ne. Es de suponer que, dada l a reducida ex tens ión de la c i u d a d de M é x i c o en estas fechas, u n a sola carnicer ía era su­f ic iente ; pero no es posible a f i r m a r l o con seguridad, pues las actas de cabi ldo hab lan ind i s t in tamente de la o las carnice­r í a s , a l referirse a la conces ión.

N o puede afirmarse nada, en d e f i n i t i v a , sobre el rastro de l a c iudad . Indudab lemente p e r t e n e c í a a l cabi ldo; l a con­ces ión d e b í a i n c l u i r su uso, pero n o hay noticias exp l íc i ta s suficientes que p e r m i t a n construir u n a imagen clara de é l . Es seguro que e l rastro n o per tenec ía a u n par t icu lar , pues era el cab i ldo el que regulaba su uso, y e l que l o ced ía t anto a l ob l igado como a los criadores.

L a sociedad co lon ia l estaba apenas f o r m á n d o s e . Era una

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sociedad en ebullición, anárquica en muchos aspectos. El ca­bi ldo era una autoridad con fuerza, pero no la suficiente para controlar con eficacia las fuerzas actuantes en la época. E l aparato represivo e impositivo estaba apenas en embrión, y fue necesaria la habilidad y la energía de muchos hombres de talento en los años posteriores para encauzar estas fuerzas por senderos ordenados.

Teniendo en cuenta las circunstancias anárquicas que pre­valecían en la época, la organización del abasto de carne en la ciudad de México se nos presenta ya con u n cierto grado de madurez, que indica la importancia creciente del producto en la vida de la sociedad colonial, y el desarrollo de la gana­dería. Es además, u n ejemplo de la importancia que para el español tenía la vida urbana, y de la tradición medieval que concedía al ayuntamiento el derecho a regular la gran mayo­ría de los asuntos citadinos. En 14 años, entre 1522 y 1535, el proceso del abasto quedó establecido en sus líneas esen­ciales conforme a los patrones españoles: pregones, remate, condiciones de la concesión que se comprometía a cumplir el obligado, ordenanzas sobre los detalles del manejo de la carnicería e intento por lo menos de establecer u n sistema de control.

Precios de la carne, 1524 1532

Para hacer la gráfica de precios de la carne, he tenido que basarme exclusivamente en los precios que citan las ac­tas del cabildo. Por desgracia, no son suficientes para dar una idea precisa de su desarrollo; pero permiten formarse una imagen aproximada de sus tendencias, y sobre todo, ayudan a i luminar el grado de crecimiento alcanzado por la gana­dería.

En la medida de peso no hay problema; todos los pre­cios se refieren al arrilde o arrelde, que correspondía a cua­tro libras. 8 0 Pero sí lo hay con la unidad monetaria, por la tremenda confusión que existe en las monedas coloniales. To­dos los precios están dados en reales, tomines y maravedís de oro. En la gráfica se utiliza la equivalencia de: 1 peso de

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oro = 8 tomines = 8 reales = 450 m a r a v e d í s , todos en o r o . 8 1

U n rea l o u n tomín equivalente p o r tanto , a 56.25 mara­vedí s .

C o m o se puede observar en la g rá f i ca , l a m a y o r í a de los precios aparecen en el mes de marzo, que corresponde a l re­mate de l a carnicer ía .

