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Noé JITRIK la lectura omo actividad 2~ edicián LA RED DE JONAS PREMIA EDITORA

JITRIK la lectura omo actividad · Estos artículos fueron publicados en la revista Comunidad, de los trabajadores del CONACYT, dirigida por Enrique Loubet Jr., durante 1980. …

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Noé JITRIK

la lecturaomo

actividad2~ edicián

LA RED DE JONAS PREMIA EDITORA

ESTUDIOS

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1.

la lecturacomo

actividad

."premiala red de jonás 1984

Estos artículos fueron publicados en la revista Comunidad,de los trabajadores del CONACYT, dirigida por Enrique LoubetJr., durante 1980.Diseño de la colección: Pedro Tanagra R.

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CENTRO UNIVERSITARIOmt INVEST1CACI0NEIBIII,.IOTECOLOGICAJ

Primera edición: 1982Segunda edición: 1984

© Noé Jitrik.© PREMIA editora de libros s.a.

RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS.

ISBN 968-434-215-2

Premiá editora de libros, S. A.Tlahuapan, Puebla.(Apartado Postal 12-67203020 México, D. F.).

Impreso y hecho en MéxicoPrinted and made in Mexico

Me encerré durante los días de la Semana San-ta de 1949 y leí las Obras Completas de Dos-toiewski de un tirón; salí enfermo y curado almismo tiempo.

Noé Jitrik (Futuros)

Hoy, que se aelica la palabra "lectura" a cual-quier tipo de iñterpretación, conviene precisarsus alcances.

-: ··.·Karin Lara (El lengua-je como objeto)

A veces leer me proporcionaba un infinito con-tento; otras me. angustiaba y aburría pero quéotra cosa podía hacer.

Francisco Villa (Lastraiciones cotidianas)

I SILENCIO: SALA DE ESPERA

No se trata tanto de saber, por ahora, qué lee la gente ysi lee mucho o poco -asuntos todos que interesan a la so-ciología- sino cómo se lee, los que leen claro -asunto queimporta a la semiótica-o Desde luego, no está excluidoque exista una sociología que supere ese inicial esquema cuan-titativo y cualitativo y se interese por un proceso de lectura;si fuera así, eso supondría que la estructura social le importaa tal sociología no sólo descriptivamente sino también en sucomportamiento, lo que implica, a su vez, que tal comporta-miento' surge de un proceso de estructuración social que tieneun sentido. La semiótica, por su parte, acepta en principiola existencia de una actividad que deviene de este modo objetoy se preocupa por determinar cómo se configura, cómo tomasu forma de objeto. De este modo, si se acepta que la lecturaes verdaderamente una actividad, si el que lee, debajo de suaparente silencio y reposo, está haciendo verdaderamente algo,aunque su resultado no tenga el aspecto que tienen otros re-sultados de actividades, es legítimo hacerse la pregunta inicial,es perfectamente aceptable que se trate de describir en quéconsiste esa actividad o, mejor dicho, cómo se va produciendo.Esto supone, por cierto, una interrogación que debe hacersecada vez más explícita acerca de lo que por lo general seacepta corno un supuesto obvio e indiscutible, a saber cuál esel estatuto de la lectura en el conjunto de las actividades so-ciales.

Es difícil hacer aceptar que escribir es una actividad ma-terial, regida por leyes rigurosas; cuánto más no lo será hacerque se entienda que la lectura no lo es menos; por el momento,en la medida en que "saber leer" es un privilegio, "leer" apa-rece como una simple emanación de dicho "saber" y, por lotanto, algo -no una actividad- inherente a la naturaleza. Sin

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embargo, sabemos ~ue, n<? es así., ~nte todo porque sabemosque se puede leer sin límites o hmltadan:ente,. que se le pue-de impedir a alguien que ~ea o s~ puede inducir .a otros a quelo hagan, que existe una mstancia SOCIal.denommada censuraque indica qué se puede leer y, correlatIv~mente, como todaProhibición cuándo se lo puede hacer; finalmente, sabemos

, " 1" - hque mucha gente puede leer ma. porque s~ ~ns~nanza asido deficiente, que a otra se le atribuye leer bien ~ por tra-dición social o familiar, que hay academias que ensena~ a ~~~r"rápido", que se puede leer en voz alta o en voz baja, SI-lencio: sala de lectura", etcétera.

De todo esto se deduce que leer es un hecho cultural,. nonatural, aunque parezca una gracia decido; en esa. medida,tiene, en su ubicación por l? menos, un punt~ de p~rtlda c0,m0actividad: faltaría lo que SIgue, o sea en q~e c~nslste, q~e laasemeja a otras actividades y qué la diferencia, como se VI?CU-la con otros elementos de lo que conocemos como realidad,cómo incide en ellos y cómo es iniciada, por ellos y,. final-mente, cómo se va produciendo o sea como va adquiriendola forma indispensable para engendrar ':In res~ltado cuyos al-cances, desde luego, no sabemos muy bien cuales son porque,por el momento al menos, la idea que tenemo~ es puramentemoral en el sentido -lugar común- de 9ue quien lee, se elevaespiritualmente, enriquece su alma y mejora su basta' índole ytorpe naturaleza. .

La mayor parte de los puntos enunciados, e~ otras pala-bras de las preguntas formuladas, g;u~rda relación con unapreocupación hasta cierto punto filosófica por c~a?to ha~ quesatisfacer las exigencias de un "ser" de una aC~IVldad;filoso-fía que muchos pueden considerar un poco OCIOsaporque sesabe lo que es leer. No obstante, creo que se sabe poco ylo poco que se sabe se lo sabe deficie!1temente. Es aquello ~anpróximo que nos parece, como decia Hegel, conocido soloporque nos es absolutamente extraño; por otro lado, como elverbo "ser" es el más difundido de todos, todos creen que lo do-minan y controlan, esto es, que dominan y controlan ~odo loque cubre cuando es usado; no es así: el verbo s~r es 6010 ~nahipótesis que, a lo sumo, desencadena un mOVImIe?to tendien-te a perrnitirle un reinado pero no por ello perrmte una con-templación; lo que importaría, entonces, en las preguntas, es el

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movirruento tendiente a responderlas y, como las preguntasestán encuadradas en el ámbito del "ser", lo que importa eslo que, simultáneamente, se moviliza cuando las preguntas po-nen algo en movimiento: una inquietud, una preocupación,un ansia no muy clara de encontrar, por lo menos, analogíasque nos permitan salir de lo material inmediato para intuirnose~ otra dimensión, imaginario-real, indefinible y poco enér-gica.

No se trata, entonces, ni de sociología elemental ni defilosofía elemental aunque ambas disciplinas pueden en algúnmomento hacerse cargo de un aspecto de esta actividad: setrata, ahora, de una práctica cuyo gesto podemos, para pasara otra cosa inmediatamente después, tratar de describir; así,diría que leer es hacerse cargo de una espacialidad; luego, di-ría que leer es apropiarse no de la espacialidad que se poneante la vista, sino del proceso que le ha permitido configu-rarse y, por lo tanto, del sentido que se ha depositado en di-cho proceso al que podemos llamar, esquemáticamente, "es-critura"; en tercer lugar, diría que leer es transformar esaespacialidad en temporalidad aunque el hecho de que sea im-prescindible que la mirada recorra un trazado supone la per-sistencia, que resulta metafórica, del espacio; podría añadir,igualmente, que leer es producir una movilización de energíasrelativas a lo que la actividad de la escritura puede suscitary que posiblemente no puedan ser despertadas por otro tipode estímulos; por último, diría que leer es transformar lo quese lee, que deviene, de este modo, un objeto refractado, inter-pretado, modificado; de todo ello, se desprende, por lo tanto,que la lectura es sólo una instancia de la comunicación, que seevade, por su autonomía como práctica, del circuito comuni-cativo que es, en el fondo, en su teoría básica, un esquemade transacción: emisor, receptor, mensaje; pues no: el lector,si realmente hace algo al leer, es solamente receptor de un es-tímulo con el cual inicia una acción mucho más compleja que,al desarrollarse -y por ese solo hecho- desvirtúa ese difun-dido prejuicio acerca de que lo que se lee es mecánicamenteun mensaje que, a su turno, no es de ninguna manera unobjeto invariable como en principio lo daría a entender elesquema "ernisor-mensaj e-receptor".

Brevemente, estos apuntes sobre la lectura: SI la idea pri-

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mera era una cierta curiosidad por cómo se lee, en esta etapaese "cómo" aparece quizás con mayor precisión pues si leeres verdaderamente una actividad, importa determinar cómose lleva a cabo. Por cierto que ni el sentido que tiene la lec-tura corno actividad ni su manera de ejecutarse la agotan enlas etapas posteriores de su ejecución; se sabe ya, perfecta-mente, que la lectura sólo comienza en la relación que se esta-blece entre el ojo y el papel escrito: ¿cuáles serán esas ins-tancias posteriores? Tengo la esperanza y el propósito dereflexionar algo sobre esa ulterioridad pero, por ahora, meinteresa detenerme en el punto al que he llegado, el "cómo"se lee; pienso que si se aborda la pregunta se podría .atender,al mismo tiempo, a la cuestión de las "condiciones" materialesde la lectura.

II PARA LEER, TODOS LOS LUGARESSON BUENOS

Una primera gran clasificación enseñaría lo que todo elmundo sabe: se. lee sentado; acostad? o parado, desde luego,pueden concebirse formas intermedias tales corno leer semi-acostado o acuclillado pero eso no modifica la triparticióncentral, esas fIguras son voluntaristas o entes de razón no es-pontáneas actitudes que en la realidad de todos los días adop-tan los seres humanos.

Una segunda gran clasificacin consiste en dos casillas leer• • I • ,

~n movirrnento o estaticamente. Desde luego, estas dos moda-lidades cubren las tres anteriores en combinaciones factiblescom?, por ejemplo, leer. sentado estáticarnente o parado y enmovimiento, y en combmacIOnes imposibles como, por ejem-plo, le~r acostado y en movimiento. Ciertamente, es posibleconcebir alguna transacción o modalidad intermedia en estasfiguras puramente menta!es, .tal com.o sería estar acostado y mo-verse en el lecho sobre SImismo mientras se lee, situación queno parece muy concreta o por lo menos durable. En todoC~S?,la situación de estatismo, desde el punto de vista del in-dividuo, 1!0 puede ser a~soluta pero se cumple relativamenteen la realidad: el que esta sentado o acostado no se mueve enel. sentido de un desplazamiento aunque se remueva en suaSIent~ o en su cama. A su vez, la situación del movimiento estraducible por la de ,desplazamiento, qu~ puede ser propio-cammar- o proporcionado por un medio externo -un me-dio de transporte cualquiera-o Aparecen en consecuencianuevas posibilidades teniendo en cuenta las ~structuras anterio~res: así, se puede leer parado sin moverse o bien caminandop,ero también P?ede darse una lectura de parado en el inte-rior de un vehículo que se desplaza: cornplementariamenre,se puede leer sentado o acostado en tierra firme o en el inte-rior de un vehículo, coche cama, tranvía, automóvil, etc.

