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 JOSÉ SARAMAGO  Dios como problema 01-08-2005 El ‘ factor Dios’ 18/09/2001 "No estamos en manos de Dios" CARTA A RUSHDIE 08-02-1992 ENTREVISTA de MIGUEL MORA a JOSÉ SARAMAGO La religión se alimenta de la muerte 12 Nov. 2005

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JOSÉ SARAMAGO

Dios como problema 01-08-2005

El ‘factor Dios’ 18/09/2001

"No estamos en manos de Dios" CARTA A RUSHDIE 08-02-1992ENTREVISTA de MIGUEL MORA a JOSÉ SARAMAGO La religión se alimenta dela muerte 12 Nov. 2005

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JOSÉ SARAMAGO El 'factor Dios'

18 de septiembre de 2001En algún lugar de la India. Una fila de piezas de artillería en posición. Atado a la bocade cada una de ellas hay un hombre. En primer plano de la fotografía, un oficial británi-co levanta la espada y va a dar orden de disparar. No disponemos de imágenes del efec-to de los disparos, pero hasta la más obtusa de las imaginaciones podrá 'ver' cabezas ytroncos dispersos por el campo de tiro, restos sanguinolentos, vísceras, miembros ampu-tados. Los hombres eran rebeldes. En algún lugar de Angola. Dos soldados portugueseslevantan por los brazos a un negro que quizá no esté muerto, otro soldado empuña unmachete y se prepara para separar la cabeza del cuerpo. Esta es la primera fotografía. Enla segunda, esta vez hay una segunda fotografía, la cabeza ya ha sido cortada, está cla-vada en un palo, y los soldados se ríen. El negro era un guerrillero. En algún lugar deIsrael. Mientras algunos soldados israelíes inmovilizan a un palestino, otro militar le parte a martillazos los huesos de la mano derecha. El palestino había tirado piedras. Es-tados Unidos de América del Norte, ciudad de Nueva York. Dos aviones comercialesnorteamericanos, secuestrados por terroristas relacionados con el integrismo islámico,se lanzan contra las torres del World Trade Center y las derriban. Por el mismo proce-dimiento un tercer avión causa daños enormes en el edificio del Pentágono, sede del poder bélico de Estados Unidos. Los muertos, enterrados entre los escombros, reducidosa migajas, volatilizados, se cuentan por millares.Las fotografías de India, de Angola y de Israel nos lanzan el horror a la cara, las vícti-mas se nos muestran en el mismo momento de la tortura, de la agónica expectativa, dela muerte abyecta. En Nueva York, todo pareció irreal al principio, un episodio repetidoy sin novedad de una catástrofe cinematográfica más, realmente arrebatadora por el gra-do de ilusión conseguido por el técnico de efectos especiales, pero limpio de estertores,de chorros de sangre, de carnes aplastadas, de huesos triturados, de mierda. El horror,escondido como un animal inmundo, esperó a que saliésemos de la estupefacción parasaltarnos a la garganta. El horror dijo por primera vez 'aquí estoy' cuando aquellas per-sonas se lanzaron al vacío como si acabasen de escoger una muerte que fuese suya.Ahora, el horror aparecerá a cada instante al remover una piedra, un trozo de pared, unachapa de aluminio retorcida, y será una cabeza irreconocible, un brazo, una pierna, unabdomen deshecho, un tórax aplastado. Pero hasta esto mismo es repetitivo y monótono,en cierto modo ya conocido por las imágenes que nos llegaron de aquella Ruanda- de-un-millón-de-muertos, de aquel Vietnam cocido a napalm, de aquellas ejecuciones enestadios llenos de gente, de aquellos linchamientos y apaleamientos, de aquellos solda-dos iraquíes sepultados vivos bajo toneladas de arena, de aquellas bombas atómicas quearrasaron y calcinaron Hiroshima y Nagasaki, de aquellos crematorios nazis vomitandocenizas, de aquellos camiones para retirar cadáveres como si se tratase de basura. Siem- pre tendremos que morir de algo, pero ya se ha perdido la cuenta de los seres humanosmuertos de las peores maneras que los humanos han sido capaces de inventar. Una deellas, la más criminal, la más absurda, la que más ofende a la simple razón, es aquellaque, desde el principio de los tiempos y de las civilizaciones, manda matar en nombrede Dios. Ya se ha dicho que las religiones, todas ellas, sin excepción, nunca han servido

para aproximar y congraciar a los hombres; que, por el contrario, han sido y siguensiendo causa de sufrimientos inenarrables, de matanzas, de monstruosas violencias físi-cas y espirituales que constituyen uno de los más tenebrosos capítulos de la miserable

