Jitrik 1977

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    tamos que nos hacemos cmplices de una necesidad so.,al y poltica de seguirlo proclamando como texto nico y fuerte, como un privilegiado depsito de significaciones que modelan todava nuestra vida y nuestra sociedad?,no ser que, mediante los prlogos, queremos impedir su lectura?Pero hay "prlogo" y "prlogo": ninguno puede sustraerse a una redde fuerzas en la que, a pesar quizs de seguir jugando el juego, se inscribe.,Cabe preguntarse por esa red de modo tal que se pueda, en la respuesta,determinar en qu sentido se quiere impedir o, en el mejor de los casos,dirigir la lectura. Trabajo que habra que hacer en cada situacin pero que,insinuado como posibilidad, aqu tiene como finalidad mostrar sobre qubase, en virtud de qu objetivos y condiciones, este "Prlogo" intentarsepararse de los otros.

    De este modo, podemos empezar por diferenciar, casi desde el puntode vista de los gneros, entre "estudios", igualmente numerosos, y prlogos.Aqullos, en principio, por el hecho de estar sueltos, dejan la lectura enlibertad, son objeto a su vez de una lectura; por eso esclarecen, informan,producen un saber; el "prlogo", tericamente, lo sistematiza y de algunamanera lo traduce o lo rehace para cumplir con su finalidad de dirigir lalectura: cada "prlogo" es un balance de "10 que se sabe" sobre un texto,de modo tal que puede ser --o debera pretenderlo-- ms importante oms necesario que los anteriores; peto tambin puede suceder que el "saber" no se haya acrecentado, de modo que el "prlogo" se limita a repetirtodo 10 que se "saba" desde los eventuales balances anteriores. Entre estudios y unos y otros prlogos la masa existente sobre el Facundo es abrumadora y, acaso, provoca cierto tedio porque si por un lado se observa un loable deseo de afirmar la existencia de un conocimiento desde un texto, porel otro el conocimiento no progresa, se acumula y se inutiliza o, al menos,no rechaza el imponerse puesto que por su masividad misma va no puedetransmitir. De alguna manera todo esto redunda en una voluntad de consagracin cuyo rasgo ms ntimo consistira en evitar el tener que enfrentar,para neutralizarlo, un sistema de condiciones de lectura que emanan de unorden previo y, por supuesto tambin, el orden previo mismo que, al parecer, todava se nutre ideolgicamente del contenido explcito, exclamado ehistricamente impuesto, del Facundo.

    Esta reflexin indica un camino para este prlogo: nos prohibimos tantocompletar una informacin como b.cer r e s m e n E ' ~ de "lo que se sabe"; enestos impedimentos toma forma nuestra posibilidad, que se convierte asen nuestro propsito: establecer una relacin con una lectura posible peroque no trate de obstaculizarla y, ms an, asumir nuestra propia lectura demanera tal que su movimiento abra a las otras lecturas y no las inmovilice.Prlogo, entonces, que reconoce ser "lectura" y, en consecuencia, gesto histricamente limitado, tributario ----como toda lectura- de determinadascondiciones de produccin. Podemos sealar aqu ya la primera de ellas:es subjetiva como por contraste con el marco que crean los "prlogos" ante-

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    riores: definimos el Facundo como un texto que nos es impuesto pero, almismo tiempo, lo reconocemos, por experiencias previas, como un objetocaracterstico de nuestra cultura latinoamericana; lo leemos desde esa bivalencia y as queremos que se lo lea, lo cnal supone la presencia y la accinde requerimientos actuales que guan tambin otras lecturas y otras accio-nes. Y, como lectura, fuertemente ideolgica en tanto toma distancia res-pecto de 10 ms entraablemente ideolgico de otras lecturas, de las queacaso no pueda separarse demasiado por limitaciones propias, a las cualestratar por todos los medios de poner en evidencia.No cabe duda de que esta pretensin se recorta sobre preocupacionestericas y crticas q'.le, si por un lado son muy actuales, tambin estn em-pezando a recibir el embate de una reaccin que dice, en lo ms moderadode sus formulaciones, combatir solamente los "excesos" de una crtica: demasiada abstraccin para latinoamericanos, discurso autnomo que no exaltani condena la "obra" ni repara en su "valor", determinacin de la ideologacomo fuerza operante en la construccin de los textos y no ms sistema deconceptos representados. A pesar de estas acusaciones, no concebimos comoposible ningn "prlogo-lectura" que no surja de dichas preocupacionestericas, que distan de haberse topado con sus lmites; un "prlogo", enesta perspectiva, aparecer -y aparece aqu otro de sus perfiles- comoun espacio que se ir llenando hacia una finalidad bien definida: ayudar aleventual lector a realizar su propio trabajo - s u lectura- sobre el textoy sobre el sistema que permiti tanto producir el texto como las lecturasanteriores y sta que ahora comienza a organizarse y, ciertamente, la suyapropia que debera venir ti continuacin.Pero hay otra escena de la que no se puede prescindir porque sigue reapareciendo en toda voluntad de iniciacin de un discurso diferente y esintil negarlo: todava son S ~ r m i e n t o y el Facundo objeto de veneraci6n yde execracin ciegas; hablar de uno o d otro, o de ambos, implica un riesgo cierto y un compromiso grave pues segn algunos la adhesin a una oa otra lnea, ya tradicionales, es insoslayable; Sarmiento est, en ese sentido, privilegiadamente situado en el cruce de ambas en la medida en quepor un lado ciertos sectores polticos argentinos, de extracci6n conservadora y vocacin desptica y hasta cierto punto antipopular, lo reivindican comosuyo (aunque tambin, para hacer ms difuso el panorama, lo reclamanp:lra s sectores qlle, siendo liberales y aun izquierdistas, de ninguna manera se viven a s mismos como opresores actuales o posibles del pueblo), yotros, que cuentan indudablemente en sus filas a 10 que se puede entendercomo el "pueblo", se horrorizan a su mera menci6n, como si siguiera siendo la suma del espanto hist6rico, el inodelo superior de aquello que hayque atacar y destruir. Si para unos constituye la columna vertebral del "sentido" de lo argentino, para los otros dicho "sentido" debe buscarse en otraparte o en otras figuras, esquema en el que la coincidencia sobre un "sentido" marCa la gravedad de los enfrentamientos y su perduracin. Acasohaya que despojarse de esa obsesin definitoria para empezar a hacer algo

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    con l, lo que no quita que, presamente en virtud de ese tironeo que lotiene como centro, el compromiso sea muy serio pero igualmente ineludible:reclamamos para abordarlo una libertad de hablar de un tema y un objetoirritantes, lo que implica un indispensable distanciamiento respecto de lneasinterpretativas que en realidad son lneas de presin, formas de lectura cuyosfundamentos ideolgicos estaramos ya en condiciones de discernir. Esa pers-pectiva de libertad nos lleva, en consecuencia, no a la repeticin de autori-dades y a la sinopsis de sus argumentos sino a procurar una mirada nuevay en lo posible fresca que teniendo en cuenta las montaas de lecones queno nos dejan progresar, nos permita dejarlas de lado para encontrar una zonade trabajo en y con nuestros medios propios y en funcin de objetivos am-plios que superan la mera metodologa para dar cuenta de una nueva situa-cin cultural.

    Una consecuencia se desprende ya de estos aprontes: no consideraremosel Facundo desde su racionalidad propia porque eso nos llevara fatalmentea justificarlo y, por lo tanto, a negarlo como texto si por "texto" entende-mos una situacin eminentemente productiva que cesara en la justificacin:al no poder salir de sus redes, de su "querer decir", lo bloquearamos en suactividad y nada entonces podramos hacer con l; por "racionalidad propia"entendemos no su organizacin estructural o el orden de ideas que vehiculi-zan su argumentacin sino el "horizonte restringido a la inmanencia deltexto", en el cual segn aigunos se debe permanecer para no falsear desdeuna perspectiva actual lo que no pudo ser de otro modo en el pasado: tramaideolgica compuesta por el texto como un hecho, la intendonalidad comoun motor excluyente, el sistema como una relacin con el mundo. y el con-junto, en fin, como algo que a fuerza de tener existencia deja de tener sig-nificacin, De lo que se tratara, en cambio, es de trabajar con esa significa-cin, de advertir cmo se produce, de qu se nutre, cul es su operacin

    Tampoco lo consideraremos desde la racionalidad de sus e n e m ~ o s , pura-mente externa, y cuvo pedido es en el sentido de hacerlo desaparecer comoobra, lo que implica una doble desaparicin como texto. No nos importa laeficacia de un pedido semejante, s, en cambio, la direccin que puedequerer seguir imponiendo a la lectura, para liberar la cual v actualizarla en-tenderemos que Facundo tiene algo de texto en estado de produccin y, enconsecuencia, es todava capaz de suscitar una percepcin de su calidad detexto en estado de produccin.

    Si, entonces, no se trata de perfeccionar una descripcin de lo que Facundoes en s ni de obtener un juicio condenatorio (el absolutorio es prescindiblepuesto que viene con la descripcin de lo que es en s), el camino que seabre es el de una integracin del conocimiento de su sistema con necesidadesnuestras que slo podemos definir desde la actualidad en el doble sentidode una manera de leer y de una necesidad de comprender esos alcances msamplios, en el plano de nuestra problemtica social y poltica. En la com-prensin de ese texto que se nos impone \"/0 perdura, se trata de algn modo

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    de comprendernos a nosotros mismos en tanto formamos parte de una cultu-ra --en la que ese texto juega su papel- y la estamos al mismo tiempoformando mientras reconocemos y hacemos sus signos, que, despus detodo, son los mismos y muy diferentes de los que encuadran el mundo delFacundo. Y esto forma parte tambin de la imprescindible otra escena: loque contina, lo que regresa, lo que no est resuelto, lo que se ha dicho,lo que se exige y no quiere desaparecer en nosotros aun cuando tratemos depresentar las cosas como si ya estuviramos viviendo una posibilidad deanlisis ms all de toda esta exigencia.Lneas atrs se habl de "lectura"; quizs convenga seguir: se trata antetodo de la que todo "prlogo" quiere dirigir. Supongo que si por un ladoexisten condiciones que la canalizan y permiten, por el otro tambin existenccndiciones que favorecen la produccin de un "prlogo"; supongo que aveces hay coincidencia, a veces no; igualmente, conjeturo que con frecuencia, desde la produccin de un "prlogo" """"'ejando de lado su especficaforma de ser lectura-, se atiende a lo que es la lectura en curso y se latrata ya de favorecer o confirmar, ya de neutralizar, con 10 cual el prlogodeviene a su vez "condicin" de lectura.