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Hay que tener en cuenta que. I~Íl~9un~~e estas cinco ins-tancias principales tiene una definición unica: caminar, .porejemplo, no está tajantemente delimitado, se puede cammarpausada o enérgicamente. Lo cual, a su vez, puede tra~sfor-marse en correr; por su lado, si el correr es de ~n vehículo,la situación de parado, sentado o acostado, sufre CIertas rnodi-ficaciones pero es muy diferente si se tr~t/a~a de un cammarpersonal que se convierta en corr.er; es dificil que pueda dar-se una lectura en un ritmo superior al de lo q~e de una ~a-nera muy vaga podríamos designar como de cammata tr~nqUlla;del mismo modo, el estar acostado para leer no podría ten~runa identidad absoluta con el estar acostado para dormir: eXI-ge de ángulos que, vistos en detalle, podrían dar lugar a uncasi estar sentado aunque nunca a un estar parado, estructuraque se sitúa en el extremo absolutamente opuesto de la escala;iguales matices pueden aparecer en el estar sentado pero, na-turalmente en una dirección contrana; una cosa es estar sen-tado en uda silla cuyo respaldo está en ángulo recto .~espectodel asiento, y otra en una silla reclmable, la de un avión pon-gamos por caso. . . d d

Se va viendo, por consecuen<;:l~,.que hay u~a. multitu esituaciones o de encuadres para miciar esta ~ctlvl~ad que lla-mamos lectura: no agotan lo que se podna designar .como"condiciones previas" pues. forman un todo,. ;nuy dialectizado,con los determinantes ambIentales que tambIen cuentan y 9ueproponen dos órdenes: el primero, el lugar; el segundo, la Ilu-minación. . .

Las posibilidades se abren apenas forI?ulamos la msrancia,la imaginación de lo ~eal se .pone a trabajar a moderada velo-cidad: así, la instanCIa ambIental del lugar se no~ ofrece endos grandes rubros, lugares cerrados y. ~ugares abIertos, .entr~los cuales también pueden darse translcl~:mes.o tranS~cclOnes,una habitación de tela, por ~jemplo,. no implica la misma am-bientación que una de material; a la inversa, una ~erraz~ techa-da está a medio camino entre lo cerrado y. lo abierro sin con-tar con las modificaciones que puede implicar par~ lo .cerr~?oel tipo y tamaño de las ventanas; en cuanto a la ihiminacion,a nadie se le oculta que una co~a es leer son luz natural yotra con luz artificial; de la pnmera podnamos decir, dl~-plificando, que se trata de la del sol, pero no podemos ejar

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de reconocer qu~, en circunstancias excepcionales y por lap-sos breves, también la de la luna puede prestarse sin contarcon .qu~ no es lo mism? la luz solar del amanece; que la delmediodía o la ~el/crepusculo y.sin contar, tampoco, con quela luz del mediodía no es la misma en la zona comprendidacnt~e los trópicos y en las que de los trópicos alcanzan lasrewones polares; tampoco es la misma luz la del crepúsculoa nivel del mar o en las mesetas, en invierno o en verano.~o~o esto es fá~il de comprender, lo mismo que ciertas dis-unciones que existen en el campo de la iluminación artificial:luz de. vela, de lámpara de petróleo, eléctrica; las diferenciasson ~~ldentes en cuanto a la intensidad y gravitan en la per-cepcion que se puede tener de lo escrito; de todos modos loque se puede pensar sobre el punto desborda estas obvias dis-tinciones; por ejemplo, la luz puede ser directa o indirecta eincluso, continua e intermitente como la que aprovecha el es-tudiante de América, de Kafka, que lee un libro cuando laluz de los carteles luminosos de publicidad se prenden, cosaque ocurre cada tantos segundos.

De este modo, las combinaciones se convierten en varia-dísimas, si no infinitas, aunque por lo general las reduzcamosa. unas cua~t~s fórmulas muy simpl~s. El hecho es que cadafigura propicia to.rmas de le.e; .peculIares que tienen dos tiposde resultados fácilmente verificables: por un lado condicio-nan la relación que se establece con el texto que se está le-yendo y, por el otro, terminan por determinar la producciónde textos adecuados a cada una de estas figuras, sobre todoa las más frecuentes: en cuanto a las consecuencias del primertipo podríamos observar que en general se presta más atencióna la lectura cuando existen las siguientes condiciones: senta-do, en una habitación cerrada, de noche, con luz artificial,directa o continua; en cambio, es posible que la atención a10 que se lee sea menor si la lectura se hace estando paradon el interior de un ómnibus en movimiento, con luz artificialde escasa potencia y Que, por añadidura, se prende y se apaga;ciertamente, en el primer caso, la atención podría ser menor. i la habitación estuviera abierta v si la luz fuera indirecta odébil del mismo modo que, en '~l segundo, podría ser ma-yor si la luz fuera natural. La cantidad de variantes que seproduce a partir del encuentro de estos elementos es tal

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que abandonamos la empresa de clasificadas; .nos basta conseñalar que existen y que pueden ser reconocidas en la rea-lidad sin mayor esfuerzo, dejando de lado, sin duda, elfactor. psicológico personal -hay gente capaz de concen-trarse en cualquier parte, hay gente que no logra con-centrarse en ninguna- que todo lo modifica. En cuanto alsegundo orden de cO~,secuencias podríamos <;>bservar,.a ma-nera de simple anotación, que una enciclopedia, por ejemplo,sería difícilmente legible caminando bajo la luz del rnedio-día en una playa; en cambio, sería más fácil hacerla en unahabitación, sentado, etc .... Para que el ejemplo sea más ~í-tido podríamos decir que los periódicos de tamaño rabloidepueden ser leídos en la situación más difícil, a saber ~n u~ómnibus en movimiento, parado, de noche, lo que sena casiimpensable con un periódico de tipo. sábana, ~ás apto par~ elsillón o el escritorio. N o otra es la Idea del libro de bolsillo,que lo hace legible en las situaciones más complicadas.

Sin pretender haber dado con estas notas 111 remotamenteuna imagen de las "condiciones" materiales. físicas. de l~ lec-tura, al menos sugerimos que todas ellas gravitan o mtervienenen el resultado final cuyos trazos quedan por el momento enla vaguedad de su existencia, entendida y aceptada, pero nodeclarada.

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III REPANTIGOSE EN SU SILLON ySE DISPUSO A LEER

La memoria tiene registradas innumerables situaciones delectura; algunas -pocas, la vida es tan monótona- vividas, lasmás, leídas o vistas en el cine. Está por ejemplo Fausto, deGoethe: en una cámara sombría, a la luz de velones palpitan-tes, arranca a los libros un secreto que, de pronto, parece vanoinútil; está el estudiante de Kafka (América), que, sentad¿en un balcón lee por la noche un libro de derecho en los mo-mentos en que se lo permite la intermitente luz de los cartelesluminosos; está ese remedo de Alicia en el país de las mara-villas en el filme de Godard, Week-End: camina por un pra-do, vestida de muselina, leyendo un libro de lógica cuyoautor es el reverendo Dodgson, o sea Lewis Carroll: recuerdoa Silvio Astier (El juguete rabioso, de Robert Arlt) en lacama, leyendo libros de electrotécnica; recuerdo, imborrable-mente, al Dr. Carlos Stutz, otorrinolaringólogo, leyendo Elretrato del artista adolescente en su consultorio en sombras eiluminando las páginas con la lucecita que viene en el espejoperforado que los especialistas usan para mirar el fondo de lagarganta; me recuerdo a mí mismo en un tranvía, adolescente,leyendo enrojecido, afiebrado, un clásico de la pornografíamundial, Las memorias de una princesa rusa; veo bibliotecaspúblicas de pocos libros, deleznables, veo bibliotecas naciona-les, irritantes por el tiempo que hay que esperar para que leinformen a uno que el libro no está; recuerdo bibliotecas pri-vadas, donde cada libro es un prisionero de cuero entre rejasy monogramas; veo muchedumbres de lectores semiclandesti-nos en librerías, y, puestos de pie, leyendo nerviosamente; co-nozco personas, innumerables, que leen de noche el diario dela mañana porque es de gran tamaño y sólo de noche puedengozar del sillón y de la calma, no chocan con nadie, nadie leslee por encima del hombro; recuerdo relatos en los que un

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personaje encuentra un viejo libro y, repan,tigándose en el si-llón de la sala, junto al calor del hogar, ~omIen~a ~ leer memo-rias siniestras, historias horribles; podna seguir infinitamentesin aportar ninguna novedad, segurament,e cada cual ,Puederecordar situaciones similares y otras no incluidas aqui peroigualmente ilustrativas de las plurales maneras de leer. ,

De esta especie de fresco incompleto se pueden deducirpor lo menos dos cosas; la primera es que el lector mantieneuna relación con el conjunto físico en el que va a leer; la se-gunda es que establece, simultáneamente, una relación ent~edicho ~onjunto y,l,o que va a lee,r. Ambos temas son suscept~-bles de una reflexión que, por mas sucinta que sea, no me pn-varé de hacer.

Llamaré a la primera de estas relaciones RI y a la segundaRII para ayudar al lector a realizar algunas economías de. es-pacio y de tiempo en la certeza de que este elemental SIm-bolismo no le ha de chocar.

