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I. INTRODUCCIÓN S IEMPRE me impresionó el vertiginoso y consis- tente crecimiento del Opus Dei a lo largo y ancho del mundo, en vida del funda- dor. La explicación de este fe- nómeno, absolutamente ex- cepcional, como decía Josema- ría Escrivá de Balaguer, es que la Obra de Dios la había he- cho Dios a su manera “antes, más y mejor” 1 . Decía de sí mismo que él no había hecho más que estorbar, pero que Dios escribía “con la pata de una mesa” 2 . La fecundidad de la Obra no hace más que des- tacar la sobrenaturalidad de la empresa y, por contraste, con- firmar la imposibilidad de lle- gar a resultados tan excepcio- JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER. EMPRENDEDOR Y EMPRESARIO UNIVERSAL JORGE PEIRANO BASSO* En la literatura empresarial es muy frecuente encontrar la manida discusión de si el líder nace o se hace. Lo cierto es que no cualquiera puede desarrollar una institución de la nada y hacer de ella una fecunda realidad universal en su propia vida. Es evidente que el Beato Josemaría fue un emprendedor nato, ya que hizo de la empresa que le tocó llevar adelante por voluntad divina una institución –el Opus Dei– que existirá mien- tras haya trabajo de mujeres y hombres sobre la tierra. Palabras clave: Opus Dei, Josemaría Escrivá de Balaguer, emprendedor, empresa universal. * Jorge Peirano Basso es Decano del Instituto de Estudios Empresariales de la Universidad de Montevideo (IEEM), Escuela de Negocios de la Universidad de Montevideo (Uruguay). For Evaluation Only. Copyright (c) by Foxit Software Company, 2004 Edited by Foxit PDF Editor

JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER EMPRENDEDOR Y …dadun.unav.edu/bitstream/10171/5903/1/JORGE PEIRANO BASSO... · 2020-03-03 · En la literatura empresarial es muy frecuente encontrar

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I. INTRODUCCIÓN

SIEMPRE me impresionóel vertiginoso y consis-tente crecimiento del

Opus Dei a lo largo y anchodel mundo, en vida del funda-dor. La explicación de este fe-nómeno, absolutamente ex-cepcional, como decía Josema-ría Escrivá de Balaguer, es quela Obra de Dios la había he-

cho Dios a su manera “antes,más y mejor”1. Decía de símismo que él no había hechomás que estorbar, pero queDios escribía “con la pata deuna mesa”2. La fecundidad dela Obra no hace más que des-tacar la sobrenaturalidad de laempresa y, por contraste, con-firmar la imposibilidad de lle-gar a resultados tan excepcio-

JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE

BALAGUER.

EMPRENDEDOR Y

EMPRESARIO UNIVERSAL

JORGE PEIRANO BASSO*

En la literatura empresarial es muy frecuente encontrar la manida discusión de si ellíder nace o se hace. Lo cierto es que no cualquiera puede desarrollar una institución dela nada y hacer de ella una fecunda realidad universal en su propia vida. Es evidenteque el Beato Josemaría fue un emprendedor nato, ya que hizo de la empresa que le tocóllevar adelante por voluntad divina una institución –el Opus Dei– que existirá mien-tras haya trabajo de mujeres y hombres sobre la tierra.

Palabras clave: Opus Dei, Josemaría Escrivá de Balaguer, emprendedor, empresauniversal.

* Jorge Peirano Basso es Decano del Instituto de Estudios Empresariales de la Universidad deMontevideo (IEEM), Escuela de Negocios de la Universidad de Montevideo (Uruguay).

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nales sólo con el esfuerzo y lacapacidad humanos.

Cuando el Beato Josemaríase fue de este mundo, dejó unsurco abierto hasta el final delos siglos que el paso deltiempo no hace más queagrandar. Su relieve y trascen-dencia es comparable, porejemplo, a la proyección queha tenido en la historia la vidade Pablo de Tarso. San Pablofue quien impulsó el cristia-nismo en la gentilidad, es de-cir, en todo el mundo de suépoca, más allá del pueblo deIsrael3. Josemaría Escrivá,santo oficialmente reconocidopor la Iglesia Católica a partirdel 6 de octubre de 2002, fueel instrumento dócil y único,en manos de Dios, que pudodecir que se han abierto todoslos caminos divinos de la tierrasembrando la semilla de la lla-mada universal a la santidad:“El Señor suscitó el Opus Deien 1928 para ayudar a recordara los cristianos que, comocuenta el libro del Génesis,Dios creó al hombre para tra-bajar. Hemos venido a llamarde nuevo la atención sobre elejemplo de Jesús que, durantetreinta años, permaneció enNazareth trabajando, desem-peñando un oficio. En manosde Jesús el trabajo, y un trabajo

profesional similar al que de-sarrollan millones de hombresen el mundo, se convierte entarea divina, en labor reden-tora, en camino de salvación.El espíritu del Opus Dei re-coge la realidad hermosísima–olvidada durante siglos pormuchos cristianos– de quecualquier trabajo digno y no-ble en lo humano, puede con-vertirse en un quehacer divino.En el servicio de Dios, no hayoficios de poca categoría: to-dos son de mucha importan-cia. Para amar a Dios y ser-virle, no es necesario hacer co-sas raras. A todos los hombressin excepción, Cristo les pideque sean perfectos como suPadre celestial es perfecto(Mt., V, 48). Para la gran ma-yoría de los hombres, ser santosupone santificar el propio tra-bajo, santificarse en su trabajo,y santificar a los demás con eltrabajo, y encontrar así a Diosen el camino de sus vidas. Lascondiciones de la sociedadcontemporánea, que valoracada vez más el trabajo, facili-tan evidentemente que loshombres de nuestro tiempopuedan comprender este as-pecto del mensaje cristianoque el espíritu del Opus Deiha venido a subrayar. Pero másimportante aún es el influjo

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del Espíritu Santo, que en suacción vivificadora ha queridoque nuestro tiempo sea testigode un gran movimiento de re-novación en todo el cristia-nismo. Leyendo los decretosdel Concilio Vaticano II se veclaramente que parte impor-tante de esa renovación hasido precisamente la revalora-ción del trabajo ordinario y dela dignidad de la vocación delcristiano que vive y trabaja enel mundo (...). Con el co-mienzo de la obra en 1928, mipredicación ha sido que la san-tidad no es cosa para privile-giados, sino que pueden ser di-vinos todos los caminos de latierra, todos los estados, todaslas profesiones, todas las tareashonestas. Las implicaciones deese mensaje son muchas y laexperiencia de la vida de laObra me ha ayudado a cono-cerlas cada vez con más hon-dura y riqueza de matices. LaObra nació pequeña, y ha idonormalmente creciendo luegode una manera gradual y pro-gresiva, como crece un orga-nismo vivo, como todo lo quese desarrolla en la historia.Pero su objetivo y razón de serno ha cambiado ni cambiarápor mucho que pueda mudarla sociedad, porque el mensajedel Opus Dei es que se puede

santificar cualquier trabajo ho-nesto, sean cuales fueran lascircunstancias en que se desa-rrolla. Hoy forman parte de laObra personas de todas lasprofesiones: no sólo médicos,abogados, ingenieros y artistas,sino también albañiles, mine-ros, campesinos; cualquierprofesión: desde directores decine y pilotos de reactoreshasta peluqueras de alta moda.Para los socios del Opus Dei elestar al día, el comprender elmundo moderno, es algo natu-ral e instintivo, porque sonellos –junto con los demás ciu-dadanos, iguales a ellos– losque hacen nacer ese mundo yle dan su modernidad”4.

