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10 junio
Domingo X del Tiempo Ordinario
(Ciclo B) – 2018
1. TEXTOS LITÚRGICOS
1.a LECTURAS
Pondré enemistad entre tu descendencia y la de la mujer
Lectura del libro del Génesis 3, 9-15
Después de que el hombre y la mujer comieron del árbol que Dios les había prohibido, el Señor Dios llamó al
hombre y le dijo: «¿Dónde estás?».
«Oí tus pasos por el jardín, respondió él, y tuve miedo porque estaba desnudo. Por eso me escondí».
El replicó: «¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol que yo te prohibí?».
El hombre respondió: «La mujer que pusiste a mi lado me dio el fruto y yo comí de él».
El Señor Dios dijo a la mujer: «¿Cómo hiciste semejante cosa?».
La mujer respondió: «La serpiente me sedujo y comí».
Y el Señor Dios dijo a la serpiente:
«Por haber hecho esto,
maldita seas entre todos los animales domésticos
y entre todos los animales del campo.
Te arrastrarás sobre tu vientre,
y comerás polvo
todos los días de tu vida.
Pondré enemistad entre ti y la mujer,
entre tu descendencia y la suya.
El te aplastará la cabeza
y tú le acecharás el talón».
Palabra de Dios.
SALMO Sal 129, 1-8
R. En el Señor se encuentra la misericordia
Desde lo más profundo te invoco, Señor,
¡Señor, oye mi voz!
Estén tus oídos atentos
al clamor de mi plegaria. R.
Si tienes en cuenta las culpas, Señor,
¿quién podrá subsistir?
Pero en ti se encuentra el perdón,
para que seas temido. R.
Mi alma espera en el Señor,
y yo confío en su palabra.
Mi alma espera al Señor,
más que el centinela la aurora. R.
Como el centinela espera la aurora,
espere Israel al Señor,
porque en Él se encuentra la misericordia y la redención en abundancia:
Él redimirá a Israel
de todos sus pecados. R.
Creemos, y por lo tanto, hablamos
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 4, 13-5, 1
Hermanos:
Teniendo ese mismo espíritu de fe, del que dice la Escritura: «Creí, y por eso hablé», también nosotros
creemos, y por lo tanto, hablamos. Y nosotros sabemos que Aquél que resucitó al Señor Jesús nos resucitará con
Él y nos reunirá a su lado junto con ustedes.
Todo esto es por ustedes: para que al abundar la gracia, abunde también el número de los que participan en la
acción de gracias para gloria de Dios.
Por eso, no nos desanimamos: aunque nuestro hombre exterior se vaya destruyendo, nuestro hombre interior
se va renovando día a día. Nuestra angustia, que es leve y pasajera, nos prepara una gloria eterna, que supera
toda medida. Porque no tenemos puesta la mirada en las cosas visibles, sino en las invisibles: lo que se ve es
transitorio, lo que no se ve es eterno.
Nosotros sabemos, en efecto, que si esta tienda de campaña -nuestra morada terrenal- es destruida, tenemos
una casa permanente en el cielo, no construida por el hombre, sino por Dios.
Palabra de Dios.
ALELUIA Jn 12, 31b-32
Aleluia.
«Ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera;
y cuando Yo sea levantado en lo alto sobre la tierra,
atraeré a todos hacia mí», dice el Señor.
Aleluia.
EVANGELIO
Ha llegado el fin de Satanás
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 3, 20-35
Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer. Cuando sus parientes se
enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: «Es un exaltado».
Los escribas que habían venido de Jerusalén decían: «Está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios por
el poder del Príncipe de los Demonios».
Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó: «¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás? Un
reino donde hay luchas internas no puede subsistir. Y una familia dividida tampoco puede subsistir. Por lo tanto,
si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que ha llegado a su fin. Pero
nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá
saquear la casa.
Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran.
Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre».
Jesús dijo esto porque ellos decían: «Está poseído por un espíritu impuro».
Entonces llegaron su madre y sus hermanos y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba
sentada alrededor de Jesús, y le dijeron: «Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera».
Él les respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?». Y dirigiendo su mirada sobre los que
estaban sentados alrededor de él, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de
Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre».
Palabra del Señor.
1.b GUION PARA LA MISA
Guion domingo X Tiempo Ordinario (B)
Entrada
Nos reunimos hoy para celebrar el décimo domingo del Tiempo Ordinario. El domingo es el día del Señor y es
necesario santificarlo. Se lo santifica participando activamente del Santo Sacrificio de la Misa. Participemos de
esta Eucaristía con un corazón generoso que se entregue totalmente a Dios.
Primera Lectura: Gen 3, 9-15
Adán y Eva se ocultan de la presencia de Dios tras haber transgredido su mandamiento.
Segunda Lectura: 2 Cor 4, 13-5, 1
San Pablo nos anima a elevar la mirada, con espíritu de fe, hacia las cosas invisibles y eternas.
Evangelio: Mc 3, 20-35
El pecado contra el Espíritu Santo radica en llamar impuro y demoníaco al que es el Hijo de Dios
Preces
Hermanos: oremos al Padre que nos ha revelado su Misericordia en la Sabiduría y Poder de su Hijo
Jesucristo.
A cada intención respondemos cantando:
* Te pedimos, Señor, por la Iglesia que sufre las persecuciones del odio y de la mentira. Fortalécela y
afiánzala en la Verdad de tu palabra y que su fidelidad a Ti se vea coronada con copiosos frutos de
conversión para los que la persiguen. Oremos...
* El próximo miércoles 13 de junio comenzará en la Cámara de Diputados de la Nación Argentina la
votación acerca del proyecto de ley de despenalización del aborto. Elevemos nuestro ardiente clamor a Dios
para que los legisladores voten en conciencia y en consonancia con la ley natural y la Ley de Dios. Oremos.
* Tú que manifiestas tu solicitud por los que sufren tanto en el cuerpo como en el alma, te pedimos por los
pobres y los enfermos, para que comprendan que en su debilidad triunfa el poder de Cristo. Oremos...
* Por los aquí reunidos en esta celebración eucarística, para que escuchando la Palabra de Dios con corazón
noble y bueno, sepamos adherirnos con amor a lo que su Voluntad Divina nos pide diariamente. Oremos...
Padre Santo: escucha las oraciones de tu Iglesia y concédele cuanto te pide en nombre de tu Hijo nuestro
Señor. Amén.
Ofertorio
Reconocemos al Señor Jesús como nuestro Dios que vino al mundo para rescatarnos y deseosos de unirnos a su
Sacrificio presentamos:
Cirios y con ellos todos los esfuerzos apostólicos de la Iglesia para que el Evangelio sea predicado por el
mundo entero.
Pan y vino, junto con nuestra adhesión a Cristo en una aceptación amorosa de su Voluntad salvífica.
Comunión
Dice Jesús: “Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá
nunca sed”.
Salida
Después de haber celebrado con alegría la acción de gracias a Dios, vayamos jubilosos al mundo a predicar la
palabra de Cristo.
(Gentileza del Monasterio “Santa Teresa de los Andes” (SSVM) _ San Rafael _ Argentina)
Directorio Homilético
DOMINGOS DEL TIEMPO ORDINARIO
140. Los tiempos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua poseen un carácter particular y las lecturas
indicadas para estos tiempos tienen una armonía inherente que deriva de estos. Es distinto el caso de los
domingos del Tiempo Ordinario, como puntualizan los Praenotanda del Leccionario: “Por el contrario, en los
domingos del Tiempo Ordinario, que no tienen una característica peculiar, los textos de la lectura apostólica y
del Evangelio se distribuyen según el orden de la lectura discontinua, mientras que la lectura del Antiguo
Testamento se compone armónicamente con el Evangelio» (OLM 67).
Los redactores del Leccionario, han rechazado intencionadamente la idea de asignar un «tema» a cada
domingo del año y escoger las lecturas como consecuencia de ello: «Lo que era conveniente para aquellos
tiempos anteriormente citados no ha parecido oportuno aplicarlo también a los domingos, de modo que en ellos
hubiera una cierta unidad temática que hiciera más fácil la instrucción homilética. El genuino concepto de la
acción litúrgica se contradice, en efecto, con una semejante composición temática, ya que dicha acción litúrgica
es siempre celebración del misterio de Cristo y, por tradición propia, usa la Palabra de Dios movida no sólo por
unas inquietudes de orden racional o externo, sino por la preocupación de anunciar el Evangelio y de llevar a los
creyentes hacia la verdad plena» (OLM 68).
Fiel al mandato del Concilio Vaticano II, que ha indicado cómo «los textos y los ritos se han de ordenar
de manera que expresen con mayor claridad las cosas santas que significan» (SC 21), el Leccionario trienal del
Tiempo Ordinario presenta a los fieles el Misterio de Cristo, tal y como narran los Evangelios de Mateo, Marcos
y Lucas. El homileta, prestando atención a la estructura de las lecturas en el Tiempo Ordinario, puede encontrar
una ayuda para su propia preparación. El Directorio, en este punto, recuerda lo que dicen los Praenotanda sobre
esta estructura, a partir del Evangelio.
141. Tras haber evidenciado que el II domingo del Tiempo Ordinario continúa el tema de la
Manifestación del Señor, celebrada con la Epifanía y la Fiesta del Bautismo del Señor; los Praenotanda
prosiguen:
«A partir del domingo III, empieza la lectura semicontinua de los tres Evangelios
sinópticos; esta lectura se ordena de manera que presente la doctrina propia de cada
Evangelio a medida que se va desarrollando la vida y predicación del Señor. Además,
gracias a esta distribución, se consigue una cierta armonía entre el sentido de cada
Evangelio y la evolución del año litúrgico. En efecto, después de la Epifanía se leen los
comienzos de la predicación del Señor, que guardan una estrecha relación con el Bautismo
y las primeras manifestaciones de Cristo. Al final del año litúrgico, se llega
espontáneamente al tema escatológico, propio de los últimos domingos, ya que los
capítulos del Evangelio que preceden al relato de la pasión tratan este tema, con más o
menos amplitud» (OLM 105).
Existe, por tanto, un esquema común que siguen los tres ciclos: las primeras semanas afrontan el inicio
de la misión pública de Cristo, las últimas poseen un tema escatológico y las semanas que se encuentran entre
ellas presentan, de manera continua, diversos acontecimientos y enseñanzas de la vida de nuestro Señor.
