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Prefacio a Los reyes taumaturgos de Marc Bloch* Jacques Le Goff Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, París Durante los casi treinta años que siguieron a la muerte heroica de Marc Bloch, torturado por la Gestapo y luego fusilado cuando tenía cincuenta y siete años, el 16 de junio de 1944 en Saint-Didier de Formans (Ain), cerca de Lyon, por su participación en la resistencia, su fama como historiador tuvo un triple fundamento. En primer lugar, su papel de cofundador y codirector, con Lucien Febvre, de la revista Annales,1 que renovó los métodos históricos. Luego, dos grandes libros: Los caracteres originales de la historia ruralfrancesa (1931), apreciado ante todo por los especialistas que vieron justamente en él la culminación de la historia geográfica “a la francesa” y el punto de partida de una nueva visión de la historia rural en la edad media y en la época moderna; y La sociedadfeudal (1939-1940), poderosa y original síntesis que transfiguraba la historia de las instituciones merced a un concepto global de la sociedad extendido a la historia económica, la historia social y la historia de las mentalidades y alcanzaba un público más amplio. A estas obras vino a sumarse un tratado (postumo) sobre el método hvs>tóxico:Apologie pourl’Histoire ou Métierd’historien2 (publicado en 1949gracias al empeño de Lucien Febvre), ensayo inacabado en el que algunas ideas profundas y originales surgían aquíyalláenun borrador que el autor habría seguramente corregido para su publicación. * Marc Bloch, Les rois thaumaturges, París, Gallimard, 1983.542p.

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  • Prefacio a Los reyes taumaturgos de Marc Bloch*

    Jacques Le Goff Escuela de Altos Estudios

    en Ciencias Sociales, Pars

    Durante los casi treinta aos que siguieron a la muerte heroica de Marc Bloch, torturado por la Gestapo y luego fusilado cuando tena cincuenta y siete aos, el 16 de junio de 1944 en Saint-Didier de Formans (Ain), cerca de Lyon, por su participacin en la resistencia, su fama como historiador tuvo un triple fundamento. En primer lugar, su papel de cofundador y codirector, con Lucien Febvre, de la revista Annales,1 que renov los mtodos histricos. Luego, dos grandes libros: Los caracteres originales de la historia ruralfrancesa (1931), apreciado ante todo por los especialistas que vieron justamente en l la culminacin de la historia geogrfica a la francesa y el punto de partida de una nueva visin de la historia rural en la edad media y en la poca moderna; y La sociedad feudal (1939-1940), poderosa y original sntesis que transfiguraba la historia de las instituciones merced a un concepto global de la sociedad extendido a la historia econmica, la historia social y la historia de las mentalidades y alcanzaba un pblico ms amplio. A estas obras vino a sumarse un tratado (postumo) sobre el mtodo hvs>txico:Apologie pourlHistoire ou Mtierdhistorien2 (publicado en 1949gracias al empeo de Lucien Febvre), ensayo inacabado en el que algunas ideas profundas y originales surgan aquyallenun borrador que el autor habra seguramente corregido para su publicacin.

    * Marc Bloch, Les rois thaumaturges, Pars, Gallimard, 1983.542p.

  • Desde hace algunos aos, para un creciente nmero de investigadores en ciencias humanas y sociales, Marc Bloch es ante todo el autor de un libro pionero, su verdadero primer libro: Les rois thaumaturges. Etudesurle caractre surnaturel attribu lapuissance royale, particulirement en France et enAngleterre3 (1924), que hace de ese gran historiador el fundador de la antropologa histrica.4

    Gnesis de Los reyes taumaturgos

    En el estado actual de nuestros conocimientos sobre Marc Bloch, y salvo que sus cartas y las de sus corresponsales nos aportaran todava nuevas precisiones y acaso revelaciones, podemos decir que la gestacin de Los reyes taumaturgos dur unos doce aos y sac provecho de tres experiencias determinantes, dos de carcter intelectual y, entre ambas, una de orden existencial.5

    La primera tiene por escenario la fundacin Thiers, en Pars, donde Marc Bloch, que sali de la Escuela Normal Superior en 1908 con el ttulo de agrg en historia, estuvo becado entre 1909 y 1912. Despus viene la experiencia de la guerra de 1914-1918, donde termin como capitn tras haber sido distinguido en cuatro ocasiones por el ejrcito y haber recibido la Cruz de Guerra.

    Cuenta finalmente en su experiencia el ambiente de la Facultad de Letras de la Universidad de Estrasburgo, donde fue nombrado encargado de curso en 1919, y luego profesor en 1921.

    La labor cientfica de Marc Bloch se inicia en 1911-1912 cuando publica sus primeros artculos. Hasta la guerra esos estudios revelan tres temas de inters claramente relacionados entre s. En primer lugar la historia institucional del feudalismo medieval, y en particular el papel de la realeza y de la servidumbre en el sistema feudal, primer hito de un estudio que, despus de la guerra y en virtud de las disposiciones tomadas en favor de los universitarios combatientes, slo qued en embrin de tesis: Rois et serfs --un chapitre dhistoire captienne- [Reyes y siervos un captulo de la historia de los capetos-]. Luego, dentro del marco de la geogra-

  • fa histrica que, a partir de Vidal de la Blache y de sus sucesores, influy tanto en la nueva escuela histrica francesa de entreguerras, una regin: la Isla de Francia lie de France. En tercer lugar un primer discurso sobre el mtodo: la muy poco conocida alocucin pronunciada con motivo de la distribucin de premios en el liceo de Amiens en 1914, en vsperas de la gran guerra: Critique historiqueet critique du tmoignage [Crtica histrica y crtica del testimonio].

    De entre estos primeros ensayos, uno de ellos, publicado en 1912, merece una particular atencin: Las formas de ruptura del homenaje en el antiguo derecho feudal.6 En l describe Marc Bloch un rito feudal, el del lanzamiento del haz de paja y a veces rompimiento del haz (exfestucatio), signo y realizacin de una ruptura del homenaje. Inters precoz, pues, por lo ritual en las instituciones del pasado y, ante la indiferencia de la casi totalidad de los historiadores y de los historiadores del derecho medieval francs (dos notas de Gastn Paris, una alusin de Jacques Flach), Marc Bloch acude a los historiadores alemanes del derecho medieval, abiertos entonces a la etnografa y al comparativismo: un artculo de Ernst von Moeller y, sobre todo, el gran trabajo de M. Karl von Amira, Der Stab in der germanischen Rechtssymbolik P

    El tro de la fundacin Thiers

    Dnde se encuentra entonces Marc Bloch? Tras varias estancias universitarias en 1908-1909 en Alemania, en Berln y Leipzig, termina su temporada en la fundacin Thiers. En ella ha reencontrado a dos antiguos compaeros de la Escuela Normal: Louis Gernet, el helenista (promocin de 1902), y Marcel Granet, el sinlogo, de la promocin de 1904 como l. Los tres jvenes cientficos han organizado entre s un pequeo grupo de investigacin. Parece ser que la influencia ejercida por Granet sobre sus dos amigos fue particularmente importante. La problemtica y los mtodos de quien iba a renovar la sinologa contribuyeron a

  • orientar a Louis Gernet y a Marc Bloch hacia visiones mucho ms amplias que las de la historiografa tradicional de la antigua Grecia y del occidente medieval. Antes de la aparicin de Los reyes taumaturgos en 1924, Marcel Granet habr ya publicado Ftes et chansons anciennes de la Chine [Fiestas y canciones antiguas de China] (1919) y La religion des Chinois [La religion de los chinos] (1922), y habr iniciado la reflexin y las investigaciones que le llevarn a dos grandes sntesis: La Civilisation Chinoise [La civilizacin china] (1929) y La Pense Chinoise [El pensamiento chino] (1934). Tambin escribi La Fodalit Chinoise [El feudalismo chino], publicado en Oslo en 1932, all donde precisamente un ao antes apareciera Los caracteres originales de la historia rural francesa de Marc Bloch, a quien Granet haba sucedido en la capital noruega en calidad de invitado extranjero del instituto para el estudio comparativo de las civilizaciones (presentado por Marc Bloch en Annales en 1930, pp. 83-85). La obra de Granet contribuy, desde sus primeras etapas, a reforzar el inters de Marc Bloch por los ritos y los mitos, las ceremonias y las leyendas, la psicologa colectiva comparada, los sistemas de pensamiento y de creencias de las sociedades del pasado.8

    Louis Gernet, cuya labor docente fue, luego, demasiado tiempo confinada a la Universidad de Argel (si bien es cierto que fue all donde acogi a un joven historiador, Fernand Braudel) y la obra escandalosamente marginada por el helenismo universitario prevaleciente, no es por ello menos cercano a Marc Bloch en su pensamiento y su proceder. En 1917 ya Gernet haba publicado sus Recherches sur le dveloppement de la pense juridique et morale en Grce [Investigaciones sobre el desarrollo del pensamiento jurdico y moral en Grecia]. Su gran sntesis, Le Gnie grec dans la religion [El genio griego en la religin], escrita con Andr Boulanger y relativa al perodo helenstico, sale a la luz en 1932. Su repercusin no data sino de su reedicin en 1970 cuando la coleccin postuma de sus artculos, Anthropologie de la Grce Antique [Antropologa de la Grecia antigua] (1968, reeditada en 1982), permite

  • finalmente apreciar su talla y comprender su influencia sobre la gran escuela francesa contempornea de antropologa histrica de la Grecia antigua (Jean-Pierre Vernant, Pierre Vidal-Naquet, Marcel Detienne, procedente de Lieja, Nicole Loraux, Francois Hartog, etc.). Las charlas de Marc Bloch (y de Granet) con Gernet no pudieron sino profundizar su inters hacia el etnojuridismo, el mito, el ritual, el comparativismo perspicaz y prudente.9

    La gran guerra

    Luego llega la segunda experiencia: la de la guerra de 1914-1918. Esta fue para Marc Bloch una aventura extraordinaria. Los recuerdos que escribi durante la primera mitad de la contienda lo muestran aliando con sencillez un ardiente patriotismo, una profunda sensibilidad para con los dramas y las miserias cotidianas de los soldados, y el afn de no ocultar nada de las realidades crueles y srdidas vividas por los combatientes. Sin embargo, conserva en todo momento la lucidez que le permite, hasta en la accin ms azarosa, distanciarse, echar una mirada llena de humanidad si bien no complaciente sobre los hombres que lo rodean y sobre s mismo. En todo momento se esfuerza por considerar como historiador todo aquello que ve y que vive. Menciona que el primer da que particip en la batalla, el 10 de septiembre de 1914: el espritu de curiosidad, que raramente me abandona, no me haba dejado. A la curiosidad, primer aguijn de la historia, se aade enseguida un trabajo en busca de la memoria. Anota, da tras da, los principales acontecimientos diarios, hasta que una herida y la enfermedad le impidieran seguir con ello despus del 15 de noviembre de 1914. Cuando a principios de 1915 una grave enfermedad le hace pasar a la retaguardia y le obliga a descansar para restablecerse, se apresura a escribir sus recuerdos, no quiere ser tributario de la memoria: sta ejerce sobre el pasado una seleccin que a veces me parece poco acertada. Al final de sus recuerdos de los cinco primeros meses de guerra, saca como historiador las conclusiones

  • de su experiencia. Esboza los temas que retomar en 1940 en L etrange dfaite [La extraa derrota].10Pero lo esencial para l es lo relativo a la psicologa, psicologa individual de los soldados y de los oficiales, psicologa colectiva de los grupos de guerreros.11

    Cario Ginzburg ha advertido y analizado con gran perspicacia y finura cmo Los reyes taumaturgos surgieron dla experiencia de la guerra de 1914-1918. Marc Bloch vio en ella la reconstruccin de una sociedad casi medieval, la regresin a una mentalidad brbara e irracional. La propagacin de falsas noticias, forma principal segn l de este retroceso, le inspir uno de sus ms notables artculos: Reflexiones de un historiador sobre las falsas noticias de la guerra.12 En l muestra en particular cmo la censura, al desacreditar lo escrito y someterlo a su represiva inspeccin, ocasion una prodigiosa renovacin de la tradicin oral, antigua madre de leyendas y de mitos. La guerra ofrece as al historiador un inesperado medio para observar directamente el pasado medieval:

    Mediante un atrevido golpe, con que jams pudiera llegar a soar el ms audaz de los experimentadores, la censura, borrando los siglos pasados, volvi a poner al soldado del frente ante los medios informativos y la mentalidad de tiempos antiguos, antes del peridico, antes de la hoja de noticias impresas, antes del libro.

