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JOSÉ JOAQUÍN FERNÁNDEZ DE LIZARDI

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Los neoclásicos mexicanos. Primer novela latinoamericana.

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José Joaquín Fernández de Lizardi

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Universidad de Montemorelos Literatura Mexicana del Siglo XIX

Mtra. Darney Guzmán

Investigación

Vida y Obra de:

José Joaquín Fernández de Lizardi

Montemorelos, Nuevo León, a 16 de julio de 2010

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JOSÉ JOAQUÍN FERNÁNDE Z DE LIZARDI

Introducción

Considerado comúnmente como el autor de la primera novela no sólo mexicana,

sino hispanoamericana, escritor prolijo y polémico que en sus novelas, poemas,

fábulas, obras dramáticas, folletos y periódicos discutió los problemas de la nación

en que vivía, hecho prócer por los que dieron a México un sentido de nación, y

estudiado por los que buscan en sus escritos ejemplos de nacionalismo emergente

dentro del contexto colonial, José Joaquín Fernández de Lizardi, criollo

novohispano que escribió bajo el nombre de El Pensador Mexicano, fue sin duda un

protoliberal cuyos deseos de reforma global lo llevaron a jugar un papel capital en la

transición del Virreinato de la Nueva España al México independiente. Fernández

de Lizardi fue un pionero en la lucha por limitar el poder de la Iglesia Católica: El

Pensador fue el primero en pedir la separación de la iglesia y el estado y, a costa de

su propia excomunión, defendió la libertad de cultos. Criticó las fallas

administrativas y morales del Imperio Español, poniendo especial énfasis en los

problemas de la Nueva España. Para reformarla, creía en la educación racional,

universal y obligatoria y en la libre discusión de las ideas.

Biografía

Bautizado como Joseph Joachín Eugenio Hernández, era hijo de la familia criolla de

clase media formada por el médico y escritor Manuel Hernández Lizalde y Bárbara

Gutiérrez, cuyo padre era librero en Puebla.

Periodista, novelista, costumbrista, poeta y autor dramático, es Don José Fernández

de Lizardi, la figura literaria más importante, y, desde luego, la más popular de las

letras en el primer tercio del siglo XIX.

Nacido en la ciudad de México el 15 de noviembre de 1776, de familia modesta, a

penas si hizo estudios que le preparasen para la carrera literaria. Pasó su infancia y

cursó primeras letras en Tepoztlán, de cuyo seminario de Jesuitas era médico su

padre. Volvió a México a estudiar latín; entró después en el Colegio de San

Ildefonso para cursar filosofía; pero no llegó a obtener siquiera el grado de bachiller

en la Real y Pontificia Universidad. La pobreza de sus padres le obligó quizá a

desertar de las aulas. Poco se sabe de su juventud. Créese que residió por algún

tiempo en Tepoztlán. En México contrajo matrimonio por 1805 ó 1806. Tal vez por

entonces, aunque no está confirmado, escribiera en el Diario que acababa de

fundarse. Su aparición en las letras data de 1908, en que publicó su himno titulado

Polaca en honor de Nuestro Católico monarca el señor Don Fernando Séptimo.

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I. ÉPOCA

a) Factores políticos de la época que afectan su obra.

La Constitución de Cádiz, jurada el 30 de septiembre de 1812 y promulgaba la

libertad de imprenta. Como consecuencia inmediata de este decreto apareció, unos

días después de dado a conocer en México, un semanario destinado a la

celebridad: El Pensador Mexicano, de José Joaquín Fernández de Lizardi. Pronto

se advirtió la tendencia política del periódico y su atrevimiento para juzgar la

situación. Lizardi combatía con sinceridad los vicios de la sociedad colonial: el

abuso de autoridad; los privilegios de ciertas clases; la mala distribución de la

riqueza; la defectuosa educación, etc. luchó con serenidad por la causa de la

Independencia en los diferentes periódicos que publicó perseguido por la censura y

las prohibiciones. La obra de Fernández de Lizardi tiene aspectos muy importantes,

pero quizá su valor mayor radica en su constante labor periodística de hondo

sentido político. Su actitud demoledora exhibe los males que enferman a la

sociedad, la cual reclama una transformación total. La aguda mirada del moralista

advierte los peligros mediatos e inmediatos u por lo pronto sugiere en todos los

tonos la necesidad de la emancipación. Sus escritos están dirigidos al pueblo y para

despertarlo de su indiferencia le habla con sus propias palabras y usa ejemplos

crudos y realistas. Las verdaderas dimensiones de Lizardi panfletista no pueden

determinarse mientras no se recoja en su totalidad la labor de este incansable

trabajador, que confiaba demasiado en la eficacia de las palabras.

