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Jóvenes eternos: los nuevos Peter Pan por Joaquín Rocha Psicólogo especialista en Educación para la Comunicación [email protected]

Jovenes eternos

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Artículo de psicología

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Jóvenes eternos: los nuevos Peter Panpor Joaquín Rocha Psicólogo especialista en Educación para la Comunicació[email protected]

No es una amenaza para la vida, de modo que no es una enfermedad. Pero pone en peligro la salud mental de una persona, de modo que es más que una incomodidad. Sus síntomas son bien conocidos, de modo que no puedo decir que es un descubrimiento… Es un fenómeno psicológico nuevo. No encaja en ninguna categoría reconocible, pero no puede negarse su presencia… Dan Kiley no debe haber imaginado, en 1983, al publicar su libro The Peter Pan Syndrome: Men Who Have Never Grown Up (El síndrome de Peter Pan, el hombre que nunca crece), que las características del individuo, que allí describe, se iban a mantener en el tiempo y a detallar, en cierta manera, a la mayoría de jóvenes maduros de hoy. Un Peter Pan se define por su incapacidad de asumir responsabilidades, sobre todo las emocionales, por miedo a perder su libertad. Libertad que pierden, ya que quedan estancados, de algún modo, en la dependencia. El furor de los medios masivos de comunicación, los grandes desarrollos tecnológicos en el campo de la informática, la crisis de la modernidad, la sociedad como espectáculo inciden, cada vez más, en el modo de pensar y de comportarse de las personas haciendo evidente una transposición de valores. El acrecentamiento del culto a la juventud a través de la moda, los gimnasios, las cirugías plásticas se ha convertido en uno de los tantos caminos para tornan a la juventud en un don eterno. El cuadro social de los Peter Pan también es delineado por subculturas, producto del surgimiento de nuevas adicciones: drogas, play station, Internet.

 Así mismo, debemos considerar, como causa importante, la falta de seguridad y de trabajo. La familia, hoy, son hiperprotectoras y permisivas con sus hijos, no fijan límites, provocando que los jóvenes se desarrollen sin un sentido o motivación para sus vidas y con una ausencia casi total de responsabilidad. Si bien el “síndrome de Peter Pan” ha adquirido un mayor desarrollo en la actualidad, no significa que no haya existido en generaciones pasadas. Esto nos indica que no es primacía de una edad o sexo: personas, de 25 a 60 años o más,  son incapaces de cuidar y de proteger a alguien, así como de intercambiar papeles igualitarios en el contexto de una pareja. Nunca han podido abandonar el rol de hijos, por lo cual, jamás llegaron a ser buenos padres. En este desfasaje psicopatológico entre su edad cronológica y su madurez afectiva, muestran una total insatisfacción frente al mundo que los rodea, baja tolerancia a la frustración, amén de no poder asumir su rol de adultos. Tienen un deseo enorme de que los demás cubran sus necesidades, que les den lo que piden, de lo contrario, se irritan. Son inseguros/as, aunque no lo demuestren. Sus actitudes se centran más en recibir, pedir y criticar que en dar, querer o hacer. Viven escondiéndose detrás de fachadas y excusas; disimulan su incapacidad de madurar con pasatiempos, negocios fantásticos y grandes proyectos imposibles o difíciles de concretar. 

Pueden originarse crisis de ansiedad, de angustia y de depresión, aunque suelen estar cubiertos de una suerte de coraza. Por otro lado, siempre dependen del “nido infantil” que los afecta, ciertamente, en su autoestima y autovaloración. La doctora Graciela Peyru, médica y psiquiatra, explica, en un reportaje efectuado en el diario La Nación, que el síndrome se puede presentar tanto por abandono como por exceso de protección, porque la sobreprotección es también una carencia: una falta de contacto con las necesidades verdaderas de los hijos, ya que el adulto se centra más en su necesidad de proteger.  El psicólogo Giorgio Nardone, fundador del Centro de Terapia Estratégica de Arezzo (Italia), manifiesta que la hiperprotección que se ejerce sobre los hijos los lleva a creer que, como han crecido en una familia que les ha dado todo, “tienen derecho a pedir lo que quieran…”. Asimismo, asegura que la educación permisiva y sobreprotectora es la responsable de la carencia de valores. Según estudios realizados, el síndrome de Peter Pan no es exclusivo de los países sumergidos en crisis económicas y sociales, sino que también se hace presente en sociedades del Primer Mundo.  Es fácil reconocer si se tiene cerca a un Peter Pan. Siempre culpan y hacen responsables a los demás de sus propias deficiencias. Ésta es la razón que no les permite darse cuenta de que padecen un problema. Necesitan sentir, en carne propia, las consecuencias de sus actos para poder lograr un cambio en sus conductas. Es aconsejable, en estos casos, la búsqueda de un apoyo terapéutico.

 Desde el lugar de familiar o amigo, la mejor ayuda es no asumir sus responsabilidades y sí incentivar a que madure su potencial adulto, basándose en sus cualidades positivas.