    Pero el escepticismo que invade al historiador ante la propagacin de falsas noticias no alcanza la historia jurdica, econmica o religiosa, y menos an la historia de la psicologa colectiva: Lo ms profundo en historia bien podra ser al mismo tiempo lo ms seguro. Los reyes taumaturgos sern as una inmersin en la historia profunda.13

    De ah el diagnstico que Marc Bloch, al final de su obra, har sobre el milagro real: una gigantesca falsa noticia. Expresin que volver a utilizar en 1932 para definir el fenmeno estudiado por Georges Lefebvre en otro gran libro de historia de las mentalidades: La grandepeur de 1789 [El gran miedo de 1789].14

  • La experiencia de la guerra contribuy a reforzar en Marc Bloch la conviccin de que si bien la incomprensin del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado, no deja de ser cierto que hay que comprender el pasado a travs del presente, tal y como lo recordar en Introduccin a la historia. De ah la importancia para l del mtodo regresivo. La psicologa de los soldados y de los hombres de 1914-1918 ilustrar la actitud de la gente de la edad media (hasta el siglo XVIII) ante el milagro real.

    En cualquier caso, el proyecto de investigacin que iba a desembocar en la redaccin de Los reyes taumaturgos se concret en la mente del joven historiador a lo largo de la gran guerra. Su colega, Charles-Edmond Perrin, revel que en febrero de 1919, durante una excursin por los Vosgos cuando an no se les haba desmovilizado, Marc Bloch le dijo: Cuando haya terminado con mis campesinos, me dedicar al estudio de la uncin en la consagracin real de Reims.15

    Estrasburgo

    Insistir menos, pues es ms conocida, en la tercera circunstancia que favoreci la eleccin definitiva y la redaccin del estudio sobre el milagro real: el medio universitario de Estrasburgo en donde Marc Bloch fue nombrado profesor adj unto [matre de confrences] en octubre de 1919.16 Inmediatamente despus de la guerra la Universidad de Estrasburgo, francesa de nuevo, fue objeto por parte de los poderes pblicos de una peculiar atencin destinada a borrar el recuerdo de la universidad alemana y hacer de esta recuperada institucin un escaparate intelectual y cientfico de Francia frente al mundo germnico. Fueron nombrados jvenes y brillantes maestros: el historiador Lucien Fevbre (nacido en 1878) a quien conviene mencionar en primer lugar ya que se es el encuentro decisivo que dara lugar a la fundacin en comn, en 1929, de los Annales d histoire conomique et sociale-, otros historiadores como el especialista en la antigedad romana Andr Piganiol,

  • el medievalista Charles-Edmond Perrin, y sobre todo el gran historiador de la revolucin francesa, Georges Lefebvre. Pero tambin el fundador de la sociologa religiosa en Francia, Gabriel Le Bras; el gegrafo Henri Baulig, el fillogo Ernst Hoepffner, y sobre todo el mdico y psiclogo Charles Blondel y el socilogo Maurice Halbwachs. El primero ha publicado ya en 1914 La Conscience morbide [La conciencia mrbida], sacar a la luz en 1926 La Mentalit primitive [La mentalidad primitiva] y trabaja en su gran libro, Introduction la psychologie collective [Introduccin a la psicologa colectiva] (1928), que Marc Bloch resear en la Revue historique en 1929. Como lo ha sealado Georges Duby, Blondel provocaba a los historiadores -si bien cuatro aos despus de la publicacin de Los reyes taumaturgosl al afirmar que no se trataba en absoluto de empearse en determinar de plano las maneras universales de sentir, de pensar y de actuar. Clara llamada a una historia diferencial, en el tiempo y en el espacio, de las mentalidades y de las conductas. Tan slo un ao despus de la publicacin e Los reyes taumaturgos de Bloch, Maurice Halbwachs sacaba por su parte un libro capital para el campo que hoy conocemos como ciencias humanas y sociales: Les cadres sociaux de la mmoire [Los marcos sociales de la memoria]. El mismo ao de su aparicin, Marc Bloch le dedicaba un largo artculo en la Revue de synthse histoiique de Henri Berr, el pionero en la renovacin de la historia y de las ciencias del hombre.17 Memoria y sociedad, por lo tanto memoria e historia, qu mejor tema para seducir a Marc Bloch?

    Con Blondel y con Halbwachs, Marc Bloch vuelve a encontrarse con discpulos del maestro que ms influy en su formacin intelectual, el socilogo Emile Durkheim, fallecido en 1917. Emile Durkheim, que haba publicado en 1912, a partir de un estudio sobre el sistema totmico australiano, Les formes lmentaires de la vie religieuse [Las formas elementales de la vida religiosa], en el que lo sagrado queda definido como una representacin de la sociedad.18 Emile Durkheim, del que Henri Se supo definir con

  • perspicacia la influencia ejercida sobre Marc Bloch en una carta que le enviaba para agradecerle y felicitarle por Los reyes taumaturgos, y en la que comenta tambin la resea que acaba de publicar Marc Bloch en la Revue Historique del libro de Lucien Febvre (con la colaboracin de Lionel Bataillon): La Terre etVvoluon hmame. Introduction gographique lhistoire [La tierra y la evolucin humana. Introduccin geogrfica a la historia] (1922):

    Sus observaciones al libro de Lucien Febvre, escribe Henri Se, me han parecido muyjustas. En el fondo, la historia [...] debe acercarse an ms a la sociologa que a la geografa; y el mtodo sociolgico, tal y como lo defini Durkheim es, en buena medida, un mtodo histrico.

    Efectivamente, Durkheim haba encabezado el primer nmero de L Anne sociologique en 1898 con una referencia a Fustel de Coulanges, el mismo Fustel de Coulanges que Marc Bloch a menudo invoca en Introduccin a la historia y que fue inspirador suyo desde su juventud. Christian Pfister, en su carta de recomendacin para la candidatura de Marc Bloch en la Fundacin Thiers en 1909, escribe que Marc Bloch se interesa por problemas de historia social, que han sido descuidados desde Fustel de Coulanges.19 Acerca de Durkheim, Marc Bloch seal, en Introduccin a la historia, lo que l mismo y los historiadores deseosos de escapar de la monotona de la historia positivista universitaria le deban, as como a su escuela: A este gran esfuerzo, deben mucho nuestros trabajos. El nos ha enseado a analizar ms a fondo, a delimitar ms finamente los problemas, y a pensar, me atrevera a decir, de forma menos barata.20

    Estrasburgo signific pues para Marc Bloch el contacto vivo, a travs de amigos y colegas, con las ciencias sociales, hermanas de la historia. Los reyes taumaturgos crecieron en ese humus pluridisciplinario. No es de sorprender, pues, que se encuentren en l, taly como lo puso de manifiesto Henri Se: Su ltimo captulo, excelente, no slo interesar a los historiadores: folkloristas, psiclogos y socilogos encontrarn all temas sobre los que reflexionar.

  • Para terminar esta evocacin de lo que Los reyes taumaturgos deben al Estrasburgo de los aos 1919-1924, hay que recordar tambin su admirable biblioteca universitaria que alemanes (entre 1871 y 1918) y franceses, a cual ms, se afanaron en dotar esplendorosamente. Lucien Febvre lo ha expresado muy bien:

    El teln de fondo lo constitua la Biblioteca, la admirable Biblioteca nacional y universitaria de Estrasburgo, sus tesoros desplegados ante nuestra vista, a nuestro alcance: un incomparable instrumento de trabajo, nico en Francia. Si algunos de nosotros han de dejar tras de s una obra, lo deben en parte a la Biblioteca de Estrasburgo. A sus prodigiosos recursos que tan slo explotaron.21

    Los medievalistas alemanes

    Finalmente, dos factores muy distintos debieron de llevar a Marc Bloch hacia el estudio de la enfermedad real. El primero es su familiaridad con la obra de los medievalistas alemanes y la seduccin que ejercan sobre l la erudicin y la problemtica germnica. A ello alude Christian Pfister en la carta ya mencionada de 1909. Las temporadas en Berln y en Leipzig en 1908-1909 fueron productivas. Una de sus primeras reseas en la Revue Historique, en 1921, est dedicada al libro de Fritz Kern, publicado en 1914, Gottesgnadentum und Widerstandsrecht im frheren Mittelalter. Zur Entwicklungsgeschichte derMonarchie [Gracia de Dios y derecho de resistencia en la alta edad media. Contribucin a la historia del desarrollo de la monarqua].

    Existe por otra parte en la carpeta dedicada a Los reyes taumaturgos, entre los papeles de Marc Bloch conservados en los archivos nacionales, una carta de agradecimiento de Fritz Kern por la resea de Marc Bloch. El historiador alemn se encuentra profundamente emocionado por la atencin que le merece su obra por parte de Marc Bloch, y por el detalle que haba tenido el recin afincado en Estrasburgo en enviarle la recensin. Desde la guerra,

  • le dice, tan slo recibe por parte de sus colegas franceses indiferencia o desaires, razn de ms para su emocin.

    Los trabajos alemanes haban ya, si no inspirado, por lo menos sido tiles a Marc Bloch. En su artculo de 1912 sobre la ruptura del homenaje, se vali de los representantes alemanes de una disciplina demasiado menospreciada en Francia, el etnojuridismo.22 La historiografa alemana le informa y le empuja, para superarla, hacia la historia de la soberana, de las imgenes y de las insignias del poder, en la que se harn luego ilustres P.E. Schramm y su escuela.

    El hermano mdico

    Las relaciones afectuosas que mantuvo con un hermano mdico le llevaron finalmente a ahondar de forma muy particular en el aspecto mdico de su tema y en los elementos relativos a la medicina popular. Al encabezar las advertencias preliminares de Los reyes taumaturgos, en una adenda fechada el 28 de diciembre de 1923, Marc Bloch evoca la influencia de ese hermano muerto, al igual que su padre, antes de poder ver la obra terminada y publicada, en cuya preparacin haba tenido una participacin que Marc Bloch juzga decisiva.23

    ** *

    Historia total de un milagro

    Veamos ahora a Los reyes taumaturgos tal y como los concibi y escribi Marc Bloch, haciendo el esfuerzo de ubicarlos en el pensamiento histrico y antropolgico de su poca, es decir, al inicio de los aos veinte del siglo XX.

