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GALERIA DEL MOIhO MUZA, EPOCA VII. HABANA 29 DE MAYO DE 1870. NUMERO 35. ERIo,,1Co .e publica LOS DOM =I'PGOSI_ PRECIOS D[ LA SUSCRICION: US PESO AL MES EN LA HABANA y 30 re, tías. POR TEIMEST&ES LATAS SN EL INTERIOR IRLLNCJ DE PORTO. ^Q ÐÃ C Adnilnlxtrutlou A UO\IIR DIRICIRAN TODAS LAS COMUNICACIONES y roo1omaelnoo. EL N45CE&0 SUELTO LE VENDE LE L! ADOIINISTIGCION IDOS REAI BS PGLC, E J EP 1ÓD100 .A I TIST100 Y 1=O`_ERARI0, AÑO ONCE. DIRECTOR: J. M. VILLEIZGAS. CARICATURISTA: LANDALUZE. SR, COMANDANTE D. JOSE PASCUAL MONTANER. LOS DEFENSORES DE LA INTEGRIDAD 1vACIONAL. No uno, dos ejemplares reci- bimos la semana pasada de la fotografía del bravo Montaner, de que se ha sacado el magni- ficó retrato que hoy.' adorna nuestra Galería. Uno de esos ejemplares nos lo prestó nuestro querido amigo el Sr. Ferrer de Conto, y es el que este valiente soldado y distinguido escritor tiene firmado por el insigne guerrillero: el otro nos lo remi -tió el Sr. Martínez Perez, nues- tro digno y constante corres- ponsal en Puerto-Príncipe, que hace trece años nos favorece con el desempeño de la coroi- sion que tomó ti su cargo_ y que nada echa en olvido de cuanto puede contribuir á dar interés á nuestro periódico. - Hubiéramos, pues, podido dar el retrato del Sr.. Montaner en el número pasado; pero el tiempo era demasiado • corto para hacerlo con el esmero que re- quieren los trabajos artísticos de nuestra popular Galería, y si obramos bien ó, no, júzguen- lo las personas imparciales en, vista del que hoy publicamos. Contini ,mos recibiendo fo- tografias. de otros ilustres mxfi- tares, y cou ellas la prueba de la general estimacion que %ues- tra concienzuda Galería va me- reciendo. Por nuestra parte, no omitiremos sacrificio alguno para corresponder dignamente al favor que el público nos dls- pensa, de paso que damos una muestra de nuestro mayor apre- cio y patriótica gratitud á los nobles defensores de la integri -dad del territorio español. „.4-- ¿Y QUE DIJO LA ACADEMIA? ARTICULO III. Flojas debieron parecerle aun -al Sr. Ayala. las diatribas que labia soltado contra el pueblo español en su discurso acadé- mico, que no puede negarse el dictado de académico al tal dis- curso, batiéndose leido en una corporacion que lleva el nom -bre de Academia, y enfadándo- se cada vez idas con los españo- les de quienes solo favores ha recibido, añadió: que constan- tes y heróicos en los trabajos, somos «díscolos é ingobernables en la victoria.,, Esto á la legua se vé que lo dijo el Sr. Ayala aludiendo á esa pern auente perturbacion social que en nuestro país ha seguido á la caida de los Borbones. Por de contado, los autores de todo lo ocurrido son los que, juntándose para derribar, no se pusieron antes de acuerdo so- bre lo que iuniediatarnente de-

J 1ÓD100 .A I TIST100 Y 1=O` ERARI0, - ddd.uab.cat · este, en el hecho de sobrevivir á la expre-sada revolucion, ha probado ser el mas dócil ... Noche Triste, que mas triste hubiera

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GALERIA DEL MOIhO MUZA,

EPOCA VII. HABANA 29 DE MAYO DE 1870. NUMERO 35.

ERIo,,1Co

.e publica

LOS DOM=I'PGOSI_

PRECIOS

D[ LA

SUSCRICION:

US PESO AL MES EN LA HABANA

y 30 re, tías.

POR TEIMEST&ES LATAS

SN EL INTERIOR

IRLLNCJ DE PORTO.

^Q ÐÃ C

Adnilnlxtrutlou

A UO\IIR

DIRICIRAN

TODAS LAS COMUNICACIONES

y roo1omaelnoo.

EL N45CE&0 SUELTO LE VENDE

LE L! ADOIINISTIGCION

IDOS REAI BS PGLC,

EJ EP 1ÓD100 .A I TIST100 Y 1=O`_ERARI0,

AÑO ONCE. DIRECTOR: J. M. VILLEIZGAS. CARICATURISTA: LANDALUZE.

SR, COMANDANTE D. JOSE PASCUAL MONTANER.

LOS DEFENSORESDE LA

INTEGRIDAD 1vACIONAL.

No uno, dos ejemplares reci-bimos la semana pasada de lafotografía del bravo Montaner,de que se ha sacado el magni-ficó retrato que hoy.' adornanuestra Galería. Uno de esosejemplares nos lo prestó nuestroquerido amigo el Sr. Ferrer deConto, y es el que este valientesoldado y distinguido escritortiene firmado por el insigneguerrillero: el otro nos lo remi

-tió el Sr. Martínez Perez, nues-tro digno y constante corres-ponsal en Puerto-Príncipe, quehace trece años nos favorececon el desempeño de la coroi-sion que tomó ti su cargo_ y quenada echa en olvido de cuantopuede contribuir á dar interésá nuestro periódico. -

Hubiéramos, pues, podidodar el retrato del Sr.. Montaneren el número pasado; pero eltiempo era demasiado• corto parahacerlo con el esmero que re-quieren los trabajos artísticosde nuestra popular Galería, ysi obramos bien ó, no, júzguen-lo las personas imparciales en,vista del que hoy publicamos.

Contini ,mos recibiendo fo-tografias. de otros ilustres mxfi-tares, y cou ellas la prueba dela general estimacion que %ues-

tra concienzuda Galería va me-reciendo. Por nuestra parte, noomitiremos sacrificio algunopara corresponder dignamenteal favor que el público nos dls-pensa, de paso que damos unamuestra de nuestro mayor apre-cio y patriótica gratitud á losnobles defensores de la integri

-dad del territorio español.—„.4--

¿Y QUE DIJO LA ACADEMIA?

ARTICULO III.

