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INTRODUCCION "La falsificación de la historia ha perseguido precisamente esta finalidad: impedir, a través de la desfiguración del pasado, que los argentinos poseamos la técnica, la aptitud para concebir y realizar una política nacional. Mucha gente no entiende la necesidad del revisionismo porque no comprende que la falsificación de la historia es una política de la historia, destinada a privarnos de experiencia que es la sabiduría madre." Arturo Jauretche “La historia oficial argentina es una obra de imaginación en que los hechos han sido consciente y deliberadamente deformados, falseados y encadenados de acuerdo a un plan preconcebido que tiende a disimular la obra de intriga cumplida por la diplomacia inglesa, promotora subterránea de los principales acontecimientos ocurridos en este continente.” Scalabrini Ortiz Los procesos históricos, como sabemos, son escenario y a la vez consecuencia de la lucha de intereses, la disputa entre visiones encontradas y la interacción de voluntades diversas; es decir, el producto de la siempre compleja, contradictoria e interesada acción política y social. Por lo tanto, la historia no es sino la recopilación de los hechos que han causado determinado curso de acción, al que le asignamos sentido trazando una línea conductora bajo una mirada interpretativa. Comprendiendo la historia desde este punto de vista, la construcción de los relatos históricos es la puesta en escena de una disputa simbólica por delinear el sentido de cada hecho, haciendo referencia a un todo mayor que lo incluye y que –sobre todo- sigue dando batallas en la significación del presente. La parte histórica de los apuntes para la formación política responde a difíciles elecciones. Partiendo de la base de que es prácticamente imposible en un espacio de estas características abarcar el conjunto de nuestra historia. Conviene, entonces, especificarlas antes de iniciar su lectura, de modo que quien se disponga a abordarlo quede advertido de antemano acerca de los criterios empleados para construirlo. No vamos a abarcar toda la historia argentina sino vamos a hacer referencia a los consideramos los puntos más altos de avance del pueblo en la construcción de su propio destino nacional. Es decir, vamos poner énfasis en los momentos en que las mayorías populares lograron desplegar su proyecto, no sin contradicciones, tropiezos, idas y vuelta, pero definitivamente le pusieron su impronta a través de la construcción de un movimiento nacional y popular que le imprimió su sentido a la historia. En gran medida es un relato de los momentos de mayor democracia en nuestra tierra, en la medida en que entendemos la democracia como la forma de gobierno que contempla la decisión de las mayorías. Aun así este inicio de la formación política histórica es incompleto. Hacemos la advertencia porque la formación histórica se presta a expectativas excesivas o distorsionadas, y por ende a desilusiones. La historia esta inconclusa sin los aprendizajes varios de los tiempos en que las mayorías populares resisten a los proyectos que los sectores de poder le imponen. En esas luchas de resistencia se van construyendo la correlación de fuerzas que después se despliegan en los momentos de avance. Pero teníamos que elegir un recorte histórico, con la

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INTRODUCCION

"La falsificación de la historia ha perseguido precisamente esta finalidad: impedir, a través de la desfiguración del pasado, que los argentinos poseamos la técnica, la aptitud para concebir y realizar una política nacional. Mucha gente no entiende la necesidad del revisionismo porque no comprende que la falsificación de la historia es una política de la historia, destinada a privarnos de experiencia que es la sabiduría madre."

Arturo Jauretche

“La historia oficial argentina es una obra de imaginación en que los hechos han sido consciente y deliberadamente deformados, falseados y encadenados de acuerdo a un plan preconcebido que tiende a disimular la obra de intriga cumplida por la diplomacia inglesa, promotora subterránea de los principales acontecimientos ocurridos en este continente.”

Scalabrini Ortiz

Los procesos históricos, como sabemos, son escenario y a la vez consecuencia de la lucha de intereses, la disputa entre visiones encontradas y la interacción de voluntades diversas; es decir, el producto de la siempre compleja, contradictoria e interesada acción política y social. Por lo tanto, la historia no es sino la recopilación de los hechos que han causado determinado curso de acción, al que le asignamos sentido trazando una línea conductora bajo una mirada interpretativa. Comprendiendo la historia desde este punto de vista, la construcción de los relatos históricos es la puesta en escena de una disputa simbólica por delinear el sentido de cada hecho, haciendo referencia a un todo mayor que lo incluye y que –sobre todo- sigue dando batallas en la significación del presente.

La parte histórica de los apuntes para la formación política responde a difíciles elecciones. Partiendo de la base de que es prácticamente imposible en un espacio de estas características abarcar el conjunto de nuestra historia. Conviene, entonces, especificarlas antes de iniciar su lectura, de modo que quien se disponga a abordarlo quede advertido de antemano acerca de los criterios empleados para construirlo.

No vamos a abarcar toda la historia argentina sino vamos a hacer referencia a los consideramos los puntos más altos de avance del pueblo en la construcción de su propio destino nacional. Es decir, vamos poner énfasis en los momentos en que las mayorías populares lograron desplegar su proyecto, no sin contradicciones, tropiezos, idas y vuelta, pero definitivamente le pusieron su impronta a través de la construcción de un movimiento nacional y popular que le imprimió su sentido a la historia. En gran medida es un relato de los momentos de mayor democracia en nuestra tierra, en la medida en que entendemos la democracia como la forma de gobierno que contempla la decisión de las mayorías. Aun así este inicio de la formación política histórica es incompleto. Hacemos la advertencia porque la formación histórica se presta a expectativas excesivas o distorsionadas, y por ende a desilusiones. La historia esta inconclusa sin los aprendizajes varios de los tiempos en que las mayorías populares resisten a los proyectos que los sectores de poder le imponen. En esas luchas de resistencia se van construyendo la correlación de fuerzas que después se despliegan en los momentos de avance. Pero teníamos que elegir un recorte histórico, con la

consideración, que fuera rico para los tiempos que estamos viviendo. Por eso elegimos plantear los periodos de despliegue del proyecto popular.

Cualquiera podrá entonces –no sin razón– lamentar esta o aquella omisión y criticar las inclusiones o exclusiones de ciertos personajes y acontecimientos; sin embargo, este ha sido el criterio elegido. Pero estos apuntes históricos no están pensado como una totalidad acabada sino como un disparador para la formación sobre nuestro pasado, la del ejercicio de la memoria de nuestro pueblo.

Lo hacemos en la idea de que es posible contar nuestra propia historia como sujetos populares no solamente desde los tiempos de dominación y opresión, sino también desde aquellos tiempos en que con los límites propios de cada época fuimos construyendo una sociedad más justa, libre e igualitaria.

INDEPENDENCIA

El movimiento emancipatorio que termina enfrentando al colonialismo.

Previo al proceso de colonización europea, existían en América tanto grandes civilizaciones como pueblos en estado nómade, tierras muy pobladas y otras semidesiertas; y que gigantescos obstáculos naturales han hecho que la fragmentación sobre la unidad prevaleciera, aun durante los siglos del dominio ibérico; y que el comercio de los esclavos antes y las grandes olas migratorias europeas después afectaran de manera diferente las diversas áreas. A esto se suman los heterogéneos climas, los variados productos de la agricultura y los del subsuelo, los desiguales niveles de desarrollo y bienestar.

