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BEL U eISTMO RE\JISTP ILUSTRADA "BIEN FAIRE ET LAISSER DIRE" Director : GUILLERMO ANDREVE . Febrero de 190 1

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eISTMORE\JISTP ILUSTRADA

"BIEN FAIRE ET LAISSER DIRE"

Director: GUILLERMO ANDREVE.

Febrero de 190 1

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AÑO H.

Panamá, Repúblicade Panamá, 28 de Febrero de 1905.

NIHIL 28

VI I-Ih,RALDO DH_ ISTMOcr--REVISTA ILUSTRADA--s

Director: GUILLERMO ANDREVE .

"Bien faire et laisser dice ."

A CA?1LlC S01NNOCTURNO IV

Para ALEJANDRO DUTARY, Romeo

~ON intención de abaratar aque-lla noche, levanté me del lecho,lentamente tomé mis vestidos

y en tanto me los ponía divisaba des-de el balcón un largo trecho de cieloazul, cortado en calle, de un azulprofundo y de tan purísima frescuraque las radiantes salpicaduras de losastros en él colocados . prestábanleuna claridad tan viva y nueva queno parecía sino que era por aquel si-tio por donde únicamente fuera posi-ble que bajaran los ángeles del cielo.

El silencio por lo profundo y sa-cro respondía con sentimiento com-pasivo al rudo cansancio de los cuer-pes y á las fatigas morales de las al-mas.

Para el que piensa y siente, con veneraciónal nombre de un Ser Supremo. y con respetopor los misterios que en sí misma lleva la Na-turaleza, en altas horas de la noche por fuerzaDa de sentar. no pocas veces, algo como serenasolas, siempre inagotables y anchurosas, de unapiedad tan grande y tan inmensa que fingiendouna luz sagrada en lo íntimo del alma, y alen-tando el valor en la esperanza . diríase que aúnse dignara embalsamar las más negras lexedum-bres del espíritu.

Estuve indeciso ante la lumbre cariñosa ytierna de las vívidas estrellas y la densa y pe-sada sombra en que estaba envuelta la ciudaddormida.

Sentía quietud, pero quietud sonora cualde rosales que se movieran en la montana obs-cura, ó como de olas muy débiles y frías quemurmurasen allá remotas sobre las arenas deplayas ignoradas. Y pensé de pronto en mismemorias de cariño y por sugestiva ligación.también en mis recuerdos desdichados . y en-contré cuánto de olvido profundo en las celdasde mi cerebro y hallé cuánto de olvido injustoentre los pliegues de mi alma.

En tanto que así pensaba, sentí secos pasosen la calle y momentos desrués hirió mi oídoel lento y sonoro rasgueo de una guitarra.Quién será?—murmuré cc gozo. y tomandomayor espacio avancé poy c ' largo corredor.No sé por qué alcé la vista al cielo, y en aquelinstante la hermosa y amplia cabellera de Conon de Samoa me pareció más radiante y lumi-nosa como en ninguna de mis otras noches.

Y á corta distancia, pocos momentos des-pués . algún trovador pobre y callejero, acari-ciando la cintura vibradora de la guitarra ena-morada, dejó ésta oír primero como un golpede tambor y luego. como en un divino aljofarde sonidos, se derramó en quejas . lamentos, re-proches y ternezas que con impulso dulce y va-garoso. hizo que el mismo OLVIDO levantarasu gélida frente en el fondo de mi propio cora-zón y que á compás del lírico instrumento mepareciera que cantase así:

"La visión romántica de los días floridosdel alma enamorada, solo se encuentra en mí,y yo la conservo, aunque olvidada . á la manera

que en aneo relicario se conserva la imágennoble de madre veneranda.

Tengo las rasas blancas de muchísimas pro-mesas, los últimos claveles de anhelos ardoro-sos. las adelfas de esperanzas soterradas y . ..no están muertas todavía!

Conservo en ringlera desigual y polvorosalas muertas verdades del mérito despreciado yhermosas y dulcísimas mentiras que por sermentiras, no han muerto todavía!

En el lóbr&go y yerta osario de los cemen-terios quedan míseros residuos. despojos desdi-chados de muchedumbre que en otro tiempo ilu-minara el sol ; ya esa gente es olvidada, pero yoconservo de ella sus pesares . sus glorias, ideasy sentimientos que en mi gélido seno no hanmuerto todavía!

En tanto la danza, el oro y los placeresagitan y conmueven la vida del presente . yo enmi silencio frío. envuelvo en harapos del ayerlas traiciones, infidencias, miserias y vergiien-zas que en mi seno de nieve no han muerto to-davía!

I

jlarCaalo el MULO sucre con las bacua :sY alzada lene, vente Iafrdda blanca.Robabas vencedora los corazones(Sisando al bailar regabas tu risa trama.

Al r e cuál con tus gracias que enamorabrraDiste á las otras bellas envidia y celos,Creí que para reste se destacabanEn el fondo las sombras de mis abnalos.

Qué orgullosos miraran cómo realzabasLeas bellezas del baile que preferían, . . . .:

1 - al par que con donaire te contoneabasRus extintas pasiones reriririan.

,1 yitamlo en la diestra rico minadoCuyos ricos calares dicha anunciaran,Caer d tus piés reías, cubriendo cl suelo,Las fimo y sombreros que te an ajas un.

De tus rojos cautivos en los desidia.El gaza y la sorpresa se traducían.-Il recibir rlirhosa todos aquellos.1 plausos y tributos que te rendían.

Nunca- ri tu hermosa ra tan trhoyados aCano en esos momentos encantadores,En que unías 4 tus gracias . gentil señora.El garbo de compases tren seducto res.

En el a r ranque allit'o de lni mediaLisié proa tu seno blancos , jazmines

Que supieran secretos de tu corpiño1 - galantes historias (le camas inca

1_rues, ritmos, a romas, perfumes sisares,Realzaban tus encantos y donosura,1 - des legauda hechizos que Oí te sabesOoznl as r•nn el fríanla ele tu heraosrrra . . . .

Se me nombra. sé me teme y se me insulta,y siempre callo- porque yo soy y seré el últimoy fiel amigo. en cuyo dilatado alcázar reposanen lechos de oro, las lágrimas de la desventuraque anduvo en rectitud y las marchitas hojasde la vanidad culpable . que no han muerto tn-clavía!"-

Súbitamente advertí que la guitarra habíaterminado en sus acordes y que el trovador sen-timental y vagabundo ya había desaparecido.

Sentí como frío de tristeza desolada . v mi-rando al Oriente observé que la aurora agitan-do sus banderas de luz sobre el obscuro hori-zonte, llamaba y llamaba, acaso á mi olvido,cantando muy dulce los triunfos del4lía.

PARA UNA DAMA

II

•('iaa cubico ese baile pm pa ,7 rsu so rnLle n paebin generoso la seria a'sibila,En 1., ambulan rdtira de nuestro tierraQue »ocho harta adelante ralientenuak:

¿Es un símbolo acaso que represerdnEse sueña de gloria que nos domina,(I es de la Belleza Corma opulentaQue rrodira las alnats y las fasrmis 1

1 -o no sé . .- .pera siendo de unen,- hr

• . ..Ysurgen presuroso., rateras ideales.Ni ahariesas la sala . precinsn dan,,.Mareando can el ritmo pasos tiduotoL .< -

P al contemplar MIMOSO rsB nyr,rt rsMostrando la puntita de tus shsrp6nMientras tú con orgullo te cuno . a . . asSuelo ron la eangnisla de nobles . Brea

Baila . pues . pee:s,, ros,, r' ; u riluso 4Y Signe (acariciando rLdces aahetrs,Que hoy set rge Si de sn8 tu ntbras prrr, n adaainr cteLos h,'roca de tse /arar . . .son a,,, abur los 2

-1 l - HELIO 11 .1 SI 11U.

EL PUNTO -

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El Heraldo del Istmo - 26

1?©IVl LS ü S AK) HCANO3

Verdadera sorpresa me produjo hace algu-nos meses tropezar con un libro elegantementeimpreso en San José de Costa Rica, en 1894, conel título de Mis Versos, y la firma de don JustoA. Fado, y, una vez ojeado el libro . hacermecargo de que el autor es un poeta verdadero,de los que no entran muchos en libra . ele losque á veces quisiéramos por acá para renovarnuestro parnaso, azás empolvado y falto de ven-tilación, como la guardilla tradicional de lospoetas bohemios.