Flojas debieron parecerle aun-al Sr. Ayala. las diatribas quelabia soltado contra el puebloespañol en su discurso acadé-mico, que no puede negarse eldictado de académico al tal dis-curso, batiéndose leido en unacorporacion que lleva el nom

-bre de Academia, y enfadándo-se cada vez idas con los españo-les de quienes solo favores harecibido, añadió: que constan-tes y heróicos en los trabajos,somos «díscolos é ingobernablesen la victoria.,,

Esto á la legua se vé que lodijo el Sr. Ayala aludiendo á esapern ► auente perturbacion socialque en nuestro país ha seguidoá la caida de los Borbones.

Por de contado, los autoresde todo lo ocurrido son los que,juntándose para derribar, no sepusieron antes de acuerdo so-bre lo que iuniediatarnente de-

282 EL Mogo Muzn

n

bian construir, ó lo que es lo mismo, de loapolíticos imprevisores que acometieron unaobra ,jigantesca bajo el azaroso plan de loque llamamos d salga pez ó salga rana; peroaquí del pecado de Adan. El Sr. Ayala, quelo que necesitaba era desahogarse contraquien nada malo le ha hecho, vengarse dequien con excesiva bondad le ha tratado,achacó al carácter de nuestro pueblo lo queera el fruto lógico de una interinidad indefi-nida é indefinible, producto á su vez de unarevolucion mal preparada, y tronó de firmecontra dicho pueblo, precisamente cuandoeste, en el hecho de sobrevivir á la expre-sada revolucion, ha probado ser el mas dócily sensato del universo.

Miren ustedes si tendría ganas de tronarcontra sus compatriotas el Sr. Ayala, que,hablando de nuestros antepasados, á quienesconcedió inteligencia y valor para todo, dijoque eran «incapaces de sufrirse á sí mismos.»

Esto, dicho por cualquiera, seria siempreatroz, pero dicho por un hombre que ha desem

-peñado la cartera de Ultramar, ante una cor-poracion que se honra con el dictado de Es-

pañola, es cuanto podían apetecer los labo-rantes para seguir escribiendo lindezas con-tra nosotros. ¡Y qué! ¿Les parece á ustedesque el Sr. Ayala se aplacó clespues de decir-lo? ¡Ah, no! Estaba el hombre tan fuera desí, que, encareciendo en seguida las prendasde uno de nuestros célebres marinos, afirmó,hecho un energúmeno, como de costumbre,contra nuestro buen pueblo, que esas altascualidades suelen engendrar en los pechosespañoles una que las desluce todas, y es «laindocilidad propensa siempre á la rebelion.»

Los argumentos con que el Sr. Ayala quisoprobar sus aserciones no hacen honor á unautor clram4tieo, el cual, ya que de otras do-tes carezca, debia tener siempre á mano bue-nos argumentos. Dijo que Pinzon se habíaseparado del Almirante, como si esa solafalta de un solo hombre, que sobre elladió luego explicaciones, pudiese afectar á los,demás individuos que tantas muestras dieronde pacientes y resignados con su destino.Dijo tambien que los pocos españoles que sequedaron en el fuerte de la Natividad, pere-cieron por querer mandar todos, como siaquel suceso desgraciado fuese bien conoci-do, pues lo mas que sobre él ha llegado ásaberse es que hubo ellas de por medio, •yconstando que los del fuerte llevaban ya largotiempo (le triste soledad...... no sé yo si losmismos académicos de hoy hubieran sido niascontenidos que ellos en igualdad de circuns-tancias. Yo me inclino a creer que dichoshombres pecaron de excesivamente confiadosen su valor y en la aparente buena fé de losindios, y que fueron víctimas de una sorpresa.De todos modos, el velo del misterio en queel suceso infausto quedó envuelto, prohibehacer deducciones de cualquier género quesean, y sobre todo, del de contrabando anti-patriótico que nos ha regalado el Sr. Ayala.

Este buen señor dijo luego que los espa-ñoles pelearon en Méjico entre sí, provocan-do con tal conducta la catástrofe que conser-va el expresivo nombre de la Noche Triste,como si aquellaguerr acivil,que tan breve fintuvo, no se debiese á la ambicion de DiegoVelazgnez mas bien que al carácter díscolo•de nuestro pueblo, y como si la catástrofe á-que se refiere el Sr. Ayala no hubiera sidoocasionada por la obstinacion con que losaztecas, que llegaron á asesinará Moctezuma,,estaban resueltos á no someterse, sin comba-tir hasta donde les fuese posible. Lo quehay es.que la guerra civil, promovida porDiego Velazquez, lejos. de.pei judicar á Iler-nan Cortés, le facilitó recursos para conti

-nuar la conquista, y aunque el hecho fuese

lamentable, siempre- probará ese hecho todolo contrario de lo que pretende el Sr. Ayalacon respecto á la conducta que dice que ob-servamos despues de la victoria, puesto quela victoria no se había alcanzado aun defini-tivamente en Méjico, y aun con relacion á laNoche Triste, que mas triste hubiera podidoser á no contar el insigne conquistador conel refuerzo que le llevó Pánfilo de Narvaez.

Pero luego dijo el Sr. Ayala que allí enel Perú los Pizarros y Almagros se hicieronuna guerra mortal, y este es el único hechode los por él aducidos que merece ser séria-mente considerado. Sin embargo, ¿nació allíla discordia del espíritu díscolo de los espa-ñoles, ó de la poca equidad con que en laCorte se repartieron las recompensas? ¿Nofué una injusticia lo que se hizo con el buenDiego de Almagro? ¿No sabe el Sr. Ayalacuánto imperaba el favoritismo en aquellostiempos en que un cortesano oscuro, comoPedrarias, iba de Madrid á la América Cen-tral á tomar posesion del gobierno de la co-lonia fundada por Vasco Nuñez de Balboa,y á hacer morir en una horca á dicho héroe,uno de los hombres extraordinarios que masvalor, mas pericia y mas abnegaciou mostra-ron en la conquista del Nuevo Mundo? ¿Ig-nora aquello de la comision que mandó Pi-zarro á Cárlos V?

