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43 Este capítulo aborda una pregunta esencial: ¿En qué condiciones se encuentran los ecosistemas en el mundo? Como se vio claramente en el Capítulo 1, la capacidad de los ecosistemas para producir bienes y servicios, que van desde los alimentos has- ta el agua pura, tiene una importancia fundamental en lo que se refiere a satisfacer las necesidades humanas y finalmente influye en las perspectivas de desarrollo de las naciones. Y si bien los res- ponsables por la formulación de políticas tienen acceso inmediato a información sobre las condiciones de sus economías nacionales, sobre sus programas educativos o sobre sus sistemas de salud, no existe información comparable sobre el estado de los ecosistemas. De hecho, ninguna nación o institución de carácter mundial ha emprendido jamás una evaluación completa sobre la forma en que los ecosistemas están satisfaciendo las necesidades humanas. Tenemos suficientes conocimientos sobre las condiciones am- bientales en varios lugares, y comprendemos con relativa claridad las presiones a las que se enfrentan muchos de los ecosistemas. R ECURSOS M UNDIALES INVENTARIO DE LOS ECOSISTEMAS C APÍTULO 2

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Este capítulo aborda una pregunta esencial: ¿En quécondiciones se encuentran los ecosistemas en el mundo? Como sevio claramente en el Capítulo 1, la capacidad de los ecosistemaspara producir bienes y servicios, que van desde los alimentos has-ta el agua pura, tiene una importancia fundamental en lo que serefiere a satisfacer las necesidades humanas y finalmente influyeen las perspectivas de desarrollo de las naciones. Y si bien los res-ponsables por la formulación de políticas tienen acceso inmediatoa información sobre las condiciones de sus economías nacionales,sobre sus programas educativos o sobre sus sistemas de salud, noexiste información comparable sobre el estado de los ecosistemas.De hecho, ninguna nación o institución de carácter mundial haemprendido jamás una evaluación completa sobre la forma enque los ecosistemas están satisfaciendo las necesidades humanas.

Tenemos suficientes conocimientos sobre las condiciones am-bientales en varios lugares, y comprendemos con relativa claridadlas presiones a las que se enfrentan muchos de los ecosistemas.

RECURSOSMUNDIALES

I N V E N T A R I OD E L O S

E C O S I S T E M A S

CA P Í T U L O 2

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Pero esta información carece de la coherencia y cobertura nece-sarias para proporcionar un panorama claro del estado de losprincipales ecosistemas en todo el mundo.

Para ayudar a llenar este vacío de información, en este capí-tulo se presentan los resultados de una evaluación única en su gé-nero: el Análisis Piloto de los Ecosistemas del Mundo (APEM), enel que se evaluaron cinco tipos principales de sistemas naturales:■ Ecosistemas agropecuarios o «agroecosistemas»: cubren apro-

ximadamente el 28% de la superficie terrestre (excluyendo laAntártida y Groenlandia) y representan US$1,3 billones enproducción de alimentos, pienso y fibra, así como el 99% delas calorías que consumen los humanos.

■ Ecosistemas costeros (incluyendo las pesquerías marinas):cubren aproximadamente el 22% de la superficie terrestreen una franja de 100 km a lo largo de las líneas costerascontinentales e insulares y el área oceánica que sobresale de laplataforma continental. La zona costera alberga a cerca de2.200 millones de personas o 39% de la población total delmundo y produce hasta el 95% del pescado de captura pro-veniente del mar.

■ Ecosistemas forestales: cubren el 22% del total de la superfi-cie terrestre (excluyendo la Antártida y Groenlandia) y re-presentan más del 2% del Producto Interior Bruto mundial através de la elaboración y manufactura de productos de ma-dera industrial únicamente.

■ Sistemas de agua dulce: cubren menos del 1% de la superficiede la Tierra pero son la fuente de agua para beber y para usodoméstico, agrícola e industrial; los peces y moluscos de aguadulce también constituyen una fuente importante de proteínaspara seres humanos y animales.

■ Ecosistemas de pradera (incluyendo tierras de matorrales):cubren el 41% de la superficie terrestre (excluyendo la Antár-tida y Groenlandia) y son productores esenciales de proteína yfibra provenientes del ganado, particularmente en los países endesarrollo.En su conjunto, estos cinco tipos de ecosistema —que en al-

gunas partes se encuentran superpuestos— cubren la mayorparte de la superficie terrestre y una porción significativa del áreadel océano. Asimismo albergan la mayor parte de la poblacióndel mundo. Otros ecosistemas como las zonas polares, las mon-tañas, las áreas oceánicas más allá de la plataforma continental,e incluso los urbanos, dan cuenta del resto del área y son impor-tantes por derecho propio (véase el Apéndice de este capítulo).Pero la condición de los bienes y servicios producidos por los cin-co ecosistemas principales determinará en gran medida la ma-nera en que estos últimos satisfagan las necesidades humanas enel presente y en el futuro.

Un en foque ún i co

El APEM es un estudio único en su género en la medidaen que en él se evaluó el estado de los cinco tipos deecosistemas examinando las condiciones de todo el ran-go de bienes y servicios producidos por ellos:

■ alimentos y fibra,■ agua pura en suficientes cantidades,■ conservación de la biodiversidad,■ almacenamiento de carbono atmosférico, y■ oportunidades de entretenimiento y turismo.

Este «enfoque de bienes y servicios» hace explícito el vínculoentre la capacidad biológica de los ecosistemas y el bienestarhumano.

Cabe señalar que el APEM no solamente consideró el nivel ac-tual de producción de bienes y servicios, sino también la capa-cidad de los ecosistemas para seguir produciéndolos en el futuro.Por ejemplo, al evaluar la producción en los ecosistemas costerosy marinos, los investigadores del APEM no solamente miraron lacaptura actual de pescado sino también las tendencias en lascondiciones de las existencias de peces que contribuyen a estacaptura. De esta manera el APEM abordó, hasta donde le fue po-sible, la cuestión de la sostenibilidad de los patrones actuales deuso de los ecosistemas (Cuadro 2.1. La dificultad de evaluar losecosistemas).

S ín tes i s mund ia l de l a i n formac iónex i s tente

El primer objetivo del APEM fue revisar las evaluacionesambientales existentes y compilar los datos disponi-bles en un paquete de cobertura mundial. Los investi-gadores del APEM sintetizaron esta información a par-

tir de docenas de fuentes:■ conjuntos de datos nacionales, regionales y mundiales sobre

producción de alimentos y fibra;■ evaluaciones sectoriales de actividades agropecuarias, apro-

vechamiento forestal, biodiversidad, agua y pesquerías;■ informes nacionales sobre el medio ambiente;■ evaluaciones nacionales y mundiales de la extensión y cambio

de los ecosistemas;■ evaluaciones biológicas de especies o entornos particulares;■ artículos científicos; y■ varios conjuntos de datos nacionales e internacionales.

Para cada uno de los cinco tipos de ecosistemas, los investi-gadores del APEM reunieron inicialmente la mejor informacióndisponible sobre su extensión y el grado de modificación al quehan sido sometidos, por ejemplo a través de la conversión a ac-tividades agropecuarias o áreas urbanas. Los investigadores delAPEM formularon las siguientes preguntas:■ ¿Dónde está localizado el ecosistema?■ ¿Cuáles son sus características físicas predominantes?■ ¿Cómo ha cambiado a través del tiempo?■ ¿A qué presiones y cambios se enfrenta hoy en día?

Acto seguido los investigadores se concentraron en reunir losmejores indicadores de producción y condiciones de los diversosbienes y servicios generados por los ecosistemas:

44R E C U R S O S M U N D I A L E S

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45C a p í t u l o 2 : I n v e n t a r i o d e l o s e c o s i s t e m a s

Cuadro 2.1 L a d i f i c u l t a d d e e v a l u a r l o s e c o s i s t e m a s

El desafío de evaluar la condición o salud general de un eco-sistema es enorme. Los «indicadores» que tenemos más amano y que han dado forma al conocimiento actual que

poseemos acerca de ellos están todavía inacabados. Cada unode ellos proporciona apenas una descripción parcial del pano-rama completo, como con la parábola de los cinco ciegos quedan una descripción diferente del mismo elefante porque cadauno de ellos puede sentir sólo una pequeña parte del animal ensu totalidad. Entre los indicadores disponibles figuran:

■ las presiones de los ecosistemas, incluyendo factores comoel crecimiento demográfico, el aumento en el consumo de re-cursos, la contaminación y el aprovechamiento excesivo;

■ la extensión de los ecosistemas, esto es, su tamaño físico, suforma, ubicación, distribución; y

■ la producción total de los diversos bienes económicos quegenera el ecosistema, como cultivos, madera o pescado.

Cada uno de estos indicadores es importante, pero en suconjunto éstos apenas si proporcionan una visión limitada delas condiciones del ecosistema y de su manejo. Los indicadoresde presiones, por ejemplo, revelan muy poco sobre la salud ac-tual del sistema. Si se gestiona bien, un ecosistema puede tole-rar presiones significativas sin perder productividad. De hecho,algunos agroecosistemas han resistido la presión de ser culti-vados intensivamente durante generaciones, manteniendo suproductividad con la ayuda de fertilizantes orgánicos y median-te la rotación de cultivos. Y aunque muy probablemente el cre-cimiento poblacional aumentará las presiones en bosques ypesquerías, existen muchos ejemplos de sistemas de manejocomunitario que han logrado mantener la productividad de losecosistemas aun en la eventualidad de un crecimiento demo-gráfico significativo.

De la misma manera, es posible que los cambios en la ex-tensión de los ecosistemas —como la pérdida de bosques acausa de la expansión agrícola— indiquen modificaciones en laforma de uso del suelo y en la vegetación predominante, pero nodicen nada sobre cómo están funcionando el resto del bosque yel agroecosistema. La información sobre la producción de losdistintos ecosistemas no da una idea completa de cómo estánfuncionando porque, generalmente, no se compilan ese tipo dedatos para servicios básicos no comercializados como la purifi-cación del agua o la protección ante la acción de las tormentas,

pese a que en ocasiones estos servicios son precisamente losmás valiosos del ecosistema en cuestión.

Más aún, ninguno de estos indicadores tradicionales arrojainformación sobre la capacidad subyacente del ecosistema paracontinuar proporcionando esos bienes y servicios que ayudan asostener la vida. La historia de las pesquerías en el mundo ilus-tra muy bien este problema, pues por regla general su aprove-chamiento excesivo durante años o décadas ha conducido a suulterior colapso. Esto significa que la producción en los añosque fueron buenos no reveló nada sobre la salud de la pesque-ría y apenas presagió el agotamiento de los recursos. De la mis-ma manera, las estadísticas sobre producción alimentaria nomuestran que se haya producido una degradación de los agro-ecosistemas como consecuencia de una excesiva erosión delsuelo o del agotamiento de nutrientes, dado que parte de estadegradación se puede compensar con una mayor fertilización ymediante el uso de nuevas variedades de cultivo. Con el tiempo,sin embargo, la capacidad diezmada de las tierras agrícolas au-mentará los costos de producción y en última instancia podríacondenarlas a la improductividad.

No es fácil obtener indicadores de la capacidad de los eco-sistemas. Tales indicadores deben probar su estado biológicosubyacente, incluyendo el de factores físicos como la fertilidaddel suelo o la cantidad de oxígeno disuelto en el agua, los cua-les están en la base de la capacidad de funcionamiento de losecosistemas. Por ejemplo, se dispone de datos sobre el tamañoy estructura de algunas poblaciones de peces marinos. Cuandoesa información se combina con el conocimiento que se tienesobre sus ciclos de reproducción, la disponibilidad de nutrien-tes básicos y las tendencias oceánicas a largo plazo como ElNiño, es posible hacer un cálculo del máximo rendimiento sos-tenible (esto es, la máxima cantidad de pescado que puede seraprovechada sin que se corra el riesgo de agotar la pesquería)para la población de peces que está siendo observada. Si secalcula con cuidado, el resultado representa la verdadera medi-da de la capacidad del ecosistema para producir peces de formasostenible.

Desafortunadamente, por lo general sólo existen los datosbiológicos necesarios para juzgar la capacidad de un ecosiste-ma para limitadas áreas o especies. Y aun cuando se dispone dela información, las complejas interacciones entre los elementosdel ecosistema y la manera como afectan a su capacidad noquedan claras. Tales indicadores representan entonces la fron-tera de la evaluación de ecosistemas y uno de sus aspectosmás problemáticos.

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■ ¿En qué cantidad está siendo producido el servicio? (¿Y cuáles su valor, si se puede establecer?)

■ La capacidad de los ecosistemas para producir bienes y servi-cios ¿está siendo fortalecida o disminuida a través del tiempo?

Esencialmente, para cada bien y servicio, el APEM preguntó:¿Por qué es importante? y ¿En qué estado está? Hasta donde fueposible, los investigadores también incluyeron información sobrelas condiciones futuras plausibles de los ecosistemas.

Los resultados del APEM fueron sometidos a una revisiónexhaustiva por parte de 70 científicos independientes de todo elmundo.

«V i s i ón panorámica» , pero conl im i tac i ones

La meta del APEM no era sólo proporcionar la informa-ción más completa y avanzada sobre la condición de losecosistemas del mundo, sino también ayudar a identi-ficar los vacíos de datos e información. Asimismo, el

APEM fue diseñado con el propósito de demostrar, a escalamundial, la utilidad de un enfoque evaluativo integrado, es decir,uno que simultáneamente evalúe todo el espectro de bienes y ser-vicios que un ecosistema produce, en vez de centrarse específi-camente en uno o dos de ellos, como pueden ser la producción demadera industrial y la biodiversidad.

Los hallazgos del APEM proporcionan una «panorámica com-pleta» de las condiciones y cambios de los ecosistemas a una es-cala global o continental e indican cuáles de sus característicasestán relacionadas con las proyecciones de desarrollo. Con elAPEM no se intentó producir los datos e información más deta-llados y específicos por sitio que requerirían los administradoresde recursos para todo un país. Tampoco se examinaron específi-camente las contraprestaciones entre varios bienes y servicios(salvo en algunos casos ilustrativos), dado que este tipo de aná-lisis es más significativo a escalas más pequeñas como puedeser un país o una cuenca hidrográfica, que es donde en realidadse toman las decisiones en materia de opciones.

Aunque se intentó que el enfoque del APEM fuera lo más in-tegrado posible, no se trata de una «evaluación integrada» en elestricto sentido de la expresión. Una evaluación de los ecosiste-mas verdaderamente integrada se centraría no sólo en catego-rías como «bosques» y «praderas», tal y como se ha hecho en elAPEM, sino en regiones espacialmente contiguas como una na-ción en su totalidad e incluso una cuenca hidrográfica. Porejemplo, la cuenca amazónica incluye agroecosistemas, áreascosteras, praderas, bosques y hábitats de agua dulce. Una eva-luación integrada del Amazonas examinaría el conjunto de bie-nes y servicios generado por este mosaico de usos del suelo y cu-bierta vegetal, y de las contraprestaciones que se presentanentre ellos, en vez de examinar a cada uno de forma aislada (vé-ase el Cuadro 4.3 «Se necesitan evaluaciones integradas de losecosistemas»).

Con todo, en una escala mundial las categorías amplias deecosistemas utilizadas en el APEM permiten presentar la infor-mación de una manera útil. Más aún, tales categorías les sirven aalgunas de las instituciones internacionales encargadas de laconservación y uso sostenible de los ecosistemas, y así las usa,por ejemplo, la Convención sobre Diversidad Biológica, el trata-do firmado por la comunidad internacional en 1992.

Los ha l l azgos de l APEM : ¿ en qué es tado se ha l l an l o secos i s temas de l mundo?

Los resultados del APEM confirman que los humanoshemos alterado drásticamente la capacidad de los eco-sistemas para suministrar bienes y servicios, y que loscambios más significativos han tenido lugar durante el

siglo XX. En el caso de algunos bienes y servicios como la pro-ducción de alimentos hemos incrementado en buena medida lacapacidad de los agroecosistemas para satisfacer nuestras nece-sidades. En otros casos como la purificación del agua o la con-servación de la biodiversidad hemos degradado notoriamentesu capacidad. El balance de los impactos positivos y negativos de

46R E C U R S O S M U N D I A L E S

Una colaboración internacionalSon muchas las organizaciones que colaboraron paraproducir el APEM:

■ Centro Internacional de Agricultura Tropical(CIAT)

■ Centro de Datos sobre la Escorrentía Mundial, Ale-mania

■ International Fertilizer Development Center (IFDC)■ International Food Policy Research Institute (IF-

PRI) (coordinador de agroecosistemas)■ International Institute for Applied Systems Analy-

sis (IIASA)■ Centro Internacional de la Papa (CIP)■ International Soil Reference and Information Centre

(ISRIC)■ Organización de las Naciones Unidas para la Agri-

cultura y la Alimentación (FAO)■ MRJ Technologies, EE. UU.■ Ocean Voice International■ Programa de las Naciones Unidas para el Medio

Ambiente■ Programa de las Naciones Unidas para el Desarro-

llo■ US Geological Survey, EROS Data Center■ Universidad de Maryland, EE. UU.■ Universidad de New Hampshire, EE. UU.■ Universidad de Umeå, Suecia■ Banco Mundial■ World Conservation Monitoring Centre (WCMC)■ Instituto de Recursos Mundiales/WRI (coordina-

dor del APEM)

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47C a p í t u l o 2 : I n v e n t a r i o d e l o s e c o s i s t e m a s

L O S H A L L A Z G O S D E L A P E M : L a T a r j e t a d e C a l i f i c a c i ó n d e l o s E c o s i s t e m a s

Apesar de las limitaciones de los indicadores actualesde los ecosistemas, debemos combinarlos juiciosa-mente con el fin de tener una idea lo más completa po-

sible sobre su estado. Así lo ha hecho el APEM con los variosindicadores disponibles sobre las presiones que enfrentan losecosistemas, su producción, condiciones biológicas subyacen-tes y extensión.

En aras de la síntesis, los investigadores del APEM decidie-ron representar sus resultados en dos «tarjetas de calificación»separadas para cada uno de los principales bienes y serviciosde un ecosistema (véase la Tarjeta de Calificación de los Eco-sistemas). La calificación sobre la condición (indicada en co-lor) refleja la manera en que la capacidad de un ecosistema paraproducir bienes y servicios ha cambiado a través del tiempo,comparando la producción actual y calidad de esos bienes yservicios con lo que eran hace 20-30 años. Ésta se deriva de in-dicadores de producción como son los datos sobre cosechas,producción de madera, consumo de agua y turismo, y de datossobre condiciones biológicas como la disminución de espe-cies, las invasiones biológicas o la cantidad de carbono alma-cenado en la vegetación o suelos de un área dada.

La calificación de la capacidad de cambio refleja la tendenciaen la capacidad de un ecosistema, es decir, en su habilidad paracontinuar produciendo un bien o servicio en el futuro. Aquí seincorpora la información sobre las presiones a las que se en-frentan los ecosistemas con las tendencias en sus factores bio-lógicos subyacentes como la fertilidad, erosión y salinizacióndel suelo, la condición de las poblaciones de peces y sus sitiosde reproducción, la carga de nutrientes y eutrofización de lasmasas de agua, la fragmentación de bosques y praderas, y la in-terrupción de los ciclos locales y regionales del agua.

En todos los casos, las calificaciones de los ecosistemas re-presentan un juicio experto que integra varias variables y ade-más cuadra los vacíos de información existentes en los con-juntos de datos. Aunque están lejos de ser perfectas, lascalificaciones sobre la condición y las capacidades de cambio,tomadas en su conjunto, ofrecen una idea sobre la manera enque los ecosistemas nos están sirviendo hoy en día y sobre sustendencias hacia el futuro, dadas las presiones actuales.

Tarjeta de Agro. Costas Bosques Agua PraderasCalificación dulce

Producción dealimentos/fibra

Calidaddel agua

Cantidadde agua

Biodiversidad

Almacenamientode carbono

Recreación

Protección delínea costera

Producciónde leña

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Excelente Buena Mediana Deficiente Mala Sin evaluar

Condición

En aumento Mixta Disminuye Desconocida

Capacidadde cambio ?

Símbolos

La condición evalúa la producción y calidad actuales de los bienes yservicios de un ecosistema en comparación con su situación hace20-30 años.

Las calificaciones reflejan las opiniones de expertos sobre los bienes oservicios de cada ecosistema a lo largo del tiempo y sin considerar loscambios en los otros ecosistemas. Asimismo estiman la condición y la ca-pacidad que predominan en el mundo, equilibrando la validez y fiabilidad delos distintos indicadores. Cuando los hallazgos regionales difieren, si nohay datos de calidad mundiales, se le da peso a los mejores datos, a lamayor cobertura geográfica o a las series cronológicas más prolongadas.Las diferencias pronunciadas en las tendencias mundiales se calificancomo «mixtas» en aquellos casos en que no se puede determinar un valorneto. La seria insuficiencia de los datos actuales se califica como «desco-nocida».

La capacidad de cambio evalúa la capacidad biológica subyacentede los ecosistemas para continuar proporcionando el bien o servicio.

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nuestro manejo de los ecosistemas se muestra en la Tarjeta deCalificación de los Ecosistemas que se resume a continuación.

PRODUCCIÓN DE ALIMENTOSHemos aumentado de forma dramática la producción de ali-mentos provenientes de los ecosistemas, en parte convirtiendoáreas muy extensas en agroecosistemas altamente manipulados —tierras de cultivo, pastizales, lotes de pienso— que proporcio-nan la mayor parte del suministro de alimentos para los sereshumanos. Desde el punto de vista de la producción alimentaria,el análisis sobre el estado de los agroecosistemas muestra un re-sultado mixto. Si bien los rendimientos continúan creciendo, enla mayor parte del mundo la condición subyacente de los ecosis-temas sigue deteriorándose. La degradación del suelo constituyeun problema en casi el 65 % de las tierras agropecuarias. Histó-ricamente los insumos como el agua, los fertilizantes y la tecno-logía, incluyendo las nuevas variedades de semillas y los plagui-cidas, han logrado contrarrestar el deterioro de las condiciones delos ecosistemas en casi todo el mundo (con significativas salve-dades locales y regionales), y es posible que lo sigan haciendo enun futuro cercano. Sin embargo, la disminución de la capacidadproductiva de los agroecosistemas va a hacer que el desafío seacada vez mayor.

Las perspectivas de la producción pesquera —una fuente fun-damental de alimento— son más problemáticas. Desde el punto devista de la producción alimentaria, el estado de los ecosistemas cos-teros ya es deficiente y continúa empeorando. De las poblacionesde peces marinos más importantes del mundo, cerca del 28% estáagotado, sobreexplotado o comienza apenas a recuperarse de unaexplotación excesiva. La extracción de otro 47% ha llegado a su lí-mite biológico y por lo tanto es vulnerable al agotamiento. Las pes-querías de agua dulce presentan un panorama mixto: en la actua-lidad estamos sobreexplotando la mayoría de las poblaciones depeces nativos, mientras que las especies introducidas han comen-zado a mejorar la pesca en algunas áreas. En general, el patrón deuna dependencia cada vez mayor de la acuicultura y de una dis-minución de las poblaciones naturales de peces tendrá consecuen-cias muy graves para una proporción significativa de los pobres delmundo que dependen de la pesca de subsistencia.

CANTIDAD DE AGUALas represas, los desvíos de agua, las instalaciones de bombeo yotras obras de ingeniería han alterado profundamente la canti-dad y localización del agua disponible para el consumo humanoy para mantener los ecosistemas acuáticos. En la actualidad seestá extrayendo cerca de la mitad del agua inmediatamente dis-ponible en los ríos. Las represas y obras de ingeniería han frag-mentado de forma fuerte o moderada el 60 por ciento de los cau-ces de los ríos, y han interrumpido de manera tal los caudalesque se ha triplicado el tiempo promedio que le lleva a una gotade agua que entra en un río llegar al mar. Los cambios que he-mos introducido en la cubierta forestal y en otros ecosistemascomo los humedales también han alterado la disponibilidad deagua y afectado la frecuencia e intensidad de las crecidas. Porejemplo, los bosques montanos tropicales, que cumplen un papel

clave en la regulación de la cantidad de agua en los trópicos, seestán perdiendo más rápidamente que cualquier otro tipo debosque tropical. En todo el mundo los humedales de agua dulce,que almacenan agua y moderan el caudal de las crecidas, hanquedado reducidos a la mitad.

CALIDAD DEL AGUALa calidad del agua se degrada directamente a través de la conta-minación por productos químicos o nutrientes, o indirectamentecuando la capacidad de los ecosistemas para filtrarla se reduce ocuando los cambios en el uso del suelo aumentan la erosión. Lacontaminación por nutrientes originada por una escorrentía carga-da de fertilizantes constituye un problema grave en las regionesagrícolas de todo el mundo, dado que trae aparejados la eutrofiza-ción y una serie de peligros para la salud humana en la regionescosteras, particularmente en el Mediterráneo, el mar Negro y elnoroeste del golfo de México. Por otra parte, en las dos últimas dé-cadas ha aumentado notablemente la frecuencia de aquellas proli-feraciones dañinas de algas que se relacionan con la contaminaciónpor nutrientes. Hemos excedido significativamente la capacidadde muchos ecosistemas de agua dulce y costeros para mantener labuena calidad del líquido. Y aunque los países desarrollados hanmejorado hasta cierto punto la calidad del agua en ese mismo pe-ríodo, en las naciones en desarrollo —especialmente en zonas ur-banas e industriales— su degradación ha sido sustancial. Los po-bres sufren particularmente por esta situación, debido a que por logeneral carecen de acceso inmediato al agua potable y están másexpuestos a las enfermedades asociadas con su contaminación.

ALMACENAMIENTO DE CARBONOLos organismos que habitan en las plantas y el suelo de los eco-sistemas retiran dióxido de carbono —el principal gas de inver-nadero— y lo almacenan en sus tejidos, lo que ayuda a disminuirel ritmo de acumulación de CO2 en la atmósfera. Lamentable-mente, las medidas adoptadas para aumentar la producción dealimentos y otros bienes básicos provenientes de los ecosistemashan tenido un impacto negativo neto en su capacidad para al-macenar carbono. Tal fenómeno se da fundamentalmente comoconsecuencia de la conversión de bosques en tierras agrícolas,dado que en general éstas mantienen menos vegetación y por lotanto almacenan menos carbono. De hecho, un cambio en eluso del suelo como la conversión agropecuaria constituye unafuente importante de emisiones de carbono, de más del 20% desu volumen total anual en el mundo.

No obstante, los ecosistemas almacenan cantidades significa-tivas de carbono (Cuadro 2.2. Almacenamiento terrestre de car-bono). Del total acumulado en los ecosistemas terrestres, losbosques fijan el 38-39% y las praderas el 33%. Los agroecosis-temas, que en parte coinciden con bosques y praderas, almace-nan entre el 26 y el 28%. La manera como manejemos esosecosistemas —sea que promovamos la forestación y otras estra-tegias de almacenamiento de carbono o que incrementemos latasa de conversión de los bosques— tendrá un efecto significati-vo en el aumento o disminución de las cantidades de dióxido decarbono atmosférico en el futuro.

48R E C U R S O S M U N D I A L E S

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49C a p í t u l o 2 : I n v e n t a r i o d e l o s e c o s i s t e m a s

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50R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 2.3 ¿ E s t a m o s a l t e r a n d o l o s c i c l o s q u í m i c o s b á s i c o s d e l a T i e r r a ?