Empecemos por RI: el probl~ma que se plant~a inicial-mente, teórico, es el de la elección, en ef~ecto, ¿SIempre sepuede elegir el lugar en el que se va a leer? La respuesta es,desde luego, negativa; la mayor parte de las veces no .h~y ?traposibilidad qu.e la que viene, ?ada '1' dentro de .~lla, m sIqUle~ase puede elegir la postura física 111 la IlumI.naclOn: en una bi-blioteca pública hay que estar sentado y SI ~a luz es mala nohay forma de corregir el sistema; en un camión nada se puedehacer si se viaja parado aunque en ~se caso el. a.zar .0 el des-arrollo de los hechos puede proporcionar modificaciones: unasiento que se desocupa, el paso d~~ día a la ~oc~e. En. cam-bio, hay mayor margen de elección e~ el ámbito privado;puedo cansarme de leer en la sala y me tiro en l~ cama; puedoleer, con gran disgusto familiar; en la mes~, o bien pue~o leeren el patio o en el dormitorio, S~a pnvado, sea pub.hco,el ámbito RI aparece como configurado por una. SItu~-ción económico-social básica que no sólo otor~a mínima li-bertad de elección sino que puede generar obsesiones dur~blese insolubles que se ,incorporan a la. lec~ur~ como, por ejern-plo, no disponer mas que de una SIlla incómoda Y: ?esear envano una mejor. Tambi~~ en este cas? las posIb~hd~des .dedescripción son numerosisirnas y cada figura descrita ~mphcaa su vez un presente y una historia plagada de conflictos y

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de expectativas que van de lo individual ("por fin pude en-cerrarme en mi habitación para leer tranquilo" o bien "mequedé en cama y leí todo el día") a lo social ("en el sillónque le ofrecemos a pagar a crédito podrá usted leer su librofavorito" o bien "libros para las vacaciones", etc.).

y para que este fresco no quede en dibujo exterior pue-do proponer una suerte de conclusión que tendrá impor-tancia a medida que los elementos que integran la lecturasean vistos o vislumbrados en su funcionamiento de conjun-to: RI supone una red elemental de determinaciones quegravitan en la forma de la lectura, es decir, que tiene que vercon lo que resulta de esa acción particular que llamamoslectura y que, como el buen sentido lo aconseja, es mejorno definir todavía. De esta primera consecuencia se des-prende otra, que nos permite avanzar un poco más en lacomprensión de lo que significa el concepto de "determi-nación": las determinaciones procedentes de la instancia RIhacen de sistema mediador entre el objeto leído y el filtrobiológico que interviene igualmente pero en un nivel supe-rior, psicológico individual, en la constitución de la forma dela lectura; dicho de otro modo, RI termina por incidir en elmovimiento de mis ojos, en su velocidad y en su alcance,lo cual gravita en el contacto que se realiza con lo escritomodificando las espectativas previas, anteriores al acto de leer,inscritas en una formación cultural, individual y social.

A su turno, RII nos sugiere que RI no es algo total-mente oscuro en nuestra conciencia de lector; sabemos enqué consiste, no ignoramos su carácter determinante, lucha-mos para matizado en virtud de figuras que a veces provie-nen de una experiencia, propia o ajena pero real, a vecesson ideales y proceden de una fantasía interna o de una im-posición ambiental; de tal manera poseemos este conocimien-to que lo hacemos jugar frente a un objeto a leer, o seafrente a un texto que queremos leer o que estamos obliga-dos a leer. Y porque conocemos lo que determina la lecturabuscamos el lugar y el momento adecuados para leer textosque suponemos los exigen, creemos que ciertos textos no pue-den ser leídos de cualquier modo y por eso calculamos queno deben ser leídos en cualquier lugar' o en cualquier mo-mento. Quizás hay mucho de prejuicio respecto de lo que

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los textos necesitarían para ser leídos con toda plenitud, peroasí funciona la lectura, enroscándose en redes que, a su vez,se entretejen todas en la obtención de la lectura más adecua-da. Para los muchachos que no pueden o no quieren com-prar los tediosos libros escolares la biblioteca les ofrece laconcentración y la distracción adecuada; leer para ellos noes sólo restablecer un equilibrio moral sino prestarse a la aven-tura: por otro lado, ¿hay algo mejor que leer una ~ovelapolicial de noche y en cama? pero, ¿se puede leer un infor-me bancario de noche y en cama? Para leer a Kant se nece-sita un gabinete cerrado, lejos del ruido, quizás lo ~ejor. sealeerIo por la mañana; ¿es posib,le .leer un informe financierode otro modo que no sea en público y en voz alta?; l~ po~-sÍa se lee de cuando en cuando y a solas, acaso en un jardínv si se lee en público las luces no pueden ser estridentes,Íos oyentes deben estar informalmente sentados, debe llegaralgún rumor del exterior, deben poderse ver licores o aguaso vasos conteniendo líquidos, etc ..

No sólo establecemos RII sin dificultad: nos cuesta trans-gredir las normas existentes; en la obedi.enc~~ y en el cum-plimiento suponemos, no hay otra exphcacI.on, que la lec-tura que se produzca será la mejor posible, figura amenazadasi no existe una seguridad total en la armonía que le ot?r-guemos a RII, o sea a la relación entre el conjun~o fíSICOde determinantes de la lectura y el texto que necesitamos oqueremos leer.

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IV ME PUSE A LEER Y LAS HORAS VOLARON

En principio hay tres clases de lecturas: las rutinarias,las obligatorias y las placenteras. Las primeras van desdeaquello que hacemos sin prestar ninguna atención particular,por mero y casi mecánico funcionamiento visual (cartelesindicadores, etiquetas, etc.) , hasta el periódico en el cualfijamos la atención pero -y en eso consiste la rutina- te-niendo leída una gran parte del material antes de iniciar lalectura (títulos, secciones, diagramados, etc.): las lecturas obli-gatorias son las que apoyan una relación productiva, de baseeconómica, con la realidad en su conjunto: lecturas inhe-rentes al trabajo que se realiza, a libros de estudio, materia-les de cuyo conocimiento hay que dar cuenta en algún mo-mento; las lecturas placenteras, finalmente, se sitúan en loextraordinario y fuera del espacio económico anterior aun-que puedan regresar a él en virtud de situaciones especiales:una novela, por ejemplo, es placentera para todo el mundopero para un bibliógrafo puede ser rutinaria y obligatoriapara un crítico o un profesor.

Según cuales sean las lecturas que habremos de empren-der tendremos disposiciones físicas diferentes y, por conse-cu~ncia y complernentariarnente, movilizaremos de diferen-te manera las "condiciones" de la lectura para hacerlas másplenas, rendidoras y satisfactori~~. . . .,

Primer punto de esta cuestion, el de la adquisición deltexto· en el caso de las lecturas rutinarias por lo general noes necesario desplazarse para obtener los textos: o bien pasanante nuestra vista o bien nos los alcanzan y si, como en elcaso del periódico, tenemos que ir a alguna parte para obre-nerlo, solemos considerar ese viaje corno fisiológicamentejustificado, el periódico es traído a la casa bajo el brazo conla leche y el pan; en cambio, las lecturas obligatorias nos

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inducen a un primer movimiento de adquisición directa: ental librería está tal libro o bien lo tiene tal persona o talbiblioteca, los horarios son tales y los precios cuales; el mo-vimiento es económico y conduce, en cierto nivel, a una in-tervención del Estado (libros de texto gratuitos) cuando noa agresivas políticas privadas, lo, .que pone en ev~dencia larelación de la lectura con lo político, en cuanto, finalmente,a las lecturas placenteras, el gesto económico que está en subase y que las desencadena -necesaria compra del texto-suele verse neutralizado o disminuido o negado por dos me-canismos muy corrientes; el primero es el del "regalo" -actoque aparentemente anularía lo eC~)I?-ómicodespl~zándolo ~a-cia otro campo, el de una afectividad pretendIdamel!te m-contaminada por el dinero-; el segundo, cuando el libro esadquirido para uso propio, el de la actitud de "paso" quese adopta para comprar estos textos, lo contrario de la obli-gación, lo cual si no anula al menos disimula el carácter de-terminante de la intervención del dinero; se podría añadirotra "maniobra" en ese sentido: la declaración, o el pregusto,del placer que la lectura puede ocasionar suele llevar a presen-tar la compra corno no mensurable en dinero, algo similaral razonamiento que se hace cuando se paga la entrada a unmuseo.

El segundo punto a considerar es el del momento de lalectura' en cuanto a las rutinarias, es evidente que está mar-cado p'or un sistema de circula~ió.n social y económica: de-jando de lado los aspectos mecamcos -que no tienen hora-rio- y ateniéndonos al periódico, por lo común los m~tu-tinos son leídos obviamente por la mañana y los vespernnospor la tarde; existen, por cierto, transgre~úres a este rígidoencuadramiento pero saben que lo son e Invocan para seriopoderosas razones como, por ejemplo, que el matutino es degran tamaño y exige para ser leído una calma que por la ma-ñana no existe o bien comodidades de las que sólo se puededisponer por ia noche; respecto de las lecturas obligatoriasno cabe duda de que se distribuyen en principio según hora-rios de trabajo fijados por la sociedad, directamente en elcaso de lecturas vinculadas con una ocupación remunerada(informes, artÍculos a publicar, etc.) o en el caso de librosque están en bibliotecas públicas, o indirectamente en el caso

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de los estudiantes que deben leer de noche o fuera de susámbitos de estudio; finalmente, las lecturas placenteras suelenrealizarse fuera de horarios de trabajo, forman parte de loque se designa técnicamente como "tiempo libre". Respectode este punto podría decirse algo similar a lo que se observó enel anterior: así como puede haber pasajes entre un tipo de lec-tura y otro, de acuerdo con los objetivos que se persigan(un texto que para unos es placentero, un poema, puede ser)obligatorio para otros, un estudiante por ejemplo, y aun ru-tinario, un corrector de pruebas), así un texto placenteropuede ser leído por algunos en horas laborables si se convierteen obligatorio o rutinario; por eso, aquellos que hacen unalectura placentera en horas laborables sin que la lectura sehaya convertido en obligatoria, pueden llegar a sentir quecometen una especie de transgresión culpógena: "me puse aleer una novela muy divertida después del almuerzo y medistraje, llegué tarde a la oficina y tuve que decir que huboun accidente de tránsito: el tiempo se me fue volando".