Poco debe saber de todo eso el Sr. Ayala,cuando mas tarde dice que «ni la conformi

-dad de la fé, ni la igualdad de costumbres,ni los vínculos de la sangre, ni la mútuaconveniencia, ni el comun peligro, ni las ex-hortaciones evangélicas, ni la hostia consa-grada, partida en dos y comida á medias co-mo prenda y testigo de alianza, fueron nun-ca poderosos (¿poderosos qué?) roto el frenode la monarquía, á contener nuestros espíri-tus rebeldes, &......y que un canónigo, sinmas armas que una cédula real y un brevia-rio, sosegó las turbulencias del Perú y pre-paró la pacífica sucesion de los vireyes.»

Pues bien; sepa el Sr. Ayala que la hostiade que habla., no fué partida en-dos y corni

-da á medias-, sino partida en tres y comida átercios por Francisco Pizárro ., Diego de Al-magro y el sacerdote Luque; sepa tambienque léjos de estar relajado entonces el frenomonárquico, este acababa de ponerse en laaciaga jornada de Villalar tan tir.inte congonunca lo había estado en España, y sepa, enfin, que el canónigo Gasca no sosegó las tur-bulencias con solo la cédula_ real y el bre-viario, sino con la fuerza de las armas, y ha-ciendo morir en un patíbulo á Gonzalo Pi-zarro en recompensa de sus servicios, des-pues de lo cual, como el humilde religiosollevó gran cantidad de oro á la Corte, fue

nombrado obispo de Palencia. El Sr. Ayala,sin embargo, dijo en la Academia que ha-blaba con la historia, y loor eso ine han en-trado deseos de saber las cosas que diría elSr. Ayála si no hablase con la historia ni enla Academia.

Cuatro son, pues, .las citas que de la his-toria del descubrimiento y conquista delNuevo Mundo ha sacado el'reciente acadé-mico, para demostrar que los españoles sdmosde la piel del diablo despues de la victoria, ,yá fé que las cuatro se reducen á cero, si seconsidera que el suceso que cita de. mas im-pòrtancia, el de la guerra civil del Perú, sedebió á una injusticia de•Cárlos V. Pero,suponiendo que los cuatro .hechos-fuesen ta-les como ha querido verlos el Sr. Ayala,¿bastarian cuatro disensiones acaecidas duran-te treinta años de fatigas y penalidades su-fridas en dilatadísimas y . apartadas regiones,para acreditar de díscolo á un pueblo? ¿Quéraza conquistadora del universo ha obradotantos prodigios cong o la nuestra, ni ofrecido

relativamente ménos espectáculos de dis-cordia?

Repase el Sr. Ayala lo que tanta falta leestá haciendo para no mirar con injusta pre-vencion á sus compatriotas; repase, no lahistoria. profana, que le presentaria ejemplostan deplorables como, v. g., los de Alejandro,ya desobedecido por sus soldados cuando man-dé prenderá Clito, ya amenazado de muerte enlas conspiraciones de Filotas y Hermolao, yaexpuesto á verse abandonado por los mace-donios que no querian tenerpor compañeros álos pers^s, ya, en fin, legando al mundo unaanarquia horrorosa, no pudiendo legará sus hi-jos lo que sus capitanes se repartieron comomalos amigos, sino la , que mas peso debetener á los ojos del nuevo académico, la his-toria del pueblo de Abraham.

Por esa historia verá el Sr. Ayala cuangrande enemistad engendró entre los doshermanos Jacob y Esaú la cuestion de pri-mogenitura, siendo esta una cosa sobre lacual parece que no clebia discutirse; cuántomas or fijé luego la que estalló entre los hijosde Jacob, por la predileccion que había estedado á . José, á quien al fin vendieron sushermanos; con qué insistencia desobedecie-ron los hebreos á Moisés, aun sabiendo quehablaba con Dios, y los tremendos castigosque hubo que imponerles para tenerlos á raya.

Pase por alto el Sr. Ayala el gobierno delos Jueces si no es de su devocion, y dígamesi David no tuvo que sostener una contien-da de siete años con Isboset, hijo de Saul, áquien sus mismos partidarios dieron muertepara que se acabase la guerra, lo que no im-pidió que el rey Profeta tuviera que sofocar• mas tarde las turbulencias promovidas por suhijo, el fratricidaAbsalon; diga tambien sides-pueselreysabio 'no apeló al fratricidio horro-roso para asegurar su corona, y aun á ordenarla muerte de Joab en lugar sagrado, con locual no se libró de que se le rebelase luegouno de sus súbditos, que, separando la Siria

• de sus dominios, fundó el reino de Damasco,perpétuo enemigo de Israel, ni de que Jero-boam intentase apartar de la senda del deberá las demas tríbus, ni que, cu fin, diez deestas se sublevasen á su muerte, formándoseasí los reinos de Israel y de Judá- , tan pró-digos en desórdenes, que no es posible daruna idea de ellos en uno ni en diez artículosde periódico.

Y si el Sr. Ayala sabe todo esto, de locual debe deducir que desde que hubo hom

-bres hubo en el mundo pasiones y rencillas,ó lo que es lo miamo, que el espíritu cle ladiscordia no es particularmente español, nifiancés, ni griego, ni ruso, sino universal óhumano ¿á qué ese emperro en sostener, sinrazon ni motivo, que nuestro carácter sea peorque el de otros pueblos? Y ya que tan anti-patrióticas ocurrencias tuvo el Sr. Ayala paravengarse do un pueblo que le ha dado aplau-sos y gran posicion social .por unas cuantasobras dram íticas, que algo merecen sin duda;pero de las cuales, si viviera D. Antonio Al-cala Galiano, diria, tal vez, que bien podíanmerecer mucho siui merecer tanto...... &qucrio la Academia?

¡Oh! Lo que dijo la -Academia, -por bocadel Sr. Marques de Molins, pide, por la partemas corta, otro artículo, y ese verá la luz eldia menos pensado.

EL , Moito MUZAA..

DONDE MENOS SE PIENSA SALTA LA LIEBRE.

ROV EJ.Å QUE NO ES CULPA DE SL' AUTOR, SI TIENE ALGO DESENTIIIENTAL.

CAPITULO PRIMERO.CONSPOUrNOIA$ Qea PUEDE T8AGR UN 'r OPuZON.

Ernesto, jóven elegante y... emprendedor,

EL MORO MITZA

283

.se habia levantado un dia mas temprano delo acostumbrado: serian las once de la ma-ñana.