Para entender la condición de los ecosistemas es esen-cial hacer un seguimiento de los cambios en los ciclosquímicos de la Tierra: carbono, nitrógeno y agua. Estos

ciclos operan como el metabolismo básico de la biosfera, afec-tando la manera en que funcionan los ecosistemas, y relacio-nándolos en una escala mundial. Los cambios introducidos porlos seres humanos en estos procesos globales pueden alterarlos patrones climáticos y afectar la disponibilidad básica de losnutrientes y el agua que sostienen la vida vegetal y animal.

El ciclo del carbonoLas concentraciones de dióxido de carbono (CO2) en la atmós-fera aumentaron en un 30% entre 1850 y 1998, de 285 partes pormillón a 366 partes por millón (IPCC 2000:4) (véase el Cuadro 1.6.Almacenamiento de carbono, p. 15). Esto resulta fundamental-mente del aumento de emisiones de CO2 provenientes de laquema de combustibles fósiles. Sin embargo, los cambios en eluso y manejo de los ecosistemas también han desempeñadoun papel fundamental en la medida en que han liberado carbonoalmacenado en la vegetación y el suelo. Cerca del 33% del car-bono acumulado en la atmósfera durante los últimos 150 añosproviene de la deforestación y de los cambios en el uso del sue-lo (IPCC 2000:4).

Los modelos climáticos nos dicen que el aumento de lasconcentraciones de carbono en la atmósfera alterarán el climade la Tierra, afectando el régimen de lluvias, las temperaturasdel suelo y el mar, el nivel de este último y los patrones de lastormentas. La extensión y la estructura de los ecosistemas cam-biarán a medida que se transforman en respuesta a estos pará-metros físicos básicos. El cambio climático también afectará alas tasas de emisión de gases de invernadero de algunos eco-sistemas. Por ejemplo, ciertos modelos sugieren que un climamás cálido en el Ártico elevará la tasa de descomposición de lasvastas reservas de turberas en los ecosistemas de taiga y tun-dra, lo que incrementará la liberación de CO2 hacia la atmósfera.

El incremento de CO2 en la atmósfera puede a su vez afectarmás directamente a los ecosistemas. Dado que las plantas de-penden del dióxido de carbono para su crecimiento, las concen-traciones elevadas de este gas tendrán un «efecto fertilizador»,con lo que aumentará la tasa de crecimiento de algunas plantas ycambiarán ciertas características químicas y físicas de sus célu-las. Algunas especies se beneficiarán más que otras, lo cual a suvez alterará la composición de las comunidades biológicas.

El cambio de clima también podría tener un impacto profun-do en los patrones de crecimiento y rendimiento de la agricul-tura. Los investigadores del APEM estimaron que un clima máscálido podría incrementar la producción de cereales en un 5%en regiones de latitudes medias y elevadas (principalmente enpaíses desarrollados), pero simultáneamente disminuir los ren-dimientos de los cereales en las regiones de bajas latitudes enun 10% (particularmente en países africanos en vías de desa-rrollo).

El ciclo del nitrógenoAunque estamos más familiarizados con la influencia de loshumanos en el ciclo del carbono, la que tenemos en el ciclo delnitrógeno es incluso más profunda y significativa desde el pun-to de vista biológico. En muchos sistemas naturales la carenciade nitrógeno es un factor limitante crítico en lo que se refiere alcrecimiento de las plantas. Es por ello que la aplicación de ferti-lizantes nitrogenados da como resultado un aumento notorio enel rendimiento de las cosechas. Sin embargo, como se explicóen el Capítulo 1, la producción y uso de fertilizantes, la quemade combustibles fósiles y el desmonte de bosques también in-crementan la cantidad de nitrógeno disponible para los siste-mas biológicos, mucho más allá de sus niveles naturales (Vi-tousek et al. 1997:5). Este aumento ha causado serios problemas,particularmente en los ecosistemas marinos y de agua dulcedonde tales excesos estimulan las proliferaciones de algas, loque agota en ocasiones el oxígeno disponible hasta el puntode que otros organismos acuáticos se asfixian, proceso ésteconocido como eutrofización.

El ciclo del agua dulceLa escala del impacto humano en el ciclo de agua dulce tambiénes masiva. Los humanos actualmente se apropian de más de lamitad de la escorrentía disponible de agua dulce y para el año2025 se prevé que esa demanda se elevará al 70% (Postel et al.1996: 7, 787). Una cantidad sustancial (70%) del agua dulce quese retira de todas sus fuentes se destina a la agricultura (WMO1997:9). Cuando se transfiere el líquido desde los ecosistemasde agua dulce a los agroecosistemas, aumenta la producciónpero a un costo significativo para aquellas comunidades y sis-temas naturales localizados aguas abajo. Parte del agua des-viada desde los ríos o consumida directamente regresa a susfuentes pero, por lo general, con una carga de contaminantesformada por nutrientes agrícolas o químicos, o por desperdiciosindustriales y humanos. Se estima que hasta un 60% del aguaque se retira de los ríos deja de llegar a los usuarios aguas aba-jo (Postel 1993:56; Seckler 1998:4).

Ciclos globales, impactos globalesNo está de más señalar de nuevo la importancia que estos ci-

clos globales tienen para los ecosistemas. Es indudable queuna gestión sólida de los ecosistemas de la Tierra requerirácambios en el uso de los recursos a nivel local. Algunos de losrasgos más importantes de los ecosistemas terrestres —aqué-llos que tienen una influencia más profunda en el papel que és-tos cumplan en la satisfacción de las necesidades humanas—sólo se pueden entender a nivel regional e incluso global. Porello es vital que examinemos y evaluemos las condiciones de losecosistemas desde estos planos.

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BIODIVERSIDADEl agotamiento de la biodiversidad durante el siglo XX fue alar-mante. Se han producido pérdidas significativas en casi todos lostipos de ecosistemas, en su mayoría por disminución de hábitat.La cubierta forestal se ha reducido como mínimo en un 20% yquizás hasta en un 50% en todo el mundo; algunos ecosistemasforestales como los bosques tropicales secos de América Centralprácticamente han desaparecido. En muchos países más del50% del área original de manglares ha desaparecido; las áreas dehumedales han quedado reducidas a la mitad, y las praderas handisminuido en más del 90% en algunas áreas. Sólo los ecosiste-mas de tundra, los árticos y las profundidades marinas se en-cuentran relativamente intactos.

Incluso si los ecosistemas hubieran conservado su extensiónoriginal, muchas especies estarían igualmente amenazadas por lacontaminación, la explotación excesiva, la competencia de especiesinvasoras y la degradación de los hábitats. En términos de salud dela diversidad de especies, los ecosistemas de agua dulce son conmucho los más degradados, pues el 20% de sus especies ha que-dado extinto o se encuentra amenazado o en peligro en las últimasdécadas. Los bosques, las praderas y los ecosistemas costeros tam-bién se enfrentan a problemas graves. El rápido aumento en la in-cidencia de enfermedades que afectan a los organismos marinos,de proliferaciones de algas, así como la disminución significativa delas poblaciones de anfibios son prueba de la gravedad de las ame-nazas que se ciernen sobre la biodiversidad mundial.

Además de la pérdida que representa esta erosión de la bio-diversidad en materia de medicamentos, materiales genéticosútiles y ganancias en concepto de ecoturismo, está la amenaza ala productividad de los ecosistemas. La diversidad de las especiessostiene la capacidad de un ecosistema para proporcionar mu-chos de sus bienes y servicios. La reducción de su biodiversidadbien puede conducir al deterioro de su resistencia y flexibilidadante las perturbaciones y a aumentar su susceptibilidad a losbrotes epidémicos, lo que amenaza su estabilidad e integridad.

OCIO Y TURISMOEn el APEM se evaluó solamente la capacidad de los ecosistemascosteros y de praderas para proporcionar servicios de ocio y turis-mo. Es probable que la demanda de estos servicios aumente sig-nificativamente en los próximos años, pero su condición está em-peorando en muchas áreas debido a la degradación global de labiodiversidad y a los efectos directos de la urbanización, la indus-trialización y del propio turismo en los ecosistemas que se visitan.

Lo que queda

En general, existen numerosos signos de que la capaci-dad de los ecosistemas para continuar produciendomuchos de los bienes y servicios de los cuales depen-demos, y en la cantidad en que los requerimos, está en

declive. En los cinco tipos de ecosistemas analizados en el APEM,la capacidad productiva está disminuyendo en relación con todauna serie de bienes y servicios, y no solamente de uno o dos. Losresultados del APEM confirman que las modificaciones de losecosistemas a través de la deforestación, la conversión, la conta-minación por nutrientes, las represas, las invasiones biológicas yla contaminación a escala regional son cada vez más grandes ygeneralizadas. Más aún, las actividades humanas están alterandode forma importante todos los ciclos químicos de los cuales de-penden los ecosistemas (Cuadro 2.3. ¿Estamos alterando los ci-clos químicos básicos de la Tierra?). Esto golpea los cimientosmismos de su funcionamiento y agrava las tensiones fundamen-tales a las que éstos se enfrentan a escala mundial.

Actualmente, esta tendencia descendente en la capacidad delos ecosistemas del mundo no está impidiendo una producciónelevada de ciertos bienes y servicios. La producción de alimentosy fibra nunca había sido tan alta, al tiempo que la construcciónde represas ha permitido un control sin precedentes del abaste-cimiento de agua. Pero esta riqueza productiva en muchos casoses el resultado de un manejo intensivo que amenaza con reducirla productividad de los ecosistemas a largo plazo. La maneracomo usamos la tecnología —trátese de fertilizantes artificiales,equipos de pesca más eficientes, o sistemas de irrigación porgoteo que permiten ahorrar agua— también ha contribuido aocultar parte de la disminución de la capacidad biológica en lamedida en que permite preservar niveles elevados de producciónde alimentos y fibra. Sin embargo, servicios como el manteni-miento de la biodiversidad, de la calidad del agua y de la capa-cidad de almacenar carbono muestran reducciones que la tecno-logía no puede esconder fácilmente. En resumen, los hallazgosdel APEM ilustran claramente las contraprestaciones que resul-tan de la elección que hacemos de una producción elevada debienes básicos en detrimento de los servicios que brindan esosmismos ecosistemas, indicando además los peligros que talescontraprestaciones conllevan para su productividad a largo pla-zo. En las siguientes secciones de este capítulo se presenta unadiscusión de las conclusiones del APEM para cada uno de los cin-co tipos principales de sistemas naturales.

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A n á l i s i s p i l o t o d e l o s e c o s i s t e m a s d e l m u n d oLos informes técnicos se pueden encontrar en forma impresa y en Internet (en inglés únicamente) en http://www.wri .org/wr2000

AgroecosystemsStanley Wood, Kate Sebastian y Sara Scherr, Pilot Analysis of Global Ecosystems: Agroecosystems, a joint study by International Food Po-licy Research Institute and World Resources Institute, International Food Policy Research Institute and World Resources Institute,Washington, D.C. December 2000 / 100 pages / paperback / ISBN 1-56973-457-7 / US$20.00

Coastal EcosystemsLauretta Burke, Yumiko Kura, Ken Kassem, Mark Spalding, and Carmen Revenga, Pilot Analysis of Global Ecosystems: Coastal Ecosys-tems, World Resources Institute, Washington, D.C.December 2000 / 100 pages / paperback / ISBN 1-56973-458-5 / US$20.00

Forest EcosystemsEmily Matthews, Richard Payne, Mark Rohweder, and Siobhan Murray, Pilot Analysis of Global Ecosystems: Forest Ecosystems, World Re-sources Institute, Washington, D.C. October 2000 / 100 pages / paperback / ISBN 1-56973-459-3 / US$20.00

Freshwater SystemsCarmen Revenga, Jake Brunner, Norbert Henninger, Richard Payne, and Ken Kassem, Pilot Analysis of Global Ecosystems: FreshwaterSystems, World Resources Institute, Washington, D.C. October 2000 / 100 pages / paperback / ISBN 1-56973-460-7 / US$20.00

Grassland EcosystemsRobin White, Siobhan Murray, and Mark Rohweder, Pilot Analysis of Global Ecosystems: Grassland Ecosystems, World Resources Ins-titute, Washington, D.C.December 2000 / 100 pages / paperback / ISBN 1-56973-461-5 / US$20.00

El texto completo de cada informe se encuentra en Internet. Las copias impresas en inglés se pueden solicitar por correo regular a WRIPublications, P.O. Box 4852, Hampden Station, Baltimore, MD 21211 USA. Para pedidos por teléfono, llame al 1-800-822-0504 (dentro delos EE. UU.) o al 410-516-6963, o por fax al 410-516-6998. Para pedidos por Internet, diríjase a http://www.wristore.com.

El informe sobre agroecosistemas también se puede encontrar en http://www.ifpri.org. Solicite sus copias impresas por correo al In-ternational Food Policy Research Institute, Communications Service, 2033 K Street, N.W., Washington, D.C. 20006-5670 USA.

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A juzgar por su capacidad para satisfacer el ritmo creciente dela demanda de alimentos, pienso y fibra, los agroecosistemashan sido notablemente productivos en todo el mundo (Cuadro2.4. Inventario de los agroecosistemas). La producción de ali-mentos per cápita es actualmente más elevada que hace 30 años,si bien la población mundial se ha duplicado en el mismo lapso.Sin embargo, el sector agropecuario se enfrenta a un reto enormecuando se trata de responder a las necesidades alimenticias de1.700 millones de personas más —el crecimiento demográficoproyectado— durante los próximos 20 años.

Históricamente, el aumento de la producción agropecuaria se halogrado principalmente asignando más tierras a esa actividad. Peroel remanente de tierras con potencial agrícola (especialmente paracultivos anuales de grano) y que por el momento no están siendocultivadas es limitado. Otro limitante es la competencia cada vezmayor originada por otros usos de la tierra como pueden ser el in-dustrial, el comercial o la urbanización residencial. Es evidenteque en las áreas densamente pobladas de India, China, Indonesia,Egipto y Europa Occidental hace muchos años que se llegó al lími-te de la expansión. Aproximadamente 2.800 millones de personasviven dentro de agroecosistemas o cerca de ellos (sin contar las áre-as urbanas adyacentes) (Wood et al.[PAGE] 2000).

La intensificación de la producción —obtener más rendi-mientos de un área dada de tierras agropecuarias— se ha con-vertido en una necesidad. En algunas regiones, particularmenteen Asia, los agricultores han intensificado con éxito su produc-ción sembrando múltiples cultivos cada año, irrigando sus cam-pos y usando nuevas variedades de cultivos con ciclos de creci-miento más cortos. En aquellas tierras de alta calidad y sinriego, los agricultores han intensificado la producción reducien-do o eliminando del todo los períodos de barbecho y pasándose acultivos permanentes con la ayuda de la tecnología moderna. Laintensificación agropecuaria se ha generalizado incluso en tierrasde menor calidad, particularmente en los países en desarrollo, yen los alrededores de las principales ciudades (o aun dentro deellas). El propósito fundamental de esta expansión ha sido laproducción de bienes perecederos de alto valor como lácteos y ve-getales para los mercados urbanos, aunque también se ha enca-minado a satisfacer necesidades de subsistencia.

Semejante escala de expansión e intensificación agropecuarias—sin precedentes en la historia— ha creado una serie de preocu-paciones en torno al estado de los agroecosistemas. En primer lu-gar y acerca de su capacidad productiva: ¿pueden los agroecosis-

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A G R O E C O S I S T E M A S

Los agroecosistemas proporcionan la absoluta mayoría de cultivos, pienso yganado de los que depende la nutrición humana. En 1997 la actividadagropecuaria mundial proporcionó el 90% de toda la proteína animal y ve-getal y el 99% de las calorías que consumimos (FAO 2000). Los agroeco-

sistemas también aportan un porcentaje significativo de las fibras que usamos: algo-dón, lino, cáñamo, yute y otras de origen vegetal.

(continúa en la pág. 56)

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Principales hallazgos

■ La producción de alimentos halogrado superar el ritmo de cre-cimiento de la población. Enpromedio, la oferta alimentariapor persona es actualmente un 24%más elevada que en 1961, y los preciosreales un 40% más bajos.

■ La agricultura se enfrenta al enorme retode tener que satisfacer las necesidadesde 1.700 millones de personas más en lospróximos 20 años.

■ Los agroecosistemas cubren cerca de uncuarto del área terrestre, pero en casi trescuartas partes de ese total la fertilidad es de-ficiente y cerca de la mitad está configurada por terrenos in-clinados, lo que limita la producción.

■ Si bien en décadas recientes la expansión agrícola ha sidomoderada, el aumento de las áreas con riego y la reducciónde los tiempos de barbecho han incrementado rápidamente laproductividad por hectárea.

■ Cerca de dos tercios de las tierras agrícolas contienen áreasdegradadas como consecuencia de los procesos de erosión,salinización, compactación, agotamiento de nutrientes, de-gradación biológica o contaminación que han tenido lugardurante los últimos 50 años. Cerca del 40% de las tierras agrí-colas se hallan degradadas o fuertemente degradadas.

Cuadro 2.4 I n v e n t a r i o d e l o s a g r o e c o s i s t e m a s

Condición y capacidad de cambio

Desde 1970 los productos de la actividad ganadera se han tri-plicado, mientras que los de los cultivos se han duplicado, se-ñal de que tanto los ingresos como las condiciones de vida

han mejorado. Es probable que la producción de alimentos, cuyo valorascendió a US$1,3 billones en 1997, continúe aumentando significa-tivamente a medida que vaya creciendo la demanda. No obstante, la de-gradación de los suelos es un fenómeno generalizado y lo suficiente-mente grave como para reducir la productividad en cerca del 16% delas tierras agrícolas, especialmente en las áreas de cultivo de África yAmérica Central, y en las tierras de pastoreo de África. Aunque en todoel mundo los insumos agrícolas y las nuevas tecnologías pueden com-pensar esta disminución en un futuro próximo, es posible que las dife-rencias regionales se agudicen.

Excelente Buena Mediana Deficiente Mala Sin evaluar

Condición

En aumento Mixta Disminuye Desconocida

Capacidadde cambio ?

Símbolos

La condición evalúa la producción y calidad actuales de los bienes y servicios de un ecosistema en comparación con su situación hace20-30 años.

Las calificaciones reflejan las opiniones de expertos sobre los bienes o ser-vicios de cada ecosistema a lo largo del tiempo y sin considerar los cambiosen los otros ecosistemas. Asimismo estiman la condición y la capacidadque predominan en el mundo, equilibrando la validez y fiabilidad de los dis-tintos indicadores. Cuando los hallazgos regionales difieren, si no hay datosde calidad mundiales, se le da peso a los mejores datos, a la mayor cober-tura geográfica o a las series cronológicas más prolongadas. Las diferenciaspronunciadas en las tendencias mundiales se califican como «mixtas» enaquellos casos en que no se puede determinar un valor neto. La seria insu-ficiencia de los datos actuales se califica como «desconocida».

La capacidad de cambio evalúa la capacidad biológica subyacentede los ecosistemas para continuar proporcionando el bien o servicio.

P R O D U C C I Ó N D E A L I M E N T O S

La intensificación de la producción ha limitado la capacidadde los agroecosistemas para proporcionar agua limpia. Tantola agricultura de regadío como la de secano pueden amenazar

la calidad del agua río abajo por el lixiviado de fertilizantes, plaguici-das y estiércol en las aguas subterráneas o de superficie. La agriculturade regadío también presenta riesgos de contaminación asociados con eluso del agua, especialmente anegamiento y salinización, con la conse-cuente disminución de la productividad. Se estima que en todo el mun-do la salinización reduce los ingresos de los agricultores en unosUS$11.000 millones al año.

C A L I D A D D E L A G U A

El riego consume el 70% de toda el agua que se extrae parauso humano. Sólo entre un 30 y un 60% se devuelve para elconsumo aguas abajo, lo que hace del riego el principal usua-

rio neto de agua dulce en todo el mundo. Aunque en la actualidad sólo el17% de los agroecosistemas dependen del riego, esta proporción ha ve-nido aumentando rápidamente: entre 1966 y 1996 el área irrigadaaumentó en un 72%. La competencia con otros usos del agua, espe-cialmente para beber y para actividades industriales, se agudizará en lospaíses en desarrollo, donde tanto las poblaciones como las industrias es-tán creciendo más rápido.

C A N T I D A D D E A G U A

Las tierras agrícolas, que mantienen muchísima menos biodi-versidad que los bosques naturales, se han expandido princi-palmente a costa de estos últimos. Hasta un 30% del área

potencial de bosques templados, subtropicales y tropicales se ha perdi-do por la conversión en favor de la agricultura. La intensificación de loscultivos también disminuye la biodiversidad en las áreas agrícolas por-que reduce el espacio asignado a setos vivos, bosquecillos y corredores devida silvestre como consecuencia del desplazamiento de las variedadestradicionales de semillas para dar paso a cultivos de alto rendimientopero uniformes. Con todo, existen prácticas como la conservación detierra en barbecho o los cultivos de sombra que pueden fomentar tantola diversidad como la productividad.

B I O D I V E R S I D A D

En las zonas agrícolas, la cantidad de carbono almacenado enlos suelos es casi más del doble que aquélla fijada en los culti-vos y pastos que el suelo mantiene. Aun así, la proporción de

carbono almacenado en los agroecosistemas (entre el 26 y 28% detodo el carbono que retienen los sistemas terrestres) es casi igual a laproporción de tierras dedicadas a los agroecosistemas (28% de total).Las emisiones tanto de dióxido de carbono como de metano originadasen la agricultura son significativas y van en aumento a causa de laconversión de bosques y sabanas selváticas a usos agrícolas, la quemadeliberada de rastrojos y pastizales para controlar plagas o mejorar lafertilidad del suelo, y por la expansión del cultivo de arroz.

A L M A C E N A M I E N T O D E C A R B O N O

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Tarjeta de Agro. Costas Bosques Agua PraderasCalificación dulce

Producción dealimentos/fibra

Calidaddel agua

Cantidadde agua

Biodiversidad

Almacenamientode carbono

Recreación

Protección dela línea costera

Producciónde leña

?

?

Calidad de los datos

P R O D U C C I Ó N D E A L I M E N T O S

C A L I D A D D E L A G U A

C A N T I D A D D E A G U A

B I O D I V E R S I D A D

A L M A C E N A M I E N T O D E C A R B O N O

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Los datos sobre valor, rendimiento y producción provienen de los cua-dros estadísticos nacionales de 1965 a 1997 de la Organización de lasNaciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Los ni-veles de coherencia y fiabilidad varían de país a país y de un año aotro. Un análisis ecosistémico requeriría información más desagregadaen el espacio. Las limitaciones de fertilidad se han modelizado en el es-pacio a partir de las unidades de cartografía de suelos del Mapa deSuelos del Mundo de la FAO. Las evaluaciones mundiales y regionales dela degradación del suelo causada por la actividad humana están basadasfundamentalmente en la opinión de los expertos. El desarrollo de mé-todos fiables y eficaces en función de los costes para vigilar la degra-dación del suelo serviría para mitigar pérdidas mayores y focalizar losesfuerzos de restauración.

No existen indicadores mundiales consistentes de calidad del agua es-pecíficamente relacionados con la agricultura. En las cuencas agrícolas,la cantidad de plaguicidas y nutrientes —nitrógeno y fósforo—consti-tuyen buenos indicadores de la contaminación por lixiviación y esco-rrentía de superficie. En las cuencas de captación de usos múltiples esmucho más difícil separar la contaminación agrícola de la provenientede otras fuentes como son los efluentes humanos y los plaguicidas apli-cados en huertos y áreas de disfrute público. El coste de monitorear losdatos sobre plaguicidas es más elevado. Los datos sobre sólidos en sus-pensión originados por la erosión del suelo también son escasos y difí-ciles de interpretar.

Las áreas irrigadas se evalúan utilizando los datos mundiales espacialesde la Universidad Kassel, que indican el porcentaje y área de tierraequipada con sistemas de riego, aunque muestran algunas incoherenciasen materia de escala, edad y fiabilidad de la fuente. El uso del aguapara riego se deriva de conjuntos de datos tabulados sobre área irrigada,disponibilidad y uso del agua, y extracción. Para algunos cultivos se dis-pone de muy poca información específica sobre área irrigada y pro-ducción. Las estimaciones globales de pluviosidad de la Universidad deEast Anglia están basadas en extrapolaciones espaciales de datos men-suales provenientes de estaciones climáticas a lo largo de un período de30 años. Si bien la resolución de los datos no es muy buena, de todosmodos permite evaluar la variabilidad espacial y temporal.

Los datos globales espaciales del Fondo Mundial para la Naturaleza(WWF) describen tanto hábitats naturales potenciales como ecorre-giones. Tales datos se obtuvieron a partir de la opinión de expertos y deaportes cartográficos con distintos niveles de resolución y calidad de lainformación, aunque a partir de ellos sí es posible obtener una ideageneral sobre los patrones espaciales de los hábitats naturales. Los da-tos sobre diversidad genética se compilaron de instituciones que cuentancon bancos importantes de germoplasma. Los datos sobre adopción deárea para variedades modernas de cereales se compilaron a partir de laencuesta y censo agrícolas.

La capacidad de almacenamiento de vegetación y suelos se ha modeli-zado basándose en el tipo de cubierta terrestre, con una resolución demedio grado para un punto único en el tiempo. Estos datos podríanmejorarse mediante una caracterización más precisa de los tipos decubierta de las tierras agrícolas y del contenido de su vegetación. Losdatos sobre el carbono almacenado en el suelo para América Latina seobtuvieron a partir de las bases de datos de la FAO y del World Soil andTerrain del International Soil Reference and Information Centre.

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temas tolerar las presiones que impone la intensificación? Entreellas figuran el aumento de la erosión, el agotamiento de los nu-trientes del suelo, su salinización y anegación, y la reducción de ladiversidad genética de los principales cultivos. También existepreocupación por los impactos negativos de la agricultura en otrosecosistemas, impactos que en muchos casos se acentúan a causa dela intensificación. Entre los ejemplos más comunes figuran losefectos adversos de la creciente erosión en pesquerías y embalsesaguas abajo, así como el daño causado tanto a los ecosistemasacuáticos como a la salud humana por los residuos de fertilizantesy plaguicidas en las masas de agua. Las prácticas agropecuariastienen consecuencias aún más generalizadas en la biodiversidad yen lo que se refiere a la alteración de los ciclos hidrológico, del ni-trógeno y del carbono (Thrupp 1998; Conway 1997).

Caracter í s t i cas de l o sagroecos i s temas

EXTENSIÓN Y CRECIMIENTOLas actividades agropecuarias constituyen uno de los usos delsuelo más comunes del planeta y por eso los agroecosistemasson bastante extensos. La forma como se definan determinará suextensión exacta1. Utilizando imágenes de satélite, en el APEM sedefinieron las áreas agropecuarias como aquéllas en que por lomenos el 30% de la tierra se utiliza para cultivos o pastizales conun alto grado de manejo (Cuadro 2.5. La extensión de la agri-cultura en el mundo). Siguiendo esta definición, los agroecosis-temas cubren aproximadamente el 28% de la superficie terrestre(excluyendo a Groenlandia y la Antártida). Esto da una idea dela sobreimposición que existe en algunos bosques y praderasporque con mucha frecuencia el uso del suelo se halla bastantefragmentado espacialmente, de manera que las parcelas agrope-cuarias forman parte de un mosaico de usos, apareciendo a lolargo de áreas boscosas o praderas. La Organización de las Na-ciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) no-tifica una superficie aún mayor dedicada a las actividades agro-pecuarias: 37% (FAO 2000). Esta última cifra se deriva de lasestadísticas nacionales de producción y no de datos de satélite, eincluye todos los pastizales permanentes.