Hay en Fernández de Lizardi una noción clara del grupo social al que pertenece y

para el cual escribe. Aunque presenta la Pluralidad étnica, social y económica que

había en la Nueva España, son los criollos los que le interesan principalmente. De

esa multitud de costumbres y tipos con vestimenta y habla propios, moviéndose en

reconocibles ambientes de la Ciudad de México o de sus cercanías, es posible

observar lo que por el tamiz de la Independencia se salvó y se hizo mexicano, y lo

que ha quedado como propio del virreinato.

b) Factores Literarios

1) Ambiente literario de la época.

Mientras la poesía épica y la prosa histórica tienen una amplia tradición en la Nueva

España, la novela no aparece sino en la segunda década del siglo XIX. Las

prohibiciones decretadas por las autoridades coloniales contra el paso a América de

las obras de ficción, la concepción de la tarea literaria como una misión de carácter

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educativo en favor de los habitantes de las colonias y la poca madurez de la

sociedad novohispana contribuyeron a la inexistencia del género.

II. CORRIENTES EXTRANJERAS QUE INFLUYEN SOBRE EL AUTOR

a) Autores específicos que influyen sobre él.

En la narrativa la influencia española es, finalmente, la más decisiva. El Periquillo

Sarniento de Lizardi es conocido como la primera novela de Hispanoamérica.

Curiosamente su autor no se inspira en la novela moderna que está en auge en

Francia e Inglaterra, sino que retoma la tradición de la novela picaresca, cuyo último

representante es el profesor salmantino Diego Torres de Villaroel este novelista del

siglo XVII, hoy en día, es poco conocido y su novela picaresca El barco de

Arqueronte que sirvió de modelo a Lizardi, es de difícil acceso para el estudioso de

la literatura. Lo curioso del caso es que la novela picaresca, ya con poca vida en

España, se revitaliza en México. A Lizardi le resulta imposible desintegrarse de la

tradición literaria española, de la cual México forma parte desde el siglo XVI. Pero a

diferencia de los siglos anteriores, el México independentista se abre más a las

influencias de Europa del norte. En El Periquillo Sarniento se citan autores de toda

Europa, pero la estructura de la obra está determinada por la tradición de la

narrativa española.

No obstante, el bagaje cultural recibido en su infancia y el que fue adquiriendo a lo

largo de su vida fue amplio y diversificado, marcado por el espíritu de la Ilustración,

fruto directo de las ideas de la Enciclopedia y exponente del más liberal de los

idearios de la época. Leyó sin duda a los escritores españoles, como Feijoo, el

padre Isla o Torres Villarroel, se interesó por las obras de los naturalistas y

educadores extranjeros, tuvo acceso a una vasta nómina de autores de obras de

medicina - sobre todo por la decidida influencia de su padre, que pretendía iniciarle

en los secretos hipocráticos -, derecho y economía.

b) Otras influencias externas

Su mejor novela es Don Catrín de la Fachenda, en la cual, irónicamente, pinta el

tipo de aristócrata degenerado. En El Periquillo, como en La Quijotita y su prima,

influyó Fénelón. Contienen las tres obras, en su conjunto, las ideas de “El

Pensador” sobre la educación de los hombres y de las mujeres.

