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1 Luis Vega Sáez S.J. JESÚS, ¿QUIÉN ERES TÚ? 4ª Parte

JESÚS, ¿QUIÉN ERES TÚ?

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Page 1: JESÚS, ¿QUIÉN ERES TÚ?

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Luis Vega Sáez S.J.

JESÚS, ¿QUIÉN ERES TÚ? 4ª Parte

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CUARTA PARTE

Quiero parecerme a Jesús

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PRESENTACIÓN

Este librito que tienes en las manos es la cuarta parte de la serie “JE-SÚS, ¿QUIÉN ERES TÚ? Probablemente ya conoces las tres anteriores.

Por si no fuera así, te diré que es un libro pensado y escrito para niños y niñas que quieren conocer mejor a nuestro Señor Jesucristo y así quererle más y parecerse a él.

No pretendas leerlo todo seguido, como suelen leerse otros libros. Se trata simplemente de unos guiones que podrán orientar tus meditaciones sobre el Evangelio.

Porque hay muchos chicos y chicas de tu edad que quieren dedicar cada día unos minutos a leer la Palabra de Dios, reflexionar sobre ello y orar en la presencia del Señor. Son chicas y chicos profundos, entusiasmados con Jesús y su Evangelio.

Este nuevo librito te llevará como de la mano en este camino, nada fácil a tu edad, del conocimiento de las enseñanzas de Jesús. Son 20 meditaciones sencillas que pueden ayudarte a profundizar en las orientaciones que dio Jesús a sus discípulos para que viviesen como quiere el Padre Dios, es decir, como vivió y sigue viviendo nuestro Señor Jesucristo.

En los dos primeros libritos tienes una pequeña instrucción para apren-der a hacer cada día un rato de meditación. Estos minutos diarios de lectura de la Palabra de Dios, reflexión y oración pueden hacerte mucho bien.

Que el Espíritu Santo de Jesús te llene con su gracia.

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Tiene ocho meditaciones sacadas del Evangelio de San Mateo, capítulo 5, versículos del 1 al 10. Este Evangelio dice así:

Al ver el gentío, Jesús subió a la montaña, se sentó y se acercaron sus

discípulos. Y él se puso a hablar enseñándoles: -Dichosos los pobres en el espíritu, (1)

porque de ellos es el Reino de los cielos. -Dichosos los sufridos,

porque ellos heredarán la tierra. -Dichosos los que lloran,

porque ellos serán consolados. -Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia,

porque ellos quedarán saciados. -Dichosos los misericordiosos,

porque ellos alcanzarán misericordia. -Dichosos los limpios de corazón,

porque ellos verán a Dios. -Dichosos los que trabajan por la paz,

porque ellos se llamarán “los hijos de Dios”. -Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,

porque de ellos es el Reino de los cielos.

(1) En las ocho meditaciones sobre este Evangelio verás lo que significa cada frase.

NOTA SOBRE EL EVANGELIO DE LAS “BIENAVENTURANZAS”

Este evangelio de San Mateo que acabas de leer se llama LAS BIENAVENTU-RANZAS, porque la primera palabra de cada frase es “Bienaventurados…” En este librito, en vez de “bienaventurados” he preferido poner “dichosos” (o felices) para que lo entiendas mejor. Las ocho bienaventuranzas son el verdadero programa de vida cristiana enseñado por nuestro Señor Jesucristo a todos los que quieran seguirle fiel-mente. Si cumples este programa, según tus posibilidades, vivirás como Jesús, harás el bien a los demás e irás al cielo con él. Ya lo irás pensando en las ocho meditaciones que vienen a continuación, una (o parte de una) para cada día.

ASÍ VIVIRÁS COMO JESÚS

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Jesús se sentó y se puso a hablar enseñándoles

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MEDITACIÓN 1

Vivirás como Jesús si eres pobre en el espíritu

● DIOS ME HABLA Dijo Jesús: -Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.

(Mateo 5, 3)

● REFLEXIONO Estas frases de Jesús son desconcertantes: ¡llama dichosos a los pobres! Vamos a descubrir lo que quiere decirnos el Señor. Sabes de sobra lo que son los pobres:

esas personas que no tienen lo necesario para vivir (dinero, cultura, comodidades…). Dependen de la generosidad de los demás, de lo que quieran darles de limosna. Estas personas, además, no tienen poder ninguno en la vida. Casi nadie les tiene en cuenta para nada, casi nadie les hace caso. Diríamos que son los últimos en la sociedad. Por eso se sienten como pequeños ante los demás. Dios quiere de una manera especial a estas personas, porque son hijos suyos, más nece-sitados que los demás.

Pero hay también “pobres en el espíritu”. Éstos son los humildes ante Dios, los que caen en la cuenta de que todo lo que tienen es regalo suyo. Este sentimiento les hace poner su confianza en Dios: todo lo esperan de él y se sienten como colgados de las manos del Padre bueno del cielo. Por eso, los “pobres en el espíritu” suelen tener el corazón abierto a la misericordia de Dios y claro, el Padre bueno del cielo se entrega a ellos con cariño, los bendice y los llena de gracia. Así vivió Jesús y sus apóstoles y así deberíamos vivir sus discípulos.

Estos cristianos sencillos y confiados, buenos y humildes, encuentran a Dios en Jesús y en él tienen su premio. Y, cuando llegue el fin de sus vidas, Jesús los llevará con él al cielo para hacerlos felices para siempre. Es promesa del Señor. ● RESPONDO A DIOS

Ponte en la presencia de Dios, en postura respetuosa. Piensa en ti mism@: eres tod@ limosna de Dios, ya que por ti mism@ no puedes tener absolutamen-

te nada ni en el cuerpo ni en el espíritu. Da las gracias al Padre del cielo por todo lo que te ha dado. Hazlo con mucho cariño, con sencillez y humildad. También puedes hablar con Jesús, por ejemplo así:

Señor Jesús, gracias porque me has enseñado a ser como tú. Haz que encuentre en ti mi verdadera riqueza. Dame un corazón sencillo y humilde como el tuyo. Haz-me pobre en el espíritu, entregad@ con alegre confianza en los brazos del Padre. Enséñame a confiar en él, a esperarlo todo de él, como los pobres que lo esperan todo de los que pueden socorrerlos.

Te pido esto mismo para mis padres, mis hermanos y familiares y para todos los cristianos del mundo.

Señor, convierte el corazón de los soberbios, de aquellos que no sienten necesi-dad de Dios, de los que se creen algo en la vida y desprecian a los demás. ¡Me da pena ver que están vacíos por dentro! Y haz que todos nos queramos, nos ayudemos y sintamos en nuestro corazón la bondad del Padre y así vayamos al cielo contigo. Así sea.

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MEDITACIÓN 2

Vivirás como Jesús si eres sufrid@

● DIOS ME HABLA Dijo Jesús: -Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.

(Mateo 5, 4)

● REFLEXIONO Es posible que la palabra “sufridos” se te haga algo extraña. ¿Qué quiere decir? ¿Quiénes

son esos “sufridos” que tanto agradan a Dios? Son aquellas personas que tienen que aguantar con paciencia muchas cosas desagradables

en su vida y lo aguantan sin odios ni violencias, por eso, porque son “sufridos”. Esas personas suelen amar la bondad y aguantar con paciencia y humildad, sin querer imponerse a los demás con violencia. Y lo hacen por Dios. Son personas amables y humildes por dentro y por fuera.

El mejor ejemplo de “sufridos” es Jesús mismo. Él calló y aguantó sin quejarse (en su pa-sión, en la cruz y en la muerte) toda clase de sufrimientos e injusticias, aunque siempre hizo lo que pudo para que en el mundo reinase la justicia y el amor. Siempre fue enemigo de la violen-cia y enseñó a todos la Ley del Amor, que es su principal mandamiento.

Como Jesús es sufrido y humilde de corazón, podemos mirarnos en él y aprender a ser tam-bién humildes y sufridos. Los que son así, se parecen a Jesús, son amigos suyos y encuentran en él una paz y un gozo profundo que les llena el corazón y saben que el Padre Dios les dará en premio “la tierra”, es decir, la vida verdadera, la que no se acaba nunca, que es el cielo. Allí, los que hayan sido “sufridos” gozarán por toda la eternidad…

Ahora piensa en ti mism@ y mira si eres “sufrid@” como Jesús… o si tienes que corregirte en algo.

● RESPONDO A DIOS

Sentad@, o en la postura que prefieras, piensa en Jesús crucificado. Mírale clavado en la cruz sin protestar, con el corazón lleno de amor aun hacia aquellos que le crucifican. Dile sinceramente lo que sientes al verle así…

Señor Jesús, tú sí que res sufrido, tú sí que eres bueno y humilde de corazón. Al verte así de sufrido y paciente, casi me da vergüenza verme a mí mism@. Soy soberbi@, Jesús y no aguanto una que me hagan… A veces se me desborda la ira, me ciego y soy capaz de cualquier cosa mala. Por eso, al verte a ti, me siento algo avergonzad@. Perdóname por no ser como tú. Dame la gracia de ser “sufrid@”, de no ser violent@ con nadie, sino buen@ y humilde de corazón como tú.

Te pido esto mismo para todos los cristianos. Que cambien los soberbios, los violentos y aquellos que se imponen por la fuerza a los más débiles.

Así el mundo será como el Padre quiere y tendremos en premio la vida verdade-ra.

Al terminar, haz la cruz sobre tu cuerpo respetuosamente.