La extensión real de los agroecosistemas se encuentra proba-blemente entre estas estimaciones. Dado que la información sate-lital se basa sólo en los datos recogidos durante un año, es posibleque las áreas que no se cultivaron ese año en particular, pero quede todos modos se utilizan con fines agropecuarios (por ejemploun área en barbecho o regiones que alternan tierras de cultivos y pastizales de un año a otro), aparezcan subestimadas en esasimágenes. Debido a su similitud con las praderas y bosques na-turales, también es más difícil registrar pastizales extensos y al-gunos cultivos perennes con base en la información de satélite.

De acuerdo con la FAO, el 69% de los agroecosistemas con-tiene pastizales permanentes, mientras que el área restante se ha-lla cultivada. Sin embargo, este promedio mundial oculta dife-rencias muy grandes entre las regiones en lo que se refiere a ladistribución de tierras de cultivo y pastizales. En algunas regio-

nes predominan estos últimos, conformando el 89% del área deagroecosistemas en Oceanía, el 83% en África Subsahariana, el82% en América del Sur y el 80% en Asia Oriental. En otras, lasáreas de cultivo ocupan extensiones más amplias: el 92% de losagroecosistemas en el sur de Asia y el 84% en el sudeste de dichocontinente. En India, los cultivos ocupan el 94% del área deagroecosistemas. En las tierras agrícolas, los cultivos anualescomo el trigo, el arroz, el maíz y la soja ocupan el 91% del áreasembrada, mientras que el resto se dedica a cultivos permanentescomo el té, el café, la caña de azúcar y la mayoría de los frutales(FAO 2000).

Salvo lácteos y vegetales perecederos, la mayoría de la pro-ducción agropecuaria proviene de tierras intensamente manejadasy localizadas a gran distancia de las grandes concentraciones depoblación. Sin embargo, desde la década de los años ochenta, elcrecimiento de las actividades agropecuarias urbanas y periurba-nas se ha acelerado, especialmente en los países en desarrollo. Aprincipios de la década de los años noventa, aproximadamente800 millones de personas en el mundo participaban activamenteen ellas usando espacios tan variados como su lugar de residencia,parques, vías de paso, terrazas, contenedores y terrenos no urba-nizados cerca de fábricas, puertos, aeropuertos y hospitales (FAO1999a). Los residentes urbanos —que de otro modo invertiríanuna proporción elevada de sus ingresos en alimentos— desarro-llan actividades agropecuarias para mejorar su propia seguridadalimenticia y nutrición o como fuente de ingresos. Se estima queaproximadamente 200 millones de residentes urbanos producenalimentos para la venta (Cheema et al. 1996).

Las estadísticas de la FAO muestran que el área total con fi-nes agropecuarios se expandió lentamente de 455.000 millonesde hectáreas a 493.000 millones entre 1966 y 1996, esto es, unincremento de cerca del 8% (FAO 2000). Esta lenta tasa decrecimiento esconde un patrón mucho más dinámico de cambiosde uso del suelo, en el que la conversión de tierras a actividadesagropecuarias y de estas últimas a otros usos está ocurriendo aun ritmo mucho más acelerado. Son estos cambios agregados —para los cuales escasean los datos— los más significativos des-de una perspectiva de ecosistemas.

A pesar del crecimiento mundial, en realidad el área agrope-cuaria ha disminuido en muchos países industrializados. Duran-te los últimos 30 años, tanto Estados Unidos como Europa Occi-dental han ido quitando paulatinamente tierras agropecuariasde la producción, mientras que en Oceanía ha ocurrido lo mismodurante los últimos dos decenios. En este lapso, estas tres regioneshan quitado un total de 49 millones de hectáreas de la producciónagropecuaria. En Europa Oriental la tierra agropecuaria tam-bién ha disminuido significativamente, especialmente debido a laliberalización de la producción y la comercialización, y a la exis-tencia de condiciones económicas precarias. El área total del surde Asia dedicada a las actividades agropecuarias ha permanecidoconstante por más de cuatro lustros en cerca de 223 millones dehectáreas. Sin embargo, en algunas regiones la expansión delárea agropecuaria es aún significativa, mostrando un aumento decerca de 0,8% al año durante 1986-96 en China y Brasil, y de1,38% al año en Asia Occidental (FAO 2000).

56R E C U R S O S M U N D I A L E S

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58R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 2.6 L a i n t e n s i f i c a c i ó n d e l a a g r i c u l t u r a

Amedida que la población ha aumentado y que la tierra debuena calidad agrícola se ha tornado más escasa, losinsumos como el agua, los fertilizantes, los plaguicidas

y la mano de obra se han ido intensificando con el fin de incre-mentar la producción. En Asia, donde las presiones poblacio-nales son más fuertes, casi toda la tierra agrícola se cosechaanualmente y a veces hasta dos y tres veces en una estación,

pues el uso del riego, las nuevas variedades de semillas de rá-pido crecimiento y los fertilizantes ha reemplazado las prácticastradicionales de dejar los campos en barbecho para restaurar sufertilidad. Incluso las tierras marginales en África se cultivande forma continua para satisfacer la demanda de alimentos,aunque allí la cantidad de insumos utilizados (agua y fertilizan-tes, entre otros) es mucho menor.

Intensificación del riego, 1995-97

El índice de riego es el área de cultivo irrigada dividido por el total del área de tie-rra de cultivo.

Intensificación de los cultivos, 1995-97

El índice de cultivo es el área cosechada de tierra sembrada en cultivos anualesdividida por el área total de este tipo de tierra. La presencia de un valor superior a1 indica que hay más de un cultivo cosechado por hectárea por año.

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59C a p í t u l o 2 : I n v e n t a r i o d e l o s e c o s i s t e m a s

Los agroecosistemas son por lo general vulnerables a las pre-siones que la intensificación les crea. Existe mucha evidencia localde salinización del suelo causada por sistemas de riego mal ma-nejados, pérdida de fertilidad por exceso de cultivo, compacta-ción del suelo por el uso de tractores o por el ganado, y nivelesfreáticos cada vez más bajos por el bombeo excesivo para el riego.

Sin embargo, la continua intensificación agrícola no debeconducir inexorablemente a la degradación ambiental. En todas

partes del mundo las comunidades agrícolas han respondido ala degradación —especialmente cuando afecta a su sustento—por medio de la adopción de medidas como sembrar árbolespara controlar la erosión, regular los cultivos basándose en lasfuentes de agua locales, restringir el uso de plaguicidas y otroscontaminantes, rehabilitar los suelos degradados y adoptar nue-vas tecnologías (véase Capítulo 3, Reconquistar la cima: revi-ven las laderas de Machakos en Kenia).

Fuentes: Wood et al. [PAGE]. Los mapas están basados en FAOSTAT 1999. Éstos muestran los valores nacionales dentro de la extensión de laagricultura mundial, más otras áreas irrigadas (Döll y Siebert 1999). Los datos sobre los rendimientos del trigo provienen de USDA-NASS (1999).La información sobre tierra de regadío dañada por la sal viene de Postel (1999:93). Todas las demás figuras se basan en FAOSTAT (1999).

Distribución de tractores en tierras de cultivo

Aplicación comercial de fertilizantes en tierras de cultivo

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INTENSIFICACIÓNSi bien en décadas recientes la expansión mundial neta del áreaagropecuaria ha sido modesta, la intensificación ha sido acele-rada. El área irrigada aumentó notablemente durante los tres úl-timos decenios, de 153 millones de hectáreas en 1966 a 271millones de hectáreas en 1998. En todo el mundo, la tierra irri-gada representa solamente el 5,5% de toda la tierra agropecuaria—17,5% de la tierra de cultivo—, pero en algunas regiones elriego está mucho más extendido. Por ejemplo, China e Indiajuntas contienen el 41% del área irrigada del mundo, mientrasque Europa Occidental y Estados Unidos albergan otro 12,5%.En contraste, las regiones áridas y semiáridas del África Subsa-hariana y Oceanía (principalmente Australia) contienen sólo el3% de la tierra irrigada del mundo (FAO 2000) (Cuadro 2.6. Laintensificación de la agricultura).

La intensificación de la producción también se refleja en eluso de insumos tales como fertilizantes y tractores. El consumototal de fertilizantes en el mundo asciende a 137 millones de to-neladas/año (1997), lo cual representa un aumento dramático enel consumo durante los últimos 50 años (FAO 2000).

Últimamente las tasas de crecimiento del riego han disminui-do de forma considerable y el aumento en el consumo de fertili-zantes es más moderado. Después de haber caído entre finales dela década de los años ochenta y mediados de la de los noventa, elconsumo de fertilizantes está creciendo nuevamente y en la actualidad es de un 6% menos del tope que alcanzó en 1988(FAO 2000).

LIMITACIONES DEL SUELO Y LAS TIERRAS DE LADERAPese a la alta productividad del sector agropecuario en el mundoy a la rápida intensificación de la producción en algunas tierras,muchas de ellas presentan condiciones que están lejos de seróptimas. Las laderas con una inclinación superior al 8% o consuelos deficientes limitan la producción en una porción signifi-cativa de las tierras agropecuarias. Entre las limitaciones rela-cionadas con la fertilidad del suelo figuran la acidez elevada, ba-jas reservas de potasio, altas concentraciones de sodio, capacidadlimitada para almacenar humedad o poca profundidad. Si másdel 70% de la tierra agropecuaria en una región particular exhi-be una o más de estos problemas, se dice que sus limitaciones son«significativas».

Usando estas definiciones, el 81% de las tierras agropecuariastiene limitaciones de suelo significativas y el 45% presenta lade-ras excesivamente inclinadas. Aproximadamente el 36% de todala tierra agropecuaria posee estas dos limitaciones, con una in-clinación del 8% o más. Las áreas que muestran tanto pendien-tes muy inclinadas como limitaciones significativas de sueloconstituyen el 30% de las tierras agropecuarias en las zonastempladas, 45% en las subtropicales y 39% en las tropicales. Enellas los rendimientos promedio son por lo general inferiores y losriesgos de degradación más elevados que en otros entornos mejordotados ecológicamente. Con todo, estas tierras marginales con-tienen un proporción significativa de las actividades agropecua-rias del mundo y sostienen a cerca de un tercio de la población(Wood et al. [PAGE] 2000).

Eva luac i ón de b i enes y serv i c i os

ALIMENTOS, P IENSO Y F IBRA

Importancia económicaLos alimentos, la fibra y el pienso que producen los agroecosis-temas del mundo tienen un valor aproximado de US$1,3 billonespor año2 (Wood et al.[PAGE] 2000). Para los países de bajos in-gresos las actividades agropecuarias son de vital importancia, re-presentando el 31% de su PIB y más del 50% del mismo enmuchas partes de África Subsahariana. En las naciones de in-greso medio, la agricultura constituye el 12% del PIB. Sin em-bargo, en los países de altos ingresos de Europa Occidental yAmérica del Norte, donde predominan otros ramos de la econo-mía, la contribución del sector agropecuario al PIB es sólo del 1al 3%, aunque aquí el valor de la producción agropecuaria re-presenta el 79% del valor del mercado total de los productosagropecuarios del mundo (Cuadro 2.7. El valor económico de laproducción agropecuaria).

En realidad, el método convencional de medir la participaciónde las actividades agropecuarias en el PIB subestima su contri-bución a las economías. Por ejemplo, el PIB agropecuario en lasFilipinas, Argentina y Estados Unidos representa el 21%, 11% y1% respectivamente del PIB de esos países, pero su valor total(incluyendo la manufactura y servicios asociados que se originanen etapas posteriores de la cadena de comercialización) repre-senta el 71%, 39% y 14% de sus respectivos PIB (Bathrick1998:10).

Más allá del valor económico de los alimentos producidos, losagroecosistemas también proporcionan empleo a millones depersonas. La mano de obra agropecuaria constituye el sustento,empleo, ingreso y herencia cultural de una porción significativade la población del mundo. En 1996 se estimó que de los 3.100millones de personas que habitan en las áreas rurales, 2.500millones, es decir el 44% de la población mundial, formabanparte de hogares que dependían de actividades agropecuarias.Asimismo se estima que la mano de obra directamente vinculadaa estas labores asciende a 1.300 millones de personas, esto es, el46% del total de trabajadores. En América del Norte sólo el2,4% de trabajadores está directamente relacionado con la agri-cultura; mientras que en el este, sur y sudeste de Asia, así comoen África Subsahariana, la mano de obra agropecuaria constitu-ye entre el 56 y el 65% del total (FAO 2000).

Nutrición humanaLa agricultura se desarrolló con un propósito tan simple comofundamental: proveer una nutrición humana adecuada. En todo elmundo, los agroecosistemas producen suficientes alimentos comopara suministrar a cada habitante del planeta 2.757 kcal diarias,lo suficiente para satisfacer los requerimientos nutricionales hu-manos mínimos (FAO 2000). Sin embargo, mucha gente no tieneacceso adecuado a esos alimentos, y se estima que hay 790 millo-nes de personas que sufren desnutrición crónica. En África Sub-sahariana, el 33% de la población está crónicamente desnutrida,en el Caribe el 31% y en el sur de Asia el 23% (FAO 1999b:29).

60R E C U R S O S M U N D I A L E S

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61C a p í t u l o 2 : I n v e n t a r i o d e l o s e c o s i s t e m a s

Cuadro 2.7 E l v a l o r e c o n ó m i c o d e l a p r o d u c c i ó n a g r o p e c u a r i a

El valor total de la producción de los agroecosistemas es deUS$1,3 billones al año. En todo el mundo, el 46% de todoslos trabajadores se dedica a actividades agropecuarias, y

casi la mitad de la población total vive en comunidades ruralesque dependen de ellas. Las tierras de cultivo por lo general tie-nen una producción de mayor valor por hectárea que los pasti-

zales, salvo en Europa, en el sur de Asia y en el sudeste asiáticodonde los pastizales sostienen una producción ganadera in-tensiva. La producción por trabajador varía drásticamente deuna región a otra, lo que refleja las diferencias en el nivel decomercialización de la agricultura y en las oportunidades deempleo no agrícola.

Fuentes: Wood et al.[PAGE] 2000. El mapa muestra los valores nacionales dentro de la extensión global de las actividades agropecuarias, más lasáreas irrigadas adicionales (Döll y Siebert 1999). El cuadro y el mapa sobre el valor de la producción se basan en FAO (1997) y FAOSTAT (1999). Elvalor de la producción agropecuaria pondera la producción de 134 cultivos primarios y las cantidades de 23 productos primarios ganaderos con susrespectivos precios internacionales para 1989-91. El valor de la producción del cultivo se basa solamente en los 134 cultivos primarios. El valor delPIB agropecuario por trabajador agrícola está basado en Banco Mundial (2000) y FAOSTAT (1999).

Valor de los cultivos por hectárea de tierra cultivada, 1995-97

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La demanda mundial de alimentos todavía se está incremen-tando de forma significativa a causa del crecimiento de la po-blación, de la urbanización y del aumento del ingreso per cápita.Uno de los cambios más notables en la demanda es el incre-mento dramático en el consumo de carne, particularmente en elmundo en desarrollo. A esto se le ha llamado la «revolución de laganadería». Entre 1982 y 1994, el consumo mundial de carneaumentó un 2,9% al año, pero creció cinco veces más rápido enlos países en desarrollo que en los países desarrollados, donde elconsumo de este alimento es de por sí elevado (Delgado et al.1999:10).

Entre 1995 y el 2020, se espera que la población mundial au-mente en un tercio hasta alcanzar 7.500 millones de individuos.Se prevé que la demanda de cereales aumente en un 40% y queel 85% de ese incremento global tenga lugar en los países en de-sarrollo. Se estima que la demanda de carne crecerá en un 58%,y que el 85% de ese aumento tendrá lugar en los países en desa-rrollo. Se espera que la demanda de raíces y tubérculos aumenteen un 37%, y que un 97% de este incremento ocurra en las na-ciones en desarrollo (Pinstrup-Andersen 1995:5-12). Y si se lo-gra un progreso significativo en lo que se refiere a aliviar la po-breza durante este mismo período, se producirá un incrementoadicional en la demanda a medida que los pobres y los desnutri-dos inviertan su ingreso adicional en adquirir los alimentos quepreviamente estaban fuera de su alcance.

Capacidad productivaCambios en el aumento del rendimiento. El aumento acele-rado de los rendimientos en la mayoría de los principales cultivosha sido básico en lo que re refiere a satisfacer las necesidades deuna población cada vez más numerosa, especialmente en la se-gunda mitad del siglo XX. Recientemente, sin embargo, el au-mento en los rendimientos de los cultivos de cereales ha sido máslento, y por ello existe la preocupación de que la producción fu-tura no pueda seguir el ritmo de la demanda. Más aún, en algu-nas partes del mundo existe evidencia de que para mantener elaumento de los rendimientos o aun preservarlos en sus nivelesactuales se requieren proporcionalmente mayores cantidades de fertilizantes, lo cual implica que la calidad del recurso suelopuede seguir deteriorándose.

Estas tendencias deben ser interpretadas con cuidado. Inclu-so si los rendimientos continúan creciendo de forma acelerada,esto no indica necesariamente que los agroecosistemas estén enbuenas condiciones, dado que el aumento de insumos como losfertilizantes podría ocultar el agotamiento subyacente de los nu-trientes del suelo. También es cierto que la desaceleración delcrecimiento en los rendimientos de los cultivos tampoco pruebaque la condición de los agroecosistemas continúe debilitándose,dado que ciertos factores del mercado como la caída de los pre-cios de los productos primarios y el aumento en los precios de losfertilizantes también pueden influir en el ritmo más lento de laproducción. De todas maneras, una tasa menor de crecimiento delos rendimientos es igualmente preocupante en un mundo dondeno se puede esperar que el crecimiento de la demanda de ali-mentos disminuya su ritmo.

Degradación del suelo. Una medida de la capacidad producti-va de los agroecosistemas a largo plazo es la condición de los sue-los. Los procesos climáticos naturales y las prácticas de manejopueden afectar la calidad del suelo. Para mantener su producti-vidad se necesita que las presiones que lo degradan se equilibrencon prácticas de conservación. Los principales procesos de de-gradación del suelo son la erosión eólica e hídrica, la anegación ysalinización (la acumulación de sales en el suelo), la compacta-ción, la acidificación, la pérdida de materia orgánica y microor-ganismos, el agotamiento de nutrientes y la acumulación de con-taminantes.

Los distintos tipos de degradación están asociados a diferen-tes usos agropecuarios del suelo. Por ejemplo, la salinizaciónestá generalmente relacionada con la intensificación agrícola entierras con regadío, mientras que la compactación se asocia a lamecanización en tierras de buena calidad alimentadas por llu-vias. El agotamiento de nutrientes con frecuencia se vincula conla intensificación de la producción en tierras marginales, peropuede ocurrir en cualquier tipo de suelos si los nutrientes extra-ídos por los cultivos no se reponen adecuadamente. La erosiónhídrica también está asociada con aquellas tierras marginales quehan sido desmontadas y labradas en exceso. La contaminacióndel suelo constituye un problema en las actividades agropecua-rias periurbanas (Scherr, 1999).

Basándose en un estudio estructurado realizado por expertosregionales, la Evaluación Mundial de la Degradación del Suelo(GLASOD) de 1990 ofrece las únicas estimaciones continentalesy mundiales sobre degradación de suelos (Oldeman et al. 1991).En este estudio se sugiere que entre mediados de la década de losaños cuarenta y 1990 se han degradado 1.970 millones de hec-táreas (Sherr 1999:17; Wood et al.[PAGE] 2000). Esto repre-senta el 15% del área terrestre (excluyendo a Groenlandia y laAntártida, que se hallan cubiertas de hielo).

Para evaluar la extensión y gravedad de la degradación delsuelo, en particular en tierras agropecuarias, los investigadoresdel APEM superpusieron los datos de GLASOD en el mapa detierras agropecuarias (esto es, aquéllas donde más del 30% estáasignado a actividades de este tipo). Esto mostró que el 65% delos suelos de estas tierras muestra algún nivel de degradación.Cerca del 24% se clasificó como «moderadamente degradado», locual, según GLASOD, significa que su productividad agrope-cuaria se ha reducido notoriamente. Un 40% adicional quedó enlas categorías «muy degradado» (tierras que requieren inver-siones y trabajos de ingeniería significativos para rehabilitar-las) y «excesivamente degradado» (tierras que no se pueden re-habilitar) de GLASOD (Wood et al. [PAGE] 2000). Entre lasáreas más gravemente afectadas están el sur y el sudeste deAsia3, cuyas densidades de población superan a las de las demásregiones del mundo y donde predominan las actividades agro-pecuarias (Cuadro 2.8. Degradación del suelo en el sur y sudes-te asiáticos).

Equilibrio de nutrientes. Uno de los indicadores de la condicióndel suelo y de su capacidad productiva es el equilibrio de nu-trientes. Entre las técnicas de gestión más comunes utilizadas

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63C a p í t u l o 2 : I n v e n t a r i o d e l o s e c o s i s t e m a s

Cuadro 2.8 D e g r a d a c i ó n d e l s u e l o e n e l s u r y s u d e s t e a s i á t i c o s

El sur y el sudeste asiáticos, cuyos sistemas de producción agropecuarios figuran entre los más intensivos del mundo, poseen al-gunos de los suelos más degradados del planeta. En estas regiones, los suelos son muy pendientes, están más expuestos a laerosión y tienen mayores probabilidades de estar más salinizados, ácidos, escasos de potasio y saturados de aluminio que los de

la mayoría de las otras regiones.

* ASSOD: Evaluación de la degradación del suelo inducida por la actividad humana en el sur y el sudeste asiático que se llevó a cabo después delGLASOD.

Fuentes: Wood et al. [PAGE] 2000. Este mapa está basado en Van Lynden y Oldeman (1997) y en Global Land Cover Characteristics Database Ver-sion 1.2 (Loveland et al. [2000]). Muestra la degradación del suelo en las áreas donde hay actividades agropecuarias.

Degradación del suelo en los agroecosistemas del sur y sudeste asiáticos

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para mantener la condición de los ecosistemas, particularmente enaquéllos extensamente cultivados, figura la reposición de nu-trientes del suelo con abono orgánico o fertilizantes inorgánicosque contengan nitrógeno, fósforo y potasio. Una reposición insu-ficiente puede conducir al minado de nutrientes, es decir, a la pér-dida progresiva de los mismos a medida que las plantas los extraen para crecer. Una reposición excesiva (demasiada fertili-zación) puede conducir a la lixiviación de los nutrientes sobrantesy a la consecuente contaminación del suelo y del agua, a medidaque aquéllos que no son incorporados encuentran la manera dellegar a los suelos y sistemas de agua dulce circundantes.

Una manera de obtener un cálculo del equilibrio de nutrientesde un ecosistema es midiendo los insumos (fertilizantes orgánicose inorgánicos, nutrientes provenientes de residuos de cultivos y fi-jación de nitrógeno por parte de vegetales como la soja y otras le-gumbres) y las salidas (absorción de nutrientes por parte de losprincipales productos del cultivo y de sus residuos). Los investi-gadores del APEM calcularon los equilibrios de nutrientes a nivelnacional para cultivos individuales en América Latina y el Cari-be (Henao 1999) y encontraron que para la mayoría de cultivosy sistemas de cultivo, el equilibrio de nutrientes es significativa-mente negativo; en otras palabras, constataron que la fertilidaddel suelo está declinando (véase el Cuadro 2.9. Puntos críticos ypuntos promisorios en los agroecosistemas de América Latina).

Los aumentos de producción observados en las últimas déca-das se deben por lo tanto a una combinación de la expansión delárea cultivada con mejores variedades y de otros factores queocultan o compensan los efectos de la degradación del suelo. Alcombinar el equilibrio de nutrientes con las tendencias en mate-ria de rendimientos, es posible identificar puntos potenciales dedegradación crítica o «puntos críticos» donde el crecimiento delrendimiento es cada vez más lento y la fertilidad está disminu-yendo. Entre las áreas donde la fertilidad de los agroecosistemaspara producir alimentos parece estar en declive figuran el nortede Brasil y secciones de Argentina, Bolivia, Colombia y Paraguay.

Existen balances de nutrientes para la mayoría de los países deÁfrica Subsahariana a nivel continental, nacional y de distrito(Smaling et al. 1997:47-62). Aquí los hallazgos también sugierenque al agotamiento de nutrientes es un problema generalizado.

Pérdida de productividad. Basándose en las cifras de GLA-SOD, se ha calculado que la pérdida acumulada de productivi-dad a causa de la degradación del suelo durante los últimos 50años ha sido aproximadamente del 13% para las tierras de cul-tivo y del 4% para los pastizales (Oldeman 1998:4). Los impac-tos económicos y sociales de esta degradación han sido muchomayores en los países en desarrollo que en las naciones indus-trializadas. En estas últimas la calidad del suelo es por lo generalun factor relativamente menos importante en la producciónagropecuaria, debido sobre todo al elevado nivel de fertilizantesy otros insumos. Más aún, las áreas productoras de grano másimportantes en los países industrializados típicamente tienensuelos profundos geológicamente «nuevos» que pueden resistirniveles considerables de degradación sin que sus rendimientos sevean afectados.

La degradación del suelo tiene efectos más inmediatos en elabastecimiento de alimentos en los países en desarrollo. Se estimaque allí la productividad agrícola ha decaído significativamenteen cerca del 16% de la tierra agropecuaria, especialmente en lastierras de cultivo de África y América Central, en los pastizalesde África y en los bosques centroamericanos. En el estudio GLA-SOD se estimó que cerca del 74% de la tierra agropecuaria enAmérica Central (definida por GLASOD como campos de culti-vo y pastizales sembrados) se encuentra degradado, como loestá el 65% en África y el 38% en Asia (Scherr 1999:18). En es-tudios detallados sobre Argentina, Uruguay y Kenia basados enmodelos predictivos se calculó que la reducción de rendimientossería del 25 al 50% en los próximos 20 años (Mantel y van En-gelen 1997:39-40).

En estudios subregionales en varias partes de África, China, elsur de Asia y América Central (Scherr 1999) se han documen-tado reducciones agregadas en rendimientos de cultivos a causade la degradación. En África, las pérdidas en el rendimiento delos cultivos entre 1970 y 1990 únicamente a causa de la erosiónhídrica se estimaron en un 8% (Lal 1995:666). Las estimacionessobre pérdidas económicas asociadas con la degradación del sue-lo en ocho países africanos oscilan entre el 1 y el 9% del PIBagropecuario (Bøjö 1996:170). Se estima que las pérdidas eco-nómicas anuales totales debidas a la degradación en el sur ysudeste de Asia son del 7% del PIB agropecuario de la región(Young 1994:75). Dado que más de la mitad de la tierra en esaregión no está afectada por la degradación, los efectos económi-cos en aquellas áreas que sí están degradadas parecen ser bas-tante significativos. Las pérdidas económicas a causa de la ero-sión en diferentes regiones de México oscilan aproximadamenteentre el 3 y el 13% del PIB agropecuario (McIntire 1994:124).

CANTIDAD Y CALIDAD DEL AGUALa agricultura es quizás la influencia humana más significativaen el ciclo hidrológico, en la medida en que afecta a la cantidad,disponibilidad oportuna y calidad del agua que llega a los siste-mas de agua dulce. A nivel mundial, las actividades agropecua-rias son responsables de una mayor proporción de uso de agua

64R E C U R S O S M U N D I A L E S

El estado de cuenta de la producción alimentaria.A nivel global son pocas las razones que existen parano creer que la producción de alimentos siga creciendo

significativamente durante las próximas décadas. Dicho esto,es evidente que la condición subyacente de muchos de los agro-ecosistemas del mundo, especialmente de aquéllos de los paísesen desarrollo, no es buena. Aunque aproximados, los datos so-bre degradación del suelo sugieren que la erosión y el agota-miento de nutrientes están socavando la capacidad a largo plazode los agroecosistemas en más de la mitad de las tierras agro-pecuarias del mundo. La competencia por agua va a magnificarel problema de la falta de recursos necesarios para la producciónalimentaria. Si bien es cierto que insumos como los nutrientes,las nuevas variedades de cultivos y las nuevas tecnologías pue-den compensar tales condiciones de deterioro en un futuro cer-cano, se espera que el desafío de satisfacer las necesidades hu-manas se torne cada vez más difícil.

