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CRISTIANISMO Y DISIDENCIA – VISIÓN HISTÓRICA ISRAEL: ORIGEN DE LA IGLESIA. No podemos comenzar a adentrarnos en la vida de la Iglesia primitiva, sin hacer una breve pero necesaria referencia a la historia del Judaísmo. La fe de Israel es el útero del cual nace la Iglesia, que se considera a sí misma como el verdadero Pueblo Mesiánico, en el cual se han cumplido plenamente las promesas hechas a Israel, el Pueblo de la Antigua Alianza. Por lo tanto, debemos asomarnos muy someramente a la historia del judaísmo anterior a la irrupción del Mesías Jesús, para detenernos luego en el judaísmo contemporáneo a la Iglesia primitiva. EL JUDAÍSMO: DESDE SUS ORÍGENES HASTA LA ÉPOCA ROMANA La literatura bíblica y la investigación arqueológica ofrecen la primera información respecto a la historia del judaísmo. En un principio (época patriarcal, desde unos 2000 años antes de Cristo), Israel no era monoteísta, sino más bien henoteísta: a pesar de que ellos adoraban a un solo Dios, no negaban la existencia de otros dioses en el caso de otras naciones. El Antiguo Testamento muestra un progreso desde el henoteísmo (creencia según la cual existe una deidad suprema y otras inferiores) al monoteísmo (creencia de que este Dios es el único Dios y al que se debe temor y fidelidad absolutos). Alrededor del 1700-1600 a.C., algunos clanes hebreos descendientes de Abrahám se establecen en Egipto. Durante el reinado del faraón Ramsés II o bajo su sucesor, Meneptah, los inmigrantes hebreos abandonan Egipto bajo la guía de Moisés, es el Éxodo (c. 1230 a.C.); Israel debió peregrinar largo tiempo por el desierto antes de poder asentarse nuevamente en Palestina; a la fecha Israel era una confederación de tribus; y más tarde un 1

Judeocristianismo

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documento que habla sobre los inicios del cristianismo en los primeros siglos a partir de un contexto judío-romano

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CRISTIANISMO Y DISIDENCIA – VISIÓN HISTÓRICA

ISRAEL: ORIGEN DE LA IGLESIA.

No podemos comenzar a adentrarnos en la vida de la Iglesia primitiva, sin hacer una breve pero necesaria referencia a la historia del Judaísmo. La fe de Israel es el útero del cual nace la Iglesia, que se considera a sí misma como el verdadero Pueblo Mesiánico, en el cual se han cumplido plenamente las promesas hechas a Israel, el Pueblo de la Antigua Alianza. Por lo tanto, debemos asomarnos muy someramente a la historia del judaísmo anterior a la irrupción del Mesías Jesús, para detenernos luego en el judaísmo contemporáneo a la Iglesia primitiva.

EL JUDAÍSMO: DESDE SUS ORÍGENES HASTA LA ÉPOCA ROMANA

La literatura bíblica y la investigación arqueológica ofrecen la primera información respecto a la historia del judaísmo. En un principio (época patriarcal, desde unos 2000 años antes de Cristo), Israel no era monoteísta, sino más bien henoteísta: a pesar de que ellos adoraban a un solo Dios, no negaban la existencia de otros dioses en el caso de otras naciones. El Antiguo Testamento muestra un progreso desde el henoteísmo (creencia según la cual existe una deidad suprema y otras inferiores) al monoteísmo (creencia de que este Dios es el único Dios y al que se debe temor y fidelidad absolutos).

Alrededor del 1700-1600 a.C., algunos clanes hebreos descendientes de Abrahám se establecen en Egipto. Durante el reinado del faraón Ramsés II o bajo su sucesor, Meneptah, los inmigrantes hebreos abandonan Egipto bajo la guía de Moisés, es el Éxodo (c. 1230 a.C.); Israel debió peregrinar largo tiempo por el desierto antes de poder asentarse nuevamente en Palestina; a la fecha Israel era una confederación de tribus; y más tarde un reino (c. 1000 a.C.). Celebraban, como una de sus primeras experiencias históricas, el fin de la esclavitud a la que los habían sometido los egipcios, y muy especialmente la conquista y asentamiento en las tierras de Canaán (tierra de Israel, c. 1.100 a.C.).

Su máxima deidad era Yahvé, el Dios de los Patriarcas que había sacado a los israelitas de Egipto, guiándolos hasta la Tierra Prometida. La religión israelita estaba íntimamente relacionada y enfocada hacia su dependencia agrícola. Se creía que Yahvé era el Dueño de la lluvia que podía garantizar una cosecha fructífera o hambrunas, sequías y pestilencia si la comunidad se mostraba poco creyente y obstinada. Israel, en su vida normal, se veía a sí mismo como dependiente de Dios y se obligaban a responderle con sacrificios u ofrendas propiciatorias. A medida que fue pasando el tiempo, el culto se centró en el santuario real de Jerusalén.

Luego del período de los Jueces y una vez reconquistada la Tierra de Israel, comienza (alrededor del año 1000 a.C.) el período de la monarquía. Las Doce Tribus constituyen el Reino de Israel, que en su mayor extensión incluyó el actual Estado de Israel y parte de Jordania y el sur de Siria. Comenzó su existencia con el rey Saúl a principios del siglo XI a.C., y alcanzó su punto culminante con sus sucesores, David y Salomón.

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Tras la muerte de Salomón en el 922 a.C., el país se dividió en dos. El nombre de Israel fue mantenido por el reino del norte con capital en Samaria, que fue destruido por los asirios en el 722 a.C. El reino del sur, conocido como reino de Judá, cuya ciudad principal pasó a ser Jerusalén, siguió existiendo hasta el siglo VI a.C., cuando fue conquistado por el Imperio babilónico (586 a.C.); comienza así la época del exilio o de la cautividad en Babilonia, término aplicado al periodo entre la deportación de los judíos de Palestina a Babilonia por el rey Nabucodonosor II (586 a.C.) y su liberación el año 539 a.C. por el rey persa Ciro II.

La mayoría de los judíos que vivían en Babilonia no regresó a Palestina al final del exilio, pero se convirtieron en una parte de la diáspora, o grupo de judíos disgregados en diversos territorios fuera de Palestina.

Se desarrolló en este período una verdadera religión monoteísta, en la que el Dios de Israel era visto como el Dios que dirigía la historia universal y el destino de todas las naciones.

La esperanza mesiánica que surgió a partir del exilio de Babilonia, para lograr restaurar el reino de Judá bajo el liderazgo de un vástago de la estirpe de David, parece justificarse plenamente cuando Ciro II el Grande (c. 600-529 a.C.), Rey de los Persas, después de conquistar Babilonia en el 539 a.C., autorizó la repatriación del pueblo subyugado y la restauración del Templo de Jerusalén.

Sin embargo, el restaurado Estado de Judá no logró alcanzar totalmente esta esperanza, porque los persas no permitieron el restablecimiento de la monarquía de Judá, sino únicamente el establecimiento de un estado administrado por un sumo sacerdote.