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MEDITACIÓN 3

Vivirás como Jesús si buscas tu consuelo en Dios

● DIOS ME HABLA Dijo Jesús: -Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados

(Mateo 5, 5) ● REFLEXIONO

Cuando uno llora, es porque algo le está haciendo sufrir. Los niños lloran cuando les duele algo, cuando han perdido una ilusión, cuando son maltratados… Los mayores lloran cuando una desgracia, un gran problema, la pérdida de un ser querido, les aprieta el corazón hasta derramar lágrimas.

También hay personas que lloran por dentro, en silencio, porque la pobreza, la injusticia o el desprecio que otros les hacen, llenan su espíritu de amargura y no encuentran alivio en este mundo. Es entonces cuando estas personas, si tienen fe, elevan su corazón al Padre Dios para buscar en él alivio y esperanza. A éstos es a quienes Jesús promete que Dios los va a consolar.

Fíjate que el Señor no dice que somos dichosos por sufrir (esto es imposible), sino porque Dios consuela a los que sufren con fe.

Y el consuelo que les da es precisamente Jesús, ya que el sufrimiento nos une más a él, nos hace semejantes a él que tanto sufrió y nos hace merecer un gran premio en el cielo. Así es co-mo Dios consuela a estas personas buenas y la fuerza del Espíritu Santo cambia su llanto en gozo.

Tú mism@ habrás sentido alguna vez que esto es verdad, porque tienes fe en Dios y habrás notado la paz que da, en los momentos de sufrimiento, acudir a Jesús y buscar consuelo en él, sentirte unid@ y semejante a él.

Cuando sufras por algo, sea lo que sea, procura buscar en Dios tu consuelo, habla sincera-mente con Jesús, desahógate con él y Dios te consolará.

● RESPONDO A DIOS

Puedes hacer la oración sentad@, o como prefieras. Piensa en los miles de personas que sufren en este mundo y tal vez no encuentran consuelo porque

no tienen fe en Dios… Pide por ellos. También puedes decirle:

Gracias, Padre, porque eres bueno y has puesto en Jesús nuestro consuelo. Gracias porque amas y ayudas a los que sufren con fe.

Yo tengo a veces malos ratos y te pido que me ayudes entonces a buscar mi consuelo en Jesús.

Padre bueno, sé que hay muchas personas en el mundo que sufren mucho y llo-ran, pero no encuentran en ti su consuelo, unas veces porque no tienen fe, otras veces porque no te conocen. Te pido por ellos, para que te encuentren, para que sientan la suavidad de tu amor y la alegría de parecerse a tu Hijo Jesús. Amén.

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MEDITACIÓN 4

Vivirás como Jesús si deseas ser fiel a la voluntad de Dios ● DIOS ME HABLA

Dijo Jesús: -Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

(Mateo 5, 6) ● REFLEXIONO

Para entender bien esto que has leído en DIOS ME HABLA, tienes que saber lo que signifi-ca la palabra “justicia”. Tiene dos significados: uno es el que todos conocemos por justicia (que es lo contrario de las injusticias que se cometen contra algunos) y otro es “santidad” o vivir como Dios quiere, haciendo su voluntad.

Tú sabes que hay personas en el mundo a quienes se trata injustamente. Es natural que estas personas sientan grandes deseos -eso es tener “hambre y sed”- de que haya más justicia, como Dios quiere.

Y también hay personas buenísimas en el mundo que desean con toda su alma ser muy fie-les a todo lo que Dios quiere de ellos, desean ser “santos”. Tal vez tú seas una de estas perso-nas…

Pues bien, a todas estas personas de tan buenos deseos de justicia y santidad les dice Jesús que van a quedar saciados, es decir, que van a quedar completamente satisfechos porque el Pa-dre Dios cumplirá sus deseos.

Dios cumple esos deseos de sus amigos enviándonos a Jesús. Sí, porque Jesús nos trae el Reino de Dios que es todo justicia y santidad.

El mismo Jesús tuvo ardiente deseo de esta justicia y santidad. Por ella luchó y llegó a dar la vida en la cruz para conseguirlo.

Tú también podrás encontrar en Jesús todo el bien, toda la justicia y santidad que deseas pa-ra ti y para los demás. Entrégate a él de corazón, piensa mucho en él, haz lo posible para vivir unid@ a él y quedarás saciad@ aquí, en esta vida y mucho más en el cielo.

● RESPONDO A DIOS

La oración de hoy puede ser como un gran deseo de “justicia”. Puest@ en postura respetuosa, pí-desela al Padre con humildad y sinceridad. Si estás sol@, te puedes poner de rodillas, con las manos juntas.

Gracias, Padre del cielo, porque en Jesús sacias nuestra hambre y sed de la justicia. En él has puesto nuestro bien, en él encontramos la verdadera santidad y con él reinará en este mundo la justicia que tanto deseamos.

Te pido que todas las personas de la tierra conozcan a Jesús y encuentren en él la justicia completa, la que viene de ti.

Haz que formemos entre todos la gran familia que tú deseas, donde reine el amor y la justicia y donde todos seamos hermanos.

Padre Dios, ya que tú nos lo has prometido, sacia nuestra hambre y sed de ser santos, de ser como Jesús, tu Hijo querido, a quien sea dada la gloria por siempre. Amén.

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MEDITACIÓN 5

Vivirás como Jesús si eres misericordios@

● DIOS ME HABLA Dijo Jesús: -Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

(Mateo 5, 7) ● REFLEXIONO

“Misericordiosos” son las personas que sienten compasión de los sufrimientos de los demás. Lo sienten como si fueran sufrimientos suyos propios. Estas personas no dicen “allá cuidados, a mí qué me importa”, sino que se compadecen y hacen cuanto esté en su mano para evitar los sufrimientos de los demás, sean quienes sean. También son “misericordiosos” los que están dispuestos a perdonar a quienes les han ofendido, con verdadera grandeza de corazón. Esto es bueno, es lo que Jesús quiere, porque, siendo misericordiosos, nos parecemos a Dios. Así desea el Señor que sean sus verdaderos amigos.

Por eso, a los que son misericordiosos Jesús les promete que también alcanzarán misericor-dia ante Dios, es decir, que Dios se compadecerá de ellos, los ayudará y les dará el premio del cielo.

Si piensas en la vida y en la muerte de Jesús, verás lo que es ser de veras misericordioso. Él se compadeció de todos los necesitados: pobres, enfermos, pecadores… Amó mucho y sigue amando a los niños. Perdonó y pidió al Padre perdón por los que le llevaron a la muerte y por los que le clavaron en la cruz. Pasó por el mundo haciendo todo el bien que pudo. ¡Eso sí que es ser misericordioso!

Ahora reflexiona un poco sobre todo esto y mira si eres “misericordios@”, si sabes perdo-nar de corazón a los que te ofenden y si sientes de verdad los sufrimientos de los demás, sus necesidades, si no te desentiendes ante ello sino que procuras remediarlo como puedas. Si eres así, te pareces a Jesús, eres su amig@ y tienes asegurada la misericordia de Dios para ti mismn@. Lo ha prometido el Señor.

● RESPONDO A DIOS

Tras la reflexión que acabas de hacer sobre tu propia vida, cuenta sinceramente a Jesús lo que has pensado y sentido. Dile si crees que eres misericordios@ o no. Cuéntale tus fallos y tus aciertos. También puedes pedirle su ayuda para ser msericordios@ como él.

Procura, como siempre, que la postura del cuerpo sea correcta, pero sin exagerar.

Gracias, Jesús, porque me has enseñado a ser como tú. Quiero vivir este plan de vida cristiana que nos enseñas en las Bienaventuranzas.

Ayúdame a ser misericordios@ con todos. Dame fuerza para perdonar a quienes me ofendan en algo. Dame un corazón compasivo que sepa conmoverse ante las ne-cesidades de los demás y una voluntad fuerte que me empuje a ayudar a cuantos lo necesiten.

También te pido que todos sean misericordiosos unos con otros y que reine en el mundo la comprensión, el amor y la paz. Que nadie desprecie a los que sufren, ni se hagan los desentendidos cuando puedan ayudarlos. Que todos nos queramos co-mo verdaderos hermanos.

¡Venga tu Reino, Señor Jesús! Terminas rezando el Ave María y haciendo la señal de la cruz.

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MEDITACIÓN 6

Vivirás como Jesús si eres limpi@ de corazón

● DIOS ME HABLA Dijo Jesús: -Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

(Mateo 5, 8) ● REFLEXIONO

Jesús llama “limpios de corazón” a los que son sinceros, es decir, personas sencillas, sin trampas ni engaños. Son limpios de corazón quienes no andan aparentando lo que no son, ni mienten, ni hablan con dobles intenciones, sino que son como un cristal trasparente, que dejan traslucir lo que piensan y sienten.

Tú has visto cristales trasparentes y limpios. Da gusto mirar a través de ellos, porque no po-nen ningún estorbo a la vista. Mires por un lado o por otro, ves perfectamente lo que hay detrás. En cambio, cuando el cristal está sucio -y cuanto más lo está, peor- no puedes ver bien a través de él. Te estorba la visión y te oculta la realidad, la verdad que hay al otro lado.

Pues lo mismo suele ocurrir con las personas: las hay como cristales limpios y las hay como cristales sucios. Las primeras son sencillas y sinceras, son como trasparentes para los demás, sabes lo que piensan y lo que sienten, porque no andan con fingimientos. A estas personas es a las que Jesús llama limpios de corazón. Ellos agradan mucho a Dios y se parecen a Jesús, que es todo sencillez y sinceridad. El Señor promete a estas personas que verán a Dios en el cielo. ¡Claro, como tienen el corazón limpio, podrán ver a Dios!

