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COMENTARIO EXEGÉTICO DE JUAN 13, 1-20

Juan 13,1-2o de PAtricio Gomez Vallés

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COMENTARIO EXEGÉTICO

DE

JUAN 13, 1-20

alumno:Patricio Gómez Valles.

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1. Delimitación de la perícopa.

El pasaje que nos ocupa va del versículo 1 al 20 del capítulo 13. Es in pasaje incluso en el “Libro de la Gloria”, y la “Biblia de Jerusalén” lo titula. “El lavatorio de los pies”. Claramente el v. 1 supone una ruptura con el pasaje precedente 8un discurso). Se inicia con una indicación temporal: “Antes de la fiesta de la Pascua”, con lo que se evidencia de que empieza a narrarse algo distinto de lo anterior. El v. 21 marca también una distinción con el v. 20 en cuanto a que supone una ruptura marcada por el inicio de una nueva, distinta, tensión psicológica en el personaje de Jesús: el personaje absolutamente protagonista. , por lo que podemos decir que en el v. 20 se termina una “unidad de significado”. Además, el v.20 resulta ser problemático, es llamado “errático”, proveniente de otro sitio, ya que parece ser diferente de la inspiración que recorre el pasaje.

2. Contexto.

Ya hemos dicho que literariamente se encuentra al comienzo del “Libro de la Gloria”, siendo una suerte de prólogo del mismo libro. Prólogo en el cual Jesús no está celebrando la Pascua, como vemos que nos dice el v. 1 ya mencionado. Nos encontramos ante una comida de amigos, esto difiere de los sinópticos significativamente. Estamos ante un Jesús que cumple con los ritos digamos sociales presentes entre los judíos para con sus huéspedes. En este sentido todo gesto puede, naturalmente, interpretarse simbólicamente. No olvidemos, además, la importancia de lo “puro”, de la “purificación” en el mundo judío: las connotaciones de la “pureza” judía pueden perfectamente sobrevolar todo el pasaje. Por otra parte los judíos al celebrar la Pascua celebraban el paso de la esclavitud a la salvación. En la cena de Jesús con sus discípulos está también presente el sentido de “un antes y un después”. Esto es: la cena esta cargada, antes, durante, después, de gestos simbólicos y de palabras que instauran una nueva Pascua de la Nueva Alianza que, de alguna manera, no se superpone a la Pascua netamente judía, por más que

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termina por sustituirla. Para los apóstoles (judíos) todo este contenido latente no podía pasar desapercibido.

3. Género literario.

Nos encontramos ante una narración. En ella aparecen elementos narrativos (vv. 1-5); diálogos (vg. vv. 6-10) y también hay algo de discurso: vv.16-10). Vemos que la perícopa es amena en este sentido literario. Esta Última Cena es verdaderamente un prólogo magistral a todo lo que va a seguir. Ciertamente la construcción del resto de la obra denota este carácter como de “obertura” de 13, 1-20.

4. Dificultades.

Como hemos mencionado más arriba la más llamativa quizá sea la presencia del v.20 en cuanto su carácter de “errático”. Ahora bien, como de costumbre los autores señalan muchos detalles interesantes casi versículo a versículo que suponen, como es natural, muchas posibles traducciones e interpretaciones. Así tenemos las pp. 390 a 394 de Moloney donde comenta los vv. que nos interesan. Yo voy a centrarme sobre un punto que me ha interesado mucho. En el v. 1 se nos dice “habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”. Lo interesante, según Moloney, p. 391, es que nos encontramos ante “aoristos gnómicos”, esto es: de aplicación universal, válidos para todos los tiempos... Lo cual nos recuerda al estilo de interpretación del sentido de los textos veterotestamentarios en donde las situaciones, las actuaciones de Dios en la historia tienen el sentido continuo, de perpetuación efectiva en el tiempo que viven todos aquellos que profesan la fe judía. Así pues el señor sacó de Egipto no sólo a mis antepasados, sino a mí mismo también, por ejemplo. Así pues este “habiendo amado” que resulta en castellano un gerundivo, proviene de un aoristo (un indefinido), pero tiene un carácter semítico en cuanto al componente “gómico”, esto es: el sentido es el de “habiendo amado, amando y que habrá de amar”. Con esta pincelada filológica vemos las dificultades a las que cualquier pasaje puede arrastrarnos.

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5. Fuente de la perícopa.

Nos encontramos ante un fragmento que no tiene paralelos sinópticos, nos referimos claro está al episodio del lavatorio de los pies. El contexto de estar en una cena es familiar, y nos despista, analogizando todo a las cenas ya conocidas gracias a las tradiciones sinópticas. No obstante, este estar en una cena es eco director del mundo sinóptico; además podrían rastrearse elementos del Antiguo Testamento y de la cultura grecojudía, lo cual sería un claro indicativo de ser un texto nacido ya tardíamente (con respecto a la cronología hipotética de los sucesos recreados) pero que conserva un neto sabor judío.