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JOSÉ SARAMAGO

Dios como problema 01-08-2005

No tengo ninguna duda de que este artículo, empezando por el título, obrará el prodigio de po-ner de acuerdo, al menos por una vez, a los dos irreductibles hermanos enemigos que se llamanIslamismo y Cristianismo, sobre todo en la vertiente universal (es decir, católica) a la que el primero aspira y en la que el segundo, ilusoriamente, todavía sigue imaginándose. En la más benévola de las reacciones posibles, clamarán los biempensantes que se trata de una provoca-ción inadmisible, de una indisculpable ofensa al sentimiento religioso de los creyentes de ambos partidos, y, en la reacción peor (suponiendo que no haya peor), me acusarán de impiedad, desacrilegio, de blasfemia, de profanación, de desacato, de tantos cuantos delitos más, de calibreidéntico, sean capaces de descubrir, y, por tanto, quién sabe, merecedor de una punición que mesirviera de escarmiento para el resto de mi vida. Si yo mismo perteneciera al gremio cristiano, elcatolicismo vaticano tendría que interrumpir durante un momento los espectáculos estilo CecilB. de Mille en que ahora se complace, para darse el enojoso trabajo de excomulgarme, aunque,cumplida esa obligación burocrática, se quedaría de brazos caídos. Ya le escasean las fuerzas para proezas más atrevidas, puesto que los ríos de lágrimas llorados por sus víctimas empaparon,esperemos que para siempre, la leña de los arsenales tecnológicos de la primera inquisición. Encuanto al islamismo, en su moderna versión fundamentalista y violenta (tan violenta y funda-mentalista como fue el cristianismo en los tiempos de su apogeo imperial), la consigna por ex-celencia, todos los días insanamente proclamada, es "muerte a los infieles", o en traducción libre,si no crees en Alá no eres más que una inmunda cucaracha que, pese a ser también una criaturanacida del Fiat divino, cualquier musulmán cultivador de los métodos expeditivos tendrá elsagrado derecho y el sacrosanto deber de aplastarla bajo la babucha con la que entrará en el paraíso de Mahoma para ser recibido en el voluptuoso seno de las huríes. Permítaseme, por tan-to, que vuelva a decir que Dios, habiendo sido siempreun problema, es ahorael problema.

Como cualquier otra persona para quien la situación del mundo en que vive no le es del todoindiferente, vengo leyendo algo de lo que por ahí se escribe sobre los motivos de naturaleza política, económica, social, psicológica, estratégica, y hasta moral, en que se presume que hanechado raíces los movimientos islamistas agresivos que están lanzando sobre el denominadomundo occidental (aunque no sólo en ése) la desorientación, el miedo, el más extremo terror.Fueron suficientes, aquí y allí, unas cuantas bombas de relativa baja potencia (recordemos quecasi siempre fueron transportadas en mochilas hasta el lugar de los atentados) para que los ci-mientos de nuestra tan luminosa civilización se estremecieran y se abrieran brechas, a la vez quese tambaleaban aparatosamente las precarias estructuras de seguridad colectiva con tanto trabajoy gasto levantadas y mantenidas. Nuestros pies, que creímos fundidos en el más resistente de losaceros, eran, a la postre, de barro.Es el choque de civilizaciones, se dice. Será, pero a mí no me lo parece. Los más de siete milmillones de habitantes de este planeta, todos ellos, viven en lo que sería más exacto llamar civi-lización del petróleo, y hasta tal punto, que ni siquiera están fuera de ella (viviendo, claro está,su falta) quienes se encuentran privados del preciosooro negro. Esta civilización del petróleocrea y satisface (de manera desigual, ya lo sabemos) múltiples necesidades que no sólo reúnenalrededor del mismo pozo a los griegos y troyanos de la cita clásica, sino también a los árabes yno árabes, a los cristianos y a los musulmanes, sin hablar de los que, no siendo ni una cosa niotra, tienen, donde quiera que se encuentren, un automóvil que conducir, una excavadora que poner en marcha, un mechero que encender. Evidentemente, esto no significa que bajo esta civi-lización del petróleo que es común a todos no sean discernibles los rasgos (más que simplesrasgos en ciertos casos) de civilizaciones y culturas antiguas que ahora se encuentran inmersasen un proceso tecnológico de occidentalización a marchas forzadas, y que, sólo con mucha difi-

