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“Las Plegarías Eucarísticas” Antecedentes – Elementos – Alcance Teológico Por: Juan Francisco Salazar Llanos Curso: Eucaristía Seminario Mayor San Luis Gonzaga -2012-

Juan Francisco_ Plegarias Eucaristicas (Curso Eucaristia)

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Curso: EucaristíaSeminario Mayor San Luis Gonzaga-2012-

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“Las Plegarías Eucarísticas”

“Las Plegarías Eucarísticas”

El misal, en su introducción, presenta a la Plegaria Eucarística como “el centro y culmen de toda la celebración” (OGMR n. 54) y el Catecismo nos dice que aquí “hemos llegado al corazón y cumbre de la celebración” (CEC 1352).

Dada la importancia de la misma se ha querido desarrollar en el presente trabajo lo relacionado a ella. Partiendo por un breve recuento de sus antecedentes para ver de dónde partió y pasar luego a ver su desarrollo histórico hasta las actuales plegarias eucarísticas presentes en el Misal Romano.

En una segunda parte se verán los elementos que la componen y cómo se estructuran en las diferentes anáforas para finalmente hablar de los aspectos teológicos de las mismas en cuanto a los temas que cada una desarrolla y una posible articulación teológica.

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“Podemos ver que Su presencia sacramental en la Eucaristía es un regalo para nosotros y nos permite amar a otros y trabajar por los otros…

Señor, Tú nos entregas hoy tu vida, Tú mismo te nos das. Llénanos de tu amor. Haznos vivir en tu "hoy". Haznos instrumentos de tu paz. Amén.”

BENEDICTO XVI

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I. ContenidoI. Historia...................................................................................................................... 3

A. Antecedentes:.......................................................................................................3

1. La Berakah (oración de bendición)................................................................3

2. La Birkat ha-mazon..........................................................................................4

3. La Todah.............................................................................................................5

B. Desarrollo histórico:............................................................................................5

1. La Acción de gracias de la Ultima Cena........................................................5

2. Los primeros siglos...........................................................................................6

3. El Canon Romano.............................................................................................7

4. Las Nuevas Plegarias Eucarísticas.................................................................8

II. Elementos de la plegaria eucarística.......................................................................10

A. Estructura:............................................................................................................10

B. Elementos:............................................................................................................11

III. Aspectos teológicos...............................................................................................15

IV. Conclusión............................................................................................................18

V. Bibliografía...............................................................................................................19

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I. Historia

A. Antecedentes:

La plegaria eucarística hunde sus raíces en las plegarias de la liturgia judía de las comidas. En realidad nadie duda de su origen en la bendición judía, pero como afirma Aldazabal: “Hay opiniones encontradas respecto a cuál de las formas de oración heredadas de Israel se puede considerar como su antecedente más directo” (Aldazabal Larrañaga, 2000).

Son tres las oraciones judías con las que se la relaciona y que brevemente describiremos a continuación:

1. La Berakah (oración de bendición)Xavier Basurko hace referencia a J. P. Audet al afirmar que “esta forma oracional y cultual de Israel es la unidad estructural de la eucología judía y está en el origen del proceso que llevará hasta la plegaria eucarística cristiana” (Basurko, 1997).

Berakah significa literalmente “bendición”. Basurko distingue dos tipos:

a) Bendición breve: Dicha de modo espontáneo frente a la actuación salvadora de Dios en cualquier acontecimiento de la vida. En la Biblia encontramos como ejemplo de este tipo el pasaje de Gen 24, 26-27. Se compone de dos elementos:

Exclamación: “Bendito sea Yahvé…” Motivo: El porqué de la exclamación. “…que no ha retirado su favor y

su lealtad” (Gen 24, 27)

Se trata también de un agradecimiento pero que está recubierto por la admiración ante las grandezas de Dios. De eso se trata, de admiración y agradecimiento. Este tipo de bendición acompaña al judío durante todo el día.

En el evangelio también encontramos este tipo de oración en labios de Jesús: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios y prudentes, y se la has revelado a los pequeños” (Mt 11,25). Encontramos aquí los dos elementos: exclamación y el motivo de la bendición.