    Habra que preguntarse por lo que hay de comn a las condiciones delectura y de produccin de un prlogo en un momento determinado, quierodecir preguntarse por 10 que hay de contradictoriamente comn; sea comofuere, dichas condiciones van variando y no podramos ignorar esa modificacin: el Facundo fue ledo de un modo por los proscriptos de 1845 y deotro por los legisladores que propusieron un Homenaje al "anciano estadista" en 1881; igualmente, son diferentes los prlogos de Alberto Palcos1y de Emma S. Speratti Piero,2 aunque manejen los mismos elementosconceptuales. En 10 que concierne a nuestra poca, acaso nos resulte msfcil, contradictoriamente tambin, salirnos de las condiciones que gravitabanhasta hace poco y no slo por la fuerza del ritmo impuesto por un afueraimplacable sino tambin en virtud de una decisin que tiene un piso ideol6.gico; ello nos sera permitido por un doble movimiento de distanciacin,por un lado respecto de dichas condiciones del pasado, por el otro al deda.rar las que pueden estar gravitando en la relaci6n misma que queremos establecer entre "pr6Iogo" y "lectura". De todos modos se nos seguira presentando una misma y obsesiva pregunta, hasta cierto punto un enigma:por qu todo aquello y todo esto sobre el Facundo y no sobre otros textos? Enigma, s, pero no mito y menos aun dogma: buscarle una explicacinsupone esa proliferacin de prlogos y estudios peto tambin el dibujo de lostrminos que 10 componen y que, en definitiva, permiten articular un trabajo. Si de este modo lo abordamos, es decir si nos hacemos cargo de las lec-turas que quieren dirigir}' precisamos la que nosotros queremos dirigir, no

    lAlberto Palcos, "Prlogo" al Facundo, La Plata, Universidad Nacional, 1938.2Emma $. Speratti Piero, Introduccin y notas al Facundo, Mxico, Nuestros Clsicos, U.NAM., 1957.XIII

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    hadamos ms que seguir la memorable incitaci6n de la Introduccin: "Som-bra terrible de Facundo, va! a evocarte para que, sacudiendo el ensangren-tado polvo que cubre tus cenizas, vengas a esplicarnos . . . ", y entrar en loque todo texto pide que se haga con l. Y cules son esas lecturas, esasexplicaciones, esos prlogos, cmo se ordena la proliferacin? Disponemosde una gran cantidad, ya lo dijimos, tan grande y variada casi como las opi-niones fundamentales que tienen curso sobre la historia, la poltica, la lite-ratura y la sociedad argentinas. Vale la pena clasificarlas:

    1) la lectura liberal. para la que la ideologa explcita del Facundo cons-tituye todava la esencia de la ideologa que ordena y define y debe ordenary definir el pas; nos parece anacrnica y violenta ya que surgi -y semantiene- condicionada por un proyecto que ha llegado a sus lmites;

    2) la lectura del pensamiento "revisionista", cuyo principal mecanismoactivo consiste en rechazar esa ideologa triunfante para reivindicar otra; suanacronismo reside en que la disputa ideolgica slo muy forzadamente ypor medio de proyecciones arraiga en conflictos actuales: esa "otra" ideolo-ga es contempornea a Sarmiento e imponerla es sustraer el texto de todosu proceso posterior;

    3) la lectura "literaria", que al sacar del texto 10 "poltico" -que , se-gn parece, por ser ocasional y transitorio, ha perdido inters- presentauna separacin apta para liberarse de toda accin ideo16gica, 10 que, a su vez,permite sobrecargar de "valores" y reducir a una zona sagrada lo que es unproceso de produccin;4) la lectura "verdadera", segn la cnallo que hay de decisivo en lo lite-rario - e l genio, la expresin, la felicidad de las imgenes- ilumina lopoltico y se constituye en el revs de lo que se ve en el Facundo;

    5) la lectura del "modelo" mental, que consiste en reconocer hasta dndelos artefactos intelectuales presentados en Facundo (Civilizacin y Batbarie,el ms notorio) han entrado en la realidad latinoamericana y estn presen-tes, como categoras indiscutibles, en la literatura y la poltica latinoameri-canas del pasado y del actual siglo.Al mismo tiempo que esta somera presentacin sugiere una diversidadde prlogos (y de enfoques o tentativas de explicacin) y, correlativamente,de lecturas pasadas y en curso, en su conjunto enuncia las razones que ex-plicaran el apuntalamiento de que goza el Facundo y cmo nos es impuestoen el ms amplio e inconsciente movimiento de acuerdo social que conoz-camos; segn este movimiento, para que el Facundo siga suscitando conver-gen antagonismos que, cuando se manifiestan en otras zonas de conflicto,aparecen como insolubles. Y bien, todos esos prlogos recogen alguna ver-dad del texto puesto que la estn produciendo e intentan condicionar laslecturas, en cumplimiento de su funcin: son lecturas sacramentales, ascomo los prlogos sacramentalizan. Si, como lo hemos sealado, trataremosde operar sobre otra base, no informando ni describiendo, salindonos delos esquemas que guan todos esos "prlogos", es decir, actuando segn

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    otras condiciones pero para constItuIrnOs a nuestra vez en condicin, esporque estamos suponiendo que existe una nueva lectura, diferente de lasanteriores y a la que queremos llegar. Suponemos que existen cambios quevan a modificar la "verdad" del Facundo y otra forma de leer acorde connuevos pensamientos y nuevas exigencias sociales. A ellos atenderemos pero,naturalmente, atribuyndoles sus rasgos, pues la lectura no grita las categarfas con las que opera.Como se desprende de todo esto, intentamos cubrir diversos planos, formular una racionalidad de registro variado; a lo que llegamos es a definirotra vez el Facundo pero ahora como una vertiginosa implicacin; si recorriramos escrupulosamente su enigma pronto veramos que va apareciendotodo, una escritura y las otras escrituras que suscita, una iJeologa que mueve su escritura y la hace producirse y las ideologas que obedeciendo aparentemente a la suya o reaccionando contra ella le dan la forma que necesitandarle para confirmarse, una accin que la realidad ejerci sobre su ideologlay la accin ideolgica que desde l se implant en la realidad. Completamos la definicin: es el Facundo adems una pluralidad respecto de la cualla toma de distancia es un desga; pluralidad que est en su forma misma,cruce de planos con que se presenta en su arranque comunicativo mismo.El riesgo comienza a configurarse ahora, en la dificultad de salirse de unared en la que el Facundo permanece casi por decisin estructural (red queest metida en nosotros mismos y contra la que hay que luchar) y de la quehay que sacarlo si deseamos que, impuesto y todo, sea materia viva, conocimiento posible, y no tan slo se agote en la imposicin.

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    Dos CLASES de sorpresas depara, creo, una lectura actual del Facundo: ciertas expresiones cerreras que se levantan como imgenes tan inesperadas comocontundentes (" I mientras tanto que se abandona as a una peligrosa indolencia, ve cada da acercarse el boa que ha de sofocarlo en sus redobladaslazadas".) y ciertas ideas que si por un lado se anticipan a su aparicindentro de sistemas (influencia del medio sobre el carcter, fuerza de laeducacin, papel del gran hombre, etc.), por el otro revelan una agudeza deobservacin psicosociolgica inslita ("Los arjentinos, de cualquier claseque sean, civilizados o ignorantes, tienen una alta conciencia de su valercomo nacin; todos los dems pueblos americanos les echan en cara estavanidad i se muestran ofendidos de su presuncin j arrogancia".). La primera tentacin sera buscar una unidad entre unas y otras, tentacin queno rechazamos pero que si seguimos tal cual nos instalara en una perspec-

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    tiva de "verdad" que surgma ya de la perfeccin de la imagen, ya de lavalidez de la observacin. Sealemos, buscando otro camino, que la sensi.bilidad a las primeras autoriz y autoriza la "litetatura" en una poderosapresencia y la revelacin de las segundas sirvi para ver en el Facundo e!embrin de una sociologa nacional nacida de intuiciones extraordinarias, muyanteriores a necesidades del ambiente.

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    l . Las imgenes se nos aparecen diseminadas por todas partes en el textopero cada una de ellas obedece a un esquema constitutivo acaso diferente;las hay que surgen por anttesis, otras toman forma en la acumulacin, lamayor parte tiene un notable alcance metafrico. Si algo las liga es un ritmogeneral de elocucin para definir el cual se nos ocurre la palabra "empuje";el mismo Sarmiento caracteriz esta estructuracin de! ritmo cuando sealque "las intelijencias muy ejercitadas, cuando una idea fundamental las haabsorbido largo tiempo, derraman sobre el papel i sin esfuerzo alguno, unlibro entero, de una pieza, como la hebra dorada que hila el gusano deseda". Desenvolverse, producir un hilo, he aqu el secreto de su ritmo, queen su empuje se nos ocurre muy respirado, pulmonar, amenaza con continuar mientras contina la vida . . . o la escritura; nunca como en este textoun ritmo se nos ha hecho tan material: el ritmo se nos aparece como en esta-do puro y precisamente en virtud de lo que tiene de respiracin cuyas de-tenciones y cortes son precisamente 10 que le da origen. Es como una tra-ma o, si se quiere verlo de otro modo, una estructuracin dentro de la cual,aqu y all, las imgenes estn colocadas, acaso imprevisiblemente. En cuan-to al ritmo, da idea de totalidad; en cuanto a las imgenes, de fragmentaris-mo. Hay coherencia entre totalidad V fragmentarismo? No es necesarioque la busquemos porque, tal como ~ s t n planteadas las cosas, podemosmanejarnos en los dos niveles. En uno de ellos, entonces, el texto es frag-mentario, las imgenes son concreciones sbitas, casi fugaces, no formansistema en el sentido de su principio constructivo aunque tiendan todas auna misma finalidad, que podemos entender como lo ms caracterstica-mente literario, en el sentido convencional, del texto.2. Pero, por otro lado, el ritmo - u n sostenido hecho de cesuras y subi-das permanentes luego de las cesuras- no es un puro movimiento; teri-camente su funcin consistira en preparar la produccin de una significacin,no en el sentido de un mero marco sino en el de una "condicin" necesa-ria para que la significacin surja; en ese sentido, el ritmo tiene instancias,planos, materializaciones que aparecen en un doble nivel, como "tema tiza-dones" y como "estructuras" que le dan forma. Este es el caso o, mejor

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    dicho, lo que me importa destacar. Creo que para el Facundo la estructuraque surge del ritmo es la de un "saber contar" en el sentido ms primario delconcepto. O sea poseer una relacin'corporal con "lo que se sabe" (el quecuenta, segn reflexiona Jean-Pierre Faye, es un gnarus o sea un "narra-dor"J) y se quiere trasmitir, lo que tiene como consecuencia una liberacin--o la libertad que otorga estar inscripto en una dimensin primaria- res-pecto de convenciones, de conveniencias, de acuerdos "formales".Este tema es susceptible de ampliacin: en el caso del Facundo, lo que"se sabe" se recuesta sobre el pasado, considerado como suma de experien_cias, tradiciones, lecturas e improvisados mecanismos de informacin, perotambin se recuesta en un horizonte lingstico, el saber de la lengua, quesupone, concretamente en Sarmiento, el conflicto entre lo heredado, lo co-lonial, lo provinciano,4 y un proyecto, lo adquirible, un mundo de modeloscuya presencia modifica el punto de partida y le confiere, en el cruce, esa vibracin nica y dramtica, irreprimible. Si este cruce se muestra en la convivencia de arcasmos y galicismos - y e n consecuencia revela un enrevesadocuadro mcntal-, tambin muestra muchas otras ecuaciones que tooava nossiguen ocupando y preocupando y que tienen que ver con arduas cuestiones dedefinicin de una literatura nacional as como de una poltica nacional enla relacin pasado --que supone la estructura bsica y en consecuencia uncampo de sentidos conocidos- y futuro -que implica un sistema de transformaciones y por conseruencia la fijacin de un campo de sentidos acasonuevo pero siempre difci.1 de entender, duro de aplicar y respecto de cuyofundamento hay que tener una claridad total en cuanto a las determinaciones que operan en l.De hecho, ese "saber contar" descansa sobre el pasado y se proyecta sobreel futuro, distribucin de papeles que si bien se presenta ahora en una tajante separacin no supone por eso una escisin sino una necesaria limitacinmetodolgic;; en esa perspectiva, el pasado del "contar" supone el calderoinconsciente, aquello que se afirma a pesar de uno mismo y va guiando unarelacin que no aparece en lo que se cuenta, en 10 aparente; el futuro implica la dimensin ideolgica perseguida, aquello por lo que se opta parareducir y canalizar las exigencias que bullen constantemente en ese desarrollo secreto de lo que se cuenta y que cuenta.