    Lo que Marc Bloch quiso hacer, en conjunto, fue la historia de un milagro y de la creencia en ese milagro. Por lo dems, ambas cosas ms o menos se confunden. Marc Bloch ha mostrado cmo

  • el milagro existe a partir del momento en que uno puede (no hay determinismo alguno en Marc Bloch, sino correlaciones racionales entre los fenmenos histricos sin que haya identificacin hegeliana entre lo racional y lo real) creer en l. El milagro declina, y acaba por desaparecer, a partir del momento en que ya no se puede creer ms en l. De no ser por temor, escribi, a alargar un encabezado ya demasiado extenso, habra puesto como segundo subttulo a este libro: Historia de un milagro.

    La larga duracin

    Y este milagro, quiere l explicarlo en funcin de su duracin y de su evolucin, en el marco de una explicacin total. Reconocemos aqu dos de los grandes temas de la escuela de los Annales: la historia global o total (como explicacin total resulta mejor!, no sin seguir siendo, naturalmente, un ideal, un caso lmite, un horizonte ms o menos inaccesible), y la larga duracin, cuya definicin explicara Fernand Braudel en 1958 en un artculo justamente clebre,24 tras haberle dado su mejor ilustracin en 7 Mediterrneo y el mundo mediterrneo en la poca de Felipe II (1949). La larga duracin no es forzosamente un largo perodo cronolgico, es esa parte de la historia, la de las estructuras, que evoluciona y cambia ms lentamente. La larga duracin es un ritmo lento, se la puede descubrir y observar en un espacio de tiempo relativamente corto, pero por debajo de la historia de los acontecimientos y de la coyuntura a medio plazo. Lo peor sera creer que la problemtica desde los orgenes hasta nuestros das, pocas veces compatible con un enfoque histrico cientfico, sea la larga duracin perfecta. Sin embargo en el caso de Los reyes taumaturgos, el historiador tiene la suerte de poder conocer el principio y el final de un fenmeno histrico, y de poder estudiarlo en toda su vida histrica, desde su nacimiento y su gnesis hasta su decadencia y su desaparicin. Se trata, pues, de una suerte extraordinaria. Marc Bloch pudo as mostrar que el milagro real, el rito del toque,

  • naci en Francia hacia el ao 1000, en Inglaterra cerca de un siglo despus, y que desapareci, en la segunda, con la llegada de la dinasta de Hanover en 1714, y en Francia el 31 de mayo de 1835, fecha en que Carlos X, a raz de su consagracin (el 29 de mayo), fue el ltimo rey de Francia que toc a los escrofulosos.

    El dolo de los orgenes

    Doble paradoja. La parte de Los reyes taumaturgos que hoy en da necesita de una revisin es precisamente la que interesa a los orgenes del toque real. Paradoja, pues Marc Bloch, quien denunciara en Introduccin a la historia lo que dio en llamar el dolo de los orgenes, recurre aqu a eseconcepto que lleva a una confusin entre orgenes, fuentes (otro vocablo peligroso, como si en la historia las cosas brotaran de una fuente o se dieran por parto natural) y causas. Ahora bien, ya desde Los reyes taumaturgos, Marc Bloch dejaba entrever otros conceptos ms fecundos: herencia, eleccin, nacimiento, gnesis; con la idea fundamental de que no se explica jams plenamente un fenmeno histrico fuera del estudio de su momento. La segunda paradoja es que la erudicin, necesaria siempre, fundamental para el historiador, no es por naturaleza ms slida que las hiptesis, las interpretaciones, o las ideas. Peligrosa ilusin sta de aquellos historiadores que opinan que una erudicin bien llevada puede conducir a certezas absolutas, a conclusiones definitivas. La erudicin tambin incluso la mejor- es frgil. Otros documentos aparecen y modifican dentro de la serie cronolgica el lugar de un documento previamente conocido. Un nuevo enfoque viene a dar un sentido nuevo al documento antiguo, incluso a nivel de lo literal y de la historicidad. Empezando por la propia documentacin y merced a los nuevos descubrimientos y a las nuevas tcnicas, el pasado tiene ante s un hermoso futuro. Seamos pues, ya desde la etapa erudita del trabajo histrico, bastante modestos y humildes ante el porvenir como ante el pasado.

  • El caso de Los reyes taumaturgos me parece ejemplar. A raz de una recopilacin y de una crtica de documentos que hasta los eruditos menos seducidos por el camino seguido por Marc Bloch alabaron por estar a la altura de las exigencias cientficas ms rigurosas, Marc Bloch sac del conjunto documental un texto. Se trata de la carta de un clrigo de origen francs que viva en la corte de Inglaterra, Pierre de Blois. Este escribi, hacia 1180:

    Lo confieso, asistir al rey es [para un clrigo] cumplir una obra santa; porque el rey es santo: l es el Cristo del Seor; no en vano recibi el sacramento de la uncin, cuya eficacia, si acaso alguien lo ignorase o lo pusiera en duda, sera ampliamente comprobada por la desaparicin de aquella peste que ataca la ingle y por la curacin de las

    escrfulas.25

    Al interesarme por la historia de la peste inguinal, llamada tambin peste bubnica o peste negra en la edad media, y al releer Los reyes taumaturgos, me llam la atencin este texto que atribua a Enrique II (muerto en 1189) la virtud de haber hecho desaparecer una epidemia de dicha peste inguinal. De hecho sabemos hoy en da (aqu se puede hablar de certidumbre, ya que un fenmeno de masas como la peste negra se encontrara forzosamente documentada en la relativa abundancia de testimonios del siglo XII) que no hubo epidemia de peste inguinal en occidente entre el siglo VII y el ao 1347.26 Pero la historiografa hace sesenta aos se mantena en la ms total confusin tocante a la cronologa de la peste negra, y la gran mayora de los historiadores serios -incluido el sabio y curioso Marc Bloch- no se interesaban mucho, y con razn, por una enfermedad que no encontraban en sus documentos entre los siglos VII y mediados del XIV. Con todo, sinti Marc Bloch ante aquel dato un cierto malestar. Se pregunt:

    No sabemos con seguridad a qu aluden estas ltimas palabras: quizs a una epidemia de peste bubnica que, se crey, habra cedido ante la influencia milagrosa del rey. La confusin entre ciertas formas de

  • bubones pestferos y la adenitis inguinal no era, segn lo afirma un excelente historiador de la medicina, el doctor Crawford, en absoluto imposible en un hombre de aquel tiempo. Pierre de Blois no era mdico (p. 49).

    Pero si Pierre de Blois no es un testigo fiable para la peste inguinal, por qu habra de serlo para las escrfulas?

    Ahora bien, Marc Bloch concluye: As Enrique II curaba a los escrofulosos. Si l cree, aunque con reservas, poder interpretar ciertos textos del siglo XII y suponer que el toque real exista ya en Inglaterra a principios del siglo XI, no tiene en cambio reserva alguna cuando afirma que este texto es el testimonio seguro (p. 56) ms antiguo de que el rey de Inglaterra curaba las escrfulas.

    He conseguido determinar con mucha probabilidad la procedencia de la mencin referente a la desaparicin de una epidemia pestfera frente al poder de un rey en Pierre de Blois.27 Cuenta Gregorio de Tours en su Historia de los francos (X,I) cmo el papa Gregorio Magno, el ao de su elevacin al pontificado (590), mand celebrar al pueblo romano unas letanas -procesin y cantos penitenciales- para que cesara una grave epidemia de peste inguinaria, epidemia aquella muy real que asolaba Roma. Esta letana mayor, distinta a la letana menor de las rogativas, fue en adelante celebrada en toda la cristiandad el 25 de abril y se la incluy en la liturgia ordinaria. Ya a principios del siglo VII, Beda la menciona en su Homila 97, De maiori litania (P.L., t. 94, col. 499). Poco tiempo antes de que Pierre de Blois escribiera su carta, el liturgista parisiense Jean Beleth, en su Summa de ecclesiasticis officiis, en el captulo De las letanas, recuerda el origen de la letana mayor instituida por Gregorio Magno para hacer desaparecer una pestis inguinaria.28 En el siglo XIII, el hecho ser relatado una vez ms por Jacobo de Vorgine en la Legenda Aurea hacia 1255. Por su parte el dominico Jean de Mailly, en su obra indita Abbreviatio in gestis et miraculis sanctorum, hacia 1243, describe tambin la major letana, recordando su origen. Este cuenta la leyenda segn la cual, despus de la letana, Gregorio

  • Magno vi en lo alto de un castillo de Roma a un ngel que limpiaba de sangre su espada y la meta en su vaina, de ah el nombre de Castel SantAngelo que fuera dado al monumento. Aade que la procesin se conoca como la de las cruces negras;29 se celebraba el da de San Marcos, el 25 de abril, y Joinville recuerda que San Luis naci en dicho da del ao 1214, lo cual fue un signo premonitorio de su trgica muerte ante Tnez.

    Por lo tanto Pierre de Blois no hizo ms que abrevaren la fuente de una tradicin literaria y de una prctica litrgica bien conocida, que persistan desde haca siglos sin que hubiera habido epidemia alguna de peste negra. Enrique II, pues, no hizo desaparecer ninguna peste, sino que Pierre de Blois le atribuy un milagro de Gregorio Magno transmitido por la hagiografa y la liturgia. No habr hecho lo mismo con la curacin de las escrfulas? No podemos afirmarlo en la medida en que, a diferencia de la desaparicin de la peste negra, no encontr ninguna tradicin anterior especfica a este respecto. Con todo, la carta de Pierre de Blois queda muy desacreditada en cuanto a la historicidad de los milagros de Enrique II.

    Ahora bien, sin conocer este documento, pero con un anlisis muy fino de los dems textos en los que Marc Bloch fundamenta su explicacin del origen del toque real de las escrfulas a principios del siglo XII en Inglaterra y del siglo XI en Francia, un historiador britnico, Frank Barlow, acaba de mostrar de manera convincente que ninguno de los textos permite dar por sentada su existencia. Segn l, y tal es mi impresin, si bien hay en lo tocante a los reyes de Francia una sola mencin cierta de toque real de las escrfulas en el siglo XII por Luis VI, no existe prueba alguna de que se hayan tocado de modo regular antes de San Luis. Y en cuanto a los reyes de Inglaterra, hay que fechar en 1276 la primera referencia inobjetable de dicho rito.30

    Resulta, pues, probable que el rito real de *la curacin de escrfulas no se convirtiera en prctica habitual en Francia y en Inglaterra sino hasta mediados del siglo XIII. Sin embargo lo

  • esencial de la demostracin de Marc Bloch sigue intacto. Dos reyes cristianos se convirtieron en la edad media --merced a un conjunto de ritos y a una creencia peculiar- en personajes sagrados, en curanderos milagrosos. Es sta una variante cristiana de la realeza sagrada. Dios, adems de los santos, escoge a los reyes de dos naciones para obrar milagros en su nombre. Aunque controlndolo, la Iglesia se ve obligada a conceder ese nuevo poder al rey. Lo nico es que para adquirirlo, los reyes necesitaron ms tiempo del que crea Marc Bloch. Quizs el contexto del siglo XIII (papel de los laicos, evolucin de los ritos y de los gestos, concepto de la santidad, actitudes frente al cuerpo y a la enfermedad, etc.), ms

    all de los aspectos propiamente polticos, explica el milagro real con mayor claridad de lo que hiciera Marc Bloch al fechar su instauracin en un perodo anterior.

    Uncin y poltica

    Mientras busca los orgenes, es decir, el comienzo cronlogico del milagro real, Marc Bloch encuentra ya dos temas esenciales de su obra: el vnculo entre el poder taumatrgico y la consagracin, o ms bien la uncin, y los resortes polticos de la recurrencia a lo sagrado.