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b) Gran bendición cultual: Son bendiciones que parten de la bendición espontanea pero están más desarrolladas. Dichas por el rey o el sacerdote presidiendo. Ejm: David en 1Cr 16, 4-36 o Esdras en Neh 8-9. Elementos:

La bendición inicial como un invitatorio a la alabanza divina. Motivo: Una anamnesis o recuerdo de las maravillas de Dios en la

creación y las historia salvífica. Súplica: “… Y ahora…” (Neh 9, 32). El pasado es una garantía de

esperanza para el futuro. Doxología: Se vuelve a la bendición inicial matizándola con el tema de

la anamnesis.

Teológicamente vemos en esta oración una parte descendente: Dios desciende al hombre, se muestra a través de su actuar; y una parte ascendente: el hombre responde a Dios proclamando su nombre. La iniciativa es de Dios.

2. La Birkat ha-mazonAlgunos autores no están de acuerdo con la identificación de las diferentes clases de bendición con la Berakah criticando que se ha simplificado demasiado. Para estos autores (Ledogar, Ligier y Talley), el antecedente principal no es la berakah sino la oración de acción de gracias después de las comidas, la birkat ha-mazon (Aldazabal Larrañaga,2000).

La acción de gracias sería propiamente la idea central de esta oración. Seguiré lo expuesto por Basurko para describir el esquema del ritual de la comida en las familias judías cuando se celebraba el inicio del Sabbat o alguna fiesta de solemnidad:

Lavatorio de las manos Una primera copa de vino que bebía cada uno que llegaba diciendo esta

breve bendición: «Bendito seas, Señor Dios nuestro, rey de los siglos, que nos das este fruto de la vid» (cf. Le 22,17-18)

Comienzo oficial de la comida con la fracción del pan hecha por el padre de familia o el presidente de la comunidad, y su distribución a todos los comensales, que va acompañada de esta bendición: «Bendito seas, Señor, Dios nuestro, rey de los siglos, que haces producir pan a la tierra»

Todos comen y beben Después de la cena (y previo un nuevo lavatorio de las manos) se sitúa la

solemne acción de gracias, que consta de un invitatorio y la bendición propiamente dicha o birkat ha-mazon (acción de gracias después de la cena).

Esta Birkath ha-manzon en tiempos de Cristo sería así:

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«1. Bendito seas tú, Señor, Dios nuestro, rey del universo, tú que alimentas al mundo entero con bondad, gracia y misericordia. Bendito seas tú, Señor, que alimentas a todos.

2. Te damos gracias, Señor, Dios nuestro, porque nos has dado en herencia una tierra buena y agradable, la alianza, la ley, la vida y el alimento. Por todas estas cosas, te damos gracias y alabamos tu nombre por siempre. Bendito seas tú, Señor, Dios nuestro, por la tierra y el alimento.

3. Ten piedad, Señor, nuestro Dios, de Israel, tu pueblo, de Jerusalén, tu ciudad, de tu templo y del lugar en que tú habitas, de Sión, morada de tu reposo, del santuario grande y santo donde tu nombre es invocado, y dígnate en nuestro tiempo restaurar en su lugar el reino de la dinastía de David y redificar pronto Jerusalén. Bendito seas tú, Señor, el que edifica Jerusalén»

Esta reconstrucción hecha Finkelstein (Basurko, 1997) habría sido repetida en varias ocasiones por Cristo y sería el germen de la plegaría eucarística cristiana.

3. La TodahFinalmente el otro antecedente judío a la plegaria eucarística cristiana sería la Todah, una oración de alabanza pero con tono sacrificial con dos elementos: confesión del propio pecado y confesión de la grandeza de Dios.

Esta oración estaría relacionada con las comidas sacrificiales y sería el antecedente también de la Berakah y la Birkath ha-manzon. Esta influencia le daría a la Eucaristía un tono de renovación de la alianza y reconciliación (Aldazabal Larrañaga, 2000).

El paso de estas bendiciones judías a las cristianas no está bien determinado, lo que sí podemos afirmar es que la plegaría cristiana es heredera de la judía.

B.Desarrollo histórico:

1. La Acción de gracias de la Ultima Cena

Los cuatro relatos de la última cena presentan una misma estructura, articulada por la sucesión de cuatro verbos:

- Jesús tomó el pan; luego tomó la copa de vino.

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- Dio gracias o dijo la bendición (eucharistia/eulogia).- Partió el pan.- Lo dio a sus discípulos.-

Estos cuatro gestos nos llevan a la estructura de la misa:

Presentación de dones. Plegaria Eucarística Fracción del pan consagrado La comunión.

