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S e cumplieron las ex- pectativas que ustedes tenían con respecto a su transición política. ¿Se sirvieron de algún modelo pa- ra llevarla a cabo? La transición española fue un buen ejemplo para toda América Latina, aunque las realidades desde las que partíamos aquí que eran muy distintas a las de España. Hay, sin embargo, una identidad muy pare- cida en todos estos procesos, ya que el camino es el mismo: pasar de una situación de facto a una de derecho. Nuestro primer objetivo, en ese proceso tan complejo, era lograr que se hiciera en paz y que fuera inclusiva, es decir, que inclu- yera a todos y nadie quedara fuera de la misma. En ese sentido, la transición española nos sirvió mu- cho y creo que hay varias figuras fundamentales, como lo fueron Adolfo Suárez, Santiago Carrillo, Manuel Fraga, Jordi Pujol y el mismo Felipe González, que nos sirvieron como referentes políti- cos. En cuanto a nuestra transi- ción, yo diría que fue un éxito porque el juego institucional no tuvo alteraciones desde los pri- meros momentos y tampoco hubo violencia política. Ni siquiera re- brotes de insurgencia militar. Si compara nuestra transición con la de Argentina, verá que las cosas son muy distintas y que en el pa- ís vecino hubo rebrotes de violen- cia guerrillera y de insurgencia militar. Eso no ocurrió aquí, en el Uruguay, sino que nuestro proce- so se desarrolló en paz y diría que plácidamente. Pero creo que eso sucedió porque nuestra sociedad, pese al periodo militar, nunca perdió sus señas de identidad y valores fundamentales más allá de los fenómenos de violencia política que el país vivió en las décadas de los 60 y 70. Desde este punto de vista, y hablando objetivamente, nadie puede negar que los resultados obtenidos en nuestro país son muy distintos a los de la Argenti- 20 CAMBIO16 • 2 junio 2014 • Nº 2.201 • cambio16.es entrevista RICARDO ANGOSO Julio María Sanguinetti Abogado, historiador, político y periodista, Julio María Sanguinetti ha sido dos veces presidente de Uruguay y el primero de la etapa democrática tras el periodo ‘cívico-militar’ (1973-1985). Sanguinetti lleva en la vida política de su país casi medio siglo, habiendo ocupado altas responsabilidades, y siempre desde las filas de la socialdemocracia uruguaya: el Partido Colorado. Ahora, ya retirado, sigue siendo un fino analista de la realidad de su país y del continente y colabora en varios medios de comunicación Expresidente de Uruguay entre 1985-1990 y entre 1995-2000 Pepe Mujica es único, cultiva el pobrismo, hace filosofía popular simplista y la gente le ríe la gracia” 20-27 Entre Sanguinetti 2201.qxp:ENTREVISTA ribo 1896 23/5/14 12:55 Página 2

Julio María Sanguinetti Pepe Mujica es único, cultiva el pobrismo, …iniciativaradical.org/web/wp-content/docs/sanguinetti_2014.pdf · el primero de la etapa democrática tras

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S e cumplieron las ex-pectativas que ustedestenían con respecto asu transición política.

¿Se sirvieron de algún modelo pa-ra llevarla a cabo?La transición española fue un buenejemplo para toda América Latina,aunque las realidades desde lasque partíamos aquí que eran muydistintas a las de España. Hay, sinembargo, una identidad muy pare-cida en todos estos procesos, yaque el camino es el mismo: pasarde una situación de facto a una dederecho. Nuestro primer objetivo,en ese proceso tan complejo, era

lograr que se hiciera en paz y quefuera inclusiva, es decir, que inclu-yera a todos y nadie quedara fuerade la misma. En ese sentido, latransición española nos sirvió mu-cho y creo que hay varias figurasfundamentales, como lo fueronAdolfo Suárez, Santiago Carrillo,Manuel Fraga, Jordi Pujol y elmismo Felipe González, que nossirvieron como referentes políti-cos.