Porque, es la verdad : nuestros dos poetasgrandes han callado, y entre ellos y los otros, que-da un grandísimo hueco, eso que llaman un vacíoque urge colmar. Yo no he encontrado entrelos poetas americanos modernos que he leídoninguno que pueda ponerse al igual de Núñezde Arce, cuanto y más de Campoamor, que esúnica en Espanta y en este siglo ; pero sé de nopocos vates suramericanos que, pues en caste-llano puro ó no demasiado impuro escriben, pornuestros debemos reputarlos. colocándolos inme-diatamente después de nuestros dos gloriososancianos, y mezclándolos con la turba de poetasmenores que tenemos en casa.

Mas, para esto, hacía falta conocerlos. ypor de contado . hacer una escrupulosísima se-lección, y arrojar del parnaso hispanoamerica-no, á todo poeta (aun cuando lo fuese más queHornero) ,)en cuyos versos se descubriese lamás pequeña. partícula de veneno antiespañol,de esa corrupción sutilísima, que en algunos 0,-telectuales de América se ha deslizado, lo mismoque entre el populacho grosero. y que tantosdaños nos causa.

En esto no caben disculpas ni ambigiiedad.Es sencillamente deshonroso y repugnante quealgunos malvados, echándola de críticos, y po-niendo la literatura por cima de la patria, an-den adulando y halagando, probablemente conmiras de lucro. á los enemigos de España. Eso,dígase claro y alto. no es más que comerciarvillanamente con lo más sagrado, y ya lo sabenaquellos á quienes me refiero, y no serán hom-bres para desmentírmelo.

***

El señor don Justo A . Fado por ventura,además de ser buen poeta, no revela en susversos la menor animosidad contra Espata : an-tes bien, si del cuidado en estudiar nuestros clá-sicos y del celo en conservar nuestra lenguapuede inferirse amor, es indudable que el señorFado lo siente por nuestro país.

No diré yo que el señor Fado sea un poetacas5zo y puro como los clásicos ; pero tampocopuedo hacer semejante afirmación respecto delos poetas que gastamos por aquí, á los cualesno dejan de escapárseles gazapos de considera-ción, que ya tiene buen cuidado de apuntar, de-rribar y apiolar el señor don Antonio de Val-buena, escritor razonado y !lampista mayor deEspata y de sus Indias.

Los gazapos que yo he advertido eu el se-flor Fado, por dicha suya son más bien an iló-gicos que sintáxicos ó sbd,irtieas, como dicenahora los filólogos de tanda . Algún galicismoy algún italianismo se advierte muy ele tardeen tarde . pero son vocablos aislados y rara vezconstrucciones ó regímenes viciosos.

Por su educación. los más de los poetasamericanos conocen mejor la poesía francesaque la española y el sentir Facio, en general,obedece á esta ley ; pero observo en él con ver-dadera satisfacción que debe de haber leído conasiduidad á muchos poetas españoles de las ran-cias soleras cordobesas y sevillanas, y á tantollega esto que el señor Fado. eu ocasiones, pa-rece un conceptista. y en otras un culterano,pero siempre con carácter español .

JUSTO A . FACTO

Así, por ejemplo, dice en el soneto á César:

su cabeza,cual su nidada el águila en la cima,para vuelos intrépidos sublimaosados pensamientos de grandeza.

Lo cual está bien dicho, pero es conceptuosoy retorcido hasta más no poder. Esto de subli-mar osados pensamientos de grandeza para vuelosintrépidos, parece una de tantas fanfarronadaspoéticas como vinieron de Andalucía en el sigloXVII.

En otro soneto á . San Jitan, dice el señorFado :

Asienta sobre vórtices la plantael acento de fuego de su boca,torbellino de arcángeles levantatodo en profundo y colosal abismopar inmensa vorágine perece . . ..,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,

Cuanto Natura crea'nuestro mirar abarca:en su perpetuo viaje,

el sol es un monarca.que, al fin, como de Oriente,

usa púrpura y oro en el ropaje:mira cómo allá lejos se deslizasoberbio, lentamente,en el plaustro encendido que llamea;

las filigranas blondasde sus ricos destellos

el viento suave de la tarde riza,como crespas madejas de cabellos,sobre el azul inquieto de las ondas:allá bosques de olivos encantados,

dispuestos en hilerassemejantes á franjas,

para refugio de algún dios plantados,de sus verduras el encaje extiendenpor el suave talud de las laderas;

acá rubias naranjascomo doradas pomas,en racimos espesos,

de mil airosos arbolillos penden,en tanto que se inclinala carga rubicunda,

el ramaje doblando con sus pesos;la atmósfera de gasa cristalinaque nos vela y circunda,

juntamente con hálito de aromastiene tibieza y suavidad de besos;¿sabes qué son las cándidas viajeras

De la "Revista de la Unión lbero-Amerieanaé' de Madrid

que de allá vienen, del vergel ale de algún hermoso dios enamonid•.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..Quien conozca muchos poetas capa, - de

tener una tan potente y espléndida visid,, . b• Lirealidad yde reproducirla con tan hen,, i•intensos colores, y mejor que colores, ramade dibujo, líneas y contornos, que diga qson esos poetas. Nadie diría que esos r, r .oshabían sido concebidos y cantados por un ,, •rinacido en los trópicos . Al contrario, lo ,, 'nla composición se advierte, es una serena .! . . ,p,espíritu y una calma en el concebir, de . neno hay señales en nuestros poetas m'sl .;q • >.Ya no se trata aquí de trovas amorosas - d :, -mente, sino del amor grande á la Natur ., ' •'zaperenne y triunfadora

Otra nota muy simpática del señor t . r ioes su adoración por el arte griego, la cual t re-duce en todas sus obras, y muy acertadate, :dees su adoración por el arte griego, la cual t re-duce en todas sus obras, y muy acertadate, :deen la que íbamos copiando:

,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,.

Mira el bullir del ágora : suspensopermanece un instante,

interrumpiendo el público entusi,ael pueblo que en tumulto se agitaba:

es que cruza Frinea,entre amadores fieles.hermosa y arrogante.

en las miradas produciendo pasmesíguelaPraxiteles,que, con afán intenso.

como animado por sublime idea.absorto en ella las pupilas daca:observa, mira. . .y en sus formas pur.

que el pelo desceñido.cuando libre desciende.

ver en divina desnudez permite.con emoción dulcísima sorprendela línea de apretadas curvatura'.

que al tiempo no venidoen el bloque pentélico trasmite . ..

Solo me disgusta, por lo mucho que s• haabusado de ella, la palabra escogida para 1 ,t ,Iode estas poesías clásicas : Torsos. En gen .•r:d.no ha acertado el señor Fado en esto de lo-. ti-tules: ('respmies,—]iron ss. ildelJ'ns,— Ib,l..nes.—Tapices.—$anclas grises . —Flora Jr 1/. . . t.

Todos estos títulos, como el de Torsos. su .•• . u,algo á cursis, yes una lástima. porque • t . laellos hay poesías muy hermosas.Muestra en ellas el señor Fado una del t, a-

deza y ternura de sentimientos, no muy r .-cuentes en los poetas de hoy día. De est' . eeve en la Elegía d la Mentaría de sa pa.L r. eu , i neel poeta ha puesto lo mejor de su alma, asímo en la composición titulada Ella . esc•rir, eumetro dodeeasílabo, como el que usa pref.•m-temente don Federico Balart, pero con la ve :ti 1-

ja de que el señor Fado, que debe de tenor unoído muy exquisito, aleja unos consonantes ' l .•otros, como ya se ha visto en las composiriou '-atadas, lo cual produce agradable efecto c me,de instrumentación wagneriana dando un d»-envolvimiento amplio y magnífico á la In 4odía, donde se juntan al conceptismo la dict•i,'~uculterana, paro sin salirse de los término., d.• ladiscreción, ni echar mano de palabras que uose hallen ea el Diccionario. aunque nt ea el upo.

Pocas veces recu rre el sentir Fado al ripio,ni aun al consonante vulgar, y cuando lo liare.ya se ve que es por dejar al verso sus primiti-vos brotes, por no alisarlo ni pulirlo denrasiatlo.ó tal vez porque entiende que un poeta de ver-dad no debe de reparar en estas nonadas, enque no repararon los mayores genios de nues-tra poesía.

Le salen á nuestro poeta los versos con ad-mirable soltura, así como correr de fuente, so.

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El Heraldodel Istmo 27

bre tolo cuando combina endecasílabos y hep-tasílabos, y más de estos que de aquellos, locual da á la estrofa gallardía y ligereza incom-parables, y hace que en ella se perciba el mo-vimiento y se trasluzca la vitalidad de lo repre-senta-la

Los t ersns más felices del señor Faido, losque le calonau sin duda en primera línea, sonlos de este género, y en ellos hay un sabor declasicismo que encanta.