Cuando los españoles llegan a América en 1492, los pueblos originarios americanos transitaban distintas formas de organización social; desde las más simples (pueblos cazadores recolectores) hasta las impactantes civilizaciones Incas, Aztecas o Mayas que habían alcanzado un importante grado de desarrollo basado en la propiedad comunitaria y un Estado fuerte que regulaba la Vida social del conjunto. La llegada de los españoles interrumpió el proceso de desarrollo de los pueblos americanos (que se remonta a miles de años antes de 1492) al imponer por la fuerza de la conquista su propia forma de organización de la sociedad y su cultura. Bajo el dominio europeo, la fabulosa riqueza se transformará en muerte y sufrimiento para los pueblos originarios. Más allá de las rupturas y continuidades de los procesos históricos, hay problemáticas que atraviesan la historia de Nuestra América desde el siglo XV hasta la actualidad. Una de ellas es la relación internacional asimétrica, el dominio por parte de los pueblos del norte del Atlántico. Llamemos a las cosas por su nombre: la dependencia respecto de los centros de poder a través de distintas formas de dominación. Pero también los intentos de construir un camino propio de liberación. A américa, conquistada por países europeos, le negaron toda posibilidad de desarrollo libre a través del proceso llamado de colonización, es decir de transformación en colonia de las respectivas metrópolis europeas. Esto le imprimió una matriz colonial, que incluso fue muy difícil de superar una vez alcanzada la independencia formal o política, y se tradujo en otras formas de dominación (imperialistas) que sumieron a Nuestra América en el mas profundo atraso y pobreza. En la lucha por la definitiva independencia, en la que hubo avances y retrocesos a lo largo de sus primeros doscientos años de vida, se encuentra el horizonte de destino de nuestras sufrientes patrias, tal como las llamaba JoseMarti.

Aunque siempre es bueno recordarnos que en nuestra sociedad si bien existieron grupos sociales y políticos cómplices de esta dominación (muchas veces beneficiarios de esa relación), también existieron hombres y mujeres que lucharon contra los dominadores externos y sus cómplices internos. Y sobre todo que fueron capaces de comprender que en nuestra tierra, como decía Simón Rodríguez el maestro de Bolívar, “o inventamos o erramos”. Es decir que no podemos seguir caminos previamente trazados sino que debemos construir el propio, con nuestra propia mirada sobre nuestros problemas y necesidades. La historia argentina que vamos a subrayar es aquella que transcurre en los momentos que, como hoy, mayores grados de independencia se alcanzaron y consecuentemente mayores grados de justicia para nuestro pueblo. El colonialismo en estas tierras no solo se apropió del oro y la plata (quintuplicando y triplicando respectivamente su existencia en Europa) que permitieron el despliegue del capitalismo, fundamentalmente se apropió del trabajo de los pueblos originarios que de entrada puso a su servicio. Esto lo hizo mediante instituciones traídas de la península como la encomienda pero también con algunas propias de la dominación interna de los pueblos de Mesoamérica como la mita y el yanaconazgo. Frente a este despojo, en la fecundidad de estas tierras también germinará la semilla de la resistencia y la rebelión, expresada en una lucha por mantener la propia identidad en los pueblos originarios de todo el continente frente a la dominación económica y cultural impuesta. Aun así el mestizaje fue la marca propia de la colonización ibérica (que no se dio en la anglosajona que fue de dominio crudo y exterminio). En este mestizaje se fue creando una identidad nueva, con raíces en los dominados y raíces en los dominantes, incluso más allá del complejo sistema de castas que imperaba en la sociedad colonial. Las reformas que en el siglo XVIII realizaron los Borbones (que ocuparon entonces el trono de España) y el marqués de Pombal (Portugal) para reafirmar y marcar en términos aunmas férreos las condiciones de dominación (necesarias para la aceleración del desarrollo capitalista en Europa) de alguna manera impactaron en el pacto que hasta entonces había mantenido unidos a los pueblos criollos (sobre todo los que se consideraban españoles nacidos en América) con los imperios ibéricos. La fuerza de trabajo que transfería valor para el desarrollo europeo en esta etapa fue más bien la de la población negra cazada en África y esclavizada por los europeos y sometida a trabajo forzado. Sobre todo en las tierras tropicales de nuestra América el sistema esclavista produjo un circuito de enormes ganancias y movimientos de las ruedas de la riqueza de los europeos con la producción entre otras cuestiones de azúcar y luego de algodón.

Para entender como y por qué ocurrió esto es necesario aclarar cuales fueron las reformas aplicadas por los países ibéricos cada vez más en decadencia y subordinadas a los centros de poder del norte europeo, cual fue su sentido, por que fueron adoptadas y que efectos tuvieron. Las reformas afectaron los centros vitales de la vida imperial. Los ganglios políticos, de los que Madrid y Lisboa acrecentaron los poderes; los militares, donde incrementaron el poder del ejercito real; los religiosos, donde favorecieron al clero secular, sujeto a la Corona, y penalizaron al regular, hasta la expulsión de los jesuitas, y los económicos, donde racionalizaron y aumentaron los intercambios, acentuando sin embargo la brecha entre la metrópoli, encargada de producir manufacturas (en realidad importadas de los centros industriales del norte europeo), y las colonias, relegadas al rol de proveedoras de materias primas. El sentido de tales reformas no fue un misterio ni en el territorio metropolitano ni en el de ultramar. Tanto es así que quienes las llevaron a cabo fueron héroes en su patria, pero tiranos a los ojos de muchos en las colonias. Lo que buscaban era encaminar un proceso de modernización de los imperios y de centralización de la autoridad a

través del cual la Corona pudiera administrarla mejor, gobernarla de manera más directa y extraer recursos de modo más eficiente.

Estas reformas reordenaron los virreinatos, creando entre otros el Virreinato del Rio de la Plata con cede en Buenos Aires. Hasta ese entonces la designada capital no era más que una oscura ciudad de la periferia, mas dedicada al contrabandismo que a otros menesteres.

PEQUEÑO DICCIONARIO Por Espasande mara. Definiremos algunos conceptos fundamentales para comprender nuestro pasado y también nuestro presente. LA HISTORIA OFICIAL: Es el relato de nuestro pasado contado desde la oligarquía (minoría económicamente poderosa). Su primer representante fue Bartolomé Mitre. Es antipopular, antinacional y rescata los valores de la cultura europea por sobre la latinoamericana. REVISIONISMO: Es el relato del pasado que busca contrarrestar la interpretación oficial. Existen diferentes tipos de revisionismo. Nosotros utilizaremos este término para denominar a aquella corriente que “revisa” lo escrito por la historia oficial para buscar otras explicaciones, ya no desde la oligarquía, sino desde los sectores populares. SILENCIAMIENTO: Es el proceso por el cual se “borra” algún personaje o hecho histórico del relato de nuestro pasado. Se los oculta por su compromiso con el pueblo y su lucha por la liberación. La oligarquía fue quien escribió nuestra historia. Y como dice la canción “si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia”. Prefirió “no contar” la vida de quienes pueden ser tomados como ejemplos. DEPENDENCIA: Es la condición económica, social y cultural de un país dominado por otro, que dificulta el desarrollo nacional. La dependencia puede ser: • política (cuando el gobierno es impuesto desde afuera), • económica (cuando las riquezas de un país son saqueadas y aprovechadas por otro), • cultural (cuando se considera mejor todo lo proveniente de Europa o de EEUU y totalmente inferior lo propio de América). PAÍS COLONIAL: Territorios conquistados política y militarmente por otros países (llamados Metrópolis o países imperialistas). Fue Europa la primera en construir imperios coloniales. España, Portugal, Inglaterra, Francia, Holanda conquistaron América durante los siglos XV, XVI y XVII. Luego en el siglo XIX fueron conquistados Asia, África y Oceanía. PAÍS SEMICOLONIAL: Son países que obtuvieron su independencia política (facultad de elegir a sus propios gobernantes) pero que continúan siendo dependientes económicamente. OLIGARQUÍA: Es la clase social económicamente poderosa, aliada al poder de los países imperialistas. En nuestro país, se está integrada por los dueños de las tierras y la burguesía dedicada al comercio y a las

