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Serie de investigación
EstudiosSociales
DES
1 - 2017
Abril de 2017
Helga Cuéllar-Marchelli / Gabriela Góchez
La pertinencia de las estrategias para prevenir la violencia
escolar en El Salvador
ISSN 2077-9534
Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social FUSADES
Una publicación del Departamento de Estudios Sociales • DES
Abril de 2017.
Hecho el depósito de Ley de acuerdo con el Artículo 15 de la Ley del Libro
La autorización para reproducir total o parcialmente esta publicación deberá solicitarse a FUSADES
La investigación para esta publicación concluyó en abril de 2017.
Antiguo Cuscatlán, El Salvador, Centroamérica
Serie de investigación
1 - 2017
Helga Cuéllar-Marchelli / Gabriela Góchez
La pertinencia de las estrategias para prevenir la violencia
escolar en El Salvador
Abril de 2017
ResumenLa violencia escolar afecta a la niñez y adolescencia salvadoreña de distinta manera a lo largo del territorio. La exposición a
conductas agresivas puede reducir la asistencia y el desempeño académico, limitando los beneficios futuros de la educación.
Por lo tanto, es necesario conocer en qué medida las estrategias de prevención responden a la realidad de las escuelas,
con el fin de identificar avances y desafíos de las medidas actuales y aportar recomendaciones para volverlas más eficaces.
Este caso de estudio se construye con base en múltiples fuentes de evidencia y estrategias cuantitativas y cualitativas para
analizar el grado de pertinencia de las estrategias. Entre los hallazgos principales se destaca que, en las escuelas públicas,
predominan el acoso escolar, la violencia externa, expresada principalmente en problemas de pandillas y drogas, y la violencia
sexual. En cuanto a los esfuerzos gubernamentales de prevención, las intervenciones para contrarrestar la violencia escolar
responden más a la estrategia de seguridad ciudadana que al compromiso de consolidar y salvaguardar el rol protector de la
escuela; tienden a concentrarse más en protegerla de factores externos que internos. Finalmente, esta investigación permitió
reflexionar sobre las líneas estratégicas para mejorar la eficacia de las políticas y programas de prevención de la violencia
en el ámbito escolar: 1) fortalecer la institucionalidad de la escuela, 2) implementar intervenciones basadas en la escuela, y
3) mejorar la efectividad de las instituciones de seguridad.
Relevance of school violence preventionstrategies in El Salvador
AbstractSchool violence affects salvadoran children and youth in different ways throughout the territory. Exposure to aggressive
behavior can reduce attendance and academic performance, thus limiting future benefits of education. Therefore, there is a
need to know to what extent prevention strategies respond to the school reality, in order to identify progress and challenges
of current measures and make recommendations for more effective initiatives. This case study is built based on multiple data
sources and quantitative and qualitative strategies for the purpose of analyzing the relevance of school violence prevention
strategies. The main findings reveal that, in public schools, predominate bullying, external violence, expressed mainly in
gangs and drugs problems, and sexual violence. Regarding the government prevention efforts, school violence prevention
interventions respond more to the citizen- security strategy than to the commitment to consolidate and safeguard the
protective role of the school. They tend to protect schools more from the external than internal factors. Finally, this research
allowed to reflect upon the strategic lines to improve the effectiveness of policies and programs to prevent school violence:
1) strengthen the school’s institutional structure, 2) implement school-based interventions, and 3) improve the effectiveness
of security institutions.
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
Índice
1. Introducción ............................................................................................................................................................................................................ 1
2. Violencia escolar: un problema complejo que demanda soluciones integrales ............................................................................ 2
2.1. La prevención de la violencia escolar en El Salvador ................................................................................................................... 7
3. Metodología ........................................................................................................................................................................................................... 9
4. La violencia escolar en los centros educativos públicos ........................................................................................................................ 12
4.1. Manifestaciones de violencia escolar en El Salvador .................................................................................................................... 12
4.2. Caracterización de la violencia escolar ............................................................................................................................................. 13
4.3. Expresión territorial de la violencia escolar ..................................................................................................................................... 17
4.4. La escuela aún puede ser un espacio protector y transformador ............................................................................................ 22
5. La respuesta de las instituciones públicas para prevenir la violencia escolar ................................................................................. 23
5.1. La prevención desde la óptica de la seguridad ciudadana ......................................................................................................... 23
5.2. La perspectiva educativa para lograr escuelas libres de violencia ........................................................................................... 29
5.3. Desafíos ......................................................................................................................................................................................................... 33
6. ¿Cómo se enfrenta la violencia escolar desde las aulas? ......................................................................................................................... 34
6.1. Contexto que rodea a las escuelas de Ciudad Delgado .............................................................................................................. 35
6.2. ¿Cómo en la práctica se enfrenta la violencia en las dos escuelas de Ciudad Delgado? ................................................. 38
6.3. Reflexión sobre los factores que influyen en la efectividad de las estrategias de prevención ...................................... 41
7. Discusión y conclusiones .................................................................................................................................................................................... 43
Referencias Bibliográficas ....................................................................................................................................................................................... 48
Anexo 1 Representantes de instituciones entrevistados ............................................................................................................................ 55
Anexo 2 Factores de riesgo social que afectan las escuelas públicas salvadoreñas ......................................................................... 56
Anexo 3 Cantidad de municipios pertenecientes a las diferentes categorías de los mapas que muestran los reportes
sobre la existencia de violencia psicológica en las escuelas públicas, de problemas de pandillas en su interior
y de problemas de drogas en la comunidad .................................................................................................................................. 56
Anexo 4 Entorno violento de los 25 municipios con más reportes de escuelas con violencia entre pares ............................. 57
Anexo 5 Entorno violento de los 25 municipios con menos reportes de escuelas con violencia entre pares ........................ 58
Anexo 6 Entorno violento en los municipios con mayor y menor proporción de escuelas con violencia entre pares ....... 59
Anexo 7 Inventario de algunas iniciativas de prevención en la educación en El Salvador ............................................................ 60
Índice de cuadros
1 Factores de riesgo y protección relacionados con conductas violentas o antisociales ................................................................ 4
2 Participantes en la investigación....................................................................................................................................................................... 11
3 Correlaciones entre los diferentes tipos de violencia y los factores de riesgo tanto al interior de la escuela como
en su entorno .......................................................................................................................................................................................................... 17
4 Centros educativos públicos con diferentes esfuerzos para prevenir la violencia escolar .......................................................... 32
5 Acciones de prevención de violencia ejecutadas por las escuelas de Ciudad Delgado ............................................................... 36
6 Características de las escuelas que se visitaron ........................................................................................................................................... 37
Índice de gráficas
1 Principales delitos contra la comunidad educativa, 2010 a 2015 ......................................................................................................... 14
2 Promedio de escuelas afectadas por un entorno violento en los municipios que reportan mayor y menor
violencia entre pares ............................................................................................................................................................................................. 21
3 Promedio de escuelas con deserción en los municipios que reportan mayor y menor violencia entre pares .................... 21
4 Modalidad de seguridad en los centros educativos públicos ................................................................................................................ 27
Índice de mapas
1 Escuelas con violencia psicológica entre estudiantes ............................................................................................................................... 18
2 Escuelas afectadas por problemas de pandillas al interior ...................................................................................................................... 19
3 Escuelas afectadas por problemas de drogas en la comunidad ............................................................................................................ 19
Índice de figuras
1 Manifestaciones de la violencia escolar en El Salvador ............................................................................................................................ 13
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
SiglasCMPV Comité Municipal de Prevención de la Violencia
CNSCC Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Convivencia
CONED Consejo Nacional de Educación
CONNA Consejo Nacional de la Niñez y de la Adolescencia
CNSP Consejo Nacional de Seguridad Pública
DARE Programa Educación, Resistencia Contra el Uso y Abuso de Drogas y Violencia, por sus siglas en inglés
DHHS Department of Health and Human Services
DIGESTYC Dirección General de Estadística y Censos
EITP Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno
FAES Fuerza Armada de El Salvador
FEDISAL Fundación para la Educación Integral Salvadoreña
FEPADE Fundación Empresarial para el Desarrollo
FOSALUD Fondo Solidario para la Salud
FUSADES Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social
FUSALMO Fundación Salvador del Mundo
GOES Gobierno de El Salvador
INDES Instituto Nacional de los Deportes
INJUVE Instituto Nacional de la Juventud
ISDEMU Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer
ISNA Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y Adolescencia
IUDOP Instituto Universitario de Opinión Pública
LAP Liga Atlética Policial o Ligas Atléticas Deportivas
MINEC Ministerio de Economía
MINED Ministerio de Educación
MINSAL Ministerio de Salud
OMS Organización Mundial de la Salud
PEPAD Programa de Educación Preventiva contra el Abuso de Drogas
PESE Plan El Salvador Educado
PESS Plan El Salvador Seguro
PNC Policía Nacional Civil
PNUD Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
PPCE Protección y Prevención en Centros Escolares
PREAL Programa de Promoción de la Reforma Educativa en América Latina y el Caribe
PREVES Plan Nacional de Prevención y Seguridad en las Escuelas
STTP Secretaría Técnica y de Planificación
UNESCO Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, por sus siglas en inglés
UNICEF Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia, por sus siglas en inglés
USAID Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, por sus siglas en inglés
Agradecimientos La elaboración de esta investigación fue posible gracias al apoyo de la Fundación para la Educación Integral Salvadoreña
(FEDISAL) a través de la Licda. Jenniffer Morán y Lic. Rodrigo Cuadra, quienes participaron en las fases de recolección y
sistematización de la información; y, además, facilitaron las visitas a dos escuelas de Ciudad Delgado que fueron seleccionadas
para los fines de este estudio. Se agradece también a la Licda. Mayra Pérez de FEDISAL, por su apoyo en la conducción de
grupos focales, y a la Licda. Alba Cristina Pérez y Lic. David Quintana, ambos estudiantes de la Maestría en Métodos y Técnicas
de Investigación Social de la Universidad de El Salvador, por su apoyo en la realización de grupos focales y la sistematización
de información relacionada con las visitas a escuelas.
Además, se reconocen los interesantes aportes del Lic. Francisco Castaneda, Viceministro de Educación, Licda. María Cruz Castro,
Jefe de Convivencia Escolar y Participación Democrática, Licda. María Mercedes Castillo, Gerente de Protección y Ambientes
Educativos Seguros y Licda. Isabel Osorio, Asistente Técnico Pedagógico, del Ministerio de Educación; Lic. José Luis Flores,
Viceministro de Prevención Social, y Lic. Elvis Chinchilla, asesor, del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública; Evelyn Marroquín,
Subcomisionada de Familia, y Lic. Rómulo Pompilio, Subcomisionado, ambos de la Policía Nacional Civil; Coronel Miranda, Jefe
de Operaciones del Estado Mayor Conjunto, y Coronel Zaldívar, Unidad de Operaciones del Estado Mayor Conjunto, ambos de la
Fuerza Armada; y Licda. Rosalinda Mira, Unidad de Educación de la municipalidad de Ciudad Delgado. Asimismo, se reconoce la
colaboración de directores, docentes, padres y estudiantes de las dos escuelas de Ciudad Delgado.
Se agradecen la contribución del Lic. Luis de la O y Lic. Óscar Flores, del Centro de Investigación y Estadísticas de FUSADES,
quienes elaboraron mapas sobre el comportamiento de la violencia en las escuelas, trabajo que sirvió de insumo para el
análisis; y el excelente apoyo de Kriscia Stefanie Hernández, estudiante de quinto año de Economía y Negocios de la Escuela
Superior de Economía y Negocios, y de Iris Alexandra Castillo, estudiante de quinto año de Economía de la Universidad de El
Salvador, en la sistematización de información y la elaboración de gráficas y cuadros usados en este estudio. También, especiales
agradecimientos a la Licda. Elena de Alfaro, Lic. Claudia Cristiani, Lic. Rafael Ernesto Góchez, Licda. Carmen Aída Lazo, Lic. Álvaro
Guatemala y Licda. Carolina Rovira, miembros de la Comisión del Departamento de Estudios Sociales de FUSADES, por los
interesantes aportes y recomendaciones, y a Yolanda Cabrera de González, por la revisión editorial minuciosa.
1
1. Introducción Garantizar la misión de la educación, sobre todo en contextos de riesgo, es uno de los desafíos de política pública más
importantes. La violencia que ocurre en el ámbito escolar, sea esta reflejo o no de un entorno conflictivo e inseguro, puede
afectar negativamente la función social de la escuela (Román y Murillo, 2011). La importancia de contar con ambientes
escolares seguros como requisito para mejorar la calidad educativa ha sido reconocida en los Objetivos de Desarrollo del
Milenio y la Declaración de Incheon del Foro Mundial sobre educación (UNESCO, 2015).
En El Salvador, el reto de promover escuelas seguras se enmarca en el contexto de una epidemia de violencia que amenaza
su rol protector y transformador. De 2009 a 2015, la tasa de homicidios por cada 100,000 habitantes aumentó de 71 a 103
(FUNDAUNGO, 2016), colocando al país entre los más violentos de América Latina. En 2014, 54% de los hogares consideró que sus
libertades de acción1 han sido restringidas por la inseguridad (STTP y MINEC-DIGESTYC, 2015). Además, 64 de cada 100 escuelas
públicas están ubicadas en zonas con presencia de pandillas, las cuales pueden entorpecer su funcionamiento normal. De hecho,
en 28 de cada 100 centros escolares, la violencia de pandillas es una de las principales causas de deserción (MINED, 2015). En el
país se han implementado diversas estrategias para enfrentar la violencia que afecta a las escuelas. Sin embargo, se desconoce en
qué medida estas responden adecuadamente a la realidad que se vive en los centros educativos públicos, los cuales representan
el 85% del total de 6,033 escuelas y alojan a cerca de 1.3 millones de estudiantes (MINED, 2016a).
En este estudio se explora de qué manera las políticas y programas públicos para prevenir la violencia escolar en este país son
pertinentes, en tanto han sido diseñados con base en evidencia y constituyen respuestas coherentes con las necesidades de
las escuelas. Para responder a esta interrogante, primero se define qué es violencia escolar y cuáles son los antecedentes de
este fenómeno para el caso salvadoreño, posteriormente se presenta un diagnóstico del problema en los centros educativos
públicos y las estrategias principales para prevenirlo. Para comprender cómo enfrentar la violencia escolar desde las aulas
e identificar factores de éxito, también se analiza la experiencia de dos escuelas públicas ubicadas en el mismo contexto
de riesgo social, pero con distintas manifestaciones de violencia en su interior. Al final, se discuten los hallazgos principales
y se reflexiona acerca de los retos de política pública, con el propósito de hacer recomendaciones sobre cómo mejorar los
esfuerzos para asegurar el cumplimiento de la misión de la escuela en El Salvador.
1 Esto significa que debido al clima de inseguridad en su comunidad, los miembros de los hogares no pueden salir de noche, dejar que los niños salgan a jugar, dejar sola la casa, poner un negocio o transitar con libertad por las calles.
2
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
2. Violencia escolar: un problema complejo que demanda soluciones integralesLa violencia escolar es cualquier acto de agresión
intencional que ocurre en las instalaciones educativas,
cuando se camina hacia o desde la escuela o en actividades
extramuros organizadas por la escuela2. Puede ser física,
cuando se realizan actos contra las personas que causan
dolor o malestar; económica, si hay vandalismo y daños
a la propiedad; o psicológica, si se trata de agresiones
verbales (insultos o burlas), gestuales o exclusión social
(PREAL, 2003). Una mayor percepción de violencia en la
escuela o sus alrededores repercute negativamente tanto
en el clima escolar como en la sensación de bienestar
de los estudiantes, los docentes y los padres de familia
(Granberg-Rademacker et al., 2007).
Existen cuatro formas principales de violencia que tienen
consecuencias sobre la educación (UNESCO, 2009):
• El castigo físico y psicológico de docentes u otros
adultos a estudiantes. El físico se refiere a pegarle a los
estudiantes, darles puntapiés o tirarles de las orejas,
entre otras agresiones; y el psicológico a toda forma de
humillación, menosprecio o ridiculización. Esta forma
de violencia genera resentimiento y hostilidad entre
estudiantes y educadores.
• El acoso o bullying3 es el comportamiento agresivo,
sistemático y reiterado entre pares (Olweus, 1993)
2 Definición del Centro para la Prevención y Control de Enfermedades de Estados Unidos. Ver: http://www.cdc.gov/violenceprevention/youthviolence/schoolviolence/ 3 También es conocido como matonería u hostigamiento escolar.
a través de la burla, la difusión de rumores, el uso
de apodos hirientes, la violencia física o ignorar
completamente (‘hacer el hielo’). Se le conoce
como ciberacoso cuando ocurre a través de medios
de comunicación electrónica, tales como: correo
electrónico, redes sociales, blogs, mensajes de texto
y websites difamatorios.
• La violencia sexual y de género es dirigida contra una
persona por razón de su sexo o las expectativas sobre el
rol que esta debe cumplir en la sociedad. Puede variar
desde el hostigamiento, la explotación por parte de
otros compañeros, profesores o personal de la escuela
hasta la violación sexual. Las niñas son más vulnerables
a esta forma de violencia, la cual es considerada una
causa de embarazos no deseados y propagación de
infecciones de transmisión sexual.
• Violencia externa. Aparece cuando la escuela se
convierte en reflejo de un entorno violento debido a
conflictos políticos, pandillas, armas, peleas o tráfico
ilícito de drogas, y los estudiantes y docentes pueden
ser objeto de victimización. La violencia externa puede
afectar negativamente la asistencia, la capacidad de
los estudiantes para aprender y la disponibilidad de
docentes cualificados.
En el ámbito escolar, la violencia debilita cualquier esfuerzo
que se haga para obtener los mejores resultados educativos.
Esta tiene repercusiones sobre la asistencia a la escuela y
su capacidad tanto para promover la convivencia pacífica
como para desarrollar el talento de los estudiantes,
reduciéndose así los beneficios de la educación (Akiba et
al., 2002; Pinheiro, 2006; Garner, 2014). Su efecto es nocivo
en el rendimiento académico (Román y Murillo, 2011;
3
RTI International, 2013; Strom et al., 2013), la asistencia
(Abramovay y Rua, 2005; Barrett et al., 2012), la capacidad
para concentrarse (Chen, 2007; Hazel, 2010), el estado de
ánimo y la autoestima (Boulton, 2008; Hemphill et al., 2011),
el compromiso con la escuela (Ripski and Gregory, 2009),
la capacidad de los estudiantes para cumplir metas (Tam,
2008) y la percepción de los maestros sobre las habilidades
y el comportamiento de los estudiantes (Eriksen et al., 2012).
Es importante señalar que estos aspectos de la vida escolar
que son afectados por la violencia, pueden a su vez ser
generadores de conductas agresivas si no son corregidos
a tiempo. Desde una perspectiva social y económica, la
violencia también limita el rol de la escuela en la construcción
de capital social, la productividad del trabajo, los ingresos
futuros, y, por ende, en el desarrollo económico (Diagne,
2009; Pereznieto et al., 2010).