Es sencillo comprender quehablar del espíritu “emprende-dor y empresarial” de un santode esta talla suena como algofuera de lugar, y hasta en ciertosentido extraño, por lo que su-pone de reducir, minimizar ydesvirtuar la naturaleza mismade la cuestión. Obviamente,Josemaría Escrivá de Balaguerfue mucho más que un em-prendedor y hacedor de unainiciativa única a escala mun-dial. Fue el hacedor de la Obrade Dios –el Opus Dei– que,por ser universal, es para todosy en todas partes, y trasciendesu tiempo hasta el fin de los

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tiempos. A él le enseñó elmismo Dios lo que tenía quehacer, porque no había antece-dentes de ningún tipo, salvo larealidad de la vida cotidiana delos primeros cristianos en losalbores del cristianismo. Sonelocuentes sus palabras enaquella predicación del 2 deoctubre de 1962: “Me puse atrabajar, y no era fácil: se esca-paban las almas como se esca-pan las anguilas en el agua.Además, había la incompren-sión más brutal: porque lo quehoy ya es doctrina corriente enel mundo, entonces no lo era.Y si alguno afirma lo contra-rio, desconoce la verdad.

Tenía yo veintiséis años –re-pito-, la gracia de Dios y buenhumor: nada más. Pero asícomo los hombres escribimoscon la pluma, el Señor escribecon la pata de la mesa, paraque se vea que es Él el que es-cribe: eso es lo increíble, eso eslo maravilloso. Había quecrear toda la doctrina teológicay ascética, y toda la doctrinajurídica. Me encontré con unasolución de continuidad de si-glos: no había nada. La Obraentera, a los ojos humanos, eraun disparatón. Por eso, algu-nos decían que yo estaba locoy que era un hereje, y tantascosas más”5.

El Beato Josemaría fue uninstrumento excepcionalísimoy único por su fidelidad sin fi-suras a la misión recibida deDios; misión plasmada “en ha-cer la Obra”, que no es otracosa que hacer que cada uno,que cada ser humano corrientey moliente, sea “Opus Dei”, serealice en plenitud como hom-bre o mujer, como hijo de Diosque cada uno es. Fue un santocuya grandeza estuvo en ense-ñar a los demás que ser santono es tener una hoja inmacu-lada de servicio. Que tampocoes conseguir heroicamente vir-tudes por un esfuerzo titánico,despertando admiración en losdemás; sino que la santidad -sin aguar la ni rebajar la unápice– es hacer “endecasílabosde la prosa heroica de cadadía”,6 y, por tanto, es accesiblea todos, en todos lados y siem-pre. Y esto significa que en elmundo cayó una bomba deneutrones que transforma con-tinua y radicalmente la reali-dad, “ahogando el mal enabundancia de bien”7 en cadauno de los seres humanos querecibe y lucha por vivir este es-píritu. La gracia de Dios y lalibertad humana no harán másque extender y extender en to-dos los ambientes, de todas lassociedades hasta el fin de los

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tiempos este espír itu que,como decía el fundador delOpus Dei, no es algo inédito,sino que es algo “viejo como elevangelio y como el evangelionuevo”8: todas las mujeres yhombres, de cualquier edad,raza, lengua, condición, cir-cunstancia, creencia, etc., estánllamados a la santidad en lavida corriente, común, que lesha tocado vivir.

II. EL LÍDER. EL PADRE

EL BEATO Josemaríafue un emprendedornato. Hizo de la em-

presa que le tocó llevar ade-lante por voluntad divina unainstitución –el Opus Dei– quehabrá de existir mientras hayatrabajo de mujeres y hombressobre la tierra. Cuando expli-caba la realidad del espíritu dela Obra, recordaba que en elGénesis se dice que el hombreha sido creado por Dios utoperaretur, para que trabajara9.

En la literatura empresariales muy frecuente encontrar lamanida discusión de si el lídernace o se hace. Y hay opinio-nes para todos los gustos. Locierto es que no cualquierapuede desarrollar una institu-ción de la nada y hacer de ellauna fecunda realidad universal

en su propia vida. Y es obvioque el Beato Josemaría naciópara fundar el Opus Dei. En elcaso que nos ocupa, podemosdecir que este hombre naciópara cumplir una misión –contodo lo que eso supone decondiciones personales– y lacumplió acabadamente. Trans-cribimos unas pinceladas dePilar Urbano sobre el espírituarrollador del Beato Josemaría:“Ut gigas ... Un día de agostode 1941, Josemaría Escrivá di-rige la meditación en la pe-numbra del oratorio de Diegode León, 14, en Madrid. Ha-bla de fe, de audacia, de atre-verse a pedir ¡la luna! con unaconfianza indesmontable enque Dios puede darla...

¿Miedo? ¡Miedo a nadie!¡Ni a Dios! ... porque es mi pa-dre.

Se vuelve hacia el sagrario y,mirando hacia ese punto, conla naturalidad de quien de ve-ras conversa con alguien, queestá allí, en aquella misma ha-bitación, agrega:

Señor: no te tenemosmiedo..., porque te amamos.

