15
Juan Cárdenas EDITORIAL PERIFÉRICA LOS ESTRATOS www.elboomeran.com

Juan Cárdenas LOS ESTRATOS - elboomeran.com · vitablemente asocio con la felicidad de la infancia: olor de aguas aceitosas, limo ... que dormimos mi mujer y yo, me vuelvo a sentar

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Juan Cárdenas LOS ESTRATOS - elboomeran.com · vitablemente asocio con la felicidad de la infancia: olor de aguas aceitosas, limo ... que dormimos mi mujer y yo, me vuelvo a sentar

3

Juan Cárdenas

EDITOR IAL PER I FÉR ICA

LOS ESTRATOS

www.elboomeran.com

Page 2: Juan Cárdenas LOS ESTRATOS - elboomeran.com · vitablemente asocio con la felicidad de la infancia: olor de aguas aceitosas, limo ... que dormimos mi mujer y yo, me vuelvo a sentar

4

P R I M E R A E D I C I Ó N : febrero de 2013

© Juan Sebastián Cárdenas, 2013© de esta edición, Editorial Periférica, 2013Apartado de Correos 293. Cáceres 10001

[email protected]

I S B N : 978-84-92865-72-7D E P Ó S I T O L E G A L: CC-28-2013

I M P R E S O EN ESPAÑA – P R I N T E D IN SPAIN

El editor autoriza la reproducción de este libro, total oparcialmente, por cualquier medio, actual o futuro, siemprey cuando sea para uso personal y no con fines comerciales.

www.elboomeran.com

Page 3: Juan Cárdenas LOS ESTRATOS - elboomeran.com · vitablemente asocio con la felicidad de la infancia: olor de aguas aceitosas, limo ... que dormimos mi mujer y yo, me vuelvo a sentar

5

Para LucianaPara Ben

www.elboomeran.com

Page 4: Juan Cárdenas LOS ESTRATOS - elboomeran.com · vitablemente asocio con la felicidad de la infancia: olor de aguas aceitosas, limo ... que dormimos mi mujer y yo, me vuelvo a sentar

7

Si un pintor quiere unirle a una cabeza humana lacerviz de un caballo y ponerle plumas diversas a unamasijo de miembros de vario acarreo, de modo queremate en horrible pez negro lo que es por arriba unahermosa mujer, invitados a ver semejante espectácu-lo, ¿aguantaréis, amigos míos, la risa?

HORACIO

Todos los ciudadanos, de aquí en adelante, serán co-nocidos por la denominación genérica de negros.

ARTÍCULO 14 DE LA CONSTITUCIÓN

HAITIANA DE 1805

www.elboomeran.com

Page 5: Juan Cárdenas LOS ESTRATOS - elboomeran.com · vitablemente asocio con la felicidad de la infancia: olor de aguas aceitosas, limo ... que dormimos mi mujer y yo, me vuelvo a sentar

9

Falla

www.elboomeran.com

Page 6: Juan Cárdenas LOS ESTRATOS - elboomeran.com · vitablemente asocio con la felicidad de la infancia: olor de aguas aceitosas, limo ... que dormimos mi mujer y yo, me vuelvo a sentar

11

1]

Por la ventana se ve la piscina rodeada de casasidénticas a la mía, a los hijos de mis vecinos que sebañan mientras el sol de las seis de la tarde le sacalos últimos destellos al agua. Quizás sea por el bie-nestar de la escena, con los niños que chillan, lasgolondrinas y los chisporroteos, ruidos que lejosde enturbiar esta calma sedante la pulen desde aden-tro, no sé si cautivado también por el hecho de quemi casa está oscura por culpa de un apagón y losobjetos parecen relajados, lo cierto es que me vie-ne a la cabeza un recuerdo impreciso pero que ine-vitablemente asocio con la felicidad de la infancia:olor de aguas aceitosas, limo, residuos tóxicos, olordel mar apretado en una bahía sucia. Quizás hayaalgo así como un puerto al fondo del todo, unaciudad. Pero estas impresiones se disipan de pron-

www.elboomeran.com

Page 7: Juan Cárdenas LOS ESTRATOS - elboomeran.com · vitablemente asocio con la felicidad de la infancia: olor de aguas aceitosas, limo ... que dormimos mi mujer y yo, me vuelvo a sentar