cultad, ha logrado penetrar en el meollo sustancial de las mentalidades personales y colectivascorrespondientes. Por alguna razón se dice que el hábito no hace al monje...

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Una alianza de las civilizaciones, en feliz hora propuesta por el presidente del Gobierno españoly cuya idea ha sido recientemente retomada por el secretario general de la Organización de Na-ciones Unidas, podrá representar, en el caso de que llegue a concretarse, un paso importante enel camino de una disminución de las tensiones mundiales de que cada vez parece que estamosmás lejos, aunque sería insuficiente desde todos los puntos de vista si no incluyera, como ítemfundamental, un diálogo de religiones, ya que en este caso queda excluida cualquier remota posibilidad de una alianza... Como no hay motivos para temer que chinos, japoneses e indios, por ejemplo, estén preparando planes de conquista del mundo, difundiendo sus diversas creen-cias (confucionismo, budismo, taoísmo, sintoísmo, hinduismo) por vía pacífica o violenta, esmás que obvio que cuando se habla de alianza de las civilizaciones se está pensando, especial-mente, en cristianos y musulmanes, esos hermanos enemigos que vienen alternando, a lo largode la historia, ora uno, ora otro, sus trágicos y por lo visto interminables papeles de verdugo yde víctima.Por tanto, se quiera o no se quiera, Dios como problema, Dios como piedra en medio del cami-no, Dios como pretexto para el odio, Dios como agente de desunión. Pero de esta evidencia palmaria no se osa hablar en ninguno de los múltiples análisis de la cuestión, tanto si son de tipo político, económico, sociológico, psicológico o utilitariamente estratégico. Es como si una espe-cie de temor reverencial o de resignación a lo "políticamente correcto y establecido" le impidie-ra al analista entender algo que está presente en las mallas de la red y las convierte en un entra-mado laberíntico del que no hemos tenido manera de salir, es decir, Dios. Si le dijera a un cris-tiano o a un musulmán que en el universo hay más de 400.000 millones de galaxias y que cadauna de ellas contiene más de 400.000 millones de estrellas, y que Dios, sea Alá u otro,no podr-ía haber hecho esto, mejor aún,no tendría ningún motivo para hacerlo, me responderían indig-nados que para Dios, sea Alá, sea otro, nada es imposible. Excepto, por lo visto, añadiría yo,establecer la paz entre el islam y el cristianismo, y de camino, conciliar a la más desgraciada delas especies animales que se dice que ha nacido de su voluntad (y a su semejanza), la especiehumana, precisamente. No hay amor ni justicia en el universo físico. Tampoco hay crueldad. Ningún poder preside los