Debido al tema que estamos desarrollando nos centraremos en el segundo punto, la acción de gracias, para saber qué plegarias eucarísticas serían las usadas en aquel tiempo. Sobre la oración de acción de gracias pronunciada por Jesús no tenemos ninguna fórmula como tal (Basurko, 1997).

Pero Jesús se comportó como cualquier judío por lo que habría pronunciado con mucha seguridad la birkat ha-manzon, como hemos visto en el punto anterior. Estas oraciones tenían un esquema fijado pero con la libertad de improvisación en torno a esos puntos. Por ello:

“Era, pues, normal que Jesús utilizara habitualmente ese margen de libertad, reconocido por la misma costumbre, para introducir adaptaciones y quizá hasta dar un sentido nuevo a las palabras antiguas. Es muy posible que Jesús cambiase notablemente las plegarias tradicionales para evocar, en la última cena, el sentido más profundo de su misión y anunciar su muerte; ello no iba en contra de la fidelidad debida a la tradición.” (Basurko, 1997)

Las primeras comunidades cristianas siguieron lo hecho por Jesús, pero con la libertad de adaptación sin que ello merme la fidelidad al Espíritu que la inspira. Prueba de ello son las diferencias que aparecen en los relatos sobre la Ultima Cena.

2. Los primeros siglos

La Didaché e Hipólito serían los eslabones que unen las bendiciones judías con los posteriores modelos de plegaría. (Aldazabal Larrañaga,2000). En la Didaché ya se puede ver el núcleo de lo que será la anáfora cristiana propiamente, la bendición judía se ha revestido de los matices cristianos.

Hipólito, por su parte, en el siglo III, además de las descripciones sobre la oración de los cristianos, escribe en su “Tradición Apostólica” la oración del lucernario y una plegaria eucarística completa que es la que ha servido de base para la actual Plegaria Eucarística II. Esta plegaria va más en la línea de la Todah y estaría compuesta por los siguientes elementos:

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- Diálogo inicial.- Acción de gracias (centrada en el misterio de Cristo).- Relato de la institución.- Anamnesis y ofrenda.- Epíclesis de comunión.- Doxología y Amén del pueblo.

Esta anáfora de Hipólito, venerable por su antigüedad, por su simplicidad y por su densidad oracional, ha tenido una influencia considerable en las liturgias tanto de oriente como de occidente (Basurko, 1997).

3. El Canon Romano

Mientras que en Oriente las anáforas tuvieron un desarrollo bastante prolífero y variado en todas sus familias litúrgicas, en la Iglesia Latina se fijó bastante pronto un texto para la plegaría eucarística. En el siglo IV ya aparece citado en la catequesis de Ambrosio (Aldazabal Larrañaga, 2000). En el siglo VI quedaría fijado y será el único a usar hasta 1968.

A diferencia de los ritos orientales que poseen anáforas fijas pero con un número bastante nutrido de ellas para variar durante todo el año, los ritos occidentales (ambrosiano, galicano, hispánico-visigodo, romano) se fueron componiendo con piezas móviles como un mosaico. En la liturgia romana la parte móvil más importante, por no decir la única, a partir del S. IV fue el Prefacio (Basurko, 1997).

Estos son los elementos internos que la componen:

1. Diálogo inicial;2. prefacio (estructuralmente móvil);3. Sanctus;4. intercesiones con elementos de oblación;5. epíclesis I de carácter especial (ya que no se menciona al Espíritu

Santo);6. narración de la institución;7. anamnesis-oblación;8. epíclesis II, también especial (sin mención del Espíritu Santo),9. nuevas intercesiones;10. doxología final con Amén del pueblo.

Esta plegaria permanecerá por 16 siglos como la única a usar en el rito latino, hasta el Concilio Vaticano II y la aparición de las nuevas Plegarias Eucarísticas.

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4. Las Nuevas Plegarias Eucarísticas

El trabajo de renovación de la celebración litúrgica que el Vaticano II había asumido, tenía que llegar necesariamente al problema del Canon Romano, el cual aunque es rico en doctrino y espiritualidad, es deficiente en su claridad de expresión, participación de la asamblea y precisión en el actuar del Espíritu Santo en la liturgia.