Para que descansen ustedes de mi prosam una ala, y para que se convenzan de que noexagero, copiaré algunas estrofas del canto quese titila En Grecia:

Oh, singular venturade no soñada gloria!

A la par que me rindes tu hermosuracelebras y sublimas mi victoria.

Oh bienandanza ciertasin dejos ni resabios:

aun del sino funesto de mi vidame redime y liberta

el acento de ardiente bienvenidaque viene como un himno de tus labios.

aquí, mi b'en, tu acentocl e halagos y delirios,en nuestra mutua historia,

es de ventura celestial cmb'ema:mientras él diviniza nuestros lazos,

yo, como rey, ostentoen señal de victoria,la bizarra diadema

de voluptuosos y carnales liriosque ciñes á mis sienes con tus brazos.

Los Bronces son muy elegantes sonetos, de-dicados á los grandes hombres.

En las Adelfas, poesías a.nulegas, como sunombre indica, hay estrofas tan buenas comoestas : .

En la lucha perenne de la vidapor una vaga sombra de quimera,con rabia usé para vendar mi heridael último jirón de mi bandera.

Ya la voz de mi espíritu cansadoá gloriosos combates no me llama:soy un obscuro paladín cruzado,sin Dios, sin ilusiones y sin dama.

Pero no hay que creer que no tiene dama:la tiene, y hermosamente la describe en ochosonetos, titulados Medollonex. Como guapa, de-be de ser guapa. Y si no, vénndo ustedes:

Tus labios incitantes, si sonríesson á la mente que el placer invoca,manojos de encendidos alelíes:y por eso, al matiz que los provoca,acuden, como ansiosos colibríes,en bandadas los besos á tu boca.

Y si quieren más datos, ahí van:El obscuro capuz de tu melena,

como las alas de ébano de una ave,el fuego entolda de tu faz morena;bajo la luz que en tu mirada brota,cual velo de oro, tu pupila suaveen la penumbra de tus ojos dota.

A pesar de lo cual el señor Facie nos mues-tra en los Sonetos grises un corazón lacerado, yen sus Flores ele llanto los melancólicos ensueñosde su mente.

Superiores á estas composiciones, en las quehay, no obstante, mucho bueno, son los dos ro-mances titulados La arreara t/ la maritata y Latarde y la noche.

En los dos hay felicísimos recuerdos de losmejores romances descriptivos de (,óngora, yen el de la Tarde, sobre todo, una armonía ad-mirable, que hace pensar en aquella estupendaobra que el maestro cordovés tituló Angélica yJf,don) . . ..

Es, pues, el señor Facie un buen poeta es-pañol nacido en Costa Rica. * Felicitémosle ycontémosle entre los de casa.

F. NAVARRO y LEDESMA.El :eran Imita no es nacido en Cosna Rica . El es pana-

meño di buena sella . natgral de la ciudad de Santiazo. capi-tal de la provincia de Verabva,.--Nota de En. HEU,v.po oEt.ISTMO.

COLEGIO DE "SAN JOSE" •= Cuadro Alegórico de la República

Atlas y el DolorFatigado y doliente, un peregrino,

Cubierto con la nieve de los años,Inclinaba su porte bajo el peso

De amargos desengaños.

Y cansado á la vera de un camino,Apoyado en su caña débilmente, yRevelaba en sus ojos las angustias

De su dolor vehemente.

Por el mismo sendero ágil mancebo,Reposado y risueño su semblante,Transitaba cargando con el mundo:

Es Atlas el gigante.

Como viese admirado que el ancianoSin ostensible peso se inclinaba,Trató de descifrar aquel misterio

Y así le interrogaba:

r. Por qué, buen hombre, la cerviz inclinasY sin peso aparente estás cansado,En tanto que yo cargo con el mundo.

Altivo y sosegado ?

Atlas, Atlas, responde el peregrino,Tu fuerza muscular hace arro ganteQue el mundo lleve como débil pluma,

Tu cuerpo de gigante:

Mas el peso terrible que me agobiaNo en el cuerpo, en el alma yo le siento:Me abruman, despiadados y crueles

Dolor y sufrimiento.

Asombrado y curioso á la vez, Atlas,Con lo que él juzga singular portento,Propúsole al anciano que cambiaran

Sus cargas al momento.

Hízose el cambio con presteza raraY por arte de hechizo sobrehumano,El anciano transfórmase en gigante

Y Atlas en anciano.

Libre ya de sus penas el primero.Las auras de la vida respirabaY sonriente y con potente brío,

El mundo soportaba.

En tanto Atlas, el gigante Atlas,Transformado en un viejo de repente,Sintió las penas en su pecho virgen

Y doblegó la frente

Y en angustia sumido, al que fué anciano,Así le dice con dolor profundo:Tu carga es muy pesada, me fatiga,

Y pesa más que el mundo.

ANDRÉS E. VILLARREAL.

Mas el tiempo, que todo lo destruye,Borró á tus labios su expresión más dulce.

Bien está! murmuré con amargura:Hoy los besos de amor disfrutan otros,Mientras que yo suspiro en mis angustiasDevorando tu imagen con los ojos,Y cuando así he perdido tus caricias,

Para qué de tus labios la sonrisa?a. AIZPURU.

La sonrisaCon vivideces gráficas

El lienzo retrataba tu semblante,Y una sonrisa dulce y cariñosaEncanto singular daba á tu imagen:Yo te amaba de veras, pero en tantoNo buscaban mis ojos tu retrato

Al cabo de algún tiempo,Triste y desengañado de la vidaCon frecuencia mis débiles miradasBuscaban en tu imagen la sonrisa;

Esmero y prontitud es la divisa de la Tip. Chevalier, Andreve & Cía .

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Ei Heraldo delIstmo - 28

l~;l hombre-orquesta -~E me >iagura estarlo vien-

do todavía. allá á lolejos. perdiéndose en-

tre la bruma lacia que cubrela linea gris del horizonte : re-plegándose y haciéndose unovillo para ocultarse detrásde aquel, entre los gironesde una nube amarillenta, quela brisa vespertina deshila-chaba, dejándo caer en elmar sus flecos marchitos, la-grimeantes, desprendidos len-tamente de la ligera urdim-bre de aquel solitario remien-do. puesto sin duda para darmayor realce y esplendidez ála admirable pureza del cielo.

Todos los pasajeros deltrasatlántico habíamos acudi-do. arremolinados en la cu-bierta, para contemplarla en-cantadora islilla en el momen-to en que nos hallábamos ásu al tura, pero á distancia talque apenas si se la distinguíamejor que como un trazo si-

nuoso, verdinegro, destacándose sobre el perfilsimétrico del mar sin límites.

Escudriliámosla todos con neo la curiosidad.solo disculpable por el ansia legítima que. dever y oler cierra, sobreviene y aguijonea á to-dos los que• voluntaria 6 involuntariamente.cambian las comodidades de . aquella por lasestrechmas y fatigas anejas á un viaje pormar .

Corrió su nombre de boca en boca . incons-c ientemente repetido con el mismo acento deridícula suficiencia conque en el paseo 6 en elteatro se repite de unos á otros el nombre ó clremoquete. más ó menos canallesco, de algunabeldad en boga. que pasa á lo largo 6 llega áocupar• su asiento.

Y sin embargo. aun cuando no faltó un"sabio catedrático." que nos la descubriese ensus mínimos detalles• empleando para ello losterminachos más petulantes que se pueden hüllar en el más vulgar compendio de Geografía•no hubo una sola persona .. ni una siquiera . en-tre los curiosos, que advirtiese ó presintiese queen aquel puñado de rocas . graciosamente sur-gidas en pleno Océano como un ramillete deperenne frescura, se escondía un asunto de tier-na poesía . el tema de un apólogo admirable.tuya relación saborée con verdadera delicia . alescucharla de los venerables laa-s del viejopoeta, aquella noche misma, sentado en la tol-dilla . cara al mar misterioso é imponente

ara

La Isl., de G7u,mon, distante del Continentemás de trescientas millas marinas, es un parajecasi deshabitado. puesto que no puede conside-rarse como verdadera población el torren, quetiene á su cuidado la benemérita encomiendade alumbrar y alimentar el faro : su escasa ynüsera familia. que con él comparte tan heróicatarea . de un voluntario ascetismo, digno de laTebaida : los empleados que allí sostiene laCompartía del Cable trasatlántico para el servi-cio de una estación de amarre ; y unos cuantosmiserables pescadores de coral, sus mujeres y-sus hijos . cuya vida—si aquello es vivir—secircunscribe á empalmar• la monotonía de lasfaenas de hoy con las del día siguiente, y á vertranscurrir• las semanas. los meses y los añoscon la absoluta indiferencia conque vemos nos-otros correr lv,r su cauce angosto y mezquino.el agua plomiza de una acequia.

