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JEFE DE MORTERO EN TRUENO DOS HISTORIAS DEL MIÉRCOLES NEGRO BASADO EN UN RELATO DE BOLÍVAR LOAYZA Por Jenner Baquero Derechos Reservados Bolívar Loayza

Jefe de Mortero en Trueno Dos

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Historias del Miércoles NegroPor Jenner Baquero

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Page 1: Jefe de Mortero en Trueno Dos

JEFE DE MORTERO EN TRUENO DOS

HISTORIAS DEL MIÉRCOLES NEGRO

BASADO EN UN RELATO DE BOLÍVAR LOAYZA

Por Jenner Baquero

Derechos Reservados Bolívar Loayza

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Luego de 3 meses de insistencia encuentro un sencillo mensaje en mi correo; tiene un

número de teléfono y un “Llámeme”; me alegro en gran manera. Bolívar Loayza no tiene la

necesidad de contarme su historia pues él ya es un héroe; así está reconocido oficialmente

así que cualquier cosa que tenga yo que decir no podrá hablar mejor sobre su persona; ¿Qué

existe más allá del título de héroe? Cuando conversamos; inmediatamente me doy cuenta

de su sencillez; no se siente una persona muy especial y tampoco el título se le ha subido a

la cabeza; su charla es cordial y calmada; conozco de combatientes de la fuerza de reacción

que Loayza se metió hasta la base de Trueno Dos a combatir a los peruanos “Para que

también, valiente el tipo” dicen ellos; pero Bolívar poco habla al respecto; más bien hecha

mano a su lado humano; “Teníamos miedo en la posición mientras los peruanos estaban

allí” dice sin ambages o “Lloramos”; esta es una confesión que me estremece; son palabras

que mucho escuché a combatientes de ambos lados de la frontera; durante la charla jamás

habla mal de alguien y se nota entre líneas que está orgulloso de sus “reservistas”; se

lamenta sin embargo de que “me dejaron solo en aquel momento difícil”…”no todos”; más

que una afirmación o queja que pueda generar polémica es un pensamiento en voz alta. Ya

entrando en el asunto creía yo que Bolívar Loayza era caballón; entonces le pregunto :

¿cómo así Usted operando un mortero siendo de la caballería?; “Soy de la caballería

blindada” dice con acento costeño pues es de la provincia del Oro: “disparaba el mortero de

120 en los tanques”; Bolívar; ¿Cómo llegó Usted al Cenepa?: escucha con toda atención y

responde: “Estaba yo en Quito en la Escolta Presidencial cuando comenzó el

conflicto…entonces pedí mi traslado al frente de batalla; ¿qué hacía yo en Quito?; debía ir

donde fuera útil y necesario pues ya se iba focalizando el asunto no en la costa sino en el

oriente”; Bien; hábleme ahora del grupo de morteristas que estuvieron con Usted en la

guerra; “Los llevé desde Patuca; la antesala del valle…habían miles de personas allí y elegí

a los 6 de entre todos”; ¿De qué región del Ecuador provenían ellos?; “Los 5 eran de la

costa y uno del oriente”; ¿Tenía Usted alguna preferencia por los costeños como soldados?;

“Mmmmmm” es toda su respuesta; no quiero entonces ahondar en el caso y desvío la

conversación. Bolívar: ¿Cómo fueron los primeros días de ellos en la selva?;

“Inexperientes; se andaban cayendo” dice entre risas “hasta que aprendieron” deja ver un

orgullo escondido por su escuadra; ¿Siempre fueron solo los 7 en Trueno Dos? pregunto;

“No; al principio estuvimos con otro compañero voluntario pero luego se fue el con su

mortero a Trueno Uno; entonces nos quedamos los siete; siempre estábamos disparando; se

hizo algo natural para nosotros estar en combate…allí se templaron los muchachos” bien,

acoto; ¿Cuál era la filosofía que se manejaba en su base?; él contesta enseguida: “Yo les

decía siempre: Donde te agüeves el rato del combate te meto un tiro…y así aprendieron a

ser valientes; sabían que nos jugábamos el todo por el todo…por otro lado todo lo

compartíamos”. Hablemos entonces Bolívar sobre ese tema: ¿Cómo era la comida en

aquellos difíciles días?; “De cuando en cuando bajábamos a Tiwintza a traer

abastecimientos; o enviábamos a alguno de mis hombres; entre ellos “Hambre Loca”; el

reservista Mayorga que siempre venía con alguna que otra sorpresa del fondo de la mochila

de algún despistado; hay que recordar que la mayoría de veces se comía solo galletas con