142. Cada año está bien definido, ya que revela las enseñanzas propias de cada Evangelio sinóptico. El
homileta, tendría que resistir la tentación de considerar los pasajes evangélicos dominicales como una entidad
independiente; el conocimiento de la estructura global y de los elementos característicos de cada Evangelio
puede ayudarle a profundizar su comprensión del texto.
(…)
144. AÑO B: aunque no tiene la articulada organización de los otros dos Evangelios sinópticos, la
narración de Marcos posee su particular dinamismo, que el homileta podrá poner de relieve, siempre, en los
diversos momentos del año. Al inicio, el ministerio de Jesús es acogido con gran entusiasmo (del III al IX
domingo) pero la oposición no tarda en llegar (X domingo). Incluso sus discípulos le entienden mal porque sus
esperanzas están puestas en un Mesías terrenal. El momento del cambio en el ministerio público de Jesús llega,
en la narración de Marcos, con la confesión de fe de Pedro, con el primer anuncio de Cristo de su propia Pasión,
y con el rechazo de Pedro de tal proyecto (domingos XXIV y XXV). Los malentendidos se suceden en este
Evangelio, ya que Jesús habla y se comporta de forma que confunde y escandaliza a los oyentes, lo que ofrece
una lección positiva a la comunidad cristiana reunida cada semana para escuchar la Palabra de Dios (el misterio
de Cristo pone siempre a prueba nuestras expectativas). Otra característica importante del Ciclo B, es adoptar la
narración de san Juan de la multiplicación de los panes y de los peces, con el sucesivo discurso del pan de vida
(del domingo XVII al XXI). Esto ofrece al homileta la oportunidad de predicar durante varias semanas sobre
Cristo, pan vivo que nos nutre, tanto con su Palabra como con su Cuerpo y su Sangre.
(…)
146. Con respecto a las lecturas del Antiguo Testamento en el Tiempo Ordinario, así se expresan los
Praenotanda:
«Estas lecturas se han seleccionado en relación con los fragmentos evangélicos, con el fin
de evitar una excesiva diversidad entre las lecturas de cada Misa y, sobre todo, para poner
de manifiesto la unidad de ambos Testamentos. La relación entre las lecturas de la Misa se
hace ostensible a través de la cuidadosa selección de los títulos que se hallan al principio de
cada lectura.
Al seleccionar las lecturas, se ha procurado que, en lo posible, fueran breves y fáciles. Pero
también se ha previsto que en los domingos se lea el mayor número posible de los textos
más importantes del Antiguo Testamento. Estos textos se han distribuido sin un orden
lógico, atendiendo solamente a su relación con el Evangelio; sin embargo, el tesoro de la
Palabra de Dios quedará de tal manera abierto, que todos los que participan en la misa
dominical conocerán casi todos los pasajes más importantes del Antiguo Testamento»
(OLM 106).
Los ejemplos ofrecidos por este Directorio, con relación al tiempo de Adviento/Navidad y
Cuaresma/Pascua, indican los recorridos que el homileta puede seguir para conectar las lecturas del Nuevo y del
Antiguo Testamento, mostrando cómo las mismas convergen en la persona y en la misión de Jesucristo.
Además, no se debe olvidar el salmo responsorial, que también ha sido escogido en armonía con el Evangelio y
con la lectura del Antiguo Testamento. El homileta no puede pretender que el pueblo reconozca de modo
automático estos nexos, que deberán, por el contrario, ser indicados en la homilía. Los Praenotanda, también
atraen la atención sobre los títulos elegidos para cada lectura explicando que han sido elegidos con cuidado,
tanto para indicar el tema principal de la lectura como también, cuando sea necesario, para poner de relieve el
nexo entre las diversas lecturas de una Misa concreta (cf. OLM 123).
147. Por último, están las lecturas en el Tiempo Ordinario tomadas de los Apóstoles:
«Para esta segunda lectura se propone una lectura semicontinua de las cartas de san Pablo y
de Santiago (las cartas de san Pedro y de san Juan se leen en el tiempo pascual y en el
tiempo de Navidad). La primera carta a los Corintios, dado que es muy larga y trata de
temas diversos, se ha distribuido en los tres años del ciclo, al principio de este Tiempo
Ordinario. También ha parecido oportuno dividir la carta a los Hebreos en dos partes, la
primera de las cuales se lee el año B, y la otra el año C. Conviene advertir que se han
escogido solo unas lecturas bastante breves y no demasiado difíciles para la comprensión de
los fieles» (OLM 107).
A todo lo expuesto en los Praenotanda es oportuno añadir dos observaciones sobre la disposición de los
textos tomados de los Apóstoles. Sobre todo, en las semanas que concluyen el Año Litúrgico escuchamos la
primera y la segunda carta a los Tesalonicenses, donde se tratan temas escatológicos que sintonizan con las
demás lecturas y con los textos.
148. Debemos reconocer que las lecturas tomadas de los Apóstoles pueden generar un pequeño dilema,
en el sentido que no han sido elegidas para que armonicen con el Evangelio y con la lectura del Antiguo
Testamento. En ocasiones si están, de modo explícito, en armonía con las otras lecturas, aunque este no es el
caso más frecuente, y el homileta no debe forzar la «concordancia» con dichas lecturas. Es legítimo, no
obstante, que a veces predique primariamente sobre la segunda lectura, a lo mejor dedicando también algunos
domingos a una de las lecturas.
149. El hecho de que los domingos del tiempo ordinario no posean una armonía intrínseca puede
representar un reto para el homileta pero este reto le ofrece la oportunidad de evidenciar, una vez más, la
finalidad fundamental de la homilía: «El Misterio Pascual de Cristo, proclamado en las lecturas y en la homilía,
se realiza por medio del sacrificio de la Misa» (OLM 24). El homileta no debería sentir la necesidad de
detenerse en cada lectura o de construir un puente artificial entre ellas: el principio unificador es la Revelación y
la Celebración del Misterio Pascual de Cristo para la asamblea litúrgica. En un domingo concreto, el camino de
entrada en el misterio nos viene dado en la página del Evangelio leída a la luz de la doctrina propia del
Evangelista; esto también puede ser reforzado con una reflexión sobre la relación que hay entre el pasaje del
Evangelio, la lectura del Antiguo Testamento y el salmo responsorial. O también, el homileta podría basar su
homilía principalmente sobre el texto del Apóstol. En todo caso, la finalidad no es la de hacer un tour de force
que una, de modo exhaustivo, los hilos diversos de las Lecturas sino más bien seguir uno de ellos que conduzca
al pueblo de Dios al corazón del misterio de la vida, Muerte y Resurrección de Cristo, realizado en la
Celebración Litúrgica.
(CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Directorio
Homilético, año 2014, nº 140-142.144.146-149)
Párrafos del Catecismo de la Iglesia Católica sugeridos por el Directorio Homilético
Décimo domingo del Tiempo Ordinario
CEC 410-412: el Proto-evangelio
CEC 374-379: el hombre en el Paraíso
CEC 385-409: la caída
CEC 517, 550: Cristo, el exorcista
IV “NO LO ABANDONASTE AL PODER DE LA MUERTE”
410 Tras la caída, el hombre no fue abandonado por Dios. Al contrario, Dios lo llama (cf. Gn 3,9) y le anuncia
de modo misterioso la victoria sobre el mal y el levantamiento de su caída (cf. Gn 3,15). Este pasaje del
Génesis ha sido llamado "Protoevangelio", por ser el primer anuncio del Mesías redentor, anuncio de un
combate entre la serpiente y la Mujer, y de la victoria final de un descendiente de ésta.
411 La tradición cristiana ve en este pasaje un anuncio del "nuevo Adán" (cf. 1 Co 15,21-22.45) que, por su
"obediencia hasta la muerte en la Cruz" (Flp 2,8) repara con sobreabundancia la descendencia de Adán
(cf. Rm 5,19-20). Por otra parte, numerosos Padres y doctores de la Iglesia ven en la mujer anunciada en
el "protoevangelio" la madre de Cristo, María, como "nueva Eva". Ella ha sido la que, la primera y de una
manera única, se benefició de la victoria sobre el pecado alcanzada por Cristo: fue preservada de toda
mancha de pecado original (cf. Pío IX: DS 2803) y, durante toda su vida terrena, por una gracia especial
de Dios, no cometió ninguna clase de pecado (cf. Cc. de Trento: DS 1573).
412 Pero, ¿por qué Dios no impidió que el primer hombre pecara? S. León Magno responde: "La
gracia inefable de Cristo nos ha dado bienes mejores que los que nos quitó la envidia del demonio"
(serm. 73,4). Y S. Tomás de Aquino: "Nada se opone a que la naturaleza humana haya sido destinada a
un fin más alto después de pecado. Dios, en efecto, permite que los males se hagan para sacar de ellos un
mayor bien. De ahí las palabras de S. Pablo: `Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia' (Rm
5,20). Y el canto del Exultet: `¡Oh feliz culpa que mereció tal y tan grande Redentor!'" (s.th. 3,1,3, ad 3).
IV EL HOMBRE EN EL PARAISO
374 El primer hombre fue no solamente creado bueno, sino también constituido en la amistad con su creador
y en armonía consigo mismo y con la creación en torno a él; amistad y armonía tales que no serán
superadas más que por la gloria de la nueva creación en Cristo.
375 La Iglesia, interpretando de manera auténtica el simbolismo del lenguaje bíblico a la luz del Nuevo
Testamento y de la Tradición, enseña que nuestros primeros padres Adán y Eva fueron constituidos en un
estado "de sant idad y de justicia original" (Cc. de Trento: DS 1511). Esta gracia de la santidad original
era una "participación de la vida divina" (LG 2).
376 Por la irradiación de esta gracia, todas las dimensiones de la vida del hombre estaban fortalecidas.
Mientras permaneciese en la intimidad divina, el hombre no debía ni morir (cf. Gn 2,17; 3,19) ni sufrir
(cf. Gn 3,16). La armonía interior de la persona humana, la armonía entre el hombre y la mujer, y, por
último, la armonía entre la primera pareja y toda la creación constituía el estado llamado "justicia
original".
377 El "dominio" del mundo que Dios había concedido al hombre desde el comienzo, se realizaba ante todo
dentro del hombre mismo como dominio de sí. El hombre estaba íntegro y ordenado en todo su ser por
estar libre de la triple concupiscencia (cf. 1 Jn 2,16), que lo somete a los placeres de los sentidos, a la
apetencia de los bienes terrenos y a la afirmación de sí contra los imperativos de la razón.