LOS MACABEOS Y EL PERIODO ROMANO

La llegada de la cultura griega a Oriente Próximo, que comenzó con la conquista de Alejandro Magno en el 331 a.C., hizo que la cultura originaria de la zona se pusiera a la defensiva. La revuelta de los Macabeos1 (165-142 a.C.), que comenzó como una guerra civil entre judíos helenizados y no helenizados, concluyó en una guerra que logró la independencia política para el reino de Judá de la dinastía Seleúcida2; este desorden cultural y político tuvo un fuerte impacto en la religión judía.

Durante este periodo se compusieron los primeros escritos apocalípticos; este género de revelaciones crípticas interpretaban la guerra de aquel entonces como parte del conflicto cósmico entre las fuerzas del bien y las del mal, que acabarían con la victoria de las legiones de Dios. A todos los judíos que habían llevado una vida honorable y que habían muerto en combate, les estaba prometida la resurrección del cuerpo el día que Dios celebrara el Juicio Final.

A pesar de que con las victorias de los Macabeos se inauguraron los 80 años de independencia política de Judá, siguió habiendo desórdenes religiosos. Los miembros de la familia sacerdotal de los Asmoneos, quienes habían liderado la revuelta, se autoproclamaron reyes hereditarios y sumos sacerdotes, a pesar de no pertenecer al alto linaje de los antiguos

1 Macabeos: familia de patriotas y gobernantes judíos, que destacó durante los siglos II y I a.C., cuyos miembros son también conocidos como los Asmoneos (especialmente aquellos que gobernaron desde el 134 a.C.). Los Macabeos dirigieron al pueblo judío en su lucha por la libertad respecto del poder sirio de los Seléucidas. Sus hazañas y las leyendas que les rodean se narran en los libros de los Macabeos del Antiguo Testamento.

2 Dinastía Seléucida: dinastía de reyes macedonios que reinó en Oriente Próximo desde el siglo IV hasta el siglo I a.C. Se estableció cuando el Imperio de Alejandro Magno se repartió entre sus seguidores.

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sumos sacerdotes. Esto, unido a la vida ostentosa que llevaban, propia de la monarquía helenística, provocó una furiosa oposición de grupos como el de la comunidad de Qumrán. Liderados por sacerdotes disidentes, esta secta estaba convencida de que el templo de Jerusalén había sido profanado por los Asmoneos, y se vieron a sí mismos como un templo purificado y aislado en el desierto.

El grupo de Qumrán probablemente pueda ser identificado con los esenios, que ya aparecen descritos por el historiador judío Flavio Josefo (37 d.C.-c.101), y por otros escritores de la época. Josefo también describió otros dos grupos, los saduceos y los fariseos, ampliamente mencionados en el Nuevo Testamento.

Todas las facciones religiosas de aquel periodo, hacían especial hincapié en reconocer la autoridad de la Sagrada Escritura, a la que, por supuesto, cada grupo dio su propia interpretación. Veamos con más detención estos grupos político-religiosos del Israel contemporáneo de Jesús y de la Comunidad cristiana primitiva.

Los Sumos Sacerdotes: El año 30 d.C. el sumo sacerdote en funciones es Caifás y el jefe de su familia es su suegro Anás, ex sumo sacerdote. Estos hombres son hechura de los romanos, es decir, de un modo u otro, conviven con el poder romano.

El Sumo Sacerdote era en Israel el máximo jefe religioso de la nación. La institución del sumo sacerdocio era muy antigua, comenzando, según el Pentateuco, con Aarón, hermano mayor de Moisés. En tiempos del segundo Templo de Jerusalén (c. 500 a.C.), el sumo sacerdote llegó a ser considerado como cabeza visible de la teocracia y representante oficial de la nación respecto a sus gobernantes persas. El sacerdocio se mantuvo fiel a la familia de Aarón hasta la dominación de Israel por los griegos y, después, por los romanos, cuando los gobernantes extranjeros comenzaron a otorgar el cargo a hombres de su confianza.

Al sumo sacerdote judío sólo se le permitía casarse con una mujer israelita virgen, y tenía prohibido cualquier contacto impuro que pudiera mancillarlo. Sus funciones consistían en esencia en la administración del Templo y de la religión judía. Sólo él podía entrar una vez al año (durante la fiesta del Yom Kipur3) al recinto más sagrado del Templo, el Sancta Sanctorum, lugar donde se guardaba el Arca de la Alianza. Utilizaba vestiduras de gran esplendor, excepto cuando entraba al Sancta Sanctorum, pues entonces llevaba una sencilla vestidura blanca. Proclamaba las revelaciones divinas, teniendo el privilegio exclusivo de consultar a Dios. Aunque el sumo sacerdote no contase con la potestad judicial, se podía apelar a él sobre cualquier asunto, y las decisiones importantes sobre política necesitaban su consentimiento.

LOS SADUCEOS: son un partido a la vez político y religioso, fiel al ideal sacerdotal centrado en el Templo. Provenían de los círculos más abiertos a la cultura helenista. Cuando se agrupan, la fe en la resurrección no había llegado a ser creencia general en los judíos; de ahí que rechazaran la

3 Yom Kipur (‘día de la expiación’), es la más sagrada de las efemérides judías. Junto con Rosh Ha-shaná, constituye los llamados Días Solemnes. Yom Kipur es una jornada de confesión, de arrepentimiento y de plegarias para que se olviden los pecados cometidos durante el año contra las leyes de Dios y la alianza con Él. Es también el día en que se supone que se decide el destino de cada persona durante el año siguiente. Las leyes relativas a esta festividad pueden encontrarse en Levítico 16; 23,26-32; 25,9 y en Números 29,7-11. En la época del Templo de Jerusalén, el sumo sacerdote ofrendaba sacrificios para la expiación de los pecados. Durante el ritual, colocaba sus manos sobre un carnero mientras confesaba los pecados del pueblo. A renglón seguido, el carnero era llevado al campo y lanzado desde un precipicio. Este acto era un símbolo de la expiación y del perdón de Dios.

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resurrección. En tiempos de Jesús se habían convertido en un partido político-religioso de talante aristocrático.

Los saduceos surgieron en el siglo I a.C. Reconocían como reglas obligatorias sólo las de la Torá escrita, rechazando las interpretaciones tradicionales de los escribas y el desarrollo de la Ley. Rechazaban la tradición farisaica, que representaba un punto de vista religioso y legal más antiguo. Los saduceos no creían en la resurrección ni en ningún tipo de inmortalidad personal; rechazaban también a los ángeles y a los espíritus. El movimiento saduceo fue denunciado por Jesucristo en la frase "estén atentos a la influencia [es decir, la doctrina] de los fariseos y los saduceos" (Mt. 16, 6-12). Los saduceos desaparecieron con la caída del estado judío, arrasado por los romanos en el año 70 d.C.