finanzas (vinculado al capital bancario). Esta clase necesita de la dependencia para mantener las riquezas y el poder. PUEBLO: Es el conjunto de grupos sociales perjudicados por la condición de país dependiente. A pesar de pertenecer a distintas clases, los une la necesidad de lograr la liberación nacional. Por ejemplo, la clase obrera, los campesinos, los industriales nacionales, la pequeña burguesía (comerciantes, profesionales, etc.). LIBERACIÓN NACIONAL: Proceso por el cual un país colonial o semicolonial logra su independencia absoluta. Puede romper vínculos que lo unen a los países imperialistas y lograr un desarrollo propio, en beneficio del pueblo. Para esto debe enfrentarse con los poderes de afuera y con la oligarquía. De esta manera se resuelve la “cuestión nacional” aún pendiente. PROTECCIONISMO: Política que defiende la producción nacional. Puede ser artesanal (como en el siglo XIX) o industrial (siglo XX y XXI). Para esto es necesario la fuerte intervención del estado y el aumento de los impuestos para los productos extranjeros que ingresan al país, y que al ser más baratos funden las industrias locales. LIBRE COMERCIO: Política que defiende la necesidad de no establecer impuestos en el comercio. Favorece el intercambio con los países industriales, perjudicando a la industria nacional que no puede competir con las grandes industrias de los países centrales. Fue la política defendida históricamente por la oligarquía. América Latina en el Bicentenario N1 “La lucha por la independencia”, Espasande Mara, Pequeño diccionario: Algunas claves para entender nuestra historia.

Aquellas reformas que apretaron las clavijas en la relación colonial son el trasfondo de las luchas por la independencia que se dieron a comienzos del siglo XIX junto con las disputas políticas en el seno del Imperio español. España había impuesto un sistema por el cual América sólo podía comerciar con ella (llamado monopolio comercial). Hacia finales del siglo XVIII este sistema hacia agua por todos lados. Los grupos criollos enriquecidos, relajados cada vez más sus lazos con la metrópoli (que los privaba del ejercicio del poder político) empezaron a ver que sus negocios serian más prósperos si podían comerciar libremente con las potencias emergentes a nivel europeo (sobre todo con Gran Bretaña). Por eso empezaron a tomar como bandera la libertad comercial. Los productos que venían de España eran caros, pues su precio estaba recargado por la intermediación comercial metropolitana. En muchos puertos periféricos al sistema imperial español (por ejemplo en Buenos Aires) se iba directo a los hechos a través de la práctica del contrabando. La oligarquía porteña se formó en esa práctica ilegal del contrabando, a tal punto que, como cuenta José María Rosa, los ingleses a los comerciantes porteños se referían como a “la pandilla del barranco”. Aunque la historia oficial porteño céntrica se empeñe en decir lo contrario y ensalzar a las familias patricias, Buenos Aires empieza a cobrar importancia política y económica sólo a partir de su designación como capital del Virreinato del Rio de la Plata en 1776. La lucha por nuestra independencia contra la dominación española que hunde sus raíces en la resistencia de los pueblos originarios, en las luchas sociales de personajes como Tupac Amaru, pero también tiene su explicación lógica en las disputas internas entre liberales revolucionarios, conservadores absolutistas que

se dieron desde fines del siglo XVIII en España. Pero no podemos comprender el significado real de la independencia sin aclarar que fue obra de millones de americanas y americanos que regaron con su sangre el continente, para que seamos libres. En la historia sólo emergen nombres de los grandes libertadores como San Martin, Bolívar, O’Higgins, Sucre. Pero lo cierto es que estos grandes hombres no hubieran pasado a la historia sin la concurrencia de las masas populares que se embanderaron en el proceso emancipatorio, que encontraron en el la representación de sus intereses, que se identificaron con sus banderas y que militantemente se comprometieron con su causa. En ese entonces, Europa era el escenario de una guerra fundamentalmente entre Francia e Inglaterra. Peleaban por definir cuál de los dos países se convertiría en la potencia industrial hegemónica, que pudiera dominar al resto del mundo. La disputa por la hegemonía se centraba en la obtención de territorios donde poder vender sus productos desarrollando cada vez más la propia industria. Napoleón, gobernante francés en el que había desembocado la revolución burguesa de 1789 se da cuenta que la única forma de vencer a los ingleses es bloqueando la colocación de sus productos en la Europa continental. Sacándole aquellos mercados la economía inglesa se debilitaría considerablemente. Napoleón sabia que su punto débil estaba en su necesidad de colocar su sobreproducción en aquellos mercados. Con sus victorias militares en el continente, Napoleón aseguraba el bloqueo. Pero con su derrota en el mar (Trafalgar), no pudo asegura el control de los mares. Frente a la desesperación por no tener compradores -y ante la posibilidad de perder el engranaje principal de su economía que era la industria- los ingleses diversifican la estrategia: por un lado comienzan a buscar otros territorios en el resto del mundo donde poder ubicarlas. Las colonias españolas podían ser buenas compradoras, porque gran parte de la apropiación del trabajo de los pueblos originarios quedaba en mano de los criollos acomodados o indianos como se los llamaba en la época y que además, no tenían ejércitos fuertes para resistir una invasión. En 1806 y 1807 Buenos Aires es invadida por los ingleses: querían conquistarnos, convertirnos en colonias inglesas y lograr así vender sus productos. A pesar de no contar con un ejército español para defender sus colonias, los invasores son rechazados heroicamente por el pueblo de Buenos Aires, que en forma improvisada organiza milicias populares. Más allá de los algunos éxitos militares y/o diplomáticos para establecer nuevas relaciones comerciales la cancha principal donde se disputaba el partido era el territorio europeo, indispensable para el comercio inglés. El único país que desafiaba el control napoleónico de entrada de mercaderías inglesas al continente era Portugal. Este país estaba ligado por un tratado con los ingleses que le garantizaba la recuperación de su independencia de España. Napoleón tiene entonces que cruzar el territorio español para llegar a ocupar Portugal (pues no podía enviar sus tropas por mar, ya que lo controlaba Inglaterra). La vulnerabilidad de la frontera, la venalidad de los funcionarios españoles, la debilidad de su gobierno, hicieron que el emperador francés tomase la resolución de ocupar militarmente también España. Napoleón toma como prisionero a su Rey Carlos y su hijo Fernando VII, e impone a su hermano José Bonaparte (apodado Pepe Botella, por su afición a la bebida) como monarca en España. El 2 de mayo de 1808 el pueblo español inició la pelea por su propia independencia en rechazo al invasor francés. En esa pelea se unieron tanto los conservadores que añoraban la vuelta del absolutismo como los liberales que peleaban por una reforma democrática, levantando las banderas de libertad e igualdad. Estos últimos impulsaban -en función de lo que había devenido la revolución francesa- una monarquía constitucional al estilo de la vigente en Gran Bretaña. A poco de trazada la pelea contra el invasor francés estas dos corrientes se fueron distanciando no solo en su concepción sino también en las opciones políticas.