Ahora conviene que reflexiones sobre ti mism@. Si ves que aún no eres suficientemente limpi@ de corazón (con tus padres, profesores, amig@s…) procura rectificar.

● RESPONDO A DIOS

Antes de hablar con Dios, concentra tu atención pensando que él está dentro de ti mism@, ve tus pensamientos y conoce perfectamente los sentimientos que hay en tu corazón. Luego, háblale con since-ridad sobre lo que has reflexionado hoy, o sobre tus problemas, ilusiones…

Dios, Padre nuestro, que me ves, me oyes y estás aquí, dentro de mí: tú sabes lo que pienso en cada momento, me conoces por dentro y por fuera mejor que yo mism@ y me quieres más que nadie. Yo no puedo ocultarte nada, ni deseo ocultárte-lo, porque eres mi Padre bueno.

Pero algunas veces no soy con los demás todo lo sincer@ que debería ser. Hay días que miento y quiero aparentar por fuera lo que no pienso o siento por dentro. Yo sé que esto no lo quieres para mí porque es malo. Por eso te pido que me ayudes a ser más sincer@ desde hoy.

Dame la fuerza del Espíritu Santo para ser muy limpi@ de corazón, como lo es mi Hermano Jesús, tu santo Hijo.

Danos a todos un corazón limpio y trasparente, como el agua pura de esas de los manantiales. Haz que sepamos dar a los demás lo mejor y más limpio que llevamos dentro: la verdad, el cariño, la alegría. Así seremos como Jesús y podremos verte en el cielo. Así sea.

Reza el Ave María para que la Virgen te ayude a ser limpi@ de corazón como ella.

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MEDITACIÓN 7

Vivirás como Jesús si trabajas por la paz

● DIOS ME HABLA Dijo Jesús: -Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán “los hijos de Dios”.

(Mateo 5, 9) ● REFLEXIONO

Aunque te parezca algo raro, esta “Bienaventuranza” es una de las que más tienen que ver con los niños y niñas de tu edad. Sí, porque os peleáis mucho, os enfadáis fácilmente unos con otros, en casa, en el colegio, entre los hermanos, amigos y amigas, contra los del otro equipo, otra pandilla… Esto no es bueno, no es conforme al espíritu de Jesús.

Dios ama la paz. Por eso, cuando un niño o niña procura que no haya peleas en casa, sino que sabe sonreír e ingeniárselas para que reine la paz entre los hermanos, los padres y la familia, entonces es@ niñ@ se parece a Dios. Y lo mismo cuando hace lo que puede por solucionar las enemistades entre amigos o compañeros del colegio, del deporte, diversiones, etc. También cuando ora por la paz del mundo y por los que gobiernan las naciones, para que acierten a poner paz y justicia en el mundo.

Los que son así alegran el corazón de Jesús y se parecen a él, que tanto amó la paz y procu-ró que todos nos quisiéramos como hermanos. Y, al fin del mundo, serán proclamados “hijos de Dios”. Es promesa de Jesús. Donde reina el amor y la paz, allí está Dios. Donde reina la envidia, las peleas, los insultos, allí no está Dios.

Ahora, tras estas reflexiones, concentra un momento la atención sobre ti mism@: ¿eres tú también de los que trabajan por la paz, o andas algo flojill@ en este asunto tan importante de la vida cristiana? Procura hacer algún propósito o rectificar lo que veas que no va bien.

● RESPONDO A DIOS

Primero, en la postura que más te guste, piensa un momento en Jesús clavado en la cruz… Él pudo destruir a los que le mataban, pero no lo hizo, sino que los perdonó de corazón y pidió perdón por ellos al Padre. ¡Cuánto ama Jesús la paz y el amor a todos!

Ahora dile lo que sientes, por ejemplo algo de esto:

Jesús, Hermano mío y de todos los hombres: al verte así, clavado en la cruz y perdonando, muriendo para que nosotros encontremos la paz, siento alegría y fuer-za en el corazón. Es como una luz que me ilumina y me va señalando claramente el camino bueno hacia Dios.

Reconozco que algunas veces te he ofendido maltratando a otros con insultos, desprecios, malas palabras o peleas egoístas. También confieso que a veces no hice lo que pude por poner paz. Por todo ello te pido que me perdones. Quisiera corre-girme de ello, pero me parece que me va a resultar algo difícil. Por eso te pido la fuerza del Espíritu Santo. ¡Sé que con su fuerza lo puedo todo! También te pido que no haya guerras en ningún sitio del mundo. Amén.

Si tienes un crucifijo, tómalo en las manos y bésalo con mucho cariño. Luego rezas el Ave María para que la Virgen te alcance de Dios lo que has pedido en la oración.

Comentado [LV1]:

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MEDITACIÓN 8

Vivirás como Jesús si estás dispuest@ a sufrir por ser fiel a Dios

● DIOS ME HABLA Dijo Jesús: -Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los

cielos. (Mateo 5, 10)

● REFLEXIONO

Las palabras de Jesús “los perseguidos por causa de la justicia” pueden resultarte algo oscu-ras de entender con precisión. Por eso, intentaré aclararte su significado. Los perseguidos por causa de la justicia son las personas que sufren desprecios, persecuciones, malos tratos y hasta la misma muerte, por ser fieles a Dios. Verás: hay personas (siempre las habrá) que miran mal a los que quieren ser fieles a Dios. Si estas personas que persiguen a los amigos de Dios tienen mucho poder en la tierra, posiblemente llegarán a maltratar y aun a matar a los que quieren ser fieles al Padre del cielo. Y así, sabes muy bien que nuestros hermanos los primeros cristianos fueron ferozmente perseguidos y martirizados por su fe en Jesús. Recuerda los sucesos de las catacumbas, del circo romano y las historias de los mártires de los primeros siglos del cristia-nismo.

En realidad, todo comenzó con el mismo Jesús: le persiguieron y le mataron en la cruz por-que fue fidelísimo a los planes que el Padre le había señalado. Jesús hizo siempre lo que Dios quería. Por eso chocó con los soberbios, los envidiosos, los injustos, los hipócritas. Y, como éstos eran los poderosos de entonces, lo mataron. Antes de morir, estando con sus amigos en la última cena, Jesús les dijo con toda claridad: -Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán (Juan 15, 20).

Y no creas que se han acabado las persecuciones contra los cristianos. También hoy día, en muchos países de la tierra, nuestros hermanos cristianos sufren desprecios, incomprensiones, cárceles y hasta la misma muerte por ser fieles a Jesús.

Pues bien, el Señor llama dichosos a los que así sufren por Dios y les promete que serán fe-lices para siempre en el cielo con Jesús.

No te acobardes si sientes dificultades para ser amig@ fiel de Jesús. Esas dificultades que encuentras tú mism@ cada día, si quieres vivir como Jesús, son como pequeñas persecuciones nacidas de ti mism@, que tienes que sufrir para vivir como Dios quiere.

● RESPONDO A DIOS

Como en la meditación anterior, podrías hacer hoy la oración mirando a Jesús en la cruz. De rodillas, o como te guste, habla con el Señor que está dentro de ti… Si quieres, besa muchas veces la cruz y píde-le su ayuda para ser valiente en el esfuerzo diario de la vida cristiana.

Señor mío Jesucristo, cuando te veo clavado en la cruz porque fuiste entera-mente fiel a la voluntad del Padre, me parece que siento más fuerza interior para ser mejor. Te doy las gracias por ello y te pido que me ayudes cuando veas que lo necesito en las dificultades de cada día para ser como el Padre quiere.

Te pido por mis hermanos los cristianos perseguidos, maltratados y aun muer-tos por ser fieles a ti. Dales tu fuerza, dales tu gozo y tus consuelos.

Haz que se acaben las persecuciones en todo el mundo, que vivamos en paz y un día nos encontremos todos en el cielo junto a ti. Así sea.

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Tiene dos meditaciones sacadas del Evangelio de San Mateo, capítulo 6, versículos 25 al 33. Este Evangelio dice así:

Dijo Jesús a sus discípulos: -No estéis agobiados (1) por la vida pensando qué vais a comer, ni por el cuerpo pensando con qué os vais a vestir.

Mirad los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre del cielo los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos?

Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan, ni hilan. Y yo os digo que ni Salomón (2), con todo su lujo, estaba vestido como uno de ellos.

Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe?

Así que no andéis agobiados pensando qué vais a comer, o con qué os vais a vestir. Los gentiles (3) se preocupan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso.

Vosotros buscad sobre todo el Reino de Dios y su justicia. Lo demás se os dará por añadidura.

(1) “Agobiados” significa demasiado preocupados. (2) Salomón fue un rey de Israel, hijo del rey David. Tuvo fama de ser muy sabio y de tener grandes riquezas y toda

clase de lujos. (3) “Gentiles”. Los Israelitas llamaban así a los que no conocían al verdadero Dios, ni pertenecían al Pueblo de Israel.

JESÚS NOS ENSEÑA A CONFIAR EN DIOS

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Mirad los pájaros y las flores. Vosotros valéis más que ellos

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MEDITACIÓN 1

La confianza en Dios

● DIOS ME HABLA Dijo Jesús: -Mirad los pájaros: ni siembran, ni siegan… ¿No valéis vosotros más que ellos? Fijaos cómo crecen los lirios del campo… ¿No hará (Dios) mucho más por vosotros, hom-

bres de poca fe? (Mateo 6, 26)

● REFLEXIONO

Al leer estas palabras de Jesús en DIOS ME HABLA, habrás notado que dan paz y con-fianza. Se siente como una seguridad tranquila, parecida a la que sientes tú cuando estás con tus padres. Ellos te quieren y te dan cuanto necesitas. Junto a ellos te sientes segur@ y content@, porque sabes que ellos te defienden y miran por ti y así tú puedes vivir tranquil@ y alegre.