    BSi vemos todo esto en sus consecuencias se nos abre una amplia gamade lneas que nos permiten ~ e n s a r el Facundo. Las vamos a abordar pero3TeanPierre Faye, "Thorie du rcit", en Change N 1, Pars, 1969.4Sarm iento, "Cana a Calandrelli", del 12/8/81 (en Facundo, ed. cit.): " . . . habindome criado en una provincia apartada y formdome sin estudios ordenados, la lengua

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    no sin recordar que todo esto nace de una bifurcacin de la cual hemos seguido un solo brazo; nos falta recuperar el otro, que concierne a las "ideas"y cuya relacin con el otro trataremos de recuperar en el captulo I I I .1. El conflicto entre pasado y futuro (trminos ya suficientemente referidos y definidos) se manifiesta en las frases como una fluencia convulsa ymezclada, en la que parece primar un movimiento de "finalidad" por sobreel de "construccin"; por esta razn, quizs, se podra suscribir el juicio deBorges, segn quien cada frase podra ser corregida y hasta modificada perono suprimida porque si eso sucediera se atentara contra el impulso generalde su escritura.5 Sealemos un reparo ideolgico: Borges piensa tal vez des.de una cierta idea de "estilo" con componentes bien inscriptos en una concepdn ms amplia de lo que es literatura; por la misma razn, dertamente, consider que Macedonio Fernndez haba sido mejor conversador queescritor: ajustarse o no ajustarse a un sistema de requisitos; Sarmiento,como Macedonio, los desborda, es un hecho. En todo caso, lo que queda esque la tensin interna de las frases (en las que podemos reconocer rasgostales como los paralelismos, la adjetivadn abundante y desprejuiciada, laadverbiacin, la frecuencia de diminutivos, la amplitud del perodo, la comparacin, la estructura de soliloquio, etctera) es proriucto y vehculo deuna energa que se desenvuelve y que, por lo tanto, construye una totalidad.Como se puede ver, llegamos a soldar las definiciones que en un comienzose nos aparecan como opuestas, totalidad y fragmentarismo; ahora sabemosque el tipo de fragmentarismo va produciendo una totalidad que, por esomismo. no se caracteriza por una compulsin formal, por una reduccin delo contradictorio.2. En un segundo momento, la vinculacin entre pasado y futuro, entrelo inconsciente y lo ideolgico, engendra un resultado paradojal que trat deexaminar en un trabajo anterior.6 Lo ideolgico aparece en la superficie dela exposicin como un definido proyecto, o sea como un tendido hacia elfuturo; 10 inconsciente como lo dominado. Este juego est inscripto en loms entraable de la construccin del texto, basada en lo que surge de laaccin del concepto de "Civilizacin y Barbarie" que, de algn modo nomuy indirecto, encarna la misma depositacin de pasado y futuro: en lamedida en que dicho concepto va armando el discurso, lo relativo al pasadose va imponiendo por sob,re la pretensin de imponerse de lo ideol6gico.Pero aclaremos: no en cuanto a una exaltacin de la barbarie por sobrela civilizacin (como si se tratara de una conversin) sino en cuanto a quede los conquistadores haba debido conservarse alU ms tiempo sin alteraciones sensibles".sJotge Luis Borges, "Prlogo" a RecuerdoJ de Provincia, Buenos Aires, Emec, 19436No Jitrik, Muerte y Resurreccin de Facundo, Buenos Aires, CEAL, 1968.

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    el pasado brbaro es investido de un orden de explicaciones economlcas estructurales tales que, finalmente, todo el esquema civilizado se subviertey se presenta una perspectiva nueva; para retomar las conclusiones de aqueltrabajo mo, la barbarie, que tiene su mbito en la pampa (donde reside),dll lugar al concepto de "interior" / caracterizado por actividades econmiGS productivas que han sido histricamente liquidadas o devoradas porBuenos Aires, donde reside la "civilizacin". El programa paradojal que seinicia es el de una reivindicacin de ese interior expoliado, desde una perspectiva cultural representada por la ciudad pero que la ciudad ha desvirtuado (" Pudo prever Dorrego i su partido que las provincias vendran un daa castigar a Buell06-Aires por haberle negado su influencia civilizadora; ique a fuerza de despreciar su atraso i barbarie haban de penetrar en lascalles de Buenos-Aires, establecerse all i sentar sus reales en el fuerte?"gConflicto que no deja de estar presente en toda formulacin que intenteprogramar un rescate de la vida "nacional", cuya expresin bsica es valiosa-y que debera ser preservada de la contaminacin adulterante de un mo-delo externo, esencialmente ciudadano- pero a la que se tratara de incorporar a una actualidad, a un lenguaje que podra darle una relevancia slgmficante, la cifra de una identidad que todava seguimos persiguiendo.3. Es evidente que estas conexiones justifican ciertos anlisis que se hanhecho tanto de la persona Sarmiento como de y desde sus escritos. AS,por ejemplo, en el primer caso, la relacin que se dara entre su concienciade provinciano, por decir as, de haber nacido en un medio desfavorable y lavoluntad de elevarse hasta las regiones culturales ms altas.9 Espritu encadenado que lucha contra su suelo y mediante instrumentos que le vienena la cabeza pero que se h3n fundido ya con el sentido que a s mismo seatribuye. Podramos acotar un lugar comn, a saber que esa fusin se expli.cara sobre una identificacin que desde temprano hizo entre su persona y elpas ("Yo he nacido en 1811, el noveno mes despus del 25 de mayo!"),gesto en el que de todos modos no estara solo, pues gua la interpretacindel mundo que caracteriza a una capa entera de hombres argentinos, talcomo lo ha visto en los memorialist:l.s Adolfo Prieto. 1O

    Desde otro enfoque, esa relacin entre pasado/futuro, inconsciente/ideologa, tendra una traduccin en la pareja Romanticismo/Iluminismo queofrecera otra -y a esta altura ya no sorprendente- inversin: el Romanticismo, que es lo ledo (los bigrafos de Sarmiento destacan el papel que cum-7"Crecrnse que tanta mediocridad es natl.lral a una ciudad del interior? Nol Ah estla tradicin pJra probar lo contrario". (Cap. IV). .aF{/cundo, cap. IX.9Enrique Anderson Imbert. "El his/aticismo de Sarmiento", Cuadernos Americanof.Ailo IV, N 5, Mxico. 1945JOAdolfo Prieto, La literlltura lIutobiogrfica argentina, Rosario, Facultad de Filosofay Letras, 1963.

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    pli en la formacin de sus ideas b biblIoteca de Manuel J. Quiroga Rosas,compuesta principalmente de libros y revistas saintsimonianos, utopistas yromnticos, formacin de la cual las marcas ms visibles son los "epgrafes"del Factmdo l l ) , y, por lo tanto. el instrumental ideolgico, canaliza por elcontrario todo lo soterrado, es lo que le permite un rescate expresivo de lodado (a travs de los captulos "costumbristas" ---el rastreador, el baqueano,el cantor, el g:mcho malo--) y, en ltima instancia, la recuperacin productiva-econmica de lo colonial (la artesana); el Iluminismo, en este esquema, contradictoriamente tambin, encarna lo inconsciente porque es el sis-tema que opera, como lo natural mismo, en la pedagoga primera, en losconceptos republicanos que Sarmiento confunde, como lo hemos visto, consu nacimiento y, por lo tanto, con su destino; esta accin no est de ningunamanera ausente, sobre todo en la estructuracin de todo el texto, y se nosaparece, desde las reflexiones de Juan Luis Guerrero,ll bajo la forma deuna triparticin (Aspecto fsico, Vida de Juan Facundo Quiroga y GobiernoUnitario) que en la primera edicin no fue puesta en evidencia (ya que eltexto publicado en 1845 no modifica en nada la configuracin de folletlncon que apareci en el diario El Progreso, de Santiago de Chile, desde el 1':'de mayo del mismo ao), pero que a partir de la segunda cobr estado p-blico. 13 La triparticin, que puede traducirse en trminos tales como "medio","hombre", "nacin", corresponde a un orden iluminista modificado, peroque ya estaba en Sarmiento en forma de una interpretacin espontnea delmundo que mediante esos conceptos se le apareca en orden; pero ms importante que esa accin est la otra, la contradictoria, la que asume el esquematismo del razonamiento y las explicaciones que, como la relativa al color colorado, han disminuido la profundidad de los aciertos inscriptos siempre enel juego de inversiones, en la modificacin de los instrumentos de pensar. 14Es casi obvio decir que en esta perspectiva el iluminismo recupera en eltexto lo que siempre fue, a saber la incisin puramente ideolgica, lo queimplica, a su vez, una ltima contradiccin, pues si en esa medida proyecta elfuturo, en verdad, como sistema ideolgico, pertenece al pasado en el sentido de 10 anacrnico, de 10 que ya no sirve pues dio de s todo 10 que podahaber dado, conclusin que puede sacarse a partir del enjuiciamiento quese formula sobre Rlvadavia y la experiencia rivadaviana, de ntida extraccinenciclopedista.

    Finalmente, penetra en este marco de contradicciones la cuestin de laactitud frente a 10 colonial: si desde el punto de vista econmico-productivo-IlAlbeno Palcos, El Focu'Ido, Buenos A i r e ~ , Edhorial Elevacin, 1945; Allison Bunkley,Vida de Sarmiento, Buenos Aires, Eudeba, 1965.12Juan Luis Guerrero, Tres temas de Filosofa argentina en las e'ltraas del Facundo,Buenos Aires, 1945.llAlberto Palcos, "Prlogo" a Facundo, oo. cit.14En este sentido puede entenderse la Nota Segunda de Va!entn Alsina; le seala enella una cierta "propensin a los sistemas" o, lo que es lo mismo, a la superposicinde un sistema sobre la realidad.