378 Signo de la familiaridad con Dios es el hecho de que Dios lo coloca en el jardín (cf. Gn 2,8). Vive allí
"para cultivar la tierra y guardarla" (Gn 2,15): el trabajo no le es penoso (cf. Gn 3,17-19), sino que es la
colaboración del hombre y de la mujer con Dios en el perfeccionamiento de la creación visible.
379 Toda esta armonía de la justicia original, prevista para el hombre por designio de Dios, se perderá
por el pecado de nuestros primeros padres.
Párrafo 7 LA CAIDA
385 Dios es infinitamente bueno y todas sus obras son buenas. Sin embargo, nadie escapa a la experiencia del
sufrimiento, de los males en la naturaleza -que aparecen como ligados a los límites propios de las
criaturas-, y sobre todo a la cuestión del mal moral. ¿De dónde viene el mal? "Quaerebam unde malum et
non erat exitus" ("Buscaba el origen del mal y no encontraba solución") dice S. Agustín (conf. 7,7.11), y
su propia búsqueda dolorosa sólo encontrará salida en su conversión al Dios vivo. Porque "el misterio de
la iniquidad" (2 Ts 2,7) sólo se esclarece a la luz del "Misterio de la piedad" (1 Tm 3,16). La revelación
del amor divino en Cristo ha manifestado a la vez la extensión del mal y la sobreabundancia de la gracia
(cf. Rm 5,20). Debemos, por tanto, examinar la cuestión del origen del mal fijando la mirada de nuestra fe
en el que es su único Vencedor (cf. Lc 11,21-22; Jn 16,11; 1 Jn 3,8).
I DONDE ABUNDO EL PECADO, SOBREABUNDO
LA GRACIA
La realidad del pecado
386 El pecado está presente en la historia del hombre: sería vano intentar ignorarlo o dar a esta oscura realidad
otros nombres. Para intentar comprender lo que es el pecado, es preciso en primer lugar reconocer el
vínculo profundo del hombre con Dios, porque fuera de esta relación, el mal del pecado no es
desenmascarado en su verdadera identidad de rechazo y oposición a Dios, aunque continúe pesando sobre
la vida del hombre y sobre la historia.
387 La realidad del pecado, y más particularmente del pecado de los orígenes, sólo se esclarece a la luz de la
Revelación divina. Sin el conocimiento que ésta nos da de Dios no se puede reconocer claramente el
pecado, y se siente la tentación de explicarlo únicamente como un defecto de crecimiento, como una
debilidad sicológica, un error, la consecuencia necesaria de una estructura social inadecuada, etc. Sólo en
el conocimiento del designio de Dios sobre el hombre se comprende que el pecado es un abuso de la
libertad que Dios da a las personas creadas para que puedan amarle y amarse mutuamente.
El pecado original - una verdad esencial de la fe
388 Con el desarrollo de la Revelación se va iluminando también la realidad del pecado. Aunque el Pueblo de
Dios del Antiguo Testamento conoció de alguna manera la condición humana a la luz de la historia de la
caída narrada en el Génesis, no podía alcanzar el significado último de esta historia que sólo se manifiesta
a la luz de la Muerte y de la Resurrección de Jesucristo (cf. Rm 5,12-21). Es preciso conocer a Cristo
como fuente de la gracia para conocer a Adán como fuente del pecado. El Espíritu-Paráclito, enviado por
Cristo resucitado, es quien vino "a convencer al mundo en lo referente al pecado" (Jn 16,8) revelando al
que es su Redentor.
389 La doctrina del pecado original es, por así decirlo, "el reverso" de la Buena Nueva de que Jesús es el
Salvador de todos los hombres, que todos necesitan salvación y que la salvación es ofrecida a todos
gracias a Cristo. La Iglesia, que tiene el sentido de Cristo (cf. 1 Cor 2,16) sabe bien que no se puede
lesionar la revelación del pecado original sin atentar contra el Misterio de Cristo.
Para leer el relato de la caída
390 El relato de la caída (Gn 3) utiliza un lenguaje hecho de imágenes, pero afirma un acontecimiento
primordial, un hecho que tuvo lugar al comienzo de la historia del hombre (cf. GS 13,1). La Revelación
nos da la certeza de fe de que toda la historia humana está marcada por el pecado original libremente
cometido por nuestros primeros padres (cf. Cc. de Trento: DS 1513; Pío XII: DS 3897; Pablo VI,
discurso 11 Julio 1966).
II LA CAIDA DE LOS ANGELES
391 Tras la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla una voz seductora, opuesta a Dios (cf.
Gn 3,1-5) que, por envidia, los hace caer en la muerte (cf. Sb 2,24). La Escritura y la Tradición de la
Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo (cf. Jn 8,44; Ap 12,9). La Iglesia enseña que
primero fue un ángel bueno, creado por Dios. "Diabolus enim et alii daemones a Deo quidem natura creati
sunt boni, sed ipsi per se facti sunt mali" ("El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con
una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos") (Cc. de Letrán IV, año 1215: DS 800).
392 La Escritura habla de un pecado de estos ángeles (2 P 2,4). Esta "caída" consiste en la elección libre de
estos espíritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su Reino. Encontramos un
reflejo de esta rebelión en las palabras del tentador a nuestros primeros padres: "Seréis como dioses" (Gn
3,5). El diablo es "pecador desde el principio" (1 Jn 3,8), "padre de la mentira" (Jn 8,44).
393 Es el carácter irrevocable de su elección, y no un defecto de la infinita misericordia divina lo que hace que
el pecado de los ángeles no pueda ser perdonado. "No hay arrepentimiento para ellos después de la caída,
como no hay arrepentimiento para los hombres después de la muerte" (S. Juan Damasceno, f.o. 2,4: PG
94, 877C).
394 La Escritura atestigua la influencia nefasta de aquel a quien Jesús llama "homicida desde el principio" (Jn
8,44) y que incluso intentó apartarlo de la misión recibida del Padre (cf. Mt 4,1-11). "El Hijo de Dios se
manifestó para deshacer las obras del diablo" (1 Jn 3,8). La más grave en consecuencias de estas obras ha
sido la seducción mentirosa que ha inducido al hombre a desobedecer a Dios.
395 Sin embargo, el poder de Satán no es infinito. No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser
espíritu puro, pero siempre criatura: no puede impedir la edificación del Reino de Dios. Aunque Satán
actúe en el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo, y aunque su acción cause graves daños -
de naturaleza espiritual e indirectamente incluso de naturaleza física-en cada hombre y en la sociedad,
esta acción es permitida por la divina providencia que con fuerza y dulzura dirige la historia del hombre y
del mundo. El que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero "nosotros sabemos que en
todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman" (Rm 8,28)
III EL PECADO ORIGINAL
La prueba de la libertad
396 Dios creó al hombre a su imagen y lo estableció en su amistad. Criatura espiritual, el hombre no puede
vivir esta amistad más que en la forma de libre sumisión a Dios. Esto es lo que expresa la prohibición
hecha al hombre de comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, "porque el día que comieres de
él, morirás" (Gn 2,17). "El árbol del conocimiento del bien y del mal" evoca simbólicamente el límite
infranqueable que el hombre en cuanto criatura debe reconocer libremente y respetar con confianza. El
hombre depende del Creador, está sometido a las leyes de la Creación y a las normas morales que regulan
el uso de la libertad.
El primer pecado del hombre
397 El hombre, tentado por el diablo, dejó morir en su corazón la confianza hacia su creador (cf. Gn 3,1-11) y,
abusando de su libertad, desobedeció al mandamiento de Dios. En esto consistió el primer pecado del
hombre (cf. Rm 5,19). En adelante, todo pecado será una desobediencia a Dios y una falta de confianza en
su bondad.
398 En este pecado, el hombre se prefirió a sí mismo en lugar de Dios, y por ello despreció a Dios: hizo
elección de sí mismo contra Dios, contra las exigencias de su estado de criatura y, por tanto, contra su
propio bien. El hombre, constituido en un estado de santidad, estaba destinado a ser plenamente
"divinizado" por Dios en la gloria. Por la seducción del diablo quiso "ser como Dios" (cf. Gn 3,5), pero
"sin Dios, antes que Dios y no según Dios" (S. Máximo Confesor, ambig.).
399 La Escritura muestra las consecuencias dramáticas de esta primera desobediencia. Adán y Eva pierden
inmediatamente la gracia de la santidad original (cf. Rm 3,23). Tienen miedo del Dios (cf. Gn 3,9-10) de
quien han concebido una falsa imagen, la de un Dios celoso de sus prerrogativas (cf. Gn 3,5).
400 La armonía en la que se encontraban, establecida gracias a la justicia original, queda destruida; el dominio
de las facultades espirituales del alma sobre el cuerpo se quiebra (cf. Gn 3,7); la unión entre el hombre y
la mujer es sometida a tensiones (cf. Gn 3,11-13); sus relaciones estarán marcadas por el deseo y el
dominio (cf. Gn 3,16). La armonía con la creación se rompe; la creación visible se hace para el hombre
extraña y hostil (cf. Gn 3,17.19). A causa del hombre, la creación es sometida "a la servidumbre de la
corrupción" (Rm 8,21). Por fin, la consecuencia explícitamente anunciada para el caso de desobediencia
(cf. Gn 2,17), se realizará: el hombre "volverá al polvo del que fue formado" (Gn 3,19). La muerte hace su
entrada en la historia de la humanidad (cf. Rm 5,12).
401 Desde este primer pecado, una verdadera invasión de pec ado inunda el mundo: el fratricidio cometido por
Caín en Abel (cf. Gn 4,3-15); la corrupción universal, a raíz del pecado (cf. Gn 6,5.12; Rm 1,18-32); en la
historia de Israel, el pecado se manifiesta frecuentemente, sobre todo como una infidelidad al Dios de la
Alianza y como transgresión de la Ley de Moisés; e incluso tras la Redención de Cristo, entre los
cristianos, el pecado se manifiesta, entre los cristianos, de múltiples maneras (cf. 1 Co 1-6; Ap 2-3). La
Escritura y la Tradición de la Iglesia no cesan de recordar la presencia y la universalidad del pecado en la
historia del hombre:
Lo que la revelación divina nos enseña coincide con la misma experiencia. Pues el hombre, al examinar su
corazón, se descubre también inclinado al mal e inmerso en muchos males que no pueden proceder de su
Creador, que es bueno. Negándose con frecuencia a reconocer a Dios como su principio, rompió además
el orden debido con respecto a su fin último y, al mismo tiempo, toda su ordenación en relación consigo
mismo, con todos los otros hombres y con todas las cosas creadas (GS 13,1).
