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Diciembre trae la deiicia invernai P.Ortiz del Portillo D e las cuatro estaciones del año, la más entrañable, aunque fría, empieza el 2 1 de diciembre. Es el día de Santo Tomás con su tradicional mercado agropecuario y el solsticio de inviemo, el más corto del año. Comienzan a alargar ios días y el carbonero Olentzero baja del monte para traer calor a los hogares y caseríos, iluminados con las mejores galas y con alegres villancicos. Es la alegre Navidad. Adornamos el nacimiento del belén con el abeto nevado, que nos trae el aroma del bosque. Se trata de la promesa futura de luz y calor, coronada por la brillante estrella de Oriente. Decoramos la casa con verde muérdago . “mihura”, portavoz de buena sueríe. En cambio nunca debemos decorarla con acebo natural “gorostie” de rojas bayas y punzantes hojas verdes, por estar protegido y en peligro de extinción. Por tanto, debe ser conservado en el bosque, utilísmo en inviemo para la fauna salvaje como alimento y cobijo. Los mercados navideños ofrecen los más exquisitos productos del caserío tan buscados por las amas de casa, pues siempre la cocina “sukalde” es el centro de la fiesta. Las etxekoandres preparan deliciosos platos y recetas antiguas, vigentes hoy, con lo mejor de la tierra y el mar. En el disfmte no puede faltar en la mesa los productos de la uva: rico txakoli, buen vino y las alegres burbujas de cava para brindar por entrañables recuerdos familiares. ¡Zorionalc! Actuación del ballet de Murcia Hoy doblan para mí las campanas de Ortuella... T Jon Múgica________ ODO Bilbao es un jar- dín poblado de luciér- nagas. La iluminación eléctrica del Casco Vie- jo compite con la maravilla piro- técnica de El Corte Inglés y cosas así... en unas fechas para la nos- talgia que destrozan un par de anécdotas norteamericanas, como si dos tomahawk de largo alcance hiciesen diana en el alma. Recor- daba Shirley Temple que dejó de creer en las Navidades cuando Pa- pa Nftel le pidió un autógrafo en unos grandes almacenes y casi a la par escuché un día la historia de Joe Frazier (se atribuye este cuento a varios, así que habrá que darlo por leyenda...), quien asegu- raba que unas Navidades paupé- rrimas, viendo su padre que el sa- lario le ahorcaba, decidió salir a la calle, pegar un tiro al aire y entrar compungido diciendo que Santa Claus se había suicidado. Gracias a Dios, en Bilbao se vive en otra honda y estamos de enhorabuena con la reinauguración de un nue- vo teatro, el Ayala, en el que Lina Moldan, Manolo Escobar y Ra- úl Sender actuaron en una gala de apertura con la que se abrochó no- viembre... Noviembre un mes fecundo... Perdónenme la intromisión, pe- ro los pájaros del inviemo se han posado sobre el Botxo justo aho- ra, cuando doblan las campanas de Ortuella y el que suscribe ha decidido abandonar el club inglés de la soltería en las hermosas tie> rras del mineral. También es mala suerte (lo de las lluvias, por su- puesto...), si se juzga el mes co- menzó con la alegría de los coros de abogados cantando por toda la ciudad y con la Asociación Artís- tica Vizcaina que preside C ar- men AranzamendI inaugurando un nuevo local para darle al aríe vizcamo guarída y refugio, que ya está bien de tanto “montañero del pincel’" ríscando por los picos helados de la incomprensión. En la plaza del Arriaga se alzó la ban- dera olímpica y los deportistas a los que jamás escudriñamos con la lupa de la sospecha farmacéuti- ca de Sherlock Holmes (hubiese sido injusto medir las gestas de Miguel Indurain o Marino Le- jarreta por gramos de nandroio- na, pongo por caso, porque a Ío épico no se le mira las alas...), ce- lebraron una reunión de veteranos en San Roque, allá donde dice una voz popular que había un perro sin rabo, válgame Dios... Pinocho y las trenzas de la princesa... También del blanco y negro y de los discos de vinilo rescata- mos, a las puertas de este Belén Esclerósís Múltiple organizó un concierto benéfico Cena de Santa Cecilia en los salones de la Bilbaína viviente en el que vivimos, aque- lla canción en sepia de las chicas de la Cruz Roja, ^ o ra que a Mag- dalena García de Gortazar le acaban de reconocer en mangas de camisa, medio siglo ayudando a los más necesitados. Hubiese es- tado bien pedirle las trenzas a esta “princesa de los pobres” (hizo do- blete con la fastuosa fiesta del Pa- lacio de Artaza, donde Nuevo Fu- turo celebró su 25 aniversario...) para escalar al torreón de Artxan- da, donde Tomás Sánchez y Ángel Gago firmaron el X