Enfrentar el problema de la violencia en el ámbito escolar
implica esforzarse por mantener la integridad de la misión de
la educación. Si la escuela es una forma de vida comunitaria
(Dewey, 1897) y una de las instituciones más determinantes
en la sociedad (Musgrave, 1965), su cometido es crear un
clima favorable para el aprendizaje y la convivencia, que
promueva el desarrollo pleno de los estudiantes y los prepare
para enfrentar la vida con responsabilidad; sin embargo,
la violencia obstaculiza esta misión y para enfrentar este
problema complejo, que resulta de la combinación de
diferentes causas, se requieren soluciones integrales.
Existen diferentes elementos que determinan la
probabilidad de que un niño o adolescente muestre
comportamientos violentos o sea víctima de estos (Lipsey
y Derzon, 1998; Resnick et al., 2004; Lösel and Farrington,
2012). El cuadro 1 muestra el listado de distintos factores
de riesgo y protección a los que se exponen las personas
en diferentes niveles o contextos: el individuo, la familia,
los pares, la escuela y la comunidad. El poder para predecir
los comportamientos violentos que tienen estos factores
varía según el nivel de desarrollo de las personas. Durante
la niñez los factores de riesgo y protección considerados
más determinantes pertenecen al nivel individual y familiar.
Mientras que en la adolescencia, la influencia de la familia es
sustituida por la de los amigos. A mayor exposición al riesgo
(cantidad de factores y duración), mayor es su impacto en
el bienestar, la conducta y el desempeño de los niños y
jóvenes en la escuela (Patterson et al., 1992). Para prevenir
la probabilidad de conductas agresivas se deben reducir los
factores de riesgo y potenciar los de protección, tales como:
la intolerancia hacia la desviación, una fuerte conexión con
la familia, la participación en actividades recreativas y un
firme compromiso con la escuela y la comunidad.
Considerando la variedad de factores que pueden estimular
o prevenir las conductas agresivas y antisociales, resulta
claro que la violencia escolar no puede aislarse de lo que
ocurre en otros entornos. Este problema, como su solución,
es de naturaleza ecosistémica ya que la escuela, en cierta
forma, modera los patrones de convivencia heredados de
la familia, la comunidad y la sociedad, o bien de diferentes
dimensiones del sistema social (Garner, 2014). La escuela
tiene una función que cumplir e interactúa con la familia,
con la expectativa de que esta potencie el desarrollo
cognitivo y psicosocial de los estudiantes. Además, la
escuela funciona en una comunidad y sociedad que tiene
normas y características socioeconómicas y culturales
que pueden actuar a favor o en contra de los fines de la
educación. En este sentido, las estrategias de prevención
de la violencia escolar deberían ser concebidas teniendo en
cuenta la condición sistémica del problema y su solución.
4
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
Desde una perspectiva enfocada en la solución más que en
el problema, una de las mejores estrategias para prevenir
la violencia escolar es consolidar y salvaguardar el rol
protector de la escuela. Esto implica lograr que la escuela
sea una institución sólida, capaz de crear y mantener
ambientes favorables para el aprendizaje y la convivencia,
que involucre a los padres de familia y aproveche el capital
social y cultural de las comunidades en las que opera.
Para alcanzar este propósito, es importante conseguir tres
objetivos (Walker and Shinn, 2002). Primero, se deben
Cuadro 1 Factores de riesgo y protección relacionados con conductas violentas o antisociales
Nivel
Historia de victimización violenta Actitud intolerable hacia la desviación
cit de atención, hiperactividad o problemas de aprendizaje
Alto coe ente intelectual
Historia de conducta agresiva temprana Alto puntaje promedio en las notas
Consumo de drogas, alcohol o tabaco Orientación social positiva
Bajo coe ente intelectual Religiosidad
Bajo control de conducta Creencias morales y valores
Baja autoestima Habilidades sociales
Poca empatía Inteligencia emocional
cit en procesos cognitivos de aprendizaje Capacidad para enfrentar problemas
Historial de tratamiento por problemas emocionales Conocimiento acerca de sí mismo
Creencias y actitudes antisociales
Exposición a violencia y con ictos en la familia
Actitud autoritaria en la crianza de los hijos Conexión con la familia o adultos fuera de la familiaPrácticas disciplinarias severas, laxas o inconsistentes Habilidad para conversar sobre los problemas con los padresPoco involucramiento de los padres Alta percepción de desempeño escolar por parte de los padresBaja dependencia emocional a padres o cuidadores Actividades compartidas con los padres frecuentementeBajo nivel educativo e ingresos de los padres Presencia constante de los padres durante, al menos, una de las siguientes
situaciones: al despertar, al llegar a casa después de la escuela, en la cena o antes de ir a dormir
Valores y principios sólidos
Asociación con delincuentes Relaciones afectivas positivas en la escuelaParticipación en pandillas Compromiso con la escuelaRechazo por parte de pares Exposición a climas escolares positivosFalta de participación en actividades convencionales Participación en actividades sociales o recreativasBajo rendimiento académico Membresía en grupos de pares que no condonan conductas antisociales
Fracaso escolar Clima escolar positivo, el cual se caracteriza por: supervisión intensiva, reglas de comportamiento claras, refuerzo negativo hacia la agresión, y participación de padres y maestrosGrupo de amigos positivos
Sentido de pertenencia y vinculación con la escuela
Oportunidades para un cierto éxito en la escuela y reconocimiento de los logros
Fomento de la responsabilidad y la cooperación
Normas escolares relativas a la violencia
Mínimas oportunidades económicas Acceso a servicios de apoyoAlta concentración de residentes pobres Participación en redes localesAltos niveles de desintegración familiar Compromiso con la comunidadBajos niveles de participación de la comunidad Participación en la iglesia u otros grupos de la comunidadVecindarios socialmente desorganizados Normas culturales contra la violencia
Fuerte identidad cultural
Fuente: Elaboración propia con base en Walker y Shinn (2002: 8-9) y los factores de riesgo y protección asociados a la violencia juvenil según el Centers for Disease Control
and Prevention (2016) con base en Lipsey y Derzon (1998), DHHS (2001) y Resnick et al. (2004)
Factores de protección
Individuo
Familia
Pares/social
Escuela
Comunidad
Factores de riesgo
Abuso de sustancias o criminalidad de los padres
Familia disfuncional
Bajo monitoreo y supervisión de los niños
Bajo compromiso con la escuela y fracaso escolar
Creencias normativas sobre la agresión
Acoso o bullying
Manejo inadecuado de la conductaGrupo de pares desviado
Rechazo de los pares
Bajo compromiso con la escuela
Fuente: Elaboración propia con base en Walker y Shinn (2002: 8-9) y los factores de riesgo y protección asociados a la violencia juvenil según el Centers for Disease Control and Prevention (2016) con base en Lipsey y Derzon (1998), DHHS (2001) y Resnick et al. (2004)
5
realizar acciones de prevención desde que un niño entra
por primera vez a la escuela, corrigiendo tempranamente
patrones de conducta agresivos o problemas de
aprendizaje, especialmente en lectura, que puedan afectar
su desempeño y permanencia en la escuela. Segundo, las
instituciones educativas deben funcionar reconociendo que
el problema no son los niños sino las escuelas, las cuales
deben estar preparadas para formar niños con distintos
antecedentes, experiencias e intereses. En ese sentido, estas
deben tener la capacidad de identificar y diseñar medidas
de prevención diferenciadas según el tipo de estudiante que
reciben: con desarrollo normal, con propensión a desarrollar
conductas antisociales o con comprobado o potencial
involucramiento en actividades delictivas. Y, tercero, para
aumentar su efectividad, las escuelas deben ser los mejores
aliados de las familias y las instituciones locales que
implementan diferentes programas de prevención.
Las estrategias para prevenir la violencia pueden
visibilizarse a través de políticas o programas que pueden
clasificarse según el sujeto de la intervención y su enfoque,
el cual está determinado por sus objetivos y alcance.
Con base en el sujeto de la intervención, las estrategias
de prevención pueden ser de tres tipos (Wolfe and
Jaffe, 1999; Walker and Shinn, 2002): a) primaria, si está
orientada hacia todos los estudiantes y ayuda a prevenir
el sufrimiento ocasionado por las conductas violentas
antes de que ocurran. El cumplimiento de las normas y los
procedimientos para mantener el orden, la disciplina y un
ambiente armonioso en la escuela, es un buen ejemplo
de esta estrategia; b) secundaria, cuando está dirigida
a los individuos en riesgo por violencia para reducir la
severidad del problema después de las señales tempranas.
Estas usualmente se refieren a programas de apoyo
académico, mentoría, desarrollo de habilidades y asistencia
personalizada; y c) terciaria, si busca minimizar actividades
delictivas y problemas de conducta crónicos o mentales
severos una vez que estos son evidentes. En estos casos, las
escuelas requieren el apoyo de servicios especializados de
atención de otras agencias.
Según su enfoque, las estrategias de prevención
pueden clasificarse en: a) programas de gestión escolar,
concentrados en implementar normas de disciplina,
cooperar con la policía y asegurar el cumplimiento de la
ley; b) programas de prevención situacional, orientados a
cambiar el comportamiento de los estudiantes modificando
los ambientes sociales y físicos de la escuela. Por ejemplo,
mejorando la iluminación, colocando cámaras o haciendo
las instalaciones más acogedoras; y c) programas educativos
que buscan desarrollar habilidades para la convivencia, la
formación del carácter y la resolución pacífica de conflictos
(Volokh and Snell, 1998).
El éxito de las estrategias para prevenir la violencia en el
ámbito escolar depende de varios aspectos. A partir de la
experiencia de algunos países desarrollados, se deduce
que para que estas funcionen se requiere fortalecer la
organización escolar (Kim y Bailey, 2003), el currículo y
el compromiso de los niños con la escuela (Kaimacuata,
2010), la convivencia entre pares (Wolke et al., 2001), la
capacitación de los maestros, el liderazgo del director y el
monitoreo externo de los programas (Wilson et al., 2003). Y,
para aumentar la efectividad de dichas estrategias, Hassall
and Hanna (2007) identifican cinco buenas prácticas:
1) los programas parten de la teoría y la validación empírica
de los factores de riesgo y protección de la violencia,
la calificación profesional del personal, y son sujetos a
evaluaciones rigurosas. 2) Su duración e intensidad son
suficientes para conseguir las metas y se ajustan al nivel de
6
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
medida los resultados pueden variar dependiendo del tipo
de programa, la forma de implementación, las características
del contexto, el grado de exposición a factores de riesgo de
los sujetos a quienes está dirigido, y las diferencias culturales y
sociales de las comunidades en donde se ubican las escuelas
(Hahn et al., 2007b).
Al igual que en los países desarrollados, en América Latina
las estrategias para prevenir la violencia escolar enfrentan
algunas restricciones o desafíos similares. Así lo constata
un estudio que sintetiza los resultados de una revisión
sistemática de la literatura sobre la prevención de la violencia
escolar en esta región (Cuéllar-Marchelli et al. 2016). Según
dicho estudio, la mayoría de estrategias han sido para
fomentar comportamientos positivos a través de programas
para promover la cultura de paz y convivencia; y, otras
cuantas, para contrarrestar el bullying y la violencia sexual
y de género mediante la implementación de programas
educativos y de gestión escolar. No obstante, en escuelas
con alto riesgo por violencia, donde coexisten estudiantes
con un nivel típico de desarrollo con otros en situación de
riesgo o propensión a delinquir, recurrir a estas modalidades
de tratamiento o adoptar únicamente medidas primarias
de prevención puede ser contraproducente. Usualmente
los programas operan en el ámbito escolar o familiar y,
salvo algunas excepciones, llegan a ejercer influencia en la
comunidad y/o trascienden a política pública. En relación con
su diseño y las formas de implementación, en la mayoría de
casos, estos no se incorporan dentro del plan de estudios, ni
son formulados sobre la base de indicadores y la validación
empírica de los factores de riesgo y protección de la violencia
que son propios de cada contexto y escuela. Tampoco se
incluyen planes de monitoreo y seguimiento o evaluaciones
que permitan identificar áreas de mejora y conocer los
efectos de los programas en el clima escolar.
desarrollo de los niños o adolescentes. 3) Se concentran
en reducir los factores de riesgo y fortalecer los factores de
protección de la violencia en múltiples dominios.
4) Fortalecen la colaboración entre los niños y adolescentes, la
escuela y la familia, la escuela y la comunidad. 5) Desarrollan
habilidades para mejorar la convivencia.
Sin embargo, las estrategias para prevenir la violencia escolar
no siempre son implementadas apegándose a las buenas
prácticas. En muchos casos, los programas no responden
a una política nacional ni son diseñados identificando
claramente sobre qué factores de riesgo o protección se
puede incidir y en cuál contexto. Alguna evidencia sugiere
que los más exitosos son de largo plazo y suelen tener un
enfoque holístico (Blaya and Debarbieux, 2008), es decir,
toman en cuenta las interconexiones entre escuela, familia,
comunidad y sociedad. Pero diseñar e implementar este tipo
de programas no siempre es fácil, ya que para lograrlo es
indispensable contar con: suficiente información acerca de
los incidentes de violencia escolar, proactividad, un balance
adecuado entre las estrategias de prevención adoptadas en
la escuela y la comunidad, y tiempo para ver los resultados,
especialmente cuando estos implican cambios en los
patrones de conducta (Bazán, 2013).
Además, los programas para prevenir la violencia en las
escuelas no son siempre evaluados para conocer sus
impactos. No hay certeza respecto de cuáles son más
efectivos, si los dirigidos a niños con alta probabilidad
de mostrar conductas antisociales o los programas
universales. Algunos estudios sugieren que todas
las intervenciones pueden contribuir a mejorar el
comportamiento de los estudiantes (Wilson y Lipsey,
2005; Hahn et al., 2007a). Pese a ello, se desconoce en qué
7
A partir de las peculiaridades que enfrenta la prevención
de la violencia en el ámbito escolar en Latinoamérica, el
estudio anteriormente señalado propone las siguientes
recomendaciones: 1. Diseñar e implementar intervenciones
basadas en diagnósticos e indicadores. 2. Combinar acciones
de prevención situacional, primaria y secundaria en contextos
de alto riesgo por violencia. 3. Involucrar a la familia y la
comunidad en las acciones de prevención. 4. Capacitar a
directores y docentes, líderes juveniles, padres de familia en
cómo contrarrestar la violencia. 5. Incorporar la prevención
de la violencia en el currículo. 6. Fortalecer la participación de
las comunidades y del sector privado en acciones orientadas
a mejorar la seguridad escolar. 7. Realizar acciones de
monitoreo y evaluación para verificar la efectividad de los
programas y mejorarlos con base en evidencia.
2.1. La prevención de la violencia escolar en El Salvador
Comprender cómo impulsar ambientes seguros y propicios
para el aprendizaje es cada vez más importante en países,
como El Salvador, donde la inseguridad ciudadana tiene
repercusiones en todos los sectores, incluyendo el de
educación. El Informe Latinobarómetro destaca una fuerte
percepción de delincuencia, expresada en pandillas y
violencia, y enfatiza en la importancia de este problema
para los salvadoreños por sobre otros desafíos de nación,
como la economía (Corporación Latinobarómetro, 2016).
De 2010 a 2015, la tasa promedio de homicidios nacional
fue de 63 víctimas por cada 100,000 habitantes4, seis veces
mayor que la tasa que la Organización Mundial de la Salud
(OMS) considera el límite antes de declarar una epidemia
4 Según cifras del Instituto de Medicina Legal y DIGESTYC, disponibles en FUNDAUNGO (2016).
de violencia. En ese mismo período, la tasa promedio
de homicidios para los jóvenes fue casi el doble que la
nacional (111 por cada 100,000 habitantes) y muchas de
estas víctimas eran estudiantes. En ese período, fueron
asesinados 466 estudiantes y 23 docentes, entre ellos cinco
directores de escuelas5. A partir de un informe del Ministerio
de Educación (MINED), 2015, se estima que alrededor de la
mitad o más de los centros escolares públicos (5,132) están
ubicados en zonas donde se reporta presencia de pandillas
(65%), robos y hurtos (62%), tráfico de drogas (61%),
portación de armas blancas y de fuego (57%) y extorsiones
(46%). El mismo informe también revela la existencia de
casos de violencia sexual y trata de personas en 21% y 17%
de las escuelas públicas, respectivamente. Estos hechos
delictivos y la incidencia de la violencia dentro de varias
escuelas generan una situación de inseguridad y miedo
que provoca que, en algunas zonas, varios estudiantes las
abandonen y haya docentes que pidan ser trasladados a
otros lugares (FUSADES, 2014).
Por otra parte, en El Salvador, pareciera que las dificultades
para mantener relaciones de convivencia armoniosa,
propias de cualquier institución educativa, se complican
en entornos muy violentos. Se presume que una de cada
cuatro escuelas públicas tiene problemas de seguridad
interna debido a la presencia de pandilleros (MINED, 2015),
lo cual se suma a otras manifestaciones de violencia que
pueden existir en el interior, tales como: acoso o bullying,
violencia sexual y maltrato físico. Un estudio de casos sobre
la presencia de pandillas en las escuelas en cuatro municipios
de San Salvador y La Libertad encontró que estas influyen
negativamente tanto en las conductas de los estudiantes
como en la capacidad de las escuelas para prevenir la
violencia escolar (CNSP, 2004). Esta situación hace más real
5 Datos proporcionados por la Policía Nacional Civil en mayo de 2016.
8
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
la sospecha de que algunas escuelas están dejando de ser
espacios de protección, debido al deterioro de la autoridad
docente frente a la injerencia de estudiantes pandilleros en las
aulas (PNUD, 2013). Pareciera razonable, entonces, aseverar
que la penetración de pandillas en los centros escolares se ha
convertido en un problema de seguridad pública, en tanto
es una amenaza contra las comunidades e interfiere en los
intereses legítimos del Estado para desarrollar su función
educativa (López Ramírez, 2015). En suma, la violencia está
impactando a un puñado de escuelas extra e intramuros, por
lo que urge atender estas señales de alarma y evitar que la
misión de la educación esté en peligro (FUSADES, 2010).
Desde hace más de una década, las autoridades
gubernamentales han adoptado distintas estrategias de
prevención de la violencia escolar. A mediados de los años
noventa se incorporó en el plan de educación el enfoque de
cultura de paz, aunque su desarrollo ha sido incipiente en
la práctica (Quintanilla de González y Solórzano, 2014). En
respuesta al deterioro de la seguridad en las zonas urbanas,
en 2000, la Policía Nacional Civil (PNC) comenzó a ofrecer
servicios de prevención y protección escolar para garantizar
la seguridad de estudiantes y docentes. De 2005 a 2009,
también se implementó el programa Escuelas Efectivas y
Solidarias, el cual buscaba mejorar la convivencia y prevenir la
violencia en algunas escuelas urbanas. En sustitución de este,
en 2010, se lanzó Sueño Posible: un estudiante integralmente
formado, enfocado en la promoción de valores a través de
la educación artística y deportiva. Le siguió el Plan de Acción
Integral para prevenir comportamientos violentos a través del
control de asistencia, la supervisión de las entradas y salidas
de los estudiantes y el cuidado de zonas en las escuelas.
