10
  Intr od ucción La búsqueda de fórmulas eficaces para combatir las enfer- medades infecciosas ha conducido al establecimiento de dos clas es de medidas pr eve nti vas : las de índol e higi énico/ s ani- tario y las que se refieren al diseño de vacunas. En cuanto a las primeras, éstas permiten disminuir la frecuencia de diversos padecimientos y agrupan acciones conj unt as , tal es como l as de cocer adecua damente l os a l ime- nos, hervir el agua y la leche antes de ingerirlas, lavarse las manos des pués de ir al baño y ant es de comer o de pr eparar alimentos, emplear preservativos durante el acto sexual, evitar el hacinamiento, no acudir a lugares cerrados muy congregados, mantener limpios los sistemas de abasteci- mi ento acuífero, etcéte ra. Sin embargo, dependiendo de la situación socio-econó- mica de la población, las medidas anteriores suelen ser insuficientes, impracticables y hasta desconocidas; por tal moti vo, el des arrol lo de vacuna s e fi cace s de fácil apli ca ción conti núa repres entando una meta pri ori tari a e n el campo de la salud pública. Cabe recordar que si bien las vacunas empezaron a aparecer desde la primera mitad del siglo X X , la carencia del sustento científico necesario para su diseño motivó que las aportaciones de la gran mayorí a de e ll as 1  resultaran nulas o muy li mi tada s ; de hecho, la única que a lcanzó la efectiv idad deseada fue la ampliamente conocida como ‘‘triple’’ (ya que protegea la pobl ación contra e l t éta nos, la tosferina y l a di fteri a). Es decir que, realmente, en esa época sólo se conocían los fundamentos primarios ----aún vigentes---- de la producción vacunal; tales bases se resumen en las siguientes aseveracio- nes (Griffiths, 1991): Por lo general, cuando un agente infeccioso se establece por vez pri mera en e l organismo del hospe dero, tr ans cu- rren hasta dos semanas para que los anticuerpos dirigidos en su contra alcancen concentraciones protectoras. En contraste, un segundo contacto con el mismo agresor llega a generar respuestas inmunológicas considerables en tan sólo uno o dos días. Por lo tanto, el papel concreto de una vacuna, es el de sustituir la primera exposición. Evidentemente, en los años recientes se han logrado definir los requerimientos mínimos para que las vacunas cumplan estrictamente su finalidad en los seres humanos: deben inducir una respuesta inmune basta y específica, ser accesibles desde el punto de vista económico, administrarse, almacenarse y trasladarse con cierta facilidad, así como resultar muy seguras, en el sentido de no originar efectos tóxicos ni signos de las enfermedades contra las cuales se desea conferir protección. Ante tal panorama, el es tudi o de l os fa ctor esbacte ri anos de virulencia ha adquirido una importancia capital. Por citar tres ejemplos (Deitsch, 1997; Griffiths, 1991; Keisari, 1997): El descubrimiento de que la adherencia representa uno de los pasos determinantes en el proceso infectivo ha conducido a investigar si las adhesinas de los agentes causales pueden significarse como eficaces componen- tes vacunales; en consecuencia, tales organelos ----purifica- dos---- están siendo probados como inmunógenos para prevenir el cólera y la tosferina. El hallazgo de que la cápsula bacteriana posee propieda- des antifagocitarias ha estimulado la preparación de va- cunas experimentales, integradas por polisacáridos cap- sulares de  St re p t o c o c c u s p n e u moniae(a ge nte etiol ógico de l a neumonía neumocóccica) y de H ae m o philus infl ue nzae (principal causante de la meningitis infantil), para tratar de establecer si los anticuerpos inducidos facilitan la erradicación de di chos micr oorganis mos ca ps ulados por parte de los macrófagos y neutrófi los. Las observaciones de que algunas especies tales como Ne i sse ri a go no rrho e ae pueden modificar rápidamente sus antígenos de superficie, ha prevenido a los diseñadores de vacunas s obr e la nece s id ad de e l eg i r cor r ectamente los inmunógenos bacterianos; la desafortunada selección de algún componente micr obi ano que s ufr iera variaciones in vivo , deja a s in ut il idad a los a nticue rpos inducidos por l a estructura original. En r es umen, el conocimiento de las e s tr ate gias impl ica- das en la patogenicidad bacteriana resulta indispensable PROFESORES AL DÍA  Pr in cipa le s fa ct o r e s b a ct e r ia n o s q u e  p r om u e ve n la colon iz a ción e in va sió n  d e los t e j ido s h u m a n o s R aúl G arza Ve lasco ,* ss i c a Ávalos G o nzá le z,* Sar a M. Ugalde Mate hua la*  y Ma ri s o l L ó p e z L ó p e z** * Departamento de Biología, F acultad de Quím ica, UNAM. ** Departamento de Sistemas Biológicos, División de Ciencias Biológicas y de la Salud, UAM-Xochimilco. 1  Incluidas las elaboradas c ontra neumoní a, meningitis, cólera, fiebre tifo idea, diarrea infantil, gon orrea, sífilis y seps is bacteriana.  27 4 E duc aci ó n Quí m i c a  11 [2]

invasiones bacterianas

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Bacterias

Citation preview

  • IntroduccinLa bsqueda de frmulas eficaces para combatir las enfer-medades infecciosas ha conducido al establecimiento de dosclases de medidas preventivas: las de ndole higinico/sani-tario y las que se refieren al diseo de vacunas.

    En cuanto a las primeras, stas permiten disminuir lafrecuencia de diversos padecimientos y agrupan accionesconjuntas, tales como las de cocer adecuadamente los alime-nos, hervir el agua y la leche antes de ingerirlas, lavarse lasmanos despus de ir al bao y antes de comer o de prepararalimentos, emplear preservativos durante el acto sexual,evitar el hacinamiento, no acudir a lugares cerrados muycongregados, mantener limpios los sistemas de abasteci-miento acufero, etctera.

    Sin embargo, dependiendo de la situacin socio-econ-mica de la poblacin, las medidas anteriores suelen serinsuficientes, impracticables y hasta desconocidas; por talmotivo, el desarrollo de vacunas eficaces de fcil aplicacincontina representando una meta prioritaria en el campo dela salud pblica.

    Cabe recordar que si bien las vacunas empezaron aaparecer desde la primera mitad del siglo XX, la carencia delsustento cientfico necesario para su diseo motiv que lasaportaciones de la gran mayora de ellas1 resultaran nulas omuy limitadas; de hecho, la nica que alcanz la efectividaddeseada fue la ampliamente conocida como triple (ya queprotege a la poblacin contra el ttanos, la tosferina y la difteria).

    Es decir que, realmente, en esa poca slo se conocanlos fundamentos primarios ----an vigentes---- de la produccinvacunal; tales bases se resumen en las siguientes aseveracio-nes (Griffiths, 1991):

    Por lo general, cuando un agente infeccioso se establecepor vez primera en el organismo del hospedero, transcu-rren hasta dos semanas para que los anticuerpos dirigidosen su contra alcancen concentraciones protectoras.

