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3as Jornadas de Historia de la Patagonia San Carlos de Bariloche, 6-8 de noviembre de 2008 Titulo: Investigación agrícola y científicos amateurs (Territorio Nacional de la Pampa, 1912-1935) Autor: Federico Martocci Pertenencia institucional: Estudiante de Historia. UNLPam-FCH. Email: [email protected] Abstract: En esta ponencia, el objetivo central es el análisis de la interrelación entre investigación, experimentación agrícola (profesional y amateur) y difusión de conocimientos. Se trata de un análisis enmarcado en las tres primeras décadas del siglo XX en el sureste del entonces Territorio Nacional de la Pampa, durante el auge agroexportador. Las investigaciones realizadas desde la historiografía sobre las políticas educativas agrarias en la Región pampeana no se cuentan entre las más abundantes, y en nuestro ámbito historiográfico regional son casi inexistentes. Es justamente para subsanar este vacío que nos proponemos explorar esta novedosa temática, centrados en un “espacio marginal” dentro de la franja productiva Territoriana; espacio que a su vez era marginal respecto de la Región pampeana y de dos fuentes principales: en primer lugar, el estudio de una institución oficial donde se desarrollaron diferentes proyectos científicos y en segundo lugar, las experiencias amateurs, llevadas adelante por un particular. La Estación Experimental de Guatraché, cuyos orígenes se remontan a 1912, fue la institución encargada de realizar tareas investigativas y experimentales en el área marginal del sureste productivo, formando parte del proyecto nacional orientado a mejorar la producción agrícola (fundamentalmente, pero no sólo, triguera) de la región. Sin embargo, para muchos de los que vivían en esta región, mejorar la producción con variedades “adaptadas” constituía más que un reto científico: suponía la única manera de superar las desventajas climáticas de esta área marginal para cereales y forrajeras, transformando el “desierto” en un “jardín” armoniosamente cultivado. Por lo tanto, se unió a una cuestión del Estado y de sus instituciones, el interés de arrendatarios y productores, involucrados en este proceso apasionante de la experimentación agronómica. El acceso a material documental privado, proveniente de un agricultor francés radicado en la zona referida posibilitó la reconstrucción de una experiencia individual desde principios de siglo hasta 1935. Germán Viguier fue no sólo un apasionado de la agricultura y la genética vegetal, sino además un exitoso investigador y divulgador de conocimientos. Sus contactos con funcionarios del Ministerio de Agricultura e investigadores extranjeros le permitieron un acceso fluido con el mundo académico y burocrático. De esta manera, es posible abordar la compleja interacción entre las esferas oficiales de investigación agronómica y los productores rurales, principales destinatarios de los conocimientos obtenidos a partir de dichas investigaciones.

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3as Jornadas de Historia de la Patagonia San Carlos de Bariloche, 6-8 de noviembre de 2008

Titulo: Investigación agrícola y científicos amateurs (Territorio Nacional de la

Pampa, 1912-1935) Autor: Federico Martocci Pertenencia institucional: Estudiante de Historia. UNLPam-FCH. Email: [email protected] Abstract:

En esta ponencia, el objetivo central es el análisis de la interrelación entre investigación, experimentación agrícola (profesional y amateur) y difusión de conocimientos. Se trata de un análisis enmarcado en las tres primeras décadas del siglo XX en el sureste del entonces Territorio Nacional de la Pampa, durante el auge agroexportador.

Las investigaciones realizadas desde la historiografía sobre las políticas educativas agrarias en la Región pampeana no se cuentan entre las más abundantes, y en nuestro ámbito historiográfico regional son casi inexistentes. Es justamente para subsanar este vacío que nos proponemos explorar esta novedosa temática, centrados en un “espacio marginal” dentro de la franja productiva Territoriana; espacio que a su vez era marginal respecto de la Región pampeana y de dos fuentes principales: en primer lugar, el estudio de una institución oficial donde se desarrollaron diferentes proyectos científicos y en segundo lugar, las experiencias amateurs, llevadas adelante por un particular.

La Estación Experimental de Guatraché, cuyos orígenes se remontan a 1912, fue la institución encargada de realizar tareas investigativas y experimentales en el área marginal del sureste productivo, formando parte del proyecto nacional orientado a mejorar la producción agrícola (fundamentalmente, pero no sólo, triguera) de la región. Sin embargo, para muchos de los que vivían en esta región, mejorar la producción con variedades “adaptadas” constituía más que un reto científico: suponía la única manera de superar las desventajas climáticas de esta área marginal para cereales y forrajeras, transformando el “desierto” en un “jardín” armoniosamente cultivado. Por lo tanto, se unió a una cuestión del Estado y de sus instituciones, el interés de arrendatarios y productores, involucrados en este proceso apasionante de la experimentación agronómica. El acceso a material documental privado, proveniente de un agricultor francés radicado en la zona referida posibilitó la reconstrucción de una experiencia individual desde principios de siglo hasta 1935. Germán Viguier fue no sólo un apasionado de la agricultura y la genética vegetal, sino además un exitoso investigador y divulgador de conocimientos. Sus contactos con funcionarios del Ministerio de Agricultura e investigadores extranjeros le permitieron un acceso fluido con el mundo académico y burocrático. De esta manera, es posible abordar la compleja interacción entre las esferas oficiales de investigación agronómica y los productores rurales, principales destinatarios de los conocimientos obtenidos a partir de dichas investigaciones.

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Introducción Los historiadores argentinos han dedicado innumerables trabajos al abordaje del

agro pampeano, y mucha tinta ha corrido hasta la actualidad sobre esta temática de estudio. Sin embargo, la educación agrícola no ha sido objeto preferencial en dichas investigaciones, ya sea que nos remitamos al ámbito nacional o local; ello resulta claro a la hora de realizar un estado de la cuestión sobre esta problemática particular.

Conscientes de que desde el ámbito historiográfico local la educación agrícola no ha sido abordada, como así tampoco desde ninguna otra especialidad, y de que por lo tanto avanzamos sobre un “vacío”, el objetivo central del presente trabajo es el análisis de la interrelación entre investigación, experimentación agrícola (profesional y amateur) y difusión de conocimientos, pretendiendo entablar un “diálogo” entre la historia educacional y la historia socioeconómica rural.

Haciendo nuestras las palabras de Talía Gutiérrez afirmamos que “la educación rural agraria se proponía -al menos en las intencionalidades- inducir a la población a adoptar determinados comportamientos económicos y decisiones productivas a través de la capacitación de los más jóvenes y de las mujeres, de acuerdo a una óptica ‘progresista’ o ‘modernizadora’ de la explotación agrícola ganadera”1, es decir, proporcionar “agricultores racionales”, en un clima de ideas en el que se proclamaba “la regeneración nacional por la agricultura”, como ha afirmado Tulio Halperin Donghi2.

Al analizar la ubicación institucional de este tipo de enseñanza, vemos que la misma se hallaba centrada en su mayor parte fuera del sistema educativo común, condición que le transmitió características específicas, y hasta cierto punto, condicionantes. “Si consideramos el tema desde el punto de vista del sistema educativo [afirma Gutiérrez], resulta evidente que el que nos ocupa no es uno de los modelos dominantes de escolarización, sino marginal -en términos cuantitativos y de dispersión espacial- pero inserto dentro de los proyectos de los sectores dirigentes argentinos tendientes a lograr la estabilidad del sector rural”3.

En este contexto, la educación agrícola se caracterizó por comprender varios niveles: educación agrícola brindada en establecimientos dedicados específicamente a ese fin (escuelas “especiales” y “prácticas”), cursos y escuelas del “hogar agrícola” para mujeres, e instrucción extensiva. Sin embargo, sólo las provincias de Buenos Aires y Entre Ríos poseyeron un sistema de educación agrícola organizado desde inicios del siglo XX y la “orientación agrícola” en las escuelas primarias corrió, exclusivamente, por cuenta del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública (luego de Educación) y de la especificidad de la legislación educacional de cada provincia.

El Territorio Nacional de la Pampa compartía ciertas particularidades con el resto de los Territorios, como por ejemplo la carencia de derechos políticos de sus ciudadanos, la designación de los miembros de la Gobernación por parte del Poder Ejecutivo y la ausencia de recursos materiales y humanos suficientes como para que la burocracia estatal se desenvuelva de manera acorde a lo que le correspondía por ley4. En

1 Talía V. Gutiérrez (2007). Educación, agro y sociedad. Políticas educativas agrarias en la región

pampeana (1897-1955). Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires. p. 27 2 Ver Tulio Halperin Donghi (1984). “Canción de otoño en primavera: previsiones sobre la crisis de la agricultura cerealera argentina (1894-1930)” En: Desarrollo Económico, v. 24, Nº 95. p. 367-386. 3 Talía V. Gutiérrez (2007) op. cit. p. 17 4 Al respecto se puede consultar María S. Leoni de Rosciani (2001) “Los Territorios Nacionales”. En: Nueva Historia de la Nación Argentina. Tomo VIII, Planeta, Buenos Aires.

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este sentido, las dependencias judiciales, sanitarias y educativas del Estado fueron en reiteradas ocasiones blanco de la crítica de la prensa, como así también de diversos sectores de opinión que se explayaban sobre el tema.

Si el sistema educativo común experimentaba dolencias como la precariedad de los edificios escolares, la escasez de maestros, el ausentismo infantil, los bajos salarios y el incumplimiento de los mismos… imaginemos las que experimentaría la educación agrícola, cuya ubicación institucional la colocaba en una posición subordinada. En este sentido hacia finales de la década de 1920 desde el diario “La Autonomía” se comentaba: “en región alguna del país, podrá instalarse con mejores resultados y mayores derechos que en la Pampa, una escuela de agricultura. […] Una escuela de esta clase […] traería consigo, el progreso agrícola del territorio, en sus diversas fases, como también la formación de elementos jóvenes con conocimientos técnicos para el cultivo de la tierra”5.