No obstante, el uso de medidas coercitivas aplicadas sin
compensar adecuadamente con acciones para mejorar las
relaciones de convivencia al interior de la escuela, corría el
riesgo de profundizar el estrés y entorpecer la labor educativa.
El interés por encontrar solución al problema de la violencia
en los centros educativos motivó, en 2011, al Consejo
Nacional de Educación que funcionó de 2009 a 2014, a
realizar una consulta nacional6 con el propósito de identificar
líneas estratégicas de acción. Al respecto, se encontró que
la mayoría de actores consultados se inclinó por priorizar
medidas de prevención de la violencia asociadas con mejorar
el acceso y la permanencia en la escuela, promover la
formación de valores en distintos ámbitos (escuela, familia y
comunidad), impulsar la formación técnica para ampliar las
oportunidades laborales de los jóvenes, diseñar programas
para mejorar el uso del tiempo libre e incentivar a los medios
de comunicación para apoyar esfuerzos para fomentar una
cultura de paz (IUDOP, 2011). En 2012, como parte de la
política de seguridad ciudadana del gobierno de El Salvador,
se creó la Estrategia Nacional de Prevención de la Violencia,
en la cual se reconocen tres ámbitos importantes de acción:
la comunidad, la familia y la escuela, considerando a esta
última como un medio para promover la convivencia pacífica
(GOES, 2012). Consecuentemente, en 2013, se instaló el
Sistema de Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno (EITP)7, orientado
a mejorar la calidad de los servicios educativos y disminuir
la influencia negativa de las pandillas en zonas vulnerables.
Como parte de la estrategia de seguridad, en 2015, el
Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Convivencia8,
presentó el Plan El Salvador Seguro, para contrarrestar la
criminalidad mejorando el control del delito y la prevención
de la violencia. A la educación se le adjudicó un rol protector,
6 La consulta consistió en la organización de grupos focales con 11 sectores claves: directores, docentes, estudiantes, padres, rectores de universidades, gobiernos locales, iglesias, medios de comunicación, organismos no gubernamentales, editorialistas y empresa privada.7 La Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno es la estrategia actual de transformación de las escuelas públicas. Su propósito es minimizar la deserción e impulsar un nuevo modelo pedagógico que responda a las necesidades de la comunidad, contando con una jornada escolar extendida que permita invertir más tiempo en los procesos de aprendizaje y actividades prácticas dentro y fuera de la escuela.8 Esta instancia nació en septiembre de 2014 y está compuesta por instituciones públicas, iglesias, medios de comunicación, empresa privada, partidos políticos y la comunidad internacional. Su objetivo es proporcionar insumos que ayuden a enriquecer las políticas y planes nacionales de justicia, seguridad ciudadana y convivencia, dar seguimiento a las políticas públicas en esta materia e identificar mecanismos para su financiamiento
9
que afecta a la educación, entre otros sectores. Se asume
que las políticas y programas diseñados para este fin son
pertinentes en la medida que han sido planteados con base
en diagnósticos e indicadores confiables y están centrados
en la escuela. Además, tanto sus objetivos e implementación
buscan fortalecer el rol protector de la escuela, mejorando
el clima escolar, promoviendo la convivencia pacífica y
fortaleciendo el sentido de responsabilidad hacia los demás
en todos los ámbitos (escuela, familia y comunidad).
El método empleado para resolver el problema de la
investigación es el de estudio de caso. Según Yin (1994),
el estudio de caso es una forma de investigación empírica
de un fenómeno contemporáneo en un entorno real sobre
el cual el investigador tiene poco o ningún control. Esta
herramienta metodológica se usa cuando es imposible
separar el fenómeno de su entorno y este se vuelve
indispensable para poderlo explicar. Para su realización, el
estudio de caso depende de múltiples fuentes de evidencia
y estrategias para el análisis, con resultados que deben
converger a partir de la triangulación de información.
El propósito del estudio de caso no es hacer generalizaciones
sino más bien dilucidar acerca de una situación e identificar
aspectos que pueden contribuir a explicar circunstancias
similares. Como en otras investigaciones cualitativas, de lo que
se trata es de generar una teoría respecto de un problema de
investigación que pueda ser transferida a otros casos similares
(Martínez Carazo, 2006). Este método también contribuye
al análisis de políticas públicas en tanto es un medio para
aumentar la comprensión acerca de la complejidad de los
problemas sociales, los cuales suelen ser entendidos de
manera distinta por diferentes actores. Adicionalmente, el
estudio de caso puede sugerir preguntas que son relevantes
para la toma de decisiones de políticas públicas y proveer
garantizando el acceso de los niños y jóvenes a las escuelas
y programas para aprovechar el tiempo libre (CNSCC, 2015).
Y, en 2016, el Consejo Nacional de Educación9 (CONED, 2016)
elaboró el Plan El Salvador Educado, en el cual se estableció
que el principal desafío de la educación salvadoreña era
lograr escuelas libres de violencia y promover la igualdad, la
participación y la sana convivencia.
Al parecer, en El Salvador, la mayoría de medidas para prevenir
la violencia escolar han sido reactivas a las condiciones de
violencia del entorno y no necesariamente responden a lo
que ocurre en el seno de las escuelas (FUSADES, 2014). Para
indagar en qué medida esta afirmación es cierta, se llevó a
cabo un estudio de caso que permitiera establecer el grado
de pertinencia de las políticas y programas en relación con el
diagnóstico del problema en los centros educativos públicos.
A partir del análisis se determina de qué manera las estrategias
para neutralizar los comportamientos agresivos de los
estudiantes y procurar climas escolares positivos responden
adecuadamente a la realidad de los centros educativos
públicos. También se identifican algunos elementos a
considerar en el diseño de políticas y programas de prevención
más eficaces. El método de investigación utilizado, sus alcances
y limitaciones se explican a continuación; y, posteriormente, se
resumen los principales hallazgos.
3. Metodología La investigación se concentró en examinar la pertinencia
de las estrategias para prevenir la violencia escolar en
el sistema educativo público de El Salvador, un país que
desde hace una década enfrenta una epidemia de violencia
9 Este consejo fue creado en 2015 por el Gobierno de El Salvador. Es un espacio conformado por organizaciones de la sociedad civil, instituciones públicas y organismos internacionales para promover y facilitar el diálogo y la concertación sobre cómo avanzar la educación en El Salvador.
10
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
elementos para el diseño e implementación de soluciones
concretas (Pal, 2005).
Es importante considerar que la investigación se realizó
para un caso único con una unidad de análisis y fue de
carácter exploratorio, evaluativo y situacional. Se refirió a un
caso único porque se limitó a estudiar fundamentalmente
un problema de política pública del sistema educativo
salvadoreño (nivel macro). No obstante, para ilustrar mejor
su complejidad, se sondeó cómo tal problema podía
manifestarse y atenderse en centros escolares públicos
ubicados en zonas de alto riesgo social (nivel micro). La
investigación fue exploratoria, porque permitió generar
hipótesis para investigaciones posteriores. Evaluativa, en
tanto se hizo con la expectativa de que pudiera aportar
elementos teóricos o prácticos a considerar en el diseño de
políticas y programas de prevención de la violencia escolar
en contextos con características y expresiones del fenómeno
similares a las de El Salvador. Y, situacional, porque el análisis
consideró la perspectiva de los tomadores de decisiones, los
implementadores de los programas y los beneficiarios. Es
importante aclarar que la unidad de análisis del estudio de
caso fue la pertinencia de la estrategia de prevención de la
violencia escolar que está siendo implementada en escuelas
públicas por instituciones gubernamentales.
Para garantizar la validez interna de la investigación, la
recolección de información y el análisis se apoyaron en el
conocimiento existente y un protocolo de investigación
diseñado para tales fines. La investigación se realizó de
mayo de 2016 a febrero de 2017. Cabe mencionar que la
violencia escolar ha sido poco estudiada en este país y la
mayoría de los programas para su prevención han sido
creados recientemente. Por consiguiente, el estudio de
caso se construyó a partir de la información proveniente
de múltiples fuentes.
El diagnóstico sobre la violencia escolar en el sistema
educativo público de El Salvador se basó principalmente
en algunos estudios, en el reporte de delitos de violencia
escolar de la PNC, y en los datos del observatorio de
educación del MINED, los cuales, a partir de una encuesta,
recogen las percepciones de los directores de los centros
escolares públicos acerca del problema y qué acciones
realizan las escuelas para prevenirlo. La información
sobre las políticas y programas de prevención de la
violencia escolar del sector público, se obtuvo a partir
de los documentos e informes de proyectos que estaban
disponibles a través de los sitios web de diferentes
instituciones y a solicitud de los investigadores. También
se realizaron entrevistas semiestructuradas a once
representantes de las instituciones públicas responsables
de diseñar y ejecutar planes para prevenir la violencia
escolar, con el propósito de conocer sus valoraciones
acerca del problema y cómo afrontarlo (anexo 1).
Adicionalmente, para ilustrar cómo en la práctica se
enfrenta la violencia escolar en un contexto de alto riesgo,
se realizaron visitas a dos instituciones educativas públicas
con diferentes manejos del problema. Un municipio fue
considerado de alto riesgo si cumplía con las siguientes
características: estaba en el listado de los diez municipios
con mayor número de homicidios según la PNC, era uno de
los 50 municipios seleccionados para implementar el Plan
El Salvador Seguro; y, según los datos del MINED, estaba
entre los primeros 50 de 262 municipios que reportaban
una mayor proporción de escuelas con problemas de
11
violencia psicológica y pandillas en su interior, así como
presencia de drogas en la comunidad. A partir de estos
criterios se seleccionó el municipio de Ciudad Delgado
del Departamento de San Salvador. Según los informes
de la PNC en 2015, este fue el sexto municipio con mayor
número de homicidios en el país, fue uno de los primeros
diez donde se comenzó a implementar el Plan El Salvador
Seguro, y, además, según los datos del Observatorio
del MINED del mismo año, fue el segundo con mayor
concentración de escuelas que reportó problemas de
violencia escolar en el departamento.
Ciudad Delgado tiene veintinueve escuelas públicas (catorce
urbanas y quince rurales) de las cuales se seleccionaron dos
en condiciones similares; pero, una con mayor liderazgo y
control del director que la otra. Los criterios comunes para
seleccionar las escuelas fueron: que fueran urbanas, el camino
hacia la escuela fuera peligroso por violencia o delincuencia,
estuvieran ubicadas en zonas con alta presencia de pandillas,
tuvieran noveno grado10, formaran parte del Plan El Salvador
Seguro y/o tuvieran programas para promover la convivencia
y prevenir la violencia. En cada escuela se aplicó una guía
de observación sobre las condiciones de infraestructura y
equipamiento, el ambiente escolar (orden y limpieza) y las
medidas de prevención situacional. También se realizaron
entrevistas semiestructuradas al director y dos docentes de
noveno grado, un grupo focal con estudiantes de noveno
grado y otro con padres de familia. Las visitas a escuelas
se realizaron en noviembre de 2016, durante la semana de
exámenes finales, e involucraron la participación de treinta
y nueve personas. En total, la investigación se enriqueció
con las valoraciones y aportes de cincuenta personas, entre
tomadores de decisiones, implementadores de programas y
beneficiarios (cuadro 2).
10 Solamente 11 escuelas de Ciudad Delgado tienen noveno grado y son urbanas.
Para determinar cómo es la pertinencia de las políticas y
programas para prevenir la violencia escolar se consideraron
tres criterios de análisis. Primero, claridad acerca de la
definición del problema y su intensidad en el sistema
educativo público según la calidad de la evidencia disponible.
Segundo, el grado de coherencia existente entre los objetivos
de las políticas y programas para prevenir conductas agresivas
con el diagnóstico del problema. Al respecto, se ponderó si
las políticas y programas para prevenir la violencia fueron
diseñados con base en información fiable; y, además, si
tomaban en cuenta algunos aspectos clave para asegurar su
éxito. Por ejemplo: el liderazgo del director, la organización
de la escuela, el currículo, la capacitación de los docentes, las
intervenciones para promover comportamientos positivos,
el involucramiento de la familia y el desarrollo de políticas
públicas, entre otras variables. También se dilucidó si el balance
entre las medidas de prevención de la violencia al interior de
las escuelas y afuera de ellas era el adecuado. El tercer criterio
para analizar la pertinencia de la estrategia de prevención
Cuadro 2 Participantes en la investigación
Fuente: Elaboración propia.
12
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
de la violencia fue su contribución a la solidez de la escuela
como institución formadora, especialmente en un contexto
considerado de alto riesgo. Cabe mencionar que las visitas a
las escuelas sirvieron de base para reflexionar acerca de este
último punto. El análisis concluyó con una discusión acerca
de los aspectos a considerar en el diseño e implementación
de políticas y programas para asegurar el cumplimiento de la
misión de la escuela en un país como El Salvador.
4. La violencia escolar en los centros educativos públicos Este apartado pretende aumentar la comprensión sobre el
problema de la violencia escolar en el sistema educativo
público de El Salvador. Para ello, primero, se explica cómo se
define este fenómeno en el país, según el MINED y la PNC,
reflejando las limitaciones en el registro de información
relacionada con dicho problema. Asimismo, se identifican las
manifestaciones de violencia en las escuelas salvadoreñas
siguiendo la clasificación de la UNESCO (2009), con base en
el observatorio del MINED. Luego, se caracteriza la violencia
escolar de El Salvador y se presenta su expresión territorial.
El análisis concluye con una discusión acerca de cómo, a
pesar del contexto social y educativo hostil, la escuela aún
puede ser un espacio de protección.
4.1. Manifestaciones de violencia escolar en El Salvador
El MINED registra cuatro formas de comportamientos
agresivos en las escuelas: psicológicos, físicos, matonería
y violencia sexual. Se observan estas expresiones de
violencia de docentes a estudiantes, entre escolares y
entre profesores. También se lleva registro tanto de los
factores de riesgo de la comunidad que afectan el contexto
escolar como de los factores que influyen en los espacios
educativos: pandillas, robos y hurtos, drogas, armas,
extorsiones, violaciones, explotación sexual, tráfico de
personas, entre otros aspectos como el alcoholismo, las
amenazas y la violencia intrafamiliar.
Esta definición de violencia escolar se puede adaptar a la
clasificación identificada por la UNESCO (2009). Como se
evidencia en la figura 1, el MINED registra el castigo físico y
psicológico como la violencia de docentes a estudiantes, la
cual varía entre psicológica, física y matonería. De manera
similar, se sistematiza la violencia entre pares, la cual
se puede atribuir al acoso y bullying. Asimismo, se lleva
registro de la violencia sexual entre escolares y por parte
de los maestros, la cual corresponde a la violencia sexual
y de género. Por último, el MINED registra la violencia
externa como los factores de riesgo social que afectan el
entorno educativo, tanto aquellos al interior de la escuela
como los de la comunidad.
En contraste, la PNC define la violencia escolar como
los actos que quebrantan la ley y que victimizan a la
comunidad educativa. Por lo tanto, se registra una amplia
gama de delitos cometidos contra estudiantes, docentes
y directores; desde homicidios, amenazas, agresiones
sexuales, hasta daños materiales, difusión ilegal de
información y suministro indebido de alcohol. A diferencia
del MINED, estos datos únicamente reflejan las víctimas de
las infracciones denunciadas a la policía.
La evidencia muestra la existencia de diferentes definiciones
del fenómeno y poca disponibilidad de cifras oficiales. No
existe una definición homologada y aprobada entre las
13
instituciones públicas responsables de diseñar y ejecutar
planes para prevenir la violencia en los centros educativos,
generando una falta de homogeneidad en la sistematización
de información. De hecho, el MINED y la PNC definen la
violencia escolar desde su enfoque de intervención, por lo
que la discrepancia entre ambas definiciones parece recaer
en su visión particular acerca de la violencia en las escuelas,
ya sea como un problema de disciplina escolar o como un
problema de seguridad pública.
Pese a estas limitaciones, la información proporcionada por
ambas instituciones permite caracterizar la violencia escolar
en El Salvador. A continuación, se presentan las víctimas
de dicho fenómeno y los principales delitos cometidos
contra la comunidad educativa, con datos de la PNC, y se
evidencian las manifestaciones de violencia que se generan
en los centros educativos públicos del país, con base en el
observatorio del MINED.
4.2. Caracterización de la violencia escolar
Desde la perspectiva de la PNC sobre violencia escolar, el
problema ha afectado más a los estudiantes, en comparación
con los profesores y directores. Además, la violencia sexual
predominó en los delitos contra escolares, mientras que
los robos y hurtos fueron las principales agresiones contra
docentes y directores.
La violencia en las escuelas suele afectar más a los
estudiantes, particularmente a las mujeres. De 2010 a 2015,
el 93.6% de los delitos cometidos contra la comunidad
educativa fue contra escolares, 6.1% contra maestros y
0.3% contra directores11. Con respecto a la violencia contra
estudiantes, se registraron más víctimas mujeres (64%) que
hombres (36%); sin embargo, no se observó diferencia en
los delitos contra docentes y directores.
11 Datos proporcionados por la PNC en mayo de 2016.
Figura 1 Manifestaciones de la violencia escolar en El Salvador
Fuente: Elaboración propia con base en UNESCO (2009) y MINED (2015).
14
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
Por otra parte, los actos violentos contra la comunidad
educativa varían según la víctima. La gráfica 1 ilustra la
distribución de los principales delitos cometidos contra
estudiantes, profesores y directores, de 2010 a 2015. Se
estima que la violencia más común contra estudiantes fue
la agresión sexual (28%), seguida por las amenazas (16%),
robos y hurtos (15%), privación de libertad (13%), lesiones
(11%), entre otros delitos como pornografía, homicidios,
estafa, etc. Y, las infracciones que más afectaron a los
docentes y directores fueron los robos y hurtos (47%)
seguido por las amenazas (24%), agrupando el 71% del
total de delitos contra dichas víctimas.
Además de conocer la victimización de la comunidad
educativa, es necesario explorar cómo se manifiesta
la violencia escolar según el MINED. Por un lado, en la
escuela salvadoreña parece predominar la violencia
externa, expresada en problemas de pandillas y drogas,
principalmente, seguida por el acoso escolar, prevaleciendo
la violencia psicológica entre pares. Por otro lado, se
evidencia poca violencia sexual y castigo físico y psicológico.
Consiguientemente, se busca caracterizar estas cuatro
formas de violencia que se generan en los centros educativos
públicos del país, con base en percepciones y experiencias.
Violencia sexual y de género
A pesar de que varias instituciones públicas e investigaciones
reconocen su exposición en el entorno educativo, la agresión
sexual sigue siendo un delito silencioso en El Salvador. Los
directores declararon poca violencia sexual en el observatorio
del MINED y los estudiantes denunciaron poco en la Encuesta
Mundial de Salud Escolar12 del Ministerio de Salud (MINSAL).