    Tal y como lo indican los manuales litrgicos de la consagracin de los reyes de Francia, los ordines de la consagracin, en el siglo XIII31 la ceremonia en Reims incluye dos aspectos que son al mismo tiempo dos fases sucesivas de la ceremonia: la consagracin o uncin y la coronacin. La uncin es la que da a los reyes de Francia su poder de hacer milagros. Lo que hace del rey de Francia el cristiansimo rey de finales de la edad media, lo que le coloca por encima de los dems reyes de la cristiandad, es el hecho de que el aceite con que se le unge durante la consagracin es el nico en tener un origen sobrenatural. Proviene de la Santa Ampolla, trada por una paloma (el Espritu Santo o su mensajera) para el bautismo de Clodoveo por San Remigio. El rey de Francia es el nico que es

  • ungido con un aceite divino venido del cielo (se cuidar mucho de que la reina reciba la uncin pero con aceite natural).

    En el siglo XIV sin embargo, la monarqua inglesa reivindicar el mismo privilegio. En 1318, un dominico ingls, fray Nicols de Stratton, expuso al papa Juan XXII en Avin cmo el famoso arzobispo Toms Becket, canonizado en 1173 tres aos despus de su muerte, haba recibido de la Virgen mientras estaba exiliado en Francia, una ampolla destinada a ungir al quinto rey de Inglaterra despus de Enrique II (es decir al rey reinante en 1318 Eduardo II), ya que, a diferencia de su antepasado que mand asesinar a Becket, l sera hombre bueno [prudhomme], campen de la Iglesia y quera reconquistar Tierra Santa de la gente pagana. Juan XXII no rechaz, pero tampoco reconoci oficialmente esta historia. Sin embargo se asent la idea, por lo menos en Inglaterra, de que el rey ingls tambin era ungido con un aceite sobrenatural.

    Al mismo tiempo, Marc Bloch destacaba en esta gnesis del toque real el clima poltico que en l se afirmaba desde el principio. Poltica de los reyes para con la Iglesia, pero tambin poltica de los reyes ingleses y franceses en sus respectivos reinos y de unos frente a otros. La conquista de un poder milagroso discurre paralelamente a la afirmacin del poder monrquico y frente a los grandes seores feudales, los barones de Francia e Inglaterra. Es un instrumento dinstico. Marc Bloch lo vea como uno de los medios por los que ambos reyes adquiran un poder dominante, de otro orden que el de la jerarqua feudal. Si hay que trasladar de los siglos XI-XII al XIII la adquisicin de dicho poder, se trata ms de una ratificacin que de un medio para alcanzarlo.

    Pero al mismo tiempo es el objeto de una lucha de prestigio entre ambas monarquas y ms especficamente entre capetos y plantagenets. El milagro real constituye uno de los signos y de los objetos de emulacin y de competicin en medio de la gran rivalidad franco-inglesa de la edad media.32

  • La popularidad del milagro

    Despus de los orgenes, Marc Bloch aborda lo que obviamente le interesa ms, el problema de la popularidad. Este trmino significa para l dos fenmenos que no son enteramente idnticos. Por una parte est la difusin del milagro: de ah el estudio de la frecuencia de los toques, del nmero de los participantes, del origen geogrfico de los enfermos aquejados. El documento esencial viene a ser aqu el de las cuentas reales. Desgraciadamente para Francia, el incendio del repositorio de la Cmara de Cuentas en el Palacio de la Cit, en 1737, slo dej vestigios de los registros. Permiten stos a Marc Bloch esbozar uno de las primeros enfoques cuantitativos de una prctica ritual, de un fenmeno de mentalidad. Introduce, pues, un elemento estadstico en ese campo.33

    Pero popularidad significa tambin el modo en que el milagro era recibido por el pueblo. Marc Bloch bosqueja aqu una historia de la recepcin de un fenmeno histrico, dentro de una perspectiva socio-psicolgica que experimenta hoy en da, como ya sabemos, un gran xito, sobre todo en el campo de la historia de la literatura.34 Bloch plantea un problema fundamental para el historiador: cmo puede un fenmeno, sea cul sea su trasfondo mgicoy folclrico, al ser elaborado en medios sociales restringidos situados en lo alto de la jerarqua cultural el rey y su crculo, algunos obispos, ciertos liturgistas y telogos-, cmo puede alcanzar y de hecho alcanza a las masas? Estas relaciones entre unas teoras y prcticas de la lite por una parte, y la creencia y la mentalidad comunes por la otra, se encuentran en el meollo del milagro real, al igual que de cualquier milagro. Lejos estamos aqu de la historia de las ideas tradicionales, propia de la tradicin positivista o idealista (la Geitesgeschichte de los maestros alemanes), relegada al cielo de las ideas y a las cimas de la sociedad.

    Para dar respuesta a esta pregunta, Marc Bloch naturalmente pone en tela de juicio la opinin eclesistica que ostenta los privilegios de la ideologa oficial, y explora sobre todo el campo que

  • le parece ms implicado en ello, ms pertinente a este respecto: el de la medicina popular, el del folclore mdico. Con la ayuda de su hermano, multiplica investigaciones y lecturas. Su bibliografa resulta ser aqu muy rica y sus papeles atestiguan la amplitud de una curiosidad de la que la obra tan slo conserv parte de los sondeos y resultados. Reserv para el libro, ante todo, el modo en que el toque de las escrfulas lleg a convertirse en un lugar comn de la medicina en los tratados de medicina culta, precisamente cuando se levantaron las censuras eclesisticas a un rito antes tachado de mgico y pagano. Suscitador constante de ideas, indicador de pistas, Marc Bloch despierta el inters por un estudio comparativista de la evolucin de las ideas mdicas y la ideologa religiosa.35

    Ritos

    Marc Bloch se interes quizs an ms por una peculiaridad del rito ingls que no exista en el ritual francs: el segundo milagro de la realeza inglesa: los anillos medicinales. A partir de principios del siglo XIV, el viernes santo, el rey de Inglaterra, tras haber depositado monedas en un altar, las rescataba colocando en su lugar una cantidad equivalente en cualquier denominacin monetaria y, con las primeras monedas, mandaba fabricar anillos que se entregaban luego a ciertos enfermos, los epilpticos en particular, que se curaban al llevar estos anillos llamados cramp-rings.

    Marc Bloch procede aqu a una descripcin ejemplar del rito y de los gestos de los reyes de Inglaterra que lo cumplan (pp. 152- 153). Lo coteja con el uso de diversos talismanes para mostrar los orgenes mgicos del rito de los anillos y destaca el hecho de que el meollo del rito de los anillos resida en una operacin de carcter casi jurdico: la ofrenda de monedas de oro y plata y su rescate mediante una cantidad equivalente (p. 161). Subraya a continuacin que este proceso, con fundamento en tradiciones mgicas, es un proceso histrico: es la conquista de una receta

  • mgica por la realeza milagrosa (p. 163 y ss.). La atencin que presta a los elementos del ceremonial revela una actitud de antroplogo. Se dedica en primer lugar a identificar los marcos espaciales y temporales,36 esenciales dentro del marco de lo sagrado. La carpeta que contiene sus papeles lleva el ttulo de consagracin francesa y tiene en su tapa dos preguntas: dnde? y quin celebra?.

    La documentacin iconogrfica que reuni Marc Bloch y cuyo estudio tan slo esboz debera completarse y analizarse sistemticamente. La localizacin del toque real, segn esas imgenes, da la impresin de que el lugar de la ceremonia fue disputado entre una iglesia y un lugar propiamente real, como el palacio del rey; o incluso exterior, all dnde estaba el rey, el cual creaba as, a su alrededor, una especie de pequeo territorio real sagrado. Parece ser que se recurri a menudo, por motivos simblicos tanto como prcticos, a un lugar de compromiso, como la capilla del palacio real, el jardn de una iglesia, etc. La relacin con la misa y a veces con la comunin del rey bajo las dos especies se encuentra a menudo. Los reyes ingleses, segn lo destaca Marc Bloch, parecen haberse librado con mayor dificultad de una especie de absorcin a un espacio eclesistico. El toque de las escrfulas se convirti en una verdadera liturgia clerical. El milagro de los cramp-rmgs se realizaba en la capilla del palacio el viernes santo, y el altar desempeaba all un papel central y esencial.

    Quin llevaba y controlaba el ritual en dicho rito? En lo tocante a la consagracin y a la uncin, era la Iglesia en la persona del arzobispo de Reims para el rey de Francia, con los obispos sufragneos que lo rodeaban. En las sesiones de toque de las escrfulas, no era el mismo rey a la vez el actor de la ceremonia y tambin su celebrante?

    Marc Bloch subraya finalmente la importancia de los objetos sagrados en el rito. En sus papeles lleva a cabo el inventario de lo que llama los elementos de la realeza sagrada:

  • el signo real; la ampolla de santo Toms Becket, la Santa Ampolla de Reims; la piedra de Scone; los leones y los reyes; las flores de lis (y el oriflam); la comunin bajo las dos especies; la Santa Lanza; la espada; las frmulas de la coronacin; el cetro; la corona; el anillo [y los cramp- rings].

    Sin embargo Marc Bloch indica con gran finura que dichos objetos no se utilizaban dentro de una sociedad sin historia (suponiendo que tal cosa existiera), sino que los hombres de la edad media les conferan una identidad histrica, adquirida en una poca dada, y en circunstancias concretas. La Santa Ampolla de Reims hizo su entrada en la historia terrenal el da del bautismo de Clodoveo en Reims, la de Toms Becket cuando el exilio del santo obispo en Francia, la de Marmoutier en el momento de la cada de san Martn en un monasterio, donde un ngel le trajo un blsamo divino para curar su costilla rota. La Santa Ampolla fue utilizada para la consagracin de Enrique IV en Chartres en 1594, despus de haber sido llevada a Luis XI en su lecho de muerte y, segn la leyenda, haber sido empleada para la consagracin de Luis VI en Orleans en 1108.37En el ttulo de una carpeta de papeles de Marc Bloch se lee: los objetos de la coronacin adquieren un valor histrico y en el ttulo de una ficha: tendencia a ver en el objeto simblico de los comienzos un objeto histrico. El historiador Marc Bloch capta la tendencia profunda del cristianismo a insertarse dentro de lo histrico. Tradicin, folclore y smbolos son arrastrados por la historia.

    De ah pasa naturalmente al problema ms general de la realeza sobrenatural, portentosa y sagrada, en el occidente medieval.

    Abre pues, en primer lugar, el expediente de la realeza sacerdotal. Su resultado deja qu desear. Si de hecho, en Bizancio el basileus consigui dominar lo espiritual y lo temporal, no hubo csaro- papismo en occidente. Los reyes (y el emperador) oscilaron entre dos actitudes o intentaron combinarlas. La una consisti en establecer una clara distincin entre lo espiritual y lo temporal y

  • hacerse los dueos independientes de lo temporal, lo que yo llamara el averroismo poltico (segn la doctrina de las dos verdades, la de la fe y la de la razn). La otra era segn el modo de los papas, quienes reivindicaron un derecho de fiscalizacin en lo temporal en virtud del poder de atar y desatar, y por razn del pecado (ex rationepeccati) es decir, adquirir un poder en el campo espiritual al conseguir cierto estatuto sacerdotal. Marc Bloch llama aqu la atencin sobre el hecho de que, ms que la nocin de rex sacerdos sostenida por los telogos y tericos de la Querella del Sacerdocio y el Imperio, es en el campo litrgico, mediante el anlisis de los tratados y ms an de los rituales, donde resulta posible vislumbrar las aproximaciones de los reyes en el intento de infiltrarse dentro de la jerarqua eclesistica. Por parte de la Iglesia exista la tendencia a confinarlos a un papel cercano al de los subdiconos, mientras que el ceremonial sagrado revela cierto esfuerzo por parte del rey y de su crculo por calcar su ordenacin sobre el modelo episcopal. Pero ste es un estudio donde casi todo est an por hacer.