E l descenso brusco que sufre la carne de puerco en 1524, de 6 a 4 reales el a r r i l d e , 8 2 no es en la rea l idad ta l como aparece en la gráf ica , pues el precio de 6 reales estuvo v i ­gente en 1523. L a l í n e a d e b í a estar inc l inada , pero l a he representado así, por razones de espacio. E l mismo precio de 4 reales es ordenado p o r el cabi ldo, en j u l i o de 1525, para l a carne de puerco y de venado, sea fresca o salada. 8 3 U n poco m á s tarde, el 3 de octubre, se asienta que la carne de puerco se estaba dando a 2 reales el a r r i lde , y en ese momen­to se ofrece a real y m e d i o . 8 4 E l 6 de marzo de 1526, en una postura para el remate de l a carnicer ía , el precio baja hasta u n r e a l . 8 5 E n esta fecha aparecen los primeros precios del a r r i l d e de vaca o carnero, ambos a 4 reales de o r o . 8 6 E n rea­l i d a d estos precios n o d e b í a n tomarse en cuenta, pues son apenas u n a postura, pero los he i n c l u i d o porque ind ican una tendencia. Los precios reales se dan el 25 de marzo, fecha de l remate : por vaca y carnero se f i j a el mismo precio de 3 reales y medio , y el a r r i l d e de puerco alcanza su precio m á s ba jo , 20 m a r a v e d í e s . 8 7

E l 13 de a b r i l del m i s m o a ñ o aparecen otros precios para l a carne de puerco y venado, pero n o es tán incluidos en la g rá f i ca p o r q u e se ref ieren a las posadas entre M é x i c o y Ve­racruz, n o propiamente a l a capi ta l . Es de notar que se hace a q u í la d i ferenc iac ión entre carne fresca a 2 reales, y carne salada o en juta , a 4 reales. 8 8 L a diferencia de precios con la c i u d a d es explicable, pues las posadas ten ían menos fac i l i ­dades de abastecimiento.

E n e l mismo a ñ o de 1526, el 13 de octubre, se da l icencia a A n d r é s de T a p i a para que se pese vaca o carnero en las carnicer ía s , a r azón de 5 reales e l a r r i lde ; 8 9 esto sugiere que el ob l igado fue incapaz de abastecer de estas carnes a la c i u d a d a los precios convenidos, y que p o r eso se da otra

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c o n c e s i ó n para vender l a carne a u n precio mayor . I n d i c a t a m b i é n l a po s ib i l idad de u n a escasez de ganado vacuno y c a b r í o .

E n marzo de 1527 se da l icencia a Alonso de Estrada para q u e venda el a r r i l d e de carnero a 6 reales; 9 0 pero ya en mayo, H e r n a n d o Alonso l o ofrece a u n precio menor , 5 rea­les, aunque e l puerco sube de 20 m a r a v e d í s a u n r e a l . 9 1

E n 1528 todas las carnes ba jan de precio; el a r r i l d e de carnero y de vaca se ofrece a 4 reales, y el de puerco a 28 m a r a v e d í s . 9 2 D e a q u í en adelante se separan los precios de l a carne de carnero y l a de vaca; hasta este m o m e n t o h a b í a n seguido u n desarrollo paralelo, excepto p o r u n aumento de l a carne de carnero que n o sufre la de vaca, en 1527. L a carne de puerco se mant iene m á s o menos constante, sin s u f r i r cambios bruscos. P o d r í a deducirse q u i z á que la oferta y l a demanda de esta carne, h a n llegado a u n p u n t o de equi­l i b r i o .

Pero la carne de carnero sí sufre u n cambio brusco. E n 1529 no se da en las actas n i n g ú n precio. Pero de 4 reales e n 1528 a 1 rea l en 1530 hay u n a diferencia bastante grande. Este descenso coincide de m o d o m u y s ignif icat ivo, con una g r a n cant idad de concesiones para asientos de ovejas, en los t é r m i n o s de l a c iudad. E n 1526 aparece solamente una con­ces ión de asiento para ovejas; 9 3 en cambio en 1527, aparecen siete concesiones de este t i p o . 9 4 E n 1528 se dan otros siete asientos. 9 5 E n 1530 se dan nada menos que diez asientos para ovejas. 9 8 E n 1531 l a ac t iv idad de l cabi ldo en este sen­t i d o d i sminuye notablemente , se dan solamente 3 asientos. 9 7