    En contraste, un segundo contacto con el mismo agresor

    llega a generar respuestas inmunolgicas considerablesen tan slo uno o dos das.

    Por lo tanto, el papel concreto de una vacuna, es el desustituir la primera exposicin.

    Evidentemente, en los aos recientes se han logradodefinir los requerimientos mnimos para que las vacunascumplan estrictamente su finalidad en los seres humanos:deben inducir una respuesta inmune basta y especfica, seraccesibles desde el punto de vista econmico, administrarse,almacenarse y trasladarse con cierta facilidad, as comoresultar muy seguras, en el sentido de no originar efectostxicos ni signos de las enfermedades contra las cuales sedesea conferir proteccin.

    Ante tal panorama, el estudio de los factores bacterianosde virulencia ha adquirido una importancia capital. Por citartres ejemplos (Deitsch, 1997; Griffiths, 1991; Keisari, 1997):

    El descubrimiento de que la adherencia representa unode los pasos determinantes en el proceso infectivo haconducido a investigar si las adhesinas de los agentescausales pueden significarse como eficaces componen-tes vacunales; en consecuencia, tales organelos ----purifica-dos---- estn siendo probados como inmungenos paraprevenir el clera y la tosferina.

    El hallazgo de que la cpsula bacteriana posee propieda-des antifagocitarias ha estimulado la preparacin de va-cunas experimentales, integradas por polisacridos cap-sulares de Streptococcus pneumoniae (agente etiolgico de laneumona neumocccica) y de Haemophilus influenzae(principal causante de la meningitis infantil), para tratarde establecer si los anticuerpos inducidos facilitan laerradicacin de dichos microorganismos capsulados porparte de los macrfagos y neutrfilos.

    Las observaciones de que algunas especies tales comoNeisseria gonorrhoeae pueden modificar rpidamente susantgenos de superficie, ha prevenido a los diseadoresde vacunas sobre la necesidad de elegir correctamente losinmungenos bacterianos; la desafortunada seleccin dealgn componente microbiano que sufriera variaciones invivo, dejara sin utilidad a los anticuerpos inducidos por laestructura original.

    En resumen, el conocimiento de las estrategias implica-das en la patogenicidad bacteriana resulta indispensable

    PROFESORES AL DA

    Principales factores bacterianos quepromueven la colonizacin e invasin de los tejidos humanosRal Garza Velasco,* Jssica valos Gonzlez,* Sara M. Ugalde Matehuala* y Marisol Lpez Lpez**

    * Departamento de Biologa, Facultad de Qumica, UNAM.** Departamento de Sistemas Biolgicos, Divisin de CienciasBiolgicas y de la Salud, UAM-Xochimilco.

    1 Incluidas las elaboradas contra neumona, meningitis, clera,fiebre tifoidea, diarrea infantil, gonorrea, sfilis y sepsis bacteriana.

    274 Educacin Qumica 11[2]

  • para definir con fundamento las acciones y los mecanismosasociados al combate de numerosos padecimientos ocasio-nados por microorganismos. El presente trabajo describealgunos de los principales factores de virulencia que promue-ven la invasin y/o colonizacin bacterianas de los tejidoshumanos.

    Principales factores asociados a la invasividad y colonizacin bacterianasDe acuerdo con numerosos autores, las dos propiedades queconfieren patogenicidad a las bacterias son la toxigenicidady la invasividad; en cuanto a la primera de ellas, aqulla sedefine como la capacidad para producir toxinas2 y, por suparte, la invasividad se refiere a la facultad para penetrar,establecerse, reproducirse y diseminarse en los tejidos delhospedero (Heithoff; 1997; Quinn; 1997; Smith, 1998).

    Cabe aclarar que el trmino invasividad tambin esutilizado especficamente en alusin a la capacidad de ciertasbacterias para reproducirse intracelularmente y desplazarsedel citoplasma de una clula al de las otras. Para quienes sloaceptan lo anterior, el crecimiento de microorganismos vi-rulentos sobre/fuera de las clulas del hospedero requiere deotras denominaciones, tales como la de colonizacin ----aun-que sta no permite descartar al proceso benfico que supo-ne el establecimiento de la flora habitual en los tejidos delhospedero----, o bien, la de invasin extracelular (Todar, 1998).

    En todo caso, es indudable que numerosas bacteriaspatgenas que slo se reproducen extracelularmente tam-bin invaden los tejidos y, como ocurre en el caso de lasintracelulares, producen factores de virulencia que les per-miten adherirse a las clulas y tejidos implicados, reprodu-cirse en su tejido blanco y neutralizar los mecanismos dedefensa del hospedero (Heithoff; 1997; Quinn; 1997; Smith,1998).

    As las cosas, tanto los invasores extracelulares como losintracelulares comparten las propiedades y mecanismos quese describen a continuacin, exceptuando a los relacionadoscon la residencia intracelular.

    AdhesinasDe acuerdo con el diagrama 1, una vez que una bacteriacontacta con su tejido blanco, intentar adherirse a lasuperficie de las clulas implicadas; la eventual concrecin

    de tal objetivo resulta particularmente importante en regio-nes anatmicas tales como la boca, el intestino delgado y eltracto urinario, ya que las mucosas implicadas son lavadaspor diversos fluidos que arrastran con cierta facilidad a losmicroorganismos libres. Sin embargo, an en zonas rela-tivamente estancadas, tales como el colon y el tracto vaginal,el movimiento Browniano puede separar de la superficietisular a las bacterias que no logran fijarse con firmeza a lasclulas del hospedero. A este respecto, es oportuno tomar encuenta que la mayora de los patgenos se puede unir demanera ms o menos estable a los tejidos humanos (Dalton,1998; Heithoff; 1997; Quinn; 1997; Smith, 1998, Todar,1998).

    Pili o fimbriasEl mecanismo ms conocido de adherencia bacteriana invo-lucra la formacin de enlaces mediados por protenas fibrilaresdenominadas pili o fimbrias, indistintamente; un pilus seconstituye bsicamente por una secuencia ordenada de su-bunidades proteicas de pilina que forman una estructuracilndrica.

    Los pili son largos, flexibles y se extienden hacia elexterior de la superficie bacteriana para interactuar con laclula hospedera; aunque frecuentemente se encuentrandistribuidos en todo el permetro microbiano, algunas espe-cies slo los presentan en una o ms zonas especficas(Dalton, 1998; Hacker, 1997).

    La punta de los pili median la adherencia bacterianaunindose a ciertas molculas ubicadas sobre la superficiede las clulas de los tejidos; por lo general, estos recepto-res de las adhesinas fimbriales corresponden a carbohidratos,glicoprotenas o glicolpidos, cuya funcin primaria consisteen mantener unidas a las clulas de los tejidos, aunquetambin se acepta que fungen como receptores hormonalesy/o que representan seales asociadas a los mecanismos detransduccin de dichas clulas.