LOS FARISEOS: eran más rígidos y cerrados que los anteriores. Se reconocían a sí mismos como una agrupación de hasidim (piadosos). En tiempos de Jesús estaban dominados por el grupo de los escribas.

Denominados unas veces secta y otras veces, escuela de pensamiento judío, surgen como grupo o partido independiente en el siglo II a.C. Basaron su identidad en mantener una fuerte resistencia a todas las influencias griegas o extranjeras que amenazaban con minar la sagrada religión de sus padres, cumpliendo al pie de la letra lo estipulado por la Ley. Los saduceos se enfrentaban a los fariseos en asuntos políticos y, en cierta medida, en cuestiones religiosas. Los fariseos deseaban que el Estado y la totalidad de los asuntos públicos y políticos de Israel estuvieran regidos y se midieran de acuerdo a la Ley, enfrentándose así con los aristócratas y saduceos, muy abundantes entre la clase sacerdotal.

Su doctrina se basaba en el judaísmo ético, espiritual, y en ocasiones, místico, que permitió a la religión judía sobrevivir a la destrucción del Templo y del Estado judío por parte del Imperio romano en el año 70 de nuestra era. Posteriormente, el farisaísmo se convirtió en la forma dominante del judaísmo ortodoxo.

LOS ESCRIBAS: eran “laicos” que actuaban no sólo como copistas, sino como redactores e intérpretes de la Biblia y de la Ley. Entre los judíos, un escriba (del hebreo, sopher) era un copista de la Ley o un secretario que de un modo paulatino se convertía en copista oficial, lo que equivalía, en cierta forma, a un secretario oficial. El escriba era un hombre culto preocupado por la letra de la Ley y versado en las Escrituras. Los escribas de los fariseos y de los saduceos representaban diferentes, y a menudo opuestas, interpretaciones de las leyes del judaísmo. En el siglo I d.C. los escribas fueron los preservadores del judaísmo tras la destrucción del templo en el año 70.

LOS ESENIOS: eran también una rama de los hasidim. Entre ellos había círculos similares a una orden religiosa (con celibato, oración común, comunidad de bienes, etc.). Este grupo religioso judío, estaba organizado en torno a bases comunitarias profundas y a prácticas de un estricto ascetismo. La hermandad, que llegó a contar con aproximadamente 4.000 miembros, vivió en Siria y en Palestina desde el siglo II a.C. hasta el siglo II d.C. Sus principales asentamientos se encontraban a orillas del Mar Muerto.

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Los esenios no son mencionados ni en la Biblia ni en la literatura rabínica. Toda la información que se tiene de ellos proviene de los escritos y obras de Filón de Alejandría4, Plinio el Viejo5 y Flavio Josefo6.

Las enseñanzas fundamentales de los esenios eran el amor a Dios, el amor a la virtud y el amor al prójimo. Sus rasgos distintivos más importantes eran la comunidad de bienes y propiedades (distribuidas de acuerdo con las necesidades de cada uno), la estricta observancia del shabat y un aseo escrupuloso (dentro del que se incluía el lavarse con agua fría y usar prendas de vestir blancas). Tenían prohibido jurar, emitir votos (salvo los exigidos para ser miembros de la orden), sacrificar animales, fabricar armas y participar en el comercio o hacer negocios.

Sus miembros eran reclutados a través de la adopción de niños o bien entre aquellos que habían renunciado a todos sus bienes materiales. Se exigía una prueba temporal de tres años antes de que el novicio pudiera emitir sus votos definitivos, que exigían una total obediencia y discreción. La prohibición de ingerir alimentos impuros constituía una ley que podía llegar a significar la muerte por inanición.

Los esenios fueron los primeros en condenar la esclavitud, considerándola una violación de los derechos consustanciales a los hombres; se sabe que, incluso, compraban y luego liberaban a personas que habían sido hechas esclavas. Su trabajo fundamental se centraba en la agricultura y en la artesanía.

El estudio del mundo de los esenios reapareció con gran fuerza en 1947, año en que fueron descubiertos unos antiguos manuscritos hebreos, cerca del mar Muerto, en Qumrán, lugar que pudo haber sido, en el siglo I d.C., zona de asentamiento de alguna comunidad esenia. Entre los manuscritos, había un manual de observancias religiosas y vida común, que puede relacionarse con el modelo de vida de los esenios.

¿Hubo relaciones entre los esenios y la comunidad cristiana primitiva? Por una parte los documentos cristianos atestiguan ciertas semejanzas entre algunos aspectos de la comunidad cristiana de Jerusalén y lo que sabemos de los esenios por los manuscritos del Mar Muerto y los datos de Filón y Josefo. Pero no sabemos si las prácticas semejantes, que sólo conocemos por lo que se refiere a la comunidad de Qumrán, se daban también en otros ambientes del judaísmo. Por otra parte, había comunidades judías en las que no era extraña la comunidad de bienes y los banquetes comunitarios. Esta parece ser la explicación más probable hasta ahora de las similitudes que podemos advertir entre ambos grupos.

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? Filón de Alejandría (c. 20 a.C.- 50 d.C.), filósofo judío heleno. Aunque está considerado como el filósofo judío más importante de su tiempo, Filón hizo tan suyas las doctrinas procedentes de la filosofía griega que debe ser considerado también como un filósofo heleno que combinó elementos tomados de distintos orígenes dentro de una unidad original.5

?Plinio el Viejo (c. 23 d.C.-79), escritor y enciclopedista romano, máxima autoridad científica de su época. Escribió numerosas obras históricas y científicas.

6 Flavio Josefo (37 d.C.-c. 101), historiador judío, nacido en Jerusalén, de linaje real y sacerdotal. Hombre a la vez instruido y mundano, fue miembro del partido de los fariseos, y también una figura pública que, antes de la sublevación judía contra Roma (66), tuvo buenas relaciones en la corte del emperador Nerón.

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Unido a lo anterior, lo cierto y comprobable históricamente, es que tanto la comunidad judeo cristiana primitiva como los esenios, vivieron insertos en el enrarecido ambiente de fuerte talante escatológico y apocalíptico de la Palestina del siglo I de nuestra era. El hecho de que ambos grupos compartiesen un mismo contexto histórico, no prueba necesariamente que tuviesen nexos permanentes ni que luchasen por los mismos ideales ni menos que compartiesen la misma doctrina religiosa.

Los Zelotes: formaban otra facción religioso-política judía, conocida por su resistencia fanática al dominio romano en Judea durante el siglo I. Los zelotes surgieron como grupo político durante el reinado (37-4 a.C.) de Herodes el Grande.

En el año 6 d.C., cuando Judea pasó bajo dominio directo de Roma y las autoridades ordenaron elaborar un censo para aplicar impuestos, los zelotes, dirigidos por Judas de Galilea, convocaron a la rebelión. Aducían que reconocer la autoridad del emperador pagano de Roma significaría repudiar la autoridad de Dios y someterse a la esclavitud. Un grupo extremista de zelotes, denominados sicarios (los hombres daga) adoptaron una resistencia violenta, asesinando romanos y judíos notables que promovían la cooperación con la autoridad de Roma. La rebelión llevada a cabo por los zelotes ese año fue sofocada enseguida y muchos de ellos murieron, pero otros continuaron preconizando la resistencia inflexible a los romanos. Uno de los discípulos de Jesús, Simón, era un zelote (Lc. 6,15).