Los sectores democráticos se organiza en Juntas Populares que juraron fidelidad el rey cautivo, Fernando VII “El Deseado”, en quien depositaban la esperanza dela transformación democrática. Aunque en el camino y ante la imposibilidad del rey de ejercer la autoridad esta soberanía volvía al pueblo. Mucho mas que por la influencia de los doctores de salamanca como Suarez y Vitoria, que de los autores franceses como Rousseau. Consecuentes con sus ideas liberales revolucionarias, en enero de 1809 la Junta Central de Sevilla declara que los territorios de América no son colonias sino provincias, y la junta de Cádiz las convoca a derribar a los virreyes, constituir juntas como en España y enviar representantes para la sanción de una Constitución. Pero hacia fines de 1809 y comienzos de 1810, los revolucionarios en España comienzan a ser desplazadas por los sectores conservadores que impulsan el Consejo de Regencia, donde prevalecen los absolutistas. El equilibrio entre estos dos partidos en la Península hace que los liberales piensen en enviar a algunos cuadros políticos relacionados (muchas veces solo por el lugar de nacimiento) a América, como principal ámbito colonial español, para desequilibrar la balanza. Esto origina que algunos militares (formados en el ejercito español) abandonen España con el propósito de continuar la lucha en América y desequilibrar la balanza en favor de los sectores democráticos (San Martín y Alvear son ejemplo de ello). Ante esta situación, en América entre1809 y 1811 estallan revoluciones, como una prolongación de la revolución democrática en España, se forman Juntas que desplazan a los virreyes y juran fidelidad a Fernando VII, pues guardaban en él la misma esperanza que los juntistas españoles: Chuquisaca, La Paz y Quito en1809, Caracas, Buenos Aires, Bogotá, México y Chile en 1810, y la Banda Oriental en 1811. De este modo asoma el carácter latinoamericano, democrático y anti-absolutista de la Revolución de Mayo. Con esto se desmiente la historia oficial que cree que Fernando VII es una mascara y que la revolución es solo porteña y después se exporta a los otros lugares de América. En síntesis, aquí la revolución fue inicialmente democrática, acompañando el proceso político español, y luego, una vez que Fernando VII vuelve al poder en 1814 tras la derrota de Napoleón y emprende una política absolutista que persigue a los revolucionarios, aparecerá la decisión de luchar por la independencia como única manera de conservar y profundizar las conquistas democráticas. Es decir, hay un proceso de comprensión de que era imposible democratizar en términos liberales de la sociedad sin una ruptura con el colonialismo. Sin entenderlo de esta manera ¿Cómo explicar sino que la revolución de mayo fue en 1810 y la independencia seis años más tarde? ¿Cómo explicar que San Martín formado en el ejército español, que había recibido medalla al valor en la batalla de Bailen en la guerra de independencia española, vino a pelear acá? ¿Era un traidor al país de sus padres en el que se había criado y vivido más de un cuarto de siglo? Las explicaciones de voces de la tierra que hablan al odio de los próceres no nos convencen. La explicación es política. La intervención popular en la revolución de mayo El pueblo en LA REVOLUCIÓN EN 1810: La historia oficial contó durante mucho tiempo que la Revolución de Mayo tenía como objetivo declarar la independencia. Se había hecho contra España y a favor del libre comercio, protagonizada por la “gente decente” y proinglesa. Si esto fue así: ¿cómo entender que la Primera Junta jurara a favor del Rey preso, qué la independencia se declarara recién seis años después, qué en la Primera Junta había dos españoles (Larrea y Matheu), qué San Martín pasara 30 años de su vida en España y retornara a América recién en 1812, qué la bandera española flameara en el fuerte de Buenos Aires hasta 1813 o 1814? Interrogantes para los cuales la historia oficial no tiene respuesta. Tuvo que crear algunos “mitos” para justificar este relato falso. Presenta así un French y Beruti pacíficos, repartiendo cintitas celestes y blancas en una plaza

llena de “gente decente”, las damas antiguas con sus peinetones y los caballeros con elegantes paraguas. Afirma que se juró fidelidad al Rey como una “máscara” para ocultar los verdaderos intereses de la declaración de la independencia. Para este relato el pueblo se mantiene expectante, sin intervenir en los sucesos de la semana de mayo. Pero revisando los documentos de la época descubrimos que las cintas no eran celestes y blancas, sino rojas y blancas. El blanco era el color que representaba a la familia del Rey preso, los Borbones, y el rojo amenaza de que correría sangre si no se hacía lo que el pueblo pedía. Pero, ¿qué pedía el pueblo? Formar una Junta en nombre del Rey preso injustamente por los franceses y echar al Virrey Cisneros que era absolutista. El frente democrático comienza a presionar para que se convoque a un Cabildo Abierto para hacer una asamblea, discutir y decidir quién gobernaría a partir de ese momento.

En mayo de 1810 llegan las noticias desde España: las juntas españolas han sido derrotadas, los revolucionarios perseguidos y Sevilla tomada por los franceses. Con el Rey preso junta cada vez mas fuerza la idea de retrotraer el poder soberano al pueblo tal como lo venían haciendo en España. Ya que uno de los grandes frenos a esta senda era que la mayoría de las ciudades seguían respetando la autoridad española, representada en la Junta de Sevilla, que precisamente había caído. En Buenos Aires se forman entonces dos bandos claramente enfrentados: el bando absolutista (que defendía no obstante la continuidad del virrey al frente del gobierno) y el bando democrático (heterogéneo en su composición que nucleaba en su seno desde comerciantes hasta clérigos parando por el núcleo revolucionario conducido por Belgrano y Moreno). Composición de los frentes en el proceso revolucionario de mayo Profesora Mara Espasacante Frente democrático Se encontraban los revolucionarios liderados por Castelli, Moreno, Belgrano, French y Beruti, también las fuerzas armadas expresadas en Saavedra, y los comerciantes nacidos al calor del contrabando y que buscaban el libre comercio, como Rivadavia y Manuel García. En España y en América Frente democrático Revolucionario Pequeña burguesía revolucionaria Moreno, Castelli Belgrano, los chisperos French y Beruti Fuerzas Armadas Saavedra Comerciantes ingleses y nativos Rivadavia Manuel García Sacerdotes Padre Grela, Juan José Aparicio

Eran llamados los “godos”, defendían que debían seguir respondiendo a España, al Consejo de Regencia. No querían reformas políticas ni sociales. Querían conservar los privilegios de los grupos sociales beneficiados por el sistema colonial. Estaba conformado por los funcionarios de gobierno, las familias ligadas al monopolio comercial y los sectores de la Iglesia Católica. Frente absolutista Burocracia virreinal Virrey Oidores de la Audiencia Cabildantes Comerciantes monopolistas Martínez de Hoz, Pinedo Ocampo, Alzaga Cúpula eclesiástica Obispo Lué Cura Sola América Latina en el Bicentenario N1 “La lucha por la independencia”, Espasande Mara,