Hubo la opción de modificar el Canon Romano, pero esta vía fue desaprobada por Pablo VI quién sugirió que más bien deberían prepararse nuevas Plegarias. Dom Cassian Folsom en su artículo “De una Plegaria Eucarística a muchas” cita al Card. Bugnini con su obra “La reforma Litúrgica” para señalar el mensaje que dio la Secretaria de Estado el 7 de marzo de 1966 a la comisión encargada de este tema:

«… me apresuro a comunicarle el deseo de Su Santidad de que el Canon mismo no sea tocado, al menos por ahora; todo eventual cambio deberá ser por tanto sometido a la aprobación explícita del Santo Padre, el cual a su vez piensa que no debe hacerse cambio alguno en el Canon sin previos estudios documentados y rigurosos y siempre, si llega el caso, después de consultar al Episcopado. Les tengo que decir que, considerado en conjunto, quizá sea mejor dejar el texto tradicional inalterado; esto, sin embargo, no significa que el estudio de la materia no continúe» (Dom CassianFolsom, O.S.B., 2010)

La comisión se reunió para la tarea de composición, pero es importante tener en claro, más allá de los vaivenes de la misma, el motivo de un cambio tan grande luego de 16 siglos de inmovilismo: “El motivo de este cambio fue que la multiplicidad de las anáforas nos permite expresar de modo más adecuado la fe de la Iglesia en la Eucaristía y la composición que ella tiene de la historia de la salvación, que en la eucaristía encuentra precisamente su expresión sintética” (Aldazabal Larrañaga, 2000, pág.233)

Tras el trabajo realizado en la composición de las nuevas plegarias, por fin fueron aprobadas el 27 de abril de 1968 y promulgadas el 23 de mayo del mismo año. En la reforma del Misal Romano ya se añadieron junto al Canon Romano las tres plegarias eucarísticas. Junto a su promulgación se publicó el documento “Normas sobre el uso de las Plegarias Eucarísticas

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I-IV” que contiene estas indicaciones, citado en: (Dom Cassian Folsom,O.S.B., 2010):

1. La Plegaria Eucarística I, es decir, el Canon romano, puede utilizarse siempre; su uso es especialmente adecuado a los días asignados a un Communicantes propio o a un Hanc igitur propio; a las fiestas de los apóstoles y de los santos mencionados en esta Plegaria; también a los domingos, a menos que razones pastorales reclamen una plegaria eucarística diferente.

2. Debido a sus características distintivas, la Plegaria Eucarística II se adapta mejor a los días de semana o a ocasiones especiales.

3. La Plegaria Eucarística III se puede utilizar con cualquiera de los Prefacios; como el Canon romano, debe tener prioridad los domingos y festivos.

4. La Plegaria Eucarística IV tiene un prefacio inmutable… Se puede utilizar siempre que una misa no tenga prefacio propio; su uso es particularmente adecuado para una congregación de personas con un conocimiento más desarrollado de la Escritura.

Posteriormente el Sínodo de Roma en 1974 preparó una plegaria eucarística con cuatro variantes que serán luego aceptadas por la Iglesia, también en el ‘74 se promulgaron tres nuevas plegarias para las misas con niños y en el ’75 dos más para la Reconciliación con motivo del Año Santo. La puerta para nuevas Plegarias Eucarísticas está abierta dependiendo de las Conferencias Episcopales su creación y aprobación en coordinación con la Santa Sede, así lo hicieron Bélgica, Brasil, Canadá y otros países más (Borobio, 2000).

Hay que recordar que la Plegaria Eucarística II no es nueva como tal pues una relaboración de la anáfora de San Hipólito (siglo III), la más antigua que se conoce de Occidente como ya veíamos en puntos anteriores. La III es expresión de la tradición romana y gálica y la IV procede de la tradición litúrgica antioquena.

Para la Iglesia Universal tendríamos entonces trece plegarias enteras (el Canon Romano + 3 plegarias nuevas + 4 variantes de la V plegaria + 2 para la reconciliación + 3 para misas con niños) con más de un centenar de prefacios.

En el siguiente capítulo veremos los elementos que componen estas plegarias.

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II.Elementos de la plegaria eucarística

A. Estructura:

Cada una de estas plegarias presenta sus propias características pero con una misma estructura interna, al hablar del canon romano mencionamos sus elementos, veamos ahora los elementos que componen las otras plegarias:

Diálogo introductorio Acción de gracias (prefacio) Sanctus Epíclesis I (o de consagración) Relato de la institución Anámnesis Epíclesis II (o de comunión) Intercesiones Doxología final

En el siguiente cuadro de Jean Lebon (Lebon, 1987, pág. 137) podemos ver la dinámica de los elementos de la plegaria:

Los cambios respecto al Canon Romano los podemos visualizar en el siguiente cuadro (Aldazabal Larrañaga, 2000, pág. 234):