La actividad agrícola en la “franja este” del Territorio se había iniciado en los albores del siglo XX y la Gobernación carecía para estas fechas de este tipo de institutos educativos; situación que continuó por mucho tiempo más. Enrique Stieben6, en 1946 escribía: “es preciso hacer del agricultor un técnico elemental, consciente de su trabajo y de su función social, porque quien se ha de consagrar a alguna ocupación productiva como lo es la agricultura, […] debe ser capacitado en la multiplicidad de las funciones de su incumbencia, para que pueda desenvolverse con provecho y sin el contrapeso evidente de la ignorancia de su oficio. […] Quienes resuelven ese problema son las escuelas de agricultura, las más baratas del país, porque se costean solas, pero de las cuales carecemos en la medida de nuestras necesidades, por incomprensión”7.

En esta ponencia, se hace hincapié en las interrelaciones entre la Estación experimental de Guatraché y los agricultores del sureste pampeano. En el primer apartado, abordaremos la experiencia de dicha institución durante el período 1912-1935, que, si bien orientada fundamentalmente a la investigación y experimentación de variedades cerealeras, no descuidó la formación del agricultor que cultivaba la tierra en sus zonas aledañas. Los logros y las limitaciones de la misma son los de la única institución existente en el Territorio (hasta 1923 cuando se crea otra en General Pico), cuya labor se orientó hacia el mejoramiento de las variedades cultivadas y la formación de “agricultores racionales”, poseedores de cierta “superioridad técnica”.

En el segundo apartado, nos centraremos en el caso particular de un agricultor francés que cultivaba la tierra en la zona de influencia de la Estación, pero que además poseía numerosos contactos con otros técnicos y funcionarios del Ministerio de Agricultura, lo que le posibilitó la obtención de numerosos conocimientos “prácticos” y “teóricos”, que derivaron en logros destacados en su labor agrícola a los largo de la década de 1920.

El nuevo siglo, la agricultura “civilizadora” y la Estación experimental de

Guatraché

5 Diario “La Autonomía”, 21 de mayo de 1928, Nº 5.177. Santa Rosa. 6 Éste luego de desempeñarse como maestro y profesor tuvo una experiencia militante particular: anarquista durante los años veinte, se pasó al socialismo en los treinta y al nacionalismo conservador en la década siguiente, para culminar en el peronismo durante los cincuenta. 7 Enrique Stieben (1946) La Pampa. Su historia, su geografía, su realidad y porvenir. Ediciones Peuser. Buenos Aires. p. 270.

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El Territorio Nacional de la Pampa se incorporó al Estado argentino a partir de las expediciones militares cuya principal finalidad fue la expoliación de los habitantes originarios del suelo. Las tierras “ganadas” mediante las armas a las comunidades aborígenes fueron destinadas de allí en adelante a las actividades ganaderas, en un primer momento, y luego (hacia comienzos del siglo XX) a las agrícolas. Para decirlo en palabras del historiador Julio Colombato, en el período que recorre los años 1895-1912 “la llanura pampeana logró desprenderse del antiguo esquema socio-económico casi exclusivamente ganadero-pastoril, para entrar con ímpetu y efectividad, a una nueva época de expansión de la agricultura cerealera”8. La evidencia del “triunfo” de la agricultura sobre la ganadería, no sólo se demuestra a partir de la disminución del número de cabezas de ganado (bovino, ovino, caprino), sino además, a partir del incremento del área sembrada: el cultivo de trigo pasó de representar 370 hectáreas en 1895, a representar 904.513 en 1912.

Colombato estima que el notable incremento agrícola (operado fundamentalmente a partir de 1909) se explica por tres razones básicas: “1º- por la aplicación del sistema de arrendamientos, 2º- por la utilización de máquinas herramientas de tracción a sangre y el empleo de trilladoras a vapor y 3º- por el rápido tendido de vías férreas, único transporte posible en la época”9. Sin embargo, la zona del Territorio que experimentó dicho proceso productivo tuvo como escenario exclusivo la “franja este” (espacio que el geógrafo Romain Gaignard denominó “pampa seca”10), o sea, el espacio que se extiende desde el meridiano 5º hasta la isohieta de los 500 milímetros. En dicha franja, que representó menos de la tercera parte del conjunto territorial, “se concentró la población (88,7% en 1920), los granos (96%, promedio de la superficie cultivada de las campañas 1923/24-1928/29) y los ganados (80%, aproximadamente, de los vacunos en el año 1920 y 40% de los lanares)”11.

La “franja este” productiva, si bien formó parte de la región pampeana húmeda argentina, se hallaba en evidentes condiciones “periféricas”, fundamentalmente las que refieren a la productividad del suelo y sus condiciones climáticas. A su vez, hacia su interior la franja experimentó significativas diferencias, más allá de su imagen de aparente homogeneidad. En este sentido, “los suelos más aptos y las condiciones ambientales más propicias coincidieron en el noreste (unidades económicas de 250 a 300 hectáreas) […] [y a] medida que nos desplazamos hacia el sur y al oeste, la calidad del suelo es menor al igual que las precipitaciones, en tanto, la amplitud térmica -agravada por fuertes vientos- es muy elevada (la unidad económica en el sureste productivo oscila entre las 400 y 500 hectáreas)”12. Los agricultores del sureste Territoriano se hallaron labrando la tierra en un espacio marginal; en “las márgenes de las márgenes” para decirlo con las palabras de Sergio Maluendres.

8 Julio A. Colombato coord. (1995) Trillar era una fiesta. Poblamiento y puesta en producción de La Pampa territoriana. T. I. Instituto de Historia Regional, FCH, UNLPam. p. 80. 9 Julio A. Colombato coord. (1995) op. cit. p. 91. 10 Ver Romain Gaignard (1966) “Origen y evolución de la pequeña propiedad campesina en la Pampa Seca argentina (el caso de la provincia de La Pampa)”. En: Desarrollo Económico, Vol. 6, Nº 21, p. 57-76; y Romain Gaignard (1989) La pampa argentina. Ocupación, poblamiento, explotación, de la conquista a la crisis mundial (1550-1930), Solar, Buenos Aires. 11 Sergio Maluendres (1993). “De condiciones y posibilidades. Los agricultores del sureste productivo del Territorio Nacional de La Pampa”. En: Huellas en la tierra, R. Mandrini y A. Reguera comp. Tandil, IEHS. p. 291. 12 Sergio Maluendres (1993) idem.

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El sureste productivo constituyó una extensión de 1.000.000 de hectáreas aproximadamente, comprendiendo el departamento de Guatraché, el norte y el este del departamento de Hucal, la franja oeste del departamento Utracán y el sur del departamento Atreucó, y llegando a tener para finales de la década de 1920 unos 35.000 habitantes. Según Maluendres esta subregión se caracterizó por la incorporación tardía al proceso productivo (en 1904-1905 sólo 25.000 ha. estaban sembradas con trigo, mientras que hacia finales de la primera década del siglo XX y comienzos de la segunda pasaron a cultivarse unas 455.000 ha.), cuyo proceso poblacional “[…] adquirió matices muy peculiares, en la medida que se desarrollaron una amplia serie de experiencias que prácticamente cubren todo el abanico de posibilidades de la práctica colonizadora que tuvo lugar en el territorio nacional de la Pampa. En este sentido el departamento Guatraché es un caso paradigmático, desde el accionar de una compañía inglesa (Guatraché Land Company) que operó en unas 40.000 hectáreas, hasta propietarios individuales (o sucesiones) de 10.000 hectáreas -o menos- que ofrecieron parcelas al arriendo, pasando por pequeños o medianos propietarios que realizaron su actividad al margen de los emprendimientos citados”13. Resulta significativo que la gran mayoría de la población de Guatraché habitó en colonias étnicamente no homogéneas, aunque con un cierto predominio de los alemanes de Rusia.

Durante los años ’20 se distinguen en las cercanías de dicho poblado varias colonias en las cuales se evidencia la preponderancia de la procedencia étnica mencionada anteriormente; entre ellas se destacan: “Santa Teresa”, “La Florida”, “La Piedad” y “Los Toros”. Además, Guatraché se hallaba relativamente cercano de las estaciones de Avestruz, General Campos y Remecó (en un radio de 25-30 kilómetros), y de otras colonias (más alejadas que las anteriores) como colonia “La Primera”, “colonia Iris” y “colonia Mary Mamuel”, las dos últimas habitadas por valdenses procedentes del Uruguay, y judíos procedentes de la localidad de Rivera (Buenos Aires), respectivamente14.

Este comentario referente a las diferencias intraespaciales de la franja este pampeana pretende enmarcar la zona en la que la Estación experimental de Guatraché desarrolló su actividad desde 1912, siendo la única de su tipo en el Territorio hasta 1923 cuando se creó una Sub-estación experimental en General Pico. La misma tuvo escasa relevancia, como veremos más adelante, de acuerdo a la prensa capitalina.

Uno de los aspectos que se debe entonces resaltar es la inexistencia en el Territorio, durante la primera mitad del siglo XX, de establecimientos dedicados específicamente a la educación agrícola, como lo eran las escuelas de agricultura. La creación en 1912 de la Estación experimental de Guatraché, en el sureste del Territorio, se enmarcó en un proceso que se remonta al siglo XIX y que por motivo de economía de texto no podemos desarrollar aquí15. Ya Domingo Faustino Sarmiento afirmaba en 1870 “[…] un país no puede entrar en la vía de los progresos agrícolas, sino cuando se han estudiado científicamente las propiedades de su suelo en sus relaciones con las condiciones atmosféricas, y son al mismo tiempo, conocidos los poderosos auxilios con 13 Sergio Maluendres (1993) op. cit. p. 292. 14 Ver respecto de la ubicación y condición étnica de los habitantes de las colonias mencionadas: Elva J. Chaves de Festa (s/d) La colonización agrícola en La Pampa. Período: 1880-1940. F.E.P, Santa Rosa, La Pampa. 15 Sobre las propuestas de Bernardino Rivadavia y Domingo F. Sarmiento sobre educación agrícola se puede consultar Talía V. Gutiérrez (2007) op. cit. p. 31-34; y en relación a los proyectos educativos de Sarmiento orientados a la agricultura se puede consultar también Juan C. Tedesco (2003) Educación y sociedad en la Argentina (1880-1945). Siglo XXI, Buenos Aires. p. 43-51.

