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Isidoro Rpstein y la difusión del positivismo en México Jesús Gómez Serrano C^ ntre los extranjeros que se establecieron en México en el curso del siglo XK, buscando a la vez el éxito empresarial y la difusión del pensamiento científico, so- bresale Isidoro Epstein, un judío alemán que se estableció en 1851 en Aguasca- lientes y que dio un gran impulso a la incipiente vida académica e intelectual de ese estado, uno de los más pequeños de la República. Su caso, excepcional y difí- cilmente enmarcable en el contexto de un movimiento migratorio más amplio, demuestra la forma múltiple en la que podían aprovecharse en México los talen- tos y las habilidades de un europeo ilustrado. Epstein nació hacia 1820 en Westfalia, en donde los judíos conocieron, bajo el imperio de Napoleón, las libertades civiles y el régimen de igualdad legal. Estu- dió matemáticas e ingeniería en el Instituto Politécnico de Hesse-Cassel y en la Universidad de Marburgo, uno de los primeros centros de estudios germanos que aceptaron alumnos judíos.' Las razones por las cuales salió de Alemania no son del todo claras. Apoyada en una escueta nota autobiográfica que se publicó en un periódico de la ciudad de México, Corinne A. Krause dice que Epstein fue uno de "los miles de repu- blicanos desilusionados que dejaron Alemania después de las revoluciones de 1848", y que fue uno de los 48 "que escogieron emigrar a México".^ ' Corinne A. Krause, "Liberalismo positivista en México", en El Unicornio, suplemento cultural del diario El Sol del Centro, números 21, 22, 23 y 25, correspondientes al 8, 15 y 22 de abril, y 6 de mayo de 1984. (Origi- nalmente publicado en ¿[Journal of hleramerican Studies and World Affairs, noviembre de 1976; traducción de Carlos Ortega de León.) ^ Ibid. El profesor Alejandro Topete del Valle ofrece una versión romántica del viaje: "Epstein, propagador de cultura", en El Unicornio, núm. 21, 8 de abril de 1984. 112

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Isidoro Rpstein y la difusión del positivismo en México

Jesús Gómez Serrano

C^ ntre los extranjeros que se establecieron en México en el curso del siglo XK, buscando a la vez el éxito empresarial y la difusión del pensamiento científico, so- bresale Isidoro Epstein, un judío alemán que se estableció en 1851 en Aguasca- lientes y que dio un gran impulso a la incipiente vida académica e intelectual de ese estado, uno de los más pequeños de la República. Su caso, excepcional y difí- cilmente enmarcable en el contexto de un movimiento migratorio más amplio, demuestra la forma múltiple en la que podían aprovecharse en México los talen- tos y las habilidades de un europeo ilustrado.

Epstein nació hacia 1820 en Westfalia, en donde los judíos conocieron, bajo el imperio de Napoleón, las libertades civiles y el régimen de igualdad legal. Estu- dió matemáticas e ingeniería en el Instituto Politécnico de Hesse-Cassel y en la Universidad de Marburgo, uno de los primeros centros de estudios germanos que aceptaron alumnos judíos.'

Las razones por las cuales salió de Alemania no son del todo claras. Apoyada en una escueta nota autobiográfica que se publicó en un periódico de la ciudad de México, Corinne A. Krause dice que Epstein fue uno de "los miles de repu- blicanos desilusionados que dejaron Alemania después de las revoluciones de 1848", y que fue uno de los 48 "que escogieron emigrar a México".^

' Corinne A. Krause, "Liberalismo positivista en México", en El Unicornio, suplemento cultural del diario El Sol del Centro, números 21, 22, 23 y 25, correspondientes al 8, 15 y 22 de abril, y 6 de mayo de 1984. (Origi- nalmente publicado en ¿[Journal of hleramerican Studies and World Affairs, noviembre de 1976; traducción de

Carlos Ortega de León.) ^ Ibid. El profesor Alejandro Topete del Valle ofrece una versión romántica del viaje: "Epstein, propagador

de cultura", en El Unicornio, núm. 21, 8 de abril de 1984.