Según Flavio Josefo, los zelotes desempeñaron un papel importante al promover y apoyar la sublevación general judía contra los romanos que comenzó el año 66 d.C. Aunque siguieron atacando a otras facciones judías, lucharon con valentía en defensa de Jerusalén hasta su caída en el año 70 d.C. Otro grupo de zelotes defendió la fortaleza de Masada ante el asedio de las tropas romanas hasta el año 73 d.C., cuando prefirieron el suicidio antes que rendirse.

¿En qué creía un judío piadoso en tiempos de Jesús?

Un Dios: Un judío piadoso, contemporáneo de Jesús, era monoteísta. Admitía, ante todo, la existencia de un único Dios, vivo y personal, santo e inaccesible pero también cercano a sus criaturas y providente.

Una ley: Afirmaba que el Dios de Israel había revelado su voluntad a su pueblo en la ley, Ésta constituía el vínculo que unía a los judíos entre sí.

Un pueblo: Israel era el pueblo de Dios porque el Señor había hecho una alianza con él, después de haberlo liberado de la esclavitud de Egipto, en el año 1.200 a.C. aproximadamente.

¿Qué hacía un judío para practicar su religión?

Celebrar las Fiestas. Las tres fiestas de peregrinación son las más importantes: reúnen al pueblo junto al templo y refuerzan la fe común. La pascua celebra la liberación de Egipto. En esta ocasión acuden unos 200.000 peregrinos a Jerusalén. La tarde del 14 de Nisán se inmola en el templo a los corderos que come la familia.

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La fiesta se prolonga durante ocho días. Pentecostés, cincuenta días más tarde, fue primero la fiesta de la cosecha, pero pasó a ser la celebración del don de la ley en el Sinaí, fiesta de la renovación de esa alianza. La fiesta de las tiendas es la más espectacular. Para recordar la estancia en el desierto, cada familia se hacía una choza de ramas en los alrededores de la ciudad.

Dar culto en el Templo. El templo de Jerusalén era el otro polo de la vida judía. En él se celebraba a diario el culto a Yahweh. Los sacerdotes desempeñaban las tareas litúrgicas y ofrecían los sacrificios. El templo significaba la presencia permanente del Señor en medio de su pueblo. En el tiempo de Jesús, se trataba del segundo templo, reconstruido luego del retorno del cautiverio en Babilonia. Es segundo templo era más grande que el primero, pero carecía de la tablas de la Ley, perdidas después del exilio.

Cumplir la Ley religiosa. Dada por Dios a Moisés, debía ser explicada y adaptada a las circunstancias cambiantes de la vida. Ello dio lugar a la ley oral o tradiciones de los padres. El trabajo de interpretación y adaptación de la ley escrita fue realizado por los escribas, que ejercían funciones de teólogos y juristas. En tiempos de Jesús muchos pertenecían al partido fariseo y gozaban de una gran autoridad ante el pueblo.

Respetar el descanso del Sábado es, con la circuncisión, la práctica más sagrada. El descanso estricto, con ciertas actividades muy limitadas y minuciosamente reglamentadas, tenía que permitir al hombre descansar y alabar a Dios.

Acudir a la sinagoga. La palabra designa la reunión de los creyentes. Como nuestra palabra “iglesia”, pasó luego a designar el edificio en donde se reúne la comunidad. Más aún que el templo de Jerusalén, lejano para muchos (por la diáspora) y adonde sólo iban (teóricamente) en las fiestas, es el lugar donde se forja la fe y la piedad del pueblo. El culto comprende una lectura de la Ley, iluminada por un texto de los profetas y seguida por una homilía.

CONFIGURACIÓN CULTURAL DE LA IGLESIA PRIMITIVA

Diversas corrientes, como la Escuela de Historia de las Religiones, ha insistido en que el nacimiento del cristianismo se puede comprender como una combinación de elementos de diversas religiones del siglo I. De este modo, la fe cristiana primitiva sobre Jesús sería una mezcolanza de los recuerdos de la actividad de Jesús, algunos elementos judíos, y algunos conceptos de las religiones paganas. Este argumento ha sido popularizado recientemente por El Código Da Vinci, que afirma que la divinidad de Cristo es reducto de una “fusión de religiones” realizada por el Emperador Constantino mediante decisiones del Concilio de Nicea I en el año 325 (siglo IV). Para los primeros cristianos, Jesús habría sido considerado un simple hombre, que producto de una votación muy estrecha, pasó a ser considerado como un ser divino; habría intervenido en todo este proceso la necesidad

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política del Emperador de unir el Imperio en torno a su persona, reforzando así el poder imperial con el lazo de una nueva fuerza religiosa aglutinante: la fe en la divinidad de Cristo.

Ante esto, vale la pena considerar la fisonomía cultural de las primeras comunidades cristianas, junto con considerar el medio ambiente cultural helenista y la realidad política del Imperio romano, pues dentro de sus límites se desarrolló principalmente la fe cristiana.

Durante los primeros años, es decir, durante el período fundacional en el que se desarrolló la fe cristiana, se pueden distinguir tres grupos de creyentes en Jesús, desde el punto de vista de sus procedencias culturales:

Los judeo cristianos de lengua aramea. Es decir, los judíos de lengua aramea que han creído que Jesús es el Mesías. Tienen su origen y sede en Jerusalén (Hechos 6,1 los llama los hebraioi)

Los judeocristianos de lengua griega. Es decir, los judíos de lengua griega que han creído que Jesús es el Mesías. Tienen también su origen en Jerusalén (Hechos 6,1 los llama los helenistas). Los helenistas no son propiamente griegos, sino judíos de lengua griega, los que naturalmente, no todos serán cristianos (ver Hechos 9,29).

Los etnocristianos (del griego, etnos = pagano, gentil, no judío). Son cristianos provenientes no del judaísmo, sino del paganismo. No son de Jerusalén y su lengua, cultura y religión de nacimiento es griega o de ambiente helenizado.

Estos dos grupos, los dos primeros, nacieron junto con el cristianismo, y sólo ellos pudieron ser relevantes para el desarrollo de la fe en Cristo de los primeros cincuenta años; es decir, del período que va entre la Pascua de Jesús y el inicio de la redacción de las cartas de San Pablo, que son los escritos más antiguos del NT.

Los etnocristianos sólo comenzaron a tener una cierta presencia minoritaria en las comunidades a partir del llamado Concilio de Jerusalén del año 48, y sólo después de los años 70, con la destrucción de Jerusalén, pudo haber comunidades mayoritariamente etnocristianas.