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dulce que cualquier otro sector de actividad. Asimismo realizanel mayor uso consuntivo de agua (esto es, el uso que resulta delretorno del agua a la atmósfera y no a las corrientes de agua o alas aguas subterráneas). Aproximadamente un 70% —2.800 km3

de los 4.000 km3 de agua que los humanos extraen de los siste-mas de agua dulce cada año (Shiklomanov 1997:69)— se desti-na al riego (WMO 1997:9).

Este volumen de agua irriga 271 millones de hectáreas de tie-rras de cultivo (FAO 2000). Si bien esta cifra representa sólo el17% del total de las tierras de cultivo, también es cierto que pro-duce el 40% de los cultivos del mundo (WMO 1997:9). Delagua que se utiliza para el riego, entre el 50 y el 80% regresa a laatmósfera o no llega a los usuarios aguas abajo (Shiklomanov1993:19). En consecuencia, el riego puede reducir de forma sig-nificativa el caudal de los ríos y los niveles de los acuíferos, ytambién puede disminuir el tamaño de lagos y mares interiores.

El mar Aral representa un caso extremo del daño ecológicoocasionado por desvíos de agua con fines agropecuarios. A prin-cipios de la década de los años noventa, las extracciones de aguapara irrigar el algodón y otros cultivos habían reducido su volu-men a un tercio del original, con lo que aumentó así su salinidad.Las pérdidas en términos de variedades de peces y del sustentode los pescadores ocurrieron antes de que se dieran los pasos ne-cesarios para restaurar su volumen (WRI 1990:171; Gleick1998:189).

Para el 82% de los agroecosistemas del mundo, las precipita-ciones constituyen la única fuente del agua destinada a la pro-ducción agropecuaria. Si bien la agricultura de secano tieneefectos menos generalizados en los caudales de agua dulce que laagricultura de riego, de todas maneras puede afectar la cantidady disponibilidad oportuna de caudal aguas abajo. Se trata de im-pactos muy específicos del sitio dependiendo del tipo de agricul-tura, de la pendiente y condición del suelo, y de los patrones e in-tensidad de las precipitaciones.

Tanto la agricultura de secano como la de regadío puedenamenazar la calidad del agua vía lixiviación de fertilizantes, pla-guicidas y estiércol de animales en las aguas subterráneas o desuperficie. Los sedimentos de la erosión también pueden degra-dar significativamente la calidad de las aguas de superficie. Asi-mismo, la agricultura de regadío crea problemas asociados con elperfil de exceso de agua en los suelos: anegación y salinización.Ambas pueden reducir la productividad y conducir al abandonode las tierras en cuestión. En India, China y Estados Unidos —países éstos que dependen en gran medida del riego— un pro-medio del 20% de las tierras irrigadas sufre de salinización. Deacuerdo con una estimación, la salinización le cuesta a los agri-cultores del mundo US$11.000 millones al año en reducción deingreso, esto es, el 1% del valor total de la producción agrope-cuaria (Postel 1999:92; Wood et al [PAGE] 2000).

Una medida del impacto relativo que tienen los distintosagroecosistemas en las masas de agua dulce es su nivel de efi-ciencia en lo que se refiere al uso del líquido. Seckler et al.(1998) estimó la eficiencia promedio del riego, esto es, la pro-porción de agua de regadío que los cultivos realmente consumenpara su crecimiento, comparada con la proporción que se eva-

pora o se desperdicia. Por lo general, los sistemas de riego máseficientes requieren menos agua para satisfacer las necesidadesde los cultivos cuando aplican el agua más directamente en laraíz de las plantas y cuando lo hacen de manera más oportunaen términos de las necesidades de crecimiento de las mismas.

Globalmente, la eficiencia del riego se estimó en un 43% enpromedio en 1990 (Seckler et al. 1998:25). En general, los agro-ecosistemas en regiones áridas cuentan con sistemas de riegomás eficientes, alcanzando el 58% en las regiones más secas,mientras que en las regiones donde el abastecimiento de agua esabundante la eficiencia llega apenas al 31%. Esta última cifraimplica que en esas áreas se están desperdiciando dos tercios delriego, aunque parte del líquido que se pierde por fugas subte-rráneas puede ser utilizado aguas abajo (Seckler et al. 1998:25).La eficiencia de riego en China e India es mediana: 39 y 40%respectivamente.

La competencia cada vez mayor de otros sectores por el aguaconstituye un desafío para la agricultura, especialmente en lospaíses en desarrollo donde las poblaciones urbanas y el sector in-dustrial están creciendo aceleradamente. Tanto la demanda in-dustrial como la residencial tienen generalmente mayor prioridadque la agrícola. Es muy posible que la agricultura de riego tengaque valerse cada vez más del agua reciclada proveniente de ins-talaciones industriales y de las plantas de tratamiento de aguasresiduales para satisfacer sus necesidades. Muchos creen que laescasez de agua y su efecto en servicios como el riego es uno delos problemas que afecta a los recursos naturales desde la pers-pectiva del bienestar humano (Rosegrant y Ringler 1999). Cier-tamente, las tendencias actuales acentúan la necesidad crítica dedesarrollar agroecosistemas que usen agua de una forma más efi-ciente, al tiempo que minimizan la salinización y anegación delos suelos, y la lixiviación de plaguicidas, fertilizantes y sedi-mentos en las aguas subterráneas y de superficie.

66R E C U R S O S M U N D I A L E S

El estado de cuenta de los servicios hídricos. Engeneral, la capacidad de los agroecosistemas para man-tener la cantidad y la calidad de los recursos hídricos

que llegan y enviarlos a los usuarios aguas abajo está decayen-do. Si bien el uso consuntivo de agua para producir más ali-mentos constituye un servicio hídrico importante y legítimo den-tro de los agroecosistemas, el deterioro de la calidad del aguaque esto conlleva impone privaciones significativas a otros eco-sistemas. La ineficiencia del riego aumenta las extracciones deagua, conduce a tasas insostenibles de extracción de agua sub-terránea y reduce los caudales, al tiempo que ocasiona daños alos ecosistemas acuáticos. La calidad de las aguas río abajo pe-ligra particularmente en áreas donde los agricultores aplicanagroquímicos y estiércol de animal en abundancia. Una gestióndeficiente del riego también puede reducir directamente la pro-ductividad de los agroecosistemas vía anegación y salinización.Un uso más eficiente del agua con fines agrícolas es cada vezmás importante a medida que tanto la demanda de alimentoscomo la competencia de otros sectores por el líquido continúaaumentando.

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BIODIVERSIDADLas tierras agropecuarias sostienen una cantidad mucho menorde biodiversidad que los bosques naturales, las praderas y los hu-medales que han entrado a reemplazar. Aun así, la biodiversidadque albergan las regiones agropecuarias es importante por símisma. Desde una perspectiva puramente agropecuaria, la di-versidad de depredadores naturales, bacterias, hongos y plantasen una región puede contribuir a la producción agrícola ayu-dando a controlar plagas y otros brotes epidémicos, mejorando lafertilidad del suelo y sus propiedades físicas, y fortaleciendo laresistencia y capacidad de adaptación de los ecosistemas cuandoocurren desastres naturales como inundaciones y sequías. Másaún, la diversidad genética presente en variedades tradicionalesde cultivos y especies silvestres constituye una reserva de materialgenético que los seleccionadores pueden utilizar para desarrollarvariedades mejoradas de cultivos y animales.

De todas maneras, la expansión de la tierra agropecuaria hatenido efectos significativos en la biodiversidad. Usando mapasde los hábitats que puedan existir naturalmente en una región ybasándose en sus características climáticas y de suelos, los in-vestigadores del APEM estimaron el porcentaje de los diversos ti-pos de hábitats que han sido convertidos a actividades agrope-cuarias. Se estableció que el 46% del área potencial de bosquestemplados mixtos y de frondosas se ha convertido a usos agro-pecuarios, lo cual constituye el 24% de toda la tierra asignada aesas actividades. Le sigue de cerca, con el 43%, el área potencialde bosques tropicales de caducas (parecidos a los tropicales hú-medos pero con estaciones secas más definidas y un dosel másabierto), que constituye el 10% de toda la tierra agropecuaria.Estos tipos de bosque son mucho más diversos que los agroeco-sistemas.

Las diferentes prácticas de gestión también pueden alterar labiodiversidad dentro de los agroecosistemas. La intensificacióntiende a disminuir en gran medida su capacidad para mantener labiodiversidad fragmentando y reduciendo el área de setos y bos-quecillos, corredores de vida silvestre y otros refugios y hábitatsnaturales dentro del paisaje agropecuario. Los plaguicidas y otrosagroquímicos también pueden ser tóxicos para la vida silvestre ylos microorganismos del suelo, incluyendo muchas aves benéficas,polinizadores e insectos carnívoros. Del lado positivo se puede de-cir que el uso cada vez mayor de árboles en las tierras agrope-cuarias puede incrementar su biodiversidad potencial. En Amé-rica Latina, África Subsahariana y el sur y el sudeste de Asia, losárboles constituyen un componente significativo y en vías de ex-pansión del paisaje agropecuario (Wood et al. [PAGE] 2000).

Además de plantar árboles en las fincas hay otras tendenciaspositivas como el «cultivo sin labranza», con el cual se minimizaen gran medida la perturbación del suelo ayudando a preservarsu integridad y a reducir la erosión. Asimismo se está expan-diendo el uso del manejo integrado de plagas, donde la aplicaciónde agroquímicos es mucho menor y se combina con controles noquímicos con el fin de proteger los cultivos. El crecimiento de sis-temas de producción de alto rendimiento también tiene un ladopositivo y es que ha evitado la conversión de por lo menos 170millones de hectáreas de hábitats naturales en el trópico (Nelson

y Maredia 1999) y quizás hasta de 970 millones de hectáreas entodo el mundo (Golkany 1999).

En términos de diversidad genética, la agricultura se centrarelativamente en pocas especies y en ese sentido parte de unabase bastante limitada. Más del 90% de la ingestión calóricaproviene de 30 cultivos únicamente, y sólo 120 tienen impor-tancia económica a escala nacional (FAO 1998:14). De cualquiermanera siempre ha existido una enorme diversidad genéticadentro de esas especies, lo cual ha ayudado a mantener la pro-ductividad de los agroecosistemas, constituyéndose a la vez enuna fuente de riqueza para la fitogenética.

Hoy en día, sin embargo, la diversidad genética de los cultivostiende a disminuir. En todo el mundo, las variedades modernasestán desplazando a las tradicionales, lo que amenaza con oca-sionar la pérdida de un recurso genético muy grande y con au-mentar la vulnerabilidad de grandes extensiones de cultivos ho-mogéneos frente al ataque de las plagas y otras enfermedades.En todo el mundo en desarrollo se estaban cultivando variedadesmodernas de arroz en el 74% del área plantada (1991), varie-dades modernas de trigo en el 74% (1994) y variedades moder-nas de maíz en el 60% (1992) (Morris y Heisey 1998:220).

ALMACENAMIENTO DE CARBONOEl carbono es de importancia fundamental para la fertilidad delos agroecosistemas. El contenido de materia orgánica del suelo ysu estabilidad a través del tiempo son indicadores claves de sucalidad y fertilidad. El nivel de materia orgánica en el sueloafecta a la retención del agua y a la capa de tierra cultivable delsuelo, así como a la riqueza de su biota.

Por lo general, cuando un ecosistema natural como un bosqueo una sabana se convierten a usos agrícolas, sus suelos pierdenrápidamente un porcentaje significativo de materia orgánica.La agricultura exitosa puede detener este deterioro y restaurar lamateria orgánica del suelo hasta sus niveles originales medianteuna rotación apropiada de los cultivos y la aplicación de nu-trientes (particularmente de fuentes orgánicas), o a través deprácticas como cero o mínima labranza. Por otra parte, una la-branza excesiva, la remoción de los residuos de cultivos de loscampos y otras prácticas que promueven la erosión del sueloacelerarán la pérdida de materia orgánica.

67C a p í t u l o 2 : I n v e n t a r i o d e l o s e c o s i s t e m a s

Estado de cuenta de la biodiversidad. Mediante laconversión de hábitats, la fragmentación del paisaje, laespecialización de variedades de cultivos y la intensifi-

cación, la agricultura cumple un papel importante en lo que serefiere a moldear los patrones de biodiversidad en el mundo.Actualmente, la capacidad de los agroecosistemas para soste-ner la biodiversidad se encuentra bastante disminuida, particu-larmente en aquellas áreas donde se practica la agricultura in-tensiva; y apenas se están comenzado a desarrollar enfoquespara mejorar la biodiversidad en las regiones agropecuarias, altiempo que se mantiene o se incrementa la producción. Cierta-mente la adopción de mejores prácticas agrícolas constituirá unelemento central de cualquier estrategia para preservar la biodi-versidad del mundo en el siglo XXI.

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El carbono fijado en los agroecosistemas —tanto en su suelocomo en su vegetación— cumple un papel importante como par-te del ciclo general del carbono. Salvo algunos sistemas de pro-ducción en los trópicos, los suelos agropecuarios por lo generalalmacenan más carbono que los cultivos o pastizales que sostie-nen. La vegetación agrícola almacena un promedio de 5 a 6 kgde carbono por metro cuadrado (kgC/m2), mientras que los sue-los agropecuarios almacenan un promedio de 7 a 11 kgC/m2

(Wood et al.[PAGE] 2000). En su conjunto, en los agroecosiste-mas los suelos y la vegetación contienen aproximadamente entreel 26 y 28% de todo el carbono almacenado en los ecosistemasterrestres.

Se estima que el cambio en los usos del suelo y las prácticasde gestión —de las cuales las actividades agropecuarias consti-tuyen una parte importante— emite 1,6 gigatoneladas de car-bono a la atmósfera anualmente, esto es, aproximadamente el20% de la emisiones de gases de invernadero relacionadas conactividades humanas (IPCC 2000:5). Los orígenes agropecuariosde las emisiones de carbono son muchos. Entre las principalesfuentes de CO2 figuran la conversión de bosques y sabanas leño-sas a tierras agropecuarias, y la quema deliberada de rastrojos ypastizales para controlar plagas y enfermedades, así como paramejorar la fertilidad del suelo. También hay actividades queproducen metano, otra molécula basada en el carbono y un gasde invernadero más poderoso que el CO2. La cría de ganado y elcultivo de arroz son fuentes importantes de metano.

Algunos investigadores creen que la liberación neta de dióxidode carbono a partir de actividades agropecuarias podría disminuirentre 1990 y 2020 (Sombroek y Gommes 1996), mientras que lasemisiones de metano continuarán creciendo, impulsadas por elaumento continuo de la cantidad de ganado. Las emisiones deóxido nitroso (N2O), un gas de invernadero aún más potente de-

rivado de los fertilizantes nitrogenados, también está ascendiendode forma acelerada.

Existe la creencia cada vez más generalizada de que las acti-vidades agropecuarias pueden cumplir un papel mucho más im-portante en la reducción de emisiones de carbono y en el incre-mento de su capacidad de almacenamiento. Por ejemplo, elcontrol de las quemas con propósitos agrícolas, la mejora de lasdietas de los distintos tipos de ganado y la conservación del sue-lo son todas medidas que pueden reducir las emisiones. Mientrastanto, la utilización de mejores prácticas agrícolas, el intercaladode árboles en los sistemas agropecuarios y la siembra de mejorespastos son medidas que pueden ayudar a almacenar más carbo-no. Estudios recientes realizados en Estados Unidos muestranque los programas de conservación y la adopción de métodos decultivo sin labranza aumentaron el almacenamiento de carbonoen las tierras de cultivo de ese país en cerca de 138 millones detoneladas de carbono en la década de los años ochenta (Hough-ton et al. 1999:577).

68R E C U R S O S M U N D I A L E S

Estado de cuenta del almacenamiento de carbono.Los agroecosistemas almacenan aproximadamente en-tre el 26 y 28% del total del carbono terrestre, fundamen-

talmente en los suelos. Una mejor gestión de los nutrientes, ladisminución de la erosión del suelo y la adopción generalizadade métodos de cultivo de labranza mínima tienden a incrementarla materia orgánica del suelo, y por lo tanto pueden contribuir aaumentar en alguna medida la capacidad de almacenamiento decarbono en los suelos agrícolas. Por otro lado, la cría de ganadoy el cultivo de arroz son fuentes cada vez mayores de emisionesde carbono relacionadas con la agricultura, y las quemas agrí-colas y la conversión del suelo continúan siéndolo.

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Los ecosistemas costeros no sólo abarcan una amplia gama detipos de hábitats y una enorme riqueza de especies, sino queademás albergan nutrientes y su ciclo, filtran contaminantesprovenientes de los sistemas continentales de agua dulce, y ayu-dan a proteger la línea costera de la erosión y las tormentas. Alfinal de la línea costera está el océano, que cumple un papelfundamental en la regulación de la hidrología y el clima, ademásde constituir un importante sumidero de carbono y fuente de oxí-geno por su alta productividad del fitoplancton. La belleza de lossistemas costeros los convierte en un imán para la gente, quebusca las regiones litorales como lugar de residencia y tambiéncomo sitio de descanso, diversión y turismo.

Extens i ón y mod i f i cac i ón

Son muchas las definiciones que existen de zona costera.Para fines del análisis de los ecosistemas, los investigadoresdel APEM definen las regiones costeras como «las áreas in-termareales y submareales por encima de la plataforma

continental (a una profundidad de 200 m) y la franja adyacentetierra adentro hasta un máximo de 100 km a partir de la costa».El análisis que se hace en el APEM de los ecosistemas costerostambién incluye las pesquerías marinas, debido a que el grueso dela captura mundial de pescado de mar —hasta un 95% según al-gunos cálculos— se extrae o se cría en las aguas del litoral (Sher-man 1993:3) y sólo un pequeño porcentaje proviene del marabierto (Cuadro 2.10. Inventario de los ecosistemas costeros).

EXTENSIÓNDado que los ecosistemas costeros se definen por sus caracterís-ticas físicas (su proximidad a la costa) más que por su conjuntodistintivo de rasgos biológicos, éstos abarcan un abanico muchomás diverso de hábitats que los otros ecosistemas que formanparte del APEM. Arrecifes de coral, manglares, humedales ma-reales, praderas marinas, islas-barrera, estuarios, turberas y unavariedad de hábitats adicionales proporcionan su propio paque-te de bienes y servicios y se enfrentan a presiones relativamentediferentes.

69C a p í t u l o 2 : I n v e n t a r i o d e l o s e c o s i s t e m a s

E C O S I S T E M A S C O S T E R O S

Las márgenes continentales donde yacen los ecosistemas costeros son regionesde notoria productividad biológica y fácil acceso. Esto las ha convertido encentros de actividad humana durante miles de años. Los ecosistemas cos-teros proporcionan todo un rango de bienes y servicios: albergan los puertos

de comercio más importantes; son los principales productores de pescado, mariscos yalgas tanto para consumo humano como animal; y también constituyen una fuenteimportante de fertilizantes, sustancias farmacéuticas y cosméticas, productos para elhogar y materiales de construcción.

(continúa en la pág. 72)

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Principales hallazgos

■ Cerca del 40% de la población mundial vive en un área de 100kilómetros de costa, superficie que representa solo el 22% dela masa de tierra total.

■ El incremento de la población y la conversión para el desa-rrollo, la agricultura y la acuicultura están reduciendo losmanglares, los humedales costeros, las áreas de praderassubmarinas y los arrecifes de coral a un ritmo alarmante.

■ El pescado y el marisco proporcionan alrededor de la sextaparte de las proteínas animales consumidas por el hombre enel mundo. Mil millones de personas, principalmente en lospaíses en desarrollo, dependen del pescado como fuenteprincipal de proteínas.

■ Los ecosistemas costeros han perdido ya gran parte de su ca-pacidad para producir pescado debido a la sobrepesca, lastécnicas destructivas del arrastre y la destrucción de los cria-deros.

■ Los crecientes niveles de contaminación están asociados alincremento del uso de productos químicos y fertilizantes sin-téticos.

■ Los datos globales de la extensión y cambio de los hábitatscosteros claves son inadecuados. Los hábitats costeros sondifíciles de evaluar desde los datos de satélites porque lasáreas son pequeñas y a menudo sumergidas.

Cuadro 2.10 I n v e n t a r i od e l o s e c o s i s t e m a s

c o s t e r o s

Condición y capacidad de cambio

La producción global de pescado marino se ha incrementadoseis veces desde 1950, pero la tasa de incremento anual decapturas de pescado en el mar ha descendido del 6% en las dé-

cadas de 1950 y 1960 al 0,6% en 1995-96. La captura de especies debajo valor ha aumentado al tiempo que la de especies de alto valor se hamantenido o disminuido, lo que enmascara algunos efectos de la so-brepesca. Aproximadamente el 75% de las principales pesquerías estánplenamente explotadas o sobreexplotadas, y las flotas pesqueras tienencapacidad para pescar muchos más peces de los que permite una pro-ducción sostenible. Parte del reciente incremento de la captura marinaproviene de la acuicultura, que ha duplicado su producción desde 1990.

Excelente Buena Mediana Deficiente Mala Sin evaluar

Condición

En aumento Mixta Disminuye Desconocida

Capacidadde cambio ?

Símbolos

La condición evalúa la producción y calidad actuales de los bienes y servicios de un ecosistema en comparación con su situación hace20-30 años.

Las calificaciones reflejan las opiniones de expertos sobre los bienes o ser-vicios de cada ecosistema a lo largo del tiempo y sin considerar los cambiosen los otros ecosistemas. Asimismo estiman la condición y la capacidadque predominan en el mundo, equilibrando la validez y fiabilidad de los dis-tintos indicadores. Cuando los hallazgos regionales difieren, si no hay datosde calidad mundiales, se le da peso a los mejores datos, a la mayor cober-tura geográfica o a las series cronológicas más prolongadas. Las diferenciaspronunciadas en las tendencias mundiales se califican como «mixtas» enaquellos casos en que no se puede determinar un valor neto. La seria insu-ficiencia de los datos actuales se califica como «desconocida».

La capacidad de cambio evalúa la capacidad biológica subyacentede los ecosistemas para continuar proporcionando el bien o servicio.

P R O D U C C I Ó N D E A L I M E N T O S

A medida que disminuyen los manglares, los humedales coste-ros y las praderas submarinas, los hábitats costeros están per-diendo su capacidad para filtrar los contaminantes. La cre-

ciente frecuencia de dañinas proliferaciones de algas y de hipoxia indicaque algunos ecosistemas costeros han superado su capacidad de absorberlos contaminantes. Aunque algunos países industriales han mejorado lacalidad del agua mediante la reducción de ciertos contaminantes orgá-nicos persistentes, las descargas de contaminantes químicos están au-mentando a medida que la agricultura se intensifica y las industrias uti-lizan nuevos componentes sintéticos. Además, mientras los vertidos depetróleo al mar están disminuyendo, las descargas de petróleos de fuen-tes terrestres y las operaciones regulares de barcos están aumentando.

C A L I D A D D E L A G U A

Los indicadores de pérdida de hábitat, enfermedades, espe-cies invasoras y blanqueo de corales muestran un declive en labiodiversidad. La sedimentación y la contaminación desde

tierra están afectando a algunos ecosistemas costeros y el arrastre estáreduciendo la diversidad en algunas áreas. Las especies comercialescomo el bacalao atlántico, cinco especies de atún y róbalo están ame-nazadas en todo el mundo, junto con varias especies de ballenas, focas ytortugas marinas. Las especies invasoras son con frecuencia llevadas amares cerrados, como el Mar Negro, donde la introducción de la agua-mala atlántica causó el colapso de las pesquerías.

B I O D I V E R S I D A D

El turismo es el sector de crecimiento más rápido de la econo-mía mundial, suponiendo $3,5 billones en 1999. Algunas áre-as han sido degradadas por el comercio turístico, en especial

los arrecifes de coral, pero los efectos del trasiego turístico sobre losecosistemas costeros a escala mundial no se conocen.

R E C R E A C I Ó N

La modificación humana de las costas ha alterado las co-rrientes y los sedimentos para beneficio de algunas playas y endetrimento de otras. Los hábitats costeros con protecciones na-

turales y capacidad de adaptación están siendo modificados por el de-sarrollo y reemplazados por estructuras artificiales. Así, el impacto delos oleajes de una tormenta ha aumentado. Más aún, la subida del niveldel mar, prevista como consecuencia del calentamiento global, puedeamenazar algunos asentamientos costeros y pequeñas islas enteras.

P R O T E C C I Ó N D E L A L Í N E A C O S T E R A

70R E C U R S O S M U N D I A L E S

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Tarjeta de Agro. Costas Bosques Agua PraderasCalificación dulce

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P R O D U C C I Ó N D E A L I M E N T O S

C A L I D A D D E L A G U A

B I O D I V E R S I D A D

R E C R E A C I Ó N

P R O T E C C I Ó N D E L A L Í N E A C O S T E R A

Los datos globales de las capturas de pescado son inferiores a la reali-dad en muchos casos o no se realizan por especies, lo cual hace difícil laevaluación de reservas particulares. Los datos son fragmentarios sobrecómo se capturan muchos peces de forma no intencionada y se descar-tan, y cómo se despliegan muchos barcos y cuánto tiempo se dedica a lapesca, lo cual enmascara el impacto total de la pesca sobre los ecosis-temas. Muchos países no ofrecen datos sobre los barcos pequeños y suscapturas de peces.

No hay datos globales sobre la extensión y el cambio de los humedales ylas praderas submarinas, ni datos estandarizados y recogidos de formaregular sobre la contaminación costera o marina. El control de la con-taminación de nutrientes por medio de programas nacionales es irre-gular y a menudo inexistente. En algunos países hay programas nacio-nales efectivos para controlar los patógenos, los contaminantesorgánicos persistentes y los metales pesados, pero los datos son incon-sistentes. No se dispone de datos sobre la contaminación por petróleodesde procedencias no habituales.

Sólo se dispone de mapas de hábitats detallados de algunas áreas. Enmuchas partes del mundo se ha informado de la pérdida de manglares,de humedales costeros y de praderas marinas, pero existe muy pocadocumentación. La diversidad de especies no está bien inventariada, ylas evaluaciones de la población están disponibles sólo en algunas es-pecies claves, como las ballenas y las tortugas marinas. Los datos sobrelas especies invasoras son limitados por la dificultad de identificarlas yde evaluar su impacto. Pocos arrecifes de coral han sido controlados alo largo del tiempo. La información sobre los efectos ecológicos delarrastre está muy poco documentada.

En general, sólo se dispone de datos nacionales sobre el turismo. No dedatos específicos referentes a las zonas costeras. No todos los países cos-teros ofrecen estadísticas sobre el turismo, y la información sobre losimpactos del turismo y la capacidad de las zonas costeras de soportar elturismo es muy limitada.

La información sobre la conversión del hábitat costero y la erosión delas costas es inadecuada. Falta información sobre los efectos a largoplazo de algunas modificaciones costeras. Las predicciones de la subidadel nivel del mar y los efectos de las tormentas como consecuencia delcambio climático son especulativas.