Se puede sospechar que l a Segunda Aud ienc i a t r a tó de res­t r i n g i r estas concesiones, pues en las pocas que se d a n se hace u n énfas i s especial en las condiciones ba jo las que se conceden. Estos asientos no se daban en propiedad , sino so­lamente en usufructo y p o r el t i empo que la c iudad l o per­mit ie se . 9 8 E n todo el a ñ o de 1532 no concede el cabi ldo n i u n a sola de estas concesiones, y en 1533 só lo se da u n a . 9 9

Por l o que respecta a la carne de res, de 1528 a 1532 n o aparece registrado n i n g ú n precio. Las fluctuaciones de l pre­c io entre estos años , p o r l o tanto , han sido imposibles de

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determinar , pero l a tendencia a ba jar es evidente. E n las actas de cabi ldo n o existen concesiones de asientos para ga­nado vacuno, como las que existen para el cabr ío . Pero esto puede a tr ibuirse a que el ganado vacuno necesitaba para su e x p l o t a c i ó n , una ex tens ión de terreno m á s grande que e l ca­b r í o . Puede suponerse entonces, que las actas n o registran n i n g u n a conces ión de este t i p o , porque quedaban fuera de la j u r i s d i c c i ó n del cabi ldo. L a cant idad de ganado vacuno a u m e n t ó indudablemente en estos años , pero su desarrollo n o fue t an r á p i d o como el del ganado cabr ío ; l a baja de l precio de la carne de vaca, y su re lac ión con los precios de l carnero y de puerco, a p u n t a n hacia estas conclusiones.

E n 1530 coinciden p o r p r i m e r a y ú n i c a vez, en este pe­r í o d o , los precios de l puerco y del carnero en 1 r e a l . 1 0 0 M á s tarde se separan y n o vuelven a juntarse . De 1531 en ade­lante , puede observarse una es tab i l i zac ión en el precio de l carnero. E n ese a ñ o el a r r i lde de carnero vale 53 m a r a v e d í s , mientras el de puerco baja a 2 5 . 1 0 1 Los cambios en e l pre­c io de l carnero ya n o son bruscos. E n octubre de 1531 sube e l precio hasta 1 r e a l , 1 0 2 pero en marzo de 1532 baja, o t ra vez, a 50 m a r a v e d í s . 1 0 3 E n esta fecha se da para el puerco u n precio de 25 m a r a v e d í s , y para la carne de res u n o de 70 m a r a v e d í s . 1 0 4

Estos son los ú l t i m o s precios que aparecen citados e x p l í ­c i tamente en las actas. E n t r e 1532 y 1535 n o hay n i n g u n o . Pero puede suponerse l e g í t i m a m e n t e que la tendencia era a bajar , pues el 31 de enero de 1533 se dice "lo qual abiendo cons iderac ión a l o q u e l p a n y carne y manteca en esta c ibdad bale estaba b i e n m o d e r a d o " . 1 0 5 y el 14 de j u l i o del m i s m o a ñ o se a f i rma que "los ganados h a n b a x a d o " . 1 0 6

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NOTAS

1 Todavía en 1531 Fray Luis de Fuensalida, después de informar a la Reina que había ya abundancia de productos españoles en Nueva España —entre otros las ovejas merinas— sugería que "todavía sería bien que todo navio trajese algunas plantas". Epistolario de Nueva España. 1505-1818, Francisco DEL PASO Y TRONCOSO, 16 vols., México, Librería Robredo, 1939, volumen n, p. 34.

2 En fecha tan cercana al fin de la toma de México como el 17 de agosto de 1525, en un contrato para explotación de minas, se afirma en tono dubitativo que "si perrillos o aves oviere, que también los dé". A. MILLARES CARJLO y J . I . MANTECÓN. índice y extractos de los Proto­colos del Archivo de Notarías de México, D. F., volumen 1, México, El Colegio de México, 1945, p. 28.

3 Marcelino' MENÉNDEZ P E L A Y O , Las cien mejores poesías (Uricas) de la lengua castellana, México, Editorial Diana, 1953, p. 78 .