Ani- versario de la Escuela de Hostele- ría. El coscorrón, eso sí, con el quilataje que uno lleva encima, hubiese sido morrocotudo, capaz de arrancar ristras de carcajad^ a Federico Mayor Zaragoza, últi- mo Premio Tonetti. Entre Miguel Mendizabal y el propio payaso han tejido una marioneta de sensi- bilidades y el premio, concelebra- do por doctores en Iwndas “cum laude” en el Hotel Ercilla, tiene ya vida propia, como Pinocho... Música y homenajes... Es tiempo de castañas cocidas en anís y almendras, pero también de solidaridades, úy vimos, por ejemplo, en la Sociedad Filarmó- nica donde la Asociación de la Es- clerosis Múltiple que preside Be- goña Rueda celebró un concierto benéñco que atrajo a numerosas gentes, de Gabriel lucláu a M* Asun Belamendia, pasando por Cenar Andrinua el arquitecto Losada y un largo etcétera de nombres. Otro tipo de concierto fue el de la gacela de ébano de la ópera, Jessye Norman, quien an- tes de poblar el Palacio Euskaldu- na de emociones recordó el Bil- bao de hace 20 años, cuando ella estuvo paseando entre los viejos cafés “donde se hablaba mucho y de todo”... ¡Coño, como mi suegra! Ha- brá exclamado más de uno, res- pingando en el sofá al leer esto. Fue yéndose noviembre con el al- bomoz de los homenajes, a José Angel Valente en Bidebarrieta (los más pequeños tienen prohibi- do acercarse a la exposición de la planta baja, donde unas hortalizas de la madre naturaleza muestran formas de madre y señor mío...), a Anton Larrauri en la misma es- cena. Los ctiorros de voz de la Sociedad CoraL.. Hay quien piensa que las voces no envejecen, como si las cuerdas vocales se bañasen en la maravi- llosa “fuente de los sapabunis”, una mitología cien por cien bil- baína que habla de la Eterna Ju- ventud. Uno no sabe si estas cosas del canto tendrán la fecha de ca- ducidad escrita en el código de barras de su alma apenas quedan bolas de cristal en Bilbao, que un censo clandestino que por ahí cir- cula habla de no m ^ de 80 “sorgi- ñes”, pero da la impresión que no. Lo comprobamos en los salones de La Sociedad Bilbaína, donde se celebró la festividad de Santa Cecilia (que Ella nos conserve el oído. O, mejor dicho, que nos lo mejore...) a cargo de la Sociedad Coral que preside Cecilio Gerri- kabeitia. A la cena acudieron gentes de la alcumia bilbaína, desde Teresa Querejazu a Otto Vainas, pasando por el director de la Coral, Gorka Sierra y im destacado elenco de sopranos y tenores entre los que se echó de menos a Josu Bergara -la boca de fuego de las pistolas enmude- ció su presencia...-justo el día en que iban a concederle la medalla de esmalte y brillantes que en su nombre recogió Ana Madariaga. Los chorros de voz de los coralis- tas anegaron de buenos senti- mientos los salones de palacio sin manchar moquetas y tapices, eso sí... Historia de tres ciudades Pido prestado el título de su no- vela a Charles Dickens para con- tarles, ahora que está de moda dárselas de “letrudo” bien viaja- do, que en un pispás nos encontra- mos frente a esa fantasía inacaba- da que es la Sagrada Familia y irnos minutos después frente a la Torre del Oro y la Catedral de Murcia. Las gentes del turismo de las tres ciudades y un pellizco de imaginación fueron suficientes. Así supimos que durante el 2002 Barcelona celebrará el año Inter- nacional de Gandí (aquí, en el Botxo, también tenemos una casa con ese estilo, allá en Alameda Rekalde...), la región de Murcia presentó en Bilbao su ciudad con una exposición dedicada a Párra- ga y una actuación del ballet de Murcia que actuó en el Teatro Arriaga y que Sevilla mantiene un color especial. Sin duda el turis- mo ya no conoce las fronteras del calendario y noviembre ha sido un mes para volar con las enten- dederas. También al paraíso de los colo- res nos llevaron Elvira Urquijo y Patricia y Virginia Feijóo con la inauguración de su tienda de de- coración de nombre romano -se llama “Telonius”...-, probable- mente porque ellas conozcan el secreto de las alfombras volado- ras... ¡Ah, se me olvidaba! No de- je de acercarse al gran Casino Nervión (alto, que no invito a la ludopatía...) para degustar el me- nú de otoño al que han puesto se- ta y conejo (micologia y caza, va- mos...) como dos luceros en me- dio de la carta. Entre un as de pi- cas y el menú servido, me quedo con el segundo... Les dejo, tengo cita el 1 de di- ciembre a eso del mediodía en Or- tuella con una chica y un cura en una iglesia en cuyo campanario, desde este día, siempre veré las más hermosas cigüeñas. Cosas del amor, que emborracha...