71C a p í t u l o 2 : I n v e n t a r i o d e l o s e c o s i s t e m a s

Calidad de los datos

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La extensión de los ecosistemas costeros y la manera en quehan sido modificados a lo largo del tiempo se conoce menos queen otros ecosistemas que forman parte del APEM. Hábitats cos-teros individuales como son los humedales y los arrecifes de coraltienden a cubrir áreas relativamente pequeñas, y se requiere deuna cartografía detallada para medir con precisión su extensióno cambio. Antes del advenimiento de las imágenes de satélite, larealización de estos mapas estaba fuera del alcance de la mayo-ría de los países. Aun hoy en día, la cartografía de alta resoluciónde estos sistemas es costosa e imperfecta y no se ha hecho el in-tento de realizarla a una escala mundial para la totalidad de laslíneas costeras, cuya extensión asciende a 1.600.000 km (Burke[PAGE] 2000).

MODIFICACIONESEn ausencia de estos mapas, los investigadores del APEM utili-zaron imágenes de satélite para estimar la extensión de áreacostera que aún conserva su vegetación natural (dunas, hume-dales, áreas leñosas, etc.) versus aquélla que se ha urbanizado oconvertido a actividades agrícolas. Excluyendo la Antártida, de latotalidad de tierras ubicadas dentro de la franja litoral (100 kma partir de la línea costera), el 19% se clasifica como altamentemodificado (lo cual significa que ha sido convertido a usos ur-banos o agrícolas), el 10% como semialterado (configura unmosaico de vegetación natural y alterada), mientras que el 71%se encuentra menos alterado (Burke et al. [PAGE] 2000) (Cua-dro 2.11. Población costera y cubierta terrestre alterada).

Manglares y arrecifes de coralLa información sobre la extensión y modificación de algunospocos hábitats costeros como los manglares y arrecifes de coral esmás abundante y detallada que aquélla sobre los ecosistemas cos-teros como un todo. Los manglares ocupan cerca del 8% de la lí-nea costera inalterada del mundo (Burke et al. [PAGE] 2000) ycerca de una cuarta parte de la línea costera tropical, cubriendouna superficie de aproximadamente 181.000 km2 (Spalding etal. 1997:23). Ciento doce países y territorios tienen bosques demangle dentro de sus fronteras (Spalding et al.1997:20). Aunquelos científicos no pueden determinar con certeza cuál era la ex-tensión de los manglares antes de que la gente comenzara a al-terar las líneas costeras, a partir de registros históricos se creeque el área original de manglares que se ha perdido en varios pa-íses puede estar entre el 5 y el 85% del total. Las pérdidas másgrandes han ocurrido en los últimos 50 años. Por ejemplo, la ma-yor parte del 84% del total de los manglares que se estima se haperdido en Tailandia ha ido desapareciendo desde 1975 (Mac-Kinnon 1997:167; Spalding et al. 1997:66); Panamá perdió el67% de sus manglares en la década de los años ochenta (David-son y Gauthier 1993) (Cuadro 2.12. Manglares). En total se es-tima que la mitad de los bosques de mangle del mundo ha sidodestruida (Kelleher et al. 1995:30). Si bien ahora hay una ten-dencia neta hacia la baja, en algunas regiones el área de man-glares está creciendo como resultado de actividades silvícolasde plantación y de pequeñas cantidades de regeneración natural(Spalding et al. 1997:24).

El conocimiento sobre la extensión y distribución de los arre-cifes de coral es probablemente mayor que para cualquier otrohábitat marino. Desde mediados del siglo XIX existen mapasaproximados sobre la extensión de los arrecifes de coral por elpeligro que éstos constituían para las embarcaciones marinas. ElWCMC ha compilado un mapa aproximado (escala de1:1.000.000) de los arrecifes de coral menos profundos; existenmapas mucho más detallados para muchos países.

En todo el mundo hay aproximadamente 255.000 km2 dearrecifes de coral poco profundos; más del 90% del total se en-cuentra en la región indopacífica (Spalding y Grenfell 1997:225,227) (Cuadro 2.13. Arrecifes de coral). Si se agregaran los arre-cifes de coral más profundos, el área de este hábitat ascendería acasi más del doble; sin embargo la cartografía de estos arrecifeses bastante precaria.

Tanto el coral que configura el arrecife como los peces que allíhabitan muestran un patrón similar en la distribución de rique-za de especies: la mayor diversidad se encuentra en la región in-dopacífica y la menor en el Atlántico. En la actualidad, la de-gradación de los arrecifes de coral en el mundo es un problemamás serio que la pérdida directa de coral vía reclamación detierras y extracción. Sin embargo, el área de corales también seha reducido significativamente en algunas partes.

Otros hábitats costerosNo existe información completa a nivel mundial que documentelos cambios ocurridos en otros hábitats costeros distintos a losmanglares como son las praderas marinas, las turberas y otros ti-pos de humedales costeros. En aquellos casos donde sí existendatos, sin embargo, la pérdida de hábitat es por lo general dra-mática. Por ejemplo, se cree que el 46% de las turberas de In-donesia y hasta el 98% de las de Vietnam se han perdido (Mac-Kinnon 1997: 104, 175). Igualmente, se cree que el nivel detransformación experimentado por los hábitats de praderas ma-rinas es elevado. En Estados Unidos se ha perdido más del 50%de la cubierta histórica de praderas marinas en la bahía de Tam-pa, el 76% en el brazo de mar del Mississippi, y el 90% en la ba-hía de Galveston a causa del crecimiento demográfico y los cam-bios en la calidad del agua (NOAA 1999:19).

PRESIONES SOBRE LOS ECOSISTEMAS COSTEROSAdemás de la pérdida directa de área existe otra variedad de fac-tores que está alterando significativamente los ecosistemas cos-teros. Entre los principales figuran el crecimiento de la población,la contaminación, el aprovechamiento excesivo y la amenaza decambio climático que se cierne sobre el planeta.

PoblaciónEn todo el mundo, el número de personas que viven dentro de lafranja de 100 km a partir de la costa aumentó desde aproxima-damente 2.000 millones en 1990 hasta 2.200 millones en 1995,esto es, el 39% de la población total (Burke et al.[PAGE]2000).Sin embargo, el número de personas cuyas actividades afectan alos ecosistemas costeros es mucho mayor que la población que allíhabita porque los ríos envían contaminantes desde las cuencas in-

72R E C U R S O S M U N D I A L E S

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74R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 2.12 M a n g l a r e s

El 8% de las costas del mundo están bordeadas de man-glares; en las zonas tropicales una cuarta parte de lascostas tienen este tipo de bosque, cubriendo un área

aproximada de 181.000 km2 (Spalding et al. 1997:23). Dada suadaptación a diversos grados de salinidad y nivel del agua, elmangle florece en áreas costeras resguardadas como son losestuarios de los ríos.

Los manglares cumplen un papel fundamental en la produc-tividad de las pesquerías tropicales en la medida en que sonutilizados como áreas de desove por un amplio rango de varie-dades de peces, mariscos y moluscos. Asimismo aportan a lascomunidades residentes en sus alrededores madera y leña, yayudan a estabilizar las líneas costeras.

Los registros históricos indican que la extensión original delos bosques de mangle ha disminuido considerablemente comoconsecuencia de la presión ejercida por las actividades huma-nas. Las proporciones nacionales de cubierta original de man-glares van de un 5 a un 85%; las pérdidas más rápidas han ocu-rrido en décadas recientes. Se estima que la pérdida total demanglares puede llegar hasta el 50% (Kelleher et al. 1997:30).

La tala excesiva para extraer leña y madera de construcción,así como el desmonte con fines agrícolas, de cría de camaroneso de urbanización, ha contribuido a estas tasas elevadas de pér-dida. En algunas regiones, sin embargo, el área de manglar estáaumentando debido a la silvicultura de plantación y a la regene-ración natural.

Fuente: Burke et al. [PAGE] 2000. El cuadro está basado en World Resources 1990-91; UNEP Kenya Coastal Zone Database (1997); Spalding et al.(1997), Davidson y Gauthier (1993); MacKinnon (1997); Banco Mundial (1989), y BAP Planning (1993). Las estimaciones sobre la extensión actual queaparecen en cursiva no coinciden con las estimaciones recientes registradas en la sección de cuadros estadísticos de este volumen debido a las di-ferencias de años y de metodología.

Áreas de manglar en países seleccionados

Región y país Extensión actual (km2) Pérdida aproximada (%) Período

África

Angola 1.100 50 Extensión orig. hasta los años ochentaCosta de Marfil 640 60 Extensión orig. hasta los años ochentaGabón 1.150 50 Extensión orig. hasta los años ochentaGuinea Bissau 3.150 70 Extensión orig. hasta los años ochentaKenia 610 4 1971-88Tanzania 2.120 60 Extensión orig. hasta los años ochenta

Asia

Brunei 200 20 Extensión orig. hasta 1986Indonesia 24.237 55 Extensión orig. hasta los años ochentaMalasia 2.327 74 Extensión orig. hasta 1992-93Myanmar 4.219 75 Extensión orig. hasta 1992-93Pakistán 1.540 78 Extensión orig. hasta los años ochentaFilipinas 1.490 67 1918-80sTailandia 1.946 84 Extensión orig. hasta 1993Vietnam 2.525 37 Extensión orig. hasta 1993

América Latina y el Caribe

Costa Rica 413 –6 1983-90El Salvador 415 8 1983-90Guatemala 161 31 1960s-90sJamaica 106 30 Extensión orig. hasta los años noventaMéxico 5.315 65 1970s-90sPanamá 1.581 67 1983-90Perú 51 25 1982-92

Oceanía

Papúa Nueva Guinea 4.627 8 Extensión orig. hasta 1992-93

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teriores y gente hacia los estuarios y aguas costeras circundantes.A medida que las poblaciones del interior y costeras continúancreciendo, es de esperar que los efectos de este crecimiento —entérminos de carga de contaminantes y de urbanización y conver-sión de hábitats costeros— también sigan aumentando.

ContaminaciónLas costas y océanos del mundo están siendo afectados por unvasto abanico de contaminantes. Éstos se pueden clasificar demanera amplia como químicos tóxicos (químicos orgánicos, me-tales pesados y desperdicios radiactivos, entre otros), nutrientes(principalmente fertilizantes agrícolas y lodos cloacales), sedi-mentos y desperdicios sólidos. La contaminación bacteriana esun caso especial que por lo general se asocia a la contaminaciónpor nutrientes. La contaminación por hidrocarburos (derrames yfiltración) incluye elementos provenientes de sustancias tóxicas,nutrientes y sedimentos.

La mayor parte de la contaminación de las aguas costerasproviene del continente, pero las fuentes atmosféricas —y tam-bién las marinas como los derrames y filtraciones de hidrocar-buros ya mencionados— también tienen su parte. Se piensa queaproximadamente el 40% de la contaminación tóxica de lasaguas costeras en Europa se origina en deposiciones atmosféricas;tal porcentaje podría ser aún mayor en el mar abierto (Thorne-Miller y Catena 1991:18; EEA 1998:213).

En algunas regiones como América del Norte y Europa, lacontaminación por metales pesados y químicos tóxicos ha dis-minuido en décadas recientes paralelamente con la disminuciónen el uso de estos compuestos, aunque de todas maneras losquímicos tóxicos continúan siendo un problema en todo el mun-do (NOAA 1999; EEA 1998:216). Asimismo se ha avanzadoun poco en lo que se refiere a reducir el volumen de derrames dehidrocarburos en los océanos. Tanto el número de derramescomo la cantidad derramada han disminuido considerablementedesde la década de los años setenta (ITOPF 1999; Etkin,1998:10). Lo cierto es que aunque los derrames de petróleotransportado en buques pueden ser catastróficos, no constituyenla fuente principal de contaminación por hidrocarburos; la esco-rrentía y el mantenimiento de rutina de las instalaciones petro-leras dan cuenta de más del 70% del total de petróleo que sevierte en el océano cada año (National Research Council1985:82).

La contaminación por nutrientes, especialmente nitratos yfosfatos, aumentó de forma dramática durante el siglo XX. El usocada vez mayor de fertilizantes, el aumento en el volumen deaguas residuales de origen doméstico e industrial, y el incre-mento de la acuicultura —que libera cantidades considerables dedesperdicios directamente al agua— son todos factores que con-tribuyen a este aumento (GESAMP 1990:96). A nivel local sehan logrado mejoras en el terreno de la contaminación por nu-trientes a través del tratamiento de aguas residuales y la prohi-bición de usar detergentes fosfatados (NOAA 1999:iv; EAA1999:155). Sin embargo, el Grupo Conjunto de Expertos sobrelos Aspectos Científicos de la Contaminación Marina (GESAMPpor sus iniciales en inglés) identificó la eutrofización marina

causada por tales nutrientes como una de las causas más inme-diatas de preocupación en este entorno particular (GESAMP1990:3) (Cuadro 2.14. Contaminación en las áreas costeras).

SobreexplotaciónCuarenta y cinco años de presiones cada vez mayores han dejadoa muchas de las principales poblaciones de peces agotadas o enfranca disminución. Aun así la sobrepesca no es un fenómenonuevo, pues se reconoció como tal desde principios del siglo XX

(FAO 1997:13). Antes de la década de los años cincuenta, sinembargo, el problema se encontraba confinado a algunas regio-nes como el Atlántico norte, el Pacífico norte y el mar Medite-rráneo, y la mayor parte de las poblaciones de peces del mundotodavía no estaba siendo ampliamente explotada. Desde enton-ces, la escala de la actividad pesquera mundial ha crecido rápi-damente y la explotación de poblaciones de peces ha seguido unpatrón predecible, pasando de una región a otra a lo largo yancho de los océanos del mundo. Una vez que un área determi-nada alcanza su tope de productividad, comienza a declinar(Grainger y García 1996:8, 42-44) (Cuadro 2.15. Sobrepesca).

La sobreexplotación de peces, mariscos, algas y otros orga-nismos marinos no sólo diminuye la producción de las especiesaprovechadas sino que también puede alterar profundamentela composición de las mismas y la estructura biológica de los eco-sistemas costeros. La sobrepesca se deriva en parte del hecho deque la capacidad de la flota pesquera es mayor que las existen-cias del recurso. En todo el mundo la capacidad de aprovecha-miento es entre 30 y 40 veces superior a lo que el recurso puedetolerar (García y Grainger 1996:5). Un estudio realizado re-cientemente por la Unión Europea sobre las pesquerías de Eu-ropa indica que allí la flota pesquera tendría que reducirse en un40% con el fin de buscar un equilibrio con la población rema-nente de peces (FAO 1997:65).

Pesca de arrastre. El problema no es sólo el exceso de pescasino también que los métodos modernos de aprovechamientopesquero son destructivos. El equipo que se utiliza para barrer elfondo del mar con el fin de extraer camarones y otros peces queallí moran (como el abadejo y la platija) puede devastar la co-munidad de gusanos marinos, esponjas, erizos y otras especiesque no son objetivo a medida que se rastrea por entre los sedi-mentos y se raspa la superficie de las rocas. El daño que se oca-siona a los habitantes del fondo del mar puede ser o bien super-ficial y durar tan sólo unas pocas semanas, o bien intenso y conimpactos de décadas e incluso siglos de duración en corales, es-ponjas y otros organismos de larga vida (Watling y Norse1998:1185-1190).

Según un cálculo global, el área donde se da la pesca dearrastre abarca 14,8 millones de km2 del fondo del mar (Watlingy Norse 1998:1190). Para estimar mejor el porcentaje de áreasde plataforma continental afectadas por esta actividad, los in-vestigadores del APEM levantaron un mapa del área total de pes-ca de arrastre en 24 países para los cuales había suficientes da-tos. Estos países comprenden cerca del 41% de las plataformascontinentales del mundo. El APEM muestra que las áreas de

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77C a p í t u l o 2 : I n v e n t a r i o d e l o s e c o s i s t e m a s

Cuadro 2.14 C o n t a m i n a c i ó n e n l a s á r e a s c o s t e r a s

La contaminación marina causada por nutrientes, especial-mente por nitratos y fosfatos, ha aumentado de formadrástica durante el siglo XX debido principalmente al in-

cremento en el uso de fertilizantes agrícolas o de las descargasde lodos cloacales de origen industrial y doméstico (GESAMP1990:96). Las concentraciones muy elevadas de nutrientes en elagua pueden estimular un crecimiento excesivo en las plantas,fenómeno conocido como eutrofización. A medida que la mate-ria vegetal se vuelve más abundante, su descomposición puedereducir las concentraciones de oxígeno en el agua a menos delas dos partes por millón que se requieren para sostener a lamayor parte de la vida animal marina. Esto no sólo pone en peli-gro a las especies nativas sino que además amenaza la salud,las fuentes de sustento y el ocio humanos.

Las proliferaciones dañinas de algas, es decir, de aquellas al-gas que producen biotoxinas peligrosas, pueden ser ocasiona-

das por una cantidad excesiva de escorrentía de nutrientes. Hoyen día se conocen más de 60 toxinas de algas (McGinn 1999) y elnúmero de episodios que anualmente afectan a la salud pública,los peces, mariscos y aves ha aumentado de 200 en la década delos años setenta a más de 700 en los años noventa (HEED-MMED 1999).

La hipoxia o agotamiento del oxígeno disuelto también estárelacionada con la contaminación por nutrientes de las aguascosteras. Los peces dejan o evitan las áreas hipóxicas, y loshabitantes del suelo marino como camarones, cangrejos, cara-coles, estrellas de mar y gusanos marinos eventualmente seahogan. Los datos disponibles sugieren que las zonas hipóxi-cas se presentan más frecuentemente en las aguas cerradasadyacentes a cuencas donde la tierra se encuentra cultivada deforma intensiva y en centros industriales importantes ubicadosen las costas de Europa, Estados Unidos y Japón.

Fuente: Burke at al. [PAGE] 2000. Este mapa está basado en R.J. Díaz, Virginia Institute of Marine Science, comunicación personal (1999) para ac-tualizar a Díaz y Rosenberg (1995).

1 Zona muerta2 Laguna Nichupti3 Bahía de Mobile4 Bahía de Perdido5 Bahía de Hillsborough6 Chesapeake Mainstream7 Río Potomac8 Río Rappahannock9 Río York10 Río Pagano11 Estrecho de Long Island 12 Ensenada Nueva York/Nueva Jersey 13 Bahía de Flushing14 Bahía de Raritan15 Ensenada de Barneqatt

16 Estuario del río Mullica17 Ensenada Towsend-Hereford18 Río Great Egg Harbor19 Ciudad de Nueva York20 Estrecho de Puget21 Ensenada Saanich22 Los Ángeles23 Río Pamlico24 Río Cape Fear25 Bahía de Corpus Cristi26 Freeport27 Mar interior Seto28 Puerto de Tokio29 Bahías de Miwaka e Ise30 Bahía de Omura

31 Bahía de Osaka32 Mar Caspio33 Plataforma noroeste del mar Negro34 Mar de Azov35 Golfo de Trieste36 Rías Bajas37 Fosa de Cariaco38 Golfo de Finlandia39 Canal del mar Báltico40 Cuenca de Bornholm41 Bahía de Elefsis42 Puerto Tolo, Hong Kong43 Kattegat44 Bahía de Laholm45 Byfjord

46 Gullmarsfjord47 Puerto Hacking48 Bahía de Sommone49 Lough Ine50 Ensenada alemana, mar del Norte51 Bahía de Kiel52 Mar de Wadden53 Mar Mármara54 Limfjorden55 Bahía de Arhus56 Nueva Zelanda57 Olsofjiord58 Archipiélago interior de Estocolmo

Distribución mundial de zonas hipóxicas

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78R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 2.15 S o b r e p e s c a

Antes de los años cincuenta la sobrepesca estaba confi-nada a las áreas del Atlántico Norte, el Pacífico Norte yel mar Mediterráneo. Hoy se trata de un fenómeno mun-

dial y las tendencias actuales de aprovechamiento señalan quela pesca, tanto en su calidad de fuente de alimento como deempleo, corre peligro.

El pescado representa la sexta parte de toda la proteína ani-mal en la dieta humana, siendo además la fuente principal de lamisma para cerca de 1.000 millones de personas. A medida quela demanda de pescado se ha ido incrementando, muchas de lasprincipales poblaciones de peces han disminuido o se han ago-tado. La FAO informa que hasta 1999, de todas las existenciasde peces, más de una cuarta parte estaba agotada como resul-tado de la sobrepesca pasada o corre un peligro inminente deagotamiento debido a la sobrepesca actual. Casi la mitad de lasexistencias de peces está siendo aprovechada hasta su límitebiológico y por lo tanto es vulnerable al agotamiento en caso deque la pesca continúe intensificándose.

Se espera que el empleo en las pesquerías cambie profunda-mente, especialmente para los pescadores en pequeña escala,cuya captura se destina al abastecimiento del mercado local o asu subsistencia. Durante las dos últimas décadas estos pesca-dores, que suman 10 millones en todo el mundo, han ido per-diendo terreno frente a la competencia cada vez mayor de losbarcos comerciales. Sin embargo, a las flotas pesqueras tampo-co les espera un futuro muy brillante. A nivel mundial la industriapesquera tiene una capacidad de aprovechamiento entre un 30 yun 40 por ciento superior a lo que pueden tolerar las poblacionesde peces, y la Unión Europea recientemente estimó que la flotaque trabaja en ese continente tendría que ser reducida en un40% para nivelarla con el suministro remanente de peces.

Fuente: Burke et al. [PAGE] 2000. Este mapa está basado en Grainger y García (1996); el análisis se fundamenta en datos sobre desembarcos de pes-cado recolectado entre 1950 y 1994 para las 20 primeras combinaciones especie/área de pesca, las cuales representan el 77% de la producción ma-rina mundial, tal y como se explica en las notas técnicas del Cuadro Estadístico 4 sobre aguas costeras, marinas y continentales. El cuadro se basaen FAO (1999c, 1999d).

Historia de una caída: tope de captura versus capturaen 1997, por océano

Captura 1997 Captura máxima Año deÁrea de pesca (miles de ton.) (miles de ton.) captura máxima

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Nordeste 11.663 13.234 1976Noroeste 2.048 4.566 1968Este centro 3.553 4.127 1990Oeste centro 1.825 2.497 1984Sudeste 1.080 3.271 1978Suroeste 2.651 2.651 1997

Índico

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Nordeste 2.790 3.407 1987Noroeste 24.565 24.565 1997Este centro 1.668 1.925 1981Oeste centro 8.943 9.025 1995Sudeste 14.414 20.160 1994Suroeste 828 907 1992

Áreas pesqueras sobreexplotadas o plenamente aprovechadas, 1994

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pesca de arrastre cubrían el 57% del área total de plataformacontinental de esos países (Burke et al.[PAGE] 2000) (Cuadro2.16. Pesca de arrastre).

Captura incidental. Otra práctica destructiva asociada con lapesca comercial se origina en la captura incidental o no inten-cionada de especies que no son objetivo o de ejemplares jóveneso muy pequeños de aquéllas que sí lo son. Una porción de estepescado se destina a la venta, pero una buena parte se descarta ose retorna al mar donde la mayoría muere por heridas o porhaber estado fuera de su medio. Los expertos en pesquerías esti-man que la pesca incidental asciende a cerca del 25% de la pes-ca marina mundial, esto es, cerca de 20 millones de toneladasmétricas por año (FAO 1999a:51). En ciertas pesquerías, lapesca incidental supera a la de variedades que sí son objetivo.Por ejemplo, en el caso de la captura de camarón los descartespueden superar el volumen que se extrae en una relación de 5 a1 (Alverson et al.1994:24).

Cambio de climaEl cambio de clima puede complicar las otras presiones a las quese enfrentan los ecosistemas marinos, debido a sus efectos adi-cionales como son las temperaturas más cálidas de las aguasoceánicas, la alteración de sus patrones de circulación, el cambioen la frecuencia de las tormentas y el aumento en el nivel delmar. El cambio de las concentraciones de CO2 en las aguas delocéano también puede afectar la productividad marina e inclusomodificar la tasa de calcificación de los corales (Kleypas et al.1999). La decoloración generalizada de corales observada du-rante El Niño de 1997-1998 es un ejemplo dramático del efectoque tiene el aumento de la temperatura en la superficie marina.De la misma manera, los cambios en las corrientes del océano ylos patrones de circulación podrían alterar radicalmente la com-posición biológica de los ecosistemas costeros, modificando tan-to las características biológicas del hábitat —salinidad y tempe-ratura del agua— como los patrones de migración de larvas yadultos de diferentes especies.

La elevación del nivel del mar asociada al cambio climáticopuede afectar virtualmente a todas las costas del mundo. Duranteel siglo XX, el nivel del mar ha ascendido a una tasa de 1,0-2,5mm por año (IPCC 1996:296). El Panel Intergubernamentalsobre Cambio Climático (IPCC por sus iniciales en inglés) haprevisto que el nivel del mar ascenderá entre 15 y 95 cm para elaño 2100, debido principalmente a la expansión térmica delocéano y al derretimiento de pequeños glaciares de montaña(IPCC 1996:22).

Algunas de las áreas más vulnerables a la elevación del niveldel mar son aquellas tierras costeras cuyos puntos más elevadosestán a 2 m del nivel del mar, especialmente las llamadas «tierrasdonde la marea no baja», esto es, aquellas islas donde más de lamitad del área total está a menos de 2 m por encima del nivel delmar. Con el aumento del nivel del mar también arreciará el im-pacto del oleaje durante las tormentas. A su vez, esto podríaacelerar tanto la erosión como la consecuente pérdida de hábitat,incrementar la salinidad de los estuarios y los acuíferos de agua

dulce, aumentar el rango de las mareas, alterar el transporte desedimentos y nutrientes e incrementar las inundaciones costeras.Los deltas de los ríos también corren peligro de inundarse comoresultado de la elevación del nivel del mar, lo mismo que las cié-nagas de agua salada y otros humedales costeros si su desplaza-miento hacia el interior se ve impedido por la urbanización del li-toral (NOAA 1999:20).

Eva luac i ón de b i enes y serv i c i os

ALIMENTOS PROVENIENTES DE LAS PESQUERÍASMARINASEl pronóstico sobre las pesquerías del mundo no es favorablepese al hecho de que, para 1997, el pescado proporcionaba el16,5% de la proteína animal consumida por los humanos (Lau-reti 1999:63). En promedio esto representa el 6% de toda la pro-teína vegetal y animal que la población ingiere anualmente.Aproximadamente 100 millones de personas dependen del pes-cado como fuente principal de proteína animal (Williams1996:3). Tal dependencia es mayor en los países en desarrollo:de los 30 países más dependientes del pescado como fuente prin-cipal de proteína animal, todos menos cuatro están en el mundoen desarrollo (Laureti 1999:v). En los países en desarrollo, el vo-lumen de producción de derivados del pescado es casi igual al delos principales tipos de carne: pollo, vaca, cordero y cerdo (Wi-lliams 1996:3).

La producción mundial de pescados y mariscos marinos haaumentado seis veces: de 17 millones de toneladas métricas en1950 a 105 millones de toneladas métricas en 1997 (FAO 1999c).Este crecimiento acelerado —particularmente en los últimos 20años— se ha originado parcialmente en la expansión de la acui-cultura, que en la actualidad representa más de una quinta partede la captura total (marina y continental) (FAO 1999a). Entre1984 y 1997 la producción de acuicultura en ambientes marinos ysalobres se triplicó y continua expandiéndose (FAO 1999c). Otro30% de la captura marina está configurado por pequeños pescadosde poco valor como anchoas y sardinas, que por lo general se des-tinan a la producción de harina de pescado para utilizarla comosuplemento proteínico en piensos para ganado y en la acuicultura.Se espera que, con el tiempo, el porcentaje de la captura global re-presentado por estas especies de poco valor aumente a medida quela de especies de alto valor como el abadejo o la merluza disminu-ya, lo que contribuirá así a ocultar parcialmente los efectos de lasobrepesca (FAO 1997:5).