12

to, si se me permite decirlo así. Si se me permitedecirlo de algún modo. Esto no es tan serio comoparece, sólo intento decir algo, poner palabras enla penumbra que crece. Se disipan, digo, y lo queocurre es que abajo suena el teléfono y nadie con-testa. Pegaría un grito para ordenar que contesten,aunque un grito sí que enturbiaría esto que volve-ré a llamar calma sedante. Afuera todavía hay luz.Adentro sombra. Me quedo delante de la ventanay mientras oscurece, mientras intento imitar el esta-do de ánimo de las cosas que me rodean, dejo queel timbre del teléfono suene y suene. Es asombro-so que el teléfono siga funcionando cuando no hayelectricidad. Cuando no hay luz todos los demásaparatos quedan abandonados, inútiles. Son comoletreros en un alfabeto distinto. Pero un teléfono,uno de esos teléfonos viejos, negros, con la bocinapesada y el cable como cola de rata, uno de ésos enmedio de la oscuridad parece algo vivo que brilla, elojo de una vaca, la cabeza de un ídolo. El teléfonotiene un poder incalculable en el espíritu. Tambiénhay algo bondadoso en las tinieblas que se produ-cen durante un apagón, una sensación de recuperarciertos valores perdidos. El valor de la oscuridad,por ejemplo. Así como el vaquero no entiende alindio, cualquiera que esté rodeado de electricidades incapaz de comprender el estado de ánimo dealguien que se encuentra a oscuras. Un tipo llega a

www.elboomeran.com

Page 8: Juan Cárdenas LOS ESTRATOS - elboomeran.com · vitablemente asocio con la felicidad de la infancia: olor de aguas aceitosas, limo ... que dormimos mi mujer y yo, me vuelvo a sentar

13

su casa. Por alguna razón decide no encender nin-guna luz. Avanza a tientas entre sus cosas. Aun asítropieza con la pata de una mesa, con un zapato.Ha estado bebiendo. Camina hasta encontrar sulugar en un rincón apartado de la sala y se sienta enun sofá viejo, lo suficientemente grande y mullidopara que la sombra del mueble lo mastique en si-lencio. El tipo se queda allí, a oscuras, mirando.Mirando nada. Y si alguien, otro habitante de lacasa se levantara, digamos, a buscar un vaso de aguay encendiera la luz, si alguien lo viera allí, bañadode pronto por esas irritantes ondas blancas que vie-nen de la cocina, le preguntaría qué hace allí, a solas,en medio de la oscuridad. Y el hombre tendría quedecir algo o no decir nada y levantarse, aunque yadaría igual porque el juego habría perdido entoncestodo el sentido. Hay gente que no tiene maña parareconocer esa clase de cosas. Mi mujer, por ejemplo.A ella le gusta la electricidad. No sé por qué suenatan serio todo lo que digo si sólo quiero hablar unpoco. Me gustaría que esto no sonara así. Me gus-taría decirlo de otro modo, pero uno dice las cosascomo puede y no como le gustaría. Una vez cono-cí a un tipo que se pasaba las horas afilando palitoscon un cuchillo oxidado. No hacía nada con lospalitos, no los esculpía. Sólo les iba quitando ca-pas. Las virutas se acumulaban en el suelo. Luegotiraba los palitos. Así me gustaría decir las cosas.

www.elboomeran.com

Page 9: Juan Cárdenas LOS ESTRATOS - elboomeran.com · vitablemente asocio con la felicidad de la infancia: olor de aguas aceitosas, limo ... que dormimos mi mujer y yo, me vuelvo a sentar