Hecha su toilette con el esmero de siempre,se lanzó á la calle, no en busca de una posi

-cion social, cual otro Gerónimo Paturot, ni^í seducir incautos, como un laborante de lainsúrreccb u cubana, sino en busca de susamigos y de su almuerzo, que lo esperabanen el Restaurant mas próximo.

Llevaba siempre cierto aire de fatuidad yde distraccion, que le impedia mirar á losdemás, y aunque no se dignase mirar . á lasmujeres, le gustaba ser mirado por ellas, ysin embargo de no mirarlas, las amaba conidolatría.

Adoraba á una hasta embriagarse de amorpor ella, y á los pocos días la olvidaba paraembriagarse con otra de la misma manera.

Si hubiera estado en la manigua y ante unprefecto, de seguro que se casa todos losdías,

Y jam:ls por su magiaLa idea llegó A. pasarleDe que pudiera atacarleComo A. un inglés el esplin.

Al volver una esquina, dió Ernesto untropezon, y lanzó un ¡ay! mas estentóreoque el ¡Gran dio! de la Gazzaniga en la Tra-vi ata.

Bajó la vista y vió un pequeño envoltorioblanco: se inclinó y lo recogió. Era un pa-ñuelo muy fino con un nudo en una de auspuntas.

Hay que perdonar la curiosidad de Ernes-to. No es extraño que tratase de averiguarla causa que había producido tau desagra-dable efecto. Se detuvo, pues, y reflexionó.Este pañuelo, dijo: no ha venido aquí porobra del Espíritu Santo; ha sido arrojadosin duda de algun balcon,:y para arrojarloha silo necesaria una mano; y ¡quien sabe siesa mano serf, linda, y estará unida ti unbrazo que llaga brincar de entusiasmo alque lo contemple.......

Pero veamos lo que contiene este nudo, yasí diciendo, lo empezó á deshacer, mas de-teniéndose un poco añadió: esto va picandoen historia, y hasta me olvido de] almuerzo.Es la primera vez que ene sucede: adelantepues; y con un valor, émulo del qué tienenlos nianibises para correr, acabó de deshacerel nudo. Ernesto lanzó una exclamacion quehizo volver la cara á todos los transeuntes;pero ti él le tenia esto sin cuidado. La tal ex-clamacion fué lanzada por haber hallado enel nudo un billetito de color de rosa, y do-blado en muchos dobleces: á imitacion de nosé quien, podia decirse que habian sido do-blados

Los mas pequeños doblecesEn dobleces mas pequeños.

¿Para quién será esto? dijo; de seguro queno es para mí, y seria una infamia el leerlo:¡bah! lo que está en la calle es del primeroque lo encuentra, y abrió el billete.

«Caballero, decía, sois un impertinente yun necio en creer que os amo, y en tomarosla libertad de escribirme porque haya dadola lcasualidad de que yo esté en el balconcuando pasais. Estais en un error, y necesi-

to sacaros de él. Yo no amaré jamás sino tun jóven elegante, y el descomunal sombre-ro con que os presentais siempre á mis ojos,no es nada ti propósito para inspirar una pa-sion. Estaré asomada hasta que recojais elpañuelo; pero si lo recoje otro tintes que vos,no lo reclamaré, con tal que sea de mi agra-do, y le recomendar6 que os dé una leccioiipor vuestras impertinencias.»

—Divina, angelical, debe ser la mujer queha escrito esto, exclamó Ernesto, que en tra-tándose 'de mujeres...... se inflamaba consuma facilidad. Esta es una aventura que noabandonaré.

Hablando así, levantó, la cabeza, y en elpróximo balcon vió la cara mas linda y lasonrisa mas graciosa que hayan visto jamáslos que, yendo en busca de su almuerzo, tro

-piezan con un pañuelo y hallan dentro unbillete. Entonces la saludó con toda la ga-lantería de que era capaz, y ella, yéndosepara dentro, le contestó con la mas frescay sonora carcajada que pueda salir de loslabios de una linda muchacha.—¡Calla!¿pues no se rie? dijo Ernesto; pero el caso esque no me reclama jel pañuelo: luego soy desu agrado, segun se desprende del billete.

En fin, recapacitaré sobre esto y buscaréel medio de comunicarme con esa belleza,que de seguro vá á ser mi verdadera y quizámi única pasion.

Ernesto habia dicho lo mismo siempreque encontraba una mujer de su gusto, y decada nuevo amor decia que era el verdade-ro y el último. No hay que culparle; á algu-no conozco yo que le sucede lo mismo. Estodebe consistir en algo, aunque yo no sepacual pueda ser ese algo.

Ernesto miro de nuevo al balcon, .y noviendo t nadie en él, trató de marcharse,cuando un jóven vestido con decencia, pero'ele bastante mala facha, se acercó a él y ledijo:

—Caballero, ese pañuelo es para mí.—¿De veras, amiguito? contesta Ernesto

algo sorprendido; pero prorumpiendo almomento en una estrepitosa carcajada, ex-clamó: y es verdad: che seguro que es paravos, puesto que os veo en la cabeza el des-comunal sombrero de que habla este billete.

—Dadme ese billete.—Poco á poco, caballero, lo pedís con muy

malas formas, y no me hallo en el caso decomplaceros; pero, ¿quereis saber lo que W.-ce el billete? Pues bien, aquí lo teneis: dicecine sois un impertinente y un necio.

Y abriendo el billete lo puso ante- losojos del jóven que, trémulo de rabia, con-testó:

—Caballero, ¿tomais esas palabras bajovuestra responsabilidad?

—Vaya si las tomo, y añado, además, quesolo por lo que dice el billete os hubiera co-nocido entre mil.

—Me dareis una satisfaccion; porque enalguno me he de vengar.

—Deberíais vengaros en vos mismo, pues-to que nadie mas que vos tiene la culpa de

lo que pasa. ¿A quién diablos se le ocurrepresentarse á pretender una muchacha conesa bombar de incendios en la cabeza......?

(Continuará.)CInE HAMETE EENENGE^LI.

¡PAN! ¡PAN!

~ EPISTOLA AL MORO MUZA.

nueva-York 20 de Mayo de 1S7P.

Ya, entre nosotros, no marraEse estribillo tremendo,Cual lo inferireis, sabiendoQue hay aquí mucho panarra.Como el invierno fué rudo,«A duro Pan, diente agudo»Algunos con valentíaForzada gritando están;Pero es el caso que hoy di ,i....:.Sobra el diento y falta el part.