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I notas y diálogos

Una vez establecido en Aguascalientes, en 1851, Epstein ocupó las cátedras de matemáticas y alemán en el Instituto Científico y Literario, trabando una fe- cunda relación con los jóvenes e impetuosos liberales que se congregaban alrede- dor de Jesús Terán, director del instituto y jefe político del partido de Aguasca- lientes, que en esa época formaba parte del estado de Zacatecas.

Durante su última presidencia, Santa Anna le devolvió su independencia a Aguascalientes, medida que los liberales no se cansaron de aplaudir, pero también envió a un padre de apellido Romero a dirigir el Instituto Científico y Literario, lo que simple y llanamente los dejó sin empleo. Romero no compartía las ideas de Terán y llegó a Aguascalientes "con su Lebrija y su filosofía de Balmes bajo el brazo, ergotizando y sosteniendo en varias discusiones con el profesor Epstein que era inúdl el estudio de las matemáticas".^

ESTUDIOS REGIONALES

En 1855, sin embargo, la rueda de la fortuna política dio otra vuelta y Terán se convirtió en gobernador de Aguascalientes. Una de las primeras cosas que hizo entonces fue crear una oficina consagrada a los estudios estadísticos y geográficos, de la que nombró ritular a su amigo Epstein. No es difícil imaginarlo recorriendo en muía el estado, fijando alturas y límites, hablando en su mal español con ran- cheros que no entendían lo que hacía y asombrando a todo el mundo con su jerga científica.

El primer trabajo que hizo fue la Carta del Estado de Aguascalientes, que precisa los límites de la entidad, los nombres de sus más importantes pueblos y hacien- das, la traza de sus caminos, el perfil de sus municipios y las distancias, medidas además en kilómetros, algunos años antes de que el sistema métrico decimal se adoptara formalmente en el país.

Al mismo tiempo, Epstein comenzó a recoger la información con la que con- feccionó su Cuadro Sinóptico de Aguascalientes. La guerra civil interrumpió sus tra- bajos e impidió su publicación. En enero de 1861 se habló en un semanario local

■* Agustín R. González, Historia del Estado de \ptascalintes, Aguascalientes, Tipografía de Francisco Antú- ncz, 1974, p. 137.

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I notas y diálogos

de la conveniencia de publicar "este curioso y útil trabajo que ningún estado tie- ne". Poco después, el gobernador Esteban Ávila, al que en materia de ideas ani- maba el más extremoso liberalismo, tomó cartas en el asunto y ordenó a todas las autoridades del estado que le facilitasen a Epstein "los documentos que solicite". Ávila pensaba que el Cuadro Sinóptico era la expresión, en el terreno del cono- cimiento, "de los principios de reorganización y reforma que ha conquistado el pueblo mexicano", y que su autor era "uno de esos extranjeros que de buena fe contribuyen con sus luces al adelanto social, conquistando con tal conducta las

simpatías de los verdaderos amigos de la libertad y el progreso".** Lo mismo que el mapa que publicó en 1856, el Cuadro Sinóptico es un docu-

mento pionero, el primer censo con que contó el estado. En él encontramos datos sobre la distribución y edad de la población, las ocupaciones, la producción agríco- la y ganadera, el comercio, las rentas públicas e incluso observaciones muy agudas sobre las causas de la pobreza y los medios para combarirla."*

Un tercer documento hecho por Epstein es el llamado Plano de las Huertas de A^ascalientes, que es en realidad un mapa muy bien anotado de la ciudad. Sedu- cido tal vez por el encanto de las huertas, que formaban una especie de cinturón verde alrededor de la pequeña urbe y la abastecían de toda clase de frutas, Epstein se propuso ubicadas, señalando si se regaban con aguas provenientes de los manantiales del Ojocaliente. Pero además indicó la traza de toda la ciudad, los nombres de sus calles, la ubicación de sus principales edificios y la localización de sus plazas y jardines.*

Estos tres documentos exhiben a Epstein como un técnico bien preparado y cuidadoso. De su valor nos habla el hecho de que Aguascalientes fue uno de los primeros estados de la República en contar con un mapa, el cual, por cierto, con- servó su carácter de única referencia oficial hasta 1934, cuando una dependencia del gobierno federal hizo un levantamiento topográfico.^

* El Porvenir, 24 de enero y 17 de febrero de 1861.