La producción de pescados y mariscos tiene importanciamundial y es particularmente significativa para los países endesarrollo, de donde proviene más de la mitad de las exporta-ciones de productos derivados del pescado (FAO 1999a:21). En1996 el valor de las exportaciones pesqueras ascendía aUS$52.500 millones, esto es, el 11% del valor de las exportacio-nes agrícolas para ese año (FAO 1999a:20).

EmpleoLa pesca y la acuicultura son también fuentes significativas deempleo, pues ocupaban a casi 29 millones de personas en todo el

79C a p í t u l o 2 : I n v e n t a r i o d e l o s e c o s i s t e m a s

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mundo en 1990 (FAO 1999a:64). Casi el 95% de estos trabajosrelacionados con la pesca está en el mundo en desarrollo (FAO1999b). Es posible que el patrón de empleo dentro del sectorpesquero cambie radicalmente en los próximos años, especial-mente para los pescadores a pequeña escala que extraen pescadopara los mercados locales o para su subsistencia. Éstos han ve-nido perdiendo terreno durante las últimas dos décadas, a me-dida que aumenta la competencia por parte de las embarcacionesgrandes. Estudios realizados en la costa occidental de Áfricamuestran que las poblaciones de peces en las aguas costeraspoco profundas donde los pequeños pescadores desempeñan suoficio se redujeron en más de la mitad entre 1985 y 1990, debi-do al aumento de la pesca por parte de los rastreros comerciales(FAO 1995:22). Es probable que esta tendencia se intensifique amedida que las poblaciones de peces que habitan cerca de lascostas continúen siendo diezmadas como resultado de las pre-siones de la pesca a gran escala.

Situación de los ecosistemasDesde el punto de vista de la producción de las pesquerías, lacondición de los ecosistemas costeros es deficiente. Los rendi-mientos del 35% de las poblaciones de las especies comercialesmás importantes decayeron entre 1950 y 1994 (Grainger y Gar-cía 1996:31). En 1999, la FAO informaba de que el 75% de to-das las poblaciones de peces sobre las cuales se dispone de datosrequiere con urgencia un mejor manejo. Esto puesto que el 28%se encuentra ya agotado por la sobrepesca del pasado o en peli-gro inminente de agotamiento debido al aprovechamiento exce-sivo que tiene lugar en la actualidad, mientras que el 47% estásiendo extraído hasta su límite biológico y por lo tanto es vulne-rable al agotamiento en caso de que aumente la intensidad de lapesca (García y de Leiva 2000).

Otro indicador de la situación de las pesquerías costeras esla abundancia relativa de poblaciones de peces en diferentes ni-veles de la trama o red trófica. En muchas pesquerías, las es-pecies más preciadas son las predadoras más grandes y que es-tán en la cima de la red trófica como son el atún, el bacalao, lamerluza o el salmón. Cuando estos «predadores principales» sehan agotado por la presión de la pesca excesiva, comienzan apredominar en la composición de la captura otras especies quese alimentan de plancton y se hallan más abajo en la red trófi-ca. Este patrón de explotación fue descrito por Pauly et al.(1998) como «pesca en el fondo de la red trófica» y es posibleque sea indicativa del deterioro en la estructura de especies delecosistema.

A petición del APEM, la FAO analizó las estadísticas mun-diales de la pesca de captura en busca de señales sobre cambiosen el ecosistema, y particularmente de aquéllas que indiquenque se está «pescando en el fondo de la red trófica». Los resul-tados de tal análisis muestran evidencias relativamente sólidas deeste patrón de explotación en el Atlántico norte únicamente. Sibien otras regiones muestran cambios en la abundancia relativade las especies, sólo en el Atlántico norte las prácticas pesquerasparecen tener una influencia significativa como causantes deeste cambio generalizado (Burke et al.[PAGE] 2000). En otras

áreas como el mar Mediterráneo y el mar Báltico, es posible queel incremento en la cantidad de peces que se sostienen con planc-ton en la parte inferior de la red trófica indique la presencia deun exceso de nutrientes, lo cual estimula el crecimiento de aquél,lo que supone un mayor abastecimiento para las variedades quelo consumen (Caddy et al. 1998).

El deterioro continuo de los ecosistemas pesqueros y de laspoblaciones de peces que mantienen podría tener implicacionesgraves para el consumo de pescado en el futuro. La FAO esperaque la demanda de pescado y marisco como fuente alimentariahumana continúe aumentando hasta sobrepasar significati-vamente los 93 millones de toneladas anuales que se consumenactualmente. La FAO advierte que sólo en el escenario más op-timista —en el que la acuicultura se siga expandiendo acelera-damente al tiempo que se controle la sobrepesca para que las po-blaciones de peces se puedan recuperar— habrá suficientepescado para satisfacer la demanda mundial (FAO 1999d). Sicontinúa el deterioro actual, sin embargo, se podría abrir unabrecha sustancial entre la oferta y la demanda, elevando así elprecio del pescado y amenazando la seguridad alimenticia en al-gunas regiones (Williams 1966:14-15, 25-26).

CALIDAD DEL AGUALos ecosistemas costeros prestan el importante servicio de pre-servar la calidad del agua filtrando o degradando contaminan-tes tóxicos, absorbiendo insumos de nutrientes y ayudando acontrolar las poblaciones de patógenos. Pero la capacidad de losestuarios y costas para prestar estos servicios puede excedersefácilmente, por lo menos de tres modos. Primero, los contami-nantes tóxicos pueden acumularse en peces y mariscos en nive-les tales que pongan en peligro la salud humana. Segundo, lasaguas costeras contaminadas pueden albergar patógenos comoel cólera y la hepatitis A, que también representan un peligropara la salud. Tercero, el exceso de insumos de nutrientes pro-venientes de la escorrentía urbana y agrícola y de los efluentesde las aguas residuales puede causar eutrofización, un fenóme-

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El estado de cuenta de la producción alimentaria.Las existencias mundiales de peces y mariscos mari-nos todavía producen un suministro suficiente, al tiem-

po que la acuicultura está creciendo aceleradamente en estesector. Sin embargo, las prácticas pesqueras actuales muestranun patrón mundial de agotamiento de poblaciones y técnicas depesca destructivas que pueden ocasionar daño a los ecosis-temas costeros. En la actualidad, en cerca del 75% de las pobla-ciones de peces evaluadas hay sobrepesca o pesca hasta el límite biológico o existe el peligro de que se produzca ese fenó-meno. Otros factores como la contaminación del agua y la pér-dida de hábitat de desove agravan el daño. En consecuencia, lacapacidad de los ecosistemas costeros y marinos para producirpescado destinado al aprovechamiento humano se halla muydegradada y continúa en declive. Esto podría tener un impactosignificativo en la nutrición y en las economías locales y nacio-nales de muchos países.

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no que permite que los nutrientes adicionales estimulen el rápi-do crecimiento de las algas. A medida que se descomponen, es-tos nutrientes a su vez agotan el nivel de oxígeno disuelto en elagua, lo cual daña o expulsa entonces a todas las especies salvoa las más resistentes.

La forma más común de medir la contaminación costera esestimar el volumen que se está descargando en el mar, como porejemplo la cantidad de petróleo derramado o de aguas residualesque se vierten en el océano. Sin embargo, esto no muestra el efec-to que está teniendo la contaminación en los ecosistemas coste-ros. En consecuencia, los investigadores del APEM examinaronuna serie de indicadores adicionales que reflejan mejor los cam-bios biológicos en los ecosistemas costeros, aunque aquéllos paralos cuales existen datos disponibles son relativamente pocos.

Agotamiento del oxígenoUno de tales indicadores es el agotamiento del oxígeno en elagua, condición ésta conocida como hipoxia y que por lo generalse asocia a formas más agudas de eutrofización. La hipoxia pue-de ser bastante dañina para los organismos marinos, especial-mente aquellos sedentarios que habitan en el suelo del océano.Aunque la información histórica sobre la hipoxia es limitada, losexpertos creen que la prevalencia y extensión de zonas hipóxicashan aumentado en décadas recientes (Díaz 1999; Díaz y Ro-senberg 1995). Uno de los ejemplos más conocidos de la condi-ción hipóxica es la llamada «zona muerta» en las bocas del ríoMississippi en la parte norte del golfo de México. Durante las úl-timas cuatro décadas, la cantidad de nitrógeno que el río Missis-sippi —que drena toda la sección central de América del Norte—ha enviado a la costa se ha triplicado, lo que ha contribuido acrear una zona hipóxica que cubre 7.800-10.400 km2 a media-dos del verano, cuando el área se encuentra en su peor estado(Rabalais y Scavia 1999). La información histórica que existe so-bre las proliferaciones de algas —que también pueden ser agu-dizadas por la contaminación de nutrientes— es un poco mejor.

Proliferaciones peligrosas de algasLos científicos han logrado reunir información sobre las prolife-raciones peligrosas de algas (PPA), esto es, un aumento acelera-do de aquellas poblaciones de especies de algas que producencompuestos tóxicos. Actualmente existen más de 60 toxinas da-ñinas provenientes de algas que son causantes de por lo menosseis tipos distintos de intoxicación por alimentos, incluyendo va-rias que pueden ser letales (McGinn 1999:21; NCR 1999:52). EnEstados Unidos, las PPA han ocasionado cerca de US$300 mi-llones en pérdidas económicas desde 1991 debido a mortandadesde peces, problemas de salud pública y pérdida de ingresos tu-rísticos y de la industria de los mariscos (McGinn 1999:25).Entre la década de los años setenta y la de los años noventa lafrecuencia de PPA registradas aumentó de 200 a 700 episodiospor año (NRC 1999:52; HEED 1998). Es posible que parte deeste incremento se deba a que ha mejorado el registro de la in-formación porque hay más conciencia sobre el problema; perouna buena parte del incremento es real, como se ha confirmadoen aquellas áreas con programas de vigilancia más antiguos.

Patógenos y químicos tóxicosExiste menos información sobre el efecto de organismos patóge-nos, químicos tóxicos y contaminantes orgánicos persistentes enlos ecosistemas que sobre contaminación por nutrientes. Los po-cos datos disponibles provienen de algunas regiones del mundo,fundamentalmente de aquellos países industrializados donde sehan establecido programas para vigilar los lechos de mariscoscon el fin de proteger al público del consumo de especímenescontaminados con patógenos. Los datos provenientes del pro-grama de vigilancia de mariscos de Estados Unidos muestran quelas condiciones están mejorando paulatinamente: el 69% de lasaguas donde se crían mariscos fueron aprobadas para su apro-vechamiento en 1995, mientras que la proporción 10 años anteshabía sido del 58% (Alexander 1998:6).

Contaminantes orgánicos persistentesLos contaminantes orgánicos persistentes (COP) abarcan un nú-mero de químicos que no existen naturalmente en el medio am-biente, entre los cuales figuran los difeniles policlorados, las dio-xinas y furanos, y los plaguicidas como el DDT, el clordano y elheptacloro. Los COP persisten en el medio ambiente y puedenacumularse a través de la red trófica marina o en los sedimentoscosteros a un nivel tal que resulta tóxico para los organismosacuáticos y humanos.

Los «observatorios de mejillones» en América del Norte, Amé-rica Latina y el Caribe, y en Francia se constituyen en una he-rramienta para vigilar los cambios en los COP (y en otros com-ponentes tóxicos) en los ecosistemas costeros. Estos programas devigilancia miden la acumulación de componentes tóxicos en los te-jidos de los mejillones, los cuales se alimentan filtrando grandescantidades de agua de mar y por lo tanto son propensos a acu-mular cualquier toxina presente. Los datos de los observatorios demejillones indican que aunque todavía se encuentran porcentajeselevados de hidrocarburos clorados en los sedimentos cercanos alas áreas industriales y en la capa de grasa de predadores grandescomo las focas, su presencia está disminuyendo en algunas áreastempladas del norte donde las restricciones que pesan para su usose han hecho cumplir durante varios años (O’Conner 1998; GE-SAMP 1990:52). Sin embargo, parece que la contaminación estáaumentando en las áreas tropicales y subtropicales debido al usocontinuo de plaguicidas clorados (GESAMP 1990:37).

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El estado de cuenta de la calidad del agua. Aunquees poca la vigilancia que se ejerce sobre la condiciónactual de las aguas costeras (a diferencia de lo que ocu-

rre con los contaminantes que allí se vierten), la evidencia indicaque en muchas regiones del mundo está disminuyendo la ca-pacidad de los ecosistemas costeros para mantener limpia elagua. En particular, el aumento en la frecuencia de episodios deproliferaciones peligrosas de algas y de hipoxia sugiere que enesas regiones la capacidad de los ecosistemas para absorber ydegradar contaminantes ha sido sobrepasada. Sólo en algunospaíses de la OCDE existen pruebas de que la calidad del agua hamejorado, lo cual parece ser el resultado de la disminución deciertos contaminantes como los COP.

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BIODIVERSIDADSólo 250.000 de 1.750.000 especies catalogadas hasta la fechaen todos los ecosistemas habitan en los ambientes marinos, perolos expertos creen que la mayoría de las especies marinas está to-davía por descubrir y clasificar (Heywood 1995:116;WCMC, enpreparación). La vida evolucionó primero en el mar, y los eco-sistemas marinos todavía albergan una variedad impresionantede formas de vida. De los 33 fila que existen en el mundo (gru-pos de organismos relacionados), 32 se encuentran en el medioambiente marino y 15 de ellos se presentan sólo allí (Norse1993:14-15). Uno de los ecosistemas costeros y marinos queusualmente se destaca por su abundante biodiversidad es el delos arrecifes de coral. Aunque éstos apenas ocupan menos deuna cuarta parte de un 1% del fondo marino del mundo, consti-tuyen el medio ambiente marino más diverso con 93.000 especiesidentificadas hasta el momento y muchas más que aguardan aser descubiertas (Reaka-Kudla 1997:88-91).

Existe abundante evidencia de las presiones significativas alas que se enfrenta la biodiversidad costera. La pérdida de há-bitats como manglares, praderas marinas y humedales es unamuestra directa del debilitamiento de su biodiversidad. Losarrecifes de coral están siendo degradados en todo el mundo víapérdida de área, sobrepesca de especies y deterioro de las aguascercanas a la costa, todo lo cual tiene consecuencias inevitablespara la biodiversidad de los arrecifes. En un estudio que data de1998 y en el que se levantó una serie de mapas sobre las pre-siones a las que se enfrentan los arrecifes de coral en el mundose concluyó que el 58% de ellos corre peligro a causa de las ac-tividades humanas, y que para el 27% el peligro es grave (Br-yant et al. 1998:20).

Especies invasorasUno de los cambios más significativos en la condición de la bio-diversidad costera ha sido el aumento en el número y abundan-cia de las especies invasoras. Por ejemplo, los ecosistemas mari-nos en el Mediterráneo contienen ahora 480 especies invasoras,los del Báltico 89, mientras que las aguas de Australia albergan124 (Burke et al. [PAGE] 2000). Una de las principales fuentesde invasiones biológicas es la de las aguas de lastre de las em-barcaciones. Se cree que al día las aguas de lastre de la flota na-viera del mundo arrastran 3.000 especies vivas diferentes (Bright1999:156).

La introducción de la medusa o aguamala «peineta de Leidy»del Atlántico occidental en las aguas del mar Negro en 1982constituye uno de los ejemplos más dramáticos de cómo una es-pecie no nativa puede afectar adversamente los ecosistemas ma-rinos. Como carecía de predadores naturales en el mar Negro,esta especie proliferó hasta alcanzar su tope de 990 a 1.000 mi-llones de toneladas de peso húmedo (cerca del 95% de todo elpeso de la biomasa húmeda en el mar Negro) en 1988. Estos ani-males devastaron las existencias de zooplancton natural, lo cualdio lugar a una gran cantidad de proliferaciones masivas de al-gas. Las cadenas tróficas naturales fueron interrumpidas, lo queen última instancia contribuyó al hundimiento de la pesca decaptura del mar Negro (Bright 1999:157; Travis 1993:1366).

Entre las causas de las invasiones biológicas figuran la intro-ducción intencionada de especies no nativas para aumentar lasexistencias de las pesquerías e incluso para propósitos ornamen-tales, la introducción accidental vía acuicultura, y la migraciónde especies a través de canales artificiales, especialmente a travésdel canal de Suez y desde el mar Rojo al mar Mediterráneo y vi-ceversa.

AgotamientoOtro modo de medir el cambio directo en la condición de la bio-diversidad de los ecosistemas costeros es verificando la reducciónde la abundancia de varias especies de peces de importancia co-mercial. El aprovechamiento excesivo disminuye sus poblaciones,a veces hasta el punto de la extinción o por lo menos en partessustanciales de su rango original. La Lista Roja de la UICN deespecies amenazadas incluye algunas como el bacalao y el halibutdel Atlántico, cinco variedades de atún y la platija de cola ama-rilla, todas ellas explotadas en exceso con fines alimentarios(IUCN 1996:70-88).

EnfermedadesLa incidencia de nuevas enfermedades en los organismos costeroses una prueba adicional del deterioro de la condición de la bio-diversidad en esas zonas (Harvell et al. 1999:1505). Estas en-fermedades causan mortandades de plantas, invertebrados yvertebrados incluyendo algas de agua fría, pastos marinos, ma-riscos, corales y mamíferos como focas y delfines. Puede queuna mejor detección de las nuevas enfermedades sea uno de losfactores que influyen en el incremento de incidentes comunica-dos, aunque una revisión cuidadosa de la evidencia disponiblemuestra que la cantidad de enfermedades nuevas está aumen-tando realmente (Harvell et al. 1999:1505).

Los corales representan uno de los mejores ejemplos del aumento de la incidencia de enfermedades en los ecosistemasmarinos. Un estudio de cobertura mundial que se realizó re-cientemente muestra más de 2.000 episodios individuales de en-fermedad en más de 50 países. Los primeros registros datan de1902, pero la gran mayoría ha ocurrido a partir de la década delos años setenta (Green y Bruckner, en imprenta). Por ejemplo,en Florida, según se ha observado en 160 sitios de vigilancia des-de 1996, los episodios de enfermedad en los corales se han cua-druplicado (Harvell et al. 1999:1507). Si bien las causas exactasde estas enfermedades todavía no están claras, los investigadoreslas han relacionado con una vulnerabilidad cada vez mayor delos corales causada por perturbaciones ambientales como la con-taminación y la sedimentación.

Blanqueamiento de coralesLa decoloración o blanqueamiento de corales constituye un in-dicador directo de las condiciones de los arrecifes. Los coralesque configuran el arrecife contienen algas microscópicas (zoo-xantelas) que viven dentro de sus tejidos en una sociedad mu-tuamente dependiente. Tal sociedad se rompe cuando los coralesestán tensos, y una de las causas más comunes de tal tensiona-miento es su exposición a temperaturas más elevadas de lo nor-

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mal. Cuando esto sucede los corales pierden algas de sus tejidos,se tornan de un color blanco vivo, como si los hubieran blan-queado. Si bien es posible que se recuperen, también es posibleque mueran si la decoloración alcanza niveles particularmenteelevados o persiste por un período prolongado de tiempo. Tem-peraturas sólo 1-2° más altas que el promedio durante las esta-ción cálida son suficientes para que se produzca el blanquea-miento.

Antes de 1979 no existían registros de blanqueamiento masi-vo en sistemas enteros de arrecifes coralinos, pero esto cambió enlas dos últimas décadas. En 1987, 1991 y 1996 se observó unblanqueamiento masivo en seis de las 10 principales provinciasde arrecifes de coral en el mundo. El blanqueamiento más re-ciente y generalizado ocurrió entre finales de 1997 y mediados de1998 en uno de los episodios más prolongados de El Niño en elsiglo XX, durante el cual se registró decoloramiento en las 10 pro-vincias de arrecifes de coral (Hoegh-Guldberg 1999:8). En al-gunos lugares el blanqueamiento alcanzó el 90%; afortunada-mente en otros sitios muchos corales se han recuperado desdeentonces (Salm y Clark 2000:8). Los expertos creen que lastemperaturas elevadas del agua causaron el blanqueamiento.No hay forma de saber si el cambio climático originado por lasactividades humanas tuvo algo que ver, pero los investigadorescreen que el aumento de la temperatura del mar asociado alcambio climático puede tener el mismo efecto adverso.

Esfuerzos de gestiónLa evidencia del deterioro de la condición de la biodiversidadcostera ha estimulado una serie de acciones por parte de comu-nidades residentes, ONGs y gobiernos nacionales para intentardetener el ritmo de pérdida de hábitats particulares y para pro-teger las especies remanentes. Hasta la fecha se han designadomás de 3.600 áreas marinas en todo el mundo (WCMC 2000).Con todo, el área total bajo protección todavía está por debajo delo que los científicos marinos creen sería necesario proteger paraconservar la biodiversidad marina.

PROTECCIÓN DE LA L ÍNEA COSTERALos costos humanos y económicos del daño que las tormentasocasionan en las costas están aumentando a medida que se ex-panden los asentamientos en esas áreas, lo que pone en peligrovidas y propiedades. En Europa, las pérdidas económicas porinundaciones y deslizamientos de tierra entre 1990 y 1996 fue-ron cuatro veces superiores a las sufridas en la década de los añosochenta y más de 12 veces mayores que las de los años sesenta(EEA 1998:274). Entre 1988 y 1999, Estados Unidos sufrió 38desastres relacionados con el clima cuyos daños ascendieron aUS$1.000 millones cada uno, para un total que superó losUS$170.000 millones (NCDC 2000). Tanto en Europa comoen Estados Unidos, muchos de estos desastres naturales tuvieronque ver con inundaciones en las zonas costeras o, en el caso deEstados Unidos, con el efecto de huracanes en esas áreas. Hoy endía, en todo el mundo hay más de 40 millones de personas queanualmente corren el riesgo de verse afectadas por el oleaje oca-sionado por tormentas (IPCC 1996:292).

Por muy saludables que estén, los ecosistemas costeros nopueden proteger completamente a las comunidades de los im-pactos de tormentas e inundaciones, pero sí pueden cumplir unpapel muy importante en lo que se refiere a estabilizar líneas cos-teras y servir de amortiguadores a las urbanizaciones que allí seconstruyen frente a los embates de tormentas, vendavales y olea-jes. Por ejemplo, Sri Lanka invirtió US$30 millones en revesti-mientos, rompeolas y espigones en respuesta a la grave erosióncostera que se produjo en aquellas áreas donde hubo una ex-tracción excesiva de corales (Berg et al. 1998:630). Entre 1970 y1998, Japón invirtió aproximadamente US$41.000 millones enproyectos de protección de su línea costera (Ministerio de Co-mercio de Japón 1998).

Para muchos países, es posible que la protección de los eco-sistemas costeros sea uno de los medios más eficientes en funciónde los costos para proteger a las urbanizaciones de las zonascosteras del impacto de tormentas e inundaciones. Queda claroque con la pérdida sustancial de extensión de varios ecosistemascosteros, la capacidad de prestar este servicio de protección de lalínea costera ha disminuido significativamente en muchos países.

TURISMO Y OCIO COSTEROSLos viajes y el turismo —transporte, hospedaje, alimentación, en-tretenimiento y servicios para viajeros— no sólo constituyen laindustria mas grande del mundo sino la de crecimiento más ace-

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El estado de cuenta de la biodiversidad. La varie-dad de hábitats —desde arrecifes de coral hasta lechosde algas— dota a los ecosistemas costeros de una am-

plia variedad de comunidades y especies complejas. Sin embar-go, muchos indicadores muestran un deterioro significativo detal biodiversidad. La degradación y la pérdida de área afectan atodos los tipos de hábitats como manglares, praderas submari-nas, arrecifes coralinos y humedales costeros. Las especies in-vasoras han ganado un terreno significativo en muchos ambien-tes marinos, especialmente cerca de los puertos y otras zonasdonde el tráfico es intenso. Las variedades excesivamente ex-plotadas como el bacalao y el merlango han sido recientementeincluidas en la lista de las amenazadas. La incidencia de enfer-medades en mamíferos marinos y arrecifes de coral ha aumen-tado de forma dramática, así como los episodios de blanquea-miento en estos últimos. En general, la capacidad de losecosistemas marinos para mantener su biodiversidad normal hadisminuido significativamente.

El estado de cuenta de la protección de la líneacostera. No cabe duda de que la pérdida dramática dehábitats costeros en todo el mundo ha diminuido la ca-

pacidad de sus ecosistemas de proteger a los asentamientoshumanos de las tormentas. Existen pocos cálculos sobre la mag-nitud de la pérdida de este servicio, aunque se sabe que los cos-tos producidos de los daños causados por las tormentas as-cienden anualmente a miles de millones de dólares. Con laurbanización intensiva de las zonas costeras en el mundo, el va-lor del servicio de protección costera también aumentará rápi-damente.

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lerado de la economía mundial. Según proyecciones del WorldTravel and Tourism Council, los viajes y el turismo generaríanUS$3,5 billones y darían cuenta de 200 millones de empleos en1999, esto es, cerca del 8% del empleo mundial (WTTC 1999).En muchos países, el turismo costero es el sector más grande deesta industria, mientras que en muchos otros, particularmente enlas pequeñas naciones insulares del mundo desarrollado, el tu-rismo representa una proporción importante y en aumento delPIB y del flujo de divisas. Bien manejados, los viajes y el turismoen las zonas costeras pueden promover tanto el desarrollo eco-nómico como la conservación.

La mayor parte de las estadísticas sobre turismo aparecenagregadas por país, y las agencias y organizaciones encargadasde compilarlas no discriminan entre turismo interior y costero.Con esto en mente, los investigadores del APEM escogieron elCaribe —donde la abrumadora mayoría del turismo es de natu-raleza costera o marina— para evaluar la condición de los eco-sistemas costeros en cuanto a su potencial para sostener a la in-dustria del turismo y el ocio.

En 1998, en el Caribe los viajes y el turismo representaronmás de US$28.000 millones, el equivalente a cerca del 25% delPIB total de la región. La industria proporcionó más de 2,9 mi-llones de empleos en 1998 (más del 25% del empleo total), altiempo que la previsión para el año 2005 ascendía a más de3,3 millones (WTTC/WERA 1998). El número de turistas quevisita el Caribe sigue en aumento. Durante los próximos 10 añosse espera que el flujo turístico aumente en un 36% (CaribbeanTourism Organization 1997).

EcoturismoLos diversos tipos de turismo difieren en los beneficios que pro-ducen para las economías locales, así como en sus efectos en elmedio ambiente. En el Caribe, por ejemplo, el sector más prós-pero es el de los grandes complejos turísticos; el turismo de natu-raleza o ecoturismo es sólo un pequeño nicho del mercado. En elmundo son relativamente pocas las comunidades que han logradoobtener beneficios significativos del turismo de naturaleza en suspropias tierras o en las áreas protegidas cercanas. La participaciónde las comunidades residentes en el turismo de naturaleza se havisto impedida por la falta del conocimiento y la experiencia ne-cesarios, por la carencia de acceso a capital de inversión, por lafalta de capacidad para competir con operaciones comercialesya establecidas, y también por la simple ausencia de derechos depropiedad en los destinos turísticos (Wells 1997:iv).

