13
 Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=80915452003  Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Sistema de Información Científica Pedro Stepanenko Gutiérrez KANT Y LOS DIVERSOS ROSTROS DEL ESCÉPTICO Ideas y Valores, vol. 54, núm. 129, diciembre, 2005, pp. 35-46, Universidad Nacional de Colombia Colombia  ¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista Ideas y Valores, ISSN (Versión impresa): 0120-0062 [email protected] Universidad Nacional de Colombia Colombia www.redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

Kant y Las Varias Clases de Escepticismo (Art)

Embed Size (px)

Citation preview

  • Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=80915452003

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y PortugalSistema de Informacin Cientfica

    Pedro Stepanenko GutirrezKANT Y LOS DIVERSOS ROSTROS DEL ESCPTICO

    Ideas y Valores, vol. 54, nm. 129, diciembre, 2005, pp. 35-46,Universidad Nacional de Colombia

    Colombia

    Cmo citar? Fascculo completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista

    Ideas y Valores,ISSN (Versin impresa): [email protected] Nacional de ColombiaColombia

    www.redalyc.orgProyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

  • KANT Y LOS DIVERSOS ROSTROS

    DEL ESCPTICO

    PEDRO STEPANENKO GUTIRREZUNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICO

    [email protected]

    Resumen: En este trabajo sugiero que para evitar algunas de las dificulta-des a las que ha conducido la discusin contempornea sobre los argu-mentos trascendentales debemos discriminar diversas maneras de enten-der el desafo escptico que Kant afronta en la Crtica de la razn pura. En laprimera parte, expongo un dilema en el cual puede caer la epistemologakantiana si aceptamos la caracterizacin de los argumentos trascendenta-les como argumentos antiescpticos. En la segunda, presento tres manerasdistintas de entender el desafo escptico y las estrategias que en cada casose pueden adoptar para responder satisfactoriamente.Palabras clave: epistemologa kantiana, escepticismo, argumentos tras-cendentales, justificacin, conocimiento emprico.

    Abstract: (Kant and the Diverse Faces of the Sceptic): In this paper I suggestthat in order to avoid some of the difficulties to which the contemporarydiscussion on the transcendental arguments has led we must discriminatedifferent ways of understanding the sceptics challenge that Kant faces inthe Critique of Pure Reason. In the first part, I expound a dilemma into whichthe Kantian epistemology could fall if we accept the characterization of thetranscendental arguments as anti-sceptic arguments. In the second part, Ipresent three ways of understanding the sceptics challenge and the differentstrategies that could be developed to answer it correctly.Key words: Kantian epistemology, scepticism, transcendental arguments,justification, empirical knowledge.

    1. Introduccin

    Es comn presentar la epistemologa kantiana como una respuestaal desafo escptico. La caracterizacin de los argumentos tras-

    cendentales como argumentos antiescpticos es, sin duda, una de lasrazones de esta tendencia. Pero esta manera de exponer la teora delconocimiento kantiana no slo se debe a esta caracterizacin. El pro-pio Kant consideraba a la filosofa crtica como una posicin entre eldogmatismo y el escepticismo (cf. Prolegomena, 58; KrV A IX-X). Laespeculacin dogmtica que Kant enfrent ha dejado de tener adeptoshace mucho tiempo y, por lo tanto, ya no representa un peligro. Porello, si se quiere actualizar la epistemologa kantiana, resulta conve-niente enfatizar el otro extremo entre los cuales se ubica y ver en ella

    IDEAS Y VALORES N 129 DICIEMBRE DE 2005 BOGOT, COLOMBIA 35

  • 36 IDEAS Y VALORES

    PEDRO STEPANENKO GUTIRREZ

    un contrincante de la figura que sigue amenazando. Y esto quiz nopor mucho tiempo, puesto que la filosofa contempornea ha em-pleado mucho esfuerzo en disolver el presunto desafo escptico.An as, presentar la epistemologa kantiana como una posicinantiescptica es una buena manera de actualizar a Kant, ya que pre-cisamente la recepcin contempornea de Kant forma parte de esaempresa disolutiva.1

    Pero los riesgos que se corren al introducir a Kant como personaje deesta historia contempornea son altos. Puede conducir a desfigurartotalmente su filosofa, al punto de hacer incompatible su estrategiaantiescptica con su defensa de condiciones universales y necesariasdel conocimiento emprico. El verificacionismo, el convencionalismoy lo que P. F. Strawson llama naturalismo liberal o suave son tresde las posiciones en las que se puede caer al interpretar la estrategiaantiescptica de Kant. Las tres son incompatibles con la tenaz defensaque Kant llev a cabo del concepto de condiciones universales y nece-sarias del conocimiento emprico.