Veamos algo sobre la destrucción de Jerusalén del año 70. El año 66 ha habido una gran la rebelión de los judíos contra la autoridad romana, lo que provocó que el emperador Tito, hijo del emperador Vespasiano, conquistara y arrasara la ciudad en el 70 d.C.; sólo sobrevivieron a la destrucción unas pocas fortificaciones en la zona occidental. Esta catástrofe puso fin a la historia de la Jerusalén antigua. Este acontecimiento impactó también a las comunidades cristianas. Posteriormente, en el año 132, hubo un último y fallido intento de rebelión judía, comandado por Simón Bar kokeba, que terminó con la destrucción definitiva de Jerusalén; esto significará un cambio más severo todavía sobre las comunidades cristianas. Volvamos ahora a la comunidad cristiana primitiva y sus conflictos internas y con el judaísmo.

Inicialmente debió haber habido mucho intercambio, no exento de tensiones, entre las comunidades judeocristianas de lengua aramea y las de lengua griega, particularmente en Jerusalén. Las tensiones entre ambos grupos se centraron en la forma de observar la Ley mosaica y no en la cristología. Este intercambio lo posibilitaron los judeocristianos

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bilingües como Pablo, Bernabé, Pedro, Felipe, Juan Marcos o Silas, entre otros, así lo demuestran las cartas de Pablo. Incluso no se puede descartar que entre los seguidores directos de Jesús en los primeros años, haya habido judíos de habla griega.

Las primeras dificultades. Lucas, el autor de los Hechos de los Apóstoles, es un historiador, no en el sentido moderno del término (nadie lo era en la época), sino en sentido clásico: sobre la base de una cuidadosa investigación previa, compone un relato razonado de los acontecimientos (narración). Lucas ha averiguado con diligencia y narra los acontecimientos (Lucas 1, 1-4). El libro de los Hechos no es un documento histórico fundamentalmente hablando; sin embargo tampoco nos muestra una historia idealizada de la primera comunidad cristiana; sino que su narración nos presenta las tensiones y problemas de los cristianos primitivos. Lo cual hace fiable el relato desde el punto de vista histórico, pues nos muestra datos incómodos de la vida de la Iglesia primitiva. Si Lucas hubiese inventado su relato, su narración hubiese sido muy diferente. La presencia de las noticias incómodas en el martirio de Esteban7 y en el inicio de la misión confirma que estos datos históricos son fiables.

El martirio de Esteban y la sucesiva persecución a la Iglesia, que tiene como consecuencia el inicio de la misión a los gentiles, son acontecimientos históricos que nos ayudan a conocer los primeros pasos de la fe en Jesús y los conflictos en la Iglesia primitiva. El martirio de Esteban está datado circa los años 32 y 34 y nos muestra el fuerte conflicto entre la comunidad cristiana naciente y algunos representantes del judaísmo oficial. ¿Cómo se origina la controversia? Veamos Hechos 6, 8-10:

Esteban, lleno de gracia y de poder, realizaba entre el pueblo grandes prodigios y señales. Se levantaron unos de la sinagoga llamada de los Libertos, cirenenses y alejandrinos, y otros de Cilicia y Asia, y se pusieron a disputar con Esteban; pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba (Hechos 6, 8-10).

Del texto se deduce que el protagonismo de la pelea lo tuvieron los judíos de lengua griega residentes en Jerusalén, que consideraron inadmisible la predicación de Esteban. Las razones las vemos en Hechos 6,11-14: las palabras de Esteban son considerabas blasfemas. Los testigos falsos no mienten, sino más bien tuercen el sentido de las palabras de Esteban, quien citando a Isaías (66,1-2), resta valor al Templo: Jesús es superior al Templo y a la Ley, las dos instituciones más sagradas del judaísmo; ver Hechos 7, 55-58: Esteban confiesa la fe en la divinidad de Jesús.

De paso este acontecimiento, nos demuestra que ya muy temprano (año 32-34), la joven comunidad cristiana tenía convicciones muy sólidas sobre la divinidad de Jesús, y

7 San Esteban (?-34), protomártir cristiano. Según Hechos 6, 7, fue uno de los primeros siete diáconos elegidos por los apóstoles, debido a la fortaleza de su fe cristiana. Su elocuencia y facilidad para lograr conversiones le granjeó la enemistad de los judíos helenistas, quienes lo acusaron de blasfemo ante el Sanedrín. Fue condenado a morir lapidado, sin habérsele permitido defender su fe en la nueva religión. Saulo de Tarso (san Pablo) no sólo aprobó su ejecución sino que guardó las vestiduras del principal testigo contra Esteban. Por el fragmento del discurso de san Esteban que aparece en los Hechos de los Apóstoles, se le considera predecesor de san Pablo al proclamar la universalidad del cristianismo como religión sucesora del judaísmo. Su festividad se celebra el 26 de diciembre.

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esto no era sólo en un plano teórico, sino que implica dar la propia vida por esta fe que rompe con el judaísmo, que ha comenzado a perseguir a los creyentes en Jesús. El mismo Pablo será en su juventud, un celoso judío y fariseo, perseguidor de los cristianos.

La muerte del primer mártir tiene consecuencias inmediatas: la persecución de la joven comunidad, la huida de los judeocristianos helenistas de Jerusalén, y el sucesivo inicio de la misión a los paganos realizada por los que escapaban de la persecución. Según el relato de Lucas, la misión a los gentiles no fue iniciada por los apóstoles, sino por judíos de lengua griega, que huyendo de la persecución desatada por el martirio de Esteban, comenzaron la actividad misionera en Samaria, Fenicia, Chipre y Antioquía. Esta descripción no es un relato idealizado, se trata más bien de datos incómodos: no son los apóstoles de Jesús los que deciden y comienzan la misión, sino los judeocristianos de lengua griega, que huyendo de la persecución del judaísmo oficial, comienzan a predicar en tierras paganas (Hch 11,19-20).

Es decir, la persecución debió afectar al grupo de los judeocristianos helenistas, así se comprende que los apóstoles hayan permanecido en Jerusalén. Esta persecución supone que las convicciones que llevaron a Esteban a la muerte eran compartidas por un grupo considerable de judeocristianos helenistas. De otro modo, con la muerte de Esteban, las cosas se hubiesen calmado. Por lo tanto, este martirio no debió ser el único, pues las alusiones a Saulo como perseguidor dan una idea de la magnitud de la persecución judía, incluso fuera de los límites de Palestina (Gál 1,13). Es importante hacer notar que a partir del año 34, ya hay judeocristianos helenistas que realizan una misión dirigida a los “griegos”, es decir, a los paganos.

El judaísmo del siglo I

Necesariamente debemos encuadrar la vida de la comunidad cristiana primitiva en el contexto general del judaísmo del siglo I, muy complejo y entreverado. Algunos grupos judíos fueron especialmente hostiles: los sumos sacerdotes y el partido de los saduceos, según indican los Hechos de los Apóstoles. Se trata de dos grupos distintos, muy hostiles contra el judeocristianismo helenista.