invernai las campanas de Ortuella

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Diciembre

trae la deiicia

invernaiP.Ortiz del Portillo

D e las cuatro estaciones del año, la más entrañable, aunque fría, empieza el 2 1

de diciembre. Es el día de Santo Tomás con su tradicional mercado agropecuario y el solsticio de inviemo, el más corto del año. Comienzan a alargar ios días y el carbonero Olentzero baja del monte para traer calor a los hogares y caseríos, iluminados con las mejores galas y con alegres villancicos.

Es la alegre Navidad. Adornamos el nacimiento del belén con el abeto nevado, que nos trae el aroma del bosque. Se trata de la promesa futura de luz y calor, coronada por la brillante estrella de Oriente. Decoramos la casa con verde muérdago . “mihura”, portavoz de buena sueríe. En cambio nunca debemos decorarla con acebo natural

“gorostie” de rojas bayas y punzantes hojas verdes, por estar protegido y en peligro de extinción. Por tanto, debe ser conservado en el bosque, utilísmo en inviemo para la fauna salvaje como alimento y cobijo.

Los mercados navideños ofrecen los más exquisitos productos del caserío tan buscados por las amas de casa, pues siempre la cocina “sukalde” es el centro de la fiesta. Las etxekoandres preparan deliciosos platos y recetas antiguas, vigentes hoy, con lo mejor de la tierra y el mar. En el disfmte no puede faltar en la mesa los productos de la uva: rico txakoli, buen vino y las alegres burbujas de cava para brindar por entrañables recuerdos familiares. ¡Zorionalc!

Actuación del ballet de Murcia

Hoy doblan para mí las campanas de Ortuella...