En cuanto a nuestra transi-ción, yo diría que fue un éxitoporque el juego institucional notuvo alteraciones desde los pri-meros momentos y tampoco huboviolencia política. Ni siquiera re-brotes de insurgencia militar. Sicompara nuestra transición con la

de Argentina, verá que las cosasson muy distintas y que en el pa-ís vecino hubo rebrotes de violen-cia guerrillera y de insurgenciamilitar. Eso no ocurrió aquí, en elUruguay, sino que nuestro proce-so se desarrolló en paz y diría queplácidamente. Pero creo que esosucedió porque nuestra sociedad,pese al periodo militar, nuncaperdió sus señas de identidad yvalores fundamentales más alláde los fenómenos de violenciapolítica que el país vivió en lasdécadas de los 60 y 70.

Desde este punto de vista, yhablando objetivamente, nadiepuede negar que los resultadosobtenidos en nuestro país sonmuy distintos a los de la Argenti-

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entrevista

RICARDO ANGOSO

Julio María Sanguinetti

Abogado, historiador, político y periodista, Julio MaríaSanguinetti ha sido dos veces presidente de Uruguay yel primero de la etapa democrática tras el periodo‘cívico-militar’ (1973-1985). Sanguinetti lleva en lavida política de su país casi medio siglo, habiendoocupado altas responsabilidades, y siempre desde lasfilas de la socialdemocracia uruguaya: el PartidoColorado. Ahora, ya retirado, sigue siendo un finoanalista de la realidad de su país y del continente ycolabora en varios medios de comunicación

Expresidente de Uruguayentre 1985-1990

y entre 1995-2000

“ Pepe Mujica es único, cultiva elpobrismo, hace filosofía popularsimplista y la gente le ríe la gracia”

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na y que aquí las cosas discurrie-ron por un camino muy distinto.

¿Cree que el proceso de moderni-zación e integración de las FuerzasArmadas en el sistema democráti-co se hizo correctamente?Desde el sistema institucional sehizo un esfuerzo por integrarlas y,sobre todo, por que recuperaran elrol que debía corresponderles co-mo institución. ¿Ha sido así? Enparte sí, le diría, y también en par-te no. Por ejemplo, se promulgóuna amnistía para los guerrillerosque habían participado en la luchaarmada y otra para los militaresque habían participado en activi-dades represivas. Luego todo esteasunto se concretó en una ley quese llamó de Caducidad y que fueratificada institucionalmente ytambién mediante referéndum. Endos ocasiones, los uruguayos vota-ron a favor de esa ley y hubo ungran consenso. Pero, desgraciada-mente, luego ha habido un sector,hoy representado en el gobierno,que ha pretendido desconocer estasituación e incluso decretó una leytergiversando lo que el pueblo ha-bía aprobado en referéndum y que,a su vez, luego fue declarada in-constitucional por la Corte de Jus-ticia del país que caminaba en otradirección. Se intentó ignorar esaamnistía contraviniendo la tradi-ción y lo que el pueblo había re-frendado en una votación. Esta si-tuación condujo a un acoso encontra de la institución militar queno es buena, que es más bien per-niciosa. Afortunadamente, desdeel otro lado, desde las Fuerzas Ar-madas, no ha habido una reacciónen contra.

LOS MILITARES EN LA TRANSICIÓN

¿Cooperaron los militares en latransición?Sin ninguna duda. Tuvieron unaporte fundamental a la transición,

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Sin ninguna duda, los militarescooperaron en la transición. Tuvieronun aporte fundamental, aquí no hubouna implosión de la institución militar

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además aquí no hubo una implo-sión de la institución militar, comoocurrió en la Argentina como con-secuencia de la guerra de las Mal-vinas, sino que nuestro cambio lle-gó a través de un proceso de acuer-do que fue largo y que llevó untiempo, que arrancó en el referén-dum de 1980. En ese momento,una propuesta del gobierno cívico-militar fue rechazada por el puebloy, a partir de ahí, se cierra unapuerta y se llega a la conclusión deque el único camino para cambiarlas cosas es el diálogo. Luego seproducen los primeros movimien-tos hacia unas elecciones libres yhacia una recomposición políticadel país. Hubo diálogo y negocia-ción en varias instancias.