El año 30 el jefe de la familia de los sumos sacerdotes en ejercicio es Anás, suegro del sumo sacerdote en ejercicio, Caifás. Estos hombres son condescendientes con los odiados invasores romanos. Por su parte, los sumos sacerdotes se muestran especialmente celosos de su influencia sobre el pueblo (Hch 5,17); los saduceos son más contrarios a las innovaciones religiosas, rechazan todo mesianismo. Ambos grupos tienen intereses comunes, pues son aristócratas y magnates.

Frente a la desatada hostilidad de los sumos sacerdotes contra los judeocristianos helenistas, la posición de los fariseos es más compleja. Un notable miembro del Sanedrín, el fariseo Gamaliel defiende a los Doce (judeocristianos de lengua aramea). En cambio, en la persecución contra los cristianos helenistas y Esteban, los fariseos son protagonistas. Esta diferencia es notable: los fariseos eran proclives a los cristianos “hebreos” y hostiles a los cristianos “helenistas”; reprochaban a estos últimos su desinterés respecto a la independencia judía, del Templo que era su símbolo y de la estructura legal de Israel (Hch

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6,13-14). Esto también nos habla de la actitud de los cristianos hebreos; había entre ellos fariseos convertidos; pero por lo general, eran judíos creyentes en Jesús fieles a la patria judía, fieles al culto del Templo, estrictos observantes de la Ley de Moisés. Ellos, sin duda formaron el grupo más importante de la primera comunidad, y atraían las simpatías de los fariseos por su celo con respecto a la Ley. A este medio pertenecen los Doce. Los vemos fieles al culto del Templo. Pero su misión los obliga a estar por encina de los partidos. En realidad el jefe de los cristianos “hebreos” s Santiago, “el hermano del Señor” (Gál 1,19), a quien hay que distinguir de los dos apóstoles de este nombre. Las tensiones entre los cristianos helenistas y los cristianos hebreos, están implícitamente expresadas en que el libro de los Hechos (escrito por un cristiano de lengua griega, como Lucas), apenas menciona a Santiago; dejando así en muy segundo plano lo que constituía la parte más importante de la Iglesia primitiva de Jerusalén. Esto se debe a que Lucas es discípulo de Pablo y éste tuvo serias divergencias con Santiago y su comunidad (Gál 2,12). Como además la comunidad de los cristianos “hebreos” prácticamente desapareció después del desastre nacional judío del año 70, no es extraño que su recuerdo terminara por borrarse. Sin embargo, la influencia dominante en las primeras décadas de la Iglesia es la de Santiago y de la Iglesia judeo cristiana de Jerusalén.

Volvamos a la persecución de los judeocristianos helenistas. Sabemos que el judaísmo del siglo I no era monolítico. Entre los diversos grupos judíos, como fariseos, saduceos, celotas y esenios, había diferencias doctrinarias de mucha importancia, que sin embargo, no provocaban grandes conflictos. Había un amplio pluralismo doctrinal dentro del judaísmo. Entonces, ¿qué provocó un enfrentamiento tan agudo como para llevar a Esteban a la muerte? ¿Hubo algunos creyentes en Jesús que comenzaron a darle un puesto en la estructura religiosa que el judaísmo consideró inaceptable? Es muy probable. Podemos reconstruir la polémica sobre la base de los cargos que se formulan contra Esteban.

Al primer mártir cristiano se le acusa de pronunciar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios, de hablar contra el Templo y contra la Ley, y de afirmar que Jesús destruirá el Templo y cambiará las leyes. Por lo tanto, la predicación de Esteban debió afirmar la superioridad de Jesús sobre la Ley y el Templo, dos de los pilares más sagrados del judaísmo. Ambos, el Templo y la Ley, están en el centro de la estructura religiosa judía, y por lo tanto, la preeminencia de Jesús por sobre el Templo y la Ley de Moisés, a los oídos de un judío ortodoxo sonaba inaceptable; era un motivo suficiente para justificar el violento altercado relatado por los Hechos de los Apóstoles. Un hecho de tal importancia explica la encarnizada persecución realizada por los judíos ortodoxos, entre ellos el piadoso fariseo Saulo.

Al judaísmo lo ofendía la afirmación de los cristianos de poner en el centro de la religión a Jesús, arrebatándole a la Torá y al Templo el lugar de preeminencia que ocupaban en la religión de Israel. Es decir, para el cristianismo primitivo (judeo cristianismo, lo sabemos, sean de lengua griega o aramea), el punto de referencia definitivo para la relación con Dios y la salvación, ya no era la Ley de Moisés ni el Templo, sino confesar a la persona de Jesús de Nazaret como Mesías y Salvador, el Mesías crucificado. En definitiva, Jesús ocupa el lugar del Templo y de la Torá y los supera.

De acuerdo con los datos que se pueden deducir de los Hechos de los Apóstoles, estas convicciones cristológicas debieron hacerse explícitas muy pronto, unos dos o tres

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años después de la Pascua de Jesús, primero en las comunidades judeocristianas greco parlantes de Jerusalén. Por eso los primeros afectados por las persecuciones habrían sido los judíos seguidores de Jesús de lengua griega (los cristianos helenistas).

Por otra parte, queda claro que ya antes de Pablo hubo misión a los gentiles llevada a cabo por los judeocristianos helenistas que huyen de Jerusalén por la persecución después del martirio de Esteban. Los nuevos cristianos frutos de esta misión, no fueron obligados a observar la Ley de Moisés y por tanto su cristología es anterior a Pablo, que no puede ser entonces el inventor del cristianismo, como se lo ha querido presentar. Esto indica que muy temprano, allá por el año 33, hay ya un cristianismo con una identidad capaz de suscitar una oposición tan severa como la que se describe en el Nuevo Testamento y de realizar una revolucionaria misión a los gentiles que desvaloriza la centralidad de la Ley y del Templo.

Los “cristianos hebreos”

El líder de esta comunidad en sus inicios es Santiago “el primo del Señor”. En la epístola a los Gálatas entrevemos su importancia y su tendencia judaizante y conservadora. Algunos documentos posteriores apócrifos8 procedentes de medios judeo cristianos (“cristianos hebreos”) nos revelan ciertos elementos de la vida y fe de estas comunidades. Por ejemplo el Evangelio de los Hebreos, que es un evangelio apócrifo del que sólo se conservan unas pocas citas hechas por autores como Clemente de Alejandría, Orígenes, Eusebio de Cesarea y San Jerónimo. El texto más antiguo que lo menciona es ''Adversus haereses'' (''Contra los herejes''), de San Ireneo de Lyon (muerto hacia el 202): critica a los ebionita9 por aceptar la autoridad de un solo evangelio "que es según San Mateo". Según