Este sentimiento bonito y agradable es el que quiere poner Jesús en nuestro corazón de hi-jos de Dios. Con sus ejemplos y palabras, llenas de sencillez y poesía, nos hace ver que Dios es nuestro Padre y que se preocupa por nosotros, cuida de nosotros, porque nos quiere más que nadie en el mundo, de manera que nosotros, sus hijos, podemos vivir confiados en sus brazos de Padre bueno. Como dice Jesús, el buen Padre del cielo, que con tanto amor cuida de los pá-jaros y las flores, ¿no va a cuidar mucho más de nosotros que somos sus hijos? Es como si el Señor nos dijera: Confiad en vuestro Padre del cielo. Vivid alegres y en paz, porque sois sus hijos. No temáis, hijos de Dios, que él mira por vosotros y es bueno y poderoso.

Este sentimiento de confianza filial en Dios es profundamente cristiano. Procura vivir tú también en esta gozosa paz y confianza. Entrégate tranquil@ en las manos

del Padre Dios para todo lo que él quiera de ti, porque te ama de verdad. ¡Confía en Dios! Dile siempre SÍ a todo lo que él disponga, sea agradable o desagradable, porque, a fin de cuentas, será siempre lo mejor. Pase lo que pase en tu vida, confía en Dios, porque te ama y desea lo mejor para ti, aunque a veces no lo entiendas.

● RESPONDO A DIOS

Podrías hacer la oración así: sentad@ tranquilamente, imagínate que estás en el campo, en un sitio lleno de hierba, de pájaros y de flores. Siente la suavidad del aire, el movimiento de las hojas, el canto de las aves, el olor y colorido de las flores… Dale gracias al buen Padre Dios porque cuida de todo y mucho más de ti. Dile que confías en él y te entregas a su voluntad de todo corazón.

Buen Padre Dios, te doy las gracias porque me quieres y cuidas de mí. Me entrego confiadamente en tus manos. ¡Yo estoy segur@ de ti! Deseo hacer de mi vida un SÍ continuo a tu voluntad. Acepto todo lo que tú

quieras de mí. Haz de mí lo que quieras. Yo viviré confiad@ y content@, porque sé que eres mi Padre Dios.

Te pido que todos tus hijos los cristianos confíen en ti, que vivan contentos y confiados en tus manos y así nos parezcamos a nuestro Hermano Jesús, vivamos como él y vayamos al cielo, a tus brazos de Padre para siempre.

Así sea.

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MEDITACIÓN 2

Lo primero, el Reino de Dios

● DIOS ME HABLA Dijo Jesús: -Vosotros buscad sobre todo el Reino de Dios y su justicia. Lo demás se os dará por

añadidura. (Mateo 6, 33)

● REFLEXIONO

Tú sabes que las personas mayores (a veces también los niños) andan por la vida llenos de preocupaciones. Parece que nunca tenemos bastante. Todo son angustias, deseos, prisas, ¡más, más, más!

Pero este exceso de preocupaciones y de querer siempre más no es bueno y ahoga los sen-timientos más nobles que hay en el corazón de los hombres. Por eso Jesús nos advierte del peli-gro y nos orienta. Él nos dice que no andemos por la vida angustiados, poniendo todo nuestro afán en buscar los bienes materiales y olvidándonos de lo verdaderamente importante, noble y más humano de todo: ¡el Reino de Dios y su justicia! Esto significa que, para un cristiano, lo primero tiene que ser Dios y su Reino. Todo lo demás (bienes materiales, paz, progreso…) se nos dará por añadidura.

Y ahora piensa en ti mism@: ¿es Dios lo primero y lo más importante en tu vida? Por ejem-plo, ¿por qué estudias: por ti mism@, por las notas, por ganar mucho dinero cuando seas mayor, por los regalos de tus padres? ¿O estudias por Dios, por cumplir su voluntad? Lo otro también es bueno, pero ¿qué es lo más importante en tu corazón? ¿Vives angustiad@, demasiado intere-sad@ en tus caprichos, comodidades, juegos, ropa…? ¿Tendrás que cambiar algo en tu vida?

● RESPONDO A DIOS

Jesús te ha hablado. El Evangelio que has leído es su Palabra. Te ha invitado a buscar ante todo el Reino de Dios. ¿Qué le respondes?

Para hablarle, pon tu cuerpo en postura respetuosa. Cuéntale con sencillez lo que hayas pensado en la reflexión. Si quieres, puedes terminar la oración diciéndole:

Gracias, Jesús, por tus palabras y por tus orientaciones. Me hacen mucha falta. A mí y a todos.

Tú ves, Señor, que yo busco muchas cosas en mi vida y, a veces, no te busco a ti. Mis deseos están demasiado cerrados en mí mism@ y necesito tu ayuda para bus-car ante todo el Reino de Dios.

Dame la fuerza del Espíritu Santo para que Dios sea siempre lo primero en mi vida. Que viva como tú: entregad@ a la voluntad del Padre y olvidad@ de mí mism@.

Te pido que concedas esto también a todos los cristianos, de manera que lle-guemos a ser luz para los hombres y todos nos ayudemos a encontrar el rostro del Padre. Así sea.

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Tiene dos meditaciones sacadas del Evangelio de San Mateo, capítulo 18, versículos del 1 al 4 y del Evangelio de San Marcos, capítulo 9, versículo 35. Estos Evangelios dicen así: Se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: -¿Quién es el más importante en el Reino de Dios? Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: -Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el Reino de Dios. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de Dios. (Mateo 18, 1-4)

Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos. (Marcos 9, 35)

NOTA SOBRE LA LECTURA DE ESTOS EVANGELIOS He querido seleccionar algunas frases de dos Evangelios distintos porque tienen la misma idea y es muy importante para la vida cristiana. El segundo, el de San Marcos, cuenta que Jesús y sus discípulos llegaron a Cafarnaún, donde vivían normalmente y les preguntó: -¿De qué veníais discutiendo por el camino? Ellos le dijeron que a ver quién era el más importante en el Reino que Jesús anunciaba. Entonces Jesús les dijo que el más humilde y el servidor de todos, ése era el más importante en el Reino de Dios. Luego llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y lo tomó en brazos, diciendo que el que acoge a un niño por amor suyo, le acoge a él en persona. Pero de esto ya meditaste en otra ocasión. Ahora puedes meditar sobre la idea principal que contienen las dos lecturas que has visto arriba y que es la humildad cristiana y el servicio a los demás. Lo puedes hacer en estas dos meditaciones: Meditación 1. Como niños pequeños ante Dios Meditación 2. Servidores de los demás

EL MÁS IMPORTANTE EN EL REINO DE DIOS

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El que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de Dios

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MEDITACIÓN 1

Como niños pequeños ante Dios

● DIOS ME HABLA

Dijo Jesús: -Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el Reino de Dios. Por

tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de Dios. (Mateo 18, 4)

● REFLEXIONO

Los apóstoles no habían entendido todavía lo que era el “Reino de Dios” que anunciaba Je-sús. Creían que era un reino como los de este mundo, con jefes importantes y súbditos obedien-tes ¡Y discutían sobre quién de ellos era el más importante en ese reino! Al llegar a Cafarnaún, se lo preguntaron al Señor. Él dijo a sus apóstoles (y en ellos a todos los cristianos) que, si que-rían ser grandes ante Dios, tenían que hacerse pequeños como un niño… ¡Toma ya!: para ser grandes, hacerse pequeños. ¿Qué significa esto? Ahí van unas pistas para descubrirlo:

¿Te imaginas cómo estaría aquel niño que Jesús presentó ante los apóstoles? En medio de tantos mayorotes que le miraban en silencio… Se veía pequeño, insignificante, débil, mirando hacia arriba a las caras barbudas de los apóstoles. ¡Era tan poca cosa ante ellos! Y Jesús dice a sus amigos:

-Así tenéis que ser ante Dios: sentiros pequeños ante él, como este niño ante vosotros, por-que lo sois de verdad. Tenéis que caer en la cuenta de que no sois nada ante Dios; que sois como los niños pequeños que todo lo reciben de sus padres y nada tienen ni pueden por sí mismos. Además, tenéis que recibir el Reino de Dios con humildad y alegría, como los niños pequeños lo reciben todo de sus padres. ¡Así seréis grandes ante Dios y los más importantes en su Reino!

Esto es lo que dice Jesús. ¡Y qué bien nos viene!… ¡Si somos unos pobrecitos que no tene-mos nada por nosotros mismos! Este sentimiento de humildad es muy bueno, es la verdad. Por eso nos lo recomienda Jesús al decirnos que nos hagamos pequeños como niños ante Dios.

Entonces, ¿eres tú “pequeñ@ ante Dios? Conviene que reflexiones sobre esto y te examines a ti mism@ con sinceridad, porque es

importante.

● RESPONDO A DIOS Tu postura para hacer la oración de hoy tiene que ser de gran humildad, por ejemplo de rodillas, con

las manos juntas. Habla con Dios sobre lo que has pensado en la reflexión. Díselo con tus propias palabras, sin preo-

cuparte de cómo lo dices. Estás ante tu Padre Dios y él te entiende.

Gracias, Jesús, por lo que me has enseñado. Al pensar en tus palabras, he des-cubierto que algunos días, cuando adoro al Padre, o le ofrezco un sacrificio, me viene la idea de que me tiene que mirar como más importante que los demás. Ahora veo que es una equivocación y te agradezco que me lo hayas enseñado.