Más tarde, en 1984, llega el fa-moso Pacto del Club Naval. Todoeste cambio fue el resultado de unalarga negociación e indudable-mente la institución militar jugóun papel importante. Hubo ele-mentos de las Fuerzas Armadasque sabían que el país tenía quecaminar hacia la democracia y queasumieron esa responsabilidad,pactando ese retorno necesario.No se llegó a las elecciones de1984 por la gracia de Dios, sinoque fue fruto de un acuerdo entreel gobierno de facto y los militarescon los partidos para desembocaren ese proceso electoral. Se convo-caron unas elecciones y se abrió elcamino hacia una democratizaciónplena.

También hay que decir que unavez que se constituyeron el nuevolegislativo y el nuevo ejecutivo, en1985, ya no hubo restricciones yambos poderes actuaban con abso-luta autoridad y legitimidad, a di-ferencia de lo que ocurrió en Chi-le, en donde sí hubo restriccionesy donde el dictador siguió siendojefe de las Fuerzas Armadas. En elparlamento chileno, además, habíaun conjunto de diputados que ha-bían sido designados y no electos,lo que marca la diferencia con lo

que estaba ocurriendo en Uruguay.Yo diría que el Pacto del Club Na-val fue ejemplar en ese sentido ysentó las bases para el posteriordesarrollo democrático del país.

¿Quién les apoyó en la escena in-ternacional para llevar a cabo esecambio político?Hubo un gran apoyo internacio-nal, muy especialmente de Espa-ña y, en concreto, del gobierno deFelipe González. Y también deFrancia, que estaba gobernada en-tonces por Mitterrand. Eran go-biernos de mucho prestigio y nosayudaron mucho. Pero tampocodebemos separar el asunto regio-nal, ya que vivíamos en todo elcontinente un momento de aper-tura política y democrática. Se es-taba generando una democratiza-ción en toda la región. Argentinahabía retornado a la democraciacon el gobierno de Raúl Alfonsín.Lo mismo había sucedido en Bra-sil pero por un camino muy dis-tinto al argentino. Las transicio-nes de nuestros países fueron muydistintas, incluso en sus orígenes,pues no olvidemos que en la Ar-gentina el cambio vino fruto deuna implosión de la instituciónmilitar tras la derrota de las Mal-vinas. Y en Brasil fue fruto de unasorpresiva ingeniería política queocurrió dentro de las mismas ins-tituciones que venían del régimen

anterior; fue inesperada pero exi-tosa y pacífica.

Uruguay es un caso aparte, yaque nuestra transición nace de ungran pacto político. Hubo cami-nos diversos, pero también conse-cuencias distintas. En Argentina,por ejemplo, el primer gobiernono tuvo paz y vivió en constantezozobra, mientras que en Brasil yen el Uruguay no se dieron situa-ciones conflictivas o violentasdesde el punto de vista militar.También se dieron diferenciaseconómicas sustanciales en estosprocesos. Argentina y Brasil vi-vieron turbulencias y una alta in-flación, lo que no ocurrió en elUruguay, donde hubo un alto cre-cimiento para la época y una esta-bilidad clara. Quiero decir queaun viniendo de situaciones y pro-cesos muy distintos, como ya lehe descrito, todas llegaron a buenpuerto, que es la democracia.

En el caso de Uruguay, ¿no piensaque el juego político tradicionalse ha roto y ha entrado una nuevafuerza ajena al sistema, el FrenteAmplio, en el gobierno?Hubo un cambio indudable en lademografía electoral del país quesiempre tuvo un bipartidismo his-tórico, donde habían dos grandespartidos –Colorado y Nacional–,que en términos europeos eran unpartido liberal y uno conservador,

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En Uruguay, una vez constituidos elnuevo legislativo y el nuevo ejecutivo,en 1985, ya no hubo restricciones yactuaban con absoluta legitimidad

No puede explicarse el golpe de Estadosin la guerrilla. La gente, inicialmente,aplaude la intervención militar peroluego cambia de opinión”

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respectivamente, que venían de latradición del siglo XIX. El Colo-rado, con una base urbana mayor,sobre todo en Montevideo, y elotro, el Nacional, con una mayorinserción en el mundo rural y tra-dicional. Más tarde, ya el siglo