    La unin de los pili a su clula blanco es tan especfica,que los receptores presentes en los tejidos del hospederodeterminan el tipo de bacterias que colonizan la zona impli-cada. En algunos casos, la unin especfica entre el carbo-hidrato superficial de la clula hospedera y el extremo distaldel pilus depende de otras protenas localizadas precisamen-te en la punta de la fibrilla; no obstante, numerosas reaccio-nes de adhesin se basan en la participacin directa de lapilina (Deitsch, 1997; Finlay, 1997; Hacker, 1997).

    La secrecin, el ensamble y el anclaje de cada pilusbacteriano representan procesos complejos que requieren dela presencia de numerosas protenas auxiliares. En el primerode los tres pasos mencionados, ocurre la secrecin de pilinay de otras molculas proteicas, a travs de la membranainterna y en direccin hacia el espacio periplsmico; lgica-

    PROFESORES AL DA

    2 La toxigenicidad bacteriana es responsable de diversos padecimien-tos y, excepto en el caso de las intoxicaciones ----cuyo origen tiene quever con el hecho de que los microorganismos liberan sus toxinas enlos alimentos u otros ingeribles----, depende de que el agente toxignicose adhiera previamente a los tejidos del individuo afectado; dada sugran extensin, las temticas asociadas a la toxigenicidad no seabordan en el presente trabajo.

    Abril de 2000 275

  • mente, la secrecin de las protenas fimbriales requiere deltransporte activo de dichas molculas, desde el citoplasma(a travs de las membranas externa e interna) hasta lasuperficie celular o el medio extracelular (Hacker, 1997;Henderson, 1998).

    Cabe sealar que, a la fecha, slo se han detectadocuatro sistemas de secrecin proteica en las bacterias Gramnegativas, conocidos como I, II, III y IV, todos los cualesemplean energa proveniente de la hidrlisis del ATP; sinembargo, nicamente el de tipo III se relaciona con eltraslado de factores de patogenicidad bacteriana (Dalton,1998; Henderson, 1998; Mecsas, 1996).

    El sistema de secrecin tipo III corresponde a un sistemaespecializado en la exportacin de factores proteicos devirulencia hacia las clulas hospederas, el cual se disparahasta que el patgeno entra en contacto con su tejido blan-co. Se constituye por aproximadamente 20 protenas situadasen las membranas externa e interna, aunque otras molculasproteicas conocidas como carabineras o chaperonastambin desempean papeles crticos: se unen al productoen el citoplasma, a fin de estabilizarlo, de evitar su plega-miento y de impedir su asociacin a otras protenas, a fin deque aqul pueda ser trasladado a su destino. Es oportunodestacar que los genes que codifican para la sntesis de lasprotenas que promueven la exportacin residen en el cro-mosoma o en plsmidos bacterianos, formando parte de loque recientemente se ha denominado islas de patogenici-dad 3 (Dalton, 1998; Henderson, 1998).

    Ensamble y anclaje fimbrial. Tal como se mencioncon anterioridad, una vez que se han elaborado las protenasfimbriales, stas son protegidas por las carabineras o cha-

    peronas, las cuales adems las transportan hacia la mem-brana externa. En este sitio, la protena C regula el ensam-ble: la porcin adherente es desplazada hacia el exterior ylas subunidades de pilina se van incorporando a su otroextremo (el interior), empujando la punta adherente hastaque la fibrilla adquiere la longitud adecuada; finalmente, otraprotena periplsmica seala el final del proceso y, al pare-cer, origina el anclaje del extremo posterior a la pared celular(Heithoff, 1997; Henderson, 1998).

    La produccin de fimbrias es continua y permanente,no slo para sustituir las fibrillas que se van perdiendodurante el desplazamiento de la bacteria o despus de queha sucedido la adherencia sino, adicionalmente, para evadirla accin neutralizante de los anticuerpos anti-pili; en esteltimo sentido, se ha comprobado que varias especies soncapaces de elaborar subsecuentemente otras clases de fim-brias, qumicamente diferentes a las originales (fenmenoconocido como variacin antignica), para provocar laobsolescencia de los anticuerpos bloqueadores inducidospor las que fueron sintetizadas con anterioridad (Deitsch,1997).

    Es importante subrayar que algunos autores proponenque el verdadero papel de las adhesinas podra ser el deestabilizar el contacto bacteriano con sus clulas blanco,en tanto se forman enlaces ms estables entre otras sustanciasde superficie de uno y el otro protagonistas (Edwards, 1998;Lipsitch, 1997).

    Los Pili P como modelos fimbriales. Algunos pat-genos llegan a elaborar ms de una docena de adhesinasdiferentes, tomando en cuenta a las producidas por la mismaclona en diferentes lapsos y a las elaboradas por diversascepas de la misma especie; sin embargo, un considerablenmero de tales estructuras presenta propiedades comunes(Edwards, 1998, Lee, 1996).

    Una de las caractersticas compartidas por los diferentestipos de pili reside en la maquinaria molecular que se

    PROFESORES AL DA

    3 El trmino islas de patogenicidad ha emergido recientemente ycorresponde al conjunto de genes cromosmicos, plasmdicos, traspo-snicos, etctera, que codifican para la sntesis de factores de virulenciabacteriana.

    Diagrama 1. El proceso infectivo (Finlay, 1997; Lipsitch, 1997).

    foco infeccioso va detransmisin

    contacto bacteriano conel hospedero susceptible

    va de entrada penetracin bacterianaal hospedero susceptible

    a) va de accesob) quimiotaxis

    contacto yestablecimiento en otros

    tejidos del hospedero

    va dediseminacin

    establecimiento yreproduccin bacterianos

    en el tejido blancoprimario

    adhesinascontacto bacteriano con el tejido blanco

    primario

    276 Educacin Qumica 11[2]

  • encarga de la biognesis, el ensamble y el anclaje de cadapilus sobre la superficie bacteriana. A este respecto, losanlisis de la denominada familia de pili P (pili asociados apielonefritis) ----presente en cepas de Escherichia coli y enmuchos otros gneros Gram negativos----, han conducidohacia el mayor entendimiento de los procesos implicados.

    En este sentido, el opern4 pap controla la elaboracinde los pili P, codificando para la sntesis de las protenas Pap,cuyas funciones son las siguientes (Edwards, 1998, Lee,1996):

    Pap D funge como la chaperona encargada de transportardiversas subunidades del pilus, desde la membrana cito-plsmica hasta la membrana externa de la bacteria.

    Pap C recibe las molculas trasladadas por Pap D y lasacomoda en la membrana externa.

    Pap A, la subunidad ms grande del pilus, es anclada a lamembrana externa por Pap H.

    Pap E y la porcin que funge como adhesina: Pap G,forman parte de la punta del filamento fimbrial.

    Pap F y Pap K se encuentran involucradas en la sntesisde la punta de la fibra.