Desde hoy me pongo en las manos del Padre como un niño pequeño que todo lo recibe de él y le serviré con alegría y agradecimiento, sin desear nada a cambio, sino que se cumpla siempre su voluntad. Así me pareceré a ti.

Ayúdame a ser humilde ante Dios y ante los demás. Así sea.

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MEDITACIÓN 2

Servidores de los demás

● DIOS ME HABLA Dijo Jesús: -El que quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.

(Marcos 9, 35)

● REFLEXIONO Pensabas en la meditación anterior que, para ser grandes ante Dios, hay que hacerse peque-

ños como un niño. Pero esto no basta. Jesús nos dice que hay que hacerse pequeño también ante los demás. Que hay que ser el último y el servidor de todos. Pero ¿cómo?

Desde luego, creo yo, no se trata de despreciarse uno a sí mismo, ni de portarse ante los de-más de una manera llamativa y ridícula por querer hacerse como el último de todos. ¡Eso sería una bobada! Me parece que Jesús nos habla de dos cosas: una interior y otra exterior de cada uno.

La interior es lo que solemos llamar “humildad” y que consiste en no creernos superiores a los demás, despreciando a otros. Somos lo que somos y nada más. Tal vez seas más list@ que otros, o más fuerte, o más simpátic@, pero no por eso eres superior a los que tienen menos cua-lidades que tú. Esto, en lo interior.

La exterior es que tenemos que ser servidores de los demás, con naturalidad, sin sentirnos por eso dignos de premio o alabanzas. Hay que ser buenos y amables con todos y estar dispues-tos a ayudar a quien sea, hacer favores sin pedir recompensa, con alegría y sencillez.

Fíjate en Jesús: siendo Dios, se hizo hombre como nosotros para ayudarnos y servirnos. Lo dijo él mismo a sus discípulos: -“Yo no he venido a que me sirvan, sino a servir y a dar la vida en rescate por todos” (Mateo 20, 28).

Y no solamente lo dijo, sino que lo cumplió: al empezar la santa cena, lavó los pies de sus discípulos, cosa que era propia de esclavos en aquel tiempo. La escena es preciosa y puedes leerla en el Evangelio de San Juan, capítulo 13, versículos 1 al 17. Y dio por nosotros hasta la última gota de su sangre. Así fue servidor de todos.

Reflexiona mucho, porque esta orientación que te da Jesús es para que la vivas cada día, tanto en casa, como en el colegio, con tus amigos y aun con los que no te caen bien.

● RESPONDO A DIOS

Puedes hacer la oración sentad@, con los ojos cerrados para concentrarte mejor. Cuéntale a Dios si crees que eres humilde y servidor/a de los demás o no. Háblale de tus fallos y de tus aciertos en este aspecto del espíritu cristiano. Y pídele su ayuda para ser como Jesús. Si lo prefieres, aquí tienes una oración:

Padre bueno, tú sabes cómo soy. Tú me conoces a fondo y sabes que hay en mí de todo: hago favores y soy egoísta; soy generos@, pero también exijo demasiado; me esfuerzo por ser amable, pero hay días que estoy inaguantable; a veces soy algo servidor/a de los demás y otras veces me creo el centro del mundo. ¡Ayúdame! Quiero ser como Jesús. Quiero ser siempre humilde ante los demás, olvidarme de mí para entregarme a los demás. No sé cómo podré hacerlo, pero confío en tu ayu-da. En ti confío, Padre bueno del cielo.

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Tiene dos meditaciones sacadas del Evangelio de San Lucas, capítulo 18, versículos del 9 al 14. Este Evangelio dice así: Jesús dijo esta parábola (1) por algunos que, teniéndose por justos (2), se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás: -Dos hombres fueron al Templo a orar. Uno era un fariseo (3), el otro un publicano (4). El fariseo, erguido (5), oraba así en su interior: -Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás: ladrones, injus-tos, adúlteros (6), ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo (7) de todo lo que tengo. El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo. Sólo se golpeaba el pecho, diciendo: -Oh Dios, ten compasión de este pobre pecador. Os digo que éste volvió a su casa justificado (8) y aquel no. Porque todo el que se enaltece (9) será humillado y el que se humilla será enaltecido.

(1) “Parábola”: cuentecillos o comparaciones con mucho significado. Jesús las usaba mucho en su predicación. (2) “Justos”: buenos delante de Dios, agradables a Dios. (3) “Fariseo”: algo así como especialista en la Ley de Israel. En las dos meditaciones que siguen verás más datos

sobre los fariseos. Eran bastante creídos e hipócritas. (4) “Publicano”: recaudador de los impuestos que la gente tenía que pagar a los dominadores romanos. Eran tenidos

por amigos de los romanos y pecadores. (5) “Erguido”: puesto en pie, muy tieso. (6) “Adúlteros”: infieles a su esposa, que se juntan con otra mujer que no es la suya. (7) “Pagar el diezmo”. Una de las normas de la Ley de Israel era que los israelitas diesen la décima parte (diezmo) de

sus cosechas o bienes para el culto divino y los sacerdotes. (8) “Justificado”: perdonado, libre de sus pecados y amigo de Dios. (9) “Enaltece”: el que se cree superior que los demás.

EL BUENO Y EL MALO… PERO AL REVÉS

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Jesús dijo esta parábola: -Dos hombres fueron al Templo a orar…

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MEDITACIÓN 1

El bueno era malo

● DIOS ME HABLA El fariseo, erguido, oraba así en su interior: -Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás…, ni como ese publicano.

(Lucas 18, 11)

● REFLEXIONO El fariseo oraba a Dios y le daba gracias porque no era como los demás: pecador y malo,

como el publicano que estaba allá atrás… Pensaba que él era amigo de Dios y el publicano no. Por eso, muy tieso, muy satisfecho de sí mismo, daba gracias a Dios y se sentía orgulloso por-que cumplía perfectamente la Ley y las 613 reglas añadidas por ellos mismos para poder cum-plirla mejor. Y, en consecuencia, pensaba que Dios tenía que estar contento de él, porque era tan santo y era mucho mejor que los demás. Así que miraba con desprecio al publicano, aquel mise-rable ignorante que estaba allá atrás, pecador, que no había estudiado como él la Ley de Israel y por eso no sabía cumplirla… Y como el publicano -pensaba el fariseo- así eran los demás del pueblo, gente ignorante y pecadora. ¿Cómo iban a compararse con él, tan santo, tan sabio, tan perfecto?

Con este cuadro del hombre soberbio, el Señor nos está diciendo, con toda claridad, que a Dios no le gustan los que son así. Que nadie, absolutamente nadie, por bueno que se crea, tiene ningún derecho a despreciar a otros, aunque sean malos, aunque estén apartados de Dios.

Recordarás que Jesús nunca despreció a los pecadores. Al contrario, los amó y los sigue amando. Jesús rechaza el pecado, pero no al pecador. Quiere que seamos buenos, pero no nos rechaza cuando somos malos.

Aquí tienes una orientación importantísima para la vida cristiana. Y ahora reflexiona: ¿tienes a veces algún sentimiento de ser superior a los demás, o de des-

preciar a otros porque eres mejor que ellos? ¡Pues ya sabes…!

● RESPONDO A DIOS Podrías ponerte de rodillas, como el humilde publicano. Habla con Dios de lo que has pensado en la

reflexión, o le dices esto:

Señor Jesús, Maestro bueno, tus palabras me han hecho pensar y me has ense-ñado a ser humilde. Te diré la verdad como la siento en mi corazón: sabes, Señor que quiero ser buen/a cristian@. Por eso leo tu Palabra, la medito y hago oración. Pero algunas veces, y precisamente por esto, me vienen sentimientos de que soy mejor que otros. Y ahora, con esta parábola, orientas mi espíritu hacia la verdad. Sé que nada tengo de mí, Señor, sé que a nadie puedo despreciar, ya que por mí mism@, soy igual que los demás. Enséñanos a todos a ser humildes y a estimar a los demás como verdaderos hermanos. Enséñanos a querer sinceramente a todos, aunque sean malos. Amén.

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MEDITACIÓN 2

El malo era bueno

● DIOS ME HABLA El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo. Só-

lo se golpeaba el pecho, diciendo: -Oh Dios, ten compasión de este pecador.

(Lucas 18, 13-14) ● REFLEXIONO

Recordarás (de la meditación anterior) que el fariseo estaba muy satisfecho y orgulloso de su perfección. Estaba lleno de sí mismo pero vacío de Dios, hinchado de vanidad y soberbia, hasta despreciar a los demás… Se apoyaba en sus propias fuerzas y creía que, al ser tan perfec-to, Dios tenía la obligación de preferirle a él antes que a los demás.

El publicano, en cambio, se veía vacío y pecador. Reconocía la verdad de su vida con toda sinceridad. Entonces, al verse tan vacío, se volvió hacia Dios y pidió con humildad su miseri-cordia y su perdón. No se apoyaba en sí mismo, ni en sus propias obras, sino en la misericordia de Dios. Y salió del templo, dice Jesús, vacío de sí mismo, pero lleno de Dios.

Vamos a ver qué significa todo esto. Podríamos resumirlo así: ninguno puede ser amigo e hijo de Dios por sus propias fuerzas. La santidad cristiana no viene de nosotros mismos, ni de nuestras propias obras por perfectas que sean, sino de Dios. Es puro regalo de Dios. Por noso-tros mismos podremos llegar a ser, como mucho, hombres y mujeres más o menos perfectos, pero nada más. Pero ser hijos de Dios es otra cosa distinta, porque no pertenece a la naturaleza humana, sino a la naturaleza de Dios. Es algo “sobrenatural”. Así que no podemos tener otra postura ante Dios que la del publicano: pedir al Padre del cielo su misericordia y su amor. Te-nemos que ser ante Dios profundamente sinceros y humildes, confiar del todo en el Señor y entregarnos en sus manos de Padre bueno. Entonces, como el publicano, estaremos llenos de Dios.