4 Bernal DÍAZ D E L CASTILLO, Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España, México, Editorial Porrúa, 1955, volumen 1, pp 92-93.

5 William H . DUSENBERRY, The Mexican Mesta. The administration of ranching in colonial México, Urbana, University of Illinois Press, 1963, p. 29 .

6 Ibid., p. 30. 7 Francois C H E V A L I E R , La formación de los grandes latifundios en

México. Tierra y sociedad en los siglos xvi y xvu. Problemas Agrícolas e Industriales de México, volumen viu, No. 1, México, 1956, p. 7 1 , nota 4 .

8 Ignacio BEJARANO, Actas de Cabildo de la Ciudad de México, 1L bro 1, 1524-1529, México, Edición del "Municipio Libre", 1889, P-Hay otra edición de México, 1859.

9 DÍAZ D E L C A S T I L L O , o pus cit., volumen 11, p. 19o.

10 Actas, 1, pp. 58 , 82 , 108, 114, 158, 159, etc. 11 CHEVAJUER, opus cit., p. 7 1 .

12 Concesiones de estancias en: Actas 1, pp. 11o, 116, 117, 133, 136, 138, 139, 142, 147, 163, 176-177, 18o, 183. Actas de Cabildo de la Ciudad de México, Libro 11, 1529-1533, México, 1889, pp. 64-65, 67, 70, 74 , 9 2 ,

93, 105, 156. Libro n i , 1533-1535, p. 56.

13 Actas, 1, p. 139. 14 Chevalier observa que tratándose de tierras de cultivo se exige

precisamente lo contrario. Opus cit., p. 75. 15 En la Recopilación de Leyes de los Reynos de las Indias, manda­

das imprimir y publicar por la Magestad Católica del Rey Don Car­los II. Nuestro Señor, 3, vols., Madrid, Vda. de Joaquín Ibarra, 1791 , aparecen varias disposiciones de este tipo. 1533: "Los montes, pastos, y

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aguas de los lugares, y montes contenidos en las mercedes, que estu­vieren hechas, o hiciéremos de Señoríos en las Indias, deben ser comu­nes a los Españoles e Indios", volumen II, p. 5 8 . 15 diciembre 1536: "Las tierras y heredades de que Nos hiciéremos merced, y venta en las Indias, alzados los frutos que se sembraron queden para pasto común, excepto las dehesas boyales y concejiles", loe. cit., 15 abril y 18 octubre 1541; 8 diciembre 1550: "Mandamos que el uso de todos los pastos, montes, y aguas de las Provincias de las Indias, sea común a todos los vecinos de el las . .Ibid. , pp. 57-58.

16 Se da el sitio " . . .sin propiedad solamente para que en el tenga sus ganados mientras fuere boluntad de la cibdad y que no pueda la­brar de piedra ni syembre n i debiede el pasto a nadie sino que sea común y con que sea sin perjuizyo de tercero, español ni indio", Ac­tas 11, p. 92 . . .con tanto que no se le de la propiedad sino solamente el usufructo de pasto para sus ganados mientras fuere la boluntad de la cibdad y conque no pueda labrar n i edificar de piedra ni sembrar y conque sea sin perjuicio de tercero", ibid., p. 93 . " . . .la qual dicha merzed le hizieron syn perjuyzio de la propiedad syno solamente del uso conforme a la hordenanza, y con que no labre ni edifique de piedra ni siembre y con que sea syn perjuyzio de tercero y mandáronle dar mandamiento en forma para ello", ibid., p. 105.

IT En fecha tan temprana como el 27 de febrero de 1526, el Cabildo de México ordena que se saquen los ganados de los maizales, que ya se empiezan a sembrar, en un plazo de tres días. Una vez transcurrido, se podría matar a los animales sin pena alguna; se ofrecían dos tomines de oro como recompensa, a quien acusara la presencia de caballos, ye­guas o bestias mayores en esos maizales. Actas 1, p. 79.