El secretario de la Junta, Mariano Moreno, en alguna medida era expresión de posturas políticas revolucionarias, radicalizadas, en disputa con las más conservadoras del frente democrático, cuya expresión mas clara es el presidente de la Junta Cornelio Saavedra. Esta última tiene una fuerte raigambre popular sobre todo a partir de su apoyo militar. Recordemos que para aquel entonces no había un ejército regular sino que la milicia se había formado en gran parte con aquellos que se habían animado a pelear contra los ingleses en su invasión. El grupo de Moreno y Belgrano es el más avanzado políticamente. Es el primero en pensar la necesidad de la revolución nacional, la ruptura de los lazos de dominación colonial para hacer los avances democráticos. Este grupo –en el “plan de operaciones”- concibe la idea de una nación en pie de guerra frente al absolutismo español y a la penetración inglesa. “Los pueblos deben estar siempre atentos a la conservación de sus intereses y derechos y no deben fiar más que de sí mismos. El extranjero no viene a nuestro país a trabajar en nuestro bien, sino a sacar cuantas ventajas pueda proporcionarse. Recibámoslo en buena hora, aprendamos las mejoras de su civilización, aceptemos las obras de su industria y franqueémosle los frutos que la naturaleza nos reparte a manos llenas; pero miremos sus consejos con la mayor reserva y no incurramos en el error de aquellos pueblos inocentes que se dejaron envolver en cadenas, en medio del embelesamiento que les habían producido los chiches y coloridos abalorios” Mariano Moreno

Esta corriente revolucionaria popular en sus ideas no tenía el apoyo social necesario para avanzar en su estrategia. Es la que primero se hace cargo de la lucha, por eso algunas de sus figuras como Belgrano y Castelli, se improvisan como militares y comienzan la lucha contra los realistas contrarrevolucionarios. La

historia oficial trata de jacobinos a este sector tratando de dibujar sus expectativas en paralelo con la revolución francesa. Pero nuestro desarrollo político carecía de una clase burguesa para hacer su revolución. Por eso no fueron los comerciantes pidiendo el libre comercio quienes la hicieron (por otra parte el libre comercio ya había sido prácticamente establecido por el ultimo virrey). Los sectores más conservadores se hacen del poder en la Junta, ampliándola, y finalmente se sacan de encima a Mariano Moreno, enviándolo a una misión en el exterior y envenenándolo en alta mar. Su propio rival dijo la frase exacta para despedir a ese revolucionario: “Hacia falta tanta agua para apagar tanto fuego”. La idea de lo nacional como fundante se va a encarnar entonces lejos del puerto en aquellos que peleaban espada en mano por la independencia contra el colonialismo real español. San Martin va a ser el gran emergente de este proceso. Los comerciantes porteños, lejos de ser el sector revolucionario como dice el mitrismo, fueron la punta de lanza para la penetración del imperio británico y sus intereses en estas cosas. De origen parasitario y contrabandista desplegaron un política que tendía a empobrecer a las provincias (causando de su reacción a través de los caudillos), a las que pretendían disciplinar mediante la represión militar. El gran personaje que encarna los intereses del puerto y su anglofilia fue Bernardino Rivadavia. Esta es la verdadera contrafigura de San Martin. Buenos Aires (y en particular Rivadavia mediante miles de estratagemas) va a requerir permanentemente que el ejército de San Martin vuelva para hacer represión interna. Este es un antecedente remoto de aquellos que creen que las fuerzas armadas están para ser la fuerza pretoriana que garantice los intereses de los sectores oligárquicos vinculados con el imperio de turno, en desmedro de los intereses populares y nacionales. Artigas Empecemos con Artigas, que para nuestra Historia es solo un capitulo escondido pero que debemos reivindicar, como él que se reconoció como Argentino ante la muerte. Cuando Uruguay se independizó, Artigas exclamó: “Yo ya no tengo Patria”. Y tenía razón: Su patria, las Provincias Unidas del Río de la Plata, había expulsado a la provincia donde él había nacido. Artigas se había convertido en un apátrida que añoraba una nación que ya no existía: la gran federación americana. Antes de morir, en septiembre de 1850, apenas un mes después que José de San Martín, encabezó su testamento: “Yo, José Gervasio de Artigas, argentino, de la Banda Oriental…”. Como en los melodramáticos versos de Carlos Guido y Spano, Artigas había sido “argentino hasta la muerte”. Como militantes populares no podemos dejar que nos roben la figura de Artigas, el primer gran caudillo federal, como si fuera ajeno. Como un prócer uruguayo que no tiene que ver con nosotros. En principio Artigas se opuso tajantemente a la escisión de la Banda Oriental y por otra parte su área de influencia, en su momento culmine, era todo el litoral hasta Córdoba. El líder de la revolución de mayo, Mariano Moreno, pretendía, en su plan revolucionario de operaciones, atraer a José Gervasio Artigas (y a otros que luego también serían jefes de la Insurrección artiguista como Valdenegro, los hermanos Ojeda, etc.) a la revolución dada su influencia en la Banda Oriental. No se equivocaba Moreno en cuento al ascendiente de Artigas sobre las masas populares en dicha región. Éste había comenzado tanto en su participación en el cuerpo de blandengues, como en la colaboración con el programa de población y desarrollo económico desarrollado por Félix de Azara (que incluía el reparto de tierras a indios y gauchos, y la confiscación de tierras improductivas). Vivian Trías sostiene que “existe una figura fundamental del federalismo popular y nacional, que llegó a ser la expresión de las clases explotadas, José Gervasio Artigas. Artigas aparece como parte del federalismo, de la unidad latinoamericana. Como un personaje que aboga por la unidad y por la no creación de múltiples “republiquetas” débiles. Él va a rechazar la propuesta de una Banda Oriental independiente, y pretende la integración una confederación con el resto de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Luego de la insurrección de Álvarez Thomas en Fontezuela, Artigas se consolida en el litoral, y entre febrero de 1815 y agosto de 1816 (aproximadamente un año y medio) lleva a cabo una serie de disposiciones que se pueden considerar como su programa de gobierno. Bajo tal concepción, podemos observar que el Protector de los Pueblos Libres (título otorgado por las provincias de Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Córdoba) aboga por la democracia y el igualitarismo, pues la relación de gobierno se termina si es perjudicial para los intereses comunes, además va a disponer la gratuidad de la justicia; la protección de la industria local, en base al no cobro de impuestos entre las provincias, debiendo velar porque no se perjudiquen nuestras artes o fábricas; la apertura de puertos para quebrar el monopolio porteño (tres puertos, a saber: Montevideo, Maldonado y Colonia). En el Reglamento de Tierras para el Fomento de la Campaña (1815), establece que el alcalde puede, además del uso de sus facultades, distribuir terrenos y éste velará porque “los más infelices sean los más privilegiados”, así los negros zambos, indios, etc. podrán tener estancia, a éstos se les dará lo que necesiten y si les sobrara estará disponible para otros. En el camino del éxodo al Ayuí también repartirá tierras. De esta forma en el programa artiguista se concibe una política integradora con el indio, una lucha por la unidad nacional, el fomento de la industria, y el cuestionamiento de la propiedad de la tierra. Así, en relación a su base social Norberto Galasso sostiene que se trataba de peones, gauchos, indios, negros, y hacendados (aunque solo en la primera época) (Galasso, Artigas y las masas populares en la revolución). En relación a los hacendados Jorge Abelardo Ramos dirá que para éstos era insoportable el reparto de tierras pretendido por Artigas, quien bajo la concepción del mismo autor, “es el único caudillo de las guerras de la independencia que combina en su lucha la unidad de la Nación con la revolución agraria y el proteccionismo industrial en los territorios bajo su mando” (Ramos, Historia de la Nación Latinoamericana, pág. 224). La Asamblea del Año XIII, presidida por Carlos María de Alvear, temía que la incorporación de los artiguistas produjera una virtual alianza entre el caudillo oriental y San Martín para apurar una declaración de independencia, que el grupo alvearista, en consonancia con los intereses de Gran Bretaña, ahora aliada de España, pretendía retrasar lo más posible. La clase alta porteña temía que la influencia del caudillo oriental y su enorme popularidad se extendieran al resto de las provincias. Veía en la acción de Artigas un peligroso ejemplo que propugnaba un serio cambio social. El reparto de tierras y ganado entre los sectores desposeídos concretado por Artigas en la Banda Oriental, bien podía trasladarse a la otra margen del Plata y poner en juego la base de su poder económico. José Artigas fue el primero en plantear claramente en el Río de la Plata las ideas del federalismo. Así se lo contó él mismo al general Paz: "Tomando por modelo a los Estados Unidos yo quería la autonomía de las provincias, dándole a cada estado un gobierno propio, su constitución, su bandera y el derecho de elegir a sus representantes, a sus jueces y a sus gobernadores entre los ciudadanos naturales de cada estado. Esto es lo que yo había pretendido para mi provincia y para las que me habían proclamado su protector. Hacerlo así habría sido darle a cada uno lo suyo". En 1815 Artigas recuperó Montevideo, ocupada hasta entonces por las tropas porteñas, y convocó en Concepción del Uruguay el 29 de Junio de 1815 al Congreso de los Pueblos Libres. Allí estaban los diputados por la Banda Oriental, Corrientes, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y Misiones. Sus primeros actos fueron jurar la independencia de España, izar la bandera tricolor (igual a la de Belgrano pero atravesada por una franja roja, símbolo del federalismo) y la resolución de no concurrir al Congreso de Tucumán convocado por el Directorio, en protesta por la actitud del gobierno porteño de fomentar la invasión portuguesa a la Banda Oriental para terminar con Artigas. Mientras se reunía el Congreso de Tucumán, Artigas y su gente defendía el territorio contra una nueva invasión de los portugueses, que tomaron Montevideo en 1817.

