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«Me vais a comparar el baile de la alpargata con el pedazo de programa que se han currado en Gora Iruñea» ¡Aupa! ¿Os acordáis de mí? Soy una txosna. Sí, sí, no hagáis como que no me conocéis, que hasta hace no tanto, cuando fuimos prohibidas por Barcina cuando era alcaldesa, no perdonabais una noche en nuestro recinto. Reconozco que quizás mi imagen resulte un poco extraña a los más jóvenes. Eso es porque soy una txosna-txosna, de las de toda la vida, de las que formaban un gran cuadrado donde ahora se encuentra la Estación de Autobuses. No una de esas carpas que se han puesto tan de moda en los últimos años, sino una txosna de módulos, de blanco y negro desgastado, con los tornillos flojos de tanto golpe en el montaje y desmontaje, sus pegatinas descoloridas del Herri Urrats de 1987 y una barra eternamente pegajosa. Aquí en Iruñea, durante mucho tiempo, me conocisteis como «barraca política», aunque al final se impuso el término «guipuzcoano», como protestaba el otro día el compañero Caravinagre. A mí, en realidad, me da un poco igual cómo me llaméis. Aunque os lanzo un aviso: manteneos alerta. Porque se empieza regalando la nomenclatura y se termina abandonando el uniforme blanco sanferminero para combinar vaqueros con un polo blanco o, incluso, sustituyendo las carrilleras de sol por un helado en la Estafeta. Bueno, vamos a centrarnos, que desde que una excavadora de Alfredo Jaime me dio un golpe en 1991 suelo desvariar bastante. Los síntomas se agravaron con un currusco duro mal tirado durante una guerra de panes del 14 julio. No tiene nada que ver con las cajas de Malatxito que alguien se dejó olvidadas y que he terminado por pimplarme como si fuesen un Gran Reserva. Aunque, ya puestos, os digo una cosa: ¡No sabéis qué os habéis perdido los que nunca degustasteis ese maravilloso brevaje naranja! ¡Que es naranjaaaa! A ver, que pierdo el hilo. Os escribo porque me he puesto nostálgico. Lo de la abdicación de Juan Carlos de Borbón, al que tuvimos algún año como invitado de honor en alguna de nuestras pancartas, me hizo reflexionar. Tantos años con vosotros y al final me iba a marchar oxidada y por la puerta de atrás. Casi como el cazaelefantes español. Y no me parece justo. Con la de ruido que metimos juntos durante años... no haríamos honor a nuestra historia. En realidad, os confieso que tuve un tiempo de soberbia en el que pensé que no me abandonaríais nunca. No sé si era por mi confianza en el programa alternativo, porque tengo claro que sois muy cabezones y no ibais a permitir que las fiestas terminasen convertidas en «Sanfermines-Burger King» o porque mi barra era como una tela de araña pegajosa de la que uno no podía huir. Pero al final, hasta los punkis me han dado la espalda. Bueno, no es del todo cierto. Recordad el inicio de aquella década ominosa. Nos echaron a patadas. Nos golpearon. Lanzaron a tipos encapuchados con barras de hierro para agredir a quienes defendíais las fiestas populares y persiguieron las txosnas y cualquier intento de celebrar una agenda diferente. UPN, con el apoyo del PSN, intentó borrarnos del mapa para imponer unos Sanfermines monocolores. Y pese a todo, seguisteis ahí. Inamovibles. Por eso, el año pasado, cuando me acerqué disfrazada salchichauto para ver la carpa de Gora Iruñea, me puse un poco celosona. Son cosas de la edad. Por cierto, que hablando de edades, muy buena la idea de un programa para txikis. ¡Cómo se nota que los que os emborrachabais como energúmenos en las txosnas hace 15 años sois ahora más de Gigantes, Kilikis y Sanfermines de día! Nos pasa a todos. Otra vez pierdo el hilo. Como os decía, me puse un poco celosa, pero terminé emocionada. ¡Sois la ostia! Nuevamente, un espacio para unas fiestas participativas, paritarias y euskaldunas. Barcina tiene que estar dándose de cabezazos contra la pared tras comprobar que aunque nos lance un tsunami encima, los verdaderos sanfermines son el caos organizado desde abajo y no esa basura de pulserita o prefabricada que intenta vender el Ayuntamiento. Me vais a comparar el baile de la alpargata con el pedazo de programa que se han currado en Gora Iruñea. Repito: ¡sois la ostia! Por cierto, ya he me ha llegado el whatsapp para cubrir los turnos. No perdonáis una, ¿eh? Allí nos vemos.