14

Por fin, en la planta baja mi mujer contesta. Lavoz llega hasta mí en sordina y tampoco me pertur-ba. Podría pasarme al menos una semana entre es-tas frases hechas y la calma sedante de los chis-porroteos. Por el tono diría que es mi suegra. Misuegra telefonea todos los días desde un lugar queambas, mi mujer y mi suegra, llaman el pueblo.Nadie diría que mi mujer es una campesina, por losmodales y la ropa. Por la forma que tiene de tratara las empleadas del servicio, que no nos duran niuna semana. Hace el papel de la gran señora, lastrata de brujas con una actitud que trasluce agresi-vidad pero también mucho miedo. Y al final las echa.O ellas se van. Pero esta descripción no le hace jus-ticia a mi mujer. Me gusta mi mujer. Tiene el pelonegro y abundante, los ojos del color de la miel,los dientes parejitos y las piernas largas. Me gustaverla bailar, pero me gusta más verla dormir. A ve-ces, por las noches, cuando ella se despierta y per-cibe que yo llevo horas sin poder pegar ojo, le pre-gunto cómo era cuando vivía en el pueblo. Ella diceque prefiere no acordarse y se da la vuelta. Última-mente duermo mal y poco. A veces me preguntocómo será el pueblo. Una vez vi una foto de mimujer cuando era niña. Me la enseñó mi suegra. Másque una niña parecía un animalito asustado, la mi-rada huidiza y un vestido blanco que le quedabagrande, seguramente prestado para la foto.

www.elboomeran.com

Page 10: Juan Cárdenas LOS ESTRATOS - elboomeran.com · vitablemente asocio con la felicidad de la infancia: olor de aguas aceitosas, limo ... que dormimos mi mujer y yo, me vuelvo a sentar

15

2]

Son más de las doce y no puedo dormir. Salgo adar una vuelta. Mucho olor a pasto recién cortado,las flores y los ficus gotean. Los aspersores giran enmedio del prado, el brillo de las farolas es endebleen comparación con el zumbido que producen. In-cluso se pueden ver algunos luceros en el cielo. Pa-gamos un recibo mensual para que las cosas esténambientadas así. Al final de la calle adoquinada quediscurre frente a la hilera de casas, empieza un sen-derito de grava roja. El senderito serpentea y se pier-de en una zona verde con árboles. Alguien ha ape-dreado varios faroles. Eso hace que haya algunospuntos muy oscuros y otros que verdean nerviosa-mente debajo de la luz. El frescor de los aspersoresdisimula bien el calor. Es muy agradable caminar porel senderito sintiendo cómo la brisa de los aspersoresllena el aire con el perfume de los árboles y la tierrahúmeda. Cantan mil voces de ranitas. Casi al final, aun costado del sendero, hay una barrera de cipresesadultos que fueron trasplantados de un cementeriodemolido hace un par de años. La empresa que seencargó de la demolición es la misma que construyóeste complejo residencial y alguien tuvo la feliz ideade traer los cipreses. Por fin, el senderito se interrum-

www.elboomeran.com

Page 11: Juan Cárdenas LOS ESTRATOS - elboomeran.com · vitablemente asocio con la felicidad de la infancia: olor de aguas aceitosas, limo ... que dormimos mi mujer y yo, me vuelvo a sentar

16

pe en unos arbustos que llegan a la altura del pecho.Detrás de los arbustos está la reja de seguridad. Ydetrás de la reja de seguridad, una calle en la que nosuele haber nadie, ni de día ni de noche. Enfrentesiguen las ruinas de la antigua Normal de Varonesque, según entiendo, era un colegio donde la genteestudiaba para convertirse en profesor de escuela.El edificio es enorme, de tres pisos, con las paredesdescascaradas y verdosas por la humedad. Las en-redaderas han tenido tiempo suficiente para invadircasi toda la reja de la fachada. También hay muchosvidrios rotos, un frondoso árbol de mangos y unavalla que anuncia la pronta construcción de otraunidad residencial.