    Si bien los diferentes pili bacterianos cuentan con receptoresdistintos en sus respectivos tejidos blanco, varios aspectos delopern pap aplican para numerosos sistemas fimbriales, einclusive, las protenas implicadas llegan a ser intercambia-bles. Por ejemplo, una gran familia de por lo menos trecechaperonas periplsmicas muy similares a Pap D median elensamble de los pili K88, K99 (ambos pertenecientes aE. coli) y del producido por Haemophilus influenzae, entremuchos otros.

    Adhesinas no fimbrialesAlgunas bacterias presentan protenas superficiales cuyaestructura y proceso de ensamble difieren de los observadosen los pili, aunque tambin funcionan eficazmente comodeterminantes de adherencia; dichas sustancias reciben ge-nricamente el nombre de adhesinas no fimbriales y suparticipacin suele ser independiente de la ausencia o pre-sencia de pili, si bien en algunas cepas suele ser posterior ala de stos; adems, buena parte de ellas reconocen comosus receptores a ciertas protenas superficiales en los tejidosblanco, en lugar de unirse a carbohidratos (Edwards, 1998;Hacker, 1997).

    Dado que prcticamente todos los estudios asociados alos pili se han realizado en bacterias Gram negativas, anpersisten diversas dudas acerca de las estructuras de adhe-

    rencia de las Gram positivas; hasta este momento, todoindica que las principales adhesinas de este ltimo grupo sonlos cidos lipoteicoicos (ALT) que integran la pared celular y,principalmente, algunas protenas externas no fimbriales,tales como la F de Streptococcus pyogenes, cuya receptora es lafibronectina presente en los eritrocitos y en muchas otrasclulas humanas (Dunny, 1997).

    Por otro lado, mencin aparte merecen las densas capasde microorganismos que aparecen sobre las superficies co-lonizables; en dichas biopelculas (biofilms), slo la capa msinterna se encuentra unida a la superficie blanco, ya quelas exteriores se fijan a las que les anteceden, a travs dematrices de polisacridos (Smith, 1998; Todar, 1998).

    Las biopelculas se han observado en micrografas elec-trnicas del tracto intestinal, boca, pulmones y vagina, perotambin en las obtenidas a partir de sondas, catteres yprtesis empleados en medicina clnica. En cuanto a losperjuicios que provocan al aparecer en estos ltimos dispo-sitivos mdicos, figuran los siguientes (Smith, 1998; Todar,1998):

    Numerosos fragmentos liberados de las pelculas puedeningresar a riones y al torrente circulatorio de los indivi-duos implicados, agravando notablemente los cuadrospatolgicos originales.

    Sus compactas estructuras suelen impedir la accin de losantibiticos y de los fagocitos, lo que obliga a retirarlos materiales plsticos colonizados que se hayan inser-tado en el organismo del enfermo.5

    Finalmente, es preciso comentar que, an cuando algunospatgenos carezcan de adhesinas o las que posean no resul-ten complementarias de los receptores presentes en unamucosa, la eventual acumulacin de moco ----ya sea porsntesis excesiva de ste o por la ineficacia de los vellos ycilios---- tambin llega a promover el establecimiento y lareproduccin bacterianos (Lipsitch, 1997).

    MovilidadAlgunas mucosas humanas, tales como las del intestinodelgado y del tracto urinario, se encuentran an ms prote-gidas de la colonizacin bacteriana, ya que son irrigadasconstantemente por fluidos de desplazamiento rpido. Portal motivo, las bacterias mviles suelen contar con mayoresposibilidades de entrar en contacto con las clulas epiteliales;de hecho, para intentar su posterior adherencia a los tejidos,

    PROFESORES AL DA

    5 Dada la gran cantidad de problemas intrahospitalarios generados porel desarrollo de biopelculas en las sondas, catteres y prtesis, actual-mente se realizan diversas investigaciones tendientes a encontrar otrosmateriales que inhiban la adhesin bacteriana.4 Un opern corresponde a un conjunto de genes.

    Abril de 2000 277

  • los microorganismos inmviles dependen casi exclusiva-mente de los tractos a colonizar presenten segmentos curvosy/o generen contracciones tales como las que promueven eltraslado de los contenidos luminales (Harshey, 1996).

    Adems, la movilidad resulta determinante para el avan-ce bacteriano a travs de la capa de mucina que recubre losepitelios de las mucosas pero, principalmente, es necesariapara que la direccin del desplazamiento dependa de lasseales quimiotcticas originadas en las clulas blanco ybasadas en los gradientes de concentracin de los carbohi-dratos y aminocidos existentes (Hacker, 1997).

    De hecho, el flagelo bacteriano semeja una eficaz m-quina de propulsin que conduce al patgeno; por lo regular,un sistema flagelar enteramente funcional presenta doscomponentes principales: una estructura susceptible de serobservada al microscopio, que incluye un filamento helicoi-dal rgido, regulado desde la base por un dispositivo rotatoriocomplejo, y un control integrado por una red bioqumica quetransmite la informacin qumica y fsica ----proveniente delmedio externo----; las seales bioqumicas generadas por di-cha red influyen en la direccin de la rotacin flagelar y, porlo tanto, en la conducta migratoria de la bacteria (Hacker,1997; Harshey, 1996).

    Si bien la movilidad a travs de flagelos ha sido la msestudiada por los investigadores, es claro que existen otrasformas de desplazamiento bacteriano, incluida la de lasespiroquetas Treponema pallidum, Borrelia recurrentis, etctera----que atraviesan la piel y mucosas girando sobre su propioeje (como sacacorchos)---- y el simple movimiento Brownianoque permite a Staphylococcus, Streptococcus y otros gneros----supuestamente inmviles---- trasladarse dentro de los diver-sos tractos hasta lograr su contacto con sus respectivos tejidosblanco. Asimismo, las bacterias intracelulares no flagela-das, entre las que destaca Shigella, adquieren la propiedad deavanzar tanto intracelular como intercelularmente, merceda que permanecen unidas al extremo de las fibras de actinasituadas en la superficie de las clulas infectadas (Hacker,1997; Pollard, 1995).

    Exoenzimas hidrolticasLas bacterias patgenas suelen liberar numerosas enzimashidrolticas las cuales degradan sustancias que, habindoseelaborado por el hospedero ----para su propio beneficio----,terminan siendo utlizadas por el agente invasor ----para lograrsu reproduccin y/o diseminacin----; de hecho, algunas nose clasifican como exotoxinas slo por un mero formulismo,ya que indudablemente ocasionan dao a clulas y/o tejidoseucariotes.

    Entre las hidrolasas bacterianas que lesionan al hospe-dero destacan las DNAsas, fosfatasas y leucocidinas, queocasionan la muerte de los fagocitos, as como las hialuroni-

    dasas, elastasas y colagenasas, las cuales destruyen la matrizextracelular que une entre s a las clulas de una grancantidad de tejidos y, por tal motivo, se consideran factoresde diseminacin; adems, existen las que interfieren laaccin de los antibiticos (b-lactamasas, acetil-transferasas yotras) y las que degradan a los anticuerpos de la clase IgAs(Lantz, 1997; Marcotte, 1998; Smith, 1998).