1 8 CHEVALIER anota algunos de estos casos, extraordinarios por su rareza, opus cit., p. 8 2 .

1 9 MILLARES y MANTECÓN, opus cit., extractos números 1063 y 1500, pp. 2 4 0 y 318 y otros.

20 Hay una evaluación muy buena de la importancia de la gana­dería en Nueva España en la obra de José MIRANDA, España y Nueva España en la época de Felipe II, México, UNAM., 1962. pp. 83-85.

2 1 MILLARES y MANTECÓN, op. cit., extracto número 7, p. 26. 22 CHEVAUER, opus cit., p. 76. 2 3 "Ya a mediados del siglo X V T , las monturas no costaban casi más

que el trabajo de domarlas, y muchos indios obtuvieron del segundo virrey licencia de tener caballos de albarda y aun de silla", ibid., p. 78.

2 4 El episodio está descrito en detalle en un juicio de residencia con­tra Nuño de Guzmán, octubre de 1529, en el que varios testigos dan su opinión sobre el asunto. Epistolario de Nueva España, volumen 1, pp. 155-166. Silvio Z A V A L A ha hecho un estudio completo sobre el caso en: "Nuño de Guzmán y la esclavitud de los indios", Historia Mexicana, 1-3. (Enero-Marzo, 1952), pp. 411-428.

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25 Epistolario, volumen i , p. 157. 26 Estos documentos tienen la virtud de presentarnos el inicio de

una gran región ganadera, cuya importancia aumentó constantemene durante la época colonial, y que persiste aún hasta nuestros días. Nos muestran, de un modo vivido, los argumentos que se utilizaban en las discusiones de la época para justificar las injusticias que se cometían con la raza vencida, desde el punto de vista del conquistador.

27 Actas 1, p. 72. 28 . .bisto el mucho daño que redunda a los becinos desta cibdad

y nueba españa del pregón que por mandado de los señores presidente e oidores se dio acerca que no aya muías y los muchos ynconbinientes que dello vienen", Actas, n, p. 90. Sin embargo, poco después, en sep­tiembre de 1532, el cabildo vuelve a insistir en su prohibición, ha­ciendo la salvedad de que ciertas personas particulares tienen permiso real para traer muías ensilladas, Ibid., pp 193-194. Con respecto a las muías he encontrado una de esas salidas humorísticas involuntarias, que de vez en cuando nos brincan a la cara de estos documentos. Los ve­cinos se quejan de que los "machos cojudos" andan sueltos, y hacen "estragos" en los sembrados y en las yeguas; el cabildo señala el ejido de la ciudad para que pasten los machos; pero deben ir trabados de un pie y una mano, Actas, III, p. 56.

29 Desde el 31 de julio de 1528, los regidores de la capital " . . .hor-denaron e mandaron que las fiestas de San Juan e Santiago e Santo Ypolito e Nuestra Señora de Agosto se solenize mucho e que corran toros e jueguen cañas e que todos cabalguen los que tovieren bestias", Actas 1, p. 176.

30 "...que de aquí adelante todos los años por onra de la fiesta de señor santo Ypolito se corran siete toros e que de ellos se maten dos y se den por amor de Dios a los monesterios e ospitales", Actas 11, pp. 8-9.

31 Actas, 1, p. 6. 32 " . . .que la postura de las carnecerías se empiesen a pregonar des­

de el día de año nuevo en adelante de cada un año por los días de los domingos e fiestas por manera que se vengan a rematar por carnesto­lendas", ibid, p. 27.

&3 Loe. cit. 34 ibid, p. 8o. 35 17 enero 1525, ibid, p. 27; 23 enero 1531, Actas II, p. 82; 27 ene­

ro 1531, ibid, p. 85; 29 febrero 1532, ibid, p. 169; 23 febrero 1533, Actas III. p. 17. Cito aquí solamente las actas en que se hace mención explícita del pregón.