Ut gigas ... Una tarde de no-viembre de 1942, también enMadrid, Josemaría Escrivállega al chalé número 19 de lacalle de Jorge Manrique. Es

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un centro de las mujeres de laObra. En esos momentos todoel Opus Dei femenino no llegaa diez chicas jóvenes: Lola Fi-sac, Encarnita Ortega, NisaGonzález Guzmán, Lola Ji-ménez-Vargas, Laura y Con-chita López-Amo, María JesúsHereza, Aurora, una leonesa,paisana y amiga de Nisa... Es-crivá se reúne en la salita-bi-blioteca con las tres que a esahora están en la casa: Encar-nita, Nisa y Lola F. El Padredesdobla un papel y lo ex-tiende sobre la mesa. Es comoun cuadro, un esquema grá-fico, donde se exponen las di-versas labores de apostoladoque, bien como iniciativa per-sonal, bien como tarea corpo-rativa, habrán de realizar lasmujeres de la Obra en elmundo entero. Al tiempo queexplica con gran viveza su con-tenido, va señalando con eldedo índice cada uno de losrótulos del cuadro: granjas-es-cuelas para campesinas; resi-dencias universitarias; clínicasde maternidad; centros de ca-pacitación profesional de lamujer en distintos ámbitos:hostelería, secretariado, enfer-mería, docencia, idiomas...; ac-tividades en el campo de lamoda; bibliotecas ambulantes;librerías... Les dice también,

antes y después, que lo másimportante ha de ser el apos-tolado de amistad que cadauna desarrolle con sus familias,sus vecinas, con sus conocidas,con sus colegas... ‘y eso serásiempre imposible de registrary de medir’. Como un ritorne-llo entusiasta, el Padre repitede vez en cuando:

¡Soñad y os quedaréis cortas!Aquellas tres le miran pas-

madas, entre el asombro y elvértigo. No se les ocurre pen-sar que todo eso tengan quehacerlo ellas mismas y, comoquien dice, ¡ya! Les parece queallí, sobre la mesa, el Padreestá desplegando un sueño. Unbello sueño para un lejano fu-turo. Ellas se sienten inexper-tas, sin medios, sin recursos ...incapaces. Escrivá capta enesas miradas la ilusión y la im-potencia, el deseo y el temor,un acobardado ‘¡ya que quisié-ramos poder...!’. Muy despa-cio, recoge el papel y comienzaa doblarlo. Su rostro ha cam-biado. Ahora está muy serio.¿Disgustado? ¿Decepcionado?¿Triste? Es como si, de pronto,a un pobre hombre tan ani-moso se le hubiese caído elalma a los pies.

Sin desafíos, va a ponerlascara a su responsabilidad. Es-

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cogiendo muy bien las pala-bras les dice:

- Ante esto se pueden tenerdos reacciones. Una, la de pen-sar que es algo muy bonitopero quimérico, irrealizable. Yotra, de confianza en el Señorque, si nos ha pedido todoesto, nos ayudará a sacar loadelante...

Calla. Las mira, detenién-dose en cada una, como si conesa mirada pudiera trasvasarlessu propia fe, inundarlas con suseguridad. Después, antes dedarse media vuelta hacia lapuerta, añade:

- Espero que tengáis la se-gunda reacción.

Y la tienen. No es una uto-pía. Ciertamente, no estánabiertos los caminos. Los ha-rán ellas, al golpe de sus pisa-das. A la vuelta de los años–pongamos cuarenta, por to-mar una cifra que, en la vidade un ser humano, suele serbaremo de madurez-, 1984, lasmujeres del Opus Dei, exten-didas por los dos hemisferios,han puesto en marcha y enpleno funcionamiento más de40 residencias universitarias,más de 200 centros culturales,16 escuelas de secretariado eidiomas, 79 colegios como ini-ciativas de los padres de las

alumnas y otros 12 como obrascorporativas, 94 institutos deformación profesional, 13 es-cuelas agrarias para campesi-nas. Y un sinfín de dispensa-rios, centros de higiene, pro-gramas de alfabetización, cam-pañas de animación cultural yde formación social, serviciosde reparto de alimentos en zo-nas rurales, cursos vespertinosde educación primaria y se-cundaria en barrios fabriles,etc. Ut gigas ... a la vuelta decuarenta años, aquellas tres sehan multiplicado por diez milcada una. ‘Dios + 2 + 2’ nuncaes una simple suma: siempre esuna portentosa multiplicaciónde enésima potencia. En ex-pansión paralela a la de los va-rones del Opus Dei, las muje-res trabajan de modo estableen ciudades y pueblos de másde setenta países, por los cincocontinentes. Y empiezan a es-tablecerse en Suecia, en No-ruega, en Finlandia, en Tai-wán, en Hong-Kong, en Co-rea, en Macao, en Costa deMarfil, en Zaire, en Camerún,en Santo Domingo, en NuevaZelanda, en Polonia, en Hun-gría, en Checoslovaquia ... Lehablan de la Universidad deNavarra y, como percibe ciertotono de complacencia satisfe-cha con el logro, advierte ense-

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guida que no, que nada dedormirse en los laureles, que‘eso es sólo el comienzo: con eltiempo, y no mucho, habrádiez o veinte universidades se-mejantes’. Y así será: a la deNavarra, en España, seguiránla de Piura, en Perú; la Pana-mericana, en México; la de LaSabana, en Colombia; la Aus-tral, en Argentina; la de losAndes, en Chile; el CRC deManila, en Filipinas. Y, enavanzado proyecto, la Strath-more University de Nairobi,en Kenya; y el Libero IstitutoUniversitario Campus Biomé-dico de Roma, en Italia”;10 laUniversidad de Montevideo,en Uruguay; la Universidad deAsia y el Pacífico, en Filipinas;la Universidad de Monteávilaen Venezuela, etc., etc.

Esta escena de la vida deMonseñor Josemaría Escriváde Balaguer una tarde de no-viembre de 1942 en Madrid,en el chalé número 19 de lacalle Jorge Manrique con treschicas jóvenes –hijas suyas, desu amor a Dios, que se tradu-cía en hacer el Opus Dei– serepite de una u otra forma to-dos los días de su vida. Eraconnatural en él. Ese “soñad yos quedaréis cortos” estuvosiempre vivo mientras estuvoen la tierra y sigue vivo hoy día

en cada emprendimiento,tanto en lo personal como enlo colectivo, que lleve adelantecualquiera al que le anime esteespíritu.

Aunque sin lugar a dudasfue en dimensiones únicas unlíder, esta palabra no es ade-cuada, se queda corta, para ex-presar la realidad de esta vidaque estuvo signada por abrirun surco ancho y profundo enla historia de la humanidadhasta el fin de los tiempos. Enla intimidad del hogar, Jose-maría Escrivá de Balaguer co-mentaba que cuando se fuerade este mundo le gustaría queen su tumba previeran unainscripción “et genuit filios et fi-lias”, engendró hijas e hijos11. Yen su tumba se plasmó esta re-alidad. Allí quedaron enbronce estampadas dos pala-bras y dos fechas que expresa-ban acabadamente la síntesisde su vida fecunda: El Padre –9.I.1902 – 26.VI.1975.