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B. Elementos:

Veamos ahora los elementos comunes a toda plegaria eucarística:

1. Diálogo Inicial: se invita a los fieles a dar gracias a Dios de modo gozoso. Es un diálogo que prepara el ánimo y la participación dando la clave de la acción que se va a realizar. Desde la Tradición Apostólica de Hipólito, pasando por todas las liturgias orientales y occidentales, puede constatarse un diálogo semejante. Este compás inicial de la anáfora merece ser destacado por la participación del pueblo. “Desde el arranque aparece el «nosotros» como sujeto de esta oración presidencial y comunitaria a la vez” (Basurko, 1997, pág. 116) .

En la de Hipólito la encontramos como hasta hoy ha llegado: “V./ El Señor esté con ustedes… R: Y con tu Espíritu… V./ Levantemos el corazón…”. Lo central es que este diálogo debe ayudar a que toda la asamblea tome conciencia de que esta oración central va a ser una acción de todos.

2. Acción de gracias (Prefacio): El objetivo principal es recordar la historia de la salvación y dar gracias a Dios. Proviene del latín “prae-fari” en el sentido de decir o hacer algo frente a la comunidad y no tanto de “decir algo antes de” (AldazabalLarrañaga, 2000, pág. 238)

Es un elemento variable para los distintos tiempos y festividades (común, de adviento, navidad, difuntos, santos, la virgen María, etc), permite recordar los distintos aspectos del misterio salvífico, pero con contenido sobre todo cristológico dirigido al Padre. En la PE II se da un desarrollo breve y sintético centrado en Cristo, mientras que la IV da un desarrollo más amplio a toda la historia de la salvación. Las plegarias I y III son para temas

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más particulares para las que el nuevo misal ofrece una gran variedad de prefacios variables.

3. “Sanctus”: En realidad no pertenece a la estructura originaria de la plegaria eucarística la plegaria de Hipólito al menos no lo incluye. Se atribuye su introducción al papa Sixto. Su origen sí está claro: procede de Is 6,3 y de Mt 21, 9 en la segunda. Es la expresión perfecta del sacrificio de alabanza. Es “la culminación del prefacio, y uno de los momentos fuertes de la plegaria eucarística. Este himno cantado por toda la asamblea expresa la alabanza cósmica y la conexión entre alabanza terrestre y celeste” (Basurko, 1997, pág. 116).

La prolongación de esa alabanza continúa y hace resonancia haciendo un recorrido por la historia de la salvación como lo hace claramente en la plegria IV. Esta prolongación sirve también de enlace a la epíclesis de consagración.

4. Epíclesis I (de consagración): Es la invocación que se hace al Espíritu Santo (“epi-kaleo” = “llamar sobre”). Esta primera es sobre el pan y el vino para que el Espíritu de Dios los transforme en cuerpo y sangre del Señor. En las anáforas orientales esta epíclesis de consagración se dice junto a la epíclesis de comunión después del relato y la anamnesis. El sentido de esta primera epíclesis es el de “invocar la fuerza salvadora de Dios sobre los dones eucarísticos, para que también para nosotros las palabras de Cristo tengan su eficacia por el Espíritu dador de vida” (Aldazabal Larrañaga, 2000, pág. 264).

El canon romano, en toda su larga trayectoria histórica, no ha conocido ninguna invocación explícita al Espíritu Santo en su interior. En las nuevas plegarias sí aparece como tal.

5. Relato de la Institución: Este momento es introducido con tonalidades diversas por cada una de las cuatro plegarias, el misal actual, aun aceptando esta introducción diversa al relato en cada anáfora, ha unificado las palabras de la institución, que son las mismas en todos los casos.

El relato de la última cena es el “hoy” de la Pascua de Cristo. La alabanza se convierte ahora en memorial sacramental de lo que Cristo dijo y realizó tanto en la cena como en la cruz. (AldazabalLarrañaga, 2000, pág. 241)

6. Anámnesis: Retomando las últimas palabras del relato de la institución: «haced esto en conmemoración mía», continúa la oración dirigida al Padre haciendo el memorial de los misterios principales de la vida de Cristo.

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Tenemos en primer lugar la aclamación memorial del pueblo diciendo “Anunciamos tu muerte…” o “Cada vez que comemos de este pan…”. La comunidad así expresa el sentido pascual de la Eucaristía y la escatología inherente a la celebración con el “hasta que vuelvas”.