XX, el Colorado se convierte enuna fuerza más socialdemócrata yel Nacional se va haciendo más li-beral. Fue una evolución lenta ypaulatina. Los partidos de izquier-da no tuvieron una gran fuerza enesos momentos y esas ideas se re-

fugiaban o cobijaban en el movi-miento Colorado. Llegamos a lasegunda mitad del siglo XX y es-te proceso se comienza a alterar.Teníamos que pasar de una econo-mía cerrada a una más abierta yese camino obligaba a cambios no

muy populares, sino todo lo con-trario. Todo proceso de transicióneconómica es difícil e impopular.Así se llega a la revolución cuba-na, que es vista con admiración enalgunos sectores de la sociedad yque se traduce en un rechazo del

modelo democrático liberal. Esasideas llegan a nuestro país y, en1963, se crea una guerrilla procu-bana que aboga por la vía armada,un fenómeno que ocurrió en todoel continente salvo en México.Hasta el propio Fidel Castro hareconocido que fue el único paísdonde no intentó desestabilizar elsistema y crear un proceso de tiporevolucionario.

Así nos encontramos con que,por primera vez, en el país serompe la paz, tras más de 70 añosde tranquilidad, y aparece la vio-lencia política, tanto guerrilleracomo urbana, en el sentido tradi-cional en que se dan estos fenó-menos en todo el continente. Seproduce un gran choque en el pa-ís que desestabiliza a la sociedady a las instituciones. Y se llega algolpe militar de 1973, fruto de to-dos estos movimientos y de estaviolencia de la que hablaba. Ca-ben decir dos cosas de este golpe:la primera es que no se puede ex-plicar este golpe de Estado sin lapresencia de la guerrilla; las Fuer-zas Armadas del país nunca habí-an intervenido en política y nuncahabían salido de sus cuarteles; ad-quieren un rol de guardián debidoa la presencia de la guerrilla. Singuerrilla no hay una explicaciónal golpe de Estado. Y la gente, ini-cialmente, aplaude la interven-ción militar pero luego cambia deopinión.

En segundo lugar, tambiénañadir que la guerrilla estaba yaderrotada cuando el golpe de Es-tado, no tenía futuro y no iba a lle-gar al poder por la fuerza de lasarmas, eso está claro. Yo creo quehubo una responsabilidad de losmandos militares de entonces porintervenir en la vida política. Perola guerrilla fue la responsable deque la sociedad se radicalizase, seprodujeron enfrentamientos en elpaís y se alteraron los equilibriosbásicos en la sociedad. El partidode gobierno de entonces, el Colo-

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rado, pasó de ser de centro iz-quierda a un centro más modera-do, más a la derecha, al tiempoque se implicaba en la represióndel movimiento guerrillero.

A su vez, los partidos de iz-quierda se identificaron con unproceso revolucionario que teníaideas claramente marxistas. El pa-ís había cambiado y cuando sali-mos de la dictadura esos cambiostambién se manifestaron. Lenta-mente, hay un ascenso de los par-tidos de la izquierda y, como re-sultado de la dictadura, se convir-tió a los victimarios en víctimas,lo cual es para mí la peor de lasconsecuencias del régimen mili-tar.

El movimiento Tupamaro, quehabía sido enemigo de la demo-cracia y que atacó al sistemaconstitucional, se convirtió en unavíctima. Y era el victimario, no loolvidemos. Recibieron una bendi-ción, los tupamaros, que antes notenían. Nunca habían tenido apo-yo popular y después de la dicta-dura, paradójicamente, lo tuvie-ron. Los partidos de izquierda seunieron y comenzaron una prédi-ca de rechazo a los partidos tradi-cionales. Pero no olvidemos quela izquierda llega al gobierno,muchos años después, cuandoabandona el discurso revoluciona-rio violento, cuando acepta las re-glas de juego y abraza un discursopolítico curiosamente instalado enla nostalgia. Esta coalición de iz-quierdas que gobierna ahora seinstala en la nostalgia de un viejopaís progresista y reformista quehabía tenido que cambiar en vir-tud de la evolución propia delUruguay e incluso del mismo Es-tado, que tenía que adecuarse alos nuevos tiempos. La izquierdase transforma en el gobierno. He-mos crecido económicamente, pe-se a que gobierna esta izquierda,porque hay una tendencia regionaly el movimiento beneficia al país,pese a lo que hiciera el ejecutivo.

