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Joel-Peter Witkin y La Sublimidad de Lo Grotesco

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Joel-Peter Witkin, y la sublimidad de lo grotesco

“...para aquellos que entienden lo que hago, aprecian la determinación, el amor y el valor que toma encontrar

la maravilla y belleza de la gente que es considerada por la sociedad como dañina, sucia, disfuncional o

miserable. Mi arte es la forma en que percibo y defino la vida...”

Joel-Peter Witkin

Ciencia del arte y la belleza: es una de las definiciones atribuidas a la estética, sin embargo, algunos estudiosos de la materia consideran que más que ciencia es filosofía del arte. Fue en 1752, en el periodo de la Ilustración, cuando se utilizó por vez primera el término Estética, el cual se definía como la ciencia de lo bello, que consiste en el estudio de la esencia del arte, de las relaciones de éste con la belleza y de los demás valores –los cuales debían incluir elementos universales y esenciales que los hicieran claros y distintos-. En el caso particular de este ensayo, la estética será considerada como una reflexión filosófica sobre el arte, y no como crítica de lo bello, puesto que hoy en día el arte se considera un concepto más allá de la belleza. Si bien, en la concepción estética griega, encabezada por Platón, la belleza tenía un papel fundamental1, ya que suponía que el arte era aquella destreza manual o intelectual que requería cierta habilidad y conocimiento, a fin de producir una imitación de una imitación –sustentado en la teoría de las ideas2-. No obstante, la belleza dejará de ser medular, y perderá la exclusividad del goce estético, con la aparición de otro concepto desarrollado por Eduard Burke: lo sublime. El estudio sobre las obras de arte, así como sus procesos de producción, son calificados por la estética según sus cualidades formales y sensoriales, a través de diversas categorías, como: lo bello, lo feo, lo trágico, lo cómico, entre otras. Por otra parte, la construcción de tales conceptos se ve afectada por las condiciones sociales y culturales que imperan en el entorno, es decir, las categorías estéticas se transformarán, crearán o desaparecerán según las circunstancias. Fue a principios del siglo XX, cuando hubo una revolución en los conceptos artísticos, algunos experimentos vanguardistas impusieron la generación de nuevas “miradas” a la realidad, en donde la lógica del orden de la naturaleza fue subyugada por el caos en la sensibilidad y la racionalidad. Las categorías no son conceptos estáticos. No existe alguna regla de gusto/apreciación objetiva que determine dichos conceptos, puesto que, todo juicio estético está determinado por el sentimiento del sujeto y no por el objeto per se. Un ejemplo de ello, fue cuando Guillaume Apollinaire observó en los pintores cubistas un cambio en la concepción y en la percepción de la imagen, la belleza y la realidad. De manera que, la génesis del cubismo fue una de las razones por las cuales se modificaron profundamente

1 Platón, “El Banquete”, Diálogos, Editorial Porrúa, Colección Sepan Cuantos, Decimaoctava edición, México,

1986. 2 La postura platónica menciona que el “mundo material” es una copia que imita y participa del “mundo

inteligible” de las ideas. La idea es una esencia atemporal o universal, un arquetipo dinámico y creador de los seres existentes.

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las categorías clásicas del arte, así como su objetividad, los conceptos de armonía, el orden, el límite, la racionalidad proporcional, y reprodujo una ruptura radical con la naturaleza y los sistemas morfológicos. Apollinaire fue el primero en producir un colapso en el tríptico platónico (Belleza, Bien y Verdad), y fue a través de las ideas del orden y del caos, que se conformó la ideología de la estética moderna. Las artes plásticas, la literatura, la música y las demás variantes de las expresiones artísticas, han ido creando conceptos que surgen de nociones de lo informe, lo inestable, la fragmentación, etcétera, y se pueden apreciar en múltiples formas como es el caso del arte kitsch y la cultura light. Debido a lo anterior, resulta que mucho del arte contemporáneo no se identifica con los géneros tradicionales, ya que las categorías cambian según el contexto histórico, y lo que hoy en día se podría calificar como sublime, en otra época ni si quiera se consideraría arte. Existe cierta oposición en considerar que lo feo sea una categoría estética, ya que calificar un objeto en este ámbito, significa una ausencia o negación de belleza, en cambio, no se puede considerar que éste sea sinónimo de no-estético. En este caso, y partiendo de posturas como la de Aristóteles3, sí se tomará en cuenta como elemento clasificador. El territorio de lo feo es muy vasto, y su concepto abarca incluso la descomposición de los cuerpos de los seres vivos, la decadencia, la enfermedad, las representaciones cadavéricas, la monstruosidad, es por tanto que, lo feo existe en la vida real, y entra en el arte y la literatura para mostrar que en su representación artística, da cuenta de la transitoriedad de la belleza. En un caso similar al anterior, la categoría de lo grotesco no contó con la aprobación de la estética clasicista que hacía girar el universo estético bajo el imperio de lo bello, se convirtió en la inspiración de muchos artistas, y dio surgimiento a una etapa de la “degeneración del buen gusto”. Constituye un mundo extraño, absurdo y antinatural, y conjuga en su interior el terror y lo maravilloso. Se aprecian transformaciones de lo humano en animal y viceversa, escenarios sobrenaturales en donde la realidad se pierde en el sueño, el desorden, lo insólito, en síntesis, se encuentra cierta destrucción del orden “normal”. Existe, en mi opinión, un vínculo que relaciona tanto a lo grotesco como a lo feo, con la categoría de lo sublime. Para Edmund Burke, la belleza es un amor sin deseo, mientras que lo sublime es un grado de temor, dolor por aquello que se contempla, nos sobrecoge su grandiosidad suscitando un sentimiento de admiración ante un poder que rebasa las limitaciones de la existencia, ante la magnitud de lo negativo: el terror, lo horrible o la muerte. No existe lo sublime natural en sí y por sí, sino en relación con el hombre, el cual en un primer momento se sobrecoge o espanta para posteriormente elevarse o sobreponerse a su miedo. A diferencia de los objetos bellos, los objetos sublimes son oscuros y de grandes dimensiones, producen un goce relativo, pero al mismo tiempo, un sufrimiento moderado, es un deleite que se nutre de placer y dolor.