● RESPONDO A DIOS

La reflexión que hoy has hecho tiene que dejar en tu espíritu un gran sentimiento de humildad y con-fianza en Dios. Tiene que darte también un profundo convencimiento de que no puedes apoyarte sola-mente en tu propio esfuerzo, sino en la misericordia del Señor.

Habla con él de esto y recuerda que la postura debe ser correcta y respetuosa. Si quieres, ponte co-mo el publicano…

Jesús, te doy las gracias porque con tus palabras has iluminado el camino de mi vida.

Ahora sé que para ser hij@ de Dios, tengo que poner de mi parte todo lo que pueda, pero sabiendo que la gracia de ser como tú viene de ti, Jesucristo, Hijo Santo de Dios bendito.

Yo pondré el vaso de mi esfuerzo, pero solamente tú puedes llenarlo con el agua limpia de la santidad.

Me pongo en tus manos para que hagas de mí lo que quieras. Yo intentaré ser lo mejor que pueda, pero sé que aun este deseo y este esfuerzo son puro regalo de tu bondad.

¡Gracias, Jesús!

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Tiene dos meditaciones sacadas del Evangelio de San Marcos, capítulo 10, versículos 17 al 30. Este Evangelio dice así:

Cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo (1) y le preguntó: -Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le contestó: -Ya sabes los Mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio (2), no robarás, no darás falso testimonio (3), no estafarás, honra a tu padre y a tu madre. Él replicó: -Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño. Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: -Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme. A estas palabras, él se puso muy serio y se marchó pesaroso, porque era muy rico… Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: -Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el Reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja (4) que a un rico entrar en el Reino de Dios. Ellos se espantaron y co-mentaban: -Entonces, ¿quién puede salvarse? Jesús se les quedó mirando y les dijo: -Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo. Pedro se puso a decirle a Jesús: -Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. Jesús dijo: -Os aseguro que quien deja su casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras por mí y por el Evangelio (5) recibirá ahora en este tiempo cien veces más y en el futuro vida eterna (1) Por el Evangelio de San Mateo sabemos que era un chico joven. (2) “Adulterio”: cuando una persona casada se junta con otra que no es su marido o su mujer. (3) “Dar falso testimonio”: en los juicios, cuando el testigo miente queriendo. (4) “Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja…” Era un refrán popular para indicar que una cosa es

dificilísima. (5) “Por el Evangelio”: por la predicación del Evangelio. Es casi igual que “por el Reino de Dios”.

POR JESÚS, TODO

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Vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres… y luego sígueme.

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MEDITACIÓN 1

Se acobardó y dijo “NO”

● DIOS ME HABLA Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: -Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres… y luego sí-

gueme. A estas palabras, él se puso muy serio y se marchó, porque era muy rico.

(Marcos 10, 21-22) ● REFLEXIONO

Si has leído con profundidad las frases de Jesús en DIOS ME HABLA, habrás notado que son francamente duras y exigentes. Jesús lo pide todo, todo, todo… a los que escoge para ami-gos y apóstoles suyos. Les pide una entrega total, sin condiciones: la renuncia a todo lo que se tiene para seguirle a él en pobreza.

Este chico llamado por Jesús era bueno. Pero tenía deseos de algo más, tal vez la perfección total. Él había visto esa perfección en Jesús y le preguntó sinceramente qué más tenía que hacer. Jesús le miró con cariño (como te mira a ti y a los que ha llamado para ser amigos suyos) y le invitó a dar un paso de gigante: dejarlo todo por Jesús, dejarse a sí mismo y pasarse del todo a Jesús. ¡Pero se acobardó ante el esfuerzo que le pedía el Señor! No había visto en Jesús el ma-yor tesoro del mundo y se alejó triste. Prefirió el dinero antes que a Jesús. No le pedía el Señor dejarlo todo para dejarle vacío, no, sino para llenarle de lo más maravilloso, de lo más noble y santo: ¡de Jesús!

Ante este hecho del Evangelio, hemos de ser valientes y enfrentarnos con esta idea: si que-remos ser amigos y apóstoles de Jesús, tenemos que estar dispuestos a todo por él. Esto es muy serio, tal vez demasiado serio para tu edad… Pero yo creo que los niños sois capaces de esfuer-zos gigantes cuando veis la verdad.

Es conveniente que reflexiones con paz y serenidad sobre lo que acabas de leer, porque te encuentras ante uno de los puntos más importantes de la vida cristiana.

¿Te sientes capaz de todo por amor a Jesús?… ¿Te pide algo Jesús que aún no has tenido valor para darle?… Si no te sientes fuerte, ora mucho al Señor y también a María que se entregó toda a Dios.

● RESPONDO A DIOS La oración de hoy debería ser una súplica humilde y confiada a Jesús para que te haga fuerte y seas

fiel a su llamada. Por eso, podrías ponerte de rodillas y juntar las manos. Puest@ así, procura sentir que Jesús te está mirando con cariño, como al chico del Evangelio…

Señor, al leer lo del chico a quien llamaste y no quiso seguirte, siento pena por él. ¡No supo ver en ti lo mejor del mundo!

También siento alegría porque creo que me estás llamando a mí. Pero no podría dártelo todo si tú no me ayudas con la fuerza de tu Espíritu.

Mira mi corazón. Sabes muy bien, Señor, que algunas veces no soy valiente. Pero yo quiero decirte “SÍ” a todo, aunque me pidas mucho, aunque me cueste, porque te prefiero a ti por encima de todo. Tú te diste todo por mí y yo quiero darme tod@ a ti.

Haz, Señor, que estos deseos no se me queden en simples palabras, sino que te dé lo que me pides en cada momento del día.

También te pido por los que son llamados por ti a la vida sacerdotal o religiosa. Haz que sean fieles a tu llamada y se llenen de ti. Amén.

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MEDITACIÓN 2

Los verdaderos amigos de Jesús

● DIOS ME HABLA

Pedro se puso a decirle a Jesús: -Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. Jesús dijo: -Os aseguro que quien deja casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o

tierras por mí y por el Evangelio, recibirá ahora en este tiempo cien veces más y en el futu-ro vida eterna.

(Marcos 10, 28-30)

● REFLEXIONO No es que fueran ricos (alguno sí) los apóstoles llamados

por Jesús, pero tampoco eran pobres. Tenían lo suficiente para vivir de su trabajo sin apuros. Un día, Jesús los llamó, como al joven rico, y les pidió que lo dejasen todo y se fueran a vivir con él para siempre. Ellos sabían que, si seguían a Jesús, tendrían que vivir en pobreza y sacrificio. Sabían que, si decían SÍ a la llamada del Señor, su vida cambiaba total-mente y se acababan las pequeñas comodidades (la casa, la familia, el descanso…). Pero ellos vieron en Jesús algo muy superior a todos los bienes de la tierra y no se equivocaron. En Jesús encontraron un tesoro maravilloso, una vida nueva

llena de paz y amor. ¡En Jesús encontraron a Dios! Es verdad: Jesús pide mucho a sus amigos, pero es para darles más, infinitamente más. Fija

bien esto en tu mente: si estás decidid@ a ser su amig@, Jesús te pedirá muchos esfuerzos y sacrificios, pero no temas, ¡no tejará vací@ Te llenará el corazón con una alegría maravillosa, una paz y un amor a los demás que no se pueden comparar con ningún bien de este mundo. ¡Y luego tendrás el premio eterno del cielo, junto a Jesús!

Créeme: merece la pena sacrificarse por seguir a Jesús. Él es un Amigo que nunca falla.

● RESPONDO A DIOS Jesús te mira también a ti y te llama. ¿Qué le vas a responder? Si no te atreves a decirle SÍ, cuéntale

tu dificultad. Pero si estás decidid@ a ser amig@ suy@ de verdad, puedes ponerte de pie y entregarte a él con humildad y confiando en su ayuda.

Jesús, he reflexionado y quiero decirte ¡SÍ! Sé que has fijado tu mirada en este pobre corazón mío, tan débil, tan capricho-so y me llamas para ser tu amig@. Sé también que, para seguirte con fidelidad, tendré que olvidarme de mí mism@, de mis caprichos. Tendré que cumplir bien con mi deber, obedecer con alegría, ser útil a los demás y quererlos aunque me caigan mal. Me doy cuenta de que esto es difícil y va a ser muy duro para mí. Pero cuento con tu ayuda. Tú has dado todo por mí, hasta la ultima gota de tu sangre y necesito corres-ponder a tu amor. Por eso, Señor, te pido que me ayudes y me des la fuerza que diste a los após-toles para entregártelo todo, todo, todo. Sólo deseo estar siempre contigo. Éste será mi premio, mi corona y mi alegría, porque sé que, teniéndote a ti, lo he ganado todo y lo tendré para siempre. Terminas rezando el Ave María, para que la Madre del cielo te ponga con su Hijo para siempre.

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NOTA IMPORTANTE

Desde ahora, si has dicho SÍ al Señor, conviene que recuerdes de vez en cuando que te has entregado a él.

