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3 Seguidores del Maestro 1 Jesucristo: el Maestro por excelencia Lucas 4:31-37; 5:1-3 31 Descendió Jesús a Capernaum, ciudad de Galilea; y les enseña- ba en los días de reposo. 32 Y se admiraban de su doctri- na, porque su palabra era con autoridad. 33 Estaba en la sinagoga un hom- bre que tenía un espíritu de de- monio inmundo, el cual exclamó a gran voz, 34 diciendo: Déjanos; ¿qué tie- nes con nosotros, Jesús nazare- no? ¿Has venido para destruir- nos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios. 35 Y Jesús le reprendió, dicien- do: Cállate, y sal de él. Entonces el demonio, derribándole en me- dio de ellos, salió de él, y no le hizo daño alguno. 36 Y estaban todos maravillados, y hablaban unos a otros, dicien- do: ¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen? 37 Y su fama se difundía por todos los lugares de los contor- nos. 1 Aconteció que estando Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios. 2 Y vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendi- do de ellas, lavaban sus redes. 3 Y entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud. La autoridad de Jesucristo exige la completa obediencia a Sus enseñanzas. «Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad» (Lucas 4:32). La lección en resumen 4 Seguidores del Maestro 4 Seguidores del Maestro Jesucristo es el ejemplo por excelencia. Su excelencia consiste en Su sabiduría y en Su autoridad. Jesús tenía una aptitud divina para interpretar la verdad, aplicarla a si- tuaciones presentes y así estimular el aprendizaje en Sus oyentes. Uno de los ocios de más importancia en nuestras iglesias hoy día es el de enseñar. Nadie ejerce una inuencia tan grande sobre el espíritu y la vida de la congregación como lo hacen los maestros. Todo maestro cristiano halla en Cristo el modelo ideal. Si Dios le ha dado a usted el puesto de maestro, estudie esta lección detenidamente con un corazón abierto, a n de que el Maestro divino le enseñe. El Maestro Cristo no era maestro de profesión. Lo primero que nos impresiona de Jesús como maestro es que no escogió la profesión de maestro (es decir, de rabí). Dicha profesión estaba bien establecida en Sus días y era honrada grande- mente. Los maestros componían la clase culta de la sociedad; eran escrupulosamente preparados. Casi todos mostraban (cuando me- nos en lo externo) una obediencia exacta a la ley que enseñaban. Pero Jesucristo no recibió prepara- ción alguna para llegar a ser rabí. Raras veces se rerió a Sí mismo como maestro. Jesucristo fue un artesano convertido en maestro. Desde el punto de vista del judaísmo cere- monioso, era una persona inculta que se daba el derecho de enseñar. Muchos que lo conocían bien se sorprendieron al ver Su sabiduría y Su habilidad para enseñar. Le recordaban como carpintero, no como maestro. Su manera de enseñar Cristo enseñaba a cualquiera, en dondequiera. Enseñaba al aire libre, en las calles, a la orilla del mar, al lado de un pozo de agua, y en el campo abierto más allá del Jordán. Enseñaba en el patio del templo y en hogares particulares. Jesucristo con frecuencia tomó el tiempo para enseñar a indivi- duos en privado. Estaba siempre dispuesto a recibir a toda persona. Se entrevistó con un gran erudito de la ley llamado Nicodemo (Juan 3). Conversó con una mujer samaritana (Juan 4). Tuvo un encuentro con el joven rico (Lucas 18). Mostró misericordia a un mendigo ciego (Marcos 10). Su profundo y sincero interés en cada ser humano lo coloca como el Maestro de maestros. Lecturas bíblicas lunes: Marcos 1:21-28 martes: Mateo 7:24-29 miércoles: Juan 7:37-46 jueves: Marcos 6:1-6 viernes: Juan 3:1-3 sábado: Mateo 5:1-12 Meditación devocional Palabras de vida eterna Juan 6:67-71

Jesucristo El Maestro Por Excelencia

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Page 1: Jesucristo El Maestro Por Excelencia

3Seguidores del Maestro

1Jesucristo: el Maestro

por excelenciaLucas 4:31-37; 5:1-3

31 Descendió Jesús a Capernaum, ciudad de Galilea; y les enseña-ba en los días de reposo. 32 Y se admiraban de su doctri-na, porque su palabra era con autoridad. 33 Estaba en la sinagoga un hom-bre que tenía un espíritu de de-monio inmundo, el cual exclamó a gran voz, 34 diciendo: Déjanos; ¿qué tie-nes con nosotros, Jesús nazare-no? ¿Has venido para destruir-nos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios. 35 Y Jesús le reprendió, dicien-do: Cállate, y sal de él. Entonces el demonio, derribándole en me-dio de ellos, salió de él, y no le hizo daño alguno. 36 Y estaban todos maravillados,

y hablaban unos a otros, dicien-do: ¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen? 37 Y su fama se difundía por todos los lugares de los contor-nos.