¡Qué diantre! con pan y vino,(Fieros exclamaban antesLos dichosos laborantes)Bien puede andarse el camino.No hay que decir si comianLos que estas cosas decian,Puesto que A. pan y mantelesEstaban; mas viendo vanQue se quedan, por infieles,Sin manteles y sin pan.

Ya dura tanto la fiesta,,.Que hoy dice, quien todnviaComo el pan de cada dia;«Pan ajeno, caro cuesta.»El mas furioso glotonSuelo acortar la racion;Y en el mortal desengaño,Exclama con triste afan:«Por mucho pan no es mal año;¡Pero lo es por poco pan!»

Entre esta gente, no es broma,Ni aun n1 hombre mas soberbioSe le aplica ya el proverbioDe «con su pan se lo coma.»Es claro, como que el hambre'"Cunde tanto en el enjambre,'Que aquí, gracias a Quesada,El mas rico perillanIIa de comer pan, sin nada,0 si algo come...... es sin palr.

Aunque unos de otros murmuranCon admirable teson,Conservar piensan la unign,Y por el dios Pan lo juran.Dicen en discursos bellosQue no hay pan partido entre ellos;Y yo exclamo: ¡Eso es sabidolPorque entre tanto haragan,Mal puede haber pan partido,Supuesto que falta el pan.

Se dice y no lo comprendo,Ya que al dios Pan he nombrado,Que fi la devocion se han dadoCon ese dios estupendo.¡Pan! ¡Pan! ¡Pan! gritan los libresDe innumerables calibres;Pero de esa idolatríaPoco fruto sacarán,Pues quien de tal dios se fin,Tendra púnico y no pan.

Sí, señor, fuera de chanzas,Tanto ayunan, por supuesto,Que hay aquí quien ha propuestoTraer el Pan do Matanzas.Y si traerlo pudieran,Algunos se lo comieran:Pero es mucho Pan, y variosDe los que al fin rabiarán......Por miedo fi los voluntariosPrefieren vivir sin pan.

EL MORON—DANQA.

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286 EL Mono Muzs

EL SANTO Y LA PEANA.

No voy á hablar de la mar, porque yo solome ocupo de la mar cuando navego; peroalguna relacion tiene con ella la persona dequien voy á decir algo, siquiera porqueallende la mar se fué á hacer la larga peni

-tencia con que creia ganar la gloria.

¡Ilusiones engañosas!¡Livianas como el placer!

No voy á hablar tampoco de Cristóbal Co-lon, á quien parece que se trata de canonizar,no sé por qué, ni para qué, aunque algunaconexion tiene tambien con el genovés famosoel individuo de quien voy á ocuparme, puestoque ese individuo no existiría, si Colon nohubiera descubierto el Nuevo Mundo.

Voy á hablar de D. Miguel de Aldama, elcual se dice que para los laborantes cubanos,y aun para ciertos periodistas de los EstadosUnidos, ha perdido ya el olor de santidad enque estuvo largo tiempo.

Tan en olor de santidad estuvo, ' que ya,los que le veían, no se contentaban con sa-ludarle quitándose el sombrero, pues losRabia que hincaban una rodilla en tierra yse santiguaban al pasar por su lado, comopara decir: «Bendito y alabado sea el nuevoSan Miguel.»

Entónces Aldama experimento aqueliassatisfacciones que un dia tuvo el poeta Piron,y vá de cuento.

Piron era un escritor francés de verdaderachispa, un buen poeta, que no hizo fortuna,sin embargo de haber escrito La Metroma-nía, que pasa por una de las obras maestrasdel siglo XVIII.

—Pero, señor, d^cia él, ¿por qué Voltaireha de ser tan popular, y yo tan poco?

Esto lo decia viendo que á Voltaire todoel mundo le saludaba, mientras de él nadiehacia caso, y en honor de la verdad, la socie-dad francesa era injusta con Piron, que me-recia mas consideraciones de las que alcan-zaba; pero tampoco Piron pecaba de justoal querer compararse con Voltaire, cuyo mé-rito superior estaba universalmeute reco

-nocido.Un dia, cansado el pobre Piron de un lar-

go paseo que habia dado, se sentó en unbanco de piedra que habia en la puerta olela Conferenció, y apenas se habia sentado,tuvo el gusto de verse saludado por un sinnúmero de transeuntes.

El poeta, como era natural, correspondióá las salutaciones que recibia, quitándose elsombrero é inclinando la cabezamas ómenos,segun la aparento importancia de las perso-nas que le saludaban.

¡Oh, qué placer tan grande tuvo aquelhombre, al ver que no era tan desconocidodel pueblo como él imaginaba! Pero comono hay dicha completa para ese ente llenode debilidades que se llama el hombre, Pironsintió que Voltaire no presenciase su triunfo.

—¡Ah! decia para sus adentros; si el autordel Gandido se encontrase ahora por aquí,vería que mi popularidad va siendo igual ála suya. Cabalmente pasé porsuladoestama-iíaua y apenas se dignó contestar á la extre-

mada reverencia que le hice. ¡Cuánto sientoque no vea lo que aquí pasa!

Porque, á todo esto, Piron continuó reci-biendo las salutaciones de todos los que porallí pasaban; tanto que probó al fin la verdadde aquel adagio nuestro que dice, que lopoco agrada y lo mucho enfada. El poetallegó á cansarse de tanto quitarse el sombre-ro, y ya se contentó con un ligero movi-miento de cabeza para corresponder á las in-numerables salutaciones que seguia reci-biendo.

Pero una viçja hizo mas que saludar, puesacercándose á Piron, se arrodilló y empezóá mover los labios como si rezase. ¡Oh pro-digio! ¡El pueblo habia pasado de la indife-rencia á la idolatría!

—Levántese V., señora, dijo Piron; ustedme tributa honores que están muy por en-cima de mis merecimientos. Yo no soy masque urr poeta, y ni aun eso ame conceden to-davía algunos envidiosos.

A todo esto la vieja continuaba de rodillasy moviendo los labios. El poeta prestó aten-cion, Y oyó algunas palabras de la, Salve quela buena mujer estaba rezando á una imágende la Virgen que estaba esculpida en el pilarpróximo al banco de piedra donde él se habiasentado. Piron alzó los ojos, vió dicha imágeny ¡oh desconsuelo! entonces comprendió queá ella se habian dirigido todas aquellas re-verencias que él se apropiaba.