    En la primera parte de este trabajo presento un dilema al cual puedeconducir la interpretacin contempornea de los argumentos trascen-dentales como argumentos antiescpticos. Tambin presento una salidaa este dilema que, sin embargo, resulta incompatible con las pretensionesde la filosofa de Kant. Presento este dilema y esta salida para ilustrar lospeligros antes mencionados y para mostrar que al querer responder alescptico en una direccin puede aparecer en otra. Para evitar esta situa-cin y comprender mejor la posicin de Kant frente al escepticismo creoque debemos empezar por distinguir distintas maneras de entender eldesafo escptico y analizar cul es la reaccin de Kant ante cada unade ellas. Esto es lo que hago en la parte ms larga e importante de estetexto. Ah presento tres maneras de entender el desafo escptico y lasrespuestas de Kant a cada una de ellas.

    2. Kant entre el verificacionista, el convencionalista y el

    naturalista: un dilema y una salida inaceptable

    La caracterizacin que P.F. Strawson ofreci en la dcada de lossesenta sobre los argumentos trascendentales como argumentos

    1 Aun cuando la posicin de Kant ante el escepticismo se pueda interpretar demuchas maneras, la filosofa contempornea destaca como uno de los pasos deesa empresa disolutiva las crticas de Kant a la prioridad epistmica del conoci-miento de nuestros propios estados mentales, uno de los presupuestos bsicosdel escepticismo sobre el mundo externo, el llamado escepticismo cartesiano,que, de acuerdo con la opinin de R. Rorty, orient las preocupaciones de laepistemologa moderna.

  • 37

    KANT Y LOS DIVERSOS ROSTROS DEL ESCPTICO

    N 129 DICIEMBRE DE 2005

    antiescpticos (cf. Strawson 1959: 31-40) y las crticas de B. Stroud aesta caracterizacin (cf. Stroud 1968) parecen haber llevado a la epis-temologa kantiana a un dilema del cual habra que concluir la impo-sibilidad de justificar principios de los cuales dependa la justificacinde enunciados empricos. Si lo que hace el escptico es poner en cues-tin la verdad de los principios a los que recurrimos para justificarnuestras creencias sobre objetos de la experiencia, entonces la episte-mologa kantiana podra adoptar dos estrategias para enfrentarlo: obien una justificacin terica que muestre la necesidad de tomar esosprincipios como enunciados verdaderos, o bien adoptar una posicinconvencionalista que niegue que esos principios tengan un valor deverdad y que los considere slo como reglas para determinar el valorde verdad de enunciados empricos.

    Veamos la primera estrategia. Los argumentos trascendentalessuelen adoptar como punto de partida algn tipo de conocimiento yanalizar sus condiciones de posibilidad para establecer principiosdel conocimiento. Si los principios que se pretenden justificar de estamanera son los que el escptico pone en cuestin, es obvio que el es-cptico no puede aceptar esta respuesta a su desafo, ya que para lprimero hay que justificar los principios para aceptar el tipo de cono-cimiento que hacen posible. Por ello, para poder enfrentar al escpticola versin contempornea de los argumentos trascendentales tuvoque interpretar las condiciones de posibilidad con las cuales tratanesos argumentos no slo como condiciones de posibilidad del conoci-miento, sino tambin del significado de los trminos con los cuales elpropio escptico formula su duda (cf. Stroud 1968: 245). El objetivosera, en este caso, mostrarle al escptico que las condiciones para quesu desafo tenga sentido son precisamente las condiciones cuya vali-dez pone en cuestin. Esta estrategia, sin embargo, parece dependercomo lo ha sealado B. Stroud- de la aceptacin del principio deverificacin, para el cual el significado de un enunciado depende dela posibilidad de verificarlo en la experiencia. Pero si se adopta esteprincipio, resulta imposible justificar principios que pretendan te-ner validez universal irrestricta (cf. Hempel 1950: 41-63). Por ello,esta estrategia resulta inaceptable para el proyecto epistemolgicode Kant, para el cual la verificacin de enunciados en la experienciapresupone la aceptacin de principios universales.