Por lo general las áreas protegidas representan la parte másvaliosa del turismo de naturaleza, aunque es poco el valor eco-nómico del turismo que captan a cambio (Wells 1997:iv). Si

bien muchos gobiernos han tenido éxito en lo que se refiere a au-mentar el flujo turístico hacia sitios donde predominan los atrac-tivos naturales, la mayoría no ha invertido lo suficiente en el ma-nejo de esos activos o en construir la infraestructura necesariapara sostener la actividad. Es así como sitios delicados por su va-lor ecológico o cultural han sido expuestos al peligro de la de-gradación por medio de la construcción de urbanizaciones turís-ticas no reguladas, el exceso de visitantes y el impacto de unainmigración acelerada vinculada a la disponibilidad de empleo yoportunidades de negocios (Wells 1997:iv-v) (véase Cuadro1.15. Ecoturismo y conservación: ¿son compatibles?).

Presiones relacionadas con el turismoEl turismo tiene un enorme potencial para llevar desarrollo yprosperidad económica —incluyendo mejoras ambientales— alos destinos en que opera. Sin embargo, un turismo mal planifi-cado y mal gestionado puede ocasionar daño a los propios re-cursos de los cuales depende. Entre los efectos adversos del tu-rismo en el Caribe figuran el paisaje cicatrizado de las colinasinvadidas por condominios y nuevas vías, la desecación de hu-medales y el desmonte de manglares para construir centros va-cacionales; pérdida de área de playa y lagunas debido a la ex-tracción de arena y a la contaminación, dragado y vertimiento deaguas residuales, y daño de los arrecifes coralinos por el anclajede embarcaciones (UNEP/CEP 1994). En 1996 un estudio lle-vado a cabo por Island Resources Foundation estableció que elturismo era una de las fuentes principales de contaminación poraguas residuales y residuos sólidos en casi todos los países delCaribe, así como uno de los causantes principales de erosión y se-dimentación en el litoral (IRF 1996). Dado que el éxito del tu-rismo en el Caribe se ha cimentado en el atractivo de sus her-mosas playas y en la alta calidad de un medio ambiente marinoque se presta para todo un abanico de actividades al aire libre, lafalta de atención a los impactos del turismo mismo amenaza di-rectamente el crecimiento de la industria en la región.

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El estado de cuenta del turismo y el ocio. No se dis-pone de información suficiente que permita juzgar conprecisión si la capacidad de los ecosistemas coste-

ros para sostener el turismo está disminuyendo a escala mun-dial. Sin embargo, en algunas áreas de la región del Caribe, porejemplo, existe evidencia clara de degradación. De cualquier ma-nera la industria tiene el potencial, e incluso el incentivo, para lle-var beneficios a largo plazo y sostenibles a las comunidadescosteras sin necesidad de degradar los recursos de los cualesdepende.

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87C a p í t u l o 2 : I n v e n t a r i o d e l o s e c o s i s t e m a s

En los países del hemisferio norte, los bosques fueron una im-portante plataforma de lanzamiento para el desarrollo indus-trial y socioeconómico. Aunque por lo general se las utilizó deforma irresponsable, estas áreas antiguamente boscosas se tor-naron productivas de otras maneras, y quedaron permanente-mente convertidas para desarrollar actividades agropecuarias. Enalgunas áreas como el este de Estados Unidos, los bosques quefueron desmontados han rebrotado. Por ahora, y con la excep-ción de Japón, los países industrializados del hemisferio norte y lazona templada gozan de una amplia autosuficiencia de madera,aunque deben importar las especies tropicales.

En la actualidad los bosques cumplen una función similar enel desarrollo socioeconómico de varios países en desarrollo. Y estafunción es aún más crítica en esas naciones porque los bosquessuministran madera industrial tanto para el consumo domésticocomo para la exportación y generación de divisas. Al mismotiempo los bienes y servicios tradicionales —leña, alimentos ymedicamentos— continúan suministrando el sustento de mu-chas poblaciones rurales. En los países tropicales y subtropicales,millones de personas todavía dependen completamente de losecosistemas de bosque para satisfacer todas sus necesidades.

E C O S I S T E M A S F O R E S T A L E S

Los bosques, tierras leñosas y árboles que salpican el paisaje han proporcio-nado abrigo, alimentos, combustible, medicamentos, materiales de cons-trucción y agua limpia a los seres humanos desde los albores de la huma-nidad. En décadas recientes se han convertido en fuente de nuevos bienes y

servicios como productos farmacéuticos, materias primas industriales, productospara el cuidado personal, ocio y turismo. Los bosques regulan la calidad del agua dul-ce mitigando la erosión y filtrando contaminantes, así como la cantidad de la descargade agua y el momento en que ocurre. Los bosques también albergan una gran partede la biodiversidad del planeta. Aunque los científicos saben que la mayoría de las es-pecies no han sido identificadas todavía, piensan que posiblemente más de las dos ter-ceras partes de las especies terrestres se encuentran en los ecosistemas de bosque, par-ticularmente tropicales y subtropicales (Reid y Miller 1989:15).

(continúa en la pág. 90)

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Principales hallazgos

■ Excluyendo a Groenlandia y laAntártida, cerca del 25% de lasuperficie terrestre está cu-bierta de bosques. Desde lostiempos previos a la agricul-tura, la cubierta forestal se hareducido en un 20% como míni-mo y quizás hasta en un 50%.

■ En los países industrializados el área de bosqueha aumentado ligeramente desde 1980, pero enlos países en desarrollo ha disminuido en casiun 10%. Es probable que la deforestación enlos trópicos supere los 130.000 km2 al año.

■ En todo el mundo, menos del 40% de los bosques se hallarelativamente libre de perturbaciones inducidas por la activi-dad humana. En los países industrializados —salvo en Rusiay Canadá— una gran mayoría de los bosques está en condi-ciones «semi-naturales» o se ha convertido en plantaciones.

■ Para muchos países en desarrollo, hoy en día la madera esuna fuente muy importante de divisas, mientras que en lospaíses tropicales millones de personas todavía dependen delos bosques para satisfacer casi todas sus necesidades.

■ Las amenazas más importantes a las que se enfrentan losbosques en lo que se refiere a su extensión y condicionesson la conversión y la fragmentación como consecuencia delas actividades agrícolas, la tala indiscriminada y la construc-ción de vías. La apertura de caminos para actividades minerasy madereras casi siempre da paso a la colonización de bos-ques que hasta entonces se conservaban intactos, lo cualaumenta la caza tanto legal como furtiva, los incendios fo-restales y la exposición de la fauna y la flora a la acción deplagas y otras especies invasoras.

Cuadro 2.17 I n v e n t a r i o d e l o s e c o s i s t e m a s f o r e s t a l e s

Condición y capacidad de cambio

Desde 1960 la producción de fibra ha aumentado en casi el50%, y en la actualidad alcanza los 1.500 millones de metroscúbicos al año. En la mayoría de los países industrializados, el

crecimiento neto anual de los árboles supera las tasas de aprovecha-miento; sin embargo, en muchas otras regiones son más los árbolesque se talan en los bosques de producción que los que se reemplazan porla vía del crecimiento natural. En el futuro cercano no se prevé escasezde fibra. Actualmente las plantaciones abastecen más del 20% de la fi-bra de madera industrial y se espera que esta proporción continúe aumentando. También seguirá el aprovechamiento de los bosques na-turales, lo cual conducirá a que éstos sean cada vez más jóvenes y uni-formes.

Excelente Buena Mediana Deficiente Mala Sin evaluar

Condición

Símbolos

La condición evalúa la producción y calidad actuales de los bienes y servicios de un ecosistema en comparación con su situación hace20-30 años.

En aumento Mixta Disminuye Desconocida

Capacidadde cambio ?Las calificaciones reflejan las opiniones de expertos sobre los bienes o ser-vicios de cada ecosistema a lo largo del tiempo y sin considerar los cambiosen los otros ecosistemas. Asimismo estiman la condición y la capacidadque predominan en el mundo, equilibrando la validez y fiabilidad de los dis-tintos indicadores. Cuando los hallazgos regionales difieren, si no hay datosde calidad mundiales, se le da peso a los mejores datos, a la mayor cober-tura geográfica o a las series cronológicas más prolongadas. Las diferenciaspronunciadas en las tendencias mundiales se califican como «mixtas» enaquellos casos en que no se puede determinar un valor neto. La seria insu-ficiencia de los datos actuales se califica como «desconocida».

La capacidad de cambio evalúa la capacidad biológica subyacentede los ecosistemas para continuar proporcionando el bien o servicio.

P R O D U C C I Ó N D E F I B R A

La cubierta forestal ayuda a mantener limpio el suministro deagua, filtrando el líquido y reduciendo la erosión del suelo y lasedimentación. La deforestación socava estos procesos. De las

principales cuencas hidrográficas del mundo, cerca del 30% ha perdi-do más de tres cuartas partes de su cubierta forestal original. Los bos-ques montanos tropicales, que cumplen una función clave en la protec-ción de las cuencas, se están perdiendo más rápidamente que los decualquier otro tipo. Los bosques son especialmente vulnerables a lacontaminación del aire, que acidifica la vegetación, los suelos y la es-correntía del agua. Algunos países están protegiendo o replantandoárboles en las laderas más degradadas para salvaguardar el abasteci-miento de agua.

C A N T I D A D Y C A L I D A D D E L A G U A

Los bosques albergan casi los dos tercios de todas las especiesterrestres conocidas, tienen mayor diversidad y endemismosque cualquier ecosistema, y también el mayor número de espe-

cies amenazadas. Muchos de los mamíferos más grandes que habitan enlos bosques, la mitad de los primates más grandes, y cerca del 9% de to-das las especies de árboles que se conocen corren algún peligro de extin-ción. Entre las presiones más significativas que sufren los bosques figu-ran la conversión de sus hábitats a otros usos, la fragmentación, la talaindiscriminada y la competencia de especies invasoras. Si continúa el rit-mo actual de deforestación en los trópicos, es posible que la cantidad to-tal de especies que habitan en los bosques se reduzca entre un 4 y un 8%.

B I O D I V E R S I D A D

La vegetación y suelos forestales albergan cerca del 40% detodo el carbono almacenado en los ecosistemas terrestres. Elrebrote de los bosques en el hemisferio norte absorbe el dióxi-

do de carbono de la atmósfera, creando actualmente un «sumideroneto», esto es, uno donde las tasas de absorción superan a las de respi-ración. Sin embargo, la degradación y el desmonte de los bosques en lostrópicos configuran en conjunto una fuente neta de emisiones de car-bono. Si bien el crecimiento esperado del área de plantaciones absorberála mayor parte del carbono, la prevalencia de las tasas actuales de de-forestación conducirá a que los bosques del mundo continúen siendo unafuente neta de emisiones de dióxido de carbono y agentes del cambio declima en el mundo.

A L M A C E N A M I E N T O D E C A R B O N O

La leña constituye cerca del 15% del abastecimiento de ener-gía en los países en desarrollo, y proporciona en algunos deellos cerca del 80% del total de energía. Los pobres son los

que más la utilizan. En muchas partes de Asia, África y América Latinala recogida de leña es la causa de la deforestación localizada, si bien dostercios de toda la extracción pueden provenir de la vera de los caminos,bosquecillos comunitarios y residuos de la industria maderera, másque de los mismos bosques. Pese al desarrollo económico, no se esperaque el consumo de leña disminuya en las décadas venideras, aun cuandola carencia de datos precisos dificulta establecer el estado de la ofertay la demanda mundiales.

P R O D U C C I Ó N D E L E Ñ A

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Tarjeta de Agro. Costas Bosques Agua PraderasCalificación dulce

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Cantidadde agua

Biodiversidad

Almacenamientode carbono

Recreación

Protección dela línea costera

Producciónde leña

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P R O D U C C I Ó N D E F I B R A

C A N T I D A D Y C A L I D A D D E L A G U A

B I O D I V E R S I D A D

A L M A C E N A M I E N T O D E C A R B O N O

P R O D U C C I Ó N D E L E Ñ A

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Calidad de los datos

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Ali-mentación (FAO) y la Organización Internacional de Maderas Tropica-les (OIMT) publican cada año datos fiables sobre la producción de ma-dera en rollo por país. La producción anual se registra por valor y porvolumen en metros cúbicos. Varios estudios publican estimaciones sobrelas tasas futuras de producción y consumo. Por lo general se dispone dedatos de inventarios forestales —aquéllos que dan cuenta de las tasas decrecimiento anual de los árboles, mortalidad, tamaño y edad de losrodales y tasas de aprovechamiento— para los países industrializados,mientras que en el caso de muchos países en desarrollo son incompletosy será necesario hacer las estimaciones pertinentes. La informaciónsobre la extensión de las plantaciones y su productividad varía signifi-cativamente de un país a otro.

El Instituto de Recursos Mundiales (WRI) ha compilado datos sobre lacubierta forestal actual y las pérdidas históricas en las principalescuencas del mundo. Se dispone de datos sobre escorrentía, erosión delsuelo y sedimentación en cuencas deforestadas, principalmente en losámbitos local y regional. La evidencia de la importancia de la cubiertaforestal en la regulación de la calidad y cantidad del agua se basa en laexperiencia con aquellos bosques que se estima están manejados prin-cipalmente para la protección de agua y suelo en los países industriales,así como en estudios a través de los cuales se calcula el valor de los bos-ques a partir de los costos que se ahorran en plantas de purificación deagua. La Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa es-tudia la degradación de los bosques como consecuencia de la contami-nación atmosférica.

Se dispone de pocos conjuntos de datos mundiales y la evidencia es casisiempre anecdótica. Los bosques con un alto valor de conservación seidentifican mediante observaciones en el terreno y consultando la opi-nión de los expertos. Existe una mayor cantidad de información cuan-titativa sobre especies de árboles amenazadas, y regionalmente sobreaves, mariposas, polillas y algunos de los mamíferos más grandes. Sedispone de datos fiables sobre un espectro restringido de aves y tambiénsobre aquéllas que se hallan amenazadas en el neotrópico. La identifi-cación de centros mundiales de diversidad de plantas se basa en obser-vaciones en el terreno y en la opinión de los expertos.

Se están desarrollando rápidamente una serie de metodologías para es-timar el tamaño de los depósitos de carbono en biomasa y suelos. Este es-tudio se apoyó en las estimaciones de Olson sobre carbono almacenado envegetación tanto subterránea como superficial. Se trata de estimacionesespacialmente explícitas de densidades de carbono en la biomasa a escalamundial. Este conjunto de datos se modificó actualizando las estima-ciones sobre almacenamiento de carbono para hacerlas coincidir con elmapa de cubierta terrestre del Global Land Cover Characteristics Data-base (GLCCD 1998), donde aparecen delineados los ecosistemas. Lasestimaciones sobre los depósitos de carbono en el suelo se basaron en elInternational Soil Reference and Information Centre —World Inven-tory of Soil Emission Potentials (ISRIC-WISE) Global Data Set of De-rived Soil Properties.

La Agencia Internacional de Energía cuenta con datos precisos y re-cientes sobre la producción y consumo de leña en países industrializa-dos; la cual proviene en su mayoría de los residuos del procesamiento in-dustrial de la madera. Las series de datos cronológicos sobre producciónde leña y carbón vegetal de la FAO han sido modelizadas o estimadas apartir de encuestas en hogares. Los datos sobre plantaciones de maderapara combustible y fuentes de producción distintas a los bosques (comolas tierras públicas) no son uniformes. La dependencia de la leña en lospaíses en desarrollo se infiere principalmente a partir de la informacióndisponible sobre su precio y sobre otras fuentes de energía.

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De todo el abanico de bienes y servicios que ofrecen los eco-sistemas, el APEM se centró en los cinco que tienen mayor sig-nificación para el desarrollo y bienestar humanos: producción yconsumo de madera de construcción y de leña, biodiversidad,protección de cuencas y almacenamiento de carbono.

Extens i ón y mod i f i cac i ón

Existen por lo menos 90 definiciones de «bosque», locual complica el esfuerzo de medir y evaluar los eco-sistemas forestales. Los investigadores del APEM adop-taron la definición utilizada por el IGBP, según la cual

los ecosistemas forestales son «aquellas áreas donde predominanárboles que configuran un dosel cerrado o semicerrado» (Cuadro2.18. La extensión cambiante de los bosques). Estos ecosistemascomprenden los bosques tropicales, subtropicales, templados yboreales, así como las tierras arboladas.

Basándose en la definición del IGBP, y excluyendo los datosprovenientes de imágenes de satélite, el APEM calculó que elárea total de bosque en 1993 ascendía a 29 millones de km2

aproximadamente, esto es, cerca del 22% de la superficie te-rrestre (excluyendo la Antártida y Groenlandia). Esta estimacióndifiere un tanto de la de la FAO, que se compila a partir de losinventarios nacionales de bosques y no de datos de satélite, yque además refleja una definición un poco distinta (para laFAO los bosques son todas aquellas áreas con una cubierta dedosel del 10% y árboles con una altura mínima de 5 m). Segúnla estimación de la FAO, en 1995 el área mundial de bosquesera de 34,5 millones de km 2 (FAO 1997a:185) o 27% de la su-perficie terrestre.

El área de transición entre el bosque y otro tipo de cubiertaterrestre es una de las partes más dinámicas de los ecosistemasforestales y configura un porcentaje significativo de ellos en mu-chas partes del mundo. En África, cerca de 4 millones de km2 secalifican en la actualidad como mosaicos de bosques/tierras decultivo; estas últimas constituyen entre el 30 y el 40% de la cu-bierta vegetal, mientras que los bosques forman una parte del re-manente. Dado que estas zonas de transición boscosas tienengeneralmente un 10% de dosel pero también más de 30% de tie-rras agropecuarias, los investigadores del APEM, así como laFAO y otros estudiosos de este tema, las incluyeron en los análi-sis tanto de los bosques como de los agroecosistemas.

El cambio de bosque cerrado a un mosaico de bosque y acti-vidades agropecuarias modifica inevitablemente el conjunto debienes y servicios que el «bosque» produce. En principio, estazona de transición podría ser manejada de forma sostenible paraproducir madera, cultivos y forraje arbóreos, abrigo para cultivosagrícolas, leña, y hábitat para la fauna silvestre. Pero sin unmanejo efectivo, el cambio de uso del suelo y la degradacióndel ecosistema en zonas de transición puede suceder acelerada-mente. En la actualidad, ni los inventarios nacionales ni losmundiales de los bosques dan una idea concreta sobre el ritmo deexpansión de las zonas de transición de los bosques o sobre lamanera en que están funcionando como ecosistema.

DEFORESTACIÓN Y PÉRDIDA DE BOSQUEDurante varios milenios, las acciones humanas han conducido aque la cubierta boscosa de la tierra se reduzca significativamen-te, aunque es difícil especificar exactamente cuánto. Los cientí-ficos no tienen la capacidad de determinar con precisión cuál erala extensión original de los bosques antes de que el ser humanocomenzara a afectarlos. Los bosques no son estáticos; su tamañoy composición han evolucionado con el cambio de clima. Sinembargo, a partir de sus conocimientos sobre los suelos, altitudesy condiciones climáticas requeridas por los bosques, los científi-cos pueden determinar dónde podrían existir bosques si no fuerapor la actividad humana. La comparación entre esta «área po-tencial de bosque» con la cubierta boscosa real actual permitehacer una estimación plausible sobre la pérdida histórica de cu-bierta forestal.

Utilizando este enfoque, Matthews (1983:474-487) estimóque hasta principios de la década de los años ochenta, los sereshumanos habían reducido la cubierta boscosa en cerca de un16%. Este estudio se ha actualizado con estadísticas más re-cientes de la FAO sobre deforestación, con lo cual la pérdida to-tal de cubierta original sube al 20%. Sin embargo, es posible quetal pérdida sea mucho más elevada. En un estudio realizado porWRI en 1997, en el cual se empleó un mapa de resolución muchomayor sobre el área potencial de bosques que el utilizado porMatthews, se estima que la cubierta original se ha reducido encasi el 50% (Bryant et al. 1997:1).

El cálculo de las tasas actuales de deforestación constituye undesafío tan grande como el de la pérdida de área de bosque. LaFAO estima que el área boscosa aumentó en 0,2 millones dekm2 (2,7%) entre 1980 y 1995 en los países industrializados(Matthews et al. [PAGE] 2000; FAO 1997a:17), mientras queen los países en desarrollo disminuyó en 2 millones de km2

(10%) (FAO 1997a: 16-17). Igualmente la FAO estima que latasa de pérdida de bosque en los países en desarrollo disminuyóen un 11% entre 1980-1990 y 1990-1995, pasando de 154.600km2 a 130.000 km2 por año (FAO 1997a:18). Sin embargo,las anteriores estimaciones no son muy precisas. La tarea de cal-cular la deforestación a escala mundial se complica por la esca-sez de mediciones directas fiables y por el coste y la dificultadque conllevan las mediciones a través de imágenes de satélite. Espor ello que las estimaciones actuales sobre la tasa de defores-tación varían ampliamente, de 50.000 km2 a 170.000 km2 alaño (Tucker y Townshend 2000:1461). Aunque el cálculo de laFAO de 130.000 km2 se cita con frecuencia, hay estudios másrecientes —sobre Indonesia y Brasil especialmente— donde sesugiere que en esa cifra la pérdida de bosque también aparecesubestimada4.

Durante las últimas décadas, varios estudios e informes se hancentrado en las causas subyacentes de la deforestación. En laevaluación realizada por la FAO en 1997, esta organizaciónatribuye la pérdida de bosques en África a la expansión de laagricultura de subsistencia como resultado de la presión ejercidapor el crecimiento demográfico en las áreas rurales (FAO1997a:20). En América Latina este mismo fenómeno respondiómás a la expansión de la ganadería a gran escala, al desmonte

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ocasionado por los programas de colonización dirigidos por losgobiernos, y a la construcción de embalses hidroeléctricos. EnAsia, la FAO estableció que la deforestación era resultado tantode la agricultura de subsistencia como de los esquemas de desa-rrollo económico (FAO 1997a:20).

Históricamente, la recolección de leña se ha considerado comouno de los pincipales factores de deforestación en algunas regio-nes del mundo; sin embargo, a medida que se reúne mejor in-formación esta conclusión ha perdido su fundamento. La FAO noconsidera que la recolección de leña sea una de las causas prin-cipales de la deforestación, aunque ciertamente puede contribuira aumentar las presiones que degradan la calidad y la salud delos bosques. Casi dos tercios de la leña que se consume se extraende fuentes distintas a los bosques como son los terrenos arbola-dos, las márgenes de los caminos y las industrias madereras(FAO 1997c:21).

FRAGMENTACIÓN DE LOS BOSQUESSi bien es cierto que el cambio en la extensión actual de la cu-bierta boscosa tiene un efecto sobre los diversos bienes y serviciosque proporcionan los bosques, la fragmentación de estos últimospuede tener un impacto significativo. Como parte de la caracte-rización de la extensión y cambio de los bosques, los investiga-dores del APEM desarrollaron un indicador de fragmentaciónbasándose en la red vial del mundo, que cada vez es más exten-sa. Aunque las carreteras llevan los beneficios del desarrollo, almismo tiempo fragmentan lo que de otro modo serían franjascontinuas de bosque.

La fragmentación tiene efectos a dos niveles. En primera ins-tancia afecta directamente a la biodiversidad de las especies en lamedida en que disminuye la cantidad disponible de hábitat na-tural, bloquea las rutas de migración de la fauna, permite lainvasión de especies no nativas, y cambia el microclima a lo lar-go de lo que queda del borde del hábitat. En segunda instancia,las carreteras dan vía libre a la caza, al aprovechamiento forestal,al desmonte y a otras perturbaciones humanas que cambian aúnmás las características de los ecosistemas locales.

Por su parte, los ríos, cordilleras, incendios naturales, asícomo el daño ocasionado por las tormentas, fragmentan losbosques de forma natural. Sin embargo, las redes viales cons-tituyen un indicador relativamente claro —y aplicable a escalamundial— sobre la fragmentación de los bosques causada porlos humanos, si bien se trata de un indicador moderado yaque las acciones de los seres humanos también afectan a losbosques de otras maneras. Para demostrar el uso potencial desu indicador, el APEM incluyó un análisis piloto sobre frag-mentación en África Central en el cual los investigadores do-cumentaron el efecto de la construcción de carreteras en laruptura de bloques grandes de bosque (Cuadro 2.19 Fragmen-tación de los bosques en África). En ausencia de estas vías, el83% del área boscosa de África Central estaría configuradapor bloques continuos de hábitats de más de 10.000 km2. Sinembargo, su presencia hace que los bloques continuos de bos-que sólo representen el 49% del área total de bosque (Matthews[PAGE] 2000).

INCENDIOS FORESTALESAdemás de la conversión directa y de la fragmentación ya men-cionadas, una tercera presión causada por los humanos en losbosques es la frecuencia e intensidad de los incendios. Siendo unfenómeno natural y necesario en muchos ecosistemas forestales,los incendios ayudan a configurar la estructura del paisaje, a me-jorar la disponibilidad de los nutrientes del suelo y a iniciar losciclos naturales de sucesión de plantas. De hecho, muchas espe-cies del reino vegetal no se pueden reproducir sin incendios pe-riódicos.

Sin embargo, el número de incendios causados por los hu-manos excede en mucho al de aquéllos que ocurren natural-mente. Los primeros se inician con el propósito de aprovechar lamadera o desmontar el bosque con fines de conversión, o acausa de la agricultura migratoria, aunque también en el cursode disputas sobre los derechos de propiedad de la tierra. En1997-1998 los incendios que asolaron los bosques tropicalesfueron extremadamente graves, como resultado de la escasez delluvias ocasionada por la presencia del fenómeno El Niño. EnBrasil, el número de incendios aumentó de forma drástica entre1995 y 1998; éstos se propagaron desde las áreas agropecuariashasta las selvas húmedas que normalmente no habían sufridoincendios (Elvidge et al. 1999). En ese país los incendios seincrementaron en un 50% entre 1996 y 1997, y en un 86% adi-cional entre 1997 y 1998 (FAO 1999:3) (Cuadro 2.20 Incendiosforestales).

De la quema total de biomasa (incluyendo sabanas) en elmundo, hasta un 90% es iniciado por la gente (Levine et al.1999:IV). Es así como los incendios provocados están reconfi-gurando los ecosistemas de bosque y su impacto podría aumen-tar sustancialmente. Existen estudios recientes que indican quelos incendios en las selvas húmedas tropicales crean circuitosde retroalimentación que aumentan la susceptibilidad del bosquea incendios posteriores. Los primeros sirven para abrir el dosel,lo que permite que los movimientos del sol y el aire sequen aúnmás el bosque. Los árboles que han perecido en incendios ante-riores aumentan las existencias de leños, mientras que las male-zas y pastos invasores contribuyen con combustibles vivos. Lossegundos y terceros incendios avanzan más rápido, son más in-tensos y su duración es más prolongada. Se ha demostrado encambio que los primeros incendios no matan a más del 45% delos árboles de 20 cm de diámetro, mientras que en los recurren-tes la mortandad de árboles puede llegar hasta el 98% (Cochra-ne et al 1999: 1832-1835). Estos ciclos de fuego cada vez másfuertes aumentan el riesgo de convertir amplias áreas de bosquetropical en sabanas o monte bajo.