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    reivindic:nivo lo colonial r e ~ r e s a y es reyalorizado (as como instituciones,uC1iC.1S, la escln\'itud, b elimin,1l'in del indio) por sobre la cmtra de la":mpcraci6n" ideolgica ilurninist.l, no c,lbe duda, al mismo tiempo, que elensenal iluminista (defensa de Bentlum v ridiculiz,lcin de los diecisietevolmenes en folio del Carden nI de Luc.{, en la descripcin de Crdoba)articula una toma de disrancia respecto dd pasado colonial, tanto y tan eficaz-mente que el iluminismo p ~ r e c e cubrirlo todo y definir la ideologa delFaClilldo_ E,ra contradiccin se dara por un lado entre lo aparente y loescondido, oposicin y

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    Lunosa caru l \'alcntn A I ~ i n a PoJr.ullos sugerir que este gesto tiene dosni\'e1es, uno definible como "motivacional y/o de comportamiento literario"\- el otro como "Jeclar;ltlVo". En el primero incluyo el conocido problemade las supresiones con que se present:lll la Segunda y Tercera Edicin (eliminacin de la Introduccin y de los dos captulos finales que confguran btercera p ~ l f t e ) , explicado en detalle por Palcos en su imprescindible edicinde Ll Pbta, Al parecer, sacrifica el texto a circunstancias polticas, 10 que sipor un bdo implica un acto de subordinacin de lo literario a lo poltico,por el otro supone una magnificad" creenc" en el poder de la p:llllbra literanil

    En CUi1llto il lo "declarativo", me parece importante destacar lo que estamp:l en la dich.l carta a Alsina" "Tengo una ambicin literaria, mi caroamigo, i a ~ a t i s f a c e r l a consagro muchlls vijilias, investigaciones prolijlls iestudios meditados_ Facundo muri corporalmente en Barranca Yaco . . "En eS!:l frase se mh-ierte el desplazamit'll!O: "escribir" apar('ce como un:laCt\'idad que tiende a un fin, de lo metodolgico que definira una 'pdctica'se pasa ,11 conteniclo que la justifica. No es extrao que a COn\!!llillCin serubrique ,-:;tc pasaj--, n J l 1 f i r i ~ n d l ) r e un signo ejemplarizan te: "Pero hai otrospueblos i olros hombres que na deben quedar sin humillacill j :;in ser ~ l k c -cion'lJos". P a r ~ l rematar \' sintctizclr t>\ st>Iltido decbra: " H ~ i UJ'J just;c:.lejemplar que h;1cer i u n ~ l glori,l que adquirir como escritor flrjel1tino' h:qig:u al mundo i humilhr la soberbia de los gmndes de ID tierra, llm':nsc S:'-hias o gohiernos" En todo C l l ~ ( 1 , entre 10 "motivacional" v lo "t!ec!nrativo"p'lrece haber llnn grllJl unidad.2. Pero podemos abordar b cuesti(n desde ot:'a parte, la r e m : ~ n i d a cucstin del "gnero" d que pertenecera el Facundo, Pnleos nos h1CCuna exposicin dt.:T:dhda de Ll cuestin: es novcla, es histori:l, es poema pico, es ensayo sociolgico, etc., pero no puede ser encasllado enninguno de estos cuadros, Sobre e ~ t a cuestin razon en Muerte y Rewrrec-cin .Id FaC/lndo; me pareci entonces que el carcter liternrio del textono podn ser definido desde el ngulo de los gneros sino, por el contrario,desde el efecto de lectura; en Fal/mlo, conclua, no se trata de demostrarsino de convencer, par,l lo cual se apela a todos los medios. El hecho es que,segn Palcos, en la fusin de tantos aspectos dismiles y en la forma de realizarla rJdicJ, en gr-;m p:Htc, el \ ' : ~ r \' la ,l'-"'1;1lidad )''rm,lIlcnte del Facundo.Esto permite peOS:\r dos p o ~ i b i l i ( b d ~ s ; por un lado, existira cierto manejolibre de c1tegoras vigentes, se :ldvierte de inmediato que el escritor no sedej constreir por las exigenclls genricas, que son, sin duda, canales pllraorganizar llllll interpreu,cin de la realidad aunque, claro, esa libertad tiene

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    expulsado, la urgencia del marginado por regresar a un orden que aparececomo desbaratado, irracionalizado en la medida en que lo cobra a uno comovctima. Fuente de angustia, no desaparece nunca y deviene eso que sedesigna habitualmente como "estilo" en el sentido de una marca personalque caracteriza una expresin.No quisiera abandonar este tpico sin aadir alguna reflexin; piensoque hay all un" estructura que se opone, porque es ms profunda, a la reso-lucin por el lado de la "originalidad", concepto que se me ocurre superfi-cial y subjetivo, que encierra y sofoca lo diferente pues no slo no explicasu gnesis sino que no deja pensarla; no menos asfixiada es la nocin de"estilo" que aparece como pnrarnente descriptiva. No obstante, hay algorelativo a la persecusin de la originalidad como rasgo generacional instala-do en el programa vital de toda una poca; segn Pedro Henrquez Urea,esa bsqueda aparece como obsesiva pero no necesariamente enmarcada enun horizonte individual, como sustituto de satisfacciones tantlicamente pos-puestas, sino como vehculo de candencia o, mejor an, como lo que per-mite la toma de condencia. '6 Tambin Adolfo Prieto razona en La literaturaautobiof!.rfica argentina sobre este movimiento psicolgico y lo comparacon el ideal de la "fama" medieval, aunque para el corpus que examina loslogros de la originalidad radicaran esencialmente en la realizacin poltica,no literaria, como lo quera el romanticismo. Desde dicha originalidad podagenerarse el sueo de la trrmsformac;n social. Creo que este esquema, queexplicara una cierta modulacin sarmientina, puede situarse en una zonade subconsciente en la medida en que guiara una conducta y configuradaal mismo tiempo la concepcin de un aspecto del texto, de clara fuenteideolgica; entre la originalidad como camino y papel que cumple en la his-toria el "grande hombre" hay una verdadera superposicin cuya fuente ni-ca son ciertas ideas, procesadas ciertamente por Sarmiento con vistas a unabien determinada finalidad; esa mezcla de elaboracin y finalidad es 10 queme autoriza ahora a hablar de subconsciente, zona de la mezcla por exce-lencia.3. En cuanto al "estilo", cuya caracterizacin tiene como teln de fondola convivencia de "gneros" literarios diferentes, no se agota como problemaen el Facundo pero es ah donde aparece en toda su dramtica complejidad.Sobre su origen no se puede dejar de considerar 10 que marca Ezequiel Mar-tnez Estrada cuando escribe que la obra de Sarmiento anterior a 1852 "re-fleja un acopio de lecturas, su designio de alcanzar fama en el mismo terrenoque \X!alter Seott y Larra, Fenimore Cooper y Franklin"P Esta frase sinte-tiza, sin duda, nuestra reflexin anterior relativa a la originalidad, pero el

    !6Pedro Henrquez Urea, "Perfil de Sarmiento", Cuadernos Americanos, Ao IV,5, Mxico, 1945.l'lEzequiel Martnez Estrada, Meditaciones Sarmientinas, Santiago, Editorial Universi-taria, 1968.XXIII

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    origen que le reconocera a la "mezcla" que da sentido al "estilo" sera algounilateral; por otro lado, la "mezcla" se contina en la obra posterior de Sarmiento, umbilicada toda ella por una misma concepcin de la "escritura",aunque, desde luego, aparezca disminuida su persuasividad: el "estilo" (o seasu actitud verbal) sigue siendo e! mismo, de igual modo que su ideologa,tanto en el sentido poltico ---cuyas proyecciones empiezan a encarnarse en larealidad- como en e! escritural; en ambos casos, hay matices otorgados porla verificacin que impone la realidad.De todos modos, para lo que nos importa, esa persistencia de la "mezcla",sea cual fuere su fuentt', nos estara definiendo, si no lo que es la literaturaen el texto Facundo, por lo menos el campo que permite el surgimiento de[o que puede considerarse como literario en e! Faculldo.

    4. Est claro que se nos ha impuesto un camino para entender esta lnea:la "mezcla", esquema que no parece agotarse en la cuestin de la convivencia de gneros; si consideramos que el Facundo se recorta adems sobreotros cruces (o "mezclas") ---como por ejemplo e! de "historiografa" y"literatura" caracteristico de! eclecticismo en el que se nutre, sin contar conque a su vez el modelo eclctico es resultado de una serie de acomodacionesy mezclas,18 o el de letra escrita y "accin" que hace que todo lo que seescribe muestre un entrelaz::ldo dominado por la polftica-, advertiremosque la "mezcla" constitu)e un rasgo esencial que determina no slo el as-pecto general del texto sino aun la estructura de cada inciso y aun de cadafrase. 19 Un examen de cualquier fragmento nos permitir hacer esta verificacin'.

    1 - "La Amrica entera se ha burlado de aquellas f ~ m o s a s fiestas de Buenos-Aires,i mirdolas como el colmo de la degradacin de un pueblo; pero yo no veoen ellas sino un designio p o 1 t ; ~ O , el ms fecundo en resultados.2 -"Cmo encarnar en una repblica que no conoci6 reyes jams, la idea de lapersonalidad de Gobierno'3 - "La cinta colorada es un3. materia!i7.adn del terror, que os acompaa a todaspartes, en la calle, en el seno de la familia; es preciso pensar en ella al vestirse,al desnudarse;4 - "i las ideas se nos graban siempre por asociacin: la vista de un rbol en elcampo nos recuerda Jo que bamos conversando diez aos antes al pasar porcerca de l; fguros las ideRS que trae consigo asodadas la cinta colorada, ; l ~ s impresiones indelebles que ha debido dejar unidas a la majen de Rosas.5 - "As en una comunicacin de un alto funcionario de Rwas he ledo en estosdas, 'que es un signo que su Gobierno h3. mandado llevH en seal de conciliacin j de paz'.6 - "Las palabras Mueran los '.{va,,), ll'iq:'efOSM, ItI!:!llIIdos Imltari()s son por ciertomuy conciliadoras, tanto que slo en el destierro o en el sepulcro habri quiclWsse atrevan a n c g ~ r SlJ d k ~ ( i , 1

    liRal Orgaz, Sarmiento y el nafuralllmo hIstrIco, Crdoba, Imprenta Rossl, 194019y de la manera misma de componer descnpta en la "AdvertencIa a la Ptlmera Edicin": "Al coordinar entre s sucesos que han 1eniJo lugar en Jlstmtas 1 remotas provindas, i en pocas diversas. consultando a un testigo ocular sobre un punto, f,ejistrandomanuscritos formados a la lijera, o apelando a las propias reminiscenciasXXIV

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    7 _ "La Mazorca ha sido un instrumento poderoso de conciliacin i de paz, sinoid a ver los resultados, i bus;ad en la tierra ciudad' ms conciliada pacficaque la de Buenos-Aires.8 - "A la muerte de su esposa, que una chanza brutal de su parte ha rrecipitado,manda que se le tributen honores de Capitn Jeneral, ordenn un luto de dosaos a la ciudad i campaa de la provncia, que consiste en un ancho cte'\p6natado al sombrero con una cinta colorada "