    Ante este callejn sin salida, debemos recurrir a la segunda estrategia:negar que los principios de los cuales depende la justificacin de enun-ciados empricos tengan ellos mismos un valor de verdad y tomarlossimplemente como reglas. sta no es, ciertamente, la estrategia quede hecho sigui Kant. Sin embargo, hay elementos de su filosofa quesugieren adoptarla. No hay que olvidar que el convencionalismohereda, en parte, las preocupaciones de la filosofa terica de Kant

  • 38 IDEAS Y VALORES

    PEDRO STEPANENKO GUTIRREZ

    (cf. Richardson 1998) y que el propio Kant reconoce que las condicio-nes de posibilidad del conocimiento no constituyen por s mismasconocimiento alguno.2 La manera en que esta estrategia enfrenta alescptico consiste en mostrarle que nos est pidiendo algo imposible:una justificacin terica de algo que no tiene valor de verdad. Pero, si seadopta esta posicin convencionalista, entonces hay que abandonaruna de las preocupaciones centrales de la epistemologa kantiana, asaber: mostrar que hay principios necesarios, principios de los cualesdepende cualquier concepcin de la experiencia que podamos ofrecer.En efecto, para el convencionalista la adopcin de una regla slo puedejustificarse de manera prctica. Pero semejante justificacin presuponeque puede haber otras reglas para justificar nuestros enunciados emp-ricos. La justificacin prctica tiene que mostrar la conveniencia deadoptar esas reglas; pero no puede mostrar que son necesarias.

    Hemos cado en un dilema. El primer cuerno es el siguiente:

    Si queremos justificar tericamente los principios del cono-cimiento emprico mostrndole al escptico que su desafopresupone lo que cuestiona, entonces debemos adoptar elprincipio de verificacin, con el cual no podemos justificarprincipios con validez universal irrestricta.

    El segundo cuerno del dilema es este:

    Si queremos justificar de manera prctica los principios delconocimiento emprico, entonces no podemos considerar-los como necesarios.

    Ante este dilema, el naturalismo que presenta P.F. Strawson enScepticism and Naturalism podra considerarse como la nica va parahabrselas con el escepticismo sin tener que abandonar el carcterinevitable de esos principios (Strawson 1985: 1-29). De acuerdo conesta visin del naturalismo, inspirada en Hume y en Wittgenstein,esos principios deben formar parte de un marco o estructura constitui-da por creencias que no podemos justificar, por creencias que tenemos

    2 Me refiero aqu, en particular, al diagnstico que Kant proporciona de lapsicologa racional en el captulo sobre los paralogismos de la razn pura de laCrtica de la razn pura. De acuerdo con ese diagnstico, los paralogismos se gene-ran por ver en la unidad de la conciencia, la condicin ltima de todo conocimien-to, un objeto de conocimiento. Pero, esto no es posible, segn Kant, debido a quela unidad de la conciencia no proporciona pluralidad intuitiva alguna que puedaser sintetizada mediante las categoras. Lo mismo podra decirse, sin embargo, delas propias categoras. stas proporcionan la unidad o el marco conforme al cualsintetizamos intuiciones, pero ellas mismas no ofrecen intuicin alguna que puedaser sintetizada.

  • 39

    KANT Y LOS DIVERSOS ROSTROS DEL ESCPTICO

    N 129 DICIEMBRE DE 2005

    irreflexivamente y que no podemos cuestionar sin derribar, al mismotiempo, la prctica de dudar, cuestionar y justificar cualquier otracreencia. En este caso, la respuesta al escptico consistira simplementeen mostrarle que no puede jugar a la duda y a la justificacin sin dar porsupuestas ciertas creencias, sin dejar de cuestionar algunas creencias.Al escptico hay que mostrarle cmo operan los procesos de justifica-cin; pretender refutarlo sera tan absurdo como adoptar su posicin,equivaldra a jugar sin reglas, a representar el ridculo de ordear unoal chivo, mientras otro sostiene la criba (Kant KrV: A 58/ B 83).

    Que los principios que hacen posible el conocimiento emprico nose pueden justificar, que la razn no tiene los medios para mostrarsu necesidad, era, curiosamente, la posicin que Kant identificabacomo el escepticismo de Hume y, de acuerdo con su propia evalua-cin, sus mayores esfuerzos con respecto a la metafsica, se concentra-ron en evitar este tipo de escepticismo (cf. KrV, A 760-769/ B 788-797;Prolegomena, A.A. IV: 257-260). La metafsica misma dependa de larespuesta que se pudiera dar a ese juicio negativo acerca de las capa-cidades de la razn.

