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VI LOS DISCÍPULOS DE JESÚS Es un dato que se remonta a la vida del Jesús terreno

Jesús de Nazaret En la actividad de Jesús se da siempre una estrecha relación entre Él y el nosotros de la nueva familia que se va formando a través de

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  • Jess de Nazaret En la actividad de Jess se da siempre una estrecha relacin entre l y el nosotros de la nueva familia que se va formando a travs de la escucha de su palabra y el testimonio de su actuacin. Este nosotros ya no se basa en la estirpe, sino en la comunin con Jess, que es l mismo la Tora de Dios. Jess de Nazaret En la actividad de Jess se da siempre una estrecha relacin entre l y el nosotros de la nueva familia que se va formando a travs de la escucha de su palabra y el testimonio de su actuacin. Este nosotros ya no se basa en la estirpe, sino en la comunin con Jess, que es l mismo la Tora de Dios.
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  • Se trata, pues de un nosotros universal. Adems esta nueva familia no es algo informe. Jess llama a un ncleo de ntimos particularmente elegidos por l. En este sentido, Jess ha dado origen al crculo de los Doce.
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  • Ratzinger presta atencin a los textos ms importantes para ver la formacin de la comunidad ms restringida de los discpulos de Jess: (Mc 3, 13-19; Lc 6, 12s). De la consideracin de estos textos, se desprenden algunas caractersticas que van perfilando la personalidad del discpulo.
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  • b. El evangelista recurre a la terminologa que utiliza el Antiguo Testamento para indicar el nombramiento de los sacerdotes (1Re 12, 31; 13, 33), calificando as el apostolado como un ministerio sacerdotal.
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  • c. El hecho de que los elegidos sean nombrados uno a uno los relaciona tambin con los profetas de Israel, a los que Dios llama por su nombre, de modo que el ministerio apostlico aparece como una fusin de la misin sacerdotal y la misin proftica.
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  • d. El nmero doce es un retorno a los orgenes de Israel, pero el mismo tiempo es un smbolo de esperanza: Israel en su totalidad queda restablecido, las doce tribus son reunidas de nuevo. Doce, el nmero de las tribus, es al mismo tiempo un nmero csmico, en que se expresa la universalidad del pueblo de Dios que renace. Los Doce son presentados como los padres fundadores de este pueblo universal que tiene fundamento en los Apstoles.
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  • Continuando con el texto de Marcos, Jess instituye a los Doce con una doble misin; para que estuvieran con l y para enviarlos. Tienen que estar con l para conocerlo, para tener ese conocimiento de l que las gentes no podan alcanzar porque lo vean desde el exterior y lo tenan por un profeta, un gran personaje de la historia de las religiones, pero sin percibir su carcter nico.
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  • Pero al mismo tiempo estn ah para ser enviados de Jess, los que llevan su mensaje al mundo, primero a las ovejas descarriadas de la casa de Israel, pero luego hasta los ltimos confines de la tierra.
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  • A qu se les enva? A predicar con poder para expulsar a los demonios. El primer encargo es el predicar: dar a los hombres la luz de la palabra, el mensaje de Jess. Los Apstoles son ante todo, evangelistas: al igual que Jess, anuncian el Reino de Dios y renen as a los hombres en la nueva familia de Dios. Pero el anuncio del reino de Dios nunca es mera palabra, mera enseanza. Es acontecimiento, del mismo modo que tambin Jess. Es acontecimiento, Palabra de Dios en persona.
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  • Este anuncio es al mismo tiempo una lucha contra las fuerzas del ma. Exorcizar, iluminar el mundo con la luz de la ratio que procede de la eterna Razn creadora, as como de su bondad salvadora: esa es una tarea central y permanente de los mensajeros de Cristo Jess. En su carta a los Efesios, san Pablo describe este carcter exorcista del cristianismo desde otra perspectiva (EF 6, 10-12).