A fines de 1819 la Liga estaba entre dos fuegos, por un lado los directoriales y por el otro los portugueses. Artigas concibió un plan militar. Él atacaría el campamento portugués en Río Grande mientras que las fuerzas de Entre Ríos y Santa Fe atacarían Buenos Aires. Pero mientras el caudillo de Santa Fe, Estanislao López, y su compañero de Entre Ríos, Francisco Ramírez, invadían exitosamente Buenos Aires y triunfaban en Cepeda, Artigas era derrotado por los portugueses en Tacuarembó. Aprovechando esta situación de debilidad de su antiguo jefe, los caudillos firmaron a espaldas de Artigas el Tratado del Pilar, abandonando a su suerte al caudillo oriental. Ante la traición, Artigas decidió unir sus escasas fuerzas con las de Corrientes y Misiones. Entró en Entre Ríos dispuesto a someter a Ramírez, pero fue derrotado definitivamente en Las Huachas y debió marchar hacia el exilio en el Paraguay. “Daniel vilariño”

San Martin había nacido en Yapeyú, actual provincia de Corrientes, una de las antiguas misiones jesuíticas que pasaron a ser controladas por los militares españoles (como el padre de José) a partir de la expulsión de los jesuitas (1767). Se va a España con apenas ocho años y vuelve con 33 (todo un hombre adulto en aquellos tiempos). Toda su gesta emancipatoria la va a hacer en los apenas 12 años que vivió de regreso a su tierra americana. Doce años claves que pusieron en juego era el derecho a la existencia misma como Nación. San Martin había participado como militar en 31 batallas bajo la bandera española. Había llegado a recibir, como dijimos, una medalla al valor en la batalla de Bailen. Su llegada en 1812 a estas tierras, como la de otros tantos criollos y españoles en el resto de América, será un capítulo más de la confrontación que agitaba a Europa entre los partidarios de la libertad, igualdad y fraternidad, del liberalismo democrático, frente al absolutismo. San Martín en su carrera en el ejército español había sido ganado por las ideas revolucionarias. En Cádiz se sumo a las logias que, por estar prohibida la política democrática, eran la única forma de participar políticamente con ideas revolucionarias. Las logias, que estaban en dialogo permanente con los liberales ingleses que mas allá de su opción por la libertad también querían dar el golpe de gracia al alicaído imperio Español. Este vinculo y la experiencia de la participación popular en la resistencia contra el invasor francés marcó a fuego su formación política. A su llegada a Buenos Aires gobernaba el Primer Triunvirato con Rivadavia como hombre fuerte. Era el gobierno de los comerciantes porteños, librecambistas, centralistas y enemigos de la democracia popular y muy amigos de Inglaterra. En su hegemonía había terminado la Revolución de Buenos Aires. Contra ellos San Martín y otros militares, en su primera acción política pública siete meses después de su llegada, movilizaran sus tropas para forzar su renuncia. Eso va para aquellos que vacían a San Martín de contenido planteándolo solamente como un militar y no como un militante político. San Martin a su arribo genera dos herramientas fundamentales que se relacionaban directamente entre si. Por un lado una logia política, que hacía las veces de fuerza secreta para impulsar planes estratégicos y por el otro lado una fuerza militar, capaz de dar batalla a las fuerzas de los absolutistas que para ese entonces iban recuperando una tras otras las ciudades que se habían levantado recuperando la soberanía. Según la historia oficial San Martín formó los Granaderos a Caballo con jóvenes de las familias patricias de Buenos Aires. Pero si bien algunos de estos existieron, eran una completa minoría entre los Cordobeses, Riojanos y Puntanos y los “300 jóvenes Misioneros naturales” (es decir originarios o mestizos) que el Libertador manda a convocar. San Martín asume primero el mando del Ejército del Norte. Se encuentra con Belgrano un abogado devenido en general que era parte del núcleo del grupo morenista. Belgrano fue quien dio la mayoría de las batallas decisivas en territorio de lo que hoy es nuestro país.