U n tercer aspecto a tener en cuenta es el del lugar en elque las tres clases de lecturas se realizan; la noción espa-cial que lo comporta es, también, esencialmente económicaaunque está encubierta por la "naturalidad" con la que dispo-nemos de él: directa o indirectamente estamos pagando siem-pre para tener un lugar en el cual podamos figuramos queno pagamos nada para poder leer. Ese pa~o es por un ~es-plazarniento o por una renta o por una hipoteca, pero signalas condiciones principales de la lectura, aun las menos sig-nificativas. Es tan obvio este aspecto de la cuestión que novale la pena insistir ni entrar en mayores detalles; baste se-ñalar que tiene en el otro extremo de la cadena de la lecturasu manifestación activa. que asume la cconomicidad del es-pacio y que hace de él !~Osólo un. espacio de c?~petenciasino también de producción, me refiero a la publicidad des-tinada a convertirse en lectura rutinaria: si, aparentemente,nos entran por los ojos sin necesidad de hacer ningún es-fuerzo, los textos publicitarios fueron. en primer !ugar, c~n-cebidos para estar en el lugar en el que nuestros OJos podríanhacer su tarea rutinaria de captarlos: en segundo lugar. hanluchado para obtener dicho espacio oagando por él Quizá másque otros y, finalmente, en la medida en que nosotros hemos

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pagado para acceder al sitio en el que se exhiben, !los encon-tramos involucrados ineluctablemente. en el clr~Ulto: .l~ ~ec-tura final que hacemos en ese caso, mvolun~ar~a y dlflgl~~,descansa por lo tanto sobre una red econormca compleji-sima que tiende no sólo a hacernos arre~e~lde~, un me~saJesino también a hacemos cargo de la slgmÍlcaclOn q~e tienedicho mensaje en tanto hay ~n pr?ceso de pr?dUCClOn eco-nómicamente claro. Se podra decir, con razon, que es laforma más deleznable de la lectura y que la ~erdadera lec-tura se evade de esta determinación en la medida en que. elser humano se vincula con la letra escflt~ no involuntaria-mente sino a través de decisiones; eso es c~ert~" pero n~ ~e-nos cierto es el hecho de que la ?e~ermmaclOn econormcase sutiliza a través de diversas medlaCI~)l~eS,pero no desapa-rece ni desaparecen ,sus efectos .que, quizas, no sean otra cosaque una a~~mulaci~m ~ara el instante de la. lectura, 9ue seinfiltra insidiosa e inevitahlemente en el sentido que tiene lalectura para cada cual y gravita sobre el .s,entIdo que ~e leva a dar no sólo a lo que se lee sino también al acto mismode leer.

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O)~OO)O

V LA LECTURA NO ES SOLO UN OJO SOBREALGO ESCRITO

¿Hay un instante preciso en el que comienza la lectura?Simplificando, podría decirse que sí, que basta que un ojose pose sobre una masa de escritura para que la lectura seinicie; esto es indiscutible y obvio aunque ese contacto sea,en realidad, visto micróscopicamente, el momento de unadetonación o de un "clic" desencadenante, tomo lo es elcontacto que se establece entre un dedo y una llave de luzcuando se quiere encender un foco; para que exista realmenteuna lectura, luego del contacto entre el ojo y la masa de es-critura, es necesario que se produzca un movimiento y conél una interacción entre todo lo que confluye en dicho ojo ylo que la masa de escritura pone en acción desde el mo-mento en que sale de su inercia o silencio o encierro.

Respecto de lo que confluye en el ojo valdría la penahacer alguna caracterización: sería tan profusa y prolija quedaría lugar, por sí sola, a un tratado; ¡Iíbrenos el Señor dela tentación de hacerlo! Sólo diremos que se trata de un sis-tema de determinaciones que guían la vida toda de un sujetoy que se concentran o especializan según las funciones quese quieran desempeñar; en ese sentido, diría que el sistemaestá compuesto por determinaciones fisiológicas, psicológicas,culturales, sociales, económicas, etc., etc., algunas que logransu perfil en el ámbito de la manifestación individual, otrasen el de la manifestación social; para decirlo más concreta-mente, el ojo distingue más o menos, lo que implica mayoro menor esfuerzo para leer, el mayor o menor cansancio cor-poral gravita en la tensión ocular, las certezas o los terrorescaracteriales visitan la visión y la restringen o la amplifican,ayudan a "ver" o impiden ver: el ámbito individual da lu-gar a toda clase de acciones que no se desechan de ninguna ma-nera en otras instancias de acción, como por ejemplo mirar

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un cuadro, una persona o. un paisaje, o aún d~~ir; en elcaso de la lectura se armonizan de manera específica y pecu-liar, de tal suerte que hacen la le':tura. posible. E~ cuant.oa las determinaciones sociales, o mejor dicho, de la mstanciasupraindividual, confluyen en el sentido, por. ejemplo, deuna autorización: hay algo en las practicas SOCIalesque mepermite leer, permiso necesario para. q~e la. lectura se ~~sen-cadene, ni que hablar para que connnue: cI~rta tranquilidad,cierta disposición, cierto tiempo de que s~ dispone, CIerta ra-cionalización sobre la finalidad perseguida con la le.ctura,etc .. Reduciendo mucho, diría que las dos redes se articulanformando el mencionado sistema que, a su vez, pe~Ite queel ojo se pose en una masa escrita, esto es que corruence lalectura. .

Ciertamente, un problema de otra Índole es la contlI~u~-ción: otras razones se pueden invocar como elementos de JUl-

cio para comprender por q~é y .cómo la lectu~a pue~e pro-seguir y desarrollarse; mejor dicho, por que y como lalectura puede, lisa y llanamente, ~acerse, puesto que ~l .co-mienzo no es todavía lectura; precisamente, las caracter~tlcasde este segundo momento nos permitirían superar el simpleestadio material para ayudarnos a comprender .por un ladoel proceso de lectura como práctica social precisa y, por elotro su forma como actividad.

Finalmente, no se puede dejar de ver ~ue .h.ay un "d~s-pués" de la lectura, instancia que, para ,~Imph~,Ic~r,.PO.~fl~-mos decir que es de "reconcentr~~mento ,de asimilación",palabras que dicen poco en relación c?n todo lo que formaparte de esta etapa; en efecto, despues de leer, sm que lalectura haya desaparecido pero ya fuera de ella, alJ~oocurr~,efectos, quizás, que ti~nen ~I,l curso ,de elaboración propiay en otra parte; en la mtencion tan solo de plantear el pro-blema diría que el "después" de la lectura es el mo~e~t?en el que la lectura se reintegra a un flUJO total de signifi-caciones, entra a formar parte de un conjunto ~ue la .nece-sitaba o la rechazaba, tiende sus lazos con otras, instancias ~esignificación, se funde ,CO? todas las restantes vias q~e confi-guran el universo semannco que .e~ ser humano esta .perma-nenrernente perfeccionando y rectificando y que necesita parasituarse frente al mundo.

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. I:Iay, por lo, tanto, tres momentos articulados, impres-cindibles, a traves de los cuales la lectura se va produciendo;lo que va de uno a otro y, como en un mecanismo de re-troacción, lo que va del posterior al anterior alimentan laidentidad de esa actividad puesto que de una instancia ala otra, la actividad se va cumpliendo en' toda su plenitud.

, Los tres, momentos, ~ri consecuencia, integran lo que po-dnamos designar como la lectura propiamente dicha", aun-que el tercero tenga un sentido de prolongación, sea un "másallá"; pero la expresión "propiamente dicha" sugiere algomás" o, sea un conjunto de instancias paralelas, confluyentes,preliminares, coadyuvantes, que sin pertenecer directamentea lo que define e.sta actividad. d.e la lectura están presentesel: ella, la determinan, la condicionan, hasta cierto punto ladiirgen, se pliegan a ella y, finalmente, hacen masa con ella'lo que intentamos, precisamente, es desmasificar el fenómen~haciendo aparecer por separado, en sucesivos deslindes loque por lo general se desdibuja en la masa total con qu~ se~o~ presenta la lectura reducida a sus manifestaciones super-ficiales y concebida como "cosa" puramente intelectual oespiritual.

En esta perspectiva, por lo tanto, si bien la lectura tieneun "momento de iniciación", en verdad la iniciación está bas-tante antes, en un sistema de movimientos cuyo sentido coad-yuvante se esclarece precisamente porque la lectura se inicia.Me quiero referir, por ejemplo, al gesto manual de elecciónde un objeto legible, es decir de un texto. Abusando de lostérminos y arriesgándose a enfrentar rígidas creencias sobrela lectura, ~e animaría a afirmar, en consecuencia, que lal~c.tura empieza en l~ mano que elige y crea la primera posi-bilidad de 9ue un OJOse pose en una masa escrita; natural-mente, el OJOguía la mano o, mejor dicho, la mano se dirigehacia el lugar que el ojo ha establecido como el adecuado locual no quiere decir que sea el mismo ojo; hablaré por cierto,de la mano, pero antes quiero perfilar un poco más lo que con-cierne alojo que aparecería, así, en dos momentos o funcionesbien diferenciadas; en efecto, el ojo primero está al servicio dela preparación del comienzo de la lectura mientras que el ojosegundo actúa en la lectura; esta diferencia descansa, a suvez, sobre redes de determinaciones que tienen diferente al-

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cance: ya dijimos algo sobre las que afectan alojo segundo;las que afectan alojo primero se vinculan más con "inten-ciones"o "movimientos de la voluntad" que tienen como fun-damento órdenes variadas como, por ejemplo, la "necesidad"de la lectura, la experiencia previa de conocimiento de loque se va a buscar, un sistema de órden/e~ imparti~as des~eafuera y que se trata de obedecer' (la cntica hter~na, ~a bi-bliografía de un curso, etc.), de este modo, el .0Jo pnmerosería el depositario de una red de fuerzas que orientan la ac-ción de la mano y que, de alguna manera, completan uncircuito; a su vez, la mano sería el instrumento de esa fuerzapreliminar y el sentido de su intervención podría agotarseahí, si no fuera que produce desequilibrios que se llenan designificación.

La mano, por cierto, se limita a retirar un libro ~. a abrirlo,luego a mantenerlo para que el ojo segundo empiece su ta-rea pero ¿qué ocurre cuando lo retira? Ante todo se pro-duce un desequilibrio en el interior de una acumulación; elgesto manual tiene, por lo tanto, un "val?r económico", nosólo porque todo espacio ocupado es econorruco, SIllOporquese altera una economía en el sentido de que un objeto quetenía una forma otorgada por su posición junto a otros adop-ta, al separarse del conjunto, una forma ~ueva. En, ambosaspectos la intervención de la mano es capital: querna d~clrque impregna al proceso que va a desencadenarse p~stenor-mente de una economicidad que ratifica la conformación ma-terial de la actividad lectora. Por eso, insisto en que ahícomienza la lectura o, mejor dicho, en los impulsos que hacenactuar la mano: conducen a la verificación de la naturalezade un proceso que en su desarrollo ulterior hace desap~;e-cer elementos esenciales que intervienen en su conformación,

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VI EL TEXTO ES SACADO DE SU ESTADODE REPOSO POR UNA MIRADA

Lo que se llama "lectura" sería, en efecto una relaciónentre u.n objeto +caracterizado por un proc~so específicoq~e designamos como "escótura"- en estado de reposo y unamirada que lo recorre. Dos momentos que, por cierto, pode-mos representamos por separado aunque en términos gene-rales lo que llamamos escritura necesite de una lectura pro-pia, que lo acompaña; la diferencia entre este tipo de lecturay la. l~c:ura cuyos términos y alcances intentamos precisarconsI~tma en que la pnrnera es subordinada y correctiva, de-pendiente del proceso principal, mientras que la segunda seperfila con rasgos que tienden a conferirle un carácter au-tónomo, de práctica específica. Ese carácter subordinado sepone en evidencia en ciertos casos extremos, por ejemploen la escrItur~ que producen escritores ciegos que no leenlo qu~ van dictando (escritura diferida) sino que corrigena n:t~dIda que les leeD:~? que han dictado. Dejando esta aco-ración de lado, y refiriéndonos al objeto y a la mirada po-dríamos deci~ que si el estado de reposo que precede' a lalectura ~onst~tuye un aspecto de su forma de objeto, el ojo,que ~o dIlla~rllZaJlo hace cambiar de forma, lo modifica; lugarcomun, sabiduría corriente: no es lo mismo el libro cerradoen su anaq~el que el libro abierto, sostenido por un par demanos, ansiosamente atravesado por una mirada que intentaentrar en los segundos planos que la escritura encubre yofrece.