Los intercambios exteriores noshan sido muy favorables.

Pero, a su vez, hubo un dete-rioro en el aspecto social; la edu-cación retrocedió, claramente, ytambién en la seguridad pública.

También se detectan ciertas grie-tas en la justicia, aunque sin rup-tura y vuelta atrás, ya que se des-conocieron algunas leyes y refe-rendos. Se incorporaron al siste-

ma fuerzas que estaban fuera delsistema, como los tupamaros, ytambién llegó el desgaste. Cam-biaron el discurso, como en el te-ma de la deuda externa y el FondoMonetario Internacional –que eravisto como un demonio–, y esotuvo sus costes. Pasaron de ver alos Estados Unidos como el dia-blo a tener que hablar y dialogarcon sus presidentes. Les tocó asu-mir la realidad y cambiar su dis-curso inicial. Incluso la sumisióny seguimiento de las políticas nor-teamericanas es mayor que conrespecto a gobiernos anteriores.Así se producen choques entre losque defendían el discurso revolu-cionario del pasado y los que seadaptaron a los nuevos tiempos.Pero, en fin, creo que es un éxitode la transición que gentes que es-tuvieron en la guerrilla hoy esténsentados en el gobierno, en lasinstituciones, y tomando decisio-nes políticas. Cívicamente, estehecho demuestra que nadie quedófuera de la transición y que fue in-cluyente, exitosa en términos deintegración política.

¿No cree que en los últimos tiem-pos se ha degradado mucho la ca-lidad de la democracia en el con-tinente?La democracia tuvo un buen mo-mento en las décadas pasadas.Luego llegó el ‘aluvión’ dictato-rial del que solo se salvaron Co-

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Mujica nunca luchó contra la dictadura,todos sus tiros los disparó contra unsistema constitucional. El movimientoTupamaro quiso tumbar la democracia

El movimiento Tupamaro, que habíasido enemigo de la democracia, seconvirtió en una víctima. Recibieronuna bendición que antes no tenían

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lombia, México y Venezuela. Elresto del continente cayó en dicta-duras. O en dictaduras comunis-tas, como fue el caso de Cuba. Enlos años 80, por ejemplo, hubo unresurgimiento de la democracia.La caída del Muro de Berlín tam-bién tuvo su impacto en AméricaLatina, ya que se abandona las víaarmada para llegar al poder y sefirma la paz en muchos paísescentroamericanos, donde las gue-rrillas combatían ferozmente.

La desaparición de la GuerraFría vino a ser un factor de estabi-lidad para todo el continente y yasitúa a la democracia como únicaalternativa. Luego, este creci-miento económico crea tambiénsus desórdenes y genera el popu-lismo, que nace siempre en tiem-pos turbulentos y no en épocas derigor. El populismo nace de unmomento de euforia y cuando tie-ne recursos para repartir desdeuna estructura formalmente de-mocrática, pero donde el presi-dente se acaba situando al margende las instituciones y donde losmovimientos acaban sustituyendoa la representación parlamentaria.Luego se utilizan los fondos delEstado y se ponen al servicio delmovimiento, de la causa. Perotambién se detectan alarmas deque este movimiento populista enel continente está en crisis, tal co-mo se está viendo ahora en Vene-zuela e incluso en Ecuador, dondeya hay contestación a la forma enque se hacen las cosas. El gobier-no de Correa ha perdido en laselecciones locales en casi todaslas ciudades importantes del paísy eso muy significativo, creo yo.La propia Argentina, que se enca-minaba hacia un populismo eco-nómico, hoy está haciendo unajuste económico ortodoxo y unreconocimiento a los principios li-berales clásicos. De modo quehoy tenemos ese fenómeno espu-rio que es el populismo y que es-timo que empieza a decaer, que

está en el comienzo de sus horasbajas.