    Leyendas

    A continuacin, Marc Bloch se interesa por las leyendas que ilustraron la monarqua sagrada medieval y, ms especialmente, por el ciclo monrquico francs. Aqu, Bloch rene un conjunto de creencias vinculadas entre s por el carcter sobrenatural de una serie de insignias reales que dieron lugar a leyendas, a las que se aadi el toque de las escrfulas:

    La Santa Ampolla, las flores de lis tradas del cielo, el oriflam, as mismo celestial en cuanto a su origen; aadmosle el don de curacin y obtendremos el conjunto maravilloso, que los apologistas de la realeza capeta ofreceran en adelante una y otra vez a la admiracin de Europa (p. 221).

  • As, aparte de las insignias reales propiamente dichas, es decir de las regala que, a diferencia de la Santa Ampolla guardada en la abada de Saint-Remi, se conservaban en la real abada de Saint- Denis (la corona, la espada, las espuelas de oro, el cetro dorado), la virgen con mano de marfil, las calzas de seda violeta bordadas de lises de oro, la tnica violeta que visten los subdiconos para la misa, el sayo tambin violeta sin capirote,38 existen los objetos sobrenaturales venidos del cielo y el poder de curar. Estos objetos y este poder ponen al rey en contacto directo con Dios, si bien el mediador eclesistico segua apareciendo -hasta un cierto nivel-: la Santa Ampolla haba sido llevada a san Remigio; era el abad de Saint-Remi el que conservaba, llevaba y traa la ampolla el da de la consagracin, y era el arzobispo de Reims el que unga al rey.

    No deja de ser cierto que si bien el arzobispo de Reims, Hincmar, fue el primero en poner por escrito la leyenda, la tom, como lo cree Marc Bloch, de tradiciones folclricas de Reims; as consign ante todo el milagro para que sirviera a las pretensiones de la iglesia de Reims a la supremaca eclesistica, y para afirmar, al modo carolingio, el control de la monarqua por parte de la Iglesia.

    Marc Bloch no compara el poder curativo de los reyes de Francia y de Inglaterra en la edad media con el de los jefes carismticos de otras sociedades porque es consciente de los lmites de un mtodo comparativista al que no obstante se sinti impelido. Echando mano de Frazer, su principal gua en antropologa, Bloch evoca las creencias y prcticas de las tribus de Oceana y los poderes de los jefes en las islas Tonga en Polinesia. Pero es se un caso aislado y l formula una de las leyes maestras del buen comparativismo:

    El estudio de las tribus de Oceana aclara el concepto de realeza sagrada, tal y como florece bajo otros cielos, en la Europa antigua e incluso medieval; pero uno no debe esperar encontrar en Europa todas las instituciones de Oceana [...] Entre los primeros misioneros,

  • muchos crean encontrar en los salvajes, si bien casi ya perdidos, toda clase de conceptos cristianos. Abstengmonos de caer en el error inverso y no traslademos a Pars o a Londres todas sus Antpodas (p. 59).

    Marc Bloch da a continuacin un rodeo al pasar por dos leyendas que se quedaron al margen de la cristianizacin del conjunto de leyendas reales: la marca real y la actitud de los leones hacia los reyes. Segn la creencia estrictamente popular, y no aceptada por la Iglesia, el rey de Francia, al igual que otros soberanos, llevaba una marca en la piel, una seal, un naevus en forma de cruz, casi siempre en el hombro derecho, aunque a veces en el pecho, y de color rojo brillante. Debi de ser sta la seal que Carlos VII ense en privado a Juana de Arco en Chinon para mostrarle que l era efectivamente el hijo legtimo de Carlos VI y no un bastardo. Dicha creencia se encuentra en la antigedad helnica al igual que en las pretensiones de ciertos charlatanes de la Europa moderna. Por otra parte, el pueblo cree que nunca hacen dao los leones a un verdadero rey. Y un dominico, embajador en 1340 de Eduardo III en Venecia, afirm ante el dux que el rey de Inglaterra habra consentido en reconocer a Felipe de Valois como rey de Francia, siempre y cuando este prncipe, tras exponerse ante unos leones hambrientos, saliera indemne de sus garras (pp. 24 y 238-239).

    Marc Bloch analiza luego, al cabo de un largo y original estudio personal, la contaminacin -fenmeno fundamental del folclore que el historiador debe de asumir dentro de su propio campo- entre el culto a un santoy el rito real de la curacin de las escrfulas. Desde principios del siglo X, en Corbeny, en el Aisne, exista el culto popular a un santo originario del Cotentin, Marculf o Marcoul, que en el siglo XIII tambin se especializ en curar a los escrofulosos, probablemente por un juego de palabras etimolgico de mar, mal, y cou(l) -cuello, nuca-. Este poder se fue acercando al de los reyes y ambos cultos se unieron. Desde el siglo XIV hasta el XVII, todos los reyes de Francia, con excepcin de Enrique IV, tras su consa

  • gracin, daban un rodeo hasta Corbeny para recibir en sus manos al crneo del santo y luego tocar a los escrofulosos con un poder aumentado por aquella reliquia. Ms tarde, Luis XIV y sus sucesores mandaron llevar el relicario del santo desde Corbeny a Reims el da de la consagracin.

    A la contaminacin entre el culto de san Marcoul y el milagro real, Marc Bloch aade una tercera creencia popular que estuvo histricamente vinculada con las dos anteriores. Se crea en varias partes que el sptimo de una serie de hijos, sin que hubieran nacido hijas entre ellos, posea poderes de mago y en particular de curandero. Por asimilacin con el poder curativo de los reyes, se atribuyeron a estos sptimos hijos no slo el don especfico de curar a los escrofulosos, sino tambin el de llevar una marca distintiva de nacimiento en el cuerpo. Lleg a ser tradicional el que, antes de ejercer tales dones, estos sptimos hijos efectuasen una pregrinacin a Corbeny ante las reliquias de san Marcoul. Marc Bloch, quien recopilaba un extenso expediente sobre esta creencia en las provincias francesas, en Europa y hasta en Amrica entre los Cherokees, se interes de forma muy especial por el mecanismo de compenetracin entre los tres fenmenos y por este encuentro histrico entre una creencia popular y unas prcticas toleradas o integradas por el clero.

    El declive del milagro

    Marc Bloch termina la parte ms larga de su libro en la que cruz cronologa y temtica, buen mtodo se para un historiador, con el estudio de las vicisitudes del milagro real entre los siglos XVI y XVIII, en la poca de las luchas religiosas y del absolutismo, hasta el momento de su declive y de su muerte.

    Esto viene a comprobar el que una estructura, el toque real, cambia de sitio y de significado de acuerdo con nuevos contextos histricos, pero sin cambiar esencialmente de forma. En cuanto al fin del rito, en Inglaterra desaparece con el cambio de dinasta en

  • 1714 tras sufrir el fuerte ataque del protestantismo, y en Francia su muerte coincide con la revolucin y con la cada de la monarqua, pese a su breve y anacrnica resurreccin en la consagracin de Carlos X en 1825. Ahora bien, lo esencial no est en estos acontecimientos, por importantes que sean. Un fenmeno histrico, y ms an una creencia, un hecho mental, es rara vez asesinado. Muere ms o menos lentamente, al ritmo del cambio de mentalidad y de las condiciones en las que dicha mentalidad haba nacido.

    Marc Bloch abandona aqu los ritos, los gestos, las imgenes, y ya no recurre al folclore, a la etnografa, a la medicina. Las cosas profundas, la psicologa colectiva sufren la decisiva influencia intelectual de las lites. Lo que mat al milagro real fue la mente racionalista que trat, desde el siglo XVII, de encontrarle una explicacin racional, hasta que las luces, en el siglo XVIII, renunciaron a tal intento y simplemente proclamaron que el milagro no existi. Al no poder ser ya explicado por ninguna lgica natural, por ejemplo por va de la sangre, el milagro real desapareci de la creencia culta con todos los dems milagros, y con todo un concepto del universo al que iba aparejado. Siempre lcido, Marc Bloch advierte que en el siglo XVIII se da una diferenciacin dentro de la opinin comn entre las mentes ilustradas y el vulgo, que sigue creyendo en una accin milagrosa (p. 374).

    Explicacin: un errorcolectivo

    Slo le queda a Marc Bloch, racionalista, heredero de las luces, judo ateo que crey ms que ninguno en los grandes valores laicos nacidos de la tradicin, una pregunta por plantearse: Cmo se pudo creer en el milagro real? Aqu, en tanto que historiador y descubridor que se apoya en la antropologa y en la sociologa, esboza una explicacin que trata de evitar el anacronismo y el positivismo reduccionista. En primer lugar, si bien los reyes nunca curaron a nadie, los prncipes mdicos no fueron unos impostores (p. 381). Todos aquellos la casi totalidad de la sociedad

  • desde la edad media hasta las luces que creyeron en el poder curativo lo hicieron esencialmente por dos motivos. El primero es que los hechos fisiolgicos, mdicos en s mismos, permitieron tal creencia. Las enfermedades, ms o menos confundidas bajo el nombre de escrfulas, se curaban a veces naturalmente, aunque con frecuencia de manera incompleta o temporal. La naturaleza era la que haca el milagro. Y si la curacin ocurra por lo general bastante despus de cumplirse el rito curativo, la gente de entonces crea sin mayores problemas en la realidad de un milagro de accin retardada.

    Ms an, Marc Bloch -sin desarrollarla propone una explicacin que sigue fundamentando la historia de las mentalidades y de la psicologa histrica: Lo que cre la fe en el milagro fue la idea de que tena que existir un milagro.

    Tal explicacin en todo caso demasiado breve y somera lleva sin embargo la impronta del racionalismo del cual estaba imbuido su autor. He aqu la clebre conclusin: As resulta difcil ver en la fe en el milagro real otra cosa que no sea el resultado de un error colectivo (p. 388). Pero cmo reprocharle a Marc Bloch el no escapar de su propia problemtica, a l que precisamente cita en su Introduccin a la historia el proverbio rabe: Los hombres se parecen ms a su tiempo que a sus padres, y que tambin se aplica a los grandes? Cmo reprocharle, despus de abrir con su libro vas que hoy en da siguen siendo nuevas, el que tuviera en cuenta la exigencia de verdad que debe marcar al historiador los lmites de su inmersin en el pasado? Una historia de las mentalidades que se contentara con penetrar en las ideas y en el vocabulario de las gentes del pasado y se satisfaciera con evitar el anacronismo, tan slo cumplira con la mitad del oficio del historiador. Este tiene el deber, tras descubrir el tono autntico del pasado, de explicarlo con los instrumentos del saber cientfico de su poca.

  • Las herramientas conceptuales de Marc Bloch

    Antes de medir la distancia que hoy nos separa de (y nos aproxima tambin a) Los reyes taumaturgos, yo quisiera reunir algunos datos esenciales acerca del propsito de Marc Bloch, de su mtodo, y de sus herramientas conceptuales.

    El vocabulario de Marc Bloch denota algunas dudas, una cierta vaguedad debida al carcter pionero de sus investigaciones, al hecho de que la eficacia de los nuevos conceptos iba en parte aparejada a su carcter flou,39 y finalmente a su deseo de huir de marcos conceptuales excesivamente rgidos. Con razn dijo, a propsito de los caracteres originales de la historia rural francesa, que l prefera el concepto de rgimen al de sistema por ser ms flexible, y por lo tanto ms cercano a la realidad histrica.