La mirada, en consecuencia, constituye el núcleo central,fundamenral de la lectura puesto que tiene el poder de modi-ficar el objeto de escritura en objeto de lectura' más aúnantes de la intervención del ojo, el libro, el texto en su es~tado de reposo, es sólo escritura y nada más.

Los términos, entonces,están bien diferenciados y nada,

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Rod Medina
Highlight

a no ser una voluntad, permite inferir que cada uno por. s~-parado dan origen a la lectura. Podemos, por lo tant~, mi-ciar una reflexión sobre cada uno de ellos en la medida enque cada uno, en su esfera, está marcado por un proceso quele es propio. .

Sabemos, sin vacilaciones, que un objeto de lectura .es,previamente, un objeto "escrito" y, visto en una perspecuv:agen ética, un objeto de "escritura"; con esto queremos decIrque para hacerlo "apto:', o sea, p~ra que pueda llegar a serobjeto de lectura, ha sido nec~sano un proces~ 'p:OPIO, re-gido llor un sistema de oper~c~ones cuya especIÍlcIdad. con-siste en que, puesto en movmuento, tendera ~ prOd?CIr unobjeto escrito y no otra cosa; no obstante, la mstancia de lalectura no es ajena a dicho pro~eso aunque ~eng:a, en sí, comosistema diferenciado de operaciones, otras fmahdades y otrosobjetivos: si el objetivo de la escritura ,es producir ~lgo que,para cumplirse totalmente, debe ser leido, el. objetivo de lalectura se realiza posteriormente, en otro ámbito, del cu~l lomenos que podemos decir ~s.que es d~verso: alimentar la. ima-ginación, estimular la afectividad, ennquecer el CO.r;ocImlent.o,verificarse como capacidad de establecer una .relaclOn ~ pa~tlr,precisamente, del objeto sobre el que se realiza y los ámbitosa los que refiere y se refiere.

Repito: no obstante, la lectura está presente en el pro-ceso de escritura al menos en cuatro planos sólo separablespor abstracción pero en la práctica inseparables en ~l pro-ceso: el primero, el más elemental, ya ha sido mencionado:leer mientras se va escribiendo para controlar, aunque masno sea, que las marcas no se evaden del p~pel o q?e no faltanada en la frase escrita o que la frase escrita es mas o menosadecuada a lo que se tiene la intet;ción de ~~~ribirj el s~gun,~do, más complejo, es el que llamanamos ~~ inrertextualidady consiste, dicho simplemente, en la accion que ejercen so-bre la escritura presente y actual las lecturas ausentes y J.lasa-das; en otras palabras, es muy probable que toda .escnturasea en realidad una reescritura, en la que lo conocido hacede "masa de maniobra" o de "materia prima", () de "m(~deloorganizativo"; en cuanto al tercero, me. basta c~n senalarque diferentes etapas ~el p~oceso de escritura prefiguran .l,aslecturas posibles o, mejor dicho, establecen una orgamzacion

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que ~e rige, por ejemplo, según un modelo de inteligibilidadpropio de la lectura o de cierta práctica social de la lectura'por último, se trata también de dirigir, en la instancia mismade ~a escntura y, antes de verificar la eficacia, la lectura queP?,slblemente s~ lleve a cabo:. desde cierta deliberada posi-cion de l?s adjetivos o adverbios -que llaman la atención-hasta explicaciones de sentido o el respeto a prácticas comuni-canvas que impedirían, unas u otras, toda desviación ulteriorque limitarían la libertad del ejercicio de las leyes peculiaresde la Iectura; se plantearía, en este punto, una suerte de es-t~~te,?la cuyos alcances serían la reducción de la "interpreta-CIOn por parte del lector mediante una especie de "tenerloen cuenta".. En cuanto a la mirada, como primer término -y esen-

CIal- de, la cadena 9u~ llama~os "lectura", no voy a exal-tada aqui como el uruco medio capaz de registrar sensible-mente uI.Ia~pecto de lo real; quisiera captar su operación en sualcance indirecto, quiero decir en cuanto a lo que la desen-cadena y lo que confluye en ella para que la lectura se llevea cabo pero,. también, para que tenga un sentido más alláde la necesariedad de su intervención; en ese encuadre megustaría definir la mirada como un conjunto de "decisiones"q~e se manifiestan en una percepción graduada, es decir me-diante la cual se ve poco o mucho, nunca todo' en virtudde dichas decisiones se puede ver, por ejemplo, 'la escrituratrazada en un papel, el objeto escrito, pero, igual y simul-táneamente! se puede dejar de ver l~ relación que existe en-tre ~o escrito y el papel y, con mas razón, puede verse loescr~to pero no exactamente las frases que lo escrito presentay, SI se las ve, pueden no verse las relaciones que se esta-blecen entre ellas; ver o no ver, ver más o menos, ver algunosa~~ectos y no. otros, en consecuencia, depende, en mi opi-m~m, de un sls~ema de decisiones que ordenan el funciona-miento de la mirada, Pero esas decisiones no podrían ponerseen la cuenta de ,lo puramente sicoló~ico o fisiológico; sinduda, se las podría organizar en funcion de dos ejes funda-mentales que permiten comprender un "más allá" de la lec-tura? un punto relativo a su acción propia; dichos ejes son,a rru entender, el del "reconocimiento" -que supone no sólouna puesta en escena de "lo que se sabe" acerca de -la escri-

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tura y de la lectura sino también un "reaseguro" de tran-quilidad y, por l?, t~nto, un~ ci~rta garantía de .l?lacer -yel de la "innovación - que implica una mternaclO~ .que laescritura puede proponer y que la lectura debe admitir, conla cuota de frustración y correlativo goce que ello puede pro-~aoo~. .

Como vemos, hay dos planos que estoy reum~ndo: elde las decisiones que guían a la mirada y el. de los ejes de lalectura; para no dejar las cosas en uI?-aespecie de nube esque-mática, diría, recuperando observaciones acerca ~e l~ .mate,:rialidad de la lectura, que gravitan sobre las decisionesciertas condiciones materiales -el tipo de lectut~, e~ mediofísico en el que se realiza- en cu.anto crean el ámbito paratomadas; cierta manera de .l/eer, CIerta luz, crean u?a. sensa-ción de libertad o de opresion, de urgencia por decidir o demorosidad, tranquilidad o angustia, etc., que no p~eden noimpregnar la decisión ni n.o. infundir algo a ,~u sentido; "pero,por otro lado dichas decisiones tienen un contenido queles da, valga l~ paradoja, forma. No podría ser de otro modopues somos productos de la cultura y m~ntenem~s con ellauna relación de inclusión de alcances variables, clertam~nte,pero nunca nulos, nunca estamos librados a una. espontaneidaden estado puro, sin historia; por eso, m~ permito pensar quelas decisiones están alimentadas por fenómenos tales como laalfabetización, la formación escolar, la cantidad y tipo de .lec-turas previas el papel que desempeña la lectura e~ CIertomomento político, la dispos!c~ón psicológica que se tiene demanera permanente o esporádica, etc.. . .

La acción de todos estos factores sobre l~ mirada conducea un reforzamiento de uno u otro de los ejes de l.a lectura;una articulación que tienda a excl~,ir d~ S? mecanismo todaamenaza de ruptura, de interrupción, incierta sobre lo quepone en juego, robustecerá, sin .1uda,. el aspe~to. del recono-cimiento; al contrario la inclusión, sin prescindir ?el reco-nocimiento. hará posible una lectura de mnovaCl0!1' 9 loseguro o el vacío pero el vacío no puede prescindir delo seguro.

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VU EL ANAQUEL ELIGE POR MI

Pero es la mano quien inicia el movirmento tendiente aromper el estado de reposo del objeto escrito. Ya dijimosen .algún momento que ese gesto tiene un alcance econó-mico, calidad que impregna, luego, la lectura en todos susniveles pero, antes de entrar en esas relaciones, convieneapuntar que lo económico se vincula, ante todo, con el libro,como objeto económico, y su movimiento (o desplazamien-to) en el ámbito social. Veamos en detalle.

La mano retira un libro de un anaquel o de una mesa; elanaquel es el lugar habitual de exhibición y de custodia ode espera, común a bibliotecas y a librerías; la mesa es casiexclusiva de las librerías; en la biblioteca la mano se haceindirecta, interpósita; yo busco en un fichero el libro quenecesito, escribo sus referencias en un papel, un empleado-que percibe un salario- se desplaza, lo encuentra y lo reti-ra; puedo hacerlo yo mismo pero eso es menos habitual aun-que lo es más en una librería por la sencilla razón de que elcomprador no necesariamente sabe lo que se va a llevar sinoque busca, hurga, remueve, saca, pone, se lleva lo que le hadespertado el interés; en mi casa lo hago yo mismo pero, encambio, el tipo de búsqueda es diferente, carece del ritmovigoroso que tiene la búsqueda en la librería en la que nosólo el título del libro me llama la atención sino que el pre-cio equilibra el interés, lo atenúa o lo exalta; en mi casa yase dónde están los libros, busco lo que estoy queriendo,los libros ya están pagados, mi mano es fiel ejecutora demi deseo. Lo económico es, pues, evidente, en la medidaen que se comprometen salarios, valores y tiempos de usoque no sólo repercuten en el precio del libro sino que estánincluidos en él; en mi casa ese proceso ya está hecho y

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lu que la mano pone en evidencia es, precisamente, el procesoincluido que retroactúa.

Pero lo que ahora quiero decir es que el anaquel o la mesasuponen un cambio de ritmo en el movimiento del libro através del espacio social: para introducirse ~n .es.osl~gares loslibros se han singularizado, ostentan una individualidad queno tenían, como objeto material, en la etapa precedente, ape-'nas fueron producidos: la editora extrae miles de volúmenesque configuran una masa dotada, además, de movimientosviolentos o por lo menos rápidos; al llegar al anaquel, el mo-vimiento decrece, crece a su vez y recíprocamente la esperay, con ella, la individualidad. Direcciones contranas, P?r con-secuencia: de la masa al objeto singular, de la velocidad dedesplazamiento hasta el estatismo o, si es mucho decir, la len-titud. .