    Parece, pues, que el escepticismo tiene varios rostros para la filoso-fa de Kant. Por querer evitar el dilema que he presentado podemoscaer en una posicin que para Kant hubiera significado asumir unescepticismo incluso ms peligroso para sus proyectos que aqul queconduce al dilema. Quiz el dilema mismo se origina por ver un soloproblema, un solo desafo en donde Kant hubiera distinguido varios.En lo que sigue presentar tres maneras distintas de entender el desa-fo escptico en la Crtica de la Razn Pura. Frente a cada una de ellasKant adopta una posicin distinta y no creo que en cada uno de loscasos se pueda decir en el mismo sentido que Kant pretenda enfrentaral escptico. El orden en que presentar estas tres maneras de entenderel desafo escptico puede interpretarse como un orden gradual en elcual el escptico radicaliza cada vez ms su duda ante las respuestasque se le pueden dar.

    3. Tres posiciones escpticas y tres respuestas kantianas

    La primera manera de entender la posicin del escptico es aquellaque Kant bautiza como idealismo problemtico (cf. KrV, B 274). Deacuerdo con esta posicin slo tenemos conocimiento inmediato denuestra propia mente y cualquier presunto conocimiento acerca deobjetos distintos a nuestra mente es inferencial. Lo que en este casopone en cuestin el escptico es nuestra capacidad para determinarsi existe algo distinto a nuestra mente a partir de nuestra propia

  • 40 IDEAS Y VALORES

    PEDRO STEPANENKO GUTIRREZ

    experiencia, a partir de conocimientos sobre nuestros estados menta-les. El argumento que da Kant en contra de esta posicin en la Refuta-cin al idealismo consiste en mostrar que no podramos tener esteltimo tipo de conocimientos si no presuponemos conocimiento acer-ca de objetos externos. La clave del argumento se encuentra en lapremisa segn la cual todo conocimiento de s mismo es o dependede la determinacin temporal de nuestros estados mentales (cf. KrV,B 275-276). Pues bien, la determinacin temporal requiere de la per-cepcin de algo que permanezca en el tiempo. pero ese elementopermanente seala Kant- no puede ser algo en m, ya que mi propiaexistencia slo puede ser determinada en el tiempo mediante dichoelemento (cf. KrV, B 275).

    Por s mismo este argumento me resulta poco convincente. El idea-lista podra aceptar que necesitamos percibir algo permanente paraubicar temporalmente nuestros estados mentales, pero agregara queesa cosa permanente es nuestra mente, a la cual le adscribimos esosestados mentales y que el cogito cartesiano constituye la percepcincorrespondiente. La primera observacin de la Refutacin al idealis-mo, que no hace ms que recoger el diagnstico de los paralogismosde la razn pura, bloquea esta salida al sealar que el cogito cartesianono es ms que la expresin de una condicin de posibilidad del cono-cimiento y que, por lo tanto, por s mismo no constituye an ningnconocimiento. Mediante el cogito no nos es dada ninguna pluralidadintuitiva cuya sntesis arroje conocimiento (cf. KrV, B 276-277).

    El peligro de esta refutacin es que parece hacer abstraccin de ladeterminacin temporal de ese elemento permanente que no puedeser algo en m, lo cual resulta francamente extrao. Pero, lo importan-te, como lo han sealado muchos comentaristas, es que argumenta encontra de la prioridad epistmica del conocimiento de nuestra mente,de suerte que ste resulta tan mediato o tan inmediato como el conoci-miento de cualquier otro fenmeno.3 El conocimiento de m mismo esel conocimiento de un fenmeno ms entre otros y, por ello, requiere delas mismas condiciones o de los mismos principios de justificacinque el conocimiento de cosas distintas a m.

    Supongamos que la filosofa kantiana puede mostrar que el idealis-ta problemtico se ha equivocado y que, o bien el conocimiento de smismo presupone el conocimiento de algo externo a la mente, o bienque tenemos tan buenas o tan malas razones para aceptar el conoci-miento de s mismo como las tenemos para aceptar el conocimiento deobjetos externos, ya que los principios que justifican mi pretensin deconocerme a m mismo son los mismos que justifican mi pretensin deconocer objetos externos. Para Peter Hacker esta respuesta es la que