6. Recursos literarios y estilísticos. Vocabulario.

Destacaremos el malentendido joánico en el v.6: “Señor, ¿tú lavarme los pies a mí?”. Tambi´ñen hay muchos paralelismos, y juega el autor haciendo “binas”, como en los vv. 3 (“saliendo de Dios y a Dios volvía”), o 16 (“no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que lo envía”. Esto es un claro recurso estilístico, que nos dice claramente que no estamos ante ninguna “mismísima palabra de Jesús”, sino ante una elaboración literaria, que quiere hacerse atractiva, de verdades teológicas que hay que comunicar. Se da también un uso del presente histórico que realza y actualiza las acciones. Si bien el juego que este presente inicia se ve, como casi siempre ocurre, interrumpido por la aparición inopinada de un pretérito dentro de la serie de presentes. Así en el v. 4: “se levante de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó”. Cabría esperar “se la ciñe”, pero no es así. También nos encontramos con una prosa solemne, de carácter hímnico en los pasajes discursivos, esto es los vv. 16-20, en donde nos encontramos incluso una cita del Salmo 41, v. 10, lo cual es indicativo de la intencionalidad del autor de solemnizar, incluso ç, sin abandonar la prosa, de musicalizar –con potenciales posibilidades litúrgicas- el pasaje que tenemos entre manos. Por otra parte la “Biblia de Jerusalén” traduce Jn 13, 18 así: “El que come mi pan ha

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alzado contra mí su talón”, y el pasaje paralelo del Salmo 41, 10 lo traduce así: “Hasta mi amigo íntimo, en quien yo confiaba, mi compañero de mesa, me ha traicionado”. Vemos que nos encontramos ante el mismo sentido, pero no ante una cita literal. No obstante esto puede denotar el conocimiento del AT por parte del autor en cuanto a su imbricación en las vivencias teológicas de Jesús.

El vocabulario, como de costumbre en Juan, es de lo más sencillo, pero consta de su acostumbrada densidad teológica. No hay término que sea inocente. El “lavar”, “lavarse”, la “limpieza” destacan.

7. Estructura.

Vamos a considerar una estructura tripartita, a saber:

vv. 1, es un “miniprólogo” como hacer notar Moloney.vv. 2-11, el “lavatorio de los pies” propiamente hablando, donde cabría distinguir la presentación del traidor (v.2); los preparativos previos al acto de lavar (vv. 3-4); la discusión con Pedro (figura de la Iglesia que no termina de comprender los designios de Dios)(vv. 6-9); Jesús desvela sus sospechas (vv.10 y 11).vv.12-20, discurso posterior de Jesús, explicando el gesto simbólico que acaba de realizar y, al final, recuerda de nuevo su filiación y su envío.

8. Comentario.

En este pasaje, relativamente concentrado, nos vamos a encontrar con la Última Cena. Y lo que más no va a sorprender es que ésta apenas sale. Lo que se narra está dentro del contexto temporal espacial de la Última Cena, pero el hecho en sí de cenar queda soslayado por el gesto del lavatorio de los pies.

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Se inicia el fragmento haciéndonos notar que lo que ocurre no está inserto en el espacio temporal de la Pascua judía. Ocurre otro día. Esto supone que Jesús instaura otra cosa, otra cosa nueva. El que no aparezca la institución de la Eucarístía puede ser indicativo de que la raigambre en la praxis eclesial de la comunidades joánicas era tan fuerte que no precisaba de una nueva especificación. No había una necesidad ni litúrgica ni práctica para narrar de nuevo tal cosa. Antes bien el interés teológico del relato se centra en la revelación de los vv. 12 ss. Es decir, de nuevo Jesús se presenta como Maestro y Señor. Y, por lo tanto lo que él ha hecho simbólicamente debe de traducirse en actos de humildad y caridad reales por parte de sus discípulos. No se va a insistir sobre el Pan de Vida, porque el relato no resulta ser eucarístico. Lo que se vuelve a plantear es el tema del Amor de Dios que se nos muestra y ejemplifica a través de la figura del Hijo. De nuevo está también la revelación bajo el nombre/título de “Yo soy” (v. 19). Jesús, de nuevo se muestra como encarnación del trascendente total (Dios), y quien le acoge a Él acoge a quien le envía (v. 20) porque es uno con el Padre, y en el “para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros” del v. 15, se insiste en la idea del Amor con los hermanos, con el prójimo, que conduce a la unidad de todos en el Padre. Ahora bien, ante todo esto destaca la figura el traidor, de Judas, que quiere entregar a Jesús inspirado por el diablo (v. 2). Aquí por “diablo” podemos entender “el que divide”, esto es: judas quiere quizás alcanzar los mismos objetivos que Jesús (interpretados a su modo, claro es), pero cae en la falta de humildad, y crea división, se escinde de la unidad naciente de la comunidad. Por eso en Judas podemos ver prefigurado todo elemento de división, discordante en un sentido negativo, en el sentido de que lo que le mueve no es un bien para todos, sino la soberbia que contrasta con la humildad sublime del Hijo de Dios lavando los pies a sus amigos.