Ahora bien ese cambio de ritmo es un cambio de formadel libro no sólo porque el desplazamiento de los objetos enla sociedad implica cambios de forma sino porque de un es-pacio a otro han surgido cosas que contribuyen grandementea dicha modificación; por ejemplo, se han producido "críti-cas" que aumentan y d~sminuyen el interés. que se .podría te-ner para leerlo; ha habido, por consecuencia, una mcorp~ra-ción de valor positivo o indiferente que a~tera ??a posI~leactitud neutral de lectura y le confiere una inflexión especialpara el momento en que se inicie; además, en ese desplaza-miento, y por el hecho de que la masa total. producida s~ harepartido en diversos locales, los libros empiezan a ser VI~toscomo volúmenes y no como paquetes globales; correlativa-mente un librero acomoda los tres o cinco o cincuenta ejem-, .plares que recibe para realzados, para que se vean, quiere ven-dedos lo más pronto posible, nece~ita po~er re~pon~er porellos hace sus cálculos acerca de que conviene mas, SI poner-los ~n un primerísimo plano desplazando a otros. libros o. aotros objetos o en un plano secundano, con. el objeto de ~~s-minuir la competencia: un libro exaltado ejerce una presionque un libro puesto en la sombra reduce. .

Tomemos la manipulación del librero; si elige el pnmerplano o la sombra es porque posee un criterio a~erca de 10 queel libro es o vale; dicho· criterio, a su turno, tiene en cuentano sólo el espacio de que dispone -que, como todo el mundo

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sabe, es un espacio económico, por el que se paga dinero-sino también las expectativas de lectura; el librero es sensiblea las expectativas, sabe, en general, por ejemplo, que para real-zar no debe mezclar ni géneros ni tipos de discursos, no pue- I

de poner indiscriminadamente una novela de éxito junto conun manual de electrónica, ni poesía con teatro, justamentepara ayudar a "ver" mejor lo que se elige y ahorrar el tiempodel lector: casi ni es necesario señalar que este "ahorro detiempo" en el ordenamiento de los libros es ya una lecturaque el librero hace por nosotros; además, si es rápido, aprove-cha del trabajo de la crítica para sacar de su juego de espa-cios el máximo rendimiento posible: si se ha hablado inten-samente de una novela no es cuestión de que la tenga oculta,del mismo modo que no es cuestión de que muestre demasiadouna novela censurada, de la que no se debe hablar, o bien unanovela que puede no interesar demasiado a los lectores ya co-nocidos, cuyos hábitos de lectura son conocidos o probable-mente conocidos.

Resumiendo, entonces, hay un esquema rítmico, de velo-cidades de desplazamiento que produce cambios de forma enel objeto que va a ser leído y que determinan mucho de lo queprecede a la lectura; el fundamento de ese cambio de formaes, a través de la idea del desplazamiento -que crea un va-lor- claramente económico, lo cual nos sugiere que la deter-minación económica no es sólo la que se define por la ideadel "precio"; sea como fuere, el desplazamiento en cuestión,que describimos como pasaje de "acumulación" a "singulari-dad" y de "rapidez" a "lentitud", es indispensable en nuestrocircuito cultural para que la lectura sea posible. Dicho de otromodo, hasta que el libro no se detiene totalmente en su pasopor la sociedad y va a instalarse ante una mirada, asegura-do por dos manos que lo fijan, la lectura propiamente dicha notiene lugar: lo que sí ha tenido lugar es un conjunto de "pre-lecturas" que actúan como determinantes de la lectura y quese unen a todo el sistema de determinaciones que también ac-túan pero que no constituyen lo que ahora llamamos "pre-lectura" o, si se quiere, lecturas ya hechas, indirectas, de otros,reflejos, sombras, presiones, prejuicios, etc ..

Surge de ello que para detener el rápido movimiento, ma-sivo, de la acumulación es necesario que intervengan nume-

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rosas y variadas decisiones que convergen, todas, en la manoque elige el texto y lo pone ante los ojos; para rubricar queel movimiento se ha detenido, la mano lo saca de un anaquelo de una mesa, su detención es provisoria, en realidad está enestado de espera que culmina cuando los ojos, por fin, sefijan en él, en un estatismo y en una absoluta singularidad.

Desde luego que esto no termina aquí: otro movimientose desencadena, otro ritmo. Antes de iniciamos en él, hay quedecir que el anaquel, espacio de la detención momentánea,interesada, espacio económico por excelencia, mundo del pre-cio, evidencia del carácter mercantil del objeto, se rige por unsistema de clasificaciones y de organización que constituye ver-daderamente una turbulenta zona de prelecturas; quiero de-cir, si se me pone por delante un libro que comparte su rin-cón con otros bajo el rótulo de "novela" se me está indicandoya cómo y qué voy a leer; con más razón si se dice "novelahispanoamericana" o "poesía del siglo XVIIT"; en la medidaen que necesito de tal clasificación -que reconozco-e- paraganar tiempo en mi elección, lo que ya sé sobre los génerosestá leyendo en mí antes que yo mismo: el anaquel 10 prevéy me ayuda pero también me limita, me ayuda a reconocerel principio que lo rige que no necesariamente tiene que serel principio que rige el libro ni la lectura que voy a hacer.

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VIII SEPARAR LETRA Y CONTENIDO ESIMPOSIBLE

~~ más espontánea Iectura, la más corriente, omite la per-cep~~on de ~a le,~rar percibe -cree percibir- eso que llamanlos contenidos". Establece -cree establecer- una vincula-ción directa con tales "contenidos" de modo tal que lo quesería la "letra" adq.~iere un carácter transparente,' es atrave-sado por la percepcion y, correlativamente, es dejado de lado,ignorado, anulado.

Pero esto ~o es totalmente cierto; quiero decir: a pesarde que espontane~ y corrientemente se procede aSÍ, de todosmodos, de cualqUl~r manera, esa forma de percibir no puedeser absoluta, no existe e.n esta~o p~ro. E~ realidad, en un pri-~er nivel, esa lectura inmediata SI percibe la letra o, mejordIch?,. las letra~ en el sentido .en que los ojos no pueden nopercibir un obJet? que se les ofrece; la percepción sensiblese produce, los OJos reconocen reconfortados algo que hanaprendido a frecuentar y cuya identidad no les resulta extra-ña; pero, además, perciben a continuación que las letras sereúnen en palabras -que también reconocen como palabras,aunque en algunos casos no las conozcan en su significado-y, q~e ést~s, a su vez, configura? frases, párrafos, secuencias,paginas, h~ros, .etc. Has~a aqui llega la percepción de laletra o, mejor dicho, aqur concluye en su aspecto concienteaunque todo eso que llamamos la "letra" siga actuandopor d~bajo del cese. de su percepción, a pesar de todas lascreencias en contrario.

Ahora bien, e.ste cierre instaura una triple nulificación que~ale la pena. consignar en detalle: la primera nulificación con-siste en olvidar -o no saber que existe- una historia de laletra que todavía está presente, en todo acto de escritura como" 1 '''d ., h '~yqueo o~Ia e. una creacion umana, la segunda nulifica-cion consiste en Ignorar -o no saber que existe- un proceso

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de constitución de las palabras y, posteriormente, de organi-zación de frases, párrafos, secuencias, páginas, libros, etc., queofrece modelos múltiples para producir frases, párrafos, se-cuencias, páginas, libros, etc., la tercera consiste en ignorar-o no saber que existe- un sistema de elecciones o de opcio-nes, determinantes para que la escritura tenga lugar, sometidasa requerimientos variados.

La triple nulificación hace, en consecuencia, que todo esevasto trabajo que se concentra en lo que llamamos la "letra"desaparezca y, por lo tanto, lo que aparece es, solamente, "loque se dice", algo que pretendidamente no tiene relación conun proceso desaparecido que, precisamente, lo hizo aparecer.La más elemental de las hipótesis quiere que sin el procesode la letra, aun como vehículo de "lo que se dice", eso que sedice no tendría existencia, al menos en el espacio de una es-critura, pero la lectura espontánea e inmediata, la más corrien-te, no se arredra y sigue sosteniendo la separación absolutade los dos campos.

El comportamiento nulificador del proceso de la letra en-cuentra, a su vez, justificaciones a las que podemos darles vozdesde cierta abstracción; son justificaciones y no razones ysu alcance no podría, a nuestro turno, ser ignorado; la másusual de esas justificaciones identifica lo que llamamos la "le-tra" con lo "formal" que goza, a su vez, de un estatuto deadjetivación: la forma puede ser correcta, adecuada, bella, in-correcta, habilidosa; más aún, lo "formal" suele ser sinónimode "sintaxis", la cual recibe similares calificaciones: incorrec-ta, mala, revolucionaria, etc.; desde esta perspectiva, y por elhecho mismo de proceder a la adjetivación, aquello que, porel otro lado y como un término opuesto, se llama el "conte-nido", no sufre ninguna modificación, es inmune a lo que pue-de ocurrir en el terreno tan variable de lo "formal", "lo quese dice" atraviesa los obstáculos formales y triunfa sobre ellos,le da lo mismo a "lo que se dice" que su vehículo sea correctoo incorrecto, adecuado o torpe; "lo que se dice", por lo tanto,podría estar indistintamente en un texto de Kant como enuna composición escolar. No cabe duda, por otra parte, queesta manera de pensar tiene su expresión en ciertas teoríasmás elaboradas, como el estructuralismo por ejemplo.

