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IntroducciÓn El siglo XXI comenzó en 1991, hace ya dieciséis años. Ese fue el primer balance que emití "a bote pronto" sobre la disolución de la URSS en diciembre de 1991'. Inicialmente, esta afirmación sorprendió a más de uno. Sin embargo, después ha sido empleada en numerosas ocasiones. El siglo venidero podía ser definido tanto por la ruptura con el mundo que había sido originado por la Primera Guerra mundial, y del que la URSS era al mismo tiempo uno de los símbolos principales y uno de los actores preponderantes, como por el surgimiento de Estados Uni- dos como potencia dominante e incontestada. El primer fenómeno que- daba patente con la finalización de la dominación soviética sobre Europa oriental, herencia de 1945, y posteriormente con el fin de la propia Unión Soviética. El segundo se deducía en parte por la desaparición de la URSS, que dejaba a Estados Unidos sin competidor digno de su talla, pero también, de otra parte, por la capacidad de este país para construir un verdadera hegemonía tanto política como militar, cuya fuerza había sido exhibida durante la operación "Tormenta del desierto" en 1991. Es- 1. Ver Jacques Sapir. Feu le systeme soviétíque?, París, La Découverte, 1992. 9

Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

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El siglo XX no murió el 31 de diciembre de 1999, sino mucho antes, en 1991, con la guerra de Kuwait y la disolución de la Unión Soviética. Por entonces, el siglo que llegaba, el XXI, se anunciaba urbi et orbi como un siglo “americano”. La hiperpotencia estadounidense iba a imponer, todo el mundo estaba de acuerdo, su hegemonía a nivel global. El mundo iba a ser claramente unipolar.Sin embargo, el proyecto hegemónico de EEUU abortó entre 1997 y 2003. La crisis financiera internacional de 1997-1998 provocó la irrupción de nuevas estrategias económicas, Rusia cambió de rumbo, diversos países latinoamericanos rompieron con el modelo norteamericano y China emergió como pivote de la estabilidad del extremo oriente. Intentando restaurar su hegemonía por la vía de las armas, los Estados Unidos se empantanaron en Afganistán e Iraq, en lo que han sido dos desastres militares y políticos. Su imagen de víctimas del terrorismo derivada del 11 de septiembre, pasó a empañarse con lo visto en Guantánamo y Abu GhraibEl siglo XXI, pues, va a ver un mundo multipolar, en el que la soberanía nacional vuelve a ser un elemento clave del pensamiento político. Aunque las elites políticas europeas, carentes de reflejos, no parecen haber tomado todavía suficientemente en consideración este cambio y siguen contemplando el mundo desde una perspectiva política ya obsoleta.

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Page 1: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

IntroducciÓn

El siglo XXI comenzó en 1991, hace ya dieciséis años. Ese fue el primer

balance que emití "a bote pronto" sobre la disolución de la URSS en

diciembre de 1991'. Inicialmente, esta afirmación sorprendió a más de

uno. Sin embargo, después ha sido empleada en numerosas ocasiones.

El siglo venidero podía ser definido tanto por la ruptura con el mundo que había sido originado por la Primera Guerra mundial, y del

que la URSS era al mismo tiempo uno de los símbolos principales y uno

de los actores preponderantes, como por el surgimiento de Estados Uni­

dos como potencia dominante e incontestada. El primer fenómeno que­

daba patente con la finalización de la dominación soviética sobre Europa

oriental, herencia de 1945, y posteriormente con el fin de la propia

Unión Soviética. El segundo se deducía en parte por la desaparición de

la URSS, que dejaba a Estados Unidos sin competidor digno de su talla,

pero también, de otra parte, por la capacidad de este país para construir

un verdadera hegemonía tanto política como militar, cuya fuerza había

sido exhibida durante la operación "Tormenta del desierto" en 1991. Es-

1. Ver Jacques Sapir. Feu le systeme soviétíque?, París, La Découverte, 1992.

9

Page 2: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

ta hegemonía dio lugar, según dej6 escrito un antiguo ministro de Asun­

tOS Exteriores francés, al término de "hiperpotencia"2.

Mucho antes de esta obra, uno de los padres de! pensamiento estraté­

gico francés moderno, e! general Lucien Poirier, proponía un sorpren­dente paralelismo entre la "guerra de! Golfo" y la victoria de Roma so­

bre Cartago en Zama:

( ... ) la Historia se desarrolla y marca su curso lentamente,

a menos que uno de sus accidentes, agitando las inercias

mentales y los esquemas culturales, la fuerce a admitir la

realidad.

Tras Zama, los viejos senadores romanos todavía rechaza­

ban reconocer el destino de la Ciudad. El desorden, en una

Grecia demasiado próxima para que fuera tolerable, les

obligaba nolens volens' a ampliar el horizonte abierto por la

victoria sobre Cartago. Se habían embarcado en la aventu­

ra. El imperio estaba en marcha.

Las analogías históricas son siempre dudosas. Peto, tras el fin del mundo bipolar, cómo el accidente en que consisti6

la guerra del Golfo, necesario tanto para descifrar e! senti­

do del pasado como para indicar el de! futuro, ¿no iba a lle­

var a imaginar este futuro bajo la forma de un imperium . ,4 amerIcano ....

2. Este término procede de Hubert Védrine, quien fuera ministro de Asuntos Exte­riores de Francia de 1997 a 2002. Ver H. Védrine, Les Cartes de la Francea ¡'heure de la mondialisatio", París; Fayasd, 2000.

3. Nolens volens es un expresión latina que literalmente significa "no desearás querer", aunque su sentido más común es "quieras o no" o "se quiera o no" (N. del T.).

4. Lucien Portier, "La guerre du Go/fe dam la généalogie de la stratégie~ Stratégique, nO 51/52,3° y4° trimestres 1991, p. 69-70.

10

INTRODUCCIÓN

La rápida y fácil victoria en la guerra del Golfo tuvo efectos inmedia­

tos sobre las actuaciones americanas. El presidente de la época, George

H, Bush, lo comprendi6 con tanta claridad que declaró: "Por Júpiter, nos hemos deshecho de! Síndrome de Vietnam de una vez por rodas'''.

A este sentimiento de potencia que se reencontraba a sí misma, se aña­

di6 rápidamente la constataci6n del poder indirecto que otorgaba la

hegemonía del Tesoro americano' sobre las organizaciones financieras

internacionales, e! Fondo Monetario Internacional y e! Banco Mundial, en el contexto de la transición de las economías ex-soviéticas.

De este modo, Estados Unidos parecía disponer, en estos albores de!

último decenio del siglo XX, de una total supremacía, tanto militar

como econ6mica, tanto política como cultural. La potencia americana

reunía así la totalidad de las características de! "poder dominante", capaz

de influir sobre e! conjunto de actores sin tener que emplear directamen­

te su fuerza tras la demostraci6n que acababa de ofrecer, y sobre todo al establecer su hegemonía sobre el espacio político internacional, en par­

ticular imponiendo sus manifestaciones explícitas e implícitas, así como sus discursos'.

Sin embargo, es evidente que, en la actualidad, vivimos en un mundo

que no se corresponde ni con las esperanzas ni con los temores que

entonces se podían vislumbrar. Desde la distancia, e! contexto de prin­

cipios de los años 90 tan s6lo aparece como un espejismo engañoso.

No es que el siglo XX haya sobrevivido a sí mismo: todo lo contrario.

Pero lo cierto es que e! siglo XXI ha adoptado un cariz completamente

5. "By}ove, we've kicked the Vietnam syndrome once and flr alln: aporrado en Michael

R. Gordon y Bernard E. Trainor, The General's W!zr: the ¡mide Story of,he Conflict in ,he Gulf, Bastan, Little, Brown, 1995.

6. A lo largo de todo el libro, se emplea el término "americano" para en realidad refe­rirse, COn mayor propiedad, a "norteamericano" o "estadounidense" (N, del T.).

7. R Dahl, "The concepr of power", Behavioral Science, vol. 2, nO 3, 1957, p. 201-215.

11

Page 3: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

diferente de! que parecía que debería ser y que finalmente no ha sido. Se

ha producido un cambio sustancial que, en cierta manera, ha provoca­

do e! "descarrilamiento" de! siglo americano que se anunciaba.

Este cambio no es en absoluto e! resultado de! sangriento atentado

perpetrado en Estados Unidos por Al-Qaeda e! 11 de sepriembre de

2001, por dramático que fuera. Al ser tan sumamente espectacular, co­

rrespondiendo en cierto sentido a los códigos de la estética hollywoo­

diense de! "desastre apocalíptico", numerosos observadores se dejaron

atrapar por las apariencias'. También es verdad que éstas venían a validar

ciertos apriorismos ideológicos anteriores, permitiendo que subieran a la superficie algunos tufillas xenófobos. Pero una apariencia no es más que

una apariencia. El extremismo jslamista sunita, también procedente en

gran medida de la guerra fría' y por tanto representativo de! siglo XX

político, no sentencia para nada en absoluto en lo que se convertirá e!

siglo XXI.

1998: una ruptura fundadora

La verdadera ruptura se había producido antes y en otra parte. Tuvo

lugar durante la crisis financiera internacional de 1997-1998 Y en los

acontecimientos posteriores. En efecto, esta crisis demostró que Estados

Unidos era incapaz de controlar la liberalización financiera internacional

que ellos habían suscitado e impuesto a numerosos países. De manera

significativa, fue China la que aseguró, mediante una política responsa-

8. Un ejemplo de este arquetipo fue AJexandre Adler, J'ai vu finir le monde, París, Grasser, 2002.

9, Se debe recordar que Osama Ben Laden y numerosos miembros de Al-Qaeda fue~ ron entrenados por los servicios especiales americanos para luchar contra las fuerzas so­viéticas en Afganistán en los afias 80.

12

INTRODUCCIÓN

ble, la estabilidad de Extremo Oriente, mientras que las prescripciones

americanas fracasaban en Indonesia y eran abiertamente rechazadas en

Malasia.

Numerosos paises calificados como emergentes reaccionaron ante esta

crisis y la política americana buscando limitar su implicación en esta libe­

ralización financiera, reduciendo su endeudamiento o introduciendo

medidas de reglamentación (como se vio en Malasia). La crisis actual del

FMI, que ha visto cómo, entre 2005 y 2007, numerosos paises le han

devuelto sus deudas anticipadamente, privando a este organismo tanto de

justificación de su actividad como de ingresos, procede precisamente de

que el FMI no tiene una auténtica función desde la crisis de 1997-1999.

Crisis que también significó una ruptura, de modo muy particular,

por su paradójico impacto sobre Rusia. El efecto inmediato del crack de

agosto de 1998 pareció devastador lO• El pais se vio obligado a incumplir

su deuda y su sistema bancario quedó hecho trizas. No obstante, lejos de

representar el fin de Rusia, esta crisis fue la señal de una renovación del

pais. Alejándose progresivamente de las tesis neoliberales que habían

dominado en los años 90, Rusia se reconstruyó en torno a un proyecto

nacional e industrial. El crecimiento económico que se hizo sentir en los

primeros meses de 1999 permitió al pais borrar la depresión de! decenio

precedente. Rusia, que había sido humillada y empobrecida, volvió a

convertirse progresivamente en una potencia con la que había que con­

tar. De este modo, se puede fechar en septiembre de 1998, con la adop­

ción de las primeras medidas por parte de! gobierno Primakov, e!

comienzo de! proceso que conducía al "retorno de Rusia" q:le se ha cons­tatado desde 2005-2006.

La estrategia americana fue golpeada en lo más profundo de sus ci­mientos por las consecuencias económicas, financieras, políticas e ideo-

10. Jacques Sapir, Le Krach ruse, París, La Découverte, 1998.

13

Page 4: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

lógicas de la crisis fInanciera de 1997-1999. La parte visible de la con­

moción provocada por esros acontecimientos fue tanto el hecho de que

quedaban al descubierto los límites del poderío de Estados Unidos, co­

mo el surgimiento (o el resurgimiento) de actores competidores (China,

y después Rusia). La crisis también llevó a numerosos países a modifIcar

sus estrategias económicas, conduciéndoles a políticas comerciales muy

agresivas cuyo sumatorio provoca en la actualidad una debilitación gene­

ral de la economía mundial. La parte invisible fue quizás aún más importante. El discurso neoli­

beral quedó enormemente desvalorizado, tanto a nivel popular como en

el seno de los círculos de poder. Si nociones tales como la política eco­

nómica nacional, la política industrial, la reglamentación de los flujos

fInancieros o el proteccionismo han vuelto a ser legítimos, se debe en

gran medida a esta crisis y al debate que suscitó.

También se debe añadir que, en gran medida, es engañoso el creci­

miento económico que Estados Unidos conoció durante el decenio de

1990 y los comienzos del siglo XXI. Dicho crecimiento se hizo a costa

de un incremento de las desigualdades que no tiene precedentes, 10 que

implica que, en la actualidad, una parte creciente de la población se en­

cuentre en situaciones de marginalidad. La solvencia de la clase media

americana se destruyó durante ese período, dejando, de este modo, fuera

de cualquier sistema de protección a una fracción cada vez más gtande

de la población. La crisis del sistema hipotecario americano, que se desarrolló durante

el invierno de 2006-2007 y que se fue transformando progresivamente

en crisis fInanciera, no es más que la punta del iceberg. El problema es­

tructural es mucho más profundo, y su solución será mucho más doloro­

sa de 10 que sugiere la crisis de las subprimes11 •

11. Se denomina subprímes a los préstamos hipotecarios concedidos a prestatarios en

14

INTRODUCCIÓN

La consecuencia directa fue el giro de la política americana hacia una

militarización entre 1999 y la invasión de Iraq en 2003. La confusión

política e ideológica que se apropia de Estados Unido tras la crisis de

1998 se ve agravada por la concienciación del riesgo que representan los

avances de la proliferación nuclear12, con los ensayos paquistanies e in­

dios. Más allá de su signifIcado estrictamente militar, estos ensayos mos­

traron que países considerados como relativamente próximos a Estados

Unidos, no son, a pesar de ello, directamente controlables, persiguiendo

sus propias estrategias. Como consecuencia, la percepción americana del

mundo sufrió una profunda transformación. Pasó del triunfalismo de

principio de los años 90 a un sentimiento de miedo generalizado ante

un mundo exterior percibido repentinamente como una amenaza direc­

ta al santuario norteamericano. Este sentimiento quedó perfectamente

reflejado en el informe remitido el 15 de julio de 1998 al Congreso por

un equipo dirigido por Donald Rumsfeld. La administración Clinton

no puede evitar reaccionar y se embarca en una remilitarización de la po­

lítica americana. De esta forma, queda claro que el cambio de rumbo

político es anterior a la llegada a la Casa Blanca de George W Bush.