Luego el que preside continúa expresando también la anamnesis o memorial del misterio pascual de Cristo. En la plegaria I y IV esta parte es más detallada evocando la muerte de Cristo, su descenso al lugar de los muertos, su resurrección, su ascensión y su última venida gloriosa.

7. La ofrenda: Seguidamente de la anámnesis , dentro de la misma oración, “explicita que se trata del memorial de un sacrificio que se actualiza mistéricamente en la celebración, y es ofrecido al Padre, uniendo en una única oblación el sacrificio de Cristo, de la Iglesia y de los cristianos” (Borobio, 2000, pág. 143). El presidente ofrece a Dios la entrega pascual de Cristo en la cruz:

Plegaria I: “Te ofrecemos, Dios de gloria y majestad…” Plegaria II: “Te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de

salvación” Plegaria III: “Te ofrecemos en esta acción de gracias el

sacrificio vivo y santo” Plegaria IV: “Te ofrecemos su Cuerpo y su Sangre,

sacrificio agradable a ti…” Plegaria V: “Dirige tu mirada, Padre santo, sobre esta

ofrenda; es Jesucristo…” Reconciliación I: “te ofrecemos, Dios fiel y verdadero, la

Víctima que devuelve tu gracia a los hombres”. Niños I: “Te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de la

salvación proclamando así la muerte y resurrección de tu hijo”

Esta ofrenda en algunas de las plegarias también la explicita refiriéndose así misma, es decir, la comunidad se ofrece a sí misma: “acéptanos también a nosotros, Padre Santo, junto con la ofrenda de tu hijo” (I Reconciliación) o “acéptanos a nosotros juntamente con Él” (I Niños). Esto se enlaza directamente con la invocación al Espíritu sobre la comunidad que viene a continuación.

8. La Epíclesis II (de comunión): El matiz de esta invocación es que se pide que el Espíritu Santo fortalezca la unidad y sea cuerpo único y unido de Cristo. En conjunto con la primera epíclesis el sentido sería que “el Espíritu transforma el pan y el vino para, a través de ellos, transformar a la comunidad y hacerla crecer y madurar en su unión con Cristo” (AldazabalLarrañaga, 2000, pág. 257).

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9. Las intercesiones: Se evoca aquí la comunión con los vivos y con los difuntos, más que “pedir por”, lo que se profesa es que “estamos en comunión con”, en comunión con toda la Iglesia, la peregrinante aquí en la tierra, los difuntos y los santos. No celebramos la Eucaristía como un grupo particular, sino unidos a toda la Iglesia. Se nombra al Papa y al Obispo. Nos sentimos muy unidos a los difuntos, “cuya fe solo tú conociste”, es decir por todos incluyendo a los no cristianos. En comunión con los santos, en especial con la Virgen María y los apóstoles a quienes aquí se les menciona. Finalmente nos coloca de cara al Reino escatológico de Cristo que algunos ya gozan y otros tratan de conseguir: “merezcamos por tu Hijo Jesucristo compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas” (II plegaria).

10. Doxología final: La plegaria concluye con una alabanza a la Trinidad: “Por Cristo, con Él y en Él, a ti Dios Padre omnipotente, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos”. Esto reasume el tema de la alabanza y acción de gracias presente a lo largo de toda la plegaria. Esta parte es como el clímax de la celebración y esto viene subrayado con el gesto de la elevación de los dones eucaristizados. La asamblea a ello responde con el “Amen”. “La evocación trinitaria compendia la estructura trinitaria del conjunto de la plegaria eucarística" (Basurko, 1997, pág. 117)

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III. Aspectos teológicos

La plegaria eucarística es el lugar privilegiado donde la Iglesia expresa su comprensión del misterio cristiano. Decíamos que cada una de las plegarias tiene sus propios matices y lo veíamos ya en algunos puntos hasta aquí tratados. Vamos ahora a concretarlos para luego buscar una articulación teológica entre ellas, para ello seguiremos básicamente lo expuesto por Basurko (Basurko, 1997, pág. 116) :

Respecto a la anáfora II, tiene al Misterio de la Salvación como tema principal. Sólo recordaremos que se trata de la misma anáfora de La tradición apostólica de Hipólito con algunos retoques.