III. EL NEGOCIO. LA MISIÓN

JO SEMARÍA Escrivá deBalaguer siempre tuvomuy claro cuál era su ne-

gocio y para qué estaba en latierra. Lo suyo, su razón de ser,el sentido de su vida era acer-car a los hombres a Dios –a

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todos, sin ninguna, ningunaexcepción– para que se dierancuenta de que cada uno es ver-daderamente hijo de Dios, contodo lo que ello supone en eltranscurrir cotidiano de sus vi-das.

Hay muchas maneras deacercar a los hombres a Diospara que cada uno se encuentrey tenga un trato de tú a tú conÉl. Basta recorrer la historia dela humanidad, desde los alboresde la creación hasta nuestrosdías, para pasmarnos de cómoDios ha buscado al hombre –creado a su imagen y seme-janza– una e infinitas veces, sincansarse nunca de la falta decorrespondencia del ser hu-mano, de sus fallos patentes einnegables y de un sinnúmerode etcéteras que sería ocioso se-ñalar ahora.

Una de las tantas maneras delas que Dios se vale para acer-car a los hombres a Él es esco-ger una persona y trasmitirleun espíritu y con él una misión.Y eso es lo que sucedió con Jo-semaría Escrivá de Balaguer yel Opus Dei el 2 de octubre de1928. Está de moda hoy día enlas empresas hablar de Visión yMisión. Cómo le gustaría a laempresa ser percibida por suentorno y cuál es la razón deser de su existencia. En reali-

dad, la disquisición entre Vi-sión y Misión ha llevado a ve-ces a un doble discurso en lasempresas: a priorizar el “cómonos ven”, sobre “lo que somos”y “para qué estamos”. De ahíque muchos de los estudiososde estos temas, con buen crite-rio en mi opinión, se refieran ala misión de la empresa comoun concepto omnicomprensivo,donde va de suyo que si la em-presa cumple con su misión yhace aquello para lo que fuefundada, todo lo demás vendrápor añadidura (clientes inter-nos y externos satisfechos, co-munidad donde actúa la em-presa agradecida y conformecon su existencia, accionistasreconocidos y la supervivenciade la empresa garantizada).

Mutatis mutandis, JosemaríaEscrivá siempre tuvo muy clarasu misión y, desde que vio loque Dios le pedía, consumió suvida en realizarlo. Impresionaque haya abrazado su vocaciónsacerdotal como una situaciónmás idónea para recibir una lla-mada de Dios, que –en el mo-mento de hacerse sacerdote–aun no conocía. Tuvieron quepasar tres años, después de laordenación sacerdotal, para re-cibir la evidencia de Dios: queestaba en la tierra para realizarla misión de fundar el Opus

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Dei. Los barruntos de su ju-ventud, en el sentido de queDios le pedía algo, le llevarongenerosamente al sacerdocio. Y,pocos años después, se confi-guró con claridad la razón deser de su vida. Su misión en latierra era recordar a las mujeresy a los hombres de su época yhasta el fin de los siglos, queestán llamados a la santidad enla vida corriente. Cualquieraque sea su estado: casados, sol-teros, viudos; cualquiera quesea su condición: jóvenes y vie-jos, sanos y enfermos, pobres yricos; cualquiera que sea suraza: negros, blancos, mulatos,amarillos, etc., etc; cualquieraque sea su creencia o religión ...todos, todos, están llamados ala santidad. “Sólo hay una raza–solía repetir a lo largo y anchode este mundo, con ocasión ysin ella– la raza de los hijos deDios”.

Y se encontró con un parónde siglos. Por las circunstanciasde la vida, desde el tiempo delos primeros cristianos hastanuestros días, no existió unaconciencia generalizada a niveluniversal de esta verdad conso-ladora y evidente. El ConcilioVaticano II12 fue el portavoz yla confirmación de este men-saje divino que hoy va siendopacíficamente incorporado

–muchas veces sin advertirlo si-quiera los destinatarios– en lasvidas de millones de personasde todo el mundo.

La misión estuvo clara y ladeterminación de hacerla tam-bién. El mérito tan singular deJosemaría Escrivá de Balaguerfue el haberla plasmado en larealidad de la vida de los hom-bres de su tiempo para que per-dure hasta el fin de los tiempos.

IV. LOS OBJETIVOS

JOSEMARÍA Escrivá teníamuy clara la misión y elporqué y para qué de su

existencia. Había que encarnaren el mundo el designio di-vino. No alcanzaba con escri-bir sobre el nuevo fenómenoascético, teológico y jurídicoque suponía el mensaje, “viejocomo el evangelio y como elevangelio nuevo”, de que todoslos seres humanos, todos sinexclusión alguna, están llama-dos a la santidad en su vidacorriente de cada día. Habíaque hacer la Obra de Dios enel mundo del siglo XX en quenació y vivió, para que perdu-rara el espíritu para siempre,sin que se cambiara, modifi-cara, aguara o rebajara con eldevenir de los siglos.

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En términos de las cienciasempresariales diríamos queuna vez establecida la misión,lo decisivo era fijar unos obje-tivos o políticas muy claraspara conseguir el fin buscado.Como puede advertirse, Mon-señor Escrivá de Balaguer lohizo con la naturalidad del quenació para eso, sin haber estu-diado para hacerlo. Su escuelafue su vida misma. Su genero-sidad y fidelidad plenas a lasinspiraciones de Dios en sualma le llevaron a abrazar lossufrimientos que le tocó llevarcada día, sin mentalidad devíctima, sino todo lo contrario,con la alegría del que se sabehijo de Dios. Sufrimientos quele llevaron a decir que si hu-biese sabido lo que se le veníaencima, se hubiera muerto.Pero se fue enterando poco apoco, al paso de Dios, y poreso sobrevivió a la tarea cicló-pea que le tocó realizar envida.