136 El 23 de enero de 1531 los regidores reciben la postura de Antón de Carmona y "mandaron que se pregone así para que se sepa si alguno quisiere hace baxa", Actas II, p. 82. 27 enero 1531: "Este día se prego­naron las posturas de la carnicería en la plaza pública desta cibdad", ibid., p. 85. 29 de febrero 1532: "apregono en la plaza publica desta cib-

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dad la carneseeria déla puerta en este presente año en la postura y precios con las condiciones que las tiene puestas anton de carmona", ibid, p. 169. 5 marzo 1532: "Este dia se pregono la carneseeria desta cibdad en los precios questa puesta por anton de carmona", ibid, p. 171.

37 2 3 de febrero de 1533 "Este dia cometieron a los diputados que hagan pregonar la carneseeria deste presente año" Actas III, p. 17.

38 25 marzo 1526, Domingo de Ramos, Actas I, p. 8 1 ; 14 abril 1527 también Domingo de Ramos, ibid, p. 129. 9 marzo 1528, ibid, p. 161. 3 marzo 1531, Actas II, p. 9 4 . 14 marzo 1532, ibid, p. 172. 23 marzo 1533, Actas III, p. 20. 10 marzo 1534, ibid, p. 77. 23 abril 1535, ibid, p. 112.

39 " . . .que estén presentes a la rematar garcía holguin alcalde y los diputados". Actas II, p. 9 1 . "y se hayen presentes al remate dello un alcalde y uno de los diputados e yo el dicho escribano", ibid, p. 17o. El 2 0 de marzo de 1533 se comisiona a un alcalde ordinario y los dos diputados regidores, para que asistan al remate, Actas III, p. 20. El 9 de marzo de 1534 se ordena que asistan al remate, un alcalde y un dipu­tado, ibid, p. 77 "e cometióse el remate dello a bernardino bazquez de tapia juntamente con el diputado para que la remate en quien mas baxa hiziere e para ello le dieron comisión en forma", ibid, p. 108.

40 Ibid, p. 20. 41 " . . . obligo su persona e bienes muebles e rayzes ávidos e por haber

e dio poder a las justicias e renuncio a las leyes", Actas I, p. 8 1 . "Todo lo qual otorgo de hacer y cumplir y de dar abasto de lo que dicho es y de dar carne sobre cédulas depositando oro", Actas II, p. 8 1 ; "e que se entiende con las condiciones del año pasado y con que den fianzas de las cumplir a contento del cabildo", ibid, p. 17o; "e para ello obligo su persona e bienes e dio poder a las justicias e renuncio a las leyes", ibid, p. 172; "que dando el dicho gonzalo gomez fianzas bastantes de cumplir segund que se requiere use de la dicha carneseeria e pese a las dichas baxas las quales fianzas sean, las que tiene señaladas en un re­querimiento que hizo en esta cibdad", Actas III, p. 113.

42 Hernán López de Avila, apoderado de Cortés, ofrece como fiador a Gonzalo Mejía, Actas I, p. 58. Ante el escribano del Cabildo se pre­senta Gil González de Benabides para declararse fiador de Hernando Alonso, el obligado, ibid, p. 131.

43 Ibid, p. 8 1 . 44 Ibid, p. 161. 45 Actas II, p. 163. 46 "Yten que todas las semanas sean obligados a dar carnero a basto

o vaca", Actas I, p. 8 1 ; "e dar carne de puerco vaca e carnero abasto*', ibidem. En 1528 se exige que se provea de abundante carnero, y de car­ne de puerco suficiente, ibid, p. 161; "e otorgo siendo en el rematadas las dichas carnes (vaca, carnero y puerco) de dar abasto dellas", Actas

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II, p. 172. En 1533 se ordena que se dé el abasto de carne según las condiciones de la postura, Actas III, p. 5 0 .