' Isidoro Epstein, Cuadro Sinóptico tk Aguascalientes, Aguascalientes, Tipografía de Avila y Chávez, 1861. * El Plano de las Huertas de Aguascalientes se publicó por primera vez en £/ Unicornio, núm. 26, 13 de mayo

de 1984.

' Carlos Ortega de León, "Isidoro Epstein y Aguascalientes", en El Unicornio, núm. 21,8 de abril de 1984.

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En 1857 Epstein recibió algunos encargos de la Comisión de Estudios del Valle de México, pero la preparación del Cuadro Sinóptico lo retuvo durante algún tiempo en Aguascalientes. En julio de 1860 ofrecía, a través de la prensa, sus ser- vicios de profesor de idiomas, cálculo comercial y teneduría de libros.^ Epstein debió abandonar Aguascalientes a finales de 1862, pero antes elaboró una tabla de conversiones entre las antiguas medidas castellanas y el sistema métrico decimal.'

AL AMPARO DE LAS LEYES DE DESAMORTIZACIÓN

A su indudable talento científico, Epstein añadía cierto sentido práctico, que le permitió aprovechar la ley de desamortización de los bienes de las corporaciones promulgada en 1856. En condiciones casi de remate, forzadas por la gravedad de la situación nacional, Epstein se quedó con algunas tiendas pertenecientes a la testamentaría de la señora Rosa Monroy. Después se acogió a las leyes de nacio- nalización de los capitales eclesiásticos de 1860, y a cambio de unos cuantos pe- sos se hizo dueño de varios de los mejores locales comerciales de la ciudad.

En las mismas condiciones, Epstein se apropió del rancho El Duraznillo, ubi- cado al sur de la ciudad. No era una propiedad particularmente próspera, pero se trataba de una oportunidad que él, desprovisto de los prejuicios que impidieron a muchos aprovechar las leyes de desamortización y nacionalización de bienes de las corporaciones, no estaba dispuesto a dejar pasar. Ya convertido en ranchero, lo único que en realidad hizo Epstein fue imponerle a su finca el sonoro nombre de Teutonia, obvia evocación nostálgica, y dejarla al cuidado de sus tradicionales arrendatarios y medieros. En 1874 Epstein le vendió su rancho a un hombre de negocios de la región.'"

NUEVOS DESTINOS

La estancia de Epstein en Aguascalientes le sirvió para aprender español, conocer a los mexicanos, reunir un pequeño capital y atisbar las muchas maneras en que

* El Porvenir, 29 de julio de 1860. ' El Republicano, 17 y 21 de agosto de 1861; 17 de agosto de 1862. '° AHEA-FPN, Noc Candelario Medina, 1874,131,346-351.

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podía emplear en el país sus talentos. Ello explica que su estancia en Zacatecas, en donde lo encontramos en 1863, haya sido muy breve: esa ciudad ya no era la próspera metrópoli minera que recordaban sus iglesias y palacios. Desengañado, recogió sus bártulos y se fue a Monterrey, donde editó algunos periódicos y pro- siguió con sus investigaciones. Finalmente se convenció de que la única ciudad en la que podría obtener el máximo provecho de su experiencia era la capital. En ella se instaló en 1870, reiniciando de inmediato su carrera periodística.

El primer periódico que fundó en esta nueva etapa de su vida fue el Vorwárts, "expresión del deseo de la colonia teutona de verse representada dignamente"." En El Siglo Diez y Nueve se dijo que su propósito sería "fortalecer" los lazos de unión existentes "entre los alemanes residentes en la república" y afianzar los sentimientos que alimentaban "su grandeza e integridad".'^ De su imprenta, además, salía El Precursor, un periódico anticlerical en cuyas páginas se atacaba sin piedad al clero y se reducían al absurdo las creencias religiosas. De la pluma de Epstein salió un artículo que negaba en términos burlescos la leyenda bíblica de la creación y otro en el que se esrimaban las dificultades de Adán y Eva para cumplir el mandato divino de "poblar la rierra".'^

La estancia de Epstein en la ciudad de México fue sumamente fecunda y versátil. Comisionado por la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, formó un Cuadro Sinóptico de Estadística Universal}'* El Colegio Militar, en el que dicta- ba cátedra, adoptó como libro de texto su Tratado de Mecánica Aplicada, el cual, por cierto, fue premiado con una medalla de oro en la Exposición Universal de París de 1899.''^