    3 Vase, entre otros: Stroud 1984 y Hacker 1972: 84

  • 41

    KANT Y LOS DIVERSOS ROSTROS DEL ESCPTICO

    N 129 DICIEMBRE DE 2005

    Kant desarrolla tanto en la Refutacin al idealismo como en la Deduc-cin trascendental (Hacker 1972: 83). Con esta respuesta el escpticotendra que abandonar su pretensin de conocerse a s mismo y deexpresar cmo le parece que son las cosas. Esto es cierto, pero requie-re la distincin de al menos dos pasos. En el primero, el escpticodebe reconocer que la expresin de cmo le parecen las cosas noconstituye un autntico conocimiento. En el segundo, el paso decisi-vo de la Deduccin trascendental, Kant pretende mostrar que inclu-so la expresin de cmo nos parecen las cosas presupone el recono-cimiento de objetos distintos a nuestras percepciones.

    Si el argumento kantiano de la Refutacin al idealismo entiende porconocimiento un cuerpo de enunciados cuyo valor de verdad pode-mos determinar por las conexiones que guardan entre s, entonces elescptico puede renunciar al presunto conocimiento que tiene de smismo y quedarse slo con lo que le parece. Si lo que el argumentokantiano ha establecido hasta ahora es que no se pueden tomar comoverdaderos ciertos enunciados sobre mis estados mentales sin tomarcomo verdaderos algunos enunciados que se refieren a cosas distintasde m, entonces a lo que renuncia el escptico es a todos esos enuncia-dos cuyo valor de verdad slo podemos determinar mediante esas co-nexiones. Si el argumento kantiano logra ir ms lejos y muestra que elmismo tipo de conexiones que establecemos entre enunciados sobrenosotros mismos es el que establecemos entre enunciados que se refie-ren a objetos distintos de nosotros, entonces el escptico puede renun-ciar a todos los enunciados sobre s mismo que guarden esas relaciones.Se queda slo con aquellos enunciados sobre s mismo que puede acep-tar haciendo abstraccin de sus conexiones con otros enunciados; sequeda con enunciados que slo expresan lo que le parece.

    Estos enunciados los acepta el escptico en virtud de la percepcino impresin que tiene en el momento en que los acepta y pueden expre-sarse a travs de enunciados de la forma me parece que p. Con estose queda el escptico, pero qu es lo que ahora pone en cuestin? Noslo pone en cuestin la verdad de los enunciados que se refieren aobjetos externos, sino tambin la de aquellos que se refieren a s mismoy estn conectados inferencialmente. Lo que pone en cuestin es lavalidez de las conexiones que establecemos entre enunciados cuandopretendemos justificarlos. Pone en cuestin, pues, los principios infe-renciales a los que recurrimos cuando pretendemos justificar nuestrosenunciados empricos. sta es la segunda manera de caracterizar laposicin del escptico que enfrenta Kant. La respuesta a este desafo laproporciona en la Deduccin trascendental de las categoras.

    Interpretar de esta manera la posicin y el desafo del escptico queKant enfrenta en la Deduccin tiene la ventaja de hacer comprensiblepor qu hay que ver en ella, al mismo tiempo, un argumento a favor de

  • 42 IDEAS Y VALORES

    PEDRO STEPANENKO GUTIRREZ

    la validez de los principios que nos permiten justificar enunciadosempricos y un argumento a favor de la necesidad de pensar en obje-tos distintos a nuestras percepciones para poder darle unidad a lasmismas. Para Kant, efectivamente, los principios que hacen posibleel entramado de enunciados que constituye el conocimiento empri-co se derivan de las categoras, gracias a las cuales ordenamos elcontenido de nuestras percepciones de tal manera que podemos pen-sar en objetos distintos de ellas. Pensar en trminos de objetos distin-tos de las percepciones es lo que permite utilizar unos enunciadoscomo justificacin de otros.

    El paso que ahora debe dar Kant es mostrar que incluso la expresinde lo que nos parece requiere pensar en trminos de objetos distintosde las percepciones. Para ello recurre al concepto de unidad de laconciencia, el cual puede caracterizarse simplemente como la uni-dad de nuestras percepciones o pareceres. Si es posible mostrarle alescptico que necesitamos pensar en objetos reales para darle uni-dad a nuestras percepciones, entonces habremos justificado losprincipios que nos permiten establecer relaciones de justificacinentre enunciados empricos.