400.000 millones de galaxias y los 400.000 millones de estrellas que existen en cada una. Nadiehace nacer el Sol cada día y la Luna cada noche, incluso cuando no es visible en el cielo. Pues-tos aquí sin saber por qué ni para qué, hemos tenido que inventarlo todo. También inventamos aDios, pero Dios no salió de nuestras cabezas, permaneció dentro, como factor de vida algunasveces, como instrumento de muerte casi siempre. Podemos decir "aquí está el arado que inven-tamos", no podemos decir "aquí está el Dios que inventó el hombre que inventó el arado". A eseDios no podemos arrancarlo de dentro de nuestras cabezas, ni siquiera los ateos pueden hacerlo.Pero por lo menos, discutámoslo. No adelanta nada decir que matar en nombre de Dios es hacer de Dios un asesino. Para los que matan en nombre de Dios, Dios no es sólo el juez que los ab-suelve, es el Padre poderoso que dentro de sus cabezas antes juntó la leña para el auto de fe yahora prepara y coloca la bomba. Discutamos esa invención, resolvamos ese problema, reco-nozcamos al menos que existe. Antes de que nos volvamos todos locos. Aunque ¿quién sabe?Tal vez ésa sea la manera de que no sigamos matándonos los unos a los otros.

José Saramago es escritor portugués, premio Nobel de Literatura. Traducción de Pilar del Río.

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tengan ideas distintas. Vayamos, pues, a la historia (que de historias se hace el pan que co-memos), y los maledicentes, que se callen.Había una vez un hombre que le pegaba todos los días a su mujer. Por mucho cuidado queésta pusiera, por más que se mostrase sumisa obedeciéndolo en todo, cumpliendo sus mássantas voluntades, no pronunciando una palabra más alta que otra ni para decir "esta boca esmía", el marido siempre acababa encontrando un motivo para, como decimos en Portugal,arrimarle la ropa al pelo (zurrarle la badana). En cierta ocasión, no obstante, la pobre mujer consiguió ser tan cuidadosa, llevó su habitual prudencia a extremos tales que el marido veíaacercarse la hora de acostarse sin poderle aplicar el castigo diario. Me olvidé de comentar,estimado Rushdie, que este caso sucedió en una aldea, en el campo, y que era verano y hacíacalor. Estaba nuestro hombre tan acostumbrado a inventar razones cuando faltaban motivosque de inmediato resolvió la dificultad. Dijo a la mujer: "Hace mucho calor, será mejor quedurmamos en la huerta, al aire libre". La mujer no tardó ni un minuto, en menos de lo quecuesta contarlo tenía la cama hecha, y qué bonita estaba con su magnífico dosel de estrellas,ni más ni menos que la Vía Láctea en pleno. Se acostó el hombre y se acostó la mujer, mara-villada por haber pasado un día libre de golpes, cuando de repente el marido le preguntó:"Mujer, ¿qué es aquello?". Y ella, con toda la inocencia del mundo: "¿Aquello qué?". Dice él:"Todas aquellas estrellas de un extremo a otro del cielo". Y dice ella: "Hombre, ¿es que nosabes que es el Camino de Santiago?" (Camino de Santiago es el nombre que damos en estasibéricas y cristianísimas tierras a la Vía Láctea.) Nunca tal hubiera dicho, pues exclamó elmarido: "¡Ah, malvada, entonces me has hecho la cama debajo del camino para ver si me caíaun carro encima!". Y acto seguido, sin piedad ni consideración, le dio la paliza que había es-tado a punto de evitar.Usted, estimado Rushdie, no precisa que le explique la moraleja de esta historia portuguesa.Hace 10 años, en una novela que anda por ahí, escribí estas palabras: "Queriendo el SantoOficio, son malas todas las razones buenas y buenas todas las razones malas, y cuando unas yotras faltan, están los tormentos del agua y del fuego, del potro y de la estrapada para hacerlas brotar de la nada". Nunca estuvimos en las manos de Dios, en las que estaremos siempre es enlas manos del poder. No sé si llegaremos a encontrarnos nunca, o si usted estará condenado areclusión perpetua. Tanto la llamada comunidad internacional como la opinión que llamamos pública, a quienes, en el fondo, por el simple hecho de seguir vivo, usted no ha dejado de in-comodar, hacen cuanto pueden por olvidarlo, preocupadas como andan ahora, aun encima,con los problemas del planeta y sus posibles acuerdos futuros. No quiero pensar que quizátenga que volverle a escribir otra carta dentro de un año, pero me temo que sí, tan total es lalocura de esta mierda de mundo en que vivimos.Un abrazo.Traducción de Leopoldo Rodríguez Regueira.