Con la democracia ocurre quecuando la situación económica esbuena nadie habla de ella, perocuando llega la crisis la gente co-mienza a recelar y le pasa facturasa la democracia que no le son pro-pias. La democracia es un sistemade institucionalidad, son unas re-glas de juego básicas para que losactores se desenvuelvan y jue-guen. Los ciudadanos tienen queser la base del sistema democráti-

co. Los dirigentes políticos no sonaerolitos desconocidos que caenen los países, sino que los ciuda-danos los votan, como ocurriócon Menem en Argentina y conFujimori en Perú, que ahora pare-ce que nadie les votó y que caye-ron del cielo, cuando no fue así,sino que ganaron elecciones de-mocráticas. Las masas ciudadanasponen y quitan, igual que en Eu-ropa. Tenemos un mundo más

complejo, más competitivo, y esocrea situaciones de cambio.

LA SITUACIÓN DE VENEZUELA

¿Le preocupa la evolución quepueda tener la situación actual deVenezuela?Lo de Venezuela es un desastre,ya ha concluido mal. Cuando unotiene una situación de caos econó-mico total, de colapso pleno, deenfrentamiento social violento, depérdida de la institucionalidad,

¿qué más puede esperar? Vene-zuela no va a acabar mal, es queya está muy mal y quizá evolucio-ne a peor. La pregunta es: ¿cómosaldremos de esta situación caóti-ca que vivimos?

¿No echa en falta que nadie haganada y que Venezuela esté al bor-de de una guerra civil?Claramente, se observa un doblediscurso injustificable de los go-

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biernos democráticos de AméricaLatina. Entiendo mucho más laprudencia de los Estados Unidos,ya que siempre este país es utili-zado con fines nacionalistas cuan-do interviene en contra de un go-bierno populista o que se autopro-clama de izquierdas. Lo que es in-justificable, y diría que hasta cíni-co, es que gobiernos democráti-cos del continente no tengan nada

que decir y se callen ante los su-cesos de Venezuela. Este asuntoes realmente lamentable y deja ala oposición venezolana en unatotal soledad y aislamiento. Esasoledad se quiebra porque los me-dios nos transmiten la brutalidadde lo que allí está sucediendo.

En Venezuela se está viviendoen un retroceso político en todoslos órdenes. Hasta me atrevería adecir que la complicidad de los

gobiernos democráticos con Ve-nezuela no comienza hoy con losdisturbios que estamos viendo, si-no que viene de antes. Ha habidocierre de medios, restricciones enla libertad de expresión, y nadieha dicho nada de nada. El sistemapopulista chavista ha atacado yagredido todas las bases de un sis-tema democrático desde haceaños, este fenómeno no es nuevo

y nadie lo denunció. Ocurre quehay una influencia económica, co-mo le ocurre a Brasil, que tienegrandes intereses en Venezuela.Luego estos gobiernos populistasdefienden a Venezuela para man-tener a sus bases contentas en esetira y afloja entre las ideas y la re-alidad, como ocurre en Uruguay yen Chile. Venezuela está hundiday acabada, mientras el mundo, yespecialmente el continente, calla

para no desagradar al régimen.Nadie asume su responsabilidad.Pero que los gobiernos democráti-cos no tengan nada que decir antelo que está ocurriendo es una ver-güenza. Están ocurriendo hechosgravísimos y los demócratas secallan, ¿a dónde vamos ir a parar?

Y Uruguay, ¿en qué posición seencuentra actualmente frente aestos hechos?Yo diría que el chavismo no ha he-cho doctrina y ese proyecto que lopretendía, en el sentido de ser el‘socialismo del siglo XXI’, no tu-vo éxito. Desde el primer día fra-casó porque Castro, a diferenciade Chávez, sí representaba un fe-nómeno mundial, el comunismo,en expansión. Castro era el apode-rado del mundo comunista enAmérica Latina. Chávez no llegóa ese nivel. Era carismático, teníadinero, despilfarraba los recursos,generando unas simpatías y unasadhesiones fieles, pero nada más.Nadie siguió en el mundo esa lo-cura de sistema, que era un fraca-so total. Uruguay hizo la vistagorda ante un proceso claramentedictatorial, ante el desastre queera la Venezuela de Chávez, perono siguió a esa locura afortunada-mente.