    Los fenmenos que l estudia -y a los que designa mediante expresiones en las que el adjetivo colectivo se repite a menudo, como una obsesin, en alternancia con comn se le presentan como hbitos mentales (p. 68), un pensamiento ms popular que culto (pp. 210, 239), ideas colectivas (p. 48), la opinin colectiva (p. 149), la opinin comn (pp. 206, 209, 229) que contrapone a las sutilezas de los telogos, las representaciones colectivas (pp. 57, 59, 239), las representaciones mentales (p. 58), las representaciones intelectuales y sentimentales (p. 240); y finalmente imgenes (p. 25), imgenes simblicas (p. 212), imaginaciones (pp. 213, 229), imaginacin comn (p. 238).

    En lo que se refiere a las imgenes, la imaginacin40 conceptual o simblica llev a Marc Bloch a conceder una especial importancia a la iconografa (por ejemplo pp. 29-30,140) y a reunir un amplio expediente iconogrfico que fue presentado en el Apndice II. No hay duda de que aqu tampoco ahond Marc Bloch en el estatuto de la imagen dentro de la historia y del pensamiento histrico. Pero llam la atencin de los historiadores hacia esta documentacin privilegiada. Objeto especfico, la imagen es importante, reveladora, aun ms all de lo que le pide la mayor parte de los historiadores

  • del arte, e incluso de los icongrafos e iconlogos modernos. Su relacin con los textos, su lugar dentro del funcionamiento de las sociedades histricas, su estructura y su localizacin deben de estudiarse cuidadosamente. La renovacin de la historia del arte es una de las prioridades de la actual investigacin histrica.

    Al binomio texto-imagen, Marc Bloch aade el gesto,41 con una reiterada insistencia acerca de su significacin (pp. 73,79,91,94, 186, etc.). Y por supuesto los ritos (pp. 26,152, etc.) que l analiza con un mtodo muy slido. No se le escap el que la adquisicin del poder por los reyes se haca durante una ceremonia en cuyo transcurso cambiaba la naturaleza misma del rey. Habl por lo tanto de ritos de paso (pp. 71,188), sin llegar a extraer sin embargo, de un concepto tan esencial, todo el provecho que se le pudiera encontrar. Tan slo evoca discretamente el cambio de estado que de ello se derivaba para el prncipe (p. 188).

    Finalmente, y como concepto global, Marc Bloch habla a veces de conciencia colectiva (pp. 72, 87,238, etc.), y ms raramente de mentalidad. Menciona por ejemplo el abismo que separa a dos mentalidades (p. 24). Mentalidad, un trmino que le acompaar casi confidencialmente a travs de toda su obra, para florecer en la parte ms original de la Sociedad feudal y resurgir una ltima vez como postrero mensaje al final de la parte redactada de Introduccin a la historia: ... algunas condiciones sociales dentro, pues, de su naturaleza profunda, mentales.... Detrs de las mentalidades se agazapan siempre estas cosas profundas (pp. 87,108,114, etc.)' que parecen ejercer sobre su mente una especial seduccin. Profundidad: una mtafora de la que no hay que olvidar que, sin llevar la historia hasta el psicoanlisis, fue desde hace medio siglo uno de estos conceptos flous que ayudaron a que la historia franqueara lmites y barreras, a que fuera ms lejos, a otras partes, ms hacia el meollo de los fenmenos, de los hombres y de las sociedades histricas.

    Tocante a las ciencias existentes o an por crearse, a las que recurriera Marc Bloch o cuyo desarrollo anhelara, stas son la psicologa colectiva (p. 226), el folclore (pp. 94,232, etc.), la

  • medicina popular comparada (p. 153), la etnografa comparada (p. 27). La biologa finalmente (p. 28), pues tambin se encuentra en Los reyes taumaturgos el esbozo de una historia del cuerpo, cuerpo de los gestos curativos del rey, cuerpos enfermos de los escrofulosos, que sufren y que el mal fsico transforma en smbolos culturales y sociales; y ms que nada imposicin de manos, toque de los cuerpos, como lo subraya Marc Bloch, cuerpos reducidos a los huesos y al polvo de las mgicas reliquias.

    He dejado aparte un vocablo y sus palabras afines que revelan una faceta tradicional de la mentalidad de Marc Bloch, aquella que, pese a la originalidad de la expresin error colectivo, inspira la conclusin de Los reyes taumaturgos. Se trata de la palabra supersticin que Marc Bloch emplea bajo diversas formas: supersticin popular (pp. 148,239), prcticas supersticiosas (p. 157), supersticiones a secas (p. 235), y que aade a otras expresiones como fantasas populares (p. 214), ingenuidad (p. 217), etctera.42

    Marc Bloch retoma el antiguo vocablo, despectivo, acusador, que emple la Iglesia desde la alta edad media hasta nuestros das (hasta ayer, si no hasta hoy) y que experiment un apogeo en el siglo XVIII cuando confluyeron la antigua actitud eclesistica, cada vez ms empapada de espritu racionalista, y la mentalidad de las luces,43 para designar as todas las creencias y prcticas religiosas que la Iglesia no haba domesticado. Marc Bloch es aqu, pues, el heredero de los clrigos medievales, de los hombres de las luces, y un intelectual de principios del siglo XX.

    ***

    La recepcin de Los reyes taumaturgos

    Cmo fueron acogidos en 1924Los reyes taumaturgos! En primer lugar, al ser una obra de erudicin, el libro no super, como era de esperarse, el crculo de los especialistas. La acogida fue buena en

  • lo general. Del conjunto de reseas reunido por el propio Marc Bloch, y mediante sondeos en las revistas cientficas, he notado tres reacciones excepcionalmente calurosas.

    En primer lugar, naturalmente, la de Lucien Febvre. En una carta sin fecha pero que data seguramente de 1924, escribe a Marc Bloch que despus de haber considerado el tema como demasiado reducido y de que se trataba de los pormenores a soslayo de la historia, acababa por darse cuenta, al leerlo, que era ste uno de los libros fundamentales que parecen hacerle a uno ms inteligente a medida que se les va leyendo, que aclaran muchsimas cosas, y que despiertan curiosidades sin fin. Luego, a razde la muerte de Marc Bloch, escribi:

    El libro es de una rara calidad: una de las joyas de la biblioteca estrasburguesa de la facultad de Letras que l [Bloch] casi inaugurara. Le dije a menudo a Bloch que de su obra era sta una de las partes que ms apreciaba y l me agradeca la simpata que tena por este hijo gordo, como lo llamaba alegremente.44

    Adems de Lucien Febvre, el gran historiador y amigo belga, quien goz de una gran admiracin por parte de ambos, Henri Pirenne, public un artculo en el primer nmero de Annales. Escribi una entusiasta carta a Marc Bloch desde Gante, el 4 de mayo de 1924, tras leer las ciento cincuenta y seis primeras pginas del libro. Alaba su notable contribucin al conocimiento de las ideas polticas, religiosas y sociales. Y aade: El sendero que usted ha seguido serpentea por toda la historia y me maravilla hasta qu punto, sin jams perderse en digresiones o perder de vista el tema, nos aporta usted descubrimientos.

    Finalmente, Henri Se, a quien ya mencion anteriormente, ponder el mrito del carcter multidisciplinar de la obra, la influencia de Durkheim, y dijo por su parte:

  • De haber conocido su obra, seguramente habra modificado algo mi exposicin de la doctrina absolutista. Sin duda alguna, no debe uno contentarse con la filosofa social de los escritores, pero, como usted bien sabe, no resulta tan fcil entrar en los sentimientos de las masas populares. En ese sentido, orientar usted a los historiadores de las ideas polticas.

    De entre los cientficos interesados y positivos, dos reacciones me parecen particularmente interesantes. La del fillogo Ernest Hoepffner, colega por cierto, y amigo de Marc Bloch en Estrasburgo. En la revista Romana (t. IV, no. 199,1924, pp. 478-480), l destaca este importante trabajo, debido al inters general que ofrece para la historia de las ideas en particular en la edad media, y as mismo porque, en numerosos pasajes, proporcionar nuevos y tiles datos a los historiadores de nuestra vieja literatura, y concluye con la importancia de esta obra, tan rica y tan nueva hasta para el historiador de nuestra literatura antigua.

    Por su parte, Lucien Lvy-Bruhl, que acababa de publicar en 1922 La mentalitprimitive [La Mentalidad primitiva], escribi a Marc Bloch, el 8 de abril de 1924, que an no haba tenido tiempo de leer el libro y que desgraciadamente no tendra tiempo de hacerle una resea para la Revue philosophique, pero aade:

    El tema de sus reyes taumaturgos me interesa en sumo grado. Me dedico tan slo a estudiar la mentalidad llamada primitiva en sociedades cuanto ms diferentes de las nuestras, pero agradezco a aquellos que estudian una mentalidad anloga en regiones y tiempos accesibles a la historia, como usted lo hace. Habr aqu para m motivo de reflexiones y de valiosas comparaciones.

    No todas las cartas y todas las reseas fueron tan favorables. Parece ser que la mayora, aun cuando encomia la obra, no se siente segura ante lo extrao del tema de no ser porque Marc Bloch daba muestras de una gran erudicin.

  • El inters del libro de Marc Bloch escap obviamente a varios. Ernest Perrot, en laRevuehistoriquededroit (1927, no. 2, pp. 322- 326), tras mostrarse elogioso, lamenta:

    Sin embargo, no todo en este libro resulta de igual inters para tales estudios [los de derecho]. De hecho el sr. Marc Bloch ha querido insistir muy especialmente en una de las manifestaciones del carcter sagrado de la realeza -precisamente en la que menos inters tiene para un jurista, el poder taumatrgico de los reyes.

    Por su parte, el medievalista belga Frangois-L. Ganshof, pese a ser entonces muy joven, no apreci mucho la obra, segn su resea de la Revue belge dephilologie e td histoire (t. V, fase. 2/3, pp. 611- 615). Aunque encomia su erudicin, su fineza, el juicio certero, escribe: El grueso libro del sr. Marc Bloch no es un estudio de historia de la medicina; tampoco es a Dios gracias! un ensayo de sociologa comparada. Es un libro de historia propiamente dicha..., pero en l se sacrific lo esencial (o sea la naturaleza casi sacerdotal del poder real) a lo accesorio, es decir el toque de las escrfulas. Lejos estamos de Pirenne!

    Sea como fuere, Los reyes taumaturgos fueron un caso nico en la obra de Marc Bloch. Charles-Edmond Perrin lo advirti ya:

    Hay que sealar que, despus de esta fecha [1924], Marc Bloch no volvi a tocar el problema de la uncin real; el libro que le dedic se presenta pues como un caso nico dentro de su obra; se basta de algn modo a s mismo, no fue preparado por ningn artculo ni seguido de ningn estudio complementario.45

    Por qu semej ante abandono? A falta de cualquier explicacin conocida por parte de Marc Bloch, es preciso atenernos a hiptesis.

    En primer lugar, Marc Bloch fue apartado de la prosecucin de este tipo de investigaciones por exigencias y azares universitarios. Al no estar los programas muy abiertos a semejarttes problemticas, Marc Bloch, que segua interesndose por el comparativismo

  • (el gran artculo Para una historia comparada de las sociedades europeas data de 1928), se dedic a ello dentro del marco de la historia rural. Y cuando fue nombrado profesor adjunto, y luego catedrtico de historia econmica en la Sorbona (1936-1937), se encontr absorbido por esta orientacin, en parte nueva para l.