No obstante, este giro favoreció el acceso al poder de los llamados

"neoconservadores" o neocons. Como lo testimonia la designación de

Rumsfeld como ministro de Defensa, cuyo papel en los acontecimien­

tos posteriores es de sobra conocido. La política de los neocons, construi­

da sobre una serie de reduccionismos ideológicos13, iba en dirección con-

los cuales la relaci6n deuda I ingreso excede el 55%, o cuando la relación entre el mon­tante del préstamo f valor del bien excede el 85%. La tasa de incumplimiento de estos préstamos, que normalmente no debería sobrepasar elI %, excede actualmente del 1 0%, Y seguirá aumentando durante 2008 y una parte de 2009.

12. Esto no es ninguna novedad. Israel y Sudáfrica ya fueron proliferadores clandes­tinos en los años 70 y 80, aunque Sudáfrica se desnudearizó posteriormente.

13. Francis Fukuyama ofrece un buen análisis en F. Fukuyama, After the Neocons, America at the Crossroads, New Haven, Conn., Vale University Press, 2006,

15

Page 5: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

traria de lo que hubiera debido ser el poderío de una verdadera hiperpo­

ten cia. Ha desembocado en desastres políticos y diplomáticos, al igual

que en los militares que se pueden observar hoy en día en Iraq y en Af­ganistán. Estos desastres ya han producido sus efectos. De no haber

existido un cambio en la política americana ni el fracaso de la misma,

había pocas posibilidades de que los vínculos entre Rusia, China y los

países de Asia Central cristalizaran en la Organización de Seguridad de

Shanghái", primera organización de seguridad internacional post-guerra

fría. Sin embargo, a partir de ese momento es un hecho q~e la "potencia

dominante" del "primer" siglo XXI está en la acrualidad tanto puesta en

cuestión como ampliamente desacredirada. Una parte de su discurso ha

saltado en pedazos, lo que, en un mundo hipermediatizado, es una derro­

ta tan importante como las infligidas por las armas.

Antiguas potencias, como Rusia, se han vuelto a levantar con fuerza,

mientras que otras están en camino de hacerse valer, como India y China.

El imperíum agoniza antes incluso de haber nacido. El futuro está, de

nuevo, completamente abierto.

¿Pensar en el futuro?

El problema es suficientemente serio como para que se multipliquen los

intentos de reflexión sobre los retos a los cuales nos enfrentaremos en los

años venideros. Por limitarse sólo a Francia, desde finales de 2007 se ha

entrado en un proceso de revisión tanto de la política exterior como de

la política de defensa. Por lo que a esta última respecta, se ha iniciado el

14. Organización de Cooperación de Shanghái, también llamada seo, por su acró­nimo en inglés. Para muchos analistas, está considerada como la anti-OTAN (N. del T.).

16

INTRODUCCION

proceso de redacción de un nuevo Libro Blanco que deberá reemplazar

al de 1993-1994, el cual estaba basado en las lecciones extraídas de! fin

de la guerra fríal5• Para la política exterior, e! recientemente elegido

Nicolás Sarkozy inmediatamente tras su designación solicitó a Hubert

Védrine, antiguo ministro de Asuntos Exteriores en el gobierno Jospin,

la redacción de un informel6 sobre Francia y la mundializaciónl7•

La combinación de esras dos gestiones es importante. Muestra que los

responsables son conscientes, a veces de manera limitada e imperfecta,

del hecho de que e! mundo que nos espera no es aquel que se había pre­

dicho tras 1991.

La cuestión es saber si se puede "pensar en el futuro". A pesar de que

los ejercicios de prospectiva se multiplican desde hace decenios, esta

cuestión no es tan banal como cabría creer.

Pensar en el futuro, en e! sentido más estricto del término, es una con­

tradicción. Si pudiéramos tener una comprensión precisa de los aconte­

cimientos a los que nos deberemos enfrentar, entonces reaccionaríamos

de tal manera que nunca surgirían aquellos que nos parecen más peligro­sos y dañinos. Todo intento de "pensar" el futuro, si tiene éxito, tiene

como resultado cambiarlo y proporcionar, por definición, una realidad diferente de la prevista. Si nuestra visión del futuro es demasiado impre­

cisa, y enturbiada con incertidumbres, la presión es enorme para no mo­

dificar la línea de conducta decidida antes de la previsión.

15. Es de esperar que el poder ejecutivo no acelere indebidamente el proceso de ela­boración de este documento. Todo intento de llegar a conclusiones en pocos meses deja­rá planear la duda sobre la validez del ejercicio, corriéndose el riesgo de que la elabora­ción conceptual sea secuestrada por un calendario político a corto plazo.

16. Infonne que fue emitido e!4 de septiembre, tras haber sido encargado el2 de julio. 17. En Francia, habitualmente se refieren al término "globalización" como "mundia­

lización". Es una más de la formas que tiene la lengua francesa de enfrentarse a la impo­sición cultural del idioma inglés, del que procede directamente la palabra "globaliza­ción", de uso mucho más extendido (N. de! T.).

17

Page 6: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SI G LO XXI

Quien haya leído Tifon, la novela de Joseph Conrad, conocerá la

paradoja. Cuando el barómetro empieza a bajar, el segundo de a bordo

propone al capitán desviar el navío. Ahora bien, aunque es cierto que el

capitán es el "único patrón a bordo después de Dios", siguiendo una fór­

mula bien conocida, también es responsable ante los armadores, en par­

ticular en cuanto al coste del carburante consumido. El capitán de la

novela de Contad, presentado como un hombre competente pero poco

imaginativo, desconfía de los instrumentos. Cuando su segundo le pre­

dice una tormenta terrible, él replica que nadie puede saberlo, ya que

esta tormenta aún no ha sido afrontada. El navío no cambia su rumbo

y atraviesa un tifón de antología, cuya descripción, sin duda inspirada en

la experiencia personal de Conrad como oficial de la marina mercante

británica, quedará para siempre entre las páginas más extraordinarias y

terroríficas de la literatura marítima.

Pensar el futuro no tiene más sentido que poder discernir las líneas

directrices, las tendencias generales, tanto dentro de los límites como de

las oportunidades. Lo que implica que no se debe focalizar simplemente

sobre los meros hechos, las descripciones estáticas, sino que, por el con­

trario, hay que ser capaz de desglosar los hechos para comprender las

dinámicas que los han provocado y las contradicciones que revelan. Tal

actitud supone, sin embargo, tanto argumentos teóricos que se correspon­

dan con los problemas planteados, como un rigor conceptual sin fisuras.

El problema es especialmente importante por el hecho de que hay

que hacer frente no solamente a cambios significativos en las relaciones

de fuerzas internacionales, sino también a una crisis de la potencia do­

minante, crisis cuyos efectos tienen repercusiones en el conjunto de sus dominios.

Pensar en la seguridad internacional en este nuevo contexto exige

una revisión global no sólo de la situación, sino también de las actua­

ciones que han tenido lugar en los años de la euforia americana de la

post-guerra fría.

18

INTRODUCCI6N

Se puede considerar, como hace Francis Fukuyama, que la seguri­

dad internacional es un bien públicd'. Sin embargo, deducir de esta

afirmación la legitimación del intervencionismo unilateralista america­

no supone demostrar, al mismo riempo, que este intervencionismo es un

claro creador de seguridad (algo de lo que se puede dudar tras la expe­

riencia iraqui) y que la noción de "seguridad internacional" es realmen­

te común a todos los actores del juego mundial.

En realidad, el intervencionismo americano, lejos de ser un inten­

to -bastante torpe- de salvaguardar un bien público, únicamente se muestra como una acción que persigue objetivos internos absoluta­

mente incompatibles con la noción de equilibrio internacional, ya que

están enteramente basados en una visión ideológica y sectaria l'. Algo

de lo que Fukuyama parece haberse dado cuenta en los dos años que

separan su obra sobre el orden mundial de la otra sobre la crítica de

los neoconf°. Así pues, sería trágico que el debate que se abre en

Francia, y del cual se debe recordar tanto su importancia como su necesidad, no extrajera las lecciones de los errores de este "primer"

siglo XXI, e! cual fracasa entre 1998 y 2003.

La lectura de! informe elaborado por Hubert V édrine es, a este res­

pecto, instructivo y debe recomendarse a todo aquel que quiera com­

prender los desafíos del debate mundial que se anuncia; es indiscuti­

blemente imprescindible para quien quiera intentar pensar sobre e!

futuro2l• Este texto contiene, a buen seguro, recomendaciones y

18. Francis Fukuyaroa, State-Building, Governance and Worid arder in the Twenty­Ftrst Century, N.Y., Cornell Universíty Press, 2004; edición española, La construcción del Estado: hacia un nuevo orden mundial en el siglo XXI, Ediciones B, Barcelonfl, 2004.

19. Jacques Sapir, "Endiguer l' i'solationni'sme interventionniste providentialíste améri­cain': La Revue international et sttatégique, nO 51, autorome 2003, p. 37 ~44.

20. F. Fukuyama, Afterthe Neocom ... , op. cit. 21. Hubert V édrine, Rapport pour le président de la République sur la France et la mon­

dialisation, París, Secretariado de la Presidencia de la República, septiembre 2007.

19

Page 7: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

comentarios que son de una gran exactirud, a pesar de que sea amplia­

mente discutible en otros puntos.

En primer lugar, hay que quedarse con el análisis sobre la cuestión

de la OTAN. Dicho análisis está elaborado con una sutileza tal que la

política exterior francesa debería hacerlo suyo, so pena de exponerse a

graves equivocaciones". Seguidamente, no se puede discutir que es

necesario potenciar el esfuerzo en investigación y desarrollo en Francia,

y, por lo tanto, ir en la dirección de una verdadera política industrial.

Esta opción es característica, por otra parte, de las potencias emergen­

tes, tales como China e India, o de las que resucitan, como Rusia. En

definitiva, comparto, por así haberlo mantenido públicamente en el

invierno de 2006-2007, la opción de un proteccionismo razonable,

que ponga al mismo nivel los esfuerzos sociales y ecológicos que este

informe implícitamente contiene". Por otro lado, es una pena que este

análisis tan sólo se haya formulado como a disgusto, en lugar de apo­

yarse en un examen más detallado de las relaciones económicas inter­

nacionales.

Por otra parte, se debe abordar una limitación de este texto, la cual,

desafortunadamente, debilita el alcance de los elementos positivos que

contiene. Efectivamente, el informe V édrine es portador de una signifi­

cativa aporía, la confusión del capitalismo con el mercado, adoptando,

de este modo, dicho mercado la dimensión de un ser sobrenarural y per­

sistente cuya presencia iluminará nuestro mundo. Lo que hace que este

texto sea, en ciertos aspectos, lo contrario de lo que debería ser. En vez

de ser un telescopio apuntado al futuro, es sobre todo, en la parte que

concierne a la nueva economía política de las relaciones internacionales,

un testimonio de la imposición del pasado.

22. ¡bid .. p. 37 sq. 23. ¡bid., p. 16.

20

INTRODUCCIÓN

De este modo, este informe es revelador tanto de la experiencia de su

autor en sus partes más positivas, como de la presencia de manifestacio­

nes del mundo características de las escorias ideológicas surgidas del pe­

riodo 1991-2003, el cual puede considerarse como el del fracaso del Im­

perio americano. En este sentido, se puede afirmar que no se han extraí­

do completamente las lecciones ofrecidas por el giro trascendental que se

produce entre 1997 y 2003. JUSto lo contario de lo que se desea aclarar

en la presente obra.

Se encuentran pocas diferencias entre el informe escrito por Hubert

V édrine en el verano de 2007 y el libro que él mismo publicó en 2000

en lo que respecta al contexto global, y en particular al análisis del pro­

ceso al que se le ha dado el nombre de "mundialización". Algo que mere­

ce destacarse, sobre todo considerando que se quiere que este informe

sea una pieza central en k,s futuros debates sobre la estrategia internacio­

nal de Francia. Así pues, conviene identificar lo que de entrada ya plan­

tea un problema.

La primera parte, titulada "¿Debe Francia replantearse su posición

frente a la mundialización?", comienza con las "observaciones previas

sobre la desconfianza francesa"". Esta manera de proceder no puede evi­

tar levantar inmediatamente interrogantes y dudas, tanto desde el punto

de vista del método de análisis como del proceso retórico. No es absolu­

to chocante que se plantee el problema de las representaciones francesas

de la mundialización. Se trata incluso de una cuestión legítima, ya que

no existe política sin construcción de representaciones.

Pero que la cuestión del lugar de Francia en la mundialización sea

abordada a partir de la forma en que se manifiesta y no de un análisis de

lo que se ha dado en llamar "mundialización", tanto de sus dinámicas

como de sus contradicciones, apunta a un vicio de forma. La lógica im-

24. ¡bid., p. 3.

21

Page 8: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

pondría que antes de interrogarse sobre las manifestaciones colectivas

existentes sobre un objeto, se debería prestar más atención a presentar­

lo, definirlo y analizar las transformaciones potenciales. También hubie­

ra sido necesario recordar que siempre existe una diferencia entre la rea­

lidad de un proceso y las formas inmediatas en que éste se manifiesta,

las cuales sirven a menudo de base a las actuaciones que se prerenden

analizar. Por ello, lo que finalmente aparece sobre la mundialización o

la gIobalización no es necesariamente lo que de verdad es. Así pues, he

aquí el por qué se riene la sensación de que ha existido un sesgo impor­

tanre en el método. La elección hecha en este cao por Hubert V édrine no es, en efecto, ni

neutra ni inocente. El orden de presentación muestra, a falta de un análi­

sis fundado en las "resistencias" francesas, la forma de expresarse de! autor.