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  • Junto al encargo del exorcismo, Mateo aade tambin la misin de curar. Curar es una dimensin fundamental de la misin apostlica, de la fe cristiana en general. Cuando se entiende con la profundidad necesaria se ve expresado en esto todo el contenido de la redencin. El poder de expulsar a los demonios y liberar al mundo de su oscura amenaza en relacin al nico y verdadero Dios excluye al mismo tiempo la idea mgica de curacin.
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  • Ratzinger Las parbolas son indudablemente el corazn de la predicacin de Jess, afirma nuestro telogo. No obstante el tiempo que ha pasado, nos llegan siempre al corazn con su frescura y humanidad. Ratzinger Las parbolas son indudablemente el corazn de la predicacin de Jess, afirma nuestro telogo. No obstante el tiempo que ha pasado, nos llegan siempre al corazn con su frescura y humanidad.
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  • La comparacin de las parbolas de Jess con el lenguaje figurado del apstol Pablo o con las semejanzas utilizadas por los rabinos deja ver una marcada originalidad personal, una claridad y sencillez singular, una inaudita maestra de la forma (J. Jeremas p.6).
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  • En las parbolas sentimos inmediatamente la cercana de Jess, cmo viva y enseaba. Pero al mismo tiempo nos ocurre lo mismo que a sus contemporneos y a sus discpulos: debemos preguntarle una y otra vez qu nos quiere decir con cada una de las parbolas.
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  • Jlicher establece una clara distincin entre las parbolas de Jess y las alegoras. Las parbolas no son alegoras, sino un fragmento de la vida real en el que se trata de reflejar slo una idea, un nico punto dominante. Aunque la distincin entre parbolas y alegoras est justificada, la separacin radical entre ambas no tiene fundamento ni en el plano histrico ni en el textual.
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  • El judasmo tambin conoca el lenguaje alegrico, de modo especial en la literatura apocalptica; por tanto, parbola y alegora se pueden entremezclar. Jeremas ha demostrado, dice nuestro telogo, que la palabra hebrea mashal abarca los ms diversos gneros: la parbola, la comparacin, la alegora, la fbula, el proverbio, el discurso apocalptico, el enigma, etc.
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  • Con respecto al punto dominante, Jlicher est por una perspectiva humanista. Inadvertidamente Jess se convierte en el apstol del progreso, en el sabio maestro que expone mximas ticas y una teologa simplificada con imgenes e historias fciles de retener.
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  • En la patrstica se identific el punto dominante con la escatologa inminente: en ltimo trmino, todas las palabras anunciaran la inminencia en el tiempo del schaton, del Reino de Dios. Jeremas, por el contrario, ha subrayado acertadamente que cada parbola tiene su propio contexto y, as, tambin su propio mensaje.
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  • Dodd establece como punto central de su exgesis la orientacin de las parbolas hacia el tema del Reino de Dios, hacia la soberana de Dios, pero rechazando la concepcin de la escatologa inminente de los exegetas alemanes y vinculando escatologa con cristologa: el Reino de Dios llega en la persona de Cristo.
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  • En la medida en que las parbolas hacen alusin al reino, sealan a Cristo como a la autntica forma del reino.
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  • En la cruz se descifran las parbolas; pero no solamente hablan de este misterio de la cruz de manera escondida: ellas mismas forman parte de l. Se pueden considerar las parbolas tambin desde una perspectiva especficamente humana.
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  • Por ltimo, las parbolas son expresin del carcter oculto de Dios en este mundo y del hecho de que el conocimiento de Dios requiere la implicacin del hombre en su totalidad; es un conocimiento que forma un todo nico con la vida misma, un conocimiento que no puede darse sin conversin.
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  • Teniendo en cuanta las reflexiones anteriores sobre las parbolas, el autor dedica su atencin a tres de ellas: la parbola del buen samaritano (Lc 10, 25-37); la parbola de los dos hermanos y del padre bueno (Lc 15, 11-32); la parbola del rico epuln y el pobre Lzaro (Lc 16, 19-31).