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que las artes modernas ayudan al trabajo del hombre cuando se aplica al cultivo de la tierra”16. Claro que la repulsión que éste sentía por los latifundios ganaderos, según él, impedimentos centrales a la concentración de la población y a la difusión de las ideas de “civilización”, seguramente tuvo un papel preponderante, conjuntamente con su conocimiento de la experiencia norteamericana17, a la hora de delinear su proyecto basado en la agricultura, sobre la base de la pequeña propiedad y con un elevado grado de tecnificación. Fue precisamente durante la presidencia de Sarmiento en 1870 cuando se sancionó la primera y única ley nacional de enseñanza agrícola con que ha contado el país18 durante la primera mitad del siglo XX.

La Argentina sería entonces catapultada a un nivel más alto de “civilización” y la encargada de redimirla sería la agricultura. Sin embargo, luego de 1890, “[…] se hizo penosamente evidente que la sociedad que estaba emergiendo como consecuencia de la gran expansión de la agricultura cerealera en las pampas estaba muy lejos de ese ambicioso modelo […]”19, y el acceso limitado a la propiedad de la tierra por parte de los agricultores era la “causa última” de la frustración del proyecto, como afirmara Halperin Donghi.

Durante la segunda presidencia de Julio Argentino Roca, hacia 1898, el Departamento Nacional de Agricultura (creado en 1871) fue elevado al rango de Ministerio, pero recién en 1905 gozará de una dirección estable y un presupuesto un tanto más abultado. Como afirma Marta Gutiérrez “esos años marcaron también el auge de la inauguración de Estaciones experimentales, algunas por parte de los gobiernos provinciales, como la Chacra Experimental de irrigaciones de Patagones por el Ministerio de Obras Públicas de Buenos Aires. En 1909 Tucumán creó su Estación Experimental Agrícola, para la que contrató científicos de Estados Unidos, Inglaterra y Alemania. Tal fue el éxito de este emprendimiento que sirvió de inspiración al gobierno nacional para que abriera una Oficina de Estaciones Experimentales que, hacia 1914, organizó en el ámbito de la Dirección Nacional de Enseñanza e Investigación Agrícola estaciones en Concordia, Alto de Sierra, Güemes, Pergamino, Quatrachi y Río Negro; nueve unidades demostrativas en Loreto, Colonia Benítez, Bella Vista, Catamarca, La Rioja, La Banda, Gándara, Tigre y 25 de Mayo; y cinco subestaciones de trigo en San Jorge, Pontaut, Guatraché, Bengolea y 25 de Mayo”20.

En las Chacras y Estaciones Experimentales se combinarían las labores de investigación-experimentación con las de enseñanza; una enseñanza orientada a brindar al productor y su familia conocimientos “prácticos” sobre ciertos aspectos de la labor agraria, no mucho más que eso. En este sentido, en las Memorias de la Estación de Guatraché se comenta “en el año 1912 la Guatraché Land Company [compañía

16 Citado por Guillermo R. Aubone (1948) Organización de la enseñanza agrícola. El Ateneo, Buenos Aires.p.25. 17 Además de conocer la experiencia de colonización agrícola norteamericana, Sarmiento conocía el sistema de educación agrícola implementado en aquel país, donde “[…] hacia 1862, el Congreso donó tierras públicas a los estados para crear colegios agrícolas, que integrarían luego el sistema de `land grant colleges´ y fundó el Departamento de Agricultura […] [y] en 1887 el Acta Hatch proveyó de fondos federales para apoyar la investigación, fortaleciendo así el sistema”. Tuvieron que pasar unos cincuenta años para que el mismo rindiera sus frutos. Marta Gutiérrez (1991) “Política en genética vegetal”. En: Osvaldo Barsky El desarrollo agropecuario pampeano. INDEC, INTA, IICA. Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires. p. 672. 18 Ver al respecto Guillermo R. Aubone (1948) op. cit. p. 25-26. 19 Tulio Halperin Donghi (1984) op. cit. p. 370. 20 Marta Gutiérrez (1991) op. cit. p. 673.

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fundadora del poblado que lleva su nombre] cedió al superior Gobierno de la Nación un inmueble de 200 Ha. (que aún no ha sido escriturado) situado a 3 Km. al NW de la estación ferroviaria de Guatraché con el fin de fomentar la agricultura local y propiciar el estudio de las prácticas agrícolas tradicionales, que elevarán el nivel técnico de los agricultores y beneficiará a la zona mediante la introducción de cultivos económicos”21. Ya en 1958 Juan Carlos Lassalle, quien por aquel entonces se desempeñaba como director del Vivero Forestal22, advertía en una reseña de la actividad desarrollada por la Estación: “no existen en los archivos datos sobre quienes tomaron posesión del futuro campo Experimental en el momento de la entrega ni cuando se realizó ésta, pero al crearse la Sección Estaciones Experimentales, en la Dirección General de Enseñanza e Investigaciones Agrícolas, del Ministerio de Agricultura de la Nación en 1912, se planeó la inclusión de la Estación de Guatraché en la Red de Estaciones, y se incorporó definitivamente en 1914”23.

En el año 1912, siendo presidente de la Nación Roque Sáenz Peña, el Ministerio de Agricultura contrató los servicios del Guillermo Backhouse, afamado genetista inglés formado en Cambridge24, para comenzar con los trabajos orientados al mejoramiento genético de la semilla de trigo, en un primer momento en Pergamino, y luego en la zona de San Jorge, Pontaut, Guatraché, Bengolea y 25 de Mayo. El ingeniero agrónomo Mario Estrada en aquellos momentos se desempeñaba como encargado de la iniciación y organización de la Oficina de Estaciones Experimentales, algo nuevo en Argentina. Según el mismo Estrada comenta, la misma databa de marzo de 1911 y por iniciativa del Ministro de Agricultura Eleodoro Lobos, aunque “sólo a principios del año siguiente […] fueron votados en el Congreso los fondos necesarios a la dotación de las estaciones experimentales, gracias a los cuales pudo contratarse en el extranjero personal competente para llevar a cabo las tareas experimentales”25. Pero Backhouse no hace su arribo a las tierras del Plata sólo, ya que en el mismo año el gobierno de Uruguay contrató al alemán Alberto Boerger para realizar una actividad similar a la que el inglés realizaría en nuestro país. Como afirmaron Osvaldo Barsky y Jorge Gelman “los primeros esfuerzos de mejoramiento genético fueron llevados adelante en 1912 por el Ministerio de Agricultura, cuando se realizaron selecciones genealógicas en poblaciones de trigo con

21 Ver: Memoria Anual 1948/49. En: Memorias anuales 1948, 1949, 1950, 1951, 1952, 1953. Estación Experimental Nacional de Guatraché. Dirección de Estaciones Experimentales. Dirección General de Laboratorios e Investigaciones. Ministerio de Agricultura. República Argentina. 22 La Estación experimental donó (por disposición oficial) entre 1949 y 1951, sesenta hectáreas para la formación de un Vivero Forestal en Guatraché. La labor experimental finalizó en la campaña 1952/53, y el establecimiento fue transferido a la Administración Nacional de Bosques (por Resolución Ministerial Nº 927/53) en el año 1953, fecha a partir de la cual las actividades forestales se tornaron dominantes. 23 Juan Carlos Lassalle (1958) “En el progreso económico y cultural de la región el Vivero Forestal de Guatraché, sigue la honrosa tradición de la ex Estación Experimental”. En: Diario La Arena, 19 de Abril de 1958. Santa Rosa, La Pampa. p. 5. 24 Al analizar la situación de los estudios superiores en Argentina durante finales del siglo XIX y comienzos del XX, Juan C. Tedesco destaca el déficit de técnicos nativos (y la predilección que por los estudios jurídicos demostraban los jóvenes de nuestro país), situación que derivó en la necesidad de suplir dicho déficit con especialistas extranjeros dedicados a labores científico-técnicas. Ver Juan C. Tedesco (2003) op. cit. p. 51-60. 25 Mario Estrada (1923) “El mejoramiento de nuestros trigos. La labor científica de mayor alcance económico efectuada por el Ministerio de Agricultura”. En: Revista Mensual B. A. P. (Única publicación del ferrocarril Buenos Aires al Pacifico. Agricultura, ganadería, comercio e industria). Nº 63, Buenos Aires. p. 9.

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la dirección de Guillermo Backhouse”26. Daniele Bonfanti por su parte agrega “el impacto de los adelantos científicos en los países centrales y las primeras experimentaciones en el sistema productivo contribuyeron a que creciera la atención hacia la fitotecnia. La hipótesis de que el mejoramiento de las semillas pudiera contribuir a optimizar la producción se veía fortalecida, además, por la caída de los rendimientos provocada por factores climáticos negativos, particularmente evidentes en 1910 y 1911”27.

En 1913, llegaron dos ayudantes para Backhouse: Enrique Amos, quien quedaría encargado de la Subestación de Pontaut (Buenos Aires), y Juan Williamson, que al año siguiente sería llevado por el mismo Backhouse a Guatraché para desarrollar trabajos de genética en la Estación. Como el mismo Williamson comenta “[…] había allí, en medio del desierto pampeano, una estación experimental […]”28. Ahora bien, si consideramos la ubicación de la Estación podríamos afirmar que era adecuada, ya que la zona sureste pampeana presentaba los mayores impedimentos climáticos y productivos para el cultivo de cereales, y para la agricultura en general. De ello eran concientes los encargados de la misma, y en sus memorias destacaban: “las condiciones edafológicas de Guatraché se caracterizan por tener suelo poco profundo (30-80 cm.) franco-arenoso, de reacción ligeramente ácida (ph- 6,8) y de fertilidad variable. El subsuelo esta constituido por un manto rocoso, impermeable, sumamente duro y difícil de atravesar por las raíces de las plantas. […] El clima es tipo continental, con bruscas oscilaciones de temperatura, caracterizándose por persistentes sequías invernales y estivales, siendo su régimen pluviométrico de 550 mm. anuales, considerándose casi normales por lo comunes las heladas tardías de regular intensidad”29.

Resulta interesante resaltar que la Subestación en la que Backhouse y Williamson realizaban su tarea funcionaba originariamente en una “casilla”, que servía de laboratorio y de oficina; y que cuando este último llegó a Guatraché “el Director [de la Estación] Robinson y su ayudante Simpson ya habían iniciado ensayos de alfalfa y otras leguminosas gramíneas perennes, soja y sorgos. [Aunque] por la falta de interés en aquella época, por parte de las autoridades y los agricultores no fue posible (llegar) a conclusiones definitivas referente a la conveniencia o no de la introducción de alguna de estas especies en el gran cultivo de la región”30.