De regreso por el senderito, justo detrás de loscipreses, veo el techo de la casa modelo. La casamodelo se construyó para promocionar el proyectode urbanización entre los compradores. De hecho,al principio sólo estaba la casa modelo en medio deun potrero vacío, algo de maquinaria pesada y unpuñado de obreros. Los compradores venían y lesmostraban la casa modelo para que se hicieran unaidea cabal de lo que estaban comprando. Despuésde terminar el proyecto, en lugar de demolerla, losarquitectos, siempre ocurrentes, resolvieron dejar-la en la zona verde, medio escondida entre los árbo-les. Desde hace un par de semanas el insomnio mearrastra hasta aquí. Me adentro en el bosque. Pa-

www.elboomeran.com

Page 12: Juan Cárdenas LOS ESTRATOS - elboomeran.com · vitablemente asocio con la felicidad de la infancia: olor de aguas aceitosas, limo ... que dormimos mi mujer y yo, me vuelvo a sentar

17

seo un rato entre los cipreses. Remoloneo muchopor los alrededores pero siempre acabo entrando ala casa. Camino por las piezas vacías, me siento en elsuelo de la sala. También entro a la pieza de la em-pleada del servicio, cosa que nunca hago en nues-tra casa. Es una pieza enana, demasiado enana, don-de apenas hay sitio para la cama, un armarito y latelevisión de 14 pulgadas. Asfixiante incluso estan-do vacía. Camino por el piso de arriba. Entro a lapieza pequeña, la de los hijos que no he tenido, ymiro por la ventana, hacia los árboles donde hayzonas de luz y de oscuridad. Voy a la pieza en laque dormimos mi mujer y yo, me vuelvo a sentaren el suelo y enciendo un cigarrillo. A medida queecho las volutas al aire muerto de la pieza, con lamirada perdida en el trozo de cielo que alcanzo aatisbar desde aquí abajo, vuelvo a tener el regustoimpreciso de aquel recuerdo infantil: una bahía su-cia, un puerto. Y esta vez, con cierta desilusión, medoy cuenta de que la urgencia por recordar me lle-va a añadir detalles inventados. Un pelícano que sezambulle. La estela de espuma que por unos ins-tantes agrupa los detritos. Una ceiba donde des-cansan las garzas blancas.

Las volutas ascienden en espiral antes de disi-parse. Una estrella brilla en mi pedazo de cielo ypor la pared camina una lagartija muy pequeña. Sequeda quieta. Camina. Se queda quieta.

www.elboomeran.com

Page 13: Juan Cárdenas LOS ESTRATOS - elboomeran.com · vitablemente asocio con la felicidad de la infancia: olor de aguas aceitosas, limo ... que dormimos mi mujer y yo, me vuelvo a sentar

18

Vuelvo por el senderito, rodeo la hilera de casasy me interno en la plazoleta de la piscina con la in-tención de entrar por la puerta corrediza de la par-te trasera. Como hace calor me desabrocho un parde botones de la camisa. En ésas, salido de la nada,aparece un vigilante. Mi gesto de sorpresa es evi-dente. El vigilante es nuevo, no debe de llevar másde dos semanas en el trabajo. Me saluda sin disi-mular que le extraña verme allí. La situación exigeun acto de normalización. Hace un calor infernal,digo. Es un muchacho negro y bajito, con seguri-dad un descendiente de las nobles tribus pigmeas,pero él no lo sabe y sus movimientos emiten seña-les de incomodidad y desprecio hacia su propiocuerpo. Sí, hace calor, dice y saca a relucir la denta-dura. Pailas, dice, así habla, pailas. Luego me pre-gunta si estoy preocupado por algo. Niego con lacabeza. Después de un largo silencio incómodoconfiesa que no dormía cuando tenía muchas deu-das y que como estaba tan preocupado tuvo quehacer cosas horribles para poder pagar la plata quedebía. Coge confianza. Quiere hablar. Y lo peor esque después de hacer todo eso, dice, nunca recu-peré el sueño. Me quedó un cansancio muy malucometido por dentro, un cansancio que no se me qui-ta nunca. Así vivo, dice, pailas. Y usted… ¿Tienedeudas? No, no tengo deudas. Pues no se endeu-de, sigue él, no se vaya a ver en lo que me tocó a