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  • Benedicto XVI Para nuestro telogo alemn son tres las etapas en el camino hacia el arresto, de Jess, hacia su entrega al tribunal del gobernador y hacia la sentencia jurdica de la condena a muerte: una reunin del Consejo en la casa de Caifs, el interrogatorio ante el Sanedrn y, finalmente, el proceso ante Pilato. Benedicto XVI Para nuestro telogo alemn son tres las etapas en el camino hacia el arresto, de Jess, hacia su entrega al tribunal del gobernador y hacia la sentencia jurdica de la condena a muerte: una reunin del Consejo en la casa de Caifs, el interrogatorio ante el Sanedrn y, finalmente, el proceso ante Pilato.
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  • 1.- Debate previo en el Sanedrn. En un primer momento, la aparicin de Jess y su movimiento despert poco inters. La situacin cambi con el Domingo de Ramos: el homenaje mesinico a Jess, la purificacin del templo con las palabras que interpretaban este gesto, las interpretaciones de Jess en el templo.
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  • Solamente Juan habla con ms detalle de una reunin del Sanedrn para dilucidar el asunto en un intercambio de ideas y deliberar sobre el caso Jess (11, 47-53). Todos los que deliberaban tenan una preocupacin comn: Vendrn los romanos y nos destruirn el lugar y la nacin.
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  • En el caso Jess, comienzan a aparecer dos preocupaciones: una religiosa y otra poltica. No se pueden separar, la una conduce a la otra; pero llegan a separarse en el drama de la cruz. En esta ocasin fue Caifs el que pronunci las palabras decisivas: No comprendis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nacin entera (11, 50). El autor toma pie de este episodio para desarrollar una doctrina sobre la funcin vicaria.
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  • 2. Jess ante el Sanedrn. Ante todo, estn las acusaciones que se reducen a dos: La primera se refera a las palabras que interpretaban el gesto simblico de expulsar del templo a los comerciantes. La segunda acusacin: Jess haba avanzado una pretensin mesinica, con la cual se pona en cierto modo a la misma altura de Dios, y as pareca entrar en conflicto con el fundamento de la fe de Israel.
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  • Otro momento importante consiste en el interrogatorio que le hace a Jess el sumo sacerdote. El punto decisivo est en la pregunta y respuesta. Segn Marcos, la pregunta del sumo sacerdote reza as:Eres t el Mesas, el Hijo del Bendito? Jess responde: S, lo soy.
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  • Y veris que el Hijo del hombre est sentado est sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene entre las nubes del cielo (14, 62). Para el sumo sacerdote y los dems all reunidos la respuesta de Jess cumpla en cualquier caso los requisitos para la blasfemia.
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  • 3. Jess ante Pilato. La pena capital estaba reservada a los romanos, por lo mismo, el caso Jess se transfiere a Pilato, con lo cual pasaba a primer plano el aspecto poltico de la sentencia de culpabilidad.
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  • La reivindicacin de la realeza mesinica por parte de Jess, era un delito poltico que deba ser castigado por la justicia romana. En la descripcin del desarrollo del proceso los cuatro evangelistas concuerdan en todos los puntos esenciales. El autor que nos ocupa seala algunos puntos:
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  • a. Los acusadores: eran los judos, entendiendo con este trmino, la aristocracia del templo y la masa. b. El juez. La imagen de Pilato en los Evangelios nos muestra muy realsticamente al prefecto romano como un hombre que saba intervenir de manera brutal, si eso le pareca oportuno para el orden pblico.
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  • c. El proceso en s mismo. En el interrogatorio surge algo que inquieta al gobernador: la declaracin de Jess. A la pregunta de Pilato: Con que t eres rey?, l responde: T lo dices, soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, Para ser testigo de la verdad.