Los costos económicos y sociales de los incendios forestalestambién son significativos. Como consecuencia de los incendiosque tuvieron lugar recientemente en el sudeste asiático se estimóque había 20 millones de personas en peligro de desarrollar pro-blemas respiratorios (Levine et al. 1999:12); los daños econó-micos (excluyendo los efectos en la salud) se calcularon de formaconservadora en US$4.400 millones (Economy and Environ-ment Programme for South East Asia 1999, citado en Levine etal. 1999:14). Pese al advenimiento de las imágenes de satélite y

92R E C U R S O S M U N D I A L E S

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al significado cada vez mayor que tienen los incendios forestalesen el estado de los bosques, no se dispone de estadísticas fiablesa nivel mundial sobre el área total de selva que se quema anual-mente. En los bosques boreales, los registros detallados que exis-ten de Estados Unidos y Canadá revelan que la superficie que sequema anualmente ha aumentado en más del doble durante losúltimos 30 años (Kasischke et al. 1999:141, 147). La informa-ción sobre los bosques tropicales es aún menos fiable. Por ejem-plo, las estimaciones sobre el área total quemada en Indonesiadurante los incendios de 1997-1998 oscilan entre 6.000 km2

(cálculo oficial del gobierno) y más de 45.000 km2 (estimado in-dependiente basado en el análisis de imágenes de satélite)(Levi-ne et al. 1999:8-10).

Eva luac i ón de b i enes y serv i c i os

FIBRALa producción de madera comercial es una de las principales ac-tividades industriales en todo el mundo. En 1998 la producciónde madera redonda industrial —que incluye toda la que no seusa como combustible— ascendió a 1.500 millones de m3 (FAO2000). A principios de la década de los años noventa, la pro-ducción y manufactura de productos industriales de maderaaportó cerca de US$400.000 millones a la economía mundial, elequivalente al 2% del PIB global (Solberg et al. 1996:48). Aun-que Norteamérica y Europa dominan la producción, la industriamaderera es más importante para países en desarrollo comoCamboya, las islas Salomón y Myanmar, donde las exportacionesde madera pueden llegar a representar más del 30% del comer-cio internacional (FAO 1997a:36).

Las tres fuentes principales de madera redonda industrialson los bosques primarios, los secundarios y las plantaciones. Losbosques secundarios han reemplazado virtualmente a todos losprimarios y originales en el este de Norteamérica, Europa y enmuchas partes de América del Sur y Asia. Las estimaciones sobreel área de plantaciones varían, en parte por las diferencias en lamanera como se las define. Por lo general se consideran planta-ciones aquellos bosques en cuyo establecimiento y manejo ha ha-bido una intervención considerable, aunque no existe una líneadivisoria clara entre lo que es una «plantación» y un «bosque se-cundario» manejado de forma intensiva.

Según cálculos de la FAO, las plantaciones de madera re-donda industrial constituyen aproximadamente el 3% del áreatotal de bosques (cerca de 1 millón de km2), sin embargo sumi-nistran el 22% de esa madera (Brown 1999:7, 41). El área deplantaciones forestales está altamente concentrada y cinco países—China, Rusia, Estados Unidos, India y Japón— poseen el 65%de la misma (Brown 1999:15).

Realizar una evaluación de la capacidad que tiene una plan-tación para producir madera industrial es difícil, en parte porqueel ciclo de aprovechamiento y rebrote se prolonga décadas. Unindicador claro de que la capacidad de un bosque para producirmadera se está deteriorando sería que las tasas de aprovecha-miento fueran superiores a las de rebrote. Según datos prelimi-

nares (FAO 1998), parece que muchos países están talandoanualmente más madera de la que crece.

En la mayoría de los países europeos y en Estados Unidos, elvolumen de madera talada es menor que el de crecimiento anual(FAO 1998: Anexo técnico). Sin embargo en países como Esta-dos Unidos, aunque la extracción neta es menor que el creci-miento neto, la tasa de crecimiento ha disminuido en años re-cientes (Haynes et al. 1995:43). Este desequilibrio sugiere laposibilidad de que la producción actual de madera no sea soste-nible a largo plazo (Johnson y Ditz 1997:226). Más aún, la in-formación sobre el diámetro de los troncos en Estados Unidos in-dica un tendencia a largo plazo hacia árboles más pequeños ymás jóvenes, y hacia una estructura simplificada del bosque queexhibe menor diversidad, tamaño y edades de los árboles. Esto asu vez podría reducir la diversidad de plantas y animales que elbosque mantiene.

Muchas naciones en desarrollo carecen de datos fiables sobrelas tasas de crecimiento y extracción anuales, así como sobre laedad de los árboles, todo lo cual es indispensable para evaluarcon precisión su condición a largo plazo. Con todo, existe evi-dencia considerable de que en algunas regiones las tasas deaprovechamiento exceden en gran medida a las de rebrote. Lo tí-pico en esas regiones es que, una vez se tala un área, la tierra seconvierte eventualmente a otros usos. En otras regiones, es posi-ble que el aprovechamiento total sea inferior que el rebroteanual, pero no en el caso de ciertas especies de alto valor como lacaoba donde sucede lo contrario, lo que conduce al agotamientoeventual de las mismas.

LEÑALa leña, el carbón de madera y otros combustibles derivados deella (conocidos en conjunto como combustibles derivados de lamadera —CDM) constituyen la forma más importante de energíano fósil o biomasa, la cual incluye leña, residuos agrícolas y es-tiércol de animales. La primera proporciona el 30% del sumi-nistro total de energía en los países en desarrollo. Cálculos apro-ximados indican que en el mundo hay más de 2.000 millones depersonas que dependen directamente de la biomasa como fuenteprincipal o única de energía. En muchos países la leña es la for-

93C a p í t u l o 2 : I n v e n t a r i o d e l o s e c o s i s t e m a s

(continúa en la pág. 99)

El estado de cuenta de la producción de fibra. Lademanda cada vez mayor de fibra maderera ha aumen-tado la producción y particularmente la extensión de las

plantaciones, que en la actualidad aportan el 22% del suministromundial de madera industrial. Esto no ha reducido la presiónsobre los bosques naturales. Y aunque aquéllos que durantedécadas han sido dedicados a la producción de madera nomuestran signos claros de que su capacidad para mantener laproducción esté en duda, algunos indicadores son motivo depreocupación. En los países en desarrollo existe evidencia de ladegradación de la capacidad de producir madera, y en esas re-giones, una vez los bosques han sido aprovechados, la tierrapor lo general se convierte a otros usos.

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95C a p í t u l o 2 : I n v e n t a r i o d e l o s e c o s i s t e m a s

Mosaico de bosques y tierras de cultivo en África

Fuentes: Matthews et al. [PAGE] 2000. Los mapas que ilustran la fragmentación creada por los caminos en la página anterior están basados enCARPE (1998) y en Global Land Cover Characteristics Database Version 1.2 (Loveland et al. [2000]). El mapa de arriba está basado en Defries et al.(2000) y Global Land Cover Characteristics Database Version 1.2 (Loveland et al. [2000])

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96R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 2.20 I n c e n d i o s f o r e s t a l e s

En muchos ecosistemas de bosque los incendios son fe-nómenos naturales: estructuran el paisaje, mejoran ladisponibilidad de nutrientes del suelo, e inician ciclos

naturales de sucesión de plantas. En cambio los incendiosprovocados pueden tener un efecto generalizado en la condi-ción de los bosques y su capacidad de producir bienes y ser-vicios.

En 1997-1998 hubo incendios forestales especialmente gravescuando millones de hectáreas de bosques quedaron conver-tidas en humo en Indonesia, América Central y el Amazonas.Los bosques tropicales, que normalmente son demasiado hú-

medos como para que se produzcan en ellos incendios muy ex-tensos, estaban especialmente propensos debido a la sequíacausada por El Niño. La evidencia sugiere, sin embargo, que lagente utilizó las condiciones de sequía para propiciar quemasdestinadas a desmontar bosque con miras a desarrollarlo. Lasáreas quemadas que se muestran del Amazonas en 1998 son lasadyacentes a las áreas quemadas para el desmonte en 1995.Esto sugiere que la quema rutinaria de zonas de bosque ex-cepcionalmente secas pudo haber quedado fuera de control.En los bosques de Indonesia se encontraron patrones similares(Barber 2000).

Áreas quemadas en el Amazonas, 1995

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97C a p í t u l o 2 : I n v e n t a r i o d e l o s e c o s i s t e m a s

Áreas quemadas en el Amazonas, 1998

Fuentes: Matthews et al. [PAGE] 2000. Estos mapas se basan en Elvidge et al. (1999) y en Global Land Cover Characteristics Database Version 1.2(Loveland et al. [2000]). Los datos sobre los incendios se recolectaron entre enero y marzo de 1995, y en el mismo período en 1998. Los datos sobrecubierta vegetal se recolectaron en 1992-93. Entre las áreas sin bosque figuran pastizales, tierras de cultivo y algunos humedales de temporada.

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ma predominante de biomasa, aunque la escasez de datos nopermite establecer si esto es cierto o no para todos ellos (IEA1996: II.289-308, III.31-187).

La información disponible muestra que la leña (CDM) repre-senta más de la mitad de toda la energía de biomasa que seconsume en los países en desarrollo y, si se excluye China (don-de los residuos agrícolas son un combustible muy importante), lamisma asciende a cerca de dos tercios (IEA 1996:II.289-308,III.31-187) (Cuadro 2.21. Uso de combustibles derivados de lamadera en el mundo). La leña (CDM) también es una fuente sig-nificativa de energía en algunos países desarrollados. En Sueciarepresenta el 17% del consumo total de energía y en EstadosUnidos el 3% (FAO 1997b:7, 11). El crecimiento económico enlos países en desarrollo ha reducido la proporción de energíaoriginada en los combustibles derivados de la madera aunque elconsumo general de biomasa ha seguido en aumento.

¿Habrá suficiente leña en el futuro? En algunas regiones, yparticularmente en los centros urbanos, la disponibilidad deleña ha decrecido de forma notoria en décadas recientes. En al-gunos casos la producción se ha mantenido, aun frente al creci-miento de la demanda, a través de programas de plantación deárboles y terrenos arbolados. Se estima que para el año 2010 elsuministro de leña alcanzará entre 2.300 y 2.400 millones de m3

(Nilsson 1996), esto es, aproximadamente el 30% más de loque se disponía en el año 2000. El pronóstico sobre la demandade leña para el año 2010 está entre 2.400 y 4.300 millones de m3

(Matthews et al. [PAGE]2000). El surgimiento de una crisis re-gional o mundial en el suministro de leña dependerá de variosfactores, siendo uno de ellos el que las fuentes alternativas deenergía estén o no al alcance de los consumidores. De cualquiermanera, de lo que no hay duda es de que la creciente escasez deleña va a aumentar la carga económica de los pobres en algunasregiones.

Es probable que la característica más notoria de la informa-ción sobre el suministro de leña sea precisamente su escasez e im-precisión. La leña es una fuente crítica de energía para un granporcentaje de la población del mundo pero, a pesar de los es-fuerzos realizados por organizaciones como la FAO y la AgenciaInternacional de Energía, en lo fundamental no se dispone de losdatos requeridos para determinar si los ecosistemas van a ser ca-paces o no de satisfacer una demanda en aumento.

BIODIVERSIDADLa biodiversidad de los bosques constituye un bien en sí mismo.Las especies que se encuentran en los hábitats boscosos puedendar origen a nuevos productos farmacéuticos y ser fuente denuevos recursos genéticos y productos forestales no maderablescomo resinas, frutas, juncos, hongos y pienso para animales.Aún más, todos los otros bienes y servicios dependen en ciertamedida de la diversidad de las especies del bosque. Es por elloque el estado de su riqueza biológica es un indicador útil de lacondición de tales ecosistemas.

Los bosques son esenciales para la conservación de la biodi-versidad. Según WWF (Olson y Dinerstein 1998:509), dos ter-ceras partes de las 136 regiones terrestres identificadas comoejemplos sobresalientes en materia de biodiversidad están en losbosques. Asimismo, BirdLife International identificó 218 áreasque contienen dos o más especies de aves con rangos restringi-dos. La lógica de BLI era que estas especies «estrictamente en-démicas» eran las más susceptibles de quedar extintas. El 83%de estas áreas está localizado en bosques, especialmente en bos-ques tropicales de tierras bajas (32%) y montanos húmedos(24%) (Stattersfield et al. 1998:31). Finalmente, de los 234centros de diversidad vegetal identificados por la UICN y elWWF, más del 70% se encuentra en bosques (Davis et al. 1994,1995:12-36).

La forma más directa de medir la condición de la biodiver-sidad de los bosques es a través de los cambios ocurridos en elnúmero de especies que allí viven, lo cual incluye pérdida o ex-tinción de especies nativas e introducción de foráneas. Desde elpunto de vista de la biodiversidad, cualquier reducción en lacantidad o abundancia relativa de las especies significa que elecosistema se está degradando. Dado que la mayor parte de lasespecies no ha sido identificada, sólo es posible ejercer vigilanciasobre las amenazas que afectan a los grupos de especies más co-nocidos. En la práctica esto significa aves y árboles. De una es-timación de 100.000 especies de árboles, el WCMC informa deque actualmente más de 8.700 (Oldfield et al. 1998) están ame-nazadas en el mundo (Cuadro 2.22. Árboles en peligro).

Todavía no se han compilado las cifras equivalentes en loque a aves se refiere, pero el BLI ha levantado mapas de las lo-caciones de las 290 especies de aves que están amenazadas en elneotrópico (excluyendo el Caribe), lo que permite comparar va-rios ecosistemas para determinar dónde se corre el mayor peligro.De las 596 áreas que albergan especies amenazadas, más de 70están localizadas en bosques (Wage y Long 1995: 15-16).

Otra manera de medir directamente la condición de la bio-diversidad es establecer hasta qué punto las especies invasorashan colonizado un ecosistema. Actualmente los ecologistas lasclasifican como la segunda amenaza más importante a la biodi-versidad global, después de la conversión del hábitat. Todavíano se dispone de información global sobre invasión de espe-cies, pero lo que ha compilado el WWF muestra la manera enque las plantas invasoras han cambiado la condición de la bio-diversidad en los bosques de Norteamérica. En los bosques cos-teros del nororiente de Estados Unidos, hasta un 32% del totalde variedades de plantas vasculares es foráneo, aunque no se ha

99C a p í t u l o 2 : I n v e n t a r i o d e l o s e c o s i s t e m a s

El estado de cuenta del suministro de leña. La leñaconstituye el surtidor de energía por excelencia paraaproximadamente 2.000 millones de personas y es

sin duda alguna la fuente de biomasa más importante. Pero la in-formación que poseemos actualmente sobre el consumo real anivel del hogar o sobre la capacidad de los ecosistemas paraseguir proporcionando este bien es inadecuada. En un futurocercano la leña continuará ocupando un lugar muy importante enel panorama energético del mundo en desarrollo. Por ello esesencial darle tanta importancia a la recolección de informaciónsobre esta fuente de combustible, como la que se le da a otrascomo son el petróleo, el carbón, el gas natural y la energía hi-droeléctrica.

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100R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 2.22 Á r b o l e s e n p e l i g r o

La supervivencia de las 100.000 variedades de árboles queexisten en el mundo está amenazada por la conversión detierras boscosas a otros usos, por el aprovechamiento

de la madera, los incendios, las plagas y la simplificación delos ecosistemas como resultado de la gestión de bosques. ElWCMC ha compilado un lista de las especies que corren peligroy las ha evaluado de acuerdo con las categorías de amenazaestablecidas por la UICN en 1994. Existen más de 8.700 especies(9% del total) que corren peligro.

Uno de los peligros principales es la introducción accidentalo deliberada, por parte de los humanos, de plantas y animalesno nativos en los hábitats forestales; los cuales pueden amena-zar la supervivencia de las especies nativas bien sea atacándo-las, compitiendo con ellas por alimentos y espacio, o alterandolos ecosistemas locales hasta tal punto que ya no puedan man-tenerse más las poblaciones de árboles autóctonas. Es asícomo el número de especies no nativas es un indicador del gra-do de «asalto» potencial a la flora nativa.

En América del Norte, las concentraciones más elevadas deespecies no nativas se encuentran cerca de los puertos, a lolargo de las principales rutas de transporte y en regiones agrí-colas fértiles que han probado ser favorables tanto a los cultivosintroducidos como a sus plagas. Las regiones de taiga densa,apartadas de los principales asentamientos humanos, parecenestar muy poco afectadas, mientras que los bosques de conífe-ras del sudeste han mostrado ser relativamente resistentes alas especies invasoras.

Fuentes: Matthews et al. [PAGE] 2000. El mapa proviene de Ricketts et al. (1997). El cuadro se basa en Oldfield et al. (1998).

Plantas no nativas en las ecorregiones boscosas de Norteamérica

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establecido cuántas de estas especies son dañinas (Ricketts et al.1997:82).

Aunque estas mediciones directas del cambio en el número deespecies de los bosques son la mejor manera de evaluar en quécondición se encuentra la biodiversidad que allí se encuentra, secarece de datos para la mayor parte de las regiones del mundo.En consecuencia, mucho de lo que se sabe sobre la condición delas especies de los bosques proviene de inferencias realizadas apartir de las distintas mediciones sobre las presiones que actúanen la biodiversidad de los bosques. Se sabe que tres de ellas —fragmentación de hábitat, tala y pérdida de hábitat— cambianlas cantidades y tipos de especies que se encuentran en las re-giones boscosas. Las áreas que muestran niveles elevados defragmentación o tala indiscriminada, o las regiones que han ex-perimentado una pérdida significativa de hábitats forestales, nocontienen la misma cantidad de especies nativas que se encon-traba anteriormente en la misma región.

La relación entre área de hábitat y diversidad de especies es losuficientemente clara como para permitir hacer una estimacióndel número de especies nativas que podría perderse en un hábi-tat particular si se reduce su área. La Evaluación de la Biodi-versidad Mundial realizada en 1995 bajo los auspicios del PNU-MA estableció que si las tasas recientes de pérdida de bosquetropical se mantienen durante los próximos 25 años, el númerode especies que se encuentra en esos bosques se reducirá entre un4 y un 8% (Heywood 1995:235).

ALMACENAMIENTO DE CARBONOLos bosques desempeñan un papel central en el ciclo globaldel carbono, pues lo capturan de la atmósfera a medida que cre-cen y lo almacenan en sus tejidos. Debido a su enorme biomasa,los bosques del mundo constituyen una de las más grandes re-servas o «sumideros» de carbono. A los bosques corresponde en-tre el 35 y el 39% (613-938 GtC) de las 1.752 y 2.835 GtC quelos investigadores del APEM estiman que están almacenadas enlos ecosistemas terrestres. A manera de comparación, las pra-deras almacenan entre el 34 y el 37% del carbono terrestre,aunque cubren casi el doble del área de aquéllos.

Se cree que los cambios en el uso del suelo han liberadocerca de 1,6 GtC a la atmósfera cada año, o aproximadamenteel 20% de todas las emisiones de carbono causadas por las ac-tividades humanas (IPCC 2000:5). Por encima de cualquier

otro, el componente más significativo del cambio de uso del sue-lo es la deforestación en los trópicos (Houghton 1999: 305-310). El desmonte de los bosques y la quema de rastrojos libe-ran nuevamente a la atmósfera grandes cantidades de carbonoalmacenado en la vegetación. Por otro lado, la restauración debosques degradados o la introducción de cambios en su manejopuede mejorar su capacidad de almacenamiento y por lo tantoincrementar el total de carbono almacenado en los bosques delmundo.

La pérdida de capacidad de fijar carbono por parte de losbosques no siempre se presenta como desmonte a gran escala odeforestación directa. La tala y el desmonte de áreas pequeñaspara usos agropecuarios también puede degradar los bosques ydisminuir sustancialmente su capacidad de almacenamiento decarbono. En un estudio reciente sobre Asia tropical se informa deque la deforestación era responsable de las dos terceras partes depérdida de carbono en los bosques de ese continente, mientrasque una tercera parte se debía a la degradación resultante de latala y la agricultura migratoria (Houghton y Hackler 1999:486).En otro estudio sobre África se estableció que la pérdida directade bosques era responsable del 45% de la liberación de carbonoy la degradación del 57% restante (Gaston et al. 1998:110).

CANTIDAD Y CALIDAD DEL AGUALos bosques ofrecen varios servicios valiosos en lo que se refierea la protección de cuencas hidrográficas: estabilizan físicamentesus partes altas; las raíces de los árboles «bombean» agua desdeel suelo para ser utilizada por las plantas, lo que reduce la hu-medad del suelo y la posibilidad de que se produzcan avalanchasde lodo; y las estructuras de las raíces aumentan la capacidad deagarre del suelo, ayudando así a evitar desprendimientos de tie-rra. Asimismo los bosques tienden a moderar la tasa de esco-rrentía proveniente de las lluvias, reduciendo los caudales du-rante las crecidas y aumentándolos durante las épocas más secas.

La cubierta forestal también ayuda a mantener el suministrode agua de beber. En Estados Unidos, más de 60 millones depersonas de 3.400 comunidades dependen de los bosques de la

101C a p í t u l o 2 : I n v e n t a r i o d e l o s e c o s i s t e m a s

El estado de cuenta de la biodiversidad. Los bos-ques poseen la diversidad de especies y endemismosmás alta de todos los ecosistemas. La presión que se

ejerce sobre esta diversidad es enorme a juzgar por la pérdida yfragmentación de los bosques, aunque la información directasobre su condición es más limitada. La evidencia disponible su-giere que el número de especies forestales que están amenaza-das es significativo y va en aumento, y que en ciertas regiones laintroducción de especies es muy elevada. No sólo se está redu-ciendo el área de bosque, sino que la capacidad que tienen losbosques remanentes para mantener la biodiversidad parece ha-ber disminuido en buena medida.

El estado de cuenta del almacenamiento de carbo-no. Probablemente los bosques almacenan más carbo-no que cualquier otro ecosistema terrestre: cerca del

40% del total. La deforestación y degradación son responsablesde cerca del 20% de las emisiones anuales de carbono. Desde elpunto de vista del almacenamiento de carbono, la condición delos ecosistemas forestales está declinando, aunque con los in-centivos económicos correspondientes, sería posible revertiresta tendencia. Sin embargo, es necesario tomar en considera-ción las contraprestaciones que de allí surgen: los árboles jóve-nes de crecimiento acelerado fijan más carbono que los madu-ros. Se podría prever entonces que la simple gestión de losbosques con el objeto de almacenar el máximo de carbono posi-ble termine por promover el reemplazo de muchos bosques pri-marios por plantaciones, lo cual amenazaría claramente la bio-diversidad, el turismo y otros servicios que éstos proporcionan.

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nación para abastecerse de agua potable, un servicio cuyo costose estima en US$3.700 millones al año (Dombeck 1999). Final-mente la cubierta forestal afecta a la cantidad de agua disponibleen una cuenca. En muchas regiones, la pérdida de bosques in-crementará la descarga de agua debido a la reducción del volu-men de agua que se transpira a la atmósfera. Sin embargo, enotras regiones esa misma pérdida puede disminuir la descarganeta. En los bosques nublados, los árboles cumplen una funciónde condensación en la medida en que «despojan» de agua alaire cargado de humedad, dejándola lista para que se precipite.En otras regiones, las lluvias dependen en parte de la transpira-ción del aire cargado de agua proveniente de los bosques. Porejemplo, quienes investigan sobre el clima han estimado que enlos grandes parches deforestados del Amazonas las temperaturasson cerca de 1°C más elevadas y la precipitación un 30% menor(Couzin 1999:317).

Por lo general, la pérdida de bosques ha reducido las cuencashidrográficas del mundo en un grado significativo. En un análi-sis realizado por WRI en 1998 se estableció que cerca del 30% delas principales cuencas del mundo han perdido más de las trescuartas partes de su cubierta boscosa original, mientras que el10% ha perdido más del 95% (Revenga et al. 1998:I-13) (Cua-dro 2.23. La deforestación de las cuencas hidrográficas).

Quizás una medida más reveladora de la situación actual delos ecosistemas forestales en lo que se refiere a la protección decuencas es el estado de los bosques montanos. Éstos cumplen unpapel especialmente importante en los procesos hidrológicos con-trolando la erosión en las pendientes de montaña y a veces «cap-tando» agua en los bosques nublados.

En las regiones templadas, la extensión de los bosques mon-tanos ha aumentado en años recientes, salvo en los coníferosprimarios maduros del Pacífico, noroeste de América del Norte,Chile, Tasmania y sur de Nueva Zelanda. Considerados de altovalor por su producción de madera para construcción, es posibleque estos bosques hayan quedado reducidos a la mitad de su ex-tensión original debido a la tala (Denniston 1995:32). En los tró-picos, los bosques montanos se enfrentan aún a más presiones.Según la FAO, éstos estaban desapareciendo a una tasa del 1,1%anual en la década de los años ochenta, lo cual excedía la tasa depérdida para todos los demás tipos de bosque tropical (FAO1993:28).

102R E C U R S O S M U N D I A L E S

El estado de cuenta de la calidad y la cantidad deagua. Los bosques retienen agua en el suelo, regulanlos caudales, influyen en la precipitación y filtran el agua

de beber. El servicio de purificación por sí solo tiene un elevadovalor económico en ciertas regiones. Por lo general, la pérdidade bosques ha erosionado su capacidad de proteger las cuencasy prestar servicios relacionados con ellas; es posible que estocontinúe a medida que aumentan las presiones sobre los bos-ques. De las principales cuencas hidrográficas del mundo, cercadel 30% ha perdido más de las tres cuartas partes de sus bos-ques originales. Los bosques montanos —muy importantes en laprotección de las cuencas— han sufrido particularmente. A pe-sar de la importancia que tienen los bosques en relación conservicios hídricos vitales, muy rara vez se los tiene en cuenta enlas decisiones sobre ordenamiento de tierras.

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Cuadro 2.23 L a d e f o r e s t a c i ó n d e l a s c u e n c a s h i d r o g r á f i c a s

La deforestación es un indicador útil de la degradación delas cuencas, dado que por lo general los bosques cumplenuna función crucial en lo que se refiere a mantener la cali-

dad del agua y a moderar los caudales. La pérdida de cubiertaforestal original se estima a partir de la extensión que se calculatenían los bosques hace 8.000 años, bajo las condiciones climá-ticas actuales. Casi una tercera parte de todas las cuencas hi-drográficas del mundo han perdido más del 75% de su cubierta

boscosa original y 17 han perdido más del 90%. En su mayoría,se trata de cuencas relativamente pequeñas. Las grandes, comolas del Congo y el Amazonas, aún conservan una cubierta bos-cosa original relativamente extensa. En cualquier caso, el áreatotal de bosque original que se ha perdido es grande: nueve delas cuencas principales han perdido más de 500.000 km2 (Re-venga et al. 1998: 1-13).

Cuencas donde se ha perdido la mayor proporción decubierta boscosa original

Porcentaje de pérdidaRegión y cuenca de cubierta original

África

Asia y Oceanía

Europa

Lago Chad 100Limpopo 99Mangoky 97Mania 98Níger 96Nilo 91Orange 100Senegal 100Volta 97

Guadalquivir 96Sena 93Tigris y Éufrates 100

Amu Darya 99Indos 90

Sudamérica

Río Colorado 100Lago Titicaca 100Uruguay 92

Cuencas donde se ha perdido la mayor cantidad deárea de cubierta boscosa original

Área de cubierta boscosaRegión y cuenca original perdida (km2)

África

Asia y Oceanía

Congo > 1.000.000

Europa

América del Norte

Volga 500.000-1.000.000

Sudamérica

Amazonas 500.000-1.000.000Paraná 500.000-1.000.000

Ganges 500.000-1.000.000Mekong 500.000-1.000.000Ob 500.000-1.000.000Yangtze > 1.000.000

Mississippi 500.000-1.000.000

Fuente: Revenga (comunicación personal, 2000), actualizando a Revenga et al. (1998).

103C a p í t u l o 2 : I n v e n t a r i o d e l o s e c o s i s t e m a s

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