¿No asiste asombrado al éxito in-ternacional del presidente PepeMujica?¿Asombrado? No, para nada, por-que se dan todas las condicionespara que sea popular. Y lo es por-que es un presidente distinto a to-dos los que había habido en Uru-guay hasta ahora y también a to-dos los que vendrán. Mujica esúnico. Cultiva el pobrismo, es de-cir, el desenfado, el desaliño entodas sus formas y se presenta enlos actos oficiales en chancletas.Luego hace una filosofía popularsimplista y habla de los grandestemas como si fueran cuestionespueriles, y la gente le ríe la gracia.

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Se dan todos los ingredientes paraque sea un personaje popular yatractivo a los medios, aunque so-lo sea por sus excentricidades,que cultiva con éxito. Ha tenidomucho impacto mediático debidoa sus aspectos folclóricos. Uno,cuando escribe, lo hace buscandoalgo excepcional y raro, como loes Mujica. El desaliño no es mo-destia, sino otra cosa. Lo malo esque se confunde que Mujica fueun guerrillero con un hombre va-liente. Mujica nunca luchó contrala dictadura, sino que todos sus ti-ros los disparó contra un sistemademocrático y constitucional. Elmovimiento tupamaro intentótumbar a la democracia, no lo ol-videmos. En ese folclore populis-ta, aparte de otros ingredientes,está la imagen de guerrillero ro-mántico, pero ya le digo que no seasemeja esa idea con la realidad.

EL FUTURO DE URUGUAY

¿Espera cambios políticos en laspróximas elecciones?No diría que se debe descartar,objetivamente. Hasta hace un añotodas las encuestas daban la ma-yoría a la izquierda, al Frente Am-plio, y hoy ya no es así. Se apuntaa que habrá una segunda vuelta yque la mayoría es mucho más exi-gua. Hay una paridad de fuerzas eincluso en Montevideo, donde elFrente Amplio era mayoría. Eldesgaste de la izquierda ya se per-cibe de una forma clara. Viven undesgaste porque llegaron al podercon un discurso “sesentista” yluego tuvieron que asumir la de-mocracia liberal y la economía demercado, lo que no estaba en elguion pero que vino impuesto porla realidad. Entonces, hubo unchoque entre el equipo económi-co, que está más ligado a la tradi-ción anterior, y el mundo sindicaly el Partido Comunista, más “pe-gados” a la tradición tupamara yguerrillera.

¿Cómo examina estos juicios yprocesos a los militares urugua-yos que supuestamente tuvieronalgún papel durante el periodoque usted domina “cívico-mili-tar”?Nuestra transición fue pacífica yasentada sobre la base de una do-ble amnistía que amparaba a mi-litares y tupamaros. Así se esta-bleció y todos los presos salieron

a la calle. Este asunto se ratificólegalmente y fue avalado con elvoto popular a través de un refe-réndum. Hubo dos plebiscitos.Desafortunadamente, ha habidoun sector político y otro judicialque han creado grietas en esepacto que hubo inicialmente. Es-tos juicios a los militares hanquebrado ese pacto y van en con-tra la voluntad popular. Se queríaimpedir esa “cascada” de juicios

que, en ningún caso, debían im-pedir el conocimiento de la ver-dad, de lo que realmente ocurrióen ese período. Verdad, toda laposible que se pudiera llegar aconocer, pero juicios no, porqueen ese momentos estimábamosque era mejor mirar hacia el futu-ro que hacia el pasado, esa era laidea básica que nos movía. Creoque es un fenómeno judicial y no

político, pero considero que tieneque ser la Corte de Justicia la quetiene que poner el punto y final.Estos procesos son grietas en unproceso de transición que consi-dero que ha funcionado en térmi-nos generales muy bien, que hapermitido una institucionalidad yun cambio político. Dejemos deuna vez por todas el pasado atrásy miremos hacia el futuro, no hayvuelta atrás. ■

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