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III. PREERENCIAS O CARACTERÍSTICAS DE ESTE AUTOR

(IDEOLÓGICA Y DE ESTILO)

La formación intelectual del Pensador es un buen indicador de los textos que

circulaban en su época, pues como él mismo decía: "Las letras no se aíslan en las

paredes de los colegios, sino problemáticamente en los libros, y éstos nunca los he

dejado de la mano". Los escritos de Fernández de Lizardi, caracterizados por la

abundancia de citas, ya sea directas o de memoria, hacen patente la naturaleza

enciclopédica del conocimiento que logró amasar. Entre otras cosas discutía la

economía, política, historia natural, astrología, derecho, medicina farmacología,

higiene, teología, educación, filosofía, arte, literatura e historia. Sin ser un erudito en

las materias que abordaba, cimentó su autoridad con base en amplias lecturas, aun

que no siempre de fuentes primarias.

En los primeros decenios del siglo XIX José Joaquín Fernández de Lizardi se

ocupó, en su actividad periodística y literaria, de manera especial de la educación

de su tiempo exponiendo sus características y proponiendo mejoras para convertirla

en un elemento que contribuyera al desarrollo y progreso de la nación. Lizardi

escribe en medio de la lucha por la Independencia, tratando de que sus

producciones contribuyan a la ilustración del pueblo, necesitado de una educación

libre de atavismos y supersticiones; una educación basada en la razón, necesaria

para crear una nación independiente. Sumándose a los pensadores ilustrados que

pusieron en la educación la base para un nuevo orden social en el que la felicidad

del hombre y de la sociedad era el objetivo; Lizardi también señala la necesidad de

la cooperación femenina para alcanzarlo.

Fernández de Lizardi es uno de los autores que está en las raíces del romanticismo

hispanoamericano. Si el romanticismo se caracterizó por el ansia de libertad, el

gusto por el pasado, lo legendario y lo exótico, la exaltación del yo y el

sentimentalismo, en Hispanoamérica se acentuó además el sentimiento patriótico,

la tendencia historicista y las actitudes humanitaristas de corte social. Así, a las

formas literarias de la poesía, el teatro, el ensayo y la leyenda se une la novela, que

se afianzaría gracias a escritores como Lizardi.

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IV. EL AUTOR Y SU OBRA

Poesía y Fábulas

Poeta, fabulista, dramaturgo, novelista, traductor, periodista. Fernández Lizardi

también cultivó la poesía. Su inspiración no era ciertamente muy elevada, ni su

versificación pura y limpia. Era la suya –expresa pintorescamente Luis G. Urbina-

“una musa que no se desdeñaba de recorrer, con la greña suelta, los suburbios de

México, y de compartir la vida íntima del lépero y del catrín, para conocerlos y

tratarlos mejor”; y, por este concepto, aparece como precursor de Guillermo Prieto.

Sus tendencias irremediablemente moralizantes encontraron, como era natural,

dentro de una forma de la poesía didáctica, su más propio acomodo: la fábula; y

eso fue, principalmente, aquel poeta venido la zaga del prosaísmo: un fabulista en

quien, españoles Iriarte y Samaniego, sobre todo este último. Las Fábulas del

Pensador se imprimieron en 1817.

a) Sus obras principales en la novela.

La verdadera novela se inicia con José Joaquín Fernández de Lizardi. Como

novelista, inaugura el género en Hispanoamérica con:

El Periquillo Sarniento (1816)

Presenta un cuadro muy completo de la vida colonial. Dentro de la tradición

picaresca y a través de un personaje que da unidad al relato, el autor pinta las

costumbres de la época y muestra el descontento de una sociedad en transición.

Periquillo es quien da unidad a la obra y es el primer personaje mexicano que se

crea; a través de sus aventuras va mostrando todas las lacras de la sociedad. Se

ponen al descubierto las supersticiones, los errores de la educación de la niñez y de

la juventud; los procedimientos equivocados de la administración de la justicia; la

pésima organización de hospitales y las cárceles; la mala orientación de la juventud

que se descarría; las prácticas del juego, etc. A través de su recorrido por toda la

escala social, da una gran variedad de ambientes y tipos de la época.

La Quijotita y su prima (1818)

No tuvo la popularidad que El Periquillo. Es otra sátira de las costumbres,

enderezada contra la educación de las mujeres. Pretende demostrar cuánto influye

ésta en el carácter y en la felicidad de las personas.