Los datos del MINED y MINSAL reflejan que la violencia
sexual, tanto entre escolares como por parte de maestros,
es poco frecuente. En 2015, 2.4% de las escuelas públicas
del país reportaba violencia sexual entre estudiantes; 0.3%
12 Se seleccionaron escuelas públicas y privadas con probabilidad proporcional al tamaño de inscripción. Se incluyeron en el marco de muestreo aquellas con 7°, 8° y 9° grado y con 40 o más escolares, de las cuales participaron 41 escuelas y 1,915 estudiantes.
Gráfica 1 Principales delitos contra la comunidad educativa, 2010 a 2015
Nota: de 2010 a 2015 se denunciaron 24, 623 delitos contra estudiantes y 1,681 delitos contra docentes y directoresa_/ Privación de libertad, desaparición de persona y secuestro.b_/Agresión sexual, otras agresiones sexuales y complicidad de delito de violación en menor e incapaz.c_/ Acoso sexual, abuso sexual, agresión sexual, estupro, otras agresiones sexuales, violación y violación en grado de tentativa.d_/ Abandono y desamparo, daños materiales, desórdenes públicos, pornografía, tráfico ilegal de personas, violencia intrafamiliar, entre otros.Fuente: PNC, información proporcionada en mayo de 2016.
15
por parte de docentes (MINED, 2015). Asimismo, según la
Encuesta Mundial de Salud Escolar, en 2013, en el país, 7%
de los escolares encuestados fue forzado a tener relaciones
sexuales sin consentimiento; 8% a realizar actividades
sexuales contra su voluntad; y el 18% conocía a alguien de
su edad que había sido sexualmente abusado o violado
(MINSAL, 2013). Esto coincide con la percepción de algunos
funcionarios del MINED, quienes expresaron que esta
forma de violencia no solía ocurrir en los centros, aunque
reconocieron que el embarazo adolescente es un problema
que aqueja a las niñas.
En contraste, las cifras reportadas por otras instituciones
públicas sí reconocen su manifestación. Por ejemplo, a partir
de las estadísticas de la PNC, se identifica a la violencia
sexual como una de las agresiones que más afectan a los
estudiantes. La entrevista al representante del Ministerio
de Justicia y Seguridad Pública alude al problema de
acoso sexual por parte de los educadores. Asimismo, dos
investigaciones sugieren que en las escuelas públicas la
violencia sexual es un problema serio (Martínez et al., 2014;
Bermúdez-Valle, 2016). Por ejemplo, Bermúdez-Valle (2016)
señaló que 55% de los 20,549 escolares encuestados en
su estudio observó cómo a sus compañeras les tocaban
genitales, pecho o nalgas con la intención de molestarle
y que 32% observó cómo un docente se le insinuó
sexualmente a una compañera.
Castigo físico y psicológico de docentes a estudiantes
Los datos del MINED muestran poca violencia de maestros
hacia estudiantes; no obstante, es necesario acotar
nuevamente que las cifras se basan en la percepción de los
directores. En 2015, únicamente entre 16 y 198 escuelas
registraron violencia psicológica, violencia física y/o
matonería por parte de docentes (MINED, 2015). El castigo
psicológico parece ser la agresión más practicada. Un
estudio exploratorio sobre la violencia en quince centros
educativos de nivel medio refleja lo mismo (Bermúdez-Valle,
2016). Los resultados de dicha investigación sugieren que el
acoso del profesor es la violencia con menor magnitud en
las escuelas y coinciden en que la violencia psicológica es la
más ejercida por parte de maestros.
Acoso o bullying entre pares
Las entrevistas con los representantes del MINED señalan que
el bullying es un problema generalizado entre estudiantes,
y los datos oficiales confirman que la forma más común de
violencia escolar entre pares es el acoso. Hasta en dos mil
centros educativos se pueden presenciar las tres variaciones
de acoso escolar entre estudiantes: 37% de las escuelas
públicas del país registró violencia psicológica; 32%,
violencia física; 22%, matonería (MINED, 2015).
De hecho, en 2013, la Encuesta Mundial de Salud Escolar
encontró que uno de cada cuatro escolares salvadoreños
encuestados, entre las edades de 13 y 15 años de séptimo a
noveno grado, fue víctima de bullying en los 30 días previos
a la encuesta, y uno de cada tres fue agresor en los 12 meses
previos (MINSAL, 2013).
Violencia externa
A partir de las entrevistas realizadas a instituciones
públicas y según datos oficiales del MINED, se infiere
que la violencia externa prevalece en muchas escuelas
salvadoreñas, reproduciéndose en su interior el entorno
violento y varios factores de riesgo social que se
encuentran en el país. Con ello coinciden algunos estudios,
los cuales confirman la exposición de esta forma de
violencia en los centros escolares (Martínez et al., 2014;
16
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
Bermúdez-Valle, 2016; Beneke de Sanfeliú et al., 2016).
El MINED registra la cantidad de escuelas afectadas por
factores de riesgo asociados a pandillas, hurtos y robos,
drogas, portación de armas blancas y de fuego, extorsiones,
violaciones, tráfico o trata de personas, explotación
sexual, falta de transporte colectivo, entre otros aspectos
como amenazas, alcoholismo y violencia intrafamiliar.
Estos se encuentran principalmente en la comunidad; sin
embargo, muchos de ellos ya se permearon en los centros
educativos (anexo 2). De hecho, la violencia externa debido
a pandillas, robos, drogas, armas y extorsiones es la que
suele afectar más a la escuela. Por ejemplo, 24% de centros
tiene problemas de pandillas al interior, mientras que las
pandillas de la comunidad perjudican al 65% (MINED, 2015).
Asimismo, el problema de drogas en la comunidad afecta al
61% de escuelas y 14% lo enfrenta en su interior.
La percepción de los representantes de instituciones públicas,
expuesta en las entrevistas, coincide con las estadísticas
del MINED. Por un lado, se destaca la fuerte presencia de
pandillas incidiendo en niños y jóvenes y arrastrando más
problemas al interior de las escuelas, como el reclutamiento y
la rivalidad por el territorio, el uso y tráfico de drogas, el alcohol
y la promiscuidad. Por otro lado, se insiste en la pérdida de
autoridad de docentes y directores. Además, la comunidad
educativa sufre problemas de violencia intrafamiliar, embarazo
adolescente, inseguridad en el camino al centro y homicidios.
Al respecto, a las distintas formas de violencia externa, se
suman las agresiones por parte de efectivos de la PNC en el
entorno educativo (Martínez et al., 2014; Bermúdez-Valle,
2016). Estas investigaciones denuncian el acoso sexual y
el abuso de poder de policías, así como también la falta
de seguimiento de protocolos de detención y de registros
a estudiantes. Un estudio de caso sobre la situación de
violencia en un instituto, de Martínez et al. (2014), encontró
que dos de las formas de violencia externa más recurrentes
son: la violencia por parte de efectivos de la PNC y la
violencia intrafamiliar. Por su parte, Bermúdez-Valle (2016)
destacó cuatro problemas frecuentes en los quince centros
educativos que fueron incluidos en su estudio: problemas
de drogas (consumo, venta adentro y afuera de la escuela, y
peleas), violencia por parte de policías (acoso verbal y físico
y abuso de poder), problema de pandillas (peleas entre
pandillas y reclutamiento adentro y afuera), y extorsiones.
Otra investigación corrobora la manifestación de violencia
externa en 81 escuelas públicas del país, identificando
factores de riesgo y protección asociados a 8,916
estudiantes de sexto y noveno grado (Beneke de Sanfeliú
et al., 2016). El estudio reveló que en estos escolares
existe una prevalencia de vinculación con pandillas y de
consumo de alcohol y drogas. Por ejemplo, uno de cada
cinco estudiantes encuestados es miembro actual de una
pandilla, es ex miembro o está asociado (tiene amigos
miembros). Asimismo, uno de cada tres ha tomado alcohol,
siendo más frecuente en los jóvenes vinculados con
pandillas (52%) contra los que no lo están (28%).
Finalmente, la violencia es un problema cada vez más común
en el ámbito educativo de El Salvador. Las entrevistas a
funcionarios revelan que estos perciben que la violencia
ocurre tanto dentro como fuera de la escuela, afirmando que
la violencia escolar ha evolucionado así como también el
comportamiento de los niños y adolescentes en relación con
dicho problema. Según el enfoque del MINED, la violencia
externa y el acoso escolar predominan en los centros
educativos públicos, sin evidenciar mucha violencia sexual
y castigo físico y psicológico. Sin embargo, para la PNC, las
agresiones sexuales son los delitos que afectan más a los
17
estudiantes y los robos y hurtos a los docentes y directores.
Ante la manifestación de violencia escolar en el país y con el
propósito de identificar un patrón de comportamiento, se
intenta analizar la expresión territorial de dicho fenómeno.
4.3. Expresión territorial de la violencia escolar
Las conductas agresivas y hostiles entre estudiantes y los
factores de riesgo que podrían explicarlas se manifiestan
de diferente manera en los centros escolares a lo largo del
territorio nacional. Para ilustrarlo, con base en los datos
reportados por el MINED, primero se llevó a cabo un análisis
de correlaciones que permitiera identificar cuáles variables
podrían explicar cómo varía la expresión de la violencia en las
escuelas de distintos departamentos y municipios del país.
Como se muestra en el cuadro 3, al examinar la dirección y
la fuerza de las relaciones entre distintos tipos de violencia y
los factores de riesgo tanto al interior de la escuela como en
su entorno, se determinó que la violencia psicológica entre
pares tiene una correlación positiva, aunque relativamente
baja, con las demás formas de violencia entre estudiantes,
siendo mayor con la violencia física y la matonería que
con la violencia sexual. Además, es importante explorar el
comportamiento de esta forma de violencia escolar, ya que
Eljach (2011) insiste en que el maltrato físico es identificable
y sancionable, mientras que el psicológico implica prácticas
poco visibles que generan fuertes repercusiones psicosociales
en las víctimas y que promueven patrones agresivos. Por
otra parte, tanto al interior de los centros educativos como
en la comunidad donde estos se ubican, la presencia de
pandillas tiene una relación recíproca positiva y relativamente
fuerte con otros factores de riesgo, tales como la existencia
de drogas, armas blancas y de fuego, extorsiones, hurtos y
robos. También se observa que la violencia psicológica o el
acoso entre pares están correlacionados positivamente con el
problema de pandillas dentro de las escuelas y de drogas en
la comunidad, aunque esta relación es relativamente débil y
no implica causalidad.
Consiguientemente, por un lado, la violencia psicológica
entre estudiantes permite ilustrar la expresión de violencia
entre pares en las escuelas de El Salvador. El mapa 1 muestra
cómo varían los reportes sobre la existencia de violencia
Cuadro 3 Correlaciones entre los diferentes tipos de violencia y los factores de riesgo tanto al interior de la escuela como en su entorno
Fuente: Elaboración propia con base en MINED (2015).
18
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
psicológica entre estudiantes en los centros educativos
públicos de los 262 municipios del país. Es posible observar
que los municipios con una proporción alta de escuelas
con violencia entre pares se encuentran dispersos a lo largo
del territorio nacional, por lo que no se logra identificar
un patrón geográfico de comportamiento. Además, se
distingue que la mayoría de municipios registra menos de
la mitad de sus centros educativos con esta problemática
(anexo 3). Únicamente 43 municipios tienen una proporción
alta de escuelas con violencia psicológica entre estudiantes,
es decir, solo el 16% de los municipios registran más del 55%
de sus centros en esta situación.
Por otro lado, el problema de pandillas al interior de centros
escolares y el de drogas en la comunidad que afectan
el contexto educativo ilustran la expresión territorial de
violencia externa en las escuelas públicas salvadoreñas. El
mapa 2 refleja cómo varían los reportes sobre la existencia
de problemas de pandillas dentro de los centros educativos
públicos de los 262 municipios del país. De manera similar,
el mapa 3 muestra el comportamiento de las escuelas
afectadas por problemas de drogas en la comunidad.
En los mapas se observa que a lo largo del territorio la
concentración de municipios con mayor proporción de
centros educativos afectados por violencia externa se
encuentra en la parte sur de El Salvador. Asimismo, es
importante señalar que la presencia de pandillas al interior
de las escuelas no es igual en todos los municipios. En
83% de estos se reporta que menos de la mitad de los
centros enfrentan este problema (anexo 3). El 20% de los
262 municipios tienen menos del 3% de sus escuelas con
Mapa 1 Escuelas con violencia psicológica entre estudiantes (%)
Fuente: Elaboración propia con datos del MINED (2015).
19
Mapa 2 Escuelas afectadas por problemas de pandillas al interior (%)
Mapa 3 Escuelas afectadas por problemas de drogas en la comunidad (%)
Fuente: Elaboración propia con datos del MINED (2015).
Fuente: Elaboración propia con datos del MINED (2015).
20
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
problemas de pandillas al interior, mientras que el 17%
registra más del 40% de sus centros educativos. Por otra
parte, las drogas en la comunidad parecen afectar a más
centros. Únicamente 37 municipios tienen un porcentaje
relativamente bajo de escuelas con problemas de drogas
en la comunidad; solo el 14% de los municipios del país
señalan que menos del 35% de sus escuelas son afectadas.
Se observan más reportes de escuelas afectadas por
problemas de drogas en la comunidad que por pandillas en
su interior. Efectivamente, el 15% de los municipios registran
más del 80% de sus centros afectados por problemas de
drogas en la comunidad (anexo 3). Por lo tanto, se infiere
que la violencia externa debido a factores de riesgo de la
comunidad pone en peligro a una mayor proporción de
centros escolares del país, en comparación con los factores
de riesgo asociados con la escuela, los cuales afectan a una
cantidad menor de centros (anexo 2).
Se logra revalidar este patrón al comparar el comportamiento
de estas variables en los municipios con más y menos
reportes de escuelas con violencia entre pares. Para ello, se
ordenan los 25 municipios con más y menos escuelas que
registran violencia psicológica entre estudiantes (anexo
4 y 5), siendo esta variable la que ilustra la expresión de
violencia entre pares con base en el análisis de correlaciones
expuesto anteriormente. Por consiguiente, este ranking
permite contrastar el entorno violento (pandillas al interior
de la escuela y drogas en la comunidad) de los municipios
con mayor y menor proporción de centros educativos con
violencia entre pares, así como también es posible comparar
la deserción escolar de estos mismos municipios (anexo 6).
Los municipios que registran los porcentajes más altos de
escuelas con violencia entre pares ocupan las primeras
posiciones del ranking. En los primeros 25 municipios, en
promedio, 74% de los centros escolares tienen violencia
psicológica entre estudiantes; 40%, problemas de
pandillas en su interior; 76%, problemas de drogas en la
comunidad afectando el contexto educativo. Ante este
entorno, dos de cada cinco escuelas de esos municipios
reportan deserción por violencia y/o presencia de
pandillas. Asimismo, se identifican las últimas posiciones
del ranking, las cuales registran los municipios con los
porcentajes más bajos de escuelas con violencia entre
pares. En los últimos 25 municipios, en promedio, 7% de
centros educativos poseen violencia psicológica entre
estudiantes; 10%, problemas de pandillas al interior;
46%, problemas de drogas en la comunidad afectando
el entorno escolar. En esos municipios, solo el 8% de las
escuelas tienen deserción por violencia y/o presencia
de pandillas. Ciertamente, se observan más centros
educativos afectados por los factores de riesgo de la
comunidad, en comparación con los factores al interior
de la escuela. La gráfica 2 lo corrobora, contrastando el
promedio de escuelas afectadas por las variables mencionadas,
en las primeras y últimas 25 posiciones del ranking.
En efecto, la evidencia sugiere que la proporción de centros
escolares que son afectados por la violencia externa debido
a factores de riesgo de la comunidad es mayor que la
correspondiente de aquellos que experimentan violencia por
los factores de riesgo al interior de la escuela o violencia entre
pares. La proporción de centros afectados por los problemas
de drogas en la comunidad es relativamente alta, tanto en
los municipios con más reportes de escuelas con violencia
entre pares, como en aquellos con menos reportes. Prueba
de ello es la diferencia de 36 puntos porcentuales entre el
promedio de centros educativos con problemas de drogas
21
en la comunidad y el de aquellos con problemas de pandillas
en su interior, en los municipios con más y menos escuelas
con violencia entre pares, 76% contra 40% y 46% contra 10%,
respectivamente (gráfica 2).
En los municipios que reportan más escuelas con violencia
entre pares, también se observan más centros afectados
por las pandillas en su interior y por las drogas en su
comunidad. Asimismo, se distingue una mayor deserción de
estudiantes en estos municipios. La proporción de escuelas
con deserción por presencia y/o violencia de pandillas es
mucho menor en los municipios con menos reportes de
centros escolares con violencia entre pares que en aquellos
municipios con más reportes, 27 y 32.7 puntos porcentuales
menos, respectivamente (gráfica 3).
Gráfica 2 Promedio de escuelas afectadas por un entorno violento en
los municipios que reportan mayor y menor violencia entre pares
Gráfica 3 Promedio de escuelas con deserción en los municipios que reportan
mayor y menor violencia entre pares
Fuente: Elaboración propia con datos del MINED (2015).
Fuente: Elaboración propia con datos del MINED (2015).
22
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
Consecuentemente, las conductas violentas entre
estudiantes y los factores de riesgo, tanto al interior de
la escuela como en su entorno, afectan a los centros
educativos públicos de distinta manera a lo largo del
territorio nacional. Al respecto, los problemas de drogas
de la comunidad parecen perjudicar a una mayor cantidad
de escuelas que los problemas de pandillas dentro del centro
escolar. Se infiere que la violencia externa debido a los
factores de riesgo de la comunidad afecta más a la comunidad
educativa, que la violencia externa ya permeada en la escuela.
4.4. La escuela aún puede ser un espacio protector y transformador
A partir del análisis de los datos, se concluye que la violencia es
un problema recurrente tanto dentro como fuera de la escuela,
el cual afecta de distintas formas a la comunidad educativa. De
hecho, recientes estudios aseguran que los centros escolares
no están exentos de violencia (PNUD, 2013; López Ramírez,
2015). Sugieren, además, que las pandillas han mermado el
espacio de formación y de desarrollo de capacidades de los
niños y jóvenes, generando la comisión de delitos, problemas
sociales y una pérdida del control público de las escuelas.
También destacan el deterioro de la figura de autoridad
de docentes y directores, la deserción, la drogadicción, las
afectaciones psicológicas y la resignación de padres a que sus
hijos asistan a instituciones lideradas por pandilleros.
Efectivamente, la violencia escolar afecta a una de las
instituciones socializadoras de país, convirtiéndola en un
espacio de riesgo y debilitando la integridad de la misión
de la educación. Según el Informe de Desarrollo Humano,
un contexto hostil compromete el rol de la escuela como
refugio del tejido social (PNUD, 2013). Desde una perspectiva
educativa, el MINED insiste en la importancia de la retención
de estudiantes, de la decisión de la familia en matricular a los
hijos y de la incidencia de la violencia en el sistema educativo
(MINED, 2016b).