8 Apócrifos del Nuevo Testamento (del griego apokryphos, 'oculto'), título que hace referencia a más de 100 libros escritos por autores cristianos entre los siglos II y IV d.C. Estos libros poseen dos características en común: (a) en general su estilo se asemeja al de las escrituras del Nuevo Testamento, pudiendo clasificarse muchos de ellos dentro de las categorías literarias de evangelios, hechos, epístolas y apocalipsis; (b) no pertenecen al canon del Nuevo Testamento ni a los escritos de los Padres de la Iglesia reconocidos.Algunos de estos documentos fueron escritos para destinarlos a iniciados en grupos tales como los gnósticos, que sostenían que la sabiduría tenía su origen en una tradición secreta; estos libros eran auténticamente apócrifos, es decir, 'libros mantenidos ocultos'. Otros fueron compuestos para su uso abierto y generalizado en las Iglesias en las que sus autores se integraban: no llegaron a ser aceptados como parte del canon ortodoxo de la Biblia. Algunos de estos textos, como el Evangelio según los Hebreos, debe de haber tenido un rango de importancia en la vida cotidiana de los cristianos de origen judío. Otros eran leídos en círculos gnósticos, como la Epístola de Eugnostos hallada en los textos de Nag-Hammadi, una colección de tratados gnósticos descubiertos entre 1945 y 1946. Los hay, como la Historia de la Infancia de Tomás y los Hechos de Pilatos, elaborados para satisfacer la curiosidad de la gente común de la Iglesia al rellenar 'huecos' de los escritos bíblicos con fantásticos detalles acerca de los aspectos desconocidos de la vida de Jesús.

9 Nazarenos, grupo judeocristiano del siglo IV, cuyos miembros mantenían la observancia del ritual judío, incluyendo la circuncisión, el shabat y las leyes con respecto a la alimentación. También creían en la divinidad de Cristo y en el apostolado de san Pablo. Los nazarenos se diferenciaban de otro grupo de cristianos de origen judío, los ebionitas, tanto en sus creencias como por su negativa a aceptar que los cristianos no judíos pudieran mantener la observancia de los ritos del judaísmo.

Ebionitas (del hebreo ebyon, ‘pobre’), nombre que durante los siglos II y III recibieron los miembros de un grupo de cristianos de origen judío, que mantuvo muchas creencias del judaísmo. Se supone que la secta se originó cuando fue suprimida la antigua Iglesia de Jerusalén, en el 135 d.C., por orden del emperador romano Adriano. Algunos de los judíos cristianos emigraron hacia el este, cruzando el río Jordán hasta Perea (hoy en

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testimonio de varios autores (Eusebio, Epifanio, Jerónimo) estaba escrito en caracteres hebreos, pero en lengua aramea o siríaca.

El único punto conocido en que el texto difiere de los evangelios canónicos es la referencia al Espíritu Santo como madre de Jesús. Orígenes, comentando el evangelio de Juan, dice lo siguiente: "Y si alguien acepta el Evangelio de los Hebreos, donde el Salvador en persona dice: Poco ha me tomó mi madre, el Espíritu Santo, por uno de mis cabellos y me llevó al monte sublime del Tabor, se quedará perplejo al considerar cómo puede ser madre de Cristo el Espíritu Santo, engendrado por el Verbo. Pero tampoco esto le es a éste difícil de explicar". Varios comentaristas han encontrado la explicación de este pasaje en el hecho de que la palabra hebrea ''ruah'' (espíritu) es de género femenino. Otros han sugerido que en el texto subyace una identificación entre la Virgen María y el Espíritu Santo. El nombre de María, sin embargo, no se menciona en el pasaje citado por Orígenes.

Este Evangelio de los Hebreos parece relacionado con una comunidad judeocristiana de Egipto a comienzos del siglo II, Cristo resucitado se aparece en primer lugar a Santiago. En el Evangelio de Tomás, hallado en los descubrimientos de Nag-Hammadi10, y que son gnósticos, reflejan las fuentes judeocristianas del gnosticismo. En otros escritos apócrifos originados en el ambiente judeocristiano, Santiago es presentado como el personaje más importante de la Iglesia primitiva. Según el testimonio de Eusebio de Cesarea11, citando al judío convertido Hegesipo, nos dice que Santiago no bebía vino ni ninguna bebida alcohólica, que nunca se rasuraba y que pasaba su vida en el Templo

territorio jordano), autoexcluyéndose del cuerpo central de la Iglesia cristiana. En un principio, adoptaron un credo farisaico muy conservador, pero después del siglo II algunos de ellos fueron adoptando una mezcla de esenismo, gnosticismo y cristianismo. Según los escritos de san Ireneo, se diferenciaban de los cristianos ortodoxos en su rechazo a la divinidad de Cristo y por considerar a san Pablo un apóstata, porque había declarado la supremacía de las enseñanzas cristianas sobre las leyes mosaicas. En el siglo  III, Orígenes clasificó a los ebionitas en dos grupos: aquellos que creían en el nacimiento virginal, y aquellos que lo rechazaban. Para ambos grupos, era sagrado tanto el shabat judío como el día cristiano del Señor, y añoraban el establecimiento del reino mesiánico en Jerusalén. Se sabe que en el siglo V, en Siria y en Palestina, existían aún algunos miembros de este grupo.

10 Nag-Hammadi, ciudad del centro-este de Egipto, en la cual fue hallada, en 1945, una colección de 52 manuscritos escritos en lengua copta, pertenecientes a los primeros años del cristianismo. Se trata de traducciones hechas, en el siglo IV d.C., de unos originales griegos que datarían aproximadamente de dos siglos antes. Estos manuscritos (que conforman 12 códices) constituyen una importante fuente de información acerca de los miembros de una secta, considerada herética por la Iglesia cristiana primitiva, conocidos como gnósticos. La colección incluye escritos atribuidos a algunos de los apóstoles de Jesucristo, como el apócrifo Evangelio de santo Tomás.

11 Eusebio de Cesarea (260?-340?), teólogo, historiador eclesiástico y erudito cristiano, posiblemente nacido en Palestina. Eusebio Pánfilo adoptó este nombre por su amigo y profesor Pánfilo de Cesarea, cuya amplia biblioteca le proporcionó gran parte de los materiales históricos para sus obras literarias posteriores. Tras el martirio de Pánfilo, Eusebio abandonó Cesarea y marchó a Tiro. Más tarde huyó de esta ciudad durante las persecuciones que los cristianos sufrieron a comienzos del siglo IV, y es probable que fuera encarcelado a su llegada a Egipto. Las persecuciones cesaron después del año 310 y fue puesto en libertad.Hacia el año 314, Eusebio se convirtió en obispo de Cesarea. En el Concilio de Nicea (325) pronunció el discurso de apertura y se convirtió en el líder de los semiarrianos, grupo moderado contrario a la discusión de la naturaleza de la Santísima Trinidad, que preferían el sencillo lenguaje de las Sagradas Escrituras a las sutilezas de las distinciones metafísicas. Eusebio contó con la protección de Constantino I, emperador de Roma, y fue uno de los hombres más instruidos de su tiempo.