Consecuencias del pecado de Adán para la humanidad
402 Todos los hombres están implicados en el pecado de Adán. S. Pablo lo afirma: "Por la desobediencia de
un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores" (Rm 5,19): "Como por un solo hombre entró el
pecado en el mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto
todos pecaron..." (Rm 5,12). A la universalidad del pecado y de la muerte, el Apóstol opone la
universalidad de la salvación en Cristo: "Como el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la
condenación, así también la obra de justicia de uno solo (la de Cristo) procura a todos una justificación
que da la vida" (Rm 5,18).
403 Siguiendo a S. Pablo, la Iglesia ha enseñado siempre que la inmensa miseria que oprime a los hombres y
su inclinación al mal y a la muerte no son comprensibles sin su conexión con el pecado de Adán y con el
hecho de que nos ha transmitido un pecado con que todos nacemos afectados y que es "muerte del alma"
(Cc. de Trento: DS 1512). Por esta certeza de fe, la Iglesia concede el Bautismo para la remisión de los
pecados incluso a los niños que no han cometido pecado personal (Cc. de Trento: DS 1514).
404 ¿Cómo el pecado de Adán vino a ser el pecado de todos sus descendientes? Todo el género humano es en
Adán "sicut unum corpus unius hominis" ("Como el cuerpo único de un único hombre") (S. Tomás de A.,
mal. 4,1). Por esta "unidad del género humano", todos los hombres están implicados en el pecado de
Adán, como todos están implicados en la justicia de Cristo. Sin embargo, la transmisión del pecado
original es un misterio que no podemos comprender plenamente. Pero sabemos por la Revelación que
Adán había recibido la santidad y la justicia originales no para él solo sino para toda la naturaleza
humana: cediendo al tentador, Adán y Eva cometen un pecado personal, pero este pecado afecta a la
naturaleza humana, que transmitirán en un estado caído (cf. Cc. de Trento: DS 1511-12). Es un pecado
que será transmitido por propagación a toda la humanidad, es decir, por la transmisión de una naturaleza
humana privada de la santidad y de la justicia originales. Por eso, el pecado original es llamado "pecado"
de manera análoga: es un pecado "contraído", "no cometido", un estado y no un acto.
405 Aunque propio de cada uno (cf. Cc. de Trento: DS 1513), el pecado original no tiene, en ningún
descendiente de Adán, un carácter de falta personal. Es la privación de la santidad y de la justicia
originales, pero la naturaleza humana no está totalmente corrompida: está herida en sus propias fuerzas
naturales, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al imperio de la muerte e inclinada al pecado (esta
inclinación al mal es llamada "concupiscencia"). El Bautismo, dando la vida de la gracia de Cristo, borra
el pecado original y devuelve el hombre a Dios, pero las consecuencias para la naturaleza, debilitada e
inclinada al mal, persisten en el hombre y lo llaman al combate espiritual.
406 La doctrina de la Iglesia sobre la transmisión del pecado original fue precisada sobre todo en el siglo V,
en particular bajo el impulso de la reflexión de S. Agustín contra el pelagianismo, y en el siglo XVI, en
oposición a la Reforma protestante. Pelagio sostenía que el hombre podía, por la fuerza natural de su
voluntad libre, sin la ayuda necesaria de la gracia de Dios, llevar una vida moralmente buena: así reducía
la influencia de la falta de Adán a la de un mal ejemplo. Los primeros reformadores protestantes, por el
contrario, enseñaban que el hombre estaba radicalmente pervertido y su libertad anulada por el pecado de
los orígenes; identificaban el pecado heredado por cada hombre con la tendencia al mal
("concupiscentia"), que sería insuperable. La Iglesia se pronunció especialmente sobre el sentido del dato
revelado respecto al pecado original en el II Concilio de Orange en el año 529 (cf. DS 371-72) y en el
Concilio de Trento, en el año 1546 (cf. DS 1510-1516).
Un duro combate...
407 La doctrina sobre el pecado original -vinculada a la de la Redención de Cristo- proporciona una mirada de
discernimiento lúcido sobre la situación del hombre y de su obrar en el mundo. Por el pecado de los
primeros padres, el diablo adquirió un cierto dominio sobre el hombre, aunque éste permanezca libre. El
pecado original entraña "la servidumbre bajo el poder del que poseía el imperio de la muerte, es decir, del
diablo" (Cc. de Trento: DS 1511, cf. Hb 2,14). Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida,
inclinada al mal, da lugar a graves errores en el dominio de la educación, de la política, de la acción social
(cf. CA 25) y de las costumbres.
408 Las consecuencias del pecado original y de todos los pecados personales de los hombres confieren al
mundo en su conjunto una condición pecadora, que puede ser designada con la expresión de S. Juan: "el
pecado del mundo" (Jn 1,29). Mediante esta expresión se significa también la influencia negativa que
ejercen sobre las personas las situaciones comunitarias y las estructuras sociales que son fruto de los
pecados de los hombres (cf. RP 16).
409 Esta situación dramática del mundo que "todo entero yace en poder del maligno" (1 Jn 5,19; cf. 1 P 5,8),
hace de la vida del hombre un combate:
A través de toda la historia del hombre se extiende una dura batalla contra los poderes de las
tinieblas que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará hasta el último día según dice el Señor.
Inserto en esta lucha, el hombre debe combatir continuamente para adherirse al bien, y no sin grandes
trabajos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de lograr la unidad en sí mismo (GS 37,2).
517 Toda la vida de Cristo es Misterio de Redención. La Redención nos viene ante todo por la sangre de la
cruz (cf. Ef 1, 7; Col 1, 13-14; 1 P 1, 18-19), pero este misterio está actuando en toda la vida de Cristo: ya
en su Encarnación porque haciéndose pobre nos enriquece con su pobreza (cf. 2 Co 8, 9); en su vida
oculta donde repara nuestra insumisión mediante su sometimiento (cf. Lc 2, 51); en su palabra que
purifica a sus oyentes (cf. Jn 15,3); en sus curaciones y en sus exorcismos, por las cuales "él tomó
nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades" (Mt 8, 17; cf. Is 53, 4); en su Resurrección, por
medio de la cual nos justifica (cf. Rm 4, 25).
550 La venida del Reino de Dios es la derrota del reino de Satanás (cf. Mt 12, 26): "Pero si por el
Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios" (Mt 12, 28).
Los exorcismos de Jesús liberan a los hombres del dominio de los demonios (cf Lc 8, 26-39). Anticipan
la gran victoria de Jesús sobre "el príncipe de este mundo" (Jn 12, 31). Por la Cruz de Cristo será
definitivamente establecido el Reino de Dios: "Regnavit a ligno Deus" ("Dios reinó desde el madero de
la Cruz", himno "Vexilla Regis").
2. EXÉGESIS
Alois Stöger
El Mesías y sus adversarios
(Lc 11,24-28)
a) El más fuerte (Lc/11/14-28)
14 Estaba él expulsando a un demonio que era mudo; y apenas salió el demonio, comenzó a hablar el mudo,
de suerte que las gentes se admiraron. 15 Pero de entre ellas algunos dijeron: Es por arte de Beelzebul,
príncipe de los demonios, por quien éste arroja los demonios. 16 Había también otros que, paRa tentarlo,
reclamaban de él una señal venida del cielo.
Nos hallamos ante el hecho escueto de la curación de un poseso. El demonio ha salido del poseso, y éste, que
era mudo, comienza a hablar. Jesús ha expulsado al demonio. A éste se le llama mudo porque se creía que la
enfermedad del poseso respondía a la naturaleza del demonio que la había causado. La curación por Jesús
despierta la admiración de las gentes. ¿Cómo es esto posible?, se preguntan. ¿Quién es Jesús, que tiene poder
para arrojar a los demonios?
La curación es un hecho incontrovertible. ¿Cómo se ha de explicar? La admiración y extrañeza del pueblo abre
un camino para la fe: Jesús obra con el poder de Dios, es el Mesías. En Lucas no se formula esto, pero antes de
que asomen tales aserciones surge ya la crítica. Jesús no obra por el poder de Dios, sino por el poder del
príncipe de los demonios, al que se daba el nombre de Beelzebul. Precisaba alejar al pueblo de Jesús. Contra la
fe en el Mesías, que se está fraguando, se formula esta objeción: Jesús no produce la señal esperada, que lo
habría de acreditar como Mesías, la señal del cielo, como detener el sol o la luna, o una señal de los astros. Las
expulsiones de demonios y las curaciones milagrosas no se valoraban como tales señales. A Jesús se le mide
con patrones humanos preconcebidos, se prescribe a Dios lo que tiene que hacer, cómo ha de convencer a los
hombres.
17 Pero él penetró sus pensamientos y les dijo: Todo reino dividido en bandos queda devastado, y una casa se
derrumba sobre otra. 18 Si, pues, Satán está dividido contra sí mismo, ¿cómo subsistirá su reino? Porque
estáis diciendo que yo arrojo los demonios por arte de Beelzebul. 19 Pero si yo arrojo los demonios por arte
de Beelzebul, ¿por arte de quién los arrojan vuestros hijos? Por eso ellos mismos serán vuestros jueces.
Jesús posee el don de escudriñar los corazones, y así conoce los pensamientos de sus críticos. Como se ve,
Lucas no pone el menor empeño en conciliar las diferentes tradiciones que él combina en el texto: los críticos
expresan sus opiniones; Jesús conoce sus pensamientos. Lucas utiliza los fragmentos de tradición para formular
enseñanzas importantes, no para presentarnos cuadros bien ajustados.
Se refutan las críticas formuladas contra las expulsiones de demonios, que constituyen el punto central de todos
los relatos de curaciones. Como los demás milagros de Jesús, no son magia, no son artilugios practicados con la
ayuda del demonio. La primera razón de esta verdad la toma Jesús de una reflexión sobria y serena. Los
demonios constituyen un reino, la contrapartida del reino de Dios. No es de creer que el príncipe de los
demonios combata contra su propio reino... Esto sería una guerra civil, y las guerras civiles aniquilan los reinos,
acaban con las gentes y destruyen las ciudades.
Jesús toma otra razón de la práctica del exorcismo judaico. Vuestros hijos, hombres del pueblo, expulsan
demonios. Esto lo intentaban con oraciones, palabras y fórmulas de conjuro que se hacían remontar a Salomón.