TJon Múgica________

ODO Bilbao es un jar­dín poblado de luciér­nagas. La iluminación eléctrica del Casco Vie­

jo compite con la maravilla piro­técnica de El Corte Inglés y cosas así... en unas fechas para la nos­talgia que destrozan un par de anécdotas norteamericanas, como si dos tomahawk de largo alcance hiciesen diana en el alma. Recor­daba Shirley Temple que dejó de creer en las Navidades cuando Pa­pa Nftel le pidió un autógrafo en unos grandes almacenes y casi a la par escuché un día la historia de Joe F razier (se atribuye este cuento a varios, así que habrá que darlo por leyenda...), quien asegu­raba que unas Navidades paupé­rrimas, viendo su padre que el sa­lario le ahorcaba, decidió salir a la calle, pegar un tiro al aire y entrar compungido diciendo que Santa Claus se había suicidado. Gracias a Dios, en Bilbao se vive en otra honda y estamos de enhorabuena con la reinauguración de un nue­vo teatro, el Ayala, en el que Lina M oldan , M anolo Escobar y R a­úl S ender actuaron en una gala de apertura con la que se abrochó no­viembre...

N oviem bre u n m es fecundo...Perdónenme la intromisión, pe­

ro los pájaros del inviemo se han posado sobre el Botxo justo aho­ra, cuando doblan las campanas de Ortuella y el que suscribe ha decidido abandonar el club inglés de la soltería en las hermosas tie> rras del mineral. También es mala suerte (lo de las lluvias, por su­puesto...), si se juzga el mes co­menzó con la alegría de los coros de abogados cantando por toda la ciudad y con la Asociación Artís­tica Vizcaina que preside C a r­men A ranzam endI inaugurando un nuevo local para darle al aríe vizcamo guarída y refugio, que ya está bien de tanto “montañero del pincel’" ríscando por los picos helados de la incomprensión. En la plaza del Arriaga se alzó la ban­dera olímpica y los deportistas a los que jam ás escudriñamos con la lupa de la sospecha farmacéuti­ca de Sherlock Holmes (hubiese sido injusto medir las gestas de M iguel Indu ra in o M arino Le- ja rre ta por gramos de nandroio- na, pongo por caso, porque a Ío épico no se le mira las alas...), ce­lebraron una reunión de veteranos en San Roque, allá donde dice una voz popular que había un perro sin rabo, válgame Dios...

P inocho y las tren zas de la p rincesa ...

También del blanco y negro y de los discos de vinilo rescata­mos, a las puertas de este Belén

Esclerósís Múltiple organizó un concierto benéfico Cena de Santa Cecilia en los salones de la Bilbaína

viviente en el que vivimos, aque­lla canción en sepia de las chicas de la Cruz Roja, ^ o r a que a M ag­dalena G arcía de G ortazar le acaban de reconocer en mangas de camisa, medio siglo ayudando a los más necesitados. Hubiese es­tado bien pedirle las trenzas a esta “princesa de los pobres” (hizo do­blete con la fastuosa fiesta del Pa­lacio de Artaza, donde Nuevo Fu­turo celebró su 25 aniversario...) para escalar al torreón de Artxan- da, donde Tomás Sánchez y Ángel Gago firmaron el X Ani­versario de la Escuela de Hostele­ría. El coscorrón, eso sí, con el quilataje que uno lleva encima, hubiese sido morrocotudo, capaz de arrancar ristras de carcajad^ a Federico M ayor Zaragoza, últi­mo Premio Tonetti. Entre Miguel M endizabal y el propio payaso han tejido una marioneta de sensi­bilidades y el premio, concelebra­do por doctores en Iwndas “cum laude” en el Hotel Ercilla, tiene ya vida propia, como Pinocho...

M úsica y hom enajes...Es tiempo de castañas cocidas

en anís y almendras, pero también de solidaridades, ú y vimos, por ejemplo, en la Sociedad Filarmó­nica donde la Asociación de la Es­clerosis Múltiple que preside Be­goña R ueda celebró un concierto benéñco que atrajo a numerosas gentes, de G abriel lucláu a M* Asun Belam endia, pasando por C e n a r A ndrinua el arquitecto Losada y un largo etcétera de nombres. Otro tipo de concierto fue el de la gacela de ébano de la ópera, Jessye N orm an, quien an­tes de poblar el Palacio Euskaldu­na de emociones recordó el Bil­bao de hace 20 años, cuando ella estuvo paseando entre los viejos cafés “donde se hablaba mucho y de todo”...