El mismo Lassalle comentaba en la reseña citada con anterioridad “poco queda en el vivero actual del material e informaciones de esa época, pues al retirarse Backhouse en 1918, todo el material fue retirado […]; [y luego afirma, conciente de estar relatando un acontecimiento digno de situaciones más ligadas con el azar que con la investigación científica] salvado por milagro como Moisés de la aguas, se ha encontrado un panal, con las espigas de las primeras hibridaciones y las anotaciones de Backhouse que se está restaurando, de un valor documental extraordinario. En él están clavadas con unos sutiles alfileres de metal inoxidable, intactos después de 45 años las

26 Osvaldo Barsky y Jorge Gelman (2005) Historia del agro argentino. Desde la Conquista hasta finales del siglo XX. Mondadori, Buenos Aires. p. 242. 27 Daniele Bonfanti (2008) “La derrota del Artigas. El impacto de las investigaciones fitotécnicas de La Estanzuela en el sistema productivo argentino (1911-1929)”. Ponencia presentada en V Jornadas de Investigación y debate. Trabajo, propiedad y tecnología en la Argentina rural del siglo XX. 23, 24 y 25 de abril. p. 3. 28 Juan Williamson “Vida, pasión y muerte en los Médanos verdes de La Pampa”. En: Diario La Reforma (s/d). 29 Ver Memoria Anual 1948/49 op. cit. 30 Carta de Juan Williamson citada en: Juan Carlos Lassalle (1958) op. cit.

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primeras espigas de trigo Barletta y trigo Chino de Scheznan, y las sucesivas generaciones, que dieron luego con el tiempo el origen al trigo que más se difundió en el país: el 38 M. A., en la década del 30 al 40”31.

El viajero Jaime Molins, en su paso por el Territorio hacia 1917 visitó la Estación y tuvo la posibilidad de conversar con Backhouse, quien según el mismo Molins comenta, opinaba que “[…] `poco o nada se sabe respecto a los trigos cultivados en el país, excepción hecha de que se conocen ciertos tipos bien definidos que en realidad son mezclas obtenidas mediante tentativas más o menos afortunadas para clasificarlas con destino a semilla y haciendo completamente los caracteres morfológicos de la planta´. Con esta idea, -agrega-, en ciertos lugares se pone en práctica la mala costumbre de bautizar con nombres nuevos buenas muestras de semilla pertenecientes a tipos comunes y conocidos al solo objeto de aumentar su venta y su precio”32. Según comenta nuestro viajero el trigo de mayor difusión en aquel momento en la zona de Guatraché era el “ruso sin barba”, que se sembraba temprano y no era muy afectado por las heladas invernales. Además destaca la variedad “barletta”.

Respecto a las variedades introducidas en la Estación, hace referencia a un número de nueve, y de origen ruso, cuya selección se había realizado en Kansas, Estados Unidos. Sobre ellas Backhouse opinaba: “estas son una novedad dentro de su género y posiblemente resultarán de gran valor. Cinco de ellas fueron cosechadas y del resto se sacó lo suficiente para sembrar otras tantas pequeñas parcelas. También se cosecharon ejemplares del Turqey red y Crimean winter, como pertenecientes al tipo invernal de tierras secas, formando un total de siete. Estos trigos están particularmente adaptados a la zona pampeana, donde es menester sembrar temprano, porque haciéndolo en estación avanzada, el suelo escasea de humedad y se corre el peligro de que se formen médanos con la remoción del terreno. Las heladas de invierno no las afectan en lo más mínimo. Además espigan tarde cuando ya el peligro de las heladas ha disminuido grandemente, llegando a su madurez a fines de diciembre o en la primera semana de enero”33. El mismo Molins elogia y destaca la labor de Williamson en la Estación, y menciona la meticulosidad con que se llevaban los registros de lluvias en la oficina meteorológica. Además, su idea de un vivero instalado en Guatraché que provea de especies forestales al sur del Territorio resulta premonitorio, ya que como mencionamos con anterioridad a comienzos de la década del ’50 la Estación cesó en sus actividades, pasando sus tierras a depender de la Administración Nacional de Bosques, y su actividad central a orientarse hacia la forestal.

Pero además, y es bien importante decirlo, Molins percibió un problema de “diversidad de facultades” en la Estación, más allá de considerarlo de fácil solución y de haberse llevado una buena impresión de la institución. Al respecto escribe: “tal vez la diversidad de facultades, dentro de un mismo organismo, fuera un defecto de administración. Nos referimos a la autonomía de cada rama, dentro del establecimiento: experimentación de cereales, meteorología y chacra en general”34. Nada dice respecto a la función educativa desarrollada por el establecimiento…

Sin embargo, el historiador Sergio Maluendres al considerar las principales tareas desarrolladas por la Estación, ello es, la clasificación, selección, y creación de nuevas variedades de semillas, la realización de estudios medio ambientales y

31 Juan Carlos Lassalle (1958) op. cit. 32 Jaime Molins (1918) La Pampa. Establecimiento Gráfico Oceana, Buenos Aires. p. 87-88. 33 Jaime Molins (1918) op. cit. p. 89-90. 34 Jaime Molins (1918) op. cit. p. 95.

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meteorológicos, y el asesoramiento a los productores que trabajaban sus tierras en la zona, destaca esta última y hace hincapié en la trabajosa tarea de difusión que encaró la institución. En este sentido comenta: “[…] el conjunto de saberes prácticos de los productores, al menos de Guatraché, esta estrechamente vinculado a la proximidad geográfica de la Estación Experimental […]”35, sin descartar la posible influencia que pudo haber ejercido la misma aún en la “colonia Iris”, más distante geográficamente.

Según este autor, la tarea de difusión más importante consistía en la concurrencia de los propios agricultores al establecimiento para escuchar las disertaciones del Director del mismo, en cuestiones referida a métodos de cultivos apropiados para la región, época conveniente para la siembra, rotación de cultivos, maquinarias agrícolas, curaciones, entre otras. Al respecto Maluendres cita Memorias de la institución36 en las que se informa sobre una concurrencia numerosa de agricultores (400), que en un mes habrían acudido a la misma desde localidades de la zona (Guatraché), pero además, Bernasconi, Villa Alba, Santa Teresa y Remecó (en orden decreciente de lejanía; todos en un radio no mayor a los 70 kilómetros).

Finalmente nos interesa retomar dos aspectos de las investigaciones realizadas por Maluendres. El primero es la relación directamente proporcional que establece entre mejores resultados en la producción y cercanía a la Estación. En este sentido compara los rindes obtenidos en la zona de Guatraché con los obtenidos en poblaciones relativamente cercanas y con una disponibilidad de factores naturales de producción similares (Alpachiri y General Campos), llegando a la conclusión de la existencia de una “superioridad técnica” en los agricultores guatrachenses.

El segundo aspecto que nos interesa destacar es el referido a la efectividad de los esfuerzos realizados desde la Estación para propagar determinados “saberes” entre los productores. Al historiador las Memorias no le presentaron un “panorama idílico”, y la experiencia de los encargados de la misma durante sus primeros años de vida parece haber sido bastante infructuosa, destacándose entre los obstáculos más significativos, la preservación de la lengua originaria entre los colonos de la zona, que como ya mencionamos con anterioridad eran alemanes de Rusia.

Justamente en el año en el que Molins visitó la Estación, los contratos de Backhouse y Williamson llegaban a su fin, y no fueron renovados. El primero será recontratado en 1923, y el inmigrante alemán con instrucción agrícola José Buck, y el argentino Vicente Brunini fueron sus nuevos ayudantes. “Al mismo tiempo, en Uruguay, se daba un fenómeno semejante bajo la dirección de Alberto Boerger, con quien trabajó Emilio Klein, un ingeniero agrónomo alemán […] [que] se instaló en la Argentina en 1919, fundando el primer criadero de semillas privado en este país37. Por su parte, Williamson abandonó Guatraché y, luego de pasar por varias localidades, se asentó en General Pico (La Pampa) en el año 1919.

En el trabajo citado anteriormente de Daniele Bonfanti, en el que se estudia la incidencia de las investigaciones fitotécnicas de la Estación agronómica “La Estanzuela”, creada por el gobierno uruguayo en 1911 y dirigida por los técnicos alemanes Boerger y Klein, en el sistema productivo argentino, el mismo autor al referirse a la trayectoria de Backhouse durante su primera contratación durante el período 1912-1917; reconoce: “poco se sabe sobre el primer período de Backhouse en la

35 Sergio Maluendres (1993) op. cit. p. 319. 36 A estas nosotros no pudimos acceder por motivos ajenos a nuestra voluntad, ello es, su probable desaparición material. 37 Marta Gutiérrez (1991) op. cit. p. 675.

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dirección de las investigaciones en Argentina y, de manera particular, de las razones que llevaron a que su trabajo no tuviese continuidad”38. La poca continuidad de los “técnicos” que desarrollaron su labor en la Estación de Guatraché, la escasez de medios materiales y la efectividad de los ensayos, fueron aspectos que analizamos en trabajos anteriores, aunque en éstos el período cronológico recortado es un tanto mayor, avanzando hasta mediados del siglo XX39.

Quien se desempeñara como director de la Oficina de Estaciones Experimentales al momento de la llegada de Backhouse al país, Mario Estrada, en un análisis retrospectivo escribió, a seis años de la finalización del contrato del genetista inglés, “gracias a su actividad y a su competencia […] hemos llegado a adquirir sobre los trigos argentinos conocimientos que antes no eran más que suposiciones, a constatar hechos allí donde antes no había más que ideas y a obtener resultados prácticos con la experimentación científica cuando pocos años antes solo se hacían sugestiones en un ambiente de incredulidad y de apatía”40. Él mismo reconoce, además, las dificultades de interesar al publico sobre el mejoramiento de las semillas en aquella época. No era fácil desempeñar la labor de “profeta” de la genética vegetal en tiempos en que “la agricultura no era más que un juego de dados; el colono un factor; el resultado, una valorización artificial de las tierras. Era inútil entonces hablar de perfeccionar las plantas cultivadas para obtener más altos rendimientos. La idea de considerar a una espiga como a un padrillo, de darle a sus granos el valor de reproductores de raza […] para conseguir productos de cualidades previstas, todo esto era demasiado nuevo para que el público le prestara atención más que como curiosidad. Insistir con vehemencia sobre la importancia económica de tales cruzamientos en selecciones, era estrellarse contra la indiferencia o encender la ironía de los hombres `prácticos´”41.