Sin embargo, a pesar del contexto social y educativo hostil, la
escuela aún es un espacio de protección para la comunidad
educativa. Prueba de ello es que la proporción de escuelas
afectadas por la presencia de distintos factores de riesgo en su
interior (pandillas, drogas, armas, entre otros) es relativamente
menor que la proporción de escuelas que enfrenta estos
riesgos en la comunidad. De los once municipios sin reportes
de escuelas con violencia entre pares, cuatro registran
escuelas con problemas de pandillas en su interior, y diez,
escuelas con problemas de drogas en la comunidad. Además,
el estudio sobre los factores de riesgo de los estudiantes
de sexto y noveno grado de El Salvador revela que ocho de
cada diez escolares encuestados no están vinculados con
pandillas (Beneke de Sanfeliú et al., 2016). Reporta también
pocos actos violentos o ilícitos por parte de los estudiantes;
únicamente el 8% de los encuestados señaló haber cometido
algún acto de esta naturaleza, por ejemplo, vender drogas,
robar, atacar a alguien para hacerle daño, usar armas, entre
otros. Dicha investigación reitera que al haber más factores de
protección en el entorno, la prevalencia de comportamientos
problemáticos disminuye.
En definitiva, la escuela aún puede ofrecer un contexto
educativo seguro, libre de miedo y amenazas, y propicio
para el desarrollo pleno de los estudiantes. Puede ser un
espacio de protección que termine con el ciclo de la violencia
y procure niños y adolescentes resilientes, disminuyendo y
previniendo el comportamiento agresivo entre los miembros
de la comunidad educativa. Al respecto, la educación puede
23
contribuir a transformar la realidad del país trabajando desde
la escuela con la familia, la comunidad, la sociedad y otros
actores clave. Es imperativo asegurar el cumplimiento de
la misión de la escuela, razón por la cual a continuación se
explorará sobre cuáles han sido las estrategias principales para
prevenir la violencia escolar en el sistema educativo público.
5. La respuesta de las instituciones públicas para prevenir la violencia escolar
Los esfuerzos gubernamentales para contrarrestar la violencia
escolar se enmarcan principalmente en la estrategia de
seguridad ciudadana13 y tienden a concentrarse más en
proteger a las escuelas de factores externos que internos.
Las acciones de prevención están focalizadas en centros
escolares, en su mayoría urbanos, ubicados en contextos
de riesgo social que han sido priorizados por la PNC y el
MINED. Estas decisiones son tomadas con base en los datos
y el conocimiento generado por ambas instituciones, las
cuales parten de conceptualizaciones acerca de la violencia
escolar que son distintas. Además, mientras la PNC tiene
registros de información sobre el problema que corresponden
a varios años, es hasta 2014 que el MINED comienza a
producir indicadores anuales sobre esta área de interés.
Consecuentemente, en los años recientes, se ha planteado
la necesidad de instituir en el sistema educativo políticas y
programas para atender el problema que estén centrados
13 Seguridad ciudadana es “una de las dimensiones de la seguridad humana y por tanto del desarrollo humano que involucra la interrelación de múltiples actores, condiciones y factores entre los cuales se cuentan la historia y la estructura del Estado y la sociedad; las políticas y programas de los gobiernos; la vigencia de los derechos económicos, sociales, culturales; y el escenario regional e internacional. La seguridad ciudadana se ve amenazada cuando el Estado no cumple con su función de brindar protección ante el crimen y la violencia social, lo cual interrumpe la relación básica entre gobernantes y gobernados” (CIDH, 2009 pág. IX).
en la escuela, sean universales y garanticen el cumplimiento
de la misión transformadora de la educación en las personas
y la sociedad. Esta evolución en el pensamiento acerca de
cómo mantener las escuelas libres de violencia ha generado la
necesidad de resolver, entre otros desafíos, la tensión existente
entre los enfoques de seguridad ciudadana y educación en la
estrategia de prevención de la violencia en el ámbito escolar.
5.1. La prevención desde la óptica de la seguridad ciudadana
Por la importancia de la escuela en la socialización y
desarrollo de las personas en las comunidades, los planes y
programas diseñados para garantizar la seguridad ciudadana,
contienen tanto medidas que buscan defender los centros
educativos de amenazas externas, como algunas acciones
para evitar conductas antisociales y delitos en la comunidad.
Para lograr esto último, la política de seguridad incluye
medidas orientadas a ampliar el acceso a la educación,
promover valores, hacer buen uso del tiempo libre de los
niños y jóvenes, así como también fomentar el autocuidado y
la resistencia contra el uso de drogas. Los principales planes,
programas y acciones que están siendo implementados por
las instituciones de seguridad en coordinación con el MINED
son los siguientes:
a. Plan El Salvador Seguro (PESS)
El PESS es una estrategia integral para promover la seguridad
ciudadana a través de cinco ejes: la prevención de la
violencia, el control del delito, la rehabilitación y reinserción,
24
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
la protección a víctimas y el fortalecimiento institucional
(GOES, 2015a). De todos ellos, la prevención es la base sobre
la cual se circunscriben la mayoría de acciones, las cuales
incluyen medidas concretas para ampliar las oportunidades
educativas y la formación integral en escuelas y comunidades.
El plan es una hoja de ruta y un instrumento unificador que
propone a todos los actores, sectores e instituciones públicas
participantes14, aunar esfuerzos para mejorar la seguridad
ciudadana en el ámbito local.
El PESS propone focalizar acciones en cincuenta municipios
priorizados y las relacionadas con educación corresponden
al eje de la prevención. Entre las metas relacionadas con
dicho eje se encuentra mejorar la cobertura de los servicios
educativos para reducir el número de niños y jóvenes que
no estudian ni trabajan. En 2015, la implementación del PESS
se llevó a cabo en diez municipios, beneficiando inicialmente
a 104 escuelas seleccionadas y cerca de 64,220 estudiantes
(MINED, 2016c). El espacio de coordinación de este esfuerzo
es el Comité Municipal de Prevención de la Violencia, desde el
cual se impulsan las acciones interinstitucionales
e intersectoriales, priorizadas en cinco componentes:
1) seguridad en el territorio, 2) oportunidades educativas,
3) oportunidades de inserción productiva y laboral,
4) espacios públicos rehabilitados, dinamizados y seguros,
y 5) servicios de atención integral a las personas, familia
y comunidad.
El MINED forma parte de la Mesa de Oportunidades
Educativas junto con otras instituciones públicas15, la
14 En la ejecución del PESS participan varias instituciones públicas entre las que se destacan: el Ministerio de Justicia y Seguridad, que tiene bajo su responsabilidad al Viceministerio de Prevención Social, la Policía Nacional Civil, Academia Nacional de Seguridad Pública, Dirección de Atención a Víctimas, Unidad Técnica Ejecutiva del Sector Justicia y la Dirección General de Centros Penales; la Fiscalía General de la República, el Ministerio de Defensa Nacional, el Instituto Nacional de la Juventud, Ministerio de Salud, Secretaría de Cultura, Fondo de Inversión Social para el Desarrollo Local y el Ministerio de Educación.15 Entre estas se encuentran: el Instituto Nacional de los Deportes (INDES), el Consejo Nacional de la Niñez y de la Adolescencia (CONNA), el Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (ISDEMU), el Instituto Nacional de la Juventud (INJUVE), el Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y Adolescencia (ISNA) y el Fondo Solidario para la Salud (FOSALUD).
empresa privada y organismos no gubernamentales. Su
misión es asegurar que, en los centros escolares de los
municipios priorizados, la comunidad educativa cuente
con espacios seguros, mejore la convivencia, se fortalezca
el tejido social y se desarrolle una cultura de prevención.
También dan seguimiento a la implementación de los
siguientes programas:
Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno (EITP). Busca mejorar
la inclusión, la formación integral, la participación y
la socialización de los estudiantes, aprovechando los
recursos con que cuentan las escuelas en distintos
contextos y territorios (MINED, 2016d). Desde su diseño
en 2009, el modelo EITP busca transformar la escuela
pública y la aspiración es que sea implementado
gradualmente en todas las escuelas públicas del
país. Aunque originalmente no fue pensado para
contrarrestar la violencia en el ámbito escolar, en los
centros seleccionados para ser beneficiarios del PESS, se
enfatizan las siguientes áreas de trabajo: desarrollo de
la autoestima, confianza y habilidades para una efectiva
comunicación y cooperación, la resolución de conflictos
en forma no violenta, fomento de una cultura de respeto a
los derechos humanos y la paz, prevención de la violencia
de género, participación de la familia en la educación de
sus hijos y fortalecimiento del liderazgo directivo escolar.
También se considera el uso adecuado del tiempo libre
de los niños y jóvenes en períodos de vacaciones, a fin de
reducir la exposición a factores de riesgo.
Acceso educativo inclusivo. Se refiere a la
implementación de modalidades flexibles para ampliar
el acceso a la educación mediante el desarrollo de
educación acelerada, tutorías, pruebas de suficiencia
25
Adicionalmente, los registros presupuestarios anuales
no dan cuenta de cuánto ejecuta cada cartera de Estado
involucrada en el PESS, entre ellas el MINED. Solamente
hay registros disponibles de esta información cuando
las asignaciones provienen de los fondos generados a
partir de la aplicación de la Ley de Contribución Especial
para la Seguridad Ciudadana y Convivencia16. En 2016,
por ejemplo, de US$50.54 millones provenientes de
los fondos de la contribución especial, solamente el
11.08% fueron asignados para las acciones que el
MINED realiza en cumplimiento del PESS (CNSCC, 2017).
Y, además, se carece de evaluaciones para saber en qué
medida las acciones ejecutadas en el sistema educativo
contribuyen a prevenir la violencia escolar.
b. La Protección y Prevención en Centros Escolares (PPCE) que ofrece la Policía Nacional Civil
Las acciones de la policía para prevenir la violencia en los
centros educativos datan del año 2000, responden a la
estrategia de seguridad y se implementan en coordinación
con la cartera de educación. El marco referencial de la
protección escolar incluye lo estipulado en varios planes
y políticas entre las que sobresalen: el Plan El Salvador
Productivo, Educado y Seguro 2014-2019 (plan de gobierno),
la Estrategia Nacional de Prevención de la Violencia del año
2014, el Plan Estratégico Institucional de la PNC 2014-2019, la
estrategia de Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia
con enfoque de Policía Comunitaria y los convenios de
cooperación que cada año se suscriben con el MINED.
16 El artículo 1 de esta ley establece el cobro de 5% del costo de adquisición y/o utilización de servicios de telecomunicaciones en todas su formas, en todas sus modalidades, independientemente de los medios tecnológicos, terminales, aparatos o dispositivos que se empleen para su consumo, de acuerdo a los alcances establecidos en esta Ley; y, sobre la transferencia de cualquier tipo de dispositivo tecnológico, terminales, aparatos y accesorios de los mismos que permitan la utilización de servicios de telecomunicación (Decreto Legislativo No. 162. Diario Oficial No. 203, Tomo 409. 5 de noviembre de 2015).
y educación técnica inicial temprana. También incluye
el ofrecimiento de becas a niños y jóvenes talentosos
y/o provenientes de hogares con bajos ingresos, así
como la ejecución de programas de educación técnica
y habilitación para el trabajo. La oferta de programas
flexibles, especialmente aquellos dirigidos a jóvenes
que están fuera del sistema educativo, existe desde
2005, pero en el marco del PESS, intenta estimular
el retorno a la escuela de quienes abandonaron sus
estudios por distintas razones, especialmente amenazas
a la integridad física o por la inseguridad del entorno.
Mejoramiento de la infraestructura escolar, a través de
la rehabilitación y mantenimiento de las instalaciones
físicas, así como la construcción de espacios más
adecuados y seguros.
Es difícil determinar con exactitud a cuánto asciende la
inversión total en el componente educativo del PESS, su
alcance y efectos en el sistema educativo. Para comenzar,
este plan enfatiza en el desarrollo de una estrategia
interinstitucional de prevención de la violencia juvenil
y control del delito en los territorios urbanos con mayor
tasa de homicidios y problemas de delincuencia. Desde
la escuela, las acciones están mayormente orientadas a
mejorar las instalaciones físicas y la oferta de programas
educativos con el propósito de reducir la deserción,
atraer a los niños y jóvenes a la escuela y ampliar las
oportunidades de formación para el trabajo (educación
vocacional y técnica). Es una estrategia focalizada y,
además, no necesariamente se ejecuta en todos los
centros escolares de los municipios seleccionados.
26
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
La intervención de la policía en el ámbito escolar a través de
su División de Prevención busca desarrollar actividades para
cerrar espacios a grupos criminales y controlar delitos contra
la comunidad educativa, especialmente en los centros
escolares priorizados por la PNC y el MINED. Además, para
maximizar su efectividad operativa, la PNC participa junto
al MINED, otras instituciones públicas y organizaciones de
la sociedad civil en distintos espacios de coordinación en
materia de seguridad, que son liderados por el gobierno
central y las municipalidades.
Los servicios de prevención y protección a centros escolares
públicos que brinda la policía tienen una cobertura limitada
y cuentan con el apoyo de la Fuerza Armada de El Salvador
(FAES) en tareas de seguridad del entorno. Las acciones que se
realizan son básicamente de prevención primaria y situacional,
para contrarrestar la violencia sexual y violencia física, así como
contribuir con la erradicación de factores de riesgo social en las
comunidades (PNC, 2016a). Según la División de Prevención
de la institución policial, en 2016, solamente el 19.2% del total
de centros escolares del sector público (993) fueron atendidos
por el plan de protección y prevención. De estos, 793 se
beneficiaron con la implementación de programas preventivos
y las instituciones educativas sin programas (200 escuelas)
recibieron únicamente servicios de seguridad, y, aquellas sin
seguridad (290 escuelas) fueron atendidas únicamente con
programas preventivos.
Los servicios de seguridad se ofrecieron a 703 centros
escolares ubicados en 170 municipios, y estuvieron a cargo
de 1,231 policías y 672 efectivos militares; 388 centros
fueron atendidos por la PNC, 83 por la FAES y 222 por ambas
instituciones. El acompañamiento de la FAES en tareas de
seguridad pública a través del Plan Escuela Segura liderado
por el Comando Especializado Águila, surge a partir del
Decreto Ejecutivo Nº 61 con fecha 21 de mayo de 2015.
Dicho decreto establece la posibilidad de disponer de
la fuerza militar para apoyar a la PNC en operaciones
de mantenimiento de la paz interna en las zonas con
mayor incidencia de delitos, mediante patrullajes, registros
infraganti y otras operaciones conjuntas antidelincuenciales.
En el sector educativo, la FAES se limita a efectuar registros
para evitar el ingreso de ilícitos a los centros escolares,
disminuir la influencia de pandillas y evitar la deserción, así
como dar protección a estudiantes y docentes cuando van
hacia o de regreso a la escuela (Ministerio de la Defensa
Nacional, 2015 y 2016).
La seguridad que se brinda a los centros escolares puede
adoptar diferentes maneras. Como se observa en la gráfica 4,
esta puede ser perimetral o llevada a cabo en el contorno de
la escuela, en las rutas de desplazamiento de estudiantes y
docentes a través del programa Ruta Segura, interna, cuando
está orientada a reducir o controlar los factores de riesgo
adentro de la escuela (por ejemplo, pandillas, tráfico de
drogas y portación de armas); y, combinada, cuando más de
una medida de seguridad de las ya señaladas es aplicada. De
las 993 escuelas atendidas, se conoce que, al menos, el 40%
tiene seguridad perimetral y solamente 2% tiene seguridad
combinada. Es interesante conocer que, pese a que no todos
los centros educativos son beneficiados con la seguridad
brindada por la PNC y la FAES, después de la relación con la
comunidad, el 42% de los centros escolares del país percibe
su presencia como uno de los elementos que hacen sentir
más seguro el desarrollo de la labor educativa (MINED, 2015).
Es interesante señalar que no todo el personal policial
y militar ha sido capacitado para proteger y prevenir la
violencia en las escuelas y esto puede generar algunas
dificultades al realizar acciones de seguridad. La División de
27
Prevención de la PNC reportó que, en 2016, de 486 policías
con trabajo preventivo17, solamente el 65% había recibido
alguna formación para desempeñar esa labor. En entrevista
a un funcionario del Ministerio de Defensa, se advirtió que los
miembros de la fuerza armada han sido formados en defensa
nacional y no en seguridad pública, y, por norma, estos solo
pueden operar afuera de la escuela haciendo patrullajes y
registros, en conjunto con la policía. La diferencia de enfoques
en materia de seguridad entre la policía y la fuerza armada ha
generado algunas dificultades; ya que por definición mientras
la policía está obligada a controlar y prevenir el crimen,
los efectivos militares están entrenados para neutralizar al
enemigo, lo cual en ocasiones ha generado conflictos al
momento de utilizar la fuerza para garantizar la seguridad18.
17 Se refiere al personal que trabaja en la prevención de drogas, delitos informáticos y violencia intrafamiliar, y, además, en la promoción del deporte para contrarrestar conductas agresivas o violentas. 18 Esto puede referirse a: inadecuada aplicación de protocolos de actuación al momento de hacer tareas de contención y registros, abusos en el uso de la fuerza, poco profesionalismo al establecer relaciones con los estudiantes o docentes que puede manifestarse a través de excesos de confianza e involucramiento emocional o sentimental mientras se está en servicio.
Al respecto, un funcionario de la PNC que fue entrevistado
recalcó la importancia de continuar especializando a los
policías que trabajan en las escuelas, en la metodología y los
protocolos que deben usar, así como diferenciar con mayor
claridad los roles de todas las instituciones involucradas en
planes de protección y prevención en los centros educativos.
Por otra parte, es indiscutible que en la medida que la
situación de seguridad en los territorios mejore, la fuerza
armada deberá concentrarse únicamente en tareas de defensa
nacional, dejando la protección de las escuelas públicas
únicamente a la policía.
En cuanto a las labores de prevención de la violencia al
interior de las escuelas, la PNC cuenta con varios programas.
La mayoría de ellos aún no han sido evaluados, por lo que
se desconoce su eficacia basada en evidencia. Entre los
programas más importantes se encuentran:
Gráfica 4 Modalidad de seguridad en los centros educativos públicos
Nota: P: Perimetral, R: Rutas, I: Interna y N/A: No aplica (no hay información)Fuente: División de prevención, Subdirección de seguridad pública, PNC.