    A medida que los prrafos del fragmento son separados, nos tienta laperspectiva de considerarlos segn el modelo propuesto por Roland Barthesen su libro 5/Z; con ese instntmento veramos que es segn ciertas directrices que el texto circula, cdigos diversos que emergen y desaparecen entretejindose sin ocultar su catica armonizacin.Per no creo necesario seguir ahora esta lnea as como tampoco hacer unexamen exhaustivo de estas relaciones, eunque para que la transcripcin delfragmento tenga sentido es preciso, por lo menos, proponer algunos apuntes,En primer lugar, se trata de un fragmento entero, sin puntos y apartes, osea de un continuo de cieJla escansin; los nmeros indican una divisin desegmentos y, por 10 tanto, entre nmero y nmero puede destacarse unaarticulacin --que genera la escansin- que vara constantemente de signo:del 1 al 2 la articulacin tiene un carcter filosfico, del 2 al 3 costumbrista,del 3 al 4 la articulacin es cientfica, del 4 al 5 periodstica, del 5 al 6 poltica, del 6 al 7 gramatical (ilativa), del 7 al 8 histrico-anecdtica. Tenemosaqu, al menos, una diversidad de planos articulatorios que nos dan idea deuna correlativa diversidad de planos semnticos, todos amasados en el susodicho continuo. Si, adems, establecemos en c:lda segmento l a ~ unidades frsticas veremos, igualmente, que la direccin constructiva de cada una de ellasdifiere de la que le sucede; as, a un inicio objetivo ("La Amrica entera ...")sucede una complementacin adjetivada y subjetiva ("i mirdola como el col-mo .." ) ; 10 que sigue es ya una subjetivizacin lisa y llana ("pero yo noveo...") que requiere, finalmente, una complementacin objetiva u objetiva-d:l. En un solo prrafo, como vemos, hay cuatro niveles que, aadidos a to-dos los que se pueden registrar en los segmentos siguientes, promueven unaimaf'en de entrecruzamiento y mezcla vertiginosos.De todo esto podra sacarse, si el examen se hiciera de una manera todava ms ajustada (lo que no sera tampoco propio de este "Prlogo"), queel mo\'imiento de "mezcla" es tan notable que puede ser considerado comoun polo generador, una fuerza que estando presente en la escritura al mismotiempo explica cmo se va d ( ' s e n c a d e n ~ n d o ; y puesto que esta escritura sepresenta como un "ritmo", la "mezcla", como fuerza, puede ser definidacomo un "caracterizador" del ritmo, lo que determina su produccin. Peroh:1\' tambin otra dimensin: la "mezcla" no yace como secreta fuerza productiva sino que deviene tambin designio, una especie de ideal estticoperseguido y, como tal, proyecto ideolgico especfico, ncleo a dos niveles(fuerza generadora y esquema mental) de una definicin terica que seprocura realizar en la prctica y que marctlra, en ese pasaje, de una vez

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    para siempre, una literatura, la que dirige el Facundo y que, hecha programa de accin, debera gobernar toda produccin escrita nacional. En otraspalabras, modelo de una literatura Posible. Se rene esta conclusin con loque considerbamos el aspecto "declarativo" de la preocupacin por la literatura: "Tengo una ambicin literaria".5. Dejando de lado esta "ambicin" que se articula sobre el concepto de"mezcla" y vindolo desde un probable efecto de lectura, podramos decirque aparece como una "nformidad,,2I) relativa respecto de un conjunto de"formas" por las que circula convencionalmente la literatura, quiero decirla literatura como una actividad comprendida por "escuelas", "estticas" ojuego de reacciones y acciones.

    Cul podra ser el origen de esta "informidad", cul su significacin?Por un lado, me est pareciendo que alguna relacin tiene con la afirmacinque hice sobre el final de la primera parte de este prlogo acerca de la "pluralidad" que define el Facundo: s, la pluralidad (de registros, de planos,de elementos, de exigencias, etc.) es la fuente de esa "informidad", deseode tomarlo todo, impulso en cierto modo destructivo dialcticamente nega-do por la propuesta ideolgica, en el plano ideolgico. Para gente comoAlberdi y Groussac esta informidad obedecera a lagunas culturales en laformacin de Sarmiento; en la lnea de pensamiento de Martnez Estradael aspecto informe del Facundo podra vincularse con "esa lnea constantede su destino" (op. cit.), que recibe como una herencia impactante de supadre y que se manifiesta en una distorsin, a saber una capacidad de con-cebir empresas y una imposibilidad de redondearlas, de coronarlas en elsentido doble de la perfeccin. Por cierto, aunque admitir la perspectiva dediscutir si hayo no un legado estructurante tan directo, aun si eso es tericamente posible, constituye un riesgo positivista, tambin es cierto que loque se llama "estilo" --concepto que expresara ese arranque siempre ca6tic o - se inscribe sobre una red personal (integrada por el conjunto de modelos ntroyectados, vividos y olvidados, pero que no acta sola ni siquieraentendiendo dichos modelos como confundidos con pulsiones todava msprofundas) y una red cultural (integrada por exigencias superyoicas) enun cruce que debera explicarlo. En todo caso, y sin que resulte de aqu una"explicacin", este cruce de redes creara hasta cierto punto las bases de unsistema de detenninacin que, informe y todo, plural y todo, en Sarmientofue extraordinariamente productor, casi una segunda naturaleza. 10 que tambin puede decirse es que trat en ciertas ocasiones de regularlo -s in unxito absoluto- mediante instrumentos ligados a la voluntad y relacionados, a su vez, con responsabilidades inherentes a cuestiones de poder. Entodo casa, si la "informidad" es una marca imborrable y al mismo tiempo

    lOFedimos la palabra al mismo Sanniemo, en la Carta a Alrina, "Prlogo" a laSegunda Edici6n: "por retocar obra tan informe, desapareciese su fisonoma primitiva,i la lozana i voluntariosa audacia de la mal disciplinada concepci6n".XXVI

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    fuente de actividad y produccin, tiene su contrapeso en su ms que evidente inclinacin por retocar, corregir o suprimir, inclinacin que podra perfectamente verse bajo la luz del oportunismo poltico. Pero para sacar deesta palabra su matiz izquierdista podramos reemplazarla por otra msgenerosa; su empirismo, en el cual no estaba de ninguna manera aislado ysolo aunque en l se manifestara como desgarramiento y conflicto, mientras que en otros se expres con clculo y una ms asumida conciencia dedase.116. Vista desde otro ngulo, la "informidad" es tambin un agitarse, muyromntico, muy Sturm und Drang, contra lmites y barreras; individualismo,pero de tipo social dado el singular y alto grado de identificacin con elpas. Esos movimientos convulsivos explican, en su generalidad, la aparicin de vetas muy personales; las rupturas de gnero (precedidas en el casodel Facundo por la discusin de Santiago sobre gramtica y ortografa y'iobre la vigencia del rom:mticismo}22 pero tamhin las sumisiones, la convivencia de abundantsimas observaciones, sumamente agudas, de psicologasocial con reduccionismos superficiales explican lo que ya hemos afirmado,a saber su ritmo contrastante, que reproduce el contraste que puede darseentre un inconsciente no reprimido y una conceptuacin ordenadora, sentida muy sincera y hondamente como ~ r s p e c t i v a ideal, como la forma futurade una sociedad.

    El romanticismo, de todos modos, pasara a la delantera en tanto, comoya lo hemos sealado, proveera el modelo actual, una interpretacin delmundo hbil para pensar en ese futuro luminoso de una clase construyendoal mismo tiempo el poder, la repblica y la civilizacin; pero, insistiendo,tambin su predominio se justifica por lo contradictorio, por el vaivn queofrece entre lo ideolgico y 10 inconsciente, vaivn que engendra, por fin,una inversin sorprendente al imponerse una racionalidad iluminista quede alguna manera integraba el campo que deba ser superado. A su vez,puede ste jugarse en los modelos y trastornarlos al mismo tiempo, tener2lTodo el episodio de las notas de Alsina y las correcciones a que dan lugar, ase comolas ya bien estudiadas razones de las supresiones en las ediciones segunda y tercera,muestra por un lado la fuerza que poda ejercer sobre su actitud textual. por decir as!.la lucha poltica; hace concesiones a Alsina en medio de una general tendencia al utopismo pero que contrarresta -ye so es lo que indica esta concesi6n- mediante unavoluntad de inscripcin en un campo real; creo que, contrariamente a lo que se picnsa---como mito burgus encubridor-, Sarmiento examinaba fuerzas concretas, sobre todopolticas, y negociaba con ellas (su opcin por el Partido Conservador chileno cuandotodos esperaban que se decidiera por el Libera!), no pretenda inventarlo todo perotampoco renunciaba a qUe ese "todo" no se encaminara a alguna parte; de ah el juegoentre oportunismo e independencia, la finalidad era superior, la finalidad era, repito,constituir una clase y un pas simultneamente, Si lo comparamos con Echeverrla, que semantiene dentro de un enclaustramiento de fundador conceptual, o con Albetdi, queelige con similares criterios morales y polticos pero equivocando tal vez la oportunidad,concluiremos que en la accin de Sarmiento no est ausente cierto idea! del xito.22Norberto Plnma, La polmica del Romartticismo ert 1842, Buenos Aires, Americalee, 1943.

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    su origen en el carcter nunca superado de "provinciano" de Sarmiento (osea en el resentimiento), o en la situacin del emigrado que, de todos mo-dos, aparece compensada en 10 que tiene de depresivo ---como lo muestravehementemente su' folleto Mi defensa, de 184323_ por la perseveranciaconsciente fundada en una clara idea del "proyecto" nacional y social? Detodos modos, la situacin del "emigrado" del siglo pasado merecera unareflexin porque, con rasgos y efectos diferentes, se prolonga hasta hoy dfa:la rnasividad con que se manifiesta ahora contrasta con la singularidad de loscasos de entonces, lo que tiene dos consecuencias; por un lado, en tanto individuos que emigraban, hallaban ms fcil y naturalmente proteccin y consideracin, lo que permiti reforzar y autorizar el tradicional y laxo "derecho de asilo"de que Amrica Latina se jacta; por el otro, esa situacin misma canalizabaposibilidades de autoanlisis que favorecan tanto la emergencia de conflictos personales como la produccin de textos considerados como efectiviisformas de acci6n. Segn piensa Groussac, afirmndose en esa tradicin, mucho dao le hicieron a Rosas los exiliados, lo que ratifica tanto la importancia de la situacin del exilio como la idea de que el texto es altamente co-rrosivo. Segn Alberto Palcos, Rosas intent silenciar a Sarmiento creandoun peridico en Mendoza, La Ilustracin Argentina. Podra ligarse a estetema el tan socorrido de que Sarmiento escribi el Facundo para desacreditar a Rosas en la proximidad de la llegada a Chile de su embajador, donBaldomero Garcia, que vendda a exigir que el Gobierno contuviera la llCd6n de los exiliados; en verdad, tambin es posible suponer que Garda concurri para tratar la vieja cuesti6n de lmites, sempiterno pretexto en lasrelaciones entre ambos pases.

    DQuizs los lectores admitirn que considerar las tres lneas que brotandel primer esquema, a saber de la relacin entre pasado y futuro, ha ido

    dando lugar a reflexiones complementaras que, en total, intentan abrazar loque llamaramos el fenmeno Facundo y nos llevan a zonas en las que nuestro enfoque bsico se encuentra, a veces contrapuntsticamente, con abordajes anteriores de este texto. En ese mismo sentido, aadir un punto que eltema de la concepci6n de la literatura implicada en el texto supone; meestoy refiriendo al "intelectual" y al papel que juega o puede jugar.1 . Me parece evidente que la prctica de la literatura, tal como ha sidodescripta, est subordinada a una idea ms general de accin por medio dela palabra escrita. El texto 10 ratifica explcitamente y proporciona de pasouna imagen que tiene mucho de actual.