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Noches tristes y día alegre (1819)

El autor narra sus propias experiencias a la manera de Cadalso. El tono hace ver la

cercanía del romanticismo. El Pensador relata las penalidades que sufrió durante la

guerra de Independencia. Aunque artificiosa, tiene esta obra singular importancia, y

constituye un dato en la historia literaria mexicana: es la primera manifestación de

influencia del “prerromanticismo” europeo en las letras mexicanas.

Vida y hechos del famoso caballero don Catrín de la Fachenda (1825)

En esta novela vuelve Lizardi a la fórmula picaresca, y aunque el personaje es

diferente de Periquillo, los procedimientos en las dos obras se asemejan mucho.

b) Sus obras secundarias

El teatro

Este escritor no se desentendió del teatro. Originales suyos son:

La segunda parte de un melodrama muy popular en aquellos tiempos: El

negro sensible (1825)

El Auto Mariano para recordar la milagrosa aparición de Nuestra Madre y

Señora de Guadalupe.

Pastorela: La noche más venturosa o el premio de la inocencia.

Dos piezas más que se le atribuyen pero no han sido publicadas: La

Tragedia del Padre Arenas y El unipersonal don Agustín de Iturbide.

V. EL AUTOR Y SU AMBIENTE

a) Folletines y periódicos en que publica

Forjó su recia personalidad de periodista en la lucha por la existencia y en el

combate por la identidad nacional, y recibió con satisfacción la libertad de imprenta

concedida por "la Pepa", la Constitución española, liberal y progresista, aprobada

en 1812 por las Cortes de Cádiz, cuando España estaba luchando por su

independencia contra las tropas napoleónicas, y que recibió el apodo con que era

conocida popularmente porque fue aprobada el 19 de marzo, día de San José.

Fernández de Lizardi empieza a publicar folletos en 1811; entre 1812 y 1827

publica nueve periódicos que no alcanzaron una vida larga. El primero de ellos fue

el más importante, no sólo por ser el que más duró sino porque fue el que

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proporcionó con su título a don José Joaquín el seudónimo que habría de llevar de

ahí en adelante: El Pensador Mexicano.

Este periódico, vio la luz el 9 de octubre de 1812 y terminó en diciembre de 1814.

Los propósitos que perseguía Fernández Lizardi con este periódico eran: exaltar la

libertad de prensa y ponderar la Constitución. En sus páginas se ejerce una dura

crítica en contra de ciertos males crónicos en el país tales como las trabas a la

producción agrícola, los impuestos excesivos, la exclusión de los nativos del país de

ciertos empleos que sólo eran para peninsulares y criollos, causas todas que

condujeron a la insurrección que culminó con la independencia.

Cuando Fernando VII logró imponer de nuevo, en la metrópoli, su absolutismo, la

publicación fue suspendida apenas dos años después de su aparición (su último

número, sátira y crítica de la administración, encarnada en el virrey Venegas,

motivó que su promotor y editor fuera condenado a seis meses de arresto). El tenaz

periodista no cejó, sin embargo, en su empeño y fue fundando distintos periódicos y

semanarios:

El Aristarco

El Pensador Mexicano

Alacena de Frioleras (1815)

Ratos Entretenidos

El Conductor Eléctrico (1820)

El Hermano del Perico (1823)

Las Conversaciones del Payo y el Sacristán (1824)

El Correo Semanario de México (1826)

El Cajoncito de la Alacena (1815)

El Amigo de la Paz y la Patria (1822)

b) Instituciones, tertulias, etc., en que participa.

En 1820 estableció un Sociedad Pública de lectura, que proporcionaba por

subscripción libros y periódicos.

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VI. TRASCENDENCIA

a) Importancia del autor en su época.

Fue un de las figuras intelectuales más destacadas de su época y seguramente

también es una de las personalidades más sobresalientes de la cultura mexicana.

Podemos considerarlo como un escritor de transición, ya que sus asideros

culturales provienen del neoclasicismo y su producción literaria se establece en los

inicios del romanticismo. De la formación clásica, le viene el predominio de la razón,

el altruismo didáctico de su obra y el sentido crítico que la caracteriza; de los

perfiles románticos procede en su postura ideológica, su interés por la conducta de

sus semejantes y su rebeldía ante las imposiciones sociales.