Los objetivos para él eranclaros. Eran de orden forma-tivo, ascético, teológico y jurí-dico. Para cumplir con la mi-sión que le había encomen-dado Dios el 2 de octubre de1928, debían librarse lo que élmismo llamó verdaderas bata-llas: la batalla de la formación,la batalla ascética y teológica y

la batalla jurídica. Escuchemosalgunas reflexiones suyas res-pecto al proceso teológico queha llevado a la gente corrientea vivir su responsabilidadcomo miembro de la Iglesia ycomo ciudadano: “Una aclara-ción previa me parece conve-niente: el Opus Dei no es nipuede considerarse una reali-dad ligada al proceso evolutivodel estado de per fección en laIglesia, no es una forma mo-derna o aggiornata de ese es-tado. En efecto, ni la concep-ción teológica del status perfec-tionis –que Santo Tomás, Suá-rez y otros autores han plas-mado decisivamente en la doc-trina– ni las diversas concre-ciones jurídicas que se handado o pueden darse a eseconcepto teológico, tienennada que ver con la espirituali-dad y el fin apostólico queDios ha querido para nuestraAsociación. Baste considerar–porque una completa exposi-ción doctrinal sería larga– queal Opus Dei no le interesan nivotos, ni promesas, ni formaalguna de consagración parasus socios, diversa de la consa-gración que ya recibieron parael Bautismo. Nuestra Asocia-ción no pretende de ningunamanera que sus socios cam-bien de estado, que dejen de

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ser simples fieles iguales a losotros, para adquirir el peculiarstatus perfectionis. Al contrario,lo que desea y procura es quecada uno haga apostolado y sesantifique dentro de su propioestado, en el mismo lugar ycondición que tiene en la Igle-sia y en la sociedad civil. Nosacamos a nadie de su sitio, nialejamos a nadie de su trabajoo de sus empeños y noblescompromisos de orden tempo-ral.

La realidad social, la espiri-tualidad y la acción del OpusDei se insertan, pues, en unvenero muy distinto de la vidade la Iglesia: concretamente,en el proceso teológico y vitalque está llevando el laicado ala plena asunción de sus res-ponsabilidades eclesiales, a sumodo propio de participar enla misión de Cristo y de suIglesia. Ésta ha sido y es, enlos casi cuarenta años de exis-tencia de la Obra, la inquietudconstante –serena, perofuerte– con la que Dios haquerido encauzar, en mi almay en la de mis hijos, el deseode servirle.

¿Cuáles son las aportacionesdel Opus Dei a ese proceso?No es quizá éste el momentohistórico más adecuado parahacer una valoración global de

este tipo. A pesar de que setrata de problemas sobre losque se han ocupado mucho–¡con cuánto gozo de mialma!– el Concilio Vaticano II,y a pesar de que no pocos con-ceptos y situaciones referentesa la vida y misión del laicadohan recibido ya del Magisteriosuficiente confirmación y luz,hay todavía sin embargo unnúcleo considerable de cues-tiones que constituyen aún,para la generalidad de la doc-trina, verdaderos problemas lí-mite de la teología. A nosotros,dentro del espíritu que Diosha dado al Opus Dei y queprocuramos vivir con fidelidad–a pesar de nuestras imperfec-ciones personales–, nos pare-cen ya divinamente resueltos lamayor parte de esos problemasdiscutidos, pero no pretende-mos presentar esas solucionescomo las únicas posibles.

Hay a la vez otros aspectosdel mismo proceso de desarro-llo eclesiológico, que represen-tan estupendas adquisicionesdoctrinales –a las que induda-blemente Dios ha querido quecontribuyese, en parte quizáno pequeña, el testimonio delespíritu y la vida del OpusDei, junto con otras valiosasaportaciones de iniciativas yasociaciones apostólicas no

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menos beneméritas-, pero sonadquisiciones doctrinales quequizá pasará todavía bastantetiempo antes de que lleguen aencarnarse realmente en lavida total del Pueblo de Dios.Usted mismo ha recordado ensus anteriores preguntas algu-nos de esos aspectos: el desa-rrollo de una auténtica espiri-tualidad laical; la comprensiónde la peculiar tarea eclesial –noeclesiástica u oficial– propia dellaico; la distinción de los dere-chos y deberes que el laicotiene en cuanto laico; las rela-ciones Jerarquía-laicado; laigualdad de dignidad y lacomplementariedad de tareasdel hombre y de la mujer en laIglesia; la necesidad de lograruna ordenada opinión públicaen el Pueblo de Dios; etc.

Todo esto constituye evi-dentemente una realidad muyfluida, y a veces no exenta deparadojas. Una misma cosa,que dicha hace cuarenta añosescandalizaba a casi todos o atodos, hoy no extraña a casinadie, pero en cambio son aúnmuy pocos los que la com-prenden a fondo y la viven or-denadamente.

Me explicaré mejor con unejemplo. En 1932, comen-tando a mis hijos del OpusDei algunos de los aspectos y

consecuencias de la peculiardignidad y responsabilidadque el Bautismo confiere a laspersonas, les escribí en un do-cumento: ‘Hay que rechazar elprejuicio de que los fieles co-rrientes no pueden hacer másque limitarse a ayudar al clero,en apostolados eclesiásticos. Elapostolado de los seglares notiene por qué ser siempre unasimple participación en elapostolado jerárquico: a ellosles compete el deber de hacerapostolado. Y esto no porquereciban una misión canónica,sino porque son parte de laIglesia; esa misión... la realizana través de su profesión, de suoficio, de su familia, de sus co-legas, de sus amigos’.

Hoy, después de las solem-nes enseñanzas del VaticanoII, nadie en la Iglesia pondráquizá en tela de juicio la orto-doxia de esta doctrina. Pero¿cuántos han abandonadorealmente su concepción únicadel apostolado de los laicoscomo una labor pastoral orga-nizada de arriba abajo? ¿Cuán-tos, superando la anterior con-cepción monolítica del aposto-lado laical, comprenden quepueda y que incluso deba tam-bién haberlo sin necesidad derígidas estructuras centraliza-das, misiones canónicas y

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mandatos jerárquicos? ¿Cuán-tos que califican al laicado delonga manus Ecclesiae, no estánconfundiendo al mismotiempo en su cabeza el con-cepto de Iglesia-Pueblo deDios con el concepto más li-mitado de Jerarquía? O bien¿cuántos laicos entienden de-bidamente que, si no es en de-licada comunión con la Jerar-quía, no tienen derecho a rei-vindicar su legítimo ámbito deautonomía apostólica?

Consideraciones semejantesse podrían formular en rela-ción a otros problemas, porquees realmente mucho, muchí-simo, lo que queda todavía porlograr, tanto en la necesariaexposición doctrinal, como enla educación de las concienciasy en la misma reforma de la le-gislación eclesiástica. Yo pidomucho al Señor –la oración hasido siempre mi gran arma–que el Espíritu Santo asista asu Pueblo, y especialmente a laJerarquía, en la realización deestas tareas. Y le ruego tam-bién que se siga sirviendo delOpus Dei, para que podamoscontribuir y ayudar, en todo loque esté de nuestra parte, aeste difícil pero estupendoproceso de desarrollo y creci-miento de la Iglesia”13.