Aunque alejado de Aguascalientes, Epstein no desdeñó las oportunidades de seguir haciendo negocios en la primera ciudad mexicana que le abrió sus puertas. Asociado con Martín R. Pilón, en enero de 1879 firmó un contrato con el gobierno

" Marianne O. de Bopp, "El periodismo alemán en México", Historia Mexicana, núm. 36, abril-junio de

1970, pp. 558-570. ^^ El Siglo Diez y Nueve, 7 de mayo de 1872.

'^Corinne A. Y<r3Mse,Losjudtos en México. Una historia con énfasis especial m el periodo de 1857 a 1930, México, Universidad Iberoamericana, 1987, p. 84.

»/*¿/.

" Krause, "Liberalismo positivista en México", op. rit.

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del estado que lo facultaba para tender y aprovechar un "tranvía de mulitas" que comunicara el centro de la ciudad con los baños del Ojocaliente. Sin embargo, parece que esta concesión se obtuvo sólo con propósitos especulativos y a la pos- tre caducó.'*

Algunos años antes, Epstein había sostenido una agria disputa con sus viejos conocidos, los redactores de El Republicano. En enero de 1871, molesto por el empeño del gobierno de ese estado en nulificar las operaciones de compra de al- gunos bienes desamortizados que había hecho en 1856, recogió en las páginas de El Jornalero de la Prensa la versión de que el gobernador Gómez Portugal estaba implicado en el secuestro de un menor. Preocupados, los editores de El Republi- cano respondieron con un artículo lleno de insultos, en el que se afirmaba que Epstein había sido en el estado objeto de consideraciones que no merecía "un in- dividuo de religión, de familia y de nacionalidad dudosas"; se trataba de un hom- bre que debía estar agradecido con el estado, "siquiera porque en el Instituto de esta capital recibió sueldos por enseñar idiomas que no sabe y matemáricas que no comprende", y porque se le pagó "por formar un mapa inexacto y un Cuadro Sinóptico ridículo". En definitiva, lo único que lograba con su artículo ese "hijo de Moisés o de Lutero, de Alemania o de Palesrina", era demostrar que era "tan buen lógico como geógrafo, matemático y profesor de idiomas".'^

No deja de ser curioso que a principios de 1894, un poco antes de morir, Eps- tein se acordara de nuevo de Aguascalientes, a propósito esta vez de ciertas esti- maciones sobre la población del estado hechas por el doctor Jesús Díaz de León. Haciendo gala de su erudición, citando el caso de algunas ciudades europeas y re- cordando los cálculos que él mismo había hecho 35 años atrás, demostró que Díaz de León estaba equivocado. Lo más curioso del caso es que éste, que era un hombre de ciencia respetado y que gracias a su traducción del Cantar de los Can- tares y otros textos bíblicos se había consolidado como "el hebraísta más distingui- do de México", aceptó e incluso agradeció las observaciones de su crítico.'*

" Ambos contratos fueron publicados en El Republicano, 1 de abril de 1879. " El Republicano. 15 de enero de 1871. " Krause, Los judíos en México, op. cit., p. 90.

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CONCLUSIÓN

Epstein murió en la ciudad de México a finales de octubre de 1894. Su caso ejemplifica la forma en que el talento y las habilidades de un extranjero encontra- ron en México múltiples vías de aplicación. Matemático, cartógrafo, editor y pe- riodista, Epstein se integró a la élite cultural mexicana, a la que trató de ganar para su fe positivista. Liberal decimonónico clásico, entendía el progreso como el mejoramiento de las condiciones materiales de vida y creía que los problemas debían ser resueltos mediante su análisis científico, dejando de lado los prejuicios religiosos y los atavismos culturales. Epstein fue un científico educado en Europa que llegó a nuestro país con las ideas y la experiencia que la élite intelectual juz- gaba indispensables, un hombre cuyo talento encontró en México un terreno en el cual florecer y, en resumen, uno de los artífices de la aclimatación del ideario posirivista en México.'^ f¿

" Krause, "Liberalismo positivista en México", op. cit.

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