La emancipación no podía ser solamente de una de las regiones de la América del Sur, que componían la colonia española, debía ser integral. Esto lo sabían tanto Belgrano como San Martin, pues no solo comulgaban política e ideológicamente sino que comprendían el carácter continental de la disputa. Saben (Belgrano lo sufrió en experiencia propia) que avanzando hacia el Alto Perú (actual Bolivia) será imposible vencer a los realistas. Allí esta un bastión del poder realista porque el colonialismo se había hecho fuerte y poderoso en esos lugares en base a la extracción de plata (Potosí) y otros metales precisos y al sometimiento a servidumbre de los pueblos originarios, sobre la que hizo una acumulación de riquezas que estaba dispuesto a defender con uñas y dientes. Desde antes de la Revolución de Mayo habían surgido en el Perú y Alto Perú, movimientos sociales organizados por pueblos originarios que habían sido sangrienta y ferozmente reprimidos. El más famoso es el de Tupac Amaru. San Martín se valió de fuerzas dirigidas por caudillos populares con base de criollos y pueblos originarios para garantizar que desde el norte de lo que hoy es nuestro país no se viniera una nueva contraofensiva realista como la que había tenido que parar Belgrano en las heroicas batallas de Salta y Tucumán (de las que estamos conmemorando el bicentenario). Martín Miguel de Güemes, será en Salta el máximo exponente (amado por sus paisanos y odiado por la oligarquía salteña a la que estaba ligado por relaciones familiares) de esta guerra popular de guerrillas en la que San Martín confiaba plenamente para hostilizar pero sobre todo defender la frontera norte. San Martín, entonces, se concentra en preparar un Ejército continental capaz de derrotar en forma definitiva a los absolutistas en el centro del poder político colonial de América del Sur: Lima, la ciudad de los reyes. Para esta tarea es que solicita se lo nombre Gobernador de Cuyo. Allí, cosa que en general no es debidamente estudiada, hace un gobierno popular, poniendo énfasis en el desarrollo de manufacturas, que impulsa la minería y la agricultura estatales, que decreta un impuesto a la tierra y la utilización de los diezmos y bienes religiosos por parte del gobierno. Es un gobierno revolucionario que confisca todos los bienes de aquellos que defienden la reacción. En Cuyo dicta la liberación delos esclavos que se incorporaban al ejercito libertador, a pesar de las airadas protestas de la aristocracia. Los consideraba la mejor infantería de su ejército. Miles de negros y mulatos acudieron a su llamado a las armas. La historia oficial solo recoge la capacidad técnico militar estratégico del general San Martín. Nada dice de su capacidad política para convocar a la gesta emancipadora a sectores populares que dieron la vida en la patriada. Solo la participación popular hizo posible la gigantesca empresa del cruce de los Andes. No existía un ejército obligado profesionalmente a hacer tal hazaña, fueron 5000 militantes convencidos de la causa que los motorizo a hacerla. Y fue San Martín el caudillo político que los organizó. Su plan consistía en atacar a los godos en Chile, nada más ni nada menos que cruzando la Cordillera de los Andes, y luego desde allí por barco hasta Perú, punto máximo del poderío español. San Martín desde el gobierno que había asumido en Cuyo construirá el Ejército de los Andes a partir de la gestión y organización del Estado, planificando la utilización de los recursos propios, movilizando y apelando a la participación protagónica de las mayorías. Desde el Estado cuyano se crean fábricas y talleres (de Pólvora, armas, herrería, calzado y vestimenta), se imponen contribuciones forzosas (contraposición con el mito de las damas patricias mendocinas donando sus joyas), se confisca las propiedades a los españoles monárquicos (y a cualquiera que estuviera en contra de la revolución), se requisan caballos, mulas y ganado a los estancieros (cosa que no les generaba ninguna gracia a los patricios cuyanos), etc. En el año 1819 San Martín actuó como mediador entre Buenos Aires y los caudillos Estanislao López y Gervasio Artigas, con la finalidad de impedir la guerra interna. A partir de aquí, se opuso a que el Ejército de los Andes intervenga en el conflicto promovido por el gobierno directorial

Incontables son los ejemplos del espíritu de sacrificio de los hombres y las mujeres del pueblo de Cuyo bajo la conducción sanmartiniana. La historia oficial solo habla del grupo de mujeres acomodadas mendocinas que cosieron la bandera (en todos los sectores sociales hubo adhesión a la causa emancipadora). Pero la gesta contó con una enorme cantidad de mujeres trabajando día y noche gratuitamente en la costura de uniformes, sirviendo de espías y guerrilleras (como Mercedes Sanchez o la maestra de postas Eulalia Calderóno, la cacica Rocco, algunas de ellas víctimas de la tortura realista como María Cornelio Olivares o la negra esclava Josefa tenorio). También pusieron lo suyo los arrieros y carreteros que realizan viajes en busca de materiales gratuitamente; los artesanos produciendo en tiempo record todo tipo de útiles, los labradores sembrando parte de sus campos para el ejército, pero sobre todo los valientes que responden al llamado a las armas. San Martín no solo pone toda la economía y el poder de cuyo en función de la causa emancipadora también pide esfuerzos al resto de las provincias. Tucumán envía monturas; San Luis salitre, ponchos, frazadas y pedernal; Córdoba, pólvora, espadas, sables, lanzas y mulas; San Juan y La Rioja, Plomo. Todo el interior profundo es parte del esfuerzo libertador. De todas las provincias llegan hombres para ocupar un lugar en el ejército sanmartiniano. Buenos Aires entre tanto retacea su aporte económico. El ejército de los andes estaba integrado también por gran cantidad de chilenos. El ejército es Americano, y no argentino como afirmaba Mitre para llevar la libertad a otros pueblos. Esto muestra el carácter americano de la revolución, que luego se conjugará con la lucha que Simón Bolívar había comenzado por el Norte de la América del Sur desde Venezuela. Cuando en 1814 Fernando VII regresa al trono español, da la espalda a las expectativas democráticas de su pueblo. Esto hace que los liberales democráticos que se encontraban luchando en América comprendieran que sin emancipación de España era absolutamente imposible lograr una sociedad más igualitaria. La revolución democrática deviene así en una revolución nacional. San Martin fue a su llegada por decirlo de alguna forma el último representante de la revolución española y se terminó convirtiendo en el primer representante real de la gesta de la emancipación nacional que era continental El rey Fernando toma una postura conservadora, desecha la constitución liberal de Cádiz dictada en su ausencia y no solo reprime a los revolucionarios en España, sino que además envía tropas a controlar a los “rebeldes” americanos, que en su ausencia se habían animado a formar sus propios gobiernos. “Unámonos, paisano mío, para batir a los maturrangos que nos amenazan: divididos seremos esclavos, unidos, estoy seguro que los batiremos… después nos queda tiempo para concluir de cualquier modo nuestros disgustos en los términos que hallemos por convenientes sin que haya un tercero en discordia que nos esclavice”, “José de San Martín”

San Martín y Bolívar habían soñado con que todos los países de Hispanoamérica se unieran, que formaran una sola nación. Por eso, Bolívar propone en 1826 una gran reunión para que asistan representantes de todas las regiones. Así se lleva a cabo el Congreso de Panamá. Tenia la idea que el istmo de panamá tuviera para América la misma importancia como símbolo de unidad que el istmo de corinto para los griegos. Pero no fue un encuentro exitoso, muchos países ya eran gobernados por las oligarquías locales que no querían integrarse a América Latina, que preferían su vínculo con el imperio Ingles y los beneficios sectoriales que esto les acarreaba.

En Buenos Aires, por ejemplo, Rivadavia no envía representantes. Propone que solo los enviaría si al congreso se invita también a los representantes de Inglaterra y los flamantes Estado Unidos. Algo así como gestionar a una convención de gallinas una invitación para el zorro… La opinión de san Martin sobre Rivadavia: “… seria cosa de nunca acabar si se enumerasen las locuras de aquel visionario, y la admiración de un gran numero de mis compatriotas, creyendo a improvisar en Buenos Aires la civilización europea con solo decretos que diariamente llenaba lo que se llamaba archivo oficial”.