Como se ve, se trata de unarevolución silenciosa. La Igle-sia somos todos y cada uno delas mujeres y hombres de estemundo que han respondidoafirmativamente a la llamadapuesta por Dios en su natura-leza y en sus almas, que leslleva a luchar por hacer bienlas cosas y no cejar nunca enese empeño, a pesar de los per-sonales errores, horrores y li-mitaciones. Unos y otros,comprometidos en transfor-mar el mundo, a sí mismos y acada uno de los seres huma-nos, en frase feliz de JosemaríaEscrivá, “ahogando el mal enabundancia de bien”. No exis-tía en la Iglesia estructura jurí-dica capaz de dar cauce ade-cuado a este espíritu. Cuandoplanteó en Roma estas ideas,le dijeron que había llegadocon un siglo de anticipación.No es difícil imaginar la con-trariedad insalvable que estarespuesta habría provocado enel ánimo de cualquier personaque había arrastrado tras de sía muchas otras, y a la que secerraba el camino para oficiali-zar un espíritu que era deDios. Fue un largo camino ju-rídico que, poco a poco, se fueplasmando en el Derecho de laIglesia, primero con aproba-ciones diocesanas, después con

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aprobaciones de la Santa Sede,que si bien significaron un re-conocimiento oficial de laIglesia, no contemplaban entodos sus matices el espíritudel Opus Dei, con el consi-guiente peligro de deforma-ción de ese espíritu en las ge-neraciones futuras. Tuvieronque pasar más de cincuentaaños –de 1928 a 1982– y tuvoque ocurrir el Concilio Vati-cano II, donde se aprobaronlas normas básicas que permi-ten la aprobación de institu-ciones como el Opus Dei, paraque la Obra de Dios encon-trara su lugar propio y defini-tivo en el derecho de la Iglesia,asegurándose así la fidelidadplena al espíritu que Diosquiso traer al mundo el 2 deoctubre de 1928. MonseñorJosemaría Escrivá, que habíaofrecido su vida por la Iglesia yfallecido en 1975, no vio eneste mundo la aprobación de-finitiva por la que luchó todasu existencia. Siete años des-pués de su muerte se concretódicha aprobación, de la cualsiempre tuvo certeza que ten-dría lugar algún día, porquecomo él enseñó siempre, Dioshace las cosas a su modo y enel momento más oportuno.

Un espíritu “viejo como elevangelio y como el evangelio

nuevo” dio lugar a profundoscambios estructurales, ascéti-cos, teológicos y jurídicos y,naturalmente, el tiempo nohará más que profundizar yextender esta realidad en lavida de la sociedad a lo largo yancho del mundo. Lo que hoyvemos es apenas la punta deliceberg. Lo que no se ve es esarevolución silenciosa que seestá dando en nuestro mundoy que llevó a decir a un jovenmiembro del Opus Dei, ma-rino de profesión, a quien lepreguntaron un día si él era dela Armada, y contestó con sen-cillez y desparpajo juvenil, quemás bien él era “de la que seiba a armar...”.

V. LOS MEDIOS

MÁ S DE UNA vez, elfundador del OpusDei preguntó a los

miembros de la Obra: “Si yomuero, ¿continuarás con laObra? Algunos se acuerdan deque les hizo esa pregunta el 1de octubre de 1940. Estabanunos cuantos, que habían ve-nido a Madrid, desde diversasprovincias, para pasar junto alFundador la Fiesta de losÁngeles Custodios, en la quese cumplían los doce primerosaños del Opus Dei. Todos

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quedaron impresionados, perotuvieron la serenidad de decirque, en tal caso, seguirían ade-lante, fieles a la llamada quehabían recibido. ¡Pues no fal-taba más! –replicó con viveza-¡Bonito negocio habríais he-cho si, en vez de seguir al Se-ñor, hubiérais venido a seguir aeste pobre hombre!”14.

Para garantizar la fidelidadal espíritu que Dios le habíadado, Josemaría Escrivá deBalaguer formó muy bien a susucesor y a los miembros de laObra. Hizo de su vida uneterno devenir para formarprimero a quienes le rodeaban,para así llegar a todos “porquede cien almas le interesabanlas cien”. Y lo hizo con un donde gentes único y un don decomunicación también único.Decía que se llamaba Escrivá ypor eso había escrito mucho, ysobre el espíritu de la Obratanto, que sus hijos no teníanderecho a equivocarse porqueestaba todo muy claro parasiempre.

Monseñor Escrivá era ple-namente conciente de que erala primera piedra, la roca, elcimiento de la Obra de Diosen el mundo por los siglos delos siglos, mientras existieranseres humanos sobre la tierra.Y quienes le sucediesen se mi-

rarían en él para ser fieles a eseespíritu. Y comunicó por es-crito y verbalmente y comu-nicó con su vida. No tenemosmás que leer los innumerablestestimonios de las personasque convivieron con él, que leconocieron personalmente, oesas extraordinarias películasdonde hace de verdadero ju-glar de Dios en su viaje por laPenínsula Ibérica en 1972, opor Hispanoamérica en 1974.

Si vemos las cosas desde elpunto de vista humano, decómo hacer para garantizar lacontinuidad de una empresaen lo que refiere a su misión yorganización, la Obra fundadapor Monseñor Josemaría Es-crivá es sin lugar a dudas unejemplo paradigmático.

Su primer sucesor, Monse-ñor Álvaro del Portillo, fueelegido por unanimidad en elCongreso General convocadoa esos efectos. Ciertamente, enlas obras de Dios, las cosas hayque ver las no sólo desde laperspectiva humana –que ob-viamente la tienen– sino entoda su plenitud humana y so-brenatural, es decir, desde larealidad. En este sentido Sal-vador Bernal apunta: “No mu-cho tiempo después de ser ele-gido para gobernar el OpusDei, don Álvaro explicaba el

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significado del Fundador en suvida, empleando la respuestaatribuida a Alejandro Magno,cuando le reprocharon queapreciaba más a Aristótelesque a su padre, el rey Filipo deMacedonia: ‘Sí, porque mis pa-dres me trajeron a la tierra,pero Aristóteles, con su doc-trina, me ha llevado de la tierraal cielo’. El 19 de febrero de1984 –santo de don Álvaro-,Flavio Capucci le contó quehabía consultado un conocidodiccionario etimológico denombres propios: Álvaro signi-fica ‘aquel que protege a todos,que vela sobre todos, que de-fiende a todos’. Don Álvaro lerespondió que, personalmente,se inclinaba por un sentido ba-sado, no en la raíz germánica,sino en otra semítica, el hijo; yañadió: ‘Pero se puede unir conla interpretación que tú dices:reza para que sea verdad, paraque sea un hijo bueno y, almismo tiempo, un buen Padre,que vela sobre los demás’. Pro-bablemente, Flavio Capuccitenía en su corazón esas pala-bras cuando, ya en 1994, escri-bió en la revista Studi Cattolicique ‘la profunda unidad entreel Fundador y su sucesor, estefluir de la paternidad del uno alotro –diferentes en el tempera-mento, identificados en el espí-

ritu-, y la continuidad en nues-tro ánimo de la misma filiaciónson testimonios de realidadesque no encuentran explicaciónhumana”15.