Sea como fuere, ésta es una relación cuyas expresiones no

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nos sorprenden porque tiene un curso más que habitual en~uestro SIstema de comunicaciones; es lo primero que se mani-fiesta, es lo que yo llamaría el "nivel uno" de un pensamientosobre forma, y contenido. No lo desechemos, no lo ignoremos:traten;lOs mas bien de 'progre~ar a parnr de ello y de añadirmateriales cada vez mas preCISOSpara entender mejor, algunavez, el tema general de la lectura. En ese sentido podemos+podriamos (recogiendo los restos de discusiones viejas comoel tiempo) - establecer dos grandes matices. Primero: hay quie-nes sup?nen que entre eso que designan como "formal" yesoque entienden como "contenido" hay o debe haber algún tipod~ adecuación; es como si hubiera una forma para un conte-mdo o, al reves, un contenido para una forma; en ambos ca-sos, sólo porque se piensa en adecuación, ésta es una manerade pensar formalizante pues supone que dos cosas embonans: ,supe~ponen y, lo que permi~iría el embone o la superposi~cion sena una forma que tendna cada uno de esos dos órdenesdiferentes; quizás considerando esta dificultad, el lingüista da-nés Hjemslev habló de "forma del contenido" y "contenidode la forma", en una tentativa teórica de resolver este proble-ma de la adecuación de los dos planos; aun admitiendo queel problema sea pensable de esta manera, queda por atenderotra cuestión no menos dramática: ¿cuándo se puede decirque tal ade~/uación se ha pr~)ducid?~ ¿Quién puede decir quetal adecuación se ha producido? ~ ~ creo que haya respuestasap~opIa1as para enfrentar estas irritantes cuestiones; lo queexiste, SI, es una suerte de conccnso que de pronto se establecey que se manifiesta mediante un "así es" consagratorio quedecide que dicho ajuste es perfecto; de este modo, lo que ennuestra sociedad entendemos como el "gran escritor" seríaaquel que posee la eficacia o los medios necesarios para esta-blecer niveles que serían, en esta perspectiva, dos niveles derealidad; hay que señalar, igualmente, que hay quienes afir-man que tal acuerdo es indispensable y que si no se llega a élno se puede hablar de "logro" literario mientras que otros

I 'mas modestos, se contentan con decir Que el acuerdo es desea-ble pero no necesario, actitud que implica tina reaparición delos términos originales del problema, o sea la idea de que loscampos están irreductiblemente separados y son autónomos.

En cuanto al segundo matiz -que desarrolla el último as-

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pecto del primero- asume respecto de lo formal una pers-pectiva de trabajo, de mejoramiento, de proyecto, alberga laesperanza de lograr la unidad de los dos campos mediante es-

d "métodos"fuerzos que, a su vez, se tra ucen ya sea por meto os quevan desde la corrección sistemática al ejercicio constante, yapor incitaciones a "aclarar" la idea para, en estas condiciones,expresarla adecuadamente; en suma, lo "formal" es o seríaperfectible. Lo que, repito, no desmerecería totalmente unproducto de escritura; no po~ más amplia esta l!1,ane~ade con-siderar las cosas deja de afirmar una separación, incluso laprofundiza pues si en el primer análisis la adecuación entrelo formal y el contenido presuponía que ambos poseían susformas y, en consecuencia, algún tipo de proceso que les dabalugar, ahora lo formal es procesable mientras que el contenidoes vivido como lo invariable, lo irreductible a cualquier ope-ración, preexistente y subsistente a cualquier transmisión, tansólo objeto de transmisión.

En suma, sean cuales fueren las variantes que puedan reco-ger, la lectura corriente desprecia la letra aunque, como~am-bién lo dijimos, no pueda 'ignorar, aun sin saberlo y desinte-sándose de ello, ni su historia, ni su proceso, ni su acción, nisus efectos, Diría, más aún, que la lectura corriente, tal comose postula mediante las justificaciones ~eparatorias, e~ impo-sible y no se lleva realmente a cabo; incluso, todavía, pesea las trabas que se le oponen, la lectura, toda lectura, esrelación con una red de procesos que tienden a configurarun objeto único que, percibido como totalidad, se descomponeluego en una pluralidad de campos que establecen a su, vezrelaciones fragmentarias con plurales aspectos de la realidad.

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IX LA LECTURA CORRIENTE, OBJETOPREFERIDO DE LA MANIPULACION

IDEOLOGICA

, La lectura espontánea, la más corriente, no es por ello auto-manca, por un lado, Ignora la letra y atiende al "contenido"~ero, por .el otro, en realidad "cree" ignorar la letra aunquesI~a sacralizando el contenido: la letra, con su fuerza, con suhistoria, ,con la energía ,que encierra en tanto es el campo deun trabaJ? material, actua,.por debajo y determina, aunque nose lo advierta, la percepcion del "contenido".

Las cosas" no obstante, no quedan ahí: precisamente por-q~e la letra SIgue actuando, la lectura espontánea, la más co-r~I:~te, ~~ollega a percibir nunca ni "todos" los contenidosn~ todo ,el contenido de un fragmento que se pone ante susOJos; es m,as, aunque desdeñe la "letra", selecciona los pedazosde conten,Ido que percibe sólo porque o bien ha elegido "una"letra o b!en la admite porque la reconoce o, simplemente,porque ,s;>loen el ca~po ~e la letra puede seleccionar y supercepcIO~ del contenido VIene por añadidura, adosado, com-plementano.

Está claro, entonces, 9ue lo poco de un contenido que sepercibe -ya que la totalidad no es perceptible- depende deuna letra que se ve" qu~ no es, tampoco, la totalidad de lo quese puede ~er. Expliquémonos: por un lado, los ojos sólo venlo que es~a a su. alcance, en un radio determinado fisiológica-m.ente, ,m exce~Ivamente a los costados, ni atrás ni demasiadoleJOS,~1 demasiado cerca, salvo casos patológicos o facultadesexcepcionales, esta obvia precisión sugiere en consecuenciaque sólo se ve lo que está al alcance de la ~irada y dentro d~ese campo. es que se produce una segunda manera de ver, porreconoclmIent~ y po.r exclusión; en efecto, por razones queno son a,hora fisiológicas, no se ve todo lo que está al alcancede los OJos o dentro de su radio de visión; complementaria-mente, logramos ver objetos que no están rigurosamente al al-

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cance de la visión, en una proximidad, si se quiere, que con-lleva la amenaza de la imperceptibilidad, sólo conjurada por-que eso que está al costado es algo que 'estamos persiguiendo,para ver lo cual estamos dispuestos y preparados. Dicho deotro modo aun dentro del radio de visión, vemos algunas co-sas y otra~ no logramos vedas, se n,os escapan. o deslizan ?,simplemente, no existen; en. un cammo, por eJ.er,nplo, qm~assólo veamos las señales cammeras y no la publicidad o sena-les que no conocíamos previamente; tal vez, por el contrario,consigamos ver todo eso junto y muchas cosas má~ que a nues-tros acompañantes se les escapan totalmente; lo mismo cuandocaminamos por una calle, tal vez sólo veamos las acera~, lascasas como masas, los números de las casas, los cables electn-cos pero no, en cambio, una fachada partioularme~te elabo-rada un monito atado a las ramas supenores de un arbol, etc.Se supone que para ver más es necesario llenar dos cond~ci?-nes: la primera, tener muy presentes y actualIz~~~s las ima-gene s de lo que probablemente el campo d~ la vl~Ion nos de-pare de modo tal que adquieran forma de inmediato, contra-riamente, si nuestras imágenes son pocas y no están en estadode inminencia lo más seguro es que no se perciban aunqueapelen estride~temente a nuestra. percepción, la segunda, ha-ber ejercitado la visión en a~p~ltud de objetos .• haber traba-jado la capacidad de reconocmuento en el sentido de los ob-jetos que nos interesan.

Lo mismo sin duda, ocurre en la lectura: vemos la letra,ciertamente, pero sólo algunos logran simultáneamente verla página, los párrafos, el tam~ño de las letras, el cuerp?, eltipo, su distribución en la págma, etc:; la lectura esponta?ea,la más corriente ve sólo el trazo o el SIstema que el trazo tren-, .de pero no lo pluralidad de planos. en los que. el trazo se InS-cribe y desarrolla toda su potencia, correlativamente,. ,sobreestas exclusiones admite o rechaza y funda su percepción delos "contenidos". Estamos, a partir de aquí, entrando en otrosniveles de análisis desde el momento en que la lectura -lo queestamos entendiendo por lectura- no se reduce a este prir,n~rplano perceptivo; la lectura corriente puede llegar a adml~lr,entonces, que lo que ve del "contenido" tiene alguna relacióncon lo que ha visto de la letra pero, .como a su vez man~Ieneuna relación autónoma con el contenido, la parcela del rmsmo

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que capta se inscribe en una determinada capacidad de reco-nocimiento, que se basa, como para la letra, en un abanico deintereses presentes y en inminencia de actualización y en unaejercitación que sería, para el caso, intelectual.

Dicho de otro modo, es improbable que yo sienta el fon-do filosófico de un texto si no sé nada de filosofía; es im-probable que yo pueda ser sensible a una alusión cultural sicarezco de cultura; es muy difícil que pueda registrar un ma-tiz de ironía o de humor si he sido formado en la escuelade la solemnidad. Desde luego que esas limitaciones no cer-cenan ni disminuyen, tal vez, una posibilidad de "interpre-tación" que, por otra parte, siempre existe aunque esté de-terminada y limitada por exactamente los mismos factores:puedo llegar a entender "lo que dice" un texto, a sentidoinclusive y sobre todo, aunque ignore las alusiones cultu-rales de que está lleno, pero ese entendimiento será doble-mente parcial, porque se constituye fuera y al margen delcampo concreto en el que este texto transcurre; esto noquiere decir que tal entendimiento sea obligadamente falso,incluso puede ser muy revelador a pesar de las ignoranciasporque descubre, a partir de ellas, instancias de comprensiónque los conocimientos limitan. De este modo, reuniendo losdos sectores de restricciones, el que concierne a la "letra" yel que concierne al "contenido", podemos entender los ca-nales por donde transcurre una lectura espontánea, la más co-rriente, aun aceptando sus propias justificaciones que, de estemodo, puestas en descubierto, muestran hasta qué punto lalectura espontánea es en realidad todo lo contrario, o sea ideo-lógica, condicionada, determinada. Lo que la caracteriza toda-vía más es que, en virtud de la espontaneidad, niega la ideolo-gía que se hace presente en todo acto espontáneo, niega -por-que ignora- la historia que pueden tener los elementos que laespontaneidad hace surgir y en esa negación se priva detoda posibilidad de ir más allá en la lectura, o sea de conver-tirse en práctica, en campo de producción.