De este modo, la primera sección de! primer capítulo está enteramen­

te construido alrededor de la oposición entre lo que se describe como un

"hecho", es decir, la imposición de la economía de mercado, y las reti­

cencias ideológicas de los franceses, las cuales son explicadas en unas

pocas líneas mediante una referencia culturalista a la impregnación de!

catolicismo y de! marxismo en la sociedad francesa. Tanto la afirmación del "hecho", e! cual, al margen de cualquier aná­

lisis sobre la manera en la que fue construido, parece un truco de magia,

como la idea de fondo, la confusión entre capitalismo y mercado, plan­

tean un problema. El asunto es serio. Hubert V édrine no es ciertamente un hombre des­

provisto de experiencia y su palabra no carece de autoridad. Lo que surge

en e! trascurrir de! discurso es de la más extrema gravedad y muestra lo

que no hay que hacer cuando a alguien se le da e! cometido de "pensar

el futuro".

22

INTRODUCCIÓN

Argumentos de autoridad y autoridad del argumento

Es instructiva la forma en que Hubert V édrine procede en este caso.

En las primeras páginas del informe, comienza esrableciendo que el

rechazo a la mundialización por parte de los franceses es inversamente

proporcional a su nivel de estudios. Después, partiendo de un sondeo

que muestra que una mayoría de los franceses afirma "no comprender la

economía", lo que V édrine considera contrario a lo que él mismo llama

el "hecho incontestable" de la economía de mercado'" describe la situa­

ción como "un fracaso de la propaganda pro-mundialización por parte

de todas las autoridades políticas y económicas ... "26

Desafortunadamente, se puede reconocer en esta situación un méto­

do argumentativo muy clásico y característico del pensamiento conser­

vador. Los pobres son ignorantes y poco instruidos. No saben recono­

cer 10 que es bueno para ellos, siendo conveniente que las é1ites que

dominan e! conocimiento les eduquen para evitar 10 que V édrine cali­

fica de oposición estéril entre pro- y anti-mundialización, puestos ambos extremos a un mismo nivel. Existen, más allá de los interrogan­

tes éticos que puedan darse en esta forma de razonamiento", dos pro­

blemas de fondo en esta argumentación.

En primer lugar, quien haya estudiado estadística sabe que no se

pude inducir directamente una relación de causalidad de la evolución

simultánea de dos variables". De este modo, la desconfianza creciente

hacia la mundialización que experimentan prioritariamente los más

25. De este modo, Védrine atribuye una parte de nuestras desgracias a que "no reco~ nacemos explícitamente la economía global de mercado como un hecho" (ibid., p. 8).

26. [bid., p. 7. 27. Que vuelven a rechazar la pertinencia del debate democrático. 28. Salvo, claro está, los producidos en test estadísticos idóneos con sus variables de

control.

23

Page 9: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

pobres y los que tienen menos estudios podría igualmente (e incluso más probablemente ... ) significar que las personas que trabajan en los sectores menos cualificados y en los más expuestos a los desórdenes provocados por la mundialización, están en mejores condiciones para conocer la realidad de esta última en su vida coridiana que aquellos

que viven en un mundo proregido. En ciertos casos, e! conocimien­to práctico puede ser tan preciso y sólido como e! conocimiento abs­tracto, sobre todo si este último está construido sin una relación crí­tica con las teorías que, tanto implícita como explícitamente, pone en

marcha. Lo que, por otro lado, recalca un problema de método co­

nectado con e! primer problema de la argumentación de Hubert Védrine.

Antes de interpretar las estadísticas, hay que previamente construir las causalidades posibles mediante un análisis de los efectos que un

proceso como la mundialización puede tener sobre formaciones socia­les perfectamente identificables. El análisis de las diferencias de in­gresos y de sus evoluciones desde 1990 muestra los efectos indirectos de lo que se ha denominado "mundialización" sobre nuestras estruc­turas sociales. Indiscutiblemente, un grupo de la población se ha beneficiado de la apertura de los mercados y de los progresos de la

financiarización de nuestras economías. Pero este grupo es muy mi­noritario si se le compara con aquellos a los que las evoluciones de

estos últimos anos no les han afectado, y con los que, por e! conta­rio, han sufrido una pérdida considerable. El papel de! grupo inter­

medio, que ni ha ganado ni ha perdido, es fundamental en este caso. Si se deja convencer por los que se benefician de la situación actual, habrá una mayoría de opiniones favorables a la mundialización. Si

considera, por e! contario, que podría ser la próxima víctima de las evoluciones económicas internacionales, unirá su voz a la de las víc­timas de los avances de estos últimos anos. Quizá esto es lo que en realidad está pasando actualmente en Francia, de creerse en los estu-

24

INTRODUCCIÓN

dios del CREDOC". Los cuales muestran que la situación de las "cla­ses medias" se asemeja más a la de los bajos ingresos que a la de los altoS, constatando, de modo muy especial, el CREDOC que el grupo de los altos ingresos se separa cada vez más de! resto de la población francesa en numerosos aspectos de! modo de vida. Esta evolución, bien documentada estadísticamente, explica mucho mejor que una supues­

ta falta de pedagogía por parte de las élites políticas la desconfianza cre­ciente por parte de una mayoría de franceses hacia lo que se ha dado en llamar la "mundialización"". A través de diversos estudios, se sabe

que e! principal resultado de la apertura económica de los veinticinco

últimos años en los paises desarrollados es un crecimiento de las des­igualdades y una concentración de los efectos del desarrollo en fraccio­

nes cada vez más reducidas de la población. De este modo, en los últi­mos años, mientras que e! PIE ha aumentado rápidamente en Estados Unidos, el salario medio se ha estancado, e incluso bajado".

Se debe senalar la importancia que tiene para este estudio la noción de salario mediano, que no es lo mismo que el salario medio. La media­na corresponde, en una distribución, al valor que divide en dos la

muestra (representada en este caso por las unidades familiares). Utilizar el salario medio como indicador de la evolución de los in­

gresos, como se ha hecho muy a menudo para facilitar e! cálculo, lleva a

29. CREDOC es el acrónimo del "Centro de investigación para el estudio y la obser­vación de las condiciones de vida". Es un organismo francés, creado hace más de 50 años y subvencionado por e! Estado. Esrá localizado en París (N. de! T.).

30. Régis Bigot, director adjunto del departamento "Condiciones de vida y aspira­ciones de los franceses" del CREDOC, "Hauts revenus, bas revenus et 'clases moyen­nes': une aproche de I'évolution des conditions de vie en France depuis vingt-cinq ans", texto de la intervención en el coloquio "Clases medias y políticas publicadas" organiza­do por el Centro de análisis estratégico, París, 10 de diciembre de 2007.

31. "Bush reorients rhetoric, acknowledges ineome gap", Wall Street Journa~ 26 marzo 2007.

25

Page 10: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

suponer -implícita o explícitamente- que la distribución de los ingresos

es relativamente regular. Se tendría un pequeño número de pobres, un

pequeño número de ricos y una gran masa de personas cuyos ingresos

corresponderían al nivel medio. En este caso, el ingreso medio estaría muy

próximo del ingreso mediano. Pero, de encontrarse en presencia de una

distribución de ingresos marcadamente desigual e irregular, la noción de

ingreso medio no tiene ningún sentido económico o social (incluso aun­

que siempre se pueda calcular una media). La diferencia entre e! ingreso

medio y el ingreso mediano es siempre un indicador de! grado de desigual­

dad de una distribución. Si dicha difetencia se incrementa, como en e!

caso de Estados Unidos, ya que e! ingreso medio aumenta mientras que el

ingreso mediano se estanca, significa que se está en presencia de un impor­

tante aumento de las desigualdades.

Desde los años 90, en los países europeos se puede constatar una am­

pliación de la diferencia de los ingresos. Por supuesro, aún se está lejos

en Francia de la situación de Estados Unidos a este respecto. Pero la ten­

dencia en esta dirección se refuerza año tras año, siendo, en gran medi­

da, producto de lo que se ha venido a llamar, de una manera imprecisa

ya menudo errónea, la "mundialización". Así las cosas, es posible afir­

mar que, en un país, e! ingreso medio, calculado frecuentemente me­

diante la fórmula de! PIE por habitante, aumenta, mientras que e! ingre­

so mediano se estanca. Es esta dinámica particular, inducida por el mo­

do dominante en la actualidad de! sistema de intercambios mundiales,

la que conduce a lo que un colega ha llamado la disociedad". A falta de un verdadero análisis sobre las reconfiguraciones de las desi­

gualdades de la renta, de! estatus y de! acceso a las diferentes formas de

protección social que la mundialización ocasiona, e! discurso de V édrine

32. Jacques Généreux, La Dissociété, París, Ed. du Seuil, 2006; nueva edición revisa­da y aumentada, Points "Économie", 2008.

26

INTRODUCCIÓN

este aspecto, muy frágil. Lo que no deja de sorprender viniendo de

autor. Pero hay un segundo problema, de consecuencias mucho más graves,

que va a afectar directamente a la lucidez de los procesos globales a

que nos enfrentamos. Cuando Hubert V édrine da por sentado que la

/:conollÚa global de mercado es un hecho, en realidad está invirtiendo los

términos. Sin duda alguna, la economía global de mercado no existe.

A buen seguro que esta afirmación va a provocar más de un sobresal­

to, ya que es en gran medida provocadora y defiende deliberadamente lo

contrario de la creencia común. No se trata aquí de negar que la econo­

mía capitalista sea el sistema dominante, ni que estemos rodeados de

mercados. Simplemente, la economía capitalista y la economía de mer­

cado no son sinónimas. De la misma manera, detrás de la palabra "mer­

cado" se ocultan realidades e instituciones muy diferentes. Incluso a pe­

sar de que se utiliza con mucha frecuencia, por simplificación o pereza,

"mercado" para referirse a "capitalismo", ambos conceptos son en reali­

dad antitéticos. Este aspecto ya fue desarrollado en otras obras", por lo

que no se va a volver sobre las demostraciones ya hechas, contentándo­

nos con recordar ciertas conclusiones.

Mantener que la constatación de una dominación mundial de la eco­

nomía capitalista no tiene nada que ver con la afirmación del carácter

mundial de la economía de mercado, no tiene como finalidad provocar

un enfrentamiento innecesario con V édrine. Pero tampoco es cuestión

en este caso, en el que se está tratando con un actor tan curtido en asun­

tos de relaciones internacionales y tan versado en los fundamentos del

análisis económico como Hubert V édrine, de ceder ante cualquier tipo

de reflejo corporativista.

33. Jacques Sapir, Les Trous noirs de la science économique. Essai sur l'impossibilité de pemer le temps et l'argent, París, Albin Michel, 2000, rééd. Éd. Du Seuil, eoll. "Poinrs Économie", 2003.

27

Page 11: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

Si esta confusión entte los dos términos debe destacarse con tanta

insistencia, es porque tiene consecuencias fundamentales para la com­

prensión de los intereses contemporáneos. En realidad, dicha confusión

provoca un error radical acerca de la naturaleza del proceso económico

y social al que nos enfrentamos. La elección de los términos refleja dos

formas completamente opuestas de manifestarse las evoluciones del

mundo contemporáneo.

El capitalismo no es el mercado (y recíprocamente ... )

Una economía capitalista se caracteriza por dos hechos centrales: la mer­

canda y el asalariado. La mercancía significa que los productores están

fundamentalmente separados de los usuarios de sus productos. Es esta

separación la que implica la relación mercantil. El intercambio de pro­

ductos ya no responde a razones simbólicas y políticas, sino que se con­

vierte en una necesidad funcional para la perpetuación de las sociedades.

De este modo, la existencia de la mercancía -bien o servicio que tan sólo

se produce para ser intercambiado- transforma la economía en proble­

ma de coordinación y hace necesarias las instituciones.

En efecto, la producción mercantil es para el productor un perpetuo

saltO al vacío. No sabe jamás por adelantado, cuando comienza una pro­

ducción bien sea con su capital o con el que haya pedido prestado, en qué

condiciones será intercambiada su producción. Autores tan diferentes y

opuestos como Marx, Keynes o Hayek ya se apercibieron de esta espe­

cificidad radical de la economía capitalista. El primer problema funda­

mental de la economía capitalista es el de la coordinación entre accio­

nes entabladas individualmente pero que no tienen sentido más que

socialmente. Existe en esta situación una contradicción cargada de in­

certidumbre. De la cual nace lo que Keynes identificó como la prefe­

rencia por la liquidez.

28

INTRODUCCIÓN

i,.C:uaJt1dc el grado de incertidumbre es muy elevado, más vale guardar

it rJlqueza que invertirla". En este caso, la economía corre el riesgo de

por falta de combustible. Para superar esta incertidumbre es por

que hacen falta instituciones y organizaciones.

Las instituciones de coordinación pueden ser de diversos tipos. Se

puede tratar tanto de mercados, también muy difetentes entre ellos",

como de procedimientos jerarquizados o de redes". De hecho, en una

economía capitalista se encuentran estas tres formas imbricadas yarticu­

ladas de manera diferente en [unción del tipo de capitalismo. A pesar de

que estas instituciones pueden variar, y aunque su combinación es, por

su parte, también variable, su necesidad constituye la constante funda­

mental. Estas instituciones no tienen valor más que para las organizacio­

nes que permiten su existencia, bien sea que se trate de empresas, admi­

nistraciones, sindicatos o de reagrupamientos de actores".

34. Esta idea fue inmejorablemente expresada por George Shack1e, quíen fuera tanto alumno de Keynes como de Hayek a finales de los años 30: "Cuando es particularmente difícil adquirir un conocimiento preciso de la situación, deseamos el dinero más que los activos especializados y vulnerables. Vendemos entonces estos activos, su precio baja y a partir de ese momento no resulta ya rentable producirlos, invertir en ellos o usarlos. A pesar de que Keynes había sido fiel a Cantillon, se libraría de la afirmación según la cual un empleador ofrecerá siempre un salario igual al valor del producto marginal de aque­llos a los que él emplea. Ya que, como en primer lugar debe reclutar a sus asalariados y solamente después vender sus productos, nunca puede estar seguro de cuál será su pro­ducción marginal." (G.L.S. Shackle, Business, Time and Thought. Selected Papen 01 G.L.S. Shaekle, New York, New York University Press, 1988, p. 43).

35. Olivier Favereau lo mostró muy bien en O. Favereau, "Marchés internes, mar­chés externes", Revue économique, vol. 40, nO 2, marzo 1989, p. 273-328.

36. Ver Jacques Sapir, Que/le éeonomie pour le XXi' sieele?, París, Odile Jacob, 2005. 37. Se debe recordar, en este caso, que el análisis del papel de las instituciones, tal co­

mo ha sido desarrollado por los institucionalistas clásicos americanos como John Com­mons, debe mucho al análisis desarrollado por Anhur Bentley sobre el papel de la acción colectiva organizada. Ver A. Sendey, The Process ofGovernment, Evanston, nI, Principia Press, 1949 (1' ed. 1908).