Solo una vez al mes se interrumpía la uni-formidad indolente de aquella vida de imper-turbable resignación. cuando el vapor de la

Compañía pagaba su periódica visita á la islapara llevar los víveres suficientes, hasta el próxi-mo viaje, y alguna carta quizás, rara vez unperiódico y nunca un turista 6 un curioso ; reco-giendo para el red eso, como único flete . el co-ral arrancado al fondo del mar, con destino almercado y á la industria del Continente, y al-guna que otra vez un enfermo de misantropía.un loco, un idiota : . . ..

Apartado°del camino generalmente seguidopor los buques de travesía, sin gozar del privi-legio de una mediana rada que, en caso de nece-sidad, pudiera servir á aldguno de refugio contralas terribles tempestades que parecían tener sunido en el cerco de arrecifes que aprisionaba elislote como un muro aspillerado de pavorosoaspecto, y sirviendo más bien de espantajo paratodos aquellos que se veían compelidos á nave-gar por sus peligrosísimas cercanías . era natu-ral que la existencia de los moradores de Guo-mo„ fuese la de un forzoso eremitorio, llegandoal fin á acostumbrarse á ella y á identificarsecon su suerte, por perfecta y voluntaria adap-tación al medio, sin echar de menos 'el tráficoagitado y el bullir ardillas-so, sin finalidad nigloria, de aquellos sus semejantes establgcidosal otro lado del mar, que se daban al placer y ála vanagloria de aposentarse y apretujarse enruidosas y mortíferas ciudades como carnerosen el redil.

Era, como se ha dicho, el único fenómenoque periódicamente venía á turbar aquella pla-cidez de falansterio, la visita del vapor que laCompañía enviaba con las necesarias vituallaspara el sostén de aquel puñado de séres huma-nos. verdaderamente felices, porque descono-cían, y por lo tanto no ansiaban-ni presumían.las fatigas, los anhelos, los dolores, los des-encantos y las locuras que acompañan é infor=man la vida de la civilización, la existencia ur-banizada, de pandilla, moldeada en la comúnturquesa de los pueblos cultos, regidos por unpatrón universal de cultura homogénea é in-flexible.

El vapor, no obstante su mísera catadurade tortuga-achaparrada y disforme, que al na-vegar, balanceándose pesadamente, con susenormes tambores, parecía un hipopótamo fati-gado y rendido al poso y al volúmen de des-comunales angarillas, . constituía por sí mismoel foco radiante en que convergían todas lasideas, la cifra de todos los deseos y aspiraciones.la causa supremay única de todas las cuitas, detodas las ansias, .de todas las alegrías y de to-dos los dolores de los ingénuos habitantes dea,lomon. El afán de la espera, sobre todo enépoca de temporal. por cuanto su tardanzaconstituía la horrible amenaza de la escasez, lanecesidad de ponerse á ración, la perspectivadel hambre : luego la alegría de verle lle-gar. maniobrando entre los arrecifes, burlandolos bajíos. los bancos de arena movediza, lascadenas de sirtes y- agudos escollos de cortantecoral, que le acechaban para enroscarle y ha-cerle trizas al menor descuido del timonel : mástarde. amarrado ya el vapor al pobre muellede estacada, y con dos anclotes á prevención entodo tiempo, contemplar la descarga de los cuatro fardos, una que otra caja y algún bocoy,que venían á aumentar la despensa de la isla ; y-por último la salida, después de los tres silbatosde ordenanza, del fatigoso arrastre de las an-clas al izarlas al costado, del largar la banderadel maniobrar en demanda del tortuoso cana-lillo, moviéndose entre el matorral de arrecifescon el lento caminar de un pesado monstruopanzudo y cansado, hasta verle como mengua-ba poco á poco su contorno y desaparecía entrela niebla allá á lo lejos

Alguna vez, además del bocoy, las cajas y-los fardos, llegaba un pasajero : era el inspectordel cable, que venía á girar• visita . Tal vez era

(Apólogo modernista)

el empleado sustituto del otro que se fué curarmo, atacado de melancolía 6 víctima de la 1"'sión de ánimo,, en el viaje anterior . Pero d,•todas suertes . este movimiento de personal uoafectaba en lo más minimo la quietud de fetiches en que se deslizaba la vida de los habitartes de anomaa ; mayor interés despertaba enellos la avería del bocoy 6 el haberse humede-cido algún saco de harina, con lo que la provi-sión de pan menguaba en algunas libras.

En los-inalterables y pacíficos anales de laIsla no se registran más que tres fechas memo-rables . rué la primera la del naufragio de unacorbeta inglesa, estrellada contra las rocas . ycon pérdida total de la tripulación y del carga-mento. La segunda, la restauración de la to-rre del faro, que quedara muy maltratada. enun furioso temporal sin ejemplo en la isla . Latercera es lo que constituye la razón de que rstas lineas se escribieran.

a *a

tina mañana llegó al fondeadero de Guam• „

el vapor de la Compañía, haciendo su entradacon la cachaza tino y seguridad de costumbre.Soltó un ancla: luego la otra ; se bambolea.como si tratara de afianzarle en el sitio en qusolía quedarse, arrellanándose en su movedizaasiento ; dió, una tras otra y con la calma ha-bitual, hasta tres amarras, una á la boya y do ..á tierra ; y después de quedarse unos momento.en completo reposo, descansando de las fatigasde la travesía y de los esfuerzos de habilidadempleados.—en salvar la barrera de arrecifes . yen colarse de rondón, canal adelante . 1• : sta elfondeadero .—lió el vapor comienzo á la de sctrga con el método, parsimonia y 1mb .hcitad solemne, habituales en su ya largtúsima y vene-rabie vida marinera.

Empezaron á salir por las abiertas as, o . ..-llas, fardo tras fardo, los cuatro consabidos ; lasdos ó tres cajas de rigor y el ind .speasable bo-coy, sin presentar todo ello avería aparente.asegurando de este modo el bienestar económi-co de los imperturbables moradores de Gn-,mt,u.No había pasajeros . al parecer. Todo seguíapor tanto, los trámites de rúbri a, y nada abse-lutamente hacía sospechar• que aZael viaje . re+ .-lizado con la aparente rutina de tant ísimos años.iba á marcar la efemérides más gloriosa en lahistoria de la Isla.

Seguía, pues, la metódica descarga con to-da regularidad ; nada turbaba la lenta y pacífi-ca sucesión de las consuetudinarias ocupacionesde Gnonum, cuando en lo más alto del vapor.enmedio del .puente, bien visible por encimadel tambor frontero á la playa, apa .rció. comopor encanto. una cosa extraordinaria : uu can -junto de objetos de diversas formas . tamañas ycolores : agitados por extraños y variadísimosmovimientos de oscilación y percusión, ahusan-do unos con otros y produciendo entre todosuna armonía incomparable, una dulce y alegramelodía que hirió de pronto . como un cañanazo.los tímpanos de las personas cercanas al fenó-meno, y fué luego atrayendo, suspendiendo.arrebatando y poniendo fuera de sí mismos átodos los moradores de la Isla y á los tripulan-tes del vapor, que se - arremolinaban, atrope-llándose, en torno de aquella maravilla, nuncavista ni oída en Gnomon, y que de tal suerte lesenajenaba los sentidos, inundando sus espírituscon la incitante alegría de la múoim

Aquel singular fenómeno se componía deun bombo descomunal, cuya caja, pintada deazul y encordada de amarillo, formaba la baseprincipal, el centro magnífico de todo el siseeusa: por encima del bombo velase subir y bajaracompasadamente un reluciente y dorado p]ati-llo, que chispeaba al batir el aire y que al cho-car• contra su compañero, ajustado sobre el so-noro armatoste cilíndrico, producía notas ar-

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El Heraldo del Istmo - 29

gentinas, cortas y resonantes, como golpes dechanflón.