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ENTREVISTA de MIGUEL MORA a JOSÉ SARAMAGOLa religión se alimenta dela muerte

EL PAÍS - 12 Nov. 2005

- Lisboa

José Saramago (Azinhaga, 1922) publica nueva novela, Las intermitencias de la muer-te, según él la mejor desde el Nobel. En ella el escritor reflexiona con humor sobre laimposibilidad de ser inmortal: la muerte es un gran negocio, y no siempre limpio; esdifícil imaginar una vejez extrema, y las religiones cristianas se alimentan de la muerte,dice Saramago.

A los 83 años, José Saramago estrena casa y novela. La casa está en un barrio tranquilo

del centro de Lisboa y se llama Blimunda, como su recordado personaje femenino deMemorial del convento. La novela se titula Las intermitencias de la muerte y ha sidoeditada simultáneamente (con una primera tirada de 100.000 ejemplares) en portugués,español, italiano y catalán. El premio Nobel de 1998 presentó ayer el libro (Alfaguara,en castellano; Edicions 62, en catalán) en doble sesión lisboeta; por la mañana, en elInstituto Cervantes, con una videoconferencia, y por la tarde en el teatro nacional SanCarlos, durante un acto multitudinario en el que Saramago recibió el afecto de sus lecto-res, sonó la música de Bach, varias mujeres (entre ellas, su esposa, Pilar del Río, traduc-tora de la novela al español) leyeron fragmentos del libro y Saramago habló de literatu-ra, de vida, de muerte y de política.El autor de El año de la muerte de Ricardo Reis mantiene una relación difícil con Portu-gal, país que abandonó simbólicamente en 1993 después de que un subsecretario deCultura del Gobierno de Cavaco Silva impidiera que su novela El Evangelio según Je-sucristo representara a su país en un premio literario europeo. Y ahora que Cavacovuelve al primer plano de la actualidad con la precampaña presidencial, Saramago haredoblado sus ataques contra "el censor", con la misma energía con la que ha escrito ydefiende esta nueva novela, "quizá la mejor desde el Nobel", según afirma.Las intermitencias de la muerte parte de una idea-catapulta, como todas las novelas deSaramago: en un país imaginario, de repente la muerte deja de matar. A partir de ahí, elrelato indaga con ironía, humor, humanismo y pesimismo en esa situación de inmortali-dad transitoria que perturba a los poderosos, ilusiona a los ingenuos y acaba revelándosecomo un caos muy difícil de administrar.Pregunta. El libro empieza con la frase "Al día siguiente nadie murió" y parece aratos una sátira, aunque pocos le asociarían a usted con ese género .Respuesta. No es exactamente una sátira, aunque haya en parte sátira, o mejor quizácrítica, de las costumbres y las instituciones, y las reacciones de la gente ante la muertey la falta de muerte... La pregunta es: ¿qué pasaría si fuéramos eternos?P. Y la primera respuesta de la novela es que sin la muerte mucha gente se arrui-naría. R. La muerte es un gran negocio y no siempre muy limpio. Aunque ése no sea el tema principal de la novela, si la muerte desapareciera de repente, si la muerte dejara de ma-tar, mucha gente entraría en pánico: funerarias, aseguradoras, residencias de ancianos...Y eso sin hablar del Estado, que no sabría ya cómo pagar las pensiones.

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seguir diciendo que nos portemos bien para vivir la vida eterna en el más allá. Si la vidaeterna estuviera acá...P. De momento, acá está Cavaco Silva de candidato a presidente. R. Sí, y su aparición me ha obligado a desenterrar el cadáver de aquella censura que meocurrió siendo él primer ministro. Su Gobierno hizo una cosa propia de una dictadurafascista. Por eso apoyaré a Mario Soares si hay una segunda vuelta. Aunque mi candida-to es Jerónimo de Sousa, del Partido Comunista, si Cavaco llega a la segunda vuelta conSoares, votaré a Soares. Lo que me preocupa más es la apatía de la gente, ese desánimo,esa crisis de indiferencia que se vive en el país. Parece mentira que sea el mismo puebloque hace 30 años era el más combativo de Europa.