La formación de su sucesor,su manera de delegar, conse-cuencia natural de la confianzaabsoluta que tenía en sus hijosy en la gente, que a su vez seplasmaba en la descentraliza-ción y en el gobierno colegiadode la Institución, le llevaban adecir gráficamente que la Obraera una organización desorga-nizada. Éstos fueron los me-dios humanos –las estrategias,dirían los estudiosos de lasciencias de la empresa– de losque Monseñor Josemaría Es-crivá de Balaguer se valió parahacer el Opus Dei en elmundo. Fue lo que le llevó adecir que, en la vida, hay queponer los medios humanoscomo si no existiesen los so-brenaturales, y los sobrenatura-les como si no existieran loshumanos.

Javier Echevarría, actualPrelado del Opus Dei, recor-daba esa confianza que el fun-dador tenía en la gente: “Deahí, su confianza en los demás,sin revisar constantemente eltrabajo que realizaban, recono-ciéndoles mayoría de edad. Yesto, a la vez, sin desenten-

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derse de su propia responsabi-lidad, porque sabía pedircuenta, a su hora, y corregir siera necesario (...) Nunca ejer-citó el gobierno de un modopersonal. Ya he mencionadoque, con objeto de no coaccio-nar a los que intervenían enlos asuntos, jamás daba su pa-recer en primer lugar, para quepudieran opinar con absolutalibertad. Escuchaba a todos yla mayoría de las veces, cuandono se trataba de cuestionesfundacionales que afectaban ala esencia o al espír itu delOpus Dei, decidía con la ma-yoría de los que habían inter-venido. Cuando por una apa-rente delicadeza o porque noresolvíamos asuntos de nuestracompetencia, se los planteába-mos, nos respondía que no lehiciésemos un tirano y que leayudásemos en el gobierno,asumiendo con completa res-ponsabilidad personal la cargaque nos correspondía”16.

Esa confianza absoluta ensus hijos se reflejaba en unafrase llena de fuerza: “Máscreo a cada uno de vosotros,que a cien notarios unánimesque me afirmasen locontrario”17. La descentraliza-ción y la colegialidad, rasgosesenciales en el gobierno delOpus Dei, garantizan la vitali-

dad institucional desde susorígenes y para siempre, en loque al fundador le gustaba lla-mar una organización desor-ganizada: “Quiero decir quedamos una importancia pri-maria y fundamental a la es-pontaneidad apostólica de la per-sona, a su libre y responsableiniciativa, guiada por la accióndel Espíritu; y no a las estruc-turas organizativas, mandatos,tácticas y planes impuestosdesde el vértice, en sede de go-bierno.

Un mínimo de organizaciónexiste, evidentemente, con ungobierno central, que actúasiempre colegialmente y tienesu sede en Roma, y gobiernosregionales, también colegiales,cada uno presidido por unConsiliario. Pero toda la acti-vidad de esos organismos sedirige fundamentalmente auna tarea: proporcionar a lossocios la asistencia espiritualnecesaria para su vida de pie-dad, y una adecuada formaciónespiritual, doctrinal-religiosa yhumana. Después, ¡patos alagua! Es decir: cristianos asantificar todos los caminos delos hombres, que todos tienenel aroma del paso de Dios.

Al llegar a ese límite, a esemomento, la Asociación comotal ha terminado su tarea

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–aquélla, precisamente, para laque los miembros del OpusDei se asocian-, ya no tieneque hacer, ni puede ni debehacer, ninguna indicación más.Comienza entonces la libre yresponsable acción personal decada socio. Cada uno, con es-pontaneidad apostólica,obrando con completa libertadpersonal y formándose autó-nomamente su propia con-ciencia frente a las decisionesconcretas que haya de tomar,procura buscar la perfeccióncristiana y dar testimonio cris-tiano en su propio ambiente,santificando su propio trabajoprofesional, intelectual o ma-nual. Naturalmente, al tomarcada uno autónomamente esasdecisiones en su vida secular,en las realidades temporales enlas que se mueva, se dan confrecuencia opciones, criterios yactuaciones diversas: se da, enuna palabra, esa bendita desor-ganización, ese justo y necesa-rio pluralismo, que es una ca-racterística esencial del buenespíritu del Opus Dei, y que amí me ha parecido siempre laúnica manera recta y ordenadade concebir el apostolado delos laicos.

Le diré más: esa desorgani-zación organizada aparece in-cluso en las mismas obras

apostólicas corporativas que elOpus Dei realiza, con el deseode contribuir también, comotal Asociación, a resolver cris-tianamente problemas queafectan a las comunidades hu-manas de los diversos países.Esas actividades e iniciativasde la Asociación son siemprede carácter directamente apos-tólico: es decir, obras educati-vas, asistenciales o de benefi-cencia. Pero, como nuestro es-píritu es precisamente estimu-lar el que las iniciativas salgande la base, y como las circuns-tancias, necesidades y posibili-dades de cada nación o gruposocial son peculiares y ordina-riamente diversas entre sí, elgobierno central de la Obradeja a los gobiernos regionales–que gozan de autonomíaprácticamente total– la res-ponsabilidad de decidir, pro-mover y organizar aquellas ac-tividades apostólicas concretas,que juzguen más convenientes:desde un centro universitario ouna residencia de estudiantes,hasta un dispensario o unagranja-escuela para campesi-nos. Como lógico resultado,tenemos un mosaico multico-lor y variado de actividades :un mosaico organizadamentedesorganizado”18.

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Esta realidad era acompa-ñada por continuas leccionesde vida que se grababan afuego en el corazón y las men-tes de los protagonistas y que,después, se trasmitían de unosa otros pasando a ser vida de lavida de cientos, miles, millonesde personas.

Vivía aquel viejo consejo: “segasta lo que se deba, aunque sedeba lo que se gaste”,19 llenode fe y magnanimidad. Losproblemas económicos y fi-nancieros formaban parte delaire que respiraba a diario,pero nunca le quitaban la pazporque trabajaba para Dios.Así emprendió verdaderas “lo-curas” al final de sus días en latierra, como Cavabianca, lasede definitiva del ColegioRomano de la Santa Cruz–donde se forman cientos deprofesionales de todo elmundo- y el Santuario deNuestra Señora de Torreciu-dad, que le llevaba a exclamarlleno de agradecimiento:“¡Qué bien se va a rezar aquí!”... Y un día, transparente suactitud frente a los agobioseconómicos: “Hijos míos, lacuestión económica se resuelvea base de responsabilidad per-sonal y de pobreza tambiénpersonal”20.