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  • Todo el que es de la verdad, escucha mi voz (Jn 18, 37). Esta confesin de Jess pone a Pilato ante una situacin extraa: el acusado reivindica realeza y reino. Pero Jess introduce un nuevo concepto de reino en donde resplandece la verdad.
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  • d. La sentencia final. Aqu tenis a vuestro Rey (Jn 19, 14).
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  • Benedicto XVI Cuando aborda la realidad de la muerte de Jess Benedicto XV1 distingue tres momentos: una lnea metodolgica, Jess en la cruz y el sentido salvfico de la muerte.
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  • 1. Reflexin metodolgica. Este punto introductorio se parece muy importante porque resalta las dimensiones que aparecen en los testimonios evanglicos sobre la muerte de Jess: el acontecimiento y la palabra o como se dira en otras palabras: el hecho histrico y su interpretacin. La palabra de Dios y el acontecimiento se compenetran mutuamente.
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  • Los hechos, por decirlo as, estn repletos de palabra, de sentido; y tambin viceversa: lo que hasta ahora haba sido slo palabra se hace realidad, y solo as se abre a la comprensin. La narracin de los discpulos de Emas es un vivo ejemplo del proceso que llev la Iglesia naciente para comprender en la fe la muerte de Jess.
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  • No fueron las palabras de la Escritura lo que suscit la narracin de los hechos, sino que los hechos, en un primer momento incomprensibles, llevaron a una nueva comprensin de la Escritura. Donde el lazo entre sentido e historia se deshace, se disipa la misma estructura bsica de la fe cristiana.
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  • En la narracin de la Pasin, dice el telogo, se encuentran intercaladas mltiples alusiones a los textos veterotestamentarios. Dos de ellos son de fundamental importancia, porque abrazan e iluminan teolgicamente, por decirlo as, todo el arco del acontecimiento de la Pasin: son el salmo 22 e Isaas 53.
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  • 2. Jess en la cruz. A la luz de esta estructura de la fe, Ratzinger va teniendo acceso comprensible a ocho principales momentos de la cruz: la primera palabra: Padre, perdnalos; las burlas a Jess; el grito de abandono de Jess; echan a suerte sus vestidos; tengo sed; las mujeres junto a la cruz la madre de Jess; Jess muere en la cruz; la sepultura de Jess.
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  • 3. En este ltimo punto, el autor quiere hacer ver a grandes lneas, cmo la Iglesia naciente, bajo la gua del Espritu Santo, fue ahondando lentamente en la verdad ms profunda de la cruz, movida por el deseo de entender siquiera de lejos su motivo y su objeto. Con la cruz inicia un culto nuevo; los antiguos sacrificios del templo quedan superados definitivamente. El nuevo culto anhelado, pero hasta entonces todava sin definir, se haba hecho realidad.
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  • En la literatura neotestamentaria hay varios intentos de interpretar la cruz de Cristo como el nuevo culto, la verdadera expiacin y la verdadera purificacin del mundo contaminado. Aqu queda formulada la idea de sacrificio modelado por la palabra: la oracin, la apertura del espritu humano hacia Dios, es el verdadero culto.
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  • Ratzinger 1. Lo que aconteci. Siguiendo a otros cristlogos, nuestro telogo al reflexionar sobre la resurreccin de Jess habla, en primer lugar de su importancia para el mensaje cristiano haciendo alusin a san Pablo (1 Cor 15, 14s). Pasa en seguida a subrayar el carcter novedoso del acontecimiento. Se cambia la visin del mundo y del hombre. Jess se convierte en el criterio del que podemos fiarnos.
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  • El testimonio neotestamentario de la resurreccin, considerado desde el punto de vista histrico, se nos presenta de una manera particularmente compleja, suscitando muchos interrogantes. Para los testigos que haban encontrado al Resucitado esto no era ciertamente nada fcil de expresar.