    No me puedo meter ahora al manglar de la Deduccin trascendentaly sus distintas interpretaciones como respuesta al escptico. Sloquiero presentar una reflexin que puede obtenerse fcilmente a partirde uno de los fragmentos ms conocidos de la Deduccin en la prime-ra edicin de la Crtica de la Razn Pura.4 Por mencionar procesos men-tales, este fragmento se inscribe en lo que se ha llamado con desdnpsicologa trascendental (cf. Strawson 1966: 32, 88,97). A pesar deello, esa reflexin me resulta muy sencilla y convincente.

    La reflexin se apoya principalmente en una premisa que el escpticodebe conceder: que nuestras percepciones forman parte de secuenciastemporales de las cuales tenemos conciencia.5 Pues bien, para tenerconciencia de una secuencia temporal de percepciones no slo deborecorrerla, sino tambin recordar las percepciones recorridas. Si encada momento olvidara la percepcin anterior nunca empezara aformar la secuencia temporal en cuestin. Pero el recuerdo o reproduc-cin mental de las percepciones anteriores sera intil si no pudiera

    4 Me refiero a uno de los fragmentos ms comentados de la Deduccin trascen-dental; aqul en el cual Kant expone las tres principales sntesis del conocimiento:sntesis de la aprehensin en la intuicin, de la reproduccin en la imaginacin ydel reconocimiento en el concepto (A 98-110). Debo confesar, sin embargo, que enla reflexin que desarrollo aqu tambin recurro a ideas pertenecientes a la Anal-tica de los principios.

    5 La plausibilidad de la posicin del escptico en este punto depende de queaceptemos que la conciencia de la temporalidad de nuestras percepciones noconstituye un conocimiento inferencial. Kant permite esta posicin en la medida enque considera que la conciencia del tiempo no es discursiva, sino intuitiva.

  • 43

    KANT Y LOS DIVERSOS ROSTROS DEL ESCPTICO

    N 129 DICIEMBRE DE 2005

    reconocer que recuerdo lo mismo que he percibido anteriormente. Sino pudiera reconocer que es lo mismo lo que recuerdo y lo que hepercibido, entonces los recuerdos o reproducciones seran para mpercepciones nuevas. Otra vez, no podra empezar a formar una se-cuencia. Ahora bien, la percepcin y la reproduccin son dos estadosmentales distintos que ubico en dos momentos diferentes. Lo quereconozco como lo mismo en la percepcin y en la reproduccin orecuerdo tiene que ser slo su contenido. Tengo que aceptar, por lotanto, que distintos estados mentales tienen el mismo contenido y,por ende, que ste, el contenido, tiene que ser algo distinto de cadauno de mis estados mentales.

    Esta sencilla reflexin debe obligarme a reconocer que no puedoaceptar slo enunciados que se refieren a mi percepcin actual, ya quedebo ubicar esta percepcin en una serie temporal, de la cual no ten-dra conciencia si no acepto enunciados acerca de percepciones ante-riores. Pero, adems, debo reconocer que el contenido de mis estadosmentales es distinto de ellos mismos, que la secuencia de mis estadosmentales no se puede identificar con la secuencia de sus contenidos.Es cierto que esta diferencia tan slo condiciona la unidad de la con-ciencia (la conciencia de una serie temporal de percepciones) a nues-tra capacidad de pensar en objetos intencionales. El siguiente pasoque Kant requiere para cumplir con las expectativas de la Deduccintrascendental es mostrar que los objetos que podemos reidentificar atravs de distintos estados mentales deben ser pensados de tal mane-ra que mantengan relaciones que no dependan de las percepciones.Es en las Analogas de la experiencia en donde se puede ubicar conms claridad el esfuerzo de Kant por articular la diferencia entre mispercepciones y sus contenidos en los trminos de la diferencia entresubjetividad y objetividad, entre la secuencia de mis representacionesen cuanto estados mentales y la conciencia de los objetos de mis per-cepciones como objetos que mantienen relaciones que no dependen demis percepciones, relaciones que stas no pueden modificar. El con-cepto de causa, entendido como una relacin entre hechos u objetos yno entre percepciones, evidentemente desempea un papel crucial eneste esfuerzo por mostrar la necesidad de pensar esa diferencia desecuencias temporales. No es mi objetivo evaluar el xito de estaempresa. Tan slo me interesa sealar que si alcanza su objetivo,entonces logra mostrarle al escptico que la unidad de la concienciaest condicionada por el conocimiento de un mbito objetivo de fe-nmenos, por un conocimiento que est articulado por principios dejustificacin como el principio de causalidad.