Fernández de Lizardi respetaba profundamente las ideas de los enciclopedistas y

pensaba que en ellas estaba la solución de los problemas sociales. Al igual que los

ilustrados, creía que la educación era indispensable para la superación de la

colectividad, de ahí su preocupación por las buenas relaciones familiares, la

moralización del comportamiento humano y el enaltecimiento de los valores

nacionales. Era un filántropo de primer orden que rechazaba los elitismos artísticos

y se prodigaba en función de las masas populares. En este sentido, admiraba las

labores artísticas, así como los meritos estéticos; aunque le daba mayor

importancia a las necesidades sociales y políticas. De ahí que se convirtiera en un

ferviente partidario de la Independencia. Anhelaba nuevas formas de vida para la

comunidad, en las cuales no prevalecieran los gobiernos autoritarios, las

imposiciones del sistema colonial ni los privilegios de los peninsulares.

En 1812 fundó un periódico de índole liberal que usaba la sátira y el chiste callejero

para poner en evidencia los errores de la autoridad virreinal. El nombre que le dio a

esta publicación semanal fue El Pensador Mexicano, denominación que se refería a

un famoso periódico peninsular llamado El Constitución de Cádiz, promulgada el 5

de octubre de 1812, donde se otorgaba la libertad de imprenta para España y sus

colonias. Sin embargo, a pesar de estas disposiciones oficiales, el semanario fue

perseguido por las autoridades gubernamentales, hasta que fue clausurado. De El

Pensador Mexicano sólo quedó el título, ya que su creador fue bautizado con este

nombre que definía, en gran medida, su personalidad. Los artículos que lo

integraban resultaron demasiado audaces para el gobierno de la época, porque

ponían de manifiesto los vicios morales que éste permitía. Así quedaban al

descubierto los malos manejos del erario público, la protección a las clases

privilegiadas, la falta de higiene en la vida pública y el abandono en que vivían los

medios populares. A pesar de la censura virreinal, la cual se había convertido en su

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peor enemiga, Lizardi no se amedrentó por la situación y lanzó otros periódicos que

mantenían el tono satírico del primero.

Como narrador, Fernández de Lizardi instituyó el género novelístico en las letras

latinoamericanas al escribir El Periquillo Sarniento. Las formas de la novela no

habían surgido de manera definitiva en la Nueva España, hasta que El Pensador

Mexicano las imagina o adapta para criticar la realidad que se vivía en la ciudad de

México a principios del siglo XIX. Si las autoridades lo hostilizaban y lo

encarcelaban por sus actividades como periodista, el escritor encontró en la

novelística una forma de expresión indirecta, en donde podía criticar públicamente

los aspectos sociales que le interesaban. En el terreno imaginativo, podía verter sus

experiencias y éstas podían llegar a un público masivo sin que participara una voz

en primera persona, como sucedía en las labores periodísticas. Además El

Periquillo Sarniento publicó Noches tristes y día alegre (1818), la Quijotita y su

prima (1819) y Don Catrín de la Fachenda (1818), con las cuales consolidó la

narrativa de imaginación en la literatura mexicana.

En este sentido, debemos recordar que la cultura peninsular repercutió de una

manera definitiva en la estética americana y que los géneros escritos se imitaron

con dignidad y empeño; la novelística ni se dio en el nuevo continente hasta que la

inauguró Fernández de Lizardi. Algunos especialistas en materia literaria creen que

esta irregularidad se debió a la Cédula Real de 1531, la cual prohibió que

estuvieran al alcance de los naturales “libros de romance, de historias raras o de

profundidad”. Sin embargo, se sabe que esta disposición se aplicó a las novelas de

caballerías y que, en cambio, las novelas picarescas españolas circularon por la

Nueva España con cierta libertad. De hecho, el género novelístico se esbozó en

algunas aproximaciones narrativas como ocurrió con Fabiano y Aurelia de José

González Sánchez, y con Los infortunio de Alfonso Ramírez de don Carlos de

Singüenza y Góngora; pero en realidad no se puede hablar de novelas como tal

hasta la publicación de El Periquillo Sarniento.

