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JUANA, MUJER DE CUSA La fuerza del Espíritu Oración (del siglo x) «Trinidad que veneramos, unidad que adoramos. Por ti hemos sido creados, verdadera eternidad, por ti hemos sido redimidos, suma caridad. Salva a tu pueblo, libéralo, protégelo, purifícalo. Te adoramos, omnipotente, y te cantamos. A ti la alabanza y la gloria». OY Juana, la mujer de Cusa. Yo seguí a Jesús, cuidé de él y de sus discípulos junto con María, Susana y las otras mujeres; ca- miné junto a él, escuché su Palabra y me dejé tocar el corazón por él. También yo, como los discípulos, me sentí profundamente con- mocionada por su condena y su muerte... Acudí con las otras mujeres al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús con aromas y aceite perfumado que habíamos preparado per- sonalmente, y encontramos el sepulcro vacío. Mi corazón me decía que había sucedido lo imposible: Jesús no podía morir; Jesús estaba vivo y seguía aún con nosotros. Sí, tal vez de manera diferente, pero allí estaba. Y mis sensaciones se vieron confirmadas por dos seres extraordinariamente luminosos que nos dijeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?». Junto a las otras mujeres, recordé sus palabras, lo que él había dicho de sí mismo, y comprendí que el tercer día había sido el día de la vida pa- ra él y para nosotros.

JUANA, MUJER DE CUSA - Comunidad católica · E pronto oí un ruido como el de un trueno. Era extraño, pues el día había sido cálido y sereno, y el sol estaba poniéndo-

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JUANA, MUJER DE CUSALa fuerza del Espíritu

Oración(del siglo x)

«Trinidad que veneramos,unidad que adoramos.

Por ti hemos sido creados, verdadera eternidad,por ti hemos sido redimidos, suma caridad.

Salva a tu pueblo,libéralo, protégelo, purifícalo.

Te adoramos,omnipotente, y te cantamos.A ti la alabanza y la gloria».

OY Juana, la mujer de Cusa. Yo seguí a Jesús, cuidé de él y desus discípulos junto con María, Susana y las otras mujeres; ca-

miné junto a él, escuché su Palabra y me dejé tocar el corazón por él .También yo, como los discípulos, me sentí profundamente con-

mocionada por su condena y su muerte...Acudí con las otras mujeres al sepulcro para ungir el cuerpo de

Jesús con aromas y aceite perfumado que habíamos preparado per-sonalmente, y encontramos el sepulcro vacío.

Mi corazón me decía que había sucedido lo imposible: Jesús nopodía morir; Jesús estaba vivo y seguía aún con nosotros. Sí, tal vezde manera diferente, pero allí estaba. Y mis sensaciones se vieronconfirmadas por dos seres extraordinariamente luminosos que nosdijeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?». Junto alas otras mujeres, recordé sus palabras, lo que él había dicho de símismo, y comprendí que el tercer día había sido el día de la vida pa-ra él y para nosotros.

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Corrimos al lugar donde se encontraban los discípulos para na-rrar lo que habíamos visto, y los encontramos aturdidos por una se-rie de noticias que les habían desconcertado: Jesús se había apareci-do a María Magdalena, a los once, a dos discípulos que se alejabande Jerusalén, y a Pedro junto al lago... ¡No había duda: estaba real-mente vivo!

Durante cuarenta días tuvieron lugar otros encuentros personalesy con grupos de discípulos. Él invitó a Galilea a los once y, cuandoacudieron, les recomendó que no se alejaran de Jerusalén hasta quellegara el verdadero bautismo.

Se acercaba el final del día, también nuestra esperanza se estabaagotando, teníamos miedo... y orábamos como nos había dicho elResucitado, aunque era una manera de exorcizar nuestros temores.De hecho, los jefes de los judíos estaban contando a quien quisieraescucharlo que el cuerpo de Jesús había sido sustraído por sus discí-pulos; algunos decían que nos andaban buscando para acusarnos einterrogarnos...

Nos encontramos en una sala y, mientras llegaba la tarde y lassombras lo envolvían todo, estábamos juntos; juntos para creer enaquel Jesús que sabíamos que había resucitado; juntos para darnosánimos unos a otros, para seguir esperando y para contagiar a losdemás nuestra esperanza.