    13Lfnea permanente en Sarmiento: en el "Pr610g0" a la Primera Edici6n, en cuyoprimer prafo emplea la palabra "desterrado", dice al final: "Los que conocen miconducta en Chile, saben si he cumplido aquella protesta".XXVIII

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    1\'0 vaya ser muy exhaustivo en esto, pero no quiero dejar de proponerlas dos caras de 10 que creo que, caracterizando al intelectual en el Facundo,caracteriza tambin al intelectual de nuestros das. En la Carta a AJsina("Prlogo" a la Segunda Edicin) se exhorta a s mismo: "Perseveremos,amigo, muramos usted ah, yo ac; pero que ningn acto, ninguna palabranuestra revele que tenemos la conciencia de nuestra debilidad, i de que nosamenazan para hoi o para maana tribulaciones i peligros". Y, por otrolado: "El vandalaje nos ha devorado, en efecto, i es bien triste gloria elvaticinarlo en una proclama, i no hacer el menor esfuerzo para estorbarle".Dos caras: la penistencia, que supone una fe en la legitimidad del trabajointelectual y que otorga el antdoto para la flaqueza, como si hubiera unamisin para el intelectual; y, en el reverso, la inoperancia respecto de losembates de la realidad. Descriptivamente, sta sera ms una verificacinque una definicin y/o una propuesta. Yo me imagino que la definicin yla propuesta se dan. en cambio. en una doble funcin; para el primer aspecto,Tocqueville (La Democracia en Amrica) configura un modelo imponenteen la medida en que se le atribuye la "ciencia" y la suma de su desarrollohistrico; modelo necesario pues slo medi:lnte la ciencia se podr, como sedice muy imaginativamente en Facundo, "hundir la mirada en las tinieblasde la noche". Por otro lado, segn seala Orgaz (Sarmiento y el naturalis-mo histrico), Sarmiento posee las caractersticas que Tocqueville sealen los escritores de los siglos de las democracias, esto es el descuido de laforma, la rapidez de la ejecucin antes que la perfeccin de los detalles, ycierta agilidad verbal, hija de la vehemencia de los afectos.En cuanto al segundo aspecto, no me cabe duda de que la literatura deviene claramente coadyuvante de la "accin" y tiene que servir a un deter-minado contenido que puede haber sido para Sarmiento la c o n s t r u c c i ~ deotra sociedad, aunque para algunos de sus lectores sea slo la consolidacinde una clase; en todo caso, el intelectual tiene, entre ambos aspectos, unava de realizacin como tal, 10 cual, al conferirle poder, 10 confiere en general,inviste a la figura y la convierte en modelo: "Presntame como el niconombre estimado de todos, del gobierno de Chile, del del Brasil, con quienestoi en estrecha relacin, del ejrcito, de los federales, de los unitarios,fundador de la poltica de fusin de los partidos. Si se sigue ese plan "10-graremos triunfar" (Carta a Posse, 10 de abril de 1852).

    El intelectual, pues, como situado en la totalidad, como ms all de lasclases y como, desde estas alturas, logrando el xito, un xito que a partirde la aspiracin personal se proyecta abstractamente: "i si algn da lospoderes intelectuales han de tener parte en la direccin de los negocios dela Repblica Arjentina, muchos i mui completos instrumentos hallar enesta escojida plyade largamente preparada por el talento, el estudio, losviajes, la desgracia i el espectculo de los errores desaciertos que hanpresenciado o cometido ellos mismos",

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    ENos queda por considerar una cuestin que resulta de los dos temas

    precedentes: existe, como 10 he tratado de mostrar, una preocupacin acer-ca de la literatura que deviene concepcin literaria para su propio proyecto;existe, igualmente, una idea sobre el intelectual que por un lado produceun libro y, por el otro, se organiza como un modelo social: existir tam-bin una idea sobre la literatura en general, esto es sobre la literatura comodebe ser? Cules seran sus requisitos?1. Parece bien claro: el Facundo, como le ocurri a Palcos, puede ser vistocomo una primitiva epopeya, rasgo con el cual Lugones juzg tambin alMartn Fierro en El Payador; si es as, contiene todos Jos elementos capacesde acompasarse con el hecho principal del nacimiento de una nacin y/oun pueblo, observacin que podda tambin hacerse respecto del poema deHernndez por oposicin, ya que la muerte del gaucho no sera ms que ladolorosa aparicin del mundo moderno. La literatura, entonces, podda serpica y, naturalmente, acumulativa como nos 10 impone el Facundo, lo quepodra quizs verse en particular en el ttulo de los ltimos dos captulos,"Presente i Porvenir", cuyos elementos programticos (Guerrero ve ahlas ideas bsicas de "educar", "poblar" y "gobernar") son en realidad mnimas. Pero hablar de "pica" nos arrastra y nos confunde; digamos que setratara de una literatura totalizante y abarcativa pero que necesitara deciertos mecanismos para cumplirse: "Si un destello de literatura nacionalpuede brillar momentneamente en las nuevas sociedades americanas, es elque resultar de la descripcin de las grandiosas escenas naturales, i sobretodo, de la lucha entre la civilizacin europea i la barbarie indjena", Des-cripcin e interpretacin, naturaleza e historia, el modelo es sin duda laliteratura norteamericana de la conquista del oeste.Un paisaje para observar y una doctrina para aplicar seran, entonces, losinstrumentos para fundar esa literatura nacional una de cuyas realizacioneses, para Sarmiento, La Cautiva, de Esteban Echeverra. A su vez, la doctrinano es presentada como una mera aplicacin de algo recibido ya hecho sino unorden de conceptos que parecen tener encarnaciones precisas en esa natura-leza; se diferenciara, por lo tanto, de los modelos que la generacin anterior, de los neoclsicos, requiri y aplic y que engendraron una literaturaficticia, asfixiada. Al contrario, la relacin entre doctrina y naturaleza esexplosiva, permite hacer surgir lo que todava est impedido: "existe, pues,un fondo de poesa que nace de los accidentes naturales del pas i de lascostumbres excepcionales que enjendra". La literatura, en consecuencia, debehacerse cargo de este dinamismo y en su realizacin debe desarrollar los elementas que se despiertan por el cruce entre naturaleza y doctrina.Cules son esos elementos? Ante todo las costumbres; ninguna duda,la salida es el costumbrismo que necesariamente trata de captar e interpre

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    tar tipos curiosos y locales que revelan, en su descripcin, lo que puedenser en funcin de esos dos factores: esta naturaleza los engendr pero pormedio de este aparato intelectual lo podemos advertir; en esta relacin, deuno a otro plano, la escritura encuentra su fundamento y su justificacin.Es innegable la presencia y la influencia de Mariano Jos de Larra enesta veta; es posible que sea solamente una orientacin general ya que los"cuadros" (el rastreador, el baqueano; el cantor, el gaucho malo) constitu-yen en realidad el ncleo de algo que resulta mucho mayor, la biografa, acuya funcin y papel Sarmiento dedica muchas reflexiones adems de mu-chas empresas. A propsito, y de paso, no puede dejarse de sealar que enesos cuadros y en los elementos empleados para trazarlos hay una intuicinliteraria que le dara la razn al transponer tan vigorosamente dicha natura-leza. De ah el carcter de indicador de un camino que animara este pro-

    grama, de ah que haya tenido --como otros hombres de su generacinuna preocupacin por cmo deba ser la literatura nacional.2. Pero el modelo ms acabado es el de la biografa, que, como prctica,condensa estos planos. Pero "biografa", tal como lo estamos considerando,en una perspectiva gentica, es una instancia, no un gnero en el que vol-veramos a caer despus de haber aceptado la "mezcla" y la "informidad".Encontramos una prueba de ello no slo en el inslito arranque biogrficocon que se inicia el Facundo, sino tambin en los conceptos que guan suconstruccin; la empieza, por ejemplo, con una "escena" (otra forma de"cuadro") y un episodio y no por una perspectiva lineal en la que el gnerobiogrfico se justific siempre y se afirm inclusive el' su variante moderna,la "biografa novelada", de la que el Facundo sera un precursor tal comolo seala Guerrero en el trabajo mencionado. La evasin respecto de la linea-ridad es, por su lado, un concepto constructivo de esta biografa y se com-plementa con un mecanismo de seleccin que si bien acta igualmente enlas biografas clsicas, en sta permite desplazamientos de acento esencia-les; en realidad produce un montaje, en el sentido moderno de la palabra,del cual Eisenstein nos proveera de muchos ejemplos y teoras;24 selecciny montaje se articulan y si por un lado autorizan una cierta discrecionalidad(pues bien puede suponerse que se han dejado de lado situaciones o aspectosimportantes), por el otro lado han de constituir el fundamento de unaenerga que relativiza una vez ms el "gnero" y brinda un muy rico des-concierto en la lectura.

    Esto es. quizs lo que podemos leer nosotros sobre la biografa en suproduccin; Sarmiento tenfa otra idea; la aceptaba como gnero y le atri-bua enormes COnsecuencias morales: "es la tela ms adecuada para estam-par las buenas ideas i quien la escribe ejerce una especie de judicatura, cas-tigando el vicio triunfante i alentando la virtud oscurecida", escriba en el

    24E. M. Eisenstein, "Structure, Montage, Passage", en Change 3, Paris, Seuil. 1968.XXXI

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    Aldao, en 1843. Finalidad moral que da, otra vez, idea de serV1CIO de laliteratura pero no en el sentido filosfico sino poltico, porque de lo quese trata es de construir una sociedad: moral es poltica para Sarmiento, yliteratura, un instrumento que encuentra en la biografa su mxima posibi-lidad.Sarmiento fue consecuente con su punto de vista, que, como tratamos demostrarlo, trataba de generalizarse hasta erigirse en modelo para la literaturanacional; escribi varias biografas y, culminndolas, In suya propia, Re-cuerdos de Provincia, en la que quien ejerce la judicatura moral y el objetosobre el que se ejerce se fusionan. Si prescindimos de su teoria sobre labiografa y nos quedamos en nuestra lectura de cmo surge en el Facundomismo, en el proceso textual, podramos perfectamente considerar que loque pas despus en la literatura argentina (inicio de una novela, del teatroy del ensayo sociolgico) constituye una regresin cultural, una separacinrespecto de un movimiento productivo propio --o que por lo menos tuvouna gestacin atipica- y una suerte de sumisin a modelos de literaturaque, a su vez, se inscriben en otros modelos de sumisin.

    Pero si lo que hizo fue "biografa" en el sentido clsico europeo, habraque reconocerle, como ya lo sealamos, que se anticipa a una prctica queen Europa necesitara del positivismo para hallar un fundamento a su fun-dn moderna (puesto que las "vidas" escritas ya existan): la "biografanovelada". De esto podran desprenderse todava dos consecuencias; laprimera es que, sea desde la teora explicitada por Sarmiento, sea desdenuestra lectura, el Facundo estara proponiendo no slo un modelo paranuestra literatura sino tambin para la universal, un desafo que a partir delcreciente colonialismo cultural Latinoamrica habra perdido posteriormentesin haberlo ganado hasta entont.:es; la segunda es que, ya de entrada, reduciral gnero biogrfico lo que estaba siendo una explosin --que descansabapor otra parte en la voluntad de "originalidad" perseguida por la Generacinde 1837- supone un cierre y una adecuacin lisa y llana a modelos cultu-rales aceptados y sentidos como un lleno cultural, una cuota necesaria deingreso a la "civilizacin", con todo 10 que eso ambiguamente comporta.