Hay, pues, otros medios de expulsar los demonios sin recurrir a la ayuda de Beelzebul. Jesús defiende su propia
revelación con consideraciones tomadas de la experiencia humana y religiosa.
También nosotros tenemos el deber de recurrir a todas las consideraciones que nos suministra la experiencia
humana, la ciencia y la vida religiosa, para tratar de refutar las críticas contra los hechos de la revelación. La
revelación no está en contradicción con la razón ni con las leyes de la vida humana y del mundo.
20 Pero si yo expulso los demonios por el dedo de Dios, es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.
Jesús expulsa los demonios con la virtud de Dios. El dedo-de-Dios es símbolo de la fuerza de Dios. Cuando
Moisés provocó las plagas de Egipto, decían los adivinos do los egipcios: «El dedo de Dios está aquí»
(/Ex/08/15). A Dios le basta con mover su dedo para que surjan obras imponentes. El cielo es obra de los dedos
de Dios (Sal_8:4). El triunfo sobre el señorío de Satán con el poder de Dios que actúa en Jesús, muestra que ha
llegado ya el reino de Dios. Este está ya presente, aunque todavía no se ha desarrollado plenamente. Se ha
inaugurado ya el tiempo de la salvación, el reino de Dios ha reportado ya la victoria sobre el reino de Satán. De
ello son señal las expulsiones de demonios.
21 Mientras un hombre fuerte y bien armado está guardando su palacio, sus bienes están seguros. 22 Pero
cuando venga contra él otro más fuerte y lo venza, le quitará las armas en que confiaba y repartirá el botín.
23 Quien no está conmigo, está contra mí; y quien conmigo no recoge, desparrama.
La acción del Mesías se concibe como una guerra. La lucha se entabla entre Satán y el Mesías. Se toma de los
hechos bélicos una imagen. Hay un palacio, una fortaleza guardada por un hombre fuerte. Este está armado de
pies a cabeza, con coraza, yelmo, escudo y lanza. Todo está en seguridad. Viene uno más fuerte y ataca. El
fuerte queda vencido. Se le quitan las armas. Todo lo que se encuentra, se toma como botín y se reparte. La
segura posesión ha terminado. La idea fundamental de la parábola está en el contraste entre los bienes, que están
seguros y el botín que se reparte. Esto tiene también lugar en las expulsiones de demonios. Satán dominaba en
paz; ejercía su señorío sobre los hombres y nadie podía suplantarlo. Ahora ha cambiado todo. Las expulsiones
de demonios muestran que Satán tiene que entregar su botín, los hombres a quienes dominaba. Está por tanto
vencido. Jesús podía decir en tono triunfal: «Yo estaba viendo a Satán caer del cielo como un rayo» (Lc_10:18).
Según Lucas, esta victoria tuvo ya lugar en la lucha entablada en la tentación del desierto (Lc_4:13). Las
palabras repartirá el botín traen a la memoria el oráculo de Isaías: «Mi siervo libra a muchos de la culpa y carga
con nuestras iniquidades. Por eso yo le daré por parte suya muchedumbres, y recibirá muchedumbres por botín;
por haberse entregado a la muerte y haber sido contado entre los pecadores» (Isa_53:11 s). De todos modos, si
se hubiese aludido expresamente a este pasaje, no se habría omitido la muerte que arrebata aún mejor botín a
Satán. El reino de Dios se inició cuando Jesús comenzó su actividad, se profundizó cuando murió en la cruz y
resucitó, se establecerá plenamente cuando Jesús venga en su gloria. Pero en la medida en que se va
estableciendo el reino de Dios, se va derrumbando el poderío de Satán.
El combate mesiánico fuerza a cada cual a optar por Cristo o contra Cristo. No tolera neutralidad. La necesidad
de tomar partido se expresa en un proverbio que procede de la guerra civil romana. El que no toma partido por
Jesús, es contrario suyo. A esto se añaden unas palabras tomadas de la vida pastoril. El pastor que no recoge las
ovejas, las desparrama. «Y así andaban desparramadas mis ovejas por falta de pastor, siendo presa de todas las
fieras del campo» (Eze_34:5 s).
3. COMENTARIO TEOLÓGICO
Santo Tomás de Aquino
Catena Aurea
Marcos 3:20-22
Y vinieron a la casa, y concurrió de nuevo tal tropel de gente, que ni siquiera podían tomar alimento. Y cuando
lo oyeron sus deudos salieron para recogerle; porque decían que había perdido el juicio. Y los escribas, que
habían bajado de Jerusalén, decían: "Está poseído de Beelzebub; y así por arte del príncipe de los demonios es
como lanza los demonios". (vv. 20-22)
Beda
Conduce el Señor a la casa a los apóstoles elegidos en el monte, como para advertirles que deben volver a su
conciencia después de haber recibido la dignidad del apostolado. "De aquí vinieron a la casa, y concurrió de
nuevo tal tropel de gente, que ni siquiera podían tomar alimento".
Pseudo-Crisóstomo
Ingratas eran ciertamente las turbas de los sacerdotes, cuyo orgullo les impedía conocer a Jesús, mientras que
iba a El agradecida la muchedumbre del pueblo.
Beda
¡Cuál no sería esta bienaventurada muchedumbre, para quien tanto importaba alcanzar la salvación, que ni al
Autor de ella ni a los que con El estaban dejaban ni una hora libre para comer! Pero falta la estimación de sus
deudos para Aquel a quien no deja la turba de los extraños. "Entre tanto algunos de sus deudos", etc. Como no
podían comprender las sapientísimas palabras que oían, creían que había hablado como un enajenado. "Porque
decían, prosigue, que había perdido el juicio".
Teofilacto
Esto es, que estaba poseído y furioso, y por tanto querían apoderarse de El y encarcelarlo como a endemoniado.
Y los que tal pretendían eran los suyos, esto es, sus deudos, sus compatriotas, o sus parientes.
Víctor Antioqueno, e Cat. in Mar
Fue, pues, una verdadera locura el considerar como insensato al Autor de tantos milagros y al que había
enseñado una tan celestial doctrina.
Beda
Hay mucha distancia entre los que no entienden por su escasa capacidad la palabra de Dios, como eran éstos de
que se ha hablado, y aquéllos que la blasfeman adrede, y que son por los que dice: "Al mismo tiempo los
escribas, que habían bajado de Jerusalén", etc. Y lo que no podían negar se esforzaban por alterarlo con una
interpretación errada, como si no fuesen obras de la Divinidad, sino del más impuro de los espíritus, esto es,
Beelzebú, que era el dios de Ecrón, pues Beel es el mismo Baal, y zebú quiere decir mosca, significando por
tanto Beelzebú hombre de las moscas1 por la inmundicia de la sangre de las víctimas que se le sacrificaban.
Con este repugnante nombre llamaban al príncipe de los demonios: "Es por Beelzebú, príncipe de los demonios,
por quien expulsa a los demonios", decían.
Pseudo-Jerónimo
La casa a que iban es, en sentido místico, la Iglesia primitiva; las turbas que impedían hasta que comiesen, son
los pecados y los vicios, porque el que come indignamente come y bebe su juicio (1Co_2:29).
Beda
Los escribas, que habían bajado de Jerusalén, blasfemaban; pero la muchedumbre que viene de aquella ciudad y
de otras partes de la Judea y de los pueblos gentiles sigue al Señor. Porque la muchedumbre del pueblo judío
había de precederle a Jerusalén en el tiempo de la pasión con palmas y cánticos de alabanza, mientras que los
gentiles deseaban verle, y los escribas y fariseos trataban de su muerte.
Notas
1. Baal-Zebul, "Baal, el Príncipe", divinidad filistea adorada en Ecrón. Baal-Zebub: Señor de las moscas es un
juego de palabras burlesco sobre el verdadero nombre de la divinidad (ver nota Biblia de Jerusalén: 2Re_1:2 s).
Marcos 3:23-30
Y Jesús habiéndolos convocado, les decía en parábolas: "¿Cómo puede Satanás expeler a Satanás? Y si un
reino está dividido contra sí mismo, es imposible que subsista el tal reino. Y si una casa estuviera dividida
contra sí misma, la tal casa no puede quedar en pie. Conque si Satanás se levanta contra sí mismo, está su
reino en discordia, y no puede durar, antes está cerca su fin. Ninguno puede entrar en la casa del valiente para
robarle sus alhajas, si primero no ata bien al valiente: después sí que podrá saquear la casa. En verdad os
digo, añadió, que todos los pecados se perdonarán fácilmente a los hijos de los hombres, y aun las blasfemias
que dijeren; pero el que blasfemare contra el Espíritu Santo no tendrá jamás perdón, sino que será reo de
eterno juicio o condenación". Les decía esto porque le acusaban de que estaba poseído del espíritu inmundo.
(vv. 23-30)
San Juan Crisóstomo, homilae in Mattaeum, hom. 42
Demuestra el Señor que era imposible lo que decían los blasfemos escribas, confirmando su demostración con
un ejemplo. "Mas Jesús, prosigue, habiéndolos convocado les decía o refutaba con estos símiles. ¿Cómo puede
Satanás expeler a Satanás?" Es como si dijera: Es forzoso que quede asolado un reino dividido en guerra
interna, que es lo que se ve en las casas y en las ciudades: por esto si se divide en sí mismo el reino de Satanás,
de modo que Satanás expulse de los hombres a Satanás, se aproximará la desolación del reino de los demonios.
El reino de éstos consiste en tener sujetos a los hombres. Por lo tanto, si son arrojados de los hombres, la
disolución de su reino es inevitable, mientras que, si conservan aún potestad sobre los hombres, es claro que su
reino dura todavía, y no está dividido contra sí mismo.
Glosa
Mostrando con el ejemplo que el demonio no ha echado fuera al demonio, muestra de qué modo puede ser
echado diciendo: "Ninguno puede entrar en la casa del valiente para robarle sus alhajas, si primero no ata bien
al valiente", etc.
Teofilacto., super Cum fortis armatus.
En el fondo este ejemplo quiere decir: el demonio es fuerte; las alhajas son los hombres, en los cuales se
refugia. ¿Cómo, pues, podrá nadie apoderarse de las alhajas, esto es, de los poseídos, sin vencer y sujetar antes
al demonio? Por esto yo, que le arranco las alhajas, es decir, que libero a los hombres del espíritu maligno,
sujeto antes a los demonios, los venzo y soy su enemigo. ¿Cómo decís, pues, que yo estoy poseído de Beelzebú,
y siendo amigo de los demonios los lanzo fuera?