1 Aconteció que estando Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios. 2 Y vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendi-do de ellas, lavaban sus redes. 3 Y entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud.

La autoridad de Jesucristo exige la completa obediencia a Sus enseñanzas. «Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad» (Lucas 4:32).

La lección en resumen

4 Seguidores del Maestro4 Seguidores del Maestro

Jesucristo es el ejemplo por excelencia. Su excelencia consiste en Su sabiduría y en Su autoridad. Jesús tenía una aptitud divina para interpretar la verdad, aplicarla a si-tuaciones presentes y así estimular el aprendizaje en Sus oyentes.

Uno de los o cios de más importancia en nuestras iglesias hoy día es el de enseñar. Nadie ejerce una in uencia tan grande sobre el espíritu y la vida de la congregación como lo hacen los maestros. Todo maestro cristiano halla en Cristo el modelo ideal. Si Dios le ha dado a usted el puesto de maestro, estudie esta lección detenidamente con un corazón abierto, a n de que el Maestro divino le enseñe.

El Maestro

Cristo no era maestro de profesión. Lo primero que nos impresiona de Jesús como maestro es que no escogió la profesión de maestro (es decir, de rabí). Dicha profesión estaba bien establecida en Sus días y era honrada grande-mente. Los maestros componían la clase culta de la sociedad; eran escrupulosamente preparados. Casi todos mostraban (cuando me-nos en lo externo) una obediencia exacta a la ley que enseñaban. Pero Jesucristo no recibió prepara-ción alguna para llegar a ser rabí. Raras veces se re rió a Sí mismo como maestro.

Jesucristo fue un artesano convertido en maestro. Desde el punto de vista del judaísmo cere-monioso, era una persona inculta que se daba el derecho de enseñar.

Muchos que lo conocían bien se sorprendieron al ver Su sabiduría y Su habilidad para enseñar. Le recordaban como carpintero, no como maestro.

Su manera de enseñarCristo enseñaba a cualquiera,

en dondequiera. Enseñaba al aire libre, en las calles, a la orilla del mar, al lado de un pozo de agua, y en el campo abierto más allá del Jordán. Enseñaba en el patio del templo y en hogares particulares.

Jesucristo con frecuencia tomó el tiempo para enseñar a indivi-duos en privado. Estaba siempre dispuesto a recibir a toda persona. Se entrevistó con un gran erudito de la ley llamado Nicodemo (Juan 3). Conversó con una mujer samaritana (Juan 4). Tuvo un encuentro con el joven rico (Lucas 18). Mostró misericordia a un mendigo ciego (Marcos 10). Su profundo y sincero interés en cada ser humano lo coloca como el Maestro de maestros.

Lecturas bíblicas

lunes: Marcos 1:21-28martes: Mateo 7:24-29miércoles: Juan 7:37-46jueves: Marcos 6:1-6viernes: Juan 3:1-3sábado: Mateo 5:1-12

Meditación devocionalPalabras de vida eterna Juan 6:67-71

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5Seguidores del Maestro 5Seguidores del Maestro

Cristo enseñaba con sencillez. Al leer Sus palabras nos enteramos que no hablaba con formalidad. Su objetivo era salvar a los perdidos, no dar discursos elocuentes. No hizo esfuerzo alguno para aparecer como re nado y culto ante Sus oyentes. Hablaba directamente al corazón humano. La gente común solía escucharlo por horas enteras, olvidándose aun de la comida.

Generalmente, las palabras de Jesucristo eran gurativas más que literales. Nos ofrecen guras comunes, ilustraciones prácticas y una variedad de dichos. He aquí algunas de las expresiones que producían un gran interés en los que escuchaban a Jesús: «…sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas» (Mateo 10:16). «Vosotros sois la sal de la tierra…» (Mateo 5:13). «Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios» (Marcos 10:25).