    Pero dejemos de lado 10 que de aqu podra an desprenderse (que esbsicamente la cuestin de la produccin posible de modelos culturales des-de Latinoamrica, en relacin de competencia o de sometimiento con los vigentes de la cultura dominante en el mundo, cuestin todava muy actual)y lo que aqu necesita verificarse; la cuestin de la biografa no est agotada,habiendo varias sugerencias al alcance de la mano; si las seguimos acasopodamos dar algn otro matiz a esta idea de la propuesta que del Facundosurge para indicar un rumbo a la literatura nacionaL3. Veamos sta: la biografia se realiza, como dijimos, seleccionando, paraproponer un orden no lineal, 10 contrario de 10 que persigue la biografaclsica; del mismo modo se va haciendo la "historia", que parece ser uno

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    de los objetivos del libro, segn lo entendi, sin que nadie 10 refutara msque parcialmente, Valentn AIsina. En ese entendimiento se basa lo que"Iguna gente supone que hay de "verdad" en el Facundo y que est en elfundamento de la mitologa libera1. Desde el punto de vista de la construc-cin, entonces, las conclusiones que hemos sacado para la biografa nos ser-viran para la historia, lo que importa menos que reconocer que entre bio-grafa e historia existe una relacin o, mejor dicho, una comn concepcinconstructiva que acaso se basa en la teora de la alianza de la literatura conla ciencia, en boga en el pensamiento saintsimoniano. Al mismo tiempo, ypor esto mismo, existe un entretejido de ambas: la biografa necesita de lahistoria, la historia se realiza a travs de la biografa; este entretejido es yatexto que va avanzando, escritura cuyas leyes seran la no linearidad -basede un movimiento reordenativo- y el entretejido -que parece salir denecesidades de ilustracin-, que indicaran una intuicin literaria que, a suvez, procede de una ideologa bien precisa: extraer el "secreto" de la natura-leza y del hombre mientras se va construyendo, en esa extraccin, un texto.Es aqu donde el Pacundo se nos presenta poniendo en evidencia suscondiciones mnimas de produccin, que, tal como son, generan una meto-dologa que comporta una especie de "realismo americano", al mismo tiem-po campo de trabajo y zona por descubrir y, entre ambos, posibilidad deescritura. A su vez, dichas condiciones nacen de una estructura permanente,la de la accin necesaria de modelos para la accin; aqu, en particular, lasalida es asumir algunos de ellos, pero no necesariamente los que estn yson ofrecidos, sino los que corresponden a una idea que se tiene de unomismo como pueblo; el segundo paso consiste en reconvertirlos pero sinhacerlos desaparecer, estableciendo con ellos una relacin no ortodoxa, porlo menos en lo que concierne a la produccin de la expresin, aunque desdeotro ngulo siempre se pague un precio. Y si asumir de este modo deviene"condicin de produccin" es porque las ideas - l as "ideologas"- sonsiempre bivalentes, ayudan y sujetan al mismo tiempo aunque en planosdiferentes que acaso no se renan en una sola unidad de sentido. Desdeesta red se entendera por qu Facundo nos dice mucho todavfa como mun-do de imgenes y de problemas y poco como campo de ideas que piden en-carnarse en instituciones ideolgicas.4. A esta altura de la reflexin se nos unen varias instancias que han ve-nido surgiendo o proponindose: los cuadros constituan para nosotrosncleos que daban lugar a la biografa; sta, a su vez, nos lleva a la cues-tin de los "modelos", los que eventualmente se puede ofrecer, los que senecesita seguir. Si dejamos de lado la sustancia que los modelos intentanimponer y atendemos tan slo a las exigencias que la relacin con ellosplantea, podrfamos considerarlos como instrumentos, elementos referencia-les, o sea indispensables para "referir": son lo conocido de un circuito cuyaotra punta es lo que hay que referir y que es ciertamente lo desconocido,o lo conocido a medias, o el "secreto" invocado en las pginas iniciales.

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    Entre "modelos" y "desconocimiento total o parcial (secreto)" se establece, virtualmente, una relacin metafrica que tiene consecuencias generales sobre el texto_ Lo conocido, en ese movimiento, es formulado, lo des-conocido es problematizado; en cuanto a la formulacin, tambin es metaforizada por medio de comparaciones que recorren el texto constantemente,pero que nunca dejan de aplicarse a lo problematizado, a lo que se quiereentender: "Veo (en Bolvar) el remedo de la Europa y nada que me revelela Amrica". Exactamente el mismo papel cumplen los epgrafes a cada unode los captulos y las citas de los libros que los han provisto. Supongo quela pretensi6n es "revelar" algo, un "secreto"; supongo que muchas lecturasla admiten como satisfecha: me interesa ms poder describir cmo se esquematiza y qu instrumentos requiere, cierto, a la vez, de qu esquematizacine instrumentos se proyectan sobre el texto entero y dan cuenta de su ar-ticulacin. C ~ m p a r a r , por ejemplo, determina construcciones para tcticasque los estilistas reconocen y aplauden; al mismo tiempo, subordinar engendra la articulacin hipotctica igualmente activa y, entre ambas, toma formauna red que vehiculiza, quizs, ese "saber contar" del que hablbamos msarriba_Pero hay algo ms: comparar es oponer, y oponer supone trminos quese oponen; estamos frente al embrin de la idea central --civilizacin ybarbarie, blanco y negro-- que se presenta naturalmente en forma de dilemas y opciones por cierto dirigidas. En Muerte y Resurrecci6n de Facundotrat de destacar el papel constructivo de esa frmula que encarna de ma-nera bien clara el valor de la oposicin: llegu a pensar, incluso, que hayen ella algo as como una matriz productora, pensamiento que me es res-paldado por las implcitas objeciones que al valor gnoseol6gico del esquemaformula Mart en e! Manifiesto de Montecristi, segn nos lo cuenta JacquesLafaye (op. cit.); si su objecin es buena, no podemos aceptar la frmulacomo de contenido vlido; nos queda, en cambio y por lo tanto, validadacomo un desencadenante que, ligado a otros, podra permitirnos imaginarun "origen" del texto metido en el texto mismo, no exterior a l. Comoesta cuestin ha sido un objetivo en mi trabajo mencionado, ahora quierosealar de qu manera la oposicin rige la anatoma textual, en el planosintctico organizando cada frase, en el plano semntico enfrentndolas enel sentido de una opcin que a su vez determina, si no la construccin, porlo menos ciertas estructuras internas de la frase_5. Pero no quiero volver a internarme en los problemas de la construccinde unidades mnimas; de todos modos ya afirm varias veces el pape! quecumplen la oposici6n y el contraste en el dinamismo textual. Ahora quieroreferirme ms bien al "discurso" y tomar un ejemplo de oposiciones entreunidades, oposicin de tono que deviene oposicin semntica y modelo dela "orientacin" que se le pretende dar a la totalidad.Tomemos por un lado una declaracin llamativa: "Todo el tiempo que

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    permaneci J.ll, habit bajo un toldo en el centro de un potrero de alfalb,i ostent (porque era ostentacin meditada) el chirip l Reto e insulto quehaca a una dudad donde la mayor parte de los ciudadanos c a b a l g J b ~ n ensillas inglesas, i donde los trajes i gustos brbaros de la campaa emn detestados!", No podemos dejar de ~ d v e r t i r ante todo el gesto de escandalo queacompaa la evocacin, gesto que 10 hace solemne y anticuado, moralmentesuperficial, criollo pater familias, Una pregunta se le podra formular a estefragmento: en qu habra cambiado el sentido de la presencia de FacundoSI hubiera residido en una casa y vestido de frac? Habra dejado de ser unbrbaro? A pesar de esto, ljl:iero decir que 1' 0 hay aLju una mera trivialidaddebida al apresuramiento por seguir condenando al ya condenado sino un:\especie de optimismo confuso alrededor de los "signos", lo que suscitarauna lectura estructura lista que no voy a hacer: en su semantizacin, Jos~ i g n o s derivan hacia lo tico lo que es materia poltica o, lo que es lo mis-mo, definen una poltica en funcin de la acentuacin del aspecto semnticode dichos signos.Frente a este fragmento tomamos otrO que se nos aparece en situacinde contraste semntico; se relaciona con Dorrego: "Sin duda que nadie meatribuir el designio de justificar al muerto, a espensas de los que sobreviven por haberlo hecho, salvo quizs las formas, lo menos sustancial ~ i n dudaen caso semejante". La total ausencia de un juicio legal o meramente correcto que determinara la suerte del gobernante a manos de quienes lo derrocaron es presentada aqu como "forma" opuesta a una sustancia - e l aciertopoltico del derrocamltntu-- Ip,:('ltras que b Ll!:.l de hac era presentada enel caso de Facundo como una sustancia. Los signos son dirigidos en estemecanismo de oposiciones por polos semnticos que corresponden a unainterpretacin del proceso, lo que hace que la oposicin pueda ser vista asu vez de dos maneras totalmente opuestas, una en la base de la produccint e x t u ~ l , muy generativamente, otra como una predeterminacin conceptualque reduce la vertiginosa riqueza del texto a un esfuerzo por ubicar l o ~ signos y hacerlos inequvocos de manera que una poltica quede, meramente, confirmada,

    El Facundo abunda en este tipo de ejemplos; en algunos momentos, inclusive, el sistema que se acaba de describir est encerrado en una frase nica,llena de enseanzas. La siguiente est llena de resonancias actuales: "Lospapeles estn cambiados: el gaucho toma la casaca, el militar de la Independencia el poncho; el primero triunfa, el segundo va a morir traspasado deuna bala que le dispara de paso la montonera. Si Lavalle hubiera hecho lacampaa de 1840 en silla inglesa i con el pabelln francs, ho estaramosa orillas del Plata arreglando la navegacin por vapor de los ros, i distribuyendo terrenos a h inmigracin europea", Se ve, creo, qu resultado his.trico supone el enfrentamiento de los signos; se ve, asimismo, el intercambio que se produce entre los respectivos aspectos semnticos y la inversinque de all deriva y, finalmente, cmo se resalta el triunfo de una idea que,por otra parte, constituye el ncleo esencial de una de las vertientes que

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    ordenan todo el sistema de Sarmiento, la de la cultura europea (el modelo)que no se limita a dirigir una capacidad metaforizante sino la realidad misma.La actualidad sobre la que estas consideraciones se recortan cobra formaen la relacin que podemos establecer entre "populismo" y "desarroIlismo"por una parte y, por la atta, entre "izquierda" y "populismo": cuando elpopulismo - Juan Pern por ejemplo--- (lo latinoamericano, la masa, los"descamisados", o sea la montonera en el sentido sarmientino) se hacedesarrollista (admiracin por el "milagro alemn" o por la europeizacin"espaola"), lo que propone es la imposicin de una concepcin metropolitana ("europea") en el estado actual de las relaciones entre imperialismoe independencia; por su lado, cuando la izquierda (de fundamento marxista, o sea europea en el mejor sentido de la palabra) se hace populista (peronismo de izquierda, "montoneros"), es reducida por el populismo quese europeiz (burocracia sindical), aunque no haya en este caso todavauna batalla decisiva, ms an cuando el golpe militar del 23 de marzo,"occidental y cristiano", se propone el exterminio de esa combinacin"montonera", con lo cual no hace sino continuar el enfrentamiento precedente. Si ocurriera otra cosa, si la izquierda populista triunfara sobre eldesarrollismo (hasta el 23 de marzo populista, despus quizs ya no), po-dramos tal vez encontrarnos en el ocaso definitivo de! esquema sarmientino,podramos quizs empezar a pensar en una recuperacin de los signos y, porlo tanto, en una sociedad estructurada de otra manera.