Teniendo en cuenta el comentario realizado por Estrada, creemos adecuado el planteamiento hipotético de Bonfanti (y adherimos al mismo en muchos aspectos), sobre la evaluación negativa de la labor realizada por el genetista inglés, fundamentalmente a partir de la ausencia de resultados inmediatos en sus trabajos. El investigador uruguayo cita a José María Huergo, quien desde los Anales de la Sociedad Rural Argentina afirmaba “[…] que casi ningún agricultor estaba al tanto de las actividades de Backhouse”42. Sin embargo, la escasa difusión de los trabajos de éste, pudo haber servido como excusa, a fin de encubrir el desinterés que estas actividades tenían para los sectores ganaderos. En este sentido, Estrada escribe, resaltando la falta de simpatía y de cooperación que el genetista inglés encontró en la esfera oficial: “la Sociedad Rural no era más que una asociación de cabañeros hecha para fomentar los intereses de los criadores de Shorthon, principalmente, y poco importaba entonces a sus dirigentes la cría de los trigos”43.

38 Daniele Bonfanti (2008) op. cit. p. 1. Por su parte, Osvaldo Barsky y Jorge Gelman también mencionan la importancia de los mejoramientos genéticos y las selecciones de trigos realizadas por el especialista inglés durante los años 1912 -1917, pero no abundan en información al respecto. Ver: Osvaldo Barsky y Jorge Gelman (2005) op. cit. p. 242-243. 39 Ver al respecto: María S. Di Liscia y Federico Martocci (2007) “Domesticar la Pampa: estaciones experimentales y viveros en la 1era mitad del siglo XX”, Ponencia presentada en las XVIII Jornadas de Investigación de la Facultad de Ciencias Humanas, UNLPam. Santa Rosa, La Pampa. (Inédito). 40 Mario Estrada (1923) op. cit. p. 9. 41 Mario Estrada (1923) idem. 42 Citado por Daniele Bonfanti (2008) op. cit. p. 4. 43 Mario Estrada (1923) idem.

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El ex director de la Oficina de Estaciones Experimentales menciona una serie de intrigas y ataques a los que se vio sometido Backhouse, que derivaron en una investigación llevada adelante por el profesor Lucien Hauman, quien, proveniente de Europa, se desempeñó como profesor de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la U.B.A, hasta 1925 año en que retornó al “viejo continente”44. Las relaciones entre dicha Facultad y el Ministerio de Agricultura se encontraban deterioradas hacia finales de la década de 1910, y había sido justamente este Ministerio quien contrató los servicios del genetista inglés. Además, en la década de 1920 en esta Facultad se produjeron cambios en la composición del cuerpo docente, siendo reemplazados muchos profesores extranjeros por egresados en el ámbito local45. En este contexto, es muy probable el desarrollo de un conflicto entre científicos extranjeros y científicos argentinos, como el planteado por Bonfanti. Al respecto éste cita a Carlos Girola, reconocido agrónomo egresado del Instituto Agronómico-Veterinario de Santa Catalina en 1887, quien realizará alusiones profundamente negativas sobre el desempeño de Backhouse. El agrónomo argentino afirmaría en 1921 que en el campo de la fitotecnia argentina “algo se principió a ejecutar al respecto hase [sic] diez años, pero mal, de suerte que es preciso recomenzar”46.

En el informe que Hauman realiza respecto de la labor de Backhouse, el cual es citado por Estrada en su nota, el mismo destaca la labor de inglés y considera su obra “digna de alabanza”. Sobre ésta destaca los trabajos sobre los tipos de trigos más comúnmente cultivados y su nomenclatura, la determinación de las cualidades necesarias y los defectos a evitar en cada región, la selección entre tipos existentes, el estudio crítico de variedades extranjeras y la obtención de tipos mejorados por hibridación. Finalizando el informe, no dejó de resaltar los recursos extraordinariamente limitados con los que contó para la realización de los trabajos, las condiciones agrícolas desfavorables (sequías, ataque de langostas), como así también el “ambiente intelectual y moral poco favorable: es de dominio público que el señor Backhouse tuvo que luchar con la poca simpatía de ciertas autoridades, cuando no contra su franca hostilidad”47.

Así culminaba la década de 1910, y luego del retiro de los ingleses, más precisamente durante el período 1918-1926, estuvieron a cargo del establecimiento “personas poco identificadas con los problemas agrícolas”48, al decir de Lassalle. En 1925 se incorporó al establecimiento, como Perito de Chacra, el ingeniero Raimundo Nieves: “esta fecha puede tomarse como la inicial de un nuevo período de gran trascendencia para la Estación Experimental”49. El transcurso de los años 1918-1925 es considerado por Lassalle un “inter-regno”50, el cual se diferencia del período 1912-1918, ya que en este último se produjeron “verdaderas realizaciones” especialmente en lo que respecta a genética. El entonces director del Vivero, convertido en una especie de

44 Ver al respecto: Historia de la Facultad de Agronomía de la UBA, 1904-2004. Cien años de educación, ciencia y tecnología para el desarrollo (2005). Editorial de la Facultad de Agronomía, Buenos Aires. p. 32 y 100. 45 Ver al respecto: Historia de la Facultad de Agronomía de la UBA... (2005) op. cit. p. 55-59. 46 Citado por Daniele Bonfanti (2008) op. cit. p. 5. 47 Citado por Mario Estrada (1923) op. cit. p. 22. 48 Juan Carlos Lassalle (1958) op. cit. 49 Juan Carlos Lassalle (1958) idem. 50 En la escasa relevancia que, según Lassalle, tuvo dicho “inter.-regno” en cuanto a realizaciones efectivas, puede que haya influido (y de manera nada desdeñable) la penuria económica experimentada por la enseñanza agrícola dependiente del Ministerio de Agricultura (excepto en el nivel universitario) entre los años 1918 y 1923. Ver al respecto: Talía V. Gutiérrez (2007) op. cit. p. 89-90.

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historiador amateur, refiere a siembras experimentales extensivas de trigo Kansas y Kanred y a ensayos, con resultados negativos, de diversas variedades francesas, americanas e italianas, como así también a ensayos con variedades de cebada y avena. Por ésta época además se habría iniciado la siembra de la variedad de maíz Long White Flint.

Lassalle entiende que “desde el punto de vista técnico, es innegable, que el ingeniero Nieves, desde su llegada en abril de 1925, impuso nuevos sistemas más científicos en la organización de los trabajos”; entre estos últimos se destacaron el mantenimiento de colecciones, y la búsqueda de nuevas variedades de trigos y maíces, el ensayo de forrajeras, los estudios fitopatológicos relacionados con las “royas” y las “caries” en los cereales, los ensayos sobre mejores épocas de siembra, entre otros. Y además, al decir de nuestro historiador amateur “la actividad […] fue completada con una labor de difusión muy importante que originó el prestigio del Establecimiento en su zona de influencia51 y trascendió a los medios científicos del Extranjero. […] [Contándose] entre los éxitos económicos y técnicos, […] la selección y difusión del nuevo trigo que se tituló “Guatraché M. A. (Nieves), que no era sino una selección individual del trigo Kansas importado de EE.UU. por el Ministro Le Breton y que se cultivaba en la Estación de Guatraché, posiblemente desde 1920. De este trigo se sembraron en la región más de 40.000 hectáreas en 194052.

En el año 1932 la Estación recibió la visita de personalidades vinculadas con la experimentación agrícola a nivel mundial, entre las que se contaron Nicolás Vavilov, destacado genetista soviético, el especialista norteamericano Bolley, el genetista Fisher y numerosos especialistas argentinos, entre los que se destaca el profesor Parodi. Dos años después Nieves abandonó la dirección de la Estación Experimental, haciéndose cargo de la Dirección de Estaciones Experimentales.

En la tarea investigativa y de asesoría en cuestiones agrícolas la Estación enclavada en el sudeste Territoriano no estuvo sola. La Oficina de Defensa Agrícola establecida en Santa Rosa (ciudad capital del Territorio), a una distancia aproximada de 200 kilómetros de Guatraché, tenía como finalidad la protección del agricultor en lo que refiere a combatir ciertas “plagas”, como por ejemplo la langosta y la vizcacha, como así también determinadas enfermedades de los cereales, los fuertes vientos, o la especulación del hombre. En este sentido, la escasez de bolsas para envasar los cereales al momento de la recolección (y por ende la suba de su costo), y la precaria disponibilidad de galpones o tinglados en las estaciones ferroviarias, para el almacenaje de la producción hasta el momento de su traslado definitivo a los puertos, eran cuestiones con las que cotidianamente se debía enfrentar el productor, y en las que la prensa local insistía con asiduidad53. Hacia 1923 se organizó una Subestación experimental en General Pico (zona norte del Territorio), luego denominada Estación Fitotécnica, en la que se desempeñó como director Juan Williamson, el ex ayudante de Backhouse, asentado en dicha localidad desde 1919. Allí trabajó hasta el momento de jubilarse, allá por 1947. Según el mismo comenta, haciendo referencia a la Estación de Pico, “en lo que podríamos

51 Al respecto pudimos obtener información en la prensa sobre una serie de conferencias de agrónomos de la Estación (entre los que se cuenta Nieves), referidas al cultivo de maíz, en las localidades de Guatraché, Colonia Santa Teresa, General Campos y Alpachiri. Ver: Diario “La Autonomía”, 1 de junio de 1926, Nº 4.592. 52 Juan Carlos Lassalle (1958) idem. 53 Ver al respecto colección Diario “La Autonomía”, serie 1918-1928.