29

Page 12: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

Pero una economía capitalista no se caracteriza solamente por el inter­

cambio mercantil. También está caracterizada por la relación salarial,

que hace que el trabajo ya no dependa de la autoridad del propio traba­

jador, sino de un proceso de mando jerarquizado como contrapartida a

un compromiso de pago, el salario. La relación salarial contiene su pro­

pia incertidumbre, la cual no apela al desarrollo de "mercados", sino al

de unas relaciones restrictivas que adoptan la forma, en todas las empre­

sas del mundo, independientemente de que sean privadas o públicas, de

lo que se ha denominado "reglamentos interiores" o "reglamentos de

empresa". Las empresas, que son los actores esenciales en los mercados

de bienes y servicios, son en realidad espacios "anti-mercado", donde la

autoridad prima sobre la libre elección.

Así, las economías capitalistas son sistemas tanto mercantiles como

asalariados. El mercado está presente en ellas, pero permanentemente ar­

ticulado en jerarquías y en redes. De este modo, la competencia en los

mercados de los productos manufacturados de consumo o de produc­ción no enfrenta a productores individuales, sino a empresas, que no son

más que sistemas locales de planificación, en el seno de los cuales mer­

cancías y trabajo circulan a través de procedimientos de mando jerarqui­

zados. En el supuesto de que la economía capitalista pudiera ser defini­

da como una "economía de mercado", en el sentido de que el mercado

sería el principio fundamental, entonces no habría ni empresas ni redes".

Se trata, en consecuencia, de un hecho del mundo real más sólido que la

desafortunada afirmación de Hubert Védrine. Pero dicha afirmación tam­

bién deja entrever una confusión mucho más profunda en el seno mismo

del discurso económico, de la cual no se puede responsabilizar aV édrine.

38. La demostración de la necesidad de un sistema anti-mercado, la empresa, como elemento de una economía capitalista, data de 1937, es decir setenta años antes del informe V édrine. Se trata de Ronald Coase, "The narure of the firm", Economica, nueva serie, vol. 4, nO 16, 1937, p. 386-405.

30

INTRODUCCION

única forma de economía de mercado en la que se puede pensar

el sentido literal del término, sería el modelo económico teórico de

IDllUll.Ull, el cual está constituido por un conjunto de pequeños pro­

iu(:tores mercantiles carentes de toda relación salarial. Inmediatamente

puede observar que este modelo no tiene nada que ver con el funcio-.·pamí,entü real de las economías modernas.

El modelo de la teoría neoclásica, aunque supone multitud de produc­

rüres individuales unidos por el mercado, no permite hablar propiamen­

te de una economía de mercado. En efecto, este modelo no funciona más

que gracias a un agente centralizador, el tasador". Este modelo es, de he­

cho, un modelo centralizado, pariente próximo de los modelos teóricos

de planificación. No se corresponde en absoluto con nuestras economías,

pero está situado, sin embargo, en el mismísimo centro de las manifesta­

ciones místicas de la economía de las cuales V édrine hace de vector, ya que

es el modelo que sirve de base al pensamiento económico "estándar"".

En este caso, el error es pues tanto erudito como vulgar. No se puede

trasladar toda la responsabilidad a las políticas, ya que éstas no hacen

más que reproducir el desprecio de una parte del mundo erudito. Lo

que refleja el debilitamiento del proceso científico en las declaraciones

de una parte de los economistas y en su sustirución progresiva por un

discurso de orden ideológico". La fascinación de los hombres políticos

de todo signo por este componente del discurso económico dominan­

te, el cual se ha convertido en pseudo-ciencia", es en sí mismo un pro-

39. J. Sapir, Les Trous noirs de la science économique, op. cit. 40. ¡bid. 41. Jacques Sapír, Les Économistes contre la démocracie. Les économistes et la politique

économique entre pouvoit; mondialisation et démocracie, París, Albín Michel, 2002. 42, Sobre el proceso de "cercado dogmático" de una parte del discurso económico eru­

dito, ver Daniel M. Hausman, The Inexact and Separate Science of Economics, Cambridge et New York, Cambridge University Press, 1992. Sobre el papel metodológicamente desas­troso de las metáforas mecanicisras en el razonamiento económico, Philip Mirowski, Plus

31

Page 13: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

blema político. Pero en este caso se está al nivel de las consecuencias y

no de las causas. Decir que la economía capitalista eS un hecho global entraña conse­

cuencias analíticas perfectamente diferenciadas de la afirmación del

"hecho" de la economía de mercado. Reconocer la globalidad del capi­

talismo, significa reconocer simultáneamente que los problemas plantea­

dos por el salto al vacío de la producción mercantil y por.e1 conflicto

inherente a la relación salarial son constantes de nuestras SOCiedades y de

sus interacciones, Y que las formas adoptadas por estas constantes pue-

den ser de una diversidad extrema. . La multiplicidad de capitalismos es inmensa". Los tipos de combina­

ciones posibles entre mercados, jerarquías y redes están lejos de haber

sido explorados en su rotalidad, pudiendo numerosos de ellos mostrarse igual de eficaces en un mismo momento y para un mismo desarrollo de

las formas y las técnicas de producción. La existencIa de constantes no

conduce a la homogeneidad, sino a la diversidad. El error de perspectiva cometido por Hubert V édrine, quien hay que

reconocer que na es de ni lejos el único responsable, es en este caso de

una importancia considerable y sus consecuencias son fundamentales.

El capitalismo y los Estados-nación

El capitalismo no se ha desarrollado en un día en todos los lugares del

globo. Conquistó progresivamente una parte de Europa, para después,

de chaleur que de lumiere, traducción al francés de Florence Briozzo, Pierre Barreau y Ber­nard Maurin, París, Economica, 200]. .

43. Jacques Sapir, "Le capítalisme au regard de l'autre", en Bernard Chavance, frIC

M oio, Ramine Motamed-Nejad, et Jacques Sapir (ed.), Capitalisme et socialirme en pe:ectíve, París, La Decouverte, 1999, p. 185-216. Robert Boyer, Une théorie du ca pi­ta/isme est-elle posible', París, Odile Jacob, 2004.

32

INTRODUCCION

incluso de extenderse al conjunto del continente, partir, llevado

pareja rormada por el carguero y el navío de guerra, para abrirse a

m:,ev()S mercados.

El desarrollo mundial del capitalismo es la historia de oleadas suce­

de entradas en el mundo mercantil y salarial, así como en la in­

dustria. Alexandre Gerschenkron demostró de manera definitiva cómo

este proceso por oleadas incitaba a las relaciones de fuerzas específicas

entre países "primeros" y países "segundos", y como estas relaciones de

fuerzas animaban a los "segundos" a adoptar formas de capitalismo di­

ferentes de las de los "primeros"",

Es la reacción de los Estados-nación, algunos de los cuales sentía ame­

nazada su potencia, y otros incluso su propia existencia, por los países

"primeros", la que engendró el desarrollo mundial del capitalismo. No

hay que buscar en ello ninguna racionalidad económica. Si las élites

japonesas o rusas se decidieron por ambiciosas reformas estructurales

entre 1860 y 1880, no fue por que estuvieran convencidas de la necesi­

dad teórica del capitalismo. Fue por salvar su pie!, a través de la supervi­

vencia de! Estado-nación que ellos controlaban,

La primera mundialización, la que va desde mediados del siglo

XIX (con e! acuerdo franco-británico llamado de Cobden-Chevalier

durante e! segundo Imperio) a la guerra de 1914-1918, fue efectua­

da esencialmente mediante políticas públicas. Incluso en el caso de

Estados Unidos, al que se percibe equivocadamente como un puro

producto del liberalismo, fueron las políticas intervencionistas y pro­

teccionistas puestas en marcha por el Estado federal las que asegura­

ron el verdadero arranque de la economía capitalista americana". En

44. Alexandre Gerschenkron, Economíc Backwardness in Historical Perspective, Cam­bridge, Mass., Harvard University Press, 1962.

45. Por ejemplo, las tarifas aduaneras McKinley enormemente proteccionistas, o la decisión en los años 1880 de lanzar un ambicioso programa de construcción naval a fin

33

Page 14: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

e! caso japonés o ruso, la acción de! Estado es todavía incluso más vi­sible.

La segunda mundialización no es en realidad muy diferente. Las deci­

siones, en China, en India o en Rusia, de arriesgarse a grandes transfor­

maciones sistémicas son esencialmente de orden estratégico y político. El

desarrollo del capitalismo moderno se percibe corno Un instrumento en

la marcha hacia el poderío (o hacia su retorno), y no como un objetivo en sí mismo.

Es por esto por lo que las reglas impuestas a esta segunda mundiali­

zación por Estados Unidos solamente san aceptables si no entran en

contradicción con este objetivo. Convertir las reglas liberales en fetiche

da fe de un error de perspectiva. Dichas reglas no han sido aceptadas

más que en la medida en que permitan este crecimiento rápido persegui­do sobre todo por razones políticas, y en tanto en Cuanto que no conduz­

can al debilitamiento del Estado. Tan pronto como estas reglas se

convierren en contradictorias can los objetivos finales, se transforman in­

mediatamente en discuribles. Es precisamente a lo que se asiste desde la

crisis financiera de 1997-1999, la cual ha anunciado el final de la hora americana en el nacimiento del siglo XXI.

El impacto de estas reglas no ha sido el mismo en todos los países

implicados. Un aspecto importante para comprender e! mundo en el

cual vivimos, reside en la relación entre las oleadas sucesivas de entradas

en los procesos y las relaciones de fuerzas. Es precisamente para poder

invertir ciertas relaciones de fuerzas por lo que los países deciden entrar

en la "mundialización". No lo hacen para participar en un juego mun­

dial que no producirá más que ganadores, sino para hacerse, en un

momento dado, con ciertas técnicas, con la finalidad de desarrollar sus

de proporcionar una salida a la industria pesada. Sobre este pUnto, ver Norman Fried­man, U.S, Crui"rs, An illustrated Design History, Londres, Anns andArmour, 1985,

34

INTRODUCCIÓN

propias capacidades nacionales. Así pues, la entrada en la "mundializa­

ción" no se hace por amor al mercado, o por que se esté convencido de

su superioridad, sino sobre la base de estrategias estatales encaminadas a

crear o reforzar a las empresas, es decir, los espacios anti-mercado.

Ante esta situación, nos encontramos de pleno con el razonamiento

de Alexandre Gerschenkron. Para hace!Jrentea 10sp'!Ís~. más ... .desarro­

llados,,~5.-~tgs_~ºu:srán-obligadOS-'1.x=ÍF.a,lag..furmas ,más extremas de!, desarrollo ~pmili$fl!. Al hacer esto, en vez de producir una convergen­cia mundial hacia un hipotético modelo único, su acción contribuye a pro­

fundizar y a acelerar el proceso de diferenciación entre los diversos tipos de

economía capitalista que es posible encontrar a lo largo del mundo.

Cierras regiones del planeta han quedado marginadas porque los

Estados no han podido liberarse de la relación de fuerzas inicial, lo que

les hubiera permitido desar rollar una estrategia soberana de desarrollo,

Estos Estados se Van visto enfrentados a presiones cada vez más fuertes

y algunos han terminado por tirar la toalla, dando origen al concepro

americano de foiled state. Dichos países son, a nivel mundial, el equivalente a los perdedores del

proceso que también es posible encontrar en el interior de cada país que

ha conseguido desarrollar una estrategia soberana. Sin duda alguna, el

capitalismo es un formidable motor para el desarrollo de la producción

y de los medios de fabricación, pero también es completamente cierto

que no es un mecanismo altruista ni siquiera un mecanismo "ganador­

ganador". Conduce a una reconfiguración permanente de las relaciones

de fuerzas, pero no a su regulación o a su control.

De esta manera, Gran Bretaña vio pasar su momento y Con su deca­

dencia marcó el cierre del siglo XIX en el sentido polítito del término.

Estados Unidos se enfrenta actualmente al principio de un proceso idén­

tico, que marca la entrada en el verdadero siglo XXI.

35

Page 15: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

El por qué y el cómo

Por consiguiente, la cuestión que se puede legítimamente plantear es sa­

ber por qué y cómo este siglo XXI americano, cuyo advenimiento pa­

recía evidente para tantísimos a principios de los años 90, ha fracasado

entre 1998 y 2007. Hoy en dia es posible llegar a la conclusión de que se estaba en presen­

cia de una salida en falso. Pero este simple hecho redistribuye el juego y

modifica las relaciones entre los jugadores. El regreso de Rusia, iniciado en

realidad por la reacción de este país a la crisis financiera de 1998 y percep­

tible desde 2004, se convierte en un hecho con el que hay que contar y en

el cual van a apoyarse nuevas estrategias, en todos los rincones del mundo.

El debilitamiento de la potencia americana no es solamente e! resul­

tado de sus errores político-militares. Sus valores, dado que no se cono­

ce que haya existido imperio alguno sin ideología imperial, son en la

actualidad ampliamente puestos en tela de juicio. El resurgimiento de

una oposición radical al modelo americano en Iberoamérica confirma

una tendencia de la cual se pueden detectar numerosos signos en e!

contexto internacional. Como ya publiqué tras e! fin de la URSS en 1992, hay que subra­

yar la importancia de una clara comprensión de la situación para no

comprometerse con políticas que ya se revelaron como inevitables calle­

jones sin salida. Como en 1992, afirmo que los acontecimientos han

transformado nuestro universo y deben conducirnos a replantear los

ámbitos de la actividad política, sea en Francia, en Europa o en el resto

de! mundo. Como en 1992, sostengo que el mayor peligro que nos ame­

naza procede de la tentación, por rutina o por interés, de querer negar e!

cambio, de querer pensar en este siglo XXI ya muy comptometido con

los términos y la sintaxis de su falso comienzo. De nuevo, una gran parte

de nuestras cartas se revelan fulsas. Sin embargo, como en 1992, aunque

quizá seamos navegantes sin mapas ni cartas marinas, no somos una brú-

36

INTRODUCCIÓN

jula sin norte". Y esto es precisamente lo que el presente texto intenta

mostrar.