www.elboomeran.com

Page 14: Juan Cárdenas LOS ESTRATOS - elboomeran.com · vitablemente asocio con la felicidad de la infancia: olor de aguas aceitosas, limo ... que dormimos mi mujer y yo, me vuelvo a sentar

19

mí. Eso no se lo deseo a nadie porque entonces ahísí es cierto que se le desbarranca la vida. Me quedoesperando a que me ofrezca alcohol. Los vigilantesde la unidad tienen fama de borrachos. Pero el tipono me ofrece nada, se recuesta contra una reja ymira hacia la piscina con aire soñador y pícaro. Québonita el agua, dice recibiendo uno de los cigarri-llos que le ofrezco. Le juro que con este calor memetería a bañarme. Me metería así nomás, como diosme trajo al mundo. Nos quedamos callados, fuman-do y mirando el agua inmóvil, de un azul resplan-deciente. No, pero invitaría a una amiguita, dice, yme bañaría con ella. Ahora se le sale una carcajada,quizás demasiado estridente para esa hora, quizásel vecino de esta casa se habrá despertado y se es-tará haciendo preguntas. Si alguien se asomara porla ventana ahora y me viera charlando con el vigi-lante pensaría que nos estamos emborrachando jun-tos. Un propietario y el vigilante, un cuadro sinies-tro que a mí me divierte. Una chimba de piscina,dice. Lástima que nosotros no podamos usarla. ¿Seimagina? Pero imagínese, imagínese que yo vengouna noche bien tarde, como a esta hora, vengo conuna peladita, claro, y le digo mami, vamos a bañar-nos aquí bien bacano. Nos quitamos la ropa y nosmetemos al agua. ¿Se imagina? Aparte las hembrasen piscina y de noche se ven todavía más bonitas.¿Usted ha visto cómo se ven? Nadando por la no-

www.elboomeran.com

Page 15: Juan Cárdenas LOS ESTRATOS - elboomeran.com · vitablemente asocio con la felicidad de la infancia: olor de aguas aceitosas, limo ... que dormimos mi mujer y yo, me vuelvo a sentar

20

che, con esa luz submarina y el agua toda azulita.¿Se imagina? Entonces sonrío y le contesto que sihiciera algo así vendría otro vigilante y lo sacaría atiros de la piscina. ¿A mí?, contesta achispado. No,yo no me dejo, dice, usted qué cree. Yo traigo mifierrito también y si quieren bala, yo les doy. Vuel-ve a reírse, la misma carcajada estridente. Alguienpor fin se asoma a la ventana de la casa. Se consumala escena y yo actúo con naturalidad, como si fuerala cosa más normal en esta unidad charlar de nochecon el vigilante, que no para de hacer ruido. Imagí-nese yo aquí dándome bala con mis compañeros yla hembra gritando en la piscina y yo ta-ta-ta-ta,gonorreas, por sapos, me los voy bajando uno poruno. Gonorreas. Y el agua toda azulita se manchade sangre y yo ahí metido como diciendo hijue-putas, cómo es conmigo pues y la hembra dizquesos mi héroe, papito, pailas.

3]

Salgo en el carro que ya no es tan nuevo. El muynuevo se lo llevó mi mujer, que salió bien tempra-no. El portero me pasa el correo antes de abrir lareja. Le doy las gracias y salgo a la calle vacía, ra-zonablemente limpia. Sólo acacias, almendros,guayacanes. Y no logro recordar el nombre de esos

www.elboomeran.com