Abajo de todo adivinábase el mecanismode una cuerda sujeta á un pedal, poniendo enmovimiento un mazo cabezudo, forrado de ba-dana amarilla, que hería el parche con tantafuria, que amenazaba romperlo con estrépitode cañonazo . De un lado, medio oculto por elbombo, asomaba la boca circular de un clarine-te de llaves, que, manejado con verdadero artey afinación, llevaba la voz cantante en aquellaprodigiosa orquesta. Y finalmente, por encimade todo esto, rematándolo como gallarda cúpu-la 6 cimborrio digno de tan maravilloso monu-mento, surgía brillante y soberbio un esbeltocucurucho, un gorro cónico de agudísimo vérti-ce, que daría envidia á Pierrot, y sobre el quedescollaba un enhiesto borlón, compendio detodos los colores del 'iris, que al agitarse des-lumbraba con sus cambiantes y reflejos, entanto que el sonido armonioso y vibrátil de loscien cascabeles de que el gorro estaba sembra-do, entre un laberinto de cintas, lazos, flecos ymoñas, poblaba el ambiente con su agudo yalegre tintineo. El alma de este conjunto . elespíritu concertador y árbitro de las melodías,desaparecía por entero tras la formidable ar-mazón de aquella orquesta semoviente.

Una, dos, y diez y veinte y más veces, laorquesta se hizo oír, y cada nuevo número desu inagotable programa, era recibido por el pú-blico con un entusiasmo delirante . Y es seguroque no hubiera cesado de producir notas y másnotas, si al fin el espíritu misterioso no decidie-ra darse á conocer, apareciéndose de improvisoen la vulgar estampa de un bípedo implume,corto de talla, estevado, de sucia melena y bar-bas de rastrojo, el cual, descargándose del pe-sado fardo del bombo, que dejó en el suelo, conlos platillos uno sobre otro en lo más alto de lacaja, teniendo en la siniestra el mágico clarine-te, y .en la diestra la cónica y reluciente cape-ruza, agitada en son de gratitud, tintilando, sa-ludaba con la más cómica efusión y gesticulan-do horrorosamente.

jamás se concedió á mortal alguno en todala redondez del mundo ovación semejante á laque obtuvo en Gnomon el héroe de esta narra-ción verídica.

El guerrero victorioso, entrando en su pa-tria abrumado bajo el peso de los laureles; elhéroe afortunado, levantado sobre el pavés alfrente de sus legiones en el campo de batalla;el orador prodigioso, árbitro de las pasiones delas muchedumbres; el poeta laureado, en el mo-mento álgido de su inspiración ; todo el que si-quiera por un momento ha disfrutado de la di-cha y la gloria incomparable de ser el ídolo detodo un pueblo, loco de entusiasmo, palideceríade envidia al comparar con la suya la populari-dad de que gozó desde el primer instante de sumaravillosa aparición en la Isla de Gnomon, elfiambre-Orquesta .

Una Carta

miento, tan honda y enérgicamente despertadoy puesto en tensión extremadísima durante loscortos días del reinado espiritual del Hombre-Orquesta.

El mismo vapor de la Compañía que le tra-jo, llevósele consigo, dejando á Gnomon huér-fana de arte, de alegría y de felicidad. A laplaya acudieron todos los habitantes de Gnomon,en masa, á despedirle, á ovacionarle por últimavez, ó más bien á cerciorarse de la gran cala-midad que, con la ausencia del hombre-orques-ta tenía que sobrevenirles . Sintieron, al verlopartir, todas las tristezas del abandono, toda lahorrible vaciedad de su existencia monótona,iluminada durante cortísimo tiempo por un ra-yo de luz divina, y de nuevo sumida en la ne-gra noche de su infortunio. Y deSde entonces,á la llegada regular del venerable buque, por-tador del bocoy, de las consabidas cajas y delos cuatro fardos inevitables, ni un solo habi-tante de Gnomo„ falta en la playa, esperandoanhelante el regreso del Hombre Orquesta

En la monótona sucesión de los días denuestra vida ; en la ausencia absoluta de emo-ciones puras y sublimes ; en la periódica repe-tición de los sucesos vulgares que forman loque se ha dado en llamar "prosa de la vida,"todos los míseros habitantes de este planeta nosomos más felices, ni poseemos mayor suma defacultades intuitivas y adquisitivas de la sensa-ción estética, ni mejores ocasiones de sentir laemoción pura y honda del arte, que los moradores de Gnomon, de aquella Isla perdida en lamitad del mar, como nuestro mundo en la mi-tad del Universo; viniendo á ser aquella un fi-

Breve fué su auge, no obstante. porquebreve fué también la estancia del Hanitre-Or-quest2 entre los transfigurados moradores deGnomon., demostrando en esto nuestro héroe enqué grado supremo poseía la rara cualidad desaber eclipsarse á tiempo, para no tener queasistir en vida á las exequias de su popularidad,venida á tierra Pero en el corto plazo de sureinado, no tuvo límites su autoridad ni frenoel entusiasmo de sus admiradores, los cuales, átrueque de agasajarle hasta no poder más, exi-gíanle á todas horas y con cualquier pretextoun derroche de sus energías musculares, po-niendo en movimiento toda aquella complicadamaquinaria de armonías, cuyos ecos se conser-van aun, al cabo de los años, escondidos en lomás recóndito de la floresta, en el remanso delos arroyos y en las cavidades de las rocas cal-

Antón, 29 de Enero de 1905.cáreas, donde tal vez los repiten á coro los mi-croscópicos infusorios constructores de la Isla, Señor Director de EL HERALDO DEL ISTMO.

mientras trabajan en sus cimientos madre-

Panamá.póricos.

Muy estimado Señor mio:Por fin llegó el día en que el hombre-or- Hace muchos días que tengo el propósito

questa desapareció, llevándose consigo las ale- de escribir á Ud . para felicitarlo por la obra degafas, los únicos momentos de verdadera dicha verdadera cultura intelectual que ha iniciadoultra-terrena que jamás disfrutaron los trua- Ud. con la publicación de su hermosa Revista.

quilos y parsimoniosos habitantes de Gnomon, Doblemente obligado me hallo para con Ud .,víctimas hasta entonces de la atrofia del sentí- tanto porque estimo un deber el aplauso para

delísimo trasunto de este, mí ro y aburrido,siempre igual á sí mismo en todos los momentosde la sucesión isócrona del tiempo y en todaslas mudanzas del espacio.

Tan solo una vez cada siglo, la Providen-cia compadecida, de nuestra insignificancia y dela vanidad é inopia de nuestra rutinaria exis-tencia, nos envía en la persona de un génio, deun poeta, de un artista, de un héroe, algo de suEsencia inmortal y eterna, un rayo de su luzdivina encerrado en un cráneo, una nota de lasarmonías purísimas que rodean incesantemen-te su trono de gloria, envuelta en una palabra,ó mi un verso, justificando así la consoladoraverdad de que Dios hizo el hombre á su imageny semejanza.

El Hombre-Orquesta, sugerido por Dios en-tre nosotros, se revela al mundo atónito, le do-mina, le subyuga, le transporta á las sublimesalturas del arte, que es la pura esencia de labondad infinita; transforma nuestra servil ymonótona existencia, en un sueño paradisiaco,poblado de las más bellas y encantadoras imá-genes; en un éxtasis prolongado, del que noquisiéramos ni debiéramos salir jamás, si pornuestro mal y por nuestra culpa no tuviéramospara arrastrarnos, como forzados, esta capara-zón de barro vil, que nos liga á la tierra conpesada cadena de vicios y dolores ; mientrasbrilla apenas acá dentro la llama sutil de nues-tro espíritu, avivada por el soplo divino cuandoDios nos muestra su Omnipotencia enviándonosel secular Hombre-Orquesta, para reanimar yennoblecer nuestra existencia de gusanos

J . a. ACUÑA.

todo lo que de nobletenga alga, cuantoporque Ud. ha sidomás de una vez bené-volo y generoso con-migo al ponderar miscuasi nulos talentos deescritor.

Yo abundo, eso sí,en buenas intenciones,y á la sinceridad conque escribo debo se-guramente el apreciode la gente culta queme honra, como Ud ,con frases que siem-pre trato devalorar de-bidamente.

Bien sé cuánto esel sacrificio que Ud. ysus dignos compañerosse han impuesto, pararegalarnos con publi-ca :ión tan nítida comoEL HERALDO . Anteaque U.U. ya me sabíade memoria eso defundar periódicos, ó loque es lo misma, lahistoria de las contra-riedades y desazonesde todo género poragradar al señor pú-blico, personaje de mu-chas campanillas queno sé dónde se encuen-tra, como dijo Larra,pero que siempre se

2e almatizo i1Er hace sentir por suproceder huraño cuando no por ingratitudes sinmedida.