La hiperpotencia americana parecía en 1992 poder extender su em­

presa imperial mediante la combinación, que podia en teoría parecer óp­

tima, de la violencia militar y de la fuerza económica y cultural, es decir,

de! hard power y el 50ft power47 • Sin embargo, esta misma hiperpotencia

se encuentra actualmente atascada no sólo en Iraq, sino también en

Afganistán. Replegada sobre el ejercicio exclusivo del hard power, en una

situación en la que ve como su poderío económico y su hegemonía cul­

tural y política son cada vez más abiertamente cuestionados.

Al margen de todo esto, su fracaso produce un nuevo fenómeno. Abre

un espacio para una reconfiguración de las relaciones internacionales y

ofrece a nuevos países la posibilidad de convertirse en plenos actores. La relación entre poderío económico y potencial político, ya que estamos

en un momento histórico en el que las cartas se han vuelto a barajar, se

transforma en la cuestión central. La economía se convierte así en un

instrumento de ptoyectos políticos..y .. estratégicos, y los mercados mun­

diales en espacios de confrontación y no de armonización.

Este enredo americano riene también consecuencias temibles y dra­

máricas en el campo de las manifestaciones. Al haber instrumentalizado

durante varios decenios los valores universales, los cuales se pueden resu­

mir en los "derechos del hombre''', la hiperpotencia americana lleva

camino de arrastrarlos en su propio ocaso. No hay nada más destructivo

para nociones como democracia, libertad o derechos del individuo que

46. Para retomar la fórmula utilizada en Feu le systeme soviétíque?, op. cit., p. 6. 47. El último término (50ft power) se refiere al ejercido de una "potencia" que aban­

donaría los instrumentos de fuerza en beneficio de los de influencia, y la lógica de la de la Realpolitik por la cooperaci6n entre actores racionales y razonables. Ver Bertrand Badie, L'impuíssance de la puissance, París, Fayard, 2004.

48. También denominados "derechos humanos" (N. del T.j.

37

Page 16: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

querer imponerlas mediante la bomba de fragmentación o el napalm. No

se convence a una población del principio de igualdad entre mujeres y

hombres mediante la tortura, los encarcelamientos arbitrarios y las ejecu­

ciones sumarias. Por lamentable que sea, lo cierto es que una parte del discurso con vo­

cación universal aportado por el pensamiento nacido de la Ilustración

está actualmente en crisis. Su rechazo en regiones todavía mayoritarias del

planeta no es un simple fenómeno de reacción cultural o de resistencia

por parte de dictaduras. Este discurso está actualmente, en buena medi­

da, desacreditado e invalidado. Se debe sobre todo a su instrumentaliza­

ción con fines políticos e imperiales. Pero también se debe, y hay que

tener e! coraje para reconocerlo, a los limites propios de este discurso, que

se mostraron y activaron durante e! proceso de instrumentalización.

Cada vez será más dificil defender los "derechos del hombre" bajo la

forma que se les había dado durante los últimos treinta años. Se deberá

despedirse de ellos, o bien, si realmente se desea defender los principios

universalistas, replantearse sus fundamentos. Es precisamente la segun­

da opción de esta alternativa la que se defiende en esta obra.

Si e! discurso de la hiperpotencia está en crisis, e! mismo camino lleva

su poderío militar, algo que todavía no está muy difundido fuera de los

círculos especializados. El impacto de las operaciones aeroterrestres en

lraq y en Mganistán sobre las fuerzas armadas americanas es hoy en día

devastador. Se dibuja una crisis similar en su amplitud a la situación de

los años 70, incluso aunque sus formas serán probablemente diferentes,

y en cierto sentido más espinosas.

La politización del ejército americano, resultado de los comporta­

mientos de! antiguo secretario de Defensa, Rumsfeld, pero también de

la lógica de las operaciones sobre el terreno, va a plantear en términos

nuevos e inquietantes la cuestión de la relación entre las fuerzas arma­

das, la sociedad y el poder político en Estados Unidos durante los pró­

ximos años.

38

INTRODUCCION

Al margen de esto, se asiste a la crisis del "arte de la guerra", la cual

afecta tanto a la institución militar americana como a la israelí. Esta si­

multaneidad de crisis, que se constata en los fracasos americanos tanto

en Iraq como en Mganistán, y en el desastre israelí durante el conflicto

del verano de 2006 en Líbano, hace pensar que se está en los albores de

una nueva "revolución de los asuntos militares". Este aspecto es extrema­

damente importante, ya que es característico de todos los grandes giros

en los contextos mundiales. ¡¿Los decenios venideros, lejos de deber ser los de un orden imperial

unipolar, o como mucho los de una cohabitación en apariencia multi­

polar pero cuidadosamente organizada y ordenada por un polo domi­

nante en torno a sus valores y en el marco de los instrumentos por él

suscitados, serán sin duda los del desorden y la multiplicación de con­

f1icros. Pero también serán los de! resurgir de la noción de nación como

elemento fundamental de la acción colectiva y democrática.

Si tal fuera el caso, la relación entre el hard power y el 50ft power se des­

viaría de manera significativa en beneficio del primero y en detrimento

del segundo. La capacidad para liberarse de los consensos internacionales

se vería entonces afectada de modo duradero, y la lógica de las alianzas

entre las naciones soberanas podría recuperar toda su importancia. Las

consecuencias podrían ser considerables tanto sobre los proyectos trans­

nacionales, como la construcción europea o las instancias de reglamenta­

ción internacional como la OMC", como sobre los proyectos nacionales.

Se observan así cuales son las cuestiones planteadas, a las cuales esta

obra desearía aportar elementos de respuesta.

Obra que es fruto de las reflexiones emprendidas a partir de 2006, en

el marco de diferentes seminarios, algunos tratando sobre estrategia y

otros sobre las transformaciones de la economía. Pero no noS equivoque-

49. Organización Mundial del Comercio (N. del T.).

39

Page 17: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

mas, no pretende en ningún caso ser un "contra-informe V édrine" o un

sustituto del Libto Blanco que se está elaborando. De manera mucho

más modesta, quiere ofrecer elementos para una percepción global de las

transformaciones que se han conocido, así como sobre el nuevo contex­

ro existente. Es una contribución a un debate en curso, que debería sur­

gir del ámbito exclusivo del circulo de especialistas para convertirse, con

posterioridad, en más global dentto la sociedad francesa e incluso más

allá de nuestras fronteras.

Esta obra también quiere ser una advertencia contra la tentación,

comprensible por otro lado por razones de sencillez, de descomponer

este debate en partes específicas. Si se encarga a X un informe sobre la

mundialización, a y un informe sobre nuestra política de defensa y quizá

a Z un futuro informe sobre las transformaciones de las referencias en

que se basa la acción internacional, se podría pensar que es suficiente,

habiendo de este modo cubierto los temas principales. En realidad, es

mediante su combinación, movilizando a la vez una reflexión sobre la

nueva economía política de las relaciones internacionales, sobre las

transformaciones de las ideas estratégicas y la posible aparición de una

nueva "revolución de los asuntos militares", en definitiva sobre la crisis

profunda de las ideas "occidentales" en el mundo, como se estará posi­

bilitado pensar en el siglo que viene.

40

Capítulo 1

¿Cómo nacen los "siglos políticos"? El precedente del siglo XX

Merece ser examinada la hipótesis que daba por sentado el "siglo ameri­

cano" que el fin de la U~SS parecia prometer. Lo que implica reflexio­

nar sobre la noción de "cambio de siglo", al igual que sobre la relación

entre el siglo de calendario y el siglo político. Esta noción de siglo polí­

tico designa no un lapso de tiempo dado, noción que no tiene sentido

más que en la simbología de un calendario, determinado por y especifi­

co de una cultura, sino un período definido por la especificidad de sus

relaciones geopolíticas, y por su coherencia. No existe un siglo XX ni uno

XXI en e! sentido común de! término más que en e! calendario cristiano.

Esta noción no tiene ningún sentido en e! calendario chino, ni en el ca­

lendario japonés, ni por supuesto en los calendarios judío o musulmán.

La noción de siglo político, por su parte, puede sobrepasar los límites

de la especificidad cultural. Debe permitir identificar la naturaleza do­

minante de los problemas a los que los actores deben hacer frente. De

este modo, lo que determina la unidad de un período de varios decenios,

es una cierta combinación de problemas económicos, geopolíticos y so­

ciales. Dichos problemas evolucionan, en su campo y según las regiones

del mundo, siguiendo temporalidades que le son propias. Sin embargo,

una cierta combinación origina en un momento dado una conjunción

41

Page 18: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

Capítulo 2

Los comienzos de un "siglo americano" que no llega

Cuando los presidentes de las repúblicas federadas soviéticas de Rusia,

Ucrania y Bie!orrusia deciden, en diciembre de 1991, disolver la Unión

Soviética, todo parece estar preparado para que comience e! "siglo ame-. " ncano.

Por primera vez en su historia desde que entraron de pleno en el esce­

nario internacional, los Estados Unidos se encontraton sin adversario

estratégico. A pesar de que China e India iniciaban ya la trayectoria que iba a conducirles al desarrollo económico actual, Estados Unidos era e!

único país que disponía, al menos en apariencia, del conjunto de instru­

mentos que garantizaban tanto e! hard como el 50ft power. Por lo tanto,

podía, tal y como había demostrado mediante la exhibición de su supre­

macía militar durante la guerra de 1991 contra Iraq, hacer uso de! pri­

vilegio de la influencia de la dominación directa. En este mundo, consi­

derado como e! de! "fin de la historia", como escribía -en realidad no sin

cierta ironía- Francis Fukuyama, Washington podía esperar reinar tan­

to, por no decir más, mediante e! ejercicio de los instrumentos econó­

micos y culturales, a través de! juego de las instituciones internacionales

que generaban un "derecho" mundial a imagen y semejanza del derecho

americano, como ejerciendo la fuerza militar.

65

Page 19: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

La fuerza de la potencia

La operación "Tormenta del desierto" de 1991 fue, en cierto sentido, tan

simbólica del final del siglo XX como la disolución de la URSS que la si­

guió algunos meses después. Desde este punto de vista, no carecía de fun­

damento la declaración emitida en octubre de 1991 por Lucien Poirier. La cual, por otra parte, confirmaba los trabajos que se habían realizado en la

Fundación de Estudios de la Defensa Nacional (FEDN), no solamente so­bre la región del Golfo sino también sobre la caida del sistema soviético".

Estados Unidos no hizo únicamente gala de una 'total superioridad

militar, sino que también tuvo éxito en la constitución de una "alianza"

cuya legitimidad estaba fuera de toda duda, incluso por los países que

reusaton formar parte en ella, como la moribunda URSS o China. AsI

pues, la superioridad militar, basada en una supremacía tanto cualitati­

va como doctrinal, se veía redoblada con una superioridad política y

diplomática que venía a apoyar una "estrategia integral", retomando la expresión de Fran,ois Géré".

No obstante, la creación de dicha estrategia integral se vio obligada a

limitar los objetivos de la guerra de 1991. Al acotar deliberadamente los

límites del derecho internacional, es decir, del mandato consistente en

expulsar las fuerzas iraquíes del Kuwait ocupado y destruir los medios

militares iraquíes que pudieran permitir una reanudación ulterior de las

hostilidades, Washington construyó las condiciones de su hegemonía

política. La legitimidad de la guerra, a los ojos de la mayoría de las otras

potencias, provenía de la limitación de los objetivos. En este sentido, el

86, Ver Col!, Crise du Golfo· Les changements stratégiques, París, FEDN, 1990, Y DanIel Pmeye. Jacques Sapir y René Ernould, Apres l'Armée rouge, H'Ois etudes sur la reconversion de l'armée soviétique, París, FEDN, dossier nO 44, 1991,

87, Fran~ois Géré, "La estrategia integral de Estados Unidos o una lección de guerra democrática", Stratégique, nO 51/52,3° y 4° trimestres 1991, p, 85-112,

66

LOS COMIENZOS DE UN "SIGLO AMERICANO" QUE NO LLEGA

político hacía que el uso de la fuerza adquiriera todo su sentido.

emplear el lenguaje actual de las relaciones internacionales, el ejerci­

cio del hard power se plegaba a las limitaciones de! soft power. Tras la guerra del Golfo de 1991, la crisis provocada por la desintegta­

ción de Yugoslavia permitió a Estados Unidos instrumenralizar de nuevo

su superioridad militar. De lo cual son e!ementos esclarecedores tanto la

tranSformación de la OTAN en instrumento de! ptoyecto político ameri­

cano en los Balcanes, mediante el mandato confiado por la ONU en el marco de la crisis en Bosnia y Kosovo, como el pape! jugado por Washing­

ton en los acuerdos de Dayton. Mediante la valorización de sus competen­

cias militares, Estados Unidos se confirmó como e! actor decisivo en la cri­

sis de los Balcanes. Dejando a los europeos excluidos de hecho, reducidos

al rango de comparsas.

Estados Unidos no tenía e! más mínimo inconveniente en permitír­

selo, ya que su fuerza en el terreno de! soft power también parecía en

1991 totalmente incuestionable.

Al margen de su poderlo económico y financiero, Estados Unidos

construyó un marco hegemónico tanto desde e! punto de vista institu­

cional, como de! cultural. Siendo uno de los signos de esta hegemonía la transformación progresiva de las instituciones financieras surgidas de

Bretton Woods (el Banco Mundial y e! Fondo Monetario Internacional)

en instrumentos de la política americana a lo largo de los años 80. La po­

sición americana siempre ha sido importante en estas dos instituciones,

motivada por e! peso de la contribución financiera de Estados Unidos,

aunque también por las normativas de voto, en particular en e! FMI, las

cuales aseguraban a Washington un auténtico derecho de veto. Existía un

modus vivendi, el cual, dicho sea de paso, todavía funciona, para que e!

presidente de! Banco Mundial fuera americano y el de! FMI europeo".

88. Y muy a menudo francés, sin que ello tuviera efecto alguno sobre la política real del FML

67

Page 20: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

Entre 1970 Y 1990, el peso de Estados Unidos se reforzó considerable­mente en el seno de dichas instituciones, pudiéndose en gran medida considerar que, en 1991, éstas se convirtieron en instrumentos de la polí­tica americana.