Como se puede comprender, la importancia de Lizardi como iniciador de la novela

es extrema, pues señala un camino de creación para muchos seguidores que se

hacen dueños del género imaginativo, y que lo ejecutaron con todo su empeño y

abundancia en los siglos XIX y XX.

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VII. CRÍTICA

a) Críticos fundamentales del autor.

Aunque Ignacio Manuel Altamirano al iniciar el estudio sistemático de las letras

mexicanas ya alababa los aspectos costumbristas y populares del Periquillo, y a

principios del siglo XX críticos como Alfonso Reyes y Pedro Enríquez Ureña lo

discutieron en el contexto de las letras latinoamericanas, las primeras

investigaciones a fondo tanto de la vida como de la obra de Fernández de Lizardi

corrieron a cargo de Luis González Obregón, Paul Radin, Nicolás Rangel y, sobre

todo, Jefferson Lea Spell.

La crítica latinoamericanista ha declarado que Lizardi es el autor de la primera

novela mexicana moderna, El Periquillo Sarniento (1816), publicada por entregas;

de corte picaresco, aunque neoclásico y de intención moralizante. Como su modelo

el Lazarillo de Tormes experimenta varios tipos de aprendizaje, en un rancho, en un

monasterio, en una barbería, en una farmacia, en una plaza de toros, lo que le

permite malaprender una serie de oficios que le obligan a recorrer varios territorios y

varias clases sociales de Nueva España, a punto de independizarse. Es un libro a la

vez político y didáctico, cuyas grandes parrafadas moralizantes hacen farragosa la

lectura; es también una crítica a la anacrónica forma de educación de los hidalgos

que aún sobrevivía en los albores de la Independencia.

Salvador bueno, el crítico cubano, por otra parte, recuerda que Luis González

Obregón, en vez de bajar de su estatua a Fernández de Lizardi, propuso elegirle

una, porque consideraba que si Hidalgo lo mereció por abolir la esclavitud, Lizardi lo

merecía por lo que había escrito con el mismo tema. También le otorgó a Lizardi el

carácter más preciado, el de precursor: “Fue […] el primer escritor mexicano que

defendió a los esclavos y el primer narrador hispanoamericano que llevó a su obra

la denuncia del horrible sistema y la defensa de unos hombres explotados y

vilipendiados”.

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Universidad de Montemorelos Literatura Mexicana del Siglo XIX

VIII. Bibliografía

E-books

1. Galindo, Carmen. Aventuras y desventuras de José Joaquín Fernández de Lizardi

2. Orozco Torre, Arturo. Literatura mexicana e iberoamericana - Introducción al análisis de

textos.

3. Galván Gaytán, Columbia. José Joaquín Fernández de Lizardi y la educación de las mujeres:

notas sobre las heroínas mexicanas. UNAM. México

4. Grupo EDITORIAL OCEANO DE MEXIC. Grandes Biografías de Méxic. 1ra edición, 1996. Ed.

Océano, México, 312 pp.

http://members.fortunecity.es/axoquen1/biografias/fernandezlj.html

5. Vogt, Wolfgang. Influencias extranjeras en la literatura mexicana anterior a la revolución de

1910. Universidad de Guadalajara

Libros

1. Franco B., María de Lourdes. Literatura Hispanoamericana. México, 1989. Ed. Limusa, 122

pp.

2. González Peña, Carlos. Historia de la Literatura Mexicana. México, 1981. Ed. Porrúa, 131 pp.

3. Howland Bustamante, Sergio. Historia de la Literatura Mexicana. México, 1972. Ed. Trillas,

160 pp.

4. Díaz-Plaja, Guillermo. Monterde, Francisco. Historia de la Literatura Española e Historia de

la Literatura Mexicana. México, 1982. Ed. Porrúa, 521 pp.

5. Barriga Gaona, Maurilio. Literatura Española, Mexicana e Hispanoamericana. México, 1974.

Ed. Enseñanza, S.A., 414 pp.

6. Millán, María del Carmen. Literatura Mexicana. México, 1982. Ed. Esfinge, 114 pp.

7. Orozco Torre, Arturo. Literatura Mexicana e Iberoamericana. México, 2003. Ed. Pearson,

250 pp.