¡Coño, como mi suegra! Ha­brá exclamado más de uno, res­pingando en el sofá al leer esto. Fue yéndose noviembre con el al- bomoz de los homenajes, a José Angel Valente en Bidebarrieta (los más pequeños tienen prohibi­do acercarse a la exposición de la planta baja, donde unas hortalizas

de la madre naturaleza muestran formas de madre y señor mío...), a A nton L a rra u r i en la misma es­cena.L os c tio rros de voz d e la S ociedad C oraL ..

Hay quien piensa que las voces no envejecen, como si las cuerdas vocales se bañasen en la maravi­llosa “fuente de los sapabunis”, una mitología cien por cien bil­baína que habla de la Eterna Ju­ventud. Uno no sabe si estas cosas del canto tendrán la fecha de ca­ducidad escrita en el código de barras de su alma apenas quedan bolas de cristal en Bilbao, que un censo clandestino que por ahí cir­cula habla de no m ^ de 80 “sorgi- ñes”, pero da la impresión que no. Lo comprobamos en los salones de La Sociedad Bilbaína, donde se celebró la festividad de Santa Cecilia (que Ella nos conserve el oído. O, mejor dicho, que nos lo mejore...) a cargo de la Sociedad Coral que preside Cecilio G erri- kabeitia. A la cena acudieron gentes de la alcumia bilbaína, desde Teresa Q uerejazu a O tto Vainas, pasando por el director de la Coral, G orka S ierra y im destacado elenco de sopranos y tenores entre los que se echó de menos a Josu B ergara - la boca de fuego de las pistolas enmude­ció su presencia...-justo el día en que iban a concederle la medalla de esmalte y brillantes que en su nombre recogió A na M adariaga.

Los chorros de voz de los coralis- tas anegaron de buenos senti­mientos los salones de palacio sin manchar moquetas y tapices, eso sí...

H isto ria de tre s ciudadesPido prestado el título de su no­

vela a C harles Dickens para con­tarles, ahora que está de moda dárselas de “letrudo” bien viaja­do, que en un pispás nos encontra­mos frente a esa fantasía inacaba­da que es la Sagrada Familia y irnos minutos después frente a la Torre del Oro y la Catedral de Murcia. Las gentes del turismo de las tres ciudades y un pellizco de imaginación fueron suficientes. Así supimos que durante el 2002 Barcelona celebrará el año Inter­nacional de G andí (aquí, en el Botxo, también tenemos una casa con ese estilo, allá en Alameda Rekalde...), la región de Murcia presentó en Bilbao su ciudad con una exposición dedicada a Párra- ga y una actuación del ballet de Murcia que actuó en el Teatro Arriaga y que Sevilla mantiene un color especial. Sin duda el turis­mo ya no conoce las fronteras del calendario y noviembre ha sido un mes para volar con las enten­dederas.

También al paraíso de los colo­res nos llevaron E lv ira U rquijo y Patric ia y V irginia Feijóo con la inauguración de su tienda de de­coración de nombre romano -se llama “Telonius” ...-, probable­mente porque ellas conozcan el secreto de las alfombras volado­ras... ¡Ah, se me olvidaba! No de­je de acercarse al gran Casino Nervión (alto, que no invito a la ludopatía...) para degustar el me­nú de otoño al que han puesto se­ta y conejo (micologia y caza, va­mos...) como dos luceros en me­dio de la carta. Entre un as de pi­cas y el menú servido, me quedo con el segundo...

Les dejo, tengo cita el 1 de di­ciembre a eso del mediodía en Or­tuella con una chica y un cura en una iglesia en cuyo campanario, desde este día, siempre veré las más hermosas cigüeñas. Cosas del amor, que emborracha...