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atún”; me río con gusto; “En Tiwintza me decían que si veían a Hambre Loca merodeando

por allí le meterían un tiro. Como poco se comía había que optimizar nuestras provisiones;

construí con madera de la selva en mi posición dos repisas para guardar las galletas pues los

monos venían a robárselas por las noches” y yo me pregunto entonces si no sería más bien

Hambre Loca el de las galletas. Ok; hábleme ahora de Carlos Álvarez; él es todo un caso

especial en la guerra; de civil en Guayaquil a combatiente en el Cenepa con unos pocos días

de diferencia. Bolívar se aclara la garganta y responde: “Pues Telesistema como todos, al

principio no sabía nada de morteros; pero allí aprendió; yo les exigía que cumplan con

todos los requerimientos del mortero: abastecedor, radio operador; etc; aunque mi

apuntador era Erazo”. Ah sí le digo; ya entrevisté a Alejandro Erazo…célebre charla.

Bolívar; entremos a un tema difícil; hablemos del Miércoles Negro. “El mayor Espinel y el

teniente Salgado habían llegado a Trueno Dos con varios voluntarios y aspirantes; los

pobres muchachos sin experiencia y quizás sin darse cuenta a lo que venían; ellos traían

abastecimientos y armamento incluyendo un mortero de 60; a la verdad no he conocido a

ninguno de ellos…apenas ahora que leo los artículos me entero quienes estuvieron allí;

pero ellos llegaron apenas el 21 de febrero”. Hagamos una pausa Bolívar; cuénteme de la

foto en Trueno Dos. “Mire que ese 21 llegó una patrulla con el capitán Superman Castro y

estamos todos los morteristas menos Álvarez…no sé donde se quedó ese momento él.

Como no teníamos cámaras entonces cuando llegaban los de inteligencia militar nos

tomaban fotos…esos son los únicos recuerdos que tenemos” Bien, sigamos con el relato.

“Para la mañana del 22 de febrero llamado el Miércoles Negro salió una patrulla con el

teniente Salgado a reconocer la pica a Montúfar pero nada encontró; Espinel no quiso ir en

esa patrulla; vago no quiso ir repite sin grosería sino como una interna reflexión que

desdice de esa actitud con sus hombres que fueron solos “se quedó en Trueno Dos; yo le

había pedido que me deje una patrulla con algunos aspirantes para que me ayuden haciendo

seguridad pues los hombres que yo tenía se dedicaban al servicio del mortero durante los

ataques; El gato Espinel decía: -aquí no pasa nada- y recalcaba: -Bien están aquí-; -los

peruanos están por otro lado- pero accedió a colocar al personal a resguardar el puesto. Un

poco antes de las 10 de la mañana llamaron urgentemente de Tiwintza a pedir apoyo de

fuego dándonos diferentes coordenadas; los peruanos volvían en sus intentos de tomarse la

base; Espinel escuchaba el mensaje y como tenía una carta la miraba y nos ordenaba que

disparemos a coordenadas distintas de las pedidas desde Tiwintza; nosotros debíamos

obedecerle. Unos 15 minutos después que Salgado y la patrulla regresaron se escuchó por

el lado de los aspirantes un terrible tiroteo además de gritos; al principio era algo muy

confuso; entonces comenzaron a silbar las balas por nuestro lado; se escuchaban las

explosiones de RPG y granadas; entendimos que fuimos infiltrados. Espinel recibió una

herida superficial en la ceja durante los primeros momentos del combate y pidió que se lo

saque de allí; yo le mostré el camino por donde podría él evacuar de la base y se fue

acompañado por otros. Dejamos de disparar el mortero y nos dedicamos a salvar la vida;

nosotros teníamos como dotación el FAL; el mío en particular se trabó; entonces le pedí a

Carlos Álvarez que me de el suyo; así lo hizo y nos pusimos a combatir del mejor modo