E pronto oí un ruido como el de un trueno. Era extraño, puesel día había sido cálido y sereno, y el sol estaba poniéndo-

se dulcemente; nos golpeó un fuerte viento que entró en el lugar yllenó toda la casa...

Llenó nuestro espacio vital, el lugar de nuestra misma existencia.Todos lo sentimos, y estábamos atónitos por tal irrupción; se abrie-ron de par en par puertas y ventanas, y nos sentimos invadidos poruna gran fuerza. Era como una energía vital que nos devolvía la pa-sión y el entusiasmo que teníamos cuando Jesús estaba con nosotros.Junto al viento percibimos lenguas resplandecientes como de fuegoque, dividiéndose, se posaron sobre cada uno de nosotros, poniendode relieve nuestra identidad y unicidad. Sentimos realmente que na-cíamos de nuevo, que éramos casi regenerados, como si en nosotroshubiese sucedido algo verdaderamente nuevo y único.

L fragor de esta manifestación de Dios lo oyeron todos los quese hallaban presentes en los alrededores: era la fiesta de Pen-

tecostés, fiesta de la Alianza, muy importante para nosotros. Se ha-bían reunido en Jerusalén para aquella ocasión judíos de diversas na-ciones; nosotros empezamos a hablar, a contar lo que Jesús había he-cho y dicho, y cada uno de los presentes escuchaba la narración dela bondad de Dios según su propio modo de comprender, su propialengua y su cultura. Nosotros, que antes estábamos llenos de temo-res, de titubeos, sentimos renacer el deseo de anunciar la buena noti-cia de Jesús, que nació en medio de nosotros, que vivió como noso-tros, que murió y resucitó por nosotros y que ahora estaba vivo y pre-sente en nuestro mismo deseo de contarlo.

OS que nos oían hablar no salían de su asombro, porque todospodían comprender lo que anunciábamos. Me mezclé entre

la muchedumbre y sentí, aquí y allá, comentarios y frases que refle-jaban una enorme sorpresa: «¿No son galileos todos esos que estánhablando? Entonces, ¿cómo es que todos podemos comprenderlo?Entre nosotros hay partos, medos, elamitas, habitantes de Mesopo-tamia, del Ponto, de AsiaMenor, de Egipto, de Libia, de Capadocia...Entre nosotros hay árabes, cretenses, romanos y habitantes de Fri-gia... y, sin embargo, ¡todos podemos oír y descubrir las grandesobras, las maravillas de Dios! ¿Qué ha sucedido?».

También yo estaba asombrada: ¡nuestro maestro estaba verdade-ramente presente de un modo nuevo! ¡Ahora podía llegar, gracias anosotros, sus discípulos, a los últimos confines de la tierra!Finalmente comprendí su invitación a ir y anunciar la buena noticiaa todas las criaturas...

IENTRAS me movía entre la muchedumbre que escuchabaatenta lo que los apóstoles decían, junto con el estupor y

el asombro, sentí que se expresaba también la perplejidad, la resis-tencia y la dificultad para aceptar un mensaje que cambiaba radical-

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mente el modo habitual de pensar sobre Dios, sobre la vida, sobre lareligión. Algunas personas se preguntaban qué sentido tenía aquelextraño espectáculo de pescadores ignorantes y temerosos que pre-dicaban de un modo nuevo, apasionante y lleno de fuerza; hombressencillos que conseguían hacerse entender por todos; hombres casianalfabetos que tenían la capacidad de hablar a todas las culturas, ra-zas, edades y condiciones...

Algunos empezaron también a burlarse de los apóstoles; miran-do a Pedro, Santiago, Felipe y los demás, que con tanto entusiasmoy pasión hablaban de Jesús, insinuaban que habían bebido mucho vi-no y mosto, que embriagan y hacen perder todo control e inhibición.

La propuesta de Jesús encontró también aquella tarde espíritusabiertos y personas escépticas; encontró hombres y mujeres que bus-caban, y personas, quizás como vosotros, que se preguntaban quésentido podían tener aquel anuncio y aquel «prodigio».

¿Qué sentido tiene hoy para vosotros y para otros muchos todolo que Jesús ha hecho, dicho y vivido?