Beda.
El Señor ató también al fuerte, esto es, al diablo, en cuanto que le impidió sedujera a los elegidos, y entrando en
la casa, o en el mundo, le quitó la casa y las alhajas, o los hombres, ya que librándolos del poder del diablo los
ha unido a su Iglesia. O bien destruyó su casa, puesto que distribuyó entre los apóstoles y sus sucesores todas
las partes del mundo dominadas en otro tiempo por el antiguo enemigo, para que atrajesen a los pueblos al
camino de la vida. Así, pues, manifiesta el Señor el gran crimen que cometían al exclamar que era obra del
diablo la que conocían que era de Dios, cuando dice: "En verdad os digo que todos los pecados se perdonarán",
etc. No se perdonarán todos los pecados y blasfemias a todos los hombres en general, sino a los que hayan
hecho penitencia proporcionada a sus errores en esta vida. Porque es un error el de Novaciano, que niega pueda
ser perdonado el que no sale vencedor del martirio, como también el de Orígenes, quien afirma que todos los
pecadores después del juicio universal y de innumerables evoluciones de los siglos, habrán de alcanzar el
perdón de sus pecados: error que combaten las siguientes palabras del Señor: "Pero el que blasfemare contra el
Espíritu Santo no tendrá jamás perdón".
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattaeum, hom. 42
Y ciertamente dice que tiene excusa la blasfemia contra El, porque no lo veían sino como un hombre
despreciable y bajo; pero que no tendrá perdón la dirigida contra Dios, y la blasfemia contra el Espíritu Santo es
contra Dios, porque el reino de Dios es obra del Espíritu Santo. Por esto, pues, dice que es irremisible la
blasfemia contra el Espíritu Santo. Ahora, en lugar de estas palabras: "Pero será reo de eterno delito", dice el
Evangelista: "Ni en este siglo, ni en el futuro" (Mat_12:32). Debemos distinguir en esto el juicio según la ley
que mandaba matar al que blasfemaba el nombre de Dios (Lev_24:15), y el juicio de la otra vida: la segunda ley
no excusa semejante delito. El que se bautiza queda fuera de este siglo, y los judíos desconocían la remisión que
se obra por el bautismo. Al que atribuye por tanto al demonio los milagros y la expulsión de los demonios, que
son obras solamente del Espíritu Santo, no le queda excusa ninguna por su blasfemia, y siendo ésta tal contra el
Espíritu Santo no puede ser perdonada. Les decía esto porque le acusaban de que estaba poseído del espíritu
inmundo.
Teofilacto
Es preciso entender que no se consigue el perdón sino haciendo penitencia. Cuando se escandalizaban por la
encarnación de Cristo, tenían alguna excusa, aunque no hiciesen penitencia, y podían esperar el perdón.
San Jerónimo,
O bien dice esto, porque no merecía la gracia de hacer penitencia para ser perdonado el que, conociendo que era
Cristo, decía sin embargo que era el príncipe de los demonios.
Beda
No se debe con todo tener por reos de blasfemia irremisible a los que no creen que el Espíritu Santo sea Dios,
porque no lo niegan por malicia diabólica, sino por humana ignorancia.
San Agustín, de Verbo Domini, serm. 11, 12
O es la impenitencia misma la blasfemia contra el Espíritu Santo que no se perdona. El hombre, que con su
dureza y corazón impenitente va atesorando ira y más ira (Rm 2), blasfema de palabra o con el pensamiento
contra el Espíritu Santo, por quien se perdonan los pecados. "Porque le acusaban -prosigue- de que estaba
poseído del espíritu inmundo", para manifestar que la causa ostensible de hablar así era que decían que lanzaba
al demonio por Beelzebú; no porque sea blasfemia que no pueda perdonarse, puesto que se consigue su perdón
con una verdadera penitencia, sino porque era ocasión de anunciar esta sentencia por el espíritu inmundo, a
quien el Señor muestra dividido contra sí mismo por efecto del Espíritu Santo, quien une a los que acoge,
perdonando los pecados que los dividían contra sí mismos: remisión a cuya gracia nadie resiste, sino el que
tiene la dureza de un corazón impenitente. En otro pasaje dijeron del Señor los judíos que estaba poseído por el
demonio (Jn 8), y sin embargo, no les dijo que blasfemaban contra el Espíritu Santo, porque no le injuriaban al
punto de presentarle dividido en sí mismo, como Beelzebú, por quien dijeron que podían ser lanzados los
demonios.
4. SANTOS PADRES
San Agustín
3. Mientras hablaba a las turbas, sigue el Evangelio, su madre y sus hermanos estaban fuera, queriendo
hablar con él. Alguien se lo indicó diciendo: Mira, tu madre y tus hermanos están fuera, quieren hablar contigo.
Y él dijo: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo la mano a sus discípulos dijo: Estos
son mi madre y mis hermanos, y quien hiciere la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, es mi hermano,
hermana y mi madre. Sólo quería hablar de esto; más como no quise pasar por alto lo anterior, creo que he
consumido una parte no pequeña de tiempo. Y el punto que acabo de presentar es un problema con muchos
entresijos y conexiones. ¿Cómo Cristo, el Señor, desdeñó piadosamente a su madre, no a cualquier madre, sino
a su madre virgen, y por ello más madre, pues le ofreció la fecundidad sin quitarle la integridad, su madre
virgen al concebir, al parir, virgen perpetuamente? A una madre tal desdeñó él para que el afecto materno no
interviniera y le impidiera la obra que estaba realizando. ¿Qué realizaba? Hablaba a los pueblos, destruía
hombres viejos, construía nuevos, libertaba a las almas, desataba a los presos, iluminaba las mentes ciegas,
realizaba una buena empresa, estaba ferviente de obra y palabra en la santa empresa. Y en ese momento le
anunciaron el afecto carnal. Ya oísteis lo que respondió, ¿para qué voy a repetirlo? Oigan las madres, para que
con su afecto carnal no impidan las buenas obras de sus hijos. Y si pretenden impedirlo y asaltan a los que
obran de ese modo, para retrasar a lo menos lo que no pueden diferir, sean desdeñadas por sus hijos; oso decir
que sean desdeñadas, desdeñadas por piedad. Si fue desdeñada la Virgen María, ¿cómo pretenderá encolerizarse
la mujer, casada o viuda, con un hijo suyo que se apresta a realizar la buena obra y por eso desdeña a su madre
que se interpone? Pero me vas a decir: Entonces ¿comparas a mi hijo con Cristo? No le comparo a él con Cristo
ni a ti con María. Cristo el Señor no condenó el afecto materno, sino que con su propio ejemplo magnífico
mostró cómo se deja a una madre por la obra de Dios. Era doctor hablando, pero era también doctor
desdeñando; por eso se dignó desdeñar a la madre, para enseñarte que por la obra de Dios has de desdeñar al
padre.
4. ¿No podía Cristo, el Señor, hacerse hombre sin madre, como pudo prescindir del padre? Para que
veáis si convenía, o mejor, que convenía que se hiciese hombre por el hombre, ya que él hizo al hombre,
considerad y recordad de dónde hizo al mismo primer hombre. El primer hombre fue hecho sin padre ni madre.
Si pudo entonces disponer para fundar las cosas humanas, ¿no pudo luego prepararse algo para reparar esas
cosas humanas? ¿Era difícil para la Sabiduría de Dios, para el Verbo de Dios, Poder de Dios, unigénito Hijo de
Dios, era difícil hacer como quisiera al hombre que iba a asumir? Los ángeles se mostraron como hombres a los
hombres. Abrahán dio de comer a los santos ángeles y los invitó como a hombres; no sólo los vio, sino que los
tocó y les lavó los pies. ¿Acaso tales apariencias, como fantásticas, fueron realizadas por los ángeles? Si pudo
un ángel adoptar una verdadera apariencia humana cuando quiso, ¿no podría el Señor de los ángeles hacer un
verdadero hombre a quien asumir como hubiese querido? Sin embargo, no quiso que ese hombre tuviese padre,
para no venir a los hombres por medio de la concupiscencia carnal; pero aceptó a la madre para tener entre ellos
una madre, para poder enseñar a esos hombres cómo hay que desdeñarla por la obra de Dios. Quiso asumir en sí
el sexo viril y honrar al sexo femenino en su madre, porque antiguamente la mujer había pecado y había hecho
pecar al varón, y ambos cónyuges fueron engañados por el fraude del diablo. Si Cristo viniera como varón, pero
sin honrar al sexo femenino, las mujeres perderían la esperanza, máxime cuando por ellas cayó el varón. Por eso
honró a ambos, recomendó a ambos, aceptó a ambos. Nació de mujer. No desesperéis, varones, pues Cristo se
dignó ser varón; no desesperéis, mujeres, pues Cristo se dignó nacer de mujer. Ambos sexos concurran a la
salvación traída por Cristo: venga el varón, venga la mujer; en la fe no hay varón ni mujer. Cristo te enseña a
desdeñar a tus padres y a amar a tus padres. Porque entonces los amas ordenada y piadosamente, cuando no los
antepones a Dios. Son palabras del Señor: Quien ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí.
Parece como si con estas palabras te animara a que no los ames; pero, si atiendes, te exhorta a que los ames.
Podía haber dicho: quien ama a su padre o a su madre no es digno de mí. Pero no dijo eso para no hablar contra
la ley que dio, pues él la dio por medio de su siervo Moisés, y en ella está escrito: Honra a tu padre y a tu
madre. No promulga, pues, ahora una ley contraria, sino que recomienda la antigua; te indica el orden, no te
quita la piedad, al decir: Quien ama a su padre o a su madre, pero más que a mí. Ámelos, pues, pero no más que
a mí. Dios es Dios y el hombre es hombre. Ama a los padres, respétalos, hónralos; pero si Dios te llama a una
empresa más alta, en que el afecto de los padres pueda ser un impedimento, guarda el orden, no quebrantes la
caridad.