IRITZI ARTIKULUA

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«Me vais a comparar el baile de la alpargata con el pedazo de programa que se han currado en Gora Iruñea»

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«Me vais a comparar el baile de la alpargata con el pedazo de programa que se han currado en Gora Iruñea» ¡Aupa! ¿Os acordáis de mí? Soy una txosna. Sí, sí, no hagáis como que no me conocéis, que hasta hace no tanto, cuando fuimos prohibidas por Barcina cuando era alcaldesa, no perdonabais una noche en nuestro recinto. Reconozco que quizás mi imagen resulte un poco extraña a los más jóvenes. Eso es porque soy una txosna-txosna, de las de toda la vida, de las que formaban un gran cuadrado donde ahora se encuentra la Estación de Autobuses. No una de esas carpas que se han puesto tan de moda en los últimos años, sino una txosna de módulos, de blanco y negro desgastado, con los tornillos flojos de tanto golpe en el montaje y desmontaje, sus pegatinas descoloridas del Herri Urrats de 1987 y una barra eternamente pegajosa. Aquí en Iruñea, durante mucho tiempo, me conocisteis como «barraca política», aunque al final se impuso el término «guipuzcoano», como protestaba el otro día el compañero Caravinagre. A mí, en realidad, me da un poco igual cómo me llaméis. Aunque os lanzo un aviso: manteneos alerta. Porque se empieza regalando la nomenclatura y se termina abandonando el uniforme blanco sanferminero para combinar vaqueros con un polo blanco o, incluso, sustituyendo las carrilleras de sol por un helado en la Estafeta. Bueno, vamos a centrarnos, que desde que una excavadora de Alfredo Jaime me dio un golpe en 1991 suelo desvariar bastante. Los síntomas se agravaron con un currusco duro mal tirado durante una guerra de panes del 14 julio. No tiene nada que ver con las cajas de Malatxito que alguien se dejó olvidadas y que he terminado por pimplarme como si fuesen un Gran Reserva. Aunque, ya puestos, os digo una cosa: ¡No sabéis qué os habéis perdido los que nunca degustasteis ese maravilloso brevaje naranja! ¡Que es naranjaaaa! A ver, que pierdo el hilo. Os escribo porque me he puesto nostálgico. Lo de la abdicación de Juan Carlos de Borbón, al que tuvimos algún año como invitado de honor en alguna de nuestras pancartas, me hizo reflexionar. Tantos años con vosotros y al final me iba a marchar oxidada y por la puerta de atrás. Casi como el cazaelefantes español. Y no me parece justo. Con la de ruido que metimos juntos durante años... no haríamos honor a nuestra historia. En realidad, os confieso que tuve un tiempo de soberbia en el que pensé que no me abandonaríais nunca. No sé si era por mi confianza en el programa alternativo, porque tengo claro que sois muy cabezones y no ibais a permitir que las fiestas terminasen convertidas en «Sanfermines-Burger King» o porque mi barra era como una tela de araña pegajosa de la que uno no podía huir. Pero al final, hasta los punkis me han dado la espalda. Bueno, no es del todo cierto. Recordad el inicio de aquella década ominosa. Nos echaron a patadas. Nos golpearon. Lanzaron a tipos encapuchados con barras de hierro para agredir a quienes defendíais las fiestas populares y persiguieron las txosnas y cualquier intento de celebrar una agenda diferente. UPN, con el apoyo del PSN, intentó borrarnos del mapa para imponer unos Sanfermines monocolores. Y pese a todo, seguisteis ahí. Inamovibles. Por eso, el año pasado, cuando me acerqué disfrazada salchichauto para ver la carpa de Gora Iruñea, me puse un poco celosona. Son cosas de la edad. Por cierto, que hablando de edades, muy buena la idea de un programa para txikis. ¡Cómo se nota que los que os emborrachabais como energúmenos en las txosnas hace 15 años sois ahora más de Gigantes, Kilikis y Sanfermines de día! Nos pasa a todos. Otra vez pierdo el hilo. Como os decía, me puse un poco celosa, pero terminé emocionada. ¡Sois la ostia! Nuevamente, un espacio para unas fiestas participativas, paritarias y euskaldunas. Barcina tiene que estar dándose de cabezazos contra la pared tras comprobar que aunque nos lance un tsunami encima, los verdaderos sanfermines son el caos organizado desde abajo y no esa basura de pulserita o prefabricada que intenta vender el Ayuntamiento. Me vais a comparar el baile de la alpargata con el pedazo de programa que se han currado en Gora Iruñea. Repito: ¡sois la ostia! Por cierto, ya he me ha llegado el whatsapp para cubrir los turnos. No perdonáis una, ¿eh? Allí nos vemos.