    IgA hidrolasasLas especies bacterianas que pretenden colonizar las super-ficies mucosas enfrentan el riesgo de quedar inmovilizadasen la capa de mucina, cuyo poder atrapador reside en suconsistencia pero, principalmente, en su contenido de anti-cuerpos de la clase IgA secretoria6 (IgAs); estas molculasdimricas se encuentran fijas a la mucina por su fraccin Fc,por lo que sus Fab libres fungen como elementos pegajososa los que, previa reaccin inmunoespecfica, se fijan los micro-organismos va sus determinantes antignicas (figura 1).

    En este sentido, la estrategia bacteriana correspondienteconsiste en producir IgA hidrolasa, que escinde a la inmu-noglobulina ----a nivel de la bisagra----, con lo cual la clulabacteriana implicada se puede separar de la mucina ----juntocon los fragmentos del anticuerpo que permanecen adsorbi-dos a su superficie----, dejando a los Fc ligados al moco.Neisseria gonorrhoeae y Haemophilus influenzae figuran entre lasespecies que sintetizan IgA hidrolasa con mayor regularidad.

    PROFESORES AL DA

    6 Los anticuerpos se dividen en cinco clases: IgA, igG, IgM, IgE e IgD,siendo las tres primeras las que participan ms consistentemente en ladefensa del hospedero; la IgA es la que predomina en las mucosas, ylas dos siguientes, en la sangre, en la linfa y en los rganos internos.7 Los anticuerpos son protenas (inmunoglobulinas) integradas por doscadenas pesadas (H) y dos ligeras (L), unidas entre s por puentesdisulfuro.

    Fc = regin cristalizable (no especfica) Puentes disulfuro

    Bisagra

    Fab (regiones que reaccionan especficamente con su componente homlogo, localizado en la superficie bacteriana)

    Figura 1. Esquema simplificado de un anticuerpo7 (Casadevall, 1998).

    278 Educacin Qumica 11[2]

  • Es preciso mencionar que este tipo de enzimas slo exhibesu capacidad hidroltica sobre el isotipo IgA1, pero ste es elque predomina en casi todas las superficies mucosas (Lamm,1998; Marcotte, 1998).

    Agentes quelantes de hierroComo es sabido, el hierro representa un elemento indispen-sable para el crecimiento bacteriano, pero sus concen-traciones son particularmente bajas dentro del organismohumano, en donde prcticamente casi todo se encuentraligado a transferrina, ferritina, lactoferrina y hemina.

    De acuerdo con ello, la sobrevivencia bacteriana depen-de de la capacidad de cada especie para captar hierro libreo enlazado a otras molculas; en este aspecto, se han detec-tado tres posibles mecanismos: uno implica la sntesis desiderforos o protenas extracelulares de batalla que, ade-ms de unirse al metal, cuentan con receptores propios en laclula del microorganismo; en el segundo, otros receptoressuperficiales de hierro fijan a este ltimo, aunque se encuen-tre ligado a siderforos sintetizados y liberados por otrasespecies microbianas, e inclusive, a transferrina o a lactofe-rrina; finalmente, el tercero parece involucrar la produccinde exotoxinas que destruyen a las clulas del hospedero(incluidos los eritrocitos) para que stas liberen sus reservasdel metal: varios estudios efectuados in vitro han evidenciadoque este tipo de toxinas slo se llega a sintetizar cuando elmicroorganismo desarrolla en medios carentes de hierro(Ellison, 1994).

    Lgicamente, una vez que el metal se fija a la clulabacteriana, aqul debe ser desligado de la molcula a la quese haba unido; sin embargo, an se desconocen los procesosrelacionados con dicha etapa de elucin.

    Evasin de la accin de fagocitos, anticuerpos y el complemento

    La accin anticomplementaria y antifagocitaria de la cpsula bacterianaLas cpsulas corresponden a redes poco compactas de pol-meros que recubren la superficie de diversas bacterias. Ensu gran mayora, las ms estudiadas estn constituidas porpolisacridos, aunque tambin las hay conformadas por pp-tidos, protenas o glucoprotenas y, por lo general, su papelconsiste en proteger al microorganismo de la respuestainflamatoria del hospedero (Hacker, 1997; Kotwal, 1997).

    En cuanto a las acciones anticomplementarias de lascpsulas, es conveniente recordar que, en el humano y enlos animales superiores, el sistema del complemento seconstituye por varias protenas (incluyendo a la C1, C2,,C8 y C9) que se activan en forma de cascada hasta generaruna molcula ltica denominada complejo de ataque a la

    membrana (MAC), que promueve la destruccin de lasclulas microbianas (Sakamoto, 1998).

    La activacin de este sistema se concreta a travs de dosvas diferentes: la alterna, que se considera inespecficadebido a que ocurre cuando el pptido C3b previamenteunido a la membrana externa de cualquier microorganismoreacciona secuencialmente con las protenas sricas B, D yproperdina; en cuanto a la segunda, recibe el nombre declsica, y se dispara como consecuencia de la reaccinantgeno-anticuerpo (Ag-Ac). Ambas vas incluyen la sntesisde sus respectivas C3 convertasas y, a partir de los siguientespasos, siguen un camino comn que conduce a la formacindel MAC (diagrama 2).

    Diversos estudios han mostrado que las cpsulas bacte-rianas neutralizan la accin ltica del complemento, de lassiguientes maneras (Sakamoto, 1998):

    Limitando la va alterna, al impedir la libre difusin deC3b y de las protenas B, D y properdina ----hacia lasuperficie bacteriana----, indispensables todas ellas parala formacin y estabilizacin de la C3 convertasa (C3bBb).En otras palabras, aunque cierta cantidad de C3b y de lasprotenas mencionadas puedan alcanzar la cubierta bac-teriana, la escasa formacin de la C3 convertasa limitarque la cascada activadora se manifieste plenamente; eneste aspecto, es oportuno tomar en cuenta que, a menorintegracin de C3bBb, se producir menor cantidad deC5b y, con ello, la sntesis del MAC sobre la superficiebacteriana resultar proporcionalmente menor.

    Captando en sus estructuras grandes cantidades de laprotena H ----dada la comprobada afinidad existente entreambas----; en este contexto, cabe recordar que cuando Hreacciona con C3b, este pptido es secuencialmente de-gradado por la protena srica I; tal es el mecanismoanticomplementario (y antifagocitario) adicional de lascpsulas ricas en cido silico.

    Por otra parte, la comprensin de las propiedades antifago-citarias de las estructuras capsulares requiere de recordar quela fagocitosis representa uno de los principales mecanismosde defensa con que cuenta el hospedero: los fagocitos profe-sionales (los neutrfilos y la serie monocito-macrfago) po-seen la capacidad para desplazarse por quimiotaxis hasta lostejidos en los que se ubica el agente invasor, para: a) englo-barlo (mediante la emisin de pseudpodos fagocitarios y laprevia reaccin entre las superficies de ambos protagonis-tas); b) encerrarlo en sus fagosomas; y c) provocar su muertea travs de las hidrolasas, el H2O2 y los iones superxido(O2----) contenidos dentro de los lisosomas (Keisari, 1997;Lantz, 1997).