La plegaria III, tiene como tema principal a la humanidad salvada por la humanidad de Cristo. Proviene de las liturgias galicana e hispánica. Su primera parte es móvil, y puede utilizarse con los prefacios variables, igual que en el canon romano. En ella la eucaristía es vista desde una perspectiva trinitaria, eclesial y cósmica. Insiste en la acción del Espíritu Santo en la Iglesia, y particularmente en la eucaristía; subraya, asimismo, la íntima relación del sacrificio de Cristo con el sacrificio de la Iglesia. “En todas partes se escribe que la humanidad está enferma y que necesita curación. En realidad está enferma física, psicológica, espiritual y políticamente. En principio estamos liberados, y sin embargo somos conscientes de que queda tanto por hacer... Estamos liberados porque uno de nosotros puede liberarnos, por tener el que vino de Dios y es Dios, ese poder. Con su muerte venció a nuestra muerte, y quedamos liberados” (Nocent, 1982).

La anáfora IV: tiene a la Historia de la Salvación como tema principal y como nota característica haber asumido el estilo de las anáforas orientales. Por eso, en vez de la acción de gracias particularizada (como sucede en el canon romano y en la anáfora III), aquí la acción de gracias se despliega en un largo desarrollo, que incluye cuatro núcleos temáticos:

o Dios en sí mismoo La creación y el comienzo de la salvacióno La misión o venida del Salvadoro El misterio de la Iglesia que florece en pentecostés.

Muestra esta plegaria un estilo bíblico fuerte y con una tonalidad joánica con la invocación “Padre santo” y la alusión a los temas de la luz y de la vida. Además de su riqueza bíblica, esta anáfora acentúa el amor de Dios a los hombres, la dimensión cósmica de la salvación, el sentido del hombre y el misterio pascual.

La anáfora V tiene un lenguaje de talante actual, poético y evocativo, apropiado a la dimensión del misterio que se celebra, expresa el memorial

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eucarístico con una nueva sensibilidad cristológica, eclesiológica y antropológica. En ella se funden un lenguaje bíblico-existencial y el de la doctrina conciliar del Vaticano II en su consideración de la relación de la iglesia con el mundo.

No se puede olvidar la circunstancia para la que se compuso esta plegaria: un "sínodo" (caminar juntos, acompañar). Por ello la imagen del camino, como categoría de interpretación de la historia de la salvación, prevalece en las insinuaciones bíblicas en las que es contemplada la obra y persona de Cristo. Esta anáfora pretende proclamar cómo "el Señor camina con nosotros”: La celebración eucarística es presentada así como momento especial del encuentro y compañía del Señor en nuestro camino. Las variantes desarrollan el tema central de la compañía de Dios en nuestro camino en cuatro aspectos:

o La llamada y presencia providente de Dios en nuestro caminar (variante A)

o Cristo como camino y compañero (variante B)o El amor desinteresado como ley del camino en seguimiento de

Cristo (variante C)o La reunión de todos en la perfecta unidad del reino de Dios, como

término de nuestra peregrinación (variante D)

La plegaria eucarística para misas con niños I, es una plegaria sencilla, positiva, que pone el acento sobre la acción de gracias a partir de los sentimientos de admiración y reconocimiento, en un clima de alegría y de fiesta, alabando a Dios por todo lo que ha hecho por nosotros. Tal acción de gracias entrelaza las maravillas de la naturaleza y las de la gracia, que culminan en la obra de la salvación realizada por Jesucristo. Es llamativo el carácter afectuoso, humano y concreto de las intercesiones, que permiten incluso nombrar a padres, amigos, etc., según parezca oportuno. Por sus peculiares características es ésta una plegaria apta para niños que inician su experiencia en la vida eucarística.

La plegaria eucarística para misas con niños II tiene como idea central celebrar el amor que el Padre nos ha manifestado a lo largo de la historia de la salvación (prefacio), que Jesucristo nos ha enseñado con su vida y con su entrega (relato y anamnesis), y que el Espíritu derrama en nuestros corazones, construyendo la iglesia (epíclesis de comunión e intercesiones). Es característico de esta plegaria que dentro del relato, tanto después de la consagración' del pan como después de la del vino, los niños aclamen cantando la entrega de Cristo.

Es una plegaria adecuada para niños que ya tienen una cierta práctica de celebración o incluso diría yo para misas con jóvenes.

La plegaria eucarística para misas con niños III tiene ya una progresión respecto a las anteriores: no se proclama sólo la historia de la salvación o el amor de Dios, sino que se incluyen referencias continuas

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también a nuestra misión dentro de esa historia y a nuestras actitudes concretas ante el amor de Dios: o sea, nuestras respuestas de fe a la acción de Dios, que han de conformar nuestras relaciones con el mundo y con los demás.