28
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
El Programa Educación, Resistencia Contra el Uso y
Abuso de Drogas y Violencia (DARE, por sus siglas
en inglés). Implementado desde 1996 y dirigido a la
comunidad educativa, principalmente a estudiantes
de educación básica entre las edades de 9 y 12 años
(Hernández, 1999). La intervención se centra en
comunidades calificadas como violentas y consiste en
la capacitación de estudiantes durante 17 semanas, a
través de las cuales se busca desarrollar conocimientos
y habilidades para prevenir el consumo de drogas y el
involucramiento de los jóvenes con las pandillas, que
puedan operar tanto en los centros educativos como en
las comunidades donde residen. A partir de 2000, la PNC
y el MINED firmaron un convenio, para la ejecución del
programa, capacitando alrededor de 56,678 estudiantes,
523 maestros y 113 asesores pedagógicos, totalizando
aproximadamente 131 centros educativos públicos.
Programa de Educación Preventiva contra el Abuso
de Drogas (PEPAD). Es un programa activo desde la
década de los noventa que está dirigido a estudiantes,
padres y docentes. Su objetivo es sensibilizar sobre las
consecuencias del abuso de drogas y cómo prevenirlas
a través de una serie de jornadas de reflexión. Estas
son dirigidas por el personal de la policía que ha sido
capacitado en el diseño de estrategias para reducir la
demanda de consumo de drogas en la niñez y juventud.
Programa Liga Atlética Policial (LAP) o Ligas Atléticas
Deportivas. Dirigido a población entre los 8 y 17
años de edad en las comunidades circundantes a las
delegaciones policiales del país. Implementa una
estrategia de prevención de la violencia mediante
actividades deportivas, en zonas identificadas con
altos índices de delincuencia, así tipificados de acuerdo
con los datos recabados por la institución policial. Se
busca infundir principios básicos como la disciplina,
la constancia, la moral y el buen comportamiento,
por medio de actividades diversas y constantes,
que permitan el desarrollo de estos principios y el
acercamiento más cercano de la policía, que logre la
transmisión de consejos traducidos en enseñanzas de
vida para los jóvenes participantes del programa.
El programa desarrolla diversas actividades de tipo
recreativo, artístico, intelectual, social, académicas, y
de otras áreas, las cuales son ejecutadas por miembros
de la Policía Nacional Civil. Para su implementación es
clave que los participantes se encuentren inscritos en
un centro educativo y asistan con regularidad, para
garantizar la continuidad dentro del equipo, promover
el involucramiento y la participación de los padres de
familia en la formación de los jóvenes.
Plan de Prevención y Represión a la Erradicación de
la Explotación Sexual, Comercial, Trata de Personas y
Las Peores Formas de Trabajo Infantil, Programa de
Prevención y Protección Sexual y Comercial de Niños
y Adolescentes. Es impulsado en coordinación con el
MINED desde junio de 2010, teniendo como población
objetivo estudiantes de tercer ciclo y bachillerato. El plan
es desarrollado a nivel nacional, bajo la conducción y
organización de cada delegación policial en escuelas
seleccionadas. El enfoque de esta intervención es la
prevención de la violencia sexual mediante estrategias de
educación (PNC, 2016b).
Escuelas de Verano. Incluye acciones preventivas
implementadas en centros educativos en coordinación
con el MINED y la Agencia de los Estados Unidos de
29
América para el Desarrollo Internacional (USAID, por
sus siglas en inglés). Las Escuelas de Verano se llevan
a cabo a través del Programa Policía Comunitaria,
implementado por Checci and Company Consulting Inc.
y son desarrolladas en el período de vacaciones de los
estudiantes del sistema regular. Su objetivo es prevenir
múltiples formas de violencia mediante actividades
recreativas que permitan aprovechar al máximo el
tiempo libre de los estudiantes, y, a su vez, construir un
medio socializador permitiendo la integración familiar
y comunitaria. Los estudiantes reciben formación en
valores, información sobre cómo prevenir el abuso
de drogas y el involucramiento con pandillas, entre
otros temas, que pueden variar según la organización
local de la delegación policial que atiende a un centro
educativo. A partir de 2016, la estrategia comenzó a
implementarse a nivel nacional.
En 2014, USAID desarrolló una evaluación de impacto
de las Escuelas de Verano y concluyó que el programa
en efecto, fomenta la cultura pacífica, promueve la no
asociación a pandillas y estimula el cambio de conductas
y percepciones acerca del entorno (USAID, 2016).
5.2. La perspectiva educativa para lograr escuelas libres de violencia
Existe acuerdo entre distintos actores del sector educación
en que la violencia que afecta a las escuelas no solo ocurre
extramuros, sino también en su interior. El MINED (2014a) ha
insistido en que la prevención de la violencia no solo es una
preocupación fundamental de la población, sino también
uno de los retos principales para lograr la transformación
del sistema educativo. Si bien es cierto, la coordinación
entre las instituciones de educación y seguridad ha sido
clave para mejorar la protección y prevención de la violencia
en los centros educativos en algunos territorios, esto no
sustituye la labor que desde las aulas se puede hacer. Por
consiguiente, su estrategia de prevención ha evolucionado
de un enfoque basado en la seguridad donde lo que impera
es el control del delito, hacia otro que prioriza la misión
de la educación y su rol en la construcción de una cultura
de paz (MINED, 2014a). Esta postura ha sido reforzada
por el Consejo Nacional de Educación (CONED), el cual ha
determinado que el primer desafío del sector es lograr que
la escuela se mantenga libre de violencia y se convierta en el
eje central de la prevención (CONED, 2016).
Un aspecto importante a destacar es la creación, en 2015, de
la Dirección Nacional de Prevención y Programas Sociales,
que tiene la responsabilidad de articular los esfuerzos de
prevención de la violencia en la escuela y de protección de
la niñez y adolescencia, generando sinergia institucional e
interinstitucional para la articulación de todos los actores y
responsables que participan en la estrategia de seguridad
escolar. Desde esta dirección, se canalizan y articulan las
propuestas y acciones de prevención de violencia escolar
impulsadas por el MINED, unas están vigentes y otras apenas
han sido planeadas y demandan mayor compromiso del
Estado y recursos para su ejecución. Entre ellas se destacan
las siguientes:
Sistema de referencia para la protección integral de
la niñez y adolescencia. Es una herramienta creada en
2013 con el propósito de orientar a los miembros de la
comunidad educativa sobre cómo proteger de manera
30
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
integral los derechos de los niños y adolescentes en
el marco de la Política de Educación Inclusiva y la Ley
de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia
(MINED, 2013a). Esta explica cuál es el marco jurídico
e institucional de la protección y prevención de la
violencia en todos los ámbitos, incluyendo la escuela.
También indica qué pueden hacer distintas instituciones
públicas cuando se vulneran los derechos de la niñez
y adolescencia, y, además, muestra los protocolos de
actuación en diferentes situaciones, entre ellas algunas
relacionadas con la violencia escolar, tales como la
atención a niños y adolescentes en conflicto con la
ley, qué hacer frente al bullying escolar y las medidas a
tomar en casos de violencia sexual y otros delitos.
Plan Nacional de Prevención y Seguridad en las Escuelas
(PREVES). Se estableció en 2013 y su objetivo es “reducir
la violencia en las escuelas y su entorno por medio de
procesos de sensibilización, información y capacitación
a miembros de la comunidad educativa y sus redes
institucionales sociales en el uso de mecanismos
alternativos de transformación de conflictos, formación
en competencias de protección y seguridad e
implementación de programas” (MINED, 2013b, pág. 13).
PREVES clasifica las acciones en cuatro ejes: 1) gestión
escolar, para transformar el modelo pedagógico y
desarrollar modelos disciplinarios alternativos. 2)
Participación social en torno a la escuela para: diseñar
e implementar el plan de prevención y seguridad de
la escuela (comunidad educativa, municipalidad y otras
organizaciones locales), desarrollar y fortalecer la
formación de padres de familia en temas relacionados
con la prevención y protección de la niñez y juventud,
e implementar programas en coordinación con
la PNC. 3) Competencias para el manejo de la
prevención y la crisis de seguridad en las escuelas a
través de la integración del Comité de Prevención y
Seguridad Escolar. Y, 4) desarrollo de competencias
interinstitucionales y de la ciudadanía en materia de
prevención y protección de escuelas a través de: la
generación de acuerdos de convivencia en el equipo
docente, el desarrollo del Manual de Convivencia y
planes de mejora de los ambientes, y el desarrollo
de métodos e instrumentos para la resolución de
conflictos. PREVES también sostiene que la mejor
política para prevenir y proteger a las escuelas de la
violencia es ampliar la implementación del programa
Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno (EITP).
Acciones puntuales en el marco de la EITP y el PESS.
Estas parten de tres premisas. La primera, se refiere al
reconocimiento de que el clima escolar es afectado
negativamente por las pandillas, el abuso de drogas, la
violencia sexual y las prácticas discriminatorias y abusivas.
La segunda, establece que las acciones del MINED deben
contribuir a lograr escuelas seguras en territorios seguros.
Y, la tercera, asume que la sostenibilidad de las acciones
depende del fortalecimiento de la relación entre escuela,
familia y comunidad.
En concordancia con lo anterior, en el marco del
programa EITP y el PESS se ejecutan las siguientes
acciones (MINED, 2016e): 1) fomento del arte,
recreación y deporte a través del programa Sueño
Posible. 2) Mejora de la convivencia, mediante el
ofrecimiento de servicios de atención psicosocial
a la comunidad a través de psicólogos y trabajadores
sociales, educación cívica, y capacitación a directores
31
y docentes sobre cómo mejorar los ambientes y
disminuir los factores de riesgo. 3) Acceso educativo
inclusivo: becas, programas de emprendimiento,
entrega de computadoras Lempitas (programa Una
niña, un niño, una computadora) y servicios educativos
para estudiantes con extraedad. 4) Mejoramiento
de infraestructura escolar. 5) Programas sociales:
alimentación escolar, uniforme, zapatos y útiles
gratuitos. 6) Formación docente. Y, además, 7)
educación familiar.
Educación familiar. Orienta a los padres, madres, o
responsables de familia, para asumir su rol protagónico
en la garantía y protección de los derechos de sus hijos,
así como en el fomento del cumplimiento de los deberes,
para contribuir a su formación, superación y convivencia
familiar. Este programa, conocido anteriormente por
Escuela de Padres y Madres, fue revisado en 2012
y desde 2014 incluye una guía metodológica para
contrarrestar la violencia sexual y de género, el bullying y
la violencia física, tanto en el seno de la familia como en la
comunidad a través de las siguientes actividades:
1) asambleas familiares; 2) talleres de educación familiar;
y 3) convivencias (MINED, 2014b).
Como parte de la estrategia, el programa requiere la
implementación de Planes Escolares de Educación Familiar
a través de los Comités de Desarrollo Educativo Familiar.
Por medio de distintas actividades se provoca la reflexión
sobre temáticas de interés familiar para la conformación
y refuerzo de valores (MINED, 2012). Aún no se identifican
evaluaciones que den cuenta de su efectividad.
Incorporación de Moral, Urbanidad y Cívica en el currículo
nacional. En febrero de 2016 se aprobó el Decreto
Legislativo 278, el cual estipula que esta asignatura
sea impartida obligatoriamente en todos los niveles
educativos. Este decreto fue impulsado y apoyado
por todos los partidos políticos, en tanto constituye,
desde su punto de vista, una forma para contrarrestar la
violencia ocasionada por la pérdida de valores y moral.
En 2017, la formación en Moral, Urbanidad y Cívica inició
como una unidad dentro del Programa de Estudios
Sociales. Su objetivo es contribuir a la formación integral
de los estudiantes y promover la convivencia pacífica en
todos los ámbitos de la vida de las personas, así como
desarrollar la conciencia moral y cívica acorde con las
sociedades democráticas. Dentro de sus ejes temáticos
se encuentran: los derechos y deberes ciudadanos,
pensamiento crítico y juicio moral, ciudadanía política y
mundial, pasado histórico y memoria reciente, identidad
y diversidad, convivencia, cultura de paz y derechos
humanos; y, ecología y ética del consumo.
Plan El Salvador Educado (PESE). Contiene las propuestas
del CONED (2016) para enfrentar los principales desafíos
de la educación, de los cuales el primero es lograr
escuelas libres de violencia. En este eje se proponen tres
líneas estratégicas de acción: 1) convertir a los centros
escolares en agentes activos para promover la paz, la
equidad y la sana convivencia de la comunidad. Esto
implica, entre varias recomendaciones, formular una
política nacional y el plan operativo para la convivencia
escolar y la reducción de riesgos externos, capacitar a
los equipos docentes y directivos en temas relevantes,
mejorar la gobernabilidad al interior de la escuela, aplicar
la política de equidad e igualdad de género, lograr
apoyo de la empresa privada y mejorar la coordinación
interinstitucional en tareas de prevención. 2) Desarrollar
la educación familiar. 3) Capacitar al personal directivo,
docente y administrativo en métodos para promover
la resolución de conflictos a través del diálogo. Para
lograrlo se propone incorporar este elemento en el
32
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
currículo de formación inicial y continua de docentes y
establecer protocolos para verificar la implementación
de planes para mejorar la convivencia y la disciplina en
las escuelas. 4) Crear y desarrollar alternativas curriculares
y extracurriculares que promuevan el desarrollo integral
de los estudiantes. Y 5) ampliar las modalidades de
atención educativa19 que reducen el número de niños y
adolescentes fuera de la escuela.
19 Por ejemplo: el Programa Nacional de Alfabetización, atención a personas con discapacidad, programas de educación permanente a población joven y adulta, programas de formación productiva y de educación flexible.
Cuadro 4 Centros educativos públicos con diferentes esfuerzos
para prevenir la violencia escolar
Fuente: Elaboración propia con datos del MINED (2015).
33
Las estrategias para prevenir la violencia o fomentar la
convivencia pacífica que están siendo ejecutadas por
el MINED no están presentes en todas las escuelas, ni
todos los docentes y directores están preparados para
ponerlas en marcha. Como se observa en el cuadro 4, las
iniciativas de prevención con enfoque de gestión escolar
más generalizadas en el sistema educativo público son la
elaboración e implementación de acuerdos de convivencia
y la incorporación de procesos de prevención en el
planeamiento institucional. Más del 85% de los centros
aplican estas medidas. Otra acción presente en la mayoría
de centros (97%) es el cuido de servicios sanitarios por parte
de los docentes como medida de prevención situacional.
No obstante, solamente 40% de los docentes aplican el
protocolo de las escuelas para prevenir el acoso y abuso
sexual, y apenas 16% usa el correspondiente a casos de
extorsión y amenazas.
En lo que respecta a programas educativos, su cobertura
es limitada. Por ejemplo, aproximadamente dos terceras
partes de las escuelas tienen Plan de Mejora de Ambientes
de Convivencia Escolar. Alrededor de un tercio, cuenta
con programas de equidad y prevención de la violencia
de género y de arte, recreación y deporte (Sueño Posible).
Cerca de un cuarto de las escuelas cuenta con el plan
PREVES y menos de un quinto ofrece servicios psicológicos
para mejorar la convivencia. En cuanto a la capacitación en
temas de prevención, la evidencia muestra que menos de
un cuarto de los directores, docentes o padres de familia ha
recibido alguna capacitación en cómo prevenir la violencia
escolar. Además, la evidencia sugiere que la mayoría de
centros que atiende estudiantes con responsabilidad penal,
carece de programas para atender a esta población.
5.3. Desafíos
Los desafíos de la respuesta de las instituciones públicas para
prevenir la violencia escolar están asociados a tres hechos.
En primer lugar, las intervenciones para prevenir la violencia
que afecta a las escuelas públicas responden más a la
estrategia de seguridad ciudadana implementada en el marco
del PESS que al compromiso de consolidar y salvaguardar
el rol protector de la escuela. Aun cuando se ha introducido
recientemente el enfoque educativo en la prevención de la
violencia escolar y se ha reconocido que el problema puede
existir al interior de varios centros, la mayoría de esfuerzos y
recursos están destinados a ofrecer servicios de seguridad y
prevención con el propósito de reducir los delitos, disminuir
los factores de riesgo (pandillas, drogas y armas) en la
comunidad y lograr mayor acceso a la escuela. Aunque es
necesario mejorar las capacidades y la efectividad de la fuerza
policial en tareas de prevención, en coordinación con el
MINED, el verdadero reto es lograr que la escuela cumpla con
efectividad su misión.
Por consiguiente, en materia de prevención de la violencia
en el ámbito escolar, es vital asumir el compromiso
de fortificar la institucionalidad de la escuela y definir
estrategias de prevención basadas en evidencia. Esto implica
mejorar la capacidad de los equipos directivos y docentes
para conducir procesos administrativos o pedagógicos
apegados a las necesidades de los estudiantes según su
entorno (familia y comunidad). El problema no son los
estudiantes, son las escuelas. Son estas las que deben
ajustar sus recursos y planes para prevenir la violencia y
mejorar el clima escolar, en función de buenos diagnósticos
acerca de: las necesidades de la población estudiantil,
34
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
la calificación del personal docente, la pertinencia del
currículo, la oferta de programas educativos y los recursos
para asegurar que su duración e intensidad sean suficientes.
Lo anterior supone que los centros escolares cuentan con
suficiente información y recursos para definir e implementar
acciones concretas para contrarrestar conductas agresivas
o antisociales, promover la convivencia pacífica y mantener
un clima escolar propicio para el aprendizaje. Generar
conocimiento y mejorar las estadísticas acerca del problema
de la violencia en las escuelas es otro de los retos a enfrentar
en la búsqueda de soluciones.
En segundo lugar, la prevención de la violencia escolar
desde la óptica de la seguridad ciudadana tiene un alcance
muy limitado. Para comenzar, no todas las escuelas en las
zonas consideradas violentas son atendidas, buscan reducir
los factores de riesgo principalmente afuera de la escuela,
y, además, el éxito de la prevención suele medirse por
encima de lo que la escuela pueda hacer para contribuir
en la formación de ciudadanos con valores, responsables y
competentes. Las medidas de seguridad pretenden evitar la
comisión de delitos, controlar el accionar de las pandillas y la
violencia juvenil; mientras que desde la educación se busca
desarrollar las capacidades humanas. En consecuencia, al
momento de realizar acciones de prevención de la violencia
en el ámbito escolar, se puede generar una tensión entre
los enfoques de seguridad ciudadana y educación que es
necesario superar.
Y, finalmente, si bien es cierto que el enfoque educativo
ha ganado terreno en el pensamiento y las estrategias de
prevención en el MINED, el CONED y otras instituciones,
los esfuerzos aunque valiosos son insuficientes. Existen
muchos programas cubriendo relativamente pocas escuelas.
Predomina la dispersión de recursos y la ausencia de
evaluaciones y seguimiento de planes de prevención. Muy
pocos docentes, directores y padres de familia han sido
formados en cultura de paz y prevención de la violencia,
y los protocolos existentes para prevenir o enfrentar
conductas violentas o delictivas son poco aplicados.
Un aspecto a potenciar, son las alianzas entre el MINED,
organizaciones del sector privado y las agencias de
cooperación en el desarrollo de estrategias y programas
de prevención como las que se muestran en el anexo 7. El
reto, sin embargo, es avanzar en las iniciativas públicas y
privadas que favorecen la formación integral y la promoción
de cultura de paz en el seno de las escuelas, fortaleciendo el
liderazgo del director y apoyando al equipo docente en la
implementación de medidas concretas desde las aulas.