Esta transformación no había sido pensada ab initio por las autorida­des americanas, sino que fue el resultado de una combinación de facto­res. Entre ellos, algunos fueron exógenos, como la "crisis de la deudi', que golpea a numerosos países en desarrollo al principio de los años 80. La dimensión financiera de esta crisis conduce al FMI, en donde el peso de Estados Unidos siempre había predominado, a prevalecer progresiva­mente sobre el Banco Mundial. Había que estabilizar la situación finan­ciera para evitar que la crisis se propagara incluso en el seno del sistema

bancario americano. De esta manera, la estabilización financiera, la cual es, en efecto, com­

petencia del FMI, se convierte en una condición previa de la política de desarrollo, al extremo de fijar un orden del día global, conocido con el nombre de "consenso de Washington". Los países endeudados deben someterse a una lógica que sitúa el equilibrio financiero a corto plazo por delante del desarrollo. Al mismo tiempo, como las deudas involucradas se emitían en dólares, e! FED" se convierte en cada vez más importante. Así pues, la crisis de la deuda ocasiona una revolución en dos tiempos, con una preeminencia de! FMI sobre e! Banco Mundial y con, en el seno del FMI, una preponderancia de los objetivos fijados por Washington, en la medida en que la política del FMI, para ser eficaz, precisaba de un compromiso todavía más importante, si cabe, del Tesoro americano.

La implicación de las organizaciones internacionales durante la tran­sición en Rusia demuestra a la perfección cómo se establecía entonces la

89. FED se refiere al Sistema de Reserva Federal (Federa! Reserve System) de Estados Unidos. Este sistema bancario cenrral es una entidad privada e independiente del go­

bierno (N. del T.l.

68

LOS COMIENZOS DE UN "SIGLO AMERICANO" QUE NO LLEGA

jerarquía de las responsabilidades. Los primeros equipos de consejeros americanos que llegan a Moscú a finales de 1991 no lo hacen con un mandato del FMI, sino con créditos del Tesoro americano. Enseguida se solicita al FMI que apoye su política, sometiendo, con posterioridad, la intervención del Banco Mundial al marco así determinado. Esta jerarquía de las responsabilidades podía ponerse en práctica sin violar de modo demasiado manifiesto ni el estatus de unos ni el de los otros, como consecuencia de la gran endogamia política e intelectual de los responsables" .

Aunque la crisis de la deuda y la progresiva liberalización de las finan­zas internacionales contribuyeron a revertir la relación de fuerzas entre el FMI y el Banco Mundial, y a convertir el FMI en un tributario del Tesoro americano, ello no implica que no hayan también jugado otros elementos internos. En el propio seno del Banco Mundial, tuvo también una importancia considerable la normalización ideológica realizada por Anne Krueger. Dicha normalización se tradujo, en particular, en la liqui­dación de la organización interna basada en oficinas regionales (en donde podian acumularse las competencias sobre el terreno), en benefi­cio de oficinas temáticas (más sensibles a las influencias de las corrientes ideológicas en el seno del pensamiento económico, al estar más desco­nectadas de las realidades sobre el terreno), lo que también favoreció la alineación de esta institución con posiciones compatibles con los deseos de Washington".

90. Estos elementos fueron descritos en J. Sapir, Les bconomistes contre la démocratie, op. cit. Chapo l. Un análisis de estas relaciones se encuentra en Janine R. Wedel,

Co/lision and Collusion. The Strange Case ofWestern Aid to Eastern Europe. 1989-1998, New York, Sto Martin's Press, 2000.

91. Hay un buen ejemplo en Lawerence H. Summers, "Keynote address: knowled­ge for effective action" > Proceedings o[ the World Bank Annual Conference on Developmen Economics, 1991. Washington, D.C., Banco Mundial, 1991. Tras diversas peripecias,

69

Page 21: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

La antigua forma de organización interna había permitido mantener

durante numerosos años polos de competencia en el seno del Banco

Mundial, habiendo también garantizado un verdadero pluralismo inte­

lectual dentro de la organización. Un buen ejemplo de esto lo ofrece el

libro de Roben Wade sobre el desarrollo de Taiwán y la industrialización

de las potencias asiáticas emergentes", al igual que los trabajos de Lance

Taylor y sus alumnos". Tanto Wade como Taylor son representativos de

la elaboración intelectual que tiene lugar en el Banco Mundial a princi­

pios de los años 80, antes del cambio de manos. Cuando ]oseph Stiglirz

asume sus funciones de economista jefe del Banco Mundial en 1997, se

encuentra con una institución profundamente debilitada, tanto material

como intelectualmente, por haber sido puesta bajo la tutela, tanto indi­

recta como directa, del FMl. Aún se recuerda el conflicto que estalla

entre Stiglitz y los responsables del FMI sobre el asunto de la crisis de

1997-1999". Pero incluso la autotidad moral e intelectual de Stiglitz no

fue suficiente para un cambio radical.

El dominio americano sobre las instituciones financieras internacio­

nales vino a coronar la transformación (y la desnaturalización) de estas

instituciones, las cuales habían sido creadas para asegurar una regula­

ción mundial pluralista tras la Segunda Guerra Mundial, en instru­

mentoS de su política nacional. Este dominio no es el producto de un

algunas de ellas contadas en J. Sapir, Les Économistes contre la democratie, op. cit., Law­renee Summers se convierte en presidente de la universidad de Harvard, donde destaca por sus declaraciones sobre la inteligencia inferior de las mujeres ...

92. Robert Wade, Governing the Market. Economic Theory and the Role ofGovernment in East Asian Industrialization, Princeton, N.j., Princeton University Press, 1990.

93. Lance Taylor, Varieties 01 Stabilisation Experience, Oxford, Clarendon Press, 1988. Para un análisis sobre la transición, Alice Amsden, Jacek Kochanowicz y Lance Taylor, The Market Meets its Match. Restructuring the Economics o[ Eastern Europe, Cambridge, Mass., Harvard Universiry Press, 1994.

94. Ver Joseph E. Stiglitz, La Grande Désillusion.

70

LOS COMIENZOS DE UN "SIGLO AMERICANO" QUE NO LLEGA

"complot", en el sentido en que habría significado la puesta en prác­

tica de un proyecto madurado y elaborado con anterioridad, aplicado

punto por punto por un estado mayor identificable. Debe mucho a las

circunstancias, tanto de la evolución de la economía mundial (la cri­

sis de la deuda), como del pensamiento económico contemporáneo, al

igual que al abandono progresivo en su seno del método científico".

Sin embargo, está claro que una de las lecciones que el gobierno ame­

ricano extrajo de los años 60 y 70 fue la necesidad de ejercer un estre­

cho control sobre las instituciones financieras internacionales. Así pues,

existió una utilización consciente de las oportunidades institucionales

que ofrecían los acontecimientos externos.

Este oportunismo institucional indiscutiblemente permitió a la polí­

tica americana multiplicar sus canales de actuación. Al mismo tiempo,

dicha política se enc.aminó a concentrar progresivamente en Estados

Unidos las responsabilidades que los demás no podían asumir, bien fue­

ra porque no tenían la legitimidad necesaria o porque carecietan de los

medios precisos.

Aunque es indiscutible que se puede hablar de una hegemonía políti­

co-cultural americana en el ámbito económico a principios de los años

90, también se debe comprender que dicha hegemonía, atendiendo a las

condiciones de su construcción, es una realidad contradictoria. A corto

plazo es un vector de poderío, pero a medio plazo es un vector de nue­

vas oposiciones a este poderío.

95. Sobre este puma, intencionadamente polémico, remitirse a un análisis sobre la crisis metodológica e intelectual del pensamiento económico en J. Sapir, Les Trous noirs de la science économt'que, op. cit., e Id., Quelle économie pour le XXI siecle?, op. cit.

71

Page 22: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

¿Mwulialización O americanización?

Esta hegemonía político-cultural ejercida por Estados Unidos en el

ámbito económico es uno de los principales fenómenos de los años 80

y 90. El cual servía de fundamento, en gran medida, para e! análisis de cómo el siglo venidero debía convertirse fn un "siglo americano".

De esta manera, dicha hegemonía se traduce en un triple movimien­

to que se desarrolla, fundamentalmente, durante el período que precede

a los años 90. En primer lugar, se trata de poner bajo control a las orga­

nizaciones surgidas de Bretton Woods (e! FMI y el Banco Mundial), las

cuales se acaban de describir. Por otro lado, relegar a las organizaciones

nacidas de las Naciones Unidas, como la OMS", la CNUCED" o la

UNESCO", las cuales van a jugar a partir de entonces un pape! margi­

nal en la gestión de los problemas económicos y sociales a escala mun­

dial. y, finalmente, transformar el GATT" en la Organización Mundial

del Comercio (OMC) en 1995.

Esta hegemonía queda patente desde el principio del proceso de tran­

sición, como lo demuestra la simple presencia de Estados Unidos en el se­

no del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (que fue en ori­

gen una iniciativa francesa), considerado como el financiador de algunas

de las transformaciones estructurales de la transición. Estados Unidos

96. La Organización Mundial de la Salud es despojada, en la práctica, de sus princi­pales medios de actuación mientras la epidemia de sida se expande en numerosos países en desarrollo, lo que aprovechan algunos fondos filanrrópicos americanos, con frecuen­cia de inspiración religiosa, para converrirse en sustituros de la actividad de la OMS ...

97. La CNUCED es la Conferencia de las Naciones Unidas para e! Comercio y e! Desarrollo (N. de! T).

98. La UNESCO es la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (N. del T).

99. El General Agreement on Tariffi and Trade surgido de la conferencia de La Habana tras la Segunda Guerra Mundial.

72

LOS COMIENZOS DE UN "SIGLO AMERICANO~ QUE NO LLEGA

a ser no solamente materialmente insoslayable, sino también el cen­

tro intelectual de todas las manifestaciones. De hecho, su influencia se

hace sentir incluso sobre los actores cuyos intereses divergen de los suyos.

Lo que coloquialmente se llama la "mundialización" es, en realidad,

la combinación de dos procesos. El primero es la extensión mundial del

capitalismo, en su forma industrial, en aquellas regiones que todavía no

se habían visto afectadas por éL El segundo, el cual es gran medida fruto

de la aplicación de la política americana, se corresponde con una políti­

ca voluntaria de apertura financiera y comercial. Una buena parte de las

confusiones actuales, en particular las observables en el informe V édrine

del verano de 2007, proceden de confundir ambos procesos.

La existencia de corrientes comerciales a gran escala y sobre grandes

distancias no es algo nuevo y no data de los veinte últimos años. El he­

cho de que algunos países conozcan su despegue económico más tarde

que otros es también un fenómeno a la vez antiguo y bien conocido.

Desde este punto de vista, e! término "revolución industrial chino-india"

describiría mejor la situación actual que la palabra "mundialización", en

el supuesto de prestar atención al primer proceso. Sin embargo, lo que

es verdaderamente novedoso es, sin duda alguna, la combinación del

lLQ~ralismo financiero con un desmantelamiento aduanero generalizado,

a~o]J:l.F¡¡jí,adn. de .. l!!!<l.pclítkaddiher.ada de .. Estados Unidos encaminada aJ'gItechajO-su . .tutela. a ciertas organizac.iOlles inter.llaciongles (FMI y

Banco Mundial) y a debilitar aotras (UNESCO, CNUCED, OMS).

Estos comportamientos corresponden estrictamente a la noción de

"puertas abiertas" (a los intereses comerciales y financieros), la cual es la

fundadora de la visión americana de las relaciones internacionales. Co­

mo lo atestigua la acción de los navíos de guerra americanos del como­

doro Perry para "abrir" a Japón durante la segunda mitad del siglo XIX.

El período q'ue va de 1985 a 1995 se corresponde con el apogeo de

esta visión americana, ya que va a ver cómo desaparecen las barreras a los

movimientos de capitales (salvo en China, que todavía mantiene un

73

Page 23: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

marco restrictivo y controla e! valor de su moneda), así como la centra­

lización del libre cambio inscrita en instituciones internacionales como

la OMe. No obstante, se puede destacar que los trabajos teóricos, desde

principios de los años 90, muestran que esta centralización de! libre

cambio no está justificadalOo•

Se debe añadir que la capacidad de China, hasta e! momento actual,

para rechazar las reglas del orden financiero americano (en particular en

lo que concierne a las reglas de cambio del yuan) no está en absoluto

relacionada con el éxito de su estrategia económica. Dicha estrategia,

aunque aprovecha las ventajas de una reducción mundial de los derechos

aduaneros, sigue siendo, básicamente, una estrategia nacional y desarro­

llista, incrustada en una política fuertemente intervencionista de las

autoridades públicas. En este sentido, la estrategia del desarrollo chino

está muy próxima, tanto en sus finalidades como en sus lógicas, a la apli­

cada en Corea o en 1,!Íwán en los años 60 Y 7010'.

Esta estrategia confirma con rotundidad los análisis que demuestran

que el desarrollo implica, muy a menudo, la puesta en práctica de una

gestión estratégica, que no puede existir más que apoyándose en el

Estado y en e! marco de las protecciones aduaneras'Ol.

Lo que mejor caracteriza la victoria ideológica de Estados Unidos du­

rante estos años (1985-1998) es haber sido capaz de presentar la libera­

lización financiera como un posible bien público, cuando, en realidad,

100, Dani Rodrik, "Closing rhe productiviry gap: does trade liberalization really help?", en Gerald K, Helleiner (ed.), Trade Policy. Liberalization and Deve/opment: New Perspectives, Oxford, Clarendon Press, 1992,

101, Ver el análisis de las mencionadas economías en Frederic e Deyo (ed,), The Political Economy 01 the New Asian lndustrialisation, Ithaca, N. Y, Comell University Press, 1987, y R. Wade, GOGerning the Market. Economic Theory and the Role of Government in East Asian lndustrialization, op. cir.

102, Helen Shapiro y Lance Taylor, "The srare and industrial strategy", World Deve­lopment, vol. 18, nO 6,1990, p. 861-878.

74

LOS COMIENZOS DE UN "SIGLO AMERICANO" QUE NO LLEGA

era una política al servicio de intereses particulares. Pero esta victoria,

para consolidarse, implicaba la conversión y la sumisión del enemigo de

ayer. Rusia debía ser americanizada para que fueran desarmadas de ma­

nera duradera las oposiciones a esta política, siendo preciso que esto se

hiciera antes de que China levantara el vuelo.

Desde entonces, el significado para Estados Unidos de la transforma­

ción sistemática que se estaba produciendo en la URSS, y posteriormen­

te en Rusia, adoptaba la tlimensión de un reto estratégico capital. El cual

hada que fuera necesario que lanzaran todo el peso de sus medios de

influencia.