    Uno pudiera tambin pensar que el mtodo de antropologa comparada le haba revelado sus propios lmites. En primer lugar por falta de estudios aprovechables por un historiador tan exigente como lo era l, luego porque no haba conseguido construir un mtodo suficientemente riguroso en lo tocante a comparativismo.

    Finalmente, se puede suponer que la acogida -favorable aunque, en el fondo y con algunas excepciones, incomprensiva- de los crculos universitarios a Los reyes taumaturgos acab por convencerle de abandonar, abiertamente en todo caso, un tipo de investigaciones que seguramente no llenaban las expectativas legtimas de una carrera universitaria. Tan slo algunos pioneros como l haban entendido la novedad, el alcance y la posterior fecundidad de la obra. De hecho Marc Bloch no haba enteramente abandonado Los reyes taumaturgos, pues conserv unas carpetas abiertas. En una de ellas, dedicada a la consagracin, tras haber tomado unas notas de dos estudios de P. E. Schramm (el libro sobre la coronacin inglesa y el artculo sobre la coronacin francesa de 1937), escribi en una ficha: la consagracin: Fawtier, in Glotz, p. 62, se esfuerza en mostrar cun poco cuenta.46 No haba cambiado mucho la universidad francesa desde 1924.

    Los reyes taumaturgos hoy en da: comparativismo

    Qu tipo de lectura puede hoy hacer un historiador de Los reyes taumaturgos?

    La primera fascinacin surge, ahora como siempre, ante el horizonte comparativista de la obra. Recientemente, una controversia enfrent a una serie de historiadores norteamericanos a

  • propsito del comparativismo de Marc Bloch. En la American histoiical review de 1980, Arlette Olin Hill y Boyd H. Hill Jr., basndose esencialmente por una parte en el artculo de 1928 Pour une histoire compare [Por una historia comparada], y por otra en ciertas teoras lingsticas,47 retoman la distincin que Marc Bloch haca entre comparativismo universal y comparatismo histrico, siendo ste restringido a sociedades no slo cercanas sino coetneas y contiguas en el tiempo y en el espacio. Marc Bloch naturalmente manifestaba una preferencia por el comparativismo histrico. Los Hill, pese a su afirmacin de que en efecto slo eran posibles estos dos tipos de comparativismos, reprocharon a Mare Bloch el haber mezclado los dos, en particular en Los reyes taumaturgos, y subrayaron su propia preferencia por el comparativismo universal que, obviamente, es para ellos el nico interesante, y que fundamentan en las teoras de Noam Chomsky. A este estudio, la American Historical Review de 1980 public dos rplicas muy crticas de William H. Sewell, autor de un notable trabajo del ao 1967 sobre Marc Bloch y la historia comparativista, y de Sylvia L. Thrupp, fundadora dla excelente e innovadora revista Comparative Studies in Sociology and History. Sewell y Thrupp contestan acertadamente a los Hill que el pensamiento y la obra de Mare Bloch no ofrecen confusionismo por lo que hace al mtodo comparativista, y que existen incluso ms de dos modelos de comparativismo; que un historiador siempre se sentir prximo a Marc Bloch cuando ste, en Los reyes taumaturgos, rechaza algunas de las comparaciones generalizadoras de Frazer.

    Esto dicho, me parece que el comparativismo preconizado e ilustrado por Marc Bloch es cada vez ms necesario, dentro de los lmites de prudencia que l sealaba; y sera de agradecer que se diese por fin a este respecto una posteridad a Los reyes taumaturgos.^ Pero hay que seguir siendo fieles al espritu de Marc Bloch y no comparar sino lo que es comparable.

    A decir verdad, el comparativismo de Marc Bloch resulta ser algo tmido, creo que esencialmente porque l no tena a su

  • disposicin teoras y mtodos algunos que le permitieran ir ms all sin abandonar las reglas de prudencia y las exigencias de historicidad que son necesarias para la reflexin histrica. Me parece en particular que algunas formas del estructuralismo pueden combinarse perfectamente con el trabajo histrico y ayudar al historiador. As el estructuralismo de Lvi-Strauss, siempre y cuando se le utilice para los fines para los que su autor lo forjara: el anlisis interno de los mitos y de los ritos. Ms an, las ideas y el mtodo comparativista verdaderamente cientfico de Georges Dumzil, a mi modo de ver, sirven para arrojar luces suplementarias sobre fenmenos tales como el milagro real. ste, dentro de una perspectiva dumeziliana, se sita dentro del campo difcilmente deslindable de la tercera funcin. La salud desempea all su papel, como la fecundidad, la prosperidad y la belleza. El curandero es eminentemente un personaje de la tercera funcin. Ahora bien, en el occidente cristiano de los siglos XI-XIII, vemos reyes que se esfuerzan por estar presentes, cuando no dominantes, en cada una de las tres funciones.49 La lucha de los reyes por adquirir un poder milagroso, se lleva pues a cabo no tanto dentro del campo sacerdotal como en aquella rea de lo sagrado que se sita dentro de la tercera funcin. Aqu el adversario del rey es siempre la Iglesia. En un perodo en el que la funcin econmica tiende a emanciparse y a pasar a manos de los trabajadores, o laboratores, los reyes, a pesar de los jirones de poder mgico que conservan sobre las cosechas (cotejndolo con el poder curativo, Marc Bloch tom cuidadosamente nota de casos medievales y modernos entre sus papeles), slo mediante la beneficencia consiguen imponerse dentro del territorio de la tercera funcin. Aqu tambin tiende la Iglesia a reservarse un monopolio: las instituciones caritativas, la tutela de los pobres, la posesin en exclusiva de las reliquias. El monje Helgaud, en su Vida del rey Roberto el Piadoso de principios del siglo XI, trata de realzar esta imagen de un rey caritativo, protector del pobre y del enfermo. Pero la imagen del rey curandero sirve tan slo para conferirle un lugar digno dentro de la tercera funcin.

  • Una antropologa histrica

    La gran novedad de Marc Bloch en Los reyes taumaturgos es as mismo la de haberse hecho antroplogo; es l el padre de la antropologa histrica que se desarrolla hoy en da. Para su libro de 1924 Marc Bloch recurri tan slo, si dejamos aparte los estudios folcloristas, a dos grandes antroplogos: Sir James Frazer, que haba publicado en 1911 su Rama de Oro [The Golden Bough. A Study in Magic and Religin, /-//. The MagicArt and the Evolution ofkings, reeditado en edicin abreviada en 1922] y en 1905 sus Lectures on the Early History o f the Kingship que acababan de ser traducidas en 1920 al francs (aunque Marc Bloch lea y hablaba tanto el ingls como el alemn y el italiano) con el ttulo de Les Origines magiques de la royaut [Los orgenes mgicos de la realeza], y a Lucien Lvy-Bruhl. En el primero, encontr el concepto del origen mgico de la realeza, en el segundo la idea de mentalidad primitiva. Sin embargo, Marc Bloch supo resistir a la tentacin del comparativismo generalizado existente en Frazer, y a la asimilacin entre los hombres de la edad media y los salvajes que poda derivar de las ideas de Lvy-Bruhl.

    Notemos, con cierta sorpresa, que si bien la gran sombra de Durkheim se erige detrs del Marc Bloch de 1924, no hay mencin (y tampoco parece que hubiera lectura por su parte) de dos obras considerables que haban sido publicadas mucho antes de 1924. El discpulo y yerno de Durkheim, Marcel Mauss, en colaboracin con H. Hubert, haba dado a conocer en e\Anne Sociologique (t. VII, 1902-1903, pp. 1-146) su Esquisse d une thorie genrale de la magie [Esbozo de una teora general de la magia]. La distincin que haca, en contraposicin a Frazer, entre rito mgico y rito religioso, y la clebre frmula acerca del pensamiento mgico como gigantesca variacin sobre el tema del principio de causalidad, podran haberle ayudado a definir y a analizar ms a fondo los ritos del milagro real y a situarlos mejor en relacin con el ambiente eclesistico y religioso.50

  • La segunda laguna sorprendente consiste en el gran libro de Arnold Van Gennep, Les rites depassage, Pars, 1909 [Los ritos de paso]. Marc Bloch, que emple la palabra y reconoci el rito, podra haber hallado en l la manera de situar mejor el toque dentro del ritual de la consagracin y de la coronacin. ste es uno de los nuevos poderes resultantes de la transformacin del personaje que ha sido ordenado. Debe de ejercerse por primera vez lo ms cerca posible, en el tiempo, al rito. Los reyes tocan casi inmediatamente despus de la consagracin. Numerosos estudios, y entre ellos algunos de primera calidad, han sido dedicados a la realeza sagrada desde Los reyes taumaturgos. Por ejemplo, H. Frankfort, en Kingship and the Gods. A Study o f Ancient Near Eastem Religbn as the Integration ofSociety and Nature, Chicago, 1948 (traduccin francesa: La Royaut et les Dieux, Pars, 1951), muestra a la realeza antigua como garante de la buena marcha del universo y del buen funcionamiento de la sociedad. Vista a travs del prisma del milagro real, depende tambin la monarqua medieval de tal concepto? En su obra Kings and Councillors, que pas desapercibida cuando se public en el Cairo en 1936, el gran antroplogo ingls Arthur Maurice Hocart, quien cita Los reyes taumaturgos de Marc Bloch,51 hace proceder la institucin real de un ritual destinado a mantener la vida. Luego, la organizacin ritual se convierte en institucin de gobierno. La ciudad se crea porque es la vivienda del rey. Al principio, el rey es el personaje central del ritual y conservar mucho de ese origen. Hocart cita a Shakespeare a modo de epgrafe: There s much divinity doth hedge a King [Hay tanta divinidad alrededor de un rey], all donde Marc Bloch cita a Montesquieu en sus Lettres Persanes: Ce roi est un gran magicien [Este rey es un gran mago]. Sin embargo, Hocart, al hallar en el campo antropolgico la misma escasez de curaciones milagrosas que tambin llamara la atencin del historiador Marc Bloch, nada dice acerca de un poder curativo de los reyes.

    La evoluciny el enriquecimiento de los estudios y de las teoras acerca de la realeza sagrada dieron lugar a una excelente y reciente

  • aclaracin de Valerio Valeri en el artculo Regalit [realeza] de la Enciclopedia Einaudi (voi. XI, 1980, pp. 742-771). El autor recuerda que las teoras acerca de los orgenes del poder real se organizan a partir de dos grandes modelos: el del origen mgico, y el de un origen histrico a su vez dividido en dos tesis principales, la de la fuerza y la conquista (tal fue, por ejemplo, el caso de Jean de Meung en el Roman de la Rose), y la del contrato. Sin tratar este punto, que slo le interesa en la medida en que las supervivencias de los orgenes puedan arrojar luz sobre los fenmenos histricos, Marc Bloch ms bien parece inclinarse hacia las tesis de aqul que le iniciara en la antropologa: Frazer. El conoci un eclipse en el mundo de los antroplogos y sus ideas hoy en da son tachadas a menudo de anticuadas o bien son duramente criticadas.52 Sin embargo Valerio Valeri ha destacado un cierto regreso a Frazer en Hocart y en Lue de Heusch (LeRoi ivreou lorigine de l Etat [El Rey ebrio o el origen del Estado], Paris, Gallimard, 1972).

    Hay que repetir que a Marc Bloch no le interes el problema de los orgenes. Pero su estudio del milagro real tiende a mostrar que la distincin radical que hace Hocart entre ritual y poltica es exagerada, por lo menos en el occidente medieval. El ceremonial del toque es un gesto poltico.