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intercediendo por el pueblo (HE, II, 23). Y añade que contaba con la confianza de los escribas y fariseos. Se confirma así la relación de Santiago con el judaísmo. Entorno a Santiago se agruparon cierto número de parientes del Señor, que ocupaban un lugar importante en el ambiente de los judeocristianos “hebreos”, que constituían el centro de un poderoso grupo. Por las protestas que formularon los judeocristianos helenistas, adivinamos su tendencia a monopolizar la Iglesia primitiva (Hch 6,1); tras la dispersión de la perseguida comunidad judeocristiana helenista, los “hebreos” serán los dueños de la Iglesia de Jerusalén.

¿Qué huella dejaron los judeocristianos de lengua aramea (los “hebreos”) en el NT? Rasgos de este cristianismo de raíz rabínica encontramos en los escritos de Pablo, numerosas prescripciones morales o fórmulas litúrgicas presentes en los evangelios, tienen un sabor del judaísmo rabínico.

La crisis del judeocristianismo (los “hebreos”)

El período que va del año 40 al 70 está marcado, en relación con la comunidad cristiana primitiva, por dos hechos fundamentales:

1. Se va a exasperar el nacionalismo judío contra la odiada dominación romana; dicho nacionalismo ejercerá una fuerte presión sobre los judeocristianos de lengua aramea. La situación desembocará, como sabemos, en la rebelión judía contra Roma y finalmente, en el desastre nacional del año 70, con la toma de Jerusalén y la destrucción del Templo por parte de las legiones de Tito. Israel dejará de existir como Estado hasta 1948. La caída de Jerusalén del 70 asestará un golpe mortal al judaísmo en general y el judeocristianismo en particular.

2. Por otra parte, durante este mismo período, gracias al impulso de Pablo y otros misioneros helenistas, el cristianismo va ganando terreno en los medios paganos, lo cual lleva progresivamente a los cristianos de esos medios a desligarse del contexto judío, aunque no sin una difícil crisis. Al final se llegará a un cambio de la situación. el judeocristianismo de lengua aramea, núcleo germinal del cristianismo primitivo, tenderá a desaparecer arrastrado por el desastre nacional de Israel; mientras que el cristianismo paulino iniciará su vertiginoso desarrollo en medio de los paganos y dentro de los límites del Imperio romano fundamentalmente, aunque no exclusivamente. En los umbrales de esta época tiene lugar el concilio de Jerusalén, que marca la pauta.

El año 49 está marcado por dos episodios que nos revelan la crisis entre los dos grupos fundacionales de la comunidad cristiana: judeocristianos de lengua aramea (los “hebreos”) y los judeocristianos de lengua griega (los “helenistas”); los acontecimientos son el concilio de Jerusalén y el incidente de Antioquía.

Entre sus escritos históricos destacan dos obras apologéticas, además de La Crónica (c. 303), una historia del mundo, y, sobre todo, Historia eclesiástica (c. 324).

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El año 48 Pablo, junto con Bernabé, han vuelto a Antioquía; el apóstol expuso a la comunidad los resultados conseguidos entre los paganos de Asia (Hch 14,27) y las nuevas perspectivas misioneras. Los gentiles convertidos al cristianismo no eran obligados a las observancias judías (circuncisión, sábado, etc.); pero, “gente venida de Judea” desconcierta a la comunidad antioquena, diciendo que la circunsición es obligatoria para todos. El hecho de que los cristianos, que todavía son considerados como parte de la comunidad judía, admitan a incircuncisos, es visto como una traición a los ojos del judaísmo. Por eso, bajo la presión de judíos nacionalistas, pretenden algunos judeocristianos mantener la pertenencia de los cristianos a la comunidad judía, signo de lo cual es la circuncisión.

El peligro consistía en solidarizar al cristianismo con el destino histórico y catastrófico del antiguo Israel. Pablo y Bernabé comprenden la situación y se oponen a las exigencias judaizantes. Ante la gravedad de la situación, la comunidad de Antioquía decide presentar el asunto a los Apóstoles en Jerusalén (Hch 15,2); enviando a Pablo, Bernabé y Tito a Jerusalén. Allí son recibidos por los apóstoles y ancianos, renovándose la discusión. Algunos judeocristianos de origen fariseo defienden la importancia de la circuncisión de los gentiles que se conviertan. Pedro en nombre de los Apóstoles y Santiago en nombre de los ancianos, zanjan la cuestión a favor de Pablo: los paganos sólo están obligados a abstenerse de comer la carne inmolada a los ídolos, de las carnes ahogadas y de la fornicación. Esta importante decisión marca la ruptura del cristianismo primitivo con la comunidad judía, ruptura que se irá acentuando en los años siguientes. Los acontecimientos venideros verán la progresiva desaparición del judeocristianismo y la difusión del cristianismo en los ambientes de cultura helenista. La comunidad madre de Jerusalén se disolverá en el creciente nacionalismo judío, compartiendo con éste el destino trágico marcado por la destrucción de Jerusalén y del Templo del año 70.

El cristianismo paulino se abre a la misión entre los paganos; tal como lo narran los Hechos de los apóstoles, Pablo y sus colaboradores son los protagonistas de esta misión. Las Epístolas paulinas también dan cuenta de esta expansión por el mundo helenista.

Entre el 50 y el 53 Pablo fundó las Iglesias de Macedonia (Filipos, Tesalónica) y de Acaya (Corinto); Hechos nos muestra de manera trágica la creciente oposición que durante este período encontró Pablo por parte de judíos y de judeocristianos; es decir, el nacionalismo judío lo perseguirá y logrará primero el arresto de Jerusalén del año 58 y por fin el martirio en Roma en el 67.

Unos años antes, el 62, las cosas se habían agravado también en Palestina. El 62, en Jerusalén, es lapidado Santiago, obispo de la ciudad. Aquí serán los fariseos quienes temiendo la influencia de Santiago sobre el pueblo, habrían decidido su muerte. Esto revela la creciente animosidad contra los creyentes en Jesús, pues éstos se oponían a seguir el mesianismo violento antirromano. En el 66 este nacionalismo judío llega a su paroxismo: comienza la rebelión contra la todopoderosa Roma. La comunidad cristiana se retira a Pella, al otro lado del Jordán, lo cual equivalía para ella a dejar de ser solidaria del destino nacional de Israel. Esta comunidad judeocristiana estaba dirigida por Simeón, el primo de Jesús, que había sucedido a Santiago. Este gesto, más que ningún otro, señala la ruptura definitiva de la Iglesia primitiva con el judaísmo.

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La comunidad de Jerusalén había intentado hasta el final mantener su contacto con el judaísmo y trabajar en su conversión a Cristo. A pesar de esto, había sido perseguida por ellos. Y ahora deja a Israel marchar hacia su destino trágico. El año 70, sabemos que Tito se apodera de Jerusalén, asesina a gran parte de la población judía y destruye el lugar más santo del mundo, donde moraba la gloria de Yahvé: el Templo de Jerusalén.

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