[…]
7. Preocupaos más, hermanos míos, preocupaos más, por favor, de lo que dijo el Señor, extendiendo la
mano sobre sus discípulos: Esta es mi madre y mis hermanos; y quien hiciere la voluntad de mi Padre, que me
envió, es para mí un hermano, hermana y madre. ¿Acaso no hacía la voluntad del Padre la Virgen María, que en
la fe creyó, en la fe concibió, elegida para que de ella nos naciera la salvación entre los hombres, creada por
Cristo antes de que Cristo fuese en ella creado? Hizo sin duda Santa María la voluntad del Padre; por eso más es
para María ser discípula de Cristo que haber sido madre de Cristo. Más dicha le aporta el haber sido discípula
de Cristo que el haber sido su madre. Por eso era María bienaventurada, pues antes de dar a luz llevó en su seno
al maestro. Mira si no es cierto lo que digo. Mientras caminaba el Señor con las turbas que le seguían, haciendo
divinos milagros, una mujer gritó: ¡Bienaventurado el vientre que te llevó! Bienaventurado el vientre que te
llevó. Más, para que no se buscase la felicidad en la carne, ¿qué replicó el Señor? Más bien, bienaventurados los
que oyen la palabra de Dios y la guardan. Por eso era bienaventurada María, porque oyó la palabra de Dios y la
guardó: guardó la verdad en la mente mejor que la carne en su seno. Verdad es Cristo, carne es Cristo; Cristo
Verdad estaba en la mente de María, Cristo carne estaba en el seno de María: más es lo que está en la mente que
lo que es llevado en el vientre. Santa es María, bienaventurada es María, pero mejor es la Iglesia que la Virgen
María. ¿Por qué? Porque María es una porción de Iglesia, un miembro santo, un miembro excelente, un
miembro supereminente, pero al fin miembro de un cuerpo entero. Si es parte del cuerpo entero, más es el
cuerpo que uno de sus miembros. El Señor es Cabeza y el Cristo total es cabeza y cuerpo. ¿Qué diré? Tenemos
una Cabeza divina, tenemos a Dios como Cabeza.
8. Por lo tanto, carísimos, miraos a vosotros mismos. También vosotros sois miembros de Cristo, sois
cuerpo de Cristo. Ved cómo sois lo que él dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. ¿Cómo seréis madre de
Cristo? Y todo el que escucha y todo el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, es para mí un
hermano y hermana y madre. Mirad, entiendo lo de hermanos, entiendo lo de hermanas: única es la herencia; y
por eso también la misericordia de Cristo, el cual, siendo el único, no quiso ser él solo, quiso que fuésemos
herederos del Padre, coherederos con él. Aquella herencia es tal, que no puede menoscabarse por la
muchedumbre de los herederos. Entiendo, pues, que somos hermanos de Cristo, que hermanas de Cristo son las
mujeres santas y fieles. ¿Pero cómo podremos entender eso de madres de Cristo? ¿Qué diré? ¿Me atreveré a
decir que somos madres de Cristo? Sí, me atrevo a decir que somos madres de Cristo. Si dije que vosotros erais
hermanos de Cristo, ¿no me iba a atrever a decir que sois su madre? Mucho menos me atreveré a negar lo que
Cristo afirmó. Ea, carísimos, mirad cómo la Iglesia es esposa de Cristo, lo que es manifiesto. Y aunque sea más
difícil de entender, sin embargo, es verdad que es madre de Cristo. La Virgen María se adelantó como tipo de la
Iglesia. ¿Por qué—os pregunto—es María madre de Cristo, sino porque dio a luz a los miembros de Cristo? Y a
vosotros, a quienes estoy hablando, que sois miembros de Cristo, ¿quién os ha dado a luz? Oigo la voz de
vuestro corazón: la Madre Iglesia. Esta Madre santa, honorable, semejante a María, da a luz y es virgen. Que da
a luz, lo pruebo por vosotros mismos: habéis nacido de ella; y da a luz a Cristo, pues sois miembros de Cristo.
He demostrado que da a luz y voy a demostrar que es virgen. No me faltará un testimonio divino, no me faltará.
Adelántate al pueblo, bienaventurado Pablo, y sirve de testigo a mi afirmación; alza la voz y di lo que quiero
decir: Os he desposado a un varón, presentándoos como virgen casta a Cristo. ¿Dónde está esa virginidad?
¿Dónde se teme la violación? Dígalo el mismo que la llamó virgen. Os desposé a un varón, presentándoos como
virgen casta a Cristo; pero temo, no sea que así como la serpiente sedujo a Eva con su astucia, así pierdan
vuestras mentes la castidad que es en Cristo Jesús. Mantened en vuestras mentes la virginidad; la virginidad de
la mente es la integridad de la fe católica. Allí donde Eva fue violada por la palabra de la serpiente, allí debe ser
virgen la Iglesia con el don del Omnipotente. Por lo tanto, los miembros de Cristo den a luz en la mente, como
María dio a luz a Cristo en el vientre, sin dejar de ser virgen, y de ese modo seréis madre de Cristo. No es para
vosotros cosa extraña, no es cosa desproporcionada, ni cosa que repugne: fuisteis hijos, sed también madres.
Cuando fuisteis bautizados, entonces nacisteis los hijos de la madre, miembros de Cristo. Traed ahora al
lavatorio del bautismo a los que podáis; de ese modo, como fuisteis hijos cuando nacisteis, así ahora,
conduciendo a los que van a nacer, podéis ser madres de Cristo.
SAN AGUSTÍN, Sermones (2º) (t. X). Sobre los Evangelios Sinópticos, Sermón 72A, 3-4.7-8, BAC Madrid
1983, 357-60.364-67
5. APLICACIÓN
P. José A. Marcone, IVE
¿Loco, poseso o Dios?
(Mc 3,20-35)
Introducción
Después de haber celebrado la Cuaresma y la Pascua hemos recomenzado, el domingo pasado, el
Tiempo Ordinario. Ese nuevo inicio se realizó con la solemnidad de la Santísima Trinidad. La Iglesia quiere
que, al iniciar la parte central y más larga del Tiempo Ordinario, se recuerde el fundamento de todo: Dios. Ese
es el significado de la solemnidad de la Santísima Trinidad.
A partir de hoy, Domingo X del Tiempo Ordinario, la Iglesia quiere que recorramos toda la vida pública
de Cristo, hasta los evangelios que nos narran los últimos discursos de Cristo estando ya a las puertas de la
pasión, muerte y resurrección (Mt 25; Mc 13; Lc 21). Respecto a esto dicen los Prenotanda del Leccionario: “A
partir del domingo III del Tiempo Ordinario, empieza la lectura semicontinua de los tres Evangelios sinópticos;
esta lectura se ordena de manera que presente la doctrina propia de cada Evangelio a medida que se va
desarrollando la vida y predicación del Señor”1. Y el Directorio Homilético remarca: “Existe, por tanto, un
esquema común que siguen los tres ciclos: las primeras semanas afrontan el inicio de la misión pública de
Cristo, las últimas poseen un tema escatológico, y las semanas que se encuentran entre ellas presentan, de
manera continua, diversos acontecimientos y enseñanzas de la vida de nuestro Señor”2.
Serán, entonces, veinticuatro domingos, hasta antes de la Solemnidad de Cristo Rey, en los que los
evangelios nos irán narrando con coherencia cronológica la vida pública de Cristo. Son, aproximadamente, seis
meses en los que tendremos el gozo de ver cómo progresa y se desenvuelve la vida de Cristo.
La vida pública de Cristo duró, aproximadamente, cuarenta meses, es decir, un poco más de tres años.
Aceptando con decisión el carácter histórico de las narraciones de los evangelios, podemos, basados en los
mismos evangelios, determinar con bastante precisión las tres etapas de las que consta la vida pública de Jesús3.
La primera etapa de la vida pública de Jesús comienza con su Bautismo y se extiende hasta el momento
en que decide ir a Galilea. Esta etapa dura doce meses. Está narrada por los evangelistas en las siguientes
secciones: Jn 1,19 – 3,36; Mt 3,1 – 4,11; Mc 1,1-13; Lc 3,1 – 4,15. Esta primera etapa se desarrolla,
principalmente, en Judea. Teológicamente hablando, es una etapa preparatoria, en la que Jesús,
fundamentalmente, se dedica a marcar el pasaje del AT al NT. También comienza a poner los primeros
fundamentos de la Iglesia en cuanto comunidad de salvación. La Iglesia, en esta etapa, se encuentra todavía en
estado embrionario.
La segunda etapa de la vida pública de Jesús comienza con su ida a Galilea y termina con la
Transfiguración. Esta etapa dura veintiún meses, casi dos años. Está narrada en las siguientes secciones: Mt
4,12 – 18,35; Mc 1,14 – 9,49; Lc 4,14 – 9,50; Jn 4,1 – 6,71. Es la etapa central. En ella desarrolla plenamente su
doctrina y deja perfectamente constituida a la Iglesia Católica.
La tercera etapa de la vida pública de Jesús comienza cuando Él decide subir a Jerusalén para ir a sufrir
su pasión y muerte. Esta etapa está narrada al modo de una subida continua a Jerusalén, que dura siete meses. El
que más y mejor remarca esta subida es San Lucas; por esta razón a este camino hacia Jerusalén se le suele
denominar ‘el iter lucanum’4. Esta etapa culmina el Domingo de Ramos, cuando ya comienza su pasión. Esta
etapa está narrada en Lc 9,51 – 21,38; Mt 19,1 – 20,34; Mc 10,1-52; Jn 7,1 – 12,50.
Por lo tanto, podríamos decir que la vida pública de Jesús tiene una etapa preparatoria (doce meses en
Judea), una etapa central (veintiún meses en Galilea) y una etapa final (siete meses en subida a Jerusalén).
Como todo drama, la vida de Jesús tiene un exordio, un desarrollo y un desenlace. Agregándole al inicio la
infancia (Lc 1-2) y al final la Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión al cielo, tenemos la estructura completa
de la vida de Cristo, conformada en estas siguientes cinco etapas:
1 ORDENACIÓN DE LAS LECTURAS DE LA MISA, Prenotandos, Segunda Edición Típica, año 1981, nº 105. 2 CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Directorio Homilético, año 2014, nº 141. 3 Mejor que hablar de ‘años’ de la vida pública de Jesús (primer año, segundo año, etc.) es hablar de ‘etapas’ de la vida pública de Jesús. 4 ‘Iter’, en latín, significa ‘camino’. De allí viene la palabra española ‘itinerario’.