Pues algo de eso le ha pasado últimamen-te á D. Miguel Aldama.

Estaba el pobre hombre tan persuadidode su celestial beatitud, viendo que habiaquien se prosternaba en su presencia, quehasta pensó mandar hacer su efigie, y comono es la inteligencia lo que le sobra, cre-yendo que toda santo. nuevo que llevo. sunombre ha de tener forzosamente un armablanca en la mano y un diablo á sus piés,quería él tornar un machete mejor que unaespada, y que el demonio por él vencidofuese Morales Lémus.

En esto había de todo. Razon (le sobratenia el nuevo santo en dar el papel de diabloá Morales Lémus: pero no la tenia enpresentar á este como vencido por él, puesha sucedido todo lo contrario. El nuevo Lu-cifer, llamado Morales Lémus, fué quien sepropuso arruinar al nuevo San Miguel, cono-cido por Aldama, y lo consiguió con sus tre-tas verdaderamente infernales.

Pero de pronto vino el desencanto. D. Mi-guel observó á los que le hartan exageradasreverencias, y vio que las miradas de estosse dirigian á sus bolsillos; es decir, háciadonde se suponia que llevaba las onzas espa-ñolas ó los billetes americanos. Un dia todoel mundo dejó de saludarle, hasta los quemas ferviente devócion habian aparentado.Fué aquel en que D. Miguel suspendió lasmensualidades que tenia asignadas á los for-jadòres de mentiras, diciendo que su capitalhabia venido á ménos y que necesitaba hacergrandes economías para no merecer el motede arrancado que Sa le iban poniendo. ¡Quédesencanto! Entonces comprendió D. Miguelque todas las atenciones, salutaciones y ge-

nufiex¡ones que tuvo la candidez de tomarpara sí, se habían cons .grado á su dinero; esdecir, que los que saludaban al santo... ¡lo ha-cian por la peana! ¡Oh golpe de la fortunanegra! A estar D. Mign l soltero, creo queen aquel momento de desesperacion hubierasido capaz de todo, ¡llasta (le casarse conD Emilia!

Por su desgracia, el infeliz no sabe ya re-nunciar á las muestras de consideracion .deqee equivocadamente creia ser objeto. Quiereque siga saludando su dinero la gente, contal que parezca que se dirijen á él las reve-rencias que se hagan á sus bolsillos, y paraello ha resuelto gastar lo que le queda. Estoexplica la razon del convite que dió hace pocoal aventurero Jordan, y la recrudescencia demen.tiras que hoy se nota en el herald, el Sun,el Tribune y otros órganos de Móstoles de losEstados-Unidos; de modo que...... aquí deldiálogo del calderero que recibió una mone-da escasa por componer á medias una surten,con el dueño de esta.

—¡Al freir será cl reir!—¡ Al pagar será el rabiar!

MEMET0-ALLI.

UN POCO DE TODO.

Señores: ya me voy cansando de hablar demambises y laborantes; por cuya razon no ex-trañarán ustedes que hoy me ocupe de todomenos de ellos, y aun creo que ustedes melo agradecerán, considerando que en la va-riedad está el gusto. .

Comienzo por decir, que Alfonso Karr,queriendo echar un dia á perros......

¡Diantre! El hablar Alfonso de los canes,Ale hace pensar en la hidrofobia 6 rabia;La rabia me recuerda los mambises,Y vuelvo, sin pensarlo, á las andadas.

Por otra parte, ]a sola locucion echar el diad perros, debia traerme í la me}noria á losmambises y laborántes, porque, efectivamente,hablar d semejante canalla es echarlos diasá perros. Tomo, por consiguiente, otro asun-to; vgr., el de los bandidos de Maratou.....¿Bandidos dije?

¡Vaya! Otra vez he caídoEn mi ordinario defecto;Porque ¿no es el insurrectoSinónimo del bandido?

Era imposible, pues, hablar del triste su-ceso de Maraton, sin venir á parará la cues

-tion cubana, puesto que los mambises de Gre-cia no» hacen pensar naturalmente en los.bandoleros de Cubci.

Quería yo lamentarme de que hoy pulu-len seres salvajes en aquella tierra dondeflorecieron hombres tan grandes como delos que habla Plutarco...... ¡Vive Dios! ¿A' lutarco nombré?

Lectores, ¡conversacion!Está visto que no me hartoDe hablar de la insurreccion;Pues mas vuelvo (t la cuest¡on,Cuanto mas de ella me aparto.

Se me preguntará: ¿Qué hay de comunentre el respetable historiador griego y loslibertadores cubanos? ¿Qué ha de haber? con-testo yo. Nada; pero como he visto el edictopublicado por nuestro querido amigo el dis-tinguido Coronel de caballería, D. FranciscoMontaos, por el que ese digno Fiscal dela causa mandada formar á los miembrosdel titulado gobierno y á los junteros deNueva-York, cita, llama y emplaza, entreotros individuos, á un tal Plutarco Gonzalez,el homónimo me hizo fijar de nuevo la ima-ginacion en el asunto que quería dar al ol-

EL MORO MUZA 287

s

vido. Por lo demás, ni aun la identidad denombres me hará confundir al Plutarco an-tiguo con el moderno,

Pues Plutarcos ambos siendo,IIarto bien el inundo sabe,Que aquel fué Plutarco el sabio,1 esto es Plutarco Gonzalez.

Volviendo á la situacion de la Grecia, ¿qué.e ha hecho, pregunto yo, de la sangre deaquellos héroes celebrados por el primero delos poetas épicos del mundo? Aquel terribleAquiles, que dió muerte al primer capitan delos troyanos; aquel Ulises, tau apto en laguerra como en el consejo; aquel gestor que,segon Romero, vivió tres edades de hom-bre... .

No vivirá tanto, entre paréntesis sea dicho,el Néstor de ahora; ese Néstor Ponce deLeon que tambien figura entre los bergantescitados, llamados y emplazados por el. Sr.Coronel Montaos, los cuales nias tarde ó mastemprano han de caer en el garlito.

Y, no hay remedio, seilores,Aunque me dé pesadumbre,Vuelvo fi los libertadores......Por no perder la costumbre.