    Cabe subrayar que la fagocitosis adquiere mayor

    PROFESORES AL DA

    Abril de 2000 279

  • eficacia cuando participan las opsoninas (sustancias que lafacilitan y promueven) y que, de stas, el organismo delhospedero elabora al menos dos clases: el pptido C3b, cuyaaccin es inespecfica porque reconoce a cualquier microor-ganismo, y los anticuerpos IgG; ambas opsoninas potencianla fagocitosis, dado que pueden unirse muy estrechamente ala superficie del invasor y, adems, cuentan con numerososreceptores localizados en la membrana de neutrfilos ymacrfagos (Keisari, 1997; Kotwal, 1997).

    No obstante, ciertos agentes causales evitan la fagocitosissintetizando cpsulas que impiden la reaccin entre suscomponentes superficiales y los de los fagocitos, o bien,elaborndolas con polisacridos muy semejantes a los gene-rados por su hospedero; a este respecto, Streptococcus pyogenesla produce de cido hialurnico (un carbohidrato que fungecomo elemento de unin entre las clulas de diversos tejidoshumanos) y Neisseria meningitidis la elabora de cido silico

    (un componente comn de las glicoprotenas superficialesde las clulas eucariotes); obviamente, ambos tipos de cp-sulas no son inmunognicas, ya que se constituyen porsustancias reconocidas como propias por el organismo delhospedero (Heithoff, 1997; Kotwal, 1997).

    Otras estrategias para evitar al complemento y a los fagocitosUno de los principales blancos del complemento en lasbacterias Gram negativas es el lipopolisacrido (LPS), ya queste acta como receptor de C3b y de C5b; en este sentido,dos tipos de ajuste bacteriano en el LPS afectan la interaccinentre ste y los componentes del complemento: en el prime-ro, el cido silico que forma parte del LPS (antgeno O) limitala sntesis de la C3b convertasa, tal como lo hacen lascpsulas bacterianas; en cuanto al segundo, ocurre un incre-mento en la longitud de las cadenas laterales del antgeno O,ocasionando que el MAC se forme lejos de la membrana

    PROFESORES AL DA

    Diagrama 2. Principales eventos asociados a la activacin del complemento (Sakamoto, 1998).

    protena H protena I

    C3bH degradacin

    C3b en sangre va alterna unin a LPS, ALT o Pgl dela bacteria (Bac)

    Bac-C3bB

    protena D

    acta como C3convertasa *

    Bac-C3bBb estable properdina Bac-C3bBb

    escisin de C3

    en C3a + C3b unin de C3b a C3bBb C4b2a

    acta como C5 convertasa

    Fc-C4b2a

    1) C4

    2) C2 C5a + C5b escisin de C5

    el Fc se une a C1q,r,s

    va clsicaunin de C5b a LPS o aprotenas externas de la

    bacteria

    unin de C6, C7, C8 y C9al C5b en la superficie

    bacteriana

    reaccin Ag-Ac en lasuperficie bacteriana

    Formacin del MAC polimerizacin de C9

    CLAVES: LPS = lipopolisacridos; ALT = cidos lipoteicoicos; Pgl = peptidoglicano; MAC = complejo de ataque a la membrana.* La activacin del complemento por las vas clsica y alterna es compartida a partir de la formacin de sus respectivas C3 convertasas.

    280 Educacin Qumica 11[2]

  • externa bacteriana y no pueda ejercer su accin ltica; en talcontexto, los microorganismos que no son destruidos por elMAC son clasificados como resistentes sricos y, entre ellos,destacan varios gneros Gram negativos que causan infec-ciones sistmicas (Sakamoto, 1998; Todar, 1998).

    Otras estrategias bacterianas antifagocitarias estn enca-minadas a impedir la migracin de los fagocitos hacia el sitioen donde se encuentran las bacterias, o bien, a limitar suefectividad. En este aspecto, se ha detectado una enzima quedegrada especficamente a C5a, un eficaz quimioatrayentede macrfagos, la cual predomina en cocos Gram positivostales como Streptococcus pyogenes. Adicionalmente, algunospatgenos producen protenas txicas, denominadas genri-camente agresinas, que afectan la accin fagocitaria, yasea: a) provocando la muerte de los fagocitos; b) impidiendola fusin fagosoma-lisosoma, o c) reduciendo la intensidaddel poder oxidativo del contenido lisosomal (Keisari, 1997).

    En resumen, ciertos agentes causales han desarrolladola capacidad para sobrevivir dentro de los polimorfonuclea-res, monocitos y macrfagos, por lo que representan un seriopeligro para la salud humana; los recursos ms efectivos delhospedero contra las bacterias que pueden sobrevivir dentrode los fagocitos comunes, son las clulas T citotxicas y losmacrfagos activados.

    Evasin de la accin de los anticuerposLos anticuerpos presentan una regin constante (compartidacon otros, independientemente del antgeno con el cualreaccionan) y una regin variable, en donde reside su espe-cificidad. Con respecto a su origen, son producidos y libera-dos por las clulas plasmticas las cuales, a su vez, corres-ponden a linfocitos B maduros (Kotwal, 1997).

    Cuando un agente microbiano penetra al organismo delhospedero, se expone a entrar en contacto con macrfagoso con una parte de los linfocitos B que es capaz de sintetizaranticuerpos dirigidos contra alguna de sus determinantes an-tignicas. En tal contexto, el microorganismo es inactivadoy procesado, y sus eptopos son trasladados hasta la superfi-cie de dichas clulas 8 ----merced al desplazamiento de lasmolculas del complejo principal de histocompatibilidad(MHC) 9----, para ser presentados a los linfocitos T cooperadores.

    Como consecuencia de los eventos anteriores, los linfo-citos T cooperadores se dividen y liberan linfocinas queamplan la informacin sobre las determinantes antignicasdel agente invasor, activando especficamente a las clonas delinfocitos B que producen anticuerpos contra alguno de loseptopos implicados. Finalmente, una porcin de dicha clonapermanecer como clulas de memoria que podrn iniciarel proceso ----junto con otros macrfagos---- en episodios futu-ros y, la restante, evolucionar a clulas plasmticas forma-doras del anticuerpo requerido.

    Es conveniente precisar que los anticuerpos de la claseIgG pueden actuar como opsoninas, neutralizan toxinasy activan el complemento; los IgM slo realizan esto lti-mo y, los IgA, incrementan la adhesividad de la mucina; porello, las dos primeras clases predominan en los tejidos, lasangre, la linfa y otros lquidos internos, mientras la terceraslo abunda en los epitelios mucosos y en la leche materna(Kotwal, 1997).