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llamar primera etapa de su labor, la misma se orientó con objetivos similares a los trazados para la Estación de Guatraché […] [y] en años recientes, al variar las condiciones ecológicas de la región, la experimentación se amplió al estudio de especies forrajeras y métodos de cultivo, influencia del encalado, uso de abono verde, labranza superficial, cultivo en franjas, barbecho estacional, etc.”54. Sin embargo, su relevancia parece no haber sido demasiado notable, al menos si nos atenemos a la prensa capitalina, quien desde las páginas de el diario “La Autonomía”, en 1925 (a dos años de la creación de la Subestación en Pico) refería a la Estación de Guatraché como la “única en su género en el Territorio de la Pampa […] llamada a desempeñar múltiples servicios en provecho de la agricultura regional”55. Desde la primera década del siglo XX existían tanto en las provincias como en los Territorios Nacionales, además, “Agronomías Regionales”, y en el caso del Territorio su número era de tres. Una de ellas en la capital del mismo (Santa Rosa), otra en la zona norte, más precisamente en General Pico, y finalmente, otra en Villa Alba (hoy San Martín), al sureste pampeano. Cada una de éstas era una “especie de agencia de extensión”56, y la misión de los agrónomos regionales consistía en “[…] asesorar constantemente a los agricultores en los menesteres concernientes al cultivo de la tierra y en impartir instrucciones de carácter general y consejos de orden práctico relativos a cada caso. […] Los mejores frutos [de la enseñanza agrícola oficial] corresponden precisamente a los que ha producido este personal, desde que los beneficios resultantes de las escuelas propiamente dichas no han llegado a palparse en todos sus efectos, ni aquellas han podido acreditarse siempre la trascendencia de su obra. Es el agrónomo, en constante e íntima relación con el agricultor, quien esta más habilitado para conocer las necesidades locales y remediarlas conforme a sus conocimientos teóricos y a la experiencia recogida en el terreno”57. Sin embargo, desde las mismas páginas del diario se advertía: “pero cuando un lamentable descuido de la misión que le concierne, convierte al representante del gobierno en un mero agente burocrático, más preocupado de los formulismos externos, que de la finalidad práctica que ellos persiguen y más aferrado a una ciencia llena de prevenciones que a la apreciación serena e inteligente de los factores locales, su intervención es un estorbo que el agricultor, con una sagacidad que generalmente no falla, trata de ahuyentar58.

La labor del agrónomo era ardua, y al respecto es significativo el comentario de Molins, quien viajara acompañado por uno de ellos en 1917: “para que la labor de los agrónomos regionales sea eficaz, debe ser de constante movilidad. […] Debe ser de difusión y de consejo, sobre el surco, como quien dice y no en la comodidad burocrática de la oficina. […] El agrónomo regional debe ser una cátedra ambulante, mentor y consejero, teórico y agricultor a la vez”59. Estos funcionarios tuvieron un rol sumamente destacado en estas tierras carentes de establecimientos educativos adecuados en las zonas rurales, lo que imposibilitó brindar a los hijos de los agricultores una formación satisfactoria aunque más no sea orientada a la labor que desarrollaría durante su vida: el trabajo de la tierra. A fin de

54 Juan Williamson y Carlos Itria (1955) “Reseña sobre experimentación agrícola en La Pampa”. En: Diario “La Reforma”, 10 de noviembre, General Pico. 55 Diario “La Autonomía”, 26 de Diciembre de 1925, Nº 4.469. Santa Rosa. 56 Marta Gutiérrez (1991) op. cit. p. 678. 57 Diario “La Autonomía”, 15 de febrero de 1918, Nº 2.124. Santa Rosa. 58 Diario “La Autonomía”, idem. 59 Jaime Molins (1918) op. cit. p. 373-375.

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subsanar esta carencia los agrónomos regionales recorrieron el Territorio y asesoraron a los agricultores a partir de “consejos prácticos” y conferencias sobre distintas temáticas referidas al agro: roturación de la tierra, formas de conservación de la humedad en el suelo, medidas a tomar contra determinadas enfermedades de los cereales, que variedades sembrar y en que época del año, como curar las semillas, a que profundidad realizar la siembra, los beneficios del cooperativismo agrícola, e incluso como evitar que se especule con la suba de las bolsas al momento de almacenar la producción. También estuvieron presentes cuando en determinadas líneas ferroviarias circulaban vagones (por lo general del Ministerio de Agricultura)60 fomentando el “arbolado”, la granja, o la “selección mecánica” de semillas a partir de maquinarias específicas para ello. Hasta llegaron a ejercer de “huéspedes” en las recorridas de viajeros por estas tierras, como en el caso de Roberto P. Godoy (agrónomo regional de Santa Rosa), quien acompañó a Jaime Molins por varias zonas del Territorio, como mencionamos con anterioridad. Sin embargo, creemos que las distancias, las pésimas condiciones de los caminos, los rudimentarios medios de movilidad con que contaron en la época, y hasta quizás la apatía de los agricultores61, fueron factores que limitaron su desempeño en el cumplimiento de la tarea, seguramente ardua, a la que estuvieron destinados. No descartamos la efectividad que pudo haber llegado a tener la “orientación agrícola” brindada en las escuelas primarias, de hecho el arribo de los trenes del Ministerio, al que nos referimos en las líneas precedentes, era motivo para que los maestros trasladen al alumnado a la estación ferroviaria para que puedan apreciar la exposición y escuchar las conferencias de los “técnicos” a cargo de la misma62. También pudieron los escolares obtener grato provecho de las disertaciones de los agrónomos regionales en las escuelas, tan corrientes en la época. Sin embargo, estimamos que los que más necesitaron dichos “saberes” fueron los hijos de los agricultores, y los agricultores mismos! (en su mayoría analfabetos), y, en este sentido, sabemos que la situación en las “colonias” y poblados de la zona rural distaba con mucho de ser satisfactoria. Son reiteradas las peticiones realizadas en la prensa santarroseña sobre la necesidad de establecer escuelas en tierras y/o edificios ya cedidas/os por particulares en colonias rurales, que la inacción oficial destinaba al olvido. Las quejas sobre las precarias condiciones en las que se desempeñaban los docentes de áreas rurales, no son menos numerosas, si se consultan las páginas de los periódicos que se hacían eco de la situación63.

60 Sobre este tema Molins hace referencia a “los coches especiales para conferencias agrícolas con los cuales el Ferrocarril Oeste inauguró en 1909 la cátedra ambulante en el país, con el concurso de la División de enseñanza agrícola del Ministerio de Agricultura, cuyos agrónomos recorren la zona agrícola instruyendo a los agricultores sobre los mejores métodos culturales”. Jaime Molins (1918) op. cit. p. 350. 61 Al respecto Molins comenta: “hemos podido observar que en general, los agricultores de profesión, creen estar muy por sobre los agrónomos, en la práctica de los cultivos. […] Discuten enfáticamente procedimientos de cultivos y hasta suelen recibir con hosquedad las conferencias didácticas”. Jaime Molins (1918) op. cit. p.375. 62 Ver al respecto: Diario “La Autonomía”, serie 1926-1928. 63 Al respecto puede citarse la opinión de quien se desempeñaba hacia 1928 como director de la escuela Nº 158 de Villa Alba (hoy San Martín), al sureste del Territorio, Francisco A. López, quien manifestando la escasa atención, que en su opinión, el Consejo Nacional de Educación depositaba en las escuelas primarias rurales, hacía referencia a una serie de limitaciones que perjudicaban el buen desempeño de las mismas: utilización de edificios mal ubicados, catalogados, además, como “ranchos” incómodos y antihigiénicos; escasez de personal y superposición de funciones (por ejemplo directores que hacían las veces de maestro y portero simultáneamente), y deficiencias materiales graves, entre otros. Ver: Diario “La Autonomía”, 21 de agosto de 1928, Nº 5.252. Santa Rosa.

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Germán Viguier y la experimentación agrícola

Las acciones destinadas a superar las desventajas climáticas y edafológicas de

un área marginal para cereales y forrajeras, como lo fue el sureste Territoriano, escondían la pretención de transformar el “desierto” en un “jardín” armoniosamente cultivado. Teniendo esto presente podremos entender mejor la satisfacción que sintió seguramente el gobernador del Territorio José Luro, allá por 1900, cuando al elevar su Memoria anual al Ministerio del Interior comentaba el regocijo que experimentaba “viendo la feracidad de las tierras, aptas tanto para agricultura como para ganadería, que esperan solo la acción del capital y de los brazos para convertir grandes extensiones hoy desiertas en centros de importante producción”64.

Las percepciones del viajero Molins dejan aún más en claro la “redención” que significaba, a los ojos de los contemporáneos, arrojar estas tierras al arado y al cultivo, cuando ingresando al Territorio, en 1917, expresaba: “a menudo cruzamos predios que fueron tupido monte, entregados hoy a la agricultura y sobre los cuales queda aún la remembranza de uno que otro árbol salvaje y disperso en la sábana [sic] verde del trigal. [...] Son los últimos vestigios de la Pampa de ayer, desgarrados del misterio secular para incorporarse a la civilización”65. Sin embargo, no todo era digno de elogio para Molins, quien comenta luego de una conversación con el gobernador del Territorio, Centeno: “[...] en la zona sur de la Pampa hay pocos agricultores de profesión. Son sembradores los más”66. Y en el mismo año que dicho viajero recorre estas tierras, Williamson, escribió en un artículo publicado en una revista de agricultura, “aunque la generalidad de los colonos desconoce el valor de las observaciones y estudios científicos, hay algunos que tienen interés en observar y aún anotar, entre otras cosas, los buenos y malos caracteres o factores que llevan las diferentes variedades de trigo”67. Germán Viguier, agricultor al que nos referiremos, con seguridad se encontró entre estos últimos.

El análisis de este caso particular resulta de interés ya que es posible, a partir de él, percibir la interconexión entre los agricultores y los técnicos del Ministerio de Agricultura, de manera concreta. Pero a su vez, también es significativo el hecho de que Viguier detentara cierto grado de autonomía y decisión propia, brindada seguramente por su condición de autodidacta y por sus conocimientos previos.

Este agricultor francés, arrendatario de la zona de Guatraché y propietario de una quinta hortícola de aproximadamente 55 hectáreas en la misma localidad, había nacido en San Cristóbal (Aveyron -Francia-) en el año1897. Emigró con sus padres y hermanos a nuestro país en 1909, instalándose junto con su familia (previo paso por varios pueblos del interior de la provincia de Buenos Aires) en Guatraché en 1915, siendo la agricultura la principal actividad del grupo familiar.