Son constantes, como el la-tir del corazón, los detalles desu vida en los que brillabaoculta la virtud de la pobreza.Es constante su cariño, mani-festado siempre de maneranueva, con los obreros y técni-cos de los innumerables pro-yectos y obras en los que es-tuvo implicado toda su vida.La magnanimidad de su espí-ritu era una verdadera corona-ción de todas las virtudes queun emprendedor y alguien congenuino espíritu empresarialpodría tener. Era en verdadmucho más que un hombrecon espíritu emprendedor yempresarial universal. Era unsanto a la medida de la misiónque Dios le asignó en la histo-ria de la humanidad.

VI. CONCLUSIÓN

AMODO de conclusión,escuchemos lo queJosemaría Escrivá de

Balaguer nos deja como refle-xión sobre el éxito de la em-presa que acometió en su fe-cunda existencia: “Cuando unaempresa es sobrenatural, im-portan poco el éxito o elfracaso, tal como suelen enten-derse de ordinario. Ya decíaSan Pablo a los cristianos deCorinto, que en la vida espiri-

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tual lo que interesa no es eljuicio de los demás, ni nuestropropio juicio, sino el de Dios.

Ciertamente la Obra estáhoy universalmente extendida:pertenecen a ella hombres ymujeres de cerca de setentanacionalidades. Al pensar enese hecho, yo mismo me sor-prendo. No le encuentro expli-cación humana alguna, sino lavoluntad de Dios, pues el Espí-ritu sopla donde quiere, y sesirve de quien quiere para rea-lizar la santificación de loshombres. Todo eso es para míocasión de acción de gracias,de humildad, y de petición aDios para saber siempre ser-virle.

Me pregunta también cuáles el criterio con que mido yjuzgo las cosas. La respuesta esmuy sencilla: santidad, frutosde santidad.

El apostolado más impor-tante del Opus Dei es el quecada socio realiza con el testi-monio de su vida y con su pa-labra, en el trato ordinario consus amigos y compañeros deprofesión. ¿Quién puede me-dir la eficacia sobrenatural deeste apostolado callado y hu-milde? No se puede valorar laayuda que supone el ejemplode un amigo leal y sincero, o la

influencia de una buena madreen el seno de la familia.

Quizá su pregunta se refierea los apostolados corporativosque realiza el Opus Dei, supo-niendo que en este caso sepueden medir los resultadosdesde un punto de vista hu-mano, técnico: si una escuelade capacitación obrera consi-gue promover socialmente alos hombres que la frecuentan;si una universidad da a sus es-tudiantes una formación pro-fesional y cultural adecuadas.Admitiendo que su preguntatiene ese sentido, le diré que elresultado se puede explicar enparte por personas que ejerci-tan ese trabajo como una espe-cífica tarea profesional, para laque se preparan como todo elque desea hacer una labor se-ria. Esto quiere decir, entreotras cosas, que esas obras no seplantean con esquemas precon-cebidos, sino que se estudian encada caso las necesidades pecu-liares de la sociedad en la quese van a realizar, para adaptarlasa las exigencias reales.

Pero le repito que al OpusDei no le interesa primordial-mente la eficacia humana. Eléxito o el fracaso real de esaslabores depende de que, es-tando humanamente bien he-chas, sir van o no para que

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tanto los que realizan esas ac-tividades como los que se be-nefician de ellas, amen a Dios,se sientan hermanos de todos

los demás hombres y manifies-ten estos sentimientos en unservicio desinteresado a la hu-manidad”21.

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1 Expresión común del Beato Jose-maría, recogida en sus escritos o en latrasmisión oral de sus enseñanzas.

2 Escrivá de Balaguer, Josemaría(1985), Amigos de Dios, Rialp, Ma-drid, nº 117, p. 172.

3 Holzner, Josef (1986), San Pablo. Elheraldo de Cristo, Herder, Barcelona,pp. 503 y 504.

4 (1968), Conversaciones con Mons.Escrivá de Balaguer, Rialp, Madrid,nº 55, pp. 101 y 102; nº 26 p. 59.

5 Bernal, Salvador (1980), MonseñorJosemaría Escrivá de Balaguer. Apuntessobre la vida del Fundador del OpusDei, Rialp, Madrid, p. 114.

6 Escrivá de Balaguer, Josemaría(1973), Es Cristo que pasa, Rialp, Ma-drid, nº 50, p. 114.

7 Escrivá de Balaguer, Josemaría(1986), Surco, Rialp, Madrid, nº 864,p. 377.

8 Escrivá de Balaguer, Josemaría(1968), nº 24, p. 56.

9 Ver texto de Conversaciones conMonseñor Josemaría Escrivá de Ba-laguer transcrito líneas arriba.

10 Urbano, Pilar (1995), El hombre deVilla Tevere. Los años romanos de Jose-maría Escrivá, Plaza & Janes, Barce-lona, pp. 56-59.

11 Ibidem, pp. 488 y 493.

12 Concilio Vaticano II, Const.Dogm. Lumen gentium, nn. 40, 41 y42: “Es plenamente evidente que to-

dos los fieles, cualquiera que sea suestado o condición, están llamados ala plenitud de la vida cristiana y a laperfección de la caridad”. “Por tanto,todos los fieles se santificarán máscada día dentro de su propia condi-ción de vida, oficio y circunstancias”.“Todos los fieles están invitados yobligados a buscar la santidad y laperfección dentro de su propio es-tado”.

13 Escrivá de Balaguer, Josemaría(1968), nn 20 y 21, pp. 47 y ss. Entre-vista realizada con Pedro Rodríguez,publicada en Palabra, en octubre de1967.

14 Bernal, Salvador (1980), p. 356.

15 Bernal, Salvador (1996), Recuerdode Álvaro del Portillo, Prelado del OpusDei, Rialp, Madrid, p. 156.

16 Echevarría, Javier (2000), Memo-ria del Beato Josemaría Escrivá. Entre-vista con Salvador Bernal, Rialp, Ma-drid, pp. 308 y ss.

17 Berglar, Peter (1987), Opus Dei.Vida y obra del fundador Josemaría Es-crivá de Balaguer, Rialp, Madrid, p.265.

18 Bernal, Salvador (1968), nº 19, pp.45 y ss.

19 Escrivá de Balaguer, Josemaría(1984), Camino, Rialp, Madrid, nº481, p. 142.

20 Urbano, Pilar (1995), p. 49.

21 Bernal, Salvador (1968), nº 31, pp.70 y ss.

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NOTAS

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