Recuérdalo con frecuencia, por ejemplo al comenzar el trabajo del día, cuando sientas que te cuesta ser buen@ con los demás, o que el cansancio y el mal humor te empujan a hacer alguna tontería… Pero no te angusties si, después de haberte entregado a Jesús, vuelves a tener fallos tal vez un tanto serios. Eso les ocurrió también a los apóstoles, pero siguieron unidos a Jesús, fueron mejorando día tras día con la fuerza del Espíritu Santo y llega-ron al sacrificio supremo de dar la vida por Jesucristo.

Lo importante es que ya desde ahora procures ser cada vez mejor y lo hagas por Jesús.

Él te ayudará y estará contigo para bendecirte cuando seas buen@, o para perdonarte y animarte cuando hayas tenido algún fallo.

¡Confía en Jesús!

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Tiene dos meditaciones sacadas del Evangelio de San Lucas, capitulo 10, versículos del 25 al 37. Este Evangelio dice así:

Se presentó un maestro de la Ley y preguntó a Jesús: -Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: -¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella? Él contestó: -Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo (1) como a ti mismo. Jesús le dijo: -Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida. Pero el maestro de la Ley preguntó a Jesús: -¿Y quién es mi prójimo? Jesús dijo: -Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó. Cayó en manos de unos ban-didos que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo me-dio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita (2) que llegó a aquel sitio: al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano (3) que iba de viaje llegó a donde estaba el herido y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas echándoles aceite y vino y, montándolo en su propia cabal-gadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente sacó dos denarios (4) y dándoselos al posadero, le dijo: -Cuida de él y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta. -¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos? El maestro de la Ley contestó: -El que se compadeció de él y le ayudó. Jesús le dijo: -Anda, haz tú lo mismo. (1) “Prójimo” significa “próximo”, cercano. (2) “Levita”: descendiente de la Tribu de Leví. Éste fue el tercero de los doce hijos que tuvo el Patriarca Jacob (llama-

do también Israel), de los cuales se formaron las llamadas “doce tribus de Israel, que son el antiguo Pueblo de Dios. Los levitas eran los encargados de cuidar del Templo, del Arca de la Alianza, de las ceremonias del culto en el Templo de Jerusalén.

(3) “Samaritano”: habitante de la provincia de Samaria. En la siguiente meditación veras más datos sobre los samari-tanos.

(4) “Denario”: moneda de un valor aproximado a lo que hoy gana un trabajador en un día.

EL BUEN SAMARITANO

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-“Haz tú lo mismo”

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MEDITACIÓN 1

Si no amas al prójimo, no amas a Dios

● DIOS ME HABLA

Dijo Jesús: -¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los

bandidos? El maestro de la Ley contestó: -El que se compadeció de él y le ayudó. Jesús le dijo: -Anda, haz tú lo mismo.

(Lucas 10, 36-37) ● REFLEXIONO

En esta preciosa parábola, Jesús quiere enseñarnos esto: lo que más desea Dios de nosotros es que nos queramos de verdad y que ayudemos a los que lo necesitan. Ésta es la Ley del cris-tiano. El que no cumpla esta Ley, no vive como Dios quiere, aunque esté bautizado, aunque se crea buen cristiano, aunque rece mucho y haga grandes sacrificios por Dios.

Vamos a pensarlo, porque hemos llegado a lo principal de la vida cristiana. Aparecen en la parábola (además del hombre herido) tres personas: un sacerdote, un levita y un samaritano. Los sacerdotes y los levitas eran, como si dijéramos, los profesionales de la religión judía. Ellos tenían el compromiso de cumplir la Ley de Israel con la mayor perfección. El samaritano era como un maldito para los judíos. Los samaritanos estaban considerados como traidores a la Ley de Israel porque, en contra de lo mandado en dicha Ley, se habían mezclado con extranjeros y se habían construido un templo distinto del de Jerusalén. Por estos motivos, los samaritanos eran mal vistos y despreciados por los judíos.

Ahora fíjate: el sacerdote y el levita no quieren atender al herido. Pero no por pereza o por desprecio, sino porque iban al Templo de Jerusalén para adorar a Dios y tenían una ley que les prohibía acercarse al altar del Templo si se contaminaban con sangre de un muerto (ellos sospe-chaban que aquel hombre podría estar muerto). Si se manchaban con aquella sangre, quedaban impuros y se tenían que hacer unos lavados y purificaciones especiales antes de acercarse al altar. ¡No atendieron al herido porque iban a adorar a Dios! ¡Así, como lo lees!

El samaritano, en cambio, ni piensa en la ley de no contaminarse con la sangre de un muer-to. Solamente ve que allí hay un hombre tendido que necesita ayuda y lo atiende con interés y pagando de su bolsillo. Este samaritano es el que se portó como Dios quiere.

Pues ahí tienes el significado de la parábola de Jesús: la norma suprema del cristiano es el amor al prójimo. ¡Incluso por encima de adorar a Dios! Mira lo que dice San Juan: “Si alguno dice “amo a Dios”, pero no ama a su hermano, es un mentiroso (1ª Carta de San Juan, 4, 20). ● RESPONDO A DIOS

La oración puede ser de ACOGIDA, es decir, recibir con alegría en tu corazón y con deseo de cum-plirla, esta enseñanza de Jesús. También puedes pedir ayuda para ti y para todos los demás, con el fin de que todos vivamos la Ley del Amor dada por Jesús. Te pones en postura correcta, sin exagerar y le dices al Señor lo que quieras, por ejemplo:

Quiero darte las gracias, Jesús, por lo que me has enseñado en la parábola del buen samaritano. Ahora sé el camino para vivir como Dios quiere: el amor al prójimo. Jesús, yo deseo cumplir muy bien tu mandato de amar a los demás como tú nos amas. Voy a querer a todos lo mejor que pueda, aunque tenga que sacrificarme. ¡Ayúdame! También te pido por los demás. Haz que todos nos entendamos y nos quera-mos, que nos interesemos por los necesitados y ayudemos a los que sufren. Así se-remos como Dios quiere y habrá en el mundo justicia, paz y alegría. Así sea.

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MEDITACIÓN 2

El buen samaritano es…¡Jesús!

● DIOS ME HABLA …Pero un samaritano llegó a donde estaba el herido y, al verlo, le dio lástima, se acercó,

le vendó las heridas… y lo cuidó. (Lucas 10, 33-34)

● REFLEXIONO

Para hacer la meditación de hoy, podrías hacer una relectura (volver a leer) de la parábola del buen samaritano, pero reflexionando así:

El herido es el hombre, todo ser humano de todas las épocas y razas. Tú también. Las heridas son los pecados: las injusticias, odios, robos, crímenes, egoísmos, mentiras,

desprecios… en fin, todo lo que hace malo al hombre y lo destruye. Y también tus propias fal-tas, pecados, defectos, fallos…

El buen samaritano es Jesús. Ahora piensa: estaban los hombres (tú también) heridos de muerte por sus pecados. Nadie

podía salvarnos. Todos estábamos perdidos para siempre. Dios nos veía así, heridos, destroza-dos por el pecado y apartados para siempre de su felicidad. Y como Dios es AMOR, quiso acu-dir en ayuda de los hombres.

Fue entonces cuando se acercó a nosotros haciéndose hombre como nosotros y nos ayudó, nos salvó de la muerte eterna muriendo él por nosotros.

¡Realmente, Jesús es el verdadero buen samaritano de todos los hombres! Por eso, nosotros debemos estar muy agradecidos a nuestro Señor Jesucristo, darle gracias

sinceramente y quererle con todo nuestro corazón.

● RESPONDO A DIOS Si tienes a la vista una cruz con la figura de Jesús clavado en ella, haz la oración mirándole, puest@

de rodillas. Si no tienes la cruz, imagínate que estás junto a la cruz de Jesús en el Calvario… Mírale des-pacio, viendo lo que ha hecho por salvarte a ti y a todos.

Dale las gracias con mucho amor y prométele que tú también harás lo posible por querer y ayudar a los demás. Si lo prefieres, puedes decirle esto:

Señor nuestro Jesucristo: cuando pienso en todo lo que has hecho por salvar-nos, siento un gran agradecimiento y se me llena el corazón de alegría.

¡Sí, tú eres el buen samaritano! Tú no pasaste de largo ante la miseria de la humanidad, ni te hiciste el desentendido, sino que te inclinaste hacia nosotros, he-ridos por el pecado. Viniste a nosotros, hecho hombre, y nos curaste con tu propio sacrificio.

Por eso, Señor, porque nos quieres tanto, te doy las gracias de corazón y te pi-do que también nosotros nos queramos y nos ayudemos unos a otros.

Quiero verte y ayudarte en los pobres, en los que sufren y en los que necesiten ayuda. Así seré yo también un buen samaritano, como tú. Y sé que, ayudando a los demás, te estoy ayudando a ti.

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-30-

Tiene dos meditaciones sacadas del Evangelio de San Marcos, capítulo 4, versículos 1 al 8 y 14 al 20. Este Evangelio dice así:

Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca. Se sentó y el gentío se quedó en la orilla. Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar:

-Escuchad: salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron.

Otro poco cayó en terreno pedregoso donde apenas tenía tierra. Como la tierra no era profunda, brotó enseguida, pero en cuanto salió el sol, se abra-só y, por falta de raíz, se secó.

Otro poco cayó entre zarzas. Las zarzas crecieron, lo ahogaron y no dio grano.

El resto cayó en tierra buena. Nació, creció y dio grano. Y la cosecha fue del treinta, del sesenta, o del ciento por uno.

Y añadió: -El sembrador siembra la Palabra (1). Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la Palabra, pe-

ro en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos.

Hay otros que reciben la semilla como terreno pedregoso. Al escucharla, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la Palabra (2) enseguida caen.