Pero de todos modos Ud . está poniendo, sino ha puesto ya, una pica en Flandes: su pe-riódico será cada día más popular, y para mjtengo que muy pronto verá . perfectamente ase-gurada su vida. Hago votos porque así sea,

Para corresponder á las amables exigenciasde Ud. me permito enviarle la última hoja demi libro i'dginas íntimas. Ese trabajito, que noes sino una expansión dolorosa de mis recuer-dos de niño, es lo último que he escrito, siñ de-seo de publicarlo por ahora ; mas sólo por edm-

COLEGIO DE "SAN JOSE ."•• ESTUDIANTINA.

1 María C . Arosemena—2 Ana M. Fernández del Rfo -3 Entalla D. Yema—1 Librada Pimentel—á Virginia M. Paniza—9 Laura Arjona—? Bartilda Arjona—3 Raquel Pérez—Marta Luisa Lee

-10 Emilia Zubieta—11 Mercedes Zubieta—12 Rosario Alba—l3 Raquel Arias

Esquelas de matrimonio, igual que litografiadas, os puede ;suministrar la TIP.CHEVALIEH ANDREVE & Cía

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zas y sobre las páginas del libro primario enque aprendíamos, titubeando, las lecciones deldía siguiente.

El suelo estaba cuajado de pétalos blancosque trascendían á gran distancia : yo te enseña-ba á deletrear según el sistema bárbaro quepracticaba nuestra pobre maestra de primerasletras, pero el repaso era interrumpido con fre-cuencia por cualquier acontecimiento baladíque nos atraía, y la lección quedaba, por lo ge-neral. mal aprendida . . ..

Los azulejos picaban y picaban la fruta yamadura: la oropéndola, que bajaba de sus a-grias montañas, lanzaba sobre nosotros su can-to diatónico, y nuestras miradas se perdían conlas hormigas que venían á cargar los azaharesdeshojados para llevarlos á sus trojes, ocultasen la tierra, con las sinuosidades irregulares deinextricable laberinto .—Otras veces era un ra-pazuelo de la vecindad que se subía al árbol.san anuencia de nosotros, y cuando más enca-ramado estaba robando el fruto, corríamos á él,le cercábamos al pie para que no se escapase, ycomenzábamos por arrojarle injurias antes quelos pedriscos ó naranjas que regados había portodas partes . El muchacho. acorralado pornuestros gritos y dicterios, se ocultaba detrásde las ramas esquivando los golpes que le ases-tábamos entre risas y bromas ; luego se descol-gaba como un perezoso, y por último caían átierra, en medio de la rechifla general, nos mi-fraba de rente con picardía sin ejemplo, rom-pía la valla que le oponíamos . y cuando estabafuera del alcance de la pedrea, nos hacía gestoscomo un mico . y sacando de los bolsillos delraído pantalón dos hermosas naranjas, nos lasmostraba en actitud desafiante para que fuése-mos á quitárselas. Nuestra ira su convertía enras, y el ladrón era amigo después que venía áofrecernos sus habilidades para coger las frutasapenas maduradas.

Y la agonía llegó, como ha de llegarnos

Colegio de san José.-señoritas graduadas

1[n.] N nuestro afán de ser justos siempre yde aplaudir franca y decididamente elmérito verdadero en donde quiera que

esté, publicamos hoy varios fotograbados relat'-vos al certamen de fin de- año conque clausurósus tareas de 1904 el Colegio de Satn 3osé para se-ñoritas que regentan en esta capital, desde hacemás de dos lustros, con sobra de talento, las muyilustradas y virtuosas señoritas Ucroses.

No el afan de captarnos simpatías nos mueveá decir que el plantel de educación del cual nosocupamos es hoy el mejor de la República : yaesta opinión viene robustecida con la de personatan apta é ilustrada como el hábil y notable pe-

mañana á nosotros. Sus frutos comenzaronpor ser cada vez más pequeños, aunque ricossiempre en jugo sabrosísimo.—La última vezque ftú á visitarle llegué acompañado de mi hi-ja, que aun no contaba un año . Vivíamos enla carnicería de la guerra de los tres años, laguerra funesta que destruyó nuestra riqueza yse llevó en su turbión asolador á muchos denuestros mejores amigos.

Una rama se inclinaba al suelo, rota, debi-do seguramente á la travesura de algún galo-pín malintencionado . Mi hija, que apenas co-menzaba á modular inarticuladas voces, se reíaal ver que su manecita no alcanzaba la frutaverde que gravitaba sobre su frente sombrea-da de pelo muy negro. y mientras me entrete-nía balanceándola en mis brazos tamo si reme-dase el cuadro de Jala llarrcit as de nuestro Ga-ray, un presentimiento se grabó en mi alma, yinc aparté de allí con el dolor de los que venmorir una á una las ilusiones que se amaronmucho.

Después . . . . ¿para qué decirlo ?—Una ma-no criminal se encargó de cumplir la orden in-fame. Un hachazo . . . .dos . . . . tres . . . . Algo co-mo un quejido con mezcla de protesta . Laparte más alta del centro estaba florecida se-mejando el ramo de una novia . El pobre viejose había ataviado con los emblemas de la espe-ranza para morir como rey destronado en mal-decida guillotina.

La mano del verdugo siguió su tarea. O-tro hachazo . . . .otro crugido . . .Y se desplomóal fin el árbol centenario, nuestro amigo dilec-to; y cayó para no dejar huella siquiera de silpaso en el tiempo como van cayendo paulatina-mente del corazón los afectos tiernos y las es-peranzas que nos dijeron algo de lisonjas inde-cibles

Antón : 1905.

SALOMÓN PONCE AGUILERA.

dagogo—gloria del Istmo y flor de los intelectua-les panameños—señor Don Abel Bravo, quien pre-senció los exámenes del Colegio y al salir mani-festó, no sólo agrado, sino también el firme pro-pósito de .que sus hijas fueran educadas en eseplantel-

('omo ha trascurrido ya un lapso de tiempobastante largo desde que tuvo lugar la fiestaconque se terminaron las tareas escolares, nocreemos de imprescindible necesidad hacer am-plia revista de la velada teatral y tan solo nos li-mitamos á enviarle á las señoritas Ucroses y demás profesoras nuestro aplauso prolongado porel triunfo obtenido, y á las educandas nuestrahumilde voz de aliento.

Próximamente publicaremos los retratos delas señoritas Directora y Profesoras del citadoColegio, y el de la niña Lilia Estér Feuillet—conquien nos ligan lazos estrechos de un paisanajeque nos honra dado el talento que posee—por ha-ber obtenido tres de las principales medallasconque se premiaron á las mejores alumnas.

ROMEO.

EN UN ALBUN

Ah! yo adoro el crepúsculo . . . .Esa horaEn que el cielo está pálido, y el monteSe cubre de neblina soñadoraY se borra en el mar el horizonte.

Cuando vuelven los barcos pescadoresCon las gaviotas á la oscura playa,Y en medio de poéticos fulgoresLa luz crepuscular triste desmaya;

Cuando surge la estrella vespertinaY pensadora brilla y parpadea;Cuando el alma nostálgica adivinaEl más allá que la ilusión desea.

Es hora de oración y pensamiento;Es hora de recuerdo y esperanza . . ..¡Cuán apacible y dulce es el momentoEn que la noche sobre el mar avanza!

Revive algún recuerdo rele gadoPor mucho tiempo á inexorable olvido.Se reconstruye a veces un pasadoO despierta un afecto ya dormido.

Ah! la tarde en la playa . . . .Hincha la velaLa barca del ensueño misteriosa,Navega por un mar azul y vuelaAl soñado país color de rosa.

ERNESTO O . PALACIO .

El Heraldo del Istmo - 31

NOTASHEMOS SIDO FAVORECIDOS

con un ejemplar del Informe rendido á S . E. elPresidente de la República por su Secretario deInstrucción Pública y Justicia, y que se con-trae á la visita que á las escuelas de la Provin-cia de Chiriquí efectuó ese alto funcionario enEnero último.

El informe—bien elaborado ciertamente—nosdemuestra que debido á varias causas, entre e-llas la escasez de personal idóneo, la marcha dela instrucción en esa Provincia no es todo lo sa-tisfactoria que de desearse sería.

Se llega así mismo á conocimiento leyéndolede que el señor Victoria se preocupa verdadera-mente por el importante ramo de la administra-ción á su cargo y está decidido á poner todo em-peño en su progreso.