Cruzó por última vez los Andes, estuvo unos días en Mendoza y pidió autorización para entrar en Buenos Aires para poder ver a su esposa, que estaba gravemente enferma. Rivadavia, ministro de gobierno del gobernador Martín Rodríguez, le negó el permiso argumentando que no estaban dadas las condiciones de seguridad para que San Martín entrara a la ciudad. En realidad Rivadavia, que siempre le había negado cualquier tipo de ayuda a San Martín, temía que el general entrase en contacto con los federales del Litoral. El gobernador de Santa Fe, Estanislao López, le envió una carta advirtiéndole que el gobierno de Buenos Aires esperaba su llegada para someterlo a un juicio por haber desobedecido las órdenes de reprimir a los federales y le ofreció marchar con sus tropas sobre Buenos Aires si se llegara a producir tan absurdo e injusto juicio. San Martín le agradeció a López su advertencia pero le dijo que no quería más derramamiento de sangre. Llega a Buenos Aires, no cobra sueldo alguno, hasta han suspendido a su hija la pensión que le acordaron después de la batalla de Chacabuco, acaba de morir su esposa, dos meses y medio después se embarca para Europa, solitario y triste.

La acción de estas oligarquías y las maniobras del imperialismo ingles fueron fragmentando el territorio americano: en 1825 se crea Bolivia (Alto Perú en los tiempos coloniales) ante la falta de iniciativa de Rivadavia para evitarlo, cuando fue consultado por Sucre; en 1827nacerá Uruguay (también con complicidad de Rivadavia y su esbirro García, en este caso con impulso directo de los ingleses); en 1830 la Gran Colombia se destruye y nacen Colombia, Ecuador y Venezuela, y unos años después la Federación Centroamericana (liderada por Morazán que mantenía unidos a todos los países de América Central con excepción de México) es destruida.

En cada país se imponen los puertos y las grandes ciudades capitales que tenían contacto con Europa. Allí enviaban sus productos (materias primas) que se comerciaban a cambio de mercaderías (manufacturadas) generalmente inglesas y en Centroamérica crecientemente norteamericanas. Sobre la derrota del proyecto de emancipación americana de carácter continental. Esta derrota la podemos simbolizar en el fracaso del congreso afitrionico convocado por Simón Bolívar. Se inicia la historia de las patrias chicas. Allí se iba con la sensación de haber arado en el mar el libertador Simón Bolívar, cuando traicionado por los propios y en camino del exilio, muere cerca de Santa Marta. La disputa de ser continental contra el colonialismo español para convertirse en una disputa al interior de cada país por el sentido del estado que se va a construir. Lo determinante no es tanto la forma de gobierno ni el ordenamiento y la descentralización territorial del poder (aunque en nuestro país tomo esas formas de agregación), lo central es el alineamiento con los centros de poder mundial (fundamentalmente la potencia emergente que era el Imperio Británico) o se generaba un estado en función de los intereses nacionales y populares.

Soberanía: PEQUEÑO DICCIONARIO Por Espasande Mara GUERRAS CIVILES: Son los enfrentamientos armados entre diferentes bandos dentro de un país. En América Latina se desarrollaron entre 1820 y 1880 aproximadamente. En Argentina las dos facciones fueron los unitarios y los federales. RENTAS DE LA ADUANA: Eran los impuestos que se recaudaban en el puerto, cuando se cobraba por los productos que desde el exterior ingresaban para ser vendidos en nuestro país (importaciones) FEDERALES: Grupos políticos que proponían la igualdad de derechos entre las provincias, buscaba la distribución de las rentas de la aduana, que Buenos Aires no concentrara la riqueza y el poder político. Defendían la cultura americana y una forma de vida más campestre. UNITARIOS: Grupo político que proponía que el poder político estuviese centrado en Buenos Aires. No querían la distribución de las rentas de la aduana, y tenían una forma de vida urbana. Eran admiradores de la cultura europea. BURGUESIA COMERCIAL: Son los comerciantes instalados en los puertos que se dedican fundamentalmente a comprar productos a los países europeos (a Inglaterra fundamentalmente) y revenderlos en nuestro territorio TERRATENIENTES: Son los dueños de gran cantidad de tierras. CAUDILLOS: Lideres de las Montoneras Gauchas. Por lo general provenían de familias terratenientes, por lo cual podían aportar armas y caballos para la guerra. Se enfrentaban contra los unitarios y contra el centralismo porteño. MONTONERAS: Aquellos que luchan “en montón”. Son los grupos de gauchos que se juntan para luchar contra los unitarios. Son liderados por un caudillo federal. IMPORTACIÓN: Cuando un producto extranjero ingresa a nuestro territorio para ser vendido. EXPORTACIÓN: Cuando los productos nacionales son vendidos al exterior. GOLPE DE ESTADO: Es el derrocamiento de un gobierno legítimamente elegido por el pueblo. Si bien en el siglo XIX este concepto no se usaba, cuando Lavalle apresa y luego fusila a Dorrego –gobernador legitimo- puede ser considerado el primer golpe de estado. SOBERANIA NACIONAL: Es la capacidad que tiene un Estado de gobernar en su territorio sin que otros países interfieran en sus decisiones. Hay diferentes tipos de soberanía: la territorial, la económica, la política. En cualquiera de estos casos cuando un país o institución extranjera interviene en nuestros asuntos se considera violación de nuestra soberanía.

MATERIAS PRIMAS: Productos extraídos directamente de la naturaleza sin elaboración posterior. Ej. Productos agrícolas (trigo, maíz, soja) y ganaderos. MANUFACTURAS: Productos elaborados luego del proceso industrial. PUEBLO: Es el conjunto de grupos sociales perjudicados por la condición de país dependiente. A pesar de pertenecer a distintas clases, los une la necesidad de lograr la liberación nacional. Por ejemplo, la clase obrera, los campesinos, los industriales nacionales, la pequeña burguesía (comerciantes, profesionales, etc.). PROTECCIONISMO: Política que defiende la producción nacional. Puede ser artesanal (como en el siglo XIX) o industrial (siglo XX y XXI). Para esto es necesario la fuerte intervención del estado y el aumento de los impuestos para los productos extranjeros que ingresan al país, y que al ser mas baratos funden las industrias locales. LIBRE COMERCIO: Política que defiende la necesidad de no establecer impuestos en el comercio. Favorece el intercambio con los países industriales, perjudicando a la industria nacional que no puede competir con las grandes industrias de los países centrales. Fue la política defendida históricamente por la oligarquía. LIBERACION NACIONAL: Proceso por el cual un país colonial o semicolonial logra su independencia absoluta. Puede romper vínculos que lo unen a los países imperialistas y logra un desarrollo propio, en beneficio del pueblo. Para esto debe enfrentarse con los poderes de afuera y con la oligarquía. De esta manera se resuelve la “cuestión nacional” aún pendiente. DEPENDENCIA: Es la condición económica, social y cultural de un país dominado por otro, que dificulta el desarrollo nacional. La dependencia puede ser: a)política (cuando el gobierno es impuesto desde afuera); b)económica (cuando las riquezas de un país son saqueadas y aprovechadas por otro); c)cultura (cuando se considera mejor todo lo proveniente de Europa o de EEUU y totalmente inferior lo propio de América) América Latina en el Bicentenario N2 “La lucha de dos modelos de país”, Espasande Mara