1. Infancia 2. 1ª Etapa Vida Pública: Etapa preparatoria en el Jordán y Judea (12 meses) 3. 2ª Etapa Vida Pública: Etapa central en Galilea (21 meses) 4. 3ª Etapa Vida Pública: Etapa final en subida a Jerusalén (7 meses) 5. Culmen y cumplimiento: Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión5
2. El evangelio de San Marcos
Este año 2018 toca el Ciclo B de las lecturas de las Misas dominicales y, por lo tanto, leeremos la vida
de Cristo del Evangelio de San Marcos. Sólo será interrumpida esta lectura por una solemnidad que cae en
domingo6 y por la lectura del Discurso del Pan de Vida (Jn 6) durante cinco domingos7.
El Directorio Homilético pide que el homileta tenga en cuenta la estructura del evangelio que toca leer
en cada ciclo. Dice el Directorio: “Cada año está bien definido, ya que revela las enseñanzas propias de cada
Evangelio sinóptico. El homileta, tendría que resistir la tentación de considerar los pasajes evangélicos
dominicales como una entidad independiente; el conocimiento de la estructura global y de los elementos
característicos de cada Evangelio puede ayudarle a profundizar su comprensión del texto”8.
2.a El evangelio de San Marcos globalmente considerado
La característica principal del Evangelio de San Marcos es que es el que más se preocupa por la
identidad de Jesús. Es el evangelio en el que más se repite esta pregunta: “¿Quién es éste?” Esa pregunta será
para Marcos casi una obsesión.
Pero Marcos responde a esta pregunta ya en el primer versículo de su evangelio: “Inicio del evangelio de
Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios” (Mc 1,1). Dice un exégeta, K. Stock: “Éste primer versículo es de una singular
densidad e importancia: constituye el título de la entera obra de Marcos indicando con él el contenido, la
finalidad y la articulación principal.
“Para hacer más comprensible este primer versículo damos una traducción un poco ampliada: Inicio de
la buena nueva (noticia) la cual dice que Jesús (de Nazaret) es el Cristo, el Hijo de Dios. Ya desde la primera
frase Marcos manifiesta una singular concentración sobre la persona de Jesús, más exactamente sobre la
pregunta: ‘¿Quién es Jesús?’ No pierde una sola palabra, sino que da inmediatamente la respuesta completa:
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Esta concentración cristológica, ya sea en forma de pregunta o de respuesta,
está presente y viva a través de toda la obra de Marcos”9. Por lo tanto, la identidad de Jesús es el tema
dominante del evangelio de Marcos10.
5 Esta es, precisamente, la división que la Biblia de Jerusalén presenta para el Evangelio de San Lucas: I. Nacimiento y vida oculta de Juan el Bautista y Jesús (Lc.1,5 – 2,52). II. Preparación del Ministerio de Jesús (Lc.3,1 – 4,13). III. Ministerio de Jesús en Galilea (Lc.4,14 – 9,50). IV. La subida a Jerusalén (Lc.9,51 – 19,27). V. Ministerio de Jesús en Jerusalén (Lc.19,28 – 21,37). VI La Pasión (Lc.22,1 – 23,56). VII. Después de la Resurrección (Lc.24,1 – 50). El punto V comienza con la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén y, por lo tanto, los puntos V, VI y VII están englobados en mi punto 5. 6 La Solemnidad del Nacimiento de San Juan Bautista, el domingo 24 de junio de 2018, Domingo XII del Tiempo Ordinario. Se lee el evangelio de San Lucas donde se narra dicho nacimiento. 7 Son los domingos del Tiempo Ordinario desde el XVII hasta el XXI. Pero aun esta lectura del Discurso del Pan de Vida está insertada en el momento cronológico exacto de la vida de Cristo según la narra San Marcos, que es el momento de la primera multiplicación de los panes. En el domingo XVI del Tiempo Ordinario se presenta el evangelio de San Marcos (6,30-34) en el que se narra la acción de Cristo inmediatamente anterior a la primera multiplicación de los panes. En el domingo XVII se empalma con el evangelio de San Juan que narra dicha multiplicación (Jn 6,1-15). A esta multiplicación de los panes sigue el Discurso del Pan de Vida. Respecto a esto, dice el Directorio Homilético: “Otra característica importante del Ciclo B, es adoptar la narración de san Juan de la multiplicación de los panes y de los peces, con el sucesivo discurso del pan de vida (del domingo XVII al XXI). Esto ofrece al homileta la oportunidad de predicar durante varias semanas sobre Cristo, pan vivo que nos nutre, tanto con su Palabra como con su Cuerpo y su Sangre” (CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Directorio Homilético, año 2014, nº 144). 8 CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Directorio Homilético, año 2014, nº 142. 9 STOCK, K., Vangelo secondo Marco, Edizioni Messagero Padova, Padova, 2002, p. 8; traducción nuestra. Esa preocupación por la identidad de Jesús a lo largo de toda la obra de Marcos, se puede ver en las siguientes citas. Mc 1,24: Los demonios saben quién es Jesús, el Santo de Dios. Mc 2,7: Los hombres se preguntan: ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios? Mc 4,41: Después de
El primer versículo de San Marcos expresa el contenido porque el contenido consiste en que se trata de
un hombre con un nombre concreto, Jesús, que es el Mesías (Cristo) y es Dios (Hijo de Dios). Expresa la
finalidad, porque la finalidad del evangelio es, precisamente, mostrar que Jesús es el Mesías y es Dios. Expresa
la estructura, porque la estructura literaria del evangelio se articulará de acuerdo a ese contenido y a esa
finalidad.
En efecto, la primera parte del evangelio de San Marcos culmina en Mc 8,29, cuando Pedro proclame:
“Tú eres el Cristo”. Y la segunda parte del evangelio culminará en Mc 15,39, cuando el Centurión proclame:
“Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”.
2.b El texto de hoy (Mc 2,20-35)
El suceso histórico narrado en la perícopa de hoy se sitúa en la segunda etapa de la vida pública de
Jesús. Jesús ya comenzó su ministerio de la Palabra en Galilea y se encuentra a orillas del Lago de Galilea. El
evangelio de hoy comienza diciendo: “Jesús vuelve a casa” (Mc 3,20). Esa casa es la casa donde vivía Jesús,
que es la casa de Pedro, en la ciudad de Cafarnaúm, a pocos metros de la orilla del lago. Mientras Jesús estuvo
predicando en Galilea (segunda etapa de su vida pública) hizo de la casa de Pedro en Cafarnaúm su ‘cuartel
general’, y a ella siempre volvía11.
El hecho narrado en el evangelio de hoy se sitúa en ese punto de la segunda etapa de la vida pública de
Jesús en el cual ya están elegidos los Doce Apóstoles (Mc 3,13-19) pero Pedro todavía no ha sido constituido
Piedra basal de la Iglesia (Mt 16,16-20; cf. Mc 8,29). Además, el hecho narrado hoy se sitúa en el momento en
que Jesús ya ha predicado acerca de su Persona y de su doctrina y comienzan las oposiciones más fuertes y
acérrimas. De hecho, dice el Directorio Homilético: “La narración de Marcos posee su particular dinamismo
(…). Al inicio, el ministerio de Jesús es acogido con gran entusiasmo (del III al IX domingo del Tiempo
Ordinario, ciclo B) pero la oposición no tarda en llegar (X domingo)”12.
3. La locura de Jesús
Los opositores de Jesús dicen de Él: “Está fuera de sí” (Mc 3,21). No son los parientes de Jesús los que
dicen esto13. Los parientes de Jesús escuchan que algunas personas dicen que Jesús está fuera de sí; entonces,
habiendo escuchado esto, van a buscarlo para llevarlo a Nazaret.
la tormenta apaciguada: ¿Quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen? Mc 8,27: A sus Apóstoles: ¿Quién dice la gente que soy yo? Mc 8,29: Vosotros, ¿quién decís que soy yo? Mc 11,28: Los hombres le preguntan: ¿Quién te ha dado autoridad para expulsar a los vendedores? 10 Los Prenotanda del Leccionario y el Directorio Homilético, como vimos, dicen que en las homilías dominicales hay que resaltar ‘la doctrina propia’ y ‘la enseñanza propia’ de cada evangelio sinóptico. Por lo tanto, durante este año trataremos de resaltar el tema de la identidad de Jesús. Esto significa responder a esta pregunta: ‘¿Quién es Jesús?’. 11 No cabe duda que Jesús vivió en la casa de Pedro. Es sobre todo San Marcos quien atestigua esto en Mc 1,29; 2,1; 3,20; 7,17 y 9,28. Esa casa no sólo era la casa de Pedro donde Jesús se alojaba, sino que Jesús la convirtió también en lugar de predicación de la Palabra de Dios y anuncio del evangelio. Dos veces se narra en San Marcos que la multitud se agolpaba a la puerta de la casa (Mc 1,33; 2,2) y en una de ellas (Mc 2,2) se dice que Jesús les anunciaba la Palabra. En 1968 se descubrió en Cafarnaúm un complejo habitacional de un clan, en una de cuyas habitaciones había signos clarísimos de haber sido convertida en Iglesia y donde se celebraba la Misa. Sobre ese complejo habitacional habían construido una basílica octogonal, cf. CORBO, V., Cafarnao, la cittá di Gesú, in AAVV, La Storia di Gesú, vol. 2, p. 393ss. Este descubrimiento es citado y comentado por MARCHESI, G., Il Vangelo della Speranza, Ed. Città Nuova, Roma, 19902, p. 291-292. 304-306. Marchesi trae una descripción bastante detallada de las investigaciones de V. Corbo, quien fue quien hizo el sensacional descubrimiento de la casa de Pedro en 1968. La conclusión es que la habitación donde había signos de culto cristiano es la habitación donde dormía Jesús. 12 CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Directorio Homilético, año 2014, nº 144. El domingo X del Tiempo Ordinario, Ciclo B, es el nuestro de hoy. 13 Dice K. Stock: “Las valoraciones y las habladurías sobre Jesús llegan a los parientes, los pone profundamente preocupados y causan su intención de llevarlo de nuevo a Nazaret” (STOCK, K., Idem, p. 83; traducción nuestra).
El Leccionario en uso en varios países de Latinoamérica traduce: “Es un exaltado”. No es una buena
traducción. El original griego dice, con una sola palabra: exéste. Este término es un verbo aoristo, modo
indicativo, voz activa, 3ª persona del singular, del verbo exístemi. El verbo exístemi está formado por la
preposición ex, que significa ‘fuera’, y el verbo hístemi, que significa ‘estar’. Por lo tanto, exístemi significa
‘estar fuera de sí’14. Pero ‘fuera de sí’ en el sentido de ‘no estar en su