* * *

Texto bíblico(Hechos 2,1-13)

«1 Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos enel mismo lugar. 2 De repente, un ruido del cielo, como de unviento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban.3 Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se re-partían, posándose encima de cada uno. 4 Se llenaron todos deEspíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras,cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. 5 Se encon-traban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las na-ciones de la tierra. 6 Al oír el ruido, acudieron en masa y que-daron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en supropio idioma. 7 Enormemente sorprendidos, preguntaban:"¿No son galileos todos esos que están hablando? 8 Entonces,¿cómo es que cada uno los oye hablar en su lengua nativa?9 Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimosen Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia,10 en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia quelimita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, 11 otrosjudíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cadauno los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia len-gua". 12 Todos estaban estupefactos y perplejos y se decíanunos a otros: "¿Qué significa esto?". 13 Otros, en cambio, de-cían riéndose: "¡Están llenos de mosto!"».

* * *

PARA LA INTERIORIZACIÓN

Esterelato sirve a losjóvenes y a los adultos para reflexionarsobre su lugar dentro de la comunidad y verificarcómo actúa en ellos el poder del Espíritu Santo.

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Después de la narración del relatose entrega a cada joven

el esquema que figura abajo.Se deja un momento de silencio y

al cabo de unos minutos, se invita a los jóvenesa ponerse en cinco lugares de la sala dondese hallan cinco carteles con estos nombres:

loscompañeros de viaje, los apasionados,los anunciadores, los peregrinos o caminantes,

los buscadores.Cada grupo (si alguno es muy numeroso, se subdivide)

reflexiona a partir del texto indicado.

Para la reflexión personal y de grupo:

• ¿Qué me ha movido a integrarme en este grupo de pertenencia?• ¿Cómo y dónde encuentro esta palabra/expresión

en mi experiencia de vida?• ¿A qué,hacia quién, cómo... me impulsa esta palabra?

Se refiere a los demás grupos la propia experiencia.Una vez que losgrupos lo han hecho, se concluye

con una invocación al Espíritu Santopara que permita vivir lo que se ha descubierto.

EN LA PRIMERA PAUSA

• ¿Cuáles son las personasque comparten conmigomomentos de oración y de búsqueda?

• ¿Pienso en ellas y las siento junto a míen este momento?

EN LA SEGUNDA PAUSA

El Espíritu, como soplo de viento, dio nueva vida a los discípulos.• ¿En qué y cómo me siento robustecido?• Pienso en situaciones en las que he sentido la fuerza del Espíritu.

EN LA TERCERA PAUSA

• ¿Qué palabra puedo anunciar hoy?• Cada uno de nosotros es invitado a decir una expresión

de la palabra del Señor que podría anunciar hoy a los demás.

EN LA CUARTA PAUSA

• ¿Hacia quién voy?• ¿A quién comunico el mensaje? La característica de la Palabra

y de quienes la anuncian no tiene límites.• Pienso en mis límites: ¿cómo consigo superarlos?• ¿Soy capaz de acercarme a quien no piensa como yo?• ¿Sé hablar el lenguaje de quienes me escuchan?

Se concluye alabando e invocandola presencia del Espíritu sobre nosotros.

... CON LOSADULTOS

tos compañeros de viaje«Estaban todos reunidos en el mismo lugar».

Los apasionados«De repente, un ruido como de un viento recio... llenó toda la casa».

Los anunciadores«Se llenaron todos de Espíritu Santo

y empezaron a hablar en lenguas extranjeras».

Los peregrinos o caminantes«Somos partos, medos, elamitas y habitantes de Mesopotamia... ».

Los buscadores«Todos estábamos estupefactos... ¿Qué significa todo esto?».

CON LOSJÓVENES...

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Oración final(Salmo 47: El Señor, rey de Israel y del mundo)

«2 Pueblos todos, batid palmas,aclamad a Dios con gritos de júbilo;3 porque el Señor es sublime y terrible,emperadorde toda la tierra.

4 Él somete pueblos a nuestro yugoy pone naciones a nuestros pies;5 él nos escogió como heredad suya:gloria de Jacob, su amado.6 Dios asciende entre aclamaciones;el Señor, al son de trompetas.

7 Tocad paraDios, tocad,tocad para nuestro Rey, tocad.8 Porque Dios es el rey del mundo;tocad con maestría.

9 Dios reina sobre las naciones,Dios se sienta en su trono sagrado.10 Los príncipes de los gentiles se reúnencon el pueblo del Dios de Abrahán;porque de Dios son los grandes de la tierray Él es excelso».