    No quiero insistir ms sobre el hecho de que la actitud racionalista y progresista de Marc Bloch frente al milagro en general y al milagro real en particular, difcilmente podra sostenerse hoy en da. No porque los historiadores hayan empezado a creer de nuevo en el milagro, sino porque los problemas que plantean se limitan a las preguntas que haca Marc Bloch: Cmo y por qu se crey en el milagro real? Una creencia se esclarece fuera de su veracidad cientfica.

    Marcel Dtienne not acertadamente el parentesco entre el camino seguido por Frazer y el de Lvy-Bruhl, es decir los dos antroplogos ledos por Marc Bloch. Segn el, a principios del siglo XX hubo una orientacin dominante en antropologa: De Frazer a Lvy-Bruhl, la mitologa seguir siendo el discurso de la locura o

  • de la debilidad mental, y la Rama de oro no es otra cosa que los prolegmenos de una historia de los errores trgicos de la humanidad extraviada por la magia. Y an:

    Para Luden Lvy-Bruhl, las sociedades primitivas estn separadas de nosotros por su organizacin mental: su pensamiento, constituido de distinto modo al nuestro, es de naturaleza mstica; se rige por una ley de participacin que lo hace indiferente a la lgica de la no-contradiccin, base de todo nuestro sistema de pensamiento [...] Su obra, en profundo acuerdo con la de Frazer, nos parece participar hoy en da en una operacin de encerramiento del pensamiento salvaje.53

    No creo que el volteriano Marc Bloch, frente al rousseauista Lvi-Strauss, haya sido consciente de participar en ninguna operacin de esta ndole. Cuanto ms, un poco de conmiseracin ante la credulidad de nuestros antepasados.

    En su mayor parte, queda an por explotar, y por desarrollar hoy en da ese gran acopio de ideas, todava nuevas, que estn en Los reyes taumaturgos: el estudio de los ritos, de las imgenes y de los gestos de las sociedades histricas.

    Hacia una nueva historia poltica

    Sin embargo, ms an que la historia de las mentalidades, ya muy trillada e incluso algo prostituida, la gran va para el maana que explcitamente nos muestra Marc Bloch es la de una nueva historia poltica.

    En el plan que dej Marc Bloch en sus expedientes (y que puso en limpio su hijo Etienne), las diversas teoras del origen del poder real, en vez de contraponerse, parecen sucederse en el tiempo de la historia, en una cierta semejanza con las ideas de Hocart. En primer lugar, la realeza sagrada con sus leyendas, sus supersticiones, la consagracin, la coronacin y las insignias; luego la teora del contrato, procedente del feudalismo pero librndose de l; finalmente el nuevo derecho electoral y el rgimen parlamentario.

  • A lo largo de todo ello pasa el hilo conductor de las cosas profundas, la bsqueda de una historia total del poder, bajo todas sus formasy con todos sus instrumentos. Una historia del poder que no est cortada de las bases rituales de este ltimo, ni privada de sus imgenes y de sus representaciones. Para entender la realeza taumatrgica de la sociedad feudal en Francia y en Inglaterra, hay que incluir, si se me permite decirlo, la produccin de lo simblico dentro del modo de produccin feudal.

    El mensaje de Marc Bloch para el futuro es la llamada a un retorno a la historia poltica,54 pero a una historia poltica renovada, a una antropologa poltica histrica de la cual Los reyes taumaturgos ser el siempre nuevo y primer modelo.

    Traduccin de Oscar Mazn El Colegio de Michoacn,

    y Adeline Rucquoi CNRS, Pars

    NOTAS

    1. La revista, fundada en 1929 con el ttulo Annales d'histoire conomique et sociale, cambi con la guerra di Annales d'histoire sociale (1939-1941 y de nuevo en 1945), luego entre 1942 y 1944 Mlanges d'histoire sociale plegndose as a las leyes de Vichy que entre otras cosas exigan que el nombre del judo Marc Bloch desapareciera de la portada. Bloch, quien ya en mayo de 1941 haba manifestado a Lucien Febvre por carta su oposicin a que la revista continuara publicndose bajo el rgimen de Vichy, sigui colaborando, no obstante, bajo el seudnimo de Marc Fougres y, en octubre de 1942, en otra carta a Lucien Febvre, daba marcha atrs sobre su desaprobacin y reconoca lo sensato de la decisin de aqul. Sobre su intencin de volver a ocupar su puesto en la revista despus de la guerra, si hubiese vivido, los testimonios se contradicen. Despus de su muerte la revista adopt en 1946 el ttulo de Anuales: Economies- Socits-Civilisations que ha conservado hasta hoy.

    2. [N. del T.] El Fondo de Cultura Econmica public esta obra en 1952 con el ttulo Introduccin a la historia. Se citar as en adelante.

  • 3. [N. del T.] Las referencias y pginas indicadas a continuacin corresponden a la traduccin espaola de Marcos Lara: Marc Bloch, Los reyes taumaturgos, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1988.

    4. As lo reconoci Georges Duby en su prefacio a la sptima edicin dc. Apologie pour lhistoire ou mtier d historien (1974): En cualquier caso, cuando a los cincuenta y seis aos de edad, en las ltimas lneas que escribi, el Bloch de la resistencia afirma una vez ms que las condiciones sociales son en su naturaleza profunda, mentales (p. 158) no nos impele acaso a retomar su primer, su verdadero gran libro, a releer Los reyes taumaturgos con el afn de continuar esa historia de las mentalidades que l haba dejadode lado pero de la que el joven Bloch, hace justo cincuenta aos, fue el inventor? (p. 15).

    5. Agradezco en primer lugar a Etienne Bloch, hijo de Marc Bloch, el haberme facilitado las informaciones y los documentos que tena de su padre tocante a Los reyes taumaturgos, y haberme autorizado a trabajar en el fondo de papeles de Marc Bloch que se conserva en los Archivos Nacionales, y que pude consultar en las mejores condiciones gracias a la amabilidad de la seora Suzanne dHuart, su conservadora jefe. Este fondo lleva la signatura AB XIX 3796-3852 (la signatura AB XIX interesa los documentos de los grandes eruditos depositados en los Archivos Nacionales). La mayora de las citas de este prefacio que no llevan referencia proceden de este fondo. Agradezo tambin a mi amigo Andr Burguire sus diversas y valiosas indicaciones.

    6. Marc Bloch, Les formes de la rupture de lhommage dans lancien droit fodal. Fue publicado en la Nouvelle revue historique du droit franais et tranger, tomo XXXVI, marzo-abril de 1912, p. 141-177, y reeditado en Marc Bloch, Mlanges historiques, Paris, 1963 (Bibliothque gnrale de lEcole pratique des hautes tudes, Vie. section, SEVPEN), 1.1, p. 189-209.

    7. Las referencias precisas a estos dos trabajos se pueden ver en el artculo arriba citado de Marc Bloch, Mlanges historiques, 1.1, p. 190, nota 2.

    8. Como estudio anterior a Los reyes taumaturgos de un rito jurdico por Marcel Granet, vase Le dpt de lenfant sur le sol, publicado en la Revue archologique en 1922.

    9. Debo lo esencial de estas informaciones sobre el grupo Bloch-Gemet-Granet de la Fundacin Thiers en 1909-1912, a Ricardo Di Donato, profesor de la Escuela Normal Superior de Pisa, quien prepara un gran estudio sobre Louis Gemet. Le agradezco sobremanera.

    10. L etrange dfaite, publicacin postuma. Pars, 1946 (Gallimard prepara actualmente una nueva edicin).

    11. Vase Marc Bloch, Souvenirs de guerre 1914-1915, Cahiers des Annales, 26, Paris, 1969. Bloch pudo enriquecer su experiencia de la psicologa del soldado cuando tuvo que hacerse cargo, en calidad de oficial, de la defensa de soldados llevados ante un consejo de guerra. Se han conservado los apuntes de estos alegatos. Vase el catlogo de la exposicin Marc Bloch (preparado por Andr Burguire y Claude Chandonnay), Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, mayo de 1979.

    La influencia de la gran guerra sobre el inters manifestado por Marc Bloch por la psicologa colectiva fue acertadamente destacada por Carole Fink, cuya introduccin

  • a la traduccin inglesa de las Mmoires de guerre de Marc Bloch es, hasta hoy, el mejor esbozo de la vida y del pensamiento del gran historiador. M. Bloch, Memoirs ofWar, 1914-1915. Traduccin e introduccin de Carole Fink, Ithaca & Londres, Comell University Press, 1980. Vase tambin el forzosamente breve, artculo Marc Bloch de Jean Claude Schmitt publicado en La Nouvelle Histoire, J. Le Goff, R. Chartier, J. Revel, d., Paris, 1978, p. 79-82.

    12. Marc Bloch, Rflexion dun historien sur les fausses nouvelles de la guerre, Revue de synthse historique, t. 33, 1921, p. 13-35, nuevamente publicado en Mlanges historiques, 1.1, Paris, 1963, p. 41-57.

    13. Carlo Ginzburg, prefacio a la traduccin italiana Ire taumaturghi, Turin, Einaudi, 1973, p. XI-XIX.

    14. Resea de la obra de Georges Lefebvre por Marc Bloch bajo el ttulo: Lerreur collective de la grande peur comme symptme dun tat social, zn Annales d'histoire conomique et sociale, V, 1933, p. 301-304.

    15. Prefacio de Charles-Edmond Perrin a la obra de Marc Bloch, Mlanges historiques, op. cit., p. XI.

    16. Vase Lucien Febvre, Souvenirs dune grande histoire: Marc Bloch et Strasbourg, en Mmorial des annes 1939-1945, Estrasburgo, Facultad de Letras. Vuelto a publicar en Combats pour l'histoire, Paris, A. Colin, 1953.

    17. Mmoire collective, tradition et coutume propos dun livre rcent, Revue de synthse historique, t. 40,1925, p. 73-83.

    18. J.L. Fabiani, artculo Durkheim (Emile) en La Nouvelle Histoire, J. Le Goff, R. Chartier, y J. Revel, d., Paris 1978, p. 149.

    19. Vase Carole Fink, op. cit., n.9.20. Apologie pour l'histoire ou mtier d'historien, ld i . d., 1974, p. 27. Acerca de Durkheim,

    de la historia y de Marc Bloch, vase Robert N. Bellah, Durkheim and Histoiy en American Sociological Review, 24, 1959, p. 447-461, y R. Colbert Rhodes, Emile Durkheim and the Historical Thought of Marc Bloch, en Theory and Society, 6, n.l, 1978, p. 45-73.

    21. En Marc Bloch et Strasbourg, reeditado en Combats pour l'histoire, p. 400. Por supuesto, Marc Bloch tambin utiliz los fuentes de la Biblioteca Nacional de Pars y de la British Library de Londres, y escribi as mismo numerosas cartas a archiveros de Francia y del extranjero.

    22. Vase nota 5.23. Vanse a continuacin p. 23-24: Ritos.24. F. Braudel, Histoire et sciences sociales. La longue dure, Annales E.S.C., 1958;

    reeditado en Ecrits sur l'histoire, Paris, Flammarion, 1969, pp. 41-83.25. El texto latino, editado en el tomo 207 de la Patrologia Latina de Migne, col. 440D, que

    Marc Bloch confront con el manuscrito de la Biblioteca Nacional de Paris, Nouvelles Acquisitions Latines 785, f. 59, y que mand revisaren los manuscritos ms antiguos (ya que cre por un momento que el texto autntico poda ser no inguinariae pestis, la peste de la ingle, la peste negra, sino igniariae pestis, el mal del fuego,