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    Estamos, en este punto, en el final de una elaboracin sobre el modeloposible de una literatura nacional tal como lo propondra e! Facundo. Reconozco que nos hemos ido lejos, movimiento que habra que frenar para nocaer en lo que corrientemente se conoce como "anlisis de texto", posibilidad que acecha siempre que se admite una relacin entre "frase" y "totalidad"; cada frase, cada segmento, cada contraste entre frases generara interpretaciones que reafirmaran una de las ideas centrales de este trabajo, asaber lo que desde el Facundo podemos entender como "actual".1 . Pero conviene hacer una aclaracin que va a desencadenar nuevos ra-zonamientos: lo "actual" no es slo un orden de problemas estructuralesque perdura y liga dos sociedades; tampoco es una posibilidad simblica de"interpretar" los fenmenos que nos conciernen a la luz de fenmenos quedieron lugar al texto. Lo actual es un modo de ver, mcluso un modo dever los textos que debe ser considerado entre los problemas actuales -yfundamentales- de nuestra sociedad, de nuestro tiempo histrico. Si ese"moJo de ver los textos" puede traducirse por e! concepto de "lectura",

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    dira, para resumir, que la "lectura" no es una actividad puramente intersticial sino un desemboque de la actividad social en' un punto en el que eltrabajo social requiere de cdigos y signos para manifestarse en toda sucomplejidad; de ah que el "modo de ver", o sea el "modo de leer", debaser incluido entre todo aquello que compone y define la actualidad. Enese sentido, nuestro partido ha sido tomado hace tiempo, lo cual se puedeadvertir en estas pginas: consideramos la escritura como produccin y lostextos como momentos de una cadena productiva que tiene estrechas vinculaciones con la cadena productiva social;25 en ese sentido, pensamos que untexto necesit para producirse de ciertas condiciones de produccin que leataen, como produccin especfica, pero que tienen que ver con las condiciones de produccin social en general; determinacin posible pero difcil,lo que no la hace necesariamente objeto de descarte en homenaje a una simplicidad que obedece a una ideologa reducdonista.Otra aclaracin: esa relacin que propugnamos no supone el mecanicismopositivista, seudomarxista, de la causa social y el efecto literario, sino el pensamiento de que entre texto como sistema productivo y sociedad como sis-tema productivo existe una vinculacin en la cual el elemento central es laideologa, necesario fundamento de dos esferas que se incluyen por su intermedio. En este sentido, queremos tambin ver el Facundo preguntndonossi 10 poclemos pensar a la luz del sistema productivo en general, cuyos fundamentos dcberfan tambin ser sus fundamentos. y bien, desde esta perspectiva, el texto se nos aparece en una distorsin no por frecuente en la historia de la cultura menos sorprendente: si lo entendemos como un textorico, lleno de fuerza y de consecuencias que todava nos antagonizan y nosproponen lecturas diversas y aun incompletas, de qu modo podemos ligaresa riqueza con la modestia desrtica, econmica y social y cultural, en laque se engendr, en el corazn de un esquema patriarcal y sofocado. Quizs por el lado de la contradiccin: Buenos Aires ahog al interior y lopauperizj la necesidad de entender la fuente de esta desgracia crea lascondiciones como para revertir, desde la escritura, esa tensin: desde laescritura, una zona empobrecida ofrece un texto rico a una zona rica queno puede engendrar ms que pobreza. Lo que significa que la relacin entreproduccin social y produccin textual no slo no es lineal sino contradictoria, :l punto tal que podra entenderse la escritura que, sin resultar dedeterminaas fuerzas sociales, se presenta como un resorte que las poneen accin y les otorg:l conciencia de sus posibilidades a desarrollar, no actualizadas todava en su propia esfera prctica.2. De aqu se sacan varias comecuencias, a mi ver de gran importancia.Ante todo en el orden intelectual: la relacin entre realidad pobre y escritura rica establece los lmites de lo que modernamente se conoce como "an-

    25No Jitrik, Produccin. literaria y produccin. social, Buenos Aires, S u d a m ~ r i c a n a , 1975.xxxvn

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    tropologa de la pobreza", que viene a ser exactamente .10 mismo; abundan-cia de observaciones que, a su vez, permiten abstracciones y generalizacio-nes, realizadas sobre un material escaso y socialmente poco valorado; porotro lado, y para no caer vctima de la tendencia a reconocer en el Facundoun nuevo gnero del que sera "precursor", dira que ms bien manifestaday habra captado la "cultura de la pobreza", concepto que podemos tambinadvertir en el Martn Fierro, en donde la elaboracin de esta posibilidadreviste otros pero tambin sutiles caracteres.26 (Pero no constituir estedesarrollo de la "cultura de la pobreza", tanto en Sarmiento como en Her-nndez, uno de los rasgos de la cultura oligrquica argentina que tapa consu brillo -y la posesin de instrumentos expresivos- el hecho incontro-vertible de una deficiente organizacin social en la cual la injusta distribu-cin convierte a los desposedos en meros datos del trabajo cultural, no enactores? No sern tarnhin herederos de esta cultura el Lugones de La guerra gaucha, e! Larreta de Zogoibi y aun el Borges de! Evorto Corriego?)En segundo lugar, y sin negar lo que e! parntesis podra detener en estareflexin, podra decirse que se plantea aqu la posibilidad de considerar quelos medios de produccin literaria, aunque ~ e a en un nico caso, puedan es-tar ms desarrollados que Jos medios de produccin econmica; si estoes aceptable, se concluira que la literatura puede ser vista como modeloposible de un desarrollo productivo en ese instante embrionario, lo que setraduce al campo de la accin ideolgica ya que esa riqueza de medios pro-ductivos literarios proviene de y engendra una fuerza ideolgica como unproyecto que pronto se encarnar en fuerzas sociales y llevar a las fuerzasproductivas econmicas a tomar forma segn lo que esa ideologa le dicte.Estamos, por fin, desde la consideracin "literaria", en el campo de laideologa y viendo apuntar 10 que efectivamente en la historia ocurri, asaber el pensamiento liberal que ordena la vida toda de un pas y acaso deun continente; y ese pensamiento, bueno es repetirlo, se formula vigorosa-mente antes de ofrecer sus efectos y resultados.

    1 1 1"l-Iublrasl' e;;tonces I's,licado rImJterio de la lucha obsti:wda quedl'spl'darl1 a aquelll1 Repblica: hubiranse rlasijlcado Jtmlam

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    AEN QU CONSISTE ese pensamiento, cule-.s son sus condensaciones princi-pales? Mediante estas preguntas entramos en la segunda vertiente de estetrabajo, anunciada al comienzo de Il las ideas que el Facundo nos riegacon innegable generosidad y respecto de las cuales se responde todava enmuchos casos con un agradecimiento ideolgico, como si fuera imposibledar nuevos pasos o pensar la realidad desde otras perspectivas. Qu metodologa podremos forjar para entrar en este terreno sin limitarnos a glosar las excelentes descripciones que han hecho de las ideas Ral Orgaz,Ezequiel Martnez Estrada, Juan Luis Guerrero, entre otros, y aun AlbertoPalcos?

    Hemos hablado constantemente de "ideologa" y sin duda podramosdefinirla o enumerar sus componentes en un sentido corriente: propiciar lainmigracin extranjera, otorgarle un valor supremo a la educacin, buscarla organizacin de instituciones. Al hacerlo, no hacemos ms que manejarun solo plano de la ideologa, el de un sistema de propuestas que devieneplan poltico. Formularlo de este modo supone otros planos que tambinpodemos enunciar y aun enumerar y que sirviendo para preparar el anteriorson objeto de un perfilamiento en el Facundo mismo: la influencia del ambiente o del medio en el ittruviduo, el papel del grande hombre en la histo-ria, la lucha entre civilizacin y barbarie, la relacin entre determinismo ylibertad, la relacin entre ciencia histrica y literatura.En este nivel, acaso ms que de ideologa se trate de "ideas" que, a suvez, proponen el tambin estudiado problema de sus "fuentes"; en estepunto acordaramos de buen grado que hay una instancia ideolgica peroindirecta en cuanto por una parte se trata de definir el alcance de una"eleccin" de dichas fuentes y, por la otra, de la gestacin misma de esasfuentes en su proceso propio. En esta va, podramos sealar (lo que muchos han sealado) que, por ejemplo, la idea de "civilizacin y barbarie"resulta de una simbiosis de dos conceptos previos, el primero sacado del novelista norteamericano James Fenimore Cooper, comentador de la conquista"civilizadora" del Oeste, el segundo de las tesis sobre "guerra social" formuladas por Victor Cousin en su Introduccin a la Historia de la Filosofa;en cuanto al "grande hombre" y su papel en la historia, la idea procede deHegel (Enciclopedia - 1817 - , Filosofa del Derecho - 1 8 2 1 - y Leccio-nes sobre la Filosofa de la Historia Universal - 1837 - ) a travs de latesis de Victor Cousin sobre la "gnesis y funcin social del hombre repre-sentativo o el grande hombre" (1828) que integra su Introduccin a laFilosofa de la Historia; sobre la influencia del medio en el hombre, la fuente es Herder, conocida despus de las adaptaciones de Vctor Cousin, Qui-net y ]ouffroy, y apoyada por las observaciones de Humboldt, de quien Sarmiento cita los Cuadros de la Naturaleza; en cuanto a las otras ideas, bebensu forma en las mismas o complementarias fuentes.

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    Sarmiento conoci todas esas ideas gracias a la tarea de renovaClOn InIciada por la Generacin de 1837, cuyo corresponsal en San Juan, Manuel J.Quiroga Rosas, con su bien provista biblioteca, constitua una adecuadacorrea de trasmisin. Pero, en su lugar de origen, dichas ideas fueron to-mando forma en virtud de un proceso social que en el plano filosfico podemos designar por el nombre de la escuela ms exitosa, el eclecticismo, yen el poltico por el de "Restauracin", que es tambin una forma de eclecticismo entre los intereses del viejo rgimen, la monarqufa, y la burguesa.De una forma u otra, el eclecticismo encarna una especie de remanso ideolgico: el romanticismo pas y dej sus huellas pero el pensamiento iluminista anterior exige su cuota y entre ambos se tiende esta ptiusa, esta aco,modacin. En cierto sentido, esta filosofa es oportunista y justificatoria, unbuen instrumento para otorgar legitimidad a la nueva violencia que se estimponiendo y que, sin negar totalmente, neutraliza -desarrollando desdeluego una de sus vertientes- 10 que implic la Revolucin Francesa. Perosera injusto lateralizar y sugerir una condena de la Generacin del 37 porhaber descubierto los problemas arge