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  • Se encontraron ante un fenmeno totalmente nuevo para ellos, pues superaba el horizonte de su propia experiencia. Por ms que la realidad de lo acontecido se les presentara de manera tan abrumadora que los llevara a dar testimonio de ella, sta segua siendo del todo inusual.
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  • Los testimonios del Nuevo testamento no dejan duda alguna de que en la resurreccin del Hijo del hombre ha ocurrido algo completamente diferente. La resurreccin de Jess ha consistido en un romper las cadenas para ir hacia un tipo de vida totalmente nuevo, a una vida que ya no est sujeta a la ley del devenir y de la muerte, sino que est ms all de eso; una vida que ha inaugurado una nueva dimensin del hombre.
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  • Jess no ha vuelto a una vida humana normal de este mundo, como Lzaro y los otros muertos que Jess resucit. l ha entrado en una vida distinta, nueva; en la inmensidad de Dios y, desde all, l se manifiesta a los suyos.
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  • La paradoja era indescriptible: por un lado, l era completamente diferente, no un cadver reanimado, sino alguien que viva desde Dios de un modo nuevo y para siempre; y, al mismo tiempo, precisamente l, aun sin pertenecer ya a nuestro mundo, estaba presente de manera real, en su plena identidad.
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  • 2. Dos tradiciones diferentes de la resurreccin. Los testimonios se pueden calificar como tradicin en forma de confesin y tradicin en forma de narracin. a. La tradicin en forma de confesin sintetiza lo esencial en enunciados breves que quieren conservar el ncleo del acontecimiento. Son las expresin de la identidad cristiana, la confesin gracias a la cual nos reconocemos mutuamente y nos hacemos reconocer ante Dios y ante los hombres.
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  • b. Las narraciones de las apariciones del Resucitado reflejan tradiciones distintas. Dependen de tradiciones diferentes y estn distribuidas localmente entre Jerusaln y Galilea. No son un criterio vinculante en todos los detalles, como lo son en cambio las confesiones; pero, dado que han sido recogidas en los Evangelios, han de considerarse ciertamente como un vlido testimonio que da contenido y forma a la fe.
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  • c. La naturaleza de la resurreccin y su significacin histrica.- Para acercarnos un poco, con nuestro autor, a la clase de gnero del encuentro con el Seor resucitado, es necesario tener en cuenta las siguientes distinciones: Las confesiones presuponen las narraciones y se han desarrollado a partir de ellas. Concentran el ncleo de lo que se ha relatado y remiten a la vez al relato.
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  • 1) Jess no es alguien que haya regresado a la vida biolgica normal y que despus haya muerto nuevamente. 2) Jess no es un fantasma,, un espritu. Lo cual significa: no es uno que, en realidad, pertenece al mundo de los muertos, aunque stos puedan del algn modo manifestarse en el mundo de la vida.
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  • 3) Los encuentros con el Resucitado son tambin algo muy diferente de las experiencias msticas, en las que el espritu humano viene por un momento elevado por encima de s mismo y percibe el mundo de lo divino y lo eterno, para volver despus al horizonte normal de su existencia.
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  • La resurreccin de Jess es un acontecimiento dentro de la historia que, sin embargo, quebranta el mbito de la historia y va ms all de ella. Podramos considerar la resurreccin algo as como una especie de salto cualitativo radical en que se entreabre una nueva dimensin de la vida, del ser del hombre.
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  • Por una parte, hay que decir que la esencia de la resurreccin consiste precisamente en que ella contraviene la historia e inaugura una dimensin que llamamos comnmente la dimensin escatolgica.
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  • Pero es necesario advertir al mismo tiempo que no est simplemente fuera o por encima de la historia. En cuanto erupcin que supera la historia, la resurreccin tiene sin embargo su inicio en la historia misma y hasta cierto punto le pertenece.
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  • Idea conclusiva: Quin dicen los hombres que soy yo? La cristologa, al servicio de la fe en Cristo, debe responder continuamente segn los contextos, a este pregunta de Jess. P. Ezequiel