¿Vendrá ese Ponce en la expedicíon famo-sa de los doscientos hidrófobos mandados porJavier Cisneros que quieren vengar la muer-te de Goicuría? No seria malo que tambiense hubiera embarcado el general Aldama.....Porque sepan ustedes que Aldama es ya ge-neral. Así le han nombrado los periódicossubvencionados por él, al hablar del convitede Jordan; esa pelea de vinos y licores enque se lucieron los valientes campeones dela traicion,

Y en que, al haber apuradoMiguel la final botella,Decir pudo entusiasmado:¡Gran batalla hemos ganado!¡Tal general hubo en ella!

Pero yo les conozco, y sé que no vendrántodos los que me gustaría ver atrapados ysometidos al Consejo de Guerra para losefectos consiguientes. Por ejemplo: vendráJavier Cisneros, que, acusado ele ladron porlos mismos laborantes, que dicen; que se haquedado con la mayor parte del dinero quele dieron para arnar expediciones, necesitarehabilitarse con una hombrada, como quisohacerlo Goicuría, si bien tomará las prccau-ciones necesarias para no tener la suerte desu maestro. Quizá venga tambien NéstrrrPonce, acusado del mismo manejo que Ja-vier, y expuesto, por lo tanto, á que lo matensus camaradas si no toma parte en la pame-ma de la venganza; pero no vendrá el gene-ral Aldama, por si un pícaro cliubasúo em-puja la nave hácia donde haya una cañoneraespañola, ni tampoco se embarcará, por lamisma razón, el comandante D. José deArmas y Céspedes, que estará armando al-guna zancadilla. á su protector Quesada, por-que ese g€ -nio de la deslealtad, llamado•Joséde Armas y Céspedes que hizo traicion á losque le dieron colocacion en El Siglo, traicion álos que le confiaron la direccion de . La Au-rora del Yumua•í, traicion al general Dulce,traicion á todo el mundo, algo trama contrael ladron• Quesada celando parece que leapoya, y sobre todo,

No vendrá el infame Lanza,Quien solo sabe, con mengua,1(over, villano, la lengua,

. Despues de llenarla panza.Ese tunante tiene todas las condiciones

que necesita para ser estimado de los liberta-dores cubanos, y estos no querrán que tanbuena alhaja se comprometa. Es el mas cí-nico de todos, el 'mas cobarde de todos, elmas iusolente'dQ todos, el mas desagradeci-do de todos, el mas pillo de todos. ¿Cómo nose han de oponer todos á que se pierda elprototipo de los libertadores?

Mejor está por allá, donde, si bien se mi-ra, mas sirve á nuestra causa que á la suya.Sí, porque los hombres decentes de los Es-tados Unidos, al ver lo que ese hilrófobo es-cribe contra los que pudieron fusilarle y nole fusilaron, contra los que podían tenerlehoy partiendo piedras entre los presidiariosy le quitaron el grillete y le dieron la liber-tad, tienen que acabar necesariamente des-preciando la causa que tan inmundos após-toles predican. Y ahora que me acuerdo,¿no habia yo prometido hablar de todo? ¿Porqué, pues, solo me he ocupado del lodazalpolítico vandálico de los libertadores? A bienque cumplí lo ofrecido, porque francamente,

Ocuparse de ese lodoDonde tanto peje-paloLibertad pide fi su modo,Equivale fi hablar de todo;Esto es, de todo lo malo.

AMURATE$.

EN UN ALBUM DONDE TODO SE HALLABA ESCRITO.

Duro en verdad es decirQue el albura todo hojeé,Y ni una página halléDonde poder escribir.

Lo he recibido en mal hora,Mas confieso mi delito;Aprovecho un rinconcitoPara deciros Señora:

Que aunque vuestro corazonTambien ocupado esté,Por muy feliz me tendréSi hallo en él algun rincon,Como en el albura hallé.

CIDE 1-JAMETE BENENGELI.

UNA POLEMICA.

Ya perdida la pacienciaDe verlo tan coqueton.,Le dijo a mi corazonCierta vez mi inteligencia:

—Por desgracia 6 por fortuna,Que desgracia debió ser,Al ver la primer mujerMe dijistes.—Ya aneo á una.

Poco despues, vive Dios,Viste la mujer segunda,Y con conviccion profundaMe dijistes.--Ya amo ú dos.

Pasó algun tiempo y despuesQue la tercer mujer viste,Cual si dijeras un chiste,Me dijistes.—Ya amo f, tres.

Y antes que el sol se pusiera,Sin duda alguna, verjasLa cuarta, pues me decíasYa aneo fi cuatro, compañera.

Corazon, quiero saberSi acabaré de contarCuando no puedas hallarAlguna nueva mujer.

Que así mas corto, en verdad,Me parece, corazon,Decirte que eres mansionDe la bella humanidad.

Por estas burlas herido,Desde el pecho en que se escondeEl corazon, la respondeCon sosegado latido.

—Atento, hermana, escuchéTus palabras, pero sientoHaberte escuchado atento,Por lo imbécil que te hallé.

Hoy te quejas importunaQue tina adoro por semana.¡Pobre de tí, si mañanaAmara no mas que fi una!

Escucha, pues, tu sentenciaPara ese caso probable,De una anciana respetableQue se llama la Experiencia.

««Si en vez de amarlas á<tudas,,Amas una nada mas,'i`Esclavo al fin te hallarás

'En terroríficas bodas.«Que en vueltas con la ternura,

»Verás, f poco que impero»La inteligencia que muere«Dando vida .í la locura.

«Cuando solo iaia te ablando«Corazon, to notifico,«Vas t. encontrarte tan chico«Como para todas, grande.»

Ya, hermana, si no eres lela,Dirás que es justo y debidoTenga mi amor repartidoComo aconseja la abuela.

Aquí calló el corazonY ií la inteligencia mira:Ella con pena suspiraDiciendo. —Tienes razon.

Mas perdona si un lamentoMe cuesta verdad tan triste.El bien sin terror no existe;Tienes razori y lo siento.

PEDRO DE Novo.

MISCELANEA.

Los italianos usan mucho el epíteto desanto, á propósito de todo lo que juzganbueno; de modo que para ponderar la bondadde un vino, dicen «vino santo.»