47 A mediados de octubre de 1526, se da licencia a Andrés de Tapia para que pese vaca o carnero en las carnicerías, lo que indica que du­rante el remate de ese año, hecho en marzo, estas carnes no se inclu­yeron, Actas I, p. 108. En 1530 un aspirante a obligado, al hacer su? postura, hace la salvedad de que no se obliga en la carne de res, y que la ciudad provea como más le convenga, Actas II, p. 8 1 . El cabildo manda entonces que esto se pregone, por ver si hay quien quiera tomar a su cargo este abasto, ib id, pp. 82 y 85.

48..Actas I, p. 8 1 . 49 Ibid, p. 131. 50 Actas II, p. 8 1 . 51 Ibid, p. 174. 52 El 26 de abril de 1532 "parescio presente martin de castroberde

carnescero obligado desta cibdad y dixo quel a pesado en este mes de abril en que estamos en la carnesceria desta cibdad de carnero por cas­trar como se pregono al principio deste mes, y que agora quiere pesar castrado pidió al dicho señor diputado lo mande pregonar publicamente"». ibid, p. 177.

53 Actas III, p. 50. 54. Ibid, p. 5 1 . 55 Ibid, p. 53. 56 Ibid, p. 78. 57 25 marzo 1526: "desde el dia de la pascua de resureccion hasta el

dia de carnestolendas del año veynte e syete", Actas I, p. 8 1 ; lo mismo* asienta el acta de 9 de marzo de 1528, ibid, p. 161.

58 Actas II, p. 172. Pero el Acta de 14 de marzo de 1532 asienta que la concesión de la carnicería "comenzara primero dia de pascua de re­surrección del e fenezcera en fyn de la quaresma del año venidero, de quinientos e treinta e tres". Esto no puede significar, sin embargo, que se permitía vender carne durante la cuaresma. La sociedad colonial, aun en sus inicios, tomaba muy en serio sus obligaciones religiosas, y esta noticia debe tomarse en el sentido de que la concesión duraba todo ese tiempo, pero que no debía ejercerse durante la cuaresma.

59 Actas I, p. 8 1 . El 17 de agosto de 1526, se da licencia a Francisco de Estrada para que pese en septiembre 50 puercos, ibid, p. 102. El 3,1 de agosto se da permiso a Sancho de Frías, para que pese 50 puercos des­pués que haya pesado los suyos Francisco de Estrada, ibid, p. 104.

60 ibid, p. 161.

61 Actas II, p. 8 1 . 62 "e porque abiendo como ay muchos criadores... y cortando los

dichos criadores todo lo que resta del año", ibid, p. 189. En la misma acta se asienta "que por quanto en el arrendamiento de las carnescerias

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questa hecho deste presente año esta que los criadores de ganados desta cibdad puedan cortar sus carnes cada que quisieren".

63 lbid, p. 19o. 64 Loe. cit. 65 Acta del 23 de enero de 1531, Actas II, p. 8 1 . 66 Loe. cit. 67 Actas III, pp. 45-46.

68 lbid, p. 46 . 69 Loe. cit. 70 ibid, p . 78. 71 Loe. cit. 72 Actas II, p. 85. 73 Actas I, p. 109. A la segunda ocasión la multa debía doblarse, y

a la tercera, además de multiplicarse por tres, se darían al carnicero 10o azotes.

74 lbid, p. 131. 75 Actas II, p. 8 1 . 76 Actas I, p. 4 1 . 77 En enero de 1526 se afirma que han bajado de precio tanto las

mercancías que venían de Castilla, como las de la tierra, ibid, p. 70; "viendo que de cada dia se puebla mas esta nueva España especialmente esta diicha cibdad e los mantenimientos e otras provisiones valen mas barato e a menos precio de como solían", ibid, p. 72.