Jesucristo enseñaba sin temor. Frases fuertes, audaces e inolvi-dables salieron de los labios del Señor Jesús. Dio Su aprobación a lo bueno y noble, condenó el pecado, denunció la hipocresía y llamó a los pecadores al arrepenti-miento. A muchos no les gustó Su mensaje. Muchos lo odiaban. Pero nada que lo amenazaba cambió Su manera de enseñar ni la verdad que revelaba.

Enseñaba con autoridad. Se dijo que «les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas» (Mateo 7:29). El público en general hacía una clara distinción entre las enseñanzas de

Jesucristo y las de los escribas. Éstos hacían hincapié en las tradiciones de sus antepasados; Jesús, por otra parte, hablaba de las verdades de Su Padre. Para tener autoridad, ellos citaban y enfatizaban las palabras de los maestros de antaño; Jesús hacía uso de autoridad propia y enfa-tizaba Su relación con el Padre. Ellos ofrecían un buen consejo; Él hacía demandas a las que uno tenía que responder.

Jesús hablaba con una majestad y una seriedad que producían convicción. Era lo que se había profetizado sobre Él. Dios había anunciado «…pondré mis pala-bras en su boca…» (Deuteronomio 18:18). Hablando las palabras mismas de Dios, Jesucristo habló con poder. Aun Sus enemigos dijeron: «Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres» (Mateo 22:16).

El tema de Su enseñanza

El evangelista Marcos resume el tema de la enseñanza de Jesús con estas palabras: «…el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio» (Marcos 1:15). Había cuatro grandes verda-des en esta proclamación:

El reino de Dios ha venido. Esto no se trataba de una supre-macía política de parte del pueblo judío, como se pensaba, sino del gobierno espiritual de Dios para la redención de la humanidad.

6 Seguidores del Maestro6 Seguidores del Maestro

Por lo tanto, Jesucristo dijo: «…el reino de Dios está entre vosotros» (Lucas 17:21). El evangelio de Jesucristo es el evangelio del reino de Dios.

El perdón de los pecados se hace posible. Una parte extensa de la enseñanza de Jesús se dedicó al pecado: su realidad, su peligro y su remedio. Enfatizó que en Él, el Padre había hecho provisión para la solución del problema del pecado. Cristo «vino a buscar y a salvar» a los que estaban perdidos (Lucas 19:10). Como el pastor busca a su oveja extraviada, como el padre anhela el retorno de su hijo pródigo, así Dios ama a los pecadores. Al venir a Cristo, uno viene a Dios. Al rechazar a Cristo, uno rechaza a Dios. Todos los que han venido al Salvador han encontrado perdón y vida eterna.

Hay peligro de juicio eterno para los que lo rechazan. Mateo 7:24-29 relata cómo dos hombres se hicieron cada uno una casa. Uno construyó sobre una roca rme, y el otro edi có sobre la arena. Una tormenta terrible azotó a ambas casas. La que carecía de un fundamento sólido se cayó mientras que la que fue construida sobre la roca permaneció rme. Jesucristo cali có a uno de los hombres como oyente y hacedor de Sus dichos, y al otro como oyente pero no hacedor de Sus palabras (Mateo 7:24, 26). Las dos casas fueron probadas y su fundamento señaló el n de una de ellas. Jesús dijo que el n de la era

traería una prueba semejante para cada persona. ¿En qué fundamento se apoya usted?

Se extiende un llamamiento al discipulado a los que aceptan a Cristo. Ser discípulo de Jesucristo es más que concordar con Sus enseñanzas, aceptar Su losofía o participar del compañerismo con Sus seguidores. Es pedir que Jesucristo venga a ser la vida de uno y así toda la vida se viva para la gloria de Dios (Lucas 9:23). Jesús no ganó seguidores ofreciéndoles un camino fácil. Su llamamiento demandaba de cada discípulo una entrega absoluta a Él.

Jesucristo fue el gran Maestro tanto en método como en con-tenido. Poseía las dos cualidades esenciales para la buena ense-ñanza: el dominio completo de la materia que se presenta y el deseo ferviente de comunicar claramente dicha materia a los aprendices, a n de que ellos reciban provecho de la enseñanza.

Preguntas

¿Cuál es el título usado por 1. los judíos para un maestro?

¿Cuál era el o cio de Jesús?2.

¿Cuáles son algunas de las 3. características de la enseñan-za de Jesús?

¿Cuáles son las dos cualida-4. des esenciales para la buena enseñanza que Cristo po-seía?