Mirando hacia atrás, es dudoso que Estados Unidos haya tenido, en

realidad, los medios para aplicar su política. Habría hecho fu.)ta un nivel

de comprensión de las interacciones puestas en tela de juicio y una ho­

mogeneidad en el seno de la clase política dirigente, estando ambas cir­

cunstancias lejos de ser reunidas entre 1988 y 1995. También habría sido

preciso que los responsables americanos fueran capaces de diferenciar los

intereses a corro plazo de los desafíos a largo plazo propios de una reali­

dad estratégica imperial. Ahora bien, el grado de colusión entre los inte­

reses privados y los públicos que caracteriza a la clase política americana,

si bien tiene la ventaja de petmitir que la política de Estado se apoye en

actividades privadas, tiene el inconveniente principal de conducir a que

los objetivos a corto plazo secuestren a los intereses a largo plazo.

La centralidad del desafío ruso

Así pues, esta hegemonía política, como realidad y como proyecto, se

mide de forma particularmente nítida por la influencia americana en el proceso de transición postsoviético. El desafío ruso era simbólica y polí­

ticamente clave para Estados Unidos si verdaderamente deseaban cons­

truir el siglo XXI "americano". Dicho reto condujo a una política parti-

75

Page 24: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXl

cular en re!ación con Rusia, cuyas consecuencias todavía se hacen sentir

en nuesttos días. Es una historia de la cual e! autor de estas líneas fue un

testigo privilegiado'''.

Los consejetos americanos no llegaron a Moscú, a finales de 1991, con un mandato de! FMI, como se ha dicho con frecuencia, sino en e!

marco de una asistencia técnica americana, financiada por USAID y

puesta en práctica por Instituto Harvard para e! Desarrollo Interna­

cional (HIlO). Jeffrey Sachs participó en numerosas reuniones de! equi­

po Ye!tsin entre 1991 y 1993, sin dar cuenta de su actividad más que a

las autoridades americanas.

La capacidad de! poderío americano para presentar esta operación

como dependiente de la asistencia técnica internacional, cuando era fun­

damentalmente bilateral, demuestra precisamente e! funcionamiento, en

la práctica, de la hegemonía americana. El HIlO recibió, entre 1992 y

1996,57,7 millones de dólares de! gobierno americano, de los cuales tan

sólo salieron a concurso público 17,7 millones, lo que es extremadamen­

te extraño en los procedimientos americanos. En realidad, e! director de!

HIlO de la época, Andrei Schleifer (que sustituye a ]effrey Sachs en Ru­

sia a partir de 1994), estaba directamente ligado a Lawrence Summers

desde sus tiempos de estudiante. Summers aparece, sin duda, como e!

"director de orquesta' de la influencia americana en Rusia. Tras haber si­

do economista en jefe de! Banco Mundial entre 1991 y 1993, entra este

mismo año en el departamento de! Tesoro americano como subsecreta­

rio, sucediendo posteriormente a Robert Rubin como secretario en e!

Tesoro de 1999 a 2001'04. Más tarde, Schleifer y e! HIlO e~tuvieron

103. Ver Jacques Sapir. Le Chaos russe, París, La Découverte, 1996, y, del mismo autor, Les Économistes contre la démocratie, op. cic, cap. 1.

104. Ver el artículo de Janine R. Wedel, "The Harvard boys do Russia", The Nation, I de junio de 1998, en http://www.thenation.com/doclI9980601/wedel.ysuobra Co­Ilision y Col/usion, op. cit.

76

LOS COMIENZOS DE UN "SIGLO AMERICANO" QUE NO LLEGA

¡;cUum,nte implicados en la parte más discutible y la más ilegal de las

vat:Íza!CÍ<)fiéOS en Rusial". Los efectos de colusión y las connivencias

~'Jn'uc> apoyaron Y consolidaron, en este caso, los mecanismos ideo-

La auténtica fite.r~de la hege.m9nía reside en su capacidad de disimu­

Así, en e! ~~ntexto de las actividades de! FMI (e! cual entra realmen­

te en e! escenario ruso en 1993) o del Banco Mundial, la hegemonía

americana de la época no se traduce en una omnipresencia de los conse­

jeros americanos (a pesar de que fueran numerosos), sino en la capaci­

dad de Washington para imponer sus órdenes del día a las instancias in­

ternacionales y para neutralizar los puntos de vista alternativos. De este

modo, en 1994, un cierto número de expertos japoneses del Banco Mundial hicieron circular un documento extremadamente crítico con

las opciones de política e :onómica adoptadas en Rusia con el acuerdo

del FMIw7. Este texto no fue jamás oficializado como consecuencia de!

rechazo de otros países a entrar en conflicto con las opciones definidas

105. Lo que entraña, tardíamente, que el gobierno americano emprenda acciones legales. La universidad de Harvard y Andrei Scbleifer están dispuestos a pagar 31 millo­nes de dólares al gobierno con tal de dar carpetazo a la acción de la justicia. Sobre las peripecias judiciales y políticas de este asunto (el cual. combinado con el escándalo pro­vocado por sus declaraciones sobre la inferioridad intelectual de las mujeres, termina por costar a Summers la presidencia de Harvard), ver David McClintick, "How Havard lost Russia", Institutional Investor Magazine, enero 2006.

106. Ver Matt Bivens, "Harvard's 'fitting choice''', ed. electrónica del Moscow Times, lunes 18 de junio de 2001, y Frirz W. Ermarth, "Testimony of Fritz 'V'!. Ermarth on Russian organized crime and money laundering before the House committee 00 Ban­king and Finance", 21 de septiembre de 1999, Washingron, USGPO, en http//finan­cialservices.house.gov/banking/9219germ.htm. Ftitz Ermarth fue uno de los responsa­bles de la ClA en las cuestiones soviéticas y rusas durante los años 80 y 90.

107. El autor de estas líneas tuvo conocimiento de este texto en 1995: le fue comu­nicado tanto por uno de sus autores, el cual le solicitaba su opinión. como por uno de los representantes franceses en el Banco Mundial.

77

Page 25: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

EL NUEVO SIGLO XXI

por Washington. El equipo mixto ruso-americano establecido por

Schleifer y el HIlD también recibió en 1996 importantes sumas del

BERDJOS en un momento en que incluso las instituciones contables

americanas (la GAOJ") comenzaban a inquietarse con las prácticas

financieras del HIlD en RusiaJlO.

Otro ejemplo del funcionamiento de esta hegemonía se puede encon­

trar en el comportamiento de los expertos enviados por los otros paises,

los cuales, muy a menudo, escogieron sumarse a la posición de los equi­

pos sostenidos financieramente por e! departamento de! Tesoro america­

no, cuando su mandato oficial provenía de una instirución europea

como el programa TACISUJ de la Unión Europea.

En el seno de! proyecto hegemónico americano, la centralidad del

desafío ruso es tanto una evidencia como una manzana de la discordia.

'Desde 1992, los objetivos americanos en relación con Rusia se pueden

resumir en dos grandes ideas: hay que impedir a toda costa la recons­

trucción de la URSS y hay que procurar integrar a Rusia en e! juego

americano. Pero estos dos objetivos no eran compatibles.

Por otra parte, estas dos ideas no aparecen de forma completamente

consolidada hasta una vez que se confirma la disolución de la URSS. De

este modo, en 1991, las autoridades americanas estarán bastante reticen­

tes ante las primeras veleidades de independencia ucranianas. Durante e!

verano de 1991, representantes de las autoridades ucranianas soviéticas

empiezan a soñar con la independencia, poniendo a prueba a las autori-

108. Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (N. del T). 109. Government Accountability Office (N. del T). 110. J.R. Wedel, "The Harvard boys do Russia", art. citado. 11 1. De Teehnieal Assistanee ro the Commonwealth of ¡ndependent States. El objetivo

de este programa era favorecer la transición hacia una economía de mercado y consoli­dar la democracia y el Estado de Derecho en los Estados Europa Oriental y Asia Central (Comunidad de Estados Independientes -CEI- y Mongolia). Se puso en marcha en 1991 y estuvo en vigor hasta 2006 (N. del T).

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LOS COMIENZOS DE UN "SIGLO AMERICANO" QUE NO LLEGA

americanas. Inicialmente, no encontrarán ningún apoyo en la

'admilllstración de George Bush (padre), como consecuencia de! riesgo

que conllevaba, al menos desde e! punto de vista americano, la indepen­

dencia de Ucrania, en un territorio en el cual se encontraban estaciona­

das, en ese momento, numerosas armas nucleares.

La estabilidad de! duopolio nuclear Estados Unidos I URSS todavía

era en septiembre de 1991 un objetivo primordial. Sin embargo, una vez

que las autoridades americanas consideraron la disolución de la URSS

como un hecho irremediable, ya no cesaron de querer evitar cualquier

reconstrucción de los privilegiados lazos entre Rusia y las otras repúbli­

cas surgidas de la antigua URSS.

Al mismo tiempo, surgió la idea, entre 1992 y 1994, de que era posi­

ble una integración de Rusia en e! juego americano. La administración

Clinton intentó desarrol.1ar los vínculos polfticos e instirucionales perti­

nentes para vincular a Rusia a la trayectoria americana. La comisión

ruso-americana copresidida por Viktor Chernomyrdin y por Al Gore

jugó, a este respecto, un pape! importanteJl2• Esta integración de Rusia

en e! juego americano es un objetivo estratégico si en verdad

Washington quiere disponer de una total libertad de acción, sea en Asia,

frente a China, en Oriente Medio o incluso en Europa. Numerosos res­

ponsables de! departamento de Estado no ocultan que e! final de! anta­

gonismo ruso-americano debe permitir meter en cintura a la "potencia :. rurbulenta" europea, es decir a FranciaJl3

112. Respectivamente, Primer Ministro de la Federación de Rusia de diciembre de 1992 a febrero de 1998, y vicepresidente de Estados Unidos de 1992 a 2000. Sobre el impacto de esta comisión, ver Roben G. Kaiser, "Pumping up me probleros: has investing ín the Ye1tsÍn machine put Aroerica's relationship with Russia at risk?", Washíngton Post, 15 de agosto de 1999, p. BO l. La comisión Gore-Chernornyrdin tapó, nolens volens, un número de transac­ciones dudosas, como se vio en 1997" 1998 con el escándalo del Banco de New York.

113. Expresión recogida en Estados Unidos por el autor entre 1992 y 1995.

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I 1 EL NUEVO SIGLO XXI

Estados Unidos no escatimará esfuerws para salir airoso de esta inte­gración política con Rusia. Como lo prueba el pleno apoyo que la admi­nistración Clinton proporcionará a Boris Yeltsin, desde su golpe de fuer­za contra el Parlamento de Rusia en 1993 a su dudosa reelección de 1996 (su adversario, el comunista Guennadi Ziuganov, vio como desa­parecían dos millones de sus votos durante el recuento en la segunda vuelta de las elecciones). Hoy en día, se olvida con frecuencia que el de­sencadenamiento de la guerra de Chechenia en diciembre de 1994 fue, igualmente, ampliamente apoyado por el gobierno americano.

Hay que recordar, a todos aquellos que actualmenté están tan prestos a criticar las evoluciones políticas rusas, que es bajo la presidencia de Yeltsin, y con el apoyo de los principales paises occidentales, cuando se 'para el proceso de democratización en Rusia. Tres fechas son decisivas: las presiones ejercidas en 1993 que desembocan en la disolución por la fuerza del Parlamento de Rusia (a pesar de haber sido elegido con nor­malidad en 1990); el desencadenamiento a finales de 1994 de la guerra en Chechenia; y, finalmente, las manipulaciones electorales que condu­jeron a la reelección de Boris Yeltsin en 1996. Entre estas tres fechas, también tiene lugar, por supuesto, la potenciación del sistema oligárqui­co y las presiones sobre la prensa, con la multiplicación de los asesinatos de periodistas durante este período. He aquí cual fue la auténtica reali­dad de la "democracia" rusa a la que se quiere oponer, en la actualidad, la forma que tiene Vladimir Putin de poner en práctica el poder. Cierro es que este último, que goza de una popularidad entre la población rusa de la que jamás se benefició Yeltsin, ha cometido a los ojos de los ame­ricanos un crimen irreparable, el de querer defendedOLintereses"nªciQ­nales de Rusia.

Esta política no dejó de tener eco entre los liberales rusos. La influen­cia americana no hubiera podido tener jamás e! peso que tuvo si grupos enteros de la élite política postsoviética no hubieran estado dispuestos a una ameticanización ideológica y política. Teniendo en cuenta el debili-

80

LOS COMIENZOS DE UN ~SIGLO AMERICANO" QUE NO LLEGA

tanl~ento ya perceptible de! pais desde 1990 y la crisis que conllevaba la rransí,:iólG, la aproximación a Estados Unidos se podría percibir como la

política capaz de garantizar a Rusia el mantenimiento de su esta­tuS internacional. La idea consistente en hacer de! enemigo de ayer el aliado de mañana no carecía de lógica ni de fundamento, pudiendo parecer la política de Washington tendente a integrar a Rusia como un

enfoque "ganador/ganador". Pero, a partir de 1994-1995, se hace evidente que dicha idea no era

compatible con la voluntad de evitar, a cualquier precio, lo que podría asimilarse a un reforzamiento de Rusia en la zona ex-soviética. Así las cosas, la voluntad americana de afirmar su presencia en Asia central y en el Cáucaso tropezaba frontalmente con los intereses de Rusia. Los mis­mos responsables ruSOS que podían encontrarse ideológicamente de acuerdo con e! discurso transmitido por los medios de comunicación americanos, constataron sobre el terreno que sus propios intereses (y a veces sus intereses financieros) entraban en contradicción con las activi­dades suscitadas por la administración americana. Al margen del círcu­lo de liberales ruSOS convencidos, los responsables de los asuntos exterio­res, por su parte, también comenzaron a tener dudas. Si bien la idea de una alianza, es decir, según los más optimistas, de un condominio ame­ricano-ruso, estaba lejos de desagradar a numerosos responsables en Moscú, la voluntad americana de mantener activa la OTAN no podía parecer más que el signo de una malintencionada duplicidad.