6. ¿Cómo se enfrenta la violencia escolar desde las aulas?
Para ilustrar cómo en la práctica se enfrenta la violencia
escolar en un contexto de alto riesgo, se realizaron visitas a
dos escuelas públicas de Ciudad Delgado, donde se hicieron
entrevistas a profesores y directores y grupos focales de
estudiantes y padres de familia. Se exploró sobre: 1) la
claridad acerca de la definición del problema y su intensidad
en el centro; 2) la coherencia entre los objetivos de las
políticas y programas y la realidad del centro; y 3) la solidez
de la escuela como una institución formadora y protectora.
Los hallazgos principales proyectan un ambiente escolar en
riesgo. La comunidad educativa insiste en una exposición
de violencia, tanto al interior de las escuelas como en su
35
entorno, volviéndose una recurrente preocupación, ya
que hay factores de riesgo que amenazan su integridad
física y emocional, así como también hay factores de
protección que se debilitan al no tomar medidas correctivas.
A continuación se presentan dichos hallazgos, partiendo
por caracterizar el contexto que rodea a los dos centros
escolares. Luego, se analizan los tres criterios mencionados,
con el fin de hacer una reflexión sobre las similitudes y
diferencias en cuanto al comportamiento del fenómeno y al
manejo del problema.
6.1. Contexto que rodea a las escuelas de Ciudad Delgado
La epidemia de violencia que amenaza el rol protector y
transformador de las escuelas salvadoreñas se reproduce a
nivel municipal. Ciudad Delgado tiene distintas características,
tales como muertes y delitos violentos; jóvenes víctimas y
victimarios de violencia; conflictos interpersonales resueltos
con violencia; y violencia en la familia, hacia las mujeres y la
niñez y adolescencia (GOES, 2015b).
En 2015, este territorio es uno de los 25 municipios más
violentos con respecto a homicidios, robos y hurtos de
vehículos, extorsiones y lesiones20. En el ranking de los 20
municipios con mayor número de homicidios, Ciudad Delgado
ocupa la posición cinco (FUNDAUNGO, 2016).
Su tasa de homicidios supera los 100 por cada 100,000
habitantes, sobrepasando el límite de la OMS al menos 10 veces.
Uno de los sectores afectados por la violencia es la
economía y el clima de negocios. A partir del índice de
competitividad municipal elaborado por USAID en 2013,
20 Datos proporcionados por la PNC en 2015.
se constata que la criminalidad y delincuencia afectan la
atracción a inversiones y el éxito económico de Ciudad
Delgado (USAID, 2013). Asimismo, el sistema educativo
es perjudicado. En 2015, ocupó la posición 32 de los 262
municipios del país con mayor proporción de escuelas
con violencia escolar: 69% de los centros escolares del
territorio registró violencia psicológica entre pares; 45%,
problemas de pandillas en su interior; y 79%, problemas
de drogas en la comunidad (MINED, 2015). La violencia ha
afectado a las 29 escuelas públicas del municipio, las cuales
reúnen 555 docentes y 15,218 estudiantes. De estas, dos
de cada tres tienen deserción por violencia de pandillas;
consiguientemente, es razonable que se impulsen acciones
de prevención en el ámbito educativo, de las cuales algunas
se muestran en el cuadro 5.
Además, es importante mencionar que Ciudad Delgado es
uno de los primeros diez municipios priorizados por el Plan
El Salvador Seguro, el cual busca enfrentar la violencia y
criminalidad y garantizar el acceso a la justicia y a la atención
y protección de víctimas (GOES, 2015a). Su accionar se focaliza
en 11 escuelas, incluyendo el desarrollo de habilidades no
violentas para resolver conflictos, el fomento de una cultura
de paz y convivencia basada en el respeto de los derechos
humanos, y la identificación y transformación de actitudes,
comportamientos, prácticas y formas de relacionarse que
reproducen la violencia de género.
Para finalizar de describir el contexto que rodea a las
dos escuelas visitadas, el cuadro 6 muestra algunas
características de estos centros y su entorno, las cuales se
identificaron en el proceso de selección de las instituciones:
contexto de alto riesgo, zonas con alta presencia de
36
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
pandillas, camino peligroso hacia la escuela por violencia,
y escuela urbana y con noveno grado. De los 43 centros
escolares de Ciudad Delgado (29 públicos y 14 privados),
solo once tienen noveno grado y son urbanos, de los cuales
cinco poseen una situación compleja de violencia. Las
escuelas visitadas son las que más agudizado tienen este
problema, siendo una priorizada por la estrategia nacional
de seguridad pública (PESS).
Estas dos instituciones educativas cuentan con distintas
características. La escuela A imparte de parvularia a noveno
grado y reúne 803 estudiantes y 34 maestros, mientras que
la escuela B ofrece de parvularia a bachillerato general,
agrupando 1,405 estudiantes y 42 docentes. Por otra parte,
ambos centros escolares se enmarcan en un contexto de
riesgo social, con problemas de pandillas y con violencia
y delincuencia afectando a la comunidad educativa, por
Cuadro 5 Acciones de prevención de violencia ejecutadas por
las escuelas de Ciudad Delgado
Fuente: Elaboración propia con datos del MINED (2015).
37
lo que reciben apoyo gubernamental y no gubernamental
para prevenir la violencia. No obstante, la gestión escolar
de cada centro difiere en el manejo del problema. En la
escuela A, el director ha perdido el control de lo que sucede
adentro y no ha tenido buena relación con su equipo
docente. En la escuela B, por su parte, el director ha logrado
establecer límites para que las pandillas no accionen
adentro, delimitando de manera más efectiva las normas
de convivencia y sanciones, a diferencia de la escuela A.
Asimismo, en la escuela B, se distingue una buena relación
entre el director y un grupo de profesores, que lo apoyan en
la labor educativa y preventiva.
Cuadro 6 Características de las escuelas que se visitaron
Escuela A
Sí existe No existe
Fuente: Elaboración propia
Escuela B
Violencia y delincuencia
Apoyo gubernamental y no gubernamental para prevenir la violencia
Gestión escolar
Existe parcialmente
Contexto de alto riesgoProblema de pandillas
Violencia y delincuencia
Buena relación entre docentes y director
Presencia de pandillas alrededor de la escuela
Estudiantes vinculados con pandillas (por ejemplo, hijos de pandilleros)
Control de ciertas zonas del municipio por pandillas (por ejemplo, toques de queda)
Pandillas parecen controlar la escuela (presencia en estructuras de participación y toma de decisión de la escuela)
Pandillas parecen controlar la información desde la escuela (personas escuchan y pasan la información)
Extorsiones a la comunidad educativa
Comportamiento violento y delitos
Camino hacia la escuela solitario con trechos largos y puntos de asalto
Al no avisar con anterioridad la visita, es probable que asalten o detengan en el camino
Apoyo gubernamental y no gubernamental para prevenir la violencia
Gestión escolar
Escuela focalizada por el Plan El Salvador Seguro
Apoyo en prevención de la violencia por parte de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, de la empresa privada, de la sociedad civil, entre otros actores
Control de la escuela por parte del director
Fuente: Elaboración propia.
38
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
6.2. ¿Cómo en la práctica se enfrenta la violencia en las dos escuelas de Ciudad Delgado?
En este apartado, se exhiben las manifestaciones de
violencia escolar y las políticas y programas de prevención
que se identifican en las dos escuelas, ambas ubicadas en el
mismo contexto socioeconómico pero con distintos niveles
de violencia en su interior, con el objetivo de reflexionar
posteriormente sobre las similitudes y diferencias en cuanto
al comportamiento del fenómeno y al manejo del problema.
Escuela A
Primero, se percibe que los miembros de la comunidad
educativa –director, profesores, estudiantes y padres de
familia– tienen opiniones distintas sobre la expresión de
violencia y su intensidad en la escuela. Por un lado, todos
denuncian el acoso entre pares, de forma verbal y física.
Los alumnos y padres alertan sobre castigos por parte
de docentes, mientras que el director señala problemas
de drogas y noviazgos21. Asimismo, los maestros afirman
que la institución enfrenta más problemas disciplinarios
que de violencia, por ejemplo, una profesora alegó que
“el ambiente más que todo es disciplinario, pues los niños
vienen de hogares desintegrados y los papás trabajan en
empleos informales. Lo que se nota en ellos es una conducta
agresiva”. Manifiestan también que muchos de los escolares
están involucrados con pandillas, mas no reportan señales
de estas, ni violencia pandilleril al interior del centro, aunque
en años recientes sí ha habido. Por lo tanto, la evidencia
21 No se especifica lo que implica “problemas por noviazgos”.
sugiere que el ambiente educativo se ha vuelto un reflejo
de su entorno en menor magnitud, pues se registran altos
niveles de violencia en la comunidad, siendo el problema
de pandillas el más alarmante. Según la perspectiva del
director y docentes, la desintegración familiar, la violencia
intrafamiliar y las drogas en la comunidad también
preocupan. Los estudiantes, por su parte, denuncian el
acoso por parte de algunos efectivos de la PNC. Por otro
lado, no sorprende que los niños y sus padres sientan miedo
e inseguridad en el camino hacia el centro y en la comunidad,
no obstante, la comunidad educativa aún percibe la escuela
como un espacio seguro en el territorio. “Nos sentimos bien
porque aquí no tenemos problemas con nadie. Nos llevamos
con todos y no hay problemas entre nosotros mismos, pues, no
hay gente que nos puede hacer daño”, comentó un estudiante.
Por consiguiente, pese a las diferencias de percepción, los
miembros de la comunidad educativa coinciden en que la
violencia es un problema que ocurre afuera de la escuela, aun
cuando ya se manifiesta al interior.
Segundo, es importante constatar que esta escuela es
uno de los centros educativos priorizados por el PESS,
por lo tanto muchas organizaciones gubernamentales y
no gubernamentales le brindan apoyo para enfrentar el
fenómeno de la violencia. Se distinguen diversas estrategias
de prevención implementadas, entre las cuales se destaca
el programa de robótica del MINED, el proyecto de familias
fuertes del MINED y MINSAL, la formación de líderes por
parte de USAID y FUSALMO, el apoyo psicológico del
MINED y el apoyo policial y militar. El Comité Municipal de
Prevención de Violencia es el que organiza el cronograma
de actividades que se desarrollan en el centro; sin embargo,
una maestra denunció su poca organización, “a veces se
nos juntaban hasta tres instituciones acá (en la escuela)
y todas querían alumnos y ya no habían”. Una crítica a
39
las intervenciones por parte del director y docentes es la
falta de acercamiento de los padres de familia. Además,
se infiere que se han impulsado iniciativas sin basarse en
un diagnóstico, así como también que estas no han sido
evaluadas, por lo que no se conoce todavía su impacto.
Al respecto, en esta descripción de las manifestaciones
de violencia en la escuela A y de sus intervenciones de
prevención, se logran identificar algunos factores de
riesgo y protección relacionados con conductas violentas
o antisociales, expuestos en el cuadro 1. Por un lado, se
observan elementos que influyen en el comportamiento
de niños y jóvenes, así como la exposición a violencia y
conflictos familiares, una familia desintegrada y disfuncional,
la participación de pares en pandillas, la presencia de
pares desviados en la escuela, el acoso escolar y el manejo
inadecuado de la conducta en espacios educativos. Por
otro lado, los esfuerzos de prevención incluyen factores de
protección: la promoción de valores, habilidades sociales
e inteligencia emocional, el fomento de responsabilidad y
cooperación en la escuela y la participación en actividades
sociales y recreativas, entre otros.
Finalmente, la comunidad educativa coincide en que, para
prevenir la violencia y asegurar un espacio seguro y propicio
para un aprendizaje pleno, son necesarias diversas acciones.
Fueron recomendadas varias medidas que parecen buscar
reducir los factores de riesgo y potenciar los de protección,
de distintas dimensiones, lo que se enmarca en el enfoque
de Garner (2014), quien permite inferir que, al ser diversos
factores los que pueden estimular o prevenir las conductas
agresivas, la violencia escolar no puede aislarse de lo que
ocurre en su entorno. A continuación, se presentan algunas
recomendaciones para prevenir la violencia en la escuela,
expresadas por los miembros de la comunidad educativa:
Brindar los recursos suficientes para implementar los
programas de prevención
Diseñar estrategias de prevención de la violencia en
beneficio y en función del estudiante
Involucrar más actores en la labor de prevención, tales
como iglesias e instituciones dedicadas a la protección
de la niñez, con el fin de alcanzar una atención más
integral al problema
Motivar más comunicación y participación entre la
comunidad, los padres y la escuela
Acercar e involucrar a los padres de familia, realizar
talleres para ellos y fomentar la motivación familiar para
superarse a pesar de las condiciones de vida
Realizar talleres ocupacionales para los niños y jóvenes
Promover la convivencia y los valores
Organizar actividades recreativas y deportivas
Mejorar las zonas alejadas y sin iluminación de la escuela.
Escuela B
El centro escolar está en una zona de alto riesgo social
asediado por tres pandillas, por lo que no sorprende que los
miembros de la comunidad educativa coincidan en que la
violencia e inseguridad está tanto dentro de la escuela como
afuera. Por un lado, se perciben amenazas entre pares y de
estudiantes hacia docentes. “A veces vienen compañeros y
nos amenazan porque son de otra pandilla. Nos golpean”,
contó un joven acerca de las situaciones que enfrentan en
el camino hacia la escuela. Asimismo, se expone la venta
de drogas y su consumo al interior del centro, así como
40
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
también los problemas por noviazgos. Sobre esto, se
especificó que acarrean más repercusiones en la escuela,
como amenazas y mayor rivalidad entre pandillas, cuando
jóvenes de territorios contrarios establecen una relación.
Por ejemplo, se relató que al hacerle caso una adolescente
a un muchacho del otro territorio, implicó amenazas de
muerte para el estudiante y el riesgo de tener que desertar
de las aulas contra su voluntad. Los profesores, por su
parte, observan otras formas de violencia y problemáticas
adicionales: acoso entre pares de forma física y psicológica,
castigo físico por parte de docentes, agresión sexual de
estudiantes hacia maestros, relaciones sexuales, consumo de
alcohol y embarazo adolescente. Por otro lado, les preocupa
también el problema de pandillas en la comunidad; desde
su presencia en ella, la rivalidad por el territorio hasta el
reclutamiento y el control de ciertas zonas. Los alrededores
de la escuela parecen ser inseguros, invadidos por pandillas
y amenazas. De hecho, ya se ha reportado en años recientes
un escolar asesinado y un miembro del equipo docente
amenazado. Los estudiantes denuncian acoso sexual por
parte de algunos efectivos de seguridad pública. Por último,
pese a este contexto, los estudiantes se sienten seguros
en la institución educativa y protegidos por los profesores.
Una docente comentó que “la violencia está más afuera,
porque aquí al interior, gracias a Dios, a pesar de que ellos
pertenecen a grupos, ellos respetan a los maestros”.
Además, aunque esta escuela no forme parte del PESS, el
director busca constantemente, desde hace varios años,
apoyo de diversas organizaciones para contrarrestar el
fenómeno de la violencia, tales como el Museo de la Palabra,
FUSALMO, Fundación Gloria de Kriete, FEPADE e ISNA.
Algunas de las estrategias de prevención son programas
de convivencia, valores y conducta; talleres vocacionales;
deporte y arte; liga atlética de la PNC; escuela de padres;
charlas de sexualidad, bullying y violencia intrafamiliar
por parte de la Unidad de Salud; entre otras. Asimismo, se
constata que se han realizado intervenciones sin basarse
en evidencia, a pesar de que sí hay registro sobre faltas
de conducta cometidas. No se han impulsado tampoco
evaluaciones de algún tipo que refleje resultados de
prevención de la violencia.
También se logran identificar en esta escuela factores de
riesgo y protección expuestos en el cuadro 1. Se observan
algunos elementos que afectan el comportamiento de
los estudiantes: el consumo de drogas, alcohol o tabaco,
la participación de pares en pandillas, la presencia de
pares desviados en la escuela, el acoso escolar, entre otros.
Asimismo, se encuentran factores de protección, tales como
la promoción de valores, habilidades sociales e inteligencia
emocional, y la exposición a un clima escolar positivo (reglas
claras de conducta, refuerzo negativo hacia la agresión,
supervisión y participación de padres y maestros).
Por último, los miembros de la comunidad educativa
coinciden en las acciones necesarias para enfrentar la
violencia escolar, de las cuales se despliegan las siguientes:
Proveer más seguridad en la escuela: presencia policial
y militar y cámaras de seguridad
Proporcionar apoyo psicológico y/o consejería estudiantil
Formar y capacitar sobre el fortalecimiento de
convivencia, valores y cultura de paz
Fomentar charlas y sensibilización sobre violencia y
su prevención
Promover más disciplina, atención y control por parte
de los profesores
41
Garantizar más presencia del director en la escuela
Buscar apoyo, acercamiento y participación de los
padres de familia
Organizar grupos deportivos
Motivar cambios curriculares que incluyan el tema de
prevención de la violencia.
6.3. Reflexión sobre los factores que influyen en la efectividad de las estrategias de prevención
A partir de la descripción del comportamiento del fenómeno
de violencia en dos escuelas de Ciudad Delgado, se
identifican: 1) las diferencias en la claridad de la exposición
de violencia y su intensidad en el centro; 2) las diferencias en
el manejo del problema en cuanto a la coherencia entre los
objetivos de las políticas y programas y la realidad escolar; y
3) los factores que influyen en la solidez de la escuela como
una institución formadora y protectora y en la efectividad de
las estrategias de prevención.
En primer lugar, con respecto a la claridad acerca de las
manifestaciones de violencia en las escuelas, los miembros
de la comunidad educativa de la escuela B coinciden en
el comportamiento de dicho fenómeno, a diferencia de la
escuela A, en la cual difieren las opiniones sobre ello. Es
necesario acotar que ambos centros escolares enfrentan
una compleja situación de violencia, siendo más crítica en la
escuela B. En dicho centro, se distinguen las cuatro formas de
violencia escolar detalladas en la figura 1; mientras que en la
escuela A, tres de ellas. Al igual que en el panorama nacional
ilustrado en la sección 4, la violencia externa prevalece en las
dos. Sin embargo, pese a ello, la comunidad educativa de
ambos centros perciben la escuela como un territorio seguro;
los estudiantes aún se sienten seguros. “Hay maestros que
nos cuidan y nos protegen, entonces uno se siente seguro;
en cambio cuando uno sale, hay inseguridad”, compartió un
niño de la escuela B. Por lo tanto, se infiere también que los
factores de riesgo de la comunidad parecen afectar el entorno
más que aquellos presentes al interior de las escuelas.