Ojalá así sea . Nuestra Patria duerme aúnel sueño pesado de la ignorancia . Toca á losmandatarios despertarla, estableciendo sobre ba-ses sólidas un buen plan de instrucción amplio yconforme con las exigencias del progreso que sonmúltiples y muy delicadas . Esto redundaría enbien del país, sería timbre de orgullo para la pri-mera administración panameña y honra la masalta para el señor Victoria.

LOS DISTINGUIDOS ESCRITORESdon José García Acuña, Cónsul General de Espa-ña en esta capital, y Doctor Salomón Ponce A-guilera . honran la, columnas de este número consu inteligente y valiosa colaboración.

Muy agradecidos á dichos señores por su be-nevolencia, nos permitimos solicitarles continúenfavoreciendo EL HERALDO DEL ISTMO con su con-tingente intelectual, una vez que colaboracióncomo la que ellos nos ofrecen se traduce en honray provecho para nuestro modesto quincenario.

PRESENTAMOSá .nuestros le .:tores el retrato del notable poe-ta don Justo A . Facio, honra legítima de estatierra que le vió nacer y á la cual ama con cari-ño entrañable á pesar de los largos años que ha-ce se ausentó de ella.

El poeta, que por circunstancias especialesrenunció la nacionalidad colombiana, aceptó en-tusiasmado desde el primer momento la separa-ción del Istmo y reintegra hoy en la nueva Repú-blica sus derechos de ciudadanía.

EN ATENTA TARJETAnos comunican los estimables jóvenes don Fran-cisco Ramírez C . y señorita Helena Tejada ha-ber contraído matrimonio en esta capital el día18 del mes que finaliza hoy.

EL HERALDO DEL ISTMO se complace en de-sear á los nuevos oficiantes en el templo del A-mor, la mayor suma de dichas que puede brindarla unión de dos almas que se comprenden y seadoran .

HA REGRESADOde Chile últimamente el Cónsul General de esanación en esta República, señor don JerónimoOssa. El señor Ossa, intelectual de mucho méri-to. es bien apreciado en esta Dirección y%loscomplacemos en saludarle cariñosamente con nna-tivo de su retorno á esta su patria.

REPENTINAMENTEdejó de existir en la tarde del miércoles 22, laseñorita MATILDE ARANGO, hija del disting uidocaballero don José Agustín Arango, á quin a-compañamos en su justo dolor.

NUEVAMENTEse halla en esta ciudad el señor licenciado donLeonidas Pacheco, Ministro del Gobierno de Cos-ta Rica, ante el de nuestra República.

Acompaña al Ministro Pacheco esta vez encalidad de Secretario el señor don Leonidas Bri-ceño, notable periodista, á quién con placer es-trechamos la mano en la redacción de esta Re-vista.

Deseamos á ambos caballeros grata perma-nencia entre nosotros.

En pié.—María Qu uvada—Silvia Rosa Pérez—Elvira CerveraSentadas.—Marta Cristina Arosemena—Magdalena Ienza.

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Colegio de "San José .9 9

Crepúsculo

Exaininad nuestros trabajos y hallareis que en relación con ellos nuestros precios son los más bajos .

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El Heraldo del Istmo - 32

EN PENONOMEcontrajo matrimonio hace pocos días nuestro ex-celente amigo José B. Calvo con la bella y vir-tuosa señorita Estér Ocaña.

Deseamos de todas veras felicidad eternaal amigo Calvo en su nuevo estado-

CON ESTE NUMEROrepartimos á nuestros suscritores El Eco de loModa correspondiente al mes que hoy concluye . ,

AGRADECEMOSá nuestros colegas El Cronista y La República lasfrases que nos dedican con motivo del estableci-miento de nuestros talleres tipográficos.

Retornamos á nuestra vez su felicitación alúltimo de los colegas mencionados, ya que al

leal de EL HERALDO DEL ISTMO cuenta con ta-

lleres propios conseguidos últimamente.

A LAS PERSONASque nos remiten colaboración,—sobre todo poé-tica,—para esta Revista, les manifestamos queno habiendo contraído con ellas compromiso nin-guno, sólo daremos publicidad á aquella que ennuestro concepto la merezca . Si acaso este pro-ceder nuestro no fuere de su agrado, con no re-mitir más colaboración queda todo concluido.

CON EL PRESENTE NUMEROcomienza EL HERALDO DEL IsTMo á editarse enlos talleres tipográficos de la nueva firma comer-cial CHEVALIER, ANDREVE & C9 , de la cual hapasado áser propiedad, de acuerdo con la escritu-ra pública otorgada en esta ciudad el día 8 deEnero último ante el señor don Juan AgustínTorres, Notario N° 29 del Circuito.

La nueva Empresa propietaria y editora sepropone introducir paulatinamente mejoras enla Revista, contando siempre conque el públicosiga dispensando á EL HERALDO DEL IsTMO lamisma buena acogida que hasta hoy le merece.

Señores Agentes:Solicitamos de Ustedes la remisión de los

fondos que tengan ya colectados por suscricio-nes, de acuerdo con las condiciones de Agencia.

Recreaciones Intelectuales.

36 .—CHARADA:

(Compuesta excluyendo la vocal 1 .)

De lengua muerta á la nuestraPasó la que va delantePronto en busca de segundaQue está de Gounod en el arte,Que es de enamorados sueño,Rogándole la acompañeDonde trabajó Salva,Pues caso que se negare,Con el concurso de cuartaEncontrará allá hospedajeA la vez que formarán,Aun cuando á aquella no agrade,Nombre de persona célebreEn bellas letras notable.

Mas en tanto que se arreglanTercera salta de clave,De sol ó de no de fa,De ser pronombre jactándose.Para en pacto con la cuartaPoder de verbo llamarse,Por lo cual le da su aplausoEl todo que es gran tunante.

A. H. A.

37. SALTO DE CABALLO:

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38--CHARADAS:1 . a—Era mi tia prima cuarta

de un carácter algo austero;por eso nombró herederoal hijo de tres y alacoque es muy necio y majadero;

Me dejó á mi su dos cuartaque me puso de maneraque las arrojé á la primerasin documento ni carta.

2. 9—Un pobre segunda cuartame aseguró cierto díaque en su jardín un tres cuatrotranquilo pronto vería,y en ese instante yo vícon horror y con espantoque un todo de negro mantopasó muy cerca de mi.

G, a L.

39 .--FUGA DE CONSONANTES:.a.o .i.a u-a .e.e.a.a .e .o .o .o ,e.ía,. .o. .e .a .e.a i,-i . . .e-a.a . .a .ie . .u-o. .o . Jai .e .ie .a-a .e.e.a

.u. .ie . .ue .e .e . .a .ía!

Las primeras soluciones que recibamos deestas Rec aicianes, serán premiadas con las si-guientes obras:

36. Teresa H,onbert, de H. Riera.27. Los Degenerados,de Gorky.38. Átala, de Chateaubriand-39- Misterio! de Conway.

Las soluciones deben remitirse á la Tipo-grafía Chevalier, Andreve & @. un día despuésde la salida del periódico.

SOLO ADMITIREMOS LAS SOLUCIONES QUE NOSENVIEN, FIRMADAS, NUESTROS SUSCRITORES

Las solucionar que sean- echadas por debajo deLi puerta, estando cerrada la Tipografía, en setronarán en consideración.

Soluciones del Número anterior.

33.—Unidas prima y terceraTe componen-de seguroCierta cosa te lo juro.Valiosa para cualquiera.

Quien fuera en música diestroHabría pronto mi segunda;

-Tambien cual pronombre abundaMucho en el idioma nuestro .

Ponla de mí tercia al lado.I teniendo religiónHallarás sin dilaciónQue forman algo sagrado-

Si te juzgas competenteA darme el todo te reto:Es pues lector un objetoSiempre usado por la gente.

34. Heraldo.35. Casamentera.

Obtuvieron premio: por la 33, 9 Ramón No-

riega; por la 34," Francisco A. Jimenez; por la

35- 9 , José Anibal González.

Enviaron soluciones además:

De la 34x--Abel Bravo. A. H. Arosemena,José Anibal González y Gregorio Miró Deuis.

De la 359.—Señorita Esperanza Guardia V.y Ramón Noriega.