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posible. Como la base había sido infiltrada cada uno se replegó como pudo; el mortero de

80 no podía caer en manos peruanas así que arrojamos al barranco el tubo cañón y la base;

creo que los peruanos solo se llevaron la mira”; Yo estoy comiéndome las uñas en esta

parte del relato; Bolívar dígame: ¿luego qué pasó? “Escuché durante la refriega a un

aspirante que debe haberme conocido antes gritar: “Mi cabo Loayza…ayúdeme”; aún hoy

me da tanta tristeza no poder haber hecho nada por él pues la balacera era terrible y me era

imposible moverme de mi lugar hacia el suyo; dos aspirantes llegaron entonces a mi

posición donde yo tenía una especie de búnker de tierra el cual habíamos trabajado durante

nuestra estancia en Trueno Dos; ellos y el reservista Rivadeneira se quedaron conmigo y

nos metimos en ese hueco hasta que todo quedó en silencio en la base”; terrible, digo yo;

Bolívar; ¿Qué sucedió con los otros morteristas?; “No supe; nunca más los vi hasta mucho

después de la guerra cuando me encontré con Erazo y Villón; sé que fueron re-ingresados a

otras bases o fueron a Patuca por un tiempo; Erazo se que volvió a Trueno Dos…a la

verdad no los volví a ver pues se acabó la base de mortero”; Bolívar: ¿Cómo fue el tiempo

en la posición mientras los peruanos estaban allí?; “Imagínese; nosotros viviendo nuestro

últimos momentos solo encomendándonos a Dios; hicimos un recuento de proyectiles entre

los cuatro: solo teníamos unas tres balas entre todos; ni cómo defendernos si nos

encontraban… de tanto en tanto salíamos a mirar por detrás de un tronco…había un

comando peruano patucho haciendo guardia miraaaando como para donde nosotros; a qué

horas nos encuentra y avisa para que vengan a matarnos decíamos pues ellos eran como

unos 60 u 80 ; le vinieron entonces a relevar al patucho y entonces escucharon algún ruido;

alguien gritó allí que comiencen a ocupar otros puestos de guardia pues la mayoría estaban

dedicados a rebuscar las mochilas en busca de comida y otras cosas nuestras…Allí perdí

mis cartitas que los niños ecuatorianos me habían enviado y venían con las provisiones; yo

leía de tanto en tanto con mucha ternura esas frases… le pedí entonces a Rivadeneira

(morterista) que vaya a buscar ayuda al Maizal y nos quedamos los tres en mi posición; que

arrechos estos tres guambras que se quedaron conmigo y ahora el uno se iba; entonces

escuchamos una balacera por abajo y dijimos “ya le mataron al Rivadeneira”; pasamos ese

tiempo con la vida en un hilo dentro de Trueno Dos y sin esperanza; los peruanos gritaban:

“Loayza concha tu madre…me como tu comida…Loayza hijueputa…ven a disparar tu

mortero”; ¿Bolívar; cómo sabían su nombre los peruanos?; ¿será porque lo escucharon en

la radio que tomaron cuando se comunicaban desde Tiwintza?; “Yo creo que lo que pasó

fue que me venían buscando directamente pues nuestro mortero les hizo mucho daño;

quizás cuando ellos subían buscándome alguien se asustó y disparó desde Trueno Dos

delatando sin querer nuestra ubicación; el resto ya es historia”. Bueno, siga “Como a las

doce del día alguien se asoma despacio a nuestra posición…Pensamos que había llegado

nuestra hora…pero nos alegramos al ver las señas que hacía Rivadeneira quien venía con el

Tnte. Iturralde y una patrulla de unos doce hombres. Iturralde me reconoció pues habíamos

estado juntos en la escolta presidencial; me preguntó sobre lo que pasó; se asomó a ver el

número de peruanos y dijo “Han sido bastantes”; me uni entonces a elementos de la

patrulla que atacarían la base para recuperarla para lo cual me dieron un HK y nos

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lanzamos al asalto de Trueno Dos; éramos unos 7 los que entramos…el ametrallador de la

fuerza de reacción disparó a un peruano patucho que estaba allí y todo fue un griterío; se

escuchaba como alguien decía “Medardo…Medardoooo; ya me cagaron estos hijueputas de

los monos”; mientras tanto nosotros disparábamos con todo; fusil, ametralladora, cohete