    Por lo que toca a la parte infectante, algunas bacteriaspatgenas son capaces de evadir la accin de los anticuerpos,a travs de diversos mecanismos: a) la modificacin de laestructura de importantes protenas superficiales (variacinantignica), incluidas las que constituyen sus pili; b) la sntesisde sustancias de envoltura que semejan a las elaboradas porel propio hospedero (como en el caso de las cpsulas confor-madas por los cidos silico o hialurnico); y c) el recubri-miento microbiano con protenas producidas por el organis-mo al cual colonizan (Deitsch, 1997; Finlay, 1997; Heithoff,1997).

    En esta ltima categora, los ejemplos ms claros inclu-yen a la fibronectina pero, sobre todo, a los anticuerpos queson adsorbidos por su fraccin Fc a la superficie bacteriana,sobre la cual existen receptores alternos para ellos, talescomo la protena A de Staphylococcus aureus y la G de Strep-tococcus pyogenes; evidentemente, dicha forma de unin entreel microorganismo y las inmunoglobulinas resulta intil,tanto para la opsonizacin como para la activacin delcomplemento pero, adems, dependiendo de la concentra-cin de las segundas, impide el reconocimiento de los ant-genos superficiales del agente patgeno por parte de loslinfocitos B, limitando el importante papel de stos comoclulas presentadoras de antgeno (Deitsch, 1997).

    Adicionalmente, un fenmeno anlogo podra sealarsea propsito de las molculas microbianas que fungencomo receptoras de la transferrina, ferritina y lactoferrinadado que, cuando stas recubren la superficie de un invasorque requiere procurarse el aporte necesario de hierro, tam-bin lo protegen de los anticuerpos dirigidos contra lasdeterminantes antignicas localizadas en su membrana ex-terna (Kotwal, 1997).

    PROFESORES AL DA

    8 Por tal razn, macrfagos y linfocitos B se consideran clulaspresentadoras de antgeno, los eptopos microbianos de naturalezapolisacrida, lipopolisacrida o predominantemente lipdica slo sonpresentados por los linfocitos B.9 El MHC de clase II soporta eptopos pertenecientes a parsitosextracelulares y el MHC de clase y realiza la misma funcin cuando setrata de patgenos capaces de reproducirse intracelularmente; en esteltimo caso, tambin participan linfocitos T citotxicos que destruyena las clulas hospederas en cuyo interior se reproduce y/o replica elinvasor.

    Abril de 2000 281

  • Invasin y residencia intracelularesCiertos patgenos han desarrollado mecanismos que lespermiten ingresar a las clulas y reproducirse intracelular-mente, logrando con ello quedar protegidos de la accin delos anticuerpos, del complemento, e inclusive, de numerososantibiticos. Para lograr su internalizacin, se adhieren nti-mamente a la clula blanco y provocan cambios significa-tivos en el citoesqueleto de esta ltima, hasta quedar englo-badas dentro de fagosomas ----a travs de un proceso similaral de la fagocitosis macrofgica, en el que ocurren la polime-rizacin y despolimerizacin de la actina hasta generarse lospseudpodos fagocitarios. En este sentido, las protenasbacterianas que estimulan el fenmeno suelen denominarseinvasinas o factores de invasin (Casadevall, 1998; Kei-sari, 1997; Lee, 1996; Quinn, 1997).

    Lgicamente, esta clase de ingreso a las clulas hospe-deras tambin requiere la sntesis bacteriana de algunasexoprotenas que destruyen la membrana del fagosoma,como consecuencia de la consecutiva formacin de poros enella (Kotwal, 1997; Ojcius, 1996; Pollard, 1995).

    Cabe subrayar que, al liberarse de los fagosomas de losfagocitos profesionales (neutrfilos y macrfagos), el agenteinvasor tambin logra evadir los efectos antimicrobianos delcontenido lisosomal, el cual se vierte en el interior de dichosfagosomas al concretarse la fusin fagolisosomal (Keisari, 1997).

    La actina presente en las clulas hospederas no sloacta a favor de las bacterias cuando stas pretenden ingresaren las primeras; de hecho, un extremo de dicha protenasuele quedar ligado al agente invasor, propulsndolo dentrodel citoplasma y hacia las clulas adyacentes del tejidoimplicado, tal como sucede en los gneros Shigella y Listeria(Pollard, 1995).

    Desafortunadamente, el estudio de la fagocitosis forza-da por bacterias 10 resulta de alto grado de dificultad, ya quela experimentacin slo se puede llevar a cabo en cultivosde clulas provenientes de mamferos. No obstante, entre loshallazgos que se han logrado, destaca el papel de las deno-minadas integrinas: stas son protenas superficiales de lasclulas hospederas que reconocen a las invasinas bacterianas yque, previa reaccin con ellas, estimulan el ingreso del agenteinvasor, su eventual liberacin de los fagosomas, e inclusive, sueficaz desplazamiento entre las clulas del tejido afectado,incluidas las clulas M 11 y las que se ubican ms interna-

    mente ----en la submucosa y la lmina propia---- (Keisari, 1997).Por ejemplo, las integrinas 1 se encuentran enlazadas a

    la fibronectina ----localizada a su vez en la superficie lateralde las clulas epiteliales---- y fungen como receptoras de lasinvasinas Ail y YadA de Yersinia pseudotuberculosis y Y. entero-colitica. Una vez concretada la reaccin ligando-receptor,Ail y YadA pueden mediar el englobamiento bacteriano demanera similar al cierre de un zipper; esta accin co-pro-tagnica de las integrinas 1 y las invasinas de Yersinia hapodido comprobarse plenamente: cuando se insertan losgenes que codifican para Ail y YadA en cepas no invasivas deE. coli, se obtienen mutantes promotoras de su propio englo-bamiento por parte de las clulas hospederas (Finlay, 1997).

    Comentarios finalesEl estudio de los factores bacterianos de virulencia tienecomo su principal objetivo la bsqueda de nuevas herra-mientas teraputicas y preventivas contra numerosas enfer-medades infecciosas. De hecho, hoy en da resultara insus-tentable la idea original de elaborar aleatoriamente vacunasconstituidas por clulas bacterianas completas e inactiva-das;12 las siguientes son algunas razones que fundamentanesta afirmacin:

    La aplicacin de los productos vacunales pretende garan-tizar la neutralizacin inmunolgica de los factores depatogenicidad. Por lo tanto, es preciso tomar en cuentaque el sistema inmunolgico de los individuos respondecontra los diversos componentes microbianos, en funcinde las respectivas inmunogenicidades de estos ltimos yno de la virulencia o intrascendencia de cada uno.

    Los factores de patogenicidad son sintetizados por losmicroorganismos, obedeciendo a ciertas seales fisicoqu-micas ----generadas dentro del hospedero---- que regulan laexpresin de los genes involucrados; en tal contexto, esnecesario considerar que los cultivos microbianos obteni-dos in vitro suelen carecer de los inmungenos ms signi-ficativos, sobre todo cuando el crecimiento microbianono se ha llevado a cabo en los medios apropiados y bajolas condiciones requeridas.