Una vez que queda constancia del final de la guerra fría, la existencia de la OTAN es, en efecto, discutible. Es factible imaginar que esta orga­nización se transforme en una estructura mundial de seguridad y de coo­peración. En este caso, habría que admitir a Rusia como parte integran­te de pleno derecho. Las instituciones de asociación, como la Asociación para la Paz, no modifican sustancialmente la naturaleza de la OTAN, la cual es un producro típico de la guerra fría. Mantener la OTAN y excluir a Rusia de ella, únicamente podía ser percibido en Moscú como un sig-

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EL NUEVO SIGLO XXI

no de mala fe. Incluso los responsables rusos mejor dispuestos a mante­ner relaciones con Estados Unidos se apercibieron de esta circunstancia.

No obstante, Estados Unidos se benefició de otras ventajas. Su pre­sencia ideológica, tanto en Rusia como en otros lugares, parecía poder dispensarles de tener que elegir entre sus ptioridades. Convertido en el país de referencia, durante algunos años consideraron que el movimien­to espontáneo de las élites de otros países les llevaría a aceptar entrar en la órbita americana.

La potencia de la fuerza

Así pues, no hay que subestimar, en 1991, los elementos de la fuerza cul­tural americana. Lo atestigua, de manera evidente, el hecho de que la cadena de televisión CNN fuera el medio de comunicación de referen­cia durante la guerra de 1991. Habrá que esperar hasta finales de ese decenio para ver la oposición a esta supremacía. Como lo testimonia el nacimiento de Al-]azira y, posteriormente, de otras cadenas especializa­das en la información continua con vocación internacional.

La difusión de las concepciones americanas dominantes en materia de reglas económicas, así como de relación entre mercado y actividad polí­tica democrática, también se verifica por la propagación en el lenguaje habitual de ciertos vocablos que no tienen sentido más que en un cierto universo ideológico.

Términos como "economía de mercado" (market economy) o "gober­nanza" son algunos de los ejemplos más evidentes. Utilizado en la actua­lidad de manera casi natural tanto por científicos como por periodistas, el término "economía de mercado" no se entiende más que en el senti­do de "mercado libre" (free market), opuesto a la economía centralmen­te planificada, es decir, de acuerdo con la lógica de! enfrentamiento bipolar de la guerra fría. En realidad, este término tan sólo tiene un sen-

82

LOS COMIENZOS DE UN "SIGLO AMERICANO" QUE NO LLEGA

rido ideológico. Nuestras economías capitalistas, como ya se ha indica­do al principio de este libro, combinan, de hecho, mercados, los cuales son realidades muy diferentes las unas de las otras, con organizaciones y redes. Lo que permite ver de dónde data históricamente el error de pers­pectiva que contiene el informe Védrine de 2007.

Igualmente, e! término "economía centralmente planificada" también es una mera construcción ideológica, ya que las formas de coordinación en la economía soviética que realmente existía, adoptaban aspectos tanto de! mercado y de la red, como de la planificación centralizada'''. Por otra parte, aunque esta economía verdaderamente fue e! modo dominante o exclusivo, no se entiende la existencia de empresas de! Estado jurídica­mente separadas. Simples departamentos ministeriales habrían sido sufi­cientes. La proliferación de! númeto de empresas, y con ellas la de los ministerios encargados de controlarlas, demuestra con claridad que e! sistema estaba descentralizado, en e! sentido de una economía en la cual es radical la separación entre productores y usuarios ll5 •

Se puede hacer la misma observación en lo que respecta al término "gobernanza", e! cual reduce la cuestión de! poder y de la decisión a la combinación del respeto a las reglas de la propiedad privada y de! dere­cho. Se está, en este caso, en presencia de un término que no es ni una descripción ni un instrumento heurístico, sino un mero producto dell vocabulario ideológico, construido para e!udir completamente la cuestión' capital de la política, es decir, la presencia de intereses divergentes yopues­tos, así como las diversas formas de conflictos que estas divergencias oca­sionan.

114. Ver Jacques Sapir, Les Fluctuations économiques en URSS, 1941-1985, París, Ed. de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, noviembre de 1989, y. del mismo autor, L1Jconomie mobiliste. Essai sur les tconomies de type soviétíque, París, La Découverte. enero de 1990.

¡¡5. J. Sapir, "Le capitalisme au regard de I'autre", arto citado, p. 185-216.

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EL NUEVO SIGLO XXI

En el mundo que se iniciaba en 1991, Y en la medida en que Estados

Unidos conserva la supremacía de! hard power, no parece haber espacio

posible más que para e! ejercicio de! 50ft power, y únicamente en e! inte­

rior de los marcos establecidos por la hiperpotencia.

Los principales países europeos son lo que van a pagar, en cierta ma­

nera, las consecuencias. Como lo demuestra la cuasi-concomitancia de!

tratado de Maastricht y de la capitulación política europea frente a Es­

tados Unidos en la crisis yugoslava. Incluso en el momento en que la

Unión Europea pretende afirmarse como proyecro central, ésta renuncia

a sus responsabilidades relativas a la seguridad de una parte de Europa y

se las entrega, de becho, a Estados Unidos.

De la misma manera, se vuelve entonces perfectamente comprensible

la decisión de ampliar la Unión Europea al margen de toda reflexión

sobre las fronteras potenciales y el sentido de la Unión (simple mercado

o futuro Estado federal portador de una cultura unificada y específica).

Frente a la nueva situación creada por el repliegue y la posterior desin­

tegración de la URSS, se debía encontrar con urgencia una solución a la

organización del continente europeo.

En la medida en que la supremacía global de Estados Unidos parecía

no dejar sitio a un núcleo europeo que intentaba constituirse en poten­

cia autónoma, podía concebirse como un mal menor la aceptación de su

disolución de hecho en la Europa ampliada. La actitud de países como

Francia o Alemania, que aceptan bien sea liquidar sus principios sobre

la construcción europea, o jugar a ser una comparsa de la política ame­

ricana en Rusia''', se comprende mejor (sin llegar a justificarse) si se con-

116, De este modo, en 1996, mediante un préstamo "swap" de mil quinientos millo­nes de dólares del Bundesbank al Banco Central de Rusia, se establecieron las condicio­nes que permitieron la manipulación de la elección presidencial y la reelección de Boris Yeltsin. Este préstamo permitió al gobierno ruso pagar a los funcionarios antes de la sesión de escrutinio, y posteriormente comprar a un cierto número de responsables

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LOS COMIENZOS DE UN "SIGLO AMERICANO» QUE NO LLEGA

que las élites políticas están entonces convencidas de ver como

"\UIlanece e! "siglo americano" . El espíritu de capitulación fue tan profun­

en Francia que los responsables rechazaron, entre 1988 y 1992, darse

cuenta de la amplitud de los cambios en la URSS y en Rusia.

Este vaivén intelectual queda atestiguado por e! hecho de que los paí­

ses de la Unión Europea se precipitaron hacia la creación del euro sin

poner como condición previa la cuestión de la construcción de una

soberanía política común libremente asumida'l7.

En un mundo sometido a la hegemonía de la hiperpotencia, o en

cualquier caso percibida como tal, e! conflicto abierto contra ella forzo­

samente tenía que estar perdido de antemano. En estas condiciones, la

construcción de los elementos de un soft power europeo, dado que evita­

ba tanto e! conflicto como el debate público en Europa sobre el sentido

y las implicaciones de una política de poderío, parecía una respuesta rea­

lista a los desafíos de! siglo que se anunciaba, en la medida en que se asu­

mía como parte integrante de! "mundo americano".

La aceptación de! marco jurídico de la OMe, que sometía, de este

modo, los intereses económicos a una norma jurídica en realidad inexis­

tente y que no se basaba en ningún cuerpo político internacional,

demostraba que se aceptaba de focto la transferencia de la noción ameri­

cana de "gobernanza" a nivel mundial. Los conflicros de intereses con

Estados Unidos, en cuanro que no se podían negar, debían permitir

encontrar una solución en el interior de normas cuya lógica había sido

establecida por Washington. Mediante e! intento de presenrarse como

los mejores jugadores de un juego fijado por la hiperpotencia, se espera­

ba poder limitar su poderío desde el interior.

regionales del KPRF (comunista) para hacerles aceptar la manipulación durante el recuen­to de votos en la segunda vuelta del escrutinio. Ver J. Sapir, Le Krach rnsse, op, cit.

117. Ver Jacques Sapir, "La crisis de reuro: erreurs et impasses de l'européisme", Perspectives républicaines, nO 2, junio de 2006, p. 69-83.

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EL NUEVO SIGLO XXI

De la misma forma, lejos de constituirse en protección trente a las

reglas de la OMe, la Unión Europea se transforma en instrumento de

aceptación de dicha organización y de difusión de sus normas y obliga­

ciones. Así pues, es falso e! discurso que presenta~a Europa com~"pro­

tect()m" frente a la mundialización, ya que laDniórtEmopea fue el Y'ec­ror rn'Í,s eficaz de la "mundialización" en roda lo que ésta ha tenido de

más negativo en Europa. Como lo atestigua e! paso, sin pena ni gloria,

de Pascal Larny de la dirección general de "Comercio" de la Comisión Europea a la presidencia de la OMe.

De esta manera, e! gobierno francés capitula absolutamente entre

1995 y 1998 cuando los sucesivos Primeros Ministros aceptan que la

sociedad EADS sea privatizada mediante una normativa conforme a los

deseos americanos. Actualmente (2007) se pueden observar rodas las consecuencias de este hecho.

Así las cosas, en la primera mitad de los años 90 parecía que se reu­

nían rodas las condiciones para el sutgimiento de! "siglo americano". Las

élites europeas habían tomado nota de ello y se colocaban deliberada­

mente en el interior del marco ideológico desarrollado por la hiperpo­ten cia. No obstante, en algunos años, este "siglo" se va a deshacer. Desde

1997 hasta el discurso ofrecido por Vladimir Putin durante la conferen­

cia de Múnich sobre la seguridad internacional el 10 de febrero de

2007118, se va a asistir al descalabro del mundo que parecía surgir, por

lógica, en 1991.

118. Se puede encontrar una traducción completa y fiel de este discurso en la revis­ta La Lettre Sentine!, nO 43-44, enero-febrero de 2007, p. 24-29.

86

Capítulo 3

La crisis del "siglo americano" (1977-1999) Y sus implicaciones

El fracaso del "siglo americano", del cual hemos sido testigos entre 1991

y 2007, es un proceso crucial para comprender lo que puede ser el siglo

XXI. Este fracaso tuvo lugar entre el principio de la crisis financiera de

1997 y el manifiesto desastre de la intervención americana en Iraq en

2005. Estos ocho años han sido decisivos.

Son considerables las consecuencias políticas y económicas, aunque

también culturales e intelectuales, de dicho fracaso, incluso aunque no

se manifestaran rodas sus efecros inmediatamente.

Las causas de este descalabro son múltiples, y a menudo enmaraña­das; por lo que merecen una atención particular.

Se pueden contar hasta cinco, las cuales se van a enumerar brevemen­

te, antes de desarrollarlas más adelante:

a) En primer lugar, se ha conocido el fracaso del dominio americano

sobre la economía mundial, tal como Washington había deseado

organizarla, durante la crisis financiera que se extiende de 1997 a

1999. Estados Unidos no fue capaz de prevenir ni la expansión de esta

crisis, ni el hundimiento de las opciones liberales en Rusia durante el

verano de 1998, ni el contagio de Iberoamérica, con la devaluación

brasileña de 1999 y la crisis argentina de 2001. La crisis financiera

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EL NUEVO SIGLO XXI

estrategias colectivas articuladas en torno a este regreso del Estado­

nación que se manifiesta por doquier alrededor nuestro, salvo que se

desee dejar que se hunda nuestra sociedad en la anomia, con todas las

consecuencias que esto implicaría para todos y cada uno de nosottos.

288

Índice

Introducción 1998: una ruptura fundadora ¿Pensar en el futuro? Argumentos de autoridad y autoridad del argumento El capitalismo no es el mercado (y recíprocamente ... ) El capitalismo y los Estados-nación El por qué y el cómo

¿Cómo nacen los "siglos políticos"? El precedente del siglo XX Japón y Estados Unidos Las mutaciones dd arte de la guerra El siglo XX en suspenso El dominante discutido: la reacción británica Enseñanzas para nuestro tiempo

Los comienzos de un (¡siglo americano" que no llega La fuerza de la potencia ~Mundialización o americanización? La centralidad del desaflo ruso La potencia de la fuerza

La crisis del "siglo americano" (1997-1999) y sus implicaciones La hegemonía americana frente a las crisis financieras La mundialización frente a las consecuencias de la impericia americana en 1997-1999 El dilema americano La mundíalización directamente cuestionada: Seattle, Génova y el hundimiento de la OMC y China despierta

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9 12 16 23 28 32 35

41 43 47 51 56 60

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97 103

109 115

Page 31: Jacques Sapir. El Nuevo Siglo XXI (introducción)

La re militarización del "siglo americano" y sus contrariedades El imperio contraataca: la instrumenralización de la crisis de Kosovo (1999) El discurso humanitarista y el sometimiento del derecho a la fuerza El giro ifaquí La pérdida de la credibilidad americana

El regreso de Rusia y el surgimiento de China El regreso de Rusia, ¿comienzo del verdadero siglo XXI? La evolución de la relaciones entre Rusia y Estados Unidos China: ¿un competidor global?

Reflexionando sobre el nuevo siglo XXI El discurso de Munich de Vladimir Putin, símbolo de la transformación de las manifestaciones en las relaciones internacionales El regreso de la noción de soberanía La decadencia de las instancias internacionales de regulación De la crisis de los "derechos humanos" a su refundación ¿Se pueden diluir los derechos humanos en la metafísica del "derecho natural"? La peligrosa aporía del derecho natural Refundar el universalismo, abandonando el idealismo metodológico ¿Cuáles son los límites de la soberanía? El colonialismo humanitario Reflexionando sobre el imperativo humanitario en vez del humanitarismo

El nuevo siglo XXI y la cuestión militar ¿Qué es una "revolución de los asuntos militares"? La crisis de la supremacía militar americana El significado estratégico de la catástrofe humanitaria en Iraq La crisis de la doctrina militar americana ¿Una nueva "revolución de los asuntos militares"?

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129 133 139

151 152 160 165

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176 179 188 195

198 202

204 210 213

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219 220 223 227 233 239

Conclusión: Las consecuencias de un nuevo "inido de siglo" Los cambios y la crisis La parálisis progresiva de Francia en Europa y en el mundo El ciclo electoral francés de 2007: ¿un esfuerzo en vano? La crisis de la estrategia de las élites polfticas Francia, ¿objeto o sujeto del nuevo siglo XXI?

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257 257 265 270 279 286