LAW ; RPG hasta recuperar la base a la cual entramos y vimos a los peruanos que no

habían replegado; estaban allí muertos; no sé si uno de ellos era el que llamaba a

“Medardo”; encontramos allí una boina peruana que tenía un nombre: Comando Lince o

algo así; entonces vimos a los aspirantes muertos…que tristeza” Hace una pausa para

respirar “Allí estaban ellos…con uno en particular se habían ensañado disparándole solo en

la cabeza”. Mi Tnte Iturralde dice: “Carguemos uno cada uno y saquémoslos de aquí”; a lo

que respondí; “Mi Tnte: los peruanos pueden emboscarnos; peor si vamos cargados;

dejémoslos aquí nomás; ya después los rescataremos; a ellos no les va a pasar nada aquí”;

entonces bajamos hasta el Maizal; yo iba herido por una esquirla de granada”. Bolívar:

¿Cómo era la actitud del Tnte. Iturralde mientras bajaban al Maizal?; ¿Feliz por haber

hecho esa operación exitosa?; ¿Triunfalista?; Loayza calla un momento haciendo memoria

y responde: “En realidad su actitud era muy seria; hay que recordar que entre Trueno Dos y

el Maizal estaba minado; además existía la probabilidad de que existan las patrullas

infiltradas…se daban tres pasos y había que observar a los lados para ver si existía algún

peligro; llegamos al Maizal; allí el Tnte. Iturralde dio parte al mayor Albán; yo fui

trasladado a Tiwintza herido; con el transcurrir de los días la herida se contaminó al punto

de que empezaron a aparecer gusanos”; Nos callamos por un minuto para meditar en ello;

acota entonces: “Sé que más tarde los aspirantes con algún oficial subieron a rescatar los

cuerpos de Trueno Dos”. Bolívar; ¿Cómo fue su salida del frente?; “Déjeme decirle antes

que al llegar a Tiwintza junto a ese gran tronco en la cabaña de la foto hice mi posición; allí

vivía y conocí a todos los personajes de la guerra con quienes charlábamos de muchas

cosas. A veces salía a Patuca por causa de mi herida infectada para hacerme curaciones;

entonces aprovechaba para fiarle a una señora que vendía “secos de pollo” e ingresaba otra

vez a Tiwintza con 8 tarrinas para compartirlas con mis compañeros quienes no perdían la

ocasión para mirar largamente ese banquete…olerlo y saborearlo poquito a poquito porque

teníamos el estómago cerrado. Para entonces mi familia se enteró que estuve en combate y

que salí herido…les impactó grandemente; mi madre sufrió un derrame que dejó grandes

secuelas y que le arrebató la vida cinco años después. Por su parte mi esposa en aquella

época recibió a una persona que le acompañaría en mi ausencia; le enviaron desde El Oro a

Quito; ésta joven no se enseñó en la capital y se regresó a su casa en la costa…pero

llevándose a mi hijo sin que mi esposa lo sepa…fue terrible para ella pues pensó que se lo

habían robado…sus horas se hicieron siglos hasta saber lo que pasó; mi hijo fue entonces

regresado a Quito al día siguiente; pero la impresión para mi mujer fue una caída en espiral

que duró muchos años; fueron tiempos muy duros para ellos y para mí”. Cuénteme Bolívar

sobre esa foto en la que está Usted con el presidente Sixto Durán Ballén. “Después de la

guerra regresé a la escolta presidencial; allí el presidente hizo una recepción privada con el

alto mando para homenajearme; hay que recordar que él sabía quién era pues yo manejaba

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la moto de su escolta; sabía mi historia en el Cenepa la cual le impactó pues era un buen

ejemplo para la escolta; entonces me condecoró…fue un acto muy emotivo para mí por su

deferencia; yo nunca le pedí nada…yo fui a pelear por mi país”. Le pregunto: Bolívar:

¿Quien tuvo la culpa de lo que pasó en Trueno Dos? es enfático en responder “Nadie”

Agradezco la amabilidad y generosidad de Bolívar Loayza por hacer posible esta entrevista

para la historia de nuestro país. Jenner Baquero 2 de junio de 2015