En segundo lugar, se constata que el manejo del problema
de la violencia no se desarrolla de la misma manera en
estos centros educativos, partiendo por el hecho de que
únicamente la escuela A es priorizada por el PESS. Por
lo tanto, muchas de las intervenciones ejecutadas en
dicho centro forman parte de una estrategia nacional de
seguridad, evidenciando un esfuerzo interinstitucional de
prevención. Al contrario, en la escuela B, no se percibe este
tipo de esfuerzo, ya que es el director quien busca alianzas
con instituciones encaminadas a enfrentar la violencia. No
obstante, en ambos centros, se han impulsado estrategias
para contrarrestar dicho fenómeno y garantizar el rol
formador y protector de la escuela.
Al respecto, la labor de prevención de la escuela B permite
identificar tres características clave de la gestión escolar
para un manejo más efectivo del problema: a) liderazgo
y gestión activa por parte del director, b) perspectiva de
mediano y largo plazo, y c) buena relación entre el director y
su equipo docente. A diferencia de este centro educativo, la
escuela A no cuenta con estos tres atributos fundamentales.
Al no ser la escuela B parte de una estrategia más amplia,
su director gestiona apoyo de diversas organizaciones
gubernamentales y no gubernamentales para enfrentar la
violencia escolar. Por ejemplo, desde 2007, ha contado con
la ayuda de la fundación Gloria de Kriete.
42
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
Asimismo, se descubre que, en ambos centros escolares, el
manejo del problema se apoya principalmente en programas
educativos e iniciativas que promueven un comportamiento
positivo y una cultura de paz, incluyendo pocas medidas de
control y coerción. Se desarrollan competencias cognitivas
y emocionales, fomentando convivencia, resolución pacífica
de conflictos y mediación, a través de talleres vocacionales,
deporte y arte, charlas de ciudadanía y valores, entre otras
medidas. Sin embargo, estas intervenciones tienen un
alcance limitado, ya que, en ambas escuelas, no toda la
población estudiantil se beneficia de ellas. Por otra parte,
ninguno de los dos centros educativos tiene un enfoque
integral de prevención de la violencia. Únicamente la escuela
B impulsa esfuerzos preventivos, pero están enfocados en
contrarrestar dos formas específicas de violencia (charlas
sobre bullying y violencia intrafamiliar), y también desarrolla
una propuesta pedagógica que incluye acciones de
prevención por nivel educativo, mientras que solo la escuela
A brinda atención psicológica a estudiantes y víctimas de
violencia. Consiguientemente, se infiere que las estrategias
implementadas no suelen ser suficientes, ya que no siempre
son coherentes con la realidad escolar y requiere acciones
adicionales al tener la problemática interiorizada en la
escuela. Por ejemplo, en ambos centros, no se ha atendido
debidamente la influencia de pandillas, el potencial abuso de
drogas y alcohol, la violencia sexual, ni otra problemática en
particular. Así como también, a pesar de que ambas escuelas
reconocen el rol importante de la familia en la labor de
prevención, hace falta impulsar el involucramiento de padres,
sobre todo porque, desde la perspectiva de los docentes, la
desintegración familiar y la violencia intrafamiliar son factores
que afectan el comportamiento de los niños y jóvenes. Solo
en la escuela B se observa participación de padres, aunque
todavía insuficiente.
Además, se manifiesta que el manejo de la problemática
de ambas instituciones educativas no parte de un
diagnóstico de la violencia escolar ni de los factores de
riesgo y protección. Así como también que las políticas y
programas no han sido evaluados, por lo que no se sabe
con certeza su impacto de prevención.
Finalmente, pese a los esfuerzos de prevención, la comunidad
educativa de las dos escuelas revela que aún faltan acciones
en esa dirección. Por ello, en tercer lugar, se muestran los
factores que, desde su perspectiva, podrían influir en la
solidez de la escuela como institución formadora y protectora
y en la efectividad de las estrategias:
Atención más integral: involucramiento de padres;
comunicación y trabajo conjunto entre la comunidad,
los padres y la escuela; acercamiento de actores en
la labor de prevención como instituciones dedicadas
a la protección de la niñez y adolescencia; recursos
suficientes; y, cambios curriculares
Formación y capacitación: fortalecimiento de
convivencia, valores y cultura pacífica; sensibilización
y talleres para padres y docentes; charlas a escolares
sobre violencia y convivencia; técnicas para solventar el
problema de la violencia; talleres que den esperanza de
tener una mejor calidad de vida; y, motivación familiar
para superarse a pesar de las condiciones de vida
Programas educativos y de gestión escolar: actividades
deportivas y recreativas; promoción de convivencia y
valores; y, fomento de disciplina escolar
Atención a estudiantes y víctimas de violencia: apoyo
psicológico a todos los grados; consejería estudiantil ; y,
mayor atención por parte de los profesores
43
Prevención situacional: más vigilancia adentro (por
ejemplo, mayor iluminación, cámaras de seguridad o
revisión al ingresar a la escuela) y afuera (por ejemplo,
policías en los alrededores o contratación de un
vigilante); y, mayor control y supervisión de los maestros.
Es interesante aclarar que el director y los profesores
insisten más en estrategias integrales, formación y
capacitación, y, programas educativos y de gestión escolar;
mientras que los estudiantes recomiendan atención a
estudiantes y víctimas de violencia y medidas de prevención
situacional. Sin embargo, los padres proponen todas las
acciones mencionadas.
7. Discusión y conclusiones
Salvaguardar el rol protector de la escuela es de suma
importancia en tanto esta contribuye al desarrollo de las
personas y el fortalecimiento de la cohesión social. La
educación pública tiene varias funciones, como son: potenciar
las capacidades cognitivas, la inteligencia emocional y
consolidar los vínculos entre las personas. En lo que respecta a
la relación entre educación y cohesión social específicamente,
para Heyneman (2003), en la escuela se aprenden las reglas
del juego que determinan la convivencia y el ejercicio de
la ciudadanía. En ella, se ponen en práctica los valores y las
normas formales e informales (derivadas de la cultura), y a
diario se resuelven diferencias entre distintos actores. Así, la
experiencia de pasar por la escuela contribuye a determinar
tanto la calidad de las relaciones entre personas y grupos,
como su sentido de pertenencia en la sociedad y hacia
un proyecto común. Además, en la medida que el sistema
educativo público procura igualdad de oportunidades
para todos los estudiantes, se fortalece la confianza en las
instituciones y su capacidad para promover el bienestar.
Sin embargo, la violencia tiene efectos perniciosos en
las escuelas por lo que afrontarla debe ser una tarea
permanente y un compromiso con la misión de la educación.
Su prevención en las instituciones educativas tiene más
que ver con la forma como la escuela es conducida por su
personal, especialmente el director y los docentes, que con la
implementación de programas adicionales para contrarrestar
conductas agresivas (Matthews et al., 1999). Aún en los
contextos más adversos, lograr escuelas seguras o libres de
violencia es, en el fondo, asegurar que la institucionalidad de
la escuela funcione. Es decir, que se fortalezca el clima escolar
positivo, el compromiso con la escuela, el cumplimiento de
normas, entre otros factores de protección.
En El Salvador, para enfrentar la violencia que afecta a
las escuelas públicas se han implementado diferentes
políticas y programas para prevenirla, pero su pertinencia es
cuestionable. Con el propósito de ampliar el conocimiento
respecto de lo anterior, en este estudio se examina en
qué medida las estrategias de prevención de la violencia
escolar responden adecuadamente a la realidad de los
centros educativos y cómo podrían ser más efectivas, a
fin de asegurar el rol transformador de la educación. Para
responder a esta interrogante, usando la metodología de
caso de estudio, se analiza cómo se manifiesta la violencia
en las escuelas públicas, cuál es la respuesta de las
instituciones gubernamentales frente a este fenómeno en
el sistema educativo y cómo podría ser su manejo desde
las aulas en escuelas urbanas ubicadas en contextos de
alto riesgo social.
Al respecto, se concluye que la pertinencia de las estrategias
de prevención de la violencia escolar en este país es
cuestionable por varias razones.
44
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
Para comenzar, la existencia de diferentes conceptualizaciones
y formas de medir la violencia escolar, una desde la óptica
de la seguridad pública y otra desde la educación, ha
generado distintos enfoques para atender el problema que
no consiguen complementarse entre sí. Aun cuando ambas
perspectivas coinciden en que la violencia ocurre tanto dentro
como fuera de la escuela y afecta más a los estudiantes que
a otros miembros de la comunidad educativa, los problemas
que detectan son distintos. Para la PNC las principales
manifestaciones de violencia escolar son la agresión sexual,
las amenazas, robos y privaciones de libertad, mientras que
para el MINED los que más afectan a las escuelas públicas
son: el acoso escolar, la penetración de pandillas al interior
de las escuelas y el tráfico de drogas en la comunidad. Al
analizar los datos del MINED se advierte que existen más
escuelas afectadas por la presencia de factores de riesgo
(pandillas, drogas, etc.) en la comunidad que en su interior.
Además, en los centros educativos donde coexiste el acoso
y las pandillas en su interior con la presencia de drogas en la
comunidad, se reporta una deserción mayor que en aquellos
donde solamente se reporta la presencia de drogas en la
comunidad. La evidencia también muestra que la violencia
que ocurre en el contexto educativo se manifiesta y afecta a
las escuelas de manera distinta a lo largo del territorio, por lo
que su tratamiento debería ser diferenciado. Valdría la pena
indagar si hay variaciones en cuanto a las manifestaciones
de la violencia en las escuelas urbanas, urbano-marginales y
rurales, con el propósito de implementar medidas que vayan
acorde con el contexto.
Sin embargo, los esfuerzos para contrarrestar la violencia
escolar se enmarcan principalmente en la estrategia de
seguridad ciudadana, en donde lo que predomina es la
protección ante el crimen y el control del delito. Dicho de otro
modo, prevalece un interés mayor en reducir los factores de
riesgo asociados al entorno de las escuelas que en atender
las manifestaciones de violencia en su interior apuntalando
los factores de protección. Adicionalmente, la mayoría de
los programas de prevención que se ofrecen a través de las
instituciones gubernamentales, sean estas de seguridad
o educación, cubren menos de un tercio de las escuelas
públicas. Es común que el personal (efectivos de seguridad,
docentes y directores) no cuente con la preparación para
ejecutarlas ni evaluarlas debidamente. También llama la
atención que la mayoría de centros educativos no ofrezcan
atención psicológica a víctimas y consejería escolar, dos
servicios que resultaron ser muy demandados por los
estudiantes de las escuelas que fueron visitadas durante
esta investigación. Tampoco se visualiza cuántas escuelas
se apoyan en el programa de Educación Familiar o la
capacitación a padres de familia para reforzar sus iniciativas
para prevenir el bullying, la violencia de género y el abuso
de drogas, entre otras conductas antisociales, lo cual podría
aumentar su efectividad. De hecho, algunos estudios (Baer,
1999; Nicholson et al., 1999; Reese et al., 2000) comprueban
que los padres de familia pueden desempeñar un papel
crucial en el desarrollo de una autoestima saludable y la
prevención de comportamientos agresivos.
Otro aspecto relevante es que los planes y programas de
prevención no necesariamente han sido diseñados con base
en diagnósticos y la información disponible no permite
determinar la intensidad del fenómeno de la violencia al
interior de las escuelas. López Ramírez (2015) sostiene que, en
el caso salvadoreño, no en todas las escuelas ocurre que los
pandilleros (sean estudiantes, hijos de pandilleros o padres
de familia), actúen por encima de las autoridades escolares,
amenacen o hagan uso de la fuerza para controlar la escuela
y perpetrar delitos. Por ende, él señala la importancia
de identificar a las escuelas según su nivel de riesgo por
45
pandillas, de modo que donde este sea menor habría que
implementar programas preventivos; y, donde sea mayor,
se debería actuar con la fuerza necesaria para recuperar el
control de la institución educativa. Sumado a lo anterior,
es importante preparar al personal de la escuela para que,
sin titubear, pueda distinguir la indisciplina de los delitos,
aplicar los protocolos específicos para neutralizar cada tipo
de acción reprobable y sepa cuándo pedir auxilio a la policía.
Tal claridad en la forma de actuar al interior de las escuelas,
podría disminuir la tensión entre los enfoques de seguridad
ciudadana y educación, especialmente cuando se trata de
prevenir amenazas, portación ilegal de armas, tráfico de
drogas y abuso sexual, entre otros delitos.
Por todas las razones anteriormente mencionadas, las
políticas y programas para prevenir la violencia que se
implementan en las escuelas no siempre responden
atinadamente a las necesidades de la comunidad educativa,
especialmente a los estudiantes. En general, la respuesta de
las instituciones públicas para prevenir la violencia está más
apegada a la estrategia de seguridad ciudadana, basada
en el control del delito, que al compromiso de consolidar
el rol protector de la escuela desde sus entrañas. Ambos
enfoques para prevenir la violencia en el ámbito escolar son
complementarios, de modo que uno tiene el potencial de
maximizar la efectividad del otro. Esto se ilustra recordando
el caso de la escuela B, ubicada en un contexto de alto
riesgo, según se explica unas páginas atrás. A pesar de tener
estudiantes pandilleros pertenecientes a tres grupos rivales
que constantemente se disputan el territorio circundante,
esta escuela se mantiene operando con relativa armonía.
La capacidad de gestión del director y su relación con
los docentes han sido clave para hacer valer las normas
básicas de convivencia, mantener cierta coordinación
con las labores de protección de la policía, y sostener
acciones de prevención con el apoyo de instituciones no
gubernamentales.
Es cierto que, en el país, algo se ha avanzado al reconocer
que la mejor estrategia de prevención es priorizar la
misión transformadora de la educación. El desafío es lograr
que las escuelas públicas cumplan con efectividad su rol
protector, independientemente del contexto. Esto último se
lograría fortaleciendo su institucionalidad, implementando
intervenciones basadas en la escuela y centradas en los
estudiantes, así como mejorando la efectividad de las
instituciones de seguridad en tareas de protección escolar.
Cabe mencionar que en estas tareas se debería aprovechar
el conocimiento, los recursos y la experiencia de varias
instituciones del sector privado que desarrollan programas
de prevención en centros educativos.
Para finalizar, a continuación se listan algunas
recomendaciones que podrían contribuir a mejorar la
eficacia de las políticas y programas de prevención de la
violencia escolar en El Salvador:
1. Fortalecer la institucionalidad de la escuela
Establecer una política nacional para promover la
convivencia y la cultura de paz
Mejorar el sistema de información sobre violencia
escolar y su uso en la definición de planes y
programas de prevención
Diseñar e implementar estrategias diferenciadas de
atención según las necesidades particulares de las
escuelas y los municipios
46
Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
Introducir en la formación inicial de docentes un
módulo sobre cómo garantizar la misión de la
educación en contextos violentos
Fortalecer el liderazgo del director y el trabajo en
equipo de la comunidad educativa que contribuya
a fomentar la convivencia armoniosa y la
inaceptación de conductas violentas en la escuela.
2. Implementar intervenciones basadas en la escuela y centradas en los estudiantes
Identificar y atender tempranamente factores de
riesgo en estudiantes de nuevo ingreso desde la
educación parvularia
Desarrollar en los estudiantes competencias para
la resolución de conflictos y cultura de paz. En esta
línea, es importante asegurar que el programa
de Moral, Urbanidad y Cívica, el cual incluye
contenidos sobre este tema y otros relacionados
con educación para la paz, sea validado por los
docentes y tenga un peso adecuado dentro del
programa de estudios
Concentrar esfuerzos en la prevención de las formas
de violencia que más afectan a los estudiantes:
acoso escolar, pandillas al interior, drogas y
violencia sexual
Capacitar a directores y docentes en servicio sobre
cómo usar técnicas de disciplina constructiva y
otras estrategias de prevención y, además, poner
a su disposición una caja de herramientas para
mejorar la convivencia. La caja de herramientas
debería contener material pedagógico en la
forma de guías de práctica reflexiva, para que los
docentes debatan, analicen y generen estrategias
alternativas para las situaciones y procesos que
requieren revertir con su intervención
Introducir en las escuelas la figura de Consejero
Escolar sobre quien recaería la responsabilidad de
brindar apoyo sicológico e implementar programas
para mejorar la convivencia
Establecer mecanismos seguros para que los
estudiantes puedan reportar incidentes violentos
Fortalecer medidas de prevención situacional,
tales como: iluminación, cámaras de seguridad,
contratación de personal de seguridad, limpieza
de grafitis, controlar el acceso de drogas ilícitas y
alcohol, etc.
Asegurar que las escuelas que atienden estudiantes
con responsabilidad penal tengan programas de
atención adecuados
Diseñar intervenciones específicas para prevenir la
violencia en escuelas con pandillas en su interior a
fin de reducir su influencia o recuperar el control de
la institución.
47
3. Mejorar la efectividad de las instituciones de seguridad y de educación en tareas de protección escolar
Fortalecer la coordinación entre el MINED y la PNC
para mejorar la efectividad y complementariedad
de los esfuerzos de prevención de la violencia
escolar y el control del delito
Definir con claridad los roles y los protocolos de
actuación de la PNC y el MINED que deben guiar la
atención de acciones penadas por la ley al interior
de los centros educativos
Continuar los esfuerzos de capacitación del personal
policial en los servicios de seguridad y prevención
de la violencia en las escuelas
Revisar periódicamente los criterios de selección
de escuelas que forman parte del programa de
protección escolar de la PNC.
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Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
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Anexo 1 Representantes de instituciones entrevistadas
Anexos
Fuente: Elaboración propia.
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Departamento de Estudios Sociales • Serie de investigación 1 - 2017Serie de investigación
Anexo 2 Factores de riesgo social que afectan las escuelas públicas salvadoreñas
Anexo 3 Cantidad de municipios pertenecientes a las diferentes categorías de los mapas
que muestran los reportes sobre la existencia de violencia psicológica en las escuelas públicas, de problemas de pandillas en su interior y de problemas de
drogas en la comunidad
(*) Los tres mapas clasifican los 262 municipios del país según los límites de cada categoría, los cuales varían para cada mapa. Las categorías equivalen a la proporción de centros educativos públicos, ya sea con violencia psicológica entre estudiantes, con problemas de pandillas en su interior y con problemas de drogas en la comunidad.(**) Se refiere al porcentaje de los 262 municipios salvadoreños pertenecientes a cada categoría. Por ejemplo, el 16.4% de los municipios tienen más del 55% de escuelas con violencia psicológica entre estudiantes. Fuente: Elaboración propia con datos del MINED (2015).
Fuente: MINED (2015).
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Comisión
Coordinadora de ComisiónElena María de Alfaro
DirectoraHelga Cuéllar-Marchelli
Personal técnicoGabriela Góchez
Aída Carolina Quinteros
Personal de apoyoAna Daysi de Ramírez
Editora de publicacionesYolanda Cabrera de González
Precio US$ 15.00 por copia impresa
Departamento de Estudios Sociales • DESFundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social,FUSADES
Edificio FUSADES, Bulevar y Urbanización Santa Elena, Antiguo Cuscatlán, El Salvador, Centroamérica, Apartado Postal 01-278,Tels.: (503) 2248-5600
www.FUSADES.org