    Si la reflexin sobre la necesidad de pensar en el contenido de nues-tras percepciones como algo distinto de ellas para poder darle unidada nuestras percepciones es correcta, el escptico tendra que reconocer

  • 44 IDEAS Y VALORES

    PEDRO STEPANENKO GUTIRREZ

    que no puede aceptar slo enunciados sobre s mismo con base en susimpresiones o percepciones actuales, sino que tiene que establecerconexiones entre enunciados. El escptico se encontrara en seriosaprietos. Sin embargo, tiene una salida que el idealismo trascenden-tal de Kant hace perfectamente comprensible y legtima. Puedeaceptar que es necesario pensar en trminos de objetos con relacio-nes de causalidad entre s para darle unidad a nuestras percepcio-nes, pero sealara que esto es compatible con la no existencia deesos objetos. Quiz necesitemos pensar que existen objetos distintosde nuestras percepciones actuales, pero eso no demuestra que real-mente existan. Argumentar a favor de la necesidad de creer algo no eslo mismo que argumentar a favor de su existencia. Esta objecin encontra de los argumentos kantianos no es nueva. Puede encontrarseya en el Aenesidemus de Gottlob Ernst Schulze.6

    El idealismo trascendental de Kant puede aceptar esta objecin einterpretarla en trminos de la diferencia entre fenmenos y cosa en s.Pero esta interpretacin se adelanta precisamente para evitar el idea-lismo emprico, que slo acepta la existencia de percepciones. Recono-cer que nuestro conocimiento se limita al mbito de aquello que pode-mos experimentar es lo que permite al idealismo trascendental res-guardar las diferencias que podemos establecer en esa esfera. Paraeste ltimo idealismo, la necesidad de pensar de acuerdo con catego-ras no permite, efectivamente, saber cmo son las cosas independien-temente de ellas. Pero en el campo de la experiencia las categoraspermiten distinguir entre los objetos, las percepciones y las merasapariencias (cf. Stroud 1983: 420). En este mbito, las razones paracreer en la existencia de algo son razones a favor de su existencia.7

    Desde las primeras respuestas a las objeciones de G. E. Schulze, losdefensores de la filosofa trascendental han sealado que este autorconfunda el plano emprico con el plano trascendental.8 El principal

    6 cf. Schulze 1792: 77. Vase tambin la exposicin de las ideas de Schulze en:Beiser 1987: 266-284, en particular 277 y 281; y en: Cassirer 1974.

    7 Podra pensarse que la ltima posicin del escptico que presento aqu es lamisma que la del escptico que conduce al dilema que present en la primera partede este trabajo. Despus de todo, ambas posiciones ponen en cuestin la verdadde los principios que hacen posible justificar enunciados empricos. La diferenciaest en que la ltima posicin que presento aqu tiene que apelar a la idea de unarealidad que rebasa el mbito de la experiencia para darle plausibilidad a sudesafo. El problema ya no es que los objetos de la experiencia puedan ser distintosde los objetos que pensamos con esos principios, sino que la realidad puede estarconstituida por objetos que sean distintos a los objetos de la experiencia.

    8 cf. Maimon 1794 y Beck 1796: 157 s., 241. Vase tambin, con respecto a lasrplicas de Maimon: Beiser 1987: 320-323; con respecto a las rplicas de J. S. Beck:Cassirer 1974.

  • 45

    KANT Y LOS DIVERSOS ROSTROS DEL ESCPTICO

    N 129 DICIEMBRE DE 2005

    blanco de las crticas de Schulze era la diferencia entre la forma y elcontenido de la experiencia. Le pareca que esa filosofa haca precisa-mente lo que ella misma haba prohibido: adjudicarle relaciones decausalidad a cosas que no nos son dadas, tales como esas presuntasfacultades trascendentales que supuestamente ponen la forma denuestras representaciones empricas. Considerar que la causa de laforma de nuestras representaciones son nuestras facultades le parecaque equivala a pretender conocer algo que rebasa el mbito de laexperiencia. Los defensores de la filosofa trascendental frente a lasobjeciones de Schulze han sealado que esta manera de interpretarlos aspectos trascendentales del conocimiento, como si mantuvieranel tipo de relaciones propio de los objetos empricos, es errnea. Sinembargo, hay que aceptar que el propio Kant, sobre todo en la Estticatrascendental, permite esta interpretacin, al considerar que si el espa-cio y el tiempo son algo en nosotros, entonces es posible explicar cmoson posibles los conocimientos a priori sobre ellos. El idealismo trascen-dental entendido, pues, como una posicin que concibe el conocimientoa priori como conocimiento de ciertas estructuras mentales, se expone,en efecto, a las objeciones de Schulze. Pero, tambin es posible entenderel idealismo trascendental como una posicin austera que simplementeseala que las condiciones de posibilidad del conocimiento empricono son reales en el mismo sentido en que lo son los fenmenos y que,por lo tanto, no podemos tener conocimientos de esas condicioneshaciendo abstraccin de aquello que hacen posible. Para este idealis-mo trascendental austero, interpretar los principios de justificacindel conocimiento emprico como parte de un andamiaje mental quepermite obtener conocimiento a priori constituira, efectivamente, unatrasgresin de los propios lmites del conocimiento. Pero, si esta inter-pretacin es una trasgresin a esos lmites, tambin lo es pensar enuna realidad que no puede ser alcanzada por esos principios, de talmanera que la objecin del escptico, segn la cual las razones paracreer algo no son razones a favor de su existencia, caera dentro de esembito de discusin en el cual no es posible decidir nada y que Kantdenomina dialctica.