78 4 enero 1527: se exige a los comerciantes tener sus aranceles en lugar visible; multa de 20 pesos de oro, ibid, p. 114; 4 marzo 1527, se pregona que los comerciantes lleven sus aranceles al cabildo para ser tasados, y se impone una multa de 10 pesos de oro al que no lo haga así, ibid, pp. 124-125; 7 mayo 1527, se ordena que se recojan los aran­celes ya "tasados e moderados", y que se cumpla con ellos bajo pena de multa de 20 pesos de oro, ibid. pp. 130-131.

79 27 octubre 1525: se ordena sacar todos los puercos de los términos de la cibdad, para que no anden por las calles; pena: pérdida del quin­to de los puercos, ibid, p. 58; 13 abril 1526: se prohibe que los puercos anden sueltos por las calles, y se señala sitio para su venta; pena: cual­quier persona podrá matar a los puercos y quedarse con ellos, ibid, p. 8 2 ; 18 septiembre 1526: se repite lo anterior y se aumenta a la pena una multa de 2 pesos de oro por cabeza; 15 octubre 1526, se repite la orden, y se aclara que ni siquiera los podrá llevar por las calles el que fuera a pesarlos, ibid, p. 108; 4 enero 1527, se repite lo anterior y se vuelve a señalar sitio para la venta de puercos, ibid, p. 114; 4 marzo 1527, la misma orden; pena: 2 pesos de oro por cabeza y pérdida de los puercos; 22 enero 1528, la misma prohibición; se permite que, para lle­var los puercos al campo, salgan hasta una hora después de salido el sol y los regresen después de la puesta, ibid, pp. 158-159; 5 junio 1528,,

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se revoca la ordenanza que prohibía vender puercos en la plaza, y se da permiso de las 2 de la tarde a medianoche, ibid, p. 171. La prohibición de que transiten puercos por las calles de la ciudad, se repite en 1530, Actas II, p. 46 . ; en 1532, ibid, p. 191 y en 1534, Actas III, p. 79.

so "Arrelde. s.m. Pesa de quatro libras. Comunmente se usa de ellas para pesar la carne de las reses". Diccionario de la Lengua Castellana compuesto por la Real Academia Española. Madrid, Joaquín Ibarra, 1780, p. 9 9 .

81 Esta equivalencia la he tomado de Jorge A. GARCES, Palografia Diplomática Española y sus peculiaridades en América, Publicaciones del Archivo de la Ciudad, volumen 25, Quito, Casa de la Cultura Ecuato­riana, 1949.

82 Actas, I, p. 6 S3 Ibid, p. 48 . En la misma acta se fijan los precios de la gallina,

"de la tierra buena que no sea polla", en 4 reales, equivalente por lo tanto a 1 arrilde de carne de puerco. Un gallo grande, "de papada", se daba a 6 reales y un conejo a 2.

84 Ibid, p. 57. 85 Ibid, p. 8o. 86 LOC. Cit.

87 ibid, p. 8 1 . 88 Ibid, p. 83. S9 Ibid, p. 108. 90 ibid, p. 124. 91 Ibid, pp. 129-130.

92 ibid, p. 161. 93 Ibid, p. no. 94 Ibid, pp. 117, 133, 134, 136, 139, 142, 147. 95 Ibid, pp. 163, 176-177, 177, 180, 183.

96 Actas II, pp. 64 , 64-65, 67 , 70, 74.

97 Ibid, pp. 9 2 , 9 3 , 105. 98 Ibid, pp. 9 2 , 93, 105. (cfr. nota 16). 99 Actas III, p. 56.

100 Actas II, p. 8 1 . 101 Ibid, p. 9 4 . 102 ibid, p. 132.

103 ibid, p. 172. En esta acta se dan dos precios para la carne de carnero; castrado, 50 maravedís; sin castrar. 44 maravedís. He escogido el precio mayor porque, de acuerdo con una queja que se da al cabildo, los carniceros venden ambos tipos de carne a este precio, dando una por otra, ibid, p. 174.

104 Loc. cit. 105 Actas III, p. 17. 106 ibid, p. 43.