Hay otros que reciben la semilla entre zarzas. Éstos son los que escu-chan la Palabra, pero las preocupaciones de la vida, la atracción de las rique-zas y el deseo de todo lo demás, los invaden, ahogan la Palabra y se queda sin fruto.

Los otros son los que reciben la semilla en tierra buena. Escuchan la Pa-labra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.

(1) Se refiere a la Palabra de Dios que Jesús y sus apóstoles siembran en los corazones de los oyentes. (2) “Persecución por la Palabra”. Quiere decir las persecuciones contra los que quieren ser fieles a la Palabra de

Dios, o contra los que desean ser de veras cristianos.

LA SEMILLA Y LA TIERRA

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Salió el sembrador a sembrar…

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MEDITACIÓN 1

¡Hoy tienes control!

● DIOS ME HABLA Salió el sembrador a sembrar. Algo cayó al borde del camino… Otro poco cayó en te-

rreno pedregoso… Otro poco cayó entre zarzas… El resto cayó en tierra buena… (Marcos 4, 3-8)

● REFLEXIONO

Sí, hoy tienes control. Te lo va a poner Jesús y verás por qué: seguramente llevas ya bastan-te tiempo meditando la Palabra de Dios y ya es hora de ver los resultados que va produciendo en tu corazón. Tú eres como la tierra. La Palabra de Dios es la semilla. Ahora es el momento de hacer un control para ver con sinceridad si esa semilla va dando en ti mucho fruto, o poco, o nada. Y también para analizar los motivos del fruto o no fruto que te va dando. La parábola de Jesús que acabas de leer en el recuadro del Evangelio de San Marcos te irá ayudando en este control. ¿Con qué terreno te identificarías?:

1. El camino. Son personas que no hacen ningún caso a la Palabra de Dios. Se cierran a Dios y no les interesa para nada. Su corazón es duro como la tierra de un camino. Ahí no entra la Palabra de Dios. Tú no eres así.

2. El terreno pedregoso. Son personas ligerillas. Se cansan pronto, porque viven sólo de impresiones del momento. Escuchan la Palabra de Dios y parece que les ha entrado un poco en el corazón y van a mejorar, pero no, a la media hora, ¡igual que antes! Total, nada. No serás tú así, ¿verdad?

3. Las zarzas. Los que reciben la Palabra de Dios con alegría y comienzan a dar fruto, a ser mejores, pero este brote espiritual no llega a madurar. Tal vez porque las preocupaciones (las de tu edad, claro) les van enfriando, o los deseos de vivir demasiado bien y tener de todo, les hacen olvidar la Palabra de Dios. Terminan abandonando. De estos hay bastantes… ¡Échate un vista-zo por si acaso…!

4. La tierra buena. Como dice Jesús, son personas que escuchan la Palabra de Dios, la aceptan y dan fruto verdadero. Unos más, otros menos, cada uno según sus posibilidades, pero con sinceridad y buena voluntad. Hay niñ@s así: tierras excelentes, llenos de sencillez, entu-siasmados con Jesús y su Reino. Podrán tener algún fallo, como todo ser humano, pero con la ayuda de Dios siguen adelante. ¡Quiera Jesús que tú seas así!

Y ahora piensa: ¿qué tierra eres tú?

● RESPONDO A DIOS Sentad@ tranquilamente, piensa que Jesús te está mirando con cariño. Él conoce hasta el fondo de

tu corazón y desea para ti lo mejor del mundo. Dile con sinceridad lo que hayas pensado en el “control” de la reflexión. Como esto es muy personal, lo mejor sería que se lo dijeras con tus propias palabras. Pero si o aciertas, aquí tienes una oración:

Jesús, yo quisiera ser tierra buena para recibir tu Palabra y dar mucho fruto. Me gustaría acoger tu Palabra como tierra limpia, tierra cálida de cariño a ti, don-de tu Palabra nazca llena de ilusión por ti y por tu Reino. Espero que me ayudes, porque si no, este corazón mío será como tierra dura y seca, me cansaría pronto de ser como tú quieres y echaría a perder la semilla de tu Palabra. Tú, que eres el sembrador y el que da el crecimiento a la semilla, haz que yo sea tierra de la buena y dé el fruto que tú esperas.

Esto te pido también, Señor: que todos los cristianos reciban tu Palabra como tierra buena y den mucho fruto, para que el mundo se llene de ti y hagamos un mundo nuevo y feliz y no como éste que tenemos ahora, todo estropeado por las violencias, los vicios y la falta de amor. Amén.

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MEDITACIÓN 2

La mejor tierra… ¡María!

● DIOS ME HABLA …Los otros son los que reciben la semilla en tierra buena. Escuchan la Palabra, la acep-

tan y dan una cosecha… del ciento por uno. (Marcos 4, 20)

● REFLEXIONO

La mejor tierra que ha existido en el mundo para recibir la se-milla de la Palabra de Dios es el corazón de la Santísima Virgen María. ¡Ella sí que acogió con fe y con amor esa semilla! ¡Ella sí que dio fruto! Ya desde niña escuchaba la Palabra de Dios en la sinagoga del pueblo, la acogía con mucha fe, reflexionaba sobre lo que había oído y oraba al Señor llena de humildad y amor. La Pa-labra de Dios era para ella el alimento diario, la orientación de su vida y el más puro gozo de su espíritu. Dios hablaba a esta fiel hija suya y ella decía siempre SÍ, pero un SÍ total, como la esclava más humilde del Señor. Cuando Dios le dijo que su Hijo se iba a hacer niño en ella, María respondió: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí lo que has dicho”. Y en aquel momento, la verdadera

Palabra de Dios, que es su Hijo, quedó sembrada en el cuerpo de María y más aún en su espíritu. Y luego, en lo profundo de su cuerpo y de su espíritu, la “Palabra” fue creciendo. Día a día, el amor y la fe de María fueron dando vida a esa “Palabra” santa de Dios: JESÚS. Hasta que, nue-ve meses más tarde, de la buena tierra de María brotó aquella Espiga maravillosa, aquella Gran Luz que había de iluminar a todo el universo.

Después del nacimiento de nuestro Bien, María siguió acogiendo la Palabra en su corazón, porque todo lo que veía en su santo Hijo y todo lo que iba sucediendo, ella lo guardaba y lo meditaba fielmente. Y de ella brotó también la espiga santa que iba a llenar todo el mundo: la Iglesia de Jesús, que somos los cristianos.

Ya ves si María fue la mejor tierra…

● RESPONDO A DIOS Si tienes una medalla de la Virgen, o un cuadro o postal suya, bésala con gran cariño. Luego pide

mucho a la Madre del cielo que te ayude a ser tierra buena, como ella, para la Palabra de Dios. Puedes terminar rezando despacio, pensando cada frase, esa oración tan bonita que aprendiste de

pequeñ@, cuando seguramente te la enseñó tu madre de la tierra:

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo.

Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre: JESÚS.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores,

ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Si no tienes una medalla de la Virgen colgada al cuello, pide uno de estos días a tus padres que te compren una, ¡pero no muy cara! O mejor te la compras tú con tus propios ahorros, que así la mirarás como cosa más tuya. Cuando la tengas, bésala de vez en cuando con mucho cariño.

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ÍNDICE

de la cuarta parte

Página

PRESENTACIÓN…………………………………………………………………………………………3 26. ASÍ VIVIRÁS COMO JESÚS…..………………………………………………………………….4 Meditación 1. Vivirás como Jesús si eres pobre en el espíritu…………..……..…………6 Meditación 2. Vivirás como Jesús si eres sufrid@………………………………….……...7 Meditación 3. Vivirás como Jesús si buscas tu consuelo en Dios………………….…….8 Meditación 4. Vivirás como Jesús si deseas ser fiel a la voluntad de Dios…………..…9 Meditación 5. Vivirás como Jesús si eres misericordios@………………………………10 Meditación 6. Vivirás como Jesús si eres limpi@ de corazón………….………………..11 Meditación 7. Vivirás como Jesús si trabajas por la paz…………………..…………..…12 Meditación 8. Vivirás como Jesús si estás dispuest@ a sufrir por ser fiel a Dios….....13 27. JESÚS NOS ENSEÑA A CONFIAR EN DIOS………………………………………………...14

Meditación 1. La confianza en Dios…………………………………….…………………..16 Meditación 2. Lo primero, el Reino de Dios………………………………..……………...17

28. El MÁS IMPORTANTE EN EL REINO DE DIOS…………………….………………………..18 Meditación 1. Como niños pequeños ante Dios……………………………..…………….20 Meditación 2. Servidores de los demás………………………………………….……...…21 .

29. EL BUENO Y EL MALO… PERO AL REVÉS…...………….…………………………………22 Meditación 1. El bueno era malo……….…………………………………………………...24 Meditación 2. El malo era bueno……….…………………………………………………...25

30. POR JESÚS, TODO….………………………………………………………………………...…26

Meditación 1. Se acobardó y dijo “NO”……………………………………………………..28 Meditación 2. Los verdaderos amigos de Jesús…………………………………………..29 Nota importante………………………………………………………..……………………....30

31. EL BUEN SAMARITANO……………….……………………………………………………..…31

Meditación 1. Si no amas al prójimo, no amas a Dios………………………….….…….33 Meditación 2. El buen samaritano es… ¡Jesús!……………..……………………………34

32. LA SEMILLA Y LA TIERRA………………………………………………………………………35 Meditación 1. ¡Hoy tienes control!…………………………………………………..………37 Meditación 2. La mejor tierra…¡María!……………………………………………………..38

ÍNDICE……………………………………………………………………………………………………39