Así se comprende lo de cierto Nuncio deS. S. en Bruselas, que, bebiendo en una casaun vaso de cerveza, dijo ¡Santa birra di Bru

-selas! (santa cerveza Ç'e.), y tambien se con-cibe que los oyentes, no entendiendo lo quehabía dicho el Nuncio, y creyendo que habiainvocado á alguna santa de verdad, contes

-tasen al instante: Ora pro notis.

Todos saben que por obvia,E incontestable razon,A la liebre insurrecionYo la titulo Hidrofobia.

Conocido, pues, el fondoDe la verdad de este punto:¿Qué hay de hidrofobia? pregunto,Y acto continuo respondo:

Parece, y no es disparate,Que sigue mordiendo adrede,A los hombres cuando puede,Y el poleo cuando se bate. "

Cierto cortesano recibió, sin solicitarlo, unempleo, allá en los tiempos en que Cervan-tes pedía un destino para no morirse dehambre y no pudo conseguirlo.

—Lo que mas me llena de orgullo, dijoel cortesano, hablando con un hombre demérito, es que no he dado ningun paso paralograr lo que se me ha concedido.

—Ya lo creo, contestó el hombre de mé-rito; el que se arrastra no dá pasos.

La emperatriz Catalina II de usia, vien-do á una pobre mujer sentada á la puerta dela cocina de su palacio, en un dia de muchofrio, preguntó á uno de sus criados por quéaquella mujer permanecía en aquel sitio.

—Esa mujer, contestó el criado, tiene á.su amante empleado en la cocina, y esperaque dicho amante pueda burlar la vigilanciade sus compañeros para darla un jamon.

—Pues anda; dijo la emperatriz, dile quehe dicho yo, que si logra sacar el jamon, pro-cure que no la vea el Gran Chambelan, quees un hombre que no gasta bromas.

Ya que en otro lugar hemos referido unode los sinsabores del poeta. Piron, diga-mos algo de lo que pudo consolarle en estemundo.

Un dia se le aconsejó, por medio de unpapel anónimo, que fuese á una escribanía,donde desde luego le alargaron una plumapara que firmase un recibo. Era el de la,pri-mera mensualidad de la pension que le Babia,señalado un personaje que no quería darse á

conocer. El poeta finó, tomS , el dinero ydijo:

De Dios mismo, con honor,La imágen mas perceptibleMe ofrece ese buen seüor,Que, no solo es bie:fhechor,Sino q ue lo es invisible.

REFRAN Fs.

Júntate con los bribones -y serI q uno deellos.

Quien entre mambises anda, íL 'robar yasesinar se enseña.

De casta le viene á Morales Lemus de(ir:

M.l buen cori^r llaman Céspedes.El dinero de D. Miguel, quele vino sin aa-

ber cómo y así se quedó sin él.Quesada en puerta, Jordau á la vuel,ta, ; .?;1 correr, el mentir y el liberfar, los tres

an' lan á, la par.Juegos de laborantes, juegos de tunantes.Quien la ingratitud propaga , ni hace el

ni paga.

t)ícese que cuando le tocó á Piñeiro elturno de brindar en casa de Aldaina, se le-vut► tó y dijo: «A mi salud.,,

--- Cómo se llanca ese jóven? preguntóJor .Ln.

---Enrique, le contestaron.--Ya me figuraba yo que no se llamaria

Modesto, contestó al sucesor de Quesada, yesta es la mejor ocurrencia que Jordan hatenido en su vida.

Uno de los dichos mas lindos que regia.-ra la historia militar del mundo pertenece

,aI general Desaix, el verdadero vencedor de- Marengo, por mas que sigan muchos fran-

téses empeñándose en atribuir á Napoleon,aquella importante .victoria. .

En una--batalla, viendo que el enemigoera numeroso-y avañzaba, se acercó. á dichogeneral .uno de sus ayudantes y le dijo. ¿Quéordena' V. mi general?: La retirada?

—Sí. cóiitestó Desar," la retirada del ene-

migo. . • ... - .

Alabhbase l'acurido

' De gtíe la-vuelta completa'Di( por tres. veces iil mundòò,Y exclamó cierto locta: . -

«Si àl mundo v,teltas ha dado,'rengo por verdad notoria, -Que ese borrico ha tomadoEl mundo por una noria.'.

i hiclru/o4ta va dea endo, segun aumen-ta. Esto quiere . d eeir -que los insurrectos, ámedida que se ven- mas cerca del exterminio, están mas rabiosos.

Así sucede tambien con los perros: cuan-do están para morir es cuando rabian masde veras.

Ya la hidrofobia les ha puesto á los liberta-dores casi paralíticos, y aquí de lo de Boi- 1

lean: «La diferencia que hay- entre un muer-to y un paralítico, decía el , autor del Lutrin,está en que el paralítico es un muerto quepadece, mientras que- el muerto es ien para-lítico que ha dejado de padecer.,

Somos humanos, aunque Moros, y por las 1setenta y siete- mil seiscieuta& treinta y nue-.ve palabras y trescientas ventitres mil quin-

ce letras del Koran, deseamos que los pade-cimientos de los hidrófobos terminen cuan-to aretes.

La Prensa de la Habana desaparece, des-pues de treinta años de existencia, y lo sen-timos. La Voz (le Cuba. va á emprenuor nue-

Í v.a campaña, dirigida por el Sr. Ruiz deLeon y principalmente redactada por el Sr.Gelpí. Deseamos ver viejo v rebosando ea-lud al nuevo camarada.

¿Y Doña Emilia? ¡Qué! ¿Creia ella que nola nombraríamos en esta miscelánea? Puesno faltaba mas sino que acabásemos una

i miscelánea sin nombrará Doña Emilia, yroas -ahora que parece que Doña Emilia

j quiere casarse ante un' prefecto (le la mani-gua; lo cual quiere decir que renuncié alrilatrimon io.

Hace bien; pero, así como n,sí, tenia mucha1 razon el crítico que, examinando Los Sacra-

mentos - pintados por Ponssin, encontró elcuadro que representaba el matrimonio taninferior ií los demas, que dijo:

Al ver este Sacramento.En una cosa reparo,Y es en que un buen casamientotti^sta en pintura es muy raro.

Charada.

Un pájaro repite mi primera,Para cantar, y laborantes locosArrgjan mi segunda duplicada,Porque no pueden dominar mi todo.

r \ PR VNT. «FI ' [ g is, ' OBr9Po 20.a

LA UNION IBERICA.Si esto se realiza creo que atrapamos el peñon,

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