    PROFESORES AL DA

    10 Por obvio, el trmino se refiere al proceso que tiene lugar en lasclulas del organismo diferentes a los neutrfilos y a la serie monoci-to-macrfago.11 Las clulas M se localizan en las mucosas y actan como fagocitosnaturales que trasladan a las bacterias englobadas hacia el tejidolinfoide, en donde los macrfagos las reciben, inactivan y presentansus estructuras antignicas a los linfocitos T, para dar origen a la

    respuesta inmune. Lgicamente, cuando se trata de ciertos agentesinvasores tales como Shigella y Listeria, dicho sistema integrado porlas clulas M y los macrfagos slo funge como medio para ladiseminacin del invasor. 12 Se dice que una bacteria ha sido inactivada, cuando se ha provocadosu muerte a travs de algn mtodo fsico y/o qumico (por ejemplo,exponiendo el cultivo correspondiente a temperaturas de 62C o ala accin de agentes qumicos tales como el formaldehdo) quehaya permitido la preservacin de la mayor parte de sus estructurasantignicas).

    282 Educacin Qumica 11[2]

  • Las vacunas constituidas por bacterias completas provo-can efectos colaterales con mayor frecuencia, dado que lapared celular microbiana contiene lipopolisacridos uotras sustancias txicas; tal es la desventaja de la tradicio-nal vacuna Pertussis (empleada contra la tosferina), por locual recientemente se ha diseado una nueva versin,integrada por una adhesina y un toxoide asociados alagente causal.

    A diferencia de las protenas, los polisacridos no sonbuenos inmungenos, aunque tambin suelen repre-sentar importantes factores de patogenicidad en diversasespecies. En estos casos, es conveniente intentar que elsistema inmune los procese como si se tratara de estruc-turas proteicas, separndolos y unindolos artificialmentea alguna protena que funja como acarreadora; cabe men-cionar que esta clase de productos se conocen como vacu-nas conjugadas y que, hasta ahora, destaca por su apa-rente xito la que se elabor recientemente para brindarproteccin contra la meningitis ocasionada por su prin-cipal agente etiolgico: Haemophilus influenzae tipo b. ?

    Referencias bibliogrficasCasadevall A.: Antibody-mediated protection against intra-

    cellular pathogens, Trends Microbiol, 1998; 6(3): 102-106.Dalton H.M. and March P.E.: Molecular genetics of bacterial

    attachment and biofouling, Curr Opin Biotechnol, 1998;9(3): 252-255.

    Deitsch K.W., Moxon E.R. and Wellems T.E.: Shared the-mes of antigenic variation and virulence in bacterial,protozoal, and fungal infections, Microbiol Mol Biol Rev,1997; 61(3): 281-293.

    Dunny G.M. and Leonard B.A.: Cell-cell communication ingram-positive bacteria, Annu Rev Microbiol, 1997; 51:527-564.

    Edwards R.A. and Puente J.L.: Fimbrial expression in entericbacteria: a critical step in intestinal pathogenesis, TrendsMicrobiol, 1998; 6(7): 282-287.

    Ellison R.T.: The effects of lactoferrin on gram-negativebacteria, Adv Exp Med Biol, 1994; 357: 71-90.

    Finlay B.B. and Falkow S.: Common themes in microbialpathogenicity revisited, Microbiol Mol Biol Rev, 1997;61(2): 136-169.

    Griffiths E.: Environmental regulation of bacterial virulen-ce-implications for vaccine design and production, Tib-tech, 1991; 9: 309-315.

    Hacker J, Blum-Oehler G., Mhldorfer Y. and Tschpe H.:Pathogenicity islands of virulent bacteria: structure,function and impact on microbial evolution, Mol Micro-biol, 1997; 23(6): 1089-1097.

    Harshey Rasika M. y Toguchi Adam: Spinning tails: homo-logies among bacterial flagellar systems, Trends Microbiol,1996; 4(6): 226-231.

    Heithoff D.M., Conner C.P. and Mahan M.J.: Dissecting thebiology of a pathogen during infection, Trends Microbiol,1997; (12): 509-513.

    Henderson I.R., Navarro G.F. and Nataro J.P.: The greatescape: structure and function of the autotransporterproteins, Trends Microbiol, 1998; 6(9): 370-377.

    Keisari Y., Kabha K., Nissimov L., Schlepper-Schafer J. andOfek Y.: Phagocyte-bacteria interactions, Adv Dent Res,1997; 11(1): 43-49.

    Kotwal G.J.: Microorganisms and their interaction with theimmune system, J Leukoc Biol, 1997; 62(4): 415-429.

    Lamm M.E.: Current concepts in mucosal immunity. IV.How epithelial transport of IgA antibodies relates to hostdefense, Am J Physiol, 1998; 274(4): 614-617.

    Lantz M.S.: Are bacterial proteases important virulencefactors?, J Periodontal Res, 1997; 32(1 Pt 2): 126-132.

    Lee C.A.: Pathogenicity islands and the evolution of bacte-rial patogens, Infect Agents Dis, 1996; 5(1): 1-7.

    Lipsitch M. and Moxon R.E.: Virulence and transmissibilityof pathogens: what is the relationship?, Trends Microbiol,1997; 5(1): 31-37.

    Marcotte H. and Lavoie M.C.: Oral microbial ecology andthe role of salivary immunoglobulin A, Microbiol Mol BiolRev, 1998; 62(1): 71-109.

    Mecsas J. and Strauss E.J.: Molecular mechanisms of bacte-rial virulence: Type III secretion and pathogenicityislands, Emerg Infect Dis, 1996; 2(4): 270-288.

    Ojcius D.M., Gachelin G. and Dautry-Varsat A.: Present-ation of antigens derived from microorganisms residingin host-cell vacuoles, Trends Microbiol, 1996; 4(2): 53-59.

    Pollard T.D.: Actin cytoskeleton. Missin link for intracellularbacterial motility?, Curr Biol, 1995; 5(8): 837-840.

    Quinn F.D., Newman G.W. and King C.H.: In search ofvirulence factors of human bacterial disease, Trends Mi-crobiol, 1997; 5(1): 20-26.

    Sakamoto M., Fujisawa Y. and Nishioka K.: Physiologic roleof the complement system in host defense, disease andmalnutrition, Nutrition, 1998; 14(4): 391-398.

    Scherer C.A., Hantman M.J. and Miller S.I.: Salmonellainvasion and delivery of protein effectors to mammaliancell cytoplasm, Trends Microbiol, 1997; 5(4): 127-129.

    Smith H.: What happens to bacterial pathogens in vivo?,Trends Microbiol, 1998; 6(6): 239-243.

    Todar K.: Mechanisms of Bacterial Pathogenicity, Bacterio-logy at UW-Madison, 1998; 1-16.

    PROFESORES AL DA

    Abril de 2000 283