El señor Miguel Cucalón, de Guayaquil, haremitido soluciones de los números 22, 23 y 2 L

Nuestros AgentesEn Colón, Señores Alberto Mendoza y Eras-

mo Méndez.En Bocas del Toro, Señor Gonzalo Santos K.En Emperador, Señor Floreado CaeríaEn el Dañen, Sr . Luis Muñóz V.En Chitré, 'Sr- Victor M. Juliao P.En Aguadulce, Sr. Eduardo PedreschiEn Penonomé, Sr . Héctor Conte B.En Soná, Sr. César A. Pardini.En Guayaquil (Ecuador), Sr- Ramón L. \- :-

llarino.En San José de Costa Rica, Sr- Pedro Victo

Guardia.En Puntarenas (Costa Rica), Señor Aníbal

Martínez.Agente General en toda la provincia de Loe

Santos, Sr . Demetrio Quintero C.Agente General en toda la provincia de Chi-

riquí, Sr . Manuel Balbino Alvarado-Agente General en toda la provincia de \ " e-

raguas, Sr. Wenceslao Bustos.

El Heraldo -del Istmo

REVISTA ILUSTRADA.

Director: GUILLERMO ANDREVE.

Esta Revista consta de 12 páginas de gr A ntamaño y se publica dos veces al mes.

Se canjea solamente con las Revistas de euindole-

La suscrición por trimestre vale Dos Puse.plata corriente, y cada ejemplar suelto cuarentacentavos.

Regala mensualmente á sus suscritores el in-teresante periódico El Eco de la Moda.

No se admite más colaboración que la solici-tada y no se devuelven en ningún caso los ori-ginales.

Para todo lo relacionado con el periódico en-tenderse con el Director en la Tipografía Chi ni-Ver, Andreve & Cía, Carrera de Ricaurte N° 15.

La correspondencia relacionada con la Re-vista, debe dirigirse así:

Señor Director de

EL HERALDO DEL ISTMO.

Apartado. 51-Panamá.

Tip. Chevalier Andreve & Cía,—25.

t7z

(CAMISA .)

La maquinaria de la TIP. CIIEVALIER, ANDREVE & CIA. es toa nueva y de los más modernos estilos.

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FOLLETIN DE "EL HERALDO DEL ISTMO"

Blancac

c VarollosNOVELA 06 PASIÓN

----w DE JEAN DE LA HIRE

CAPITULO PRIMERO.

II

Omnia vincit Amor.VIRGILIO.

(Continuación .)

Sin decir una palabra, como empujadospor la misma fuerza, Blanca y Jacobo sesentaron uno al lado de otro en un mismoasiento. Jacobo estaba negligentementevestido: la camisa desabrochada descubríasu blanco cuello, de una gran pureza de lí-neas, en el cual la piel tenía blondos refle-jos de ambar en la clarjdad suave y tami-zada del follaje. Una belleza extraordina-ria resplandecía en su rostro . De prontosus ojos centellearon y se clavaron con fije-za en la niña que se estremeció á su mi-rada .

—Blanca . díjole al fin, yo no sé lo quesiento, pero hace algunos días que tenía de-seos de estar solo con vos . . . . Me faltabaalgo, y ahora . . . .ahora yo soy feliz . . .-

Blanca, emocionada y ruborizada, hizoun esfuerzo por reírse Jacobo fingiótambién reírse y añadió:

—Sí. yo sé bien que tengo algo muygrande que deciros . . . . Una transforma-ción sella operado en mí con respecto ávos . . . . Os he siempre amado desde el pri-mer día que os ví como á una hermana, pe-ro ahora os amo de otra manera

Calló ; la niña bajó la cabeza, pálida, yjugando maquinalmente con las cintas delsombrero que se había quitado, balbuceó:

—Qué queréis decir? no comprendo!

—Yo tampoco, respondió Jacobo, conlos ojos fijos en la espesura del follaje

Y continuó, como si hablase consigomismo:

—Yo os amo como aman los personajesde las novelas y poemas que he leído . . . .noalcanzo á explicarlo claramente, pero sientoque ese amor no puede compararse al afec-to común de los seres que se quieren así,simplemente . vulgarmente-

Vaciló, y luego, con resolución . dijo:

—Yo no sé. Os hablo de estas cosas,porque ellas han cruzado por mi imagina-ción esta mañana- Decidme, Blanca,amais vos también . . . .como yo amo?

Con terneza apoyó su cabeza sobre elhombro de la niña . Sus carnes se tocaron.Blanca sintió que una. gran laxitud la inva-día y en voz baja respondió:

Sí, os amo . . . . . . siempre os he amado;olas me parece también que algo extraño

experimento ahora Jacobo, yo he llo-rado toda la mañana, yo

Y se detuvo ; sus propias palabras lallenaron de sorpresa . La blancura del pe-cho del joven la deslumbró y vió que susmismas manos temblaban . Como loca, selevantó, entró corriendo al castillo y se en-cerró en su cuarto, asombrada, desespera-da, preguntándose con ansiedad qué fuerzadesconocida la impulsaba y si no habría co-metido alguna acción punible á los ojos deDios!

Se arrodilló sobre el reclinatorio y desu corazón brotó una sú plica. ardiente, ex-nontánea que subió á sus labios y se elevóhacia el cielo como el nebuloso y perfuma-do humo de un sacrificio . En lo alto LaConcepción de Murillo sonreía, gloriosa yresplandeciente al contacto de un rayo desol que la iluminaba . Hubo un momentoque le pareció á la niña que la Virgen dete-niendo su movimiento de ascensión se in-clinaba hacia ella dándole á besar la blondadulzura de sus manos. Un sollozo le des-garró el pecho, sus sienes latieron fuerte-mente y se dobló sobre el pavimento, lan-zando, antes de perder del todo el conoci-miento, este grito de interrogación loca:

--Mas qué me pasa, Dios mío?

Poco á poco el rayo de sol abandonó laimagen de La Concepción, se deslizó á lolargo del reclinatorio, rozó el pavimento ypareció detenerse sobre la cabeza de Blan-ca. Cariñosamente jugó entre sus cabelloscuyo blondo tinte adquirió entonces refle-jos de oro fundido, rodeándose durante dosminutos el rostro de la niña de una aureolacentelleante bajo cuyos rayos su piel deuna blancura mate tomó las transparenciasextrañas de lo divino.

Así, en el candor de su larga y blancafalda, habríase dicho una mártir de los pri-meros siglos de la. Iglesia, adormecida entoda la gloria de su triunfante virginidad.

CAPITULO II.

1.

—Blanca, siéntate al piano, dijo Jacoboentrando al aposento.

La niña se volvió hacia su amigo y sesonrió. Sin decir una palabra, se levantóy se sentó al piano, mientras que él jovense dejaba caer sobre un asiento.

--Qué quieres tú que toque?

—Algo dulce y grave ; me siento el almatierna y enlutada .

Traducción de EVEAARCO VELARLE

El tono de su voz fué tan triste queBlanca se volvió—y durante algunos minu-tos se quedaron inmóviles cara á cara, con-templándose, hasta que juntos bajaron losojos.

La terminación de una sonrisa, el finalde un canto, el instante último de un violen-to amor, tal era la tarde de aquel día. Elcrepúsculo oscurecía el aposento, en cuyorecinto los muebles y los objetos tomabanformas vagas, dolorosamente cómicas é iró-nicamente horribles . Las placas de cobredel bufete y de los armarios lanzaban unaluz rojiza, de una infinita tristeza . El airecargado de perfumes, hacíase pesado y ti-bio, y el día moría en una abrumante me-lancolía, como si temiese la necesaria vuel-ta. El fin de algo dejábase sentir y no sepensaba, en esa agonía de la luz y de la vida,en la auroaa del mañana.

Y repentinamente, ante la belleza gra-ve de Jacobo, ante su mirada á la vez quetriste bondadosa, Blanca sintió deseos ve-hementes de llorar.

Sus miembros, entorpecidos por unadesesperante laxitud, cuya causa ella mis-ma ignoraba, le pesaban como inevitablecarga. Se levantó con pena y buscó en losestantes un Offertoire de Franck, cuya dul-ce gravedad le hiciese nacer la deseada cal-ma acompañada de apacibles lágrimas . . ..

Cuando húbolo encontrado, se sentó denuevo al piano, y cuando sus dedos apoyá-banse en las teclas, sintió que una mano seposaba sobre su espalda . Se volvió. De-trás de ella, de pie, con los ojos sombreadospor las lágrimas, Jacobo la contemplaba.

—Jacobo, tú lloras, qué tienes?

—No sé, desde hace una semana algoextraordinario me pasa, estoy todo descon-certado

—Mi pobre amigo, lo mismo me ac-.o^x-tece á. mí

Y se dejaron arrastrar hacia el canapé,permaneciendo largo tiempo el uno en bra-zos de la otra, inmóviles, temerosos delformidable y misterioso impulso que losimpelía y que turbaba sus existencias, des-

(Continuará .)

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