64 Andrea Lluch (Editora) (2005) Memorias de gobernadores del Territorio Nacional de La Pampa. Siglo XIX. Volumen I, Santa Rosa, La Pampa. p. 108. 65 Jaime Molins (1918) op. cit. p. 28. 66 Jaime Molins (1918) op. cit. p. 32. 67 Juan Williamson (1923) “Algunas impresiones sobre el estado del cultivo de trigo en la Pampa Central”. En: Revista Nuestra Tierra, año VII, Nº 111, enero, p. 21-22. (El artículo había sido publicado originariamente en 1917, en el tomo I de dicha revista).

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Convencido del valor que tenía el mejoramiento de las variedades de trigo escribió en su obra inédita Nociones practicas de genetica aplicadas al trigo: “es verídico y notorio declarar que la crianza o construcción […] de nuevas y mejores variedades de trigos por cruzamiento o hibridación artificial complementada y corregidas con las selecciones individuales y biologicas subsiguiente, es un medio positivo y seguro que encierra una fuente de recursos en mejoramientos y novedades inagotables […]”68. Además, destacaba la importancia que ello tenía en la producción: “[…] nos consta que antes que aparecieran los nuevos trigos de `pedigree´ se calculaba en el conjunto global, de un rinde termino medio de siete quintales por hectaria de trigo en la argentina, contra dies quintales en la actualidad con los nuevos trigos […]”69.

En la “Nota Preliminar” en sus manuscritos, señalaba que fue en noviembre de 1926 cuando inició sus trabajos de cruzamientos de trigos, y hacia referencia, y esto seguramente es lo más llamativo del caso, a la valiosa colaboración que en su “formación” intelectual tuvieron los técnicos del Ministerio de Agricultura, ya sean del ámbito local o nacional. El contacto influyó categóricamente en su experiencia; “no me cuesta confesar si al iniciar mis primeros trabagos en esta nueva empresa caresia de los elementarios conocimientos […] pronto fue mi aprendizage, guiado por una entusiasta afición y vocación sin límites asia esa ciencia […] con el fin de orientarme, consulte a eminentes maestros, particularmente a los Ing. Agr. Vicente Brunini en aquella epoca siendo Jefe de la Genetica Vegetal del Ministerio de Agricultura de la Nación, al Ing. Agr. Carlos Girola Director del Museo Agrícola, y al Ing. Agr. Domingo Dávila, entonces agronomo regional con asiento en Santa Rosa. Quienes me suministraron gentilmente datos muy interesantes los que tengo archivados y que agradesco públicamente […]. Con el proposito de hondear aún más mis conocimientos, y por indicación de aquellos, adquirí la importante obra teórica-científica `Variación y Herencia en los animales domesticos y las plantas cultivadas´ por el profesor español J. L. Numidez”70. Si bien los trabajos de cruzamiento comenzaron en 1926, como comentamos anteriormente, desde 1922 ensayaba con variedades de trigo, habiendo recibido en este último año una partida de la variedad Kanred71, remitida por otro de sus contactos, Mario Estrada, quien para este momento se desempeñaba como técnico del Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico (en adelante F. C. B. A. al P.), y como director de la revista “Nuestra Tierra”. Estrada ofreció a Viguier ser corresponsal de dicha revista y experimentador de la Oficina de Agricultura del F. C. B. A. al P72.

Tuvo la posibilidad, además, de conocer al afamado genetista italiano Nazareno Strampelli, quien en una gira por las zonas trigueras de la Pampa, en el año 1922, pasó a inspeccionar los trigos de este agricultor, al igual que lo hiciera Guillermo Backhouse a mediados de dicha década. Que Viguier conociera a Backhouse en 1925, implica que durante el desempeño de éste como técnico en la Estación experimental no había tenido

68 Germán Viguier (s/d) Nociones practicas de genetica aplicadas al trigo. (Inédito) Se ha respetado en esta cita y en las siguientes la grafía original. 69 Germán Viguier (s/d) op. cit. 70 Germán Viguier (s/d) op. cit. 71 El trigo Kanred había sido enviado directamente de la Estación Experimental de Kansas (Estados Unidos) en el año 1921, por Ricardo Videla. 72 Sobre sus experiencias con dicha variedad Germán Viguier publicó una nota en la Revista Mensual B. A. P. (Única publicación del ferrocarril Buenos Aires al Pacifico. Agricultura, ganadería, comercio e industria), Nº 64, Buenos Aires, p. 39-45, un año después de haber recibido la partida remitida por Estrada, en marzo de 1923.

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ningún tipo de contacto con dicho agricultor. Algo similar observamos respecto a otro de los técnicos de la institución, Raimundo Nieves, quien desempeñaba su labor en la Estación Experimental de Guatraché desde 1925, pero Viguier afirma conocerlo, y haberle mostrado sus cultivos experimentales recién en 193473, el mismo año en que Nieves dejó la dirección del establecimiento.

Sin duda Viguier no era la regla74; su caso por lo tanto es singular. En su interés por la agricultura y la genética puede que haya influido, y no de manera desdeñable, su formación en Francia, su país natal. Aquí “la agricultura había sido introducida como materia en la escuela primaria por medio de diversas leyes dictadas desde 1879, y perduró en el sistema a pesar de las críticas que recibía desde diversos sectores en torno a la calidad de la enseñanza”75. Esta modalidad educativa en Francia, según Claude Grignon, fue “un modo de acción sobre el campesinado, fundamentalmente a través de la enseñanza de la agricultura en la escuela común y las escuelas especializadas”76. De hecho, uno de los sistemas de enseñanza agrícola más tenidos en cuenta por los especialistas argentinos fue el francés, como así también el belga. Germán ya había terminado sus estudios primarios en el “viejo continente” al arribar a nuestro país en los albores del siglo XX.

La dedicación e interés por la agricultura incentivaron sus condiciones de gran autodidacta, evidenciadas por la abundante cantidad de material bibliográfico (en castellano y en francés) que legó a sus familiares más directos. Fueron numerosos sus ensayos vinculados con el cultivo de variedades de tomates, alcauciles, pimientos, melones, garbanzos, alfalfa, arvejas, maníes, habas, caupís y sobre todo, de maíz y trigo, siendo no sólo exitoso en la investigación, sino además, en la divulgación de esos conocimientos.

Entre 1922 y 1933 sus maíces y trigos (variedad Kanred y Lin Calel) obtuvieron primeros puestos en exposiciones realizadas en Buenos Aires, Rosario y Santa Rosa (capital del Territorio). Además se destacan segundos y terceros premios otorgados por la Sociedad Rural de Rosario, por la Asociación Agrícola Ganadera de La Pampa, por la Bolsa de cereales, por el Museo Agrícola de la Sociedad Rural Argentina, por diferentes variedades de maíz, alfalfa, arveja, soja, tomate, cebolla, morrón, frutas y hortalizas.

Hacia finales de la década de 1920 desde la prensa santarroseña se seguía clamando por una necesidad imperiosa del Territorio: “[…] que el agricultor proceda de

73 : Germán Viguier (s/d) op. cit. 74 Sobre las características de los agricultores de la zona sureste del Territorio pampeano escribe un agricultor (propietario, no arrendatario como Viguier y como la gran mayoría de los de la región, lo que le otorga una posición seguramente más “cómoda” que la del resto) radicado en Remecó, a escasos kilómetros de Guatraché, y en este sentido afirma: “creo que la causa principal de tanta miseria agraria se debe a que el chacarero -por lo menos en esta zona- no es agricultor de profesión […] Aquí cualquiera es chacarero, basta saber arar -rasguñar mejor dicho- la tierra y tirar la semilla para que esté establecida una chacra; una vez terminado ese trabajo se espera que la Divina Providencia haga lo demás […]”. Y más adelante continúa: “el agricultor no lee, su cultura es nula, no quiere saber nada de artículos ni revistas de agricultura, dice que los que `escriben los diarios´ no le van a enseñar a trabajar la tierra […] y así es como se va eternizando esta miseria, moral y material. […] Hay que `cultivar´ al agricultor […] [ya que] la gran mayoría hace agricultura de especulación -agricultura aventurera-”. Sin dejar de mencionar la necesidad de que los contratos de arriendo sean por un período de tiempo mayor y lo favorable que sería el mejoramiento de los métodos comerciales, el autor de la nota entiende que la capacitación del agricultor debía ser en esos momentos lo prioritario. Ramón Agrasar (1922) “El problema agrario”. En: Nuestra Tierra, Nº107, septiembre. p. 233-234. 75 Talía V. Gutiérrez (2007) op. cit. p. 79. 76 Claude Grignon en: Talía V. Gutiérrez (2007) op. cit. p. 23.

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acuerdo a un estudio determinado y de resultados conocidos, que no intervenga solo el brazo rudo sino también la inteligencia; solo entonces la tierra rendirá de acuerdo al enorme trabajo que realizan unos pocos y no se estará sujeto a un fracaso que reside la mayoría de las veces, única y exclusivamente en la forma que fue realizado”77.

En un informe realizado de manera conjunta por los agrónomos regionales de General Pico y Santa Rosa (Jorge Pico y Domingo Dávila, respectivamente) sobre la calidad de las semillas de trigo y los métodos empleados para la siembra de éstas, destacaron una serie de “factores contrarios” entre los que enumeraron el clima seco y sumamente variable, la elección de variedades no aptas para la zona, la siembra no siempre oportuna, la falta de rotación racional de cultivos y la escasez de “buenos agricultores”. Sobre este último factor afirmaron: “se sabe que el agricultor, en el verdadero sentido profesional de la palabra, escasea; unos vienen siendo agricultores mediocres en su país, otros nunca lo han sido y se forman aquí con cierta inferioridad, y se les llama agricultores por el solo hecho de saber manejar el arado o la sembradora. […] Creen muchos, esto lo digo sin exagerar, que con arar la tierra y tener lluvias oportunas las cosechas vienen solas, pero esta no es la regla general, la naturaleza no es tan pródiga, ella también es egoísta, y desea que el hombre luche contra ella, empleando su inteligencia y su esfuerzo. Siendo la agricultura una industria, porqué no se han de emplear métodos científicos y técnicos para la elaboración de sus productos?”78.