    Esta sera, pues, la estrategia a la que podra recurrir el idealismotrascendental austero en contra de la tercera y ms radical posicindel escptico: mostrarle que su objecin slo cabe en el campo de ladialctica, en una esfera en la cual hemos rebasado las condiciones deposibilidad del conocimiento emprico y de la experiencia misma.Aceptara, pues, que sera intil pretender responder satisfactoria-mente a esa objecin, pero agregara que eso no pone en cuestin losprincipios que nos permiten justificar enunciados empricos.

  • 46 IDEAS Y VALORES

    PEDRO STEPANENKO GUTIRREZ

    Bibliografa

    Beck, J. S. (1796). Einzig mglicher Standpunkt, aus welchem die kritische

    Philosophie beurteilt werden muss. Riga: Hartknoch.

    Beiser, F. C. (1987). The Fate of Reason. Cambridge: Harvard University

    Press.

    Burnyeat, M. (ed.) (1983). The Skeptical Tradition. Berkeley/Los Angeles:

    University of California Press.

    Cassirer, E. (1974). Das Erkenntnisproblem, Vol. III: Die nachkantischen

    Systeme. Hildesheim: Georg Olms Verlag.

    Gram, M. S. (1971). Transcendental Arguments. En: Nos 5, 1: 15-26.

    Hacker, P. (1972). Are Transcendental Arguments a Version of Verifica-

    tionism?. En: American Philosophical Quarterly 9, 1.

    Hempel, C. G. (1950). Problems and Changes in the Empiricist Criterion

    of Meaning. En: Revue internationale de philosophie, No. 4.

    Kant, I. (1781/1787). Kritik der reinen Vernunft. En: Kant (1911).

    (1783). Prolegomena zu einer jeden knftigen Metaphysik, die als Wissens-

    chaft wird auftreten knnenk. En: Kant (1911)

    (1911). Gesammelte Schriften, III, IV, hrsg. von der Preuischen/Deuts-

    chen Akademie der Wissenschaften (A.A.), G. Reimer, Berlin.

    (1978). Crtica de la razn pura. Traduccin de P. Ribas. Madrid: Alfaguara.

    (1984). Prolegomenos. Traduccin de M. Caimi. Buenos Aires: Charcas.

    Maimon, S. (1794). Briefe Philalethes an Aenesidemus. En: Gesammelte Werke,

    Vol. V, ed. V. Verra, Hildesheim, Olms, 1965

    Richardson, A. W. (1998). Carnaps Construction of the World. Cambridge:

    Cambridge University Press.

    Schulze, G. E. (1792). Aenesidemus oder ber die Fundamente der von dem Herrn

    Professor Reinhold in Jenagelieferten Elementar-Philosophie, A. Liebert (ed.).

    Berln: Reuther & Reichhard, 1912.

    Strawson, P. F. (1959). Individuals. Londres: Methuen.

    (1966). The Bounds of Sense. Londres: Metheun.

    (1985). Skepticism and Naturalism: Some Varieties. Londres: Methuen.

    Stroud, B. (1968). Transcendental Arguments. En: The Journal of Philosophy

    V. LXV, 9

    (1983). Kant and Skepticism. En: Burnyeat (1983)

    (1984). The Significance of Philosophical Scepticism. Oxford: Oxford University

    Press.

    Artculo recibico: septiembre 09 de 2005; aceptado: noviembre 29 de 2005