Entiendo que estos rasgos me conducen, irremisiblemen-te, a dos cuestiones tal vez disÍmiles pero pertinentes, inheren-tes a la lectura; la primera es que la lectura espontánea, la máscorriente, ofrece, en su desarrollo y en sus justificaciones-que conducen a su estructura, elementos y mecanismos- un

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f t de "inconsciente" en el sentido de una falta de con-le ec o ,'" un proceso no en etrol de las insrancias que mterVlenen en d 1 u'e se lee",, , " b"" o enten er o q ,sentido trivial de no sa er o~ ma ran ri ueza y cornple-entiendo que el concep~o ~s d~: esp~cio ad~cuado de trata-jidad, razón Joorp!~d~U~erel~~eúltimas líneas de esta página; ~amiento que , , 'tratable ahora y aquí, es la de la POSI-s~~unda cuestl~n, ma,s, lírica de la lectura espontánea q~ebilidad de mampulacIOn po , dif dida el objeto mis-es, después de todo, l~,más yma!~v~ebíc~l~~ 1so~ial global. Enmo de la comumcaCIOn - , l esoaci de las res-efecto, la manipulación polítlc~, se f: l~:\:tr:s~~~~ de la per-rricciones, tanto de Ja percePf~d lo que se manipulan son lascepc~ón, del contem o; en rea 1 ala lectura espontánea se en-restrICCIOneS,~e modo tal que , 1 i timación que elcuentra justIfIcada desde el exrrIor, eg, o desde donde

poder, ~tcpe0~ee;a~~ft1~~~a~uceo~0~~r¿lael~el~~~ra so~ciald'orga-opera, , de dominación ante todo ensenan o quemza su estrategIa bleciendo un velo sobre lala lectura ignore la letra, l~ego ~sta , , finalmente,

ibilid d de poner en evidencia la separacion y,pOSI 1 1 a lo ue se vea, en uno u ?tr~ terreno, no seapara hacer que q , 11' de las limitaciones que en untran~greslvo, nf ~aya m::st~ ~ instalado en la conciencia desentido genera a lmhP, do con su lectura espontanea, unquienes creen, estar acien ,ejercicio de libertad.

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X LA LECTURA CRITICA SERIA UNALECTURA DESEABLE

Lo que he llamado "lectura espontánea", que sería la máscorriente, la más difundida, es ante todo una manera de leerque puede estar contenida en otras o, mejor dicho, que pue-de ser una etapa o momento de otras. Por lo tanto, la situaciónde la lectura espontánea es doble; por un lado la expresión"lectura espontánea" define lo que ocurre masivamente conla lectura en la sociedad, por el otro define algo de lo que ocu-rre en un acto individual de lectura, en un nivel. Pero, ade-más, el doble estatuto implica una superposición, quiero decirque los rasgos que caracterizan la lectura espontánea en suprimer sentido de práctica generalizada, social, entran tam-bién en la esfera de la definición de su segundo aspecto, indi-vidual-particular, lo que hace que, por más que como mo-mento la lectura espontánea pueda ser superada, en tanto esmomento y mientras dura conserva todos los rasgos que seobservan en su alcance social, cotidiano y corriente.

¿Pero qué es lo que perdura en la lectura espontánea yse conserva cuando sólo es momento que da paso, quizás, auna lectura superior? Pues lo que perdura es la separación en-tre letras y contenido, la consagración del contenido comosustancia preexistente, inmodificable y subsistente, la conside-ración de la letra como un vehículo transparente que carecede proceso y en la cual no se deposita ninguna significaciónsin contar con que tampoco en ella se produce ninguna signi-ficación. Justamente, la idea de que dicha lectura, así carac-terizada, puede ser "momento" de un proceso, sugiere la po-sibilidad de que esa manera de leer no sea "natural" ni única,ni insuperable; al contrario, existen en la sociedad otros ni-veles de lectura que, por cierto, contienen, como una base ocomo un punto de partida o como una necesidad de aproxi-mación, la lectura espontánea y sobre ella y sobre lo que ella

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"no" puede dar construyen otras formas superiores. Tra~a~éde ordenar este registro que en verdad no es una pura hipó-tesis sino una realidad; se tratará, por lo tanto, de una des-cripción más que de, una co?jetura. . .

La lectura espontanea, sena, en consecuencia, un primernivel de lectura y así habría que considerarla en un~ teoríaque quisiera esclarecer las otras lecturas existentes; SI a estalectura espontánea la llamamos "literal" (paradójicamente pueslo que la define es su ignorancia de la "letra") a las otras laspodemos denominar "lectura indicial" y, .~inalment<7,"lecturacrítica". Tres tipos de lectura pero, también, tres pISOSde unproceso que debería ser completo y que, S111embargo, apare-ce por lo general en el curso social en sus estamentos, nítida-mente diferenciados, más aún, separados, con tremendos an-tagonismos entre sí, distr}buidos en la ~oCledad de ~anera muyclara, con valores que solo muy parcialmente se incluyen, enesta perspectiva social la lectura literal apar~ce como patnrno-nio -y como límite- de aquellas capas SOCIalesque toman losobjetos de lectura sin trascenderlos, creyendo poder agotarlosen lo inmediato; la lectura critica, en el otro extremo, parecereservada a capas sociales reducidas, que hacen de la lecturauna actividad trascendente negándose, teóricamente, a agotar-la o a considerarla agotada, en lo inmediato: sectores dota-dos de "criterio", capaces de sentir que el. objeto legible esun fin en sí mismo, o sea que posee una identidad frente aotros objetos sociales; entre las dos y en e! ~edlO, la lecturaindicial se nos a¡;>arececomo un m,omen,to tecmcarnente t~ansl-tivo, en el sentido de que va mas alla que la lectura literalpero no se justifica, aunq?~ pueda quedarse en esa etapa, Sino da lugar a la lectura cnnca, .'

Ahora bien, esta estratificación por planos no quiere decir,sin embargo, que toda lectura crítica (o que se prete~da tal)desborda la separación "letra-contenido" o es necesanamenteconsciente de ella, separación que parecía carac~e~iza~ s?lo ala primera lectura; en .e,fecto, ~e trat~ de una d}vlsona ideo-lógica que afecta tam~:)len a~ nivel mas alto y sol~ ,puede s~rdejada atrás por el nivel mas alto -aunque también de?enaserio por el inicial, como 10 afirmaré más adelante- m:d.lanteun sinceramiento ideológico o un replanteo de las condlclOneselementales de la lectura en el curso social.

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Pero ¿cómo podríamos caracterizar cada una de estas lec-turas? Empecemos por la literal; la designamos así, en primerlugar, no porque atienda a la "letra", como ya lo he señalado,sino porque considera a la letra como instrumento de otra cosay estima, en consecuencia, que todo lo que la lectura puededar está ahí, ,en la superficie; de efecto superficial, podríamosentenderla como una lectura inconsciente en el sentido de queno se preocupa por procesos y no establece conexiones con-cientes entre los diferentes planos en que transcurren tantoel objeto leído como la lectura.

La lectura "indiciar', en cambio, se propone una ciertatoma de distancia respecto de lo que llamaba "efecto super-ficial", con el fin de preparar a otra cosa, lo que no siempresucede: es una lectura en la que se registran señales diversas,sueltas, sistemáticas, que toman la consistencia, al menos sub-jetivarnente, de indicios en la medida en que aspirarían, porlo que implican, a una organización superior; las señales pue-den organizarse o quedar tal cual, de todos modos lo que im-porta es el sentido que tiene su surgimiento de dónde se nu-tren para poder surgir; dicho más claramente, dichas señalesson, por ejemplo, las observaciones que ponemos al margen,los subrayados, las acotaciones, los comentarios, las exclama-ciones, las negaciones, los aplausos, etc .., y que bien puedendar lugar a un desarrollo, bien pueden permanecer intocadasen el silencio del libro que vuelve a cerrarse, bien puedenhacerse aparte en papeles o "fichas", lo cual presupondríauna voluntad de elaboración; sea como fuere, diría que esfalectura podría ser considerada "preconsciente", por cuantose atraviesan, efectivamente, ciertas barreras pero sin darle aesa travesía una forma, como si se sintiera que existen nivelesmás profundos de lo textual que ya anuncian su presencia pero

Idl d' '" . "d'no a ec aran to avia; sena preconsciente", a emas, porqueesas señales -que se tornan "indicios" cuando dan lugar a unaelaboración- se desprenden de ciertos sistemas no para aplicartales sistemas sino para aclarar un punto, para reconocer unincipiente valor en una imagen, poniendo en evidencia, en estamanera de operar, una fragmentación que atañe no sólo a laforma de aplicación, disímil, contradictoria, sino también asu carácter de lectura transitoria y transitiva.

La lectura "crítica", finalmente, sería una lectura que

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culmina un sistema, no ignora las etapas precedentes y entren-de -o lo pretende- asumir una pluralidad de niveles tantoen la comprensión del obj eto legible como en la concienciaacerca de su propia actividad; no es necesariamente la lecturaque hacen los "críticos" y el concepto nada tiene que ver conlo profesional aunque algunos críticos se hayan propuesto ha-cer lecturas de este tipo: la designación alude a las posibili-dades de un nivel más alto y abarcativo, a una ampliación decapacidades lectoras, lo que supondría, correlativamente, unaconciencia mayor, inherente a la lectura; en relación con lalectura literal, ésta tiene definiciones de términos opuestosaunque conceptualmente vinculados: como lo hemos visto,aquélla es "inconsciente" y "primaria", ésta es "conscien-te" y "secundaria"; pero si aquélla es "inconsciente" lo es enel sentido, estamental, de una negativa a declarar los ins-trumentos con que se lleva a cabo, o de una ignorancia dedichos instrumentos; la "consciente", en cambio, aceptaría -vpodría- formular esa declaración al mismo tiempo que selleva a cabo; y como en parte esos instrumentos están inscri-tos en una acción del inconsciente, que cubre diversos planosde la escritura lo mismo que de la lectura, la lectura conscientesería la única capaz de discernir dicho inconsciente, de hacersecargo de él y de integrarlo a una comprensión superior, múl-tiple, de lo que se lee; puesto que, en otros planos de la vidase "llega" a una conciencia, es evidente que se puede tratar dellegar a una lectura crítica, lo que implica, por lo tanto, unproceso en el que los medios de la lectura se van afinan-do, articulando, en suma un aprendizaje que exige depura-ciones múltiples y constantes; en tanto proceso, por lo tan-to, la lectura crítica no sería una "lectura privilegiada" 0,peor aún, de "privilegiados", sino una "lectura deseable",a la que se debería tender e impulsar, socialmente un ob-jetivo digno y una responsabilidad política: la lectura "crí-tica" debería generalizarse y ser la lectura de todos, únicaposibilidad de neutralizar, en el hecho y en el momentomismo de leer, no la riqueza de la espontaneidad de las otraslecturas sino los permanentes riesgos de una dominación so-cial a través de la lectura.

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INDICE

I Silencio: Sala de espera 9II Para leer, todos los lugares son buenos 13III Repantigóse en su sillón y se dispuso a leer 17IV Me puse a leer y las horas volaron 21V La lectura no es sólo un ojo sobre algo escrito 25VI El texto es sacado de su estado de reposo por una mirada 29VII El anaquel elige por mí 33VIII Separar letra y contenido es imposible 37IX La lectura corriente, objeto preferido de la manipulación

ideológica 41X La lectura crítica sería una lectura deseable . . . . . . . . . .. 45