El contenido y talante de esta tercera plegaria supone ya unos niños acostumbrados a la celebración y capaces de opciones responsables. Es, en particular, recomendable su utilización en los tiempos fuertes del año litúrgico, dada su posibilidad de variantes oportunas.

La Plegaria sobre la Reconciliación I gira en torno al tema de la alianza nueva establecida definitivamente por Jesucristo, como fuente de reconciliación con Dios y con los hermanos.

La Plegaria sobre la Reconciliación II por su parte, quiere celebrar el camino que Dios nos ha abierto en la entrega de Jesucristo para alcanzar la paz auténtica.

Hasta aquí hemos visto ya el trasfondo teológico de cada una de las plegarias por separado, trataremos ahora de articularlas viendo en ellas tres grandes secuencias que “englobando respectivamente el pasado, el presente y el futuro, nos permiten entrar en el proceso de intercambio entre el hombre (la Iglesia) y Dios” (Basurko, 1997, pág. 118).

Basurko explica estos tres momentos aplicando los conceptos de don – recepción – contradon hechos por Marcel Mauss a nivel sociológico y antropológico.

1. Don: Esta primera secuencia se extiende desde el arranque de la plegaria eucarística hasta la primera epíclesis. Todo parte del don de Dios, un don que parte de las Escrituras y que es presentado de una manera sintética aquí en esta primera secuencia. Se trata de un breve resumen de la historia de la salvación. Todo es narrado en pasado y expresa la iniciativa gratuita de Dios y la acción de gracias de la Iglesia por esta historia pasada.

2. Recepción: Abarca la primera epíclesis, el relato de la institución y la anamnesis. La secuencia primera estaba orientada esencialmente hacia el pasado. Esta secuencia subraya ahora la dimensión de actualidad, ya que tiene como objeto el don del mismo Jesús, muerto y resucitado, pero recibido en presente como cuerpo eucarístico. Se trata de recibir al mismo Jesucristo pero bajo un modo nuevo que él mismo nos ha dejado en memorial.

3. Contradon: Se inicia con la invocación del Espíritu sobre la asamblea reunida (epíclesis II) y adquiere su desarrollo en las intercesiones. Está orientada hacia el futuro, un futuro ya en génesis, en estado de promesa. Esta tercera secuencia está relacionado con la responsabilidad, el

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compromiso cristiano donde los cristianos son llamados a “llegar a ser lo que han recibido”. Pedir ser “llenos de su Espíritu Santo para que formemos un solo cuerpo y un solo espíritu» (anáfora III) debe ser manifestación de la implicación ética de la caridad fraterna, según la cual no se puede discernir el cuerpo del Señor sin compartir el pan.

Así la plegaria eucarística aparece como la matriz de todo el culto cristiano, donde se funden el presente, el pasado y el futuro.

IV. Conclusión

Tras haber visto todas las plegarias eucarísticas podemos concluir definiendo a la Eucaristía a partir de lo visto en este tema que hemos desarrollado. Podemos verla como una celebración comunitaria, memorial del sacrificio pascual de Cristo; en la que el pan y el vino transformados por las palabras de Cristo y la invocación del Espíritu, en el cuerpo y la Sangre del Señor, se nos da para que entremos en comunión con Él, y así transformar la comunidad eclesial para que en medio del mundo colabore en la transformación de este mundo en el Reino de Cristo.

V. BibliografíaOrdenación General del Misal Romano. (1969). Ed. tipica.

Aldazabal Larrañaga, J. (2000). La Eucaristía (Segunda ed.). Barcelona: Centre de Pastoral Liturgica.

Basurko, X. (1997). Para comprender la Eucaristía. Navarra: Edv.

Borobio, D. (2000). Eucaristía. Madrid: BAC.

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Castellano cervera, J. (2004). El misterio de la Eucarstía. Valencia: Edicep.

Dom Cassian Folsom, O.S.B. (17 de octubre de 2010). De una plegaria eucarística a muchas. Recuperado el 25 de junio de 2012, de Info Católica: http://infocatolica.com/blog/germinans.php/1007170947-de-una-plegaria-eucaristica-a

Lebon, J. (1987). Para vivir la Liturgia. Navarra: ESTELLA.

Nocent, A. (1982). El Año Litúrgico: Celebrar a Jesucristo (Vol. V). Sal Terrae.

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