3 Aristóteles, contrarresta la teoría platónica de las ideas, además de sostener que no sólo las cosas bellas,

sino también las feas, existen en la realidad, pero al ser imitadas o reproducidas con la mayor exactitud en el arte (pintura, escultura o poesía), lejos de provocar desagrado, producían placer.

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Es por tal motivo, que me atrevo a decir que las obras de Joel-Peter Witkin, desenlazan en el observador una sublimación. Éste sentimiento despierta a partir de la contemplación de la grandiosidad o infinitud de un fenómeno y las limitaciones humanas, como es el caso de la muerte, tema recurrente en las obras de Witkin. Es a través de los cadáveres y la materialización de la decrepitud, en donde se percibe la desmesura de la naturaleza. Sus fotografías son la conjugación de elementos muertos en composiciones creativas llenas de textura, de atmósferas sombrías y escenarios fantásticos, que contienen un poder que avasalla a todo el sujeto que las enfrenta, y en donde la experiencia será aterrorizante, repulsiva, pero placentera. Desde los años ochenta, se ha considerado el rey de la “imaginación desviada”, con su delicada posesión corporal, sus atrevidos desnudos mutantes, vivamente arreglados en tono plateado. El mundo de Witkin evoca un cuento de hadas del sombrío siglo XIX, resultado de aquél suceso en el que presenció un terrible accidente automovilístico, frente a su casa, en el que una niña fue decapitada –y su cabeza rodó hasta sus pies-. Hijo de padre judío –que se dedicaba a trabajar el vidrio- y madre católica, fue el padre de Witkin, el responsable de haber fomentado el interés por la fotografía, desarrollando una técnica un cuanto complicada y celosa, para efectuar sus impresiones. Para obtener el plateado como resultado –motivo por el cual fue distinguido-, raya los negativos, luego los imprime en papel de seda para rizar la textura de la imagen, dando la impresión de unos borrosos específicos y una calidad impecable. Después monta la imagen sobre aluminio y aplica pigmentos a mano. Finalmente cubre las fotografías con cera caliente y las vuelve a recalentar, par posteriormente pulirlas, lo cual reduce su trabajo a 10 obras por año. Witkin tuvo éxito en contactar a muchos amputados, transexuales preoperados, enanos, deformes, lo más representativo de la sociedad borrada. Además logró el contacto con una morgue de un hospital en la Ciudad de México, de donde obtuvo gran abastecimiento de cuerpos anónimos levantados de las calles, manipulándolos caballerosamente dentro del arte -con cierta tendencia fetichista-. Sus imágenes aunque tienden a ahuyentar y conmocionar, son delicadas y atienden al detalle minucioso. La intersección que existe entre lo grotesco y la sublimación, se ve materializado a través de las obras de Witkin, ya que lo que podría parecer un expresión artística retorcida o arrebatada, no deja sin cuidado la precisión de cada uno de los elementos. El artista no insinúa, sino que somete al observador a explorar esos matices desconocidos, manipulando la luz para difuminar o resaltar en esas atmósferas etéreas, aquellos objetos que deberían ser escondidos o negados, colocándolos en un primer plano, donde nuestra mirada no pueda esquivarlos y nos hace vivir un enfrentamiento con esas imágenes que van más allá del límite de nuestras emociones.

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