La pregunta que se realizaron hacia 1927 estos técnicos del Ministerio de Agricultura, nos retrotrae a los postulados de otro ingeniero agrónomo que en los primeros años de esta década, y previa experiencia en los Estados Unidos y Canadá, escribió para las páginas de la revista agrícola “Nuestra Tierra” realizando un lúcido diagnóstico de la situación: “la enseñanza agrícola elemental y secundaria demanda ampliarse por lo menos al cuádruple; las chacras experimentales son apenas un décimo de las que corresponderían a nuestra agricultura y las demostraciones prácticas sobre el terreno, invaluables como medio de divulgar los buenos principios, se ven reemplazadas por las teóricas. […] [En] Estados Unidos […] el Gobierno invierte en fomento agrícola $2.55 moneda nacional por habitante; Canadá, que puede equipararse a la Argentina en población y predominancia agrícola, destina al mismo objeto $3.22 y la República Argentina, según cálculo más o menos generoso, $1.00 m/n. […] Necesitamos comenzar aumentando los miserables rindes de nuestras sementeras, modernizar el sistema de manipuleo de los granos, hacer más científicos los métodos comerciales, asegurando al `hombre que labra la tierra´ la proporción que justamente le corresponda en el reparto del dinero pagado por el consumidor europeo de cereales y finalmente, por esos medios, convertir la vida rural argentina, actualmente mezquina e inatrayente [sic], en sana, provechosa y agradable, alejando el peligro ya grave del éxodo a las ciudades”79.

La línea de pensamiento que Elina Tranchini denominó “agrarismo nacionalista”80 cuyos orígenes se remontan justamente a la década de 1920, y que funcionó en algunas ocasiones como “usina intelectual” de las políticas del Ministerio

77 Diario “La Autonomía”, 11 de diciembre de 1928, Nº 5.348. 78 Diario “La Autonomía”, 23 de abril de 1927, Nº 4.856. 79 Ricardo Videla (1922) “La cuestión agraria argentina”. En: Revista Nuestra Tierra, año VI, Nº 105, julio, p. 172. 80 Elina Tranchini (2008) “¡Agricultura, ahora!. El llamado al productivismo en el pensamiento agrarista argentino (1920-1940)”. Ponencia presentada en V Jornadas de Investigación y debate. Trabajo, propiedad y tecnología en la Argentina rural del siglo XX. 23, 24 y 25 de abril.

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de Agricultura de la época, recogió la problemática de la migración del campo a las ciudades e hizo especial hincapié en idealizar la vida rural (anti-urbanismo), el fomento del progreso económico y del desarrollo productivo, conjugado con la crítica (retórica) del latifundio y del sistema de arrendamientos, y con la defensa de la pequeña propiedad. En este sentido se exaltó “[…] el trabajo rural, la defensa de la religión, la patria, la familia, y el fomento de las buenas costumbre del hogar agrícola”81.

La diferencia entre los “cultivadores”, desprovistos de todo tipo de instrucción técnica y los “agricultores”, poseedores de los conocimientos técnicos que les permitieran llevar adelante una agricultura “racional” a partir de métodos científicos y técnicos, fue destacada por Tomás Amadeo, uno de los más representativos personajes de dicha corriente ideológica. En esta dicotomía, Germán Viguier se hallaría ubicado en la segunda de las categorías; sin embargo, la gran mayoría de los productores pampeanos debieron colocarse en la primera de ellas, no por decisión personal, desde luego.

El fomento de la granja y del arbolado, los mejores métodos y las variedades de cereales más convenientes para la zona, las técnicas más “racionales” para el laboreo del suelo, la mejor época para realizar la siembra, los beneficios de organizarse cooperativamente, las formas de combatir las enfermedades y plagas de los cereales fueron cuestiones que estuvieron en la agenda ministerial y que en el Territorio pampeano se propagandizaron, durante la segunda década del siglo pasado, a partir fundamentalmente del accionar de agrónomos regionales y de visitas esporádicas de trenes, que suplían, no del todo satisfactoriamente, la carencia de instituciones destinadas específicamente a tal fin82.

En 1929, Germán Viguier levantó la voz para hacerse oir como testimonio del desastre agro-climático que comenzaba a señirse sobre el Territorio, y que sería una constante hasta mediados de la década siguiente. Su obra inédita 1929 -Pampa Central- El año negro visto de cerca. Recuerdos indelebles. Criterio y pensamientos, es un registro pormenorizado sobre la impotencia del agricultor frente a la falta de lluvia y sus sucesivas consecuencias: voladura de suelos, escasez de pasturas, mortandad de la caballada (cuya dependencia para las labores agrícolas hacía mayores las pérdidas), endeudamiento paulatino y finalmente, el abandono de la tierra, a otros parajes, donde fuera posible volver a sembrar.

Reflexiones finales La baja en las cotizaciones de los cereales en los mercados internacionales, hacia fines de la década de 1920, se vino a sumar a los pesares del productor pampeano en momentos en que el mundo capitalista se desplomaba en una crisis sin precedentes. Por ese entonces Viguier no podía afirmar con seguridad, al ver las casas de sus vecinos agricultores, si eran las mismas que había visto un tiempo atrás rodeadas de plantaciones y ganados... o eran “campamentos de indios o exploradores en medio de un gran desierto semejante al del sahara de Africa”83.

81 Elina Tranchini (2008) op. cit. p. 3. 82 Figura dentro de nuestros proyectos a futuro profundizar sobre esta temática de investigación, fundamentalmente en lo que refiere al accionar de los ingenieros agrónomos regionales en el Territorio Nacional de la Pampa durante la primera mitad del siglo XX.

83 Germán Viguier (1929) 1929. Pampa Central. El año negro visto de cerca. Recuerdos indelebles. Criterio y pensamientos, Guatraché (inédito).

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La “gran seca” no sólo se llevó los suelos pampeanos, sino que además derivó en una caída demográfica profunda, que llevara décadas subsanar. El censo levantado por el gobierno Territoriano en 1942, además de arrojar resultados desalentadores, distribuyó culpas, cuyos destinatarios fueron las malas condiciones agroecológicas y la imposibilidad de los agricultores de acceder a la propiedad de la tierra.

Germán falleció a los treinta y ocho años y no llegó a ver la completa recuperación de la agricultura pampeana. Sus primeras letras en la Francia finisecular, conjuntamente con su interés por las cuestiones agrícolas, le habían permitido posicionarse ligeramente por encima de otros agricultores, que trabajaban la tierra con el mismo esmero que él, que miraban el cielo tan seguido como lo hacía éste, pero que carecían de algunos “saberes” necesarios a la hora de arar, sembrar o recoger los frutos. Sus contactos con ingenieros agrónomos y otros técnicos del Ministerio de Agricultura, como así también su propia iniciativa por leer bibliografía referida a cuestiones agrícolas, le brindaron la posibilidad de desempeñarse, como solía decirse en esa época, como “agricultor de profesión”. La autonomía de Viguier a la hora de buscar soluciones a problemas específicos, de experimentar a partir de un método propio, de realizar observaciones y anotaciones, y de exponer sus conclusiones en revistas de agricultura o en sus cuadernos personales, lo colocaron en una posición particular: la de emplear una metodología científica sin ser exactamente un científico.

Ahora bien, pocos agricultores sabian leer y escribir; y quizas no todos pudieron acceder a los concejos de los agrónomos que se desempeñaban en la Estación local o de los que recorrían el Territorio para brindar algún tipo de instrucción a fin de mejorar los rendimientos productivos. Hasta el mismo Germán afirma haber conocido tardíamente a Backhouse y Nieves, quienes trabajaron en la Estación.

Otros agricultores del Territorio quizás hayan entablado contactos similares con quienes estaban destinados a “capacitarlos” en el trabajo de la tierra, en la selección y cura de las semillas, en las formas de conservar la humedad del suelo, en los mejores momentos para la siembra. Sin embargo, no podemos más que imaginar las conferencias que los encargados de la Estación experimental de Guatraché, los agrónomos regionales, o los técnicos que viajaban por el Territorio en los vagones de los trenes, ofrecían a los agricultores de la zona, y a los alumnos de las escuelas, de los poblados que visitaban, dado que en la prensa se hace referencia a las temáticas abordadas pero no abundan sobre las disertaciones. Esto mismo es lo que hace valiosa la experiencia de Viguier quien se interesó en experimentar, pero además en divulgar sus conocimientos, legándonos una valiosa cantidad de escritos éditos e inéditos, que ilustran y esclarecen mucho sobre estos aspectos.

En este caso, se percibe una mayor conexión con agrónomos del Ministerio o con técnicos encargados de oficinas ferroviarias, como así también con expertos extranjeros, ya sea que desarrollaran su labor en nuestro país, o que hayan estado aquí realizando sus investigaciones por un período de tiempo acotado. Sus contactos con los especialistas que trabajaban en la Estación de Guatraché son menores, pero no descartamos que hayan ejercido una influencia importante en cuanto a la transmisión de “saberes” referidos a cuestiones agrarias.

Sin duda había algo que aquejaba mucho más al agricultor que su escasa intrucción sobre el cultivo de la tierra. Ello tenía que ver con trabajar tierras ajenas, tierras de las que podía ser desalojado a la primera mala cosecha, como así también con

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las deudas, las cuales se incrementaban cuando no llovía lo suficiente, o cuando la tierra no rendía lo esperado. Las compras de bolsas, a precios en algunas ocasiones desmedidos, para envasar el cereal al momento de la cosecha, o la inexistencia de lugares (galpones, tinglados) para el almacenamiento de la producción en las estaciones ferroviarias (situación que acarreaba el deterioro de la misma por causas de la naturaleza -lluvias, incendios, accionar de diversos animales-, y cuyo perjuicio recaía en el mismo agricultor), son noticias que se ven en la prensa de manera casi permanente.

El acceso a la propiedad de la tierra no fue mayoritario entre los agricultores del sureste Territoriano. Por ende, si las tierras que trabajaban eran ajenas y los conocimientos para llevar adelante una agricultura “racional”, escasos... los años ’30, crisis económica y agroclimática mediante, forzaron a la mayoría a buscar otros horizontes en procura de mayor prosperidad para los suyos. El hecho de que otros no lo hayan hecho plantea las elecciones particulares y la riqueza del examen de una de estas experiencias.